COMENTARIOS A LA SEGUNDA LECTURA

1ª Ts 3, 12-4, 2

 

1.

Esta sección de 1 Tesalonicenses está consagrada a la exhortación. Pablo ha expuesto anteriormente sus relaciones con esa comunidad antes y después de la fundación de la Iglesia y pasa ahora a instruir y animar a la conducta cristiana. El comienzo es una oración/exhortación acerca del punto fundamental de la ética cristiana: el amor (v.12). Efectivamente, un aspecto importantísimo de la vida y conducta del cristiano es percibirla como don de Dios, no como puro esfuerzo voluntarístico.

A continuación (v. 13) hay un recuerdo a la vuelta del Señor como una de las motivaciones del tal conducta. El cristiano vive esperando y con la mirada fija en el futuro, no sólo en el pasado. No es propio de él un género de vida pasivo o resignado, melancólico o retrógrado, sino en tensión gozosa y pacífica esperando su encuentro definitivo con Jesucristo. Lo espera no cruzado de brazos, sino viviendo el amor activo y concreto. De este modo está adelantando lo que va a ser su existencia última y plena.

Además tiene ejemplos y animación de los propios hermanos (vv. 4, 1-2). No se encuentra solo en esta forma de vida, sino acompañado por cuantos creen en Cristo. También los medios humanos, aunque no lo son más importantes, contribuyen a nuestra vida cristiana.

DABAR 1988, 1


2.

Después de escuchar las buenas noticias que le trae su discípulo Timoteo de la comunidad de Tesalónica, Pablo escribe esta primera carta a los tesalonicenses. En esta epístola se nota el gozo y la complacencia de Pablo por la buena marcha de aquellos cristianos, a los que llama su "gloria y su corona" (2, 19) y que han pasado a ser un ejemplo y un foco de difusión evangélica para toda Grecia (1, 6-8). No obstante, Pablo sabe que no deben dormirse en los laureles y les exhorta para que sigan adelante; pues la vida cristiana está siempre en camino por vías de esperanza hasta que el Señor venga. Por esta razón concluye la primera parte de su carta pidiendo a Dios que aumente el amor cristiano en aquella comunidad hasta el colmo y que los haga santos e irreprensibles.

La petición de Pablo por la comunidad y lo que él pide, el crecimiento constante del amor, se sitúan justamente en la perspectiva que abre la esperanza en la venida del Señor. Porque el Señor vendrá y nos juzgará a todos sobre el amor. Mientras tanto, hay que creer sin medida en el amor y hay que pedir constantemente a Dios lo que todavía nos falta. Pablo suele llamar "santos" a los fieles, pero en este pasaje se refiere a los ángeles que acompañarán al Señor en su venida gloriosa y no a los fieles que murieron y ya están en el cielo.

Los ángeles significan el poder y la majestad del Señor (cfr. Zac 14. 5; Mt 16, 27; Mc 8, 38).

Aunque no ha escatimado alabanzas a la conducta de los tesalonicenses, Pablo insiste de nuevo en que deben seguir progresando. Pues en esto del amor siempre andamos a la zaga de sus exigencias, siempre estamos en deuda. Hay que amar a los hermanos y a todos los hombres, e incluso a los enemigos (cfr.Gal 6, 10; Rm 12, 17). Ningún cristiano puede llegar tan lejos en el amor que diga que ya ama lo suficiente y que ya es perfecto, pues debe ser perfecto sin límites. Sabiendo que sólo agrada a Dios el que le imita, el que trata de ser perfecto como Dios es perfecto. Y Dios es Amor (1 Jn 4,8. 16).

Los tesalonicenses, evangelizados personalmente por Pablo, saben a qué atenerse. En su primera visita les enseñó todo lo que tenían que hacer. Y lo hizo no en su nombre, sino en nombre de Jesús, que es el Señor. Ahora les anima a ser fieles a las instrucciones recibidas.

EUCARISTÍA 1982, 54


3.

La carta se dirige a una comunidad cristiana en situación de diáspora en medio de los paganos. Corre el riesgo de ser sofocada por el ambiente que ejerce una fuerte presión. La comunidad existe gracias al amor de Cristo. El amor y la presencia de Cristo en medio de la comunidad debe irradiarse y manifestarse en el amor mutuo que crea la unidad de la comunidad y se abre a todos hasta llegar a su aspecto más radical: amar a los enemigos (Mt 5,44).

Pablo pone en práctica lo que recomienda. La autoridad de su ministerio está animada por el amor a los hermanos. Con ellos se pone en el camino de la fe. Desde el amor será más fácil comprender el modo de agradar a Dios y colaborar en la realización de su plan de salvación.

La salvación que Cristo ha traído no está ya totalmente realizada. Es una realidad en expansión que avanza hacia su cumplimiento escatológico, hacia la realización del mundo en Cristo resucitado. Así la Iglesia de Cristo es por definición una iglesia en camino, convocada para ser enviada en misión. Sólo una Iglesia en camino puede poner en camino al mundo.

Ser Iglesia y ser enviado es un don que comporta una responsabilidad. El dinamismo, los imperativos de la historia, el Señor que viene y la salvación exigen la colaboración del hombre. El Dios de la promesa reclama del hombre la responsabilidad de sus opciones. El hombre no está nunca satisfecho de sí mismo, ni de sus realizaciones. Está siempre en tensión hacia un futuro mejor.

P. FRANQUESA
MISA DOMINICAL 1985, 23


4.

Los deseos y las bendiciones de Pablo son plenificantes. No se conforma con medianías. Que el vaso esté lleno hasta el borde, hasta "rebosar". Como él, que era «vaso de elección», lleno hasta rebosar de la gracia de Cristo.

La plenitud que pide el apóstol es la del amor. El amor no debe tener medida, porque nunca se ama con medio corazón. Hay que amar con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente, con todas las fuerzas. Hay que amar a los de casa, pero también a los de fuera. El amor es la vida, que no se puede vivir nunca a medias. ¡Quién pudiera decir de sí mismo que rebosa de amor! Aunque tampoco es ésta la mejor manera de amar, porque el amor no es algo que se tiene, sino algo que se vive, algo que se es.

CARITAS
UN DIOS PARA TU HERMANO
ADVIENTO Y NAVIDAD 1991.Págs. 24