COMENTARIOS A LA PRIMERA LECTURA

Mi 5, 2-5a 01

 

1. /Mi/LIBRO:

Situación histórica:- Miqueas nace en el Reino del Sur y es contemporáneo de Isaías. Le toca vivir el triste momento de la caída de Samaria en poder asirio (año 721 a.C.) y la terrible deportación de sus habitantes en masa. Ezequías (727-698) gobierna en el reino de Judá, prepara una insurrección contra Senaquerib, pero fracasa y debe pagarle tributo (año 701 a.C.; cfr.II Rey. 18, 13-16). Un inesperado acontecimiento en el ejército asirio supuso la gloriosa liberación de Judá.

-El libro, en su forma actual, es una colección de oráculos de amenaza y de promesa. Los desmanes cometidos por la opresión de los poderosos, rompiendo la unidad fraterna, hacen necesario el juicio y castigo divino (caps. 1-3), pero más allá del castigo purificador brilla la esperanza de las promesas (caps. 4-5).

Texto:- en el oráculo 4, 14-5,3 (según el texto hebreo=Vg. 5,1-4) se da una clara contraposición entre la situación actual ("ahora") y la futura ("pero tú"). -"Ahora se juntan en tropeles, nos ponen asedio..." (4,14): la amenaza de invasión asiria se cierne sobre Jerusalén. Fracasada la insurrección, Ezequías ha de pagar tributo. En el futuro, los israelitas vivirán en paz y tranquilidad.

-Ahora, Jerusalén confía en su poderío militar, y sufre el castigo (es entregada: v.2). "Frente al pueblo que sólo confía en el poder de las armas y en un viejo sentimiento nacionalista ("la paz vendrá así: si Asiria se atreve a invadir nuestro país... le enfrentaremos... siete pastores, ocho capitanes que pastorearán Asiria a espada..., con daga...": vs. 4-5 del texto hebreo=6-7 de la Vg., con diversa interpretación), Dios usa una estrategia totalmente diversa, jamás pensada por ser humano: la salvación no vendrá de la poderosa ciudad de Jerusalén, sino de aquella pequeña aldea sin importancia, llamada Belén (en el texto primitivo sólo se leía Efrata: nombre de clan: 1 Cron. 2, 19-24, que pasa a ser nombre de ciudad y se identifica, a veces, con Belén: Gn. 48, 7; Jos. 15, 59... La adición de Belén se explica por la clara alusión del texto a las promesas dinásticas de David, originario de Belén: 1 Sam., 17,12).

-Ahora "con el cetro golpean en la mejilla al Juez de Israel" (4,14), clara alusión a la humillación de Ezequías por Senaquerib; pero en el futuro el Señor (sujeto en la frase) sacará de Belén "el que ha de ser jefe de Israel" (5,1; la traducción de la Vg. que leemos en la misa es incorrecta). "Su origen es antiguo": pertenece a la familia de aquel humilde pastor de Efrata, David, que se convirtió en el ser más glorioso de Israel. Este nuevo David llevará a cabo todas las promesas hechas a su padre; pastoreará o regirá a su pueblo en paz, y con su nacimiento se inaugurará una nueva etapa.

Ninguna estrategia humana podrá cambiar la situación actual de opresión y sufrimiento descrito en el v. 2 (muchos autores lo consideran como glosa). Sólo Dios fija el tiempo y los medios: cuando la madre dé a luz (cfr. promesa de Enmanuel en Is. 7, 14). ¿A quién se refiere el profeta? Miqueas sólo sugiere, lo envuelve todo en un halo misterioso. Sería ridículo que nosotros quisiéramos precisar. Sólo nombra a la madre, no al padre. ¿Se trata de un nacimiento milagroso?.

Reflexiones: -El evangelio de Mateo (2,6) aplica este texto a Jesús de Nazaret, nuevo David. Con su nacimiento se realiza la gran renovación humana: reúne a los desterrados, es el auténtico pastor del pueblo, su dominio se extiende a todos los hombres, quienes, finalmente, pueden vivir en paz y sin sobresaltos.

-Y nosotros los cristianos, durante este Adviento, ¿en quién o en qué ponemos nuestra esperanza? ¿En El o en nuestra propia fuerza? Las nuevas "Jerusalén", imperialistas, confían en su poder militar aniquilando y pisoteando a los nuevos "Efrata" tercermundista. El desasosiego y la intranquilidad se apoderan de los seres humanos ante las nuevas revoluciones armamentísticas...

Más que cristianos, damos la impresión de viejos líderes fracasados. ¿Cuando llegarán los tiempos en los que "de las espadas forjarán arados; de las lanzas, podaderas"? En esa etapa "no alzará la espada pueblo contra pueblo..., se sentarán cada uno bajo su parra e higuera" (Miq. 4, 3-4). ¡Ven, Señor, no tardes!.

A. GIL MODREGO
DABAR 1988, 04


2.

El profeta Miqueas era de Judá y de profesión un campesino, lo mismo que Amós, con el que tiene grandes semejanzas. Vivió en tiempo de los profetas Oseas e Isaías y desarrolló su actividad antes y después de la toma de Samaria hacia el año 721. Fustigó a los ricos acaparadores, a los comerciantes fraudulentos, a los jueces venales, a los sacerdotes y profetas codiciosos..., y anunció un juicio de Dios contra su pueblo. Sin embargo, mantuvo la esperanza en la salvación de un "resto" y anunció el establecimiento de la dinastía de David.

EL "jefe de Israel" que ha de venir, el mesías, será como un David redivivo (cf. Am 9,11; Os 3, 5). Nacerá en Belén lo mismo que David (1 Sm 17, 12; 20, 6). Por esta razón, Miqueas parece dar el sentido etimológico de fecunda al nombre de Efrata que lleva la región de Belén. Yahvé, que se complace en hacer grandes cosas de lo pequeño y lo humilde, ha puesto sus ojos en Belén de Efrata. Mateo refiere este texto expresamente al nacimiento de Jesús en Belén (Mt 2,5s; cf. Jn 7,42).

Seguramente el profeta se refiere al origen de este "jefe de Israel" en un sentido mucho más profundo y lo sitúa al principio de todos los tiempos. Se insinúa la misma concepción del "hombre primordial" que aparece en el NT cuando se llama a Cristo el segundo "Adán" (Rom 5, 12s; 1 Cor 15, 22. 25s). Con lo cual se tiende un puente entre la economía de la creación y de la salvación: en el plan de Dios, ya desde el principio, se contaba con el adviento del mesías. Por tanto, el reino mesiánico no es simplemente continuación o restauración del reino de David, sino la revelación del misterio de Dios y del último sentido de toda la historia y aun de la creación.

Se habla aquí de la madre del mesías. Miqueas hace referencia al famoso oráculo de Isaías (7, 14), en el que se dice que el Emmanuel nacerá de una "virgen" (que es como traducen los Setenta el término hebreo "ahlma", que de suyo significa "recién casada"). El oráculo de Isaías fue pronunciado unos treinta años antes que éste de Miqueas. El establecimiento del reino mesiánico supondrá la reunión de todos los hijos de Israel y la extensión de la paz y la seguridad a todo el mundo (cf. 4, 4; Is 9,6; 11, 6-10).

EUCARISTÍA 1988, 60


3.

Nos hallamos en la segunda mitad del s. VII a.C. El profeta Miqueas, contemporáneo de Isaías, anuncia al Mesías que debe venir a salvar a su pueblo. Ambos profetas creen en la salvación que debe llegar a través del linaje de David, y ambos insisten en que la confianza en Yahvé, y no en su propia fuerza o en las alianzas humanas, es lo que salvará a Israel. Pero para Isaías, aristócrata jerosolimitano, la capital tiene una importancia que para Miqueas, hijo de campesinos, no tiene. El oráculo de la lectura de hoy hace probablemente alusión a la famosa profecía del Emmanuel (Is 7), pronunciada por Isaías unos treinta años antes, pero en lugar de hablar del David rey de Jerusalén habla del David pastor de Belén. Efrata era originariamente el nombre de un clan aliado del de Caleb, que se instaló en la región de Belén y acabó dando el nombre a esta ciudad: "Belén de Efrata".

Al morir Raquel, fue sepultada "en el camino de Efrata, o sea en Belén" (Gn 35,19; cf. 48.7). Al casarse los bisabuelos de David, Booz y Rut, la gente del pueblo grita: "Que seas poderoso en Efrata, y famoso en Belén" (Rt 4,11). Js 15,59 habla de "Efrata, que es Belén", al hacer la lista de las ciudades de Judá.

En un momento de peligro grave para Jerusalén -la guerra siro-efrainita- Isaías había anunciado al rey Acaz un signo de salvación desconcertante: el niño que una muchacha llevaba en su seno, y que sería prenda del "Dios-con-nosotros". ¿Existe algo más débil que un embrión aun no nacido? El hombre es muy poca cosa, y un niño aún es menos, pero el ser humano que todavía no ha visto la luz es exactamente lo contrario de la fortaleza. Y sin embargo, servirá para mostrar que la salvación que viene de Dios no se apoya en instrumentos humanos, ni los necesita, cuando Dios ha decidido salvar. El oráculo de Miqueas habla también de una madre que debe tener un hijo, y que este hijo debe salir de una de las más pequeñas familias de la tribu de Judá; sin embargo, actuará como jefe-pastor de Israel, no con su fuerza y majestad, sino con la fuerza del Señor y el nombre glorioso de Dios. En torno a él se reunirá el "resto" de Israel, tema característico de Miqueas. "Esta será nuestra paz" (v. 4): la salvación y restauración anunciada por Miqueas es modesta y pacífica, sin ambiciones de dominar a los pueblos vecinos, limitada a un "resto" que vive en paz en la tierra prometida por Dios a los patriarcas.

HILARI RAGUER
MISA DOMINICAL 1976, 23


4.

"Belén de Efrata... de ti saldrá el jefe de Israel": ¿De dónde vendrá la salvación? Las respuesta del profeta está clara: no vendrá de la ciudad de Jerusalén, sino de la pequeñez de la aldea de Belén. La dinastía de David debe reencontrar sus raíces humildes en el David de los primeros tiempos. En el fondo se trata de entender que la salvación irrumpe siempre siguiendo la desconcertante ley bíblica de la elección. Dios elige como instrumento para salvar a su pueblo a la persona más inesperada y descarta a aquel que humanamente parecía prometer.

JOAN NASPLEDA
MISA DOMINICAL 1988, 24


5.

EL libro del profeta Miqueas está estructurado según el más clásico estilo profético sobre el doble eje de castigo-promesa de salvación. Este profeta ha denunciado con acritud (ha pasado a la historia como un profeta de la desgracia, cf. Jer 26, 18) dos males que están llevando al pueblo de Dios a la ruina: los cultos paganos y las desigualdades sociales. El profeta se desata en denuestos contra todos: contra el pueblo porque va tras los ídolos; contra los poderosos de la sociedad porque no piensan más que en su propia ganancia y las desigualdades sociales son ya abismales. Por eso Israel tiene que ser deshecho, aniquilado. El profeta sacrifica su soledad ante todos en pro de la verdad de la fe. Pero también hay un aspecto positivo (es nuestro pasaje): el castigo se transforma en llamada a la conversión. Y Dios prepara una renovación profunda en el humilde clan de Efrata en el que se espera un rey mesiánico. Con la necesidad renacen las antiguas esperanzas.

La tradición judeocristiana ha visto constantemente en este oráculo una profecía mesiánica anunciando la venida de un personaje futuro encargado de gobernar a Israel. Sus orígenes son los de la familia real de Judá, ya que, nacido en Belén y pastor del rebaño mesiánico, él dibuja la figura del nuevo David (cf. 1 Sam 16; 2 Sam 5, 2; 7,8). El evangelio ha visto la realización de esta promesa en el nacimiento del mismo Jesús (cf. Mt 2, 6). Lugares comunes que quieren decir la esperanza siempre nueva de vernos más cerca del día futuro.

EUCARISTÍA 1991, 57


6. /Mi/04/14  /Mi/05/01-07

Este oráculo del profeta Miqueas sobre Belén de Efrata es muy conocido en la tradición cristiana por el uso que hacen de él Mateo (2,5-6) y Juan (7,42). Basándose en este oráculo, la tradición judía -consignada por ambos evangelistas- veía en la villa de Belén de Judá el lugar de nacimiento del Mesías esperado. Sin embargo, Jesús, cuando manda a sus oponentes judíos que escruten las Escrituras para ver qué dicen de él, nunca hace una referencia directa a este texto de Miqueas ni a su nacimiento en Belén. En cambio, acepta que lo consideren nacido en Nazaret (cf. Jn 1,45-46; 19,19).

Miqueas predice que de Belén de Efrata saldrá «el jefe de Israel» (5,1). Con él llegará a Israel la paz (v 4). Aunque no sea posible señalar el momento histórico en que se cumplen los tiempos mesiánicos del profeta, ni su posibilidad en el futuro el texto nos traslada a la visión de un mundo nuevo, diferente, en el que el Israel histórico se transforma en otro Israel, el de la esperanza. Las palabras de Miqueas rezuman la seguridad de la victoria que se conseguirá como obra de la potencia de Yahvé y de la majestad de su nombre (v 3).

Miqueas describe la misión universal de su pueblo, cuya grandeza no tiene más soporte que su Dios, no la esperanza en el hombre ni la confianza en los mortales (v 6). El anuncio de la victoria sobre la terrible Asiria no hace sino confirmar este convencimiento del profeta sobre la permanencia del «resto de Jacob» (6-7).

La historia y la grandeza del nuevo Israel, del resto de Jacob en medio de todos los pueblos, bajo la guía firme y salvadora del Mesías -que instaura la paz en todas partes- no se puede describir. No obstante, el profeta Miqueas «ve» que se «desarrollan» con todo esplendor en el «más allá» de lo que nosotros llamamos historia real.

M. GALLART
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 455 s.


7.

Miqueas es un campesino de Moreset, un pueblo situado a unos 35 km, al suroeste de Jerusalén, que vive y actúa entre los años 750 y 700 a.C., la misma época que Isaías. Ha tenido que huir de su pueblo a causa de la invasión asiria, y se ha refugiado en la capital. Y allí, escandalizado por la dramática situación de injusticia social y la proliferación de cultos paganos, lanza sus oráculos de destrucción mezclados con anuncios de una nueva situación en la que se cumplirán las promesas de Dios mediante una monarquía digna de sus orígenes davídicos. El oráculo que hoy leemos es la culminación de estos anuncios de futuro.

Del nuevo rey se destaca: 1) sus orígenes humildes, como humildes fueron los orígenes de David, significados en la aldea de Belén; 2) su continuidad con la dinastía davídica, que gobierna al pueblo "desde tiempo inmemorial"; 3) serán el final del tiempo actual de abandono y dispersión: el pueblo entero, incluso el Reino del Norte destruido, será nuevamente reunido; 4) en él se manifestará la obra de Dios, que a través de este rey velará por su pueblo; 5) el objetivo es que el pueblo pueda vivir en paz, liberado de las angustias que ahora sufre: por eso este rey tiene como nombre la misma paz.

Este rey que el profeta anuncia lo imagina para un tiempo muy cercano: los dos versículos que siguen al texto de hoy hablan de que este rey liberará al pueblo del asedio de los asirios.

Pero ciertamente que un anuncio como éste no se realiz6 plenamente bajo ningún rey; el Mesías que aquí se dibuja va mucho más allá de la institución monárquica israelita. El salmo (79) es probablemente una plegaria al retorno del exilio pidiendo la ayuda de Dios para la reconstrucción del pueblo. "El hombre que tú fortaleciste" podría referirse a alguno de los caudillos de la reconstrucción, Zorobabel o Esdras.

J. LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1994, 16