COMENTARIOS AL EVANGELIO
Jn 1, 6-8. 19-28

 

1. 

Está tomado del cuarto evangelio y habla sobre el mismo Juan Bta sobre el que hablaba Mc el domingo pasado. Desde su presente, el autor mira hacia atrás y reflexiona sobre Juan.

"Venía para una testificación, para testificar sobre la luz, para que por su mediación todos creyeran". La terminología es forense. El autor no presenta a Juan Bta como precursor, sino como testigo que depone en un juicio. Esta presentación no tiene nada que ver con la que hacía Mc el domingo pasado. "No era él la luz, sino que venía a testificar sobre la luz". El autor puntualiza, matiza el papel de Juan.

Dando un salto, el texto litúrgico continúa después: "Esta es la testificación de Juan cuando los judíos enviaron desde Jerusalén a sacerdotes y levitas a interrogar a Juan". La testificación no es el interrogatorio que sigue, sino lo que antecede y que ha quedado fuera de la selección litúrgica. La declaración del testigo la puedes leer en los vv. 15-18. Es esta declaración la que determina la intervención del ministerio fiscal. Este pasa a interrogar al testigo sobre su identidad (vv. 19-23) y sobre su actividad (vv. 25-27).

Comentario. El análisis del texto nos proporciona una visión de Juan Bta muy distinta a la del domingo pasado. Hemos de acostumbrarnos a ver estas diferencias y a transmitirlas si es que de verdad queremos dar vida al hecho cristiano. Cada evangelista tiene sus propios filtros y su peculiar modo de presentar los hechos. Este domingo no podemos hablar de Juan Bta como precursor en calidad de portador de la buena noticia de Jesús. Hay que hablar de él como testigo de descargo en favor de Jesús. Esto quiere decir que nos hallamos en un proceso judicial. Este es, en efecto, el marco en que se mueve el cuarto evangelio. A lo largo de él asistimos a una confrontación entre dos partes en litigio: luz-tinieblas, día-noche, videntes-invidentes, etc. El problema puede planteársenos a la hora de concretar y personalizar esas partes. El texto de hoy menciona a una de ellas: los judíos de Jerusalén. Y automáticamente apostillamos: ¡Qué malos eran los judíos de Jerusalén!

Pero pensemos un poco. ¿Qué hace cualquier colectivo organizado según derecho con las individualidades que dentro de él no parecen proceder según ese derecho? Los judíos de Jerusalén no hacen sino lo que hace cualquier autoridad, civil o religiosa, en cualquier parte del mundo: interrogar, indagar, investigar. Reconozcámoslo sin agresividad y con sinceridad: en nuestra Iglesia sucede hoy lo mismo que en el Israel teocrático del tiempo del Bta. ¿Tú quién eres? ¿Por qué haces tal cosas si no estás autorizado? A la vista de la continuidad y universalidad del procedimiento habrá que preguntarse si no se tratará de un procedimiento necesario e inevitable en todo colectivo que busque perpetuarse. Cualquiera que sea la respuesta que demos, lo que jamás podremos ya hacer es apostillar de mala a la autoridad religiosa judía por el procedimiento empleado con Juan Bta. Lo más que podremos decir es que se trata de un caso entre otros muchos. Cobra aquí pleno sentido la esperanza que el rabino Mordejai Waxman manifestó al Papa en su último viaje a Estados Unidos: "Esperamos que su dura condena del antisemitismo tenga continuidad en la actividad escolar, en las parroquias y se refleje en las actitudes y la conducta de los católicos en todo el mundo". 

ALBERTO BENITO
DABAR 1987/03


2. 

La selección litúrgica ha oscurecido por completo el montaje del texto hecho por el autor. La selección litúrgica supone que el testimonio de Juan lo constituyen las palabras de éste a la delegación enviada desde Jerusalén. Pues no. El testimonio de Juan lo constituyen los vv. 15-18. Los vv. 19-28 son la respuesta a la investigación abierta sobre Juan, debido precisamente el testimonio prestado en vv. 15-18; testimonio que, entre otras cosas, ha puesto en tela de juicio la figura de Moisés en favor de un nuevo personaje: Jesús.

Sentido del texto. El autor del evangelio ha creado un montaje de proceso judicial. En este proceso Juan va a desempeñar el papel de testigo de descargo en favor de Jesús. Los judíos de Jerusalén son el fiscal. Todo el lenguaje es un lenguaje técnico judicial: testigo, testimonio, confesión. En el cuarto evangelio Juan no es concebido como Bautista sino como testigo de descargo que depone en favor de Jesús, el cual es presentado como acusado.

Los judíos de Jerusalén son el ministerio fiscal. Es un fiscal religioso. Sus agentes son sacerdotes y levitas fariseos (a este propósito hay que hacer notar la inexactitud de la traducción del v. 24: "Entre los enviados había fariseos". El texto dice textualmente: "Los enviados eran fariseos"). La función del fiscal va a ser la de investigar la personalidad del testigo de descargo a la vista de sus graves afirmaciones en los vv. 15-18, Careo del fiscal con el testigo del acusado.

En este caso hay algo que a nosotros se nos puede escapar: la acción de desatar la sandalia de que se habla en el v. 27. La sandalia era en Israel una metáfora jurídica. Era símbolo del derecho que una persona tenía. Por ejemplo, en el campo matrimonial (ley del levirato, cf. /Dt/25/05-10), en los tratos (derecho a unos terrenos, cf /Rt/04/01-09). El incumplimiento de estos derechos se simbolizaba quitándole la sandalia al incumplidor. Cuando, pues, el testigo de descargo dice que él no es digno de desatar la sandalia de Jesús, está diciéndole al fiscal que el acusado en favor del cual él está deponiendo es quien tiene el derecho. Indirectamente está diciendo que se trata de una persona que no incumple el derecho que tiene. Y en la perspectiva global del cuarto evangelio, está diciendo que es esa persona quien tiene el derecho y no el fiscal que ahora le investiga a él como testigo. De esta manera, el investigado pasa a investigador-acusador del fiscal, a quien le echa en cara el no saber quién es Jesús. El autor del cuarto evangelio concibe pues, su obra, ya desde el comienzo, como un conflicto radical entre dos mundos religiosos: el central de Jerusalén con sus sacerdotes y el periférico de Juan y Jesús, a quienes el autor sitúa al otro lado del Jordán, ubicación indudablemente artificial, pero por ello mismo intencionada.

DABAR 1981/03


3. Ver Agustín 01 02

Para comprender mejor la misión de Juan Bta, pueden tenerse en cuenta estas frases de un sermon de S. Agustín, que se leen en el Oficio de Lectura del tercer domingo de Adviento:

"Juan era la voz, pero el Señor es la Palabra que en el principio ya existía. Juan era una voz provisional; Xto, desde el principio, es la Palabra eterna. Quita la palabra, ¿y qué es la voz? Si no hay concepto, no hay más que ruido vacío. La voz sin la palabra llega al oído, pero no edifica el corazón (...). Y precisamente porque resulta difícil distinguir la palabra de la voz, tomaron a Juan por el Mesías. La voz fue confundida con la palabra: pero la voz se reconoció a sí misma, para no ofender a la palabra. Dijo: No soy el Mesías, ni Elías, ni el Profeta. Y cuando le preguntaron: ¿Quién eres?, respondió: Yo soy la voz que grita en el desierto:`Allanad el camino del Señor'. La voz que grita en el desierto, la voz que rompe el silencio; pero ésta no se dignará venir a donde yo trato de introducirla, si no le allanáis el camino".


4. CR/GRITO-LUZ:

-Testigo de la luz.

No era la luz sino su testigo enamorado. ¿Puede haber vocación más bonita? Decir a las gentes que no siempre es de noche ni todo es tinieblas. Llevar un rayo de esperanza a los corazones entristecidos. Una sonrisa gratuita en una sociedad violenta.

Pronosticar que la verdad terminará imponiéndose. Descubrir valores ocultos y carismas no apreciados. Apreciar el lado bueno de las cosas y personas. Entender que no todo es relativo. Encontrar el sentido de la vida. Testigo de todas las luces. Testigo del que es todo luz.

-Yo soy la voz que grita.

¿Puede haber una vocaciòn más humilde y más grande? No es Mesías, ni profeta, ni quiere ser personaje. Es una voz, un mensaje, una llamada. Está hecho para gritar, para proclamar, para anunciar y para denunciar. Si deja de hablar, se muere.

Si deja de gritar, deja de ser. Si deja de anunciar su mensaje, se condena. Una voz, pero hija del viento, del Espíritu. Una voz solamente, pero que no se puede acallar, y que empezará a renovar el mundo. ¡Cuánto vale su palabra! Cuando falten estas voces, el mundo habrá perdido su conciencia.

-Tú, ¿quién eres? Una pregunta que todos tenemos que hacernos. ¿Cuál es nuestra verdadera vocación? No el montaje que nos hemos preparado, o la rutina a la que nos hemos acostumbrado, o la obligación a la que nos sentimos forzados. ¿Quién eres?, sin caretas ni tapujos. No lo que piensan, o dicen, o esperan de ti. Ni lo que tú mismo has llegado quizá a creerte. ¿Quién eres, de verdad? ¿Podrías adivinar el nombre escrito en la piedra blanca que al fin te darán? Ojalá puedan escribir también algo parecido a "testigo de la luz" y "voz que grita".

CARITAS/84-2.Pág. 46 s.


5. 

El texto es una mezcla de invitación y de advertencia. "Allanad el camino". Dejémonos de rodeos y de engaños. El grito de Juan sigue teniendo vigencia hoy dentro del Pueblo de Dios.

Somos y vivimos como todos: interesados, agobiados, angustiados, materializados. Jugamos a la loto, la bonoloto, el cupón, la lotería, y las quinielas, amén de otros inventos autonómicos.

Nos encantan los concursos y el enriquecimiento rápido. ¡Hacienda es voraz y nosotros somos los devorados! Aquí y así no hay camino para Jesús.

"En medio de vosotros hay uno que no conocéis". Esta advertencia constituye la característica sobresaliente del texto de hoy. El sentido de la advertencia es el siguiente: Jesús puede resultar un desconocido dentro de los círculos religiosos.

También esta advertencia sigue teniendo vigencia hoy dentro del Pueblo de Dios, porque también hoy puede que Jesús sea un desconocido dentro de los que nos profesamos religiosos.

A. BENITO
DABAR 1990/03


6. 

Impresiona la triple negación de Juan: no quiere atraer la atención sobre sí; es sólo "la voz que grita en el desierto".

Es clásico, a la par que sugerente, el comentario de San Agustín: "Juan es la voz, pero el Señor es la Palabra. Juan es una voz en el tiempo; Cristo es ya, en el principio, la Palabra eterna.

Si quitas la Palabra, ¿qué es la voz? Un sonido ininteligible, un ruido inútil. Una voz sin palabra percute el oído, pero no edifica el corazón". La voz es necesaria para comunicarnos: "Si pienso lo que tengo que decir, mi corazón ya tiene la palabra (la palabra interior). Y buscando cómo te llegará y cómo se establecerá mi palabra en tu corazón, tomo la voz y, con ella, te hablo: el sonido de la voz lleva hasta ti la inteligencia de la palabra. Retengamos la palabra, no la perdamos si es palabra concebida en el fondo del corazón".

Vivimos en una época de mucho griterío y muchos fuegos fatuos. Nos llegan cantidad de voces vacías de palabra. Distraen, y no establecen una comunicación a fondo entre nosotros ni nos ayudan a encontrarnos a nosotros mismos. Pero también es cierto que hay palabras vivas, aunque nos cuesta descubrirlas, distraídos como estamos.

Jesús es el Verbo, es decir, la Palabra por excelencia, aquella que ha sido concebida en el fondo del corazón (en el seno mismo de Dios). Retengámosla, esta palabra, no la perdamos. Y para ello hagamos caso de la recomendación de Juan: "Allanad el camino del Señor". San Agustín nos lo explica así: "Es como si dijera: Yo grito para introducirlo en vuestro corazón, pero el Señor no se dignará entrar si vosotros no le preparáis los caminos".

El Adviento es eso. ¿Y no podría ser una manera de prepararle el camino ponernos en sintonía con el Espíritu que reposa sobre Él y que le envía "a anunciar la salvación a los pobres, la liberación a los oprimidos y a los afligidos el consuelo?".

J. TOTOSAUS
MISA DOMINICAL 1990/23


7.

En el ciclo B, el evangelio de Marcos que leemos habitualmente es completado de vez en cuando con fragmentos del de Juan. Ambos evangelios coinciden en un punto clave: el interés muy centrado en la persona de Jesucristo y lo que significa, interés al cual los dos evangelios responden desde puntos de vista diferentes pero complementarios.

Hoy leemos la presentaci6n de Juan Bautista según el evangelio de Juan. El primer fragmento (vv. 6-8) forma parte del prólogo del evangelio: en el interior del himno que canta la Palabra hecha carne, está contenido el primer testimonio de esta Palabra. Después, en otros momentos, irán apareciendo más testimonios de Jesús. Pero aquí queda ya claro de entrada cuál es el objetivo del evangelio, el objetivo al cual han de servir estos testimonios: que "todos vinieran a la fe" en Jesús.

Después de este breve fragmento, la lectura nos presenta la primera escena en la que interviene Juan, una escena que presupone que el lector ya conoce lo que hacía el Bautista, puesto que ni siquiera se explica. Y el comienzo incita ya a la polémica. El bautismo de Juan, efectivamente, es una acción incontrolada, nueva: era normal bautizar a los prosélitos, era también un rito normal en la comunidad esenia, pero aquí Juan lo hace por su cuenta yriesgo, sin ningún tipo de vinculaci6n a ninguna estructura organizada y encima tiene mucho éxito.

Ante la embajada judía, Juan da "testimonio". El no es el Mesías, eso queda bien patente, pero tampoco quiere identificarse con Elías ni con el Profeta que según la tradición habían de preparar la venida mesiánica. Juan seguramente no tenía muy claro quién era aquel a quien él anunciaba. Lo único que tenía claro era el haberse sentido llamado por Dios a "allanar el camino del Señor" para que Dios pueda realizar su acción en el mundo. Cómo lo realizaría Dios, y cómo sería el que había de venir, Juan no pretendía saberlo. Pero su predicación vehemente se había ganado a muchos israelitas.

JOSEP LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1993/16


8. ACI DIGITAL 2003

6. Apareció un hombre: Juan Bautista. Véase v. 15 y 19 ss.

19. Sacerdotes y levitas. Confrontado en Lucas 10, 31 s.

20. Muchos identificaban a Juan con el Mesías o Cristo; por eso el fiel Precursor se anticipa a desvirtuar tal creencia. Observa S. Crisóstomo que la pregunta del v. 19 era capciosa y tenía por objeto inducir a Juan a declararse el Mesías, pues ya se proponían cerrarle el paso a Jesús.

21. El Profeta: Falsa interpretación judaica de Deut. 18, 15, pasaje que se refiere a Cristo. Cf. 6, 14 s.

26. Yo bautizo con agua: Juan es un profeta como los anteriores del Antiguo Testamento, pero su vaticinio no es remoto como el de aquellos, sino inmediato. Su bautizo era simplemente de contrición y humildad para Israel, a fin de que reconociese, bajo las apariencias humildes, al Mesías anunciado como Rey y Sacerdote, como no tardó en hacerlo Natanael. Pero para eso había que ser como éste "un israelita sin doblez". En cambio a los "mayordomos", que usufructuaban la religión, no les convenía que apareciese el verdadero Dueño, porque entonces ellos quedarían sin papel. De ahí su oposición apasionada contra Jesús y su odio contra los que creían en su venida.

Confrontado en San Juan 9, 22: "Los padres hablaron así, porque temían a los judíos. Pues éstos se habían ya concertado para que quienquiera lo reconociese como Cristo, fuese excluido de la Sinagoga".