Jaume Boada i Rafí O.P.

Ya no tengo "mi" corazón...

soy un latido contigo

"No entristezcáis al Espíritu Santo que os ha marcado a fuego con su sello" (Ef 4,30)

"Nosotros hemos de gloriarnos en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, en Él está la resurrección y la vida" (Gal 6,14)

Tu seguimiento radical de Cristo, desde el corazón de la vida, te ha convertido en "Nómada de Dios en el silencio". Esta realidad ha marcado tu corazón. Es un don inmenso de Dios. Es la gracia del Señor en la vida. Tu vida se ha de ver transformada en Él por el amor, gracias al don del Espíritu que te ha marcado a fuego con su sello: es el sello del Amor..

El amor de Cristo Jesús alienta tu deseo de entrega, cada vez que en unos días de oración y de silencio percibes que esta entrega va adquiriendo en ti unas dimensiones muy especiales. Si el amor de Cristo lo revives en tus tiempos de oración y de silencio y, de una manera especial, lo haces presente en tu vida, nacerá en ti un deseo de entrega total, como expresión de tu deseo de ser gozosamente fiel a la llamada de seguir a Jesús en el corazón de la Iglesia.

El amor de Cristo te urge. Es un auténtico "dardo de fuego" que te lleva a vivir tu donación con una intensidad que quizás nunca podías haber soñado. Sientes el "beso del que llama" al que has de responder con un amor sin fin. Es el fruto del amor del Espíritu en ti. Escucha sus palabras entrañables: Déjate llevar, déjate amar. Vivirás en una profunda convicción: tu amor a Él es tan grande que sólo deseas unirte a Él con un amor total y pleno, único y transformante. Es el amor de tu vida. Y es la vida de tu amor.

No pienses que la oración que sigue es sólo para seguidores de Jesús que ya están viviendo en una unión profunda con Dios. Es para ti. Sí, también es para ti. Todo nace en la realidad plena de saberte propiedad "del Señor y del Reino", en disponibilidad plena de servicio al anuncio del Evangelio del Señor Jesús Salvador, en el corazón de la Iglesia y en medio del mundo. Tu unión íntima con Cristo, la que experimentas en la oración y haces verdad en la vida, te llevará a poder decir:

¡Sólo puedo ofrecerte el gozo de pertenecerte!
¡Soy el ritmo de tu pulso!
¡Soy vida tuya, Señor!
¡Quiero ser siempre y sólo en ti: Jesús!

Por Él, sólo por Él te dedicas enteramente a la evangelización con el arrojo y la entrega propios de quien ha optado plena y claramente por una vida de entrega... Y quieres vivir en Él, y de Él..., y como Él quiere que vivas.

Hay una nueva realidad que te transforma completamente. Es el gozo de saber que eres morada de Dios, morada de la Trinidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu te habitan. Moran en ti..., tú te sabes morada de Dios. Y esta realidad te lleva a vivir en un planteamiento de vida en la que todo es nuevo, como también es nueva la profundidad de tu amor.

El ser morada de Dios te transforma en todo tu comportamiento espiritual, y da un aire nuevo a tu ser y a tu moverte en medio de las actividades de cada día, en el entorno en el que se desenvuelve habitualmente tu existencia. Todo se manifestará en la caridad y en la bondad, en la sencillez y en la transparencia, en la paciencia y en la dulzura, en la cordialidad y la entrega con la que vives tu trabajo de cada día y tu relación fraterna.

Y junto a esta realidad que da un sentido hermoso a toda tu vida está el hecho de que en los días oracionales revives el amor de Cristo que se entrega por ti. Es Él el amor de tu alma y de tu vida. Es Él el que da un sentido profundo a tu entrega. Sólo por Él, sólo por corresponder a su amor, valdría la pena que convirtieras toda tu vida en una respuesta de amor. Porque es el momento de decir y de saber cómo todo en tu vida ha de ser un camino de amor.

El "sí" definitivo a Cristo, en tu compromiso de seguimiento radical del Señor Jesús, has de darlo con plena conciencia del don que Él te pide y al que tú respondes con toda tu alma: ¡Soy vida tuya, Jesús!

Creo que el Año Santo es para todos una invitación sincera a la conversión en respuesta al deseo de la Iglesia y a la invitación del Papa Juan Pablo II que, en la debilidad de la enfermedad y de los años, da a todos un testimonio inigualable de fidelidad.

Te has de proponer reencontrar el fuego del Espíritu que ha dado origen a tu deseo de entrega en la opción de seguir radicalmente a Jesús. La conversión y la renovación en la decisión de seguir a Jesús no vendrán de fuera..., tendrán que encontrar su raíz en una conversión al Espíritu Santo, que nos ha marcado a fuego con su sello. Es una conversión radical que ha de manifestarse en una auténtica transformación de nuestra vida, en la verdad de la ofrenda de nosotros mismos en disponibilidad plena al Señor y a la Iglesia. Te sugiero estas propuestas oracionales, son como caminos de conversión interior en Él: