Jaume Boada i Rafí O.P.

La mirada interior iluminada por el Espíritu

"Calma, hermano: Todo tiene su tiempo"

Recuerdo una mañana en que yo había descubierto una crisálida en la corteza de un árbol, en el momento en el que la mariposa rompía la envoltura, y se preparaba a salir. Esperé un largo rato; pero tardaba demasiado, y yo tenía prisa.

Nervioso, me incliné y me puse a calentarla con mi aliento. Yo la calentaba impaciente, y el milagro empezó a realizarse ante mí, a un ritmo más rápido que el natural. La envoltura se abrió, la mariposa salió arrastrándose, y no olvidaré jamás el horror que experimenté entonces: sus alas no estaban todavía desplegadas y con su pequeño cuerpo tembloroso, se esforzaba en abrirlas.

Inclinado sobre ella, pretendía ayudarla con mi aliento. Todo era en vano. Era necesaria una paciente maduración y el despliegue de las alas debía realizarse lentamente al sol. Ahora todo ya era demasiado tarde; mi aliento había obligado a la mariposa a mostrarse completamente arrugada antes de hora. La vi agitarse desesperada, y algunos segundos más tarde, murió en la palma de mi mano.

Yo creo que esta pequeña e insignificante mariposa muerta a causa de mis prisas y que ahora reposaba inerte en mi mano lastimaba mi conciencia. Pero la mariposa dio su vida para que yo pudiera aprender una enseñanza esencial: no se deben forzar las cosas, y menos las del corazón..., precipitadamente.

No debes impacientarte. Cada cosa tiene su tiempo, y los caminos no se hacen de golpe, sino en el pequeño y paciente paso de cada instante al calor del sol del Espíritu.

Encuentra el ritmo de las cosas. Descubre "il tempo" de tu propio ritmo. Reconoce el ritmo del Espíritu de Dios en ti. Sigue con confianza el ritmo eterno de Dios... (Inspirado en un texto de Alexis Zorba)

 

Adentrarse en el interior de uno mismo

Te propones buscar el lugar del corazón. Es un objetivo tan hermoso como paciente. No puedes tener prisa, ni precipitarte. No puedes dejarte llevar ni por la impaciencia ni por la superficialidad. ¡No te precipites!

Lentamente, paso a paso, poco a poco, con la serenidad que te da el silencio y el entorno que acoge tu oración, vete experimentando que el Espíritu te concede el don de la iluminación interior que te permite mirarlo todo con ojos limpios y con atención esperanzada. ¡Has de encontrar el lugar del propio corazón!

Te has de reconocer con una sensibilidad y una manera de reaccionar muy tuya ante determinadas actitudes de los demás o ante los acontecimientos de la vida.

Mira simplemente si eres sensible, reconoce lo que te hace reír y lo que te hace llorar. Revisa si te dejas llevar fácilmente por la decepción o eres básicamente optimista.

Pregúntate si la presencia del Espíritu en ti es viva y eficaz. ¿Es una presencia fundante?... ¿Es una invitación a la plenitud en el seguimiento de Cristo?... ¿Es un don que transforma y enriquece tu sensibilidad y la capacidad de mirarlo todo con ojos de luz?...

Para vivir esta etapa del proceso espiritual, yo te invito a reflexionar unos días sobre tu vida, sumergiendo tu alma en la paz: ¡Abandónate en Él!.

Agradece la posibilidad y el privilegio de hacer esta ruta hacia el propio corazón. ¡Hay tanta gente que nunca llegó a sentir de verdad los latidos del propio corazón! Tú, serénate a la sombra de la mirada de amor del Señor.

Reconoce que todo crecimiento interior en tu vida supone asumir la paciencia del lento despertar..., sí, la paciente espera del despliegue pleno de las alas de la mariposa que está saliendo de la envoltura que la protegió mientras se gestaba su vida. No tengas ninguna prisa. No te precipites.

No es posible que te animes a entrar en un interior oscuro o ignorado sin un mínimo de luz. Cuenta con el Espíritu que iluminará tu mirada interior. Lava los ojos de tu alma con el colirio de la luz. ¿Cómo hacerlo?.

Vive en el silencio de fuera, mientras caminas hacia el silencio de tu alma. Busca el perdón y la reconciliación plenas.

Descalza los pies de tu alma y camina reconociendo que formas parte de un universo creado por Dios. Agradece el don de poder ser vida consciente en el conjunto de los seres de la creación. Revive tu comunión con la naturaleza. Contempla agradecido la obra de Dios. Alaba al Señor. Vive alegre y en paz como parte viva de una humanidad que busca y anhela, que añora y espera ámbitos de luz y de amor.

Siéntete parte viva del misterio de amor de Dios para tus hermanos los hombres y mujeres de tu tierra y de tu tiempo.

Reencuéntrate con la simplicidad transparente de los ojos ilusionados del niño, y con la confianza. con la que necesitas saberte acogido por unas entrañas de amor. Cree firmemente que es posible buscar el lugar del corazón para aprender a vivir desde dentro. Para ello:

• Vive en el perdón total.

• Reconcíliate con la vida y con tu vida.

• Concédete a ti mismo una nueva oportunidad para crecer.

• Revitaliza la autoestima.

• Reconoce el proyecto del amor de Dios para ti.

• Respeta el misterio que es tu vida en Dios.

• Acepta el tiempo que necesitas para crecer.

• Asume las pobrezas que hacen más lento tu crecimiento.

• Piensa en lo que te hace reír y en las causas de tus lágrimas.

• Pregúntate qué es lo que hace vibrar tu corazón. ¿Vibra siempre de verdad?...

• ¿Dejas que se desplieguen en ti las misteriosas alas del amor?...

• Respira lentamente... contempla las plantas que la naturaleza te ofrece.

• Aprende a escuchar la voz interior de tu corazón.

• Sé sensible al grito y a la voz de los hermanos que te reclaman.

• Intenta discernir la voz del Señor que te invita a entrar.

• Mastica interiormente la Palabra... ¿La sabes guardar en el corazón?...

• ¿Recuerdas que Dios te dio ojos para ver, oídos para escuchar y corazón para sentir?...

• María, en el Evangelio te enseña los pasos del proceso que has de seguir: mirar, observar, admirar, contemplar, adorar, guardar en el corazón, meditar... hasta llegar a vivir en la disponibilidad del "hágase en mi".

 

El lento desplegar de la obra del Espíritu

En realidad lo único que has de pretender es entrar en una dinámica espiritual de silencio y de respeto del camino que el Señor quiere que aceptes, sabiendo que Él te conducirá de la mano y con amor, para que puedas vivir en el don de encontrar el lugar del corazón. ¡Es el templo de tu alma! ¡Es el lugar donde nace todo en tu vida!

Has de encontrarlo con paz y te has de abrir al misterio sin pretender romper precipitadamente la envoltura que lo acoge.

Para ello: déjate llevar por la obra del Espíritu en ti. Haz el camino hacia ese "Emaús interior" de tu alma, reconociendo que Él te acompaña en el camino, mientras te explica la Palabra y te ayuda a interpretar los hechos de tu propia vida a la luz del misterio de su Amor.

Los pasos oracionales que te propongo seguir son los siguientes:

• Pregúntate a ti mismo qué es lo que ahora vives más intensamente.

• Vive largos espacios de silencio con el simple objetivo de estar en El, de estar contigo mismo y de vivir en comunión con los hermanos.

• Relee serenamente estas páginas que escribo para acompañarte.

• Toma el Libro de la Palabra y lee detenidamente el texto de la carta de Pablo a los Efesios en su capítulo 3, a la luz de todo lo que te digo.