Lago de Guadalupe, Estado de México, , 13 de noviembre de 2008
Mensaje de los Obispos de México al pueblo de Dios
“No te pido que los saques del mundo sino que los preserves del
Maligno ”
(Jn 17,15)
1. Los
obispos reunidos en la LXXXVI Asamblea Plenaria de la Conferencia del Episcopado
Mexicano, con gran alegría y esperanza, hemos dialogado y compartido
conocimientos y experiencias durante estos días con ciento dieciocho laicos,
varones y mujeres, procedentes de sesenta y siete diócesis y de algunos
organismos nacionales. Se trata de fieles laicos empeñados en la transformació
2. La presente Asamblea puede ser calificada como históricamente inédita por su
temática, por su metodología y por sus participantes. Juntos, obispos y laicos,
hemos logrado profundizar en la naturaleza y trascendencia de los desafíos más
relevantes que reclaman la atención de la conciencia cristiana en el ámbito de
la política, la economía, la cultura y los medios de comunicación, en esta
dramática hora de la vida nacional.
3. A la luz del Evangelio, de la Carta Pastoral del Episcopado Mexicano, “Del
encuentro con Jesucristo a la solidaridad con todos” y del Documento de
“Aparecida”, hemos reflexionado sobre nuestras responsabilidades y la necesidad
de impulsar un nuevo y valiente protagonismo laical.
4. Llenos
de esperanza por la certeza de la compañía que Cristo nos brinda y atentos a los
nuevos desafíos que nuestra Patria nos ofrece, los participantes en esta LXXXVI
Asamblea Plenaria constatamos que vivimos en un auténtico cambio de época que
comporta crisis profundas en diversas dimensiones de la vida personal y social,
y grandes oportunidades para construir el Reino de Dios. Asimismo, vemos un buen
número de laicos decididos a dar razón y testimonio público de su fe en los
diversos ambientes en que viven: matrimonio, familia, trabajo, política,
empresarios, cultura, medios de comunicación y defensa organizada de la vida
humana.
5. Aceptamos como una gracia, la sed de Dios de nuestro pueblo especialmente
entre los jóvenes e intelectuales que buscan la manera de establecer un diálogo
entre la fe y la razón. Esta realidad nos vuelve a convocar a remar mar adentro
con la nueva evangelizació
6. Agradecemos la presencia y participación del Sr. Presidente de la República,
Sr. Felipe Calderón Hinojosa, en nuestra Asamblea y reconocemos, en todo lo que
vale, el enorme esfuerzo del Gobierno Federal en la lucha contra el narcotráfico
y la delincuencia organizada en todos los niveles. Con la esperanza de que las
vidas cegadas en este combate florezcan en frutos de justicia y paz para la
nación, y que pronto se logre una mayor coordinación entre las instancias
responsables de perseguir el delito e impartir la justicia. ¡Cuánto sería
conveniente que el Gobierno Federal, los Gobiernos de los Estados y los Partidos
Políticos hicieran un pacto de unidad en la lucha contra la delincuencia
organizada, para erradicar la corrupción de las estructuras del Estado Mexicano,
en todos los niveles! Un acuerdo político es más necesario que nunca, ya que los
bienes que están en juego no admiten la falta de colaboración solidaria entre
todos.
7. Es encomiable el esfuerzo que están realizando las autoridades financieras
para afrontar la crisis económica mundial y procurar el menor daño a los
mexicanos. Una base que nos llena de esperanza es la alianza por la calidad de
la educación, respuesta a un clamor generalizado de padres de familia, de
maestros y de la sociedad en general que reconoce a la educación como un camino
para el desarrollo integral.
8. Nos duele en carne propia la situación de un México herido y desencantado por
los problemas de inseguridad, secuestros, sobrepoblació
9. Desde este punto de vista, la despenalizació
10. Las fallas profundas en el modelo educativo nacional han generado que
nuestros niños y jóvenes se encuentren expuestos a un proyecto cultural con
graves deformaciones éticas, antropológicas y cívicas.
11. Todos estos graves problemas se dan en el contexto de una crisis financiera
global que coloca a México en una difícil situación, ya que el poder
adquisitivo, la capacidad de ahorro y la posibilidad de emprender nuevas
experiencias de trabajo generadoras de riqueza justamente distribuida, se
dificultan enormemente para la mayor parte de la población. De hecho, México
sigue siendo un país altamente inequitativo en el que la riqueza se encuentra
concentrada en manos de muy pocos, mientras que más de la mitad de la población
continúa viviendo debajo de los mínimos requeridos para poder desarrollarse de
acuerdo a su dignidad.
12. La
común preocupación de obispos y laicos por la delicada situación que sufre
México nos urge a todos como Iglesia a una vivencia más decidida y coherente de
nuestra identidad cristiana. Los obispos, como Pastores de la Iglesia, sin
buscar el poder temporal, no podemos desentendernos de la realidad en la que
vive nuestro pueblo y en la que descubrimos verdaderos signos de los tiempos que
manifiestan un especial llamado de Dios. Asimismo, para los fieles laicos, este
escenario social adquiere una especial significación, ya que por propia
vocación, son quienes están llamados a transformar el mundo según Cristo.
13. Anunciar a Cristo al interior de los más diversos ambientes, estructuras e
instituciones no puede realizarse más que renovando la conciencia de que el
Evangelio es una buena nueva para toda persona y para toda la persona.
Evangelizar es hacernos prójimos y anunciar que Jesucristo ha asumido y redimido
la historia concreta de cada ser humano. De este modo, los cristianos al
preocuparnos por los diversos temas y problemas de nuestro mundo partimos del
hecho de que la fe en Jesucristo colabora de manera significativa a humanizar la
existencia de los hombres y las mujeres en su contexto real. Esto muestra que
evangelizar siempre es civilizar, es decir, promover el auténtico desarrollo
humano de las personas y de los pueblos.
14. Los obispos mexicanos reconocemos junto con todos los obispos de América
Latina y el Caribe que: “… a todos nos toca recomenzar desde Cristo,
reconociendo que ‘no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una
gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da
un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva’” (Aparecida
12).
15. Estamos convencidos de que los fieles laicos no sólo son miembros de la
Iglesia a título pleno, sino que constituyen una verdadera expresión sacramental
del servicio de la Iglesia al mundo. En ocasiones, el clericalismo se ha
extendido tanto en laicos como en clérigos, dificultando que la identidad laical
sea realmente reivindicada y proyectada en todos los ámbitos de la vida social.
Por esa razón dijimos en la Carta Pastoral “Del encuentro con Jesucristo a la
solidaridad con todos”: “Los fieles laicos cumplen su vocación cristiana
principalmente en las tareas seculares. Su colaboración en el ámbito
intraeclesial, si bien es relevante, no debe suprimir aquello que constituye su
misión propia y específica dentro de la sociedad y de la Iglesia… es moralmente
inaceptable que un laico traicione tácita o explícitamente los valores del
evangelio en la vida social, y más si posee una responsabilidad pública de
cualquier índole... Más aún, los fieles laicos han de ver en la participación
política un camino arduo pero privilegiado para su propia santificación. La
actividad política no es para los laicos el único modo de cumplir con su
vocación. Sin embargo, sí es parte constitutiva e irrenunciable de sus
responsabilidades ante Dios y ante la Nación” (270-273).
16. Del mismo modo, descubrimos con preocupación, que tanto fieles laicos como
sacerdotes, consagrados y consagradas requerimos de una formación más sólida que
permita vivir una fe madura y realmente capaz de ser criterio iluminador y
transformador de las realidades terrenas, de acuerdo con Cristo. A través de
esta formación será posible afirmar la verdad sobre el hombre revelada en
Cristo, no sólo en el orden teórico, sino fundamentalmente como principio
permanente, como criterio de juicio y como inspiración real para la acción de
los laicos. De este modo, será posible responder a los diversos desafíos
políticos, económicos, culturales y de los medios de comunicación que tenemos en
nuestro actual contexto, con un sentido de trascendencia y confianza en la
acción del Espíritu, superando la visión parcial que ofrece el mundo
globalizado.
17. Los
laicos con gran autonomía y libertad, movidos por la fe en Jesucristo que ha
querido quedarse en la historia a través de la Iglesia, deben desarrollar con
creatividad nuevos y más eficientes métodos y formas de presencia cristiana en
el mundo. Tenemos el ejemplo histórico de laicos como Anacleto González Flores y
compañeros mártires laicos, que fueron en momentos muy difíciles, testigos
insignes de la vida de fe llevada hasta sus últimas consecuencias. De igual
manera, se necesitan nuevas y más eficientes formas de acompañamiento
evangelizador de los laicos que transforman el mundo.
18. Dentro de la amplia gama de actividades y compromisos que los fieles laicos
pueden realizar con entera libertad, urge un renovado y valiente compromiso en
los siguientes ámbitos: - la promoción y defensa valiente y eficaz del
reconocimiento del derecho a la vida, desde la fecundación hasta la muerte
natural; - la promoción y defensa de la dignidad y vocación de la mujer en la
sociedad y en la Iglesia; - el fortalecimiento de la familia basada en el
matrimonio instituido por el Creador; – la promoción de un modelo educativo que
construya personalidades maduras tanto en el ámbito de la fe como en el campo
del desarrollo humano integral; - el compromiso solidario con todos, en
especial, con los más pobres y excluidos de nuestra sociedad; - la formación en
Doctrina Social de la Iglesia de los diversos agentes que participan en las
actividades productivas; – la reconstrucció
19. En orden a un renovado impulso misionero permanente y en consonancia con la
misión continental, que abarque tanto los alejados del influjo del Evangelio,
como a los que nunca han recibido la buena noticia, y sin olvidar a los que han
perdido el entusiasmo del principio, los obispos nos comprometemos a hacer todo
lo que esté de nuestra parte para reconocer y promover activamente un nuevo
protagonismo de los fieles laicos en la Iglesia y en la sociedad,
particularmente en lo que toca en la participación cívica y política. Ya que de
los fieles laicos depende, en buena medida, el que ante los desafíos culturales
del presente y del futuro, podamos ofrecer como Iglesia un aporte significativo
para la construcción de una sociedad con una orientación más humana y en el
fondo más cristiana.
20. “En el
mundo tendrán tribulaciones, pero ¡ánimo! Yo he vencido al mundo” (Jn 16,33).
Regresamos a nuestras comunidades reanimados, esperanzados y agradecidos con
Jesucristo, Señor de la Historia, que nos sigue enviando a proclamar la buena
notica del Reino. México nos necesita a todos y todos debemos responder con
magnanimidad y esperanza, a los retos que el presente nos ofrece. Por ello,
hemos de superar las diversas desconfianzas que algunas veces han marcado las
relaciones entre jerarquía y laicado, y, recomenzando desde Cristo, dar un paso
nuevo en el camino para la construcción de una sociedad más justa, solidaria y
reconciliada mediante la reconstrucció
Por los
Obispos de México
+ Carlos Aguiar Retes |
+ José Leopoldo González González |