LXXV
Asamblea del Episcopado Mexicano
Monterrey, N.L.
28 de abril - 2 de mayo 2003
Mensaje a las Familias Mexicanas
1. Los Obispos de México los saludamos con afecto y esperanza en
Jesús Resucitado.
2. El tema de nuestra Asamblea: "La familia, santuario de la vida, buena
nueva para el tercer milenio", nos ha servido para reflexionar, con corazón
y mente de pastores, sobre la realidad de la vida humana en la familia,
contemplando su misterio y sensibilizándonos acerca de los principales
problemas por los que está pasando en este inicio del milenio. Hemos retomado
la doctrina de la Iglesia sobre la familia para poner a Cristo en el centro de
su vida e iluminarla con su luz. Hemos orado juntos por todas las familias de México,
haciendo nuestras sus alegrías y esperanzas, así como sus dolores y
sufrimientos.
3. Dios es el Autor del matrimonio y la familia, los cuales constituyen uno de
los bienes más preciosos de la humanidad. La familia es un patrimonio humano.
Si llegáramos a perderla, nos privaríamos de la célula vital de la sociedad,
pues ella es formadora de las personas y comunidad fundamental sobre la que se
apoya el conjunto de las relaciones sociales.
4. Reconocemos el esfuerzo de tantas familias por conservar los principios y
valores de su identidad natural y cristiana; valoramos la lucha de muchos
esposos por vivir la fidelidad, la indisolubilidad y la santidad del matrimonio,
así como la generosidad de los padres por acoger, proteger y educar a sus
hijos.
5. Sin embargo, constatamos con dolor que muchas familias se van desintegrando.
Algunos ya no valoran el matrimonio como el camino para fundar una familia desde
la base del amor de alianza fiel e indisoluble entre un hombre y una mujer. Es
significativo en este sentido que hasta se llegue a querer "legitimar"
una parodia del matrimonio, como son las llamadas "sociedades de
convivencia".
6. Los adolescentes y los jóvenes viven etapas hermosas de la vida; son tiempos
de despertar a la libertad responsable, de ir madurando para el amor, para un
proyecto de vida en común. Pero cuando se cede a la tentación de las
relaciones prematrimoniales o se sufre la violencia injusta de la violación, se
da con mucha frecuencia el hecho de la maternidad adolescente que, a menudo,
termina en el aborto. Queremos ayudar a estas jóvenes madres solteras,
ofrecerles comprensión, solidaridad y apoyo para que encuentren una solución
humana y cristiana, ya sea aceptando generosamente conservar a su hijo o dándolo
en adopción. También nos comprometemos a colaborar en la educación para una
cultura del respeto mutuo y de la continencia hasta el matrimonio.
7. La sexualidad es un don de Dios, ordenado al amor y con una base biológica
natural: el ser humano es varón o mujer, con diferencias biológicas, genéticas,
psicológicas y espirituales que les complementan y enriquecen recíprocamente.
Con la sexualidad, los esposos entran en comunión y a través de ella se
convierten en padres, colaboradores de Dios para la transmisión de la vida. No
se puede banalizar la sexualidad reduciéndola sólo a un medio de placer que
instrumentaliza a las personas, como en el caso de la explotación de niños y
mujeres, además de propiciar la transmisión de graves enfermedades como el
sida y el papiloma humano.
8. En el sacramento del matrimonio, el amor de los esposos está llamado a ser
único, indisoluble y santo. Esta verdad contrasta con la creciente mentalidad
divorcista. Muchos consideran que el matrimonio es un arreglo privado que se
puede deshacer cuando quieran.
9. La celebración del sacramento del matrimonio debe ser digna y acercar a
todos los participantes al Señor Jesús, Esposo de la Iglesia. Nos preocupa que
muchas veces se reduzca sólo a un evento social, no respetando su dignidad,
principalmente en lo que se refiere al lugar, al ministro y demás
circunstancias canónicas y celebrativas de la liturgia.
10. Dios ha querido que la familia sea el santuario de la vida. A los esposos
toca la decisión del número y espaciamiento de sus hijos, de manera
responsable. Es grave que tantos esposos y quienes no lo son, recurran a medios
anticonceptivos, llegando incluso a esterilizarse para evitar el embarazo o, lo
que es peor, recurrir al aborto. No se puede ser católico y promover el
"derecho" al aborto. Exhortamos al conocimiento sin prejuicios de los
métodos naturales de regulación de la fecundidad y a la educación para
ejercer la paternidad responsable.
11. Los hijos, fruto y signo del amor de los esposos, son un don de Dios. No
pueden ser considerados como un "derecho" y recurrir a la procreación
asistida por medios inmorales como la "fecundación in vitro" (FIVET).
Por otro lado, nos parece injusto que tantos niños sean abandonados a causa del
divorcio y queden como huérfanos de padres vivos.
12. Dios ha dado al hombre la capacidad de transformar la naturaleza. Los
avances de la ciencia y la biotecnología, orientados éticamente, benefician a
la familia. Respetando el estatuto y la integridad del embrión humano y
rechazando la clonación humana, la ciencia se mantiene al servicio de la
dignidad del hombre y no se frena en su avance. Por eso, lamentamos la
existencia de embriones humanos congelados, como si fueran sólo
"cosas" a disposición de otros, siendo verdaderos seres humanos.
13. La paz en la familia es fuente de paz para la Nación y la humanidad. Por
eso, nos entristece la presencia frecuente de la violencia intrafamiliar. La
pobreza, la miseria y la falta de medios adecuados de salud son una violencia a
la que se ven sometidas nuestras familias, provocando el doloroso fenómeno de
la migración, que repercute directamente en la desintegración familiar.
Lamentamos el asesinato de tantas personas, como por ejemplo el de las mujeres
de Cd. Juárez, y que sea otra expresión de impunidad. Otra forma de violencia
es el aumento del narcotráfico y la drogadicción que destruye a los
adolescentes y jóvenes. En el panorama internacional, la violencia también ha
lastimado a tantas familias con la muerte, la separación y el dolor por las
guerras que siguen dándose, y la causa de la paz no ha encontrado suficiente
eco en los corazones.
14. Ante éstas y muchas otras situaciones que afectan a nuestras familias, los
Obispos de México nos sentimos impulsados por el Espíritu Santo a
manifestarles la compasión del buen samaritano (cfr. Lc 10, 30-37). No podemos
dejarlas a la orilla del camino, llenas de miedo y dolor, amenazadas por
ladrones que les quieren quitar la fe, la paz, la unidad y la fidelidad, la
alegría de los hijos, la serenidad del diálogo doméstico, la solidaridad con
la vecindad, la hospitalidad.
15. Como fruto de nuestra Asamblea y a una sola voz, los Obispos queremos decir:
¡Basta! a toda destrucción de nuestras familias. Nos comprometemos a atender
esmeradamente a la familia desde nuestro ministerio. Con toda la fuerza de la
Nueva Evangelización, llamamos hoy a nuestros sacerdotes, a los consagrados y a
los laicos a establecer un compromiso firme y audaz por anunciar, celebrar y
servir el Evangelio del matrimonio, de la familia y de la vida en un espíritu
de comunión. Es urgente que todos nos capacitemos.
Promoveremos la formación de los agentes necesarios para impulsar esta nueva
cultura; crearemos las estructuras indispensables y los proyectos adecuados para
que se respete y defienda la vida humana en todas sus fases y se proteja y
promueva una cultura ecológica, en la que se honre y ame la vida humana, pues
el hombre es el centro de la creación.
16. Reiteramos nuestra opción por la familia, como prioridad básica de nuestra
pastoral para que sea santuario de la vida, se promueva la paternidad y
maternidad responsables a la luz del Magisterio, se reactive en todas las
comunidades la catequesis familiar, se forme oportunamente a los jóvenes para
la vida matrimonial y familiar, se acompañe y ayude a los esposos a fortalecer
su relación matrimonial, se acoja con amor a las familias que atraviesan por
una situación difícil y se acompañe a las personas que se encuentran en
situación irregular a vivir un espíritu de conversión en un camino de paz con
Dios y con su Iglesia.
17. Llamamos a las universidades, escuelas y maestros católicos a cumplir con
su vocación de formar a sus alumnos en la recta conciencia moral sobre los
temas de la sexualidad, el matrimonio, la familia y la vida, en comunión y
fidelidad al Magisterio de la Iglesia. Asimismo, les pedimos que implementen una
investigación permanente sobre estos temas, por caminos éticos y respetuosos
de la dignidad de la persona, sin excluir la creación de facultades y consejos
de bioética de acuerdo a la doctrina de la Iglesia católica.
18. Nos dirigimos a los medios de comunicación masiva, teniendo en cuenta su
enorme influencia en la sociedad. Queremos trabajar con ustedes en un esfuerzo
conjunto para la elaboración de contenidos que respeten y promuevan el
matrimonio, la familia y la vida.
19. Invitamos a los empresarios a que tomen en cuenta el necesario apoyo a la
familia de sus trabajadores no sólo en el aspecto económico, sino también
educativo, moral y de sano esparcimiento. Una empresa que apoya a la familia se
fortalece y cumple con su compromiso social.
20. Exhortamos a los legisladores a impulsar la creación y aprobación de leyes
que promuevan y defiendan los derechos de la familia y la dignidad del ser
humano, desde la fecundación del óvulo hasta su muerte natural, como lo
establece la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos.
21. Invitamos a nuestras autoridades y a toda la sociedad a hacer de la familia
una causa común. Los llamamos a unirnos como una sola familia mexicana para
construir nuestra Nación a través de una cultura del amor, del matrimonio, de
la familia y de la vida.
22. Hacemos también un llamado a las familias a considerar que son fuente de
vocaciones a la vida sacerdotal, consagrada y laical. Les pedimos que oren por
las vocaciones y tengan un corazón dispuesto a responder a Dios que llama a
consagrarse a Él y a su Iglesia.
23. Familias: no tengan miedo, confíen en Jesucristo y en la intercesión de
nuestra Madre de Guadalupe y San José. Las exhortamos a que generosamente
respondan y se comprometan a vivir su identidad y misión a ejemplo de la
Sagrada Familia, alimentadas y fortalecidas por la Palabra de Vida y de los
sacramentos, especialmente el de la Eucaristía. Sus hermanos Obispos queremos
caminar con ustedes y, con corazón de pastores unidos al Buen Pastor, nos
comprometemos a trabajar para que tengan vida y la tengan en abundancia (cfr. Jn
10, 10) y sea cada familia un santuario de la vida y una buena nueva para el
tercer milenio.
¡Que Jesucristo Resucitado, vencedor de las ataduras del pecado y de la muerte,
sea nuestra fuerza para construir todos y juntos la nueva cultura de la vida!
México, D. F. a 2 de mayo del 2003
Por los Obispos de México
+ Luis Morales Reyes
Arzobispo de San Luis
Presidente de la CEM
+ Abelardo Alvarado A
Obispo Auxiliar de México
Secretario General de la CEM