YO CREO
Pequeño Catecismo Católico
Editorial Verbo Divino


4. Concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen


Creemos con fe y confesamos: Jesús de Nazaret es el Mesías, el Hijo de Dios, Él vive desde toda la eternidad en la gloria del Padre. Vino al mundo, se hizo semejante a nosotros: es la prueba encarnada -la prueba hecha hombre- del amor del Padre. De un amor que sobrepuja todo lo que los hombres pueden pensar y decir.

Los doctores de la Iglesia y los discípulos de Jesús hablan, cada uno con sus propias imágenes, acerca de la encarnación, acerca de que el Hijo de Dios se hizo hombre. El evangelista San Juan comienza su Evangelio con un himno a Cristo, en el cual se dice: "Él, la Palabra (= el Verbo), se hizo carne (es decir: 'hombre') y habitó entre nosotros; y hemos visto su gloria" (véase Jn 1,1-18).

En la Carta a los Filipenses, Pablo cita un pasaje de un himno bautismal. En él se describe como un camino la encarnación de Jesucristo, el Hijo de Dios: 'Él era igual a Dios... se hizo semejante a nosotros los hombres... Obediente hasta la muerte en la cruz... Por eso Dios lo exaltó hasta lo más alto..., para que los que están en los cielos, los que están en la tierra y los que están en las profundidades de la tierra confiesen: lJesucristo es el Señor!" (véase Fip 2,6-11).

En su Carta a los Gálatas, Pablo describe en una sola frase la "vida de Jesús": "Cuando llegó la plenitud de los tiempos, Dios envió a su propio Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo el dominio de la ley... para que nosotros llegáramos a ser hijos e hijas de Dios" (véase Gál 4,4-5).

Con mayor claridad aún escribe San Juan a su comunidad: 'Dios envió al mundo a su Hijo único, para que vivamos por él... Nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre ha enviado a su Hijo como el Salvador del mundo" (1 Jn 4,9.14).

Dos de los evangelistas, Mateo y Lucas, escogen para escribir sus respectivos Evangelios una forma que resulta familiar para las comunidades a las que ellos destinan sus escritos. Narran cómo Jesús vino al mundo, y lo que su venida significa para los hombres que, según la voluntad de Dios, desempeñan un papel en la historia de su Hijo. Comienzan sus respectivos libros con el "evangelio de la infancia" (Mt 1-2; Lc 1-2).

4.1 El Hijo de Dios viene al mundo

Con el nacimiento de Jesús comienza un período totalmente nuevo en la historia de Dios con nosotros los hombres. Por eso, desde entonces, el cómputo de los años lo hacemos a partir de ese acontecimiento: "después del nacimiento de Cristo". En el hombre Jesús de Nazaret, Dios mismo -como hermano nuestro- vino al mundo. Por eso, no podemos hablar del nacimiento de Jesús sin hablar de Dios. Tampoco Mateo y Lucas pueden hablar del nacimiento de Jesús como quien habla del nacimiento de una persona cualquiera. En sus respectivos Evangelios no sólo atestiguan lo que sucedió, sino también -para expresar plenamente la verdad- lo que ese acontecimiento significa en el plan de Dios.

· Lucas refiere cómo el ángel Gabriel, enviado por Dios, visita a la Virgen María en Nazaret. Le saluda: "Tú estás llena de gracia", y le dice que ella -por obra del Espíritu de Dios- va a ser madre: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra" (Lc 1,35).

Lucas testifica que María dice su "sí" de aceptación al plan de Dios y tiene confianza en que para Dios no hay nada imposible. Narra cómo María y José se dirigen a Belén, y cómo la ciudad de donde era oriundo el rey David se convierte en el lugar del nacimiento de Jesús; habla de pastores sobre los cuales, en la noche del cumplimiento, se abren los cielos; habla del cántico de alabanza de los ángeles, que resuena en la tierra, y habla también de pastores del pueblo judío que encuentran a María, a José y al Niño (Lc 2,1-20).

· Mateo narra cómo José -el carpintero a quien María está prometida en Matrimonio- se entera en sueños de lo que Dios espera de él: José, que es descendiente del gran rey David, ha de dar el nombre al Hijo de Dios, ha de hacerle miembro de la familia de David, y con sus cuidados y atenciones debe hacer el oficio de padre (Mt 1,18-24). Mateo ha experimentado que la mayoría del pueblo no había creído en Jesús. Pero experimenta también que en todos los pueblos de la tierra hay personas que se ponen en camino para buscar y encontrar a Jesús. Y no sólo después de su muerte y de su resurrección! Por eso habla de la estrella, que conduce a los estudiosos del mundo estelar desde lejanas tierras hasta Belén para que presenten sus dones a Jesús, el Rey de los judíos. Mateo refiere también que Herodes, que como rey tiene su sede en Jerusalén, quiere matar al niño. Por eso, María y José con el Niño huyen a Egipto (Mt, cap. 2).

Mensaje de los ángeles en la noche santa:
Les ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es el Mesías, el Señor.
LUCAs 2,11


Gracia: Dios es santo, es eterno, es perfecto en sí mismo. El hombre es perecedero, es pecador, imperfecto, pero está abierto a Dios. Sin embargo, no habría historia de Dios con el hombre si el Dios eterno y santo no saliera al encuentro del hombre y en el encuentro se diera a sí mismo. A este don gratuito de Dios nos referimos cuando hablamos de la "gracia'. Ninguna persona puede merecer la 'gracia"; es un don gratuito e inmerecido de Dios, que es libre. El hombre puede cerrarse a ese don. Por medio de la gracia de Dios nos hacemos semejantes a Él, como coherederos de Jesús llegamos a ser hijos e hijas de Dios, llamados a la vida eterna, a ver a Dios cara a cara. "Por la gracia de Dios soy lo que soy' (1 Cor 15,10), y: Ningún ojo humano ha visto lo que llegaremos a ser. Hay personas a quienes Dios con un encargo especial les concede una gracia especial.

 

4.2 María, Madre de Jesús

La madre desempeña un papel decisivo en la vida de cada persona. ¿Iba a ser diferente en el caso de Jesús? Es verdad que Jesús habla con más frecuencia del Padre que está en los cielos. E incluso en los escritos del Nuevo Testamento raras veces se menciona expresamente a María. Sin embargo, podemos y debemos preguntarnos: ¿Quién fue aquella mujer que dio a Jesús la vida y le acompañó?

· Una muchacha de Nazaret, prometida en matrimonio a José el carpintero. Según las costumbres de aquel tiempo, la muchacha no debía tener más de 14 años al ser prometida en matrimonio. Una muchacha que se estremece cuando recibe la visita del ángel de Dios y oye las palabras que él le dice. Escucha el saludo, las palabras que expresan su elección. No da a ciegas su "sí" de aceptación. Pone sus objeciones: "¿Cómo será esto ... ?" Pero luego acepta la vocación divina, porque "para Dios no hay nada imposible". Por eso dice: "Que me suceda como tú dices!" (Lc 1,34.37-38).

· La Virgen María, que espera un hijo, se halla de camino con su esposo. Su hijo llega al mundo "en tierra extraña" en circunstancias pobrísimas, en lo oculto. Cuando acuden los pastores -también ellos son gente pobre y confiesan con alabanzas lo que Dios ha hecho por su pueblo, María escucha. Ella conserva y medita las palabras (Lc 2,15-19).

· Cuarenta días más tarde, María y José llevan a su hijo a Jerusalén para presentarlo en el templo y consagrarlo a Dios, según estaba prescrito. En el templo, Simeón y Ana le reconocen. Son dos personas que aguardan intensamente la llegada del Mesías. Simeón alaba a Dios, porque le ha permitido ver con sus propios ojos "la salvación". Dice a María palabras proféticas: " ... este niño será signo de contradicción", y 'a ti misma una espada te atravesará el corazón" (Lc 2,22-39).

· Teniendo Jesús doce años de edad, María y José acuden a Jerusalén para celebrar la fiesta de la Pascua. En el camino de regreso se dan cuenta de que Jesús no viene con ellos. Le buscan durante tres días, como buscan los padres al hijo que se ha perdido. Le encuentran en el templo y escuchan lo que él dice acerca de "la casa de su Padre'. Y de nuevo: "Su madre conservaba cuidadosamente todos estos recuerdos en su corazón" (Lc 2,51).

· Jesús tiene treinta años. Va con sus discípulos de un lugar a otro. En Caná de Galilea es invitado a una boda. También María está entre los invitados. Ella se da cuenta de que a los novios se les ha acabado el vino y suplica indirectamente a Jesús: "No les queda vino" (Jn 2,3). María confía en la ayuda de Jesús, aunque él la descarta: 'Mi hora aún no ha llegado". María no espera en vano: Había allí seis cántaros de piedra, de los que se usan para el agua; cada uno tenía una capacidad de cien litros. Jesús dice a los sirvientes: Llenen de agua los cántaros vacíos. Hacen lo que él les dice. Cuando el encargado de la fiesta prueba el líquido, se da cuenta de que el agua se ha convertido en vino. El evangelista San Juan señala: Éste fue el primer "signo" realizado por Jesús. Los discípulos comprenden quién es Jesús. Creen en Él (Jn 2,1-11).

· Jesús deja la casa paterna en Nazaret. Funda su propia "familia". Una vez, cuando la gente se apiña a su alrededor para oírle, una persona le dice: "Oye! Ahí afuera están tu madre y tus hermanos que quieren hablar contigo". Entonces Jesús extiende su mano hacia la gente y dice: "Éstos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre" (Mt 12,46-50).

· Para el evangelista San Juan, todo lo que Jesús dice y hace tiene un sentido oculto. Así sucede también cuando el evangelista narra que María y el discípulo a quien Jesús amaba se hallan al pie de la cruz. Jesús dice a su madre: "Mira, ése es tu hijo", y al discípulo le dice: 'Mira, ésa es tu madre" (Jn 19,26.27). El discípulo se encarga desde aquel momento de cuidar de María. Y ella, como madre de Jesús, se convierte en la madre de todos los cristianos.

o Por última vez se habla de María en la fiesta de Pentecostés. Los discípulos están reunidos en Jerusalén. Oran y esperan que el Espíritu Santo los envíe en misión. María, Madre de Jesús, está con ellos, cuando nace la Iglesia de su Hijo (Hch 1,12-14).

María confiesa:

Mi alma glorifica al Señor
y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador,
porque ha mirado la humildad de su sierva.
Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones,
porque ha hecho en mí grandes cosas el Poderoso.
Su nombre es santo, y su misericordia es eterna con aquellos que le honran.
Actuó con la fuerza de su brazo y dispersó a los de corazón soberbio.
Derribó de sus tronos a los poderosos y engrandeció a los humildes.
Colmó de bienes a los hambrientos y a los ricos despidió sin nada.
Tomó de la mano a Israel su siervo, acordándose de su misericordia,
como lo había prometido a nuestros antepasados,
en favor de Abrahán y de sus descendientes para siempre.
LUCAS 1,46-55

 

4.3 María, Madre de la Iglesia

Los cristianos honran a María, la Madre de su Señor: en cada iglesia hay una imagen de María. Muchas mujeres llevan su nombre. Recordamos a María y
la celebramos principalmente en cuatro grandes solemnidades:

1 de enero: En el primer día del año celebramos la 'Solemnidad de Santa María, Madre de Dios". Festejamos a la "Madre santa, Virgen Madre del Rey que gobierna cielo y tierra por los siglos de los siglos" (antífona de entrada) y a la "Madre de la Iglesia" (oración final).

25 de marzo: En la solemnidad de la "Anunciación de nuestro Señor" (nueve meses antes de Navidad), la Iglesia celebra al mismo tiempo a su Señor y a la Madre de su Señor: a aquella que, a la hora de su vocación, dice: "Aquí está la esclava del Señor, que me suceda como tú dices!" (Lc 1,38).

15 de agosto: La Asunción de María, el día en que ella fue llevada al cielo. Celebramos este día, aunque no sabemos cuándo y en qué circunstancias murió María. Pero sabemos que ella, "después de finalizada su vida terrena, fue elevada en cuerpo y alma a los cielos". María se encuentra allá donde nosotros nos encontraremos algún día. Ella tiene la vida que a nosotros nos aguarda.

8 de diciembre: El día en que celebramos la "Solemnidad de la Inmaculada Concepción de Santa María Virgen". Estas palabras parecen complicadas y, sin embargo, son sencillas de entender: Dios ha escogido a María. Le concede el don del Espíritu Santo. El "poder del Altísimo" la cubre con su sombra. Son palabras e imágenes que expresan el misterio de una elección, la cual, como confesamos con fe, preservó a María de la culpa universal con la que todos nacemos.

Los cristianos honran a María de muchas maneras. Cantan sus alabanzas y piden su intercesión, porque ella es la Madre de Jesús. En todo el mundo donde hay cristianos que oran, se cantan las alabanzas de María y se la saluda con las palabras del ángel.


Dios te salve, María, llena eres de gracia; el Señor es contigo;
bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.