PRÓLOGO

 

En todos los esfuerzos de renovación litúrgica estuvo ostensiblemente presente, desde un principio, el Misterio de la Iglesia. El benedictino belga O. Rousseau, en su Histoire du mouvement liturgique (1945), ha llamado la atención sobre la importancia decisiva que tuvo ya "le sens de l'Eglise, culte de la Tradition, amour des Peres" en aquellas corrientes del siglo XIX que cabe considerar como la cuna de un primer movimiento litúrgico, es decir, en los círculos que se movían, en Tubinga, en torno a Móhler, en las nuevas fundaciones de D'om Gue'ranger en Solesmes y del abad Maurus Wolter en Beuron 1 Acerca del ambiente espiritual de Beuron observa con razón : "Le sentire cum Ecclesia est comme la loi fondamentale de cette spiritualite' et dans ce sentire il n'y a pas de plus grande joie que de se savoir dans la continuité de l'Eglise traditionnelle, de se rattacher, á travers toutes les générations chrétiennes, l'apostolicité de l'Eglise" 2. Es cierto que en esa época, para el gran público, el concepto de "Iglesia" llevaba en gran parte la marca de algo. romántico- político-institucional. El paso a una concepción más profunda y realista del Misterio de la Iglesia en círculos más vastos coincidió, por una especie de influencias recíprocas, con el comienzo del movimiento litúrgico del siglo XX. En su artículo Die geistesgeschichtliche Situation der Liturgischen Erneuerung in der Gegenwart 3, A. L. Mayer ha descrito con acierto estas relaciones

1. Loc. cit., p. 85.
2. Ibidem,
pp. 105 s.
3. "Archiv für Liturgiewissenschaft" 4/1 (1955), 1-51; véanse también los otros estudios del mismo autor, que allí se citan (pp. 40 s.) sobre la evolución de la imagen de la Iglesia.

cuando dice con frase que había publicado anteriormente: "El movimiento litúrgico empezó condicionado por factores históricos, cuando los católicos, en especial los católicos seglares, empezaron a someter a prueba los lazos que les unen, en el tiempo y en el espacio, a la Iglesia y a la Jerarquía, y en este examen empezaron a conocer y a distinguir, por una parte, las exigencias del concepto de Iglesia que son religiosas, esenciales, absolutas, y que obligan de un modo absoluto, y, por otra, las manifestaciones culturales del pasado, que están condicionadas por el tiempo y son relativas: empezó cuando el Catolicismo, los católicos del siglo XIX, pudieron abandonar la defensa a ultranza de sus posiciones jurídicas y de organización dentro del mundo moderno y adquirieron de nuevo conciencia de su organismo interior específicamente propio" 4. Precisamente en esta situación, francamente de creación, el Movimiento Litúrgico ha mostrado a los hombres "no ya un semblante nuevo de la Iglesia, pero sí una faz que hacía largo tiempo estaba en la sombra", trató de ponerlos, de la forma más inmediata posible, en contacto con la esencia más íntima de la Iglesia, con su carácter sacramental y sus funciones de santificación; les enseñó a ver en la Iglesia el Corpus Christi mysticum, el Misterio de Cristo que se prolonga..." 5. Así es que, el año 1922, R. Guardini pudo escribir aquella conocida frase: "Un fenómeno religioso de inmensa envergadura ha - tenido lugar: la Iglesia despierta en las almas" 6. Ya el año 1918, el abad Ildefonso Herwegen, en la Introducción a la colección que lleva el significativo título de Ecclesia Orans, describió esta situación con estas palabras que son todo un programa : "La

 

4. Loc. cit., p. 45; lo había escrito anteriormente el mismo autor en su artículo Liturgie und Laientum (Wiederbegegnung von Kirche und Kaltur in Deutschland. "Festschrift für K. Müth" [1927], p. 225).
5. Loc. cit., p. 46.
6.
"Hochland" 19/2 (1922), p. 257 o bien
Vom Sinn der Kirche `1955, p. 19.

participación en el amor de adoración de la Iglesia, Esposa de Cristo, hace a uno puro y fuerte... El individuo ha agotado sus fuerzas... nene ansias de comunidad... pero, francamente, no de la del socialismo, que no conoce más comunidad que la que consta de la agregación de átomos, de individuos... Nuestros anhelos tienden hacia lo orgánico, hacia la comunidad viva. Una comunidad orgánica de este tipo, en su sentido más elevado, la constituye la Iglesia. Une a los hombres más estrechamente que ninguna otra comunidad; les comunica un mismo espíritu; más aún, les da en cierto modo un mismo cuerpo —Corpus Christi mysticum. En este cuerpo todo está ligado, de un modo íntimo y vivificante, con la Cabeza y los miembros entre sí. La Iglesia es la "Comunión de los Santos", de los miembros de Cristo que aspiran a llegar a Dios a través de combates y peligros, y de aquellos otros, ya santificados, que triunfan en la gloria en unión con su gloriosa Cabeza" 7. En los responsables del Movimiento Litúrgico se ha mantenido siempre alerta la conciencia de las estrechas relaciones que guardan entre sí la Liturgia y la Iglesia 8.

La Teología de los años subsiguientes, inducida en no pequeña parte por esta misma conciencia, se esforzó con éxito, entre las dos Guerras Mundiales, en profundizar más y más en la realidad de la Iglesia. En esto era tributaria, y no poco, de los trabajos sobre el Cuerpo de Cristo de los investigadores protestantes y de la nueva orientación del concepto de Iglesia que se desprendía de aquellas investigaciones 9. Bástenos señalar, como ejemplo de estas corrientes dentro del campo católico, los estudios de E. Mersch,

7. En el primer volumen de la colección, R. Guardini, Vom Geist der Liturgie, Friburgo de Brisgovia, 1918, p. IX.
8. Remitimos, por ejemplo, a los dos cuadernos de la colección "Liturgie und Miinchtum", cuaderno
8, Maria und die Kirche (1951); cuaderno 17, Die Kirche und der heutige Mensch (1955): traducción castellana: La Iglesia y el Hombre de hoy, Ed. Guadarrama, 1963.
9. Véase el excelente resumen de F. M. Braun,
Aspects nouveaux du probléme de l'Eglíse
(1942); traducción alemana ampliada: Neues Licht auf die Kirche. Die protestantische Kirchendogmatik in ihrer neuesten Entfaltung (1946).

S J.10 y A. Wikenhauser 11. Tenemos que mencionar la encíclica Mystici Corporis de 1943, como una aprobación y primer balance de los trabajos de este período; en ella el papa Pío X11 volvía a poner con énfasis en el primer plano aquella concepción de la Iglesia, profunda, verdaderamente bíblica, cara a los Santos Padres y a los grandes Teólogos de la Edad Media, de una Iglesia que es Cuerpo de Cristo y Esposa unida a Cristo Señor eln una unidad suprema 12. Estos impulsos han actuado de muchas maneras; han sido el punto de partida de una visión de conjunto más rica de la realidad redentora de Cristo, tal como se nos presenta en la Iglesia. Lo demuestran, por ejemplo, trabajos como la Dogmática Católica de M. Schmaus 13, las investigaciones de H. Schlier y V. Warnach, OSB, sobre la Iglesia en la Epístola a los Efesios 14 tan valiosa desde el punto de vista de la teología de controversia y los diversos ensayos de los jesuitas teólogos O. Semmelroth 15 y K. Rahner 16 sobre la idea de la Iglesia como Sacra-mento primordial, es decir, como la realidad donde se nos da "la única presencia de la obra redentora escatológica de Cristo, estruc-

10. Le corps mystique du Christ (1933).
11
Die Kirche als der mystische Leib Christi nach dem Apostel Paulus, Friburgo, 1937.
12
"Acta Apostolicae Sedis", 35 (1943), pp. 193-248: entre otras cosas, el Papa dice expresamente: perantiqua perpetuoque a Patribus tradita documenta doceant, divinum Redemptorem cum suo sociali corpore unam dumtaxat constituere mysticam personara (226). Es evidente que, al recalcar de este modo la unidad, no quiere disminuir en manera alguna la independencia personal de la Iglesia, que se sitúa ante el Se-ñor como esposa amante.
13 Vol. 3/1,
Die Lehre van der Kirche, Munich 1958, edición totalmente refundida de la primera edición de 1940.
14 "Beihefte zur Catholica", n. 1 (1949). Rica bibliografía sobre el tema de la Iglesia. Véase también V. Warnach, art. "Kirche", en : J. B. Bauer, Bibeltheologisches Wdrterbuch, Graz, 1959.
15 Die Kirche als Ursakrament, Francfort, 21956; Vom Sinn der Sakramente, Francfort, 1960.
16.
Kirche und Sakramente ("Quaestiones disputatae", n. 10), Friburgo, 1961.

turada de un modo permanente, sacramental y encarnado" 17. El anuncio y la preparación del Concilio Vaticano 11 han renovado estas cuestiones de una eclesiología viva y han centrado decididamente sobre ellas el foco de interés. Sobre este particular dice así el arzobispo de Paderborn, especialmente cualificado como di-rector católico de los diálogos entre teólogos católicos y protestantes: "Se puede presumir con cierta probabilidad que el futuro Concilio volverá a poner sobre el tapete y completará la doctrina de la Iglesia, que el Concilio Vaticano 1 dejó incompleta. Desde hace algunos decenios se viene diciendo con razón que este siglo XX será llamado "el siglo de la Iglesia". Efectivamente, no es sólo que la Iglesia se haya convertido en centro del interés general de la opinión pública en una medida desconocida hasta ahora; los trabajos teológicos se ocupan también de este tema con una intensidad creciente. Las investigaciones bíblico-teológicas, los estudios patrísticos, las investigaciones histórico-teológicas han arrojado nueva luz sobre la Iglesia, sobre su esencia y estructura. En la teología de controversia se ha visto con claridad hasta qué punto se encuentra la doctrina acerca de la Iglesia en el centro mismo de lo que separa entre sí las distintas confesiones cristianas. Esta constatación ha movido a buscar caminos que ayuden a superar las separaciones y divisiones de la cristiandad... El papa Juan XXIII mencionó estos esfuerzos serios en favor de la unidad en su primera encíclica Ad Petri Cathedram y más tarde ha ido desarrollando la doctrina de la unidad de la Iglesia a base de la Sagrada Escritura y de la Tradición, tal como la deseaba Jesucristo. Ya el papa Pío XII señaló la importancia capital de la doctrina de la Iglesia en la situación teológica actual y dirigió al mundo su encíclica sobre el Cuerpo Místico de Cristo, que bien podría servir de base a una eclesiología amplia... En ella se pueden aprovechar las investigaciones exegéticas y patrísticas acerca de la doctrina de la Iglesia en el Nuevo Testamento y en la época patrística: de una eclesiología entendida así cabe espe-

17. K. Rahner, loc. cit., pp. 21 s.

rar que brote mucha luz sobre la posición del seglar en la Iglesia y sobre su responsabilidad respecto del Reino de Dios..." 18.

Es dentro de este contexto donde tenemos que situar con énfasis el presente trabajo, en que se ha recogido material abundante sobre la Iglesia tomándolo del legado de Odo Casel. Odo Casel, cuya importancia teológica ya es reconocida aun por sus mismos críticos, ha influido en gran escala en la teología de nuestros días, actuando de estimulante. Se ha dicho acertada-mente que, además, el valor más decisivo de su obra consiste en que "ha presentado, con admirable tesón, toda la realidad cristiana en una visión unitaria de conjunto, en una perspectiva que hace destacar lo esencial sin descuidar ningún detalle" 19. En esta visión de conjunto, al lado de Cristo, está desde un principio la Iglesia, como la Esposa del Señor, subordinada, y, sin embargo, estrechísimamente unida a El. "La esencia del Misterio de Cristo es... la Persona del Dios Hombre y su obra redentora para salvación de la Iglesia, que se encuentra de este modo vinculada al Misterio" 20. El Sacrificio del Hombre Dios y el Sacrificio que la Iglesia ofrece en su seguimiento, "ambos Sacrificios se confunden y en el fondo son un mismo Sacrificio, ya que la Iglesia actúa y se ofrece en virtud de su Esposa como la Mujer del nuevo Paraíso, como la Esposa de Cristo..." 21. Si bien la Iglesia permaneció siempre dentro del campo visual de quien quería revalorizar el Misterio de Cristo en su realización y actualización para salvación de los que celebran el Sacrificio del Señor, sin embargo, muchas veces se convirtió además, por exigencias internas, en tema explícito de magistrales investigaciones de Casel; sobre todo, en el conocido trabajo La Iglesia como Esposa de Cristo a la luz de la

18 Das Oekumenische Konzil. Die Kirche und die Christenheit. Erbe und Auftrag ("Konfessionskundl. Schriften d. J: A. Mühler-Instituts", n. 4), Paderborn, 1960, pp. 107 s.
19 Th. Filthaut,
Die Kontroverse über die Mysterienlebre, Warendorf, 1947, p. 100.
20 Das Christliche Kultmysterium, Regensburg, '1960, p. 28.
21
Ibidem, p.
30.

Escritura, de la doctrina de los Padres y de la Liturgia con que abrimos este libro. Le acompañan otros escritos, sobre todo ex-tractos de trabajas de mayor envergadura. En su mayor parte se trata de escritos inéditos. En esta recopilación cobran un valor totalmente nuevo. Casel trabajaba y componía partiendo de una visión profunda de la totalidad; sin embargo, donde mejor se manifiesta su grandeza es en el ensayo, en el artículo y en la palabra hablada en una ocasión concreta, especialmente en la palabra verdaderamente mistagógica que dirigía a la comunidad de la abadía de la Santa Cruz de Herstelle, a él encomendada. Aquella era la Ekklesía que él edificó con su palabra en un sentido muy pro-fundo en el largo espacio de casi veintiséis años. Las monjas de esta abadía, baja la dirección de la reverendísima abadesa D. Theresia Jackisch recogieron con gran solicitud la palabra de Odo Casel, la conservaron y la hicieron fructificar. La recopilación de todo este material en el presente libro y sobre todo la forma impresionante en que se encuentra ordenado se lo debemos a la diligencia de la M. Theophora Schneider. Ella ha escrito también la Introducción para facilitar el acceso al libro y a la visión de conjunto del Misterio de Cristo y de la Iglesia que le es propia; lo ha hecho con una ciencia teológica auténtica y valiéndose de su familiaridad de muchos años con toda la obra de Odo Casel. Gracias a esta introducción resulta aún más claro el acierto con que aquí se exponen las ideas esenciales de una teología de la Iglesia según el espíritu de la Sagrada Escritura, de los Padres de la antig sedad y de la Liturgia; y todo ello con tanta delicadeza, que la palabra viva, concreta y monográfica de Casel se conserva enteramente en su primitivo valor, con su amor por la fuerza y la pujanza poderosa del lenguaje original de la tradición eclesiástica más antigua. De este modo las riquezas del Misterio de la Iglesia van apareciendo en una visión siempre nueva: su fundación en la Alianza del amor de Dios can el hombre; su aspecto más luminoso, la unidad de Cabeza y Cuerpo; la Iglesia en la riqueza de los sacramentos y en las fiestas llenas de vida del año litúrgico; finalmente, las explicaciones particularmente valiosas acerca de los símbolos e imágenes de la Iglesia y sobre María como tipo de la Iglesia, donde se dicen cosas muy dignas de notarse referentes a la imagen cristiana de la mujer en la hora presente y sobre las relaciones entre eclesiología y mariología.

Al transmitirnos de esta manera sencilla y fiel, pero con profundidad de contemplación, la palabra de su maestro sacerdotal, la Ecclesia Heristalensis ha dibujado en primer lugar una imagen luminosa de la Iglesia, pero al mismo tiempo se ha levantado a sí misma un monumento duradero.

Abadía ,de Maria Laach

el 10 de febrero, fiesta de Santa Escolástica, de 1961

 

P. BURKHARD NEUNHEUSER OSB