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Elías y Ajab:
Yavé y Baal tienen proyectos opuestos

 

 

CATEQUISTA-AUDIO   - TEMA EN PPS

Texto: 1 REYES 21,1-23

Palabra central:  LADRÓN Y ASESINO

 


1. Leer el texto y contarlo.

2. Marco histórico del texto

Elías fue un profeta importante del siglo nueve antes de Cristo. En medio de gobiernos crueles, él insistió en que creer en Yavé llevaba a un comportamiento muy distinto al de los que creían en otros dioses.

Sus actuaciones, siempre claras y valientes, las podemos leer en 1Re 17 al 19 y el 21. Hoy reflexionamos sobre el caso de Nabot.  Este honrado campesino, creyente en Yavé, cultivaba una linda viña al lado de la casa de vacaciones del rey Ajab, que, queriendo ampliar sus posesiones, le pidió que le vendiera su viña.  Nabot le contestó: “Líbreme Dios de vender la propiedad de mis antepasados”. Ajab se enojó mucho, pero su esposa Jetsabel, extranjera creyente en el dios Baal, pensaba que su marido tenía derecho divino a poseer toda la tierra que quisiera. Y por eso ordena que condenen a muerte a Nabot por haber ofendido a su dios y al rey.

Pero resulta que el Dios en el que creía Nabot era distinto al de la reina. El Dios de Nabot, Yavé, ordenaba mantener las propiedades bien repartidas; el dios Baal, en cambio, apoyaba el acaparamiento de tierras en manos de los poderosos. Y en nombre de Baal el pueblo, engañado, mató a Nabot, para que los reyes se apoderaran de su tierra. Pero Yavé ordenó a su profeta Elías que se presentara en la fiesta en la que Ajab y su gente celebraban el acaparamiento de aquella tierra, y le dijo públicamente de parte de Yavé que era ladrón y asesino.

Además, puesto que ante Yavé todas las personas valen lo mismo, Elías le anuncia que en el mismo lugar en el que el campesino despojado de su tierra derramó su sangre, el rey derramaría también la suya. Y a Jetsabel, que fue la intrigante, le anuncia que ahí mismo los perros se comerían su cuerpo. Es que el Dios bíblico no hace distinción de personas. El que falta en algo grave, aunque sea gente importante, debe pagar lo mismo que hacen con los pobres.

Los ídolos apoyan los acaparamientos de los poderosos; pero Yavé sólo ayuda al buen reparto de los bienes de la tierra, que él mismo ha creado para la prosperidad de todos.

En nuestro tiempo también hay gente que insiste en que toda propiedad privada es sagrada. Pero ello no es cierto. Es sagrada sólo en los casos en que se tiene lo suficiente para poder vivir dignamente. Pero de ninguna manera en los que tienen de más.

Es totalmente contrario al proyecto de Dios el que existan campesinos sin tierra y familias sin techo.

3. Dialogar sobre el texto

a)     ¿Existen también hoy gente que mata para robar tierras? ¿Hay poderosos que expulsan a los campesinos de sus tierras o a los inquilinos de sus casas?

b)     ¿Qué diferencias encontramos entre la voluntad de Yavé y la de Baal?

c)     ¿Qué nos enseña Nabot, no queriendo vender sus tierras al rey? ¿Por qué no acepta el negocio que le proponen?

d)     ¿Por qué a Dios no le gusta el acaparamiento de tierra y casas? Ver Isaías 5,8 y Miqueas 2,1-3.

e)     ¿Cómo podemos nosotros empezar a cumplir, aunque sea un poco, lo que hemos aprendido hoy? ¿Puede ser que Dios nos llame, como a Elías, a decir la verdad a una autoridad?

4. Resumir y concretar el mensaje. Intentemos representar la escena de forma actualizada.

5. Orar sobre nuestro credo: En qué Dios creemos y en qué dioses no creemos, como por ejemplo:

·         Creo en el Dios que ha creado todo para todos sus hijos.

·         No creo en los dioses que sólo ayudan a sus hijos predilectos.

·         Creo en el Dios que quiere la felicidad de todo ser humano...

·         No creo en los dioses que dan prosperidad a unos pocos y miseria para la mayoría.

·         Creo en el Dios que se alegra con la prosperidad de la gente.

·         No creo en dioses castigadores, siempre serios, enigmáticos y crueles.

·         Creo en el Dios de la Vida.

·         No creo en los dioses de la muerte.

Los catequistas pueden leer con provecho el folleto de Carlos Mesters “El profeta Elías”.