CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CATÓLICA

EL ESTUDIO DE LOS PADRES
EN LA FORMACIÓN SACERDOTAL


I

ASPECTOS DE LA SITUACIÓN ACTUAL

1. LOS PADRES EN LOS ESTUDIOS TEOLÓGICOS DE HOY
2. LOS PADRES EN LAS ORIENTACIONES DE LA IGLESIA


I

El tratamiento de los temas aludidos supone como punto de partida el conocimiento de la situación en que se encuentran hoy los estudios patrísticos. Nos preguntamos, por tanto, cuál es hoy el puesto que se les reserva la preparación de los futuros sacerdotes y cuáles sean las orientaciones de la Iglesia al respecto.

1. LOS PADRES EN LOS ESTUDIOS TEOLÓGICOS DE HOY 5 El estado actual de la patrística en los Institutos de formación sacerdotal está en estrecha relación con las condiciones generales de la enseñanza de la teología: con su planteamiento, estructura e inspiración fundamentales; con la calidad y preparación de los profesores, con el nivel intelectual y espiritual de los alumnos, con el estado de las bibliotecas y con la disponibilidad de los medios didácticos. Su situación no es igual en todas partes; no sólo difieren de un país a otro, sino incluso es distinta en las diversas diócesis de cada nación. Con todo se pueden señalar a tal respecto, a nivel de Iglesia universal, aspectos positivos, así como también ciertas situaciones y tendencias, que presentan, a veces, problemas para los estudios eclesiásticos.

6 a) La inserción de la dimensión histórica en el trabajo científico de los teólogos, que ha tenido lugar en los comienzos de nuestro siglo, ha atraído la atención, entre otros, también sobre los Padres de la Iglesia. Esto se ha demostrado extraordinariamente provechoso y fecundo, porque ha hecho posible un mayor conocimiento de los orígenes cristianos, de la génesis y de la evolución histórica de las diversas cuestiones y doctrinas, y también, porque el estudio de los Padres ha encontrado algunos cultivadores verdaderamente eruditos e inteligentes que han sabido poner en evidencia el nexo vital que rige entre la Tradición y los problemas más urgentes del momento presente. Gracias a un tal acceso a las fuentes, los largos y fatigosos trabajos de investigación histórica no se han quedado reducidos a una mera investigación del pasado, sino que han influido en las orientaciones espirituales y pastorales de la Iglesia actual, indicando el camino hacia el futuro. Es natural que la teología se haya aprovechado grandemente de ellos.

7 b) Tal interés por los Padres continúa incluso, aunque en condiciones distintas. A pesar de un notable decaimiento general de la cultura humanística, se nota aquí y allá un despertar en el campo patrístico, que implica no sólo a insignes estudiosos del clero religioso y diocesano, sino también a numerosos representantes del laicado. En estos últimos tiempos van multiplicándose óptimas publicaciones de colecciones patrísticas y de monografías científicas, que son, sin duda, el índice más evidente de una verdadera hambre del patrimonio espiritual de los Padres; fenómeno consolador que también se da positivamente en las Facultades teológicas y en los Seminarios. Sin embargo, la evolución verificada en el campo teológico y cultural en general, pone en evidencia ciertas insuficiencias y diversos obstáculos a la seriedad del trabajo que no deben ser ignorados.

8 c) No faltan hoy concepciones o tendencias teológicas que, contrariamente a las indicciones del Decreto "Optatam totius" (n.16), prestan escasa atención al testimonio de los Padres y, en general, de la Tradición eclesiástica, limitándose a la confrontación directa de los datos bíblicos con las realidades sociales y con los problemas concretos de la vida, analizados con la ayuda de las ciencias humanas. Se trata de corrientes teológicas que prescinden de la dimensión histórica de los dogmas y para las que los inmensos esfuerzos de la época patrística y del medioevo no parecen tener alguna importancia. En tales casos, el estudio de los Padres queda reducido al mínimo e incluido prácticamente en el rechazo global del pasado.

Como se ve en el ejemplo de varias teologías de nuestro tiempo, separadas del cauce de la Tradición, la actividad teológica, en estos casos, se reduce a un puro "biblicismo" o llega a ser prisionera del propio horizonte histórico, abandonado prácticamente a sí mismo, creyendo hacer teología, no hace en realidad sino historicismo, sociologismo, etc., rebajando los contenidos del Credo a una dimensión puramente terrena.

9 d) Se refleja también negativamente sobre los estudios patrísticos una cierta unilateralidad que se advierte hoy en diversos casos en los métodos exegéticos. La exégesis moderna, que se sirve de las ayudas de la crítica histórica y literaria, proyecta una sombra sobre las aportaciones exegéticas de los Padres a las que se las considera simplistas y, en sustancia, inútiles para un profundo conocimiento de la Sagrada Escritura. Tales orientaciones, al mismo tiempo que empobrecen y desnaturalizan la exégesis misma, quebrando su natural unidad con la Tradición, disminuyen indudablemente la estima y el interés por las obras patrísticas. La exégesis de los Padres, en cambio podría abrirnos los ojos a otras dimensiones de la exégesis espiritual y de la hermenéutica que completarían la histórico-crítica, enriqueciéndola de intuiciones profundamente teológicas.

10 e) Además de las dificultades provenientes de ciertas orientaciones exegéticas, es necesario mencionar también aquellas que nacen de concepciones distorsionadas de la Tradición. En algún caso, en efecto, en lugar de la concepción de una Tradición viva, que progresa y se desarrolla con el devenir de la historia, se tiene de ella otra demasiado rígida, llamada a veces "integrista", que reduce la Tradición a la repetición de modelos pasados y hace de ella un bloque monolítico y fijo, que no deja lugar alguno al desarrollo legítimo y a la necesidad de la fe de responder a las nuevas situaciones. En tal caso, se crean fácilmente prejuicios contra la Tradición como tal, que no favorecen un acceso sereno a los Padres de la Iglesia.

Paradójicamente repercute de modo desfavorable sobre el aprecio de la época patrística la misma concepción de la Tradición eclesiástica viva, cuando los teólogos al insistir sobre el igual valor de todos los momentos históricos, no tienen suficientemente en cuenta lo específico de la contribución aportada por los Padres al patrimonio común de la Tradición.

11 f) Además muchos estudiantes actuales de teología, provenientes de escuelas de tipo técnico, no disponen de aquel conocimientos de las lenguas clásicas, que se precisa para un conocimiento serio de las obras de los Padres. Como consecuencia, la situación de la patrística en los Institutos de formación sacerdotal se resiente notoriamente de los cambios culturales actuales, caracterizados por un creciente espíritu científico y tecnológico, que privilegia casi exclusivamente los estudios de las ciencias naturales y humanas, descuidando la cultura humanística.

12 g) En fin, en algunos Institutos de formación sacerdotal, los programas de estudio están tan sobrecargados de las diferentes nuevas disciplinas consideradas más necesarias y más "actuales", que no queda espacio suficiente para la patrística. Esta, consecuentemente, debe contentarse con pocas horas semanales, o como solución de emergencia, ser estudiada en el marco de la historia de la Iglesia antigua. A tal dificultad se añade a menudo la falta de colecciones patrísticas y de adecuados apoyos bibliográficos en las bibliotecas.

2. LOS PADRES EN LAS ORIENTACIONES DE LA IGLESIA Lo expuesto sobre el estado actual de los estudios patrísticos no sería completo, si no se mencionaran las relativas normas oficiales de la Iglesia. Ellas, como se verá, ponen en evidencia los valores teológicos, espirituales y pastorales contenidos en las obras de los Padres, con el intento de hacerlas provechosas para la preparación de los futuros sacerdotes.

13 a) Entre las orientaciones ocupan el primer lugar, las indicaciones del Concilio Vaticano II concernientes al método de la enseñanza teológica, y al papel de la Tradición en la interpretación y en la transmisión de la Sagrada Escritura.

En el n. 16 del Decreto "Optatam totius" se prescribe para la enseñanza de la dogmática el método genético, nunca en contraposición con la necesidad de profundizar los misterios de la teología y de "descubrir su conexión, por medio de la especulación, bajo el magisterio de Sto. Tomás" (ib) método que en la segunda etapa contempla elconocimiento de la contribución de los Padres de la Iglesia Oriental y Occidental a la "transmisión y al desarrollo de cada una de las verdades reveladas".

Dicho método tan importante para la comprensión del desarrollo dogmático, fue confirmado en el reciente Sínodo extraordinario de los Obispos de 1985 (cfr. Relatio finalis, II, B, n.4).

14 La importancia, quelos Padres tienen para la teología y, en modo particular, para la comprensión de la Sagrada Escritura, se deduce, además, con gran claridad de algunas de las declaraciones de la Constitución "Dei verbum" sobre el valor y papel de la Tradición:

"La Tradición y la Escritura están estrechamente unidas y compenetradas... la Tradición transmite íntegra la palabra de Dios, encomendada por Cristo Señor y el Espíritu Santo a los Apóstoles, a sus sucesores...; de ahí que la Iglesia no casa exclusivamente de la Escritura la certeza de todo lo revelado. Y así ambas se han de recibir con el mismo espíritu de piedad y reverencia " (n.9).

Como se ve, la Sagrada Escritura que debe ser "el alma de la teología" y "su fundamento perenne" (n.24), forma una unidad inseparable con la Sagrada Tradición, "un solo depósito de la palabra de Dios confiado a la Iglesia... que no puede subsistir independientemente" (n.10). Y son precisamente "las afirmaciones de los Santos Padres" las que "atestiguan la presencia de esta Tradición cuyas riquezas penetran la práctica y la vida de la Iglesia que cree y ora" (n.8). Por tanto hoy, no obstante los innegables progresos conseguidos por la exégesis moderna, la Iglesia "que se preocupa por alcanzar un conocimiento cada vez más profundo de la Sagrada Escritura, para alimentar continuamente a sus hijos con las palabras divinas..., con razón favorece también el estudio de los Santos Padres del Oriente y del Occidente, y de la Sagrada Liturgia" (n.23).

15 b) La Congregación para la Educación Católica, en la "Ratio fundamentalis institutionis sacerdotalis" y en el documento sobre "La formación teológica de los futuros sacerdotes" reafirma las sobredichas prescripciones del Concilio Vaticano II, poniendo de relieve algunos aspectos importantes:

Frente a ciertas tendencias reductivas en teología dogmática, se insiste sobre la integridad y sobre la totalidad del método genético, demostrando su validez y valores didácticos, así como también las condiciones que se requieren para su recta aplicación; a tal propósito se hace expresa referencia a la etapa patrístico-histórica.

Según la "Ratio fundamentales" los profesores y los alumnos deben adherirse fielmente a la palabra de Dios, contenida en la Escritura y en la Tradición... deduciendo su verdadero sentido "principalmente de las obras de los Santos Padres". Ellos merecen gran estima porque "su obra pertenece a la tradición viviente de la Iglesia a la cual, por disposición providencial, ellos han hecho aportaciones de valor duradero en épocas más favorables a la síntesis de razón y fe". Un mayor acercamiento a los Padres puede considerarse, por tanto, como el medio mas eficaz para descubrir la fuerza vital de la formación teológica y, sobre todo, para insertarse en el dinamismo de la Tradición, "que preserva de un exagerado individualismo, garantizado objetividad de pensamiento".

Para que tales exhortaciones no quedasen en letra muerta, se dan en el citado documento sobre "La formación teológica de los futuros sacerdotes" algunas normas para el estudio sistemático de la patrística (nn. 85-88).

16 c) Los impulsos dados por el Concilio y por la Congregación para la Educación Católica al estudio de los Padres han sido acentuados en estos últimos decenios en diversas ocasiones por los Sumos Pontífices. Sus intervenciones, como las de sus insignes Predecesores, se distinguen por la variedad y penetración de sus reflexiones sobre la actual situación teológica y espiritual:

"El estudio de los Padres, de gran utilidad para todos, es de necesidad imperiosa para aquellos que tienen a pecho la renovación teológica, pastoral y espiritual promovida por el Concilio y quieren cooperar en la misma. El pensamiento patrístico es cristocéntrico; es ejemplo de una teología unificada vivida y madurada en contacto con los problemas del ministerio pastoral; es un óptimo modelo de catequesis, fuente para el conocimiento de la Sagrada Escritura y de la Tradición, así como también del hombre total y de la verdadera identidad cristiana". Los Padres, "en efecto, son una estructura estable de la IGLESIA, y para la Iglesia de todos los tiempos cumplen una función perenne. De modo de todo anuncio o magisterio posterior, si quiere ser auténtico, debe confrontarse con su anuncio y su magisterio; todo carisma y todo ministerio debe encontrar la fuente vital de su paternidad; y todo piedra nueva añadida al edificio... debe asentarse sobre las estructuras ya establecidas por ellos y en ellas afirmarse y compenetrarse".

Los apremios al estudio más intenso de la patrística no faltan, pues. Son numerosos y bien motivados. Ahora bien, para hacer tales solicitaciones más explícitas todavía, consideramos útil exponer a continuación algunas razones.

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