DIRECTORIO CATEQUÍSTICO GENERAL

  Sagrada Congregación para el Clero

 

 

PARTE VI 

LA PASTORAL

DEL MINISTERIO DE LA PALABRA

 

LA ACCIÓN PASTORAL

98. De lo que se ha dicho sobre la acción catequística y sobre el contenido de la catequesis, nace un camino para 1-a acción pastoral cuyas líneas fundamentales se examinarán en esta sexta parte.

Esta acción requiere órganos adaptados que deben crearse en el nivel nacional por las Conferencias Episcopales con misión deliberativa, de investigación y ejecución. En líneas generales estos órganos son: a) La comisión episcopal para la catequesis, en la cual trabajan miembros elegidos de oficio, con la colaboración de expertos; b) un órgano ejecutivo permanente (oficio, centro, etc.).

Para desarrollar por medio de estos órganos y de manera coherente y eficaz, la pastoral del ministerio de la palabra, es necesario que:

1) se prepare una relación sobre el estado real de la situación local y sobre las posibilidades

que se ofrecen al - ministerio de la palabra;

2) se publique un programa concreto de acción;

3) se procure la formación y la cultura de los responsables de esta acción pastoral;

se preparen los convenientes instrumentos de trabajo- y se provea a su elaboración;

5) se promueva una conveniente organización de la catequesis;

se coordine la actividad catequística con los otros sectores de la pastoral;

7) se estimule la investigación;

8) se favorezca la cooperación internacional;

Las indicaciones y sugerencias hechas hasta aquí en - esta parte no podrán encontrar inmediata y simultánea aplicación en todas las partes de - la Iglesia. Para aquellas naciones o regiones en las que la acción catequística no ha alcanzado todavía suficiente desarrollo, estas indicaciones y sugerencias señalan metas que se irán alcanzando gradualmente.

 

CAPITULO I

EL ANÁLISIS DE LA SITUACIÓN

 

FINALIDAD

99. Es necesario poseer en el ámbito de la Conferencia Episcopal, una visión clara de la situación en la cual se ejerce el ministerio de la Palabra.

La finalidad de este análisis es averiguar hasta qué punto logra su propósito la acción evangelizadora de la Iglesia. Se requiere por tanto un examen cuidadoso acerca de cómo se ha desarrollado el ministerio de la Palabra y de los resultados obtenidos —cuanto esto es posible— por la catequesis o cualquiera otra forma de presentación del mensaje cristiano.

Habrá que verificar cuáles son las iniciativas de la Iglesia, cómo son éstas acogidas, dónde, por quiénes, y con qué frutos, etc.

 

OBJETO

100. El objeto de esta investigación es complejo. Abraza el examen de la acción pastoral y el análisis de la situación religiosa y de las condiciones socioculturales y económicas en cuanto procesos colectivos que pueden tener profundas repercusiones sobre la difusión del Evangelio.

MODALIDAD

101. En este trabajo que presenta notables dificultades, es necesario ante todo apuntar dos peligros:

a) Tomar centro seguros algunos datos no suficientemente analizados y verificados;

b) exigir un estudio de tanta perfección científica que resulte irrealizable.

Habrá que tener también presente que las investigaciones técnicas, hechas bajo forma de cuestionarios y encuestas, ofrecen resultados de escaso valor si no van precedidas de una cuidadosa reflexión sobre las varias formas de acción pastoral que pueden adoptarse. Por tanto lo que parece más necesario a la Conferencia Episcopal es una visión integral de la situación que

puede obtenerse consultando a personas verdaderamente expertas en el examen de los documentos disponibles y sacando las debidas conclusiones de la actividad pastoral ya comenzada.

Sobre este punto los estudios monográficos pueden ofrecer una ayuda de gran utilidad.

En el estudio de la situación debe colaborar toda la comunidad cristiana para que esté consciente de los problemas y se disponga a la acción.

 

RESULTADOS

102. El análisis de la situación no es fin en si mismo, pero debe iluminar las actividades más válidas y abrir el camino para adoptarlas, bien sea incrementando las ‘obras e iniciativas cuya eficacia se ha comprobado, bien sea promoviendo otras nuevas. En verdad se trata de prever y preparar lo que es necesario para el futuro.

Esta investigación debe también convencer a los que trabajan en el ministerio de la palabra que las situaciones humanas son ambivalentes por lo que respecta a la acción pastoral. Es necesario por tanto que los obreros del Evangelio aprendan a descubrir las posibilidades que se ofrecen a su iniciativa en una situación siempre nueva y distinta.

Hay el peligro de que el descubrimiento de las dificultades nos lleve a la conclusión de que la acción pastoral es imposible, cuando al contrario, todos debemos estar convencidos que las realidades culturales no son datos inertes, inmutables, unívocos, frente a los cuales la gracia y la actividad pastoral queden reducidas a la impotencia.

Siempre es posible un proceso de transformación que abra camino a la fe.

CAPITULO II

EL PROGRAMA DE ACCION

  

103. Después de haber explorado la situación conviene proceder a la publicación de un programa de acción, cosa que puede hacerse mediante el Directorio Catequístico. Este Programa determina los objetivos, los medios de la pastoral catequística y las normas que la regulan, y esto en armenia con la finalidad y las normas de la Iglesia universal y con una decidida fidelidad a las necesidades locales.

Al presentar el programa de acción ténganse muy presentes las funciones que pueden ejercer las instituciones específicamente eclesiales como las Parroquias, las comunidades de base, los movimientos apostólicos, la familia, las instituciones educativas, como la escuela tanto cristiana como neutra, y cualquiera otra forma de agrupación social o cultural.

- Las thetas que hay que alcanzar y los medios que hay que emplear deben considerarse como el eje de todo programa de acción.

 

LAS METAS

104. Las metas pastorales pueden ser distintas de acuerdo con los lugares y las necesidades; pero todas deben mirar hacia el progreso’ de la fe, el compromiso moral de los cristianos y hacia el desarrollo ‘de sus relaciones con Dios y con los hombres, por ejemplo: el acceso de los adultos a una fe madura, la inserción del pensamiento cristiano en los círculos científicos y técnicos, el ejercicio por parte de la familia de sus responsabilidades cristianas, la presencia activa de los cristianos en la obra de la transformación social.

Pero como las metas son generalmente muchas es justo y necesario prever una programación en el tiempo según la prioridad de los distintos objetivos que hay que alcanzar.

Es bueno también que las metas pastorales establecidas en una determinada región sean -oportunamente confrontadas con las establecidas por las Conferencias Episcopales de las regiones más vecinas geográfica y culturalmente.

LOS MEDIOS

105. Los medios a usar son sobretodo: los institutos de catequética que hay que promover y sostener, los programas, los textos (Cfr. Cap. IV de esta parte) los instrumentos de trabajo y las directivas acerca de los métodos (-Cfr. parte IV) etc. El ámbito de la investigación sobre los medios es prácticamente inagotable. Sin embargo es siempre necesario controlar con cuidado que los medios propuestos sean verdaderamente adecuados a los fines espirituales que se pretende conseguir.

 

LAS NORMAS

106. Las normas sobre la catequesis pueden ser múltiples, varían según las finalidades que se quieren lograr. Entre ellas revisten particular importancia las normas que conciernen a la catequesis de preparación a los sacramentos: por ejemplo las normas sobre el catecumenado de los adultos; sobre la iniciación sacramental de los niños, sobre la preparación de las familias al Bautizo de los niños.

Para que estas normas resulten eficaces, conviene que sean pocas y simples y que definan criterios eternos más que internos.

- Es obvio que ningún norma particular puede derogar, sin el beneplácito de la Santa - Sede, - las leyes generales y la praxis común de la Iglesia. -

 

DISTRIBUCION Y PROMOCION DE LA RESPONSABILIDAD

 107. Conviene ante todo hacer una clara y eficaz distribución de las responsabilidades y de los cometidos. Es importante, por ejemplo, que se esclarezcan y se ponga de relieve las responsabilidades de las familias cristianas, de las comunidades eclesiales, del clero, de los catequistas. Sin embargo no nos podernos limitar a la pura repartición de las fuerzas existentes sino que hay que promover un compromiso siempre mayor por parte de todos.

 De hecho se trata de hacer a la comunidad cada vez más consciente de su misión que consiste en ser signo de la sabiduría y del amor de Dios que se nos ha manifestado en Cristo. A este efecto es útil que ‘toda la comunidad y los individuos, en cuanto sea posible sean informados siempre y oportunamente de lo que se va a hacer y que todos sean invitados a tomar parte activa en la elaboración de los proyectos, en las decisiones y en la ejecución de lo que se ha determinado. -

 Al preparar la programación de las actividades catequísticas téngase muy presente que las distintas iniciativas pueden tal vez crear incomodidades y conflictos. Dificultades, por ejemplo, que pueden provenir de los cambios del lenguaje y- de las nuevas relaciones entre lo educativo y lo apostólico. En estos casos es necesario hacer todo lo posible para evitar lo que puede provocar indebidas perturbaciones.

 Es necesario en fin que todas las actividades catequísticas sean provistas de los oportunos medios económicos.

 

CAPITULO III

LA FORMACION CATEQUISTICA 

108. Cualquiera actividad pastoral- para cuyo- ejercicio no se cuente con personas bien formadas va al fracaso. Los mismos materiales de trabajo se hacen ineficaces si no los usan catequistas bien preparados. La formación catequística, por tanto, tiene prioridad sobre la renovación de los textos y el mejoramiento de la misma organización catequística.

Cuídese ante todo de la formación de aquellos que están encargados de la actividad catequística a nivel nacional. Esto es responsabilidad de las Conferencias Episcopales. La formación de los dirigentes en plan nacional exige, como complemento natural, la formación de los catequistas que trabajan a nivel regional o diocesano. Esta responsabilidad recae sobre las Conferencias Episcopales regionales donde las hay y sobre cada uno de los Obispos.

 

INSTITUTOS SUPERIORES Y ESCUELAS CATEQUISTAS

109. Se deben fomentar y crear institutos superiores de pastoral catequística, a fin de preparar catequistas capacitados para dirigir la catequesis en el campo diocesano o en el ámbito de las actividades que cumplen las congregaciones religiosas. Estos institutos superiores podrán ser de carácter nacional y aún internacional. Deben ser planeadas como los Institutos Universitarios, en cuanto se refiere a la organización de los estudios, la duración de los cursos y las condiciones para ser admitidos.

Establézcanse también escuelas catequísticas en el ámbito diocesano o al menos en el ámbito de las conferencias regionales, que tengan como finalidad, por medio de un curriculum de estudios menos ambicioso pero igualmente válido, preparar a los catequistas de tiempo completo.

 

LA FORMACION PERMANENTE

110. La formación permanente comprende modalidades y grados diversos. Es necesario que se - prolongue por todo el tiempo que los catequistas se dedican a su misión específica. Por eso ella mira tanto a los dirigentes de la catequesis como a los simples catequistas. -

- La formación permanente se puede pedir no solamente a los entes centrales; deben preocupares de ella también las comunidades cristianas y esto por el simple hecho de que las condiciones y las necesidades de la catequesis varían de un lugar a otro. El clero, todos los que están comprometidos en tareas directivas, tienen el deber de procurar la formación permanente de sus colaboradores en la catequesis.

 

EL FIN DE LA FORMACION CATEQUISTICA

111. El fin esencial de la formación catequística es capacitar para la --comunicación- del mensaje cristiano. Por - tanto se requiere una formación teológico-doctrinal, antropológica y metodológica más - o menos profunda según el nivel científico que se quiere alcanzar. La adquisición de estos conocimientos teóricos sin embargo, no agota los propósitos de la formación la cual puede llamarse completa - solamente cuando el catequista se hace capaz de encontrar en la confrontación de grupos y personas, en situaciones que son siempre peculiares, el modo más válido para. trasmitir el mensaje evangélico.

 

LA FORMACION TEOLOGICO — DOCTRINAL, ANTROPOLOGICA, METODOLOGICA

112. a) La doctrina. La necesidad de adquirir un patrimonio doctrinal válido es evidente. Ello comprende un adecuado conocimiento de la doctrina católica que en los institutos superiores debe alcanzar el nivel de la teología científica. La Sagrada Escritura es como el alma de esta formación.

De todas maneras, la doctrina debe ser asimilada hasta el punto de hacer al catequista no solo capaz de exponer con exactitud el mensaje evangélico, sino de suscitar también la recepción activa del mismo mensaje por parte de los catequizandos y de saber discernir en el itinerario espiritual de ellos lo que es conforme a la fe. -

b) Las ciencias humanas. Nuestra época se caracteriza por el grandioso desarrollo de las ciencias antropológicas. Estas ciencias ya no se reservan únicamente a los especialistas; ellas penetran en la conciencia que el hombre moderno tiene de sí mismo; afectan las relaciones sociales y constituyen una especie de contexto cultural que es común aún a los menos cultos.

La enseñanza de las ciencias humanas, dada la enorme extensión y diversidad de estas disciplinas pone difíciles problemas de elección y de método. Puesto que no se ‘trata de formar especialistas en psicología sino catequistas, el criterio a seguir es el distinguir ÿ escoger lo que puede ayudarles directamente en la adquisición de la capacidad de comunicación.

c) La formación metodológica. Por si misma la metodología no es otra cosa que la reflexión sobre los medios que se han experimentado con la práctica. Conviene por tanto dar mayor importancia al ejercicio practico que a la enseñanza teórica de la pedagogía. Sin embargo la enseñanza teórica es necesaria para ayudar al catequista a adaptarse a las varias situaciones, para evitar formas empíricas de enseñanza, para percibir los cambios que se verifican en las relaciones educativas, para orientar bien el trabajo futuro. -

Considérese que cuando se trata de la formación de-- los catequistas de base (es decir los que enseñan la catequesis elemental), los conocimientos antedichos se adquieren mejor si se imparten al mismo tiempo que se realiza el trabajo (por ej. durante las reuniones en que se preparan y critican las lecciones de catecismo).

 

COMO APRENDER EL ARTE DE DAR CATECISMO

113. Se requiere Una preparación- específica para que el- catequista se haga capaz de interpretar bien las reacciones de un grupo o de una persona, descubrir su capacidad espiritual y escoger el modo de trasmitirle el mensaje evangélico de modo que pueda ser recibido con verdadero fruto. Los métodos para tal aprendizaje son varios: ejercicios prácticos, trabajos en equipo, análisis de casos, etc.

La base de todo es la reflexión sobre la fuerza comunicativa del mensaje cristiano. La catequesis —que es la pastoral práctica de la Iglesia— no se aprende sólo en la teoría, es con la experiencia, con la gula de maestros competentes y con el mismo ejercicio, como se aprende el arte de enseñar el catecismo, arte que es una síntesis de las aptitudes para el apostolado y del conocimiento de la fe, de los hombres y de las leyes que rigen los progresos de los individuos y de los grupos.

 

LA VIDA ESPIRITUAL DE LOS CATEQUISTAS

114. La misión que el catequista está llamado a desempeñar requiere en él una intensa vida sacramental y espiritual, la familiaridad con la oración, una profunda admiración por la grandeza del mensaje cristiano y por su capacidad para transformar la vida. Pero requiere al mismo tiempo un afectivo deseo de caridad, de humildad y de prudencia que permita al Espíritu Santo cumplir en los catequizados su obra fecunda.

 

LA FORMACION DE LOS CATEQUISTAS

115. Es necesario que las autoridades eclesiásticas consideren la formación de los catequistas como tarea de la máxima importancia. -

Esta formación se dirige a todos los catequistas (Cfr. AG. 17,26), tanto laicos como religiosos y también a los padres cristianos que en ella deben encontrar una ayuda válida para la catequesis inicial y ocasional que es tarea suya específica.

Se dirige a los diáconos y en modo particular a los sacerdotes que "en virtud del sacramento del orden, son consagrados, a imagen de Cristo sumo y eterno sacerdote (Cfr. Hebr. 5,1-10;

7, 24; 9, 11-28) como verdaderos sacerdotes del N.T., para predicar el evangelio, apacentar a los fieles y celebrar el culto divino" (LG. 28). -

En realidad en las parroquias la predicación de la palabra de Dios se confía sobre todo a los sacerdotes que deben descubrir a los fieles los - tesoros de la Sagrada Escritura y presentar en las homilías, a los largo del año litúrgico, los misterios de la fe y las normas de la vida cristiana (Cfr. SC. 51, 52). Es de gran importancia, por tanto, que en los seminarios se procure con seriedad la formación catequística, que deberá completarse luego a través de la formación permanente de que se ha hablado arriba (n. 110). -

Esta formación se dirige por último a los que enseñan religión en las escuelas públicas, bien sean de la Iglesia o del Estado. Para una tarea de tan gran importancia solo se pueden destinar personas que se distingan por su capacidad, doctrinal y vida espiritual (Cfr. GS. 5).

Lo ideal es que en este campo de la formación exista una colaboración entre las diversas actividades apostólicas y la catequesis, porque todas estas actividades, aunque desde puntos de vista distintos cumplen una común misión la de comunicar el mensaje cristiano. -

 

CAPITULO IV

LOS INSTRUMENTOS DE TRABAJO

INSTRUMENTOS DE TRABAJO

116. Entre los principales instrumentos de la catequesis hay que enumerar:

— los directorios de las Conferencias Episcopales;

— los programas;

— los catecismos;

— los textos didácticos; -

— los medios audiovisuales.

LOS DIRECTORIOS CATEQUISTICO

117. Los directorios tienen como finalidad el promover y coordinar la acción catequística en una región o nación o también en muchas naciones pertenecientes a la misma área sociocultural. Los directorios, antes de ser promulgados, deben ser sometidos a la consideración de cada uno de los Ordinarios y a [a aprobación de la Sede Apostólica (n. 134).

LOS PROGRAMAS

118. Los programas precisan, según la edad y los lugares y lõs tiempos, las metas educativas que hay que alcanzar, los principios metodológicos que se han de usar, y los contenidos que hay que trasmitir. Es absolutamente indispensable que los misterios de la fe, contenidos en el credo de los adultos, se presenten ya en los programas para los catecismos de los niños, de los adolescentes de manera apropiada a su edad (Cfr. n. 134).

 

LOS CATECISMOS

119. Hay que darles gran importancia a los catecismos publicados por la autoridad eclesiástica. Su objetivo es de entregar en forma condensada y práctica, los documentos de la revelación y de la tradición cristiana y los elementos fundamentales, indispensables al discurso catequístico, es decir a la educación personal de la fe. Téngase por tanto la debida estima de los documentos de la tradición y evítese con todo cuidado presentar como pertenecientes a la fe interpretaciones particulares, que no son otra cosa que hipótesis personales u opiniones de alguna escuela teológica. La doctrina de la Iglesia debe trasmitirse fielmente.

A este respecto deben tenerse presentes las normas expuestas en el Capítulo 1 de la III parte.

Considerando las graves dificultades de redacción y la especial importancia de estos documentos, conviene sobre todo que:

a) se haga un trabajo en colaboración entre numerosos expertos tanto de catequétioa como de teología;

b) que se consulten expertos en otras ciencias - así religiosas como humanas y las otras organizaciones de pastoral;

c) se consulten particularmente a los obispos y se tengan en consideración sus indicaciones;

d) se haga preceder la publicación definitiva de experimentaciones particulares;

se proceda, después de un cierto período de tiempo, a una cuidadosa revisión de los textos.

Estos catecismos antes de ser promulgados, deben ser sometidos al examen y a la aprobación de la Santa Sede (Cfr. n.134)

 

LOS TEXTOS DIDACTICOS -

120. Los textos - didácticos son subsidios o ayudas que se ofrecen a la comunidad cristiana comprometida en la - catequesis. Ningún texto puede sustituir la viva comunicación del mensaje cristiano. Los textos, sin embargo, son muy importantes porque contribuyen a una más difusa explicación de los documentos de la tradición cristiana y de los otros elementos que constituyen el discurso catequístico. También para la redacción de estos textos se requiere el trabajo en colaboración de parte de los más expertos en catequética y - la consulta de otros especialistas. -

 

LAS GUIAS PARA LOS CATEQUISTAS

121 Estas guías deben contener:

—la explicación del mensaje de la salvación (con constantes referencias a las fuentes y con la precisa indicación de lo que forma parte de la fe y de la doctrina segura y de lo que solo es opinión de los teólogos).

— consejos psicológicos y pedagógicos;

—sugerencias metodológicas;

Prevéanse también publicaciones para la investigación y la actividad de los catequizandos. Estas publicaciones pueden integrarse en los mismos textos o editarse en opúsculos distintos.

Procúrense, en fin, publicaciones para los padres, cuando se trate de catequesis para los niños.

 

LOS MEDIOS AUDIOVISUALES

122. Los medios audiovisuales se utilizan principalmente:

a) como documentos que aportan elementos objetivos a la enseñanza catequística; en este caso deben tener las cualidades de veracidad, exactitud y claridad didáctica.

b)como símbolos para educar la sensibilidad y la imaginación; en este caso deben presentar belleza y fuerza emotiva.

Dos tareas se imponen en el campo de los medios audiovisuales: -

— promover estudios sobre los criterios que deberían dirigir la creación y la selección de tales medios de acuerdo con los peculiares aspectos del mensaje cristiano que se quieren presentar y del tipo de personas a las cuales se va a dirigir;

— formar los catequistas para el - recto uso de estos medios (muchas veces los catequistas ignoran la naturaleza propia del lenguaje de las imágenes; con frecuencia el medio audiovisual conduce a la pasividad antes que a la actividad; etc.).

 

LOS ‘MASS MEDIA"

123. Los mas media tienen el poder, entre otros, de dar carácter de realidad y actualidad a los hechos, a las instituciones, a las ideas de que hablan y, al contrario, de disminuir en la opinión común el crédito de las cosas que callan. -

El mensaje de la salvación debe por tanto encontrar puesto en los medios de comunicación social (Cfr. IM. 3). Por tanto no basta con perfeccionar los medios de que ya dispone la Iglesia en este campo, sino que es necesario que se promueva la cooperación entre los productores, escritores y artistas que trabajan en este sector. Esta cooperación requiere que tanto en el ámbito nacional como en el internacional se organicen grupos de expertos que puedan aportar una verdadera contribución cuando sean consultados sobre programación de actividades referentes a la religión.

Es igualmente tarea de la catequesis educar a los cristianos para que disciernan la naturaleza y el valor de lo que proponen los medios de comunicación. Es evidente que esto supone un conocimiento técnico del lenguaje de tales medios.

 

ENSEÑANZA PROGRAMADA

124. En el ámbito de los medios audiovisuales que la catequesis puede y debe usar para lograr mejor sus fines, no debe olvidarse el método didáctico conocido como "enseñanza programada", método reciente, pero que va alcanzando cada vez mayor importancia.

- En este particular sin embargo hay que contar con las dificultades que surgen tanto de parte de la verdad que se ha de enseñar como del objetivo de la catequesis, y evitar la superficialidad y la improvisación. Tanto en la preparación de los programas como en la presentación de las verdades por medio de la imagen, búsquese 1-a colaboración de expertos en teología, cat-equética y didáctica audiovisual.

 

CAPITULO V

LA ORGANIZACION DE LA CATEQUESIS

125. En el ámbito de la Conferencia Episcopal la organización de la catequesis comprende ante todo estructuras diocesanas, regionales y nacionales. -

Los objetivos fundamentales de estas estructuras son:

a) promover las actividades catequísticas específicas;

b) colaborar con las otras iniciativas y actividades apostólicas (por ejemplo con la comisión litúrgica, con las organizaciones del apostolado de los seglares, con la comisión ecuménica) por cuanto todas estas actividades de la Iglesia participan, aunque de modo diverso, en el ministerio de la Palabra.

 

LAS ESTRUCTURAS DIOCESANAS

126. Con el decreto "Provido Sane", (Cfr. ASS, 1935, p. 151 Sig.) se constituyó el Oficio Catequístico Diocesano con el objeto de presidir toda la organización catequística. Este oficio debe estar constituido por un grupo de personas verdaderamente expertas en la materia. La amplitud y la diversidad de las cuestiones en que debe interesarse el Oficio Catequístico, exigen que Las responsabilidades sean repartidas entre muchas personas competentes.

El Oficio Catequístico Diocesano debe también promover y guiar el trabajo ‘de organizaciones como el centro catequístico parroquial, la confraternidad de la Doctrina Cristiana, etc. que constituyen las células de base de la acción catequística.

Conviene también que las comunidades locales constituyan centros permanentes para la formación de los catequistas. Así se pondrá en evidencia ante el pueblo cristiano que la responsabilidad de anunciar y enseñar el mensaje de la salvación recae sobre todos.

El Oficio Catequístico que forma parte de la Curia, es por tanto el órgano por medio del cual el Obispo, cabeza de la comunidad y maestro de la doctrina, dirige y modera todas las actividades catequísticas.

Ninguna Diócesis puede carecer del Oficio Catequístico.

 

LAS ESTRUCTURAS REGIONALES

127. Es provechoso que varias Diócesis unan su acción, poniendo en común investigaciones y actividades, capacidades y recursos, de manera4que las Diócesis más abastecidas vengan en auxilio de las otras y se pueda elaborar un programa común de acción y carácter regional. -

 

LAS ESTRUCTURAS NACIONALES

128. Es indispensable que la Conferencia Episcopal, y más directamente la Comisión Episcopal para la catequesis, sea asistida de un órgano permanente.

Este oficio o Centro Catequístico Nacional se propone esta doble función:

— estar al servicio de las necesidades catequísticas de orden nacional. Caen, por tanto, dentro de sus atribuciones las publicaciones que revisten importancia para toda la nación, los congresos nacionales, las relaciones con los "mass media", y en general todas aquellas actividades e iniciativas que superan la capacidad de las diócesis o regiones en particular.

— estar al servicio de las diócesis y de las regiones para hacer circular noticias e iniciativas catequísticas, coordinar la acción, ayudar a las diócesis catequisticamente menos evolucionadas.

Es ‘también atribución del Oficio Catequístico Nacional coordinar sus actividades con las de otros organismos pastorales y colaborar con el movimiento catequístico internacional.

CAPITULO VI

COORDINACION DE LA PASTORAL CATEQUISTICA CON EL CONJUNTO DE LA ACCION PASTORAL

CATEQUESIS Y PASTORAL

129. Supuesto que todo acto importante de la Iglesia participa del ministerio de la palabra y la catequesis tiene siempre relación con toda la vida eclesial, es necesario que la actividad catequística vaya coordinada con la pastoral general. El fin de esta cooperación es el desarrollo armonioso de la comunidad cristiana que aún dentro del contexto específico de cada función, persigue un solo propósito fundamental.

Es necesario por tanto que la catequesis actúe en estrecha colaboración con las otras actividades pastorales (Cfr. M.P. Ecclesiae Sanctae n. 17), es decir con el movimiento bíblico, litúrgico, ecuménico, con el apostolado de los seglares, con la acción social etc. -

Además, téngase presente que esta coordinación es necesaria desde el principio, es decir desde el momento en que se estudia y se oriente el plan de acción pastoral.

 

EL CATECUMENADO DE LOS ADULTOS

130. El catecumenado de los adultos, que es a la vez catequesis, participación litúrgica y vida comunitaria, es el caso típico de una institución que nace de la colaboración de diversas actividades pastorales; tiene la finalidad de guiar el itinerario espiritual, el cambio de mentalidad y de costumbres de aquellos que se preparan para el Bautismo. Es escuela preparatoria a la vida cristiana, es introducción a la vida religiosa, litúrgica, caritativa y apostólica del pueblo de Dios (Cfr. AG. 13-14; SC. 65; CD. 14). Toda la comunidad cristiana, a través de los padrinos que la representan, y no solamente los sacerdotes o los catequistas, está comprometida en esta obra.

 

CAPITULO VII

LA NECESIDAD DE PROMOVER LA INVESTIGACION CIENTIFICA

LA INVESTIGACION CIENTIFICA

131. Sin la investigación científica el movimiento catequístico quedaría paralizado, supuesta la rápida evolución de la cultura de nuestros tiempos.

Es indispensable por tanto que los órganos nacionales de las Conferencias Episcopales promuevan una investigación asociada. Conviene por otra parte que se establezca un programa de las cuestiones a investigar que ya están en marcha y que se tomen los contactos convenientes con los expertos que están comprometidos en eso y que se afronte el estudio de las cuestiones todavía no investigadas procurando para ello los medios económicos necesarios.

Hay temas de investigación que revisten un interés universal, por ejemplo relaciones entre la exégesis y la catequesis moderna, catequesis y antropología, catequesis y los "mass thedia", etc. La naturaleza y las dificultades de estas investigaciones aconsejan una colaboración internacional.

 

CAPITULO VIII

LA COOPERACION INTERNACIONAL Y LAS RELACIONES CON LA SANTA SEDE

LA COOPERACION INTERNACIONAL

132. El Colegio Apostólico es solidario en el ejercicio de su misión (Cfr. LG. 22-23; AG. 38; CD 2,4). Muchas veces en esta parte del Directorio se han indicado las consecuencias que se siguen de esta solidaridad por cuanto mira a la catequesis (por ejemplo el Capítulo II: armonización de las metas pastorales de las naciones vecinas; Cap. III: creación de Institutos Superiores; Cap. IV: elaboración de instrumentos comunes de trabajo; Cap. VII: investigación científica).

La cooperación internacional se requiere también en lo que respecta a la predicación a los emigrantes.

La tarea que hay que cumplir es doble: Ante todo es necesario que los emigrantes no se queden privados de la Palabra de Dios. Las diferencias de lenguaje, de cultura, de costumbres piden un cambio de informaciones y de personal entre la Iglesia de los países de origen y las del país que acoge. Además es necesario que el ministerio de la palabra contribuya a tomar conciencia en los cristianos del país hospitalario de los problemas de los emigrantes y disponerlos fraternalmente para recibirlos.

La cooperación internacional se requiere también en la catequesis a los turistas. Se sabe, de hecho, que el turismo toma una dimensión cada vez más internacional (Cfr. El Directorio General para la Pastoral del turismo).

La cooperación internacional debe respetar las responsabilidades y las condiciones de las Iglesias locales. Conviene por tanto que los países que se encuentran en situación mejor en cuanto al personal, medios económicos e investigación científica, den su apoyo a los otros sin pretender imponer sus concepciones y sus. métodos de acción.

 

LA SANTA SEDE

133. Como ‘Pedro fue constituido cabeza del Colegio Apostólico y fundamento de la Iglesia, así el sucesor de Pedro, es decir, el Romano Pontífice, (Cfr. LG, 22), es la cabeza visible del Colegio Episcopal y de todo el pueblo de Dios. El cumple su obligación de magisterio y de gobierno como Vicario de Cristo y Pastor de toda la Iglesia (LG, 22) siempre para el bien espiritual del Pueblo de Dios y para el crecimiento del mismo. El puede ejercer su función de acuerdo con las necesidades de la Iglesia con toda libertad de diversas formas, es decir, o personalmente o colegialmente, esto es junto con los Obispos de toda la Iglesia.

Ejerce el poder personalmente bien sea con sus propios actos o a través de los actos ministeriales principalmente de los Dicasterios de la Curia Romana.

LA SAGRADA CONGREGACION PARA EL CLERO

134. La responsabilidad central de la catequesis para los territorios de derecho común está confiada a la Sagrada Congregación para el Clero (Oficio Segundo). Ella tiene la tarea de estimular, coordinar y guiar todo lo que respecta a la predicación de la Palabra de Dios y las obras de apostolado; de difundir las noticias y promover, en cuanto sea posible, la cooperación entre las diversas naciones. -

Se encarga de incrementar y moderar los oficios que están al frente de la catequesis.

Revisa y aprueba los directorios catequísticos, los catecisrnos y programas para la predicación de la Palabra de Dios, preparados por las Conferencias Episcopales. Estimula los congresos catequísticos nacionales y fomenta los internacionales (Const. Apost. Regimine Ecclesiae universae, n. 69; Carta Secret. Est. 20. Ag. 1969. N. 143741).

APENDICE

INICIACION A LOS SACRAMENTOS DE LA PENITENCIA Y DE LA EUCARISTIA

Entre los distintos objetivos de la catequesis tiene gran importancia la preparación de los niños a los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía. A este respecto se juzga oportuno recordar algunos principios y hacer algunas observaciones sobre las experiencias realizadas en estos últimos tiempos en algunas regiones de la Iglesia.

 

LA EDAD DE LA DISCRECION

1. La edad más apropiada para recibir por primera vez estos sacramentos es la que en los documentos de la Iglesia se llama edad de la razón o de la discreción.

Esta edad "tanto para la confesión como para la comunión es aquella en la que el niño comienza a razonar, es decir hacia los siete años poco más o menos. Desde este momento comienza la obligación de cumplir el uno y el otro precepto de la confesión y de la comunión" (Decr. Quam Singulari, 1, AAS, 1910, p. 582).

Será cosa laudable que a través de investigaciones de psicología pastoral, se estudie y describa esta edad, que se desarrolla gradualmente bajo el influjo de varios factores y presenta en cada niño una fisonomía propia.

Téngase cuidado, sin embargo, de que el tiempo en que de por si empieza a obligar el precepto de la confesión y la comunión no se extienda más allá de los límites dichos, los cuales, por lo demás no son rígidos.

 

LA FORMAClON DE LA CONCIENCIA MORAL DE LOS NIÑOS Y SU DESARROLLO

2. Mientras se desarrolla en el niño la capacidad de razonar, se afina también la conciencia moral, es decir la capacidad de juzgar las propias acciones en relación con la norma moral. A la formación de esta conciencia moral del niño concurren varios elementos y circunstancias: la familia con su fisonomía y conducta que en los primeros años del niño se destaca sobre los otros factores educativos; las relaciones con los otros y la conducta y el testimonio de la comunidad eclesial.

A decir verdad, la catequesis al cumplir su tarea de instrucción y de formación de la fe cristiana, coordina estos varios elementos, los estimula y trabaja juntamente con ellos. Solamente así podrá dirigir oportunamente a los niños al Padre Celestial y corregir eventuales desviaciones u orientaciones de vida no correctas. -

Sin duda, a los niños de esta edad se debe hablar de la manera más simple de Dios nuestro Señor y Padre, de su amor hacia nosotros, de Jesucristo, Hijo de Dios, que por nosotros se hizo hombre, murió y resucitó.

Considerando el amor de Dios, el niño podrá gradualmente percibir la malicia del pecado, que siempre ofende a Dios Padre y a Jesús, y es contrario a la caridad con la cual debemos amar al prójimo y a nosotros mismos.

 

LA IMPORTANCIA. DEL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA

3. El niño que comienza a ofender a Dios con el pecado, comienza también a sentir el deseo de alcanzar el perdón, no solamente de sus padres y parientes sino también de Dios.

La catequesis le ayudará a cultivar saludablemente este deseo y le inculcará una santa aversión al pecado, como también la necesidad de enmendarse y sobre todo de amar a Dios. La tarea peculiar de la catequesis, en este sentido, consiste en explicar de la manera más adecuada, que la confesión sacramental es un medio para obtener el perdón ofrecido a los hijos de la Iglesia, más aún, el medio necesario para el que ha caído en pecado grave.

Ciertamente los padres cristianos y los educadores religiosos, deben formar al niño de modo que él procure ante todo progresar en el amor más íntimo del Señor Jesús y en el amor verdadero del prójimo. La doctrina del sacramento de la penitencia debe proponerse en el vasto cuadro de la purificación y del progreso espiritual que se alcanza con una gran confianza en el amor y la misericordia de Dios. De esta manera los niños no sólo podrán alcanzar gradualmente una mayor delicadeza de conciencia, sino que no caerán en el desaliento cuando hagan alguna cosa menos recta.

La Eucaristía es la cumbre y el centro de toda la vida cristiana. Para recibir la comunión además del estado de gracia que se requiere, conviene una gran pureza de conciencia.

Sin embargo evítense con toda solicitud que los niños crean necesaria la confesión antes de recibir la Eucaristía, aún cuando uno, amando sinceramente a Dios, se ha alejado no gravemente del camino de los divinos preceptos.

4. En algunas partes de la Iglesia, en estos últimos tiempos se han hecho experimentos con respecto a la primera recepción del Sacramento de la Penitencia y de la Eucaristía, que en realidad le dejan a uno dudoso y perplejo.

Para anticipar convenientemente la comunión de los niños, para evitar en la futura vida cristiana turbaciones psicológicas que pueden derivar de un apresurado uso de la confesión, para favorecer, en fin, una mejor educación del espíritu de penitencia y una más sólida preparación catequística para la misma confesión, ha parecido bien a algunos admitir los niños a la primera comunión sin la previa recepción del sacramento de la penitencia.

En verdad el acceso al sacramento de la penitencia desde los comienzos de la edad de la discreción no lastima el alma de los niños, siempre que, naturalmente, se haga preceder de una amorosa y prudente preparación catequística.

Por lo demás, el espíritu de penitencia podrá ser posteriormente desarrollado a través de una instrucción catequística continuada aún después de la primera comunión; del mismo modo podrá crecer el conocimiento y la estima del gran don concedido por Cristo a los hombres en el sacramento del perdón que deben recibir, y de la reconciliación con la Iglesia (Cfr. LG. 11).

Todas estas consideraciones no han impedido que en algunos lugares se haya introducido la práctica de distanciar, corno costumbre, algunos años entre la primera comunión y la primera confesión.

 En otras partes, en cambio, se han introducido innovaciones más prudentes, sea porque la primera confesión no se ha diferido- tanto tiempo, sea porque se tiene en cuenta el juicio de aquellos padres que prefieren que los niños se acerquen al sacramento de la penitencia antes de la primera comunión.

 

VALOR DE LA PRACTICA COMUN VIGENTE

 5. El Sumo Pontífice Pío X ha declarado "la costumbre de no admitir a la confesión y de no absolver a los niños llegados al uso de la razón, es totalmente reprobable" (Decr. Quam Singulari VII. AAS, 1910, p. 583). Apenas se salva el derecho que tienen los niños de confesar los propios pecados, si al comienzo de la edad de la discreción no son preparados y dulcemente encaminados al sacramento de la penitencia.

 También se debe tener presente la utilidad de la confesión, que conserva su fuerza aún en el caso de sólo pecados veniales y confiere el aumento de la gracia y de la caridad, aumenta las nuevas disposiciones del niño para recibir la Eucaristía y ayuda a perfeccionar la vida cristiana.

Parece, pues, que no se puede excluir la utilidad de la confesión en nombre de aquellas formas penitenciales o del ministerio de la palabra con que se cultiva en los niños la virtud de la penitencia; esas formas, sin embargo, pueden ser cumplidas con fruto junto con el sacramento, preparado por una catequesis adecuada.

 La experiencia pastoral de la Iglesia, avalada por muchos testimonios aún actuales, le enseña cuánto puede contribuir la edad de la discreción para lograr que, mediante una recepción bien preparada de los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía, la - gracia bautismal de los niños dé los primeros frutos que a continuación deberán ser acrecentados con la continuación de una catequesis oportuna.

 Considerado cuanto antecede y teniendo presente la práctica común y general que no se puede derogar sin el beneplácito de la Sede Apostólica, y después de oír las Conferencias Episcopales, esta misma Santa Sede juzga que se debe conservar vigente costumbre de la Iglesia de confesarse antes de la primera comunión; lo cual de ninguna manera impide que esta costumbre se mejore de muchas maneras, por ejemplo con la celebración penitencial común que preceda o siga al acceso al sacramento de la penitencia.

 La Santa Sede no ignora las peculiares razones y circunstancias de las diversas regiones, pero exhorta a los Obispos en este asunto de no poca importancia a no apartarse del uso vigente de la Iglesia si no después de haber consultado con ella en el espíritu de comunión jerárquica. Así los Obispos tampoco permitirán que los Párrocos o educadores o institutos religiosos comiencen o continúen el abandono de la costumbre vigente.

 En las regiones, pues, donde ya se han introducido prácticas que se separan notablemente de la primitiva, las Conferencias Episcopales vean de someter tales experimentos a un nuevo examen; y, si quieren prorrogarlos, no lo hagan sino después de haber hablado con la Santa Sede Apostólica que de buen grado los oirá, y de acuerdo con la misma.

 El Sumo Pontífice PABLO VI, con su carta de la Secretaría de Estado N. 177335 del 18 de Marzo 1971, ha aprobado y confirmado con su autoridad este Directorio General, con el apéndice, y ha ordenado que se publique.

 

Roma 11 de Abril de 1971, Resurrección del Señor.

CARD. JUAN J. WRIGHT, Prefecto

PEDRO PALAZZINI, Secretario