Actitud
ante la lectura Bíblica |
Todos los que formamos parte de la iglesia tenemos
el derecho y el deber de interpretar la Sagrada Escritura, de tratar de entender
el valor que tiene para nuestras vidas en la actualidad.
Esta tarea no la podemos realizar cada uno de nosotros, necesitamos un trabajo
de conjunto: los pastores como servidores de la Palabra, nos ayudan a través de
su predicación y enseñanza mostrándonos el plan de Dios en toda su riqueza y
amplitud. Los especialistas nos ofrecen datos técnicos, ayudas científicas
adecuadas, explicaciones y comentarios, fruto de su oración, estudio e
investigación. Los demás fieles, con la ayuda de la palabra, debemos iluminar y
criticar nuestra vida y nuestra historia. Es necesario hacer una confrontación
entre nuestros criterios y los de Dios, nuestros valores y los del Señor.
Al tratar de leer la Escritura, necesitamos aceptar con humildad la limitación y
falibilidad de nuestras interpretaciones, por eso es necesario situarnos en una
apertura a la comunidad, a la Tradición viva de toda la Iglesia y ponernos bajo
la guía del Magisterio. Esto nos coloca en una lectura en Iglesia, donde podemos
acentuar los diversos planos y oficios de cada uno de los miembros de la
comunidad y sabernos ubicar en el papel y función que tenemos.
Hemos de acercarnos a la Sagrada escritura con una actitud de fe en un ambiente
de oración. Así el Espíritu nos ayuda a entender lo que quiere comunicarnos.
Esto exige de nosotros búsqueda, discernimiento, sinceridad, apertura a la voz
de Dios. Necesitamos abrirnos a la Palabra y a su misterio, al Espíritu que en
el seno de la comunidad nos guía.
Leer y escuchar la Biblia es una acción buena y santa. Es cumplir con un deber
de nuestra religión, para la gloria de dios y para nuestra salvación eterna.
Actitudes necesarias para leer e interpretar correctamente la Biblia.
Hay que esforzarse por realizar una lectura global de la Escritura, ser sinceros
y leales ante ella, no manipulando, ni seleccionando tendenciosamente de la
Palabra de Dios, los textos que nos agradan, dejando a un lado cierto tipo de
textos que no van de acuerdo a nuestra mentalidad. Hay que escuchar lo que el
Señor quiere decirnos, no lo que nosotros queremos oír.
Tampoco podemos quedarnos en un literalismo ingenuo, un fundamentalismo, que es
tomar al pie de la letra los textos sin interpretarlos correctamente. Debemos
fijarnos en lo que los autores humanos escribieron y en lo que pretendían decir
con sus palabras, imágenes y símbolos.
Hacer a un lado la simplicidad racionalista, dejándonos absorber por la ciencia,
sin permitir abrirnos a la dimensión sobrenatural de la revelación y de la fe, y
a la auténtica lectura espiritual de la Escritura. Por ejemplo, sería incorrecto
cuestionarnos si el Génesis nos resuelve el problema del monogenismo, de la
evolución o del pecado original. Es necesario darnos cuenta de la diversidad de
preguntas que se pueden formular en torno al mismo texto.
La lectura de la Biblia tiene sus propias exigencias y existen actitudes válidas
para la lectura de los demás libros, pero impropias para el libro sagrado de la
Biblia. Por tanto, no debemos perder de vista los fines espirituales que se
persiguen y no leer la Escritura simplemente por:
- curiosidad, como si se tratara únicamente de un libro interesante.
- ampliar nuestros conocimientos por sus grandes valores culturales.
- disfrutar del valor literario, como una encumbrada obra de la literatura
universal.
- ampliar nuestros conocimientos religiosos, como si fuera una obra cualquiera
de contenido religioso o espiritual.
La actitud correcta para leer la Biblia, es la espiritual, es decir, buscar en
ella el mensaje de Dios para nuestra vida espiritual. Sólo así, la palabra de
Dios se extenderá profundamente en nuestra existencia, transformándola en
redimida, digna y santa. Su lectura, bien llevada, siempre nos hace
espiritualmente mejores, ya sea como hombres, ya sea como hijos de Dios.
Un posible camino para la mejor interpretación de un texto es el siguiente.
1. Leer atenta y meditativamente bien un texto de la Biblia -esto es algo
fundamental y esencial-, debemos fijarnos bien en lo que el texto seleccionado
dice. En un texto narrativo podemos, por ejemplo, ver los personajes que
intervienen, quienes son, qué dicen y hacen. Atender a los lugares y tiempos de
la narración.
Luego hemos de descubrir las actitudes, criterios sentimientos y valores que nos
presenta el texto a través de sus palabras y de los personajes que actúan. Así
captaremos más fácilmente el mensaje que nos propone Dios.
2. En un segundo momento hemos de leer los pasajes que están antes y después del
texto escogido. Ver bien la parte de la obra o el libro en que se encuentra.
Esto significa que estamos atentos al contexto literario del texto que
analizamos. En muchas ocasiones por no leer bien la frase o los textos que
siguen, malinterpretamos lo que nos dice el autor.
3. Después hemos de poner atención al contexto histórico, es decir quién
escribe, cuándo lo hace, a quién se dirige, qué pretende lograr de ellos. Las
introducciones, notas y comentarios de las Biblias pueden ayudarnos en esta
línea.
4. Por último hemos de tomar en cuenta qué importancia tiene el texto en el
conjunto de todas la Escrituras. ¿Cómo puede este texto iluminarse y
complementarse con otros pasajes bíblicos? ¿Cómo se interpreta este texto, bajo
la perspectiva cristiana, en el conjunto de toda la Biblia y en la Tradición
viva de la Iglesia?
La Palabra de Dios tiene que calar profundamente en nuestra vida, ha de ser
fuerza transformadora de nuestra persona, sociedad e historia. Precisamente por
eso, el Libro sagrado, don de Dios, debe ser leído, estudiado y meditado en
nuestras comunidades, en nuestra familias, por cada cristiano.
Al tener una actitud abierta y sensible a la Escritura, la Palabra de Dios
profundizará nuestra fe, nos dará un mejor conocimiento de Jesucristo, promoverá
nuestra vida de oración, cimentará nuestra unidad cristiana, fortalecerá nuestro
mutuo amor, nos impulsará a una continua conversión, nos hará avanzar por el
camino de la santificación y abrirá nuestros corazones a la segura esperanza de
los bienes sobrenaturales y eternos.
Cortesía de www.encuentra.com para la
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