Libro de los Salmos (1-50)

 

Introducción. Libro Primero. Salmo 1. Las dos Sendas: La del Justo y la del Impío. Salmo 2. El Ungido de Yahvé. Salmo 3. Seguridad del Justo en la Persecución. Salmo 4. Oración del Justo Perseguido. Salmo 5. Oración Matinal del Justo contra los Impíos. Salmo 6. Deprecación de un Justo enfermo. Salmo 7. Deprecación del Justo Calumniado. Salmo 8. Himno al Creador. Salmo 9. Dios, Juez Supremo. Salmo 10 (Vg 9). La Conducta Perversa de los Impíos. Salmo 11 (Vg 10): La Confianza En Dios. Salmo 12 (Vg 11): Deprecación Contra los Impíos. Salmo 13 (Vg 12): Suplica de Auxilio del Justo Atribulado. Salmo 14 (Vg 13): Corrupción General de la Sociedad. Salmo 15 (Vg 14): El Huésped de Yahvé. Salmo 16 (Vg 15): Ansias de Intimidad con Yahvé. Salmo 17 (Vg 16): Confianza del Justo en el Juicio de Dios. Salmo 18 (Vg 17): Canto Triunfal de Liberación. Salmo 19 (Vg 18): La Gloria de Dios, Manifestada en el Cosmos. Salmo 20 (Vg 19): Oración por el Rey que va a la Guerra. Salmo 21 (Vg 20): Canto de Acción de Gracias por Haber Protegido al Rey. Salmo 22 (Vg 21): El Justo Doliente y Perseguido. Salmo 23 (Vg 22): Dios, Pastor del Justo. Salmo 24 (Vg 23): Canto Procesional. Salmo 25 (Vg 24): Confianza del Justo en el Señor. Salmo 26 (Vg 25): Oración Confiada del Justo. Salmo 27 (Vg 26): Confianza del Justo en Medio del Peligro. Salmo 28 (Vg 27): Suplica a Yahvé Para que Manifieste Su Justicia. Salmo 29 (Vg 28): Manifestación Majestuosa de Yahvé en la Tempestad. Salmo 30 (Vg 29): Acción de Gracias después de una Enfermedad grave. Salmo 31 (Vg 30): Plegaria de un Justo Angustiado. Salmo 32 (Vg 31): La Confesión de los Pecados y la Reconciliación con Dios. Salmo 33 (Vg 32): Yahvé, Creador del Universo y Protector de los Fieles. Salmo 34 (Vg 33): Yahvé, Protector de los Justos. Salmo 35 (Vg 34): Plegaria del Justo contra los Perseguidores. Salmo 36 (Vg 35): La Impiedad del Malvado y la Bondad de Dios. Salmo 37 (Vg 36): Los Caminos de la Providencia sobre los Hombres. Salmo 38 (Vg 37): Oración de un Pecador Arrepentido. Salmo 39 (Vg 38): Deprecación del Justo Atribulado. Salmo 40 (Vg 41): Acción de Gracias por el Auxilio Recibido y Petición de Nueva Ayuda. Salmo 41 (Vg 40): Oración de un Enfermo Grave. Libro Segundo. Salmos 42-43 (Vg 41-42): La Nostalgia de la Vida Litúrgica en el Templo. Salmo 43 (Vg 42). Salmo 44 (Vg 43): Lamentación y Suplica por la Nación Ultrajada. Salmo 45 (Vg 44): Canto Nupcial. Sentido Mesiánico del Salmo. Salmo 46 (Vg 45): Dios, Protector de Su Pueblo. Salmo 47 (Vg 46): Invitación a las Gentes a Reconocer la Soberanía de Yahvé. Salmo 48 (Vg 47): Himno a la Gloria de Jerusalén. Salmo 49 (Vg 48): El Enigma de la Providencia. Salmo 50 (Vg 49): El Culto Aceptable a Dios.

 


Introducción.


Nombre, número y numeración de los Salmos.

El Salterio es llamado en la tradición judía "Libro de las alabanzas" y, juntamente con Job y Proverbios, constituía la serie de los "hagiógrafos mayores." En el N.T. se le conoce bajo la denominación de "Libro de los Salmos" (βίβλος ψαλμών)2. El nombre de Salmo proviene del vocablo griego ψάλλει ν, que significa originariamente tocar un instrumento de cuerda o cantar al son de dicho instrumento. Es el equivalente aproximado del heb. mizmór (del v. tramar: "tañer," "tocar"). El conjunto de salmos es llamado Salterio, que traduce el heb. nébel (instrumento músico de cuerdas) 3. Las composiciones salmódicas son generalmente de índole lírica, si bien no faltan entre ellas cantos épicos, composiciones didácticas y aun fragmentos oraculares proféticos.

El concilio Tridentino, recogiendo la tradición eclesiástica, incluye entre las Escrituras canónicas Psalterium davidicum 150 Psal-morum4. Son justamente los 150 salmos del texto masorético hebreo, excluyendo así el 151 de la versión griega de los LXX, al que se le califica de "psalmus David idiographus et extra numerum po-situs."5 La expresión Psalterium davidicum del Tridentino no ha de tomarse en el sentido de determinación crítica del autor humano de los Salmos, sino simplemente en el de registrar como canónica la colección de Salmos, que era comúnmente considerada como de origen davídico por la tradición. El concilio trata en su decreto de la canonicidad de los 150 salmos, no de su origen crítico humano. Así lo han entendido comúnmente los comentaristas católicos, y en las determinaciones posteriores oficiales jamás se urge la necesidad de admitir el origen davídico de todas las composiciones del Salterio.

El texto hebreo masorético y el de las versiones griega y latina del Salterio no coinciden en la distribución numérica de los Salmos, fuera de los ocho primeros y los tres últimos. He aquí el esquema de la numeración según la diversa distribución del texto hebreo masorético y la de los LXX y Vg:

Texto Hebreo Masorético

1-8

9-10

11-113

114-115

116

117-146

147

148-150

Texto de los LXX y Vg.

1-8

9

10-112

113 114-115

116-145

146-147

148-150

Esta distribución, aunque es la general mantenida en la mayoría de los códices, sin embargo, en algunos se dan otras distribuciones 6. Se admite que, por razones convencionales del culto litúrgico, algunos salmos han sido separados, y otros juntados en uno 7.

División del Salterio.

La colección completa del Salterio se divide en cinco libros, que se terminan, respectivamente, por la doxología: "Benedictus Dominus... Amen, amen."8 Se supone que esta quíntuple división de los Salmos obedece a la tradicional división del Pentateuco — la Toráh — en cinco libros.

Libro I: 1-41(40). Se le llama libro davídico, porque todos los salmos de esta primera colección se atribuyen a David, excepto los salmos 1.3(2) y 24(23). En estos salmos predomina el nombre divino Yahvé. Se considera como la sección primitiva del Salterio, y, sin duda, muchos de los salmos son de la época davídica o salomónica.

Libro II: 42(41)-72(71). En este libro segundo se incluyen dos colecciones, la de los "hijos de Coré" 42(41)-49(48)1 y la de David 51(50)-70(69)]. Al final del salmo 72(71) se dice: "Se acaban las oraciones de David, hijo de Jesé"; lo que implica que para el compilador eran desconocidas las siguientes colecciones del Salterio.

Libro III: 73(72)-89(88). Tiene una primera colección atribuida a Asaf (73-88). A este mismo personaje se atribuye el salmo 49 del libro anterior. Predomina en este tercer libro y en el segundo el nombre divino Elohim, Por eso ambos constituyen la gran colección de los salmos elohisticos (42-83).

Libro IV: 90 (89)-106(105). Conjunto heterogéneo, en el que se destacan los salmos que celebran el imperio universal de Yahvé (93-100).

Libro V: 107(106)-150. En esta última serie son de notar los llamados salmos "graduales" o de las "subidas" y los del "gran Halleí," porque se iniciaban con el aleluya. Como este libro no se cierra con la conocida doxología "Benedictus Dominus... Amen, amen," no pocos autores consideran el brevísimo salmo 150 como el colofón doxológico del Salterio.

Títulos de los Salmos.

La mayor parte de las composiciones del Salterio tienen unas indicaciones preliminares de índole histórica, musical o literaria 9. No pocos salmos se atribuyen a David o a otros personajes organizadores del culto del templo: a los hijos de Coré y de Asaf, Salomón, Moisés, Ernán, Etán, Iditún.

a) Indicaciones literarias

Mizmór: equivale a nuestra denominación de "salmo" (cántico recitado con acompañamiento de un instrumento de cuerdas). Este título acompaña a 57 composiciones del Salterio; 36 de éstas se atribuyen a David; a Asaf, 9; a los hijos de Coré, 6, y i a los hijos de Coré y Hernán ezraíta (el salmo 89). Sólo en cinco casos no aparece esta indicación literaria vinculada a un nombre propio. La versión de los LXX no siempre traduce mizmór por ψαλμό$, pues en los salmos 4 y 39 traducen φδή; en cambio, en otras composiciones en que no aparece el nombre de mizmσr las califican de ψαλμοί.

Shir: designa propiamente un "cántico," religioso o profano 10. Generalmente, la palabra shir va unida a la de mizmór (en 13 salmos); en el salmo 45(44) aparece sola; en cambio, califica a los salmos "graduales" o de las subidas (Sal 120-134). Los LXX lo traducen generalmente por φδή, y la Vg por “canticum." En general tiene el sentido de "cántico" triunfal, festivo, por oposición a la qindh, que equivale a elegía.

Tefilláh: oración, plegaria. Aparece en cinco salmos: 17.86.90. 102.142. Al final del salmo 72 se dice: "Fin de las plegarias (tefillóth) de David, hijo de Jesé." Esto indica que, para el compilador, la palabra tefiláh equivale a tehilláh, que traducimos por "alabanza."

Tehilláh: alabanza. Aparece sólo en el encabezamiento del salmo 145; pero podría aplicarse a gran parte de las composiciones del Salterio. De hecho, entre los judíos, al libro de los Salmos se le llama sefer tehillím ("libro de las alabanzas").

Maskil: generalmente se traduce esta palabra por "didáctico," relacionándola con la raíz ski, que significa "ser prudente," y en forma causativa "instruir." Así, podemos traducirlo por "instructivo," "sapiencial." No obstante, esta calificación sólo conviene a los salmos 32 y 78 de los 13 a que se aplica. La Vg traduce por "intellectus," "sapienter," que a su vez es la versión de συνέσεως y είε σύνεσιν de los LXX. Algunas de las composiciones que llevan esta indicaciσn tienen mαs bien el carácter de plegarias ardientes y lamentaciones angustiosas.

Miklám: aparece en seis salmos y es una palabra de sentido incierto. Los LXX traducen στηλογραφία, y la Vg “tituli inscriptio.” Quizα leyeran miktáb, y entonces podría traducirse como poema que debe "inscribirse en una estela" o piedra. Sin embargo, Aquila, Símaco y San Jerónimo y el Targum han leído mdktám, y traducen por "humilde" y "sencillo," aplicándoselo a David. Recientemente los autores han relacionado el vocablo misterioso con el arameo kéthém (oculto): poema esotérico; kethém heb.: "oro": "poema aureum," selecto.

Shiggáyón: denominación enigmática, que aparece sólo en el encabezamiento del salmo 7. Los LXX y Vg traducen por "psalmus," pero otras versiones antiguas le dan el sentido de "pecado cometido por ignorancia." Los exegetas modernos más bien traducen por "ditirambo." Pero el salmo 7, en el que aparece dicho término misterioso, es más bien una plegaria penitencial, y entonces se le relaciona con el asirio shegu: delirar, lamentarse violentamente. En Hab 3:1 aparece la expresión (al shighyónoth, que los LXX traducen por μετά φδή$·

b) Indicaciones musicales

Son de diversa índole: alusión al maestro de capilla, a los instrumentos con los que debía ser acompañado el salmo y a la melodía popular conocida según la cual debía cantarse.

Lamnaséaj: se suele traducir generalmente: "Al maestro de coro" u. La Vg, siguiendo a la versión de los LXX (εις το τέλος), traduce por "in finem," sin duda porque leyeron lánésaj. Aquila, Símaco, Teodoción y San Jerónimo traducen "vencedor," "victoria" (sin duda leyendo en heb. mnaséaj). En ese supuesto se trataría de un "pean" o "canto de triunfo." Pero la mayor parte de las composiciones del Salterio que llevan esta indicación no tienen este carácter literario 12.

Lelamméd: aparece sólo en el salmo 6o y se traduce comúnmente "para enseñar." Esta indicación aparece también en la elegía de David sobre Saúl y Jonatás13.

'Al-hashmíníth: se traduce generalmente "pro octava"13, y se interpreta en el sentido de que debía interpretarse con una "octava" baja o con voces graves 14.

1Al-'alámóth: lit. "a las vírgenes." Y se supone que es una alusión a las voces de soprano.

Le 'annóth: aparece en el salmo 88. La Vg traduce: "ad respon-dendum,” siguiendo a los LXX: του άποκριθήναι. San Jerσnimo: "ad praecinendum." Generalmente se entiende esta indicación con la significación de "alternancia" de coros.

Séláh: esta extraña palabra la encontramos no en las cabeceras de los salmos, sino en el cuerpo de los mismos. Aparece setenta y una veces en 39 salmos, y tres veces en el cántico de Habacuc 15. Generalmente aparece en la colección del "maestro de capilla." San Jerónimo lo traduce por "semper," y para él es una exclamación semejante a "amen" o "paz." La Vg no la traduce, y los LXX oscilan entre διάψαλμα y αεί (versiσn de Aquila, y algunas veces de Sνmaco y Teodoción, aunque éstos generalmente traducen como los LXX). El sentido etimológico es oscuro. Comúnmente se interpreta como cambio de estrofa o de recitación coral16.

Higgáyón: se suele entender en el sentido de "meditativo" (de la raíz hágdh, "murmurar," "meditar," "musitar").

Bineghínóth: aparece en seis salmos y en el cántico de Habacuc. Se suele traducir por "con instrumentos de cuerdas": arpa, lira...

ΈΙ-nejνlσth: "instrumentos de viento": flauta, etc.

Al-hagghittith: el Talmud traduce "sobre la cítara de Geth." Los LXX y Símaco: υπέρ των ληνών; y San Jerσnimo: "pro torcularibus," "para los lagares." Quizá se aluda a un cántico que se solía cantar cuando se prensaba la uva o el aceite.

ΆΙ-'ayyιléth hashshajar: "sobre la cierva de la aurora." Los LXX: υπέρ τή$ αντιλήψεως της έωθινήs. Vg "pro susceptione matutina" (leyendo 'éyálüth en vez de ''ayyéléth." Probablemente se trata del comienzo de alguna canción conocida a cuya melodía debía adaptarse la recitación del salmo.

Al-yónath Celera rejoqim: "sobre la paloma muda de las lejanías." Los LXX traducen "sobre el pueblo que ha sido alejado de los santos." Los traductores alejandrinos, en realidad, se ven muy embarazados al traducir estos títulos, que responden a piezas musicales para ellos desconocidas.

´Al-müth labbén: "sobre la muerte del hijo." Los LXX: "sobre las faltas secretas de los hijos" (leyeron al-alümé(1) -habbén).

ΆΙ-mόth: "sobre la muerte." Los LXX: εϊ$ τους αιώνας. Vg: "in saecula" (leyendo sin duda 'al-olámoth, que consideran como equivalente a 'al-olámim).

‘Al~majalath: "sobre la enfermedad." Los LXX lo toman como nombre propio: υπέρ Μαελέθ. Asν tambiιn la Vg: "pro Maheleth." Aquila, Símaco, Teodoción y San Jerónimo leen 'al-mejoláth: "para el coro de danza."

ΆΙ-shσshanim: "sobre los lirios." ‘Al-shüshan leduth: "sobre el lirio (7) testimonio." ΈΙ-shσshannim 'ιdüth: "sobre los lirios-testimonio." Los LXX traducen "por los que son cambiados" (leyendo 'al-sheshshónim).

c) Indicaciones litúrgicas

En el texto hebreo masoretico apenas se encuentran estos títulos de significación litúrgica. Únicamente lleva una indicación de esta índole el salmo 92: "Cántico. Para el día del sábado." En cambio, en la versión de los LXX y en la Vg abundan estos títulos litúrgicos. Los salmos se utilizaban en el canto del templo al ofrecerse los sacrificios y las oblaciones 17. La recitación de los salmos por los levitas alternaba con el sonido de las trompetas, manejadas por los sacerdotes 1S. En la versión de los LXX aparecen determinados salmos asignados para los distintos días de la semana 19. Encontramos también indicaciones como éstas: "in dedicationem do-mus" 20, "in rememorationem" 21, que parece ser la traducción del lehazkír del TM, que puede relacionarse con el ‘azkarah o "memorial" de Lev 2:2: una oblación especial conmemorativa, consistente en quemar incienso los sábados sobre los panes de la proposición 22.

Otros salmos llevan el título de lethódah: "para alabanza"; quizá se cantaba con motivo de un sacrificio de acción de gracias. El salmo 30 lleva por título shír janukkatt habbaith: "cántico para la dedicación del templo." Quizá se aluda aquí a la dedicación del segundo templo, reconstruido después del retorno de la cautividad, o a la purificación del mismo en el 164 a.C. por Judas Macabeo 23. El salmo 29 lleva por título "in consummatione tabernaculi," siguiendo a los LXX: έξοδλου σκηνής; posible alusiσn al octavo dνa de la fiesta de los Tabernáculos 24.

La serie de salmos que comprende 120 al 134 lleva por encabezamiento: "Cántico de las subidas o de las gradas": shír hamma 'alóth: φδή των αναβαθμών. Se supone que se cantaba cuando "subían" los peregrinos a Jerusalén o cuando avanzaban por las "gradas" que llevaban al templo 25.

Finalmente, hay otra serie de salmos llamados "aleluyáticos," porque van precedidos de la exclamación Halelüyah ("Alabad a Yahvé") 26. El grupo de los salmos 113(112)-118(117) es llamado el "Gran Hallel," y se cantaba en las fiestas de Pentecostés, de los Tabernáculos y en la cena pascual 27.

d) Indicaciones históricas

Un grupo de 13 salmos — atribuidos a David — llevan unas indicaciones sobre la ocasión histórica de su composición. En general están tomadas de los libros de Samuel. El compilador ha querido concretar para sus lectores el momento histórico de la vida del gran rey, que dio lugar a determinadas composiciones salmódicas. En nueve salmos se alude a la persecución de que fue objeto David de parte de Saúl 28. En el salmo 3 se menciona la rebelión de Absalón; en el 51 se alude al adulterio de David, y en el 6o a la guerra siroamonita. En la versión griega aparecen otros salmos con indicaciones históricas 29.

En general podemos decir que todos estos títulos de los Salmos son anteriores a la versión griega de los LXX (s.ΙΙΙ-ΙΙ a.C.) 30.

Autores y datación de los Salmos.

El texto hebreo masorético atribuye 73 salmos a David 31, mientras que según la versión de los LXX son 84 los davídicos, 65 en la Vg y 86 en la siríaca. No pocos Santos Padres, siguiendo tradiciones rabínicas 32, sostuvieron que los 150 salmos del Salterio son obra del propio David 33. San Jerónimo rechaza esta opinión 34. Las expresiones "Salmos de David," "Himnos de David," "Libro de los Salmos de David," "Salterio davídico," empleadas en las antiguas colecciones y en los mismos concilios para designar los 150 salmos del A.T., no obligan a sostener que todos los salmos hayan de atribuirse a sólo David 35.

Los críticos modernos son más bien propensos a negar la paternidad davídica de la mayor parte de las composiciones del Salterio. Así, Delitzsch admite sólo 44 salmos davídicos 36; Hitzig, 14 37; Briggs, 13 38. En general hay tendencia a retrasar la época de composición de los Salmos, poniéndolos en la época persa o macabea 39.

En realidad, no es fácil determinar la fecha de composición de la mayor parte de los salmos, pues "las pruebas internas, sean de estilo o de lenguaje, resultan ser una guía precaria. Muchos de los salmos tienen un carácter completamente general: las circunstancias de un período se parecen muchas veces a las de otro; muchos salmos han sufrido adaptaciones y modificaciones, y la datación de un salmo no ha de determinarse por una simple palabra o una frase" 4°. Con todo, hay muchas veces indicios de composición tardía: alusión al templo, a la cautividad, ausencia de alusiones a la idolatría. En cambio, en no pocos salmos se refleja el estado eufórico de los tiempos gloriosos de la monarquía antes del exilio. Por otra parte, sabemos que David se distinguió por su inspiración poética y sus aficiones musicales, lo cual hace muy verosímil que muchas de las composiciones líricas religiosas suyas hayan sido adoptadas en la vida litúrgica del templo, quedando incorporadas al canon judaico. Precisamente por ser David un gran "poeta" — el poeta religioso por excelencia —, no pocas composiciones del Salterio le son atribuidas por la tradición, como se atribuyen a Salomón la mayor parte de los libros Sapienciales por ser el "sabio" por excelencia de la tradición israelita,

De la exposición de estos apartados se deduce claramente el espíritu moderador de la autoridad eclesiástica en esta cuestión crítica de la autenticidad davídica del Salterio. En realidad, no hay razones críticas poderosas para negar que un núcleo principal del Salterio sea del profeta regio. Muchos salmos reflejan un estilo y léxico de los mejores tiempos preexílicos, y pueden muy bien atribuirse al propio David.

Los autores del N.T. citan no pocas veces salmos atribuyéndolos a David42. En realidad, ni los apóstoles ni el mismo Cristo tratan con estas citas de resolver el problema de la autenticidad crítica humana de los salmos, pues su finalidad es pastoral y apologética; y en sus argumentaciones utilizan los textos acomodándose a la común creencia de los destinatarios judíos, que suponían que dichos salmos eran de David. De esto se deduce que dichas citas no prejuzgan el problema de la autenticidad crítica de las composiciones del Salterio.

Ya hemos indicado antes que en los títulos de los salmos se atribuyen muchos de éstos a diversos personajes, además de David: a Asaf se adscriben 12; a los hijos de Coré, n. El salmo 72(71) es atribuido a Salomón; el 90(89), a Moisés; el 88(87), a Ernán, y el 89(88), a Etán. En la versión griega de los LXX aparecen otros atribuidos a Jeremías, a Ezequiel, a Zacarías y a Ageo. Vemos, pues, que la tradición ha buscado vincular la mayor parte de las composiciones del Salterio a determinados personajes famosos por su carácter regio, profético o levítico 43. La pseudonimia es corriente en la literatura sapiencial del A.T., y, por eso, estas indicaciones de los títulos no han de tomarse al pie de la letra, pues son obra de los escribas y copistas, que han pretendido vincular las composiciones salmódicas a nombres venerados de la tradición bíblica, entre los que descollaba el gran poeta rey de Israel, el legendario David44.

Colecciones de salmos y formación del Salterio.

El actual Salterio se fue formando paulatinamente por yuxtaposición de nuevas composiciones recogidas de distintas épocas. Podemos distinguir en el Salterio tres colecciones distintas que tuvieron vida propia literaria antes de ser incorporadas a la gran colección unitaria actual.

Las composiciones de esta primera serie son de diversa índole: himnos de alabanza o de acción de gracias 45, composiciones didácticas o sapienciales46, profecías mesiánicas 47. Todos los salmos de esta colección son atribuidos a David, excepto los salmos 1:2.10 y 33. El salmo i parece ser de inserción posterior a la primitiva colección yahvista, como introducción sapiencial a esta serie o a todo el Salterio. A Dios se le designa ordinariamente en esta colección con el nombre de Yahvé 48; de ahí la denominación de "yahvista." En general, los poemas de esta colección llevan el sello individual, frente a otros de otras series que reflejan la preocupación nacional. Esta primera colección yahvista es considerada como el núcleo primitivo del Salterio, pudiendo muchos de sus salmos ser obra del propio David.

En esta serie prevalece el nombre divino de Elohim49; de ahí la denominación de elohistica. Este afán de sustituir el nombre de Yahvé por el de Elohim se ve clara en los salmos 53 y 70, que son la repetición de los salmos 14 y 40:14-18, respectivamente, con la diferencia de poner Elohim en vez de Yahvé. Generalmente se explica esta diferencia por el afán de evitar el sacrosanto tetragrámmaton, según las exigencias teológicas de la época, en que se quería salvar ante todo la trascendencia divina. Algunos autores creen que esta colección del Salterio fue compilada para uso de los judíos de la diáspora, y de ahí el cuidado de evitar el nombre de Yahvé en tierras extrañas a la heredad del Dios de Israel50. Pero no hay indicios claros para avalar esta hipótesis.

Esta segunda colección es más heterogénea que la primera, pues en ella encontramos "plegarias de David, poemas de Asaf, composiciones de los hijos de Coré y un salmo atribuido a Salomón."

Los atribuidos a David son de la más diversa índole: penitenciales, invectivos, deprecativos, de acción de gracias y aun himnos procesionales 51.

Los pertenecientes a los "hijos de Coré"52 tienen también una gran variedad literaria: elegías, himnos guerreros, cánticos eucarís-ticos, poemas triunfales en honor del Creador, cantos procesionales, fragmentos cpitalámicos, poemas sapienciales y plegarias mesiánicas. "En cuanto a la forma poética y literaria, el Salterio coraíta constituye una joya única en medio de los esplendores que adornan el gran Salterio. Magnificencia, naturalidad, frescor de imágenes y de comparaciones, profundidad, nobleza, sinceridad de pensamientos y de sentimientos, flexibilidad y sencillez de ritmo métrico y estrófico, nada falta a estas pequeñas composiciones para hacer de ellas obras maestras," 53

La versión de los LXX tiene tendencia a atribuir muchos de estos salmos a David, sin excluir el otro título de los "hijos de Coré,"54

La serie atribuida a Asaf, poeta, profeta y organizador del canto en el tabernáculo en los tiempos de David55, tiene un carácter más sapiencial y aun filosófico, con no pocas reflexiones sobre la historia de Israel56. Pero no faltan las composiciones elegiacas, los oráculos proféticos 57 y las odas triunfales a Yahvé, juez de la historia58. "No se debe buscar en los poemas asáficos la delicadeza exquisita de sentimiento, la melancolía dulce y penetrante de ciertos salmos coraítas, ni la perfección métrica y estrófica. Están escritos en estilo a veces áspero y oscuro. Pero están llenos de vigor y de vida, de un movimiento rápido y dramático. Se diría que sus autores han desdeñado la forma para atenerse sólo al fondo" 59.

En general tienen una proyección nacional. El estilo profético caracteriza algunas de sus composiciones, haciendo hablar a Dios en forma oracular. Por eso se los ha denominado "salmos proféticos."

Es un grupo más heterogéneo que los dos anteriores: 17 salmos davídicos, uno atribuido a Salomón (el 127) y otro a Moisés (el 90), y los restantes son anónimos, y no pocos "huérfanos" o desprovistos de todo título. Desde el punto de vista del contenido, son también de diversa índole: deprecativos60, sapienciales61, me-siánicos62, imprecatorios63, elegiacos64, históricos65, líricos66, himnos 67.

En esta última colección se incluyen los "cánticos de las subidas" o "graduales"68, que se caracterizan por su brevedad y frescor, escritos en lenguaje popular y familiar. Existe en ellos un ritmo "gradual," de forma que las ideas van subiendo como por escalones: se repite una idea y sirve de punto de partida de una nueva idea 69.

También pertenece a esta colección la serie de los salmos ale-luyáticos70. Entre ellos se destaca el "gran Hallel"71, que se recitaba en las grandes fiestas del año 72.

Supuesta esta estratificación de salmos, podemos inferir que el actual Salterio se fue formando paulatinamente por crecimiento gradual, conforme a las exigencias de la piedad judía y las necesidades litúrgicas. Suponiendo que un núcleo primitivo llegue a los tiempos davídicos, los restantes se fueron añadiendo en los tiempos eufóricos de la monarquía bajo Ezequías (s.VIII) y Josías (s.VII), reyes que fomentaron la piedad y la vida de culto en el templo jerosolimitano73. Finalmente, una gran parte pertenece a la época postexílica. La literatura sapiencial floreció particularmente después de la repatriación, y en las escuelas de "sabios" no faltaban poetas que se preocupaban de cantar alabanzas a Dios, expresando las íntimas angustias del fiel incomprendido en la sociedad.

Belleza poética y estructura literaria de los salmos.

Los salmos son ante todo composiciones poéticas, lo que quiere decir que lo intuitivo y afectivo priva sobre lo lógico y didáctico. El poeta se deja llevar de impresiones íntimas difíciles de concretar, de vivencias profundas que no encuentran su encasillado en las estratificaciones frías y calculadas de la razón. "La comunicación de esa vivencia no se puede ahogar en el tecnicismo árido y frío de un análisis y de un examen puramente críticos... El salmo es un poema que se presenta desde dos puntos de vista: la experiencia interna, que es algo real y que tiende a unirse con la forma externa, busca el modo de presentar lo eterno en algo concreto, palpable, viviente y muchas veces pintoresco. La presentación plástica se realiza con imágenes y símbolos. En esa realidad palpable se esconde algo interno... La visión poética se proyecta necesariamente sobre un plano determinado y limitado, pero el plano espiritual se cierne sobre el puramente particular y estrecho... En la poesía de los Salmos, la historia de Israel se abre espontáneamente a un porvenir lejano. Las experiencias de ayer y de hoy se transfiguran de manera radical, y las líneas fundamentales de los hechos salvíficos de Dios en favor de los hombres, que los poetas experimentan tan al vivo, se alargan hacia horizontes que se pierden en un luminoso futuro."74

Como es ley en la poesía hebrea, el salmista establece un constante contrabalanceo de miembros, un movimiento pendular del pensamiento, y así, los versos en dísticos son como los dos platillos de la balanza, que mutuamente se equilibran. El semita va dando las ideas por entregas en círculos más o menos concéntricos, de forma que el pensamiento va gradualmente avanzando, a base de insistir en una idea que se repite, pero que es punto de partida de otra nueva o de la misma bajo otra forma de expresión. Es el estilo concéntrico: "Lo que se dice es una sucesión de comunicaciones plenas, cada una de las cuales abarca la sustancia en su totalidad, pero sin agotarla enteramente. Se añade sin cesar algo nuevo, ora un aspecto, ora otro, y lo que nosotros creíamos haber captado a la primera en su totalidad, pero de manera vaga, aparece de este modo patente y claro a nuestro espíritu y penetra hondo en nuestro corazón. Se trata de un movimiento circular, de un proceso de pensamiento concéntrico. En medio de este flujo y reflujo queda un punto central que nunca se aclara del todo... Este pensamiento es musical y rítmico. Es algo así como una composición musical en la que se repiten sucesivamente motivos con apenas ligeras variaciones, pero que se nos antoja algo enteramente nuevo y con vivencias no percibidas anteriormente. Gracias a estas repeticiones y a esta progresión in crescendo, puede uno asimilar más completa y profundamente el motivo fundamental"75.

No convienen los autores al determinar las leyes convencionales que presiden la expresión externa de la poesía hebraica. Con todo, hay una cosa clara: el ritmo interno conceptual, el contrabalanceo de sentencias. Es el paralelismo de miembros, que, en expresión de los especialistas, es "la ley primera y más cierta de la poesía hebrea"76. Como ya hemos indicado en la introducción general a los libros Sapienciales, el paralelismo de miembros tiene tres formas: sinónimo, antitético y sintético o progresivo.

Paralelismo sinónimo. — Es la repetición de la misma idea bajo distinta formulación en las dos partes del verso:

"No te irrites por mor de los malvados ni envidies al que obra inicuamente"77."Oye, Dios mío, mi clamor, atiende a mi oración" 78.

Paralelismo antitético. — Contraposición de dos ideas en cada una de las partes del verso para provocar un choque psicológico en el lector y aclarar por contraste su contenido:

"Estos en carros, aquéllos en los caballos, pero nosotros esperamos en el nombre de Yahvé, nuestro Dios"79.

"Muchos son los dolores del impío, pero la misericordia ceñirá al que espera en Yahvé" 80.

Paralelismo sintético. — Desenvolvimiento parcial de la idea expresada en el primer estico, mediante una nueva idea o una comparación ilustrativa:

"Como el ciervo las fuentes de las aguas, así mi alma te desea a ti, Dios"81.

"Entonad al Señor un canto nuevo, entonadlo al Señor las tierras todas" 82. "Bocas tienen, mas no hablan; ojos tienen, mas no ven" 83.

Fuera de este ritmo lógico de sentencias, poco es lo que con certeza se sabe de la distribución rítmica y estrófica del verso hebreo. Las hipótesis se multiplican, pues mientras para unos autores la clave del ritmo hebraico está en la cantidad de sílabas largas o breves, como en el latín clásico 84, para otros el secreto está en la distribución de acentos; y no faltan quienes sostengan que la poesía se basaba en el número de sílabas, sin relación alguna con su cantidad 85. Tampoco la división estrófica se puede determinar con claridad. Con todo, hay algunos indicios: el estribillo repetido en el poema86, la inclusión (la misma estrofa empieza y termina con las mismas palabras) 87, la responsión (correspondencia de ideas en dos estrofas sucesivas) 88 y la concatenatio (distribución de ideas o de palabras para encadenar grupos de versos o estrofas). Así, una estrofa empieza con las mismas palabras con que se cierra la anterior. Se llama también "anadiplosis." 89

Un artificio bien conocido en la poesía hebrea es la distribución alfabética o acróstica. Cada verso o cada estrofa empieza con una letra distinta del alefato hebreo y siguiendo su orden 90. Es un procedimiento de la poesía decadente, ya que resulta demasiado artificial, sujetando la agilidad e inspiración del pensamiento. Con todo, las Lamentaciones de Jeremías son una excepción a esta apreciación, ya que poseen un patetismo y aun lirismo inigualables; pero las composiciones acrósticas que tenemos en el Salterio son de inspiración pobre, pues el poeta no sabe moverse con agilidad dentro del encasillado del alefato hebreo.

En la versificación hebrea, y en concreto en el Salterio, encontramos otros artificios literarios:

Anáfora: repetición de una o muchas palabras al principio de muchos versos:

"¿ Hasta cuándo, Señor, me has de olvidar, hasta cuándo apartas tu rostro de mí?" 91

Epífora: repetición de las mismas palabras al fin de muchos versos:

"Todas las gentes me cercaban, y, confiado en el nombre de Yahvé, las derrotaba. Me rodeaban, me cercaban, y, confiado en el nombre de Yahvé, las derrotaba. Me rodeaban como abejas, y, confiado en el nombre de Yahvé, las derrotaba" 92.

Symploké: repetición de las mismas palabras al principio y al fin de cada verso:

"Diga ahora, Israel, porque es bueno, porque su misericordia es para siempre. Diga ahora la casa de Aarón, porque para siempre es su misericordia. Digan ahora los que temen a Yahvé, porque para siempre es su misericordia" 93.

Estribillo: es un "ritornello" o refrán que se repite después de determinadas sentencias de modo regular. Así, en el salmo 42:6.12 se repite:

"¿Por qué te abates, alma mía, por qué te turbas dentro de mí?." 94

Estos son los artificios literarios que encontramos en la técnica externa de la poesía hebraica, y que abundan en las composiciones del Salterio.

Mensaje doctrinal de los Salmos.

El libro de los Salmos, como todos los de la Biblia, es eminentemente religioso, pero precisamente la vena poética sirve para resaltar más la inspiración e intuición espiritual de los fieles, que se sentían vinculados a los destinos providenciales de Israel — "sacerdocio real y nación santa" 95 — en la historia. La poesía hebrea del Salterio es más que un mero desahogo individual, pues está impregnada del sentido histórico-mesiánico de la comunidad teocrática. En la historia sagrada encontramos desde el principio explosiones lírico-religiosas del alma popular israelita con motivo de una intervención milagrosa de Yahvé en favor de su pueblo. Es el caso del paso del mar Rojo cantado por los rapsodas populares, y que ha llegado a nosotros con el nombre del gran caudillo, Moisés.

Después de la organización del culto en el templo, esta inspiración poético-religiosa quedó canalizada a través de los representantes de la familia levítica, especialmente vinculados a la vida litúrgica del santuario. Así, pues, la mayor parte de las composiciones salmódicas surgieron en torno a las exigencias de la vida litúrgica. Almas selectas que vivían con profundidad la vida religiosa en el templo en intimidad con Yahvé — fuente de toda vida espiritual —,dejaron sus experiencias espirituales en los Salmos, que aún hoy día son alimento de las almas del N.T.

"El culto de Israel, que alcanzaba su plena vivencia en las grandes fiestas anuales, en los sacrificios cotidianos, en las ceremonias de acción de gracias, en los días de oración, significa la celebración de los hechos salvíficos de Yahvé, el reconocimiento de Yahvé como su Dios. La liturgia es para ellos, como para nosotros, algo más que el simple recuerdo de acontecimientos pasados. La historia de los hechos salvíficos, y en especial la salida de Egipto con todo lo que lleva consigo, no se conmemora simplemente, sino que de alguna manera se actualiza de nuevo, precisamente como actos (y palabras) salvíficos de Dios, y de esta manera pueden los fieles vivir de nuevo estos acontecimientos. Los hechos salvíficos se anuncian en la comunidad, que es el centro donde resuena la palabra de Dios. Y este anuncio auténtico de la palabra de Dios opera algo, opera la salvación... De estas celebraciones litúrgicas traen su origen los Salmos" . Los salmistas aluden constantemente a la proyección litúrgica, en la asamblea, de sus propias vivencias espirituales, de sus beneficios alcanzados de Yahvé 97.

De este ambiente cultual litúrgico brotaron las composiciones del Salterio. Según, las exigencias de determinadas fiestas, el poeta componía un nuevo poema religioso, que era después recitado e incorporado a la colección preexistente. Surgieron así diversas familias salmódicas conforme al módulo literario poético exigido por las circunstancias: himno, canto de acción de gracias, oraciones deprecativas, odas epitalámicas, composiciones épicas y aun elegiacas. Los problemas individuales del salmista adquieren así un valor público, pues su salvación milagrosa de un peligro de muerte — enfermedad grave, hostilidad de los impíos — es una prueba de que Yahvé no abandona a los que le son fieles, y en este sentido su experiencia personal es una lección para la comunidad religiosa.

Es muy importante señalar el módulo literario que preside la conformación de cada salmo, pues sólo así podemos calibrar sus afirmaciones en la debida medida; pero no debemos olvidar que muchas veces en la misma composición intervienen distintos módulos literarios. Así, se mezclan a veces la deprecación, la elegía, la acción de gracias, el oráculo profético, el género sapiencial. "Los exegetas generalmente dividen los salmos en familias, por el contenido de los mismos o por su género literario, para captar mejor su mensaje y sentido. "Cada grupo se caracteriza por su propio ambiente, su propia mentalidad y por su pequeño mundo de ideas. Cada grupo tiene su idea central, y por eso vive su correspondiente actitud de alma."98

Podemos dividir las diversas composiciones del Salterio en las siguientes familias: salmos de alabanza o himnos de acción de gracias, deprecativos, de peregrinación, profesionales, de entronización, regios, mesiánicos. Todos ellos están presididos por la idea obsesionante del Dios providente: "La atmósfera de los salmos es eminentemente teocéntrica. Sus autores están sedientos de divinidad. A sus ojos, Dios es todo... Ni un instante los salmistas apartan de Dios su mirada y su pensamiento. Si exultan, si gimen, si contemplan, si relatan, todo cuanto sale de sus plumas converge en la sumisión, la prosternación, la aclamación o la adoración... Si acaban de obtener una victoria, si están enfermos, si sienten sus almas asaltadas por las dudas, si tienen conciencia de su pequenez y de su pobreza, siempre se vuelven hacia Dios/ que podrá sacarles de sus situaciones difíciles o merece las acciones de gracias... Dios es la trama, no subyacente, sino resplandeciente y viva, de cada uno de los versículos. Cualquier ocasión sirve a los salmistas para repetir que Dios es grande, justo, fiel o misericordioso, y reiterarle la expresión de su fe, su confianza y su amor"

1. Himnos de alabanza.

Las invitaciones a alabar a Yahvé por sus proezas arrancan de los tiempos del Éxodo100. En el canto de Débora se enaltece el poder del Dios de Israel, que ha vencido a los enemigos de su pueblo 101. En la visión inaugural del ministerio profético de Isaías se hace exclamar a los serafines: "Santo, santo, santo, Yahvé de los ejércitos; llena está toda la tierra de su gloria."102 Toda la creación es la manifestación gloriosa de su poder y magnificencia. En los esplendores litúrgicos del templo, el salmista entona himnos de alabanza y de admiración al Dios de la creación y al Dios de la historia de Israel. Se cantan las antiguas gestas y se glorifican las nuevas "salvaciones" de Yahvé en favor de su pueblo. Algunas veces estos cánticos tienen un aire de responsorio, en el que interviene el solista y el coro general del pueblo:

"Alabad a Yahvé, porque es bueno, porque es grande su misericordia.

Diga la casa de Israel: Es eterna su misericordia.

Diga la casa de Aarón: Es eterna su misericordia."103

Con el canto alternaban los sonidos de los instrumentos músicos de la más diversa índole: de cuerda y de aire: harpas, cítaras, flautas, cuernos, tambores y címbalos. El salmista invita a todos los instrumentistas a tomar parte en la glorificación de Yahvé salvador en el templo:

"Alabadle al son de las trompetas, alabadle con el salterio y la cítara, alabadle con tímpanos y danzas, alabadle con las cuerdas y flautas, alabadle con címbalos resonantes, alabadle con címbalos de júbilo. Todo cuanto respira alabe a Yahvé. ¡Aleluya!"104

El pueblo se asociaba con danzas y movimientos rítmicos a esta manifestación bullanguera en honor de su Dios. Las gentes de mentalidad primaria son propensas a manifestar con músicas altisonantes sus afectos íntimos. El pueblo israelita se sentía dichoso en el templo en torno a su Dios, y la música le enardecía sobremanera. El "aleluya" era como un grito espontáneo de alabanza que salía de las gargantas del pueblo, agradecido a las bendiciones y bondades de su Dios. Otras veces respondía con la palabra de asentimiento, amén, a las alabanzas de los levitas y cantores oficiales 105.

En los himnos de alabanza, el poeta empieza con una invitación a los fieles yahvistas a unirse a sus alabanzas en torno al Dios de Israel; después expone los motivos de estas alabanzas, para terminar con una fórmula de glorificación aceptada acorde a la idionsicracia del pueblo. La perspectiva del salmista se extiende a todo Israel, a todas las criaturas, al universo, invitando incluso a los seres angélicos a entonar un himno de alabanza. En la parte central, no pocas veces se enumeran los motivos más diversos para entonar alabanzas a Dios: por ser Creador, por haber salvado a su pueblo de la opresión egipcia y haberle alimentado milagrosamente por el desierto 106. No pocas veces se canta el poder divino, manifestado en las fuerzas caóticas del mar tenebroso y sobre los monstruos marinos, como el Leviatán 107. La sucesión del día y la noche, la aparición de las fuentes y los ríos, son motivos de alabanza y expresión del poder y sabiduría divinos 10S. Su omnipotencia absoluta se pone a veces en contraposición a la impotencia de los ídolos 109.

Los israelitas tenían una concepción viviente de Dios, que manifiestan en la historia de su pueblo a la par que en la creación. Las vinculaciones históricas de Yahvé con Israel privan sobre las consideraciones de una pura teodicea natural. "Su experiencia religiosa era ante todo una experiencia salvífica, y toda la idea de Dios se apoya sobre una experiencia de ese mismo Dios. Se fundaba sobre los hechos de la historia de la salvación, en el hecho de que Dios estaba próximo a su pueblo. Más tarde va tomando cuerpo en una reflexión ulterior la conciencia de las relaciones entre Creador y criatura. La Biblia no se alza de la filosofía a la teología, sino que, partiendo de la experiencia religiosa, de la convicción de pertenecer al pueblo de Dios, de la plena conciencia de ser el pueblo elegido, llega, mediante reflexiones posteriores, a conclusiones precisas sobre el ser, el cosmos y la creación." 110 "La fe de Israel ha nacido de la experiencia espiritual del obrar de Dios con su pueblo y con cada individuo en particular. Israel ha captado a su Dios como un Dios viviente, que se revela en la historia del pueblo y en la vida de los individuos. Israel ha aprendido a conocer a Dios como a un Salvador y a un guía, como a un Dios Sanador. Israel no extrae de la naturaleza el conocimiento que tiene de Dios, como lo hacen los demás pueblos orientales antiguos, que arrancan de la naturaleza las imágenes de los dioses. A Israel le viene ese conocimiento de las intervenciones de Dios en la historia de su pueblo, como muy bien podrían apreciarlas a la luz de la revelación en Moisés y los profetas." 111 "También Israel podía conocer a Dios partiendo de la creación, pero de hecho lo ha conocido mejor y aún más íntimamente a través de las intervenciones divinas en la vida misma de Israel, en su historia. Yahvé se ha manifestado vivo y operante, se ha revelado a Israel, se ha dejado experimentar por Israel."112

Los salmistas tienen conciencia de esta elección excepcional de Israel, debida únicamente a la voluntad salvadora de Yahvé 113; y por eso cantan entusiasmados sus gestas antiguas — liberación de la esclavitud faraónica, estancia en el desierto y conquista de Canaán —, para dar confianza en los momentos críticos de la historia hebrea posterior. Las dificultades y la cautividad babilónica hacen suspirar por la urgente manifestación poderosa de Yahvé, como en otro tiempo contra los egipcios. El pasado del Éxodo se idealiza, y los poetas ansianas una nueva etapa de vida nacional bajo la égida de Yahvé.

Pero los autores de los Salmos saben que el Dios de Israel es también el Dios de la naturaleza y el Soberano de todas las gentes: "Israel empieza conociendo a Dios como Yahvé, el Dios de su pueblo, el Redentor. A medida que va familiarizándose con la acción redentora de Yahvé, aprende Israel a conocerle también como Creador. Los hechos que acaecen irán madurando la visión teológica de Israel. Yahvé no será ya simplemente el Elohim de Israel, su Dios. El gran hallazgo de Israel consiste precisamente en que El sea Elohim pura y simplemente."114

Llevados de su sentido religioso, los salmistas saben ver la mano de Dios en todas las manifestaciones de la naturaleza, particularmente en su providencia para con todos los seres vivientes, pues provee de comida y sustento a todos los animales 115 y, sobre todo, protege al hombre, haciendo que toda la naturaleza esté a su servicio 116. Dios no es un ser inmóvil, inerte, alejado del contacto con lo creado, sino el principio de toda vida:

"Ampáranse los hombres a la sombra de tus alas, sácianse de la abundancia de tu casa, y los abrevas en el torrente de tus delicias, porque en ti está la fuente de la vida y en tu luz vemos la luz."117

No obstante, es el Rey majestuoso que dirige las manifestaciones cósmicas y atmosféricas 118. Justamente en la tempestad es donde mejor se refleja su poder, fulgurando rayos y conmoviendo con su voz los cimientos de los montes:

"Precédele fuego, que abrasa en derredor a sus enemigos. Sus rayos alumbran el mundo; tiembla la tierra al verle. Derrítense como cera los montes ante Yahvé, ante el Señor de toda la tierra."119

Dios es inaccesible, trascendente y santo 120; al mismo tiempo es eterno 121, omnisciente y todopoderoso 122, creador 123, providente 124, bondadoso y misericordioso 125. Lejos de ser un ser dominado por la fuerza incontrolada de su poder omnímodo, el Dios de los salmistas es justo y equitativo, obrando siempre conforme a las exigencias de su sabiduría y bondad.

2. Salmos eucarísticos.

En los himnos de alabanza se cantan las glorias de Dios y sus beneficios generales sobre las criaturas y sobre el Israel de la historia. Los salmos de acción de gracias, en cambio, giran en torno a un beneficio nuevo otorgado al salmista o al pueblo israelita como colectividad.

Después de una grave enfermedad o con ocasión de un beneficio obtenido por el fiel, éste iba al templo a ofrecer sacrificios eucarísticos, cumpliendo sus votos 126. La ceremonia era seguida del banquete comunitario a base de las partes de la víctima no quemadas sobre el altar, al que eran invitados los levitas y necesitados 127. En estos salmos de acción de gracias encontramos un esquema muy homogéneo: anuncio de la acción de gracias, relato de los beneficios recibidos y una invitación a los asistentes a sumarse al acto eucarístico 128. En la parte central se concreta el beneficio recibido; generalmente se alude a una postración física por la enfermedad o a un peligro de ser presa de los enemigos.

Siempre, pues, la mente del salmista se centra en torno a una "liberación," de un peligro. Por eso, con toda crudeza revive sus penalidades pasadas, y así, sus palabras tienen un sello también deprecativo, pues relata las súplicas que en los momentos de angustia hizo a Dios. Pero insiste en que ha mantenido incólume la confianza en su poder en los momentos más críticos. Finalmente, describe su liberación: "Es tan profundo el cambio, que se nota sin esfuerzo alguno. Se trata de un paso de la estrechez a la holgura, de las lágrimas a la risa, del triste llanto a la danza gozosa, del saco de penitencia a los vestidos de fiesta, de las puertas de la muerte a las puertas de la hija de Sión, de la oscura región de la muerte al país de los vivos. Se describe la fiesta actual: el salmista da gracias en hábitos de fiesta, ungido con óleo puro; el banquete está preparado; las copas, llenas de vino hasta el borde, están esperando a los comensales."129 No pocas veces la perspectiva del salmista se extiende anunciando la llegada de todas las gentes para participar en este banquete de acción de gracias. 130

La conciencia del salmista está íntimamente vinculada a la suerte de su nación; por eso, al lado de sus problemas personales afluyen las inquietudes colectivas. Sobre todo hay algunas composiciones eucarísticas del Salterio que llevan el sello nacional, pues están redactadas con motivo de alguna victoria 131 o con ocasión de una buena cosecha 132. La estructura de estos salmos es más bien hímnica; pero, por el contenido, estas composiciones son eminentemente eucarísticas.

3. Salmos deprecativos.

Como en el apartado anterior, deben distinguirse los salmos deprecativos de índole individual y los de proyección nacional. El ser humano es esencialmente débil y necesita en todo momento de la mano poderosa de Dios para sacarle de los momentos de angustia. Los salmistas, llevados de su profunda religiosidad, reconocen en sus desgracias personales la mano punitiva de Yahvé, y, confesando sus faltas, suplican el auxilio necesario para salvar una situación comprometida. En general, estos salmos deprecativos no nacen en el ambiente litúrgico, sino que son ocasionados por circunstancias personales, sobre todo a causa de un peligro de muerte. En la panorámica del salmista no cuenta todavía la vida dichosa en ultratumba, como encontramos enseñado en el libro de la Sabiduría 133, y por eso ansia prolongar los días en esta vida terrenal en compañía de su Dios, al que sólo es posible alabar entre los vivos. Yahvé es un Dios de vivos 134, y de ahí que la muerte prematura se considera como el castigo merecido por los impíos 135.

La estructura de esta serie de salmos es similar en todos: invocación, lamentación, súplica propiamente tal y motivos alegados para justificar esta demanda de auxilio. La invocación tiene el aire de una oración a Yahvé todopoderoso. El nombre del Dios de Israel es ya una garantía de asistencia y de fidelidad a sus promesas de auxilio hacia los justos. Después el salmista describe, generalmente con vivos colores, su sufrimientos físicos y morales 136. Sus palabras tienen la forma de lamentación angustiada. La súplica propiamente tal se caracteriza por su familiaridad confidencial con Dios. El salmista habla con el corazón en la mano. En algunos momentos se queja de que Yahvé le tiene olvidado, en contra de sus promesas. Por otra parte, la causa del justo doliente es la causa de Dios, y por ello debe salvarle, pues, de lo contrario, los impíos deducirán que es vana su fe, ya que Yahvé los abandona cuando están más necesitados. Para hacer fuerza a su oración, el salmista confiesa sus pecados y hace actos de penitencia.

Los salmos deprecativos de índole nacional surgen en los momentos de calamidades colectivas: una batalla perdida, una sequía pertinaz, una mala cosecha, una peste, una invasión de langostas. Los salmistas, en estas ocasiones de crisis nacional, apelan a las antiguas gestas de Yahvé, a sus antiguas promesas de protección y a la condición de Israel como pueblo elegido entre las naciones 13?

4. Salmos de peregrinación.

Las fiestas de peregrinación obligatoria entre los israelitas eran Pascua, Pentecostés y Tabernáculos 138. La primera era la fiesta de la luna llena, de origen pastoril: el cordero era el centro de su liturgia. La segunda era la de la cosecha de los cereales, y la tercera cerraba el ciclo agrícola con la recolección de los frutos. Pero, además, tenían un sentido histórico: la de la Pascua recordaba la liberación de la opresión egipcia; la de Pentecostés conmemoraba la legislación del Sinaí, y la de los Tabernáculos recordaba la estancia de Israel en el desierto. En estas conmemoraciones anuales se realzaba el sentido de solidaridad religiosa y nacional y la convicción de pertenecer al pueblo de Dios. Las solemnidades eran ruidosas, y los corazones estaban motivados por el júbilo espiritual que los embargaba. El salmista, interpretando la alegría íntima de los peregrinos, entonaba gozoso:

" ¡Cuan amables son tus moradas, Yahvé de los ejércitos! Mi alma anhela ardientemente ver los atrios de Yahvé. Mi corazón y mi carne saltan de júbilo por el Dios vivo. Halla una casa el pájaro, y la golondrina un nido donde poner sus polluelos. Yo he hallado tus altares, ¡oh Yahvé de los ejércitos, Rey mío y Dios mío!" 139

Los levitas enumeraban las condiciones que debía tener el peregrino para entrar en la casa de Yahvé:

"El de inocentes manos y el de puro corazón, el que no lleva su alma al fraude y no jura con mentira." 140

Después el director de coro invitaba a los peregrinos a tomar parte en las ceremonias sagradas:

"Servid a Dios con júbilo, venid gozosos a su presencia. Sabed que Yahvé es Dios, que El nos hizo y suyos somos, su pueblo y la grey de su pastizal. Entrad por su puerta dándole gracias, en sus atrios alabándole; dadle gracias y bendecid su nombre." 141

El pueblo respondía enardecido:

"Porque es bueno, y su misericordia es para siempre, y su fidelidad de generación en generación." 142

En la capital de la teocracia — Jerusalén —, el israelita se sentía en su propio hogar. En ella tenía su residencia oficial su Dios y su representante el rey. El templo era el punto de convergencia de todas las ansias religiosas del fiel yahvista: "Vale más un solo día en tus atrios que mil lejos de ellos" 143. Los desterrados de Babilonia sueñan con la reconstrucción del santuario y con las antiguas solemnidades litúrgicas 144.

5. Salmos procesionales.

La presencia de Yahvé se hacía sensible de un modo particular en el arca de la alianza y después en su santa morada del templo de Jerusalén. Los salmistas describen gozosos las procesiones en torno al santuario de Jerusalén:

"Delante van los cantores; los citaristas cierran el cortejo; en medio, las doncellas tocan los tamboriles... Allí va Benjamín, el más mozo de todos, en cabeza; príncipes de Judá con sus escuadras, los príncipes de Zabulón y de neptalí."145

Cuando llega la procesión al atrio del santuario, el salmista entona solemne:

"Alzad, ¡oh puertas! vuestros dinteles, porque entra el Rey de la gloria."

Una voz pregunta:

"¿Quién es ese Rey de la gloria?" y la voz del salmista:

"Yahvé es fuerte y poderoso, Yahvé poderoso en la batalla..."146

6. Salmos de entronización.

No pocas composiciones del Salterio celebran la realeza de Yahvé sobre todo lo creado, y particularmente sobre los hombres. Su trono es eterno 147, y desde el cielo rige a todas las naciones:

"Porque El es el Rey sobre toda la tierra: cantadle un himno. Dios reina sobre las naciones, se sienta Dios sobre su santo trono..." 148

Ha sometido a todos los pueblos, pero se ha reservado a Israel como "heredad" particular 149. Domina las fuerzas cósmicas 15°. El salmista se dirige hacia un reconocimiento universal de la soberanía de Yahvé, y así, invita a todos los pueblos a reconocerle como Rey 151. "La proximidad de Dios y de su reino son los temas sobre los que versan los salmos procesionales y los de entronización. Toda la revelación tiende al establecimiento de una comunión íntima entre Dios y el hombre. Dios se aproxima al hombre. Establece su reinado en la humanidad. Ese dominio total de Dios no tiene otro fin sino elevar al hombre a la comunión con El mismo. Yahvé es Rey, pero su reino cabe los seres humanos se manifiesta progresivamente. A medida que se revela más claramente en la historia del pueblo elegido, éste lo va comprendiendo cada vez mejor. Yahvé es rey porque, gracias a su protección, Israel ha podido constituirse en pueblo independiente y triunfar así de sus enemigos. Los profetas contemplan esta realeza, hecha realidad plena en el reino de justicia, cuando venga el "juicio" de Yahvé sobre Israel y sobre los gentiles. Los profetas más recientes examinan la perspectiva de una nueva creación del mundo, mediante la cual Dios estará próximo al mundo nuevo. Los apocalipsis descubren el establecimiento de este reino mediante el desquiciamiento y la catástrofe cósmica. En la literatura sapiencial, el reino de Dios es el fruto de la realización progresiva de los planes de la sabiduría divina, infinita, sobre el mundo"152.

7. Salmos regios mesianicos.

Dada la mentalidad teocrática del pueblo israelita, el rey tenía un carácter sagrado, como lugarteniente de Yahvé. Por eso se le llama "ungido de Yahvé"153. Los salmistas, a través de las grandes manifestaciones de pompa de la corte israelita, sabían elevarse a la dimensión religiosa de la dinastía davídica, y por eso entonaban poemas áulicos, pero con un marcado sello religioso y mesiánico. El verdadero y único Rey de Israel era el propio Yahvé; el representante de la dinastía davídica era un simple delegado de sus derechos en la sociedad hebrea. "Cuando se honraba a este rey en el día de sus ascensión al trono o en el aniversario de su nacimiento y consagración; cuando se celebraban sus bodas; cuando un cortejo salía gozoso a su encuentro después de una victoria; cuando se pedía por su curación o por el buen resultado de una nueva campaña guerrera, nunca se echaba en olvido que el rey de Israel era, ante todo y sobre todo, el "ungido de Yahvé" y el portador de una brillante promesa de salvación. No era un simple jefe militar o político. Sobre él se había como concentrado el amor y la solicitud de Yahvé, y por él se habrían de realizar algún día, en favor de todo el pueblo, las promesas mesiánicas salvadoras" 154.

No pocos salmos aluden a estas ceremonias de entronización del rey en las que se canta la magnificencia del monarca y se le desea un "próspero reinado en nombre de Dios y en estilo oracular 155. El salmo 45, de carácter epitalámico, ensalza las cualidades físicas y morales del príncipe y las de la princesa que se va a unir en matrimonio con él. Pero, al mismo tiempo, se alude a las exigencias de justicia y de rectitud que deben presidir sus actos de soberano. Es el predilecto de Yahvé 156, y se hacen súplicas a Dios por su ventura personal y su prosperidad como rey 157.

Algunas veces se le considera como simple eslabón en la cadena dinástica hacia el Rey ideal, el Mesías de los tiempos de la teocracia anhelada y presentida en los vaticinios proféticos. Así, los poetas idealizan sus cualidades conforme al esquema mesiánico heredado de estos oráculos proféticos. Por ello, en el rey presente ven al tipo del Rey de los tiempos mesiánicos.

Con todo, hay dos salmos — el 2 y el no — en los que la mente inspirada y profética del salmista se proyecta directamente sobre la figura del Mesías personal en su sentido literal. En efecto, en el salmo 2 se habla de un lugarteniente de Yahvé (designado enfáticamente como Mashiaj: "Ungido"), al que deben reconocer todos los pueblos so pena de caer bajo el peso de la ira devastadora divina. En el día de su entronización real recibe una nueva "filiación" respecto de su Dios. Esta perspectiva regia y mesiánica del salmo 2 es completada por la sacerdotal anunciada en el salmo no. El Mesías será, pues, Rey Sacerdote "al modo de Melquisedec"; es decir, tendrá en sus manos la doble potestad — civil y religiosa — como en los tiempos patriarcales del sacerdote de Elyón y rey de Salem, que bendijo a Abraham y de él recibió los diezmos.

Esta perspectiva de un Mesías soberano sobre todos los pueblos está en conformidad con los vaticinios de los gloriosos tiempos de la monarquía davídica. Después del destierro — superada la etapa nacionalista y acentuada la visión personalista de la religión como consecuencia de la crisis nacional surgida con motivo de la desaparición del reino de Judá — surge un nuevo personaje ideal: el Justo doliente, que sufre y muere por su pueblo. En los famosos fragmentos del Deutero-Isaías encontramos una aproximación a la realidad del Calvario 158. El salmista también se hace eco de un justo que sufre desamparo de todos, el cual en su soledad es tipo de los sufrimientos del Mesías, que expira en la cruz abandonado de todos. El salmo 22 sintetiza las angustias de los fieles israelitas que sufren por ajustar su vida a la ley divina. El Justo doliente del salmo encuentra su plena culminación en el Mártir del Gólgota. Así, el mesianismo se perfila y concreta para preparar a las almas selectas al reconocimiento del verdadero Mesías de la historia 159.

8. Salmos imprecatorios.

No son pocas las composiciones del Salterio en las que el poeta parece respirar un manifiesto espíritu de venganza hacia sus enemigos 160.

A nuestra sensibilidad cristiana chocan ciertas expresiones inadmisibles dentro de la moralidad evangélica. Los Santos Padres han tratado de resolver esta dificultad apelando a ciertas teorías que no convencen al lector moderno, como cuando dice San Agustín que lo que expresa el salmista no son deseos de venganza, sino predicciones de unos hechos que han de tener lugar.

Para abordar el problema de las imprecaciones debemos tener en cuenta, en primer lugar, el género literario poético hiperbólico, tan corriente en la Biblia. Los escritores orientales suelen expresar sus ideas con frases radicales, sin medias tintas, sin matizar el pensamiento, para hacer más efecto psicológico en el lector. Esta exageración sistemática — fruto de una imaginación ardiente y de un temperamento fogoso — es muy corriente en los escritos bíblicos 161. Y, por tanto, al calibrar sus afirmaciones es preciso restar un gran tanto por ciento. En segundo lugar, debemos tomarlas como un desahogo psicológico del hagiógrafo, que se consume al ver que los impíos prosperan, mientras los inocentes sufren; y, sobre todo, dada su mentalidad teocrática y mesianista, las imprecaciones contra los enemigos del pueblo elegido llevan el sello de una invocación a la justicia divina para que ejerza sus legítimos derechos punitivos contra los que hacen caso omiso de su ley, patrimonio de Israel.

Se trata de resolver el problema distinguiendo en los pecadores su calidad de hombres — como tales deben ser amados — y de enemigos de la ley divina, y bajo este aspecto deben ser odiados: Y hablando de las imprecaciones, dice: "Estas imprecaciones pueden considerarse desde tres puntos desvista: primero, en cuanto predicciones, sin implicar deseo; y así, el significado de convertantur peccatores in infernum es conver-tentur. Segundo, en cuanto deseos, no del castigo de los hombres, sino de que se cumpla la justicia divina; así, en el salmo 58, "el justo se alegrará cuando vea la venganza," porque, aunque Dios castiga, "no se complace en la destrucción" del malvado (Sab 1), sino en su propia justicia, porque "el Señor es justo y ama la justicia" (Sal 10). En tercer lugar, el deseo de la destrucción de la culpa, sin inflicción de castigo, o sea, de destrucción del pecado, salvando al hombre."162

Esta solución del Aquinatense tiene aplicación en algunos textos, pero hemos de confesar que las imprecaciones responden a un estado moral muy lejano del ideal evangélico del perdón. Los salmistas son hijos de su tiempo y expresan sus ideas conforme a ciertas concepciones rudas de su época. Aunque representan lo más selecto de la sociedad israelita, no hemos de olvidar que vivían en la época del A. T., cuando el estadio de revelación era muy imperfecto en conformidad con las claridades del Evangelio. Debemos respetar los caminos secretos de la Providencia, que ha querido desarrollar las verdades de salvación — en el orden dogmático y en el orden moral — de un modo gradual y lento, "propter duritiam cordis eorum"163; y en lo moral del A.T. privaba la ley del tallón — "ojo por ojo..." — y era casi desconocida la ley del perdón de los enemigos. Es en el sermón de la Montaña cuando se da la gran revelación del amor a los enemigos, lo que señala la divisoria de la historia en las relaciones humanas. La antigua Ley era sumamente imperfecta, y el ideal religioso moral estaba en consonancia con las imperfecciones de esa Ley, que no hablaba de retribución en ultratumba ni de vida espiritual en el más allá. Por ello, el ideal del perdón de los enemigos resultaba inconcebible para una mentalidad que suponía que la justicia divina debía manifestarse necesariamente en esta vida 164.

Texto y versiones.

El texto masorético hebraico es hoy día, a pesar de sus lagunas, la mejor fuente para acercarnos al original de los Salmos. La versión de los LXX está hecha sobre un texto hebreo que no pocas veces difiere del masorético actual. Esta multiplicidad de recensiones hebraicas queda probada en los casos en que algunos fragmentos de los Salmos aparecen en otras partes de la Biblia. Así, el salmo 18 se lee en 2 Sam 22, pero con más de 70 pequeñas variantes; lo que prueba la libertad con que trabajaban los copistas antiguos. Como el texto se transcribía sin vocales, las confusiones de las palabras con las mismas consonantes se multiplicaban. Por otra parte, existía un afán de adaptación del lenguaje a los nuevos modismos, dando de lado a oscuros arcaísmos; y también muchas veces había cierto interés en abreviar el texto juntando diversos fragmentos en una sola pieza poética. Los retoques en función de la interpretación no son raros; así, a poemas de índole individual se les da una proyección nacional por razones litúrgicas. A esto hay que añadir ciertas doxologías intercaladas por exigencias del culto.

Versiones griegas.

La versión alejandrina llamada de los LXX parece datar de la mitad del siglo π antes de Cristo. Es obra de varios autores, algunos de los cuales no tenνan un conocimiento profundo y preciso del hebreo, sobre todo acerca del sentido de los tiempos de los verbos. Rehuyen los antropomorfismos, y muchas veces la versión es más bien una interpretación según la mentalidad judaica alejandrina. No obstante, la traducción no carece de valor ni está exenta de elegancia helénica. Refleja un original hebreo anterior al masorético, y bajo este aspecto es de extremo interés. Gracias a sus lecciones podemos reconstruir un texto a veces más aceptable que el actual masorético.

Además, tenemos fragmentos de otras tres versiones griegas hechas por tres judíos del siglo i después de Cristo: Aquila, Teodoción y Símaco. La primera se caracteriza por su literalismo extremo, lo que es de gran utilidad para reconstruir el texto hebreo que traducía. Teodoción tenía especial interés en mejorar la versión de los LXX. La traducción de Símaco se caracteriza por su claridad y elegancia. San Jerónimo la alaba, y la utiliza en su versión del Salterio directa del hebreo 165.

Versiones latinas.

En el siglo π surgiσ la Vetus Latina — llamada por San Ambrosio νtala —, calcada en la griega de los LXX. Es una versión anónima de procedencia geográfica desconocida. San Agustín la alaba por su fidelidad 166. Como las variantes se fueron multiplicando desmesuradamente, San Jerónimo, en el 383, por encargo de San Dámaso, corrigió dicha versión, aunque superficialmente ("licet cursim magna ex parte") 167, para no desorientar demasiado al lector 168. Este texto fue adoptado por el Salterio Romano 169. En 386, el propio San Jerónimo emprendió una nueva revisión más a fondo, utilizando el texto hexaplar de Orígenes. Es el texto actual adoptado en el rezo del Breviario, y que es llamado Salterio galicano 170. Más tarde, en 392, el solitario de Belén emprendió una nueva versión directa del hebreo (Psalterium iuxta hebraeos), que no ha sido adoptada para el uso litúrgico. Pero, por estar más en conformidad con el original hebreo, resultaba demasiado novedosa para los oídos, acostumbrados a la antigua versión vulgata.

Recientemente ha surgido una nueva versión latina directa del hebreo, obra del Pontificio Instituto Bíblico. En 1944 salió a luz, y en 1945 fue autorizada públicamente por un "motu proprio" de Pío XII, por el que se permitía la nueva traducción en la recitación del Oficio divino. En realidad, la nueva versión había sido llevada a cabo por deseo expreso del Santo Padre 171. En general se impuso como criterio el adaptarse lo más posible al texto hebreo, conservando en lo posible todo lo aprovechable del texto recibido de la Vulgata. El resultado ha sido excelente, pues la nueva versión es más fiel al original hebreo, y aunque resulte a veces poco musical y dura en algunas expresiones latinas, esto se debe no a incorrección de la misma, sino a tener el oído acostumbrado — y no pocas veces "viciado" — a la versión tradicional.

Versiones siríacas.

La versión principal es la llamada Peshita ("sencilla," común, vulgata), hecha directamente de un texto hebreo a principios de la era cristiana, aunque parece que utiliza también la versión de los LXX. El texto hebreo que maneja parece ser muy similar al actual masorético. Además de esta versión, que era la común, hay otras tres siríacas de época posterior: la siro-palestinense, del siglo V; la filoxeniana, del siglo VI, y la sirohexaplar, del siglo VII. De ellas conservamos sólo fragmentos, de poca utilidad para reconstruir el texto original.

Targum arameo.

Esta traducción libre — casi paráfrasis — fue puesta por escrito en el siglo v, pero responde a una tradición oral mucho más antigua.

1 En heb, Sefer téhillim. Cf. orígenes, In Ps i: PG 12:1084; Eusebio, ffist. Eccl 6:25:2: PG 20:581; san jerónimo, Praef. In Ps iuxta hebraicam veritatem: PL 28:1124 (1184). — 2 Cf. Le 20:42; Act 1:20. — 3 Cf. Sal 57:9; 150:3. — 4 Dz 784; EB 43- — 5 Cf. j.B. Frey, De Psalmo 151 Apocrypho: VD 5 (1925) 200-202. — 6 Hay gran diversidad, sobre todo, en la distribución de los salmos 94-100 y 116-119. — 7 EB 345. Parece que deben unirse los salmos 42 (41) y 43 (42); 114 y 115 de la Vg forman el 116 del hebreo. Lo mismo pueden unirse los salmos 9 y 10 del heb. en el 9 de la Vg. En cambio, debe dividirse el 144 (143) en dos (i-u y 12-15). Algunos salmos aparecen dos veces en el Salterio: salmo 14 (13) y 53 (52). El salmo 108 (107) está formado a base del salmo 57 (56), 8-12 y el 6o (59), 6-14; el salmo 70 (69) es parte del 40 (39): los w.14-18. — 8 Esta división quintopartita del Salterio es antigua, pues en i Par 16:36 se lee la doxología que aparece al final del libro cuarto (Sal 106 105], 48). — 9 En el TM sólo hay 26 salmos que no tienen título alguno; por ello se les denomina en la tradición judía "huérfanos." En los LXX y Vg sólo dos carecen de título: el i y el 2. Esta diversidad indica el carácter convencional de estas indicaciones titulares del Salterio. — 10 Cf. Is 23:16; Am 6:5. — 11 Cf. Par 15:21. — 12 Aparece esta indicación en 39 salmos atribuidos a David, en nueve de los hijos de Coré, en cinco de Asaf, en dos anónimos y en el canto de Habacuc. — 13 Véase A. Vaccari, Pro octava multi inscribuntur Psalmi: VD 6 (1926) 141-146; ibid., 20 (1940) 1775. — 14 El Targum lo explica diciendo que alude a un instrumento de ocho cuerdas. — 15 Excepto en dos casos (Sal 140 y 143), aparece siempre en los tres primeros libros del Salterio (nueve en el primero, 17 en el segundo y n en el tercero). — 16 Véase San Jerónimo, Comm. in Hab 3:3: PL 25:1310-1312 (1373-1375); Ad Mar-cellam ep.28:2-6: PL 22:433-435; San Agustín, Enarrat. in Ps. 4:4: PL 36:80. Véase J. Pa-Risot, Signification musicale de Sélah-Diapsalma: RB 8 (1899) 573-581. — 17 Cf. 2 Par 23:18; 31:2; Neh I2:45s. — 18 Cf. 2 Par 29:275; Eclo 50:185. — 19 Así en los salmos 23.47.92.93. — 20 Sal 30; cf. Mac 4:52-595 Jn 10:22. — 21 Cf. Sal 38 (37) Y 70 (69). — 22 Cf. Lev 24:7. — 23 Cf. 1 Mac 4:59. — 24 Así se declara en el Talmud, Soferim XVIII 3. — 25 Cf. J. Calés, Le Psautier des Montees: "Rev. Se. Reí." 17 (1927) 287-313-434-444-532-537; 18 (1928) 326-344.489-499; 19 (1929) 49-55- — 26 Son los salmos 184(ιθ3)-187(106).111(110)-118(117).135(134)-136(135)·146(145)-15θ. — 27 Cf. Mt 26:30. — 28 Asν en los salmos 7-34-52.54-56.57-59-63-142. — 29 Son los salmos 26.69.75.92.96.111.142.143. — 30 Cf. EB 341-342. — 31 Son los siguientes: Sal 3-9(10). 11-32.34-41.51-65.68-70.86.101-103.108-110.122.124. 131.133.138-145· — 32 Talmud, Sebajim 1173; Baba Bathra 153. — 33 Asν San Filastrio, Haer. 130: PL 12:12595; San Ambrosio, Enarr. in Ps 1: PL 14, 922s (965-67); San Agustνn, De civ. Dei 17:14: PL 41:547. — 34 Cf. Ad Cypr. ep.14o,2.4: PL 22:1167.1169; tambiιn lo niega San Hilario, Tract. super Ps prσl. n.2s: PL 9:2335. — 35 Cf. EB 340. — 36 Die Psalmen (Leipzig 1894). — 37 Die Psalmen (Heidelberg 1896). — 38 The Book of Psalms I, LXI-LXIV. — 39 Representan esta tendencia Wellhausen, Duhm y, entre los católicos, Podechard. — 40 A. F. Kirkpatrick, The Book of Psalms (1921) XXXVs. — 41 EB 340-346. — 42 Cf. Sal 2 y Act 4:25; Sal 16(15) Y Act 2:255; 13:35; Sal 32(31) y Rom 4:6-8; Sal 69(68) y Act 1:16.20; Sal 109(108) y Act 1:20; Sal 110(109) y Mt 22:435; Me 12:35-37; Le 12:41-44; Act 2:34. — 43 Los "hijos de Coré" aparecen organizando el culto en los tiempos de la monarquía (cf. Par 6:16-23; 917-I9; 2 Par 20:19; 31:14)· Asa/era cantor en los tiempos de David (cf. Par 6:18.24; 2 Par 5:12; 29:30). Los salmos atribuidos a Asaf se distinguen por su elevación moral, y con frecuencia en ellos se medita sobre la historia de Israel. — 44 Entre no pocos críticos modernos hay una tendencia marcada a datar la mayor parte de las composiciones del Salterio en los tiempos de los Macabeos (s.II a.C.). Pero contra esta suposición se urge que en la versión de los LXX — redactada antes del 130 a.G. — aparecen ya los 150 salmos del actual Salterio. Además, el 79(78) es citado por 1 Mac 7:17 con la siguiente fórmula: "según la palabra escrita," expresión estereotipada para designar las Escrituras canónicas. — 45 Son los salmos 8.18.19.23.24.27.29.30.33.34. — 46 Salmos 1.14.15.32.36. — 47 Salmos 2.16.22.40. — 48 Yahvé aparece 278 veces, y Elohim 15 veces, — 49 Elohim, 200 veces; Yahvé, 44. — 50 Es la opinión de Y. Calés, o.c., I 21. — 51 Cf. Sal 68. — 52 Cf. Núm 16:1s; Par 25:1s. — 53 J. Calés, o.c., I 24. — 54 Así en los salmos 42-43.46-49. — 55 Cf. Par 16:7; 25:1s; 2 Par 5:15. — 56 Cf. Sal 78. — 57 Sal 50.75.83. 53 Sal 86. — 59 J. Calés, o.c., 25-26. — 60 Sal 90.140-143. — 61 Sal 91.101.112.119. — 62 Sal no. — 63 Sal 109. — 64 Sal 137- — 65 Sal 105-107. — 66 Sal 124. — 67 Sal 93.96-100: "Salmos del reino de Dios." — 68 Se discute el sentido de esta denominación. Para unos significa simplemente que estos salmos se cantaban mientras subían los israelitas las "gradas" del templo. Cf. Mishna, tr. Suk-kah V 8; tr. Middóth II 6. Otros, en cambio, suponen que se cantaban cuando los peregrinos "subían" hacia Jerusalén. — 69 Cf. Sal 121. — 70 Sal 104-107.111-118.135-136.146-150. — 71 Sal 113-118. — 72 En la cena pascual se recitaban los salmos 113-114 mientras se bebía la segunda copa, y los salmos 115-118 mientras se bebía la cuarta, que era la última. — 73 Cf. 2 Par 29:30. — 74 P. Drijvers, Los Salmos (Barcelona 1962) 40-41. — 75 id., ibid., 42. — 76 A. Condamin, Poémes de la Bible 8. — 77 Sal 37:1. — 78 Sal 61:2. — 79 Sal 20:8. — 80 Sal 32:10. — 81 Sal 42"2. — 82 Sal 96:1. — 83 Sal 135:16. — 84 Es la hipótesis de San Jerónimo: PL 27:36; 28:1081. — 85 Es el sistema del verso siríaco. Sostienen esta suposición Bickell, Le Hir, Giermann. — 86 Cf. Sal 42-43.46. — 87 Cf. Sal 8:2. — 88 Cf. Sal 132:2-10. — 89 Cf. Sal 121:4-5. — 90 Cf. Sal 9-10 (Vg 9).37.119.25.34-145.111.112. — 91 Sal 13:25. — 92 Sal 118:10-12. — 93 Sal 118:2-4. — 94 Sal 42:6.12. — 95 Ex 19:6. — 96 P. Drijvers, o.c., 62-63. — 97 Cf. Sal 96:8; 99:5; 118:19; 26:65; 68:25-26; 66:13. — 98 P. Drijvers, o.c., 69. — 99 M. Gasnier, Los Salmos, escuela de espiritualidad (Madrid 1960) 21-22. — 100 Cf. Ex 15:1s. — 101 Cf. Jue 5:3. — 102 js 6:3 — 103 Sal n8:15; 135, 195 — 104 Sal 150:23. — 105 Cf. Jue 15:12. — 106 Cf. Sal 136:15. — 107 Sal 89:9-13; 74:13-1? — 108 Sal 74.I3S. — 109 Cf. Sal 114:14-15. — 110 P. Drijvers, o.c., 90-91- — 111 th. C. Vriezen, Theologie des Alten Teslaments in Gmnzügen (Neukirchen 1956). — 112 H. Renckens, Urgeschichte und Heilsgeschichte (Maguncia 1959) 56. Citado por Drijvers, o.c., 91. — 113 Cf. Sal 136:23-24; 148:20; Dt 7:6-8. — 114 Renckens, o.c., 58. — 115 Cf. Sal 147:7-9- — 116 Sal 33:138. — 117 Sal 36:8-10. — 118 Cf. Sal 93:1-2. — 119 Sal 07- 5 — 120 15 67 ν 99 1-5 — 121 C 9slf60992 4; 102:26-28. — 122 Sal 115:3; 717 9. — 123 Cf. Sal 33:6.9- — 124 Cf- Sal I04:27-30. — 125 Cf. Sal 30:6; 36:6-7. — 126 Cf. Sal 56:13; 54:8. — 127 Cf. Sal 22:27. — 128 Cf. Sal 66:1-5; 40.2S. — 129 P. Drijvers, o.c., 117. — 130 Cf. Sal 67:3. — 131 Cf. Sal 46.48.76. — 132 Cf. Sal 65.67. — 133 Cf.Sabs.15. — 134 Cf. Sal 102:25. — 135 Cf. Sal 55:24. — 136 Cf. Sal 10:15; 88:4; 40:3; 38:3- — 137 Cf. Sal 44:13; 74:2; 78:1; 80:15-16. — 138 Cf. Ex 23:17; 34:23; Dt 16:16. — 139 Sal 84:26. — 140 Sal 24:43. — 141 Sal 100:28. — 142 Ibid. — 143 Sal 84:11. — 144 JU.20. — 145 Sal 68:18-24. — 146 Sal 24:7-10. — 147 Sal 93:2. — 148 Sal 47:8-10. — 149 Sal 47:4-5- — 150 Sal 93:3-4 — 151 Sal 97:6-8. — 152 P. Drijvers, o.c., 200-201. — 153 Sal 28:8; 84:10; 132:10. — 154 P. Drijvers, o.c., 209. — 155 Cf. Sal 21 y 72. — 156 Sal 144:10; 89:20-38. — 157 Cf. Sal 20:3; 72:1-2; 45:5; 144:1s. — 158 Cf. Is 42:1-7; 49:1-7; 50:4-9; 52:13-53:1-12. — 159 "Si del múltiple testimonio de los sagrados libros del Nuevo Testamento y del consentimiento unánime de los Padres, confesándolo también los escritores del pueblo judío, han de ser reconocidos muchos salmos como proféticos y mesiánicos, que vaticinaron la venida, el reino, el sacerdocio, la pasión, la muerte y la resurrección del futuro Libertador, y, en consecuencia, ha de rechazarse totalmente la sentencia de aquellos que, pervirtiendo la índole profética y mesiánica de los Salmos, coartan esos mismos oráculos de Cristo a predecir solamente la suerte futura del pueblo elegido. Resp.: Afirmativamente a las dos partes (EB 347). Sobre el mesianismo en los Salmos véase S. Minocchi, Salmi messianici: RB 12 (1903) 190-211; M. J. Lagrange, Notes sur le Messianisme dans les Psaumes: RB (1905) 39-57.188-202; S. Tiefenthal, Novum Commentarium in Psalmos mere Messianicos (París 1912); A. Vac-Cari, De libris didacticis 104-124; G. M. Perrella, Salmi messianici: "Palestra del Clero" 18:1 (1939) 124-127.244-249-361-361; 18:2 (1939) 1-5.169-173.281-286; 19:1 (1940) 177-181.193-195. — 160 Cf. Sal 38.52.88:11; 59.109.137:8 9. — 161 El mismo Jesucristo utilizó este modo cíe hablar hiperbólico y extremoso: "El que dijere a su hermano fatuo, será reo de la gehenna del fuego" (Mt 5:21). "Es más fácil que un namejo entre Por ejemplo de una aguja que un rico en el reino de los cielos" (Mt 19:24). "No llaméis padre a nadie sobre la tierra, porque uno solo es vuestro Padre..." (Mt 23:9). — 162 Summa Theol II-II 25:6. — 163 Mt 19:8. — 164 Sobre el problema de los salmos imprecatorios véanse los siguientes trabajos: A. Hatzmann, Psalm 108 (heb. 109). Ein Beitrag zur Exegese der Fluchpsalmen: "Zeitschrift für katholische Theologie," 20 (1896) 614-625; C. Martin, The imprecations in the Psalms: "The Princeton Theological Review," (1903) 537-559: F. Steinmetzer, Babylonische Parallelen zu den Fluchpsalmen: "Biblische Zeitschrift," 10 (1912) 133-142.363-369; S. Mo-Winckel, Psalmenstudien. V. Segen und Fluch in Israeh Kult und Psalmdichtung (Cristia-nía 1924); B. Santos Olivera, De' imprecationibus in Psalmis: VD 4 (1924) 143-148; T. Paf-Frath, Der Fluchpsalm 109: "Theol. und Glaube," 17 (1925) 357-362; O. M. Perrella, Le imprecazioni nei SViImi: "Palestra del Clero," 15:2 (1936) 289-294; H. Ubbelohde, Flvch-psalmen und altlestamentliche Sittlichkeit (Breslau 1938); H. Jumkf.r, Das Theologische Prp-Blem des Fluchpsalmen: "Pastor Bonus," 51 (1940) 65-74; M. De Tuya, El problema bíblico de las "imprecaciones." Principios de solución: CT 78 (1951) 171-192; 79 (*952) 3-29; A. Mil-Ler, Fluchpsalmen und israelitisches Recht: "Angelicum," 20 (1943) 92-101. — 165 Estas tres versiones han sido conservadas fragmentariamente en las citas de los Santos Padres y en lo que conocemos de las "Hexaplas" de Orígenes. — 166 Cf. De doctrina christiana II 15. — 167 Praef. in Ps. iuxta LXX: PL 29:117 (121s). — 168 "Ne nimia n0vitate lectoris studium terreremus" (Ad Sunniam et Fretelam Ep. 106:12: PL 22:843). — 169 Actualmente se recita en la Basílica de San Pedro de Roma, en el rito ambrosiano de Milán, en el Misal romano y en el Imitatorio de maitines. — 170 Se le llama así porque fue adoptado por San Gregorio de Tours y Carlomagno en las Dalias. Es el que actualmente se recita en el Oficio divino, después de la reforma litúrgica de San Pío V (1566-1572). — 171 La comisión de traducción estaba integrada por los siguientes profesores del Instituto Bíblico: Bea, Vaccari, Zorell, Merk, Semkowski y Kóbert.

 

Libro Primero.

Salmo 1. Las dos Sendas: La del Justo y la del Impío.

Este salmo no tiene ninguna indicación cronológica ni título que lo vincule a un compositor determinado, y por ello es uno de los llamados por la tradición judía "huérfanos." Obra de un autor anónimo, parece que ha sido insertado en fecha tardía como introducción doctrinal lírica a todo el Salterio, pues en él se resume la idea, tantas veces inculcada en la literatura sapiencial, de la contraposición del camino del justo — proyección hacia Dios — y el del impío, que aspira a gobernarse según las exigencias de sus intereses materiales. Dios bendice la senda del hombre recto que se dirige por su Ley, mientras que castiga al que se aparta de ella: "Yahvé no dejará hambrear al justo, pero dejará insaciados los apetitos del malvado,"1 "la memoria del justo será bendecida, pero el nombre del impío será maldito." 2 Conforme a la moral pragmatista del A.T., la justicia divina se ejerce en la tierra: el justo prosperará, mientras que el pecador será privado de la protección divina, y, por tanto, le espera un triste destino.

Esta composición salmódica expresa, pues, un principio general, sin referirse a la situación particular de una persona concreta, como ocurre en otros salmos. Por eso no es posible determinar las circLinstancias históricas y cronológicas de su composición. En el códice C de los Hechos de los Apóstoles, el salmo 2 es citado como si fuera el primero del Salterio: "como está escrito en el salmo primero" 3; lo que da a entender que existían colecciones del Salterio sin este salmo i del actual Salterio canónico. Como el tema del salmo es general, bien pudo ser insertado posteriormente como introducción doctrinal a todo el Salterio.

Parece obra de un "sabio" que medita la Ley y encarece su cumplimiento. Su estilo didáctico, pues, parece reflejar la mentalidad de los Hbros sapienciales de los siglos III-II a. C. La "sabiduría" consiste en el re'cto modo de conducirse en la vida, a la sombra de la divina Providencia. "El temor de Dios es el principio de la sabiduría" 4; por ello, el que quiera ser feliz debe amoldarse a las exigencias de la Ley divina, pues separarse de ella no trae sino la desgracia, la esterilidad y la desaprobación del Omnipotente. En el mundo existen dos generaciones, la de los justos y la de los impíos, que hacen burla de su Ley. El "sabio" pondera las ventajas del que escoge el camino de la virtud, y destaca el fin desgraciado del que, abandonando la Ley divina, se conduce conforme a sus caprichos y pasiones.

El salmo se divide en dos partes, una positiva, en la que se ponderan las excelencias del camino de la virtud (1-3), y otra negativa, en la que se destacan las desgracias del que se aparta de la Ley divina (4-5), terminando con una recapitulación y confirmación de la contraposición anterior (v.6).

El estilo es prosaico con gran libertad de ritmo; por tanto, desde el punto de vista literario no es de lo más selecto, pues priva la consideración didáctica "sapiencial" sobre la estructura lírica. La versificación, en general, se establece con tres o cuatro acentos sobre tres estrofas.

La senda del justo (1-3).

1 Bienaventurado el varón que no anda en consejo de impíos, ni en las sendas de los pecadores se detiene, ni se sienta en tertulia de mofadores 5. 2 Antes bien, tiene en la Ley de Yahvé su complacencia y en ella medita día y noche. 3 Será como árbol plantado a la vera del arroyo, que a su tiempo da su fruto, cuyas hojas no se marchitan. Cuanto emprenda tendrá buen suceso.

La conducta del justo es descrita primero negativamente, en cuanto que se abstiene de tomar parte entre los impíos, pecadores y mofadores de la Ley. Los tres términos expresan enfáticamente los grados de oposición sistemática a Dios. Los impíos son los ateos, que no quieren reconocer la autoridad suprema de Dios. Los pecadores son los que no se preocupan de la observancia de sus leyes; y los mofadores son los "esprits forts," que consideran debilidad el dejarse llevar de sentimientos religiosos. Frente a todos ellos se levanta como una muralla inconmovible la conducta del varón justo, al que por ello se le saluda como bienaventurado 6, porque se halla seguro en su proceder. Frente a las ironías de los mofadores, que creen que el único modo de triunfar en la vida es aprovecharse sin escrúpulos de las buenas ocasiones — prescindiendo de las exigencias de la Ley divina —, el salmista recalca que la verdadera felicidad está en la conciencia tranquila y en la seguridad de la protección divina, pues con ella le vendrán toda clase de bendiciones, terminando por triunfar en la vida.

Es de notar la gradación y evolución del pensamiento en el empleo de los términos: no anda, no se detiene, no se sienta: "El justo es el hombre que no se deja influenciar por los consejos y máximas de los impíos, que no adopta el género de vida de los pecadores, y, con mayor razón, no toma parte en los ataques de los mofadores contra la religión y la moral"7.

En realidad, si el justo toma esta actitud lejos de los pecadores, es porque tiene bien enraizada la Ley de Yahvé en su corazón. Es el centro de su vida espiritual y moral, y por eso en ella encuentra su complacencia, y de día y de noche es el objeto de su meditación (v.2). Aquí Ley de Yahvé significa el conjunto de prescripciones por las que las regula la vida religiosa del justo. Conforme a las prescripciones del Deuteronomio, el buen israelita debe tener presente en su vida los preceptos del Señor: "cuando viajes, cuando te acuestes, cuando te levantes, habla siempre de ellos. Átalos a tus manos..., póntelos en la frente, entre tus ojos; escríbelos en los postes de tu casa y en tus puertas..."8 La Ley era la expresión de la voluntad de Yahvé, y, por eso, el fiel israelita debía meditar constantemente sobre sus prescripciones para descubrir sus insinuaciones más mínimas. Esta preocupación nomística caracteriza la literatura sapiencial posterior.

El premio a su solicitud por amoldar la conducta a la Ley son las bendiciones de todo orden, que harán prosperar al justo como árbol plantado a la vera del arroyo. En el A.T. se compara muchas veces al hombre con los árboles 9 e incluso con un jardín 10 bien regado n. El salmista aquí juega con el mismo símil. Como el árbol plantado junto a las corrientes de las aguas se desarrolla vigoroso y pronto — en contraposición al plantado en tierra esteparia —, así el justo, que confía y vive conforme a la Ley divina, es protegido y prospera por la bendición de Dios 12. Afincado en el camino de la virtud, da frutos ubérrimos a su tiempo, y su lozanía permanece largo tiempo sin marchitarse. En el salmo 91:13 se dice que el "justo florecerá como la palma y se multiplicará como el cedro del Líbano." La Ley de Yahvé da vigor espiritual y lozanía también en el orden material, pues colma de bendiciones a sus predilectos, que son los que van por su senda. En cambio, los impíos se marchitarán como paja llevada por el viento.

La senda del pecador (4-6).

4 No así los impíos 13, sino que son como paja que arrebata el viento 14. 5 Por eso no prevalecerán los impíos en el juicio, ni los pecadores en la congregación de los justos. 6 Pues conoce Yahvé el camino de los justos, pero la senda de los pecadores acaba mal.

La contraposición con la suerte de los justos es clara, pues los impíos llevarán una vida lánguida y sin sentido, empujados como paja arrebatada por el viento. El salmista aquí juega con otro símil: los justos son como el trigo que permanece en la era, mientras que los impíos, sin consistencia, son aventados como tamo de la era. En la literatura bíblica es corriente la comparación de los enemigos de Israel y de los pecadores con la paja arrebatada por el viento de la justicia divina 15.

La inconsistencia de los impíos se demostrará particularmente en el momento de presentarse ante el juicio discrirninador de Dios (ν. 5). La mente del salmista parece que se traslada a los tiempos mesiαnicos, precedidos del juicio solemne de Dios. Los pecadores no podrán salvar la gran prueba de este juicio y, por tanto, no prevalecerán ni tendrán acceso después a la congregación de los santos 10, es decir, no participarán de la nueva ciudadanía de la teocracia me-siánica, a la que tendrán acceso sólo los que han vivido conforme a la Ley de Dios. El juicio discriminatorio es el "día de Yahvé," del que tantas veces hablan los profetas 17, es decir, el día de la manifestación justiciera de Dios para purificar la sociedad israelita, de la que se salvará solo un "resto" 18, del que a su vez surgirá la nueva teocracia esplendente de los justos.

En definitiva, el juicio discriminatorio depende de la voluntad de Dios, que conoce, es decir, aprueba y se preocupa del camino de los justos19, mientras que desconoce o desaprueba la senda de los impíos, que necesariamente tendrán un fin desastroso. Dios termina por castigar al pecador y premiar al de recto proceder; sobre todo, los justos tendrán acceso al reino mesiánico, mientras que los impíos no podrán aguantar el juicio discriminador que le precederá. Esta perspectiva es netamente "sapiencial" y refleja la mentalidad de los últimos siglos del judaismo anterior a Cristo. "El autor depende, en su manera de exponer el problema moral, de los 'sabios’ que han escrito una parte del libro de los Proverbios 20; su doctrina de la retribución, con la mención del juicio y de la comunidad de los justos, es la de los profetas...; en fin, el color de legalismo que añade hace de su obra, tan corta, una especie de confluente al que se juntan tres corrientes que en esta época dominaban el pensamiento judío. Formado, por una parte, de fórmulas prestadas, el estilo no tiene nada de original y brillante... Pero esta composición un poco artificial tiene el mérito de resumir de manera clara y firme las grandes lecciones religiosas y morales que se deducen de los Salmos en general, y bajo este título era digno de constituir el prólogo de una de las colecciones, si no de la totalidad del Salterio." 21

Los Santos Padres han destacado el valor doctrinal del salmo, pues se encarece la justicia divina, que premia al justo y castiga al pecador. Si bien la perspectiva del salmista no se orienta hacia la retribución en ultratumba, sin embargo, conformándose con la concepción corriente en Israel, está seguro de que la justicia divina se manifestará en esta vida, sobre todo en los tiempos mesiánicos, a los que no tendrían acceso los impíos, pecadores y mofadores de la Ley divina. En el Oficio divino, este salmo abre el primer nocturno del oficio dominical, invitando al sacerdote a meditar y ser fiel a la Ley del Señor, ya dentro de la perspectiva trascendente evangélica. Los Salmos representan un estadio de revelación superado por el mensaje evangélico, pero pueden recibir un sentido superior conforme a la nueva perspectiva, y así servir de alimento espiritual a las almas.

1 Prov 10,3.7; 2:21.22. — 2 Prov 10,7; 2:21. — 3 Act 13:33- — 4 Prov 1:7. — 5 La Vg, siguiendo a los LXX, traduce "ín cathedra pestilentiae." — 6 La expresión "bienaventurados" es corriente en el Salterio y en los Proverbios; Jesús la utiliza en el sermón de la Montaña (Mt 5:33). — 7 E. Podechard, Le Psautier (Lyón 1949) 10. — 8 Dt 6:75; 11:18s; Sal 19.83. — 9 Cf. Jer 11:193; Ez 17:33; 19:19; Sal 52.10; 92.:13. — 10 Is 58:11. — 11 Job 29:13. — 12 Gf. Dt 7,i2s. — 13 Los LXX y la Vg repiten al final "no así," lo que da más fuerza a la frase; y por eso no pocos exegetas la retienen. — 14 Los LXX y Vg añaden: "a facie terrae"; pero la adición recarga el ritmo. — 15 Is 17:13; 29:5; 41:15s; Sal 13:3; 35:5; Job 21:18; Jer 4:11-12.16 Cf. Is 65:8-10; 66:10-11.18-23; Mal 3:5. — 17 Am 5:18.20; Sof 1:7-15; Is 34:8. — 18 Am 5:15; Re 19:17. — 19 Cf. Gen 18:19; Am 3:2; Sal 13:5; Nah 1:7. — 20 Prov c. 10-22. — 21 E. Podechard, O.C., 12.

 

Salmo 2. El Ungido de Yahvé.

Tampoco este salmo tiene indicaciones cronológicas ni personales, y, sin embargo, es uno de los más importantes y vigorosos de todo el Salterio, porque en él encontramos la primera mención de un Mesías personal (la única vez en todo el A.T. en que al Príncipe de los tiempos mesiánicos se da el título de Mashiaj: "Ungido": Χριστόs), lugarteniente de Yahvι con dominio pleno sobre todos los pueblos y príncipes de la tierra. La persona del salmista desaparece por completo para dejar hablar en estilo profético-oracular al Vicario de Yahvé en la tierra. San Pedro — conformándose con la opinión judaica corriente de su tiempo — atribuye la composición del salmo al propio David, y conforme a este supuesto arguye para probar el carácter mesiánico del mismo1. Críticos modernos convienen en que esta composición es anterior al exilio, cuando Sión era el centro de la teocracia en todo su esplendor. Se señalan, no obstante, algunos arameísmos que empañan la pureza de la lengua de los tiempos davídicos y salomónicos 3. Como, por otra parte, el salmo tiene algunas expresiones de índole apocalíptica, no pocos autores procuran retrotraer la composición del mismo hasta los tiempos de los Macabeos 4.

El estilo de esta composición salmódica es dramático y vigoroso, con una distribución en cuatro estrofas de siete esticos, con tres acentos cada una. El género literario es el profético-oracular. El salmista comienza ex abrupto presentando una insurrección general de todos los, pueblos contra el Ungido de Yahvé (1-3). Esto resulta ridículo, porque Dios, "que está en los cielos," se ríe de ellos y da el decreto de la entronización solemne de su Mesías (4-6), el cual, por ello mismo, adquiere una especial filiación respecto del propio Dios. Bajo este título se le da el dominio absoluto del universo (7-9)· En consecuencia, se invita a los reyes de la tierra que vuelvan a la cordura y se plieguen a la autoridad de su representante en la tierra (10-12); de lo contrario, tendrán que sufrir los rigores de su justicia implacable. El lenguaje es enérgico y entrecortado, para impresionar al lector, que realmente queda como sobrecogido ante la majestad de Dios y de su Ungido.

La confabulación de los reyes de la tierra contra el Ungido de Yahvé (1-3).

l ¿Por qué se amotinan las gentes y trazan los pueblos planes vanos? 2 Se reúnen los reyes de la tierra, y a una se confabulan los príncipes contra Yahvé y contra su Ungido. 3 ¡Rompamos sus coyundas, arrojemos de nosotros sus ataduras!

En tono dramático, el salmista presenta a los poderes de la tierra confabulados para oponerse a los designios mesiánicos del propio Dios, el cual ha determinado poner un representante suyo en la tierra. Esta insurrección es totalmente insensata, ya que no podrán contender contra la omnipotencia del que ha decretado establecer a su Ungido en la tierra. De ahí que el salmista pregunte asombrado: ¿Por qué se amotinan las gentes? (v.1). En realidad, las gentes no saben con quién van a contender, y por eso su actitud es insensata y suicida. Los profetas conciben la historia como el despliegue de dos ejércitos en lucha, el del bien y el del mal, el de los intereses de Yahvé — representado en su pueblo elegido — y el de los pueblos gentiles, que se oponen al triunfo de aquél en los tiempos mesiánicos. Los imperios se suceden, y en realidad son meros instrumentos de la justicia divina para preparar el advenimiento de los tiempos futuros, en los que triunfarán la justicia y la equidad bajo la égida de un Príncipe al que se le llama "Admirable Consejero, Dios fuerte, Príncipe de paz"5. En la perspectiva de Isaías, este Príncipe ideal — dotado de cualidades excepcionales por recibir la fuerza carismática de Dios en su múltiple manifestación de "espíritu de inteligencia, de ciencia, de sabiduría, de consejo, de fortaleza y de temor"6 — se sobrepondrá a los invasores asirios, que son los que en aquellos tiempos (s.VIII a.C.) comprometían los destinos histórico-mesiánicos de Israel. Daniel hablará de una sucesión de imperios — babilónico, medo-persa, griego y seléucida — que se oponen a la implantación del "reino de los santos."7 El salmista abarca en su perspectiva las insurrecciones periódicas que todos los reinos de la tierra organizan contra el establecimiento de los designios mesiánicos de Dios sobre su pueblo, y particularmente su mente se dirige al momento solemne en que se decide la inauguración de los tiempos mesiánicos.

Por primera vez en la Biblia encontramos el término Mashiaj ("ungido"), del que se derivará el vocablo Mesías, aplicado al lugarteniente de Yahvé en los tiempos mesiánicos. No es raro el término aplicado a los reyes 8, a los sacerdotes 9, es decir, a los personajes que, para ejercer una función especial, eran "ungidos" con el óleo del Señor. Incluso se aplica en sentido metafórico a algún rey extranjero, como Ciro, el cual cumple una misión especial de la Providencia divina en beneficio de su pueblo 10. Fundándose en este texto, la literatura apócrifa judaica, a partir de los "Salmos de Salomón" (s.II a.C.), reservó este título de Mashiaj al esperado representante de Yahvé en los tiempos de su manifestación mesiá-nica. En el ánimo de todos los israelitas estaba la creencia de que el Mesías recibiría una especial "unción" o consagración solemne de parte de Dios, y de ahí que el término mashiaj quedara reservado a El en un sentido especial mesiánico y aun escatológico. Así, el nombre común de mashiaj se convirtió en nombre propio aplicado a su persona. Es el Ungido, el Cristo del Señor. Conforme a esta acepción específica, el ángel anunció a los pastores de Belén que había nacido el Cristo Señor 11.

Los pueblos y príncipes de la tierra conspiran contra la denominación del que va a ser declarado enfáticamente Ungido e Hijo de Yahvé, como representante suyo, con plenos poderes delegados. Sienten ya sobre ellos su yugo, sus coyundas y ataduras, que quieren sacudir para seguir libres en sus planes de gobierno al margen de la Ley divina, que ha de imponer el Ungido de Yahvé (ν.3). El salmista, para expresar esta conspiraciσn universal, pudo inspirarse en los esfuerzos que los estados vasallos de Israel realizaron en los tiempos gloriosos de la dinastía davídica para lograr su plena libertad política12; pero su panorama ahora es más amplio, y concierne a los tiempos del dominio universal del Mesías en los tiempos futuros anhelados.

Esterilidad de los esfuerzos de los insurrectos contra el Ungido (4-6).

4 El que mora en los cielos se ríe, el Señor se burla de ellos. 5 A su tiempo les hablará en su ira y los consternará en su furor. 6 Yo he constituido mi rey 13 sobre Sión, mi monte santo.

El salmista presenta a Yahvé morando en las alturas de los cielos1 y riéndose de los vanos y alocados planes de los que se confabulan contra su Ungido. En realidad, no tardarán en comprender sus despropósitos cuando hable manifestando su ira y siembre la consternación con su furor (ν.5). Yahvé es el Señor de los ejércitos, y, como tal, mueve los hilos secretos de la historia. Los reyes de la tierra son meros instrumentos de sus designios históricos sobre Israel, como pueblo elegido, y después sobre toda la humanidad, que había de ser "bendecida" en la "descendencia" de Abraham 14. Yahvé es el trascendente, el "santo," y desde los cielos contempla majestuoso los azares de la vida de los hombres y de los pueblos. Como Señor de los tiempos, en su perspectiva de eternidad, aguarda paciente e impasible el momento de sus manifestaciones justicieras, que pongan las cosas en su debido lugar, dando a cada hombre y a cada pueblo lo suyo: "Asiéntase Yahvé en su trono, firme por toda la eternidad. Establemente fundó su trono para juzgar, para regir justamente el orbe de la tierra, para gobernar con equidad"15. Haciendo uso de su poder omnímodo para establecer la justicia en la tierra, establece su rey sobre Sión, el monte santo. Allí está su santuario, donde tiene su especial residencia en la tierra, además de la propia en los "cielos de los cielos"16. Cerca del santuario está la morada del rey, su representante. El Ungido surgirá de la dinastía davídica, según promesa hecha por Dios a Natán 17, y se sentará en el monte santo, llamado así porque está santificado por la presencia del que es por excelencia Santo 18. En Sión tiene Yahvé su trono 19, y su colina sagrada será como un faro esplendente al elevarse sobre todos los montes para que todos los pueblos se dirijan y orienten hacia ella para ser instruidos en su Ley 20. Ahora Yahvé proclama que va a establecer a su Ungido-Mesías como Rey sobre la colina santa para inaugurar la nueva teocracia mesiánica. Para que se enteren todos los pueblos confabulados contra El, Yahvé va a pronunciar un decreto solemne, sellado por su boca, por el que se declara su especial vinculación con el Ungido.

El Mesías, Hijo de Yahvé y Señor del universo (7-9).

7 Voy a promulgar un decreto de Yahvé. El me ha dicho: 8 "Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy. Pídeme, y haré de las gentes tu heredad, te daré en posesión los confines de la tierra. 9 Los regirás con cetro de hierro 21 y los romperás como vasija de alfarero."

El salmista pone en boca del Mesías la promulgación del decreto de Yahvé por el que es constituido no sólo Rey sobre su monte santo, sino Hijo suyo de un modo particular. La expresión Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy, puede entenderse en sentido metafórico, en cuanto que el Ungido, el día de su entronización como lugarteniente de Yahvé, adquiere una filiación moral particular respecto del mismo Dios. En el A.T., la frase "hijo de Dios" se aplicaba al pueblo israelita, al que se le llamaba "primogénito" de Yahvé 22; a los reyes de la dinastía davídica 23 y al propio David 24. Los mismos ángeles son llamados "hijos de Dios." 25 En estos textos, la filiación equivale a vinculaciún especial con Dios por estar más cerca de El en el sentido afectivo. Por tanto, en el salmo que comentamos, la frase Tú eres mi Hijo puede tener este sentido de filiación moral conforme a la mentalidad común teológica de la revelación viejotestamentaria. Si se toma en este sentido amplio, la frase siguiente, Yo te he engendrado hoy, tendrá el mismo sentido de filiación metafórica moral. El Ungido, al ser declarado representante de Yahvé por el decreto divino, adquiere públicamente como una nueva naturaleza, en cuanto que desde ese momento es el Vicario de Dios y, como tal, goza de su especialísima protección. En la concepción teocrática oriental, el rey era especialmente "hijo de Dios." Aquí, pues, el salmista parece conformarse con esta mentalidad teocrática, y así concibe al Mesías como especialmente vinculado al Dios a quien representa 26.

No obstante, no pocos autores creen que en la expresión del salmo hay una insinuación de una verdadera filiación divina del Mesías en sentido natural. Así dice el P. Lagrange: "El Mesías será Hijo de Dios en un sentido natural" 27. Pero, de hecho, en la tradición judaica nunca se da esta interpretación de filiación en el sentido de que el Mesías participara de la naturaleza divina de Yahvé. Por eso, más bien parece que aquí nos encontramos con una filiación moral del Mesías 28, pues éste es engendrado justamente el día de su entronización como Ungido de Yahvé. Se hace Hijo de Yahvé al ser declarado Rey y sucesor de la dinastía davídica, adoptada por Yahvé 29. Se trata, pues, de una filiación adoptiva del Mesías el día de su entronización real 30.

La perspectiva mesiánica del salmista se declara en el anuncio de que Yahvé da las gentes por heredad al Ungido, y en toda su extensión, pues abarca los confines de la tierra (v.8b). Si el Mesías es el representante único de Yahvé, se sigue que todos los pueblos le serán sometidos como patrimonio propio 3l. No sabemos el alcance de los conocimientos geográficos del salmista, que pone en boca de Dios la expresión confines de la tierra; pero, aunque esta frase se aplica no pocas veces en la Biblia a los límites ideales del reino de Israel32, sin embargo, en la tradición de las profecías mesiánicas la palabra gentes tiene un sentido amplísimo, conforme a la promesa hecha a Abraham de que en su descendencia serían "bendecidas todas las gentes" 33. Así, pues, podemos sospechar que la panorámica del salmista es amplísima y abarca todas las naciones que se confabulan contra el Ungido, es decir, todos los pueblos que, fuera del alcance de la elección de Israel, se afanan por impedir la manifestación de los tiempos mesiánicos.

Como Vicario de Yahvé, el Mesías será el Señor de las naciones y las someterá y gobernará con fortaleza, con cetro de hierro, pues se obstinan en mantener su actitud de rebeldía. Isaías presenta al Príncipe ideal "hiriendo al tirano con los decretos de su boca y matando con su soplo al impío" 34. Las expresiones rudas y vigorosas han de interpretarse conforme al módulo literario de la hipérbole oriental, salpicada siempre de afirmaciones radicales y extremosas. Esta imagen del Mesías autocrático y violento contrasta con la del "Príncipe de paz" del libro de Isaías 35, y sobre todo con la descripción del "Siervo de Yahvé," que triunfa por el sufrimiento y la muerte 36. Son facetas diversas bajo las cuales se presenta al futuro Mesías, que tendrá el don de fortaleza, pero también el espíritu de justicia y de equidad. El salmista aquí — en medio de la confabulación violenta de las naciones y reyes gentiles — presenta al Ungido de Yahvé tratando duramente a los que no se sometan a su dominio ni quieran reconocer sus derechos de lugarteniente único de Yahvé.

El cumplimiento del vaticinio fue conforme al módulo de la última etapa de la revelación en el A.T., es decir, según la estampa del "Siervo" doliente, que es llevado al matadero como "cordero" sin protestar 37. Así, Jesús ante Pilato declara que su reino no es de este mundo 38. Pero San Pablo desentraña el sentido profundo de su humillación hasta la muerte, pues por ella "Dios le ensalzó y le dio un nombre sobre todo nombre, para que ante El doblen la rodilla los cielos, la tierra y los infiernos, y toda lengua confiese que Jesús es el Señor para gloria del Dios Padre" 39. Al despedirse de los Apóstoles, Jesús confiesa que es el Señor del universo: "Me fue dado todo poder en el cielo y en la tierra"40. San Pablo ve en la resurrección de Jesús el cumplimiento de la frase del salmo: "Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy"41. La humanidad glorificada de Jesús es el cumplimiento en su sentido pleno del oráculo del salmo.

Invitación a la sumisión al Ungido (10-12).

10 Ahora, pues, ¡oh reyes! obrad prudentemente; dejaos persuadir, rectores todos de la tierra. 11Servid a Yahvé con temor, rendidle homenaje con temblor 42. 12 No se aire y caigáis en la ruina, pues se inflama de pronto su ira. ¡Venturosos los que a él se confían!

Esta invitación a la cordura la hace el salmista, el cual amonesta a los insurgentes, ya que es inútil mantenerse frente al que tiene poderes delegados del Omnipotente, Rey de las naciones y Juez de los pueblos43. Yahvé tiene arrebatos de ira cuando son conculcados sus derechos (v.12), y, por tanto, es peligroso incurrir en la ruina que pueda acarrear a los obstinados en la rebelión.

El salmista termina declarando que la verdadera felicidad está en entregarse confiadamente a la Providencia divina y a sus misteriosos designios sobre la tierra.

Sentido mesiánigo del salmo.

El P. Lagrange declara que esta composición es el "salmo mesiánico" por excelencia y el primer documento hebreo que contiene el término técnico de Mesías, aunque unido a Yahvé bajo la forma de "su Ungido."44 El "ungido" era el sumo sacerdote y el rey de Israel. Ahora se aplica el término al que iba a ser Sacerdote-Rey en la nueva teocracia, aunque no se afirme explícitamente esta doble dimensión — sacral y cívica- — del futuro Mesías, como se hará en el salmo no, que por su sentido mesiánico es paralelo a éste. "Con todo, la tradición judía ha considerado el salmo 2 como eminentemente mesiánico, como lo declara el rabí Rashi: "Nuestros doctores han entendido este salmo del Rey-Mesías, pero en sentido literal, y para responder a los herejes (cristianos) es preferible interpretarlo del propio David."45

Los Apóstoles utilizaron el salmo en sentido mesiánico en sus argumentaciones apologéticas46, aplicándolo a Cristo resucitado y triunfador. Los Santos Padres aducen con frecuencia el pasaje de la filiación divina del Mesías en las disputas arrianas47.

Por el contexto interno de la composición se ve que el salmista tiene una perspectiva mesiánica, pues habla del dominio del Ungido sobre todas las gentes hasta los confines de la tierra. La composición forma parte de la colección literaria llamada salmos regios, porque giran en torno al reino mesiánico, o especialmente sobre el Rey-Mesías. En el vaticinio de Jacob se anuncia que un descendiente de la tribu de Judá empuñará el cetro, dominando sobre las gentes48. A David se promete la perpetuidad de su dinastía49. Amos concibe los tiempos mesiánicos como una resurrección de la casa caída de David50; en el mismo sentido, a favor de la dinastía davídica se expresa Oseas51. Isaías presenta al "Emmanuel" naciendo de una virgen, adornado de cualidades excepcionales y procediendo de la casa de Jesé, padre de David52. Miqueas vaticina que ej "Dominador en Israel" nacerá en Belén, patria chica de David 53. Jeremías habla de un nuevo "Pastor" vinculado al propio David54; en el salmo 132:11 se alude a la promesa hecha a David de que habrá un retoño suyo sobre el trono de Judá. En este ambiente de expectación mesiánico-davídica debemos interpretar estos salmos regios. Los salmistas — haciéndose eco de esta convicción tradicional — muchas veces en el rey de su tiempo ven el eslabón de la cadena que desembocará en el Rey por excelencia, el Mesías, y en ese sentido, glorifican a la monarquía israelita y a los reyes históricos en función de su proyección hacia el futuro, en que se colmarán las ansias de felicidad y prosperidad del pueblo elegido, tantas veces probado por la adversidad. Otras veces, llevados de la inspiración divina, su mente se proyecta directamente sobre el personaje futuro ideal, síntesis de todas las ilusiones de todo buen israelita. Es el caso del salmo 2, en el que se destaca el poder omnímodo del Ungido de Yahvé.

1 Act 4:25. — 2 EB 344- — 3 Suponen la composición antes del exilio Sellin, Kittel, Gunkel, Kónig y, en general, lios autores católicos. — 4 Mantienen esta opinión, entre otros, Duhm, Bertholet, Zapletal y Lagrange. Véase KB 14 (1905) 41-42. — 5 Is 9:6-7. — 6 Is 11:1s. — 7 Dan e.? — 8 Cf. Sam 12:3; 17:51; Re 1:39. — 9 Cf. Lev 8:1s. — 10 Cf. Is.45:1. — 11 Lc 2:1 1. — 12 Cf. 2 Sam 5:1s. — 13 Así según el TM. Los LXX leen en pasivo nisakti, en vez de nasakti (kal), y la Vg sie esta lección: "constituías sum rex." Siguen la lección de los LXX Lagrange (RB 14 [1905] ), Peters Dnnf gue esta lección: "constituías sum rex." Siguen la lección de los LXX Lagrange (RB 14 [1905] 40), Peters, Dennefeld, Ceuppens. Siguen el texto masorético Vaccari, Zorell, Desnoyers, Kigaux, Schmidt. — 14 Gen 12:1s. — 15 Sal 9:8-9. — 16 Sal 68:34. 18 Is 6:3. — 17 2 Sam 7:11-17. — 19 Sal 47:9; Is 8:18. — 20 ls 2:2s; Miq 4:1s. — 21 Así según los LXX, leyendo tir'em en vez de tero'em: "los romperás." — 22 Cf. Ex 4:22; Dt 26:19; 28:1. — 23 Cf. 2 Sam 7:14. — 24 Sal 89:28. — 25 Job 1:6; 38:7; Sal 29:1; 89:7. — 26 Así interpretan Geuppens, Podechard, Knabenbauer, Peters, Dennefeld, Desnoyers. — 27 M. J. Lagrange, Le Judaisme avant Jesús Christ (1931) 365; cf. RB (1905) 43. — 28 Cf. 2 Sam 7:14; Sal 89:27-28. — 29 Cf. 2 Sam 7:14; 23:5. — 30 Véase E. Dhorme, La Religión assyro-babylonienne (París 1668). — 31 Cf. Gal 4:7; Mt 21:38. — 32 Cf. Dt 33:17; Sal 72:8; Eclo 44:21; Zac 9:10. — 33 Gen 12:3. — 34 Is 11:4. — 35 Is 9:43. — 36 Is 42:1-7; 49:1-7; 50:4-9; 52:13-53:12. — 37 Is 53:7- — 38 jn 1836. — 39 Fil 2:8s. — 40 Mt 28:18. — 41 Act 13:33. — 42 En el TM se añade "besad al hijo." Los LXX y Vg: "Apprehendite disciplinam." Símaco: "adorad puramente." Como recarga el ritmo y hay una palabra aramea para designar "hijo" (bar en vez del heb. ben), Lagrange y otros críticos creen que es glosa marginal. Cf. RB (1905) 40. Gunkel hace una ingeniosa trasposición de letras hebreas, y por razones de paralelismo lee: "besad los pies con temblor." En ese supuesto, se invita a prestar un homenaje al Mesías, besándole los pies, como signo de acatamiento y de deposición de la actitud hostil anterior. — 43 Cf. Sal 76:13. — 44 M. J. Lagrange: RB (1905) 41. — 45 Citado por J. Calés, Le livre des Psaumes I (París 1936) 104. — 46 Cf. Act 4:25-28; Heb 1:5; Ap 2:27; 19:15. — 47 Cf. San Justino, Dial, cum Tryph. c.88: PG 6:687; Lactancio, Divin. Instit. 4:15: PL 6:491; San Hilario, De Trin. 8:25: PL 10,255; San Agustín, Confess. l.n c.is: PL 32, 815; San Juan Crisóstomo, Contra lud.: PG 48:818-819. — 48 Gen 49:4-12. — 49 2 Sam 23:1.5. — 50 Am 9:11s. — 51 Os 3:5 — 52 Is 11:18. — 53 Miq 5:1-4; Mt 2:3. — 54 Jer 37:21-28.

 

Salmo 3. Seguridad del Justo en la Persecución.

Según el título, este salmo fue compuesto por el propio David cuando huía de su hijo Absalón. Al sublevarse éste contra su padre, el rey se vio obligado a abandonar Jerusalén, encaminándose hacia Jericó, acompañado de su familia y de su guardia personal 1. Ya hemos indicado que estos títulos en. los que se atribuyen salmos a David no siempre responden a la verdad histórica; pero, con todo, sabiendo que el gran rey compuso muchas piezas salmódicas, bien puede ser ésta una de ellas, pues el lenguaje y el estilo poético no excluyen una composición preexílica2. La mención del "monte santo" (v.5) es un poco extraña, cuando aún no se había construido el templo en que habitaba Yahvé; pero ya en tiempos de David el arca de la alianza había sido trasladada a la colina de Sión, y su presencia bastaba para justificar la denominación de "monte santo" dada al lugar en que se guardaba. Así, pues, no hay razones fuertes para negar la paternidad davídica del salmo. Por otra parte, la tragedia de su huida precipitada ante los insurrectos, capitaneados por su hijo, justifica la alusión a los "millares del pueblo que en derredor se vuelven" contra él (v.7).

El salmo se divide en cuatro estrofas: a) situación apurada del salmista (2-3); b) Yahvé, defensor del justo atribulado (4-5); c) reafirmación de la confianza en Dios (6-7); d) súplica de salvación (8-9). Cada estrofa tiene dos dísticos. En el texto encontramos tres selah, que parecen indicar alternancia de coros recitadores. La composición es una efusión lírico-dramática de los tristes sentimientos que embargan al salmista en una situación comprometida. Toda la oración está dominada por un sentimiento firme de confianza, porque tiene experiencia de la protección divina en vivencias difíciles anteriores.

Situación angustiada del justo perseguido (1-3).

1 Salmo de David al huir de Absalón, su hijo. 2 ¡Oh Yahvé, cómo se han multiplicado mis enemigos! Muchos son los que se alzan contra mí. 3 Muchos son los que de mi vida dicen: "¡No tiene ya en Dios salvación!" Selah.

Encontramos aquí la palabra salmo (heb. mizmor), que es una pieza lírico-religiosa que ha de ser recitada acompañada de instrumentos músicos. El título es posterior a David, y debe de ser obra del compilador, que tiene en cuenta su uso litúrgico en el templo. El salmista se siente consternado ante la multitud de sus enemigos, que se alzan despiadados contra él. Si la composición refleja la situación que obligó a emprender la huida a David, se comprende bien la exclamación del rey, pues ciertamente fueron muchos los que se sumaron al hijo rebelde contra su legítimo poder4. Sus adversarios le consideran vencido y desamparado de Dios, el único que podía salvarle (v.3). En 2 Sam 16:8s se narran las maldiciones que uno de los seguidores de Absalón lanzó contra David, al que considera usurpador y sanguinario respecto de la casa de Saúl. La magnanimidad del rey quedó entonces manifiesta, pues no quiso que se impidieran estos desahogos de su enemigo. Esta situación pudo sugerir después al rey la composición del salmo, aunque, como hemos indicado, el salmista puede aludir a muchas otras situaciones en que se siente perseguido.

Yahvé defensor del justo perseguido (4-5).

4 Pero tú, ¡oh Yahvé! eres escudo en torno mío, mi gloria, el que me hace erguir la cabeza. 5 Clamaba con mi voz a Yahvé, y El me respondió de su monte santo. Selah.

El salmista, en medio de la tribulación, se dirige a su Dios, que tantas veces le protegió contra sus enemigos, como si fuera su escudo invulnerable. En realidad, Yahvé es la gloria de su fiel perseguido, pues le ha levantado de peores situaciones, haciéndole erguir la cabeza cuando sus enemigos le daban por vencido Yahvé le hará salir ahora airoso de la difícil situación actual. En los momentos de peligro clamaba, y el Señor le respondía desde su morada, el monte santo, la colina bendita de Sión, donde estaba su tabernáculo 5. La expresión monte santo es muy usual después del exilio babilónico, pero se la empleaba también antes6.

Reafirmación de la confianza en Dios (6-7).

6 Yo me acostaba y yo me dormía, y despertaba, porque Yahvé me defendía. 7 No temo a los muchos millares del pueblo que en derredor mío acampan contra mí.

Confiado en Yahvé como su escudo y defensor de sus intereses y de su honor, duerme tranquilo, como lo hizo en otros momentos apurados. Al fin podrá de nuevo despertar incólume a pesar de la hostilidad general. Es tal la confianza que tiene en su Dios, que puede entregarse al sueño reparador como si no existieran peligros grandes én su derredor. El salmista, pues, confiado en Yahvé, se entrega a sus actos de la vida ordinaria, acostándose y durmiendo sin sobresaltos ni angustias. Aunque sus enemigos son millares y acampan contra él como ejército invasor, sin embargo, confía en su Dios. Si el salmista alude a la situación angustiada de David, se comprende bien esta frase, pues eran millares los que seguían a su hijo rebelde, Absalón7. No obstante, en los salmos son frecuentes estas expresiones hiperbólicas en las que se habla de millares de enemigos que hostigan al justo perseguido 8.

Súplica de salvación (8-9).

8 Álzate, ¡oh Yahvé! Sálvame, ¡Dios mío! Tú hieres en la mejilla a todos mis enemigos, tú rompes los dientes a los impíos. 9 Tuya es, ¡oh Yahvé! la victoria. Venga sobre tu pueblo tu bendición. Selah.

El salmista termina implorando auxilio a Yahvé para que, como en otro tiempo hirió a sus enemigos, vuelva ahora a salir por sus intereses, liberándole de los que hostilmente le rodean. Las expresiones son fuertes y rudas: en otro tiempo Yahvé quebrantó las quijadas de sus adversarios y los dientes de los impíos, hiriéndoles de frente. Los enemigos son comparados aquí a fieras que con la boca abierta, dispuestas a devorar la presa, le asedian 9. Quizá el salmista, al pedir que Dios hiera en el rostro a sus enemigos, aluda al deseo de que cesen sus palabras insidiosas y calumnias que lanzan contra él. La seguridad del justo perseguido es plena, pues sabe que de Yahvé es la victoria, como lo ha demostrado en lances semejantes. El salmista termina su composición pidiendo la bendición divina sobre el pueblo humilde, tantas veces perseguido y hollado (V.9). Si es realmente David el autor del salmo, el generoso rey se siente aquí identificado con los intereses de su pueblo, el cual, engañado por la facción rebelde, se ha ido de momento contra él, pero volverá de nuevo a asociarse a su legítimo soberano. En todo caso, los salmistas son los mejores intérpretes de las ansiedades y angustias del pueblo atribulado, y por eso, al desahogar su espíritu, asocian sus problemas íntimos con los del pueblo humilde, olvidado y postergado en sus intereses por las clases oligárquicas. Aquí, pues, el salmista une su tragedia íntima a la cotidiana de su pueblo, siempre en peligro de ser devorado por los desaprensivos de la clase dirigente, que son como fieras insaciables en su deseo de acumular riquezas 10.

En esta composición encontramos, dividiendo las estrofas, la palabra selah, que suele interpretarse como una indicación musical, y puede señalar un interludio musical, un cambio de tono en la ejecución del canto, una modulación especial en forma de antífona, o un cambio de coro en la recitación. Todas estas hipótesis se ofrecen para explicar el misterioso vocablo que aparece muchas veces en el Salterio.

1 2 Sam 15:1s. — 2 Cf. E. Podechard, O.C., 22. — 4 2 Sam 15.125. — 5 Cf. 2 Sam 7:173. — 6 Cf. Ez 20:40; Jer 31:23. — 7 Cf. 2 Sam 15:1s. — 8 Cf. Sal 27:3; 55:3- — 9 Cf. Sal 58:7; Job 29:17. — 10 Cf. Am 5:7.

 

Salmo 4. Oración del Justo Perseguido.

Como el anterior, este salmo es un canto de confianza en Yahvé, pero el peligro parece pasado; por eso no encontramos aquí demanda de auxilio contra enemigos que le asedian y ponen en peligro su vida. Según el título de la composición, también este salmo es de David. Los autores que sostienen que el anterior fue compuesto con motivo de la rebelión de Absalón, creen que esta composición es continuación de aquélla, y así reflejaría la situación espiritual del rey cuando se disponía a volver a Jerusalén después de la trágica muerte de su hijo Absalón, en el momento de la rebelión de Sebá el benjaminita, el cual invitó a los seguidores de Absalón a someterse al rey David: "¡Israel, a tus tiendas! ¡Cada uno a su casa!" Su grito insurreccional atrajo a sí a la mayor parte de las tribus del norte, quedando con David sólo la de Judá l.

Algunos autores han supuesto que este salmo forma unidad literaria con el anterior, pero no es fácil hacer un solo poema de ambas composiciones, pues tienen diverso ritmo y aun difieren por el contenido ideológico, ya que reflejan situaciones psicológicas diversas. Algunas reminiscencias deuteronómicas hacen suponer a no pocos autores que el salmo es posterior a Jeremías (s.VII). Podemos distinguir tres partes en esta composición poética: a) preludio: súplica a Yahvé (v.2); b) amonestación a los magnates olvidados de Dios (3-6); c) confianza en Yahvé (7-9). La métrica y estrofas son irregulares, variando la distribución de dísticos en cada estrofa 2.

Preludio: súplica a Yahvé (1-2).

1 Al maestro de coro. Con instrumentos de cuerda. Salmo. De David 3. 2 Cuando yo grito, respóndeme, ¡Dios de mi, justicia! I En la apretura tú me diste holgura. Séme propicio y oye mi súplica.

La indicación del v.1 refleja ya una organización del canto litúrgico en la que no faltan el maestro de coro y los instrumentos de cuerda para acompañar las composiciones salmódicas. Sabemos que David organizó ya turnos de cantores e instrumentistas para solemnizar el culto de Yahvé en su tabernáculo 4. Sus composiciones lírico-religiosas servían, pues, de tema central en las manifestaciones religiosas litúrgicas. Es el rey salmista por excelencia, y por eso, la tradición judaica le atribuye muchas composiciones salmódicas, de las cuales, sin duda, algunas son del gran rey organizador del "culto en Jerusalén.

El salmista alude aquí a la intervención divina en su favor en un momento difícil de su vida, sin concretar más. Yahvé es el que en tales lances angustiosos le da holgura de ánimo, pues hace valer su justicia y derechos ante sus enemigos. Consciente de tener a Dios a su lado, ahora el salmista le pide le sea una vez más propicio y responda a sus súplicas y ansiedades.

Amonestación a los magnates olvidados de Dios (3.-6)

3 ¿Hasta cuándo, hidalgos, (convertís) mi gloria en ignominia? 5 ¿Por qué amáis la vanidad y buscáis la mentira? Selah. 4 Pues sabed que Dios distingue al que le es grato, que me oye Yahvé cuando le invoco. 5 Temblad y no pequéis 6. Meditad en vuestros corazones, en vuestros lechos guardad silencio7. 6Sacrificad sacrificios de justicia y confiad en Yahvé.

El salmista se encara con sus enemigos, que pretenden empañar su gloria (Yahvé), con virtiéndola en ignominia al oponerse a sus designios sobre él. Si es David el autor y alude a las circunstancias de los nuevos rebeldes, que se oponían a su soberanía, se concibe bien esta llamada del rey a los magnates o hidalgos8. Si, al contrario, es un sabio — representante de la religión tradicional —, la invitación a los magnates o dirigentes de la sociedad parece aludir al deseo de que no se dejen guiar por los falsos caminos de los ídolos, cambiando a favor de ellos, que son la ignominia, lo que pertenece a Yahvé, que es la gloria de Israel, el único que los puede ayudar y proporcionar los bienes de la tierra que tanto ansian. Esta segunda interpretación parece más en consonancia con la queja siguiente de que aman la vanidad y buscan la mentira, es decir, los engañosos ídolos, que no pueden auxiliarles.

El salmista insiste en que Yahvé está con el que le es fiel y no va tras los ídolos, y, en consecuencia, le escucha siempre que le invoca (v.4). La verdadera seguridad la da la protección divina, que está siempre al servicio del que le es grato. Al contrario, es temible para el que se aparte de sus caminos. Por eso el salmista recuerda a los dirigentes del pueblo la responsabilidad que tienen en sus acciones desconsideradas: Temblad y no pequéis (ν.ξ). El temor de Dios es sano para dirigir la vida en paz y tranquilidad. Por eso deben los magnates reconsiderar su conducta: meditad en vuestros corazones; sobre todo, de noche es el tiempo de reflexionar en silencio sobre los secretos caminos de Dios y sobre la vida humana desconectada de su servicio. Llega la hora de rectificar y de sacrificar sacrificios de justicia, es decir, ofrecer los sacrificios exigidos por la Ley con toda escrupulosidad ritual 9, con espíritu de piedad y de justicia hacia Dios, Señor de todo. Entonces pueden confiar en Yahvé (v.6), pues se hallan en relaciones de amistad con El.

Los que mantienen la paternidad davídica del salmo explican estas invitaciones como hechas por el rey huido a los que trataban de continuar la rebeldía contra él. Los hidalgos en este caso serían los jefes militares que acaudillaban la rebelión y se iban tras del cabecilla Sebá, que quería dividir las fuerzas, separando parte del pueblo de la obediencia del rey de Jerusalén 10. El rey, siempre magnánimo, invita a la reconsideración fría del problema, haciendo ver que la actitud de ellos va contra los intereses de Yahvé. Y entonces ellos siguen la vanidad y la mentira. Fríamente, en el silencio de la noche, deben pensar en las consecuencias de su conducta insensata, pues Yahvé está siempre con el rey, que le es grato, como lo ha demostrado amparándole y dándole la victoria tantas veces. Sólo en esta actitud de aceptar los designios divinos sobre su rey pueden acercarse a ofrecer a Dios sacrificios de justicia, es decir, conforme al espíritu de la Ley tradicional de Israel,

Confianza en Yahvé (7-9).

7 Son muchos los que dicen: "¿Quién nos hará ver la dicha? Alza sobre nosotros, ¡oh Yahvé! 11, la lumbre de tu rostro. 8 Diste a mi corazón más alegría que cuando abundan el trigo y el mosto 12. 9 En paz me duermo luego en cuanto me acuesto, porque tú solo, ¡oh Yahvé! me haces reposar confiadamente."

Un sentimiento de escepticismo embarga a los que se deciden a seguir los caminos de Dios, pues no esperan poder gozar de la felicidad: ¿Quién nos hará ver la dicha? (v.7). El salmista responde a esta manifestación escéptica con una súplica para que Yahvé muestre su ayuda protectora: Alza sobre nosotros la lumbre de tu rostro (v.7b). La faz radiante de Dios simboliza los sentimientos de benevolencia para con el hombre 13. Un rostro alegre refleja simpatía y benevolencia. Aquí, pues, la manifestación radiante de la lumbre del rostro de Yahvé es el preludio de sus favores hacia los que le son fieles. Al contrario, el ocultamiento de la faz divina equivale a una maldición 14. En la bendición sacerdotal de Núm 6:245 se dice: "Que Yahvé te bendiga y te guarde; que haga resplandecer su faz sobre ti y te otorgue su gracia; que vuelva a ti su rostro y te dé la paz." Aquí, pues, la manifestación benévola del rostro de Yahvé equivale a traer como consecuencia la manifestación de su gracia y el otorgamiento de la paz. Son términos paralelos en el texto. El salmista se mueve dentro de la misma mentalidad, relacionando los bienes materiales con la manifestación radiante de Dios.

Esta manifestación radiante de la faz divina trae al corazón del fiel confiado a su providencia más alegría y felicidad que la que se tienen en los tiempos de abundancia del trigo y del mosto (v.8). Por eso, en cuanto se acuesta se entrega a un sueño reparador, pues descansa confiadamente en Dios, que vela por él (V.9). El salmista no abriga sentimientos de rencor para los que se apartan de Dios, los magnates, que eligen la ignominia (ídolos) en vez de la gloria (Yahvé), sino que, al contrario, trata de atraerlos al buen camino, presentándoles la tranquilidad y paz del que confiadamente se entrega a Dios después de haber caminado por sus sendas y haber ofrecido sacrificios de justicia.

1 Cf. 2 Sam 20:12s. — 2 Véase J. Cales, o.c., I 118. — 3 Comúnmente, los autores traducen el heb. larnnasscaj por maestro de coro (cf. Par 15:21; Esd 3:8). Los LXX leen lanesaj y traducen "hasta el fin," "para siempre." San Jerónimo: "victori." Los LXX y Vg leen también in carminibus en vez de instrumentos de cuerda (bin-ginot). — 4 Cf. 2 Sam 1:17-27; 3:33-34; Am 6:5. — 5 Así siguiendo el TM con Podechard. Los LXX y Vg: gravi corde, leyendo kibede (i) leb en vez del kebodi likelimmah del TM. — 6 Los LXX y Vg traducen írascímim. El heb. rigzu más bien significa temblar, estremecerse, — 7 Así siguiendo a Calés. Otros, como Kírkpatrick, traducen: "comunicad con vuestro corazón sobre vuestro lecho y callad." Podechard: "Que vuestros corazones comprendan. Sobre vuestro lecho reposad y confiaos a Yahvé." — 8 En heb. lit. "hijos de varón" (bene-'ish; de clase elevada), en contraposición a bene-'adm ("hijos de un hombre" cualquiera). La contextura de la frase, pues, responde al "hijos de algo" de la literatura clásica española. De ahí "hidalgo." — 9 Cf. Dt 33:19; Sal 51:21. Los autores que suponen que el salmo fue compuesto con ocasión de la rebelión de Absalón creen que aquí se alude a los sacrificios que éste quiso hacer en Hebrón. — 10 Cf. 2 Sam 20, is. — 11 Así según el TM, comúnmente seguido por los críticos. Los LXX y la Vg, leyendo nissah en vez de nesah, traducen: "signa íum esí lumen vultus tui," tomando el rostro de Yahvé como un estandarte de salvación. — 12 El tiempo de la vendimia era ocasión de grandes manifestaciones de alegría (ct. Is 9:3; Jer 48:33). Los LXX y Vg añaden olei para completar la trilogía: trigo, mosto y aceite. — 13 Cf. Sal 31:17; 44:4; 89:16; Job 29:24; Prov 16:15. — 14 Job 24:15; 13:24; 36:32; Is 54:8; 64:7; Dt 31:17; 32:20.

 

Salmo 5. Oración Matinal del Justo contra los Impíos.

El título lo atribuye también a David. La mención del "santuario" (v.8) puede aplicarse al tabernáculo erigido por David en la colina de Sión antes de la erección del suntuoso templo de Salomón. En el título del salmo no se dan las circunstancias históricas de la vida del rey poeta en que hubiera sido compuesto, como en Sal 4. El salmo 5 es una composición surgida en un estado de ánimo dominado por el problema del choque en la sociedad de la conducta del justo y la del impío. Posteriormente ha sido adaptado al servicio litúrgico del templo, como lo prueba la indicación musical del título. El salmista vive a la sombra de la "casa de Yahvé," el templo o tabernáculo, sin que esto implique necesariamente que sea de la clase sacerdotal. Como no se alude a desvarios idolátricos de los impíos, no pocos críticos suponen que el salmo es postexílico, de la época persa, cuando había cierta lucha en torno a las prerrogativas cultuales del templo de Jerusalén 1.

La forma poética es muy cuidada, aunque hay algunas alteraciones técnicas en el texto. El poema incluye cinco estrofas iguales, compuestas cada una de dos dísticos y un trístico. Los dísticos tienen la técnica de la qinah o elegía 2.

El pensamiento se desarrolla normalmente, sin grandes interrupciones lógicas. La composición tiene la forma de plegaria férvida y ardiente, entremezclada de quejas contra los impíos. Yahvé tiene que salir contra ellos, porque odia el mal. El salmista se considera mejor que sus enemigos, pero no confía tanto en sus méritos cuanto en la justicia y en la misericordia divinas. Yahvé salvará de las emboscadas de los enemigos al que le es fiel, y el justo se sentirá dichoso protegido por la providencia benévola de su Dios.

Podemos distinguir cinco secciones conforme a la distribución estrófica: a) preludio: invocación ardiente a Yahvé con ocasión del sacrificio matutino (1-4); b) confianza en Yahvé, que odia el mal (5-7); c) el salmista, huésped de Yahvé (8-9); d) perfidia de sus adversarios (10-11); e) felicidad del justo (12-13).

Preludio: invocación ardiente matinal (1-4).

1 Al maestro de coro. A la flauta. Salmo de David. 2 Apresta el oído a mis palabras, ¡oh Yahvé! atiende mis suspiros. 3 Atiende a las voces de mi súplica, Rey mío y Dios mío. 4 Porque a ti suplico, ¡oh Yahvé! De mañana tú escuchas mi voz; temprano me pongo ante ti y espero 3.

La indicación musical, a la flauta, es problemática. Los LXX traducen: "para la heredera" (nejiloth). La Vg: "pro ea quae haeredi-tatem consequitur"; es decir, la sinagoga o la nación israelita, heredera de las promesas divinas. Los Santos Padres aplican este título a la Iglesia, heredera de la sinagoga judía.

El salmista declara que todos los días desde la mañana — sin duda a la hora del sacrificio matinal — inicia sus oraciones y súplicas confiadas a Yahvé, que es su Rey y su Dios. El estilo es vigoroso y entrecortado. Es un grito del salmista a su Dios en un momento en que no es comprendida su virtud. Yahvé es el Rey de Israel4 y del universo 5, pero particularmente de las almas justas que viven conforme a su Ley 6. Los fieles israelitas acudían de mañana a expresar sus deseos y angustias cotidianas a su Dios en su morada del templo 7, particularmente en los momentos comprometidos de su existencia, pues Yahvé es la única esperanza del que confía en El. El salmista tiene experiencia de la protección divina, que responde a sus súplicas matinales. Llevado de esta confianza, vuelve de mañana a su santuario a desahogar sus suspiros y a formular sus súplicas.

Confianza en Yahvé, que odia el mal (5-7).

5 Pues no eres tú Dios que se agrade del impío, ni será tu huésped el perverso. 6 No pueden los insensatos estar ante tus ojos; odias a todos los obradores de iniquidad. 7 Das a la perdición al mentiroso; al sanguinario, al fraudulento, los abomina Dios.

El salmista tiene confianza en ser oído, pues sabe que Dios no ampara a los impíos. Dios es justo y santo, y, como tal, no puede complacerse en la iniquidad. Por tanto, no puede agradarse en el impío ni recibir como huésped honrado al perverso, que camina fuera de las sendas de la Ley divina. Los impíos no pueden ser huéspedes de Yahvé en su santuario, ni deben tomar parte en los banquetes sagrados, aspirando a ser oídos en sus súplicas. Quizá el salmista aluda aquí a la pugna que había dentro del templo por la distribución de los diversos servicios divinos. No faltaban los ambiciosos, que, llevados de las pingües ganancias del templo, procuraban apropiarse indebidamente funciones que pertenecían a otros que eran más dignos por su conducta. El salmista llama a estas gentes desaprensivas insensatos, obradores de iniquidad, mentirosos, fraudulentos y sanguinarios. Todos ellos son impíos, en los que Dios no puede agradarse, pues sistemáticamente abomina la iniquidad en sus diversas manifestaciones. Para conseguir sus beneficios, los impíos no dudan en derramar sangre inocente 8, falseando la ley para crearse derechos que no tienen. Pero estos tales no pueden prosperar ante los ojos de Yahvé (v.6), que gobierna con equidad y justicia; por eso terminará por entregarlos a la perdición.

El justo, huésped de Yahvé (8-9).

8 Mas yo, fiado en la muchedumbre de tu piedad, entro en tu morada y me prosterno ante tu santo templo, en tu temor, 9 Guíame, ¡oh Yahvé! en tu justicia, a causa de mis enemigos, y allana tus caminos ante mí.

Enfáticamente, el salmista contrapone su confianza en la piedad de su Dios, que le fuerza a entrar en su morada para prosternarse ante El, lleno de temor por su majestad y las exigencias de su justicia. Los impíos no podían ser huéspedes de Yahvé en su santo templo, porque sus obras inicuas los apartaban de su Dios, puro y santo. Con todo, reconoce el salmista que, si puede entrar confiadamente en la casa de Yahvé, no es fiado en sus méritos, sino en la muchedumbre de su piedad o misericordia, siempre generosa para con los que le son fieles. Confiado en esta benevolencia especial de Yahvé para con los suyos, el salmista entra en su morada, no sólo para participar del espectáculo de las manifestaciones litúrgicas, sino para llevar una vida de íntima unión afectiva con El en la oración. La mención del ingreso en el templo no prueba necesariamente que el salmista sea de la clase sacerdotal, pues todos los israelitas tenían acceso a la santa morada. La preocupación del salmista es librarse de sus enemigos, que le ponen obstáculos en su vida. No concreta en qué consiste esta oposición de sus adversarios, pero debe de ser de índole espiritual, pues no se alude a persecuciones violentas, con peligro de perder la vida, como en otros salmos. Quizá la oposición viniera de la clase sacerdotal, que monopolizaba la vida litúrgica del templo. Con confianza total, el salmista pide a Dios que allane sus caminos, es decir, que le libre de los obstáculos que se oponen en su vida íntima religiosa en el santuario a la sombra de Dios. El norte de la vida del salmista es la justicia de Dios, es decir, sus preceptos luminosos, que se amoldan a las exigencias justas de la divinidad para con el ser humano, y particularmente con el israelita, que tiene especiales deberes de gratitud para con Yahvé, que los ha elegido entre los pueblos.

La perfidia de los enemigos del salmista (10-11).

10 Pues no hay en su boca sinceridad; su interior no es más que malicia; un sepulcro abierto es su garganta, halagan con sus lenguas. 11 Condénalos, ¡oh Yahvé! que fracasen en sus maquinaciones. Por sus muchos crímenes recházalos, ya que se rebelan contra ti.

Los enemigos del salmista atacan con calumnias y mentiras; su garganta (su hablar) es como un sepulcro abierto, que exhala hedor de muerte 9. Jeremías dice de los babilonios invasores que su "aljaba es como un sepulcro abierto"10, en cuanto que siembra la muerte por doquier. El salmista contrapone los halagos de las lenguas de sus adversarios al efecto de muerte que producen con sus palabras calumniosas. Por eso pide a Dios que les condene haciendo fracasar sus maquinaciones contra él (v.11). En realidad, sus enemigos son los adversarios del propio Dios, pues se rebelan contra El y sus preceptos. El salmista encarna aquí al israelita fiel, perseguido precisamente por su fidelidad a la Ley de su Dios. Sus intereses, pues, son los de Yahvé, y en ese sentido pide que los condene o castigue, haciendo fracasar sus maliciosos planes contra él.

Yahvé, protector de los justos (12-13).

12 Y se alegrarán cuantos en ti confían, exultarán por siempre. Tú los protegerás y en ti jubilarán los que aman tu nombre. 13 Pues al justo, ¡oh Yahvé! tú le bendices y le rodeas de tu benevolencia como un escudo.

El triunfo de la justicia divina, manifestada en el castigo de los pecadores,, será objeto de alegría por parte de los que confian en Dios y ajustan su vida a sus máximas. Yahvé, en realidad, es como un escudo protector de sus predilectos; los justos viven vinculados a El por el cumplimiento de la Ley. Estos aman su nombre, es decir, reconocen su soberanía, y ajustan su conducta a sus exigencias. El nombre en lenguaje bíblico equivale a la persona representada por el nombre. Aquí, pues, amar el nombre de Yahvé es amarle en lo que es, con todo lo que implica de subordinación hacia El. El nombre de Yahvé es el compendio de su ser y atributos que lo identifican. Y se revela en lo que es cuando se muestra fiel a sus promesas; entonces los justos le reconocen como tal, pues es la prenda de su salvación y su escudo protector 12.

1 Así opina E. Podechard, o.c., 30. — 2 Véase J. Calés, o.c., 125. — 3 Algunos autores traducen: "De mañana preparo (el sacrificio) y espero." — 4 Ot 33:5; Sam 12:12; Is 33:22; 41:21; 43:15; 46:6; Sal 10:10. — 5 Jer 10,7; Sal 47:3-7-9- — 6 Sal 44:5; 84:4" — 7 Sal 55:18; 59:171 88:14; 92:3; 119:147. — 8 Cf. Sal 55:24; 26:9; 59:3; 139:19; Prov 29:10; 2 Sam 16:7-8. — 9 Cf. Sal 69:14; i15:7; 149:6 — 10 Jer 5:16. — 11 Cf. Sal 69:37; 119:132. — 12 Sal 35:2; 91:4; Sam 17:7.

 

Salmo 6. Deprecación de un Justo enfermo.

Esta súplica refleja las angustias de un justo postrado en el lecho del dolor, al que le afectan no sólo la enfermedad, sino los sufrimientos morales a causa de la hostilidad de unos enemigos anónimos que atenían contra su fama y vida espiritual. El título atribuye la paternidad literaria de la composición al propio David, como en otros anteriores. No sabemos que el rey haya estado próximo a la muerte en alguna circunstancia de su vida como consecuencia de una penosa enfermedad. Por otra parte, los lexicólogos descubren algunos términos que reflejan un hebreo posterior al exilio, y, sobre todo, ven cierta dependencia de la fraseología del salmista respecto de Jer 10:24; 45:31 Y por ello suponen que es de época posterior a este profeta l. Con todo, por el contenido de estos breves fragmentos líricos no es fácil determinar la época de composición. La tradición judía, siguiendo la indicación del título, ha considerado el salmo como obra de David; pero ya hemos indicado que esta atribución de las composiciones salmódicas al gran rey no prueba siempre la paternidad literaria davídica, ya que David había quedado como el salmista por excelencia, como Salomón era el "sabio" por antonomasia; y a ellos se atribuyen composiciones literarias por el procedimiento de la seudonimia, como lo prueba el libro de la Sabiduría, escrito en griego y atribuido al "sabio" por excelencia, Salomón. David era el "poeta" mayor de la historia de Israel, y por eso no tiene nada de particular que se le atribuyan composiciones poéticas posteriores al mismo, como ocurre en algunos salmos.

En este salmo se contrapone de modo brusco la situación humilde y angustiada del justo que sufre una penosa enfermedad y que por ello es objeto de burla de sus enemigos, los impíos, los cuales le consideran abandonado de Dios, como pensaban los amigos de Job, y el grito de triunfo una vez que el salmista se ha sentido curado y protegido de su Dios. En las primeras estrofas, el tono es elegiaco, aunque no el ritmo. Pueden distinguirse cuatro estrofas, formadas cada una de un trístico y un dístico. Por el contenido podemos dividir la pieza en cuatro partes: a) imploración de la misericordia divina (2-3); b) súplica de ayuda (4-6); c) el enfermo a punto de expirar (7-8); d) grito de victoria (9-11).

Imploración de la misericordia divina (1-3).

1 Al maestro de coro. A la cuerda. Sobre la octava. Salmo de David. 2 ¡Oh Yahvé! no me castigues en tu ira, no me aflijas en tu indignación. 3 Ten piedad de mí, ¡oh Yahvé! pues estoy desfallecido. Sáname, Yahvé, pues tiemblan mis huesos.

La indicación musical que hemos traducido Sobre la octava (en heb, sheminith), siguiendo a los LXX y Vg, es generalmente interpretada en el sentido de octava alta o baja en el canto. Algunos autores más bien creen que se alude a un instrumento de ocho cuerdas para acompañar el cántico, aunque quizá la palabra hebrea sea la primera de un cantar conocido de los lectores, a cuyo son se había de ajustar la recitación del salmo.

El salmista, afligido por alguna grave enfermedad, siente el peso de la justicia divina. Acostumbrados a asociar las enfermedades con pecados ocultos, suplica a Dios que le perdone, pues sólo supuesta la reconciliación podrá recuperar la salud y la amistad divina. El enfermo pide a Dios que no le trate conforme a las exigencias de su justicia e indignación, sino conforme a su piedad, siempre pronta a perdonar (v.3). Si ha de castigarlo, pide que no sea con ira, sino con equidad y mesura, de forma que la justicia quede atemperada por la piedad.

Súplica de ayuda (4-6).

4 Está mi alma conturbada sobremanera. Pero tú, Yahvé, ¿hasta cuándo? 5 Vuélvete, ¡oh Yahvé! y libra mi alma; sálvame en tu piedad. 6 Pues en la muerte no se hace memoria de ti, y en el "seol," ¿quién te alabará?

El afligido salmista tiene conciencia de la misericordia y omnipotencia de Dios y tiene también experiencia de la protección divina. Por eso, en un momento de arranque, cuando su alma está conturbada y afligida por la enfermedad, apela a los intereses divinos. ¿Qué ganará Yahvé con darle la muerte? Los muertos no se acuerdan de El, pues en la región tenebrosa del seol — donde subsisten en estado de sombra y semipersonalidad los seres humanos — nadie puede alabarle (v.6). Está como rota la comunicación de Yahvé con la región subterránea donde moraban los difuntos en una situación de languidez y de tedio total. El salmista no tiene luces sobre la retribución en ultratumba, y por eso su perspectiva de felicidad se termina con la presente vida. Según la mentalidad popular de los antiguos hebreos, los hombres al morir iban a habitar una región subterránea similar al hades de los griegos y al arallu de los babilonios. Los moradores de aquellas sombras, lejos de participar de las alegrías de la vida, llevaban una existencia triste, como en ectoplasma, sin consistencia ni vigor 2. Esta perspectiva es particularmente triste para el salmista, que gusta de participar de la presencia espiritual de su Dios, particularmente en la vida litúrgica del templo. Ahora, ante la proximidad de la muerte, hace una llamada a los propios intereses divinos. Si Yahvé quiere que le alabe, le tiene cuenta mantenerlo en esta vida, pues en la muerte nadie se acuerda de El, y en el Seol no hay posibilidad de alabarle (v.6).

El salmista, a panto de expirar (7-8).

7 Consumido estoy a fuerza de gemir, todas las noches inundo mi lecho y con mis lágrimas riego mi estrado. 8 Están consumidos mis ojos por la tristeza, envejecieron en medio de todos mis adversarios.

Para conseguir la misericordia de Yahvé, el salmista se vuelve hacia su triste situación. Se siente agotado en su lecho de dolor, no sólo por sus debilidades físicas, sino por la hostilidad de sus adversarios (v.8). No concreta en qué consiste esta oposición, pero quizá aluda a calumnias injuriosas o a la satisfacción que ellos sienten ante los dolores del que se creía justo a buen recaudo de la Providencia divina. Los compañeros de Job le echan en cara sus supuestos pecados ocultos porque sufre "tocado" de la mano de Dios 3. Los enemigos del salmista sin duda que le echaban en cara su falsa piedad al verle postrado en el lecho de dolor. ¡Tantas veces había predicado la confianza en la justicia divina, que retribuye a cada uno según sus obras! Y ahora él se encontraba impotente a pesar de su supuesta inocencia y rectitud moral. Su enfermedad era una prueba de que sus esperanzas eran vanas. Ante estas verosímiles actitudes de sus enemigos, al salmista no le queda sino llorar en silencio amargamente en su lecho (v.7), en espera de que Yahvé salga a su favor y muestre que sabe salvar a los que en El confían. Sus dolores han sido tan agudos, que sus ojos se debilitaron y envejecieron prematuramente.

Grifo de victoria (9-11).

9 Apartaos de mí todos los obradores de la maldad, pues ha oído Yahvé la voz de mis llantos. 10 Ha escuchado Yahvé mis oraciones, ha acogido mi deprecación. 11 Se avergonzarán y serán vehementemente conturbados todos mis enemigos. Se volverán atrás confundidos súbitamente.

Después del desahogo anterior, el salmista tiene certeza de que Yahvé le ha oído en su clamor, y lanza un súbito grito de victoria sobre sus enemigos, que se alegraban de verle imposibilitado en el lecho de muerte. La reacción es violenta: Apartaos de mí todos los obradores de la maldad (V.9). Su causa es la de Yahvé, y ahora ha mostrado de nuevo que no se olvida de los que le son fieles y a El se confían. Los adversarios del salmista serán por ello confundidos y avergonzados, pues la intervención de Yahvé en favor de él ha probado la legitimidad de sus esperanzas de salvación y de justa rehabilitación.

1 Así Podechard, O.C., 37. — 2 Véase nuestro artículo La vida de ultratumba según la mentalidad popular de los antiguos hebreos: "Salmanticensis" 1 (1954) 343-364 cf. Sal 88:13-18; Job 10,20. — 3 Cf. Job 4:6ss.

 

Salmo 7. Deprecación del Justo Calumniado.

Según el título, este salmo fue compuesto por David con ocasión de unas palabras calumniosas de un tal Cus, para nosotros desconocido. La vida del gran rey fue muy azarosa durante su juventud antes de ser reconocido como soberano en Hebrón y después cuando trasladó la capital a Jerusalén. Por consiguiente, en su vida debieron de tener lugar muchos lances semejantes al supuesto por esta composición salmódica. Algunos autores suponen que Cus es uno de los cortesanos de Saúl que conspiraban contra el joven David porque iba teniendo más aceptación en el pueblo! Otros más bien creen que la situación del salmo se adapta a la vida azarosa de David, huyendo por el desierto de Judá cerca de Engadí, cuando se enfrentó a Saúl y le declaró que no eran verdaderas las calumnias que le atribuían los seguidores de aquél. En todo caso, estos títulos históricos de los salmos suelen ser postizos, obra de compiladores tardíos, que han tratado de vincular ciertas composiciones a la vida del rey poeta. Así, pues, no podemos considerarlos como base histórica segura para reconstruir el momento y ocasión de la composición del salmo. Por otra parte, los v. 15-18 son de carácter sapiencial, lo que parece indicar que el salmo es heterogéneo, compuesto de fragmentos de diversas épocas. Los v.7-9a son de índole escatológica y desconectan la ilación lógica de los v.6 y 9b. Así, pues, podemos suponer que un compilador de época tardía (s.III-II a. C.) yuxtapuso diversos fragmentos de distintos autores anónimos, amparados en la redacción final bajo el nombre del salmista por antonomasia, David.

Esta pieza carece de ritmo regular y de distribución homogénea de estrofas, debido, sin duda, a su composición heterogénea 2. El salmo empieza con una súplica contra sus perseguidores y se continúa por una confesión enérgica de inocencia, apelando al juicio de Yahvá sobre todos los pueblos. Después el salmista pide a Dios que le haga-justicia frente a la maldad de sus adversarios, pues está seguro del cumplimiento de la justicia divina.

Súplica de auxilio a Yahvé (1-3).

1 Endecha de David, que cantó a Yahvé cuando lo de Cus, benjaminita. 2 Yahvé, mi Dios, a ti me acojo, sálvame de cuantos me persiguen, líbrame; 3no sea que como león desgarre alguno mi alma, arrebate y no haya quien (la) libre.

En el título se caracteriza esta pieza como endecha, traduciendo así la misteriosa palabra heb. shiggayon, de sentido incierto. Los LXX y Vg traducen simplemente psalmus. Pero el tono del salmo es de tipo elegiaco, y entonces, relacionando la palabra hebrea con el asirio shegu, que significa "lamentación," tenemos como traducción probable endecha. El personaje Cus que aquí se cita nos es" desconocido. Se le ha relacionado con Cusai de 2 Sam 15:32, e incluso se le ha considerado como un esclavo originario de Cus (Etiopía); pero estas conjeturas son meras posibilidades, sin base alguna segura.

El salmista pide a Dios socorro contra un adversario que le hostiga como un león hambriento, deseoso de caer sobre la presa. Su alma o vida está en peligro, y en tal circunstancia, el único salvador es el propio Yahvé. David, perseguido por las huestes de Saúl, puede bien encarnar la situación de este justo perseguido 3; no obstante, en los salmos encontramos muchas veces dramatizada la situación de un justo al que le cercan los enemigos, que por su hostilidad descarada son comparados a fieras que acechan la presa codiciada. La vida del justo está siempre en terreno hostil, ya que son más los que viven fuera de la ley divina que los que se conforman a ella; y la hostilidad de los pecadores contra los buenos es un hecho universal en la historia de la humanidad. El fiel israelita, en particular, tenía que soportar las ironías y desprecios de los que vivían olvidados de su Dios.

Testificación de inocencia (4-6).

4 Yahvé, mi Dios, si hice yo esto, si hay injusticia en mis manos, 5 si pagué con mal al que estaba en paz conmigo, si aun al enemigo le despojé sin razón, 6 persiga el enemigo mi alma, alcáncela y échela por tierra y haga habitar mi gloria en el polvo.

David, huyendo por el desierto, declara a Saúl que es inocente de las falsas imputaciones que le atribuyen. "¿Qué crimen he hecho yo y de qué mal mi mano es culpable?" 4 Y, en prueba de que no atenta contra su vida, le devuelve su lanza, que le arrebató en un momento en que le pudo matar. El salmista declara que no ha cometido injusticia alguna, y, por tanto, que no le remuerde la conciencia. Nunca causó daño al que estaba en paz con él, es decir, al que gozaba de su amistad; y ni siquiera con sus enemigos se permitió ninguna acción fuera de la ley (v.5). En caso contrario, pide a Dios que el enemigo le persiga y humille, pisoteando su honor o gloria y arrojándole al polvo (v.6). ¡Tan seguro se siente de su conducta irreprochable!

Apelación al solemne juicio de Dios (7-8).

7 Álzate, Yahvé, en tu ira, yérguete contra la rabia de mis enemigos y despierta en mi favor, pues has decretado el juicio, 8 Rodéate del consejo de las naciones y siéntate en alto sobre él.

Los v.7-12 tienen distinto ritmo, y por eso no pocos autores los consideran como incrustación adicional posterior. El estilo es brusco, y el pensamiento, más denso que en la sección anterior. También aquí se trata de un inocente que, injustamente acusado por sus adversarios, apela al juicio del Omnipotente, rodeado de todos los pueblos. No apela a la intervención normal de la Providencia divina, sino al juicio solemne escatológico y universal, que pondrá fin al pecado en la tierra. En el orden nuevo no habrá lugar para la maldad, y el justo será plenamente recompensado y reconocida su virtud, tanto tiempo vilipendiada 5. El salmista, pues, se proyecta hacia esta perspectiva gloriosa y apela al juicio solemne en que Yahvé, rodeado del consejo de las naciones, establezca su trono judicial en lo alto, es decir, en la cima de los cielos 6. Todos los pueblos y tribus formarán alrededor del Juez soberano para ser testigos de su veredicto definitivo en el juicio que ha decretado.

Imploración de justicia (9-10).

9 Es Yahvé quien juzga a los pueblos. Defiende, Yahvé, mi causa según la justicia y según la inocencia que hay en mí. 10 Acabe de una vez la malicia del impío, y confirma al justo, tú que escudriñas los corazones y los ríñones, Dios justo.

Puesto que Yahvé es el supremo Juez de los pueblos, el salmista le pide confiado que salga en favor de su causa, avalada por su justicia y su inocencia. Ya es hora de que desaparezca la malicia del impío que domina la sociedad, para que se impongan los derechos del justo, tantas veces incomprendido. En realidad, Yahvé es el único que puede dar un veredicto equitativo, ya que conoce las complejidades del corazón del hombre, pues con su mirada penetrante escudriña los pensamientos de los corazones y los deseos de los ríñones. Según la mentalidad hebraica, el corazón era la sede de los pensamientos y afectos, mientras que el riñon lo era de los afectos y emociones7. Dios no juzga, como el hombre, por las apariencias, sino que llega a las intimidades de la conciencia humana, y, por tanto, puede medir el grado de inocencia que hay en la conducta ultrajada del salmista y el grado de culpabilidad en el proceder del impío. La perspectiva del salmista perseguido es muy amplia, pues piensa en el juicio discriminador que ha de preceder a la inauguración del reino de Dios, y, por tanto, a la plena manifestación de su justicia, a la que los impíos no tendrán acceso 8. Los justos del A.T. suspiraban por el nuevo orden de cosas, pues, en su perspectiva — fuera de la panorámica de la retribución en ultratumba — Dios tenía que hacer justicia al de recto corazón aquí en la tierra. La experiencia probaba que en el estado actual prevalecía la malicia del impío (v.10); pero ya era hora de que ésta se acabe para ser suplantada por la influencia del justo confirmado en su virtud por Yahvé, que le hace justicia.

Confianza en Dios, justo Juez (11-14).

11 Mi escudo es Dios, que salva a los rectos de corazón. 12 Dios es justo Juez; cada día los amenaza con su ira. 13 Si no se convierten, afila su espada, tiende su arco y apunta; 14 apareja los instrumentos de muerte, hace encendidas sus saetas.

En medio de los peligros, el justo se siente seguro al amparo de su escudo, que es el Dios omnipotente, siempre al servicio de los rectos de corazón. Todos los días se ejerce en realidad su justicia, pues constantemente se manifiesta su ira sobre los culpables (v.1a). Esas frases parecen de un "sabio" que quiere calmar las ansias del advenimiento del juicio definitivo sobre los pecadores en sentido escatológico. El "sabio" responde a estas ansias del salmista angustiado, que debe considerar el curso normal de la Providencia, que castiga diariamente a los que no van por sus sendas, y así presenta a Dios como un guerrero implacable que lanza sus mortíferas saetas contra los impíos (v.14). No es necesario acudir al juicio solemne final de Dios, pues cada día ejerce su justicia. Esta es la enseñanza de este fragmento "sapiencial," incrustado en el salmo en respuesta a las impaciencias del justo atribulado, que suspira por la desaparición total del mal y la inauguración del reinado de justicia.

El pecador será víctima de su maldad (15-18).

15 El que concibió maldad, se preñó de iniquidad y pare el fraude. 16 El que cava y ahonda la cisterna, caerá en la hoya que él mismo hizo. 17 Recaerá sobre su cabeza su malicia, y su crimen sobre su mollera. 18 Yo alabaré a Yahvé por su justicia y cantaré el nombre del Señor.

Siguen las sentencias del "sabio" para probar que la justicia divina se ejerce cada día de modo misterioso, pero seguro. Así el que maquina y concibe maldad para otros, será preso de la iniquidad, y el fruto de su obra será un fraude, una decepción, porque sufrirá el efecto pernicioso que maquinaba para otros (v.1s). Las frases que aquí se emplean son de tipo gnómico o proverbial y similares a otras que encontramos en la literatura "sapiencial" 9, lo que prueba el carácter adicional de estos versos. El pecador es como el cazador que cae en la fosa que cavó para su presunta presa (v.16) 10. Sus maquinaciones son como una piedra lanzada al aire, que termina por caer sobre la cabeza del que la tiró (v.17) 11.

El v.18 es una terminación netamente salmódica y resume la argumentación anterior: Si Yahvé es justo y da a cada uno según sus obras, el salmista atribulado debe confiarse a El y alabarle por su justicia, cantando sus glorias en honor del nombre del Señor.

1 Cf. 1 Saní 22:1. — 2 E. Podechard distingue en esta composición dos salmos diferentes: a) v. 1-6.13-18;Y b) v.7-12. — 3 Cf. Sam 24:10. — 4 Sam 26:18-22. — 5 Cf. Sal 97:10-12. — 6 Cf. Sal 9:5.8. — 7 Cf. Sal 25:2; Jer 11:20; 17:10; Sab 1:6. — 8 Cf. Sal 82.93-96.97. — 9 Cf. Job 15:35; Is 59:4; Os 8:7; 10:13; Job 4:8; Prov 22:8. — 10 prov 26:27; Sal 9:16; 57:7; Eci 10,8; Éclo 27:26; Sal 35:7; — 11 Prov 26:27; Eclo 27:25; Abd 15; 1 Re 2:32; Sal 28:4.s; Jer 18:20.22.

 

Salmo 8. Himno al Creador.

El salmista contempla las maravillas de la creación: el cielo estrellado, el reflejo plateado de la luna, los animales al servicio del hombre, y las bocas de los tiernos infantes, que, pendientes de los pechos de sus madres, proclaman la grandeza y providencia del Creador. Es como un comentario poético a la obra de la creación narrada en Genesis.. El ser humano es el representante de Dios en la obra de la creación. Todo ha sido creado al servicio del hombre, y éste al servicio de Dios, por estar hecho a "imagen y semejanza suya" 1. El salmista, lejos de reconocer como divinidades a los astros y a la misteriosa transmisión de la vida, lo presenta todo como obra del único Dios del universo, que gobierna todas las cosas con "número, peso y medida." 2 El poeta, extasiado ante tanta grandeza cósmica, se admira de que el Creador omnipotente se preocupe de un ser tan insignificante como el ser humano. Sin embargo, éste es el rey de la creación por llevar el sello de lo divino en su alma.

El título atribuye esta composición también a David. Sin embargo, no pocos críticos, por razones estilísticas (empleo de la frase "nuestro Señor...", consideran el salmo de la época persa 3. La división estrófica es cuatripartita, teniendo cada estrofa dos dísticos.

La grandeza de Yahvé en toda la tierra (1-3).

1 Al maestro del coro. A la "getea." Salmo de David, 2 Yahvé, Señor nuestro, ¡cuan magnífico es tu nombre en toda la tierra! ¡Tú, cuya majestad es celebrada sobre los cielos! 4 3 Por la boca de los niños y de los que maman has dado argumento contra tus adversarios, i para reducir al silencio al enemigo y al rebelde 5.

La Vg, siguiendo a los LXX, traduce: "In finem pro torculari-bus." En ese supuesto, este salmo se debía recitar al son de una conocida canción que se cantaba cuando se pisaban los racimos o aceitunas en el-lagar, o que empezaba con la palabra haggittoth, que significa "lagares" de vino o de aceite. Si se lee hagghittith, entonces puede aludirse a una canción de la ciudad filistea Geth o a un instrumento músico procedente de la misma.

El himno se abre con una antífona, cantada sin duda por un coro general en los oficios litúrgicos: los cielos y la tierra proclaman la grandeza de su ser personal6. Esta antífona introductoria parece ser adición redaccional litúrgica, pues aquí parece que habla la comunidad ("Señor nuestro"), mientras que en las estrofas siguientes es un individuo el que habla. Por otra parte, la estructuración estrófica del poema se organiza prescindiendo de esta antífona inicial (v.2a).

Esta gloria y magnificencia de Dios reflejada en los cielos y la tierra es tan manifiesta que hasta los mismos niños y aun los que maman se dan cuenta de ello, dando con ello un argumento o prueba de su existencia a los adversarios, que, confundidos ante este clamor universal, quedan reducidos al silencio. La expresión del salmista es hiperbólica, pero bien significativa para dar a entender la esplendorosa magnificencia de la obra de la creación, que a su vez es reflejo de la grandeza del Creador: hasta los niños de pecho se dan cuenta de ello. Fina ironía contra los "esprits forts" y autosuficientes de su tiempo, que cerraban los ojos a tanta grandeza. Jesús, al entrar triunfante en Jerusalén, recuerda este texto para confundir a los escribas y fariseos, que — obcecados por el orgullo y sus intereses personales — no sabían reconocer al Mesías, mientras lo proclamaban tal los niños de la calle 7.

Grandeza del firmamento y pequeñez del hombre (4.-5)

4 Cuando contemplo los cielos, obra de tus manos; la luna y las estrellas, que tú has establecido... 5 ¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes, y el hijo del hombre para que de él te cuides?

El poeta se extasía ante la grandeza de los cielos en una noche estrellada. La luna y las estrellas, lejos de ser divinidades, son unas simples lámparas puestas por Dios al servicio del hombre "para separar el día de la noche y servir de señales a estaciones, días y años..."8 Son un reflejo del poder y sabiduría divinos, puesto que las ha establecido con una finalidad concreta, que no han de traspasar. La belleza de una noche estrellada es el reflejo de la gloria y grandeza de Dios, que se asienta sobre los astros en los "cielos de los cielos" 9, desde donde contempla a los hombres, pequeños como "langostas"10. Y, sin embargo, el Dios omnipotente, que dirige el curso de los astros como "Dios de los ejércitos" siderales, se acuerda del hombre, que es todo debilidad e inconsistencia n. En Job 7:17-18 se recoge el mismo pensamiento, si bien se da una argumentación irónica: "¿Qué es el hombre para que en tanto le tengas y pongas en él tu atención, para que le visites cada día y a cada momento le pruebes?" Esto indica que esta consideración de la Providencia divina sobre el hombre era uno de los temas de los círculos sapienciales, de los que se hace eco aquí el salmista.

Grandeza del hombre frente al universo (6-7).

6 Y lo has hecho poco menor que Dios 12, le has coronado de gloria y honor. 7 Le diste el señorío sobre las obras de tus manos, todo lo has puesto debajo de sus pies.

A pesar de su pequenez, Dios le ha asociado a su dominio sobre las criaturas, haciéndole poco menor que Dios. En Gen 1:26, el hagiógrafo pone en boca de Dios la siguiente afirmación: "Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza, para que domine sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados y sobre todas las bestias de la tierra y sobre cuantos animales se mueven sobre ella." Dios, pues, creó al hombre como vicario suyo y representante por encima de todos los seres creados. En esto se funda su imagen y semejanza con el Creador, según la interpretación de los Padres griegos, aunque este poderío y semejanza con lo divino hay que buscarlo en su naturaleza racional, dotada de las facultades de dominio por excelencia, la inteligencia y la voluntad. Esta es la corona de honor y de gloria por la que se acerca a lo divino: hecho poco menor que Dios. La frase es hiperbólica, y en la mentalidad monoteística escrita del A.T. encuentra su sentido aproximativo dentro de una expresión entusiasta de un poeta. Como lugarteniente del mismo Dios en la creación, tiene el señorío sobre todo lo creado, pues todo ha sido puesto debajo de sus pies. Esto indica la grandeza espiritual del hombre frente a todo, a pesar de su insignificancia corporal13.

El reino animal bajo el dominio del hombre (8-10).

8 Las ovejas, los bueyes, todo juntamente, y todas las bestias del campo; 9 las aves del cielo, los peces del mar, todo cuanto corre por los senderos del mar. 10 Yahvé, Señor nuestro, ¡cuan magnífico es tu nombre en toda la tierra!

Es una explicitación de la declaración anterior, pues se concreta en qué consiste el señorío o corona de gloria del hombre: su dominio sobre el reino animal que está a su servicio. Es la reiteración de la proclama solemne de Gen 1:28: "Creced y multiplicaos y henchid la tierra, sometedla, y dominad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre los ganados y todo cuanto vive y se mueve sobre la tierra."

Ante el despliegue grandioso de la Providencia divina sobre el hombre, rey de la creación, el salmista repite la antífona o estribillo con que se inició la composición: grande es el nombre de Dios en toda la tierra (v.10). La frase tiene el aire de adición o adaptación al servicio litúrgico, y parece reflejar la respuesta del coro o pueblo, que con esta proclamación solemne se unía al canto del salmista, desbordante de lirismo y religiosidad.

1 Gen 1:27. — 2 Sab 11:21. — 3 Así E. Podechard, o.c., 46. — 4 Lit. el TM: "Tú que das tu alabanza sobre los cielos." — 5 Podechard traduce: "Tu gloria sobre los cielos es cantada por la boca de los niños y de los que maman; tú has edificado una fortaleza a causa de tus agresores para reducir al enemigo y al rebelde." Así, más o menos, la Bib. de Jér. En este supuesto, fortaleza aludiría a la bóveda celeste, inaccesible a los enemigos de Dios, y, por tanto, es inexpugnable. De ahí la inutilidad de los esfuerzos de éstos por oponerse a Él. — 6 Cf. Sal 148:73; 96:73; 97:6; 98:43. — 7 Cf. Mt 21:15-16. — 8 Gen 1:14. — 9 Sal 113:16. — 10 Is 40,22. — 11 Las palabras heb. 'enosh ("hombre"), ben-'adam ("hijo de hombre"), aluden a su complexión débil, como formado de la arcilla ('adamah). — 12 Los LXX y la Vg traducen 'elohim por "ángeles." En realidad, la palabra heb. 'elohim ne el sentido genérico de ser divino en general, y sólo cuando va acompañada de artículo igna al Dios verdadero de los hebreos. Sin artículo, en la Biblia puede designar "ángeles" u nombres, que por sus funciones públicas, como los jueces, representan a la divinidad — 13 p45:17; 29:l — 14 Cf. y autor de la EPístola a los Hebreos aplica el texto a Cristo, siguiendo la versión de 'S i-ΛΛ: “Hicνstelo poco menor que a los ángeles".

 

Salmo 9. Dios, Juez Supremo.

La numeración de los salmos es a partir de éste diferente en el texto hebreo y en la versión de los LXX y Vg, pues mientras que éstas suponen una sola composición, el TM, seguido por la Peshitta y Targum, lo dividen en dos (21 versos en el primer salmo y 18 en el segundo). En realidad, en el TM no hay título alguno que preceda al salmo 10, como era de esperar (pues todos los salmos del 3 al 33 llevan algún título introductorio). Y, por otra parte, las dos composiciones tienen una estructuración alfabética seguida, aunque no falten excepciones en algunos versos. Sin embargo, no pocos autores insisten en la diferencia de tono y aun de tema de las dos composiciones salmódicas. En la primera parte prevalece el canto triunfal y de acción de gracias, mientras que en la segunda abundan las quejas por la impunidad de los impíos, y, en vez de un himno de acción de gracias, nos encontramos con una oración para conseguir la salvación del oprimido.

Con todo, los críticos generalmente reconocen la unidad de autor de ambos fragmentos 1· por exigencias de estilo y de ideología. Según el título, David es el autor. Los comentaristas que mantienen la autenticidad davídica ven en esta composición un canto de acción de gracias por haber expulsado a los filisteos del norte del país, y una queja por los desórdenes que se siguieron al principio de su reinado. Sin embargo, no pocos autores prefieren retrasar la composición de este salmo hasta la época persa, lo que parecen avalar las indicaciones de un juicio escatológico.

La distribución estrófica acróstica del salmo 9 es bastante regular, aunque falte la estrofa daleth y otras estén intercambiadas y aun repetidas.

Alabanza a Yahvé (1-3).

1 Al maestro del coro. Al "Mutlaben." Salmo de David. 2 Alef. Yo te alabaré, Yahvé, con todo mi corazón 2 y cantaré todas tus maravillas. 3 Yo me alegraré y exultaré en ti y cantaré salmos a tu nombre, ¡oh Altísimo!

La Vg, siguiendo a los LXX, traduce el título: "In finem pro occultis"3. En el TM, la palabra misteriosa Mutlaben significa literalmente "morir para el hijo." San Jerónimo traduce: "pro morte filii." No sabemos a qué se refiere, pero puede ser una alusión a alguna melodía conocida a la que debía ajustarse la composición salmódica al ser cantada.

Con acento lírico, el salmista anuncia que va a cantar los maravillosos portentos de Dios, con lo que su himno de acción de gracias tendrá un aire de alabanza al Dios Altísimo, pues sus proezas son un reflejo de la protección que tiene sobre los humildes, como los salmistas, que se ven acosados de enemigos impíos. Su confianza está en el Altísimo, o Dios trascendente e inaccesible, que, como tal, domina la historia de los hombres4.

Victoria sobre los enemigos (4-5).

4 Bet. Por haber retrocedido mis enemigos, por haber caído y perecido ante tu faz, 5 por haber tú defendido mi causa y mi derecho, sentándote en tu trono (como) justo juez.

El salmista alaba y ensalza a Yahvé porque ha salido en su favor contra los que injustamente le atacaban, haciéndoles retroceder y aun caer ante su presencia. En el supuesto de que sea David el que habla, sus enemigos serían los filisteos, que habían atacado su reino, pero que al fin habían tenido que retroceder a su tierra después de haber sido vergonzosamente derrotados por las huestes de Yahvé, que defendían su territorio5. No obstante, no está claro que aquí los enemigos del salmista sean pueblos gentiles, sino que pueden ser los impíos, que le hostigan constantemente y procuran hacerle daño con calumnias y atropellos de toda índole. En los salmos constantemente se refleja la lucha sorda de justos y pecadores en la sociedad, lucha que se presenta dramatizada con fuertes trazos literarios. En realidad, Yahvé es el Juez justo, que siempre defiende los derechos de los que le son fieles. Su manifestación airada ha bastado para poner a sus enemigos en fuga.

Victoria sobre los gentiles y los impíos (6-7).

6 Guímel. Reprimiste a las gentes 6, hiciste perecer al impío, borrando para siempre jamás su nombre. 7 Los enemigos han sido destruidos; son perpetuas ruinas; destruíste las ciudades; pereció la memoria de ellos.

En términos ponderativos se destaca la victoria de Yahvé sobre las gentes o pueblos gentiles y sobre los impíos. En la perspectiva del salmista, los enemigos tradicionales de Yahvé son las naciones gentiles, que conspiran contra su pueblo elegido, y los impíos, que trabajan sordamente en la sociedad contra los que quieren vivir conforme a la ley divina. La fraseología es vigorosa y se refiere a la historia de esta lucha a través de los siglos, de los enemigos de Yahvé contra Israel y de los malvados contra los justos y piadosos. En la historia del pueblo israelita se ha puesto de manifiesto la protección de Dios, que en muchas ocasiones críticas ha desbaratado las conjuras de las gentes contra Israel: los egipcios, los cananeos, los amonitas, moabitas y babilonios han sentido la mano justiciera de Yahvé, que con energía ha defendido los intereses de su pueblo: son perpetuas ruinas (v.7). Por otra parte, la mano punitiva de Dios se manifiesta cada día contra los impíos que conspiran contra los buenos.

Yahvé, Juez universal (8-9).

8 He. Asiéntase Yahvé para siempre, estableciendo su trono para juzgar, 9 para juzgar el orbe en justicia, para gobernar los pueblos con equidad.

La perspectiva se alarga: Yahvé se halla no sólo sobre los destinos de Israel, sino que dirige y gobierna todos los pueblos del orbe. Todos los acontecimientos de la historia están sometidos a su dictamen, que siempre resulta conforme a justicia y equidad. Los profetas, desde el siglo VIII a.C., hablaban de un "día de Yahvé," el día de la manifestación justiciera de Dios sobre los impíos y sobre las naciones paganas 7. El salmista, después de hablar de la manifestación justiciera de Yahvé en la historia de Israel, proyecta su mente hacia los tiempos futuros en que Yahvé solemnemente hará la discriminación con vistas a la manifestación mesiánica. Todos los pueblos tendrán que comparecer ante su tribunal, que dará el veredicto de justicia y equidad. Las injusticias presentes de los pueblos impíos tendrán un día su retribución adecuada, y los justos, que viven conforme a la Ley, serán reconocidos públicamente por su Dios8.

Yahvé, refugio de los oprimidos (10-11).

10 Wau. Y será Yahvé un refugio para los oprimidos, un asilo en los tiempos de angustia. 11 Y se confiarán en El cuantos conocen su nombre, pues no abandonas, Yahvé, a los que te buscan.

Supuesto este juicio definitivo de Yahvé sobre todo el mundo, el justo puede sentirse tranquilo, pues sabe que Yahvé será un refugio cuando se sienta oprimido. En los momentos de opresión y angustia resplandecerá siempre la esperanza de ser defendidos por el Juez supremo, que siempre acoge y no abandona a los que conocen su nombre, es decir, le reconocen como Dios y le siguen en sus preceptos, y por eso le buscan con ilusión para conocer mejor sus caminos de salvación.

Alabanza a Yahvé, Redentor de los afligidos (12-13).

12 Ζain. Cantad a Yahvé, que mora en Sión; anunciad a los pueblos sus proezas. 13 Porque — como vengador de sangre — se acordó de ellos y no se olvidó de los clamores de los oprimidos.

Ese Dios juez y vengador mora en Sión, y, por tanto, el salmista invita a anunciar a los pueblos las proezas salvadoras de Yahvé. Los oprimidos tienen siempre a un vengador de la sangre injustamente derramada. Por eso, los clamores de los oprimidos están siempre pidiendo la intervención justiciera del que gobierna con equidad y justicia el universo. Esto debe dar confianza a los que le temen y siguen sus caminos, y también hacer temblar a los que se atreven a oprimir violentamente al prójimo.

El salmista, salvado de un peligro de muerte (14-15).

14Jet. Yahvé tuvo piedad de mí y ha visto mi miseria9; El me ha elevado de las puertas de la muerte. 15 Para cantar todas sus alabanzas en las puertas de la hija de Sión y regocijarme por tu salvador auxilio.

El salmista da un tono personal a su alabanza a Yahvé, porque le ha salvado de un peligro de muerte, pudiendo así continuar cantando las alabanzas en las puertas de la hija de Sión, es decir, en la propia Jerusalén, personificada en una doncella delicada y amada. Esta expresión, hija de Sión, para designar a la ciudad santa, es muy corriente en la literatura profética 10, pero en el Salterio sólo aparece en este lugar. El salmista contrapone las puertas de la hija de Sión, llenas de alegría y optimismo, a las tenebrosas puertas de la muerte, o dintel del sepulcro, frase usual en la literatura profética y sapiencial 11. La muerte es asemejada a una ciudad amurallada con sus puertas, que se abren para recibir al ser humano, pero después no vuelven a devolver su presa, porque detrás está el Seol, insaciable en su sed de vidas humanas 12. En esa región tenebrosa no se podía alabar a Yahvé; por eso los salmistas frecuentemente piden a Dios les permita vivir para continuar sus alabanzas entre los vivos, sobre todo en las reuniones litúrgicas del templo de Jerusalén 13.

Los impíos y gentiles, presos de sus propios. ardides (16-17)

16 Tet. Cayeron las gentes en la hoya que ellos mismos excavaron, enredáronse sus pies en la red que ocultamente tendieron. 17 Mostróse Yahvé; dio su juicio, quedó preso el impío en la obra de sus manos. Higayon. Selah.

De nuevo la perspectiva general se abre ante los ojos del salmista. La historia de Israel es la historia de las derrotas de las gentes que conspiraron contra su vida nacional. En realidad, los pueblos que le atacaron cayeron en la hoya que excavaron: los imperios egipcio, asirio, babilónico, y aun los pueblos modestos, como los moabitas y amonitas, han sido víctimas de sus atrevidos ataques contra el pueblo elegido. En su ceguera no han sabido considerarse como instrumentos de la justicia divina para castigar y purificar a Israel de sus pecados, y se han extralimitado en su misión punitiva; por eso Yahvé, "vengador de sangres," sale de nuevo por los fueros de la justicia ultrajada, haciéndolos desaparecer víctimas de la red que ellos tendieron. Les ha ocurrido lo que a los cazadores, que han caído en la hoya y red que habían preparado para las fieras. Es un símil corriente en el.Salterio 14. Los impíos, como las gentes, fueron víctima de sus perversas maquinaciones: la obra de sus manos.

La palabra hebrea higayon suele interpretarse como una indicación musical para dar entrada a los instrumentos o para hacer una pausa. Un sentido similar se suele dar a la palabra selah que está a continuación.

Los impíos van a la región de los muertos (18-19).

18 Yod. ¡Que se vuelvan los impíos al "seol," todas las gentes que se olvidan de Dios 19Kaf. Que no ha de ser dado el indigente a perpetuo olvido 15, no ha de ser por siempre fallida la esperanza de los pobres.

En contraposición a la suerte del salmista, que ha sido salvado de las puertas de la muerte, los impíos y las gentes están destinados a una muerte prematura, al seol, región tenebrosa y subterránea en la que los difuntos llevaban una vida lánguida de "sombras" (refaim) 16. Hasta el libro de la Sabiduría 17 no encontramos en el A.T. la esperanza de retribución en ultratumba: la vida en Dios de los justos y el penar eterno para los impíos. No obstante, en los salmos encontramos ansias de supervivencia en el más allá e intuiciones vagas de felicidad en unión con Dios 18: que no ha de ser fallida la esperanza de los pobres. Dios siempre tiene presente al indigente que humildemente implora su auxilio.

Plegaria a Yahvé para que haga justicia sobre los. orgullosos (20-21).

20 Qof. Álzate, ¡oh Yahvé! no prevalezca el hombre; sean juzgadas ante ti todas las gentes. 21 Arroja, ¡oh Yahvé! sobre ellos el terror: sepan las gentes que son hombres.

De nuevo ante la mente excitada del salmista, ansioso de justicia, se dirige hacia el día del juicio de Yahvé sobre las gentes que no reconocen su señorío y derechos. El día del juicio de Yahvé seré el día de la rehabilitación de los justos; entonces reconocerán las gentes que son hombres débiles y mortales. La palabra empleada en hebreo ('enosh) dice relación a la debilidad y flaqueza del ser humano, en contraposición de la fortaleza y grandeza de Dios 19. Con esta súplica de justicia se cierra la parte primera del salmo en los LXX y en la Vg, lo que constituye el salmo 9 en el texto hebreo.

1 Cf. E. Podechard, O.C., p.$2. — 2 En el TM falta te, que encontramos en los LXX. — 3 Parece que los LXX leyeron en heb. ΆΙ-alumoth labben en vez de 'Al-math labben. — 4 La palabra hebrea que traducimos por Altísimo es 'elyon, epíteto que se da en la Biblia al dios de Melquisedec (Gen 14:14); pero es de significado incierto. Cf. M. Lagrange, £í et Jahve: RB 12 (1903) 265; W. Eichkodt, Theologie des A. Ύ. I (1933) 87. — 5 Cf. 2 Sam 5:17-24. — 6 Algunos autores, cambiando goyim en ghe'im, traducen, en vez de gentes, "orgullosos." — 7 Cf. Am 5:16.19. — 8 Cf. Sal 96:13; 98:9. — 9 En el TM se lee en imperativo: "ten piedad," "mira." — 10 Cf. Is 1:8; Lam 2:1; Is 37:22; 52:2; Zac 2:10; 9:9. — 11 Cf. Sal 107:18; Job 38:17; Is 38:10; Mt 16:18. En Hornero se encuentra la frase equivalente: Άϊδαο ττύλαι (U. V 646). — 12 Cf. Prov 27:20; 30,15-16. — 13 Cf. Is 38:18-22; Sal 88:6; 115:16. — 14 Cf. Sal 7:15; 35:7-8; 57:6. — 15 Hay una anomalía en el sistema acróstico, pues en el v.19 se pone el kaf, que debiera iniciar el v.ao, en lugar del qof. Por eso, no pocos autores ordenan así los versos: 18.21.19.20. — 16 Cf. Gen 37:35; Job 10,20; 17:13; Lam 3:6; Sal 88:13. Véase M. García Cordero, La vida de ultratumba según la mentalidad popular de los antiguos hebreos: "Salmanticensis," i1(i954) 343-364. — 17 Sab 3:17s. — 18 Véase M. garcía cordero, intuiciones de retribución en el más allá en la literatura sapiencial: XV Semana Bíblica Española (Madrid 1955) 59-78. — 19 Cf. Is 51:12; Job 4:17; 2 Par 14:11.

 

Salmo 10 (Vg 9). La Conducta Perversa de los Impíos.

Este salmo 10, según la numeración masorética, empieza sin indicación circunstancial ni literaria alguna, lo que no deja de ser raro en medio de los otros salmos, que van precedidos de indicaciones musicales y aun eruditas sobre el autor de los mismos. Lo que parece ser un indicio de continuación del salmo 9, con el que forma unidad literaria, como se refleja en la numeración del texto griego alejandrino. El salmista se queja de la impunidad con que obran los pecadores frente a los justos, a los que no toca sino sufrir injusticias y atropellos.

Súplica a Yahvé para que castigue a los opresores. (1-2)

1 Lam. ¿Por qué, ¡oh Yahvé! te mantienes tan alejado y te escondes al tiempo de la angustia? 2 Por la soberbia del impío son consumidos los infelices, sorprendidos en las intrigas que ellos tienden.

El salmista se queja de que Dios se mantenga como simple espectador en la lejanía, cuando hay tantas opresiones de parte de los impíos, que no hacen sino envolver con intrigas a los que quieren seguir los caminos del Señor! Parece como si escondiera su rostro para no ver la angustia de los suyos. El rostro de Yahvé se manifiesta cuando protege abiertamente a los suyos, pero se oculta cuando deja actuar a los impíos en perjuicio de los celadores de su Ley 2.

Autosuficiencia del impío y avaro (3-4).

3 Mem. Pues se gloría el malvado en la ambición de su alma 3, y el avaro se felicita, con desprecio de Yahvé. 4 Nun. Y (dice) el impío en su fatuidad: "¡No atiende, no hay Dios!" Estas son sus cavilaciones.

El impío se cree libre de las intervenciones justicieras de Yahvé, pues no atiende a lo que aquí pasa, como si no existiera. Por eso se siente fuerte en sus ambiciosas empresas, creyéndose suficiente y seguro contra todo evento. Sólo le interesa prosperar en los negocios, aun conculcando los mandamientos de Dios y pasando por encima de los derechos del prójimo. Los juicios divinos para ellos no cuentan.

Insolencia de los perversos (5-6).

5 Sus caminos en todo tiempo son asegurados; tus juicios son demasiado altos para él. A cuantos se le oponen, los aparta de un soplo. 6 Y se dice en su corazón: "¡No me moveré de generación en generación!" El que no está sujeto al mal, maldice 4.

El salmista constata que los caminos del impío prosperan demasiado, y esto les hace considerarse seguros, sin pensar en los juicios de Dios, que son demasiado altos para él, pues en su insensibilidad moral y religiosa, movido siempre por intereses materiales, no sabe valorar las decisiones de Dios, que para él considera todavía lejanas. Todo el que quiera oponerse a sus caminos es rechazado altivamente, y con toda insolencia proclama que su situación próspera no cambiará: ¡No me moveré de generación en generación! Se cree seguro por mucho tiempo contra toda ruina. El salmista puntualiza que su situación próspera le hace maldecir a Dios, en vez de reconocer sus beneficios. Se considera libre del mal y, por tanto, cree no necesitar de la protección divina.

Insidias de los impíos contra los inocentes (7-8).

7 Pe. Su boca está llena de fraude y de violencia, bajo su lengua está la malicia y la perversidad. 8 Siéntase al acecho en las aldeas, en los lugares ocultos asesina al inocente, sus ojos espían al desgraciado.

Los malvados no maquinan sino fraudes y engaños, sembrando la violencia, llegando hasta el bandidaje y al asesinato, esperando la víctima en los lugares más recónditos y apropiados junto a los poblados 5. Los salmistas frecuentemente aluden a estos asesinatos por causa de lucro 6. El bandidaje era frecuente en determinados momentos de anarquía política 7. Amos echa en cara a la clase alta de Samaría sus exacciones y aun sus atropellos cruentos contra los pobres indefensos8.

Las malas artes de los perversos (9-10).

9 Ayin. Se pone al acecho como el león en la madriguera, se pone al acecho para apoderarse del miserable; arrebata al indigente, arrastrándolo a su red. 10 Sade. Le espía y se arroja sobre él, y cae el infeliz en su poder.

Continuando la idea anterior, presenta al malhechor como un león oculto en la espesura, dispuesto a caer sobre el miserable que, incauto, se acerca a ella. La descripción es viva, y refleja bien la situación de bandidaje que imperaba cuando el salmista redactaba esta composición.

Insolencia del opresor (11-13).

11 Y dice en su corazón: "No se acuerda Dios; ha escondido su rostro, no ve nada." 12 Qof. ¡Álzate, Señor Dios! ¡Alza tu mano! ¡No te olvides de los desvalidos! 13 ¿Cómo puede el impío despreciar a Dios, y dice en su corazón: "El no se preocupa"?

La conducta del malvado es un insulto constante a Dios, pues hace caso omiso de su presencia en la vida. Cree que ha escondido su rostro, desentendiéndose de sus exigencias de justicia y de la protección hacia el desamparado. Del hecho de que el impío puede impunemente atrepellar a los débiles deduce que se hallan fuera de la divina Providencia. Esta actitud insolente está clamando por la intervención justiciera del Omnipotente. Por eso el salmista acude ansioso a Dios para que salga en favor de los desvalidos y atropellados en sus legítimos derechos. Para moverle a actuar presenta, de un lado, la situación injusta en que se hallan los pobres, y por otro resalta el desprecio que ello importa para el mismo Dios. Está comprometida la misma providencia de Yahvé, y por ello debe salir por sus fueros frente a las insolencias de los impíos.

Yahvéy protector de los desvalidos (14-15).

14 Resh. Tú lo ves, porque miras las penas y los trabajos para retribuir con tu mano. A ti se te confía el miserable, tú eres el auxilio del huérfano. 15 Sin. Quebranta el brazo del impío y del malvado; buscarás su impiedad; no la encontrarás.

El salmista acude a la providencia protectora de Yahvé, el cual tiene siempre ante sus ojos las penas y trabajos de los oprimidos para darles su paga merecida. Aunque la perspectiva del salmista no trascienda hacia la retribución en ultratumba, sin embargo, sabe que Dios es justo, y, como tal, tiene que salir valedor de los que injustamente son oprimidos. Al débil no le queda otro auxilio Y refugio que la mano protectora de Yahvé. Los profetas y los sabios de Israel constantemente exaltan la solicitud de Dios sobre los más desamparados de la sociedad, como los huérfanos, la viuda y el extranjero 9. Por eso el salmista pide a su Dios que rompa la fuerza y poder de los impíos y malvados, pues sólo El puede hacerlo. Y termina añorando una situación mejor en que prevalecía la virtud en la sociedad: Buscarás su impiedad y no la encontrarás. Esto es lo deseable para el futuro después de la intervención justiciera de Yahvé.

Yahvé, Rey de justicia (16-17).

16 Es Yahvé Rey por los siglos eternos; las gentes han sido borradas de su tierra. 17 Tau. Tú, ¡oh Yahvé! oyes los gritos de los humildes, fortaleces su corazón, les das oídos; 18 para hacer justicia al huérfano y al oprimido, para que no vuelva a aterrorizar el hombre de la tierra.

La súplica termina con un canto de alabanza al que es Rey y Soberano de todo por los siglos. De nuevo el poeta se dirige al momento cumbre del juicio definitivo sobre las gentes. Yahvé oye los gritos angustiosos de los necesitados y los escucha, dando ánimos y fortaleciendo su corazón, para hacer justicia a los desamparados, de forma que no vuelva el insolente a sembrar terror entre ellos. La garantía de que esto se llevará a cabo es el pasado de Israel, en el que Yahvé ha borrado a las gentes de su tierra, es decir, ha extirpado a los cananeos. Igualmente serán exterminados los opresores de la sociedad, los que sembraban terror entre los desvalidos.

1 Cf. Sal 38:11; 22:11; Is 49:14; 35:22; 37:21; 71:12. — 2 Cf. Is 1:15; Lam 3:56; Sal 55:1. — 3 El TM dice lit.: "Porque el malvado se gloría de los malos deseos de su alma, y el hombre avaro bendice, desprecia a Yahvé." Bendice puede ser un eufemismo por "maldice." Cf. 1 Re 21:10.13; Job 1:5.11; 25:9. Así traduce la Bib. de Jér. — 4 Texto oscuro. Nuestra traducción sigue la de la Bib. de Jér. — 5 Cf. Os 6,g; 7:1. — 6 Sal 37,i; 56:7; 59:4- — 7 Cf. Jue 11:3; Sam 22:2. — 8 Am 5:8. — 9 Cf. Sal 108:9; Dt 2719; 10,18; Sal 145:9.

 

Salmo 11 (Vg 10): La Confianza En Dios.

En esta magnífica oda se canta la fe ciega en el Dios providente. El salmista, invitado a emprender la fuga por consejo de algunos amigos, que miraban la situación sólo desde el punto de vista humano, responde que tiene toda su confianza en el poder del que habita en lo alto, desde donde contempla las acciones de los seres humanos. Por eso hará justicia a los rectos de corazón, mientras que perderá a los impíos, que viven fuera de su ley santa.

Según el título, el salmo es atribuido al propio David. En este supuesto, los antiguos autores creen que las circunstancias históricas de la composición se adaptan a la vida errante de David, perseguido por el rey Saúl. El joven David se resistió primero a abandonar la tierra de Yahvé, pero al fin tuvo que confinarse a territorio filisteo, después de haber buscado refugio para su familia en tierras de Moab, la patria de su abuela Rut 1. En estas circunstancias azarosas bien pudieron sus amigos aconsejarle que abandonara el territorio sometido a Saúl, y que él primero reaccionara negándose a ello, porque no quería alejarse de la tierra bendecida de su Dios.

Desde el punto de vista literario, este salmo es un diálogo dramatizado entre los amigos del salmista, pusilánimes y alarmados ante los peligros inminentes, y el salmista, confiado en la providencia de Yahvé. La división estrófica no es clara, y por eso los críticos no coinciden en la distribución de las diversas partes de la composición. Suponiendo que el v.7 es una adición posterior para el uso litúrgico 2, podemos distinguir dos secciones: a) invitación de los amigos a huir (1-3); b) respuesta del salmista, confiado en la protección divina (4-6). La métrica es libre, pues no hay regularidad en la distribución de los acentos.

Invitación a la huida (1-3).

1 Al maestro del coro. De David. Yo confío en Yahvé. ¿Cómo, pues, decís a mi alma: "Vuela al monte (como) pájaro? 3 2Pues he aquí que entesan los impíos (su) arco, ajustan a la cuerda sus saetas, para tirar en las tinieblas sobre los de recto corazón. 3 Si los fundamentos se destruyen, ¿qué podrá hacer el justo?"

Los amigos invitan al salmista a emprender la huida hacia las regiones montañosas, como pajaro amedrentado por los cazadores. En la espesura del bosque encontrará su refugio 4. David, huyendo de Saúl, se refugió en las montañas 5; y los Macabeos también se acogieron a la geografía montañosa cuando empezó la persecución seléucida 6. Los enemigos del salmista son gentes sin remordimientos y traidores y están espiando la ocasión de caer sobre él. Como cazadores expertos entesan el arco y ajustan las saetas, para dar certeramente en el blanco en la indefensa víctima que es el justo perseguido. Buscan las ocasiones propicias en la oscuridad de la noche, para cogerle desprevenido. La vida, pues, del salmista está en gran peligro, y por eso es aconsejable la huida a lugares apartados, como los montes. Cuando se han conculcado los fundamentos de la moral y se hace caso omiso de los valores religiosos, no hay nada que esperar de la sociedad, porque siempre los más desaprensivos están al acecho para caer sobre el de recto corazón. Contra ellos parece que nada puede hacer el justo, como el salmista. La argumentación es clara desde el punto de vista puramente humano, si se prescinde de la existencia de un Juez superior que da a cada uno según sus obras. La vida es lucha entre el bien y el mal, y no es aceptable como programa huir cuando hay peligro para los buenos. Esta es la idea que va a desarrollar el salmista ante sus pusilánimes amigos, demasiado alarmados ante la situación comprometida presente.

Yahvé, Juez supremo sobre los hombres (4-7).

4 Está Yahvé en su santo palacio, tiene Yahvé en los cielos su trono; sus ojos contemplan (la tierra habitada)7, sus párpados escudriñan a los hijos de los hombres. 5 Yahvé prueba al justo y al impío, y su alma aborrece al que ama la violencia. 6 Lloverá sobre los impíos carbones encendidos, fuego y azufre, y huracanado torbellino será la parte de su cáliz. 7 Porque justo es Yahvé y ama lo justo, y los rectos contemplarán su faz 8.

Frente a todas las medidas de prudencia humana está la fe en un Ser superior, que está por encima de todos los hombres, pues tiene en los cielos su trono (v.3). Desde allí contempla la marcha de los acontecimientos entre los hombres 9. Su palacio es santo, porque se halla lejos de toda contaminación terrenal. El salmista destaca esta trascendencia y superioridad de Dios sobre los hombres para dar a entender a sus interlocutores lo pequeños que son sus enemigos al lado de EL Sus maquinaciones no se ocultan al que desde la atalaya celeste contempla a los hombres. Yahvé está allí entronizado no sólo como Rey de la creación, sino como Juez de la historia humana; por eso sus parpados escudriñan a los hijos de los hombres 10. Pero prueba al justo y al impío, para aquilatar el grado de virtud y de malicia en cada uno de ellos. Precisamente en la persecución y adversidad se mide el grado de virtud en los hombres. En el libro de Job, Dios prueba con la enfermedad y el infortunio al varón recto por excelencia; su desgracia dará la medida de su virtud n. Por eso Yahvé permite que el justo sea perseguido por los que son instrumento de este juicio discriminativo en la sociedad. Pero su providencia se mueve a impulsos de las exigencias de la justicia y la equidad, y, por tanto, no abandonará al justo que sufre ni dejará de castigar al que injustamente ataca al virtuoso. Por exigencias de su justicia odia la violencia (ν.5).

Y el salmista, recordando la catástrofe de Sodoma y Gomorra 12, declara que al fin habrá un juicio discriminador, pues Dios enviará un terrible castigo sobre los impíos. En la perspectiva de los profetas y salmistas está siempre la esperanza del futuro juicio que ha de preceder a la manifestación mesiánica para poner las cosas en su punto 13. La descripción está calcada en la desaparición de las dos ciudades malditas del mar Muerto; por tanto, no ha de tomarse al pie de la letra. Los profetas hablan también del juicio de Dios en términos cósmicos escalofriantes, conforme al módulo de una literatura apocalíptica en la que la imaginación tiene gran importancia 14. A los impíos les tocará, por parte o porción de su cáliz, la destrucción. En los escritos profeticos se habla del cáliz de la ira divina, que deben beber los pueblos opresores 15. El símil está basado en la costumbre de hacer pasar el jefe de familia un cáliz para que los convidados beban todos de él16. El salmista, pues, juega con esta comparación, y dice que la parte del cáliz que les corresponde es la desaparición total, como en otro tiempo Sodoma y Gomorra, en un torbellino de fuego y azufre 17.

Después de esta declaración de tipo escatológico-apocalíptico cambia el tono del salmo. El verso tiene todas las apariencias de ser una adición de tipo sapiencial, incrustada en el uso litúrgico para contraponer a la suerte trágica del impío la plácida del que vive conforme a la ley de Dios: Dios ama lo justo, y por eso, algún día, los rectos contemplarán su faz. En la literatura bíblica viejotestamentaria, la frase ver la faz de Dios equivale a servirle 18, a asistir a su culto en el santuario 19 o a participar de su benevolencia y protección 20. Este parece ser el sentido del contexto, sin que la expresión del salmo aluda a una retribución en ultratumba, es decir, a una visión facial de Dios, como se enseña en la revelación neotestamentaria 21.

1 Cf. Sam 22:3, — 2 E. G. Briggs, The Book of Psalms I (ICC) (Edimburgo 1927) 89. Así según los LXX, Aquiía y San Jerónimo. — 3 Cf. Lam 3:52; Sal 55:7; 124:7. — 4 Cf. Sam 14:22; 23:14; 26:1. — 6 1 Mac 2:28. — 7 Así según Teodoreto, la versión siro-hexaplar y el papiro de Londres, seguida por la Dib. de Jér. La Vg, siguiendo a los LXX, traduce "in pauperem." El TM dice sólo: "sus ojos contemplan..." — 8 Lit. el TM: "su faz contemplará el corazón recto." — 9 Cf. Miq 1:2; Hab 2:20; Sal 18:7; 9:8; 102:13; 34:16-17. — 10 Sal 33:13- — 11 Job 1:11. — 12 Cf. Gen 19:24. — 13 Cf. Jl 3:2. — 14 Cf. Is 34:15. — 15 Cf. Is 51:17; Jer 49:12; Ez 23:23; Sal 23:5; 60:5. — 16 Mt 20:22; 26:39; Áp 14:10; 16:19. — 17 Cf. Gen 19:24. — 18 Cf. Sal 17:15- — 19 Cf. Ex 23:15; 34:23; Dt 16:16; 31:11; Sam 1:22; Is 1:12. — 20 Sal 16:11; 36:10. — 21 Cf. Mt 5:8; 1 Jn 3:2; Ap 22:4 .

 

Salmo 12 (Vg 11): Deprecación Contra los Impíos.

Este salmo es una lamentación colectiva, seguida de una súplica de intervención divina. Yahvé anuncia por un oráculo su intervención liberadora. El salmista termina expresando su confianza en la palabra y omnipotencia divinas. Los autores no están concordes al determinar si el salmista habla en nombre propio o de la comunidad de fieles que vivían asediados en medio de una sociedad corrompida por el engaño, la insolencia y la hipocresía.

También el título introductorio lo atribuye a David, y en ese caso,se supone que el poeta regio reflejaría la situación religiosa precaria en la corte de Saúl, en la que no faltaban hombres sin escrúpulo que poco a poco iban pervirtiendo la mente del rey, incitándole contra el joven David i. En realidad estas quejas del salmista contra una sociedad corrompida encuentran su paralelo en las predicaciones de los grandes profetas, como Oseas, Amos, Isaías y Miqueas 2. Por razones lexicográficas, no pocos autores suponen que esta composición salmódica es posterior al exilio, de los tiempos de la literatura sapiencial 3. Literariamente, el salmo parece que se divide en cinco pequeñas estrofas: las dos primeras y la última, de dos esticos, mientras que la tercera y la cuarta son de un trístico cada una4.

Queja contra la corrupción general (1-3).

1 Al maestro del coro. A la octava. Salmo de David 5. 2 Salva tú, ¡oh Yahvé! porque no hay piadosos, ya no hay fieles entre los hijos de los hombres. 3 Engaña cada uno a su prójimo, hablan con labios fraudulentos y con doblado corazón.

No hay fidelidad ni sinceridad en las relaciones sociales y humanas. Con palabras dolosas y dobles, cada uno procura engañar a su prójimo. El salmista piensa en los dirigentes de la sociedad, que en su autosuficiencia procuran organizar la vida sobre relaciones falsas (v.4-6). Es la misma acusación que los grandes profetas preexílicos lanzaban contra sus contemporáneos6. El salmista, llevado del pesimismo, llega a decir que ya no hay piadosos ni fieles, es decir, gentes que sigan escrupulosamente la Ley de Dios. Son afirmaciones hiperbólicas para encarecer la situación corrompida reinante; pero por ello no han de tomarse al pie de la letra. En la historia de Israel siempre ha habido un grupo selecto que ha transmitido la antorcha de la esperanza religiosa y mesiánica a través de los siglos. Primero los profetas y después los "sabios," gentes que vivían de la mejor tradición yahvista de Israel.

Súplica a Yahvé para que haga justicia (4-5).

4 Extermine Yahvé todo labio fraudulento, toda lengua jactanciosa; 5 a los que dicen: "Con nuestra lengua dominaremos; nuestros labios son con nosotros: ¿quién es nuestro amo?"

El salmista pide intervenga Dios contra los que utilizan la lengua como medio de dominio sobre los demás. Con sus calumnias y engaños procuran imponerse a los débiles y desamparados 7. Y cínicamente proclaman el éxito de su palabrería fraudulenta: Con nuestra lengua dominaremos (v.5). En su insolencia, creen que están desligados de toda vinculación a un poder superior: ¿quién es nuestro amo? 8

Yahvé se alza en defensa de los oprimidos.

6 Por la opresión de los pobres, por los gemidos de los menesterosos, ahora mismo voy a levantarme, dice Yahvé, y les daré la salvación por la que suspiran.

A la súplica anhelante del salmista responde Yahvé anunciando solemnemente un oráculo. Sus palabras son también una reacción contra los que insolentemente proclaman que no están sujetos a un poder superior, sino que con los artilugios de sus labios pueden triunfar en la sociedad. La declaración del oráculo salvador aparece en Is 33:10, donde se anuncia una intervención no sólo contra los enemigos de Israel, sino contra los pecadores de Sión. El salmista puede inspirarse en este texto para formular el oráculo de salvación, como ocurre otras veces en que se alude a las promesas mesiánicas 9. Yahvé es el protector de los oprimidos, y no puede ser indiferente a los gemidos de los menesterosos; por eso les promete la salvación tanto tiempo anhelada por ellos.

Indefectibilidad de las promesas divinas.

7 Las palabras de Yahvé son palabras limpias, son plata depurada en el crisol, siete veces purgada de tierra.

El salmista quiere sembrar confianza en los lectores respecto de las promesas divinas; son limpias de todo error y mentira, en contraposición a las falsas de los hijos de los hombres antes mencionados (v.2-4) 10. Son como plata que ha sido acrisolada siete veces, número que indica multiplicidad indefinida H. Por tanto, los oráculos de Yahvé son dignos de todo crédito. La formulación de estos pensamientos tiene un carácter gnómico sapiencial, pero se adapta bien al contexto, y por eso no hay por qué dudar de su autenticidad.

Esperanza de salvación (8-9).

8 Tú, Yahvé, nos guardarás 12, tú nos protegerás para siempre de esta generación. 9 Paséanse en torno los impíos, prevalecen insolentes sobre los hijos de los hombres 13.

Para terminar, el poeta pone toda su confianza en Dios omnipotente, pues es el único contra esta generación de insolentes que se pasean con displicencia y altanería, despreciando a los temerosos de Dios. Son una generación de impíos, que no saben alzar sus ojos hacia valores espirituales 14. Con este pensamiento se cierra el ciclo del salmo, justamente con la misma idea con que se inició.

1 Cf. Sam 26:19; 23:11.195. — 2 Cf. Os 4:1-2; Miq 7:2; Is 57:1; Jer 7:28. — 3 Así opina, entre otros, E. Podechard, o.c., 59. — 4 Véase J. Calés, o.c., 173. — 5 Sobre el sentido de estos títulos véase com. a Sal 6:1. — 6 Cf. Miq 7:2; Jer 7:28.? Cf. Ex 2:24; Is 33:10. — 8 Cf. Sant 3:5s. — 9 Cf. Sal 21:95; 89:1-38; 132:11-13. — 10 Cf. Sal 18:31 ; 119:140; Prov 30,5. — 11 Cf. Gen 4:15.24; Sal 79:12; Prov 6:21. — 12 Así según los LXX. El TM: "los guardarás." — 13 El TM está oscuro y es muy diversamente interpretado. Los LXX: "según tu altura." La Vg: "multiplicasti." El NP: "Cum se extollunt villissimi hominum." La Bib. de Jér.: "la bajeza está en la cima entre los hijos de los hombres." Podechard: "Desde lo alto desafías a todos los hijos de los hombres." — 14 Cf. Prov 30,11; Mt 17:17.

 

Salmo 13 (Vg 12): Suplica de Auxilio del Justo Atribulado.

La característica de este salmo es el tono deprecante confiado y doloroso de un justo en trance de muerte a causa de la prepotencia de sus enemigos. Está impaciente por recibir el esperado auxilio divino, y, con el alma angustiada, lanza un grito de auxilio a Dios, que parece haberle olvidado. No quiere que sus enemigos se burlen de él; pero tiene la seguridad de que Dios le ha de ayudar, confundiendo a sus enemigos.

En el título se le adjudica a David; y, en ese supuesto, algunos autores creen encontrar las circunstancias apropiadas que motivaron su composición en la azarosa vida de fugitivo en medio de sobresaltos ante las asechanzas de los seguidores de Saúl*. Por el contexto interno no se puede concretar la época de su composición, ya que las plegarias de auxilio en momentos de graves peligros son corrientes en las composiciones del Salterio anteriores y posteriores al destierro. La división estrófica es regular.

Queja del justo que se considera abandonado (1-3).

1 Al maestro del coro. Salmo de David. 2 ¿Hasta cuándo, por fin, te olvidarás, Yahvé, de mí? ¿Hasta cuándo esconderás de mí tu rostro? 3 ¿Hasta cuándo tendré yo preocupaciones en mi alma y pesares diariamente en mi corazón? 2 ¿Hasta cuándo mis enemigos prevalecerán sobre mí?

El ansia de espera por la ayuda divina queda reflejada en este dramático ¿hasta cuando? que se repite cuatro veces. La ausencia tan larga de la presencia divina resulta lacerante para el alma angustiada, rodeada de enemigos que insolentemente amenazan con prevalecer sobre él. En estas frases entrecortadas hay un dejo de amargura, de reproche y de impaciencia. Parece que Dios le ha olvidado y ha ocultado su rostro de él, dejándole expuesto a los ataques injustos de sus enemigos 3. Esta ausencia de Dios crea en él preocupaciones y pesares que angustian su corazón. Sus enemigos, al verle desamparado de su Dios, creen prevalecer sobre él. Y todo esto es causa de profundo pesar en el alma atribulada del salmista.

Súplica de auxilio (4-6).

4 ¡Mírame, respóndeme, Yahvé, Dios mío! Alumbra mis ojos, no me duerma en la muerte. 5 Que no pueda decir mi enemigo: "Le vencí." Mis enemigos se regocijarían si yo cayese. 6 Pero yo espero en tu piedad. Mi corazón se alegrará en tu salvación; cantaré a Yahvé, que me colmó de bienes.

El salmista habla de sus sufrimientos ante un peligro de muerte. Por eso suplica a Yahvé que le responda y le libere de la situación. Se siente desfallecer ante el peligro, y pide a Dios que le otorgue seguir viviendo: Alumbra mis ojos, no me duerma en la muerte. En el lenguaje bíblico, "alumbrar los ojos" equivale a dar la vida4. Su muerte sería el triunfo de sus enemigos, que no ocultarían su regocijo por su desaparición. Sería confirmarles en la opinión de que Dios le ha abandonado. Sus ojos están como mortecinos por tanto llorar. Sólo la presencia de Yahvé puede alumbrarlos, dándoles vigor. Pero, como siempre, en medio de sus depresiones morales, siente una profunda confianza en la piedad de Dios, que no le ha de abandonar. Presiente que le ha de salvar, y ya su corazón se alegra ante el auxilio salvador presentido. Ilusionado con la ayuda divina, promete cantar y dar gracias al que le colma de bienes. Los salmistas son gentes de fe absoluta en Dios y representan lo más selecto de la piedad del A.T. En medio de las mayores tragedias saben que hay un Dios justo, protector de los desvalidos y piadosos.

1 Cf. Sam 27:1. — 2 Los LXX: "día y noche." — 3 Cf. Sal 10,12; Dt 31:18; Is 8:17; Sal 21:25. — 4 Cf. Esd 9:8; Sam 14:27; Prov 29:13; Lam 5:17; Sal 38:11.

 

Salmo 14 (Vg 13): Corrupción General de la Sociedad.

Este salmo es idéntico al 53, y ambos tienen el texto muy oscuro y corrompido, en tal forma que no nos sirve una recensión para esclarecer la otra. Quizá ambas dependan de una fuente común que los escribas no han entendido bien y la han transmitido defectuosamente. Para tener un sentido probable de algunos versos, como 4-6, es preciso acudir a reconstrucciones hipotéticas más o menos verosímiles. De ahí que las versiones modernas no coincidan en los detalles.

El salmista se hace eco de una corrupción religiosa y moral que domina descaradamente la sociedad de su tiempo (1-3), y apostrofa a los sacerdotes, a los que considera como principales responsables de esta luctuosa situación (v.4), lanzando contra ellos una terrible amenaza (5-6); y termina con una súplica a Yahvé para que se restablezca el buen sentido religioso y moral en la sociedad (v.7). La estructura literaria de la composición se asemeja a la del salmo n: dos estrofas iguales de tres versículos cada una, con una conclusión. Sustancialmente es un poema sapiencial que se cierra con una aspiración mesiánica 1. Según el título, la composición es del rey David. Pero, por no mencionarse la idolatría — vicio capital antes del exilio en Israel —, no pocos autores modernos creen que es de época posterior al destierro babilónico. El salmista arremete contra la clase sacerdotal, que tenía especial fuerza después del exilio; pero ya en los tiempos de los profetas de la monarquía los sacerdotes eran desenmascarados por extraviar al pueblo de los caminos tradicionales del yahvismo.

Ateísmo práctico.

1 Al maestro del coro. De David. Dice en su corazón el necio: "No hay Dios." Se han corrompido, hicieron cosas abominables, no hay quien haga el bien.

El necio es el materialista, que cree encontrar la felicidad en las cosas de la vida, y por eso cree poder organizar su vida sin depender de Dios, y así piensa torpemente en su interior: No hay Dios. No cree en la existencia de un Dios remunerador de los actos virtuosos y vengador de las malas acciones 2. La frase hebrea "decir en su corazón" equivale a "pensar" 3. El salmista, pues, trata de reflejar los pensamientos íntimos del despreocupado en lo religioso, que no sabe mirar más arriba de lo material. Así, pues, el necio es el opuesto al sabio, que regula su vida conforme al gran axioma: "El principio de la sabiduría es el temor de Dios"4. Entre los semitas no se daba el ateo teórico, pero sí el práctico: no tiene en cuenta la acción de la Providencia en la vida de los hombres5. Los intereses materiales ahogan el pensamiento de un Dios juez y providente. En consecuencia, el necio — al hacer caso omiso de la intervención de Dios en la vida — prescinde de todo principio moral, buscando sólo lo que reporta más utilidad.

Yahvé busca hombres virtuosos (2-3).

2 Se inclina Yahvé desde los cielos hacia los hijos de los hombres para ver si hay algún cuerdo que busque a Dios. 3 Todos se han descarriado y a una se han corrompido; no hay quien haga el bien; no hay ni uno solo.

Pero, a pesar del olvido del necio, la realidad es que Dios contempla desde la altura de los cielos la marcha de la historia y la vida de los hombres y presta atención a lo que hacen, inclinándose para mirar con atención, esperando encontrar alguno que busque a Dios 6. Es un antropomorfismo que refleja bien la solicitud divina por indagar los actos virtuosos de los hombres. Frente al necio, que vive apartado de El, inquiere al "sabio" que busque a Dios, es decir, que organice su vida conforme a los preceptos de la ley divina. Pero el resultado de esta indagación divina es negativo: todos se han descarriado..., no hay quien haga el bien (ν.3).

Yahvé, vengador de los justos (4-6).

4 ¿No saben todos los obradores de iniquidad que comen mi pueblo como el pan 7, que no invocan a Yahvé? 8 5 Temblarán con temor grande 9, pues Yahvé está con la generación justa. 6 Queréis frustrar los consejos del desvalido, pero Yahvé es su refugio.

El salmista arremete contra los representantes de la clase sacerdotal, que no hacen justicia al pueblo, protegiéndole y guiándole, sino que más bien lo devoran, como comen el pan del santuario que acompañaba a las ofrendas 10, y en estas circunstancias, aunque hagan sus oraciones, en realidad no invocan a Yahvé, es decir, no le pueden ser aceptas sus oraciones. Los profetas frecuentemente atacan a los sacerdotes porque se limitan a actos de culto, sin que sus oraciones vayan acompañadas de buenas acciones. Incluso se atreven a acercarse al templo con las manos manchadas en crímenes y exacciones 11. Pero llegará la hora del castigo, porque Yahvé está con la generación justa (v.5) y aprueba su conducta; en consecuencia, sale siempre en su defensa. Guando llegue la hora del juicio divino, los obradores de iniquidad, que oprimen al pueblo, temblaran con gran temor 12. Yahvé estará al lado del desvalido contra las maquinaciones de los opresores.

Ansias de salvación.

7 ¿Quién otorgará desde Sión la salvación a Israel? Al hacer retornar Yahvé a su pueblo, se alegrará Jacob, se gozará Israel.

Este verso parece adición redaccional, ya que antes el salmista presentaba a Yahvé viviendo en los cielos y desde allí escudriñando las acciones humanas. Aquí, en cambio, se le presenta como morando en Sión, desde donde ha de salir la salvación para Israel 13. El salmista piensa en el retorno de la cautividad del pueblo de Yahvé, que será la causa de la alegría general en Israel. No obstante, la expresión hebrea shab shabut (lit. "retornar la vuelta"; Vg "averterit captivitatem.") puede tener el sentido general de volver las cosas al estado que antes tenían, sin aludir al retorno de la cautividad 14; y, en ese caso, el salmista suspiraría, no por el retorno de Israel del cautiverio, sino por la normalización religiosa de la vida social, que antes tanto recriminó. En ese supuesto, el v.7 es la conclusión normal del salmo, aunque métricamente parece superfluo.

1 Cf. J. Calés, o.c., I 186. — 2 Cf. Jer 5:12; Sof 1:12; Sal 10,4.11; 36:2-3; 73,n. — 3 Cf. Is 32:6-7. — 4 Prov 1:7; cf. Dt 32:6.21; Job 2:10; 42:8; Sal 74:18.22; Is 32:5-6. — 5 Cf. Sal 10,4; 73:11; Jer 5:12; Sof 1:12; Rom 1,28s. — 6 Cf. Sal 33:13; Gen 6:12; Dt 26:15; Lam 3:50; Sal 102:20. — 7 Así según los LXX. — 8 Nuestra versión coincide sustancialmente con la del NP; pero, a causa de la oscuridad del texto, las traducciones son muy diversas: "¿No saben todos los malhechores? Comer a mi pueblo, he aquí el pan que comen; no invocan a Yahvé" (Bib de JérJ. — 9 Los LXX y Vg añaden: "ubi non erat tremor." — 10 Cf. Lev 21:6.17; Núm 28:2; Mal 1:7. — 11 Cf. Is 28:7; Jer 2:8; 5:31; 6:13; Ez 22:26; Os 4:1-9; 6:9; Miq 3:11; Sof 3:4; Mal 2:1. — 12 Cf. Is 30,5; Jer 2:26; 6:15; 46:24; Os 4:6. — 13 Cf. Jl2:1; 4:17; Sal 2:6; 20,3. — 14 Cf. Dhorme, Le livre de Job; com. a 42:10.

 

Salmo 15 (Vg 14): El Huésped de Yahvé.

En esta bellísima composición encontramos el código moral del fiel que aspira a vivir en intimidad con Dios en el santuario de Jerusalén. No se insiste en las purezas rituales levíticas, sino en las morales del corazón; "es como el ceremonial de corte exigido al que se propone entrar en intimidad con Yahvé." 1 Sólo el ser humano íntegro, justo y fiel puede tener acceso a la corte del Dios de Israel. La composición se cifra con una promesa de bendición. La exposición del tema es similar a Sal 24:3-6 y a Is 33:14-16. Por otra parte, el y se reproduce fielmente el precepto de Lev 25:37 (ley de santidad) y se parece a Dt 27:25. Por estas dependencias, no pocos autores suponen que el salmo es posterior al exilio 2. Según el título del mismo, sin embargo, se atribuye la composición al propio David, como los anteriores de esta primera colección del Salterio. Los autores que mantienen la paternidad davídica del salmo creen que el salmista lo compuso con motivo del traslado del arca a la colina de Sión 3, la "montaña santa."

La composición tiene un aire sapiencial, y quizá se cantaba con ocasión de las peregrinaciones al santuario de Jerusalén. Rítmicamente parece dividida en dos estrofas, precedidas de un preludio y seguidas de un epifonema.

Condiciones para ser huésped de Yahvé en el templo (1-3).

1 Salmo de David, Yahvé, ¿quién es el que puede ser huésped de tu tabernáculo, quién podrá residir en tu monte santo? 2 El que anda en integridad y obra la justicia, el que en su corazón habla verdad, 3 el que con su lengua no detrae, el que no hace mal a su compañero ni a su prójimo infiere injuria.

La distribución tiene un aire de composición dramática. Primero, en el preludio (v.1), una voz plantea un interrogante: ¿Quién puede ser huésped de Yahvé en su santuario? Dios es santo, y, por tanto, para acercarse a El es necesario cumplir determinadas condiciones que no le hagan indigno de la presencia del Altísimo. En Lev 11:44 se dice al pueblo de Israel: "Sed santos como yo soy santo." Nada contaminado puede entrar en relación con Yahvé, que vive en una atmósfera de santidad y pureza. Para acercarse a El es preciso "santificarse" con ritos especiales de purificación y, sobre todo, tener ciertas cualidades morales excepcionales. El salmista aquí no tiene preocupaciones de índole ritual y sólo exige la preparación moral para acercarse a Dios. La morada en el templo de Yahvé ha sido considerada siempre como una garantía de seguridad y de felicidad íntima espiritual4. El salmista no restringe su perspectiva a los sacerdotes y levitas — funcionarios oficiales del recinto sagrado —, sino que se refiere a todo el que se acerca a la casa de Dios. Para poder acercarse dignamente y ser huésped del santuario 5 se debe llevar una vida en conformidad con las prescripciones divinas, obrando con justicia y rectitud, lo que implica sinceridad en las relaciones con el prójimo, ausencia de engaño y abstención de todo lo que pueda causar daño o injuria al prójimo. Se enumeran diez condiciones para la integridad de la vida moral en su manifestación de palabra y obra.

Exigencias de fidelidad (4-5).

4 El que menosprecia con sus ojos al reprobo, pero honra a los temerosos de Yahvé; el que, jurando en daño suyo, no se retracta; 5 el que no da a usura su dinero y no admite cohecho para condenar al inocente. Al que tal hace, nadie jamás le hará vacilar.

Para ser digno de Dios es necesario tener una valoración religiosa de los hombres; es decir, no se debe uno dejar llevar de las apariencias, honrando a los que triunfan en la sociedad a pesar de ser reprobos ante Dios. Los honores deben reservarse a los temerosos de Yahvé, los que conforman su vida a sus mandatos, sabiendo sacrificar muchas veces sus intereses materiales por seguir la ley de Dios. Los tiempos del salmista eran difíciles, y prevalecían los que hacían caso omiso de los preceptos divinos. Lo más fácil era adular a los poderosos que se habían creado una posición social por su carencia de escrúpulos morales. Estos, en realidad, son para el salmista reprobos ante Dios, y por eso deben ser menospreciados por el que pretenda ser huésped de Yahvé: Al contrario, los temerosos de Dios eran comúnmente despreciados, porque por sus escrúpulos religiosos y morales no habían logrado ascender en la escala social; sin embargo, ellos son los predilectos a los ojos divinos, y por eso deben ser honrados por el que aspira a ser amigo de Dios y entrar en su casa.

La integridad de vida exige también fidelidad a los juramentos prestados, aunque su cumplimiento sea en perjuicio propio (v.4c). La usura es también algo de lo que debe estar alejado el amigo de Dios. En hebreo, el préstamo a interés es llamado "mordedura," expresión gráfica del perjuicio que causa al que se ve obligado a recibir dinero a crédito. La usura estaba prohibida en la Ley cuando se hacía entre israelitas6, pero estaba permitida con los extranjeros 7. Aquí el salmista no distingue, pero en su perspectiva parece que se refiere a las relaciones con los connacionales. En realidad, a pesar de la Ley, la usura era una plaga en la sociedad hebrea, como nos lo dicen los profetas 8.

El salmista también prohíbe la venalidad en la administración de la justicia. Era corriente que los jueces dictaminaran por cohecho, en contra de los intereses de los más débiles económicamente 9. Vemos, pues, cómo al salmista no le preocupan los problemas de pureza ritual, sino los valores ético-religiosos, lo que está en consonancia con la predicación profética. El ideal que propone es muy alto, pero el premio por parte de Yahvé no se hará esperar: al que tal hace, nadie jamas le hará vacilar (ν.5). Tal es el epifonema con que se concluye esta bella composiciσn salmσdica. Probablemente es una adición de tipo litúrgico, cuando se adaptó el salmo al culto del templo. El que es fiel a Dios cumpliendo sus preceptos, será inconmovible, porque está anclado en lo eterno, que es el mismo Dios.

1 B. Ubach, E1 Psakeri I (1932) 8o. — 2 Entre ellos E. Podechard, o.c., p.66. — 3 Cf. 2 Sam 6:11. — 4 Cf. Sal 23:5-6; 24:3-5; 26:8.12; 27:4-6; 36:8-9; 84:2-5; 92:14-15. — 5 El peregrino de la Meca es llamado hoy huésped de Alá: dgar Aííah. En los textos fenicios encontramos las expresiones ghér Melkart (huésped de Melkart), ghér Ashtartah ("huésped de Astarté"), ghér héikal ("huésped del templo"). El TM emplea el v. ghur (ya-ghur) para expresar esta morada en el templo de Yahvé. — 6 Cf. Ex 22:24; Lev 25:36; Dt 23:305 — 9 Cf! Ex 23:8; Dt 16:19; 27:5; Is 33, — 6 Cf. Ex 22:24; Lev 25:36; Dt 23:305... — 7 Dt 23:21. No sabemos el tipo de interés que se estilaba en la sociedad israelita, pero debía de ser muy alto. En el Código de Hammurabi se imponía un 20 por 100 para la plata V un 25 por ico para los cereales (cf. L. Delaporte, La Mésopotamie. Les civilisations baby-lonienne et assyrienne [París 1923] 139-142). Entre los romanos era el 12 por 100. — 8 Cf Ez. 18:2, 13; 17; 22:12; Neh 5:2-12 — 9 Cf Ex 23:8; Dt 16:19; 27:5; Is 33:15

 

Salmo 16 (Vg 15): Ansias de Intimidad con Yahvé.

Esta composición es una expansión confidencial del alma que encuentra su felicidad en vivir en compañía de Dios, porque El es la fuente única de todo bien. De aquí se sigue la simpatía por todos los que son fieles a su Dios y la aversión hacia los que se entregan a prácticas idolátricas. Los ídolos, lejos de otorgar la felicidad a los seguidores, son ocasión de grandes perversiones morales, de prácticas crueles e inhumanas, llegando hasta el derramamiento de sangre humana en sus libaciones. Al contrario, el que sigue a Yahvé ha encontrado su porción selecta. El salmista, consciente de este privilegio, tiene, de día y de noche, presente en su mente a su Dios y ansia y espera perpetuar esta intimidad espiritual de vida con su Dios aun por encima de la muerte.

Como los salmos anteriores, también éste es atribuido en el título a David. San Pedro recoge esta tradición y arguye en ese supuesto para probar el sentido mesiánico del salmo 1. En realidad, el apóstol entonces no trataba de dilucidar exegéticamente el problema de la autenticidad crítica del salmo, sino de probar su relación con Cristo, y basa su argumento tomando como base la opinión común recibida. El P. Lagrange dice a este propósito: "No tiene importancia para la argumentación de Pedro que el autor del salmo sea David u otro. Si David ha muerto, con mucha más razón cualquier otro debe sufrir las consecuencias de la muerte, a no ser su Hijo, más grande que él." 2 Se mantiene la autenticidad davídica del salmo, basándose en esta cita de San Pedro 3. Con todo, por razones de crítica interna, no pocos autores, aun del campo católico, como Podechard, creen que el salmo es posterior al exilio babilónico, pues cree encontrar dependencias literarias del profeta Jeremías4.

Desde el punto de vista literario es un canto lírico de gran contenido teológico. La distribución rítmica es bastante regular, a base de cuatro estrofas, abundando los paralelismos sinónimos.

Adhesión del salmista a Yahvé (1-4).

1 Miletam. De David. Guárdame, Yahvé, pues a ti me acojo. 2 Yo dije a Yahvé: "Mi Señor eres tú, no hay dicha para mí fuera de ti" 5. 3 Cuanto a los santos que están en la tierra, "son mis príncipes en los que tengo mi complacencia" 6. 4 Multiplican sus dolores los que siguen a otros dioses 7; no derramaré yo sus libaciones de sangre y no pondré sus nombres en mis labios.

La indicación introductoria de miktam aparece también en los salmos 56-60, que constituyen una colección atribuida también a David. Su desplazamiento resulta, pues, anómalo, quizá por el parecido conceptual que este salmo tiene con el siguiente. Parece ser una indicación musical de sentido incierto. La Vg, siguiendo a los LXX, traduce por "tituli inscriptio." Aquila, Símaco y San Jerónimo traducen por "el humilde, sincero e irreprochable," aplicándolo, como epíteto, a David. Los autores modernos más bien creen que es o una indicación musical o literaria, como si fuera una composición epigramática de sentido esotérico.

Sustancialmente, la idea central del poema es la de la confianza ciega en Dios. El salmista se acoge a la protección divina como única fuente de felicidad. Por eso lo proclama como Señor único, pues sólo en El encuentra su dicha (v.2). Llevado de esta su vinculación a Dios, sólo le interesan los que están en buenas relaciones con El, como los santos; en éstos tiene su complacencia, y son en realidad, a su estimación, los verdaderos principes preclaros (ν.3). Los autores que suponen que el salmo es de David, creen que el poeta regio expresa su fidelidad a Yahvι y a los suyos en el momento de ser expulsado a tierra de los filisteos 8. Esta expatriación forzosa habría de ser una invitación a la apostasía, ya que, en la mentalidad de los antiguos, cada región tenía sus dioses: "eius religio cuius et natío." David, al contrario, al salir del territorio de Yahvé, entonaría un himno de adhesión incondicional a Yahvé y a sus seguidores, los santos, llamados tales porque adoran al Santo por excelencia y habitan en la tierra "santificada" por su presencia en el tabernáculo. Para el salmista, los nobles o príncipes no son los que ocupan altos cargos sociales ni los que tienen bienes de fortuna conforme a la estimación popular, sino los que se amoldan a la vocación de Israel, que debe ser una "nación santa" 9; por eso, sus componentes — cumplidores de la ley de Dios — son considerados como santos. Esta interpretación es recta en el supuesto de la versión que hemos adoptado en el texto 10.

Pero no son pocos autores los que creen que las palabras santos y principes tienen aquí un sentido despectivo e irónico, cuanto que se aludiría a los apelativos que dan los idólatras a sus ídolos, los dioses cananeos H. El salmista, en todo caso, declara que no quiere participar en los cultos idolátricos, en los que no faltan las libaciones de sangre (v.4), aludiendo quizá a los sacrificios de seres humanos a los ídolos 12. Esta alusión a los sacrificios humanos parece avalar la antigüedad de la composición, ya que después del exilio no se daban estos sacrificios humanos en el culto idolátrico en Palestina. Pero quizá la expresión libaciones de sangre se refiera a la efusión normal de sangre animal en los sacrificios. En todo caso, el salmista no quiere tomar parte en los actos de culto a los ídolos, porque los que lo hacen multiplican sus dolores 13, ya que no les pueden ayudar en sus necesidades. Por eso no quiere ni nombrarlos: no pondré sus nombres en mis labios.

Yahvé es la porción selecta del justo (5-8).

5 Yahvé es la parte de mi heredad y mi cáliz; tú eres quien me garantiza mi lote. 6 Cayeron para mí las cuerdas en parajes amenos, y es mi heredad muy agradable para mí. 7 Bendeciré a Yahvé, que es quien me aconseja; aun de noche me reprenden mis ríñones. 8 Tengo siempre a Yahvé ante mí; porque está a mi diestra, no me moveré.

El salmista no quiere tomar parte en los cultos idolátricos, porque no tiene más que un Dios, Yahvé, que es la parte de su heredad y su cáliz (ν.5). La metαfora alude a la distribución de la tierra de Canaán entre las doce tribus. A la de Leví no se le dio extensión territorial, porque su parte o hijuela fue el propio Yahvé. Debía estar dedicada exclusivamente al culto, por pertenecer de un modo especial a Dios, y por eso las otras tribus debían atender al sostén material de sus miembros 14. Yahvé es, pues, la porción y heredad especial de los levitas y sacerdotes 15; pero también lo era de Israel16, de las almas piadosas 17. Y el mismo Israel es la heredad de Yahvé 18. El símil expresa bien la vinculación mutua de Yahvé e Israel.

Una segunda metáfora confirma la idea de que Yahvé es el cáliz del salmista; alusión a la costumbre de dar el padre de familias a beber el cáliz común a sus hijos y huéspedes 19. Algunos autores creen que se alude a la costumbre de echar suertes en un cáliz o copa 20. En todo caso, se expresa la alegría del salmista, que se siente privilegiado al poder tener como heredad suya al propio Yahvé, el cual garantiza su lote, es decir, su íntimo bienestar y felicidad. Realmente ha sido afortunado en la distribución, pues las cuerdas cayeron para él en parajes amenos (v.6). Ahora el símil está calcado en la costumbre de medir con cuerdas las diversas partes para determinar la hijuela de cada miembro de la familia.

El ha sido afortunado, pues su parcela cayó en la parte más feraz del terreno 21.

Agradecido, el salmista quiere bendecir a Yahvé, que le aconseja y le hace ver que su verdadero bien está en el propio Yahvé, que le ha cabido en suerte; su conciencia (sus ríñones) le amonestan de noche, cuando medita secretamente en el lecho sobre la elección divina sobre él.-En la literatura bíblica del A.T., los ríñones son considerados como la sede de los afectos íntimos 22; aquí, pues, equivalen a la voz de la conciencia. En las horas tranquilas de la noche es cuando el salmista oye la voz de Dios reflejada en su conciencia.

Consecuencia de esta meditación profunda y secreta sobre su suerte privilegiada es su entrega sin reservas a Yahvé, al que tiene siempre ante su mente; y precisamente en esta su vinculación constante a su Dios está su seguridad inconmovible: no me moveré (v.8). Yahvé está siempre a su diestra, protegiéndole contra todo peligro.

El sendero de la vida (9-11).

9 Por eso se alegra mi corazón y jubila mi lengua24, y aun mi carne descansa segura, 10 pues no abandonarás mi alma al "seol" ni permitirás que tu fiel vea la fosa 25. 11 Tú me enseñarás el sendero de la vida, la hartura de alegría ante ti, las delicias a tu diestra para siempre.

Este sentimiento de seguridad bajo la protección de Yahvé hace que el justo se entregue a transportes de alegría que penetran todo su ser: el corazón, la lengua y la carne. Esta triplicidad de términos resalta enfáticamente la gran alegría que embarga al salmista al sentirse bajo la protección divina. Con El descansa seguro 26, porque podrá hacer frente a todos los peligros. Movido de esta confianza, el salmista espera que su Dios no le dejará ir al Seol, o región subterránea donde están los difuntos, llevando una vida lánguida como de "sombras," sin dolores físicos, pero tampoco con alegrías y satisfacciones positivas. Es una concepción similar al "arallu" babilónico y al "hades"' de los griegos, del cual decía Aquiles a Ulises que era preferible ser pastor entre los hombres que rey entre los muertos 27. El salmista espera que su Dios protector le libre del peligro de muerte, de ver la fosa. Esta expresión equivale a morir, ser relegado al sepulcro 28. Así, fosa y Seol son dos términos paralelos para designar la muerte 29.

El salmista expresa su esperanza de librarse de la muerte por intervención divina, que le enseñará el sendero de la vida (v.11); es decir, le permitirá vivir en plenitud junto a El, gozando de la hartura de alegría y de las delicias a su diestra 30. Los salmistas encuentran su felicidad en vivir en intimidad litúrgica con Yahvé en su templo 31. El es el dispensador de toda felicidad, y sólo en vida es posible tener relaciones con Dios, ya que en el Seol no se le puede alabar 32, aunque la región tenebrosa está sometida a su dominio 33. En sus ansias de felicidad, el salmista aspira a convivir para siempre con su Dios; quizá en estas frases haya un presentimiento de otra vida en ultratumba en unión con Yahvé, como se declara en el libro de la Sabiduría34. En Prov 12:28, el "sendero de la vida" es el sendero de la justicia, y, como tal, se contrapone a los caminos que conducen al Seol y a la muerte 35. Creemos que, en la perspectiva del salmo, la antítesis "no está entre esta vida y la otra, sino entre la vida con Dios o sin Dios"36.

Carácter mesiánico del salmo.

Desde la época apostólica se ha dado al salmo un sentido marcadamente mesiánico, fundándose en la aplicación que hace San Pedro en su alocución el día de Pentecostés. Efectivamente, el apóstol toma pie de la afirmación del salmista según la versión de los LXX ("no permitirás que tu santo vea la corrupción") y ve en ella un anuncio de la resurrección de Jesucristo. Esta esperanza no se cumplió en David, porque murió y no resucitó; luego se cumplió en Jesús 37. San Pablo utiliza también el texto para probar la resurrección de Cristo38. Entre los Padres esta interpretación fue común. Así, cuando Teodoro de Mopsuestia propuso que el que hablaba en el salmo no era David, sino el pueblo israelita, y, por tanto, que se anunciaba la resurrección del pueblo, el concilio Constantino-politano II le condenó expresamente. Se mantiene el sentido mesiánico del salmo y su alusión a la resurrección 39. No determina si ese sentido mesiánico y esa relación del salmo con la resurrección de Cristo se ha de tomar en sentido literal o típico.

La dificultad para aplicar los textos del salmo a Cristo en sentido literal individual radica en ciertas expresiones de los v.1-7 del mismo salmo, que ciertamente no se pueden poner en labios de Cristo, pues se alude por parte del salmista al miedo de caer en la idolatría y apartarse de Yahvé. Por eso parece más razonable considerar el salmo como mesiánico en sentido típico. San Pedro ve en las expresiones del salmista un trasfondo de aplicación a la resurrección de Cristo, y su argumentación es concluyente para aquel auditorio que aceptaba la versión griega, en la que se habla de la liberación de la corrupción. San Pablo utilizará muchas veces argumentaciones de la versión alejandrina para probar su doctrina aun en textos que difieren grandemente del original hebreo 40. En la mentalidad biblista judaica era preciso colorear todas las ideas de expresiones bíblicas viejotestamentarias, y para ello se utiliza el texto sagrado en el modo más diverso, acudiendo a sus diversos sentidos, literal, típico y acomodaticio. En sus argumentaciones apologético-paneréticas no se trataba de aquilatar exegéticamente el sentido de cada texto, sino de utilizarlo según requerían las circunstancias prácticas y la calidad del auditorio. Así, San Pedro, hablando bajo impulsos del Espíritu Santo, establece también una relación entre las palabras del salmista y la realidad de la resurrección de Cristo41.

1 Act 2:25-31. — 2 M. J. Lagrange, RB (1905) p.12a. — 3 Cf. EB 11.340. — 4 Podechard, o.c., 75, — 5 La Vg, siguiendo a los LXX, añade: "quoniam bonorum meorum non eges." Nuestra traducción está basada en la versión de Símaco, el Talmud y San Jerónimo. El TM dice: "tú eres mi bien, nada sobre ti"; lectura que es seguida por la Bit," de }ér. — 6 Texto oscuro; las versiones son muy diversas. La que hemos aceptado es seguida por NP, Ceuppens, Bib. de Jér. Calés. Podechard corrige: "malhechores son los santos,, y altos lugares están en el país." — 7 También este verso es dificultoso. Nuestra versión coincide con la de Ceuppens, NS, Cales, Kirkpatrick. Bib. de/ér.: "Sus ídolos pululan, se camina tras ellos"; Podechard: "Porque los poderosos, en los que se complacen, multiplican sus sufrimientos, después (los ex- — terminan)." — 8 Cf. Sam 26:19. — 9 Ex 19:6. — 10 La siguen Ceuppens, Kirkpatrick, Calés. 1 Así Wellhausen, Lagrange, Podechard. — 12 Cf. Is 57:6; 65:11. — 13 Targum, Símaco y San Jerónimo traducen: "sus ídolos," leyendo 'atsabehem en vez del 'atsbotam del TM. Ceuppens sigue esta corrección. — 14 Cf. Núm 18:20; Dt 10,9. Heredad.traduce la palabra griega kléronomía. Etimol. la palabra kléros designaba la piedrecita que se echaba a suertes. De ahí viene nuestra palabra clero, es decir, la heredad o porción de Yahvé: los levitas del N.T. — 15 Cf. Núm 18:20. — 16 jer 10,16; 51:19. — 17 Sal 73:26; 142:6; 119:57. — 18 Dt 32:9; Zac 2:10. — 19 Véase Sal 11:6. — 20 Así opina N. peters, Das Buch der Psalmen (Paderborn 1930) p.29. — 21 Cf. Sal 27:4; 90,17; Prov 3J7; Jer 3:19. — 22 Cf. Jer 12:2; Sal 63:21; Prov 33:16. — 23 Cf. Sal 4:4; 17:3- — 24 Así según los LXX. El TM dice "mi gloria" (kebodí, que algunos cambian en kebedi, "mi hígado"). — 25 Los LXX, en lugar de fosa, traducen corrupción: διαφθοράν. Le sigue la Vg. En esta versiσn se basa la argumentación de San Pedro para aplicar el texto a la resurrección de Cristo. — 26 Cf. Dt 33:12; Jer 23:6; 33:16; Prov 1:33. — 27 Cf. Odisea XI 491- — 28 Cf. Sal 49:10; Job 17:14; Sal 30,10; 103:4; 107:20; Jn 2:7. — 29 Cf. Sal 30,4; 55:16; 89:19; Prov 5:5, 7:27; Gant 8:6. — 30 Cf. Prov 2:19; 6:23; 10,17; 15:24. — 31 Cf. Sal 47:8; 5:12-13; 21:7; 23:6; 27:4. — 32 Cf. Sal 88:13; Is 38:18-22; Sal 88:6; Bar 2:17-18; Eclo 17:23-27. — 33 Cf. Prov 15:12; Job 26:6; Sal 139:8. — 34 gab 3:17s. — 35 En Sal 30,4 se dice: "¡Oh Yahvé! has sacado mi alma del seoí, me has llamado a la vida de entre los que bajan a la fosa." La expresión es, pues, paralela a la de nuestro salmo: no abandonaras mi alma al seol.,., tú me enseñarás el sendero de la vida. En ambos casos parece que se trata de la liberación de un peligro de muerte, expresado en términos radicales hiperbólicos, como si el salmista hubiera ya entrado en el seol. Así interpretan J. Touzard: RB 7 (1898) 219; M. J. Lagrange: RB 14 (1905) 190; N. Peters, o.c. (1930) p.29. — 36 Klrkpataick, O.C., 77. — 37 Cf. Act 2:24-33- — 38 ÁCt 13:35-37. — 39 Cf. EB 529. — 40 Caso típico de la argumentación a base de una lección incorrecta de los LXX en relación con el texto hebreo masorético es el de 1 Cor 15:54. El Apóstol aplica un texto de Os 13:14 a la victoria de Cristo sobre la muerte por la resurrección: "¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está tu aguijón?" En el contexto de Oseas no se alude para nada a la resurrección, sino que es una invocación a las fuerzas destructoras del seoí para que caigan sobre el infiel Efraím: "¿Dónde están, ¡oh muerte! tus plagas? ¿Dónde está, ¡oh seol! tu azote?" Se trata, pues, de una acomodación, utilizando un texto incorrectamente traducido, pero que le daba pie para establecer una relación de semejanza con el triunfo de Cristo resucitado sobre la muerte. — 41 El P. Lagrange concluye: "El punto más delicado sería admitir un salmo compuesto en la persona del Mesías, y que le haría hablar; la analogía del salmo 22 atenuaría un poco esta dificultad, pero parece más natural, leyendo el salmo, que su autor hable de sentimientos que él mismo ha experimentado. Se debe, pues, simplemente concluir que su esperanza no ha sido realizada absolutamente más que en Jesucristo, del que era figura" (RB [1905] 192). Sobre la interpretación de este salmo véanse: J. Touzard, La doctrine de l'immortalité dans Γ Anden Testament: RB 7 (1898) 219; H. Gunker, Das Buch der Psalmen (1926) 51; N. Peters, Das Buch der Psalmen (Paderborn 1930) p.29; W. E. Barnes, The Psalms II 535; A. F. Kirkpátrick, The Book of Psalms (Cambridge 1951) 76-78; ch. A. Briggs, The Book of Psalms (ICC) (Edimburgo 1927) I 117-126; J. Calés, Le livre des Psaumes (París) I 195-204; E. Podechard, La Psautier I (París 1949) 06-75; L. Arnaldich, Carácter mesiánico del salmo 16 (Vulg. 15),10-11 (Madrid 1946) 56; A. Vaccari, Antica e nova interpretazione del salmo 16 (Vulg. 15): Bíblica (1933) 314-325; G. Ricciotti, Biblia e non Biblia (1932) 156.

 

Salmo 17 (Vg 16): Confianza del Justo en el Juicio de Dios.

Este salmo es muy similar en algunos aspectos al anterior; en ambos se declara que la máxima felicidad consiste en vivir en comunidad espiritual con Dios 1. Pensamientos también similares los encontramos en los salmos 7 y 11. Sin embargo, en el salmo 17 encontramos más nerviosismo y ansiedad ante la inminencia de peligro. Es la plegaria confiada de un justo que no tiene conciencia de haber ofendido a su Dios, y que, sin embargo, es acosado por la calumnia u hostilidad de gentes impías. Consciente de su inocencia, pide protección a Dios para que le libre de sus injustos agresores. Confiado en la justicia divina, espera y pide el castigo para sus enemigos, mientras que él espera contemplar la faz de Dios, saciándose con los placeres íntimos espirituales que se derivan de su amistad bienhechora.

El título del salmo lo atribuye a David, y, en ese supuesto, los autores antiguos creían que su composición tuvo lugar en los tiempos en que andaba huyendo de Saúl y sus seguidores, que le tendían emboscadas para quitarle la vida. Los peligros de muerte eran muchos, y la fe cálida de David le hacía expresar dramáticamente sus ansiedades y su confianza en el Dios que le había elegido para rey de Israel 2. Sin embargo, no pocos autores modernos, por razones de estilo, creen que el salmo es de la época persa 3.

Literariamente es una plegaria, en la que no faltan símiles originales y vigorosos para expresar la ferocidad de sus enemigos y su confianza en Dios, que le ha de "guardar como la pupila de "sus ojos" o como una avecilla tímida "a la sombra de sus alas." Rítmicamente es poco regular; sin embargo, se pueden distinguir seis estrofas de tres dísticos, excepto la última, que tiene dos dísticos y un trístico.

Súplica a Yahvé por la justicia (1-2).

1 Plegaria. De David. Oye, Yahvé, lo justo; atiende a mi grito suplicante; presta oído a mi plegaria, (proveniente) no de labios dolosos. 2 Que mi juicio salga de tu presencia y vean tus ojos lo que es recto.

El calificativo de plegaria es reservado en el Salterio a este salmo y a otros cuatro 4. En realidad, la mayor parte de las composiciones salmódicas tienen el aire de oración, pero en éstas resalta particularmente su carácter deprecativo.

Yahvé es ante todo un Dios de justicia, que da a cada uno lo que es suyo 5, y por ello tiene que estar siempre atento al clamor de las almas justas, que en El tienen su único defensor. El salmista, antes de exponer sus ansiedades, declara que rechaza toda hipocresía en su conducta. Sus labios no son dolosos6, y, por tanto, las palabras que va a pronunciar son sinceras. Viviendo en un ambiente de falsedad y de calumnia, quiere que su causa judicial resplandezca ante los demás, y para ello pide, suplicante, que su juicio o sentencia favorable provenga del mismo Dios, de forma que su rectitud de vida quede públicamente vindicada, como corresponde al proceder de Yahvé, cuyos ojos ven siempre lo recto. Consecuente con su aprobación de lo que es recto, debe desplegar su poder para que la causa justa del salmista triunfe ante la estimación de los que le injurian y persiguen. La protección divina será la mejor prenda y confirmación de la conducta del salmista.

Declaración de inocencia (3-4).

3 Tú has sondeado mi corazón, lo visitaste de noche, me has pasado por el crisol, sin encontrar en mí malicia 7. Mi boca no ha cometido transgresión. 4 Respecto a las acciones humanas, conforme a las palabras de tus labios, yo me he guardado de procedimientos de violencia 8.

Prueba de la sinceridad de sus palabras es que, a pesar de haber probado como en crisol su corazón, sondeando sus íntimos pensamientos, no ha encontrado en él nada reprochable 9. En el silencio de la noche, en los momentos de reflexión profunda, la conciencia del salmista se ha sentido libre de mácula ante su Dios 10. Su boca no ha dicho nada pecaminoso, y en su conducta con los demás ha procurado atenerse a la ley de Dios (la palabra de tus labios), evitando toda extorsión y violencia con el prójimo. El "camino del violento" se opone al "sendero de la vida," pues lleva a la muerte n. En la vida errante de David, perseguido por Saúl, hay muchos rasgos en los que aquél mostró su magnanimidad, respondiendo a la violencia con la mansedumbre, perdonando en alguna ocasión la vida a su perseguidor cuando le tenía en sus manos 12. Si el salmo es obra de él, refleja bien esta nobleza y sentimiento religioso del que no quería matar al "ungido de Yahvé." En todo caso, los salmistas reflejan en sus composiciones la situación espiritual de los justos perseguidos que se mantienen fieles a los preceptos del Señor, sin utilizar medios violentos de revancha.

Súplica de protección (5-6).

5 Afirma mis pies en tus senderos, paira que mis pasos no titubeen 13. 6 Yo clamo a ti, pues tú me responderás, ¡oh Dios! Inclina hacia mí tu oído, escucha mis palabras.

Aunque no tiene conciencia de haber pecado, pide a su Dios que le confirme en el buen camino para que no titubeen sus pies. Las incitaciones al mal son muchas, y el salmista necesita del auxilio divino para mantenerse incólume en medio de tanta corrupción y hostilidad. Lejos de dejarse llevar de la presunción por haber triunfado hasta ahora, siente la necesidad de la respuesta divina.

Súplica de salvación (7-9).

7 Haz ostentación de tu magnífica piedad, tú que salvas a los que a tu diestra se acogen de los adversarios. 8 Guárdame como la niña de tus ojos, escóndeme bajo la sombra de tus alas 9 ante los malos, que pretenden oprimirme; ante mis enemigos, que furiosos me rodean.

Consciente de la omnipotencia divina, el salmista pide manifieste su piedad salvadora para con él, ya que siempre es el protector de los que a El se acogen contra las incursiones de los adversarios. El justo debe ser preservado como la niña o pupila de los ojos, lo más caro y delicado del cuerpo humano 14, y como una avecilla tierna y tímida, bajo la sombra de las alas protectoras de Yahvé 15. Los ataques de los enemigos se hacen cada vez más insistentes, y por eso la ayuda divina es de urgente necesidad. El salmista se presenta rodeado de enemigos que furiosos tratan de atentar contra su vida 16.

Sistemática hostilidad contra el justo (10-12).

10 Cierran su duro corazón y hablan jactanciosamente con su boca. 11 Ya me cercan sus pasos, clavan sus ojos para echar (me) por tierra. 12 Parecen leones ávidos de desgarrar, cachorros de león que acechan en la madriguera.

La descripción de los enemigos del salmista es vigorosa y dramática: tienen un corazón duro (lit. "cubierto de grasa"), insensible a los sufrimientos del prójimo, y jactanciosamente se creen superiores a todos. En sus puntos de vista no hay consideración alguna con la ley de Dios, que está sobre ellos. Por eso, su corazón es duro, está como recubierto de grasa, insensible para valorar todo lo espiritual17. En el lenguaje bíblico, el corazón es el asiento de la inteligencia y de los afectos. Los enemigos del salmista son obtusos de inteligencia y duros de corazón, carentes de toda sensibilidad espiritual. La prosperidad les ha cegado la mente 18; por eso no saben comprender la conducta del justo, que se conforma a la ley de Dios. Le acechan y atacan porque su conducta es una perenne acusación contra sus excesos, y por eso quieren hacerle desaparecer. Le atacan como leones, que ávidamente caen sobre su presa, o como leoncillos que acechan en su madriguera. El símil es corriente en los salmos, y expresa la ferocidad de los enemigos del justo.

Ansias de liberación (13-15).

13 Álzate, Yahvé; vete a su encuentro; derríbalos; con tu espada salva mi alma del impío, 14de los mortales, por tu mano, Yahvé; de los mortales que tienen el mundo por lote en esta vida20. Que tu tesoro llene su vientre, que se sacien los hijos y dejen el sobrante a sus pequeñuelos21. 15Yo en justicia contemplaré tu faz, y me saciaré, al despertar, de tu imagen.

En medio de tanta hostilidad, el salmista clama a su Dios para que se manifieste su poder y eche a tierra a los que consideran que el mundo con sus riquezas es lote exclusivo de ellos. Llevado de sus ansias de rehabilitación, el justo perseguido pide a Dios que el tesoro de los castigos divinos, que Yahvé tiene reservados para el día de la desdicha 22, caigan sobre los impíos, sobre sus hijos y descendientes, llenando de maldición su vientre, ya que no piensan más que en atesorar riquezas para satisfacer sus concupiscencias carnales. Una interpretación más atenuada es la que supone que el salmista no tiene interés en verse colmado de bienes materiales, como los impíos; este lote lo deja para ellos, pues él prefiere los bienes espirituales, la vida íntima con Dios 23. Lo que le interesa es contemplar la cara de Yahvé, saciándose, al despertar, con su imagen o compañía (v.1s); es decir, tomar parte en los actos litúrgicos del templo al despuntar el día 24. El salmista quiere gozar de la amistad divina y participar de todas las bendiciones que de ella se derivan. Ver la faz de Dios y saciarse con su imagen o presencia equivale a "aparecer delante de El en el santuario." Moisés tuvo el privilegio único de "contemplar la faz de Yahvé," hablando con Él cara a cara 25; el salmista, en cambio, tiene que contentarse con asistir a las funciones litúrgicas del templo, donde encuentra su felicidad 26. Al despertar cada mañana, el salmista no tiene, pues, otra ilusión que reanudar su vida afectiva espiritual en el templo, estableciendo una comunicación íntima con Yahvé, que allí tiene su residencia sobre la tierra 27. No se alude, pues, aquí a una vida de unión con Dios después de la muerte; el salmista en los ν.5ss espera verse libre de los peligros de muerte en que se halla por la hostilidad de sus enemigos; por tanto, estα fuera de su perspectiva la esperanza de un despertar en el sentido de resucitar, como se dice en Is 26:19 y Dan 12:2.

El salmista vive absorto con el pensamiento de la compañía de su Dios, y quizá tuviera algún presentimiento de que esta comunión de vida con Dios se continuaría después de la muerte, pero no hay afirmaciones claras sobre ello en el salmo para poder concluir que el salmista tenía ya una perspectiva de ultratumba como la del autor del libro de la Sabiduría 28. La frase contemplar la faz de Yahvé y saciarse con su imagen puede explicarse sin acudir a perspectivas de ultratumba. Por otra parte, en las versiones antiguas no se alude al concepto de "resurrección" en este pasaje. Así, los LXX traducen: "seré satisfecho cuando aparezca tu gloria"; la versión siríaca: "cuando tu fidelidad aparezca"; Teodoción: "cuando aparezca tu mano diestra." Vemos, pues, que en estas otras versiones contemplar la faz de Dios equivale a gozar cíe su protección bienhechora.

La perspectiva del salmista, pues, parece que se limita a esta vida: "la contraposición en su mente no es entre este mundo y el otro, la vida presente y la vida futura, sino entre la falsa vida y la verdadera vida, entre la carne y el espíritu, entre el hombre natural, con sus concupiscencias sensuales, y el hombre espiritual, con sus deseos hacia Dios... El salmista está absorto con el pensamiento de la felicidad que proporciona la compañía con Dios." 29

1 Compárese: 17:3 y 16:7; 17:5 y 16:11; 17:6 y 16:1; 17:7 Y 16:1; 17:14 Y 16:5; 17:15 — 2 Cf. Sam 23:255. — 3 Asi E. Podechard, o.c., 79. — 4 Estos cuatro salmos son: 86.90.102.142. — 5 Cf. Sal 7:17; 9:4- — 6 Cf. Sal 5:6; 10,7. — 7 Así según los LXX. El TM dice "mi pensar" (zammdthi en vez de zimmótht). — 8 La Vg, siguiendo a los LXX, traduce "vías duras." Lit. el TM: "caminos del violento." — 9 Cf. Sal 7:9; 11:4.5- — ll Cf. Prov 1:19; 2,ns; Jer 7:11; Ez 18:1.0 — 10 Cf. Sal 36:4. — 12 Cf. Sam 24,ios; 25:325; Sal 7:3s. — 13 La Bib. de Jér.: "La palabra de tus labios yo la he guardado, ajustando mis pies a los senderos prescritos, a tus huellas; que mis pies no vacilen." — 14 Cf. Dt 32:10; Prov 7:2; Zac 2:8. — 15 Cf. Sal 36:8; 57:2; 61:5; 63:8; Is 30,2; Rut 2:12; Dt 32:11; Mt 23:27. — 16 Cf. Sal 12:5; 27:12; 41:2. — 17 Cf. Dt 8:12; 31:20; 32:15; Os 13:6; Job 15:27; Sal 73:7; 110,70. — 18 Cf. Sal 73:7.8; Job 12:27. — 19 Cf. Sal 7:3; 10,9; 22:14; 57:7; Larn 3:10. — 20 Así, conformándonos lo más posible al TM. No pocos autores corrigen el texto. Po-dechard: "Con tu espada mátalos, quítalos del mundo, arráncalos de la vida." 2! Así según Podechard y la Bib. de Jér. — 22 Cf. Job 21:19; Os 13:12. — 23 Así se expone en la Bib. de Jér.; es la interpretación de muchos, como Calés. — 24 Cf. Sal 27:4; 31:21; 36:8-9; 65:5; 84:2-5; 92:14-15. — 25 Cf. Núm 12:6-8. — 26 Cf. Sal 59:17; 139:18; Piov 6:22. — 27 Cf Sal 10:11. — 28 Cf. Sab 3:17. — 29 A. F. Kirkpatrick, o.c., 83-84.

 

Salmo 18 (Vg 17): Canto Triunfal de Liberación.

Este himno de acción de gracias, puesto en boca de David, tiene el aire de una antología salmódica. Podemos dividirlo en tres partes principales, en las que no faltan incrustaciones más o menos artificiales de pensamientos que se repiten a través de todo el Salterio: a) Después de una breve introducción, el salmista describe la situación apurada en que se hallaba por efecto del ataque de sus enemigos. Una intervención milagrosa de Dios — descrita con los tonos estereotipados de las teofanías bíblicas, en medio de conturbaciones cósmicas — le salva del peligro, entregando en sus manos a sus enemigos (2-31). b) Yahvé le protege, porque siempre ha sido fiel a sus preceptos (21-31). c) Descripción del triunfo sobre los enemigos con la ayuda de Dios, al que da gracias (32-51).

Según el título, el salmo fue compuesto por el propio David cuando se vio libre de todos los enemigos, sobre todo de Saúl, que sañudamente le persiguió por el desierto de Judá l. Esta misma pieza poética la encontramos en 2 Sam 22:2, donde se pone también en boca del Profeta Rey como himno de acción de gracias a Yahvé por los beneficios que le dispensó en su azarosa vida. Como rompe la ilación de 2 Sam 21:15-22 y 23:85, comúnmente creen los autores que es una incrustación artificial y postiza para cerrar la vida del glorioso rey con un himno, como se cerró la de Moisés con el himno de Dt 32. Así, pues, parece que el salmo 18 ha sido adaptado al texto de 2 Sam 22:2, después de haber tenido existencia literaria por separado.

Los críticos modernos distinguen diversos elementos y estratos literarios en la composición del salmo, que ciertamente tiene el aire de himno antológico, compuesto en general a base de tópicos literarios del Salterio. Pero esto no quita la gran belleza de conjunto y la gran elevación espiritual de la composición. Sobre todo, la descripción de la teofanía (8-16) tiene un aire dramático de epopeya, en la que abundan los crudos antropomorfismos conforme a la mejor tradición bíblica; se nota el eco de la teofanía del Sinaí, con sus explosiones huracanadas y la evocación de convulsiones atmosféricas, corno aparecen en el salmo 29. Desde el punto de vista rítmico se pueden distinguir ocho estrofas. No pocos autores creen que el salmo actual resulta de la yuxtaposión de dos composiciones poéticas diversas: la primera, del 2 al 28, y la segunda, lo restante.

Por razones de estilo y por las dependencias ideológicas que parece tiene el salmo respecto de la tradición deuteronómica, se supone que este ha sido compuesto después del siglo VIII. Un poeta de corte pondría en boca del rey un himno triunfal de acción de gracias similar al cántico de Moisés de Dt 32 2.

Exordio deprecativo (1-4).

l Para el maestro del coro. Del siervo de Yahvé, David, que dirigió a Yahvé las palabras de este cántico cuando le hubo librado Yahvé de las manos de todos sus enemigos y de la mano de Saúl. 2 Dijo, pues: Yo te amo, Yahvé, fortaleza mía. 3 Yahvé es mi roca, mi ciudadela, mi libertador, mi Dios, mi roca, a quien me acojo; mi escudo, mi fuerza salvadora 3, mi asilo. 4 Alabándole, invoco a Yahvé, y de mis enemigos seré salvo.

En el título se llama a David siervo de Yahvé, denominación que en el A.T. se da a los personajes especialmente vinculados a Dios, como Abraham, Moisés, Josué, Job 4.

El salmista expresa su confianza total en Dios, que es su refugio y fortaleza en las adversidades. Los símiles están tomados de la estrategia militar. Si el compositor es el propio David, como se afirma en el título, se entienden bien estos símiles en un poeta-guerrero que pasó gran parte de su vida luchando a la intemperie, aprovechando las irregularidades del terreno contra las incursiones de sus enemigos, más organizados, como eran las huestes de Saúl5; roca, cindadela, escudo... son nombres que encuentran su explicación en el trasfondo geográfico de la atormentada geografía del desierto de Judá 6. Estos símiles son corrientes en la literatura sal-módica 7. Yahvé es su fuerza salvadora o "cuerno de salvación," expresión que encontramos en Sal 28:7.8. El cuerno es símbolo de poder 8. Las primitivas divinidades mesopotámicas llevan una tiara formada a base de "cuernos" enroscados hacia arriba, tomados del uroc o toro salvaje primitivo, símbolo cié la fortaleza física incontrolada.

Consciente del poder omnímodo de Yahvé, el salmista le alaba e invoca, pues sabe que en él está la salvación contra sus enemigos 9. Esta confianza está basada en la experiencia, como lo demuestra la descripción siguiente.

Yahvé, protector del justo en los momentos de peligro (5-7).

5 Ya me rodeaban las olas de la muerte l0 y me aterrorizaban los torrentes de "belial"; 6 me aprisionaban las ataduras del seol 11, me habían sorprendido las redes de la muerte. 7 Y en mi angustia invoqué a Yahvé y lancé hacia mi Dios el ynto. El oyó mi voz desde su palacio, y mi clamor llegó a sus oídos.

El salmista, con todo dramatismo, acumulando imágenes tradicionales en la literatura poética bíblica, describe el peligro de muerte en que se halló en otras circunstancias, del que le salvó siempre la mano omnipotente de Yahvé. Los peligros son poéticamente descritos como olas y torrentes que amenazan con inundarle y arrastrarle a la muerte. Son los torrentes de belial, o de la destrucción. En el lenguaje bíblico, belial significa principio de destrucción y de maldad moral. Por eso, la Vg, siguiendo a los LXX, traduce "iniquitatis"12. En el contexto aparece en paralelismo sinónimo con la muerte; por tanto, se ha de tomar en el primer sentido: las oías de la muerte y los torrentes desbordados de belial amenazan con anegar la vida del salmista. La misma idea se continúa con las metáforas siguientes: las ataduras del seol y las redes de la muerte conspiran contra su vida. Aquí el seol y la muerte son comparados a cazadores que tienden sus redes y lazos o ligaduras para hacer caer la presa, que es la vida del salmista 13. Según la concepción mesopotámica, la región subterránea del "arallu" (sinónima del seol hebreo), morada de los muertos, tenía sus emisarios, que eran las pestes y enfermedades, para coger en redes a los vivos, poblando así dicha región sometida a Nergal14. Aquí parece que el salmista juega con una concepción similiar, si bien desprovista de implicaciones politeístas.

El salmista, angustiado ante el mortal peligro, invocó a Yahvé, quien le oyó desde su palacio, es decir, desde su casa en los cielos 15. En los salmos encontramos constantemente este contrabalanceo del peligro y la salvación obrada por Yahvé.

La teofanía de Yahvé (8-10).

8 Conmovióse y tembló la tierra, vacilaron los fundamentos de los montes, se estremecieron ante Yahvé airado. 9Subía cíe sus narices humo, y de su boca fuego abrasador, carbones por El encendidos. 10 Abajó los cielos y descendió, negra nube tenía bajo sus pies.

Es común en el A.T. describir las teofanías de Yahvé al modo de la famosa del Sinaí, en que Yahvé se manifestó en medio de fuego, relámpagos, humo y truenos 16, a las que se asocian convulsiones cósmicas, como terremotos y conmociones atmosféricas 17. Aquí el salmista, pues, trabaja con todos estos elementos poéticos tradicionales y presenta a Yahvé manifestándose para salvarle, de un modo airado y majestuoso, como en los momentos críticos de la nación israelita. Naturalmente, en toda esta descripción hay que ver una gran parte de hipérbole y despliegue de las cualidades poéticas del autor, que quiere impresionar a sus lectores acumulando símiles y frases estereotipadas de la literatura poética hebrea. Así, habla de un terremoto en el que se conmovieron hasta los fundamentos de los montes, símbolo de la máxima estabilidad 18. Según la concepción hebrea, la bóveda celeste descansaba sobre las cimas de los montes, que a su vez se asentaban sobre pilares inconmovibles sobre el mismo abismo 19. Toda la conmoción de la tierra se debe a la manifestación airada de Yahvé, que viene a hacer justicia a su siervo ultrajado 20. Para expresar la ira divina, presenta a Yahvé antropomórficamente, respirando aceleradamente y echando humo por sus narices y fuego por su boca (V.9). Este símil está calcado de la respiración entrecortada y humeante de los animales furiosos. Job nos presenta al cocodrilo resoplando, haciendo "hervir el abismo como olla y espumar como vasija de ungüentos, dejando en pos de sí blanco su camino, cual si fuese una cana cabellera" 21. La ira de Dios se manifestaba tradicionalmente bajo el símil del fuego, que lo consume todo 22. Aquí el salmista hace salir de su boca carbones encendidos, los rayos y relámpagos, que llevan la consternación por doquier, son los mensajeros de su venganza 23. Yahvé, rodeado de huracanadas y negras nubes, que sirven como de pavimento a sus pies 24, desciende majestuosamente para juzgar a los hombres: Abajó los cielos.,, negra nube tenia bajo sus pies (v.10). La oscuridad de la nube oculta su radiante majestad para no deslumbrar a los seres humanos 25.

Yahvé en medio de la tempestad (11-16).

11 Subió sobre los querubes y voló; voló sobre las alas de los vientos. 12 Hizo de las tinieblas un velo, formando en torno * a sí su tienda: calígine acuosa, densas nubes. 13 Ante el resplandor de su faz, las nubes se deshicieron: granizo y centellas de fuego. 14 Tronó Yahvé desde los cielos, el Altísimo hizo sonar su voz 26. 15 Lanzóles sus saetas y los desbarató, fulminó rayos y los consternó. 16 Y aparecieron arroyos de aguas 27, y quedaron al descubierto los fundamentos del orbe ante la ira increpadora de Yahvé, ante el soplo del huracán de su furor.

El salmista, conforme a la tradición literaria poética, presenta a Yahvé volando sobre los querubes o seres celestiales, que aquí aparecen en paralelismo con las alas de los vientos . Los querubes cubrían con sus alas el arca de la alianza, símbolo de la presencia de Yahvé en el tabernáculo del desierto29. En Gen 3:24, los querubes son los guardianes del paraíso; en las visiones proféticas son como los asistentes de Dios 30. En Ez i:1s, los querubes tienen una cuádruple forma: de hombre, de león, de toro y de águila, abarcando el reino animal y el humano. Estos querubes están calcados de las kariku, o genios tutelares que guardaban los palacios babilónicos. En el salmo, como en Ez 1:1, los querubes son como el trono movible de Dios, que se traslada sobre las alas de los vientos 31. Los símiles son puramente poéticos y reflejan bien la extrema movilidad de Dios en su providencia. Yahvé avanza cubierto de tinieblas como de un velo protector que le sirve de tienda 32. Las comparaciones son bellísimas y plásticas para realzar el misterio de la presencia divina: la calígine acuosa y las densas nubes velan su majestad radiante (v.12) hasta el momento de su manifestación airada, que se traduce en granizo y centellas de fuego. Es la descripción de una tormenta, que poco a poco se va preparando, cargándose de negras nubes, para deshacerse en relámpagos, rayos y truenos. Ningún fenómeno atmosférico se prestaba mejor para simbolizar la manifestación airada y majestuosa del Dios de justicia. El granizo fue una de las plagas de Egipto 33 y contribuyó a la derrota de los cananeos en tiempos de Josué 34. En el salmo va acompañado de rayos y truenos, que son la voz del Altísimo (v.14) 35. A Yahvé se le llama aquí Altísimo para resaltar su majestad; pero este nombre divino es raro en el Salterio 36.

Por efecto de la tormenta vino la inundación con arroyos de aguas y se descubrieron los fundamentos del orbe (v.16), hipérbole que refleja bien la conmoción causada por la manifestación airada de Yahvé. Al removerse las aguas, aparecieron las bases de las montañas, que son los fundamentos del orbe, pues le dan estabilidad. El huracán desencadenado ha cambiado todo, poniendo al descubierto los cimientos de las montañas, que se tambalean por efecto del furor divino 37.

La liberación (17-20).

17 Y extendió desde lo alto su mano, y me cogió, me sacó de la muchedumbre de las aguas. 18 Me arrancó de mi poderoso enemigo, de los que me aborrecían y eran más fuertes que yo. 19 Querían asaltarme en día para mí fatal, pero fue Yahvé mi fortaleza 20 y me sacó a lugar holgado, salvándome, porque se agradó en mí.

Descrita la manifestación airada de Yahvé en medio de una conmovedora tempestad, el salmista deja el tono heroico y dramático de la teofanía, para hablar de su prodigiosa liberación de las insidias de sus enemigos. Se presenta como anegado por muchedumbre de aguas; tal es el cúmulo de adversidades que han caído sobre él 38. Pero Yahvé extendió desde el cielo su mano y le levantó de lo profundo de sus angustias. A pesar de que Yahvé habita en lo alto, en los cielos, sin embargo, vela por la suerte de sus fieles perseguidos y temporalmente sumergidos en la adversidad. La intervención divina le liberó de los enemigos que ferozmente le asaltaban, saliendo él de la estrechez angustiosa a lugar holgado, es decir, a la libertad y seguridad. Y todo ello porque encontró en él su complacencia (v.20).

La liberación es el premio a la virtud del justo (21.-24)

21 Me ha remunerado Yahvé según mi justicia, conforme a la pureza de mis manos me ha pagado. 22 Porque yo he guardado los caminos de Yahvé, y no me había impíamente apartado de mi Dios, 23 pues tenía ante mí todos sus juicios y no apartaba de mí sus estatutos, 24 sino que con El fui íntegro y me guardé de la iniquidad.

Después de afirmar que Yahvé le ha salvado, el salmista declara por qué ha mostrado tanta benevolencia con él. En realidad, Dios no abandona a los que viven según su ley, y el salmista no tiene conciencia de haberse separado de sus estatutos. Las afirmaciones del salmista reflejan sentencias de estilo sapiencial. La justicia o rectitud del justo consiste en guardar los caminos de Yahvé, sus juicios y estatutos, lo que implicaba apartarse de la iniquidad para vivir íntegro en el temor de Dios.

Yahvé corresponde a la conducta de sus fieles (25.-28)

25 Y me retribuyó Yahvé conforme a mi justicia y según la limpieza de mis manos a sus ojos. 26 Con el piadoso muéstrase piadoso, íntegro con el íntegro, 27 sincero con el sincero, y sagaz con el perverso astuto. 28 Pues tú salvas al humilde y humillas los ojos altaneros.

Existe una justa reciprocidad entre las acciones del ser humano y las de Dios para con él. El salmista cree que la salvación que le otorgó obedece a su conducta de justicia o rectitud, pues siente sus manos limpias ante Dios. Aunque no especifica, en esta frase se incluye su conducta recta con el prójimo y con Dios. Yahvé será piadoso y benevolente con el piadoso, sincero con el sincero, pero sagaz con el de caminos tortuosos, frustrando sus planes inicuos y castigando su maldad 39. Dios está siempre dispuesto a prestar auxilio al humilde, que reconoce su dependencia de Dios y se ajusta a sus caminos, mientras qur humilla al soberbio, de los altaneros. El orgullo es una de las siete cosas abominables para Dios, según declara el "sabio"40. Los profetas hablan en el mismo sentido 41.

Yahvé es la fortaleza del salmista (29-35).

29 Pues tú haces lucir mi lámpara, joh Yahvé! tú, mi Dios, que iluminas mis tinieblas. 30 Gracias a ti puedo embestir a un tropel (de enemigos); y con mi Dios traspaso la muralla. 31 Irreprochable es el camino de Dios, acrisolada es la palabra de Yahvé. 32 Porque ¿qué Dios hay fuera de Yahvé? ¿Qué roca fuera de nuestro Dios? 33 Es el Dios que me ciñó de vigor e hizo irreprochable mi camino; 34 que me igualó mis pies a los del ciervo y me ha reafirmado sobre las alturas; 35 que adiestró mis manos para la batalla y mis brazos para entesar el arco de bronce.

Yahvé era para el salmista como una lampara luminosa que le señalaba el camino de la esperanza en las tinieblas de la opresión y de la angustia en que se hallaba. La metáfora parece estar tomada de la costumbre de tener siempre una lámpara encendida en la tienda del beduino. Aquí la lámpara es símbolo de luz y de bienestar. La presencia de Yahvé en su alma es la fuente de todos sus íntimos bienes espirituales42. El salmista se siente seguro con la compañía de Yahvé, y con El se atreve a hacer frente a un tropel o escuadrón de enemigos que están dispuestos a asaltarle. Si el autor del salmo es David, se explican bien estos símiles guerreros; él ha logrado escalar y traspasar los muros de la fortaleza de Sión43: con mi Dios traspaso la muralla (v.30). Esta fortaleza superada por el salmista puede ser una metáfora para expresar en términos bélicos el cúmulo de dificultades y adversidades que tiene que vencer frente a sus enemigos, que le hostigan incesantemente por doquier 44. La fuerza del justo está en Dios, que no puede faltar a sus promesas de ayuda, pues su conducta o camino es irreprochable, y sus palabras, fieles, acrisoladas, de forma que no hay en ellas ninguna doblez45.

La seguridad del salmista radica en que Yahvé es el Dios único (v.32) y, como tal, es la única roca segura46; como tal, le ha dado vigor para vencer todos los obstáculos en su marcha en la vida, para que no se tercíese, siendo así su camino irreprochable 47. Su buena conducta se debe, pues, principalmente a Yahvé, que le ha dirigido e iluminado como una lámpara en su vida, dándole fuerza y vigor para hacer frente a sus enemigos. En la lucha le ha dado la agilidad del ciervo, y le ha colocado en situación de privilegio para la lucha al afirmarlo sobre las α/turas48. El salmista juega con las metáforas de la guerra para declarar la lucha espiritual que ha tenido que mantener por ser fiel a sus principios de fidelidad a Yahvé. En una guerra, la ocupación de los altozanos que dominan el campo de batalla son ya una garantía de victoria49. El salmista sigue con el símil de la guerra, y declara que es Yahvé quien le ha aleccionado en el camino de la virtud, en la lucha por mantener su integridad moral y espiritual: adiestro mis manos para la batalla. Si es David el autor del salmo, estas palabras tienen un sentido histórico real, ya que toda su vida fue un despliegue guerrero, primero para llegar a ser rey y después para defenderse de los enemigos exteriores e interiores. No pocos autores modernos creen que el salmista canta las victorias guerreras de un rey posterior al propio David. El estilo de la última parte del salmo es heroico, obra quizá de un poeta áulico que exaltaría las proezas de su rey.

Victoria sobre los enemigos (36-40).

36 Tú me entregaste tu salvador escudo, tu diestra me fortaleció y tu solicitud me engrandeció. 37 Me hacías correr a largos pasos, sin que se cansaran mis rodillas. 38 Perseguía a mis enemigos, y los alcanzaba, y no volvía sin haberlos desbaratado. 39 Los machacaba sin que pudieran resurgir; caían bajo mis pies. 40 Me ceñiste de fortaleza para la guerra, sometiste a los que se alzaban contra mí.

En los momentos de la lucha, Yahvé ha sido su defensor y le ha dado fuerzas para acelerar sus pasos en persecución de los enemigos. Los términos con que se describe la victoria sobre los enemigos son duros y en consonancia con la rudeza de costumbres de los tiempos del A.T. El salmista se halla todavía lejos de la sensibilidad moral exigida por la revelación evangélica.

Sometimiento total de los enemigos (41-46).

41 Obligaste a mis enemigos a darme la espalda, a los que me odian los exterminaste 50. 42 Vociferaban, pero nadie los libraba; (clamaban) a Yahvé, pero no los oía, 43 y los dispersaba cual polvo cara al viento, y cual lodo de las plazas los hollaba. 44 Me libraste de las sediciones del pueblo y me pusiste a la cabeza de las gentes; pueblos que tío conocí 45, me servían. 45 Al oír hablar me obedecían. Los extraños me lisonjeaban. 46 Los extranjeros palidecían y salían temblorosos de sus fuertes.

La descripción cíe la victoria sobre los enemigos y su sometimiento general tiene su mejor explicación en David victorioso sobre todos sus enemigos, reinando pacíficamente sobre su pueblo después de haber vencido sediciones internas51 y haber sometido a los enemigos exteriores: filisteos, amonitas y moabitas52. Por eso puede decir que fue constituido en cabeza de las gentes (v.44) 53. No pocos extranjeros, al conocer las victorias de David, ofrecían su alianza 54. Sus enemigos vencidos palidecían (v.46), entregándose incondicionalmente a la generosidad del vencedor: salían temblorosos de sus fuertes55.

Acción de gracias (47-51).

47 ¡Viva Yahvé y bendita sea mi Roca, sea ensalzado Dios, mi Salvador! 48 E1 Dios que me otorga la venganza y me somete los pueblos. 49 E1 que me libra de mis enemigos, el que me hace superar a los que se alzan contra mí, el que me libra del hombre violento. 50 Por eso te alabaré, ¡oh Yahvé! entre las gentes, y cantaré salmos en tu honor. 51 El que da grandes victorias a su rey, el que hace misericordia a su ungido, a David, y a su descendencia por siempre.

La exposición de las victorias se cierra con un himno de acción de gracias al que se las otorgó de modo tan munificente. Yahvé es, en realidad, su Roca y fortaleza, y confiando en El ha logrado la plena victoria sobre sus enemigos. David logró vengarse de sus enemigos 56 y ser reconocido como rey. Esta venganza es atribuida a Dios, que le dio la victoria. La perspectiva es en consonancia con la sensibilidad espiritual ruda del A.T. Con todo, se nota la confianza total en Yahvé y la gratitud hacia El. En su mentalidad netamente religiosa, el salmista atribuye las victorias exclusivamente a Yahvé. Por eso le alabará entre las gentes (ν.50). La sumisiσn de los pueblos extranjeros sirve para que ιstos conozcan las proezas del único y verdadero Dios. Las victorias de Yahvé proclaman su poder. San Pablo trae estas palabras para probar que la admisión de los gentiles al mensaje de salvación estaba anunciada en el A.T.57 El rey de Israel es su ungido (meshijó). Esta expresión se aplicaba a los sacerdotes y reyes que habían recibido la unción de Yahvé 58. En el salmo 2 se aplica al Ungido por excelencia o Mesías, que iba a ser el lugarteniente de Yahvé y la culminación de la dinastía davídica.

1 Cf. Sam 24:1s. — 2 Véase E. Podeci-Iard, o.c., 90. — 3 Lit. "cuerno de mi salvación." El "cuerno" es símbolo del poder y de la divinidad en la literatura antigua oriental. — 4 Cf. Gen 26:24; Dt 9:27; Núm 12:7; 2 Sam 7:8; Ez 34:23; 37:24; Zac 3:8. — 5 Cf. Sam 22:4; 23:14.19.29; 24.22; 1 Par 11:15. — 6 Cf. Sam 24:2. — 7 Cf. Sal 19:14; 28:1; 94:22; 33:17; 28:7. — 8 Cf. Dt 33:17;.Le 1:69; Sal 28:7.8. — 9 Cf. Sal 56:9; 48:1; 96:4; 13:3; 145:3- — 10 Así según la recensión de 2 Saín 22, El TM del salmo dice 'lazos de muerte·." — 11 Los LXX y Vg: "dolores mortis," confundiendo hébel (dolor) con jebe/ (cuerda). — 12 Cf. Sam 1:16; 2:12; 2 Sam 16:7; 1 Re 21:10. — 13 Cf. Sal 32:6; 66:12; 69:25; véase RB (1907) 64. — 14 Cf. E. Dhorme, Choix des textes religieux assyro-babyloniennes p,321; Ep. Gilga-mesh t.i2 col.II 29. — 15 Cf. Sal 11:4. — 16 Cf. Ex 19:16-18; 24:15-18; Sal 68:8-9; 77:17-20; 114; Jue 5:4-5; 1 Re 19:11-12; Is 24:18-20; 29:6; 30,27-30; 63:19-64:3; 66:15-16; jl 2:10-11; 4:16; Nah 1:3-7; Hab 3:6; Sal 50:3; 97:2-5; Eclo 16:16. — 17 Cf. Sal 68:7.8-68:16-18. — 18 Cf. Is 24:18; Hab 3:6. — 19 Cf. Job 26:11. — 20 Cf. Ap 6:16.17. — 21 Job 41:19-21. — 22 Cf. 15:7-Dt 32:22; Sal 107:3; Mal. 11 — 23 Ct. Sal 140,10. — 24 Nah 1:3; Gen 11:7; 15:31; Is 64:1. — 25 Cf, Ex ig.ió; 20,21; 1 Re 8,12; Sal 197:25, — 26 El TM añade "granizo y carbones de fuego," que no aparece en 2 Sam 22 ni en los LXX; lo que indica que es glosa. — 27 Lit. en heb. "lechos de aguas*, pero en 2 Sam 22 "lechos del mar," seguido por muchos autores. Entonces la idea sería que, al conmoverse los cimientos del orbe, se secó el mar, pareciendo desnudo su lecho, como se dice del mar Rojo en Ex 15:8. Cf. Sal 106:9; Nah 1:4. — 28 Cf. Sal 82:2; 99, 1 Sam 4:4; 2 Sam 6:2. — 29 Cf. Ex 25:17-22; 26:1; 1 Re 6:235; 7:29.36. — 30 Cf. Ez 10:1s; 1s 6:1s; Ap 4:1s. — 31 Cf. Dt 28:49; Jer 48:40; 49:22. — 32 Cf. Ex 19:9; Dt 4:1 ; Job 22:135; Sal 97:2. — 33 Cf. Ex 9:23s. — 34 Cf. Jos 10,11. — 35 Cf. Job 37:2- 5; Sal 29:35. — 36 Cf. Núrn 24:16; Dt 32:8; Sam 2:10. — 37 Cf. Job 38:4-6; Sal 75:4; 104:5; 46:3-4; Ex 20,4. — 38 Cf, Sal 3.1:6; 66:12; 69:2:3. — 39 Cf. Lev 26:23.24; Job 5:12.13; Is 29:95; Prov 3:34; Rom 1:28; Ap 22:11. — 40 Cf. Prov 6:17. — 41 Cf. Is 2:11.12.17- — 42 Cf. Job 18:6; Prov 13:9. — 43 Cf. 2 Sam 5:6-8. — 44 Cf. Job 19:81 "ha amurallado mi camino y no puedo pasar; sobre mis senderos ha derramado tinieblas"; Lam 3:7: "ha puesto un muro en torno a mí y no puedo pasar." — 45 Cf. Dt 32:4; Sal 19:7; 119:40. · — 46 Cf. Dt 33:31; Sam 2:3; 7:22, — 47 Cf. Sal 93:1. — 48 Cf. Dt 32:13; 2 Sam 1:23. — 49 Cf. Hab 3:19. — 50 Así según los LXX y Vg. El TM: "los exterminé." — 51 Cf. 2 Sam 8:95. — 52 Cf. 2 Sam 10:1s. — 53 Cf. 2 Sam 8:6; 10,19. — 54 Cf. 2 Sam 8:9s. — 55 Cf. Sam 14:11; Miq 7:17. — 56 Cf. Sam 24:12; 25:39. — 57 Cf. Rom 15:9; Dt 32:43; Sal 117:1; Is 11:10. — 58 Cf. Sam 12:3; 17:51; 1 Re 1:39; Lev 8:1s; Is 45.

 

Salmo 19 (Vg 18): La Gloria de Dios, Manifestada en el Cosmos.

En este salmo encontramos, en realidad, dos composiciones poéticas totalmente diversas, que sin duda tuvieron distinto origen. El contenido, la forma poética y el ritmo son diversos en ambassecciones. Los v.2-7 constituyen un himno al Creador, cuya grandeza se manifiesta en los misterios del cosmos. Todo es armonía y sucesión sincronizada en la marcha de la creación, porque todo obedece a una inteligencia superior. Esta parte del salmo se caracteriza por el lirismo más subido y arrebatador. La segunda sección tiene el aire de un poema didáctico, que se divide en dos partes: a) excelencias de la ley divina, que es fuente de felicidad para el que la observa (8-11); b) parte deprecativa: súplica de perdón por las infracciones, petición para no caer en la apostasía y, finalmente, súplica de que su oración sea escuchada.

El compilador de ambos poemas parece que ha querido poner en paralelo la armonía y belleza del cosmos, obra del Creador, y la de las prescripciones de la Ley, que se deben al mismo Dios, que formó el universo 1. En la primera parte se emplea el nombre divino de El, mientras que en la segunda se usa el específico de Yahvé. El primero dice relación con el universo creado, mientras que el segundo dice relación con la elección de Israel, al que fue destinada la Ley. Así, pues, la segunda parte parece una adición de un autor de la escuela "sapiencial" que quiso establecer un paralelo entre la maravillosa obra de la creación del mundo y su "segunda creación," la Ley mosaica, expresión de su voluntad y, a la vez, módulo y troquel del alma religiosa israelita. La Ley es un reflejo de la sabiduría y santidad divinas y el espejo en que debe mirarse el alma israelita para reconocer su defectibilidad y dependencia de Dios.

Según el título, el salmo tiene por autor al propio David, como los anteriores. Ya hemos adelantado que el estilo y perspectiva poética y doctrinal de las dos secciones reflejan autor diverso. La primera parte, más lírica, puede reflejar el temperamento poético del Rey Profeta; pero la segunda delata a un autor "sapiencial" enamorado de la Toráh después de los tiempos de Esdras. Los críticos descubren, incluso en la primera parte, arameísmos tardíos de la época postexílica 2.

El himno de los cielos a la gloria de Dios (1-5).

1 Al maestro del coro. Salmo de David. 2 Los cielos pregonan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. 3 El día transmite el mensaje al día, y la noche a la noche pasa la noticia. 4 No son discursos ni palabras cuya voz deje de oírse. 5 Su pregón sale por toda la tierra, y sus palabras llegan hasta los confines del orbe.

Los cielos límpidos de Oriente son de una belleza incomparable; por eso, mejor que en ninguna otra parte, se destacan las miríadas de luminarias que proclaman la grandeza, la omnipotencia y la sabiduría de Dios, que las gobierna. El salmista se extasía ante esta maravilla única de la creación, y declara que los cielos entonan un himno mudo y silencioso al Creador, pero no por ello menos elocuente. La gloria de Dios se refleja en esta obra grandiosa. Se manifestó en la presencia luminosa que dirigió al pueblo israelita por el desierto. Es la revelación de sí mismo. En la literatura rabínica, esta presencia o morada de Dios se llamó shekinah 3. El salmista considera aquí la gloria de Dios como la manifestación radiante de su poder y sabiduría en la creación. La creación en el fondo es una revelación de Dios. El firmamento, o bóveda maciza celeste, según la concepción de los antiguos hebreos, era la muestra palmaria de la magnificencia divina, al aparecer tachonada de estrellas y astros luminosos 4.

Y este clamor mudo de la creación no se interrumpe. El día y la noche, lejos de anularse mutuamente en la proclamación de la gloria de Dios, se completan, ya que se suceden como dos centinelas de turno que se transmiten el mensaje o consigna: la gloria de Dios. A la luz del día se manifiestan los portentos del reino natural y animal: los valles de verde esmeralda, las cumbres nevadas de las montañas, las ocres mesetas de cereales, las rocas calcáreas, los mares; todo es un despliegue deslumbrante de las posibilidades de Dios en la creación. Así, pues, el día y la noche son como dos coros que alternativamente proclaman la grandeza de Dios5. Estas afirmaciones del salmista tienen particular relieve en unos tiempos en que los pueblos gentiles — egipcios, mesopotámicos, fenicios — adoraban los astros como seres divinos. En su perspectiva son obras de Dios que tienen una finalidad en orden al ser humano 6. El lenguaje mudo de los cielos y del firmamento no es perceptible por los sentidos, pero no por eso es menos elocuente. San Pablo dirá que el Dios invisible puede ser rastreado a través de sus obras visibles 7. Toda la tierra pregona la grandeza y gloria de Dios (v.5).

La trayectoria del sol (5b-7).

5b Puso en ellos una tienda para el sol, 6 el cual, semejante al esposo que sale de su tálamo, se lanza alegre, como valiente, a recorrer su camino. 7 Sale de un extremo de los cielos, y su curso llega hasta sus confines, y nada se oculta a su calor.

Llevado de su inspiración poética, concibe al sol como un príncipe que habita suntuosamente en su palacio o tienda y que sale de mañana de refresco de su tálamo, como el esposo, a emprender su diaria tarea. El sol tiene ante sí un gran cometido: recorrer la inmensidad que se extiende desde los confines de los cielos a los más recónditos extremos de la tierra, de forma que nada quede oculto a su acción benéfica de dar calor y vida a los seres. He aquí cómo se expresa un himno asirio: "¡Oh Shamash! (dios solar), cuando tú sales de la gran montaña..., cuando tú sales del fundamento del cielo, donde se reúnen el cielo y la tierra..."8. El salmista juega con dos símiles: el del radiante esposo que sale, lleno de alegría y optimismo, ataviado con sus mejores prendas; rebosante de belleza y juventud, el esposo es símbolo de la felicidad y del optimismo. Pero, como el camino que ha de recorrer es inmenso, entonces el salmista lo presenta como un héroe vigoroso y animoso que se lanza a su carrera como un joven atleta. Como el guerrero valiente, afronta con vigor y resolución la lucha con sus enemigos, que en el caso del sol son las tinieblas, que tiene que disipar, y el frío, que trae la muerte a la naturaleza. Luz y calor son los dos grandes beneficios del astro rey, que sale radiante de su magnífico palacio para diariamente luchar con los enemigos de la vida en la naturaleza. En otro himno asirio-babilónico encontramos una concepción parecida: "(Shamash) se muestra cada día en el horizonte con un vigor y una juventud nuevas. Dios de la luz, tiene que luchar contra las tinieblas de la noche. Dios del calor, debe vencer el frío del invierno. También es el valiente entre los valientes, el qurudu, es decir, el guerrero y el héroe" 9. El poeta israelita pudo utilizar estos símiles, e incluso conocer algún himno al sol, adaptándolo a su concepción monoteísta.

Panegírico de la Ley.

El tono del salmo cambia totalmente; desaparece el arrebato lírico grandioso y le sucede un gotear cansino de epítetos aplicados a la Ley, conforme a la tradición de las escuelas "sapienciales" que florecieron después del exilio. Este carácter esencialmente didáctico, totalmente diverso del lírico anterior, revela una nueva mano redaccional. No sabemos por qué este nuevo salmo fue yuxtapuesto al anterior. Quizá se deba al deseo de poner en paralelo la magnificencia de la Ley, que en la estimación rabínica era la "nueva creación" de Dios al servicio de su pueblo. El nombre de El (Señor de la creación, del orbe) es sustituido por Yahvé, el nombre que en la tradición israelita refleja la vinculación al pueblo de las promesas.

La Ley es sin mácula, verídica y recta (8-10).

8 La Ley de Yahvé es perfecta: restaura el alma; el testimonio de Yahvé es fiel: hace sabio al simple. 9 Los preceptos de Yahvé son rectos: alegran el corazón; los mandatos de Yahvé son limpios: esclarecen los ojos. 10 El temor de Yahvé es puro: permanece por siempre; los juicios de Yahvé son verdad: del todo justos.

Los pensamientos se desarrollan por paralelismos conceptuales, de forma que el pensamiento se va completando en cada estico. La Ley ha de tomarse aquí en sentido amplio, no sólo en su parte preceptiva, sino aun exhortativa, con sus promesas y amenazas. La felicidad del hombre está en conformarse con la voluntad de Dios y ésta se manifiesta en la Toráh, que es perfecta, de forma que el que camine según sus preceptos no se desvía del camino recto y da satisfacción plena al hombre: restaura el alma, confortando al hombre y dándole vigor, como el agua al sediento 10. Se la llama testimonio de Yahvé, en cuanto que refleja la voluntad divina ll; es fiel, porque nunca deja decepcionado al que se amolda a ella. Con sus prescripciones hace sabio al simple. Todo hombre puede dirigirse por el camino de la virtud o del vicio: el que escoge la primera senda es el sabio, mientras que el que sigue los senderos que se apartan de Yahvé es el simple o necio 12. El principio de la sabiduría está en el temor de Dios 13, y éste se refleja en el cumplimiento de la Ley, expresión de la voluntad divina.

La Ley se concreta en los preceptos, y, éstos son rectos, porque se amoldan al querer divino; con ellos se alegra el corazón, pues se siente la satisfacción moral de vivir en consonancia con el Dios omnipotente y dispensador de toda gracia. Esta alegría del corazón se refleja en la luminosidad radiante del rostro: esclarecen los ojos. "La Ley es luz" 14, y da luz y vida 15. Esa luminosidad procede de que sus preceptos son limpios y transparentes, y, como tales, no empañan la tranquilidad de conciencia. El temor de Yahvé — reconocimiento de la Ley divina — es puro, libre de toda contaminación; permanece para siempre, pues responde a las exigencias del Dios inmutable. Los juicios o decisiones de Yahvé son justos y verdaderos porque responden a los postulados de justicia que implica la divinidad, y, como tales, no engañan.

Valor de los juicios divinos (11-12).

11 Son más estimables que el oro acrisolado, más dulces que la miel, que el jugo de los panales. 12 También tu siervo es iluminado por ellos, y en guardarlos halla gran provecho.

Los juicios de Dios — en cuanto sirven para dirigir al hombre en la vida — son de más valor que el mejor oro. La comparación es un tópico en la literatura sapiencial16. Por el fruto que producen resultan más sabrosos y dulces que la miel, que sale directamente de los mismos panales sin haber sufrido adulteración 17. El salmista sabe reconocer su valor, y procura sacar provecho al dejarse iluminar por ellos.

Súplica de perdón por las faltas involuntarias (13-15).

13 ¿Quién será capaz de conocer los deslices? Limpíame de los que se me ocultan. 14 Retrae también a tu siervo de los movimientos de soberbia l8, no se adueñen de mí; entonces seré irreprochable y purificado del gran pecado. 15 Séante gratas las palabras de mi boca y la meditación de mi corazón. ¡Yahvé, mi Roca y mi Redentor!

Penetrado de la perfección de la Ley divina, se siente culpable de muchos deslices o infracciones. Particularmente le preocupan las inadvertencias ocultas. Tiene miedo de no corresponder al gran tesoro que para él es la Ley de Yahvé. Las faltas que se hacen por error 19 se contraponen a las realizadas deliberadamente "con mano alzada"20. El salmista quiere expiar todas las posibles transgresiones para no empañar la amistad que con Yahvé tiene por el cumplimiento fiel de la Ley, que es la revelación de Dios. La Ley mosaica había determinado concretas expiaciones para librarse de la secuela de las faltas cometidas por error o inadvertencia21. El salmista desea también verse libre de los movimientos de soberbia o presunción (v.14). Tiene conciencia de su debilidad, y teme rebelarse contra los caminos de Dios 22. Con la ayuda divina espera verse libre del gran pecado, es decir, de la apostasía o la rebelión espiritual contra su Dios 23.

Con estos sentimientos de humildad y compunción, el salmista espera que sus palabras sean gratas a Dios, y lo mismo sus consideraciones o meditación del corazón. Yahvé es el único apoyo para su alma, ansiosa de vivir en comunidad con El a través de la Ley. Yahvé es su Roca, en la que se siente segura, y es su Redentor, el vengador oficial de las ofensas 24.

1 Cf. Am 4:13; 5:7.8. — 2 Véase A. Podechard, o.c., I 94. — 3 Cf. Ex 16:7; 10; 33:22; Rom 9:4. — 4 Cf. Gen i,6s; Job 37:18. — 5 Véase Cicerón, De natura deorum II 37.95. — 6 Cf. Gen 1:14-15. — 7 Cf. Rom 1:19. — 8 P. Dhorme, Choíx des textes religieux assyro-babyloniennes 61:1.19:1.9 nota. — 9 Cf. P. Dhorme, o.c., XXI; 211:1.43; 285:1.23; 299:1.9. — 10 Cf. Lam 1:11.19. n Cf. Ex 25:16.21. — 12 Cf. Sal 119:130; 2 Tim 3:15. — 13 Ecle 1:16. — 14 Prov 6:23. — 15 Cf. Sal 119:105.130; Ef 1:18. — 16 Cf. Sal 119:72.127; Prov 3:14; 8:10; Job 28:15-19. — 17 Cf. Prov 16:24. — 18 Los LXX: "de (dioses) extranjeros"; el TM lit. "de los orgullosos"; cf. Jer 3:13. — 19 Cf. Lev 4:2. — 20 Cf. Núm 15:30; Núm 15:22-31. — 21 Cf. Lev 4:15.13; Núm 15:22. — 22 Cf. Sal 119:121. — 23 Cf. Is 1:2. — 24 Cf. Job 19:25; Larn 3:58.

 

Salmo 20 (Vg 19): Oración por el Rey que va a la Guerra.

Este salmo constituye, con el siguiente, una unidad literaria, pues ambos fueron compuestos con ocasión de una expedición guerrera del rey de Jerusalén contra enemigos extranjeros. En este salmo, "el tono es deprecativo, mientras que el siguiente tiene el aire de acción de gracias por la victoria. Probablemente ambas piezas son del mismo autor. El salmo 20 presenta al rey ofreciendo un sacrificio público en el templo antes de marchar al lugar de la batalla para impetrar su auxilio en el duro trance, como era costumbre en Israel cuando el rey salía a campaña! Mientras el rey ofrece el sacrificio, una voz salida de en medio de la multitud le augura éxitos con la ayuda de Yahvé (2-5); la multitud responde pidiendo protección y victoria para el rey (v.6); y éste, o un sacerdote, declara que ha sido aceptado el sacrificio, y que, por tanto, la victoria será segura (6-8); la multitud se asocia a estas declaraciones y vuelve a impetrar el auxilio divino (v.10).

Según el título, el salmo es del propio David; y, en ese supuesto, las circunstancias de su composición habría que buscarlas cuando salió en expediciones militares contra los amonitas y sirios 2. Ciertamente, la composición es anterior al destierro babilónico, pues gira en torno a la persona del rey, que se apresta a la guerra. Cualquiera que haya sido su origen, es muy probable que el salmo se haya recitado en las funciones litúrgicas, siempre que un rey de Israel salía en campaña.

Rítmicamente el salmo es muy regular, distinguiéndose dos estrofas, la primera con paralelismos sinónimos, mientras que la segunda se caracteriza por los paralelismos sintéticos.

Súplica de victoria a Yahvé (1-6).

1 Al maestro del coro. Salmo de David. 2 ¡Óigate Yahvé en el día de la angustia, protéjate el nombre del Dios de Jacob! 3 Envíete su auxilio desde su santuario, sosténgate desde Sión! 4 ¡Acuérdese de todas tus oblaciones y encuentre suculento tu holocausto! Selah. 5 ¡Que El te otorgue según tu corazón y cumpla todos tus designios! 6 ¡Que podamos cantar tu victoria, y en el nombre de nuestro Dios enarbolemos la bandera! ¡Que Yahvé cumpla todas tus demandas!

Los críticos señalan la pureza de dicción del salmo, en la que no se dan frases arcaicas. Por eso, aunque suponen que es de los tiempos de la monarquía, se resisten a atribuirlo a David, aunque la pieza primitiva pudo ser retocada. El salmista pone en boca de la asamblea, reunida en el santuario o templo con motivo de un sacrificio del rey que se dispone a salir en campaña, la manifestación de los mejores augurios para la empresa difícil, no exenta de peligro, que se avecina, el día de la angustia, es decir, del choque armado con los ejércitos enemigos. Garantía de la protección divina será el nombre del Dios de Jacob (v.2). La expresión Dios de Jacob es sinónima muchas veces de "Dios de Israel," pero aquí parece que el salmista alude a la especialísima protección que Dios tuvo sobre el patriarca hebreo cuando su destierro a Aram y, sobre todo, en el lance apurado del encuentro con su hermano airado Esaú 3. El propio Jacob, cuando volvía enriquecido de Siria, proclamó en Betel: "Vamos a alzar allí un altar al Dios que me oyó en el tiempo de la angustia"4. El salmista piensa ahora en el poder del antiguo Dios de los patriarcas, que ahora tiene su residencia en el santuario o templo de Jerusalén (v.3). Desde allí ha de salir ahora el auxilio y el sostén para el guerrero 5. Cuando está el rey ofreciendo su holocausto y oblaciones para impetrar la protección, es el momento de pedir que le sea grato el sacrificio, de forma que se acuerde de él cuando llegue el momento de dispensar su protección. Las oblaciones eran ofrendas a base de harina, aceite e incienso6, mientras que los holocaustos, como su nombre indica (όλον καίω, “quemar totalmente”), eran sacrificios cruentos en los que se quemaba toda la vνctima; por ello eran los mαs aceptos a Dios: "ofrenda encendida de suave olor a Yahvé"7. El sacerdote solía quemar sobre el altar parte de la ofrenda de harina; era el memorial o recuerdo en honor de Yahvé 8. En todo caso, el salmista desea que Yahvé encuentre suculento ("de suave olor") el sacrificio; expresión primitivista para desear que le sea grato y aceptable.

Supuesta esta aceptación benévola, la asamblea desea para su rey el cumplimiento de sus designios de victoria (v.5). Segura del triunfo, la multitud sueña ya con enarbolar la bandera de la victoria cuando vuelva de su expedición militar (v.6). El rey era el instrumento de Yahvé, como lugarteniente suyo en la sociedad teocrática de Israel; por eso su victoria era la del propio Yahvé 9.

Confianza en la victoria con la ayuda de Yahvé (7-10).

7 Ahora sé que otorga Yahvé la victoria a su ungido, que le responde desde su santo cielo con las proezas salvadoras de su diestra. 8 Estos en carros, aquéllos en caballos, pero nosotros nos acordamos del nombre de Yahvé, nuestro Dios 10. 9 Ellos vacilaron y cayeron, pero nosotros nos alzamos y resistimos. 10 Salvad al rey, ¡oh Yahvé! ¡Respóndenos en el día que te invocamos! 11

A los deseos de la multitud, que implora victoria para el rey, una voz oracular anuncia, en nombre de Dios, que la victoria está concedida por Yahvé a su ungido o rey. Como ungido o consagrado por Dios, tiene un particular título a ser oído en los momentos críticos de su vida 12. Yahvé habita en los cielos, calificados de santos, en cuanto que están "santificados" con su presencia. Todo en derredor de Dios respira santidad. La morada propia del Dios de Israel son los cielos, pero en Jerusalén tiene su morada especial en la tierra, como Señor de su pueblo, especialmente vinculado a El13. Los gentiles confían en sus carros y en sus caballos, como los egipcios y los asirios 14; en cambio, la seguridad de Israel está en el nombre de Yahvé, que tantas veces los salvó milagrosamente, primero del poder del faraón 15 y después del ejército de Senaquerib 16. Estos hechos quedaron en la épica religiosa popular de Israel como modelo de la protección de Yahvé sobre su pueblo en los trances más difíciles de su historia. El salmista ahora recuerda que es Yahvé el sostén de Israel, a pesar de que carezca de medios materiales militares como los gentiles. Basado en la protección dispensada por Dios a su pueblo, se atreve ahora a anunciar la derrota de los enemigos: vacilaron y cayeron (v.8), mientras que ellos se mantendrán firmes resistiendo a todo ataque. El salmo termina con una invocación en demanda de auxilio para el rey (v.10).

1 Cf. Sam 7:4. — 2 Cf. 2 Sam 10:1s. — 3 Cf. Gen 33, 1 s. — 4 Gen 35:3; Os 12:4:5. — 5 Cf. Sal 3:4; 14:71 — 6 Cf. Lev 2:1s. — 7 Cf. Lev 1:1s. — 8 Cf. Lev. 2:2.9.16; Act 10,4. — 9 Cf. 2 Sam 3:18. — 10 Así según el TM. Los LXX: "nos engrandecemos." — 11 Así coa los LXX y San Jerónimo. — 12 Cf. Hab 3:13. — 13 Cf. Ex 19:6. — 14 Cf. Is 37, 1s. Ramsés II relata así la victoria en Cades: "...pero yo encuentro que Arnon vale más para mí que un millón de soldados, que cien mil carros..., porque el número de los hombres.no hace nada, pero Amón vale más que ellos" (Cf. ch. Jean, Le Milieu Bibli-"jwe avant Jésus-Christ II 323). — 15 Cf. Ex 15,1s. — 16 2 Re 19:1s.

 

Salmo 21 (Vg 20): Canto de Acción de Gracias por Haber Protegido al Rey.

Este salmo es lógica continuación del anterior. El tono deprecativo es sustituido por el de acción de gracias por el auxilio prestado al rey. Ahora aparece el rey en el templo ofreciendo sacrificios a Dios por la victoria conseguida.

Podemos distinguir dos partes en la composición salmódica: a) en la primera se felicita al rey por la victoria conseguida contra los enemigos del pueblo de Yahvé (2-8); b) en la segunda (9-14) se auguran nuevos triunfos sobre los enemigos en las futuras expediciones militares. En la mentalidad teocrática de Israel, el rey representaba a Dios, y por eso los poetas áulicos recargaban sus epítetos entusiastas en favor del que sintetizaba las esperanzas nacionales. Las victorias de Israel eran las victorias de Yahvé. En torno a esta idea surgió una literatura cortesana, de la que encontramos muchos ejemplos en el Salterio. El salmista escenifica en nuestro salmo las explosiones de júbilo y la esperanza de la asamblea israelita, reunida con motivo de una fiesta en torno a su rey.

Por el estilo parece que el salmo es obra de los poetas áulicos o de los cantores del templo. Las expresiones del mismo pueden adaptarse a una asamblea religiosa con motivo de un sacrificio del rey o de una fiesta de coronación real. Las fórmulas son bastante generales y pueden adaptarse a distintas circunstancias y reyes. Como la dicción es muy correcta, exenta de arcaísmos, los críticos consideran el salmo obra de un poeta de los siglos VIII-VII; ciertamente es anterior al exilio, aunque no falta algún crítico extremista que rebaje la época de composición a los tiempos de los asmoneos en el siglo u; pero la ausencia de arameísmos y helenismos parece excluir fecha tan tardía.

Acción de gracias por las victorias obtenidas (1-8).

1 Al maestro del coro. Salmo de David. 2 En tu poder, ¡oh Yahvé! se goza el rey. ¡Cuan jubiloso está de tu socorro! 3 Le diste cuanto su corazón deseaba, no le negaste la petición de sus labios. Seldh. 4 Más bien te adelantaste con faustas bendiciones y pusiste en su cabeza la diadema de oro puro. 5 Te pidió vida, y se la diste: días que se prolongan para siempre jamás. 6 Por tu protección es grande su gloria, le has revestido de esplendor y magnificencia. 7 Tú le otorgas bendiciones para siempre y le colmas de alegría ante tu faz. 8 Porque en Yahvé confía el rey, y por el favor del Altísimo permanecerá inconmovible.

En el salmo anterior se pedía protección para el rey que salía en campaña; ahora, al volver victorioso, se dan gracias a Dios por el triunfo. La petición de sus labios era, sin duda, la súplica de victoria expresada en el salmo anterior, pero incluye también sus deseos de verse coronado y agasajado de su pueblo y colmado de días. Las expresiones son hiperbólicas y enfáticas, y así, para indicar una larga duración de su reinado, el poeta habla de días que se prolongan para siempre.Los poetas de corte siempre se han distinguido por la tendencia a halagar al rey. Aquí el salmista considera al soberano como representante de los intereses de Yahvé, y por eso desea que continúe en su trono, que es símbolo de la protección que Dios otorga a su pueblo. En las promesas de la Ley mosaica se anunciaba larga vida para los que fueran fieles a Dios. Aquí el salmista se hace eco de ellas, y espera que el rey — fiel a la Ley — tenga una larga vida, colmada de bendiciones 1. La vida del rey se desarrollará alegre ante la faz de Yahvé, es decir, en íntima comunión espiritual de afectos, lo que para el salmista constituye la mayor felicidad en esta vida. La amistad con Dios trae protección y bendiciones de toda índole. Gracias al favor del Altísimo, el soberano continuará seguro e inconmovible en su trono para bien de él y de su pueblo.

Deseos de victoria total sobre los enemigos (9-14).

9 ¡Que tu mano alcance a todos tus enemigos y que tu diestra sorprenda a cuantos te aborrecen! 10 Tú los pondrás como en un horno de fuego en el día de tu faz 2: Yahvé los consumirá en su ira, el fuego los abrasará. 11 Borrarás de la tierra su progenie, su descendencia de entre los hijos de los hombres, 12 Si algo malo trazan contra ti, si maquinan engaños, no prevalecerán. 13 Les harás volver el dorso, tendiendo contra su rostro las cuerdas de tu arco. 14 ¡Ensálzate, Yahvé, en tu fortaleza! ¡Cantemos y celebremos tus proezas!

La victoria obtenida es una prenda de otras que traerán la exterminación definitiva de los enemigos. Las expresiones del salmista se vuelven duras y escalofriantes, conforme a la ruda mentalidad del A.Τ. En realidad, para ιl los enemigos del rey son los enemigos de la causa de Dios. Llevado de su arrebato patriσtico y de su celo por la gloria de Yahvé, el poeta desea el exterminio total de los enemigos que constantemente conspiran contra los intereses del pueblo de Dios. Las frases son radicales y han de ser entendidas teniendo en cuenta el arranque oratorio del poeta y la mentalidad extremista de los orientales. El propio rey David se mostró a veces muy cruel con los vencidos. Así, después de la victoria sobre los amonitas, se dice que "a los habitantes los sacó de la ciudad, los puso a las sierras, a los trillos herrados, a las hachas y a los molinos y a los hornos de ladrillos" 3. Quizá la frase del salmista los pondrás en horno de fuego aluda a esta bárbara costumbre de echar a los vencidos a hornos ardiendo 4.

El día de la faz de Yahvé es el día de su manifestación airada contra los enemigos de Israel. Era el día del triunfo del propio Yahvé; por eso el salmista le pide que se manifieste y ensalce, mostrando su fortaleza. Las victorias de los israelitas eran un motivo de admiración hacia su Dios de parte de las poblaciones gentiles; por eso, otorgar el triunfo al pueblo cíe Israel era ensalzarse a sí mismo, mostrando su poder y justicia. Sus proezas o victorias sobre los enemigos de Israel serán así ocasión de ser celebradas por el pueblo elegido, que verá en El su escudo y protección. Por este aire de triunfo general sobre los enemigos, la tradición rabínica ha querido ver aquí a la persona del Mesías vencedor de todos los enemigos de Israel. En la tradición cristiana, algunos Padres le han dado este sentido; pero el contexto no favorece la interpretación mesiánica, ya que las frases del salmista pueden explicarse como explosión entusiasta en favor del rey en un momento solemne de su vida, como el día de la coronación o al volver triunfante de una campaña militar.

1 Cf. Ex 23:26; 1 Re 3:11; Prov 3:2. — 2 Algunos autores ven en las frases de este verso una alusión escatológica al juicio cíe Yahvé sobre las naciones al fin de los tiempos, antes de la inauguración mesiánica; pero no está clara esta insinuación en el contexto. — 3 2 Sam 12:31. — 4 Cf. Dan 3:18s.

 

Salmo 22 (Vg 21): El Justo Doliente y Perseguido.

Esta bellísima pieza poética se divide en dos partes atendiendo a su contenido ideológico: a) Elegía de un justo que se siente abandonado de su Dios y se queja de su abandono, que considera inmerecido. Rodeado de enemigos, está a punto de morir; por ello implora auxilio a su Dios, que parece ha ocultado su rostro a sus sufrimientos (2-22). b) Himno eucarístico: lograda la liberación del peligro en que se hallaba, el salmista da gracias a Dios y promete proclamar su salvación solemnemente en la asamblea del pueblo.

El título del salmo lo adscribe a David, como los precedentes; pero los críticos sorprenden no pocos arameísmos y locuciones tardías, no anteriores a los escritos de Jeremías J. En los escritos del N.T., este salmo es citado muchas veces 2, pero nunca es atribuido a David en los autores neotestamentarios. Los autores que sostienen la autenticidad davídica del salmo, creen que fue compuesto cuando el Profeta Rey andaba, perseguido por Saúl, rodeado de enemigos 3, o en ocasión de la rebelión de su hijo Absalón, el momento más amargo de la vida cíe David4.

Rítmicamente, la primera parte del salmo (2=22) se divide en dos secciones, con cuatro estrofas en total. En la primera sección se destacan los dolores morales y espirituales del alma, que se siente abandonada de Dios; en la segunda se alude, sobre todo, a los dolores físicos y a los tormentos corporales. Las expresiones de dolor son gráficas y muy radicales, en las que no falta la hipérbole orienta! Hay juegos de paralelismos, antitéticos, sintéticos y sinónimos, impidos probablemente a una estructura coral en función de las exigencias litúrgicas. En la segunda parte del salmo (acción de gracias) podemos distinguir también dos secciones: a) glorificación de Yahvé en Israel; b) extensión universal del reino de Dios. El estilo es vigoroso en toda la composición, lleno de trágica sinceridad en la primera parte y de transparencia espiritual en la segunda. Algunos críticos modernos han conjeturado que son dos salmos diferentes que han sido yuxtapuestos posteriormente por exigencias del servicio litúrgico 5.

El salmista, abandonado de Dios (1-6).

1 Al maestro del coro. Sobre la cierva de la aurora. Salmo de David. 2 ¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado? Lejos estás de mi socorro, de las palabras de mi gemido 6. 3 ¡Dios mío! Clamo de día, y no me respondes; de noche, y tú no me atiendes 7. 4 Con todo, tú eres el Santo, tú que habitas entre las alabanzas de Israel8. 5 En ti esperaron nuestros padres; confiaron, y tú los libraste. 6 A ti clamaron, y fueron liberados; en ti confiaron, y no fueron confundidos.

En el título musical parece que se alude a una canción conocida, a cuya melodía debía ajustarse el canto del salmo: en hebreo 'ayyeleth hashajar, "la cierva de la aurora."

El salmista empieza ex abrupto lanzando un grito de queja: ¡Dios mío! ¿Por qué me has abandonado? Es la voz del justo, que en momentos de depresión moral se siente como separado de su Dios, al que tanto ama. Lejos de ser un grito de desesperación, es un arranque de queja y de confianza hacia su Dios, en quien había puesto toda su confianza; es una manifestación espontánea hacia el amigo y familiar que creía siempre había de tener a su lado 9. Se siente abandonado y lejos de su Dios; por eso, las palabras de su gemido resultan casi sin eco en la lejanía en que se halla Dios, en otro tiempo su protector 10.

Estas palabras angustiadas del salmista doliente fueron pronunciadas por Jesús agonizante en la cruz. Mt y Me nos consignan incluso el texto semítico de la frase, si bien el primero en hebreo, Eli', mientras que Me en arameo, Elohí 12. Pero en ambos evangelistas el verbo es arameo (sabajthani, y no 'azabthani del TM). Seguramente que Cristo al morir recitaba este salmo, porque se adaptaba a su situación doliente y reflejaba su soledad psicológica frente al Padre para apurar el cáliz hasta la muerte. Teniendo en cuenta que recitaba el salmo, desaparece el problema teológico del supuesto abandono de Jesús por parte del Padre.

Día y noche clama el justo doliente a Dios, y no recibe respuesta favorable; a pesar de ello, le reconoce como Santo, el Santo de Israel. Para los hebreos, lo que caracterizaba a Yahvé era ante todo la santidad, en el sentido de incontaminación, separación y trascendencia. Dios está por encima de todas las cosas, pero en la historia ha establecido lazos de amistad con las almas justas. Su santidad exige correspondencia y fidelidad a las promesas de protección a los que se guían por su Ley. El salmista, abandonado y solitario en su dolor, huérfano de la presencia de su Dios, apela a su carácter de Santo, para que se acuerde de sus vinculaciones con los justos. Además, Yahvé mora en el templo de Jerusalén entre las alabanzas de Israel (v.4); es el lugar de culto oficial, único en toda la tierra; por tanto, las preces allí dirigidas a El tienen una exigencia especial para ser oídas. En el caso presente, la oración del salmista atribulado debe ser atendida con prontitud. Para reforzar su petición, el salmista recuerda a su Dios que los antepasados, sus padres, en momentos de aflicción confiaron y esperaron la ayuda de Dios, y no fueron defraudados, sino que fueron milagrosamente liberados. Lejos de ser confundidos y avergonzados ante sus enemigos, vieron sus preces y fe confirmadas por la ayuda omnipotente de Yahvé.

Despreciado de los hombres (7-11).

7 Pero yo soy un gusano, no un hombre; el oprobio de los hombres y el desecho del pueblo. 8 Búrlanse de mí cuantos me ven, abren los labios y mueven la cabeza. 9 "Se encomendó a Yahvé — dicen —; líbrele, sálvele El, pues dice que le es grato." 10 Y en verdad tú eres el que me sacaste del vientre, el que me inspirabas confianza desde los pechos de mi madre 13. 11 Desde el útero fui entregado a ti, desde el vientre de mi madre tú eres mi Dios.

En contraste con los patriarcas, que no fueron defraudados en sus esperanzas de socorro de parte de Dios, el salmista es la abyección de todos. Despreciado como vil gusano y sin defensa, es la irrisión y el oprobio de los hombres y el desecho del pueblo (v.7). Las expresiones encuentran su paralelo en los "cánticos del Siervo de Yahvé" del libro de Isaías, donde éste es presentado como "menospreciado y abominado de las gentes"14; "desfigurado su rostro, no parecía ser de hombre"15; "despreciado, desecho de los hombres, varón de dolores, conocedor de todos los quebrantos..., menospreciado, estimado en nada" ^6. Gráficamente describe el salmista los movimientos de burla y desprecio: mueven las cabezas, abren los labios..., justamente lo que hacían los enemigos de Cristo a los pies de la cruz 17. Los gestos son de desprecio y de horror 18.

Ante esta actitud despectiva, el salmista renueva su confianza en Dios, que providencialmente ha tenido cuidado de él desde el seno materno. Todo el pasado fue para él una prueba de la predilección de Yahvé por él19. Desde el nacimiento ha sido entregado al cuidado de Yahvé 20. Según la costumbre oriental, el padre recibía sobre sus rodillas al recién nacido para reconocerle como suyo. El salmista parece que juega con esta costumbre y declara que ha sido entregado a la mano acogedora y providencial de su Dios 21. Enfáticamente, el salmista recalca a los que se burlen de él que, en efecto, Yahvé es su Dios desde el vientre de su madre.

Perseguido de los enemigos (12-19).

12 No estés alejado de mí, que estoy angustiado; acércate, pues nadie viene en mi ayuda. 13 Rodéanme toros en gran número, cércanme novillos de Basan. 14 Abren sus bocas contra mí cual león rapaz y rugiente. 15 Me derramo como agua; todos mis huesos están dislocados. Mi corazón es como cera, que se derrite dentro de mis entrañas. 16 Seco está como un tejón mi paladar, mi lengua está pegada a las fauces, y me han echado al polvo de la muerte. 17 Me rodean como perros, me cerca una turba de malvados; han taladrado mis manos y mis pies 18 y puedo contar todos mis huesos. Ellos me miran y contemplan. 19 Se han repartido mis vestidos y echan suertes sobre mi túnica.

De nuevo el salmista se queja de que Yahvé, su protector, que le ha protegido desde el seno materno, se mantenga alejado ahora que se halla sin auxilio en medio de sus enemigos. Con todo realismo describe a sus enemigos como toros y novillos de Basan, la región del norte de TransJordania, famosa por sus praderíos, bosques y ganados 22. Los novillos de Basan, pues, eran los más robustos y agresivos; por eso se prestan a la comparación con los enemigos del salmista, que ferozmente le atacan y abren sus bocas como leones rugientes (v.14), ansiosos de caer sobre la presa23.

Al lado de las persecuciones están los dolores físicos del salmista; quizá esté postrado en el lecho del dolor a causa de una enfermedad o encarcelado; pero sus palabras reflejan un estado de agotamiento físico total, aunque las frases gráficas que emplea pueden entenderse en sentido metafórico, para indicar su estado de postración moral. Oprimido por su estado de ansiedad espiritual, se siente agotado, como en estado delicuescente: me derramo como agua (ν.15), se dislocan mis huesos, su corazón se derrite como cera en su interior; sediento, tiene la lengua pegada al paladar, consumido por la fiebre; se considera ya entregado al polvo de la muerte, enterrado con los difuntos. De nuevo alude a la hostilidad y mal trato que le dan sus perseguidores, lo que parece que las frases alusivas a su agotamiento físico tienen, sobre todo, un sentido moral: le rodean como perros hambrientos, deseosos de saciar su hambre; esos malvados forajidos le han maltratado, dejándole con las manos y los pies traspasados. Convertido en un esqueleto viviente, puede la víctima contar todos sus huesos (v.18) 24. Satisfechos de haberle maltratado, esa turba de malvados se complacen maliciosamente al ver tendida e indefensa, a su víctima: me miran y contemplan (v.18), y, para mayor escarnio, ante sus ojos mortecinos se han repartido sus vestiduras y echan suertes sobre su túnica. Los evangelistas consideraran estas palabras del salmista y las aplicarán al caso de la crucifixión de Jesús, en la que literalmente se han cumplido 25.

Súplica de salvación (20-22).

20 Tú, pues, Yahvé, no estés lejos, fuerza mía; ¡apresúrate a venir en mi auxilio! 21 Libra mi alma de la espada, y mi vida de la garra de los perros 26. 22 Sálvame de la boca del león y de los cuernos de los toros salvajes mi pobre (vida) 27.

Rodeado de sus feroces enemigos y a punto de expirar, el salmista pide de nuevo a Yahvé que no le abandone permaneciendo lejos; es su única fuerza y auxilio, y, por tanto, es la hora de salir por sus intereses. De nuevo acude a metáforas atrevidas y gráficas: su alma está a merced de la espada, y su vida, única y amada, se halla entre las garras de los perros (v.21). Su pobre vida se halla en las fauces del león y entre los cuernos de los toros salvajes, que furiosamente le atacan.

Acción de gracias por la liberación (23-27).

23 Yo anunciaré tu nombre a mis hermanos y te alabare en medio de la asamblea. 24 Los que teméis a Yahvé, ¡alabadle! ] Descendencia toda de Jacob, ¡glorificadle! ¡Temblad delante de El toda la progenie de Israel! 25 Porque no desdeñó ni despreció la miseria del desgraciado ni apartó de él su rostro, antes oyó al que imploraba su socorro. 26 Contigo será mi alabanza en la gran asamblea, cumpliré mis votos delante de los que le temen. 27 Comerán los pobres, y se saciarán, y alabarán a Yahvé los que le buscan: "¡Viva vuestro corazón siempre!"

La perspectiva cambia totalmente. El salmista ha sido liberado de la situación angustiosa en que se hallaba, y se encuentra ahora presente en la asamblea solemne del pueblo con ocasión de algún líicío público. Profundamente agradecido a sus beneficios, el judio liberado quiere hacer partícipes de sus sentimientos a sus hermanos υ correligionarios, los israelitas, que usufructϊan las mismas promesas religiosas. El nombre de Yahvé, es decir, sus proezas, deben ser conocidas públicamente de la asamblea de los fieles, Llevado de su entusiasmo, invita a todos los que teman a Dios, es decir, a la descendencia de Jacob, la progenie de Israel (v.24): los herederos de las promesas divinas 28. Como tales, deben participar de la alegría del que milagrosamente ha sido liberado de un peligro mortal. Yahvé no se ha desentendido del desgraciado, sino que benévolamente le escuchó, y, lejos de ocultar su rostro, le prestó auxilio salvador 29. El salmista proclama su alabanza en la asamblea y se dispone a cumplir los votos hechos en tiempos de angustia 30. Y después invita a los pobres a participar del banquete de acción de gracias que se seguía a base de las partes de las víctimas no quemadas en el altar; éstas debían ser comidas el mismo día del sacrificio o en la mañana siguiente 31. En el Deuteronomio se exhorta al oferente a que invitara a los pobres y levitas a tomar parte en el convite sacrificial 32, para que se sacien 33 y alaben a Yahvé. El oferente se siente feliz entre sus invitados y les exhorta a regocijarse en el Señor: ¡Viva vuestro corazón siempre! (v.27). Los Santos Padres han aplicado las palabras de este salmo de acción de gracias al banquete eucarístico del N.T.

Conversión de las naciones (28-32).

28 Se acordarán y se convertirán a Yahvé todos los confines de la tierra, y se postrarán delante de El todas las familias de las gentes, 29 Porque de Yahvé es el reino, y El dominará a las gentes. 30 Comerán y se prosternarán ante El todos los grandes de la tierra; se curvarán los que al polvo descienden. Mi alma vivirá para El34. 31 Mi posteridad le servirá 35, hablará del Señor a las generaciones venideras 36. ·32 Υ precliearαn su justicia al pueblo que ha de nacer, por haberlo hecho Yahvι.

La perspectiva del salmista se alarga; no sólo la progenie de Jacob conocerá su liberación y se gozará en Yahvé, sino las familias de todas las gentes (v.28). No pocos críticos suponen que esta sección es adición posterior al salmo, debida a exigencias litúrgicas. La conversión de las gentes y el reino universal de Yahvé es el tema de no pocos salmos postexílicos37. Con todo, se puede establecer un crescendo en el salmo, manteniendo su unidad literaria sustancial: primero el salmista habla de sus problemas personales, después ve la proyección nacional hacia Israel, y, finalmente, la perspectiva se extiende hacia todas las naciones y a las generaciones del futuro. Pero hemos de notar que, a diferencia de lo que se dice en los poemas del "Siervo de Yahvé" del libro de Isaías 38, en el salmo no se establece relación entre los sufrimientos del justo perseguido y el reinado de Dios en el mundo; éste no es fruto de los dolores de aquél. El contexto más bien insinúa que la milagrosa liberación del justo de sus sufrimientos y persecuciones es ocasión de que la gloria de Dios se manifieste primero a Israel y después a los gentiles, si es que el último fragmento (28-32) pertenece a este salmo desde su redacción primera.

Según las antiguas promesas en la descendencia de Abraham, serían bendecidas todas las familias de las gentes 39; el salmista se sitúa en esta amplísima perspectiva. Todos los pueblos reconocerán la soberanía de Yahvé en todas las naciones. También los gentiles tendrán acceso al convite espiritual, como los pobres en el templo de Jerusalén invitados por el salmista: comerán y se prosternarán todos los grandes de la tierra (v.3o) 40. Los grandes de la tierra, al reconocer la soberanía de Yahvé, depondrán su autosuficiencia y orgullo y no tendrán inconveniente en tomar parte con los humildes en el banquete eucarístico organizado por el salmista para celebrar su portentosa liberación. Los que descienden al polvo, es decir, los mortales en general, o quizá mejor los que, asociados por la necesidad, se hallan al pie del sepulcro, como antes el salmista, se sumarán alegres a este convite con los poderosos en comunidad con los israelitas que temen a Dios.

Finalmente, el propio salmista se asocia a la glorificación de Dios con su descendencia. En muchos salmos se habla de anunciar la gloria y fidelidad a Yahvé de las generaciones futuras 41. Los israelitas tenían un gran sentido de solidaridad comunitaria, en cuanto que esperaban un día en su descendencia asistir a los tiempos mesiánicos. Todos vivían ilusionados con la gran manifestación de Yahvé en los tiempos anhelados. Su vida espiritual giraba en torno a las esperanzas mesiánicas. Sobre todo, los piadosos vivían obsesionados con una época en que Dios fuera realmente el centro de los corazones42. Aquí el salmista se alegra al pensar que su posteridad servirá a su Dios, como su alma vivirá para El.

Sentido mesiánico del salmo.

Los evangelistas citan textos del salmo como cumplidos en la pasión de Jesús43. Los Santos Padres lo aplican comúnmente a Cristo Mesías 44. En el concilio Constantinopolitano II se condeno la proposición de Teodoro de Mopsuestia, que negaba la aplicación de este salmo a Jesús45. El osado exegeta antioqueno decía que en el salmo se trataba únicamente de los sufrimientos del propio David. En la tradición judía nunca se da al salmo sentido mesiánico, pues no podían los judíos concebir a un Mesías doliente. Así suponían que el sujeto al que se aplicaban las frases del salmo eran David, Isaías o Ester46.

Los autores católicos no convienen al determinar el sentido mesiánico del salmo, pues mientras unos sostienen que se trata literalmente de Cristo, de forma que el salmista no hablara en nombre propio de sus sufrimientos, sino directamente profetizaría los de Cristo muriendo en la cruz47, otros suponen que literal y directamente el salmo se refiere a la experiencia personal dolor osa del salmista, aunque este justo doliente es tipo de los sufrimientos de Cristo; y sus frases pueden aplicarse, en sentido espiritual, a Cristo sufriendo en la cruz 48. Los que admiten un sentido literal mesiánico urgen el hecho de que lo que se dice en los v.15-19 se cumplió literalmente en la pasión de Cristo: tormento de la sed, persecución de los enemigos, perforación de las manos y de los pies, división por suertes de los vestidos. Por otra parte, no sabemos de ningún personaje histórico del A.T. en el que se hayan dado estas circunstancias. Además, la relación que se establece entre la liberación del salmista doliente y la vuelta de las gentes a Yahvé no encuentra explicación sino en la persona del Mesías.

Por consiguiente, el salmista, iluminado por el Espíritu Santo, profetizó la realidad de la pasión del Mesías doliente, aplicándole una serie de detalles que tuvieron cumplimiento histórico en la muerte de Cristo en la cruz. Los patrocinadores del sentido típico (el salmista hablaría de sus sufrimientos personales, pero en ellos era el tipo del Mesías sufriente) insisten en que hay determinados versos del salmo que no se pueden aplicar directamente a Cristo: en el v.ai pide que se le libre de la muerte; en el v.3 declara que día y noche ha clamado para que se le liberara de los dolores, lo que no es aplicable a Cristo. Las frases de los v.15-i9 en sí no tienen ninguna proyección mesiánica, aunque tuvieron aplicación literal al caso de Jesús muriendo en la cruz; la semejanza de situaciones justifica la similitud de las expresiones.

Tampoco parece que puedan ponerse en boca de Cristo expirando en la cruz, con el perdón en los labios para sus enemigos, las duras frases del salmista en las que describe a los enemigos como "toros salvajes," "leones," etc. (v.13-14). Por otra parte, las expresiones "han taladrado mis manos y mis pies," etc., pueden explicarse como locuciones hiperbólicas de índole metafórica para expresar el gran dolor físico que soportaba el salmista. Finalmente, el salmista, en medio de los tormentos, espera que Dios le libre de ellos, mientras que Jesús, lejos de esperar verse libre de la cruz, la acepta con plena conciencia de su misión de Redentor. La frase alusiva al reparto de los vestidos por suertes se explica fácilmente teniendo en cuenta que era costumbre en la antigüedad expoliar al asesinado de sus vestiduras si eran de valor. En este supuesto, el salmista hablaría de sus sufrimientos, pero seria tipo de los sufrimientos del Mesías, en cuanto que, por disposición profética del Espíritu Santo, sus palabras tendrían un especial cumplimiento en la muerte del Justo por excelencia, que es Jesús-Mesías. Este mesianismo típico parece que es el que mejor se adapta a las exigencias del contexto y es suficiente para mantenerse dentro de la línea interpretativa de la tradición evangélica y cristiana 49.

Algunos críticos prefieren ver en el salmo un sentido colectivo; es decir, el salmista reflejaría los sufrimientos de la colectividad israelita en el exilio babilónico. Pero en el salmo encontramos demasiados rasgos de tipo personal para darle un sentido colectivo.

1 Cf. E. Podechard, O.C., I 109. — 2 Cf. Me 15:20-41; Mt 27:31-56; Lc 23:26.33-49; Jn 19:23-30. — 3 Cf. Sam 23:255. — 4 2 Sam 15:13. — 5 Cf. J. Cales, o.c., I 269. — 6 Otros prefieren traducir el texto ambiguo hebreo: "lejos de mi salvación las palabras de mí gemido" (Geuppens). Nuestra traducción es semejante a la de NP, Calés y Kirkpatrick. — 7 Así siguiendo una reconstrucción basada en la versión siríaca Peshitta y en la etiópica. Los LXX y Vg: "ad insipientianv). El TM lit.: "no hay silencio para mí"; así la Bib. de J¿r., Ceuppens. Nuestra traducción parece exigida por el paralelismo sinónimo. — 8 Lit. el'TM: "Tú santo que habitas entre las alabanzas de Israel." Los LXX y Vg versión se conforma más al TM y es sostenida por Kirkpatrick, Ceuppens, Bib. de Jér. — 9 Los LXX y la Vg añaden: "réspice in me," que falta en el TM. — 10 Los LXX y la Vg, en vez de palabras de mi gemido, leen: "verba delictorum meorurn," que no aparecen en el TM ni en Símaco y Teodoción. — 11 Mt 27:46. En absoluto Eli piu forma abreviada de Eloí. — 12 Mc 15:34. — 13 La Bib. dejér.: "confiado a los pechos de mi madre." El TM dice literalmente: "el que me hacía confiar sobre los pechos de mi madre." Nuestra traducción se inspira en parte en los LXX, y la escogemos porque hace paralelismo con el estilo anterior. — 14 ls 4Q.7· — 15 ls 52:14. — 16 ts 53:2-3. — 17 Cf. Lc 3:35. — 18 Cf. Lam 2:15; Sal 109:25; Job 16:4. — 19 Cf. Sal 71:5-6. — 20 Cf. Sal 55:22; 71:6. — 21 Cf. Gen 30:3; 50:23. — 22 Dt 32:14; Es. 39:18; Am 4:1; Núm 32:13. — 23 Cf. Sal 7:2; Lam 2:16; 3:46. — 24 El TM K-e: "como un león." Niirf.tra Irudiuvíón ("han traspasado^ sé basa en Tos1 ¿XX y íVshiHu, cambiando Mana en baVu. — 25 Cf. Jn 19.23.27; JVIt — 26 Lít, "mí única; cf', Sal 35:17. — 27 El TM lít.: "respóndeme." La Vg, siguiendo a los LXX, "humilitatem meanv, leyendo 'anavathi en vez de 'anithani. La Bib. de Jér.: "mi pobre alma." Fodechard pretiere hacer una reconstrucción, y lee "defiéndeme." — 28 Cf. Is 45:19; Jer 33:26; 2 Re 17:20; Is 45:25; Jer 31:36; Neh 9:2. — 29 Cf. Sal ιο,ι ι; 12:1; 79:33- — 30 Cf. Sal 66:13; 116:14.18. — 31 Cf. Lev 7:16; Núm 15:3. — 32 Cf. Dt 14:29; 26:12. — 33 Cf. Dt 26:12. — 34 Así según los LXX y Vg. El TM: "su alma no vida," lo que no hace sentido. Cambiando el lo (no) en lo (para él), nos da la pista para la lección de los LXX. 3 5 Leemos con los LXX mi posteridad, en vez de "posteridad" del TM. 36 La 3ib. de Jér.: "Se anunciará el Señor a las generaciones futuras." — 37 Cf, Sal 96-100. — 38 Cf. Is 53:1-12. — 39 Cf. Gen 12:3; 28:14. — 40 Así según el TM. Leyendo 'ak lo en vez de 'aklü, no pocos traducen: "Ciertamente, ante él se prosternarán." Así la Bib. de Jér., Cales, NP y Podechard. — 41 Cf. Sal 71:18; 78:5-6; 102:19. — 42 Cf. Jer 31.31. — 43 Cf. Mt 27:35; Jn 19:24. — 44 Cf. San Justino, Dial, curn Triph, 97: PG 6:706; Tertuliano, Aclv. Marcionem 3:19: PL 2:376; San Atanasio, De Incarnatione 35: PG 25:155; San Jerónimo, In Psalmos 2:1: PL 26:931-937; San Agustín, Enarrat. 2 in Psalm. ¿i: PL 36:167.182. — 45 Cf. Ací. Conc. Constantinopol. II coll.4 n.22-23: Mansi, IX 211-213. — 46 H. Strack-Bíllerbeck, Kommentar zum Neuen Testament aus Talmud und Midtasch II (Munich 1924) 574. — 47 Es la opinión de J. Corluy, Knabenbauer, A. Vaccari, Zorell, Dennefeld, Charrue, Calés, Van Steenkiste. — 48 Así opinan Lagrange, Peters, Desnoyers. — 49 Sobre la interpretación de este salmo puede verse: J. corluy, De Christi satisfactione vicaria, Ps. 21(22) 2 (1884) 111-133; P. V. rose, Psaurne XXII: RB 4 (1895) 411-420; M. J. Lagrange, Notes sur les Psaumes messianiques: RB 14 (1905) 52-53; L. Dennefeld, Messianisme: DTC 10 (1929) 1505-1506; A. Vaccari, De libris didacticis V.T. (1929). Ps. 21(22) 118-124; L. Desnoyers, Histoire du peuple hebrea III (1930) 321; A. Charrue, Le triomphe du grana délaissé. Ps. 22 (Vulg. 21)'· Cali. Namurc. 25 (1931) 273-288.

 

Salmo 23 (Vg 22): Dios, Pastor del Justo.

En este bello poema idílico, el salmista juega con dos símiles alegóricos: a) el buen pastor (1-4); b) el padre de familias, que hace gala de espléndida y generosa hospitalidad. Bajo estos símiles, el salmista expresa la confianza ciega del justo en la providencia solícita de su Dios. Nada le puede turbar. El tono es marcadamente personal; por tanto, no se presta a una interpretación colectiva, como quiere el Targum, como si se tratara de la solicitud de Yahvé por la comunidad israelita.

Como en los salmos anteriores de esta primera colección del Salterio, se atribuye esta magnífica pieza poética al propio David. Realmente, ninguno mejor que David sabía lo que era la vida del pastor y su solicitud por las ovejas, pues era su profesión en los tiempos de su niñez. Sin embargo, como en el v.6 se alude a la "casa de Yahvé," el templo de Jerusalén, parece que la composición es posterior a Salomón, constructor del santuario. Por ello, no pocos críticos creen que el salmo fue compuesto en la época persa l.

Métricamente podemos distinguir dos estrofas formadas a base de dísticos de tipo elegiaco 2. Desde el punto de vista doctrinal, el salmo es una lección de confianza tranquila en Dios, solícito Pastor y Padre de familias, que protege al huésped de todo peligro y le provee abundantemente de todo.

Yahvéy buen pastor (1-4).

1 Salmo de David. Es Yahvé mi pastor; nada me falta. 2 Me hace recostar en verdes pastos y me lleva a frescas aguas. 3 Recrea mi alma, me guía por las rectas sendas por amor de su nombre. 4 Aunque haya de pasar por un valle tenebroso, no temo mal alguno, porque tú estás conmigo. Tu clava y tu cayado son mis consuelos.

Bellísimamente, el salmista compara su Dios al pastor solícito, que se preocupa de sus ovejas. Como tal, busca los mejores pastos para su rebaño y las frescas aguas. En tierras semiesteparias como las de Palestina, los pequeños oasis y praderías son codiciosamente buscados por los pastores. En los salmos es frecuente la afirmación cíe que Yahvé es el Pastor de Israel, su pueblo 3. Ya Jacob hablaba del "Dios que le pastoreaba" 4; en la literatura profética es frecuente este símil aplicado a Yahvé 5. A David se le había llamado "pastor" 6, pero este título estaba especialmente reservado al futuro Mesías7. Jesucristo se lo apropiará en la bellísima parábola del Buen Pastor 8.

El salmista, a la sombra del Pastor solícito, siente que nada le falta. En el Deuteronomio se le prometía a Israel que nada le faltaría, como nada le había faltado hasta ahora 9. El profeta Jeremías utiliza la alegoría del pastor para reflejar la solicitud del futuro Mesías sobre Israel: "Todavía habrá en estos lugares desiertos... majadas donde los pastores apriscarán sus rebaños..., todavía pasará el ganado bajo la mano del que lo cuenta, palabra de Yahvé"10. Yahvé es para el salmista el pastor que le hace ir hacia los lugares frescos y jugosos, llevándole por las rectas sendas para que allí se recree su alma, como descansan las ovejas en el oasis después de haber caminado bajo los ardores del sol del desierto. También en la vida el justo tiene que atravesar zonas áridas, en las que priva el vicio y el desprecio sistemático a la virtud heroica de aquél. Sólo con la ayuda de Yahvé encuentra la satisfacción íntima, las frescas aguas de la vida litúrgica en el templo y los verdes pastos de sus promesas consoladoras.

El nombre de Yahvé es garantía de triunfo y de protección en la vida contra todas las adversidades (ν.3). Yahvι se manifiesta en sus obras, y su nombre glorioso es reflejo de sus logros. Es tal la confianza que tiene en El, que, aunque tenga que andar por parajes peligrosos, valles profundos en los que moran las fieras, se siente seguro bajo la protección de tal Pastor. El salmista juega con el símil de pastor que tiene que atravesar zonas peligrosas antes de llegar a los oasis seguros. En la vida, los valles tenebrosos son la oposición sistemática de parte de los impíos a la conducta del fiel yahvista, que no quiere separarse de la Ley de su Dios. La clava y el cayado del pastor son suficiente garantía para sentirse seguro ante los peligros. El pastor va delante del rebaño, abriendo camino, con su clava preparada contra cualquiera fiera que quiera asaltarlo, y con el cayado señalando el camino a las indefensas ovejas.

Yahvé hospitalario (5-6).

5 Tú dispones ante mí una mesa enfrente de mis enemigos. Derramas el óleo sobre mi cabeza, y mi cáliz rebosa. 6 Sólo bondad y benevolencia me acompañan todos los días de mi vida; y moraré en la casa de Yahvé por dilatados días.

Un nuevo símil para expresar la providencia solícita de Yahvé para con el salmista. Antes era el buen Pastor que le defendía contra los peligros y le llevaba a ubérrimos pastizales, ahora es el bondadoso padre de familia o el jeque que recibe amorosamente al justo en su tienda, prodigándole todas las atenciones que son de ley en la tradicional hospitalidad oriental n. Frente a los enemigos del salmista, para dar una sensación más de favor, Yahvé dispone una mesa bien abastecida a su huésped honrado, y, conforme al rito de las grandes casas señoriales, le derrama el óleo sobre su cabeza (v.5); en los banquetes orientales no puede faltar la unción perfumada 12. El anfitrión, además, ofrece personalmente la copa rebosante de bebida al huésped: mi cáliz rebosa. Todo es generosidad y señorío en la casa de Yahvé, que honra delicadamente al salmista. Su cáliz, es decir, la amistad íntima del salmista con su Dios, rebosa sin medida ante la envidia y despecho de sus enemigos, que son testigos de las larguezas del Señor del justo. Al lado de su Dios se siente seguro, porque experimenta diariamente su bondad y benevolencia. Como es ley en los salmos, el justo encuentra su máxima felicidad en vivir en la casa de Yahvé (v.6), participando de sus solemnidades litúrgicas, en las que se manifiesta diariamente la "faz del Señor." Quizá el salmista sea de la clase levítica o sacerdotal, y entonces la casa de Yahvé tiene para él un sentido especial, ya que es el huésped cualificado de la misma por prescripción oficial de la Ley.

1 Cf, Podechard, O.C., I I 2. — 2 Cf. J. Calés, O.C., I 28θ. — 3 Cf. Sal 28:9; 79:3! 80,2; 95:7; — 4 Gen 48:15; 49.24- — 5 Cf. Ez 34:11-16; Is 63:11.14- — 6 Cf. 2 Sam 5.2'. 7:7-100,3. — 7 Cf. Jer 33:15s; Ez 34:23-31- — 8 Cf. Jn 10,1-16. — 9 Cf. Dt 2:7; 8:9; Heb 13:20; 1 Pe 2:25. — 10 Jer 31:10· — 11 Cf. Gen 43:16; 2 Sam 9:75; 19:33; 1 Re 4:27; Sal 5:5; 15:1. — 12 Cf. Am 6:6; Ecl 9:8; Lc 7:46.

 

Salmo 24 (Vg 23): Canto Procesional.

Podemos distinguir en esta composición poética tres partes: a) himno al Creador (1-2); b) condiciones que ha de tener el que pretenda acercarse al monte santo de Sión (3-6); c) himno procesional en forma dialogada, en el que se celebra la entrada triunfal de Yahvé en su templo (7-10). Los críticos no concuerdan al estudiar la unidad literaria del salmo, pues no son pocos los que creen que se trata de tres composiciones salmódicas diferentes, unidas después por exigencias del servicio litúrgico en el templo.

Según la indicación del título, el salmo es del propio David; y en ese supuesto habría sido compuesto con motivo del traslado del arca de Cariatiarim al monte de Sión 1. De hecho los v.7-10 tienen un aire de arcaísmo que bien puede llevarnos a los tiempos de David 2.

Yahvé Creador y Soberano del universo (1-2).

1 Salmo de David. De Yahvé es la tierra y cuanto la llena, el orbe de la tierra y cuantos la habitan. 2 Pues El es quien la fundó sobre los mares y sobre los ríos la estableció.

El salmista proclama el señorío de Yahvé sobre todo el orbe, y basa sus derechos legítimos en su calidad de Creador de todo. Conforme a la mentalidad de los antiguos hebreos, la tierra está asentada sobre los mares. Del hecho de que el agua proceda de fuentes y pozos subterráneos deducía la sabiduría popular que la parte sólida descansaba sobre otra líquida. Esto es una maravilla, pues Dios hace descansar la tierra inmóvil sobre algo tan móvil y poco resistente como el agua 3. En ello se manifiesta también la omnipotencia del Creador. Al ser humano no le toca, pues, sino reconocer la soberanía del que ha hecho la tierra y cuanto la llena (v.1). En las religiones paganas, las diversas obras eran atribuidas a distintas divinidades; el salmista proclama la soberanía total de Yahvé sobre todas las manifestaciones de la naturaleza y sobre todos los seres vivientes del orbe: cuantos la habitan. No cabe afirmación monoteística más clara. Todo depende de El en su ser y en su manifestación vital.

Condiciones morales para acercarse a Yahvé en el templo (3-6).

3 ¿Quién subirá al monte de Yahvé? ¿Quién se mantendrá erecto en su santo lugar? 4 El de limpias manos y de puro corazón, el que no alzó su alma a cosas vanas y no juró con mentira. 5 Ese alcanzará de Yahvé bendición, y justicia de Dios, su Salvador. 6 Esa es la raza de los que le buscan, de los que buscan la faz del Dios de Jacob 4. Selah.

Después de declarar enfáticamente la soberanía absoluta de Yahvé sobre todo, implícitamente se deduce la obligación de reconocerla por parte del hombre. Los v.1-2 anteriores tienen el carácter de una oda triunfal fragmentaria que ha sido unida a una composición de tipo didáctico sapiencial, constituida por los v.3-6, como introducción un tanto artificial. El acento es similar al del salmo 15. La santidad del templo de Yahvé exige una pureza moral en consonancia con la santidad de Yahvé, que en él habita. Sólo podrá subir al templo de Jerusalén, y mucho más mantenerse digno ante su Dios, el que cumpla un ideal de perfección moral mínimo que le haga acepto a los ojos de Yahvé. Los habitantes de Bet-Semes se sentían sobrecogidos ante la presencia del arca de Yahvé, que se hallaba en su territorio, y decían: "¿Quién puede estar firme delante de Yahvé, este Dios santo?" 5 La santidad es una fuerza secreta aislante y peligrosa, que mata al que se acerque indebidamente a Yahvé; por eso el sumo sacerdote debía llevar unas campanillas en sus vestidos, que avisaran su presencia para que no se acercaran a él, pues había peligro de muerte al "santificarlos"6. Yahvé habita en su santo lugar, que es el monte de Sión, "santificado" con la presencia del Omnipotente7.

Y el salmista recita en estilo sapiencial las condiciones que debe tener el que pretenda acercarse al santuario nacional. Es el enunciado del ideal moral de su tiempo dentro de los círculos "sapienciales." Lo primero que se exige es tener limpias las manos, libres de toda acción violenta y atropello, y el corazón puro, es decir, exento de turbias intenciones 8. Además, debe estar exento de toda veleidad idolátrica, sin haber alzado su alma a las cosas vanas, e.d., los ídolos, permaneciendo siempre fiel a Yahvé. Dentro de esta línea de pureza moral está el abstenerse de juramentos dolosos contra el prójimo 9.

El que se acerque a Yahvé con estas mínimas condiciones morales conseguirá la bendición y justicia o salvación de su Dios10. Yahvé se manifiesta al justo como el "Dios de su salvación" o Salvador 11; y esta "salvación" es el premio y reconocimiento de su recto obrar 12. Los fieles israelitas que se acerquen en estas condiciones morales, constituyen la raza o generación de los que verdaderamente le buscan afanosamente y aspiran a ver su cara, o manifestación radiante y benevolente,-en las solemnidades del templo. Los salmistas tienen la obsesión litúrgica, pues en el templo encuentran la felicidad de su alma al entrar en relaciones íntimas afectivas con su Dios; allí realmente contemplan su faz.

Entrada triunfal de Yahvé en el templo (7-10).

7 Alzad, ¡oh puertas! vuestros dinteles; levantaos, jetemos portales! para que entre el Rey de la gloria. 8 ¿Quién es ese Rey de la gloría? Es Yahvé, el Fuerte, el Héroe; Yahvé el Héroe del combate. 9 Alzad, ¡oh puertas! vuestros dinteles; levantaos, ¡eternos portales! para que entre el Rey de la gloria. 10 ¿Quién es este Rey de la gloria? Es Yahvé, el Dios de los ejércitos. ¡Ese es el Rey de la gloria! Selah.

El tono del salmo cambia inesperadamente. El salmista asiste a una procesión — -quizá con el arca de la alianza — y, entusiasmado ante la manifestación de religiosidad y sobrecogido por la majestad del Dios que no cabe en los cielos, según declara el propio Salomón en su oración el día de la inauguración del templo 13, pide enfáticamente a las puertas del santuario que ensanchen sus dinteles para que pueda entrar el Rey de la gloria, el Rey glorioso por excelencia. Es la única vez en que se da ese título a Yahvé en el A.T. Son los portales eternos porque son renombrados por su antigüedad o están destinados a un porvenir prolongado. A la invitación enfática, con acentos de prosopopeya, del salmista, que reclama más altura para que entre el Rey de la gloria, contestan las mismas puertas del templo: ¿Quién es ese Rey de la gloria? Y la respuesta es retadora: Es Yahvé... el Héroe en el combate (v.8). Estas son las credenciales del que entra triunfalmente en el templo. Como tal viene a que públicamente se le reconozca su soberanía. La expresión recuerda ¡a del cántico de Moisés: "Yahvé es un hombre guerrero" 14, y como tal "reinará por siempre" 15. En la literatura bíblica, Yahvé aparece muchas veces como el Dios de los ejércitos, que en los momentos decisivos de las batallas con los enemigos de Israel salva a su pueblo 16. El título de Dios héroe no es raro en los escritos bíblicos 17, aunque menos corriente que la fórmula estereotipada Dios de los ejércitos, expresión que primeramente designaba a Dios como Señor de las constelaciones siderales, que se mueven armónicamente como un ejército, y después se aplicó a Dios como Señor del ejército de la creación; finalmente, se le dio el sentido guerrero de Dios de los ejércitos de Israel18, su protector y generalísimo. En la estructura del salmo, la expresión Dios de los ejércitos representa como el climax de la gradación conceptual ascendente. Es la primera vez que aparece esta denominación en el Salterio. El salmista recalca la grandeza del Soberano que entra simbólicamente en el templo; y por eso considera pequeñas las puertas antiguas o eternas y las invita a ensanchar sus dinteles, pues son incapaces de acoger al Rey de la gloria, al Héroe del combate, al Dios de los ejércitos, títulos todos sobrecogedorés que reflejan la grandeza del Dios de Israel,

1 Cf. 2 Sam 6:1s. — 2 Admiten el carácter arcaico de este salmo Briggs, Kittel, Kirkpatnck y Podechard (cf. su obra, p.117). — 3 Cf. Ex 20:4; Sal 136:6; Job 26:7; 38:4"; Prov 8:28-29; Gen 1:4; 7:11 ; 49:25; Dt 3.3:131 Sal 104:6. — 4 Así según la Vg y los LXX. El TM lit.: "que buscan tu faz, Jacob"; lo que resulta in- — completo. — 5 Cf. Sam 6:20. — 6 Cf. Ex 20:37; 30,2; Kz 44:19. — 7 Cf. Sal 2:6; 3:4; Cf 4:1:31 Is 2:2-3. — 8 Cf. Sal 18:20-24; Mt 5:8. — 9 La Vg, siguiendo a los LXX, añade "próximo suo." — 10 Cf. Is 46:13; 51:6-8; 54:17. — 11 Sal 25:5; 27:9. — 12 Cf. Sam 26:23; Sal 18:20.24. — 13 Cf. 1 Re 8:27. — 14 Cf. Ex 15:3 — 15 Ex 15:18. — 16 Cf. Ex 15:3; Núm 10,35; 21:14; Sam 18:17; 25:28; 2 Sam 5:23-24; Gen 2:1; 1 Re 22, 19, — 17 Cf. Dt 10:17; Jer 32:18; Is 10:21; Neh 0:32. — 15 Cf. Sam 17:45; Sal 44:9; 60:10,

 

Salmo 25 (Vg 24): Confianza del Justo en el Señor.

Este salmo tiene una estructura especial, ya que se presenta como una colección de jaculatorias, de consideraciones morales y de súplicas en forma sentenciosa, unidas entre sí por el artificio de la distribución alfabética. Se puede dividir en tres partes la composición heterogénea: a) súplica de protección y guía (1-7); b) reflexiones sobre Dios y sus relaciones con los que le temen (8-14); c) nueva súplica de liberación de una situación angustiada (15-21).

Literariamente, el salmo se caracteriza, más que por los arrebatos líricos y recursos poéticos, por la profunda fe que preside el alma del salmista. Abundan los paralelismos sintéticos y no faltan los antitéticos y sinónimos. La sucesión ideológica muchas veces no es muy clara, pues la unión de los dísticos obedece más bien a las exigencias de la distribución acróstica.

Según el título, el salmo es de David; pero el estilo refleja más bien la época sapiencial posterior al exilio babilónico l.

Súplica de protección y de perdón (1-7).

1 De David. 2 Alef. A ti elevo mi alma, Yahvé, mi Dios. Bet. En ti confío, no sea confundido, no se gocen de mí mis enemigos 2. 3 Guímel. No; quien espera en ti, no es confundido; serán confundidos los que en balde faltan a la fidelidad. 4Dalet. Muéstrame, Yahvé, tus caminos, adiéstrame en tus sendas. 5 He. Guíame en tu verdad y enséñame, porque tú eres mi Dios, mi Salvador, y en ti espero todos los días. 6 Zain. Acuérdate, ¡oh Yahvé! de tus misericordias y de tus gracias, pues son desde antiguo. 7 Jet. No te acuerdes de los pecados de mi mocedad y de mis transgresiones. Acuérdate de mí conforme a tu benevolencia y según tu bondad, ¡oh Yahvé!

El salmista se dirige a Dios pidiéndole protección para no ser burlado de sus enemigos. La causa del justo es la causa de Yahvé; por eso, si los impíos prevalecen sobre aquél, en el fondo es una victoria contra Yahvé, ya que, en la mentalidad de los pecadores, Dios es impotente para hacer salir airoso a su protegido. En la tradición israelita está demostrado que el que confía y espera en Yahvé no queda defraudado en sus esperanzas, y, por tanto, no es avergonzado o confundido ante sus enemigos. Al contrario, serán confundidos y puestos en evidencia los que abandonan a Yahvé, faltando a Infidelidad a El debida (v.3). El salmista habla conforme a la mentalidad de su época. Para él — penetrado del sentimiento de la justicia divina — existe una ecuación entre la virtud y la felicidad, el pecado y la desgracia. Es la tesis de los amigos de Job, que es discutida por el protagonista del libro de Job y por el autor del Ecle-siastés. Los justos del A.T., sin perspectiva sobre la retribución en ultratumba, tienen fe ciega en la justicia de Dios, que se ha de manifestar en esta vida, de forma que su virtud sea reconocida, y la maldad de los pecadores, castigada 3.

Obsesionado con la idea de ser fiel a su Dios, le pide encarecidamente que le enseñe sus caminos, sus mandamientos, para no desviarse de ellos y asegurar así la protección divina. Moisés había pedido a Yahvé que le mostrara su camino para acomodarse a sus exigencias 4. El salmista, sin duda que por caminos y sendas de Yahvé entiende no sólo los preceptos escritos de la Ley, sino los secretos de su providencia respecto de su vida personal para responder mejor a sus insinuaciones 5.

El módulo de la vida práctica del salmista lo constituyen las exigencias de la verdad de Yahvé, vinculadas a las promesas de protección al que se conforma a sus leyes. No se trata sólo de la verdad especulativa sobre la realidad divina, sino de sus relaciones a las almas justas tal como se habían manifestado en la historia de Israel, el pueblo elegido. Yahvé siempre se ha manifestado como Salvador de las almas justas angustiadas. La verdad, pues, de Yahvé va vinculada a su fidelidad a las promesas 6. Por eso el salmista pide a su Dios que se acuerde de sus misericordias, que desde tiempos antiguos se han manifestado sobre los justos en Israel. Yahvé es inmutable a través de los siglos 7, y, por tanto, las misericordias antiguas o eternas pueden ponerse ahora a favor del salmista atribulado. El amor de Yahvé de los tiempos antiguos no se ha agotado 8, y es ahora cuando debe manifestarlo para que los enemigos del justo lo reconozcan. Llevado de este espíritu de confianza y de la fe en la misericordia tradicional de Yahvé, el salmista se atreve a pedir perdón por los pecados de su mocedad, sus fragilidades y transgresiones, cometidas en los años de irreflexión y de fogosidad juvenil; como tales, son más excusables 9. Lejos de aplicarle la medida de su justicia punitiva respecto de sus lejanas transgresiones, pide que le aplique la medida de su bondad y benevolencia (v.7). En la Sagrada Escritura constantemente se realza la misericordia divina, que prevalece sobre la justicia, pues Yahvé castiga hasta la cuarta generación y premia hasta la milésima 10.

Yahvé es bueno y bienhechor para con los que le temen (8-14).

8 Tet. Bueno y recto es Yahvé; por eso señala a los errados el camino 11. 9 Yod. Y guía a los humildes por la justicia y adoctrina a los pobres en sus sendas. 10 Caf. Todas las sendas de Yahvé son benevolencia y verdad para los que guardan su alianza y sus mandamientos. 11 Lámed. Por amor de tu nombre, oh Yahvé! perdona mis ofensas, por grandes que sean. 12 Mem. ¿Quién es el hombre temeroso de Dios? El le enseñará el camino que ha de elegir. 13 Nun. Su alma morará en el bienestar, y su descendencia heredará la tierra. 14 Sámec. Los secretos de Yahvé son para los que le temen, que les dará a conocer su alianza.

Sigue la exposición sentenciosa de las buenas cualidades de Yahvé en sus relaciones con los que son fieles a sus preceptos. Su bondad llega hasta orientar a loa extraviados hacia el buen camino de su Ley. Sus preferencias están por los humildes y lo;s pobres, guiándolos por el camino de la justicia o de la rectitud moral. La palabra pobres, en la literatura sapiencial y rabínica posterior, equivale a "piadosos" o fieles a la Ley de Dios 12, que se caracterizan por su espíritu de humildad y pequenez ante Dios. Las maneras de obrar de Yahvé, para con ellos, están dirigidas por las exigencias de su benevolencia y verdad o fidelidad a sus promesas. Pero estas relaciones amorosas están condicionadas a la fidelidad a su alianza y sus mandamientos. Su alianza fue sancionada primero con la circuncisión, impuesta a Abraham y su descendencia 13 y después renovada solemnemente y concretada en el Sinaí14. Signo externo de ella era el arca con las tablas de la Ley 15. Por eso junta aquí la alianza y los mandamientos de Yahvé, que son la base de sus relaciones con los fieles.

De nuevo el salmista se acuerda de sus pecados, y confía en que por el nombre de Dios, es decir, a causa de las cualidades de la bondad y fidelidad inherentes al nombre glorioso de Yahvé, sean perdonadas sus ofensas (v.11). Consciente de su culpabilidad, declara que la felicidad consiste en temer a Dios, pues entonces El le mostrará el camino conveniente que ha de elegir en las encrucijadas de la vida para adaptarse a los misteriosos designios de su providencia. El "temor del Señor" es el "camino de la sabiduría" l6. Al amparo de la Providencia encontrará el justo su bienestar, y, dejando numerosa descendencia, heredara la tierra, conforme a las promesas hechas a Abraham 17 y a Israel18. Como siempre, la perspectiva del salmista no trasciende a la retribución en ultratumba. Sólo en esta vida podrá el fiel encontrar su recompensa, bien personalmente, disfrutando de los bienes temporales otorgados por Yahvé, o en su descendencia 19. Los temerosos de Yahvé son, en realidad, los iniciados en los secretos divinos, pues al amoldarse a sus preceptos descubren los caminos secretos de la Providencia en la vida de los hombres y en la historia de Israel 20. A ellos da a conocer su alianza, es decir, su contenido íntimo en lo que implica de bendiciones y protección en esta vida.

Súplica de liberación (15-22).

15 Ayin. Mis ojos siempre están en Yahvé, porque es quien saca mis pies de la red. l6 Pe. Vuélvete a mí y ten de mi piedad, que estoy solo y afligido. 17 Tsade. Ensancha mi angustiado corazón y sácame de mis estrechuras. 18 Qof. Mira mi miseria y mi pena y perdona todos mis pecados. 19 Res. Mira cuan numerosos son mis enemigos. Me odian con odio violento. 20Sin. Guarda mi vida y sálvame, no tenga que confundirme de haberme acogido a ti. 21 Tau. Protéjanme la integridad y la rectitud, pues que en ti espero, Yahvé. 22 Redime, ¡oh Dios! a Israel de todas sus tribulaciones.

Después de las afirmaciones sentenciosas didácticas de tipo sapiencial, el salmista urge su situación personal de peligro. Yahvé no sólo perdona, sino que salva a los justos de los momentos de peligro. Sus enemigos le han tendido redes para hacerle caer en la apostasía, amenazando su vida; y sólo Yahvé le puede librar de ellos 2l. El salmista tiene siempre los ojos expectantes y pendientes de las reacciones favorables de Yahvé: vuélvete a mi (v.16). Cuando Yahvé abandona a alguno, aparta su rostro de él 22; en cambio, cuando quiere protegerle lo vuelve amorosamente hacia él 22 El salmista se siente solo y afligido, y en su triste soledad aspira a sentir la presencia amistosa de su Dios, con lo que se ensanchara su angustiado corazón. Yahvé, para auxiliarle, no debe pensar tanto en sus pecados cuanto en su estado de miseria y postración; sus enemigos son muchos y le odian encarnizadamente. Después de haber descrito su precaria situación, el salmista perseguido acude a un último argumento para mover la omnipotencia divina. Está comprometido en ello el honor divino, ya que, si prevalecen sus enemigos, éstos deducirán la impotencia de su protector, y entonces el salmista se verá confundido de haberse acogido a Yahvé (v.20) 24. El salmista es consciente de que la mejor defensa para él es estar en buenas relaciones con su Dios, y por eso cree que, para su seguridad, los mejores guardianes son la integridad moral y la rectitud de vida, con lo que se asegurará el auxilio protector divino. Sabe que Dios, justo, no abandona a los suyos, y en razón de su conducta fiel a su Ley y por exigencias del honor divino será liberado del peligro.

La petición del v.22 en favor de Israel como colectividad es una adición litúrgica, pues, aparte de estar después de la última letra del alefato, su contenido ideológico de índole colectiva no se acopla al personalismo del salmo. Los organizadores del culto, al emplear el salmo, creyeron hacer alusión a las tribulaciones de Israel, del que sólo podía redimirle el propio Yahvé, como en el caso del salmista 25.

1 Cf. Podechard, O.C., I 124. — 2 Este v. Alef está incompleto. El TM dice lit.: "Hacia ti, ¡oh Yahvé! elevo mí alma, mi Dios..." Podechard completa: "En ti, Yahvé, espero, elevo mi alma hacia mi Dios." — 3 Véase sobre el tema nuestro artículo La tesis de la sanción moral y la esperanza de la resurrección en el libro de Job: XII Semana Bíblica Española (Madrid 1952) P-573-594' — 4 Cf. EX 33:13- — 5 Cf. Sal 27:11; 93:8. — 6 Cf. Sal 26:3. — 7 Cf. Mal 3:6. — 8 Cf.Jer2:2;31:3. — 9 Cf. Job 13:26; Ez 23:21; Is 43:25; Jer 31:34; Ez 18:22; 33:16; Sal 79:8-9. — 10 Ex 20:5-6. — 11 El TM dice lit.: "los pecadores." Con un ligero cambio de letras tenemos "errados," lección aceptada por Bib, de Jér. y Podechard. — 12 Véase A. Gelin, Les pauvres de Yahvé (París 1953) P-41ss. — 13 Cf. Gen I7:2s. — 14 Cf. Ex 19:5; 24:7.8, — 15 Cf. Núm 10,33. — 16 Eclo 1:16. — 17 Cf. Gen 15:8. — 18 Cf. Ex 20,12; Lev 26:33; Dt 4:1.40. — l9 Cf. Sal 37:9-13; la 57:13; 60,21. — 20 Cf. Prov 3:32; Sal 111:10; Prov 1:7; Mt 11:25. — 21 Cf. Sal 9:15; 31:4. — 22 Cf. Sal 22:24. — 23 Cf. Sal 86:16; 119:32. — 24 Cf. Sal 7:2; 2:13. — 25 En la distribución acróstica falta el wau y el qof; y el verso adicional (v.22) empieza con pe. Estas irregularidades reaparecen en el salmo 34.

 

Salmo 26 (Vg 25): Oración Confiada del Justo.

El salmista, en un momento grave de su vida — sea por hostilidad de los enemigos o por efecto de una enfermedad —, pide a Dios que le salve del peligro. Seguro de su inocencia, ruega a Yahvé que examine escrupulosamente su conducta para comprobar su fidelidad total a la Ley divina (1-3). Nunca ha querido tomar parte con los impíos (4-5), y, por otra parte, ha participado activamente en las solemnidades litúrgicas (6-8). Por todo ello espera verse libre de una muerte prematura, lo que en su mentalidad sólo puede tener lugar como castigo por los pecados (9-10). Finalmente, hace promesa de continuar su adhesión a la ley divina, con lo que está seguro de ser atendido en su oración.

Conforme a la indicación del título, el salmo es de David; algunos autores suponen que habría sido compuesto con motivo de alguna epidemia o calamidad pública 1. Como el salmista no atribuye a los impíos veleidades idolátricas, parece que vive en tiempos posteriores al exilio. Por otra parte, sus sentencias y afirmaciones tienen una marcada relación con la doctrina de los profetas; todo ello parece insinuar un origen post-davídico 2.

Conciencia de fidelidad a Yahvé (1-2).

1 De David. Hazme justicia, Yahvé, porque yo he andado en integridad y he confiado en Yahvé sin vacilar. 2 Ponme a prueba, ¡oh Yahvé! y examíname, acrisola mis ríñones y mi corazón.

El salmista está seguro de no morir, porque tiene conciencia de ser inocente ante su Dios, y, por otra parte, siempre ha confiado en la justicia divina. Su integridad en el obrar y su confianza ciega en Yahvé son la mejor garantía contra todos los peligros. Pero quiere que se le haga justicia y reconozca su virtud, lo que implicaba necesariamente la protección divina. Ansia que la justicia divina se manifieste abiertamente en favor del justo y contra el impío, para que quede clara la vindicación de los caminos de Dios. Consciente de su inocencia, invita a su Dios a que le examine atentamente en lo más íntimo de su ser. Enfáticamente pide que le examine, le pruebe y le acrisole. Estas afirmaciones, que pudieran reflejar jactancia y orgullo, expresan, sobre todo, su íntima convicción de inocencia. En el salmo anterior pedía perdón por sus faltas de la mocedad; aquí no se alude para nada a este sentimiento de penitencia. Los ríñones y el corazón son en la mentalidad del salmista el asiento de la inteligencia y de los afectos: el mundo del espíritu y el de las pasiones 3. El salmista invita a Yahvé a que explore cuidadosamente todo este complicado mundo para ver si hay algo pecaminoso.

Apartamiento de los impíos (3-5).

3 Porque tengo ante mis ojos tu benevolencia y ando en tu verdad. 4 No me siento con hombres falsos ni me acompaño de los fingidos. 5 Aborrezco el consorcio de los malignos, y con impíos no me siento.

Deseoso de probar su inocencia, declara que su vida siempre ha discurrido conforme a los postulados de la benevolencia y la verdad o fidelidad divinas. En realidad sabe que Dios se conduce por imperativos de su benevolencia para con los justos, y por eso se atreve a invitarle a hacer ήη examen de su conducta. Ante todo evita, la compañía de los perversos, hipócritas y desleales. La sociedad se divide en grupos buenos o malos, y el salmista declara que procura separarse de los que viven fuera de la ley divina4.

Celo por la casa de Dios (6-8).

6 Yo lavaré mis manos en la inocencia y andaré en derredor de tu altar, ¡oh Yahvé! 7 haciendo resonar cantos de alabanza y pregonando todos tus prodigios. 8 ¡Oh Yahvé! yo amo la morada de tu casa, el lugar en que se asienta tu gloria.

Después de declarar negativamente su buena conducta al separarse de los que viven fuera de la Ley de Dios, afirma su fidelidad asidua al culto de Yahvé en el templo. Lava las manos en la inocencia, no sólo manteniéndolas ritualmente puras 5, sino también en sentido moral, practicando el bien con el prójimo. Además tiene la fidelidad al culto, dando vueltas procesionales en torno al altar y tomando parte en el canto litúrgico. Según la Mishna, los siete días de las fiestas de los Tabernáculos se hacía un giro procesional en torno al altar 6; quizá el salmista alude a este rito. Probablemente el salmista era de la clase levítica, que tenía un particular acceso al altar7; como tal, tiene una especial predilección por la casa de Yahvé, en la que reside su gloria o manifestación gloriosa 8.

Súplica de salvación (9-12).

9 No juntes con los pecadores mi alma, ni mi vida con los sanguinarios, 10 en cuyas manos hay crímenes, cuyas diestras están llenas de sobornos, 11 Yo, por el contrario, marcharé en mi integridad; rescátame, Yahvé! y séme propicio. 12 Ya están mis pies en tierra firme. Bendeciré en la asamblea a Yahvé.

Según la mentalidad viejotestamentaria, los malvados son presa de una muerte prematura 9; por eso aquí el salmista pide encarecidamente a Yahvé que no le iguale en la suerte con los pecadores, dignos de un fin trágico. Estos son asesinos que tienen las manos manchadas en sangre, y, además, se dan al soborno para hacer valer sus pretendidos derechos, pervirtiendo la justicia 10. Frente a esta conducta criminal, el salmista resalta su integridad moral, permaneciendo fiel a los preceptos divinos. Sin embargo, se siente en un peligro de muerte, y pide a Dios que le rescate y sea propicio, respondiendo a sus oraciones. En el contexto no se insinúa aquí que sea objeto de persecución de los enemigos, como en otros salmos.

Después de la súplica de salvación, el salmista declara abiertamente que se siente seguro, pues sus pies están en tierra firme, la de las plomeas divinas a los justos, Seguro de la justicia divina, da por descontada su salvación del peligro en que se halla, y promete, como en otros casos similares de los salmos, dar gracias a Yahvé en la asamblea pública del pueblo cuando se halle reunido con motivo de alguna festividad litúrgica 11.

1 Cf. Sal 28:1. — 2 Así Podechard, O.C., I 128. — 3 Cf. Sal 7:9; 11:4. — 6 Mis/jná, Sukka IV,5. — 7 Cf. Eclo 50,11-13. — 4 Cf. Sal i,i;Prov i,ios. — 5 Cf. Ex 20,17-21. — 8 Cf. Ex 16:10; Sal 24:7-10; 85:10; Es. 44:4- — 9 Cf. Sal 5:7; 7:17; 28:3; 31:18; 36:12; 37:2.35; 52:7-8; 54:6-71 55:23-24; 73:18-19. — 10 Cf. Dt 27:25; Sam 8:3; Ez 22:12. — 11 Cf. Sal 7:18; 13:6; 22:23-53.

 

Salmo 27 (Vg 26): Confianza del Justo en Medio del Peligro.

Esta composición salmódica tiene dos partes bien definidas: a) confianza y alegría del justo por haber triunfado de los enemigos (1-6); b) súplica a Yahvé para que tenga piedad de él por sentirse abandonado y calumniado (7-14). La situación psicológica del salmista, pues, en ambas partes es diversa; por eso el problema que se plantea desde el punto de vista crítico es si nos hallamos ante dos salmos yuxtapuestos por razones prácticas litúrgicas o ante un salmo con dos partes totalmente diversas. La opinión más probable es la primera.

Según el título, el salmo es de David; pero el arameísmo del v.4 parece reflejar una época de composición postexílica. Las alusiones de participación en el culto litúrgico revelan un autor de la clase levítica, cuya vida se desarrolla en torno al santuario.

Yahvé, protector contra los enemigos (1-3).

1 De David. Yahvé es mi luz y mi salvación: ¿a quién temer? Yahvé es el baluarte de mi vida: ¿ante quién temblar? 2 Cuando los malignos me asaltan para devorar mis carnes, son ellos, mis adversarios y enemigos, los que vacilan y caen. 3 Aunque acampe contra mí un ejército, no temerá mi corazón. Aunque se alzare en guerra contra mí, aun entonces estaré tranquilo.

El Dios del salmista ilumina su vida en los momentos de ansiedad y de peligro y le salva de las situaciones comprometidas 1. Contra los ataques de los enemigos, Yahvé es el baluarte que defiende su vida 2. Por tanto, no tiene que temer a nadie. Ante la omnipotencia de Yahvé se quiebran todos los poderes terrenos. Sus asaltantes son como fieras que se lanzan sobre él para devorar sus carnes, pero en el momento del ataque caen vacilantes, sin poder consumar sus siniestros designios. Ni un ejército entero que acampara contra él podría prevalecer. Al menos el corazón del salmista permanecerá tranquilo, esperando la intervención divina salvadora.

Ansias de vivir con Yahvé en el templo (4-6).

4 Una cosa pido a Yahvé, ésa procuro: habitar en la casa de Yahvé todos los días de mi vida, para contemplar el encanto de Yahvé y visitar su santuario. 5 Pues El me pondrá en seguro en su tienda el día de la desventura, me tendrá a cubierto en su pabellón, me pondrá en alto sobre su roca. 6Y ahora mi cabeza se alza sobre mis enemigos, que me cercan, y ofreceré en su tienda sacrificios de júbilo, cantando y salmodiando a Yahvé.

Yahvé es el centro de toda la vida y de las aspiraciones del salmista; con El no teme a un escuadrón de enemigos que se le opongan; pero, además, su seguridad encuentra su complemento en la vida litúrgica del santuario, contemplar el encanto de Yahvé, es decir, habitar en su templo; su deseo supremo es ser huésped permanente de su Dios en su santuario, que es la morada que el Señor de los cielos tiene en la tierra para convivir con sus fieles, preocupándose de sus problemas e inquietudes. Allí está el encanto de Yahvé, es decir, la disposición benevolente de Dios hacia los que saben gustar de su compañía espiritual 3. Sobre todo, allí encontrará el salmista su plena seguridad el día de la desventura; allí se sentirá a buen recaudo, como el arca del testamento en el tabernáculo o pabellón del desierto. Al lado de Yahvé se sentirá lejos de sus enemigos, dominándolos como desde una elevada roca y manteniendo erguida su cabeza sobre ellos. Es el triunfo material y moral sobre ellos, conseguido gracias a la protección de Yahvé, que mora en el templo, inaccesible al malvado 4.

Llevado del agradecimiento a su protector y salvador, el salmista ofrecerá en el templo sacrificios de júbilo o de alabanza a Yahvé. La expresión puede significar sacrificios cruentos en acción de gracias o simples manifestaciones de alabanza con ocasión de los sacrificios que se ofrecían en el templo 5; esta última acepción parece ser insinuada por lo que dice a continuación: cantando y salmodiando a Yahvé (v.6).

Súplica de auxilio (7-10).

7 Oye, Yahvé, el clamor con que te invoco, ten piedad de mí y escúchame. 8 De ti mi corazón ha dicho: "Busca su faz" 6; y yo, Yahvé, tu rostro buscaré. 9 No me escondas tu rostro, no rechaces con ira a tu siervo,. Sé. mi socorro, no me rechaces, no rne abandones, ¡oh Dios, mi Salvador! 10 Aunque me abandonaran mi padre y mi madre, Yahvé me acogerá.

El tono del salmo cambia bruscamente, y el acento de seguridad y de paz es sustituido por otro en el que predomina la ansiosa inseguridad y la súplica de salvación de un peligro concreto. Esto arguye una nueva composición salmódica escrita en diferentes circunstancias históricas. El salmista, en una situación de abandono general, se dirige a su Dios, siguiendo los impulsos ciegos y certeros de su corazón, que le dicen: busca su faz, es decir, la manifestación benevolente del que tiene todo poder. A esta invitación ciega del corazón lacerado responde el salmista con decisión: tu rostro bascaré (v.8) 7. Por eso pide ansiosamente a Yahvé que responda a esta búsqueda de su faz o protección: no me escondas tu rostro. En el lenguaje bíblico sapiencial, "buscar la faz de Yahvé" equivale a suspirar por su protección, y, al contrario, "ocultar su faz" equivale a negar el auxilio pedido 8. Esta idea es explicitada en la declaración siguiente del salmista: no rechaces con ira a tu siervo (v.3b), y tres veces repite lo mismo. Yahvé ha sido para él siempre su Salvador, y, por tanto, no le puede abandonar en este momento de peligro 9. Tiene tal fe y confianza en su ayuda, que la considera más segura que la solicitud que por él habrían de manifestar sus padres 10. Probablemente, la frase aunque me abandonaran mi padre y mi madre... era un proverbio utilizado aquí para mostrar que la vinculación de Yahvé con los justos es más fuerte que la basada en las mismas leyes del instinto paternal y maternal 11.

Confianza en la protección divina (11-14).

11 Muéstrame, joh Yahvé! tus caminos, guíame por la recta senda a causa de mis enemigos. 12 No me entregues a la rabia de mis adversarios, pues se alzan contra mí falsos testigos respirando violencia12. 13 ¡Ay! ¡Si no creyera que he de contemplar la bondad de Yahvé en la tierra de los vivientes!. 14Espera en Yahvé, esfuérzate; ten gran valor y espera en Yahvé.

El salmista, después de manifestar su total confianza en su Dios Salvador, pide ansiosamente conocer sus caminos, que son la recta senda que lleva a su protección. Los enemigos son muchos y le acechan constantemente 13; y por ello necesita que se le señale su ruta clara para no desviarse de los preceptos divinos, lo que le atraería la aversión divina, y, por tanto, la desgracia ante sus enemigos, que espían sus debilidades y defecciones. Consciente del peligro, pide que su camino sea por lugares llanos y abiertos, no por encrucijadas llenas de salteadores 14, pues sus adversarios conspiran y se confabulan contra él con falsos testigos (ν.12) y respiran inocencia contra él. Están ansiosos de hacerle desaparecer. Pero está seguro de su causa justa y de la protección divina, y por eso espera contemplar la bondad de Yahvé, es decir, recibir el auxilio benevolente de su Protector 15, y esto le fuerza para continuar viviendo. En sus perspectivas no hay esperanza de retribución en el más allá, sino que aspira a recibir de su Dios el premio a su virtud en la tierra de los vivientes, en la vida actual, en oposición a la de los muertos de la región subterránea del Seol 16.

El ν. 14 es una exhortaciσn a la confianza en Yahvé y parece una adición para el uso litúrgico, para animar a los que sufren a tener confianza en Dios, como la tuvo el propio salmista.

1 Cf. Sal 4:6; 18:28; 36:9; 43:3; 84:11; — 2 Cf. Sal 18:2; 31:2:3.10,17; Miq 7:8; Ex 15:2. — 3 Cf. Sal 16:11; 90,17; Prov 3:17. — 4 Cf. Sal 3:4. — 5 Cf. Sal 50,14; 69:31; 549. — 6 El TM dice: "buscad mi faz." Los LXX: "Yo he buscado tu faz; tu faz, Señor, yo la buscaré." Vg: "exquisivit te facies mea." La Bib. de Jér. y Podechard traducen como arriba hemos propuesto. El NP: "Tibí loquitur cor meum; te quaerit facies mea," lo que da buen sentido, aunque haya que retocar el TM. — 7 Cf. Dt 4:29; Mt 7:7s. — 8 Cf. Sal 22:24; 13:2; 24:6. — 9 Cf. Job 24:4; Is 10,2. — 10 Cf. Is 49:15; Sal 103:13. — 11 Cf. Sal 35:12. — 12 La Vg, siguiendo a los LXX, "mentita est iniquitas sibi," lo que supone una confusión en la lectura del original. — 13 Cf. Sal 5:9; 25:4-5.8-9.12. — 14 Cf. Sal 26:12. — 15 Cf. Sal 16:11; 23:6; 27:4; 65:4. — 16 Cf. Sal 52:7; 116:9; 142:6; Is 38:8; Jer 11:19; Ez 32:32; Job 28:13.

 

Salmo 28 (Vg 27): Suplica a Yahvé Para que Manifieste Su Justicia.

El salmo es parecido al anterior, por el aire de confianza y súplica anhelante que en él impera. Tiene conciencia, de su inocencia, y por eso no quiere que se le reserve la suerte que corresponde a los impíos, es decir, la muerte prematura. Estos son gentes desaprensivas, que no reconocen las obras de Dios y, por tanto, merecen el más duro castigo. Seguro de que su justicia se manifiesta en esta vida, bendice a Dios, porque le ha de sacar de la situación angustiada en que se halla. Profundamente vinculado a los intereses de su pueblo y de su rey, pide a Dios que los proteja y bendiga.

Como los salmos anteriores, éste es atribuido al propio David; pero la mención del templo en el v.2 parece indicar que su composición es posterior a la erección de éste por Salomón. El estilo y léxico avalan su arcaísmo, y, por ello, los críticos modernos no tienen inconveniente en considerarlo de la época anterior al exilio, lo que está avalado por la alusión al "ungido" de Yahvé, el rey, símbolo de la nación elegida de Dios.

Súplica de auxilio a Yahvé (1-2).

1 De David. A ti clamo, ¡oh Yahvé! mi roca. No te desentiendas de mí *, no sea que, haciéndote el mudo respecto de mí, me asemeje a los que bajan a la fosa. 2 Oye la voz de mis súplicas cuando clamo a ti y elevo mis manos a tu santo recinto.

Estos dos versos tienen el aire de una introducción suplicante para destacar la urgencia de la intervención divina en favor del salmista en un momento angustioso de su vida. Yahvé ha sido siempre la roca inaccesible en la que siempre ha encontrado salvación contra los enemigos; pero ahora la situación es muy grave, y, si se desentiende de él, sucumbirá, yendo a parar a la fosa o sepulcro. La palabra hebrea puede designar también la región subterránea de los muertos, el seol 2. Quizá el salmista se halla en peligro de muerte por una enfermedad o por hostilidad de sus enemigos. En su impotencia no le queda sino dirigir sus súplicas a Dios y elevar sus manos hacia el templo o recinto sagrado de Yahvé, donde se hallaba presente de un modo especial para remediar y auxiliar a sus devotos 3. Este gesto de elevar las manos para orar es característico de las religiones antiguas, tanto en Israel como en Egipto y Asiría4. Simboliza, el ansia ascensional del alma hacia Dios, que habita en lo alto. Entre los israelitas, el templo era punto de convergencia de la vida religiosa, y aun cuando estaban fuera de él, procuraban orar en dirección al lugar en que se asentaba; así lo hacían los exilados de Babilonia5; y, dentro del templo, los orantes miraban hacia el santo de los santos, que era la parte más sagrada del conjunto de construcciones del templo salomónico. El salmista, pues, piensa en este recinto sagrado, objeto de sus ilusiones litúrgicas. Allí estaba el arca, símbolo de la presencia sensible de Yahvé en su pueblo 6.

Reproches contra los impíos (3-5).

3 No me arrebates juntamente con los malvados, con los obradores de iniquidad, los que hablan paz a su prójimo, mientras está su corazón lleno de maldad. 4 Retribuyelos conforme a sus obras, conforme a la malicia de sus acciones; págales conforme a la obra de sus manos, dales su merecido. 5 Porque no atienden a las obras de Yahvé, a la obra de sus manos. Los derribará y no los reedificará.

El salmista, que tiene conciencia de su fidelidad a su Dios, no quiere sufrir la suerte de los impíos, es decir, morir con muerte prematura, que en la mentalidad del A.T. era el castigo propio de los que se apartaban de la ley divina. Dios da aquí a cada uno conforme a sus obras — no hay esperanza de retribución en ultratumba —, y por eso los justos ansian vivir largos días en amistad con su Dios. Probablemente el salmista se hallaba en peligro de muerte por efecto de una enfermedad o una epidemia — aunque no la menciona — y.pide a su Dios que, conforme a sus obras, no le deje bajar al sepulcro. Esto es lo que merecen los obradores de iniquidad. Son gentes hipócritas, pues mientras exteriormente dan el saludo de paz (aún hoy día entre los judíos y árabes el saludo es el deseo de la paz), en su corazón maquinan maldad contra el prójimo7. Por ello, el salmista, en un arranque de sentimiento de justicia, pide a Dios que les dé su merecido. Todavía estamos muy lejos de la perspectiva evangélica del perdón y del amor al prójimo, incluso con los enemigos8. La moral del A.T. es muy baja en comparación con la de la plena revelación del Evangelio. Por eso no debemos sorprendernos de estos desahogos vindicativos de espíritus rectos que no tenían todavía la panorámica de la retribución en ultratumba. Los salmistas quieren, en consecuencia, que la justicia divina se manifieste en esta vida, para que todos vean que Dios protege y premia la virtud, mientras que castiga inexorablemente el pecado. En realidad, los impíos son ateos prácticos, pues no atienden a las obras de Yahvé (ν.5), es decir, no reconocen la intervenciσn de la Providencia en el mundo, y, por tanto, niegan que premie la virtud y castigue el pecado. Las obras de Yahvé (providencia y retribución en esta vida, con la protección al virtuoso) están en oposición a las obras de las manos de los malvados, que actúan con falsía en sus relaciones con el prójimo (v.4) 9. Pero su proceder impío no puede prosperar, pues Yahvé los derribará y no permitirá que vuelvan a reedificar su vida sobre su mala conducta. Es una confesión de fe en la justicia divina en este mundo.

Acción de gracias (6-9).

6 ¡Bendito sea Yahvé, porque ha escuchado la voz de mis súplicas! 7 Yahvé es mi fortaleza y mi escudo; en El confió mi corazón y fui socorrido; y mi corazón salta de gozo, y le alabaré con mis cánticos. 8 Es Yahvé la fortaleza de su pueblo, es el salvador escudo de su ungido. 9 ¡Salva a tu pueblo y bendice tu heredad, sé su pastor y levántalos por siempre!

Un nuevo estado psicológico del salmista: después de solicitar auxilio para no verse envuelto en la suerte de los impíos, destinados al sepulcro, reacciona confiado en su fe en la justicia divina, y tiene conciencia de haber sido escuchado en su súplica de auxilio. En los salmos no es raro este cambio brusco psicológico de súplica anhelante a la acción de gracias por el beneficio obtenido. Los salmistas dramatizan como poetas las situaciones, y así, describiendo una pasada angustia y liberación, la presentan como actual para lograr un mayor efecto literario. Así, aquí primero refleja sus momentos de angustia, y a continuación su liberación gracias a la intervención divina. Una vez más Yahvé le ha escuchado, y por ello se siente espiritual y físicamente rejuvenecido en su corazón, que salta de gozo (v.7). Yahvé es su protector, y por ello prorrumpe en cantos de alabanza 10.

Inesperadamente desaparece el problema personal del salmista, y se presenta a Yahvé como el defensor de su pueblo y salvador de su ungido, el rey (v.8). Todo esto parece adición posterior para el servicio litúrgico en el templo. El director de coro ha creído necesario hacer una aplicación a la salvación de Israel. La protección dispensada al salmista en un momento angustiado de su vida es prenda de la protección que Yahvé dispensará siempre a su pueblo, que es su heredad, y el símbolo de los intereses del pueblo israelita es el ungido de Yahvé, su rey 12. En realidad, Yahvé se halla vinculado de un modo particular con su heredad, pues es su Pastor 13, y, como tal, lo levantará en brazos juntamente con su ungido, como lo hace el pastor con las ovejas débiles en las marchas agota-] doras por la estepa. Israel es como un niño delicado que Yahvé HeJ va en sus brazos l4. El salmista, pues, parece jugar con este doble símil, y pide a Dios que levante en sus brazos a Israel y a su rey!

1 Lit. en heb. "no permanezcas silencioso frente a mí." — 2 Cf. Sal 22:29; 88:4; Prov 1:12. — 3 Cf. Sal 63:4; 141:2; Lam 2:19; 3:41; i Tim 2:8. — 4 Véase P. Dhorme, L'emploi métaphorique des parís du corp 145. — 5 Cf. Dan 6:11. — 6 Cf. 1 Re 6:16s; 8:6. — 7 Cf. Os 9:14; Jer 32:19; Is 3:11; Sal 7:15-17; 18:27-28; 54:7. — 8 Cf. Mt S.441 Lc 6:27.35 — 9 Cf. Is 1:16; 3:8-11; 5:12.19; 22:11. — 10 Cf. Sal 5:11 Sararí. — 11 Cf. Dt 4:20; 0,26; Sal 74:2, — 12 Cf. Sal 72:15; 61:7-8; 84:10; Hab 3:13; Sam 2:10; Sal 63:12. — 13 Cf. Sal 23:1; Is 40,11. — 14 Cf. Is 40:11; Dt 1:31; Is 46:3.4; 63:9; Ex 19:4; Dt 32:11.

 

Salmo 29 (Vg 28): Manifestación Majestuosa de Yahvé en la Tempestad.

El salmista entona un himno a la majestad y poder de Dios, que se manifiesta en el desencadenamiento de una horrísona tempestad en medio de truenos y relámpagos. Las expresiones son bellísimas y extremadamente vigorosas. Primeramente invita a los ángeles a dar gloria a Dios; después empieza a describir la tempestad que se forma en occidente sobre el Mediterráneo y se dirige hacia el Líbano, donde descarga sobre los orgullosos cedros. Sobre su cima, como sobre la del Hermón, suenan los truenos majestuosos (la voz de Yahvé) y brillan los relámpagos o llamas de fuego. Desde los macizos del Líbano y el Antilíbano, la tormenta toma dos direcciones, una hacia TransJordania, y otra, por la cordillera de montañas de Palestina, desciende hasta la zona esteparia de Cades. La borrasca arranca de cuajo encinas y las retuerce, mostrando así el poder de Yahvé. Mientras en la tierra cruje el rayo y retumban los truenos, allá arriba en los cielos está majestuoso en su trono como Rey eterno, objeto de las alabanzas de los seres angélicos.

La descripción es maravillosa y está lograda con gran simplicidad de medios. Para impresionar más, el poeta no aparece en escena, y con voz anónima invita a los ángeles a entonar un himno de alabanza a Yahvé. Por su parte, el poeta se hace eco de su gloria, manifestada en la tormenta; las frases se repiten; siete veces se habla de la voz de Yahvé, que es el trueno J; "en toda la pieza reina una monotonía solemne, que forma armonía imitativa con el ruido incesante de la tempestad," que ruge sobre las grandes aguas, estalla con poder; la voz de Yahvé parece sacudir las montañas, rompe los cedros; el huracán sacude el desierto, y hace abortar a los animales y despoja a los bosques. Y después de este desencadenamiento, que parece trastornar los fenómenos más poderosos de la naturaleza, Yahvé aparece de repente sentado majestuosamente en su trono y ejerciendo, tranquilo, su eterna realeza, mientras que alrededor todo grita: Gloria!. El salmo comienza con un "gloria in excelsis" y termina con un "pax in térra" 2.

Métricamente se distinguen cinco estrofas; los paralelismos sinónimos abundan. El estilo arcaico del poema, las concepciones de Yahvé habitando en los cielos y manifestándose en la tempestad 3, nos llevan a una época antigua de composición; y no hay dificultades serias que oponer a la autenticidad davídica que se declara en el título del salmo. El rey poeta, en sus tiempos de vida de pastor, sin duda que fue testigo de estas tormentas terroríficas que de vez en cuando se desatan sobre el campo.

"Gloria in excelsis Deo" (1-2).

1 De David, Dad a Yahvé, hijos de Dios, dad a Yahvé la gloria y el poder 4. 2 Dad a Yahvé la gloria (debida) a su nombre, postraos ante Yahvé con sacros ornamentos.

Los israelitas, fieles a su tradición, tenían una visión esencialmente religiosa de la naturaleza en sus diversas manifestaciones; en todo veían la mano justiciera o misericordiosa del Dios supremo, que habitaba en los "cielos de los cielos" rodeado de su coro de seres angélicos, pero que intervenía misteriosamente en todo el orbe creado. Aquí el salmista, antes de cantar un himno de alabanza a la manifestación majestuosa de Yahvé, que se despliega en medio de la tempestad, invita a los hijos de Dios, o ángeles, que le hacen su escolta de honor en el cielo, a darle gloria y poder, es decir, reconocer su omnipotencia gloriosa en el sagrado recinto de los cielos, pues de cantar su manifestación arrebatadora en el mundo visible se encarga él en esta composición salmódica que va a iniciar 5. En la visión inaugural del profeta Isaías, los serafines, que hacen la escolta de honor del Santo por excelencia, proclaman que "la tierra está llena de su gloria"6. La esencia de la divinidad está sintetizada en su nombre, Yahvé ("el que es"), con toda la indeterminación y misterio que implica7.

El salmista presenta a los seres angélicos en un acto litúrgico de adoración, con sus sacros ornamentos (v.2), como se hacía en el templo de Jerusalén; es una escenificación dramatizada que traslada al recinto celestial las escenas litúrgicas del templo jerosolimitano. El autor del Apocalipsis hará otro tanto para expresar la glorificación del Cordero s. Los salmistas son gentes en su mayor parte de la tribu levítica, dedicada al culto sagrado, y tienen una mentalidad cultual que se refleja constantemente en sus expresiones. Para ellos, la mayor felicidad es tomar parte en los actos litúrgicos del santuario de Yahvé; por ello presentan a los ángeles desplegando su acción litúrgica en honor de Yahvé en los cielos, su templo verdadero, ya que el de Jerusalén no era sino un pálido reflejo del celestial.

Manifestación de Yahvé en la tempestad (3-9).

1 ¡La voz de Yahvé sobre las aguas! Truena el Dios de la gloria: Yahvé sobre la inmensidad de las aguas. 4 La voz de Yahvé (resuena) con fuerza; la voz de Yahvé (retumba) con majestad. 5 La voz de Yahvé rompe los cedros, troncha Yahvé los cedros del Líbano, 6 y hace saltar al Líbano como un ternero, y al Sarión como cría de búfalo. 7 La voz de Yahvé hace estallar llamas de fuego; 8 la voz de Yahvé sacude el desierto, hace temblar Yahvé el desierto de Cades. 9La voz de Yahvé retuerce las encinas 9, despoja las selvas.

El Dios majestuoso que se asienta en los cielos rodeado de su escolta angélica hace su aparición solemne sobre la tierra cuando desencadena una tempestad. La voz de Yahvé es el trueno que retumba en los cielos sobre las nubes caliginosas o aguas de abajo, de que se habla en el relato de la creación. Dios separó las aguas de arriba de las de abajo por medio del firmamento 10. Las primeras constituyen las reservas para los días de la inundación, como en el diluvio, cuando se abrieron las cataratas del cielo ll, y las segundas son las que periódicamente envían la lluvia. El hagiógrafo, al no saber que la lluvia viene por la condensación del agua acumulada por la evaporación, se acomoda al modo de pensar de la época. Del mismo modo, por ignorar que el trueno es una descarga eléctrica, lo presenta como la voz tonante del Omnipotente. Los griegos lo atribuían también al padre de los dioses, Júpiter. El dios Adad Rammam de los sirios era el que presidía la tempestad y tenía en sus manos los rayos fulgurantes. Estas divinidades temibles en la tempestad son las que dan, por otra parte, la lluvia fecundante de los campos; por eso sus devotos procuraban aplacarlos con ritos y, al mismo tiempo, les suplicaban su protección. En la tradición bíblica, a Yahvé se le presentaba manifestándose en el fragor de la tormenta, entre rayos y truenos, en el Sinaí12. Por ello, en la literatura salmódica, el trueno es la voz de Yahvé, los rayos son sus flechas; los vientos, sus mensajeros, y las nubes, su carro, en el que se traslada de un lugar a otro 13.

Conforme a esta mentalidad bíblica, el salmista presenta aquí a Yahvé planeando sobre las aguas o nubes cargadas de agua, tronando majestuosamente, con lo que se manifiesta como Dios de la gloria. No hay cosa más impresionante y sobrecogedora que el trueno; para los antiguos, que tenían una idea majestuosa y terrible del Dios lejano e intransigente del Sinaí, el trueno era el mejor reflejo de la voz de Dios. Las escenas del Sinaí en las que aparece Yahvé hablando a Moisés en medio de truenos y relámpagos, quedaron estereotipadas en la literatura bíblica y sirven constantemente para describir las nuevas teofanías de Yahvé en la histoiia. Yahvé se manifiesta ahora sobre la inmensidad de las aguas, que pueden ser el mar Mediterráneo, el "mar grande" de la literatura hebrea i4 o las aguas superiores sobre las que habita Yahvé 15.

La tempestad parece que se prepara en el Mediterráneo y va ja descargar sobre los bosques del Líbano y del Hermón. El salmista refleja el destrozo que causa la tormenta, que tiene los caracteres de un ciclón devastador: se rompen los cedros — los árboles más gigantescos del Líbano —, mientras que los mismos montes parecen conmoverse en sus cimientos: el Líbano salta ligero como un ternero, y el Sarión — nombre que los fenicios daban al Hermón, que formaba parte de la cadena de montañas del Antilíbano, paralelo a las del Líbano 16 — se agita como una cría de búfalo o toro salvaje 17. La imaginación oriental del poeta exagera sistemáticamente para destacar la impresión horrísona de la voz de Yahvé, que hace temblar y conmoverse hasta las mismas montañas majestuosas que cerraban por el norte el horizonte de Palestina. Los montes del Líbano y del Hermón tenían un particular sentido sagrado entre los fenicios, pues eran la encarnación de las divinidades que presidían los juramentos 18; pero, en la perspectiva del salmista, todo esto no cuenta nada. Sólo quiere destacar que, a pesar de su masa imponente y sus cimientos profundos, se conmueven como ternerillos ante la voz huracanada de Yahvé. Con los truenos fulguran los rayos o llamas de fuego (v.7). Y el eco de la voz de Yahvé no se circunscribe en su efecto terrorífico a la parte septentrional de Palestina — Líbano y Hermón —, sino que resuena en la parte meridional, en el desierto de Cades, lugar famoso en la historia de Israel por haber sido el lugar en que estuvieron los hebreos durante la mayor parte de la estancia en el desierto 19. El turbión desencadenado por Yahvé siembra la ruina y la desolación, retorciendo las encinas y despojando las selvas (v.6); los árboles se desgajan por efecto del tifón huracanado, reflejado en la voz de Yahvé.

Gloria a Yahvé y paz a su pueblo (9c-ll).

9c Y en su templo todo dice: "¡Gloria!" 10 Siéntase Yahvé sobre aguas diluviales, siéntase como Rey eterno. 11 Yahvé dará fortaleza a su pueblo, Yahvé bendecirá a su pueblo con la paz.

El salmista vuelve a su punto de partida: Yahvé, aunque se manifestó terrorífico con su voz en la tempestad, sigue impasible en su templo celestial; allí los hijos de Dios, o seres angélicos, continúan el himno que proclama la gloria de su Dios 20. Yahvé se sienta majestuoso por encima de las aguas diluviales, o aguas superiores que están sobre el firmamento 21, y que Dios suelta de vez en cuando en lluvias torrenciales, como en el caso del diluvio universal 22. Sobre ellas Yahvé se instala como Rey eterno y Juez supremo, que de tiempo en tiempo envía las aguas diluviales para mostrar su poder judicial y soberano sobre todo 23.

El v.11 parece una adición para el uso litúrgico. Después de cantar el poder y majestad de Yahvé, manifestada en la tempestad, el salmista, que organiza el culto del templo, recuerda a la asamblea que esa omnipotencia divina protege a Israel, al que bendice y otorga fortaleza en los momentos particularmente decisivos de su vida nacional 24. Aunque Yahvé aparezca en la tempestad como Dios del terror devastador, sin embargo, en sus relaciones con su pueblo es el Dios de la paz y de la benevolencia. "Esta palabra final, con la paz, es como el arco iris que cierra el salmo. El principio del salmo nos muestra los cielos abiertos y el trono de Dios en medio de los cantos angélicos de alabanza, mientras que su conclusión nos muestra a su pueblo victorioso sobre la tierra, bendecido con la paz en medio de la manifestación de su ira. Gloria in excelsis es el principio, y pax in ierris la conclusión" 25.

1 Cf. Ap 10,3-4. — 2 J. Calés, o.c., I 326. — 3 Cf. Ex 19:11; Jue 5:4-5. — 4 La Vg, siguiendo a los LXX, lee: "Afferte Domino filias arieíwn"; traducción peregrina que se basa en la confusión de bene'elim ("hijos de dioses") y bene-'e(y)Uim (de 'ayií: "carnero"). — 5 Esta denominación de "hijos de Dios" aplicada a los ángeles aparece en Job 1:6; 2, 1 ; 38:7; Sal 89:6. — 6 Is 6:3, 7 Véase Biblia comentada I p.404-408. — 8 Cf. 0.5. — 9 Lít. el TM dice: "hace parir a las ciervas"; es decir, el susto que con los truenos reciben las ciervas hace que aborten, pariendo prematuramente. Leyendo 'eloth (encinas o terebintos) en vez de 'avvaloth (ciervas), tenemos la traducción arriba propuesta, seguida por la nib. de Jér. — 10 Cf. Gen 1:7. — 11 Gen 7:11. — 12 ex 19:16. — 13 Cf. Sal 17:11; 103:3. — 14 Cf. Ez 27:26; Sal 96:4; 17:15. — 15 Cf. Gen 1:7; 7:11; Sal 104:3; 18:14; 97:3-4. — 16 Cf. Dt 3:9; Sal 114:4-6; i8:7s. — 17 Cf. Sal 22:21. — 18 Cf. E. Dhorme, Religión des Hébreux nómades p. 170.172: RB (1929) 132 115 1(1930) 177. — 19 Cf. Núm 20,16. — 20 Cf. Is 6:3. — 21 Cf. Gen 1:7. — 22 Gen 7:14. — 23 Cf. Sal 9:7. — 24 Cf. Sal 28:8.9; 46:1-3. — 25 fr. Delitzsch, citado por A. F. Kirkpatrick, o.c., I, 151.

 

Salmo 30 (Vg 29): Acción de Gracias después de una Enfermedad grave.

Este salmo es un himno eucarístico de un justo que, después de hallarse postrado en el lecho del dolor, fue liberado, gracias a la intervención divina, de la muerte segura. Después de invitar a los piadosos a gozarse con él por el favor conseguido, ensalzando la bondad de Yahvé, relata cómo, a causa de un acto de presunción, apartó su rostro de él, privándole de su protección y dejándolo en un estado de postración física y de peligro de muerte. Angustiado, clamó a El, quien le salvó de aquella situación comprometida. Por ello, su duelo se cambió en alegría, pues se veía ya a las puertas del sepulcro. Agradecido, cantará eternamente las alabanzas de su Dios.

El valor literario de esta composición es grande dentro de su simplicidad; aunque sus pensamientos no sean muy originales, pues aparecen en otros salmos, sin embargo, la expresión es sobria y vigorosa: "Abunda en figuras poéticas expresivas, ya vigorosas, ya llenas de frescor. El alma del salmista remonta la ruta del seol; recupera la vida en medio de los cadáveres que se lleva a la tumba... A la tarde, el llanto viene como un huésped a pasar la noche. Pero, desde la aurora, los gritos de alegría resuenan. Al canto del duelo sucede el ruido alegre de la danza; al lúgubre cilicio, un cinturón de fiesta..."1. La distribución estrófica es regular, y el texto ha llegado a nosotros bastante correcto.

Según el título, este canto fue compuesto para la consagración de la casa de Yahvé, y se atribuye a David. Como canto (shir), se ejecutaba con acompañamiento de instrumentos músicos. Los que mantienen la paternidad davídica suponen que fue compuesto con motivo de la inauguración de su palacio en Sión 2, de la dedicación del lugar del futuro templo 3, después de la plaga que asoló el país; en ese caso, las alusiones al peligro de muerte se referirían no sólo a la suerte personal del salmista, sino a la de todo el pueblo. En general, los críticos modernos, por razones de estilo y léxico, se inclinan por una época tardía de composición no anterior al exilio 4. Hay mucha analogía, por su contenido, con el salmo 6, que parece de composición reciente. Generalmente se considera la alusión a la consagración de la casa o templo como adición litúrgica para adaptarlo a la fiesta de la janukkáh, o "dedicación," instituida por Judas Macabeo en 165 a.C., cuando purificó el templo, profanado por los sirios bajo Antíoco IV Epífanes5. Algunos autores prefieren ver aquí una alusión a la dedicación del segundo templo en tiempos de Esdras6.

Acción de gracias por la salud otorgada (1-4).

1Canto para la consagración del templo. Salmo de David. 2 Quiero ensalzarte, ¡oh Yahvé! porque me has puesto en salvo 7 y no has alegrado a mis enemigos por causa mía. 3 Yahvé, mi Dios, clamé a ti, y tú me curaste. 4 ¡Oh Yahvé! has sacado mi alma del seol, me has hecho revivir de entre los que bajan a la fosa.

El salmista prorrumpe en un himno de acción de gracias al sentirse libre de un peligro inminente de muerte. Con ello se habrían alegrado sus enemigos 8, pues hubieran deducido de su desaparición que Yahvé no era ya su protector. El salmista se siente tan próximo a la muerte, que supone, por licencia poética, que ha visitado ya su alma la región tenebrosa del seol, donde están las sombras de. los muertos 9. Por ello ahora se siente como resucitado de entre los que bajan a la fosa o sepulcro. Se daba ya por difunto, pero la intervención divina le devolvió la vida 10.

Invitación a los piadosos a celebrar su curación (5.-8)

5 Cantad a Yahvé vosotros, sus piadosos, y ensalzad su santo recuerdo. 6 Porque un instante dura su cólera, y su benevolencia es de por vida. Alberga la tarde llantos, mas a la mañana está la exultación. 7 Yo dije en mi prosperidad: "No seré jamás conmovido." 8 Tú, ¡oh Yahvé! por tu benevolencia me asegurabas honor y fortaleza, Apenas escondiste tu rostro, fui conturbado.

Radiante de alegría por la recuperación de la salud, el salmista invita a los piadosos, que saben apreciar los secretos caminos de la Providencia en la vida de los justos, a entonar un himno en acción de gracias en honor del santo recuerdo de Yahvé, es decir, sus proezas y favores extraordinariosn. En ellas se manifiesta su "nombre" o gloria; por eso en los salmos la expresión "celebrad su santo recuerdo"12 equivale a "alabar su nombre sagrado"13; el nombre de Yahvé, su acción gloriosa, ha dejado un santo recuerdo en la historia en favor de Israel y de sus fieles. Su "nombre" sintetiza su naturaleza y sus acciones gloriosas 14. Y el salmista concreta en qué consiste el santo recuerdo o la huella del Dios santísimo en la vida: su providencia se guía por las exigencias de sus justicias y de su misericordia; pero en su proceder prevalece siempre la benevolencia, pues mientras su cólera dura un instante para castigar justamente las transgresiones, su benevolencia tiene un efecto permanente durante toda la vida (v,6). La protección de Yahvé hacia los justos es permanente, y sólo es interrumpida momentáneamente por alguna falta cometida 15. Las pruebas a que son sometidos los justos son transitorias, mientras que la amistad benevolente de Yahvé permanece por toda la vida. Para probar su afirmación, el salmista trae a colación un proverbio: Alberga la tarde llantos, mas a la mañana esta la exultación (v.6b). El duelo y los llantos son como un huésped inoportuno, al que se le da hospedaje a regañadientes, pero después al día siguiente se convierte en motivo de exultación 10. En realidad, el llanto para el justo es un peregrino que a lo sumo pasa una noche con él; pero al día siguiente cambia la situación, y con la luz del día renace la alegría y bienestar.

El salmista confiesa haber tenido un pecado de presunción, pues viviendo en una situación de prosperidad, creyó que esta situación había de continuar indefinidamente: no seré jamás conmovido (v.7). Esta afirmación parece hacer caso omiso de los caminos secretos de la Providencia y se aproxima a la postura de los ateos prácticos y autosuficientes, que creen poder gobernar su vida con sus propios recursos. Por ello, Dios ha querido probarlo, y si antes, en su benevolencia, le aseguraba honor y fortaleza, ahora ha querido desampararlo escondiendo su rostro, es decir, le ha privado de su protección y auxilio 17, y entonces el salmista, reducido a sus propias fuerzas, quedó conturbado.

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Súplica de salvación (943).

9 A ti clamé, ¡oh Yahvé! y a Yahvé pedí piedad. 10 ¿Qué provecho hay en mi sangre, en que yo descienda a la fosa? ¿Te alabará el polvo? ¿Cantará tu fidelidad? 11 Escúchame, Yahvé, y ten piedad de mí. Vino Yahvé en mi socorro. 12 Mudaste mi lamentación en júbilo, desataste mi saco y me ceñiste de exultación. 13 Por eso cantaré tu gloria y no callaré, y te alabaré, Yahvé, Dios mío, por la eternidad.

Postrado y abandonado a sus fuerzas, el salmista clama ansioso a Yahvé para que tenga piedad de él. Y su argumentación en favor de su liberación de la muerte está en consonancia con la mentalidad viejotestamentaria, cuando aún no había luces sobre la vida en ultratumba al lacio de Dios. En realidad, la muerte del salmista no reporta ningún provecho o ganancia a Dios, pues, convertido en polvo, no podrá alabarle ni cantar su fidelidad con los justos 1S. Según la mentalidad del A.T., Dios premiaba en esta vida los actos de virtud, y el primer don era una larga vida hasta ver los hijos de los hijos en la tercera o cuarta generación. Quitar la vida a uno, entregándole a una muerte prematura, era un castigo reservado a los impíos; equivalía a matarle, derramar su sangre (v.10). La muerte significaba, en realidad, para los justos del A.T., la interrupción de una vida de amistad con Dios; por eso, al morir, no se podía continuar las alabanzas de Yahvé. Por ello, el salmista ansiosamente pide a su Dios que le escuche y le salve de la situación de peligro en que se halla de descender a la fosa o sepulcro.

Conforme a la dramatización literaria habitual en el estilo salmódico, el justo se presenta ya con la salud recuperada, cambiando su lamentación en júbilo (v.1a). Ha pasado la hora del duelo, porque el mismo Yahvé le ha desatado el saco, o signo externo de penitencia y dolor 19, y le ha ceñido del vestido alegre de la exultación, del atuendo de los días de fiesta y de triunfo 20. Por ello, el salmista entona un himno de alabanza a la gloria de Yahvé, que ha de perdurar por siempre. La expresión por la eternidad es enfática e hiperbólica, para recalcar su decisión de alabar constantemente al Dios Salvador.

1. Calés, o.c., I 335. — 2 Cf. 2 Sam 5:11. — 3 Cf. 1 Par 21:26; 22:1. — 4 Cf. E. Podechard, O.C., I 142. — 5 Cf. 1 Mac 4:52s; 2 Mac 10:1s. — 6 Cf. Esd 6:16. — 7 Lit. "me has sacado" de la fosa del sepulcro. — 8 Cf. Sal 35:19; 37:16; Lam 2:17. — 9 Cf. Sal 6:5; Sam 2:6. — 10 Cf. Sal 9:13; 87,4s. — 11 Cf. Ex 3:15. 12 Qf. Sal 97:12. — 13 Cf. Sal 106:47. — 14 Cf. Sal 97:12; 122:4. — 15 cf. Sal 26:9. — 16 Cf. Is 17:14; 54:7-8; Miq 7:18; Sal 103:8-9. — 17 Cf. Is 54:8; Sal 104:29. — 18 Cf. Job 22:3; Is 38:18-19; Sal 7:5; SS.ios; 115:17. — 19 Cf. Sal 35.13; 69:12; Lam 5:15.

 

Salmo 31 (Vg 30): Plegaria de un Justo Angustiado.

Tres partes comprende este salmo: a) cántico de confianza en Yahvé (2-9); b) descripción en tono elegiaco de la situación angustiada del justo (10-19); c) acción de gracias por haber conseguido la salvación ansiada. Los críticos no concuerdan al determinar si estas tres partes integran una composición salmódica única o bien si ésta está constituida por la yuxtaposición de tres fragmentos diversos, agrupados por razones prácticas del culto litúrgico. La primera y tercera parte contienen frases que se encuentran en otros salmos, y tienen por ello un carácter antológico de mosaico literario, como el cántico de Joñas l. La segunda parte tiene muchos conceptos similares a los expresados en el libro de Jeremías; de ahí el problema de la mutua dependencia: ¿quién es anterior? La generalidad de los críticos; supone que e! salmista depende conceptualmente del profeta de Anatot; por ello se considera el salmo como posterior al destierro babilónico2. No faltan autores que suponen que la segunda parte del salmo (10-19) es del propio Jeremías, que lo habría insertado a las otras dos, que serían de origen davídico 3.

Desde el punto de vista de la unidad literaria del salmo es difícil mantener que la segunda parte (2-9) sea del mismo autor; más bien las otras dos se ensamblan con regularidad lógica. Así, el v.20 puede seguir normalmente al V.9: plegaria confiada y acción de gracias. Los v. 10-19 parecen inserción artificial posterior. Desde el punto de vista de la inspiración poética, el salmo, en su conjunto, aunque no es muy original por las ideas expuestas, es de gran piedad religiosa.

Confianza en Yahvé (1-6).

1 Al director del coro. Salmo de David. 2 En ti, ¡oh Yahvé! confío; i no sea yo nunca confundido, líbrame en tu justicia. 3 Inclina a mí tus oídos, apresúrate a librarme; sé para mí roca inexpugnable, ciudadela para mi salvación. 4 Pues tú eres mi roca, mi ciudadela; por mor de tu nombre tú me guiarás y conducirás. 5 Me sacarás de la red que me han tendido, porque tú eres mi fortaleza, 6 En tus manos encomiendo mi espíritu. Tú me has rescatado, Yahvé, Dios fiel.

El salmista dirige una oración confiada a Yahvé apoyándose en los atributos de la misericordia y justicia divinas. Para él, Yahvé es su protector; y multiplica las metáforas — corrientes en muchos salmos — para expresar la seguridad que le otorga la amistad con su Dios. Invoca a la justicia divina, lo que implica en él una conciencia de propia inocencia; no quiere ser confundido o avergonzado ante sus adversarios al ser desatendido en su súplica. Los justos basaban su conducta en la idea de que Dios premia en esta vida la virtud; por tanto, si Yahvé le abandona en este instante de angustia, daría la razón a sus enemigos, que creen que Dios no se preocupa de los que siguen sus mandatos4. No quiere, pues, el salmista ser descalificado en su camino de la virtud ante sus adversarios 5. Por eso pide a Yahvé que por amor de su nombre, es decir, por su fama de justicia y rectitud, reflejada en su nombre, le guie en estos momentos difíciles de su vida6. Yahvé es su roca inexpugnable, en la que encuentra su salvación como en ciudadela segura7. Sus enemigos son como cazadores que tienen su red para tomarlo; pero Yahvé le saca de esta situación de peligro 8. Seguro de la protección divina, el salmista encomienda a Yahvé su espíritu, como si fuera un tesoro precioso 9; aquí se alude al deseo de conservar la vida, que se manifiesta en el espíritu o hálito vital (rúaj), Nuestro Señor en la cruz pronunció estas palabras, dándoles un sentido de entrega de su vida al Padre, una vez cumplida su trayectoria terrestre 10. El salmista tiene experiencia de la protección que Yahvé le ha dispensado en circunstancias análogas, en las que le rescató del peligro, mostrando así su carácter de Dios fiel a sus promesas de auxilio a los justos que confían en El.

Yahvé, Salvador del justo (7-9).

7 Tú aborreces a los servidores de los vanos ídolos ll, pero yo a Yahvé me confío. 8 Me alegraré y me gozaré en tu piedad, pues has visto mi aflicción y has considerado las aflicciones de mi alma. 9 No me entregaste en manos del enemigo, afirmaste mis pies en la anchura.

El salmista, en conformidad con la voluntad divina, no admite el culto a los vanos ídolos, que, como tales, son algo sin consistencia, en contraposición a Yahvé, el Dios viviente 12; por ello sólo confia en Yahvé, que es el único que puede auxiliarle en los momentos de angustia y de peligro. Seguro de la protección divina, el salmista prevé su futura alegría por ser testigo de la piedad de su Dios, que ha visto su aflicción, salvándole del peligro, pues no lo entregó al poder de sus enemigos 13. De la aflicción y situación comprometida — a causa de la hostilidad de sus enemigos — ha pasado, por el auxilio divino, a la libertad plena de movimientos y a la seguridad total: afirmaste mis pies en la anchura (v.6). Su situación desahogada después de la liberación del peligro le parece una gracia inestimable de su Dios 14.

Situación angustiada del salmista (10-14).

10 Ten piedad de mí, ¡oh Yahvé! porque estoy angustiado. La tristeza consume mis ojos, mi alma y mis entrañas. Pues mi vida se consume en el dolor, y mis años en gemidos. 11Mi vigor enflaquece por la aflicción, y mis huesos se consumen. 12 Soy el oprobio de todos mis opresores, objeto de terror para mis vecinos y de espanto para cuantos me conocen. Los que me ven en la calle, huyen de mí. 13 Como muerto he sido olvidado en los corazones, soy como una vasija de desecho. 14 Pues he oído el murmurar de muchos, espanto en derredor, cuando a una se confabulaban contra mí y tramaban arrebatarme la vida.

La perspectiva alegre de liberación y de acción de gracias se cambia aquí en sentimiento de abatimiento y de aflicción. La situación es totalmente diferente; por eso podemos suponer que nos encontramos con un nuevo fragmento que ha sido incrustado en este salmo por exigencias del culto en el templo. Por el tono se parece esta composición al salmo 6 y a las lamentaciones de Jeremías o de Job. El salmista se consume en el dolor; sus ojos languidecen, y su salud física se desvanece; hasta sus huesos sienten la consunción por tanto dolor 15. Al lado de sus debilidades físicas — agotamiento por la enfermedad — están los sufrimientos morales: in-comprendido de todos, es la befa y el oprobio de sus enemigos y opresores, y hasta sus vecinos y conocidos huyen de él como si fuera un objeto maldito, que inspira terror y espanto 16. Los enemigos le insultan como un maldito de Dios, y sus convecinos le consideran como algo contagioso, del que hay que separarse. Es el caso del justo Job, aislado de la sociedad, consumiéndose en el dolor, incomprendido de sus amigos, que le consideran maldito de Dios 17. Tan aislado está de la sociedad, que es como un muerto, al que, por no verle, se le olvida en la estimación de los corazones (v.13) 18. Es como una vasija de desecho, que por inútil se la arroja, sin parar ya mientes en ella 19.

El v.14 parece calcado en los escritos de Jeremías: "Oigo maldiciones, y por todas partes me amenazan: ¡Delatadle!"20; y la frase "espanto por doquier" aparece reiteradamente en sus oráculos cuando alude a la oposición violenta de sus enemigos contra él 21. El salmista utiliza estas mismas frases para expresar su situación de abandono por efecto de la hostilidad y desprecio de sus enemigos. No contentos con aislarle, tramaban arrebatarme la vida, frase que encuentra su paralelo en Jer 11:19: "Habían tramado una conjura contra mí:... le raeremos de la tierra de los vivos." El salmista, consciente de estas confabulaciones (el murmurar de muchos...), se dirige a Yahvé en espera de auxilio.

Confianza en Dios del justo perseguido (15-19).

15 Pero yo a ti me confío, oh Yahvé! yo digo: Tú eres mi Dios. 16 En tus manos están mis destinos 22. Líbrame de las manos de mis enemigos y de mis perseguidores. 17 Haz resplandecer tu faz sobre tu siervo y sálvame en tu piedad. 18 Yahvé, que no sea yo confundido, pues te invoco. Confundidos sean los malvados, y mudos (bajen) al seol. 19 Que callen los labios mentirosos, que, soberbios y despectivos, dicen insolencias contra el justo.

Despreciado y hostigado de todos, al salmista no le queda, sino confiar en Yahvé, que ahora más que nunca es su Dios. Es en los momentos difíciles cuando se debe probar la fidelidad a Yahvé. A pesar de que está como.abandonado de su Dios, el justo reacciona con su fe, sabiendo que, al fin, su Dios le ha de hacer Justina frente a sus enemigos. En realidad, la Providencia divina es misteriosa, y en sus manos están los destinos de los hombres, y sobre todo del que les es fiel. Las vicisitudes de la vida están bajo su control directo, y por eso el justo, que vive de la fe, debe esperar ser rehabilitado por el que es Dios de justicia. El salmista, confiado en los designios salvadores de su Dios, le pide que le Ubre de sus enemigos, que impudentemente le hostilizan y persiguen (v.16). Ansiosamente le pide que haga resplandecer su faz sobre él, es decir, mostrar su rostro radiante y protector al que ahora está abandonado y perseguido. Cuando Yahvé abandona a alguno, "oculta su faz de él," mientras que, cuando le dispensa ayuda y protección, le muestra su rostro benevolente; es un modo antropomórfico de hablar 23. Esta manifestación de su rostro sobre su siervo debe tener la contrapartida de confundir a sus enemigos; éstos esperaban que el salmista quedara confundido y avergonzado al quedar huérfano de la asistencia divina, como él esperaba; pero el justo atribulado está seguro de que será asistido en su necesidad, y además desea y pide que sean confundidos y avergonzados ante la sociedad los impíos, ateos prácticos, que se atreven impudentemente a burlarse de los planes de la Providencia divina. En su deseo de ver el cumplimiento de la justicia divina, el salmista desea que desaparezcan y, mudos y cabizbajos, bajen a la región tenebrosa del seol, morada de los muertos 24. Sus labios son mentirosos y reflejan un espíritu despectivo y altanero, manifestado en insolencias contra el justo 2.

Acción de gracias por la liberación (20-25).

20 Qué grande es tu bondad, oh Yahvé!26, que guardas para los que te temen, que muestras a los que a ti se acogen delante de los hijos de los hombres. 21 Tú los guardas, al amparo de tu rostro 27, de las altanerías de los hombres, y como en una tienda los pones a cubierto de las lenguas pendencieras. 22 ¡Bendito sea Yahvé, que en mí hace admirable su piedad como en ciudad fortificada! 23 Pero yo dije en mi turbación: "He sido arrojado de ante tus ojos," Pero tú has oído mi voz suplicante cuando a ti clamé, 24 Amad a Dios vosotros, todos sus piadosos; a los fieles guarda Yahvé, y paga con creces a los soberbios. 25 Esforzaos y fortaleced vuestro corazón todos cuantos esperáis en Yahvé.

La última parte del salmo es un himno de acción de gracias por haber salido de una situación angustiosa. En la vida del salmista se ha revelado especialmente la bondad de Yahvé, que siempre está a disposición de los que le temen. Esa bondad divina es como un tesoro cuidadosamente guardado para ponerlo al servicio de los fieles en el tiempo oportuno; y Yahvé lo muestra en favor de ellos delante de los hijos de los hombres, para hacer brillar su providencia y la virtud de los suyos 2y. Bajo el amparo del rostro de Yahvé se hallan seguros, pues están como bajo una tienda protectora, al abrigo de las calumnias de las lenguas pendencieras 29. El salmista ha comprobado personalmente la protección divina, pues gracias a su piedad y benevolencia se halla seguro como en ciudad fortificada, inaccesible a las maquinaciones de sus enemigos30.

Pero confiesa que en un momento se sintió como abatido y abandonado en medio de la aflicción: he sido arrojado de ante tus ojos (v.23). Por unos momentos, impresionado por el dolor, creyó estar fuera de la providencia protectora de Yahvé, fuera de su órbita bienhechora31. Pero a su súplica respondió Yahvé librándolo. Por ello hace una invitación a los piadosos, o fieles a la Ley divina, a confiar en Yahvé, pues los guarda con amoroso cuidado, mientras que paga sobreabundantemente las demasías de los soberbios y altaneros, que creen poder trazar su vida sin dependencia de Dios y oprimen a los fieles 32. La exhortación termina invitando a los que esperan en Yahvé a mantenerse firmes en el camino de la virtud, pues nunca serán desamparados a la hora de la aflicción, como prueba la experiencia del propio salmista. 31

1 Cf. Is 3:34; 4L3. Jon c,a, — 2 Cf. E. Podechard, O.C., I 147. — 3 Así opina J. Calés, o.c., I 346. — 4 Cf. Sal 7:1; 11:1; 16:1; 25:20. — 5 Cf. Sal 25:2.20; 22:5. — 6 Cf. Sal 23:2.3. — 7 Cf. Sal 18:2. — 8 Cf. Sal 9:15; 25:15. — 9 Cf, Job 10:12; 17:1. — 10 Lc 23:46 — 11 Así siguiendo a los LXX, Vg, Sir., San Jerónimo. El TM: "yo he "diadna los servidores " Pero la contraposición del estico siguiente exige nuestra lectura; etc. — 12 Cf. Dt 32:4-21; Jer 8:19; Os 4:10. — 13 Cf. Dt 32:30; Sam 23:11.12. — 14 Cf. Sal 4:1; 18:19; 26:12. — 15 Cf. Sal 13:2; Jer 8:18; Sal 6:6. — 16 Cf. Sal 22:6.7; Jer 20:7-8. — 17 Cf. 22:6-7; Jer 20:7-8. — 18 Cf. Job 19:14. — 19 Cf. Jer 22:28. — 20 Cf. Jer 20:10. — 21 Cf. Jer 6:25; 20:3; 46:5; 49:29; Lam 2:22. — 22 Lit. en heb. "mis tiempos." — 23 Cf. Sal 4:6; 80:3-7-19. — 24 Cf. Sal 25:2.3; Jer 17:18. — 25 Cf. Sal 12:3; 94:4 — 26 En el ΎΜ falta “΅oh Yahvι!" pero es exigido por el contexto y está en las versiones. — 27 Lit,:los escondes en el secreto de tu faz." — 28 Cf. Sal 23:5. — 29 Cf. Sal 27:5. 30 Cf. Sal 28:6, — 31 Cf. Sal 30:6; 116:11; Jon 2:4. — 32 Cf. Sal 10:2; 31:19; 36:12; 73:6. — 33 Cf. Ex 34:7; Sal 30,4; 27:14; 32:11.

 

Salmo 32 (Vg 31): La Confesión de los Pecados.

Esta composición lírico-didáctica gira en torno a la felicidad del pecador que ha logrado la amistad con Dios por la confesión y reconocimiento de sus pecados. Castigado por Dios a causa de una falta grave, el salmista declara que, al decidirse a confesarlo ante El, se sintió liberado bajo la protección de su Dios. El hombre no debe dejarse llevar de la insensatez y estulticia, como las bestias, en el camino de la vida, porque la justicia divina castiga inexorablemente al impío. Al contrario, su misericordia será la corona del que se dirige por sus caminos de sabiduría. El salmo, pues, es además de una acción de gracias por el perdón otorgado, una lección de sabiduría.

Según el título, el salmo es de David; los autores que mantienen la paternidad davídica de la composición creen que fue redactado después del pecado de adulterio cometido con Betsabé y del asesinato de Urías l. El Profeta Rey tardó en reconocer su pecado; pero, gracias a la intervención del profeta Natán, midió el alcance de su tropelía. Se mantiene la autenticidad davídica del salmo por ser citado por los autores inspirados como de David2. No obstante, no pocos críticos, por razones de estilo sapiencial y por algunos arameísmos, conjeturan que el salmo no es anterior al exilio 3. En la liturgia de la Iglesia, este salmo es el segundo de los llamados "penitenciales."

En el título del salmo encontramos la palabra misteriosa hebrea maskil, que generalmente se traduce por "didáctico"; en ese sentido es una instrucción de tipo "sapiencial," lo que se amolda bien al contenido de la composición, que también tiene sus arrebatos líricos.

Introducción sapiencial (1-2).

1De David. Maskil. Bienaventurado a quien le ha sido perdonada su transgresión, a quien le ha sido remitido su pecado. 2 Bienaventurado aquel a quien no imputa Yahvé su iniquidad y en cuyo espíritu no hay falsedad.

El Salterio se abre deseando albricias al hombre recto que camina por el camino de Yahvé, sin tomar parte en las asambleas de los pecadores4; este salmo llama dichoso al pecador que ha logrado recuperar la amistad divina por el perdón de sus pecados. Puesto que "no hay hombre que no peque"5, este segundo movimiento de penitencia en el corazón humano es totalmente necesario para rehabilitarse en los senderos de la vida. El salmista llama dichosos a los que han logrado que sus pecados fueran borrados por Dios. Las palabras empleadas para indicar las faltas no son sinónimas, sino que tienen un matiz concreto: transgresión alude a la rebelión o ruptura con Dios; el pecado significa extravío, o mejor, no dar en el blanco debido; iniquidad indica una depravación moral. La condonación de las faltas está expresada también con términos que indican "descargar," "cubrir" — para no herir los ojos de Dios — y "cancelar" una deuda. Todos estos términos, paralelos a los que expresan faltas, se repiten para resaltar la virtud perdonadera de Dios. San Pablo citará estos versos para probar que la remisión de los pecados, la justificación, es un don gratuito de Dios, fruto de su misericordia y no de la Ley mosaica 6.

Confesión y perdón (3-5).

3 Mientras callé, consumíanse mis huesos, gimiendo durante todo el día. 4 Pues día y noche tu mano pesaba sobre mí, y tornóse mi vigor en sequedades del estío. Selah. 5 Te confesé mi pecado y no oculté mi iniquidad. Dije: "Confesaré a Yahvé mi pecado," y tú perdonaste la culpa de mi pecado. Sdáh.

El sufrimiento y la enfermedad han servido para abrir los ojos al salmista y concentrarse, reconociendo así sus debilidades y transgresiones. Según la mentalidad del A.T., las enfermedades eran consecuencia de pecados perpetrados más o menos conscientemente. Tocado por la mano de Yahvé, que pesaba sobre él — sin duda enviándole una grave enfermedad —, empezó a pensar en los posibles pecados que hubieran acarreado tal desventura 7. Al principio se sentía reacio a reconocer sus faltas pasadas, y así, mientras callaba, la enfermedad seguía avanzando, y sus huesos se consumían mientras él gemía día y noche (v.3)8; pero, al no sentir arrepentimiento por sus pecados, estos gemidos no le servían de nada. Debilitado constantemente, su vigor juvenil de primavera se fue convirtiendo en saquedad de estío al consumirse por la fiebre 9.

Pasada esta primera situación recalcitrante — cerrada con el signo musical seláh, que probablemente indica cambio de coro o de instrumentación en el canto litúrgico —, el salmista piensa profundamente sobre su situación, y decide confesar y reconocer sus pecados, que pudieran ser causa de su enfermedad. Reconocido y confesado su pecado con sinceridad, al punto siente que se le ha perdonado, lo que representa el principio de su rehabilitación física y espiritual: "Vox nondum est in ore, et vulnus sanatur" 10. Dios acoge siempre al corazón contrito y arrepentido.

Yahvé9 refugio del justo angustiado (6-7).

6 Por eso te invocarán todos los piadosos al tiempo propicio, y la inundación de las copiosas aguas no llegará a ellos, 7 Tú eres mi asilo; de la angustia me guardas, de cantos de liberación me rodeas, Seldh ll.

La lección del salmista tendrá repercusión en los piadosos, pues de él aprenderán a confesar a tiempo su pecado, reconociendo sus infidelidades y culpabilidad; de este modo se verán libres del desbordamiento de muchas aguas que amenazan anegarles, es decir, del peligro de muerte, bajo cualquier forma que se presente. Este símil es corriente en la literatura sapiencial para reflejar la situación apurada en determinados momentos graves de la vida 12; el que confiese sus pecados se verá a salvo de la inundación de muchas aguas, pues, apegado a Yahvé, se hallará como en roca inaccesible!3. Los piadosos sabrán así invocar a Yahvé en el tiempo propicio de su manifestación benevolente y perdonadora 14. El salmista se apropia estas consideraciones y proclama a Yahvé como refugio suyo en los momentos de angustia 15, pues cambia las situaciones de peligro en momentos de triunfo, en los que no faltan los cantos de liberación o de gozo por la salvación conseguida gracias a su protección.

El camino de la sabiduría (8-10).

8 Yo te enseñaré y te instruiré en el camino que debes seguir; seré tu consejero y estarán mis ojos sobre ti. 9 No seas sin entendimiento, como el caballo y el mulo: con la brida y el freno hay que sujetar su ímpetu 16; de lo contrario, no se acercan a ti" 10 Muchos son los dolores del impío, pero la piedad cercará al que se confía a Yahvé. 11 ¡Alegraos en Yahvé y regocijaos, justos! Saltad de gozo todos los rectos de corazón.

Los V.8-Q parecen ser los consejos de un sabio a su discípulo, que han sido insertados en el salmo, y en ellos se trata de hacer ver que el camino de la impiedad lleva a la desazón, mientras que la fidelidad a Yahvé le trae los beneficios de su piedad (v.10). El que se empeñe en seguir sus caminos alejado de Dios, será como las bestias, sin entendimiento, a las que hay que embridar con el freno para sujetar su ímpetu. Dios se encargará de domarlos por el sufrimiento y la desgracia, para que, arrepentidos, se acerquen a El (V.9) 17. El impío tendrá que seguir la senda del dolor, mientras que el que confia en Yahvé se verá cercado, no del castigo y sufrimiento — medios que utiliza Dios para volverlos al buen camino, tirándoles del freno y de la brida, como a los animales —, sino de la benevolencia y piedad divinas (v.10) 18.

El salmo se cierra con una invitación para que todos los rectos de corazón se alegren con la liberación del justo de su situación angustiada. Este v.11 tiene un aire de interpelación litúrgica en la asamblea de los fieles en el templo, para que éstos se percaten de los caminos secretos de la Providencia, que por la confesión de los pecados otorga el perdón y devuelve a los pecadores la amistad divina.

1 Cf. 2 Sam 11:1s. — 2 Cf. EB 344. — 3 Así E. Podechard, o.c., — 4 Cf. Sal 1:1s. — 5 1 Re 8:46. — 6 Cf. Rom 4:7-8, — 7 Cf. Job 33:16s; Sal 38:2; 39:10. — 8 Cf. Sal 22:1; 38:8; Os 7:14; Sal 6:2. — 9 Cf. Sal 22:15; Prov 17:22. — 10 San Agustín, citado por Kírkpatrick, o.c,, 163. — 11 Así la Bib. de Jér., Kirkpatrick y NP. — 12 Cf. Sal 18:5-6.17; 69:2.16; Job 27:20; Is 28:2. — 13 Cf. Nah 1:8; Is 30,28; Sal 27:5. — 14 Cf. Sal 69:13; Dt 4:29; Jer 20,13, — 15 Cf. Sal 12:7; 25:21; 31:23. — 16 Así siguiendo a la Bib. de Jér., que traduce la palabra hebrea correspondiente a ímpetu, relacionándola con el árabe; lo que hace perfecto sentido. Así traduce también el NP. — 17 Cf. Jer 10,14.21; Sal 49:10.12.20; Prov 26:3. — 18 Cf. Job 33:19; Sal 31:7.16; 33:5.18.22.

 

Salmo 33 (Vg 32): Yahvé, Creador del Universo y Protector de los Fieles.

Este poema es un himno a la omnipotencia y justicia de Yahvé. Se canta el señorío de Dios sobre el universo como Creador y su fidelidad hacia su pueblo elegido, Israel, y a los que le son fieles. En este sentido, la composición es como una justificación de la exhortación a alegrarse en Yahvé con que se cerraba el salmo anterior; y con estas palabras de exhortación se inicia esta misma composición salmódica; pero el estilo de la composición es diverso, ya que el anterior era una instrucción basada en la experiencia personal de un salmista liberado de la situación angustiosa en que se hallaba, mientras que aquí nos encontramos con un himno compuesto con motivo de alguna victoria nacional sobre los enemigos de Israel.

La estructura del salmo es simétrica, y notable por la lógica distribución de las ideas. El estilo es majestuoso y solemne: la invitación introductoria a alabar a Yahvé (1-3) corresponde a la conclusión, en que se hace profesión de confianza en El (20-22). En el cuerpo del salmo se enumeran los motivos por los que Yahvé es digno de especial alabanza y confianza: por sus atributos morales (4-5), por su omnipotencia creadora (6-9), por su providencia (10-11), por la elección de Israel (12-15), del que es Protector (16-19).

La distribución estrófica es bastante regular; los 22 versículos del salmo corresponden a las 22 letras del alefato hebreo, pero no es propiamente acróstico, pues cada verso no comienza con una letra del alefato, como hemos visto en otras composiciones salmódicas. Ideológicamente, este salmo es un poema sapiencial, si bien en forma de himno litúrgico a Dios Creador, Providente y Salvador. El estilo es límpido y elevado, si bien los pensamientos no son muy originales, pues se repiten constantemente en la literatura sapiencial.

En contra de lo que es ley en la colección salmódica que vamos estudiando, este salmo es "huérfano," es decir, no tiene título introductorio alguno. Los LXX lo atribuyen a David. Razones estilísticas parecen no favorecer la paternidad davídica. Teodoro de Mopsuestia supone que fue redactado por Ezequías con motivo de la liberación milagrosa de Jerusalén de los ejércitos de Senaquerib 1. Los críticos modernos encuentran expresiones similares a las del libro de Isaías 2, y, como abundan las sentencias de tipo sapiencial, suponen que el salmo no es anterior al exilio 3.

Invitación a alabar al Dios justo (1-5).

1 Aclamad, justos, a Yahvé; bien está a los rectos la alabanza, 2 Alabad a Yahvé con la cítara, ensalzadle con el arpa de diez cuerdas. 3 Cantadle un cántico nuevo y tañed bien con júbilo la lira 4. 4 Porque es recta la palabra de Yahvé, y toda su obra conforme a verdad. 5 El ama la justicia y el derecho, y de la bondad de Yahvé está llena la tierra.

Los justos son los más obligados a alabar a Yahvé, pues son el objeto predilecto de su providencia en la historia; el salmista quiere que acompañen sus cánticos con toda clase de instrumentos: cítara, arpa y lira. Y con ellos deben entonar un nuevo canto de acción de gracias por los beneficios nuevos que cada uno recibe en su vida del Omnipotente. Yahvé es fiel a su palabra, y todas sus acciones llevan el sello de la verdad y de la fidelidad a sus promesas de protección a los justos y cumplidores de su Ley. Toda su providencia está gobernada por las exigencias de la justicia y del derecho, que es la aplicación de aquélla en cada acto 5. Toda la tierra rebosa de la bondad y piedad de Yahvé 6.

La palabra creadora de Dios (6-9).

6 Por la palabra de Yahvé fueron hechos los cielos, y todo su ejército por el aliento de su boca. 7 El reúne como en odre las aguas del mar y hace estanques de los abismos. 8 Tema a Yahvé toda la tierra, témanla todos los habitantes del universo, 9 porque dijo El, y fue hecho; mandó, y así fue.

El salmista se remonta al primer momento de la creación para declarar la omnipotencia divina. Los cielos inmensos son el efecto de su palabra creadora, y todo su ejército, o maravillosas constelaciones ordenadas de los astros, son obra del aliento de su boca7. La expresión es enérgica. La omnipotencia divina no tiene límites, y por ello las obras más portentosas de la creación son realizadas por Dios con la facilidad con que se expresan por la palabra. Los pueblos paganos consideraban los astros como divinidades poderosas; aquí el salmista declara que son obra del único Dios y que dependen en su existencia del aliento de su boca. No se puede formular el monoteísmo estricto en palabras más vigorosas8. El salmo aquí depende del relato del Génesis, donde enfáticamente se dice: "Dijo, y fue hecho." En las cosmogonías de la antigüedad, las divinidades tienen que luchar con las fuerzas cósmicas — de las que ellas mismas proceden — para plasmar las maravillas del orbe 9. El Elohim de la Biblia es un ser excepcional que existe antes, fuera y sobre todas las cosas, y, como tal, no está sujeto a nada y obra conforme a su omnímoda voluntad, que a su vez está sujeta a su inteligencia ordenadora, que crea todas las cosas con una finalidad concreta: "y vio que la luz era buena."10 Esta concepción trascendente de Dios es la base de todas las creencias del pueblo hebreo. 4 Por ellas, la religión de Israel se halla a una distancia casi infinita de las concepciones religiosas de los otros pueblos de la antigüedad.

Siguiendo el relato del Génesis, el salmista proclama que Dios reúne las inmensas aguas del mar en un recipiente con la facilidad con que se llena un odre; y las inmensas aguas de los abismos las distribuye en estanques o diversos mares y océanos. El inmenso lecho del océano es para la omnipotencia divina como un modesto odre que llena a su antojo n. Los grandes depósitos del abismo — sobre los que descansa la tierra — son para El como estanques 12. Todo esto predica el poder inmenso del Creador; por ello se invita a la misma tierra y a sus habitantes a temerle y reverenciarle. ¿Quién puede ponerse frente a El? Con un solo fiat formó todas las cosas: Dijo El, y fue hecho; mandó, y así fue 13. Las cosas fueron surgiendo obedientes a la voz de Dios.

La providencia divina sobre los hombres (10-15).

10 Frustra Yahvé el consejo de las gentes y anula las maquinaciones de los pueblos. 11 El consejo de Yahvé permanece para siempre; los designios de su corazón, de generación en generación. 12 Venturoso el pueblo cuyo Dios es Yahvé, el pueblo que El se eligió por heredad. 13 Mira Yahvé desde los cielos, contempla a todos los hijos de los hombres. 14 Desde la morada en que se asienta observa todos los habitantes de la tierra. 15 El ha plasmado todos los corazones y conoce a fondo todas sus obras.

El poder de Yahvé no se extiende sólo a la creación de las cosas, sino que controla la marcha de la historia humana. En sus designios secretos sobre la humanidad, observa los actos de los hombres para juzgarlos conforme a las exigencias de su justicia y bondad. Los pueblos pueden maquinar y agitarse, pero por encima de sus cálculos están los planes divinos; por eso muchas veces frustra el consejo de las gentes, o naciones paganas, y sale al paso de las maquinaciones de los pueblos. La perspectiva del salmista se extiende a la lucha sorda entre el bien y el mal en la historia. Toda la trama bíblica gira en torno a un drama, que es la pugna entre los que representan los intereses de Dios y tratan de plasmar sus designios en la historia y los que se oponen a esa marcha religiosa de la historia. En esa realización de los designios divinos en la historia ocupa un lugar predilecto el pueblo israelita, que es el vehículo de transmisión de la esperanza de salvación a través de los tiempos hasta los tiempos mesiánicos. El salmista se sitúa en esta perspectiva de elección de su pueblo y presenta a las gentes maquinando contra los intereses de Yahvé, que son los de Israel como colectividad. Frente a sus designios perversos está el consejo de Dios, que permanece para siempre; es decir, sus designios misteriosos sobre la historia humana, que se plasman de generación en generación (v.11). Sus designios son firmes como la obra de la creación 14.

Por eso Israel es venturoso, por ser el pueblo de Yahvé, que lo eligió como su heredad. Ningún pueblo tiene a sus dioses tan cerca de él como lo tiene Israel15. Es el instrumento de los designios divinos entre los pueblos, como "reino sacerdotal y nación santa" 16. Es el "primogénito" entre los pueblos, y, como tal, el confidente de los secretos designios de Dios en la historia 17. Su Dios es el Soberano del universo, y desde los cielos contempla a todos los hijos de los hombres (y. 1:3). Desde su alta atalaya celestial asiste al desarrollo de la historia humana. A su omnipotencia se junta su omnisciencia, pues El conoce lo más recóndito del espíritu humano, pues ha plasmado todos los corazones, que en la mentalidad semítica y hebraica son el asiento de los movimientos afectivos, pasionales y aun intelectivos. Dios ha dado al ser humano la vida del espíritu y la de los afectos, y, por tanto, no puede desentenderse de él. El profeta Zacarías sintetiza así la obra de Dios: "Tiende los cielos, funda la tierra y forma el aliento del hombre dentro de él"18. Si Yahvé asiste al desarrollo de las maquinaciones de las naciones como colectividades, también está atento a las interioridades de los individuos en orden a establecer las exigencias de su justicia retributiva.

Yahvé, único salvador (16-22).

16 No es la muchedumbre de los ejércitos lo que salva al rey, ni se libra el guerrero por su mucha fuerza. 17 Vano es para la victoria el caballo, pues con todo su vigor no libra. 18 He aquí que los ojos de Yahvé están sobre los que le temen, sobre los que esperan en su piedad, 19 para salvar sus almas de la muerte, para hacerlos vivir en (tiempo de) hambre. 20 Nuestra alma espera en Yahvé; El es nuestro auxilio y nuestro escudo. 21 Pues en El se regocija nuestro corazón, en su santo nombre está nuestra confianza. 22 Sea, Yahvé, sobre nosotros tu piedad, como esperamos en ti.

Supuesta la providencia especialísima de Yahvé, es inútil hacer puros cálculos de fuerzas materiales para conseguir la victoria sobre los enemigos. En tiempos pasados, el poder militar del faraón nada pudo contra el pueblo hebreo, confiado a Dios19; en tiempos de la monarquía israelita, los reyes procuraron formar un ejército poderoso con ánimos defensivos y ofensivos. Los profetas se oponían a todo este aparato militar, porque veían en ello una desconfianza en Yahvé, el único que podía salvar a Israel. El salmista se sitúa en la misma línea: de nada sirven los caballos al guerrero si no tiene el auxilio de Yahvé 20: "éstos en sus carros, aquéllos en sus caballos; pero nosotros en el nombre de Yahvé, nuestro Dios, somos fuertes." 21 Es lo que declarará Judas Macabeo: "No está en la muchedumbre del ejército la victoria en la guerra: del cielo viene la fuerza." 22 La mirada benevolente de Yahvé se dirige a los que le temen y aceptan sus caminos y se confían a su piedad (v.18). La omnipotencia divina está al servicio del justo, objeto de sus complacencias 23; por eso, en las horas del infortunio y de la miseria, los libra de la muerte violenta y del hambre 24.

Los v.20-21 sacan la conclusión de la doctrina expuesta: si Yahvé es el único que da la salvación y la victoria, el alma del justo debe confiarse a El como único auxilio y escudo protector 25.

Esta seguridad de estar bajo la protección de Yahvé crea en el alma un íntimo regocijo, pues su nombre, lleno de misterio, es también prenda de salvación 26. El salmo se termina con el deseo de ser objeto benévolo de la piedad divina. El salmista se asocia a los intereses de su pueblo, necesitado de la protección del Omnipotente.

1 Cf. Is 37:36. — 2 Cf. Is 9:6; 29:7; 17:12s; 31:17. — 3 Cf. E. Podechard, O.C., I 154. — 4 La Bib. de Jér.: "Con vuestro arte acompañad la oración*. NP: "Bene canite ei cum clangore." — 5 Cf. Sal 36:6; 103:6. — 6 Cf. Sal 119:64. — 7 Cf. Gen 2:1; Neh 9:6; Is 40,26. — 8 Cf. Gen 1:3. ; — 9 Cf. Biblia comentada 493. — 10 Gen 1:4. — 11 Cf. Ex 15:8; Jos 3:13; Sal 78:13; Is 40,12.5; Job 38:37 — 12 Gen 7:11; Job 26:8.' — 13 Cf. Sal 148:5; 119:90.91; Ts 48:13. — 14 Cf. Jer 33:20.21; Is 7:10; 19:17; 46:10. — 15 Cf. Dt 4:6-8; 33:29. — 16 Cf. Ex 19:5; Dt 4:20; 9:26; 32:9; Is 19:35; Ter 10:16; Sal 28:9. — 17 Cf. Ex 3:73. — 18 Cf. Zac 12:1. — 19 Cf. Ex 14:17; 15:4. — 20 Cf. Sal 20,8; 44:3s; 60:11s; 21:1; Prov 21:31; Is 31:1-3; 17:12-14. — 21 Sal 20,8. 22! Mac 3:19. — 23 Cf. Sal 37:19; 32:8; 34:15; Esd 5:5; Job 36:7. — 24 Cf. Sal 37:19- — 25 Cf. Dt 33:29; Sal 3:3; 28:7; 115:9. — 26 Cf. Sal 30:4.

 

Salmo 34 (Vg 33): Yahvé, Protector de los Justos.

Esta composición es similar al salmo 25, y, como éste, es acróstica, de forma que cada verso empieza con una letra del alefato. El contenido ideológico es heterogéneo, pues está formado a base de un mosaico de sentencias que podemos agrupar en dos secciones: a) acción de gracias por haber salido de un peligro (2-11); b) en forma sentenciosa didáctica se declara la protección de Yahvé sobre los justos (12-22). Como en el salmo 25, en la distribución alfabética falta el verso correspondiente a la letra wau, y se repite, en cambio, la pe. Ambos salmos tienen muchas afinidades estilísticas con el libro de los Proverbios. La parte primera (2-11) es más lírica, mientras que la segunda es sapiencial (12-23). La distribución métrica es bastante regular. Las exigencias de la alfabetización son un obstáculo a los vuelos líricos, pues el poeta está sujeto a un módulo artificial, que le impide libertad imaginativa.

En el título se atribuye esta composición al propio David, y se cita la circunstancia histórica que dio ocasión a su redacción: al huir del rey de Gat fingiéndose loco 1. Ya sabemos que estos títulos de tipo histórico tienen los visos de ser adiciones redaccionales debidas a los escribas, que han querido buscar las circunstancias históricas de la composición de determinados salmos en la vida de David, tomando las indicaciones de los libros de Samuel. Hoy los críticos están acordes en suponer que el salmo es de la época sapiencial, es decir, posterior al exilio. Las exigencias de estilo y de léxico exigen esta conclusión 2.

Exhortación a Reconocer la Protección Divina (1-11).

1De David, cuando se fingió loco ante Abimelec, que le echó de sí, pudiendo así escapar. 2 Alef. Yo bendeciré a Yahvé en todo tiempo; su alabanza estará siempre en mi boca. 3 Bet. En Yahvé se gloriará mi alma; lo oirán los humildes, y se alegrarán. 4 Guímel. ¡Engrandeced conmigo a Yahvé, ensalcemos a una su nombre! 5 Ddlet. Yo he buscado a Yahvé, y El me ha respondido, librándome de todos mis terrores. 6 He. Volveos todos a El y seréis iluminados, y vuestros rostros no serán confundidos. 7 Zain. Clamó este pobre, y Yahvé escuchó y le salvó de todas sus angustias. 8Jet. Acampa el ángel de Yahvé en derredor de los que le temen y los salva. 9Tet. Gustad y ved cuan bueno es Yahvé. Bienaventurado el varón que a El se acoge. 10 Yod. Temed a Yahvé vosotros sus santos, pues nada falta a los que le temen. 11 Kaf. Empobrecen los ricos y pasan hambre 3, pero a los que buscan a Yahvé no les falta bien alguno. Seldh.

El salmista inicia un himno de alabanza a Yahvé para que los que le escuchan se asocien a El. Los humildes serán los primeros que se asociarán a su alabanza, porque serán los primeros en reconocer la mano protectora de Yahvé en sus vidas de sufrimiento4. Humildes aquí no significa tanto los que practican la virtud de la humildad cuanto los "piadosos" o seguidores incondicionales de Yahvé por sus preceptos, y, como tales, muestran espíritu de obediencia y docilidad; son los yahvistas fervorosos, que por lo general eran de las clases sociales modestas5. Estos serían los que mejor entenderían los favores otorgados al salmista. Por ello les invita a magnificar a Yahvé, reconociendo su grandeza y celebrando su soberanía sobre todo 6. Tiene una experiencia personal de su protección, que le libró de sus terrores (v.5). Dios es la fuente de la luz y de la vida; de El procede la vida espiritual y la física, y, por tanto, la felicidad; por ello, el salmista invita a que los humildes, que saben valorar las íntimas alegrías de la amistad divina, se dirijan hacia El, pues serán iluminados, en cuanto que sus rostros volverán radiantes de alegría y de optimismo ante la vida, porque saben que tienen a Dios a su lado (v.6). Nunca serán confundidos o avergonzados de haber confiado en Yahvé, pues en la hora difícil les tenderá la mano. El salmista habla por propia experiencia, pues Yahvé le salvó de todas sus angustias (v.7). En realidad, el pobre afligido, temeroso de Dios, no se halla solo y desamparado, pues en torno suyo acampa el ángel de Yahvé para protegerle y salvarle7.

Consciente de esta seguridad que proporciona la amistad divina, porque pone a disposición de los suyos sus ejércitos angélicos, el salmista invita a gustar de la bondad divina, que se manifiesta a los que le temen 8. Por ello proclama bienaventurado al que se acoge a su protección (v.6b). Los que se precian de ser santos o consagrados a Dios en su vida de entrega a la Ley, deben temer a Yahvé, ya que El retribuye con largueza, sin que nada les falte, a los que le temen. La denominación de santo se aplica en el A.T. a Israel como nación 9, y a los ciudadanos de la comunidad teocrática en los vaticinios de Daniel 10. Aquí el salmista piensa que los israelitas, por pertenecer a una nación santa — como pueblo y heredad de Dios — deben ser santos, en el sentido de incontaminados con los impuros, que viven moralmente apartados de Yahvé. En realidad, la fidelidad a los mandatos divinos es compensada por la largueza divina; al contrario, los ricos, que forman su fortuna sin preocuparse de la Ley divina, al final pasarán hambre. El salmista piensa siempre en la manifestación retributiva de la justicia divina en esta vida, pues no tiene luces sobre la vida del justo en el más allá.

Invitación a seguir el camino de la virtud (12-23).

12 Lamed. Venid, hijos, y oídme, y os enseñaré el temor de Yahvé. 13 Mem. ¿Quién es el hombre que ama la vida y desea ver días felices? 14 Nun. Preserva del mal tu lengua, tus labios de palabras mentirosas. 15 Sámec. Aléjate del mal y haz el bien, busca y persigue la paz. 16 Ayin. Los ojos de Yahvé están sobre los justos, y sus oídos, atentos a sus clamores. 17 Pe. La faz de Yahvé contra los que hacen el mal, para borrar de la tierra su memoria. 18 Sade. Clamaron (los justos), y Yahvé los oyó y los libró de todas sus angustias. 19 Qpf. Yahvé está próximo a los contritos de corazón y salva a los de espíritu abatido. 20 Resh. Muchas son las calamidades del justo, pero de todas ellas le libra Yahvé. 21 Shin. Toma a su cuidado todos sus huesos, y ni uno solo de ellos será roto. 22 Tau. La malicia matará al impío, y los que aborrecen al justo expiarán. 23 Yahvé redime el alma de sus siervos, y no expiarán cuantos a El se acogen.

Este fragmento tiene un carácter marcadamente sapiencial y es muy similar al del libro de los Proverbios n. Los "sabios," o rabís, suelen utilizar el título de hijo para designar al discípulo aventajado 12; para ellos, el temor de Dios es la base de toda buena orientación en la vida y el núcleo doctrinal de la enseñanza sapiencial13. Así, el salmista-sabio invita a sus oyentes a que se plieguen a sus enseñanzas, centradas en torno al temor de Yahvé 14, que es el quicio de la vida moral, pues incluye el sometimiento a sus misteriosos designios en la vida, plasmados en los mandatos de la Ley. El que desee ver días felices y gozar de la vida en sentido verdadero, debe organizar su existencia conforme a las exigencias de la voluntad divina, ya que así se asegura la protección del Omnipotente, que puede otorgar larga y dichosa vida 15. Siempre el salmista se mueve en la perspectiva de la retribución terrena. Sobre todo para ser grato a Dios hay que evitar el mal, y en primer lugar debe abstenerse el hombre de sembrar calumnias y engaños (v.14). Es un tema muy socorrido en la literatura gnómica sapiencial16. El que sigue el camino del bien, consigue la paz consigo mismo, con el prójimo y con Dios. El salmista invita a llegar a este estado de felicidad en la vida: busca y persigue la paz 17.

La felicidad proviene realmente de la práctica del bien, porque entonces se logra vivir bajo la protección omnipotente divina, pues los ojos de Yahvé están sobre los justos 18; en cambio, su faz está contra los que obran el mal. Aquí faz es sinónimo de manifestación airada y justiciera 19. Así, en Ex 14:24 se dice: "Miró Yahvé desde la nube de fuego al ejército egipcio y lo conturbó." La simple mirada del Señor basta para aniquilar a los malvados, borrando de la tierra su memoria, es decir, su nombre y el de sus descendientes, que pudieran recordarlo ante la sociedad 20. La justicia divina sorprende a los impíos, enviándoles una muerte prematura, mientras que a la generación de los justos la perpetúa a través de la historia, colmándola de bendiciones. Yahvé no se desentiende de la situación angustiosa de los que le son fieles; por eso, cuando los justos claman por su ayuda, les atiende, librándoles de sus aflicciones. Ellos siempre se hallan en disposición de contritos de corazón 21, arrepentidos de sus faltas y afligidos por los sufrimientos íntimos, pues aspiran a la íntima amistad con su Dios22.

Yahvé está siempre próximo a los de espíritu abatido, ya sea por la compunción o por la angustiosa necesidad. En esos momentos, Yahvé se manifiesta como único Salvador. En realidad, la vida del justo está amasada de calamidades, pues es víctima de los que sin conciencia organizan su vida en la sociedad; pero esos sufrimientos tienen un límite, pues al fin Yahvé siempre los salva. En su providencia tiene cuenta de todos los huesos del justo, para que ninguno sea roto. Aquí parece que alude a las torturas morales, simbolizadas en la rotura de huesos; pero la frase tiene también aplicación a los casos en que el justo se halla postrado en el lecho del dolor 23. En realidad, las calamidades que sufre el justo son pasajeras, pues al fin siempre lo salva Yahvé, mientras que el impío — por estar abandonado de Dios y ser blanco de su faz airada y justiciera — sufrirá el castigo de su malicia, que le matará, pues, tarde o temprano, la mano punitiva de Dios le alcanzará; con ello, los que aborrecen al justo terminarán por expiar su pésima conducta.

El y.23 está fuera de la serie alfabética; por eso puede considerarse como adición litúrgica; y, como en el caso del salmo 25:22, empieza por Pe. Los judíos no querían que los textos litúrgicos terminaran con amenazas, y por eso, el compilador litúrgico añade este pensamiento esperanzador: los justos siempre serán redimidos por la mano poderosa de Yahvé cuando se hallan en situaciones difíciles y comprometidas, y no tendrán que expiar — como los impíos — con castigos divinos.

1 En realidad, el rey del que huyó David es Aquis de Gat, rey filisteo (cf. Sam 21,iis); el nombre de Abimelec, pues, es erróneo, y, sin duda, hay confusión con el rey de Guerar, Abimelec, de la historia patriarcal (cf. Gen 20,as). — 2 Cf. E. Pcdechard, O.C., I p.ISS. — 3 Así siguiendo a los LXX y Vg: "divites," que leyeron kabbirim (poderosos) en vez de Rejinm (leoncillos) del TM. — 4 Cf. Sal 5:11; 9:12. — 5 Véase A. Gelin, Les pauvres de Yahvé (París 1953) 133. — 6 Cf. Dt 32:3; Sal 30,1. — 7 Cf. Gen 32:2; 2 Re 6:16s; Ex 23:205; Sal 35:5; 91:11; Zac 9:8. — 8 Cf. Sal 27:13. — 9 Cf. Ex 19:6; Dt 7:6; 14:2.21; 26:19. — 10 Cf. Dan 7:22. — 11 Cf. Prov 1:7; 5:7; 8:32; 9:10. — 12 Cf. Prov 4:1. — 13 Cf. Sal 8:13; 9:10; Is 1:2. — 14 Cf. Prov 1:5; 2:5. — 15 Cf. Sal 14:27; 19:23; 22:4; Prov 3:2; 10,27. — 16 Cf. Prov 4:24; 13:3.5; 21:23; Eclo 28:13-15; Prov 16:17; Job 28:28. — 17 Cf. Prov 21:21; Is 51:1; Rom 14:19; Heb 12:14. — 18 Cf. Sal 23:18. — 19 Cf. Sal 9:3; Núm 6:25. — 20 Cf. Sal 33:18; Eclo 15:19; Sal 9:5.6; Job 18:17. — 21 Cf. Sal 147:3; Is 61:1; Jer 33:9; Is 57:15; Sal 51:19. — 22 Cf. Sal-51:19. — 23 Cf. Sal 31:11; 42:11; 51:8; Is 38:13; Miq 3:3; Jn 19:36.

 

Salmo 35 (Vg 34): Plegaria del Justo contra los Perseguidores.

Este salmo es un mosaico de expresiones que ya hemos encontrado en otras composiciones de esta colección atribuida a David. En el fondo es una súplica individual de un justo que se siente enfermo, perseguido y acusado por sus adversarios. Puede dividirse bien esta composición en dos partes, terminando cada una de ellas con una promesa de acción de gracias: a) súplica de castigo sobre los enemigos perseguidores (i-ίο); b) maquinaciones injustas de los adversarios del salmista (11-28). Esta segunda parte puede dividirse en dos fragmentos: las acusaciones de los enemigos del salmista son injustas (11-18); deseos de que se manifieste la justicia divina sobre ellos (19-28). En la primera parte se insiste sobre la injusticia del odio que le tienen; en la segunda, en la ingratitud de sus adversarios, y en la tercera, sobre la crueldad y alegría maligna de los que se gozan de sus males. En este sentido se puede hablar de cierta unidad de tema, que se desarrolla gradualmente.

La métrica no es fácil de establecer, y el estilo es oscuro y monótono, aunque no carente de expresión vigorosa. Según el título, es de David; y en este supuesto se buscan las circunstancias de la persecución sañuda de Saúl o de su hijo Absalón como sugeridoras de este poema salmódico 1. Los críticos modernos ven en este salmo dependencias literarias de Isaías y Jeremías, y por ello creen que es de la época sapiencial postexílica 2.

Invocación contra los perseguidores injustos (1-10).

l De David. Contiende, ¡oh Yahvé! con mis contrincantes, combate a los que luchan contra mí. 2 Empuña el escudo y la adarga y álzate en ayuda mía. 3 Enristra la lanza y cierra al encuentro de mis enemigos; di a mi alma: "Yo soy tu salvación." 4Sean confundidos y avergonzados los que buscan mi vida. Retrocedan, cubiertos de ignominia, los que maquinan el mal. 5 Sean como paja al viento; persígalos el ángel de Yahvé. 6 Sea su camino tiniebla y resbaladero, y el ángel de Yahvé los acose. 7Porque sin causa me tendieron la red, sin motivo cavaron una fosa a mi alma 3. 8 Sorpréndalos inesperadamente la ruina, y sean capturados en la red que tendieron, y caigan en la fosa que cavaron. 9 Y mi alma se alegrará en Yahvé y se gozará en su salvación. 10 Todos mis huesos dirán: ¿Quién semejante a ti, ¡oh Yahvé! que libras al desvalido del poderoso, al pobre y al afligido de quien le despoja?

En estilo vigoroso y metafórico, el salmista, acosado por sus adversarios, pide a Yahvé que se levante en su ayuda como invencible guerrero y campeón de la justicia, reivindicando los derechos de los afligidos. Su causa se decide en el campo de batalla y en la sala de juicio4, Es necesario que resplandezca la razón del injustamente perseguido; y para ello, si es preciso, Yahvé debe intervenir violentamente con sus adversarios. Las metáforas son bellas y atrevidas, conforme a la mejor tradición de la literatura poética bíblica. Yahvé es presentado como un hombre de guerra que sale en defensa de los suyos5; es el mejor modo de decir a su alma que El es su salvación.

Después de pedir el auxilio divino, el salmista se desahoga, conforme al módulo vindicativo de la literatura punitiva del A.T., contra sus enemigos, a los que desea ver confundidos, presa de la justicia divina6; incluso desea la intervención justiciera del ángel de Yahvé. En Sal 34:8 se decía que el ángel de Yahvé acampa en torno a los justos para defenderlos contra sus adversarios; aquí el salmista desea que no sólo le defienda, sino que ataque y acose a sus enemigos, lanzándolos lejos como paja al viento 7, llevada sin consistencia en todas las direcciones. Su camino sea lleno de tinieblas, para que a causa de sus obstáculos se les convierta en verdadero resbaladero (v.6), cayendo a cada paso bajo el peso del infortunio. En Jer 23:12 encontramos expresiones semejantes: "sus caminos se les van a volver en resbaladeros en medio de tinieblas. Serán empujados por él y caerán, pues voy a hacer sobrevenir sobre ellos males el año de la cuenta, dice el Señor." La dependencia literaria de este fragmento es clara por parte del salmista. A nosotros nos resultan duras estas expresiones, porque vivimos en un estadio de revelación muy superior, cual es el de la moral evangélica, basada en el perdón de las injurias y en el amor al enemigo; pero hemos de tener en cuenta que el nivel moral y espiritual de lo más selecto del A.T. está muy lejos del ideal evangélico, y, por tanto, sus reacciones morales son más primarias. Por otra parte, no debemos perder de vista que las frases son radicales y extremosas, conforme al módulo literario de los autores orientales; y, además, el salmista ve en su causa la del propio Dios de justicia; por ello desea que en su caso se manifieste la justicia divina contra los enemigos del orden moral.

Los impíos se han portado dolosamente con el salmista, pues, como cazadores expertos, se han dedicado a tender la red para que caiga en ella como en traidora fosa. También aquí encontramos dependencia del estilo de Jeremías: "Me cavan una hoya..., me han cavado una trampa donde cogerme y tendieron a mis pies lazos ocultos" 8. Sin embargo, este símil no es raro en el Salterio 9. El salmista pide a Dios que sus enemigos caigan en las trampas que le tienden en pago a sus malignas maquinaciones 10. Quizá el salmista en estos desahogos representa no sólo su situación personal, sino la colectividad de los justos perseguidos en la sociedad israelita.

El castigo de los enemigos perseguidores será ocasión de alegría en el justo perseguido, porque en su salvación verá la manifestación de la justicia divina, en la que tanto tiempo confió frente a las burlas de sus adversarios H. Sus mismos huesos — es decir, todo su cuerpo — participarán de esta íntima alegría, pues en su salvación se manifestará la omnipotencia de Yahvé, que no tiene par cuando se trata de hacer justicia y librar al desvalido y afligido frente a su despojador 12. Quizá en la palabra huesos haya una alusión a un estado de postración física del salmista como consecuencia de su enfermedad 13, pero puede ser una metáfora para recalcar la gran alegría que recibirá al ser liberado.

Los perseguidores del salmista son crueles e ingratos (11-18).

11 Alzáronse testigos violentos para demandarme lo que no sabía. 12 Pagáronme mal por bien para abatir mi alma. 13 Yo, empero, cuando ellos estuvieron enfermos, me vestí de saco, afligiendo con el ayuno mi alma, y repetía en mi pecho las plegarias. 14Me porté (con ellos) como con un amigo, como con un hermano; como si llevase luto por mi madre, (andaba) sombrío y encorvado. 15Pero ellos se alegraban de mi vacilación y se confabulaban y reunían contra mí, hiriéndome sin yo saberlo, gritando sin descanso14. 16Se burlan de mí, haciendo mofa. y rechinan contra mí sus dientes. 17¿Hasta cuándo, ¡oh Señor! estarás de espectador? Libra mi alma de los que rugen 15, mi única de los cachorros de león. 18 Te alabaré en medio de la gran asamblea, te ensalzaré en medio de un pueblo poderoso.

En esta segunda parte parece que se insinúa que los adversarios del salmista han lanzado contra él falsos testimonios, comprometiendo su fama y su situación social. Le achacan acciones de las que él no tiene conciencia. Son gentes violentas, que no tienen consideración con las exigencias de la justicia 16; por ello no tienen inconveniente en atrepellar violentamente al justo. Los que suponen que el salmo es de David, creen que aquí se alude a las maquinaciones de sus enemigos en la corte de Saúl, que le acusaban de conspirar contra el rey 17. En realidad, la afirmación del salmista puede aplicarse a cualquier situación de un inocente injustamente acusado. Esta conducta maligna tiene la agravante de su ingratitud, pues pagaron al salmista mal por bien (v.12) 18. Y a continuación explica su conducta anterior con sus actuales enemigos: cuando estaban enfermos, oró fervorosamente por ellos a Dios, sin ahorrar ayunos y demostraciones externas de penitencia, como el vestirse de saco 19. En su exceso de compasión se mostraba con vestidos de luto, como si fuera un familiar querido 20. A esta conducta generosa y desinteresada han respondido ellos alegrándose de su vacilación o infortunio en la vida, ya sea una enfermedad o una desgracia 21; y, además, se confabulaban conspirando contra él, considerándole como un desamparado y maldito de Dios 22. Como a tal le calumnian y atacan, rechinando los dientes contra él, como la fiera que se apresta a lanzarse sobre la presa 23. Así acosado, el salmista se considera rodeado de leones rugientes, ávidos de caer sobre su única, es decir, su vida, que constituye su único bien 24. Por ello pide ansiosamente a Dios que le libre de sus enemigos, prometiendo expresar solemnemente sus gracias en la gran asamblea del pueblo, reunido sin duda en el templo 25.

Súplica ardiente para que se reconozca su inocencia (19-29).

19 No se alegren de mí mis falsarios enemigos, no se guiñen el ojo los que sin motivo me aborrecen. 20 Pues tú tienes palabras de paz, y contra los mansos de la tierra traman palabras fraudulentas. 21 Abren contra mí sus bocas, diciendo: "¡Ah, ah! Lo vieron nuestros ojos." 22 ¿No lo ves, Yahvé? ¡No calles! ¡Señor mío, no te alejes de mí! 23 ¡Despierta y álzate en favor de mi derecho, Dios mío y Señor mío, (sal) en mi defensa! 24 Júzgame según tu justicia, Yahvé, Señor mío, y no se alegren de mí. 25 Que no puedan decir en su corazón: "¡Eah! (Este era) nuestro deseo." Que no digan: "¡Lo hemos devorado!" 26 Sean juntamente confundidos y avergonzados cuantos se gozan de mi mal. 27 Sean cubiertos de vergüenza y confusión los que se muestran arrogantes contra mí. 28 Exulten y alégrense los que aman mi justicia, y digan siempre: "¡Ensalzado sea Yahvé, que se deleita en la paz de su siervo!" 29 Y mi lengua proclamará tu justicia, todo el día tu alabanza.

El salmista pide ser librado de las manos de los que fraudulentamente se confabulan contra él, inventando falsos testimonios; maliciosamente guiñan el ojo en signo de inteligencia contra el afligido justo 26, mostrando su satisfacción al verle abandonado y postrado. Inquietos y ambiciosos, conspiran contra los mansos de la tierra, que pacíficamente se entregan a su vida, respetando los derechos de los demás. Satisfechos de ver arruinado al piadoso, abren la boca en signo de desprecio 27, y se sienten dichosos al ver cumplido lo que tanto deseaban: Lo vieron nuestros ojos (v.21). El salmista, ante esta cínica actitud, clama a su Dios para que se decida a intervenir: ¿No lo ves?. Es el único Salvador, y, por tanto, ansiosamente le pide que no permanezca más como simple y mudo espectador ante tanta injusticia:¡No calles...! ¡No te alejes de mí! 28 Consciente de su inocencia, le pide que salga a favor de su derecho y le juzgue conforme a su justicia 29; sabe que Dios da a cada uno lo suyo, y, por tanto, en su caso tiene que hacer brillar sus derechos y su inocencia ultrajada.

Sus enemigos son como fieras, que quieren hacerle desaparecer devorándolo o borrando todas las huellas de su existencia. En Lam 2:16 encontramos una frase similar: "Todos tus enemigos abren la boca contra ti, silban y dentellean contra ti, y dicen: Lo hemos devorado, es el día que esperábamos, ya llegó, ya lo vimos." 30 El salmista — víctima de esta encarnizada hostilidad — pide a Yahvé que se haga justicia sobre sus opresores, que se gozan de su mal; en su arrogancia, pretenden monopolizar el derecho frente al justo, que ahora por su estado de postración se halla como alejado de su Dios. En realidad, sus cálculos no pueden prosperar, porque por encima de ellos está el Dios de justicia, y llegará la hora en que serán confundidos y avergonzados al ver que en definitiva es Yahvé quien dice la última palabra en favor de sus fieles 31. Frente a esta legión de malvados se levantan los que aman la justicia, y, como tales, saben apreciar la situación de inocencia del salmista; éstos se llenarán de gozo al ver que Yahvé proporciona la paz a su siervo. La liberación del salmista será, en realidad, la manifestación de la justicia de Yahvé (v.28), y, por ello, aquél entonará un himno de alabanza perpetua a su Dios. Es la acción de gracias que cierra la mayor parte de las composiciones salmódicas que giran en torno a las aflicciones de los justos 32.

1 Cf. Sam 19:5; 20,1; 24:9.11; 26:18.19. — 2 Cf. E. Podechard, O.C., I 102. — 3 Así teniendo en cuenta una corrección de la versión siríaca, comúnmente seguida por los críticos. — 4 Cf. Sal 9:4; Sam 24:15; 25:39. — 5 Cf. Is 49:25; Ex 15:3; Dt 32:41s. — 6 Cf. Sal 40:15; 38:13. — 7 Cf. Sai 1:4. — 8 Jer 18:22. — 9 Cf. Sal 7:16; 9:16. — 10 Cf. Sal 7:16; 9:16; 47:7- — 11 Cf. Ex 15:11-12; Sal 18:34; 71:20; 86:9. — 12 Cf. Ex 15:11 ;Miq 7:18. — 13 Cf. Sal 6:4; 31:12. — 14 Lit. el TM "heridos." Leyendo qor'u en vez de qor'u (desgarraron), tenemos gritaron. — 15 Así leyendo misho'agim (rugientes) en vez de misho'e(y)hem (sus mentiras). — 16 Cf. Ex 23:1; Dt 19:16; Sal 27:13. — 17 Cf. 1 Sam24:9. — 18 Sal 38:11; 109:4-5; Jer 18:20. — 19 Cf. Sal 30,12. — 20 Cf. 2 Sarn 12:15-23; Sal 69:11-12; Neh 1:4; Est 4:153. — 21 Cf. Sal 38:18; Jer 20,10. — 22 Cf. Sal 38:18; Os 13:8. — 23 Cf. Sal 37:12; 112:10; Job 16:9; Lam 2:16. — 24 Cf. Sal 22:21; 22:14-22. — 25 Cf. Sal 22:22.25; 40,9.10. — 26 Cf. Prov 6:12-14; Eclo 27:22; Prov 10,10. — 27 Cf. Is 57:4. — 28 Cf. Sal 28:1; 29:13; 22:12. — 29 Cf. Sal 7:9; 26:1. — 30 Cf. Sal 124:3; Prov 1:12. — 31 Cf. Sal 40,16; 50,3-5; 109:29. — 32 Cf. Sal 71:8.15.24.

 

Salmo 36 (Vg 35): La Impiedad del Malvado y la Bondad de Dios.

Este salmo puede dividirse en dos partes: a) descripción de la maldad del impío, que no maquina sino obras de iniquidad (2-5); b) bondad de Dios hacia el ser humano (6-10). Contrapuestas estas dos conductas — la del pecador y la de Dios —, el salmista termina pidiendo protección a Dios para los justos y afirmando el fin luctuoso de los impíos (11-13).

La primera parte es de tipo sapiencial, y no pocos críticos modernos suponen que originariamente fue un poema diferente del resto del actual salmo 1. Incluso se ha destacado el carácter antológico de toda la composición, hecha a base de la mera yuxtaposición de fragmentos originariamente diversos. La primera parte es más didáctica, mientras que la segunda es más bien lírica. Las metáforas abundan, y el estilo es fresco y vigoroso: los montes, el abismo, los pájaros que guardan a sus polluelos bajo las alas, el convite en la casa del padre..., todas estas imágenes sirven para expresar la bondad y providencia divina. En la segunda parte predomina el paralelismo sinónimo.

Según el título, el salmo es también de David, como es ley en toda la primera colección del Salterio; pero las dependencias literarias de los escritos de Jeremías y de otros escritos de índole sapiencial sugieren que esta composición mixta salmódica lírico-sapiencial es de época posterior al exilio.

La maldad de los impíos (1-5).

lAl maestro del coro. De David, siervo de Yahvé. 2 Oráculo de malicia tiene el impío en lo íntimo de su corazón; no hay ante sus ojos temor de Dios. 3Pues lisonjéase a sus propios ojos demasiado para descubrir y odiar su pecado2. 4 Las palabras de su boca son falsedad y fraude; ha renunciado a ser cuerdo y a obrar bien. 5 En su lecho maquina iniquidad, emprende caminos no buenos, no rechaza el mal.

La malicia parece consustancial al impío; y ello deriva de su ateísmo práctico, pues no reconoce el temor de Dios como norte de su vida ni teme los juicios divinos. En el texto hebreo se emplea la palabra pajad, que designa el "terror" que debe inspirar la justicia divina al pecador 3. El impío se traza su vida sin plantearse el problema de que está sometido a la justicia punitiva del Omnipotente 4. La malicia está, pues, apegada a lo íntimo de su corazón, como una segunda naturaleza, en tal forma que sus reacciones instintivas tienen para él la fuerza de un oráculo. La palabra hebrea empleada, ne'um, podría traducirse por "susurro" íntimo. En la Biblia suele emplearse para la transmisión de las comunicaciones oraculares de Dios a los profetas5, aunque algunas veces aparece teniendo por sujeto al ser humano6.

El impío encuentra razones especiosas y se lisonjea demasiado a sí mismo, condescendiendo con sus concupiscencias, para poder reconocer en él algo pecaminoso y, en consecuencia, detestarlo (v.2). Piensa: "Peccavi, et quid accidit mihi triste."7 No ve la conexión de sus acciones desarregladas con la justicia punitiva divina. En consecuencia, sus palabras son fraudulentas, sin temor a hacer dañó al prójimo, y emprende el camino de la necedad; no es inteligente ni cuerdo, pues no conoce la consecuencia grave de sus propios actos y verdaderos intereses y no se da cuenta de que el pecado, a la larga, acarrea la desgracia8. Obcecado en su malicia, aun en la tranquilidad de su lecho maquina la iniquidad 9. Durante las horas de quietud, su espíritu no piensa sino en planear acciones inicuas para el día siguiente. Las horas de quietud nocturna, en vez de ser horas de recapacitación, de arrepentimiento por las transgresiones diurnas10, son para el impío ocasión para calcular mejor sus iniquidades para el día siguiente. Tiene la conciencia encallecida y sólo piensa en el mal.

Providencia divina sobre los justos (6-10).

6 ¡Oh Yahvé! tu piedad (se levanta) hasta los cielos, tu fidelidad hasta las nubes. 7 Tu justicia es como los montes de Dios, tus juicios son un inmenso abismo. Hombres y bestias tú socorres, ¡oh Yahvé! 8 ¡Cuan preciosa es, oh Dios, tu piedad Los hijos de los hombres a la sombra de tus alas se acogen. 9 Sácianse de la abundancia de tu casa y los abrevas en el torrente de tus delicias; 10 porque en ti está la fuente de la vida, en tu luz vemos la luz.

Esta pieza poética tiene el aire de un himno a la bondad divina, reflejada en la providencia cotidiana sobre hombres y animales. El salmista no encuentra términos para encomiar la magnitud de esa piedad divina, que se extiende indefinidamente hasta lo más alto de los cielos; por ello resulta inconmensurable. La metáfora es corriente en la literatura sapiencial U. Su justicia es comparable, por su magnitud, a las montañas de Dios; expresión bíblica que indica las más altas montañas 12. Según la mitología babilónica, los dioses tenían sus reuniones en las cimas de las montañas más elevadas 13. Quizá de esta concepción popular haya surgido la expresión montañas de Dios. Los montes son símbolo de la firmeza y estabilidad por su mayestática presencia inconmovible 14. Son obras de Dios y reflejan sus atributos de inmutabilidad y grandeza. Los juicios de Dios, sus misteriosos designios sobre los hombres, son tan insondables como el inmenso abismo (v.7). El abismo aquí es el tehom, o depósito de aguas subterráneas sobre las que se asienta la tierra 15; es el paralelo del tiamat de la literatura babilónica.

La providencia divina se extiende a todos: a los hombres y a las bestias, pues todos son criaturas suyas 16; a todos socorre, proveyéndoles de los medios de vida 17. Particularmente los hijos de los hombres encuentran en El su protección, como los pajarillos bajo las alas de la madre. Este símil es corriente en la literatura salmódica 18. En los monumentos de arte egipcio se representa al faraón bajo las alas protectoras de alguna divinidad, como Horus, en forma de gavilán 19. La panorámica de la Providencia divina se extiende a todos los hombres, y por eso se llaman aquí hijos de los hombres, y se evita el nombre de Yahvésímbolo de las relaciones del Dios nacional con Israel, su pueblo — y, en su lugar, conforme a esta perspectiva universalista, se emplea el nombre genérico de Dios, que es soberano y protector de todos los pueblos.

Particularmente los israelitas participan de la generosidad de su Dios; para ellos es un generoso anfitrión que los invita a losbanquetes de su templo, saciándolos con la abundancia de su casa, expresión que primeramente designa los convites sagrados que se tenían con motivo de determinados sacrificios — como los pacíficos y de acción de gracias —, en los que participaban los oferentes y sus invitados 20. Todos éstos son como invitados a la mesa de Yahvé. Pero el salmista piensa, sobre todo, en los bienes espirituales que proporciona la amistad divina y la participación en los oficios litúrgicos. Dios se convierte en ese caso en torrente de delicias del que participan sus fieles predilectos. El profeta Ezequiel habla de un río que saldrá del templo en los tiempos mesiánicos para regar la tierra desértica de la zona del mar Muerto21. El salmista, sin embargo, parece que juega con la tradición de los ríos del paraíso 22. En Sal 16:11 se expresa el deseo de vivir en el santuario junto a Yahvé, donde se encuentra el alimento espiritual: "Tú me enseñarás el camino de la vida, la hartura de tus bienes junto a ti, las eternas delicias junto a tu diestra." La amistad con Dios es fuente de felicidad y de hartura espiritual, porque es el torrente de delicias, que en el contexto del salmo es paralelo a la abundancia o grosura de tu casa: el fiel yahvista no sólo se deleita en la "grosura" de las víctimas sacrificadas en honor de su Dios, sino que encuentra otro banquete espiritual más reflectivo, pues en Yahvé está la fuente de la vida (v. 10), que es el "camino de la vida" de Sal 16:11. Los israelitas, carentes de luces sobre la retribución en el más allá, esperaban que su vida se prolongara muchos años, bendecida por Yahvé. Aquí el salmista declara que la fuente de una νida colmada de bienes está sólo en su Dios 23; por eso, el mejor modo de asegurar una larga y dichosa vida es permanecer fiel a El 24. Sin embargo, la palabra ν ida en boca del salmista tiene también un sentido más espiritual, aunque no trascienda a ultratumba. Yahvé es fuente de vida física, pero también es fuente de la verdadera vida, basada en la comunión espiritual con El; por eso aquí parece sinónima de luz: en tu luz vemos la luz, expresión que equivale a vivir25. La luz de Yahvé es la manifestación radiante de su rostro, con lo que ello implica de Benevolencia y bendición hacia sus fieles 26. El salmista, pues, al contemplar la luz radiante del rostro benévolo y condescendiente de su Dios, siente revivir su ser, recibiendo nueva luz espiritual. En Prov 16:15 se dice: "En la alegría del rostro del rey está la vida, y su favor es como nube preñada de lluvia primaveral." El sabio piensa aquí en la mirada benevolente del rey que otorga favores a sus subditos. En Sal 4:7 se suplica protección y ayuda a Yahvé: "Alza sobre nosotros, ¡oh Yahvé! tu serena faz"; lo que se explícita mejor en Sal 31:17: "Haz resplandecer tu faz sobre tu siervo y sálvame en tu misericordia"; en Sal 44:14: "No les dio su brazo la victoria; fue tu. diestra, tu brazo, la luz de tu rostro, porque te complaciste en ellos."

La manifestación radiante de la faz de Yahvé implica complacencia y misericordia para con sus fieles servidores: "Apiádase Dios de nosotros, haga resplandecer su faz sobre nosotros." "¡Oh Dios! haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos" 27. Los textos se pueden multiplicar para demostrar que, en el lenguaje poético de los salmos, ver la faz de Yahvé y ser objeto del resplandor de su faz equivalen a participar de su protección y beneficios en todos los órdenes. La frase, pues, del salmista en tu luz vemos o veremos la luz, como traduce la Vg, no indica la esperanza de una vida bienaventurada con Dios en ultratumba, sino simplemente la esperanza de participar de la protección y bendición divinas en el orden material y espiritual en esta vida, pues, en la mentalidad viejotestamentaria, la amistad con Dios otorgaba vida larga y satisfacción íntima en el orden espiritual, ya que el fiel era como el confidente de su Dios, en cuya amistad encontraba la plena realizacion de su personalidad.

La justicia divina castigará a los impíos (11-13).

11 Extiende tu piedad a los que te conocen y tu justicia a los rectos de corazón. 12 No me pise el pie del soberbio ni me eche fuera la mano del impío. 13 Allí han caído los obradores de iniquidad, están postrados, sin poder levantarse.

El salmista, consciente de su calidad de amigo de su Dios, le pide que muestre su misericordia para con los que le conocen, es decir, los que reconocen su autoridad aceptando sus preceptos 28. En correspondencia a esta conducta de sumisión a su voluntad, pide el salmista que la justicia divina — fiel a sus promesas de protección a los justos — se manifieste sobre los rectos de corazón, que no claudican a pesar de que muchas veces en la vida tienen que sufrir reveses de toda índole 29. La piedad de Yahvé, pues, se da la mano con la justicia, ya que, de un lado, ésta debe hacer honor a sus exigencias — basadas en las promesas divinas —, y del otro, Dios siempre se halla por encima de toda exigencia del ser humano, pues éste le debe todo lo que tiene.

Pero el salmista sabe que, en la vida, muchas veces al justo le toca la peor parte; por ello suplica que no le pise el pie del soberbio, que cree poder imponer su voluntad en contra de toda norma superior divina. Los impíos se desentienden de Dios y conculcan los derechos de los que le son fieles; parece que el salmista se halla en una difícil situación e implora auxilio a su Protector divino como única salvación posible. Teme ser desplazado de la vida social por los insolentes y desaprensivos 30, y se aferra a su roca de salvación. Pero, confiado en las promesas divinas, reacciona, declarando que los obradores de iniquidad caerán postrados, sin poder levantarse. Tan cierto está de su castigo, que lo da ya por hecho, empleando el perfecto profetice: han caído..., están postrados (v.13) 31. Su caída es definitiva, pues los juicios de Dios no tienen réplica posible, ya que dice la última palabra: el justo triunfa por su auxilio y ve a sus enemigos derrotados, sin posibilidad de volver a levantarse.

1 Así, entre otros, E. Podechard, o.c., I 163. — 2 Nuestra traducción se acerca a la de Bib. de Jér. y parece reflejar con aproximación el texto oscuro hebreo. — 3 Cf. Is 2:10.19.21. — 4 Cf. Sal 10,4.13; 14:1 — 5 Cf. Gen 22:16, — 6 Cf. Núm 24:35; 2 Sam 23:1; Prov 30:1. — 7 Cf. Eclo 5:4. — 8 Cf. Sal 14:2; Jer 4:22; Sal 14:2. — 9 Cf. Miq 2:1s.10 Cf. Sal 4:4; 63:6. — 11 Cf. Job 11:8; 22:12; 35:5; Sal 57:10; 103:11; Ef 3:18. — 12 Cf. Sal 68:16; 80,11; 104:16. — 13 Véase P. Dhorme, La religión assyro-babylonienne p.72.101. — 14 Cf. Sal 104:16; 65:9; 80:10. — 15 Cf. Gen 7:11; Sal 33:8; №28:14; 38:16; Rom 11:33. — 16 Cf. Sal 104:14; 147:10; Jon 4:11; Mt 6:26s,;io,2Qs. — 17 Cf. Sal 104:14; 136:25. — 18 Cf. Sal 17:8; 57:2; 63:8; 61:5; 9:14; Rut 2:12. — 19 Cf. G. Jequier, Histoire de la civilisation egyptienne 127. — 20 Cf. Is 43:24; Jer 31:14; Sal 23:6; 27:4; 45:5; Lev 7:15. — 21 Cf. Ez 47:1-12; Zac 14:8; Sal 46:5. — 22 Cf. Gen 2:105. — 23 Cf. Sal 34:13; Jer 2:13; 17:13; Sal 4:7. — 24 Cf. Prov 10,11; 13:14; 14:47; 16:22. — 25 Cf. Sal 49:20; 56:14; Job 3:16; 33:30. — 26 Cf. Núm 6:25; Sal 89:16; 119:35. — 27 Sal 80,4.8.20; 67:2. — 28 Cf. Sal 9:11; 79:6; 87:4; Ex 5:2. — 29 Cf. Sal 7:101 11:2; 22:11. — 30 Cf. Miq 2:9; Job 15:23; Sal 109:11. — 31 Cf. Prov 14:32; Sal 56:14; 116:8; 118:13.

 

Salmo 37 (Vg 36): Los Caminos de la Providencia sobre los Hombres.

Este salmo es acróstico y versa sobre los secretos caminos de la Providencia en la vida de los hombres. Los justos despreciados no comprenden por qué prosperan los impíos en esta vida, mientras que ellos se consumen en la incomprensión y el ostracismo en la sociedad. Es el mismo problema planteado por el libro de Job. La solución está en los secretos designios divinos sobre la humanidad, pues aunque de momento parece que los impíos prosperan, en realidad, los justos serán los que al fin saldrán victoriosos y reconocidos en su virtud. El salmista no desarrolla lógicamente el pensamiento, sino que se limita a hacer afirmaciones sobre la aparente prosperidad de los impíos y sobre el futuro dichoso del justo que se confía en Dios. El estilo se asemeja en parte a las reflexiones del libro de los Proverbios, y la distribución alfabética de las veintidós estrofas — conforme al número del alefato hebreo — fuerza y ata el encadenamiento lógico del salmista, el cual se limita a yuxtaponer sentencias más o menos conexas entre sí, pero lógicas dentro del tema general del salmo: los justos al fin prosperarán, mientras que los impíos serán desenraizados de la tierra.

Tertuliano califica a esta composición salmódica de "Providentiae speculum," y San Isidoro, "potio contra murmur." En realidad, la perspectiva del salmista no se extiende a la retribución en ultratumba, que es la idea clave para descifrar el misterio de la Providencia divina respecto de los hombres; para el cristiano, la verdadera vida está en el más allá, y ésta, con sus sufrimientos y contrariedades, es la escuela para conseguir aquélla. Pero estas ideas no aparecen en el A.T. hasta el siglo n en el libro de la Sabiduría; de ahí que, tanto en el Salterio como en el libro de Job, la solución al problema de los sufrimientos del justo se limita a declarar que los caminos de la Providencia son misteriosos y, por tanto, que el hombre debe someterse humildemente a ellos. La solución es: confianza en Dios y esperar el tiempo de su manifestación justiciera con los impíos y de retribución al justo en esta vida. Naturalmente, estos principios se basan en el sentido de solidaridad que existía en el A.T. La justicia de Dios, si no se manifestaba en vida del justo, se manifestaría algún día en su descendencia; y esto era ya una satisfacción y un consuelo para el justo atribulado. Al fin, el veredicto de la historia y de la Providencia a través de los tiempos estaría a su favor. El hombre vive en su posteridad, que le representará en la sociedad cuando él desaparezca.

Desde el punto de vista literario, este salmo tiene mucho de parecido con el libro de los Proverbios; es medio lírico y medio didáctico dentro del estilo de la literatura sapiencial i. La distribución estrófica según las distintas letras del alefato hebreo es normal, pero la característica literaria es la de un poema sapiencial. El salmista es como el "sabio" lleno de experiencia, que da consejos a los que se sienten inquietos por el triunfo de los impíos en la vida. Las sentencias no suelen tener orden riguroso lógico, sino que están sometidas a las exigencias de la alfabetización de la primera palabra de cada estrofa. Muchas veces las sentencias se juntan por asociación de ideas, y no pocas veces se repiten con frases algo diferentes. Abundan los paralelismos sinónimos y no faltan los antitéticos, contraponiendo la suerte del malvado y la del justo.

Como es ley en esta primera colección del Salterio, el salmo es atribuido a David, pero el estilo sapiencial exige una época posterior al exilio; no hay en él frases que lleven el sello arcaizante de los tiempos davídicos.

El justo no debe impacientarse por el éxito temporal del impío (1-6).

1 De David. Alef. No te impacientes por los malvados, no envidies a los que hacen el mal, 2 porque, como el heno, presto se mustiarán, y cual la hierba verde se agostarán. 3 Bet. Tú confía en Yahvé y obra el bien; habita en la tierra y apaciéntate de seguridad. 4 Haz de Yahvé tus delicias, y te dará lo que tu corazón desea. 5 Guímel. Encomienda a Yahvé tus caminos, confía en El, y El obrará. 6 Y hará salir como la luz tu justicia, y tu derecho como el mediodía.

La prosperidad de los impíos plantea un problema a ciertos yahvistas, que no ven la manifestación de la justicia divina, castigando a los pecadores y premiando a los justos, según se prometía en la Ley 2. El salmista quiere salir al paso de esta perplejidad de espíritu, haciendo consideraciones sobre la vasta panorámica de la providencia de Yahvé en la historia de los hombres. El hombre ni ve ni entiende más que lo que le es inmediato, mientras que Dios dispone las cosas conforme a un módulo de valoración más amplio en el tiempo. En realidad, los que hacen el mal tendrán una prosperidad efímera, ya que a la hora de la cuenta se mustiaran como el heno, que ahora aparece lozano y verde 3. La hierba verde es símbolo en la literatura salmódica de lo perecedero4. No se debe dejar llevar de las apariencias el justo, pues el brillo y prosperidad de los impíos es pasajero5; al contrario, debe esperar pacientemente la hora de la justicia divina, que dirá su última palabra. Por eso se invita al justo a habitar la tierra y disfrutar de ella en seguridad; la tierra es la de Canaán, que pertenece a Yahvé y a su "heredad," Israel. El justo debe usufructuar sus productos en seguridad, es decir, con la certeza de que Yahvé un día saldrá por sus derechos conculcados. Sobre todo debe centrar su vida en torno a Yahvé, haciendo de él sus delicias, pues así conseguirá lo que desea (v.4).

Supuesto que sólo en Yahvé se encuentra la verdadera felicidad, debe el justo confiar en El sus caminos, es decir, sus destinos en la vida, todas las ansiedades e inquietudes en las encrucijadas de la vida6, pues llegará el momento en que Yahvé obrara, saliendo en su favor en los momentos comprometidos; al fin brillará su justicia como la luz; aunque de momento aparezca oculta en la oscuridad, llegará un momento en que la noche se convertirá en mediodía y su derecho será plenamente reconocido por todos7.

Dios hará justicia sobre los impíos (7-11).

7 Ddlet. Aquiétate en Yahvé y espera en El; no te impacientes por la prosperidad de sus caminos, de los que obran la iniquidad. 8 He. Depon el enojo y deja la cólera. No te excites, que a mal sólo conduce. 9 Porque los malvados serán exterminados, pero los que esperan en Yahvé poseerán la tierra. 10 Wau. Aún un poco, y el impío ya no será; le buscarás en su lugar, y no estará. 11 Los afligidos poseerán la tierra y gozarán de gran paz.

No debe el justo enjuiciar demasiado pronto la situación, sino confiarse a Yahvé, aquietándose y esperando el momento de su intervención justiciera para poner las cosas en su punto. No debe impacientarse y dejarse llevar del enojo, que sólo conduce al mal, pues corre el riesgo de interpretar indebidamente los caminos secretos de la Providencia 8. A la hora de la verdad — cuando intervenga la justicia Adivina —, los malvados serán exterminados de muerte violenta o prematura, mientras que los que esperan en Yahvé, los afligidos, poseerán la tierra. Como en el pasado los gentiles fueron arrojados de la tierra de Canaán para dejar lugar a los israelitas 9, así llegará la hora en que desaparecerán los malvados e insolentes, para dejar solos a los afligidos, a los predilectos de Yahvé. El pensamiento del salmista juega con la esperanza de los tiempos mesiánicos, en los que desaparecerá todo vestigio de pecado 10. Nadie disputará entonces los derechos de los fieles yahvistas, por tanto tiempo postergados. Entonces podrán gozar de una inmensa paz, ya que, por más que se busque a los impíos, ya no estarán (v.11).

Jesús nos da un nuevo sentido espiritual, del texto del salmo, según la versión de los LXX: "Los mansos poseerán la tierra"11; en la perspectiva evangélica no se trata ya de gozar materialmente de una paz paradisíaca en los tiempos mesiánicos, siendo los justos colmados de bienes materiales de la tierra, sino de la íntima satisfacción de los que siguen el mensaje de Jesús, los cuales, en expresión del Apóstol, pueden decir que "nihil habentes et omnia possidentes"12; el que tiene la paz interior, tiene la verdadera paz consigo mismo y con los demás; es un rey en la sociedad, pues no se deja llevar del vaivén de inquietudes pasajeras: posee la tierra en "un reino que no es de este mundo"13. El salmista está lejos de esta perspectiva exclusivamente espiritualista, y por eso — por carecer de luces sobre la retribución en el más allá — espera que la felicidad de los justos, libres de la compañía inquietante de los malvados, se dará en esta vida.

Las maquinaciones de los impíos contra los justos serán vanas (12-17).

12 Zain. Maquina el impío contra el justo y rechina sus dientes contra él. 13 El Señor se ríe de él, porque ve que viene su día. 14Jet. Desenvainaron los malvados su espada, entesaron su arco para abatir al pobre y al miserable, para asesinar a los de camino recto. 15 Su espada penetrará en su corazón, y se quebrantarán sus arcos. 16 Tet. Mejor le es al justo lo poco que la gran opulencia de los impíos 14, 17 Porque los brazos de los impíos serán rotos, mientras que Yahvé sostiene a los justos.

En la sociedad actual existe una continua maquinación de los malvados contra el justo, que sigue la Ley de Dios. La hostilidad es permanente y le acosa como una fiera que rechina sus dientes para lanzarse sobre él15. En realidad, el impío no piensa que llegará su día, es decir, el de la manifestación de la justicia divina sobre su pésima conducta; pero Yahvé, que sabe el destino que le espera, se ríe de sus maquinaciones 16. La Providencia divina tiene señaladas sus intervenciones en la historia, y todo llegará inexorablemente conforme a su plan prefijado de antemano. Los malvados atacan abiertamente al justo como enemigos que desenvainan la espada y entesan el arco 17; la hostilidad contra los pobres y devotos de Yahvé es constante y muchas veces violenta 18; el camino de rectitud de estos fieles yahvistas es una constante recriminación y acusación contra su pésima conducta 19. Pero, a la hora del castigo divino, su espada penetrará en su corazón, es decir, sus maquinaciones se volverán contra ellos, y todas sus hostilidades o arcos serán quebrantados 20.

En realidad, al justo le basta con poco para hacer frente a la opulencia de los impíos, porque tiene consigo a Dios, que dirá la última palabra21. Es lo que se expresa en Tob 12:8: "Un poco con rectitud es mejor que mucho con iniquidad." Los impíos, por muchos que sean, serán quebrantados, y de nada les valdrán sus bracos 22, pues Yahvé está con los justos, sosteniéndolos contra todos los ataques.25

Yahvé vela por la suerte de los justos (18-22).

18 Yod. Conoce Yahvé los días de los íntegros, y su posesión será por siempre. 19 No serán confundidos al tiempo malo, y en los días de hambre serán saciados. 20 Kaf. Pues los impíos perecerán, y los enemigos de Yahvé, como la lozanía de los prados, se marchitarán, se desvanecerán como el humo. 21 Lamed. Pide prestado el impío y no puede pagar, el justo se compadece y da. 22 Pues los benditos de Yahvé heredarán la tierra, mientras que sus malditos serán exterminados.

Yahvé conoce y aprueba la vida de los que le son fieles e intachables: en su omnisciencia sabe que sus días están dedicados a su servicio; por eso, su posesión o "heredad" en Israel continuará para siempre en su persona o en sus descendientes, mientras que la posteridad del malvado perecerá 24. Cuando lleguen los tiempos de calamidad, los justos no serán abandonados ni confundidos en sus esperanzas ante la estimación de la opinión social, sino que en los días de hambre y escasez serán saciados. Es lo que se dice en Job 5:20: "En tiempo de hambre te salvará de la muerte; en tiempo de guerra, de los golpes de la espada." En cambio, la suerte de los impíos, ahora próspera, será muy otra, pues en la hora de la prueba perecerán, y su esplendor aparente se marchitará como la lozanía de los prados o se desvanecerá como el humo, que se pierde en la atmósfera.

La situación del justo será tan próspera, que le sobrará para dar prestado al impío, que le falta lo necesario (v.21). Es la concreción de la promesa hecha a Israel: "Porque Yahvé, tu Dios, te bendecirá... y prestarás a muchos pueblos, y no tendrás que tomar prestado de nadie; dominarás a muchas naciones, y ellas no te dominarán a ti" 25. Al contrario, si es infiel a los mandatos de Yahvé, se anuncia la miseria: "el extranjero te prestará, pero tú no le prestarás; el vendrá a ser cabeza, y tú cola" 26. En el nuevo orden de cosas entrevisto por el salmista, el justo abundará en riquezas, con lo que podrá prestar al impío, de forma que éste le esté sometido. Es el cambio total de la situación actual, en que predomina el malvado en la sociedad. En el nuevo orden de cosas, los benditos de Yahvé heredarán la tierra (v.22), mientras que sus malditos serán exterminados de muerte violenta o con muerte prematura 27.

La protección de Yahvé sobre los justos (23-28).

23 Mem. Por Yahvé se afirman los pasos del varón cuyo camino le place. 24 Si cayere, no permanecerá postrado, porque Yahvé le sostiene su mano. 25 Nun. Mozo fui y ya soy viejo, y no vi abandonado al justo, ni a su prole mendigar el pan. 26 Todos los días se compadece y presta, y es bendecida su posteridad. 27 Samec. Apártate del mal y haz el bien, y habitarás por siempie. 28 Porque ama Yahvé el juicio y no desampara a sus piadosos. Ayin, Serán guardados para siempre 28. La progenie de los impíos será extirpada.

La vida del justo está bajo la especial providencia de Yahvé, que afirma y sostiene sus pasos de forma que no desfallezca ni resbale; y si cayere, al punto le ofrece su mano para levantarlo 29. No se trata de las caídas morales, o pecados, sino de los infortunios que pueden sobrevenir al justo, en cuyo camino o conducta Dios tiene sus complacencias. Las pruebas siempre serán para él pasajeras, pues tiene a su lado la mano del Omnipotente para levantarle de la situación de postración en que se halle. La experiencia de la larga vida del salmista le dice que nunca vio al justo desamparado ni a su prole mendigando el pan 30. Sus necesidades han sido pasajeras y no tales que les faltase lo necesario. Aun les sobra para prestar a los impíos, como se declara en el v.21; su posteridad con ello es bendecida por Yahvé y por los que serán testigos de su protección providencial.

El salmista, testigo por tantos años de la protección divina sobre el que camina por las sendas de la virtud, invita a su discípulo a apartarse del mal, que le atraería el alejamiento de su benevolencia; al contrario, el camino de la virtud y del bien es prenda segura de aprobación divina, con lo que esto incluye de bendiciones de todo género; mientras se mantenga en el camino de la fidelidad a Yahvé, el ser humano puede habitar por siempre en la tierra de Yahvé, la tierra de las promesas divinas 31, pues Yahvé ama todo lo equitativo que esté conforme al juicio o mandato de la Ley, y, por otra parte, nunca desampara a los que le son fieles, los piadosos, que procuran amoldarse hasta en los más mínimos detalles a su voluntad, expresada en los preceptos de la Ley.

Los justos poseerán la tierra (29-33).

29 Los justos poseerán la tierra y morarán en ella por siempre. 30 Pe. La boca del justo medita sabiduría, y su lengua proclama el derecho. 31 La ley de su Dios está en su corazón, sus pasos no vacilan. 32 Sade. El malvado espía al justo y busca cómo darle muerte. 33 Yahvé no le abandonará a su mano y no permitirá que sea condenado en el juicio.

En contraposición a la suerte de los impíos, los justos serán los verdaderos herederos de la tierra, y en ella se establecerán por siempre, sin miedo a perder su heredad. El justo, por estar dentro de los caminos de Dios, siempre está meditando sabiduría, pues el "principio de la sabiduría es el temor de Dios." 32 Conformarse con sus caminos secretos, expresados en la Ley y en los designios secretos de su providencia, es la verdadera sabiduría, pues entonces el hombre encuentra su centro en la vida. Como el justo se halla dentro de la órbita de la verdad, su boca proclama el derecho, es decir, la recta vinculación a Dios y al prójimo a través de determinados deberes fundamentales. El centro de su corazón es la Ley divina, y por eso en su vida nunca se muestra vacilante. Sabe cuál es su norte, y se amolda cuidadosamente a sus exigencias. No vacilar en el lenguaje del Salterio es no caer en la desgracia 33 Con la protección divina, el justo camina seguro en la vida.

A pesar de que el malvado está constantemente espiando y conspirando contra el justo para hacerle caer en la desgracia y aun para darle muerte, no prevalecerá, pues Yahvé no lo entregará a sus manos ni permitirá que sea condenado cuando se plantee causa judicial contra él. El salmista aquí parece aludir a determinadas acusaciones calumniosas lanzadas contra el justo que pudieran acarrearle la muerte decretada por un tribunal. Pero Yahvé hará brillar la justicia en favor de su fiel servidor.

Los malvados desaparecerán sin esperanza (34-40).

34 Qpf· Confía en Yahvé y guarda sus caminos, y El te ensalzará para que poseas la tierra, y verás la exterminación de los impíos. 35 Resh. He visto al impío prepotente y extenderse como cedro del Líbano 34; 36y he pasado, y ya no era 35; le busqué, y no le hallé 36. 37 Sin. Guarda la integridad y practica el derecho 37, pues hay porvenir para el hombre pacífico. 38 Pero los impíos a una serán exterminados, y la posteridad de los malvados será extirpada. 39 Tau. De Yahvé viene la salvación de los justos, es su refugio al tiempo de la angustia. 40 Yahvé los socorre y los libra; del impío los libra y los salva, porque se acogen a El.

De nuevo el salmista toma un tono de maestro que da consejos a su (discípulo, conforme a la tradición "sapiencial": la guarda de sus caminos o mandamientos conduce a la posesión de la tierra libre del dominio de los impíos; llegará el momento en que verá la vindicación pública de sus derechos y el castigo inexorable de los malvados 38. El salmista, para confirmar su sentencia anterior, acude a su experiencia personal: muchas veces ha sido testigo de la prosperidad de los impíos, que se han extendido prepotentes como cedro frondoso del Líbano, insolentes en su magnificencia y esplendor; pero al poco tiempo toda su opulencia se había disipado: he pasado, y ya no era (ν.36).

La integridad de costumbres, la fidelidad a la Ley divina, el reconocimiento del derecho que de ella se deriva para con Dios y el prójimo, es el mejor modo de asegurar un porvenir o posteridad en el futuro. Pues Yahvé bendice y protege al hombre pacífico, en buenas relaciones con todos en la sociedad 39. En cambio, el futuro reservado a los impíos no puede ser más desolador, pues serán exterminados, y con ellos su posteridad. Porque, en definitiva, de Yahvé viene la salvación para los justos que se hallan en la ansiedad y la angustia.

1 Cf. Prov 24:19; 3:31; 23:17; 24:1; 15:16; 16:8. — 2 Cf. Dt 4:1s. — 3 Cf. Gen 41:6.23; Is 40:7; Ez 17:10; Sant 1:11. — 4 Cf. 2 Re 19:26; Sal 92:8; 102:5; 129:6; 103:165; Is 40:63. — 5 Cf. Prov 24:19; 3:31; 23:17; 24:1. — 6 Cf. Prov 16:3; 1 Pe 5:7 — 7Cf. Job 11:17; Prov 4:18; Is 58:10; Mt 13:43. — 8 Cf. Sal 39:2; 73:2-3. — 9 Cf. Dt 12:29; 19:1; Sal 25:13. — 10 Cf. Job 8:15; 20:9; Dan 9:24. — 11 Mt 5:5. — 12 2 Cor 6:10. — 13 Jn 18:36. — 14 Lit. el TM: "la opulencia de muchos impíos." — 15 Cf. Sal 35:16. — 16 Cf. Sal 2:4. — 17 Cf. Prov i.ios; Sal 7:13; 11:2; 58:8; 64:4. — 18 Cf. Prov 1:105. — 19 Cf. Sal 9:12.18; Am 8:4; Is 32:7; Jer 22:16. — 20 Cf. Sal 119:1. — 21 Cf. Prov 10,2.16; 15:15; 16:8; Ecl 5:9. — 22 Cf. Sal 10,15; Prov 38:15. — 23 Cf. Sal 3:5; 54:4; 71:6. — 24 Cf. Ex 31:24. — 25 Cf. Dt 15:6. — 26 Cf. Dt 28:44. — 27 Cf. Ex 31:14. — 28 Así según el TM. Como era de esperar una palabra que empezara por Ajyin, se ha supuesto que el texto primitivo decía 'awelim nishmadú: "los malvados serán destruidos," en vez de nishmarü ("serán guardados") del TM, que tendría por sujeto a los piadosos. — 29 Cf. Jer 10,23; Prov 20,24; Sal 145:14; Prov 24:16. — 30 Cf. Gen 28:15; Sal 9:10. — 31 cf. Prov 10,30. — 32 prov Is7; 10,31; Sal 40,4. — 33 Cf. Sal 15:5; 18:37; 21:8; 26:1. — 34 Así según los LXX. El TM: "extendiéndose como un árbol indígena verdegueante." La Bib. de Jér. sigue la lección griega. — 35 Lit. el TM: "ha pasado." Los LXX, Sir. y Vg: "he pasado." — 36 Lit. "no fue hallado." — 37 Lit. el TM: "observa al perfecto y guarda al leal." Nuestra traducción se basa en los LXX. Bib. de Jér.: "observa al perfecto y mira al hombre recto." Así NP. — 38 Cf. Sal 52:55; Job 8:16s. — 39 Cf. Sal 34:15; 35:20; 120,7; Is 59:8.

 

Salmo 38 (Vg 37): Oración de un Pecador Arrepentido.

El salmista, apesadumbrado por sus pecados, angustiado profundamente por dolores morales, incomprendido de sus amigos, que se alejan de él, pide a Yahvé ayuda. No se concreta en qué consiste el castigo que pesa sobre él como consecuencia de sus pecados; el contexto parece sugerir la lepra, pues sus enemigos se apartan de él. Por su contenido, el salmo se parece bastante a los salmos 6 y 39. El mejor paralelo del salmo es, en realidad, el poema didáctico del libro de Job, aunque las expresiones moderadas del salmista contrastan con las explosiones radicales del varón de Hus, injustamente castigado — a su parecer — por la mano de Dios.

En la liturgia, este salmo forma parte de la serie de los siete penitenciales. Por su forma literaria externa se le puede considerar corno "alefatizado," aunque no acróstico; es decir, sus estrofas se distribuyen conforme al número de las letras del alefato. Podemos distinguir dos partes por su contenido: a) descripción de los sufrimientos provenientes directamente del mismo Dios (1-11); b) los provenientes de los hombres, amigos o enemigos (12-23). Abundan las frases estereotipadas tomadas de otras obras literarias o de fórmulas usuales de lamentaciones en los duelos.

En el título se atribuye la composición al propio David, que ciertamente manifestó públicamente su arrepentimiento por sus pecados. Con todo, los críticos modernos, aunque encuentran frases de sabor arcaico, creen que es posterior a la era davídica, ya que abundan las dependencias literarias de otros escritos viejotes-tamentarios.

El salmista, víctima de la justicia de Dios (1-11).

1 Salmo de David. Para la memoria. 2 No me reprendas, Yahvé, en tu furor, ni me corrijas en tu ira. 3 Pues tus saetas han penetrado en mí y pesa sobre mi tu mano. 4 Nada hay sano en mi carne a causa de tu ira; nada íntegro en mis huesos a causa de mis pecados. 5 Pues mis iniquidades pasan sobre mi cabeza, pesan sobre mí como pesada carga. 6 Mis llagas son fétidas y purulentas a causa de mi locura. 7 Estoy encorvado y en gran manera abatido, en luto camino todo el día. 8 Pues mis lomos están llenos de ardores y no hay en mi carne parte sana. 9 Estoy desfallecido y sobremanera acabado y doy rugidos por la conmoción de mi corazón. 10 Señor, ante ti están todos mis deseos y no se te ocultan mis gemidos. 11 Mi corazón palpita, me abandona mi fuerza, y hasta la luz de mis ojos no está conmigo.

El salmista, consciente de su culpabilidad, pide a Yahvé que no le castigue con furor, sino con moderación, aliviando sus sufrimientos físicos y morales. La invocación inicial (no me reprendas en tu furor...) es idéntica a la de Sal 6:1. Quiere que Dios se manifieste más como Padre que como Juez airado 2. En realidad, los sufrimientos ya han dejado mella en su cuerpo, pues han penetrado en él como saetas (ν.3). Las enfermedades y juicios punitivos de Dios son como saetas punzantes que ponen al vivo la naturaleza del paciente 3. Es la mano justiciera de Yahvé, que descarga para castigar los pecados de los hombres 4. El salmista siente su cuerpo macerado y purulento de heridas en todas sus partes 5. Conforme a la mentalidad del A.T., ve en sus enfermedades y achaques el castigo por sus pecados; el orden moral y el físico están íntimamente unidos en su mente. Este es consecuencia de aquél; de este modo se daba razón teológica de la existencia del mal. El autor del libro de Job se plantea este problema, y rechaza esta opinión tradicional como injusta, pues muchas veces gentes totalmente inocentes sufren en su cuerpo y en su alma. El salmista, pues, participa de la tesis tradicional entre la ecuación del sufrimiento y el pecado; sus iniquidades pasan sobre su cabeza como un diluvio que todo lo anega 6 y como una carga que le aplasta 7.

Después describe su enfermedad con detalles que indican una enfermedad de la piel; quizá se trata del terrible azote de la lepra que hacía estragos en Oriente en la antigüedad. Humildemente reconoce que esta enfermedad le ha venido por su locura o culpabilidad moral, ya que el pecado es en el fondo una locura, pues es salirse de los caminos protectores de la Providencia 8. Como consecuencia de su debilidad física, se halla como encorvado y abatido, triste y macilento como el que cumple un rito de luto (v.7). A sus desgarramientos en la piel se junta la fiebre general que invade su cuerpo: mis lomos están llenos de ardores. Es como un fuego interior que consume y devora al enfermo 9. En su desfallecimiento, sus gemidos son desgarradores, como rugidos de león, que salen de un corazón que, desesperado, lucha por existir 10.

En realidad, Dios no ignora esta situación, y conoce bien sus deseos de salvación y sus ansias de supervivencia, manifestadas en sus gemidos lacerantes H; se halla a punto de expirar porque le falla el corazón, que palpita dando los últimos estertores, mientras que le abandona el vigor físico y se nublan los ojos, lánguidos por el sufrimiento 12.

El abandono de los amigos y la persecución de los. enemigos (12-21)

12 Mis amigos y mis compañeros se estacionan lejos de mis llagas, mis allegados se mantienen lejos. 13 Tiéndenme lazos los que buscan mi vida, y los que buscan mi mal dicen desventuras; todo el día están maquinando engaños. 14 Pero yo, como sordo, no oigo, y soy como mudo, que no abre la boca. 15 Soy como hombre que no oye, y en cuya boca no hay respuesta. 16 Porque es en ti, Yahvé, en quien confío, y Tú, Señor, Dios mío, serás quien responde. 17 Porque digo: "Qué no se gocen de mi (mal) ni se engrían contra mí cuando resbale mi pie." 18 Pues yo estoy para caer, y mi dolor está constantemente ante mí. 19 Porque confieso mi culpa y estoy acongojado por mi pecado. 20 Y mis enemigos vivientes son poderosos 13, y se multiplican los que injustamente me odian. 21 Y los que vuelven mal por bien me hostigan por seguir el bien.

Los amigos del salmista desventurado se apartan de él, porque le consideran como maldito de Dios, quizá huyendo de su enfermedad, la lepra, que se consideraba como el grave castigo que enviaba Dios al hombre 14. Sus mismos allegados no se atreven a acercarse. Por otra parte, los enemigos declarados maquinan contra su vida, y, reunidos en conciliábulos, dicen contra él desventuras o calumnias. Se le considera culpable y quieren quitarle la vida 15; prueba de su culpabilidad es la enfermedad humillante que le devora. Pero el salmista, consciente de su inocencia, calla y deja correr el tiempo para que Dios hable en su favor, curándole y confundiendo a sus enemigos. Por ello se hace sistemáticamente el sordo y el mudo ante los insultos y juicios desfavorables que sobre él emiten. Es inútil hablarles, y por eso encomienda su causa a Yahvé, en quien confía, esperando que al fin responda debidamente a tantas injurias e injusticias.

Los enemigos se alegran de los sufrimientos del salmista, viendo en ellos el castigo divino por sus pecados. Este desamparo de Dios les causa una satisfacción maligna, y el salmista pide a su Dios que intervenga salvándole, para que no canten victoria sobre él (v.1y) 16. Por otra parte, está a punto de sucumbir bajo el peso del dolor, y, en consecuencia, urge la intervención divina; de lo contrario, su ruina será definitiva. Humildemente y compungido, confiesa que sus sufrimientos provienen de sus pecados; por ello confiesa su culpabilidad, esperando ser rehabilitado en su salud quebrantada. El pensamiento de sus pecados le tiene apesadumbrado sobremanera. En su mentalidad viejotestamentaria, escruta su pasado para ver las causas de su enfermedad, y por todas partes ve caídas y transgresiones.

Ante sus ojos mortecinos y a punto de expirar aparecen sus enemigos, fuertes y poderosos, haciéndole frente y olvidando los beneficios que les ha otorgado en otro tiempo. En su maldad devuelven mal por bien. Contrasta el vigor de sus adversarios y su debilidad, a pesar de que aquéllos son más pecadores que él17.

Súplica final (22-23).

22 ¡No me abandones, oh Yahvé; Dios mío, no estés alejado de mí! 23 ¡Corre en mi auxilio, Señor mío, mi salvación!

Como en otros salmos en que se describe la angustia del justo lacerado, también éste se cierra con una súplica de salvación, pues únicamente Yahvé puede salvar al salmista enfermo y hostigado por los enemigos, que se alegran de su situación penosa y casi desesperada 18. Las composiciones salmódicas se distinguen por esta nota de confianza ciega en el Todopoderoso. Los salmistas son gentes piadosas, yahvistas íntegros, que procuran vivir vinculados a su Dios en medio de una sociedad corrompida y olvidada de sus deberes religiosos. Son los continuadores de los profetas, que mantenían la antorcha de la fe en medio de una sociedad semipaganizada.

1 En hebreo, lo que traducimos para la memoria se dice lehazkír: "para hacer recordar." Generalmente se ve aquí una indicación litúrgica alusiva a la 'azkaráh o "memorial," término técnico del ritual levítico para ciertas ofrendas de harina con aceite quemadas con incienso sobre el altar (Lev 2:2) y para el incienso colocado en los panes de la proposición (Lev 24:7). Véase Biblia comentada I ad locum. — 2 Cf. Jer 10:24; Sal 25:18; 31:10; 39:10s; 40:12. — 3 Cf. Sal 7:12; Dt 32:23; Job 6:4; 16:12; Lam2:12. — 4 Cf. Sal 32:4; 39:11. — 5 Cf. Is 1:6. — 6 Cf. Sal 69:2-3; 24:4- — 7 Cf. Gen 4:13. — 8 Cf. Sal 69:6; 107:17. — 9 Cf. Sal 39:4; 102:4; Job 30,30. — 10 Cf. Sal 22:1; 32:3; Job 3:24- — 11 Cf. Sal 10:17; Mt 6:8. — 12 Cf. Sal 6:7; 13:23; 31:9; Job 17:7; Lam 2:1. — 13 Muchos autores, en vez de jayim (vivientes) del TM, leen jinndm (sin motivo). Así s, Podechard, NP y Bib, de }ér. — 14 Cf. Is 53:40; Lev 13:3; Sal 31:11-13; 69:8; 88, 18; Job 19:133. — 15 Cf. Sal 41:6-9; 35:4.26. — 16 La frase resbalar el pie significa tener una desgracia en cualquier orden (cf. Sal 13:4). — 17 Cf. Sal 35:12-13. — 18 Cf. Sal 22:1; 10:1; 35:22; 71:12; 48:49-2; 71:12; 141:1.

 

Salmo 39 (Vg 38): Deprecación del Justo Atribulado.

Esta composición tiene el aire de una elegía bellísima y original. La ilación lógica de las ideas no es fácil captarla muchas veces, porque el texto ha llegado a nosotros en un estado desordenado. Se pueden distinguir dos partes netas en el salmo: a) exposición apasionada de un justo afligido que busca el consuelo en la bondad de un Dios justo y condescendiente (2-7); b) súplica ardiente a Dios para que le dé reposo y felicidad en esta vida. Según la mentalidad del A.T., la enfermedad era un castigo por el pecado, y la muerte representaba la interrupción de la amistad con Dios. Por el contenido ideológico y aun por las expresiones empleadas, el salmo tiene mucho de parecido con el anterior y con el salmo 62. En ambos se destaca la esperanza en Dios y la vanidad de la vida. No faltan paralelos con el libro de Job.

Desde el punto de vista literario, este salmo es de gran valor. Ewald afirmaba de él que era "incontestablemente la más bella de todas las elegías del Salterio." Se refleja en él la melancolía profunda y la sinceridad y lealtad del alma angustiada. El estilo es vigoroso y fresco, con gran riqueza de coloridos y matices. La distribución estrófica es difícil, ya que el texto ha sido muy retocado.

También en el título se atribuye a David, pero las analogías con otros escritos sapienciales, como el libro de Job y aun el Eclesiástico, hacen pensar que su redacción es postexílica.

Deseos de sufrir en silencio las contrariedades (1-4).

1 Al maestro de coro. De Iditún. Salmo de David1. 2 Yo me dije: Velaré sobre mi conducta 2 para no pecar con mi lengua; pondré freno a mi boca mientras tenga al impío frente a mí. 3 Quedé silencioso, mudo; del bien me abstuve, pero mi dolor se exacerbaba. 4 Me ardía el corazón en mi interior, se encendía el fuego en mi meditación y prorrumpí con mi lengua.

El problema del salmo es el de la retribución moral. El salmista se halla en una situación de agotamiento a causa de los sufrimientos físicos y no ve el término de esta enfermedad; angustiado, está a punto de desahogar su queja contra el trato que le da su Dios, pero teme que, al criticar los caminos de la Providencia, dé pie a sus enemigos, los impíos, a burlarse de sus creencias de que Yahvé se ocupa del gobierno del mundo y, sobre todo, de los fieles a su religión 3. Por ello decide callar, al menos mientras estuviera presente el malvado 4. Teme pecar contra la Providencia al contrastar su situación deplorable con la prosperidad de los impíos5. Frente a él está la prosperidad del impío, lo que resulta escandaloso para sus creencias sobre la retribución moral; pero, con todo, cree que lo más prudente es callar: quedé silencioso (v.3).

Pero, después de mucho ahogar sus palabras meditando sobre los caminos de la Providencia, su dolor se ha sobreexcitado, pues le falta el desahogo de sus palabras. Su silencio, lejos de darle la paz, le punzaba, pues con su pensamiento se entregaba a la meditación sobre la prosperidad de los pecadores y la miseria de los justos, y entonces ardía su corazón. La descripción es muy psicológica. Sus cavilaciones no le permitían callar, y por eso, al fin su lengua prorrumpe en súplicas ardientes a su Dios para que abrevie su situación casi desesperada. Su silencio agriaba su vida; se había abstenido de todo: de decir bien o mal 6; pero este mutismo absoluto no aliviaba su situación interior, y, por otra parte, parecía como si Dios le tuviera olvidado, sin valorar este mutismo calculado. Por eso se encendía el fuego en su interior 7.

La efímera vida del hombre (5-7).

5 Dame a conocer, ¡oh Yahvé! mi fin y cuál sea la medida de mis días; que sepa cuan caduco soy. 6 Has reducido a un palmo mis días, y mi existencia delante de ti es la nada; no dura más que un soplo todo hombre. 7 Pasa el hombre como una sombra, por un soplo solo se afana; amontona sin saber para quién.

La brevedad y fragilidad de la vida es un tema corriente en la literatura salmódica y sapiencial 8. El salmista debe de ser ya de edad provecta, y, por tanto, sabe que le queda poco para ver la justicia de Dios 9. Sus días son un palmo, medida que correspondía a cuatro dedos, unos siete centímetros10. Todo esto es una insignificancia ante la duración eterna de Dios. La vida del hombre es como un soplo o una sombra pasajera, y, además, sus afanes no tienen sentido, pues no sabe el hombre para quién amontona y deja sus ahorros n; los usufructuarán gentes que no conoce: "Mi fortuna, ¿quién la verá? ¿Va a bajar detrás de mí al sepulcro?"12 El Eclesiástés es más explícito: "Aborrecí todo cuanto había hecho bajo el sol, porque todo tendré que dejarlo a quien venga después de mí. ¿Y quién sabe si ése será sabio o necio? Y, con todo, dispondrá de todo mi trabajo, de lo que me costó estudio y fatiga debajo del sol... y desesperé en mi corazón de todo el trabajo que he hecho debajo del sol, porque quien trabajó con conocimiento, con pericia y buen suceso, tiene después que dejárselo todo a quien nada hizo en ello... Pues ¿qué le queda al ser humano de todo su afanarse y fatigarse con que debajo del sol se afanó?"13. El salmista recalca también la vanidad del trabajo humano, ya que la vida es una sombra que pasa, y por ello el ser humano no puede disfrutar de sus trabajos, ni sabe quién los usufructuará.

Oración para obtener la misericordia (8-12).

8 Y ahora, ¿qué puedo esperar, Señor? Mi esperanza está en ti. 9 Líbrame de todas mis iniquidades, no me hagas objeto de escarnio de los insensatos. 10 Enmudezco, no abro mi boca, porque tú eres el que obras. 11Desvía de mí tu azote; el rigor de tu mano me consume. 12 Tú corriges al hombre castigando la iniquidad, y consumes, como la polilla, lo que le es más querido. Cierto que todo hombre es un soplo. Seldh.

Supuesta la brevedad y futilidad de la vida humana, no queda más esperanza que el propio Yahvé. Sólo El le puede librar de los males. Es lo único seguro y estable a lo que se puede acoger el hombre. Consciente de su culpabilidad moral, pide primero que le perdone sus iniquidades, que son causa de que hagan burla de él los insensatos o ateos prácticos, que ven en su desgracia una prueba de que Dios no está con El, a pesar de gloriarse de ser su amigo. No comprende el salmista que Yahvé dé la razón a sus adversarios, que lo son de Dios, los cuales de su situación angustiada deducen que no tiene providencia sobre los suyos 14. Sabe que sufre por sus pecados, pero pide se le perdonen y muestre su misericordia salvándole de la angustiosa situación 15.

Confiado en la misericordia divina, el salmista se calla y no vuelve a repetir su súplica, pues al fin Yahvé ha de obrar y sacarle de sus angustias. Su silencio es un acto de sumisión a Dios, pues reconoce que la enfermedad que sufre viene fundamentalmente de sus pecados. Espera en silencio la intervención divina. No quiere discutir con su Dios sus derechos y se confía a su intervención 16. Pero, apesadumbrado por el dolor, vuelve a rogar que se aparte de él el azote divino, la enfermedad que le consume (v.11). Está a punto de morir, víctima del rigor de la mano de su Dios. No pretende criticar los caminos de la Providencia, pues sabe que en el fondo de estos reveses hay un castigo por alguna iniquidad pasada. Con las pruebas y castigos corrige al hombre y le hace volver al buen camino. Su intervención punitiva consume, como la polilla, lo que constituye motivo de orgullo para el hombre, su fuerza física, su vigor y sus mejores cualidades humanas, porque, en

realidad, la vida del hombre es un soplo 17, y en su fragilidad es un juguete del Omnipotente 18.

Súplica final (13-14).

13 Oye, ¡oh Yahvé! mi plegaria; da oídos a mis clamores; no seas insensible a mis lágrimas. 14 Porque yo no soy más que un extranjero para ti, un advenedizo, como todos mis padres. Aparta de mí tu mirada (airada), para que yo respire antes de que me vaya y ya no sea.

De nuevo insiste en su plegaria de salvación; su situación precaria no permite esperar más, pues se acerca el trágico desenlace de su vida, con lo que cantarán victoria sus adversarios, que niegan la Providencia divina en la vida de los seres humanos . Confiesa que, como todo israelita, es un extranjero ante Yahvé y un advenedizo en la posesión de la tierra de Canaán, que pertenecía, en realidad, únicamente a Dios. Sus mismos antepasados — sus padres — tampoco tenían especial derecho a vivir permanentemente y en propiedad sobre la tierra de Yahvé 19. Pero, aunque sea un extranjero, un peregrino, un huésped, tiene derecho a cierta hospitalidad pasajera, y por eso insiste en que le prolongue la vida, librándole del peligro inminente de muerte. En consecuencia, le pide que al menos le trate como huésped en su tierra, con capacidad de gozar de su generosa hospitalidad, de su amistad. San Pedro aplica el texto a los cristianos, que deben considerarse como peregrinos en este mundo 20. El salmista termina su composición rogando a Dios que aparte de él su mirada justiciera y no le imponga el castigo que merece por sus muchas faltas. Así podrá tener un respiro en la vida, gozando de ella antes de desaparecer para siempre de la escena de este mundo 21. La falta de perspectiva de una vida con Dios en ultratumba hace a los salmistas suspirar por la prolongación de ésta para gozar de la amistad divina.

1 En los salmos 62 y 67 se lee'al-yedúthún en vez del lidithún de este salmo. Yedutun parece ser un nombre propio. Efectivamente, conocemos a un jefe de coro con este nombre, que aparece juntamente con Hernán y Asaf (cf. 1 Par 16:45; 25:1s; 2 Par 5:12; 35:15). — 2 Lit. "guardaré mis caminos." — 3 Cf. Sal 36:2-3; 73:11. — 4 Cf. Hab 1:3. — 5 Cf. Sal 37:7; Eclo 20:29. — 6 Cf. Gen 31:25. — 7 Cf. Sal 32:4. Ovidio: "Strangulat inclusus dolor atque exaestuat intus" (Trist. V 1.63·) — 8 Cf. Sal 62:10; 90:3-6; 102:12; 103:14-16; 144:4; Job 7:6-10. — 9 Cf. Sal 119:84; Job 6:11-12. — 10 Cf. Jer 52:25. — 11 Cf. Sal 49:11; Eclo 2:18-22; 4:7-8; Ecl 14:15. — 12 Job 17:15-16. — l3 Ecl 2:18-22. — 14 Cf. Job 10:2s. — 15 Cf. Sal 130,3; 90:3-9I Job 14:1-4. — 16 Cf. Job 10:28; Is 53:2; Os 5:12; Job 13:28; Is 50,9; 51:8. — 17 Cf. Os 5:12. — 18 Job 4:19. — 19 Cf. Gen 23:4; 35:27; 47:9; Lev 25:23. — 20 Cf. 1 Pe 2:11; Heb 11:13. — 21 Cf. Job 7:19; 14:6; 10:20-21; 7:8.

 

Salmo 40 (Vg 41): Acción de Gracias por el Auxilio Recibido.

Este salmo es doble: a) acción de gracias individual (2-12); b) súplica de auxilio (14-18). Esta segunda parte es igual al salmo 70. El v. 13 parece ser la soldadura artificial de ambas secciones, introducida por el redactor o compilador de la composición actual. La primera parte, de acción de gracias, supone la liberación de un peligro de muerte gracias a la intervención providencial de Dios (v.2-5), y, en consecuencia, el salmista entona un himno eucarístico, invitando a los oyentes a adherirse a Yahvé, que protege a sus fieles, y recordando los favores que otorga a los suyos (v.4-6). Más que ofrecer sacrificios de acción de gracias, Yahvé prefiere que se publiquen sus bendiciones y se acate su voluntad (v.7-11).

Los críticos suelen destacar la superioridad y originalidad literaria de las expresiones de la primera parte, mientras insisten en que la segunda parte está tejida a base de frases e ideas corrientes tomadas de otros salmos. La unión de ambas secciones, caracterizadas, respectivamente, según expresión de Delitzsch, por el tono del Magníficat y De profundis, debe tener su origen en las exigencias litúrgicas. Abundan los paralelismos sintéticos y no faltan los sinónimos.

La fecha de composición no es fácilmente determinable. Como es ley en esta primera serie del Salterio, el título atribuye el salmo al propio David, y en ese supuesto se buscan las circunstancias de la vida del Profeta Rey, que pudieran dar pie a esta composición salmódica; y así se barajan los días azarosos en que era perseguido por Saúl por el desierto de Judá, y los otros no menos angustiosos de la rebelión de Absalón1. No obstante, los críticos modernos, por razones estilísticas, prefieren rebajar la composición del salmo a tiempos postexílicos 2.

La liberación de un peligro de muerte (1-3).

1 Al maestro del coro. Salmo de David. 2 Confiadamente esperé en Yahvé, y El se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor. 3 Y me sacó de una horrible hoya, de fangosa charca. Y afirmó mis pies sobre roca y afianzó mis pasos.

El salmista alude a una situación de peligro para su vida, sin determinar si se trata de una enfermedad grave o un accidente mortal. Por otra parte, no alude, como en otros salmos, a amenazas de muerte de parte de sus enemigos. Yahvé acudió a su súplica cuando se hallaba al borde del abismo. Se consideraba ya en el sepulcro u horrible hoya3, que describe como charca fangosa o cisterna en la que se echaba a los prisioneros4. La situación parecía desesperada, pero intervino la mano protectora de Yahvé, y al punto su vida se cambió, y del peligro pasó a la máxima seguridad, pues Yahvé afirmó sus pies sobre roca, afianzando sus pasos. El símil es corriente en la literatura salmódica5, y refleja bien la situación del náufrago que, después de nadar, encuentra la salvadora e inconmovible roca 6, o el perseguido por los enemigos que al fin llega a una prominencia rocosa, desde donde los domina como desde ciudadela inaccesible 7. El salmista se siente seguro, y sus pies no vacilan en el suelo fangoso, sino que sus pasos se afianzan, caminando por superficie firme como las rocas.

Himno de acción de gracias (4-6).

4 Puso en mi boca un cántico nuevo, una alabanza a nuestro Dios. Que lo vean muchos y teman y confíen en Yahvé. 5 Bienaventurado el varón que en Yahvé puso su confianza y no se vuelve a los soberbios ni mentirosos apóstatas. 6 Tú, ¡oh Yahvé! Dios mío, has multiplicado tus maravillas y tus designios en favor nuestro. Nadie hay semejante a ti. Yo quisiera anunciarlas, hablar de ellas, pero sobrepasan todo número.

La liberación súbita del peligro de muerte por obra de Yahvé hace que se vea forzado a entonar un cántico de alabanza en su honor. En su entusiasmo quiere que se asocien a su desahogo lírico los que le rodean, los cuales se han de ver sobrecogidos de temor reverencial ante el que obra tales prodigios; y también los invita a confiar en El. El salmista tiene siempre un sentido comunitario de solidaridad de los que pertenecen al pueblo de Yahvé, y anhela el reconocimiento por parte de todos de sus beneficios a favor de uno de ellos, en este caso el propio salmista 8. Por eso habla en plural: nuestro Dios. El caso suyo es uno de tantos en que se refleja la particular providencia que Yahvé tiene de los que a El se confían 9. Por eso considera bienaventurado al que tiene confianza ciega en Dios, apartándose de lo que dicen los apóstatas o ateos prácticos, que no admiten la providencia divina en la vida de los hombres y, en su soberbia, se permiten afirmar mentirosamente que sólo su poder basta para gobernarse en la vida l1.

El salmista — frente a esta actitud de autosuficiencia y de orgullo — declara que muchas veces ha sido testigo de las maravillas y prodigios que reflejan los designios salvadores y benevolentes de Yahvé hacia los suyos 11. Son tantas que no es posible anunciarlas todas 12.

Yahvé se agrada más en la obediencia que en los sacrificios (7-11).

7 No te complaces tú en el sacrificio y la ofrenda; me has dado oído abierto 13; no pides ni holocausto ni sacrificio expiatorio 14. 8 Entonces dije: "¡He aquí que vengo!" En el rollo del libro me está prescrito 15 9 hacer tu complacencia; Dios mío, (ello) me es grato, y tu Ley está en medio de mis entrañas. 10 He proclamado la justicia en la gran asamblea, he aquí que no he cerrado mis labios; Yahvé, tú lo sabes. 11 No he tenido encerrada tu justicia en mi corazón, he anunciado tu fidelidad y tu salvación; no he ocultado tu piedad y tu fidelidad a la numerosa asamblea.

Al expresar la acción de gracias, normalmente el fiel israelita ofrecía sacrificios específicos en reconocimiento al favor recibido de Yahvé 16. El sacrificio característico de acción de gracias se componía de un sacrificio "pacífico y una oblación" 17. El salmista en este caso los considera innecesarios, pues cree que Dios exige ante todo obediencia y conformidad a su Ley 18. Bajo este aspecto no hace sino hacerse eco de la predicación de los grandes profetas: "Cuando saqué de Egipto a vuestros padres, no fue de holocaustos y de sacrificios de lo que les hablé ni lo que les mandé, sino que les ordené: oíd mi voz y seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo..."19. Es el comentario a la famosa frase de Samuel: "¿No quiere mejor Yahvé la obediencia a los mandatos que no los holocaustos y las víctimas? Mejor es la obediencia que las víctimas." 20 Los sacrificios y ofrendas materiales poco valen si no van acompañadas de la entrega íntima del corazón del oferente a los preceptos, que sdrí la expresión de la voluntad divina. Es lo que enfáticamente declara el pirofeta Oseas: "Prefiero la misericordia al sacrificio, y el conocimiento de Dios al holocausto." 21 El salmista acepta esta doctrina y declara que Yahvé le ha sugerido lo mejor, dándole oído abierto, es decir, docilidad a sus preceptos — expresión de su voluntad —, lo que prefiere a los holocaustos y sacrificios expiatorios, que pueden ofrecerse sin compunción de corazón y sin ánimo de seguir su Ley 22.

Conforme a esta exigencia de Yahvé, el salmista se ofrece para secundar sus indicaciones: ¡Heme aquí que vengo! (v.8). Con toda generosidad se ofrece, como en otro tiempo al pequeño Samuel 23, para seguir sus preceptos tal como está escrito en el rollo del libro de la Ley 24; está totalmente a su disposición para hacer su complacencia. San Pablo aplica estas palabras a Cristo, Sacerdote y Mediador por los seres humanos, citándolas según la versión de los LXX: "Por lo cual, entrando en este mundo, dice: No quisiste sacrificios y oblaciones, pero me has preparado un cuerpo (el TM del salmo: "me has perforado los oídos"). Los holocaustos y sacrificios por el pecado no los recibiste. Entonces yo dije: Heme aquí que vengo — en el volumen del libro está escrito de mi (TM: "me está prescrito") — para hacer, ¡oh Dios! tu voluntad." 25 Es uno de tantos textos acomodaticios traídos en la argumentación de la Epístola a los Hebreos según la versión de los LXX. La fuerza argumentativa es válida para los lectores que admitían la versión de los LXX como auténtica.

El salmista declara su plena adhesión a la voluntad divina al decir que lleva la Ley escrita en lo más profundo de sus entrañas. Es el cumplimiento del mandamiento deuteronómico: "Llevarás muy dentro de tu corazón todos estos mandamientos que yo hoy te doy." 26 Jeremías habla de una nueva alianza escrita en los corazones 27. El salmista no sólo se acomoda a los preceptos divinos, sino que proclama públicamente en la asamblea solemne la justicia y fidelidad de Yahvé a sus promesas, mostrada en su milagrosa salvación del peligro de muerte. Con ello ha probado que no abandona a los suyos. En su acción de gracias tiene más importancia el reconocimiento de los favores recibidos de Yahvé que los sacrificios y ofrendas suntuosos de los que otros hacían ostentación. En su vida se ha manifestado su justicia, piedad y fidelidad, atributos todos al servicio de su providencia excepcional para con los que le son fieles28.

Súplica de salvación (12-18).

12 No apartes de mí, ¡oh Yahvé! tu misericordia; i tu piedad y tu fidelidad me guardarán por siempre. 13 Porque me rodean males sin número, se me echan encima mis iniquidades, y no puedo levantar la vista 29. Superan en número a los cabellos de mi cabeza, y me falla el corazón. 14 Agrádate en librarme, ¡oh Yahvé; corre, ¡oh Yahvé! en mi ayuda. 15 Sean confundidos y avergonzados a una los que buscan mi vida para perderla. Vuelvan las espaldas, llenos de vergüenza, los que en mi mal se solazan. 16 Estremézcanse de ignominia los que me gritan: ¡Ea, ea! 17 Salten de gozo y alégrense en ti todos los que te buscan, digan siempre: "¡Ensalzado sea Yahvé!" Los que aman tu salvación. 18 Cuanto a mí, pobre y menesteroso, mi Señor cuidará de mí. Tú eres mi socorro y mi libertador. ¡Dios mío, no tardes!

En esta segunda parte del salmo se refleja la ansiedad del justo en peligro; por ello, las exigencias del contexto hacen suponer que nos hallamos ante otra situación diferente a la anterior, en la que se destacaba la acción de gracias por la liberación de un peligro de muerte. El salmista ahora pide auxilio en su difícil situación, y recuerda que siempre ha estado bajo el amparo de la misericordia, piedad y fidelidad de su Dios, que nunca abandona a los que le son fieles 30. Consciente y seguro de la protección divina en los momentos críticos, apela a El ahora en que se echan sobre él muchos males, que después concreta en la hostilidad sistemática de los que buscan quitarle la vida. En la sección anterior del salmo, el peligro del que había sido rescatado era una enfermedad mortal que le puso a la vera del sepulcro. Ahora, en cambio, le hostigan sus adversarios. También reconoce ahora humildemente que esta nueva situación de peligro es merecida, pues es consecuencia de sus iniquidades, que, como pesada carga, se le echan encima y le apesadumbran (v.13)3l. Agobiado por su culpabilidad, no se atreve a levantar la vista 32. Sus transgresiones son más numerosas que los cabellos de su cabeza, y esto le agobia en tal manera que hasta le falla el corazón 33. Consciente de la justicia divina, no le queda sino encomendarse a su misericordia. Y, lleno de optimismo por la confianza que tiene en la piedad de su Dios, se atreve animoso a implorar su liberación y ayuda 34.

Su liberación milagrosa servirá para confundir y avergonzar a los que tramen contra su vida 35. Se solazan maliciosamente en la situación angustiosa en que se halla el salmista, e impudentemente le grita: ¡Ea, ea! Es una expresión burlona y sarcástica, porque le consideran abandonado de Dios, en el que confiaba 36. Al contrario, la liberación del justo angustiado será ocasión de alegría general entre los que buscan a Dios, porque en ello han visto desplegado su omnímodo poder, del que procede toda salvación. En la liberación del justo perseguido, los fieles a Yahvé ven en ello una confirmación de su providencia sobre los que siguen su Ley, y, al mismo tiempo, la manifestación de su poder contra los pecadores.

El salmista termina haciendo un acto de confianza ciega en su Señor, y está seguro de que, aunque ahora se siente pobre y menesteroso, no está fuera de la órbita de la solícita providencia divina, pues en realidad Yahvé es su Libertador. Seguro de ello, suplica que no tarde en manifestar su poder salvador en su favor.

1 Así opinan Kirkpatrick, o.c., 208. — 2 Cf. E. Podechard, O.C., I 182. — 3 Cf. Sal 28:1;'88:5.6. — 4 Cf. Lam3:53.55; Jer 38:6. — 5 Cf. Sal 17:5; 18:37; 37:31. <5 Cf. Sal 69:3. — 7 Cf. Sal 27:6; 17:6; 27:32. — 8 Cf. Is 41:5; 45:14; Sal 22.24S. — 9 Cf. Sal 34:91 52:8; Jer 17:7 — 10 Cf. Jer 17:5; Sal 146:3. — 11 Cf. Sal 06, 6. — 12 Cf. Sal 104:24; 106:2; Eclo 18:4. — 13 Lít. "has perforado mis orejas." — 14 Lit. "sacrificio y pecado." — 15 Los LXX: "está escrito a propósito de mí." — 16 Cf. Lev 27, lis; Sal 27:6. — 17 Cf. Lev 7:12s. — 18 Cf. Dt 6:6; Jer 31:33; Sal 37:32. — 19 Cf. Jer 7:21-22. — 20 Sam 15:22. — 21 Os 6:6. — 22 El salmista distingue bien los sacrificios cruentos y las ofrendas u oblaciones de sustancias vegetales, como harina, miel y aceite (cf. Lev 2:1s). — 23 Cf. Sam 3:4; 2 Sam 19:20; Núm 22:38. — 24 Cf. Jer 36:2; Es. 2:9; Esd 6:2; Is 34:4. — 25 Hcb 10.5-6. — 26 Dt. 6:6. — 27 Cf. Jer 31:33- — 28 Cf. Sal 36:6-10; 25:6. — 29 Lit.: "no puedo mirar." — 30 Cf. Sal 138:8; 89:5; 98. — 31 Cf. Sal 38:5; Dt 28:15; Job 8:4; Prov 5:22. — 32 Cf. Sal 38:11; 69l4. — 33 Cf. Sal 38:11. — 34 Sal 69:5; 22 15 — 35 Cf. Sal 35:5.27; 38:13. — 36 Cf. Sal 35:22.26.'

 

Salmo 41 (Vg 40): Oración de un Enfermo Grave.

El salmista refleja la situación angustiada de un enfermo postrado en el lecho del dolor con peligro inminente de muerte. Sus adversarios le visitan, pero interiormente están deseosos de que se acelere el fatal desenlace. En esta situación de incomprensión y abandono, al doliente no le queda sino encomendarse a su Dios, implorando la salvación. Las expresiones del salmista pueden entenderse como reflejando una experiencia actual o como ya pasada, pero recordada después por el mismo.

La exposición va precedida de un prólogo de tipo "sapiencial" sobre la felicidad y las recompensas de los que se preocupan de los desgraciados y necesitados. Es la introducción, que abarca la primera estrofa (1-4). Los v.5-10 constituyen otras dos estrofas (5-7 y 8-10), en las que se reflejan las intrigas y malicia de los adversarios que conspiran contra el salmista. Finalmente, la estrofa final (11-14) es una súplica de salvación a Yahvé, que se cierra con una doxología.

Predomina el paralelismo sintético. En cuanto a la época de composición, los autores no están de acuerdo, pues mientras unos no tienen inconveniente en atribuirlo a David, como se dice en el título de la colección, otros, en cambio, rebajan la fecha a los tiempos de la literatura sapiencial.

Yahvé premia la piedad para con los indigentes (1-4).

1 Al maestro del coro. Salmo de David. 2 Bienaventurado el que se preocupa por el necesitado y el desvalido ; en el día malo le librará Yahvé. 3 Le guardará Yahvé y le dará vida. Será dichoso sobre la tierra y no lo entregará a la animosidad de sus enemigos. 4 Le sostendrá Yahvé en el lecho del dolor; le aliviará sobre su lecho en su enfermedad 2.

El salmista inicia su composición declarando que el que se interesa por los indigentes será premiado cuando le llegue la hora de la desventura 3. En la literatura profética y sapiencial del A.T., el tema del pobre es muy frecuente. Yahvé se preocupa especialmente de los desvalidos, como el huérfano, el extranjero y la viuda4; quiere que los que le sean fieles muestren su espíritu de comprensión hacia los que han sido lanzados por la resaca de la vida. Para todo mortal hay días sombríos de dolor y tristeza, y, en esos momentos de abatimiento y abandono, el que haya sido compasivo con los demás sentirá la mano protectora de Yahvé, que le confortará y reanimará cuando se halle postrado en el lecho del dolor 5. Volverá a disfrutar de las nobles alegrías de la vida en la tierra, sin temor a caer en manos de los que animosamente le hostigan6. Por falta de perspectiva de retribución en ultratumba, el salmista, confiado en la justicia divina, proclama que Yahvé premiará al misericordioso y compasivo con su protección, que no le ha de faltar en los momentos más difíciles de su vida.

La hostilidad de los enemigos (5-10).

5 Yo digo: ¡Oh Yahvé, ten piedad de mí! ¡Sana mi alma, porque pequé contra ti! 6 Mis enemigos hablan hostilmente contra mí: "¿Cuándo se morirá y perecerá su nombre?" 7Si vienen a verme, hablan mentirosamente; su corazón rezuma maldad, y, saliendo fuera, se desahogan en palabras. 8 Reunidos los que me odian, murmuran contra mí y maquinan el mal contra mí: 9"Un mal infernal se ceba en él; se acostó para no volver a levantarse." 10Aun el que tenía paz conmigo, aquel en quien me confiaba y comía mi pan, alzó contra mí su calcañal.

Después de la introducción sapiencial, en la que se destaca la dicha venturosa reservada al que se ocupa de las desgracias, el salmista pasa a narrar su tragedia personal. Inicia su exposición con una súplica de piedad7, reconociendo su culpabilidad, pues, según la mentalidad viejotestamentaria, atribuye su triste situación a sus pecados 8. Se siente culpable ante Dios, aunque inocente a los ojos de los hombres 9. Todo hombre es pecador y, consciente o inconscientemente, es culpable ante Dios °. Por eso, en la enfermedad descubren los justos posibles faltas que hayan traído como consecuencia el infortunio. Yahvé es un Dios justo, y, por tanto, si envía el mal contra los suyos, es porque éstos no son del todo inocentes. Todo lo que sucede en el orden material y moral viene de Dios. Como es ley en los autores semitas, éstos — poseídos de un concepto religioso de la vida — atribuyen todo directamente a Dios, prescindiendo de lo que en filosofía se llaman causas segundas o agentes creados, que son los causantes directos de las realidades de este mundo y de los hechos de la historia. El salmista, pues, consciente de su culpabilidad, pide a su Dios que le aparte el mal que le ha enviado, sanando su alma o vida y devolviéndole la salud quebrantada ll.

A su enfermedad se junta una tragedia moral, pues sus enemigos se alegran de su mal y conspiran maliciosamente contra él. Por el hecho de estar enfermo, ellos suponen que está abandonado de su Dios, en el que tanto confiaba; y, por supuesto, se le considera culpable 12. Se sienten impacientes porque se retarda el fatal desenlace, deseando que se extinga su nombre o posteridad 13. Incluso se toman la libertad de ir a visitarle, como era usual en la sociedad israelita 14. En realidad, lo que quieren es comprobar con sus ojos que la vida del enfermo se extingue, y aunque al enfermo hablan mentirosamente, fingiendo interesarse por su salud (v.7), por dentro rezuman maldad, pues se alegran de la grave situación del salmista. Saliendo Afuera, comentan satisfechos el estado desesperado de salud del que tanto odian: el enfermo es presa de un mal infernal, literalmente una "peste de Belial"; su enfermedad es incurable: se acostó para no volver a levantarse (v.6). Aun los que se presentaban como amigos, teniendo paz con él, y se sentaban a su mesa, ahora se muestran ingratos, hostigándole: alzan contra mi el calcañal. Jesús en la última cena aplica estas palabras a la traición de Judas, que literalmente había tomado parte en la mesa con El15.

Súplica de curación (11-14).

11 Pero tú, ¡oh Yahvé! ten piedad de mí; haz que me levante, y entonces les daré su merecido. 12 En esto conoceré que te complaces en mí, en que no triunfe mi enemigo sobre mí; 13 y tú me mantendrás incólume 16 y me guardarás por siempre en tu presencia. 14 ¡Bendito sea Yahvé, Dios de Israel, por los siglos de los siglos! Amén. Amén.

Siempre confiado en el poder y favor de Yahvé, implora su auxilio para que se manifieste en su favor y le salve de tan crítica situación, pues ansia, además de recuperar su salud, dar el pago merecido a sus enemigos, que esperan su muerte. La desaparición prematura del salmista hubiera dado la razón a sus adversarios, que le consideran abandonado de Yahvé. Su curación será la prueba clara de que están equivocados y de que aún disfruta de la amistad divina. Se trata de una rehabilitación moral más que de una acción vindicativa física contra los que hostilmente se acercan a él y se complacen en su enfermedad. Si se salva del peligro de muerte" sus enemigos recibirán una gran humillación moral. Al contrario, si es arrebatado por la muerte prematura, ellos consideran esto como una victoria sobre él y una confirmación concreta de que Yahvé no protege a los que presumen de fidelidad a El. Siempre encontramos en los salmos reflejada la pugna entre los justos y los malvados en la sociedad. El salmista, al no esperar un premio a su virtud y fidelidad en la otra vida, declara que la prueba concreta de que su Dios se complace en él es la liberación de la muerte, con lo que no prevalecerán sobre él sus enemigos, que esperan la extinción de su vida y posteridad 17. A pesar de su crítica situación actual, redobla su confianza en Yahvé, que le ha de sacar incólume del peligro mortal, permaneciendo él y su posteridad en presencia de El. Es la esperanza de ser rehabilitado en su salud y la seguridad cíe continuar él y su descendencia — por siempre — bajo la protección bienhechora de su Dios 18. La recuperación de su salud será la prueba tangible de que ha recuperado también plenamente la amistad divina, quebrantada por sus pecados, que han sido causa de sus infortunios físicos.

El v. 14 es una doxologia litúrgica que cierra el primer libro o colección del Salterio, la parte atribuida por la tradición al Profeta Rey. Los dirigentes de las asambleas litúrgicas responderían a los deseos de salvación del salmista asociándolo a los destinos del propio pueblo Israel, vinculado en sus destinos históricos, pasados y futuros, a Yahvé como propio Dios nacional19. Y el pueblo responde aprobando los deseos del dirigente del coro: Amén, Amén, expresión hebrea que los LXX y la Vg traducen por "fiat, fíat," pero propiamente indican el asentimiento a lo antes declarado20.

1 Así según los LXX, pues en el TM falta el desvalido. — 2 Verso oscuro en el original. El TM lit. dice: "y todo su lecho lo volverás en su enfermedad." La Bib. de Jer. corrige: "tú alivias todo el lecho en que languidece." — 3 Cf. Sal 35:14-15; Sant 1:27. — 4 Cf. Dt 24:17; 27:19; Prov 15:25; Ex 22:22; Dt 10:18. — 5 Cf. Sal 18:36. — 6 Cf. Job 19:11; Sal 72:18; 37:4. — 7 Cf. Sal 5:2; 6:2; 13:2; Jer 17:14. — 8 Cf. Sal 31:11; 51:5; Os 6:1. — 9 Cf. Sal 19:13; 38:4.21. — 10 Cf. Sal 51:7; 32:3-5 — 11 Cf. Sal 6:3-4; Jer 17:14. — 12 Cf. Sal 28:3; 31:14; 35:11- — 13 Cf. Sal 109:13; 2 Sam 18:18; Sal 9:6. — 14 Cf, 2. Sam 13:5-6; 2 Re 8:29; Job 2:11s; 35:11. — 15 Cf. Jn 13:18. — 16 La Bib. de ]ér.: "y yo, a quien tú sostienes, me mantendré incólume'). — 17 Cf. Sal 18:20; 22:9; 35:28; 2 Sam 15:26; Sal 30,2; 35:20; 38:17. — 18 Cf. Sal 11:8; 16:12; 17:15; 61:8. — 19 Cf. 1 Re 1:48; 1 Par 20,11; Esd 7:27; Neh 9:5. — 20 Cf. 1 Par 16:36; Neh 8:6; Sal 106:48. Sobre el amén véase DBV I 475.

 

Libro Segundo.

Salmos 42-43 (Vg 41-42): La Nostalgia de la Vida Litúrgica en el Templo.

Comúnmente, los autores suponen que estas dos composiciones salmódicas constituyeron primitivamente un solo salmo, que fue disociado por razones prácticas de distribución del canto litúrgico. El tema, el estilo, el ritmo y el epodo repetido a intervalos regulares 1, juntamente con la ausencia de título en el encabezamiento del salmo 43, avalan esta presunción. El autor parece ser un levita exilado forzosamente y que habita en TransJordania, cerca del Hermón, y que siente nostalgia de las manifestaciones litúrgicas del templo de Jerusalén.

Puede dividirse el salmo (doble) en tres partes: a) anhelo ardiente de asistir y tomar parte en las solemnidades litúrgicas (2-6); b) queja por su triste situación en el desierto (7-12); c) súplica de liberación para poder volver a Jerusalén y allí tomar parte en los actos litúrgicos del templo (43:1-5). Esta deprecación es el complemento lógico de los sentimientos expresados en el salmo 42. No obstante, la división de la composición lírica en dos salmos es muy antigua, pues aparece en la mayoría de los manuscritos del TM y en todas las antiguas versiones, incluida la de los LXX. Por falta de título en el salmo 43 en algunos manuscritos hebreos, han sido unidos. La ausencia de título en este último salmo prueba que la división en dos salmos es posterior a la formación de la colección elohistica, que comprende los salmos 42-72. Como en el título se adscribe la composición a la colección de los hijos de Coré, que era de la familia levítica, el autor parece ser un sacerdote habituado a las manifestaciones litúrgicas del templo jerosolimitano.

Este salmo tiene muchas analogías con el 84. Algunas expresiones coinciden con las del libro de Joel y aun con la oración de Jonas. Por ello no convienen los autores al determinar la época de composición del salmo. Así, algunos lo ponen en los tiempos anteriores al destierro 2, mientras que no pocos lo consideran de época postexílica 3. Las expresiones son netamente de la época del buen hebreo clásico, y, por tanto, la lengua no se opone a un origen anterior al destierro 4.

La forma métrica está constituida a base de dísticos elegiacos, agrupados de dos en dos para formar pequeñas cuartetas, las cuales, a su vez, están reunidas en tres estrofas separadas por un estribillo. Hay algunas irregularidades en el ritmo, sin duda debidas a la mala conservación del texto. Generalmente los críticos consideran esta composición salmódica como una de las mejores del Salterio y ha sido calificada de "perla poética del Antiguo Testamento." El pensamiento es profundo; las imágenes, originales y brillantes, dentro de una "gran sencillez y limpidez de composición y dicción."5

Con este salmo se abre el segundo libro del Salterio (42-72), en el que prevalece el nombre Elohim para designar a Dios, frente al libro primero, en el que era más usual el nombre de Yahvé. Por eso la nueva colección se llama elohística. Es obra de un compilador que ha recogido y seleccionado salmos de tres fuentes diversas: a) levítica o de los hijos de Coré; b) davídica, es decir, salmos que llevan en el título el nombre de David; c) asáfica: de la familia de Asaf. Los cinco primeros salmos de este segundo libro pertenecen a la colección de los hijos de Coré, nieto de Leví, que se rebeló contra Moisés y murió trágicamente engullido por la tierra 6. Descendientes de Coré aparecen en la vida de David 7, y eran los encargados de guardar las puertas del templo 8, oficio que volvieron a tener después del retorno del exilio babilónico 9. En general, los salmos de la colección coreíta se caracterizan por su devoción al templo y sus solemnidades litúrgicas 10 y a la Ciudad Santa, en la que moraba Yahvé 11. El estilo suele ser expresivo y patético, con un profundo sentido nacional.

Deseo ardiente de participar en las solemnidades. litúrgicas (1-6)

l Al maestro del coro. MaskiL (Salmo) de los hijos de Coré. 2 Como anhela la cierva las corrientes de las aguas, así te anhela mi alma, ¡oh Dios! 3 Mi alma está sedienta de Dios, del Dios vivo: ¿Cuándo iré y veré la faz de Dios? 4 Mis lágrimas son día y noche mi pan cuando me dicen cada día: "¿Dónde está tu Dios?" 5 Lo recuerdo, y mi alma se expansiona, pues atravesaba yo por medio de los nobles 12 hacia la casa de Dios entre los gritos de alegría y alabanza en festiva algazara. 6 ¿Por qué te abates, alma mía? ¿Por qué te turbas contra mí? Espera en Dios, que aún le alabaré; es la salvación de mi faz y mi Dios 13.

Con una bellísima comparación expresa el salmista sus ardientes anhelos de vivir a la sombra de su Dios. Su alma es como la cierva sedienta — poco habituada al calor — en busca de aguas refrescantes.

En Jl 1:20 se habla también de las bestias sedientas en busca de aguas en tiempos de pertinaces sequías 14. En Sal 63:2 encontramos la misma idea: "Sedienta de ti (Dios) está mi alma; mi carne te desea como tierra árida, sedienta, sin aguas." El profeta Amos habla también de un hambre espiritual en los tiempos mesiánicos: los mancebos y las doncellas andarán macilentos en busca de la palabra de Dios l5. El salmista, en su sensibilidad extrema religiosa, cultivada cuidadosamente al pie del santuario de Jerusalén, siente una sed abrasadora de la presencia litúrgica de Yahvé al encontrarse en tierra extraña. Es la "fuente de la vida"l6, y en ella encuentra sus delicias 17. Yahvé es el Dios vivo — en contraposición a los ídolos inertes, que no pueden dar vida —·, y por eso sólo a su sombra es posible vivir una vida digna humana 18; pero esa vida espiritual sólo es posible en el recinto del templo jerosolimitano; por eso suspira por ver la cara de Dios en él, asistiendo a las manifestaciones litúrgicas, en las que el propio Dios se comunicaba de un modo particular a sus fieles devotos 19.

Triste y apesadumbrado, el salmista medita en su condición de expatriado, fuera del centro litúrgico, único lugar donde se podía entrar en relaciones íntimas con su Dios; en su soledad y desventura derrama lágrimas sin cesar, de forma que puede decir que constituyen su pan y alimento cotidiano. Es justamente la expresión del poeta latino: "Cura dolorque animi lacrimaeque alimenta fuere."20 Su dolor se acrecienta con las preguntas irónicas que le dicen los impíos al verle en su situación de expatriado: ¿Dónde está tu Dios? (v.4). Su actual estado parece probar a los ateos prácticos y paganos que su Dios le tiene abandonado 21. Estos sarcasmos de los que no comprenden su situación avivan su nostalgia de las manifestaciones litúrgicas en el templo de Jerusalén. Su alma se expansiona y derrite de pena al recordar el pasado dichoso cuando él dirigía la entrada de las peregrinaciones y las procesiones jubilosas en torno al santuario de su Dios; un cortejo solemne avanzaba en medio de los gritos de júbilo de los peregrinos, yendo él en medio caminando hacia la casa de Dios 22.

Contra el pesimismo y la nostalgia deprimente reacciona el salmista: ¿Por qué te abates, alma mía? ¿Por qué te turbas contra mí? (v.6). Todavía hay lugar a la esperanza de volver a tomar parte en las manifestaciones religiosas de Jerusalén23, pues Dios no le abandonará definitivamente, porque es la salvación de su faz, es decir, de su persona 24.

La amargura del desterrado (7-12).

7 Abatida está mi alma. Por eso me acuerdo de ti desde la tierra del Jordán, desde las cumbres del Hermón y del monte Misar. 8 Un remolino llama a otro remolino con el rumor de tus cascadas 25, todas tus ondas y tus olas pasan sobre mi. 9 De día dispensa Yahvé su gracia, y de noche me acompaña su cántico, una oración al Dios de mi vida. 10 Digo a Dios: ¡oh Roca mía! ¿Por qué te has olvidado de mí? ¿Por qué he de andar en luto bajo la opresión del enemigo? 11 Mientras quebrantan mis huesos, mis opresores se burlan de mí, diciéndome continuamente: "¿Dónde está tu Dios?" 12 ¿Por qué te abates, alma mía? ¿Por qué te turbas contra mí? Espera en Dios, que aún le alabaré. El es la salvación de mi rostro, y mi Dios.

De nuevo el salmista se deja vencer por la nostalgia de la patria y del templo jerosolimitano; se siente abatido en su calidad de desterrado en TransJordania o en los parajes del norte palestiniano junto a las fuentes del Jordán, cerca de la actual Banias (la Cesárea de Filipo de los evangelios), donde el río nace de las estribaciones del Hermán (v.7). El monte Misar debe de ser el nombre de alguna colina de esta cadena de montañas del Antilíbano, de la que formaba parte el propio Hermón. Cerca de Banias hay una localidad con el nombre de Seora, que puede relacionarse con el Misar del salmo. El salmista parece situarse idealmente sobre las cimas del monte más alto para desde allí dirigir su mirada nostálgica hacia Jerusalén, donde estaba el santuario de Yahvé, meta ideal de sus aspiraciones religiosas.

Apesadumbrado con negros pensamientos de pesimismo, el poeta se presenta como anegado por un turbión o diluvio en el que los remolinos, las ondas y las olas se suceden ininterrumpidamente, sin dejarle levantar la cabeza. Los infortunios se suceden. Quizás el símil esté tomado de los torrentes que en la época del deshielo bajan impetuosos del Hermón 26. "En esta región, en la época de las lluvias y en el deshielo de las nieves, los arroyos y torrentes se precipitan en las gargantas profundas de los roquedales de basalto negro, en cascadas imponentes y ruidosas, de forma que parecen llamarse unas a otras. Su rumor temible y melancólico recuerda al poeta las calamidades terribles que se abaten sobre él." 27

Sin embargo, el salmista reacciona de nuevo, porque sabe que Yahvé no olvida a los suyos y constantemente les dispensa su gracia; por ello, de noche le dedica cánticos de alabanza (V.9). Sabe que puede liberarle de la situación presente, y por ello le dirige su oración, al Dios que es el centro de su vida. Dios es, en realidad, su Roca o refugio inconmovible y seguro, desde el que se halla fuera del alcance de sus enemigos 28. No obstante, parece que por el momento se ha olvidado de él 29. Su situación es la del que lleva luto y continente triste de duelo, a causa de la hostilidad de sus enemigos. No concreta más la animosidad de éstos; pero, dada su situación de exilado forzoso, sin duda que alude a los que le obligaron a salir del territorio bendito de Yahvé, aunque, por lo que dice a continuación, el salmista piensa también en los que actualmente le rodean y se burlan de su situación, pues le juzgan abandonado de su Dios (v.11). Sus sufrimientos morales han tenido repercusión en su estado físico, y así se siente con los huesos quebrantados, efecto del agotamiento y desgaste moral. Los huesos, en el lenguaje poético hebreo, designan muchas veces el organismo físico en general, porque es la armazón del cuerpo humano. Así se dice en Lam 3:4: "Ha hecho envejecer mi carne y mi piel; ha quebrantado mis huesos." 30

No obstante, el salmista vuelve de nuevo a expresar su esperanza de rehabilitación corporal y moral, pues cree que podrá de nuevo alabar y presentarse ante Yahvé, que es la salvación de su rostro, es decir, su Salvador, que le da la alegría cíe la reanudación de su vida de amistad con Él.

1 Cf. Sal 42:6.12; 43:5 — 2 Opinión, entre otros, de Deliztsch. — 3 Así Ewald, Hitzig y Cheyne rebajan la época de composición a los tiempos de los Macabeos. — 4 Cf Podechard, o.c., I 189. — 5 J. Calés, o.c., I 455· — 6 Cf. Núm c.16; 26:11. — 7 Cf. 1 Par 12:16. — 8 Cf. 1 Par 9:17; 7:11-17 — 9 Cf. Esd 11:19. — 10 Cf. Sal 42-43; 84. — 11 Cf. Sal.6:8; 87. — 12 El TM es oscuro e inseguro. La Vg, siguiendo a los LXX: "quoniam tranáibó ad locura tabernacníi adrmrabilis usque ad dornum Dei', NP: "Quomodo inces-íerim in turba, praecesserim eos ad domum Dei." Bib. de Jér.: "Yo voy a la tienda admirable hasta la Casa de Dios entre los gritos de regocijo y de alabanza y la turba jubilosa." — 13 Lit. en heb. "las salvaciones de su faz." Nuestra traducción se basa en los LXX. — 14 Cf. Sal 63:2; Jer 2:13; 17:13. — 15 Cf. Am 8:11-13. — 16 Jer 2:13. — 17 Cf. Sal 36:9-10. — 18 Cf. Sal 3:10; 84:3; Os 1:10; Dt 5:26; Sam 17:26.36; 2 Re 19:4.16; Is 37:4-17; Jer 10.10; 23:36. — 19 Cf. Ex 23:15; 34:20; Dt 31:11; Is 1:12; Sal 11:8;'17:16; 63:3. — 20 Ovio., Metamorph. X 75. — 21 Cf. Sal 79:10; 115:3; Jl 2:17; Miq 7:10. — 22 Cf. Sal 43:6; 131:3; 142:4; Lam 3:20; Job 30,16; Jer 7:18. — 23 Cf. Sal 103:1; 116:7. — 24 Cf. Dt 7:12; 2 Sam 17:11; Prov7:15. — 25 Lit. el TM dice: "un abismo llama a otro abismo"; es el tehom, o depósito de aguas abismales sobre las que se asienta la tierra. No pocos autores creen que el salmista alude a este texto de Gen 1:2 y a Gen 7:11; 8:2, donde se habla del diluvio como efecto de haberse abierto las compuertas que cerraban los depósitos de las aguas. Así se aludiría a que las aguas superiores y las inferiores se llaman mutuamente para anegar la tierra. E. Podechard, o.c., 187. — 26 Cf. Jon 2:8. — 27 J. Calés, o.c., I 454. — 28 Cf. Sal 18:3; 3L4; 7L4; 2 Sam 32:2. — 29 Cf. Sal 13:2; 22:2; 77:10; 88:15; 35:15; 38:7; Job 30,28. — 30 Is 38:13.

 

Salmo 43 (Vg 42).

Súplica de auxilio y de repatriación (1-5).

júzgame, ¡oh Dios! y defiende mi causa; líbrame-de esta gente sin piedad, del hombre pérfido y malvado. 2Pues que eres tú mi refugio, ¿por qué me rechazas? ¿Por qué he de andar en luto bajo la opresión del enemigo? 3 Manda tu luz y verdad; ellas me guiarán i y me llevarán a tu monte santo, a tus tabernáculos. 4¡Oh si pudiera acercarme al altar de Dios, al Dios de mi alegría, y cantarle a la cítara, oh Dios, Dios mío! 5¿Por qué te abates, alma mía? ¿Por qué te turbas contra mí? Espera en Dios, que aún le alabaré. ¡El es la salvación de mi rostro y mi Dios!

Ahora concreta más el salmista su condición de perseguido. Por ello encomienda su causa judicial al único que le puede ayudar y defender, su Dios. Pide que le juzgue, porque sabe que en ese caso quedará vindicada su inocencia ante la sociedad, que no le comprende y acusa 1. Sus enemigos son gentes sin piedad, pues le han exilado de su tierra, alejándole del santuario de Yahvé, en el que encontraba sus íntimas alegrías. Con toda perfidia le han expulsado los malvados. El salmista no explica por qué han tomado esta injusta actitud con él; pero es de suponer que sea víctima de gentes materialistas e irreligiosas, que no soportaban la presencia del que procuraba vivir vinculado a Yahvé. Quizá se deba a intrigas de elementos de la familia levítica, que por intereses creados le han alejado de la casa de Yahvé por considerar importuna su presencia en ella, pues con su vida religiosa era una acusación permanente contra su modo de vivir al margen de la ley divina.

Ante esta actitud de hostilidad e incomprensión, el salmista acude a su Dios, que siempre ha sido su refugio, pero que ahora le rechaza incomprensiblemente 2. Al carecer del valor redentivo y expiativo del dolor con vistas a la retribución en ultratumba, el justo del A.T. no comprende los caminos secretos de la Providencia divina. La vida del salmista resulta así una existencia de luto triste, siempre acosado por la opresión del enemigo. En el caso actual pide ante todo que se clarifique su causa judicial, y por eso ruega a su Dios que dé luz y verdad sobre su conducta calumniada. La luz y verdad, cuando provienen de Yahvé, suponen aprobación y complacencia, y, por tanto, son garantía de salvación y de liberación en las situaciones comprometidas. Es justamente lo que desea el salmista exilado: volver a su antigua situación de huésped de Yahvé en su templo, acercándose a su altar, al monte santo, al tabernáculo sagrado. La expresión plural tabernáculos, aplicada al templo, tiene aquí el sentido amplificativo o intensivo para recalcar la dignidad del santuario de Yahvé, en el que no faltaban diversos atrios y compartimientos sagrados, santificados por la presencia divina 3. El salmista ansia ardientemente volver al templo jerosolimitano, asentado en el monte santificado por la presencia de Yahvé, para allí darle gracias y alabarle con acompañamiento de cítara. Ante esta perspectiva reacciona contra la depresión moral: ¿Por qué te abates, alma mía? (ν.5). Por delante aún queda la esperanza de volver a alabar y contemplar el rostro salvador de Yahvé, es decir, de gozar de su benevolencia en la intimidad litúrgica del santuario.

1 Cf. Sal 7:9; 26:2; 35:2.25. — 2 Cf. Sal 44.9-24. — 3 Cf. Sal 26:9; 46:5; 84:2.

 

Salmo 44 (Vg 43): Lamentación y Suplica por la Nación Ultrajada.

En esta composición salmódica podemos distinguir tres partes netas: a) himno en el que se cantan las gestas históricas de Yahvé en favor de su pueblo y afirmación de confiar en El en los momentos críticos de guerra (2-9); b) lamentación colectiva por la situación deprimente de la nación, que atraviesa una crisis como consecuencia de una derrota militar (10-17); c) súplica de protección y ayuda sobre la nación (18-27). La distribución conceptual es análoga a la del salmo 89. En Neh 9:6-37 encontramos un desarrollo de ideas similar, y en la oración de Josafat 1.

Literalmente el salmo tiene la forma de un discurso, en el que se recuerdan los motivos históricos que hay para forzar su intervención en la situación crítica actual de la nación. En realidad, su portentosa protección de otro tiempo parece contrastar con el actual abandono en que tiene a su pueblo, presa de sus enemigos, como "ovejas destinadas al matadero" (v.23). Por otra parte, esta actitud de Dios es extraña, ya que ahora el pueblo está más adherido a su Dios que nunca. Rítmicamente pueden distinguirse seis estrofas, dos en cada parte del salmo.

Respecto de la fecha de composición no concuerdan los autores, aunque está muy generalizada la opinión de que este salmo refleja la situación de opresión en tiempo de los Macabeos. Ya San Juan Crisóstomo se atrevía a decir, siguiendo la opinión de la escuela antioquena: "El profeta profiere el salmo, pero lo dice no en su propio nombre, sino en nombre de los Macabeos, describiendo y prediciendo lo que había de ocurrir en ese tiempo." Bossuet sigue esta opinión, que supone que la composición es anterior a la guerra de los Macabeos en el siglo u, pero que predice proféticamente esta terrible lucha por los fueros religiosos del pueblo elegido. Los mantenedores actuales de la fecha de composición en tiempos de los Macabeos insisten en que en el salmo se alude a las intervenciones armadas de Israel (v.10-1), lo que supone que tenía ejército regular, inexistente desde los tiempos de la catástrofe del 586, en que Jerusalén fue tomada por las tropas de Nabucodonosor. La persecución por motivos religiosos, a que se alude en el v.23, encuentra su mejor explicación en los atropellos perpetrados por los secuaces de Antíoco IV Epífanes contra el pueblo judío, que era fiel a sus tradiciones 2. Por otra parte, en la heroica lucha sostenida por el ejército dirigido por Judas Macabeo no faltaron duras derrotas de los judíos 3, y a ellas puede aludir el salmista al decir "nos has hecho huir ante el enemigo..., nos has dispersado entre las gentes" (v.12).

No obstante, los patrocinadores de una fecha más antigua del salmo urgen que no son concebibles las afirmaciones de fidelidad a Dios de los v. 18-23 en un tiempo en que gran parte de la nación había secundado las consignas de helenización preconizadas por los reyes seléucidas, con abandono de las tradiciones patrias, aun en gentes de gran representación social y religiosa 4. Además, la lengua de la composición no tiene el sello de la época decadente del siglo π. Finalmente, en tiempo de los Macabeos, la depresión moral de la nación había sido superada por un espíritu de lucha y de cruzada en tensión heroica como jamás se había visto en la historia de Israel. Por ello, no pocos autores prefieren datar el salmo en los tiempos de la monarquía israelita, en ocasión de derrotas nacionales, ya · sea por efecto de incursiones de los pueblos vecinos, como edomitas, sirios o moabitas 5, o en tiempos de las incursiones de los ejércitos asirios 6.

Las antiguas gestas de Dios en favor de Israel (1-4).

1 Al maestro del coro. Maskil. De los hijos de Coré 7. 2 Con nuestro oído, ¡oh Dios! hemos oído; nos contaron nuestros padres la obra que tú hiciste en sus días, en los tiempos antiguos. 3 Tú con tu mano desposeíste a las gentes y los plantaste a ellos. Afligiste a los pueblos y los arrojaste. 4 Pues no se apoderaron de la tierra por su espada, ni les dio su brazo la victoria8, sino tu diestra, tu brazo, la luz de tu rostro, porque te complaciste en ellos.

El poeta, recogiendo el sentir del pueblo, se hace eco de las antiguas proezas de Yahvé en favor de Israel cuando entró en tierra de Canaán, e insiste en la voz común de la tradición recibida de los padres 9 para autorizarse en sus explosiones líricas y justificar su queja ante el propio Dios. La tradición enseñaba que Dios había desposeído a los cananeos para plantar en su lugar a los israelitas. No alude el salmista a los grandes esfuerzos militares que tuvieron que desplegar las huestes de Josué para conquistar la tierra de Canaán; en su concepción teológica de la historia, todo fue obra del brazo de Yahvé 10. En efecto, con su propia mano plantó a Israel en Canaán; el símil de plantar es corrientemente empleado en la Biblia para designar el establecimiento del pueblo hebreo en la tierra de promisión 11, y explica bien metafóricamente la solicitud de Dios, que plantó cuidadosamente a su pueblo, como árbol delicado, en la tierra "que manaba leche y miel,"12 pues para la mentalidad semibeduina de los israelitas del desierto constituía como un feraz vergel. Israel, pues, es comparado a un árbol cuidadosamente regado, que termina por echar ramas frondosas, haciendo sombra a las otras poblaciones cananeas que aún quedaban en la tierra después de la ocupación. En su labor preliminar a la plantación de Israel, su Dios arrojó a los cananeos, causándoles la aflicción y la ruina (v.3).

La victoria sobre las poblaciones de Canaán fue exclusivamente debida a la diestra vengadora de Dios, que fue para los israelitas como la luz de su rostro, es decir, su manifestación radiante y benevolente a favor de él, según se declara a Aarón por boca de Moisés: "Que Yahvé te bendiga y te guarde; que haga resplandecer su faz sobre ti y te otorgue su gracia; que vuelva a ti su rostro y te dé la paz"13. Esta manifestación benevolente del rostro o providencia divina se mostró en la complacencia o elección gratuita de que fue objeto Israel por parte de su Dios. Es lo que declara el deuteronomista: "Porque amó a tus padres, eligió después de ellos a su descendencia; y con su asistencia, con su gran poder, te sacó de Egipto, arrojó de ante ti a pueblos más numerosos y más fuertes que tú, para darte entrada en esa tierra y dártela en heredad, como hoy lo ves."14

Dios da la victoria sobre los enemigos (5-9).

5 Tú, ¡oh Dios! eres mi Rey, tú das victorias a Jacob. 6 Por ti batiremos a nuestros enemigos, en tu nombre pisotearemos a nuestros adversarios. 7 Pues no confío en mi arco, ni mi espada me dará la victoria. 8 Pues eres tú el que nos salvas de nuestros opresores y el que confundes a cuantos nos odian. 9 Nosotros nos gloriaremos en Yahvé todos los días y alabaremos por siempre tu nombre. Selah.

Después de aludir a las gestas de Dios en el pasado en favor de Israel, el salmista hace, en nombre del pueblo elegido, una confesión de su fidelidad a El. La protección dispensada por Dios sobre Israel en el pasado es una garantía de que no lo va a abandonar ahora, sino que también en los momentos críticos dará la victoria a su pueblo, pues es, en realidad, el Rey que siempre ha dado el triunfo a Jacob. El salmista habla en nombre de la nación, y por eso llama a Dios mi Rey 15; y el título es una alusión a la misión que debe tomar, pues uno de los oficios del rey es defender a su pueblo 16. Como soberano de su pueblo, no tiene más que dar la orden de combate para ser al punto obedecido. Con su auxilio, la derrota de los enemigos será segura (v.6). El nombre del Dios de Israel es la garantía de la victoria, porque resume su esencia y poder, manifestado tantas veces en favor de su pueblo. Su nombre glorioso es como un lábaro de victoria 17 y la única prenda de salvación, pues el arco y la espada de Israel son insuficientes para vencer a los enemigos si Yahvé no los auxilia. El salmista unas veces habla en singular (no confío...) y otras en plural (batiremos...), representando los intereses de la colectividad israelita18. Judas Macabeo declara el mismo pensamiento: "No está en la muchedumbre del ejército la victoria en la guerra: del cielo viene la fuerza."19 La historia demuestra que es Dios el que salva a su pueblo de los opresores, confundiendo — al derrotarlos — a sus enemigos. Por eso, en caso de victoria, el salmista declara en nombre de su pueblo que se gloriará, no en las propias fuerzas, sino en el nombre y protección de Yahvé, que los ha salvado; por ello entonarán un canto de alabanza por siempre.

Israel, abandonado de Dios (10-13).

10 Pero ahora nos has rechazado y nos has hecho caer en la ignominia, no sales ya con nuestros ejércitos. ll Nos has hecho volver la espalda ante el opresor, y los que nos aborrecían nos han expoliado 20. 12 Nos has entregado como ovejas destinadas al matadero y nos has dispersado entre las gentes. 13 Has vendido de balde a tu pueblo, y no ganaste mucho con su venta.

El pasado glorioso de protección divina sobre Israel contrasta con la triste situación presente, pues el pueblo elegido se siente solo, como abandonado de su Dios, y cubierto de ignominia, como consecuencia de sus derrotas21. En otros tiempos, Yahvé salía — simbolizado en el arca de la alianza — con los combatientes al campo de batalla como signo de protección 22; pero ahora ya no sale con sus ejércitos. La guerra tenía en la antigüedad como un carácter sagrado, porque Yahvé acompañaba a su pueblo; pero ahora se desentiende de él, dejándolo expuesto al peligro frente al enemigo 23. A causa de este abandono de Yahvé, el ejército de Israel ha vuelto la espalda, emprendiendo la huida en el combate, y, como consecuencia de la derrota, los enemigos tradicionales de Israel — edomitas, moabitas, sirios — se han lanzado al pillaje más despiadado24. Los ciudadanos israelitas han quedado en la situación de ovejas destinadas al matadero, expuestos a la venganza sangrienta de los vencedores y al destierro 25. Yahvé ha vendido de balde a su pueblo, con lo que no ha hecho un buen negocio, pues ha perdido al pueblo que le reconocía como Dios 26. La queja es amarga y atrevida, pero expresa bien la situación de desamparo en que se halla el pueblo elegido como consecuencia de una invasión o de una derrota militar.

Israel, escarnecido por los gentiles (14-17).

14 Nos has hecho el oprobio de nuestros vecinos, el ludibrio y la mofa de cuantos nos rodean. 15 Nos has hecho la fábula de las gentes: meneo de cabeza entre los pueblos. 16 Mi ignominia está todo el día delante de mí; cubre mi rostro la vergüenza 17 ante los gritos de insulto y de blasfemia, ante el enemigo ávido de venganza.

Los israelitas, que tenían conciencia de ser el pueblo de Dios, sentían una especial susceptibilidad ante las mofas de sus enemigos, que en sus derrotas verían comprobado que no eran un pueblo privilegiado, como suponían, sino que, como los demás pueblos, tenían que sujetarse a las alternativas violentas de la historia 27. Particularmente, los amonitas, moabitas y edomitas, que muchas veces habían sido vencidos por los hebreos, siendo sometidos a su dominio, sentían una especial satisfacción por la derrota del para ellos insolente pueblo hebreo 28. El salmista se queja ahora de que el pueblo de Yahvé se haya convertido en fábula o locución proverbial entre los pueblos gentiles. Es lo que profetiza el deuteronomista a Israel si no es fiel a la Ley de Dios: "y serás objeto de pasmo, de fábula y de burla en todos los pueblos a que Yahvé te llevará" 29. Israel quedará como modelo proverbial del pueblo abandonado de su Dios, y será objeto de frases irónicas acompañadas de meneos de cabeza 30. Mover la cabeza podía tener el sentido de compasión 31 y de sarcasmo despectivo: "cuando pasen por ella (la tierra asolada de Judá), se asombrarán (los gentiles) y moverán la cabeza." 32

El salmista no puede apartar el pensamiento de vergüenza e ignominia que insistentemente se presenta ante él 33 y que cubre su rostro como si fuera un vestido que oculta toda otra realidad de la vida 34, pues sus oídos perciben constantemente gritos de insulto y blasfemia o de burla contra la impotencia del supuesto Dios protector de Israel 35. En su sensibilidad religiosa, estas burlas contra su Dios laceran su alma y le avergüenzan ante la sociedad, porque no sabe qué responder al enemigo ávido de venganza. No comprende el abandono de Dios a su pueblo, comprometiendo así su buen renombre entre las gentes.

Fidelidad de Israel a su Dios (18-22).

18 Todo esto ha venido sin haberte olvidado ni haber roto tu alianza. 19 No se ha vuelto atrás nuestro corazón, ni se salieron de tu camino nuestros pasos 20 Pues tú nos aplastaste en lugar de chacales y nos cubriste de sombras de muerte. 21 Si hubiéramos olvidado el nombre de nuestro Dios, si hubiéramos tendido nuestras palmas a dioses extraños, 22 ¿no habría de saberlo Dios, que conoce los secretos del corazón?

Esta actitud de olvido de parte del Dios de Israel es un misterio, pues el pueblo elegido ha permanecido fiel a la alianza con El pactada. Los profetas suelen insistir en las transgresiones de Israel para justificar las manifestaciones punitivas de Yahvé; particularmente la propensión a la idolatría desencadenaba la ira divina. El salmista aquí parece reflejar una situación en que la idolatría no tiene adeptos en el pueblo hebreo, lo que nos lleva a los tiempos posteriores al destierro. Antes del exilio, el pueblo israelita, en su mayoría, prevaricaba en los lugares de culto cananeos; al volver de Babilonia, gracias a la labor formativa de Ezequiel y su escuela, representada por Esdras, el pueblo judío perdió su vicio inveterado. A esta situación de fidelidad a Dios parece aludir el salmista, lo que insinúa que el salmo es de la época postexílica, como la mayor parte de las composiciones del Salterio.

Dios había hecho una alianza primero con Abraham, prometiendo su bendición a su posteridad 37, la cual fue concretada y confirmada en el Sinaí 38. El símbolo de la primera era la circuncisión 39, y el de la segunda, el arca de la alianza40; las estipulaciones se concretaron en el Decálogo41, y la bendición y auxilio divino estaban condicionados a la fidelidad a dichos preceptos. El salmista afirma que el pueblo de su tiempo permanece fiel a esta alianza (v.18), y concreta la idea diciendo que su corazón no se ha apartado de Dios ni sus pasos se salieron de su camino o Ley. Las frases tienen una clara dependencia deuteronómica42. A pesar de esta fidelidad, Dios los ha abandonado, aplastando al pueblo y entregándolo a un campo de chacales, expresión proverbial para indicar ruina y desolación: la nación ha quedado convertida en un desierto asolado, donde sólo habitan los chacales43. Los autores que suponen que el salmo refleja los calamitosos tiempos de la persecución seléucida, creen que aquí el salmista alude a la carnicería de los judíos que huyeron al desierto en tiempo de Antíoco44. De hecho en el salmo se alude a una mortandad, pues dice que el pueblo fue cubierto de sombras de muerte45, lo que refleja un luto general como consecuencia de una derrota militar. No obstante, no es fácil determinar a qué hecho alude, pues la historia que va desde la reconstrucción de la nación bajo Nehemías hasta los Macabeos nos es mal conocida, y, por tanto, no es difícil que en ese tiempo haya habido incursiones militares de los pueblos vecinos enemigos de los judíos.

Hubiera sido inútil querer ocultar una conducta pecaminosa al margen de la ley divina, pues Dios conoce los secretos del corazón. Todas las veleidades idolátricas hubieran estado presentes al que todo lo sabe. El salmista declara que su afirmación de fidelidad a Dios es cierta, pues hubiera sido ridículo ocultar las malas acciones, como el tender las palmas a dioses extraños (v.21), que era el gesto de adoración común en muchos pueblos de la antigüedad, y entre ellos el pueblo hebreo46. No pocos autores consideran esta reflexión del v.21-22 como adición posterior, pues desentona del estilo incisivo del resto del salmo. Parece un paréntesis del glosista, que tenía interés en destacar la omnisciencia divina.

Súplica de liberación (23-27).

23 Antes por tu causa somos degollados cada día y somos considerados como ovejas para el matadero. 24 ¡Despierta! ¿Por qué estás dormido, Señor? ¡Desperézate! ¡No nos abandones para siempre! 25 ¿Por qué escondes tu rostro, olvidándote de nuestra miseria y opresión? 26 Pues está nuestra alma postrada en el polvo, y nuestro vientre pegado a la tierra. 27 ¡Levántate y ayúdanos! ¡Rescátanos por tu piedad!

El salmista no sólo declara que la nación es inocente, sino que el propio Dios es causa de la degollina que sufren; es decir, por serle rieles, son objeto de sañuda persecución, siendo tratados como orejas destinadas al sacrificio. Esta situación tiene particular explicación en tiempo de la persecución seléucida contra los judíos en el siglo u, aunque puede aludir a otras situaciones críticas similares47. Este v.23 es citado por San Pablo en Rom 8:36 para animar a los neófitos a afrontar incluso el peligro de muerte por causa de Cristo. Los justos de todos los tiempos — del A.T. y N.T. — han tenido que sufrir por mantener su ideal religioso en una sociedad paganizada; por ello, el texto del salmo se adapta bien a la nueva situación de los cristianos, que no "deben conformarse con el ideal de este siglo."48

Después de declarar la inocencia de los perseguidos, el salmista pide ardientemente a su Dios que despierte de esta somnolencia en que parece estar respecto del pueblo que particularmente es su "propiedad" 49. La frase del salmo es atrevida: ¿Por qué estas dormido?. En otros salmos se pide a Yahvé que despierte y se levante en favor de su pueblo 50, pero sólo aquí se usa de un tan crudo antropomorfismo. Los autores bíblicos — como orientales — suelen tener preferencia por las expresiones antropomórficas y concretas, a pesar de tener un alto concepto de la trascendencia divina. En Sal 121:4 se dice de Dios: "no dormirá tu custodio, Yahvé es tu protector…"51 Pero ahora el salmista siente la orfandad de su Dios en un momento en que el pueblo es injustamente conculcado por sus enemigos y opresores, y no comprende la ausencia divina. Parece como si Dios hubiera escondido su rostro a Israel, privándole de la protección que le prometió tantas veces y desentendiéndose de sus agudos problemas52. El pueblo oprimido se halla en una actitud de duelo permanente, postrado en el polvo y con el cuerpo a tierra. Estas son expresiones estereotipadas para designar el estado de postración moral en que se halla la nación judía 53. Por eso, en un arranque final, el salmista vuelve a pedir a Dios que se levante, redimiéndolos por su piedad 54. Dejando a un lado las exigencias de justicia — conforme a las antiguas promesas —, ahora apela sólo a la bondad y misericordia divinas.

1 Cf. 2 Par 20:6-12. — 2 Cf. 1 Mac 5:56. — 3 Cf. 1 Mac 6:1s. — 4 Cf. 1 Mac 1:11s. — 5 Así Delitzsch. — 6 Opinión de Lagarde. — 7 Sobre el significado de estos títulos véase com. a Sal 4:1; 32:1; 42:1. — 8 Lit. "los salvó." En la literatura poética, muchas veces "salvación" y victoria son equivalentes. — 9 Cf. Ex 10,2; 12:265; 13:8; Dt 6:20; Jos 4:6.21; Jue 6:13; Sal 78:3. — 10 Cf. Sal 60,5; Jos 4:24. — 11 Cf. Ex 15:17; 2 Sam 7:10. — 12 Cf. Ex 3:8; 17:13; 33:3; Lev 20:24. — 14 13 Num 6:245; cf. Sal 4:7; 31:17; 80:4, 8, 20. Dt 4:37; 8:17-18; 9:4.6. — 15 Cf. Sal 10:16; 29:10; 24:7; 7:7; 74:13; Sam 12:13. — 16 Cf. Sam 10:19. — 17 Cf. Sal 5:12; 20:2; 54:3; 89:25. — 18 Cf. Sal 60,11; 68:25; 74:12; 89:51. — 19 1 Mac 3:18. — 20 Así según el Sir., Targum, Jerón. El TM lit.: "han expoliado para él." — 21 En Sal 6o, n encontramos casi las mismas palabras. — 22 Cf. Núm 10,35; Jos 6:6; Sam 4:3; 2 Sam 11:11; Jue 6:14; 2 Sam 5:24. — 23 Cf. Núm 21:14. — 24 Cf. Ez 35:5; Abd 10s; Lam 4:21; Sal 137:8. — 25 Cf. Dt 32:30; Jue 2:14; Is 50:1. — 26 Cf. Sal 30,10. — 27 Este verso aparece repetido en Sal 79:5; cf. 80,7. — 28 Cf. Sal 22:6-9; 35:27; 83:1-9- — 29 Dt 18:37. — 30 1 Re 9:7; Jer 24:9; Jl 2:17; Sal 22:8. — 31 Cf, Job 2:11. — 32 Jer 18:16; Job 16:4; Lam 2:15. — 33 Cf. Sal 38:18. — 34 Cf. Job 8:22; Sal 35:27; 69:8; 132:18. — 35 Cf. Sal 42:10; 74:10; 79:4.12; Sam 17:10s. — 36 Lit. "lugar de monstruos" o "dragones." Los LXX y la Vg "in loco afflictionis," leyendo íe'um'm en lugar de tanim. Esta lectura es seguida por NP. — 37 Cf. Gen 17:7. — 38 Cf. Ex 19:5; 24:7-8. — 39 Cf. Gen 17:2s. — 40 Cf. Núm 10:33. — 41 Cf. Dt 9:9.42 Cf. Dt 9:12; Is 30.11; Job 31:7. — 43 Cf. Is 13:22; 34:13; JerQ.n; 10,22. — 44 Cf. 1 Mac 2:27-38. — 45 Así según la vocalización del TM (tsalmaweth). Hoy día generalmente se lee tsalmúth (oscuridad densa). — 46 Cf. Sal 143:6; 1 Re 8:22.38.54; Is 1:15; Ex 9:29.33; Sal 28:2; Job 11:13; Esd 9:5. — 47 Cf. Sal 69:8; Jer 15:16. — 48 Rom 12:2. — 49 Cf. Núm 18:20; 1 Re 8:51. — 50 Cf. Sal 35:23; 59:5-6; 78:65; Is 43:13. — 51 Según el Talmud, en tiempos de Juan Hircano (135-107), ciertos levitas, llamados "despertadores," decían diariamente en el templo: "Despiértate; ¿por qué duermes, Señor?" Pero el sumo sacerdote lo prohibió, diciendo que el "que guarda a Israel no duerme" (citado por Kirkpatrick, o.c., 242). — 52 Cf. Sal 10:1; 22:5; 80:4. — 53 Cf. Dt 9:18; 2 Sam 12:16; Jud 4:11; Sal 119:26. — 54 Cf. Sal 3:8; 7:7; 35:2.23.

 

Salmo 45 (Vg 44): Canto Nupcial.

Esta composición epitalámica celebra las bodas de un rey de la dinastía de David con una princesa extranjera. El poema consta de dos partes: a) dedicada al novio, en la que se exaltan sus cualidades físicas y se le invita a gobernar con justicia y verdad, defendiendo a su pueblo en la batalla contra los enemigos (2-9); b) dedicada a la novia, en la que se exalta su hermosura y atuendo nupcial, destacándose en medio de un cortejo de vírgenes (10-16). Esto constituye el nervio de la composición, que se cierra con una conclusión (17-18) en la que se desea próspera y bendita progenie a los nuevos esposos. Quizá esta distribución estrófica se adapta al antiguo rito de bodas en Oriente. Primero el novio va a casa de la novia; ésta sale a su encuentro acompañada de un cortejo nupcial de amigas y doncellas. Ambos cortejos retornan a la casa del futuro esposo. La ceremonia se terminaba con la introducción de ambos novios en la cámara nupcial.

Los autores difieren al determinar la fecha de composición del salmo, pues mientras unos suponen que se celebran las bodas de Salomón con la hija del faraón i, otros creen que se alude a un rey de la época helenística, como Ptolomeo Filadelfo 2. Entre estas dos fechas se barajan otros nombres posibles anteriores al destierro babilónico o de la época persa 3. Los lexicólogos hacen notar que el vocabulario está lleno de términos árameos y neo-hebraicos4; de lo que se deduce que la composición es de la época persa 5.

La tradición judea cristiana ha dado a esta composición un sentido mesiánico.

Título y preludio lírico (1-2).

1 Al maestro del coro. A los lirios. Maskil. De los hijos de Coré. Canto de amor. 2 Bulle en mi corazón un bello discurso: al rey dedico mi poema 6. Es mi lengua como cálamo de veloz escriba.

El encabezamiento del título trae como novedad, sobre los salmos anteriores, la determinación musical que hemos traducido por a los lirios, que es la versión del shoshanim del TM. Sin duda es una canción popular que empezaba con estas palabras, y a la que debía adaptarse la melodía del salmo7. Además, se dice que es epitalámico: canto de amor, lo que ciertamente caracteriza esta magnífica pieza poética.

El preludio es bellísimo y refleja bien el estado psíquico de entusiasmo del poeta, que se dispone a cantar las bellezas de los futuros esposos, considerándolos en su dimensión regia, es decir, destinados a dirigir al pueblo de Israel. El canto nupcial tiene en el fondo un marcado sello comunitario nacional, ya que a los dos esposos se les considera vinculados a los destinos del pueblo elegido. El corazón del salmista en este momento — siempre considerando los acontecimientos con una visión profético-nacionales ahora como una fuente de la que sale agua a borbotones. Son tantas las cosas bellas que se le ocurren, que quiere que su pluma discurra con toda rapidez, como la de veloz escriba, para no perder nada de ellas. Elihú, el amigo de Job, se expresa en términos parecidos: "Me siento lleno de cosas que decir...; mi interior está como vino encerrado, como odre nuevo pronto a estallar."8 El salmista no necesita recapacitar, pues se siente pletórico de improvisación, llevado de su entusiasmo por los regios consortes. La dignidad del tema que va a cantar le inspira de modo desbordante, y su pluma va a correr como la del diestro escriba, habituado a tomar por escrito las palabras de otro 9.

Las cualidades excelentes del nuevo esposo (3-6).

3 Eres el más hermoso de los hijos de los hombres; en tus labios la gracia se ha derramado; por eso te bendijo Dios para siempre. 4 Cíñete tu espada sobre el muslo, ¡oh héroe! tus galas y preseas. 5 Y marcha, cabalga por la verdad y la justicia 10; enséñete tu diestra portentosas hazañas. 6 Agudas son tus saetas; ante ti caerán los pueblos; desfallecen los corazones de los enemigos del rey.

La loa se inicia ensalzando las cualidades físicas del augusto novio. El salmista, entusiasmado al ver en el rey la encarnación de la gloriosa monarquía davídica, que habría de culminar en la aparición del futuro Rey Mesías, no encuentra palabras para ponderar su belleza. Esto explica que le destaque más que a la propia novia, a la que por ley habían de reservarse los epítetos de máxima belleza n. Los hagiógrafos tienen propensión a alabar las cualidades atractivas del jefe i2, con lo que ganaba prestancia, aun física, sobre sus subordinados. En sus labios resalta la gracia o la sonrisa atrayente. Es lo que dice el sabio: "el que tiene graciosos labios, el rey será su amigo" 13. Para el salmista, la apostura y belleza singular de su héroe es una prueba manifiesta de que Dios le bendijo para siempre. En su visión teológica de la historia, el poeta piensa en la bendición que Yahvé otorgó a la dinastía davídica, a la que pertenecía el esposo-rey 14.

En su idealización poética, el salmista le contempla ya ceñido de la espada y con sus insignias reales cabalgando en defensa de la verdad y de la justicia, como representante de Dios en la sociedad. La vista del cortejo nupcial evoca en el salmista al guerrero que sale apuesto en su caballo al combate para luchar por la causa justa de su pueblo 15. Como representante de una sociedad teocrática,, el rey tiene que batirse por la verdad y la justicia, conforme a las exigencias morales del Dios de Israel16. El lugarteniente de Dios debe salir por los fueros de la justicia en favor de los humildes y defenderlos según la verdad de sus derechos en la sociedad 17. Y cuando se trate de defender a la nación contra los enemigos exteriores,, su diestra o fortaleza y coraje deben enseñarle a realizar portentosas hazañas. Por la mente del poeta pasan las distintas facetas de la misión del rey (gobernar con justicia y verdad, defender al pueblo contra los enemigos), y todo esto aflora a su pluma de veloz escriba en el momento solemne de iniciarse el cortejo nupcial que acompañaba al joven rey camino de la casa donde estaba la futura reina. En un derroche de entusiasmo le contempla desbaratando a los enemigos, que caen fulminados por sus agudas saetas; su sola presencia basta para que pierdan ánimo todos sus enemigos (v.6).

La justicia y la equidad son el verdadero adorno del. rey (7-10)

7 Tu trono subsistirá por siempre jamás 18, cetro de equidad es el cetro de tu reino. 8 Amas la justicia y aborreces la iniquidad; por eso Yahvé, tu Dios, te ha ungido 19 con el óleo de la alegría más que a tus compañeros. 9 Mirra, áloe, casia, (exhalan) tus vestidos; desde los palacios de marfil los instrumentos de cuerda te alegran. 10 Hijas de reyes vienen a tu encuentro 20, y a tu diestra está la reina con oro de Ofir.

Después de haber expresado las alabanzas sobre la apostura y arrogancia del rey, el salmista se permite insinuar unos consejos de índole moral que sirvan de norma a su reinado. No sólo debe ser valiente y salir al frente del ejército frente a los enemigos, sino que en el gobierno interior debe tener en cuenta que su cetro debe ser símbolo del gobierno equitativo, y en ese supuesto está garantizada su subsistencia o permanencia a través de los siglos, porque tendrá el favor divino. En la expresión del salmista hay una alusión a la promesa hecha a David sobre la permanencia de su dinastía a través de los siglos21. El nuevo rey, como representante de Yahvé, debe ejercer su poder con equidad y rectitud 22.

Dios le ha ungido como rey precisamente porque ama la justicia y aborrece la iniquidad. El óleo de la alegría es una frase proverbial para indicar la exultación y placer que acompañan ahora al rey en el momento de tomar esposa. En todas las ocasiones festivas se perfumaba con aceite oloroso a los invitados 23. El salmista alude a esta práctica y quiere dar a entender que al rey le ha cabido una mayor alegría en este momento que a sus compañeros, los otros reyes anteriores, o quizá los componentes de su séquito nupcial. Las más exquisitas especias, como la mirra, el áloe y la casia, perfumes selectísimos de la India y de Arabia 24, se mezclan con el óleo que unge al rey. Los vestidos del nuevo esposo exhalan los más exquisitos perfumes, y el salmista los resalta como parte importante del deslumbrante festejo nupcial.

Después de describir con las más cálidas expresiones el cortejo en el que avanza el novio real, el poeta repara en la llegada del cortejo de la novia, que sale de su casa a su encuentro acompañada de ricas doncellas: Hijas de reyes vienen a tu encuentro; quizá son hijas de reyes vecinos que vienen a la boda real, o hijas del harén real paterno, y, por tanto, medio hermanas del nuevo esposo. Todas ellas forman el cortejo nupcial de la novia, que sale de su palacio de marfil, o adornado con incrustaciones de marfil, como el de Omrí de Samaría25. Los instrumentos de cuerda solemnizan la marcha nupcial. Entre todas las doncellas se destaca la reina con vestidos recamados de oro de Ofir (v.10), que era el más selecto y buscado según la tradición bíblica26. No coinciden los autores en la localización de Ofir, pero se supone que está en Arabia o la India 27.

Saludos y cumplimientos a la nueva esposa (11-16).

11 Oye, hija, y mira; inclina tu oído: olvida tu pueblo y la casa de tu padre. 12 Prendado está el rey de tu hermosura; pues que él es tu señor, póstrate ante él. 13 La hija de Tiro viene con dones28, los ricos del pueblo te halagarán29. 14Toda radiante de gloria entra la hija del rey; su vestido está tejido de oro. 15 Entre brocados es llevada al rey. Detrás de ella, las vírgenes, sus compañeras, son introducidas a ti. 16Con alegría y algazara son conducidas, entran en el palacio del rey.

Al unirse los dos cortejos frente al palacio real — culminación de la ceremonia nupcial —, el poeta se permite dar unos consejos insinuantes a la que iba a ser reina de Israel. Con toda delicadeza pide le preste atención, pues es importante lo que le va a comunicar. Sabe que, como extranjera, tiene nostalgia de su pueblo y de la casa de su padre (v.10); para combatir este recuerdo, debe persuadirse que el rey está totalmente prendado de su hermosura, y debe corresponder a este amor. Por tanto, debe adaptarse plenamente a la nueva situación, olvidando sus antiguas costumbres, y corresponder de lleno a su calidad de reina del pueblo. Ante todo, debe reconocer a su esposo como su señor, siendo sumisa a él, como hombre público, pues es el rey del pueblo. Quizá el salmista, en estas insinuaciones, llenas de delicadeza, y en tono amonestativo, al estilo de los "sabios"30, quiere indicar que debe sobre todo olvidar sus costumbres idolátricas, adaptándose a la nueva situación de un pueblo monoteísta. Sin duda que al salmista le preocupaban, sobre todo, los valores religiosos, y, por tanto, al ver entrar en el palacio real a una princesa extranjera, pensaba en los peligros de infiltración idolátrica que se cernían sobre la alta sociedad israelita, dominada por la presencia de una reina gentil, como ocurrió en los tiempos de Salomón 31. Con todo, expresamente no se alude a este problema, pero parece implícito en su recomendación de olvidarse de su pueblo natal.

Para hacer olvidar la nostalgia de la nueva reina, el poeta le recuerda que en su nuevo estado recibirá el homenaje generoso de la hija de Tiro, es decir, la ciudad de Tiro, el gran emporio comercial de Oriente. Quizá la nueva reina fuera de la casa real tiria, y entonces se comprende esta mención; pero probablemente aquí Tiro es símbolo de la opulencia de las naciones gentílicas, que se apresurarán a llevar dones a la nueva reina. En esto hay una cierta alusión mesiánica, coincidiendo con los vaticinios de los profetas, que anuncian para el futuro mesiánico la afluencia de dones de todos los pueblos gentílicos — de los que Tiro, como emporio comercial, sería el símbolo — a Jerusalén (la reina), como centro de las naciones 32. Los salmistas y hagiógrafos siempre ven los acontecimientos de la vida israelita con una dimensión mesiánica, en función de su panorámica teológica de la historia. En nuestro caso, el mesianismo sería sólo en sentido típico, pues el canto es epitalámico y se dirige a los nuevos esposos reales, que a su vez representan los destinos de Israel en un momento determinado de la historia, que no es sino un eslabón hacia los tiempos venturosos mesiánicos. Así, el salmista declara a la reina que los poderosos y magnates — ricos del pueblo — buscarán su favor, reconociendo su superioridad como consorte del rey. El poeta procura insinuar un futuro agradable y placentero a la nueva reina, para que olvide su casa y su pueblo y se consagre a su nuevo pueblo de adopción.

Después describe el suntuoso cortejo que avanza hacia el palacio real, donde es entregada a su nuevo esposo. Revestida de brocados y pedrería, se destaca en medio de su cortejo de vírgenes y doncellas 33, las cuales, entre músicas y algazara, entran en el palacio del rey 34. Es el momento culminante de la ceremonia, pues es entonces cuando la reina pertenece al rey.

El futuro glorioso de la descendencia del rey (17-18).

17 A tus padres sucederán tus hijos, los constituirás por príncipes de toda la tierra. 18 Yo quisiera recordar tu nombre de generación en generación 35.Por eso los pueblos te ala barán por siempre jamás.

Una vez que el cortejo nupcial hizo entrada solemne en el palacio, el poeta hace un último "envío dedicatorio," deseando una próspera descendencia a los nuevos consortes. La gloriosa prosapia representada en los antepasados — padres — será superada por la nueva generación de hijos, que serán constituidos en príncipes en toda la tierra; serán sus hijos los gobernadores de las diversas partes de la tierra a él sometida como a rey 36. Quizá en la expresión toda la tierra haya una insinuación mesiánica, aludiendo a las profecías en que se proclama que todos los pueblos estarán sometidos a Judá: "no faltará de Judá el cetro, ni de entre sus pies el báculo, hasta que venga aquel cuyo es, y a él darán obediencia las gentes" 37. La panorámica del salmista juega constantemente con la vinculación de la dinastía real a los tiempos ideales mesiánicos, meta ansiada de todo fiel israelita, que vivía de las grandes promesas hechas por Dios a la dinastía davídica 38. Por eso, el nombre del rey se perpetuará en su descendencia por generaciones, y los pueblos, a través de las edades, le alabaran.

1 Cf. 1 Re 3:1. — 2 Opinión de Cheyne. — 3 Se citan a Acab casado con Jezabel, Joram con Atalía, Alejandro Balas con Cleopatra. — 4 Véase la lista en E. Podechard, o.c., I 201. — 5 Cf. M. Lagrange: RB (1905) 55 nota. — 6 Lit. "digo mi obra," que es justamente lo que significa poterna en griego. — 7 La Vg, siguiendo a los LXX, traduce: "pro iis qui commutabantur," leyendo sheskonim en vez de shoshanim. — 8 Job 32:18-20. — 9 Cf. Esd 7:6. — 10 Texto oscuro e incorrecto en el TM. La Dib de Jér.: "vete y cabalga por la causa de la verdad." — 11 Cf. Sal 19:6; 2 Sam 14:25. — 12 Cf. Sam 9:2; 10,23; 16:12. — 13 Prov 22:11; cf. Ecl 10,12; Le 4:22. — 14 Cf. 2 Sam 7:13.16.25.29; Sal 18:51; 89:33. — 15 Cf. 2 Sam 1:10; 1 Re 22:30. — 16 Cf. Sal 96:7; 104:2. — 17 Cf. Is 11:1-5; 29:19; Sof 2:3; Sal 37:12; 76:10. — 18 Traducimos subsistirá por exigencias del contexto, siguiendo la hipótesis de Bruston, adoptada por Kirkpatrick y Podechard, que suponen que, en lugar del Elohim del TM, habría que leer Yahueh, según la conocida tendencia de esta colección de salmos a cambiar este nombre divino por el de Elohim. En ese supuesto, el copista habría leído yhweh en vez de yhyh (será, subsistirá). Los que siguen la lección del TM creen que elohim aquí se aplicaría al rey en sentido amplio, en cuanto que era el representante de Elohim; corno ocurre en Sal 8:6 (aplicado a los ángeles); Sal 58:2 (a los jueces); Ex 4:16; 7:1 (a Moisés); Sam 28:13 (al espectro de Samuel); Zac 12:8 (a la casa de David); Is 9:5 (al Mesías: El gibhor). Los que tornan el salmo en sentido directo mesiánico ven en este elohim la naturaleza divina del Mesías. — 19 En el TM se dice: "Elohim, tu Dios." Siguiendo la tendencia a cambiar el nombre de Yahvé, podemos traducir Yahré, tu Dios, frase estereotipada; cf. Sal 43:5; 50,8. — 20 El TM: "entre tus preciosidades." La Vg, siguiendo a los LXX, "in honore tuo." Leyendo liqer'atekha en lugar de biqaratekha del TM, tenemos: a tu encuentro; lo que se amolda bien al contexto. Así lee NP: "obviam veniunt tibí." — 21 Cf. 2 Sam 7:13.16; Sal 89; 21:5; 72:6. — 22 Cf. Sal 67:5; 89:15; Is 9:7; 11:45; Sal 72:35. — 23 Cf. Sal 23:6; 104:15; Is 61:3; 2 Sam 12:20; 14:2; Mt 6:17; 26:7; Le 7:46. — 24 Sobre estas especias véanse los artículos correspondientes, Myrrhe, Aloes, Casse, en DBV; cf. Cant 4:14. — 25 Cf. 1 Re 22:39; Am 3:15; 1 Re 10.18.22; Cant 5:14; 7:4; Am 6:4; Ez 27:6.15; Homero, Otiis. IV 72; Virgilio, Eneid. X 1355; Horacio, Odas II 18:2. — 26 Cf. 1 Re 9:28; 10:11; Job 22:24; 28:16; Is 13:12; 1 Par 29:4; Eclo 7:18. — 27 Cf. 1 Re 9:28; 10:1-1; Job 22:24; 28:16. — 28 En el TM falta un verbo, que hemos suplido por viene. Así el NP. Los LXX traducen: "se prosternarán con dones:..." Así Cales, o.c., I 469. — 29 Lit. en heb.: "halagarán tu rostro," es decir, buscarán tu favor. Así traduce NP. — 30 Cf. Prov 1:8. — 31 Cf. 1 Re u, 1-13; 16:31-33. — 32 Cf, Is 60:5-16. — 33 Cf. Ex 28:6s; 29:2s. Véase art. Broderie en DBV. — 34 Cf. 1 Mac 9:37s. — 35 Los LXX: "recordarán tu nombre..." — 36 Cf. 1 Re 4:1 s — 37 Gen 49:12. — 38 Cf, 2 Sarn 7:11-17. — 39 Cf, L. Reinke, Die Messian_ Psalmen I 351. — 40 Cf. San Juan Crisóstomo, hxpos. in Ps, 4-1; PG 55:183; San Agustín, De di, Dei 17, 1.2: PL 41:548-550; cf. Heb 1:5-14. — 41 Opinión de Knabenbauer, Corluy, Zorell, Dennefeld. — 42 Así M. J. Lagrange, Peters, Vaccari. — 43 Sobre la interpretación mesiánica del salmo véanse: J. Corluy, Étiide ¡¡ttéraire ilu Psawne 45 (Vg 44): RB 5 (1896) 56-74; S. Minochi, Jf salmi messianici: RB 12 (1903) 198; M. J. Lagrange, Notes sur le messianisme dans le Psaumes: RB 14 (1905) 54; J. Cales, Les Psaumes des fils de Coré, Ps. 45: "Rech. Se. Reí." 13 (1923) 313-322; E. Podechard, Notes sur les Psaumes: Ps 45: RB 32 (1923) 28-38; L. Dür, Ursprung und Ausban (Berlín 1925) 77-8o; L. Dennefeld: Dthc.10,1456-1457; L. Desnoyers, tíist. du peuple hébreu III (París 1930) 40-43; C. Reinke, Die messian. Psalmen I 3505; Vaccarí, libri poetici (Roma 1925) 109.

 

Sentido Mesiánico del Salmo.

La tradición judía ha dado al salmo un sentido mesiánico, al menos en el Targum 39; y el autor de la Epístola a los Hebreos aplica los v.7-S a Cristo (Tu trono subsistirá por los siglos de los siglos...), probando con ellos la superioridad de El sobre los ángeles. Los Santos Padres, basándose en esta cita, mantienen el sentido mesiánico del salmo40. Los exegetas católicos, en consecuencia, mantienen el mesianismo del mismo, si bien no convienen en el modo de concretar este carácter mesiánico; y así, mientras unos ven en él una dramatización epitalámica de los amores de Dios e Israel, tipo del amor de Cristo a la Iglesia41, otros admiten sólo un sentido mesiánico típico o espiritual42. No es posible mantener un mesianismo literal, ya que se habla de la esposa y de los hijos del nuevo rey, lo que no es aplicable a Cristo-Mesías. Por eso creemos que el carácter mesiánico del salmo se ha de medir por la proyección general mesiánica de la perspectiva de los salmistas. Para ellos, cada rey era un anillo nuevo de la cadena que llevaba hacia la culminación de la dinastía davídica en la persona del Mesías. Por eso, con motivo de una entronización o una boda real, idealizan la situación, considerando al nuevo rey como tipo aseensional hacia la gran figura anhelada del Mesías. La historia de Israel, para ellos, tiene un sentido eminentemente teológico, y por eso, en las diversas vicisitudes de su pueblo, ven la mano de Dios, que prepara el advenimiento de la futura sociedad teocrática mesiánica, hacia la que converge inexorablemente la historia del pueblo elegido por imperativo de las antiguas promesas divinas, que arranca desde la época patriarcal.43

 

Salmo 46 (Vg 45): Dios, Protector de Su Pueblo.

Los salmos 46, 47 y 48 tienen una relación íntima por su contenido ideológico. En el 46 se destaca, sobre todo, la presencia de Yahvé en medio de su pueblo, juntamente con el sentimiento de seguridad a su sombra protectora. Fundamentalmente es un canto de triunfo y de confianza en Yahvé por haber liberado a su pueblo de poderosos enemigos. Se divide en tres estrofas, separadas por un estribillo que se repite regularmente (v.4b.8 y 12). En la primera (2-4) se canta la fe absoluta en Dios; en la segunda (5-8) se destaca la solicitud de Dios, que ha manifestado su poder liberando a su pueblo de un enemigo implacable; en la tercera (9-12) se invita a reconocer las gestas de Yahvé en favor de su pueblo.

Literariamente, esta composición se destaca por su vigor expresivo y por la abundancia de metáforas. Kittel la define como "Cantar de los Cantares de la fe." Por encima de todas las conmociones cósmicas está el inconmovible Dios de Israell.

Los antiguos autores suponían que este himno, de confianza absoluta en la omnipotencia divina, fue compuesto después de la liberación de Jerusalén del ejército de Senaqueríb en 701 2. Incluso no pocos creen que es el mismo Isaías el autor de esta magnífica pieza literaria, pues no faltan concomitancias conceptuales con los escritos del gran profeta de Judá. Los críticos modernos, en cambio, ven en esta composición salmódica no pocas expresiones escatoló-gicas de índole cósmica: temblor de la tierra y del mar, ataque de las naciones paganas contra Jerusalén, victoria de Yahvé, establecimiento de la paz en el mundo y entronización final de Yahvé como soberano del universo 3. Todos estos rasgos escatológicos hacen pensar que el salmo es de época posterior al exilio, cuando estaban de moda los escritos escatológico-apocalípticos. Pero muchas de estas transformaciones cósmicas, acompañando a las teofanías de Yahvé, aparecen ya en textos primitivos de la Biblia 4. No implican, pues, necesariamente expectación escatológica. Por tanto, no hay razón para rebajar la fecha de composición a los tiempos de la literatura escatológica. El contexto del salmo puede reflejar la situación de alivio en Israel después de un peligro de una invasión enemiga, provocada por los asirios, los babilonios, los moabitas, los amonitas, los sirios o los escitas.

La presencia de Dios, garantía de victoria (1-4).

1 Al maestro del coro. De los hijos de Coré. Para voces altas. Cántico. 2 Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, una ayuda muy asequible en las tribulaciones. 3 Por eso no hemos de temer aunque tiemble la tierra, aunque se conmuevan los montes en el seno del mar, 4 y se agiten y espumen sus olas, y retiemblen los montes a su empuje. Seláh. (Yahvé de los ejércitos está con nosotros, el Dios de Jacob es nuestra Roca) 5.

En el título encontramos la indicación musical 'Al-'álamoth, que literalmente significa "doncellas." De esto se ha deducido que la indicación musical aludía al canto de voces blancas; conforme a ello, traducimos para voces altas. Los LXX, sin duda leyendo 'al-'alumóth, traducen: "sobre las cosas ocultas." Así la Vg: "pro arcanis." Símaco: "sobre las cosas eternas." Aquila y San Jerónimo: "pro iuventutibus." Probablemente es una alusión a una canción popular que empezaba con "a las doncellas," conforme a la cual había de amoldarse el ritmo del canto 6.

El salmista empieza cantando la seguridad que le da la protección de Dios, que en cualquier momento es asequible, particularmente en las tribulaciones 7. La experiencia de la ayuda divina es una garantía de que en todo momento los ha de salvar. Aunque ocurra un cataclismo y tiemble la tierra y se conmuevan los montes en el seno del mar — terremotos y maremotos —, el Dios de los ejércitos estaría siempre con los suyos.

Yahvé habita en Sión y la protege (5-8).

5 Un río con sus brazos alegra la ciudad de Dios, el santuario donde mora el Altísimo 7. 6 En medio de ella está Dios: no será conmovida. Dios la socorrerá desde el clarear de la mañana, 7 Túrbanse las naciones, vacilan los reinos; dio su voz, se derrite la tierra. 8 Yahvé de los ejércitos está con nosotros, el Dios de Jacob es nuestra ciudadela. Seláh.

El poder omnímodo de Dios llega hasta domar las fuerzas del mar alborotado, haciendo salir de él un rio que, lejos de traer la desolación y la ruina, trae la bendición, alegrando la ciudad de Dios. Los autores que suponen que el salmo es de Isaías, creen que aquí río alude al canal de Ezequías. En Is 8:6 se habla de "las aguas de Siloé, que descienden mansamente" — símbolo del gobierno paternal y suave de Dios, que habita en el templo, teniendo bajo su sombra protectora a la ciudad de Sión, en contraposición al río impetuoso de Asiría, que todo lo anega, sembrando la desolación —, y en Is 33:21 se dice que Yahvé es para los israelitas "río y anchos canales" que protege y rodea a su ciudad santa. Podemos considerar la frase del salmo Un río con sus brazos alegra la ciudad de Dios como una explicación del texto isaiano, si bien insistiendo, más que en la idea de protección, en la de fuente de fertilidad y alegría. La ciudad de Dios es Jerusalén, santificada con la presencia divina, lo que es una garantía de permanencia 8. Allí mora el Altísimo, expresión poética arcaizante para designar al Dios de Israel 9; por eso, aunque se conmueva toda la naturaleza, no será movida. La derrota del ejército de Senaquerib era una prueba de la especial protección divina sobre ella 10. La liberación milagrosa es como la aurora o clarear de la mañana, que sucede a la noche tenebrosa de la opresión y el peligro. También en la frase del salmista encontramos como un eco de Is 17:12-14: "Ruido de muchedumbres innumerables, como el estruendo del mar; tumulto de naciones, como el estrépito de aguas copiosísimas. Los amenaza él, y huyen lejos, ahuyentados como el tamo de los limpiadores, arrebatado del viento, como el polvo arrebatado por el huracanado torbellino. A la hora de la tarde será el espanto, y a la mañana habrán desaparecido." El salmista juega con el doble símil del ataque de los ejércitos de las naciones, que hostigan al pueblo elegido, y la conmoción de la naturaleza. Todo parece trastrocarse: se turban las naciones, vacilan los reinos...; pero interviene Dios, y todo se calma, como, cuando se conmueven las fuerzas cósmicas, da su voz, su trueno, y se derrite la tierra por sus rayos fulgurantes y abrasadores ll. El pueblo israelita puede estar tranquilo en medio de esta conmoción de pueblos y de la naturaleza, porque Yahvé de los ejércitos — alusión a su señorío sobre las constelaciones celestes, que se mueven a su mando con precisión militar; a su dominio sobre todas las cosas y, sobre todo, a su intervención en favor de Israel en la historia contra sus enemigos 12 — está con él. Es el título característico de la literatura pro-fética, especialmente en los escritos de Isaías. El redactor del salmo mantiene la expresión estereotipada a pesar de estar dentro de la colección "eiohística" del Salterio. Yahvé es el Dios de Jacob, expresión que alude primero a la protección prestada al patriarca en su vida azarosa huyendo de su hermano Saúl, y después a su descendencia, a Israel como nación. Esta expresión aparece también en Isaías y algunos salmos 13. Su vinculación a la descendencia del patriarca es una garantía de protección incondicional en los momentos críticos de su historia: es su ciudadela.

Yahvé es Dios de paz (9-12).

9 Venid y ved las proezas de Yahvé, los prodigios que obró sobre la tierra. 10 El es quien hace cesar la guerra hasta los confines de la tierra. El rompe el arco, troncha la lanza y hace arder los escudos en el fuego. 11"Cesad y reconoced que yo soy Dios, excelso entre las gentes, exaltado en la tierra." 12 Yahvé de los ejércitos está con nosotros, el Dios de Jacob es nuestra ciudadela. Seláh.

Después de presentar a Yahvé dominando las fuerzas cósmicas y las grandes conmociones históricas en beneficio de su pueblo, el poeta hace una invitación a reflexionar sobre las proezas y gestas de Yahvé, obra de su omnipotencia. La invitación se dirige a todos 14, pero especialmente a las naciones gentílicas, que deben recibir una lección de los hechos ocurridos (v.11). La intervención divina acabará por imponer la paz universal, haciendo cesar la guerra hasta los confines de la tierra. La perspectiva del salmista, como la de los profetas en general, se ensancha y proyecta hacia los tiempos mesiánicos, idealizando el futuro conforme a las ansias de paz que hay en el corazón del hombre. En Is 2:4 se habla de una época venturosa futura en la que "de espadas se harán rejas de arado, y de las lanzas, hoces. No alzarán la espada gente contra gente, ni se ejercitarán para la guerra." El salmista se sitúa en la misma panorámica deslumbradora: El (Yahvé) rompe el arco, troncha la lanza y hace arder los escudos en el fuego (v.10b). Es el mismo pensamiento de Is 9:4: "Y han sido echados al fuego y devorados por las llamas los zapatos jactanciosos del guerrero y el manto manchado en sangre." Es la obra del Emmanuel ("Dios con nosotros"). Justamente en el salmo se repite el estribillo de que Yahvé de los ejércitos hará la liberación porque está con nosotros (Immanu 9El). La dependencia del salmo de los escritos isaianos es tan estrecha, que bien podemos ver en ello una relación con los grandes vaticinios liberadores del profeta. La perspectiva de la paz mesiánica futura era la estrella polar de los angustiados corazones israelitas, tantas veces probados por los sobresaltos bélicos. Así, el salmista, después de aludir a una portentosa liberación de Jerusalén de una invasión de pueblos enemigos, anuncia a sus contemporáneos que esto será el símbolo de otra liberación más amplia y definitiva, cuando desaparezcan todos los instrumentos de guerra. Zacarías se hace eco de esta ansia universal de paz: "Extirpará los carros de guerra de Efraím, y los caballos en Jerusalén, y será roto el arco de guerra, y promulgará a las gentes la paz…" 15

Finalmente, el salmista pone en boca de Yahvé una amonestación a las naciones para que entren en cordura y reconozcan su señorío como Dios, y, en consecuencia, desistan de atacar a su pueblo, pues, de lo contrario, tendrán que vérselas con su omnipotencia: Cesad y reconoced que yo soy Dios... Tiene señorío sobre las gentes y naciones, y, por tanto, no se pueden librar de su manifestación punitiva, ya que El domina toda la tierra (v.11). Es una amonestación similar a la de Sal 2:10: "Ahora, pues, ¡oh reyes! obrad prudentemente; dejaos persuadir, rectores todos de la tierra. Servid a Yahvé con temor, rendidle homenaje con temblor. No se aire y caigáis en la ruina, pues se inflama de pronto su ira."

El estribillo final repite la confianza en la protección de Dios, que es el Señor de los ejércitos, y, al mismo tiempo, Dios de Jacob, vinculado a su descendencia por un pacto.

1 Cf. Horacio: (Si fractus illabitur orbis, Impavidum fenervt ruinae·) (Carm. III 3). — 2 Cf. 2 Re 18:13-16. 3 cf. E. Podechard, o.c., I 206. — 4 Cf. Ex 19:16-18; Jue 5:4-5; Jer 10,10; Am 8:8; 9:5; Nah 1:5; Hab 3:10; Sal 18:8; Jer 47:2; Ez 26:19. — 5 Este verso no está en el TM, pero es suplido comúnmente por razones del ritmo, pues se repite como estribillo al ñnal de cada estrofa. — 6 En 1 Par 15:20 se aplica a instrumentos; cf. Sal 68:26. — 7 Lit. "El (lugar) santo de los tabernáculos del Altísimo'). — 8 Cf. Sal 48:2.9; 87:4; Is 60.14; Heb 12:22; Ap 3:12. — 9 Cf. Sal 7:18. — 10 Cf. Is 36:20; 37:45; 14:13.14. — 11 Cf. Is 29:6; 30,305; Ex 15:15; Am 9:5; Sal 75:3; 76:8. — 12 Cf. Gen 2:1 11 Re 22:19; Sam 17:45; 2 Re 6:16s. — 13 Cf. Ls 2:3; 29:23; Sal 20:2; 75:10; 76:17. — 14 Cf. IS 33:13- — 15 Zac 9:10. Esta ansia de paz en el corazón humano la encontramos reflejada en el poeta latino: "falx ex ense" (marcial, Ep. XIV 34)· Ovidio expresará la idea lontraria: "sarcula cessabunt, versique in pila ligones" (Fast. I 699); cf. Jl 3:10.

 

Salmo 47 (Vg 46): Invitación a las Gentes a Reconocer la Soberanía de Yahvé.

Esta composición tiene el aire de un himno de alabanza a Yahvé, que muestra su majestad y poder indomable sobre todos los pueblos y su protección sobre Israel. No pocos autores consideran este salmo como continuación conceptual del anterior, y por ello compuesto en la misma ocasión de una liberación milagrosa del pueblo elegido, que estuvo a punto de ser anegado por una conmoción de pueblos coligados contra él. Se invita a todas las naciones de la tierra a participar en este homenaje solemne al que triunfa sobre todos los pueblos. El poeta escenifica enfáticamente el triunfo de Yahvé, que, después de bajar a la tierra a pelear por su pueblo, sube a su morada celeste entre las aclamaciones de los pueblos del orbe, brillando así su gloria y majestad. Desde allí gobernará sobre todos los pueblos, cuyos príncipes serán sus vasallos. Esta predicción de la sumisión de todos los reyes de la tierra a Yahvé tiene el sello de las profecías mesiánicas. Los salmistas — como en general los profetas — vivían de la esperanza en el establecimiento de la futura teocracia mesiáni-ca, y por eso su imaginación se dirige constantemente a esta panorámica maravillosa caracterizada por el triunfo total de Yahvé y el reconocimiento de su soberanía por todos los pueblos 1.

El salmo se divide en dos estrofas paralelas. Los críticos modernos insisten en el carácter escatológico del mismo, y por ello suponen que es de época reciente. No obstante, la alusión a la entronización de Yahvé como Soberano de todas las naciones gentílicas se puede concebir como una idealización de un poeta con sentido profético, que ya en los tiempos gloriosos de la monarquía, cuando Israel dominaba sobre otros pueblos, como moabitas, sirios, amonitas y filisteos2, se columbraba una etapa futura de triunfo universal, conforme a las promesas hechas a los patriarcas sobre la bendición de todas las gentes en la estirpe de Abraham. Los hagiógrafos tienen un sentido profético de la historia, y su mente se dirige siempre a la culminación de la etapa en que se cumplirán estas promesas.

Yahvé someterá las naciones a Israel (1-6).

1 Al maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo. 2 ¡Oh pueblos todos! batid palmas, aclamad a Dios con voces jubilosas, 3 Porque es Yahvé el Altísimo, el terrible, el gran Rey sobre toda la tierra. 4 El nos someterá a los pueblos y pondrá las naciones bajo nuestros pies, 5 El nos ha elegido como su heredad 3, el orgullo de Jacob, a quien El amó. Seláh. 6Se eleva Dios entre aclamaciones, Yahvé (se alza) al son de las trompetas,

Se invita a todas las naciones a asociarse al triunfo espectacular de Yahvé como Soberano de todos los pueblos 4. Es el gran rey no sólo de Israel, sino de todas las gentes. En los textos cuneiformes asirios, el soberano se da el título arrogante de "gran rey." Aquí el salmista aplica este título a Yahvé, único Señor de los hombres todos5. Para destacar su carácter superior y trascendente se le llama el Altísimo, traducción no segura del Elyon, nombre que en Gen 14:18 se da al dios de Melquisedec, reconocido como tal por el propio Abraham, que le ofrece los diezmos. En la literatura poética arcaizante no es raro este nombre para designar al Dios de Israel6. Aquí se le da, además, el epíteto de terrible, pues tiene a disposición la omnipotencia, y nadie puede hacerle frente7. La divinidad es concebida como una fuerza temible, que puede dar la muerte al que indignamente se acerque a ella o trate de empañar sus derechos. La misma "santidad" es concebida como una fuerza aislante de lo divino, que lo protege contra toda contaminación indigna 8. Aquí el salmista da a Yahvé el epíteto de terrible para hacer reflexionar a las naciones que puedan oponerse al reconocimiento de su soberanía.

Si bien Yahvé es el Señor de todos los pueblos- — y, en consecuencia4, todas las naciones y gentes deben reconocer su soberanía —, está particularmente vinculado en los destinos históricos a Israel, que ha elegido como heredad (ν.5), su porción selecta entre los pueblos 9; por eso a él los someterá, poniéndolos a su servicio (v.4). Es la concepción nacionalista que encontramos en muchos vaticinios profetices 10. Los hagiógrafos del A.T., al no tener luces sobre la retribución en el más allá, esperan una era de prosperidad material para la sociedad israelita, tantas veces conculcada y afligida por la invasión de los ejércitos extranjeros. Cuando veían a éstos pasar y dominar su país, surgía, por contraste, la idealización de los tiempos futuros, en que Israel habría de ser la nación soberana sobre todos los pueblos, por ser la heredad particular del Señor del universo. Es el orgullo de Jacob o el "primogénito" de Yahvé 11.

La tierra de Canaán fue entregada por decreto divino a Israel, y constituye por eso el orgullo de los descendientes de Jacob. Jeremías pone en boca de Yahvé estas palabras: "¿Cómo voy a contarte entre mis hijos y darte una tierra escogida, una magnífica heredad, preciosa entre las preciosas de todas las gentes?" 12 Israel, como colectividad nacional, nace en las estepas del Sinaí, y, en comparación con las regiones desérticas de esta península, Canaán resultaba para las mentalidades semibeduinas hebreas como una "tierra que mana leche y miel"13. Este país de feracidad excepcional — que en realidad no podía compararse a la de los pueblos mesopotámicos, fenicios y egipcios — fue cantado por los poetas de Israel como la tierra más deliciosa del orbe; es el orgullo o magnificencia de Jacob. La elección de Israel por Dios se debe al amor que le tuvo, no a los méritos de aquél: Jacob, a quien amo 14.

Yahvé ha tomado posesión de su tierra santa y de su pueblo, como lo hizo al manifestarse sensiblemente el día de la inauguración del templo salomónico 15; ha descendido a auxiliar a su pueblo en momentos críticos, y ahora se eleva a su morada celeste entre aclamaciones y al son de las trompetas (v.7). Durante los primeros tiempos de la monarquía y antes en el desierto, el arca era el símbolo de la presencia de Yahvé en su pueblo; en torno a ella, la multitud mostraba su devoción al Dios de Israel; cuando procesional -mente subía las gradas del templo, se simbolizaba su entrada triunfal también en la morada celeste, el "cielo de los cielos," en la cúspide del firmamento, desde donde contemplaba a los hombres y gobernaba los pueblos 16. El salmista parece ahora aludir a esta entronización solemne de Yahvé, que asciende, glorificado por las aclamaciones populares, a sus mansión empírea.

Yahvé, Rey del universo (7-10).

7 ¡Cantad a Dios, cantadle! ¡Cantad a nuestro Rey, cantadle! 8 Porque es el Rey de toda la tierra, cantad a Dios con maestría. 9 Reina Dios sobre las gentes, se sienta Dios en su santo trono. 10 Los príncipes de los pueblos se han reunido con el pueblo del Dios de Abraham; pues de Dios son los grandes de la tierra 11, ensalzado sobremanera.

El salmista se dirige a Israel y a los príncipes de las naciones que (se han sumado a esta aclamación jubilosa del Dios de Israel, que se eleva majestuoso a tomar posesión de su trono celestial como soberano único del orbe y de los pueblos. El reinado de Yahvé no se limita a Israel, sino que se extiende a las gentes o naciones paganas, y el poeta quiere que éstas reconozcan su soberanía. Desde antiguo, su reinado fue reconocido por Israel18; pero llega la hora de que se le aclame como Rey de todos los pueblos, cuando se siente en su santo trono celestial para juzgar a todos los seres humanos 19. Su morada en el templo de Jerusalén es un símbolo de la otra celestial. Idealizando la situación, el salmista presenta ya a los príncipes de los pueblos reunidos en torno al pueblo elegido, el pueblo del Dios de Abraham. Es el cumplimiento de la promesa hecha al gran patriarca de que en él serían bendecidas todas las gentes 20. En los vaticinios mesiánicos no faltan alusiones a esta adhesión de las naciones a la religión de Israel, formando sus ciudadanos una categoría subordinada a la de los propios israelitas, que serán ciudadanos por derecho propio en la nueva teocracia 21. Se les admite al culto, pero no constituyen propiamente el "pueblo de Dios," título reservado a Israel, "primogénito" de Yahvé 22. El título Dios de Abraham recuerda las promesas hechas al gran patriarca sobre la gloria de su descendencia, multiplicada como las arenas del mar 23. Los príncipes y grandes le pertenecen y le están sometidos, y bajo este aspecto también están sometidos al pueblo que es su heredad particular entre todas las naciones.

1 Cf. Is 2:2-4; 60:1s. — 2 Cf. 2 Sam 8:9-12; 1 Re 5:1. — 3 Así siguiendo a los LXX. El TM: "El nos ha elegido para nuestra heredad," lo que no hace sentido.-· — 4 Sobre el batir palmas como signo de alegría y aprobación véanse Is 55:12; Ez 25:6; Nah 3:19; Sal 98:3; 2 Re 11:12. — 5 Cf. Is 36:4. — 6 Cf. Sal 17:14; 45:5: 82:19; 86:5. — 7 Cf. Sal 76:8; 13; Ex 15:11; Dt 7:21; 10,17. — 8 Véase P. Van Imschoot, Thénlogie de I'Anden Testament I (Tournai 1954) 43-44· — 9 Cf. 1 Re 8:51; Jer 12:8; Lam 5:2. — 10 Cf. Is 11:105; Miq 4:13.6-8; Is 49:23; 61:55. — 11 Cf. Ex 15:17; Dt 4.21-38; Ter 3:19. — 12 Jer 3:16; Mal 1:2. — 13 Cf. Ex 13:5; Dt 6:3; 26:9; 27:3; Jos 5:6. — 14 Cf. Mal 1:2; Jer 3:19. — 15 Cf. 2 Sam 6:12-15. — 16 Cf. Is 66:1; Sal 113:16. — 17 Lit. el TM dice "los escudos de la tierra." liemos seguido la traducción de los LXX: "los fuertes de la tierra." Así la Vg. — 18 Cf. Ex 15:18; Dt 33:5; Sam 12:12; Is 6:2. — 19 Cf. 1 Re 22:19; Is 66:1; Sal 11:4; 29:10; 89:7. — 20 Cf. Gen 12:1s. — 21 Cf. Is 2:2s; 11:10; 56:6s; 60,3$; Zac 8:203. — 22 Sin embargo, en Is 19:25 se llama a Egipto "pueblo mío." — 23 Cf. Gen 1:2; 17:6; 22:17; 32:12.

 

Salmo 48 (Vg 47): Himno a la Gloria de Jerusalén.

Este salmo parece la contrapartida del 46: "en éste, la presencia de Dios en medio de Sión es la garantía de su seguridad, mientras que en el salmo 47 la seguridad de Sión es el resultado de esta presencia."1 Es una composición dirigida a los peregrinos que vienen a Jerusalén, a los que se invita a considerar la magnificencia de la ciudad y de su templo, y se les recuerda la milagrosa liberación de la ciudad santa de un ataque enemigo. Aunque por su contenido este salmo tiene mucho de parecido con el 46, sin embargo, el tono es más suave: "el salmo 46 parece compuesto para guerreros y avanza con4un movimiento poderoso y majestuoso; el salmo 47, en cambio, destinado a peregrinos, es de un tono más dulce, aunque no desprovisto de fuerza y vivacidad, y tiene el ritmo de una elegía." 2

Podemos dividir la composición en dos partes netas, con dos estrofas cada una: a) alabanza de Yahvé y de Sión (2-4) y descripción de la liberación de Sión por Yahvé (5-8); b) acción de gracias en el templo (10-12) e invitación a visitar detenidamente la ciudad santa (13-15). El v.9 parece un estribillo de unión.

Después de Teodoreto se ha propuesto como fecha de composición del salmo la inmediata a la liberación de Jerusalén del ataque del ejército de Senaquerib en 701 a.C. Esta portentosa derrota del ejército asirio dejó eco en la literatura y tradición popular bíblica, y bien pudo dar lugar a composiciones salmódicas como la presente. Por otra parte, las concomitancias literarias que el salmo tiene con los escritos isaianos de esta época avalan esta suposición. No hay indicios seguros de alusiones escatológicas, como pretenden algunos autores, que suponen que el salmo es del siglo II antes de Cristo.

Sión, ciudad del gran Rey (1-4).

1 Cántico. Salmo de los hijos de Coré. 2 Grande es Yahvé y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios, su monte santo. 3 Bello promontorio, alegría de toda la tierra, el monte de Sión, en los confines del aquilón, es la ciudad del gran Rey. 4 Dios en sus alcázares se dio a conocer como ciudadela.

Como es habitual en otros himnos, el salmista empieza ex abrupto, sin introducción, destacando la alabanza de Yahvé y de su morada, el templo jerosolimitano 3. Por sus proezas en favor de la ciudad santa, Yahvé es digno de alabanza en grado sumo4. Jerusalén es la ciudad de nuestro Dios, porque en ella tiene su residencia oficial en la tierra, y está particularmente unido a sus destinos históricos5. Su monte santo, la colina de Sión, es la alegría de toda la tierra. Sobre las ruinas humeantes de la ciudad después de la catástrofe del 586 dirán burlonamente los transeúntes: "¿Es ésta la ciudad que decía del todo hermosa, la delicia de toda la tierra?"6 El profeta anuncia la restauración de la ciudad santa en estos términos: "De abandonada que eras..., yo te haré eterno prodigio, delicia de los siglos."7 En la perspectiva de los hagiógrafos — que vivían de las gloriosas promesas mesiánicas —, Jerusalén era el centro de toda la tierra, de forma que todos los pueblos habrían de acudir a ella para adoctrinarse en la Ley y encontrar la paz y concordia 8.

Es más, como morada permanente de la divinidad, Sión se halla en los confines del aquilón, sobrepasando a las montañas sagradas, en las que, según las mitologías orientales, moraban los dioses. En Ras Shamra se ha encontrado un "baal Safon" (señor del aquilón) 9. En Is 14:13 se dice de la arrogancia del rey de Babilonia: "Tú, que decías: Subiré a los cielos; en lo alto, sobre las estrellas de Dios, elevaré mi trono, me instalaré en el monte santo, en las profundidades del aquilón." Es el monte Nisir, donde — según la mitología meso-potámica — tenían su morada los dioses, como los númenes helénicos en el Olimpo. El profeta se acomoda a estas concepciones populares, dando un nuevo sentido. El salmista también juega con estas concepciones folklóricas ambientales, y coloca al monte santo, Sión, morada de Yahvé, en los confines del aquilón. El profeta Eze-quiel contempla el nuevo templo de Jerusalén sobre un. "monte altísimo" 10; es la idealización de la modesta colina de Sión, que en el futuro "será establecida por cabeza de montes y será ensalzada sobre los collados, y correrán a él todas las gentes…"11 Allí está la ciudad del gran Rey, el centro de la teocracia hebraica. El título de gran Rey — corriente en los documentos cuneiformes aplicado a los reyes de Asiría 12 — aparece en los salmos también aplicado a Yahvé 13. Aquí se le presenta habitando en sus alcázares — el templo —, desde donde dispensa su protección a la ciudadela de Jerusalén (v.4).

Victoria de Yahvé sobre los enemigos de Sión (5-9).

5 Pues he aquí que los reyes se habían aliado, y unidos avanzaban. 6 En cuanto la vieron, quedaron espantados, y, aterrados, se dieron a la fuga. 7 Apoderóse de ellos el terror, una angustia como de mujer en parto; 8 como viento solano 14, que destroza las naves de Tarsis. 9 Como lo habíamos oído, así lo hemos visto en la ciudad de Yahvé de los ejércitos, en la ciudad de nuestro Dios. Dios la hará subsistir por siempre. Selah.

El salmista se hace eco de una coalición de reyes que avanzan hostilmente contra Jerusalén, la capital de la teocracia, donde mora Yahvé. Sabemos que en 734, en tiempos de Acaz, los reyes coligados de Damasco y Samaría pusieron cerco a la ciudad santa. Es la ocasión en que Isaías profirió el famoso vaticinio del "Emmanuel," símbolo de liberación y de castigo a la vez. En 701, el ejército de Senaquerib puso de nuevo sitio a Jerusalén, en tiempo de Ezequías; y el rey de Asiría, Senaquerib, se gloría de que sus capitanes subordinados tienen categoría regia: "Mis lugartenientes, ¿no son reyes?"15 Quizá en el salmo la palabra reyes se ha de tomar en este sentido amplío, en el supuesto de que fuera redactado con ocasión de este asedio de los asir ios. Estos, lejos de apoderarse de la ciudad santa, al verla quedaron espantados, y se retiraron descorazonados. No concreta el poeta la razón de esta fuga vergonzosa; pero atribuye la derrota de los asediantes a una milagrosa intervención divina. El poeta dramatiza la situación militar desesperada: vieron.,., espantados..., se dieron a la fuga. Es justamente lo contrario del "veni, vidi, vici" de César.

El temblor y espanto de los fugitivos es comparado a los dolores de la mujer en parto, símil muy usual en la Biblia para designar los dolores más agudos 16. La intervención divina ha tenido el efecto del huracanado viento solano, que destroza hasta las naves de Tarsis, los navios de mayor tonelaje de la época, por ser las que tenían un recorrido más largo, hasta los extremos de Occidente, hasta la Tartesos" de los griegos, en la desembocadura del Guadalquivir 17.

Esta derrota de los enemigos del pueblo de Dios estaba predi -cha; y así, los testigos oculares confiesan: como lo habíamos oído, así lo hemos visto (V.9). En la tradición popular israelita flotaban las gestas de Yahvé en beneficio de su pueblo desde los tiempos del éxodo. Estos prodigios de salvación del pueblo israelita los han vuelto a ver los contemporáneos del salmista 18. La experiencia ha confirmado la tradición sobre la protección divina sobre Israel. Esto funda las mejores esperanzas sobre la permanencia y subsistencia de la ciudad santa por siempre, ya que Yahvé la protegerá y defenderá contra todos los enemigos. Esta confianza ciega en la permanencia de Jerusalén frente a todo embate se convirtió en una razón talismánica para no aceptar como posible la entrada de las tropas de Nabucodonosor en ella. Contra esta falsa presunción tuvo que luchar denodadamente Ezequiel en el exilio.

Acción de gracias por la victoria (10-12).

10 Considerarnos, ¡oh Dios! tu piedad en medio de tu templo. 11 Como tu nombre, ¡oh Dios! así tu alabanza llega hasta los confines de la tierra; tu diestra está llena de justicia. 12 Alégrese el monte de Sión, salten de júbilo las hijas de Judá por tus juicios.

A la vista de tales portentos, los fieles reconocen la piedad de Dios y meditan en ella, dando gracias en el templo y considerando el sentido verdadero de estos acontecimientos, en los que se ve la protección divina.El nombre del Dios de Israel, es decir, sus prodigios en favor de su pueblo, llenan de alabanzas los confines de la tierra. La imaginación profético-rnesiánica del salmista se lanza en seguida hacia los tiempos en que todos los pueblos reconozcan los designios y caminos de la omnipotencia divina, puesta a disposición de los destinos históricos de Israel como nación elegida entre todas para manifestarse a las gentes. La diestra de Dios obra siempre conforme a justicia, y, por tanto, el auxilio milagrosamente prestado prueba la justicia de los intereses de Israel en la historia. En consecuencia, debe alegrarse el monte de Sión, y a esta alegría deben sumarse las hijas de Judá, es decir, las ciudades menores de Judá, que habían también sufrido de la incursión del enemigo 19. La victoria de la capital es el triunfo de ellas contra el invasor. Con ello se han manifestado los juicios de Dios, que vela siempre por la causa de la justicia.

Invitación a visitar minuciosamente la ciudad (13.-15)

13 Dad vueltas a Sión, girad en torno; contad sus torres. 14 Poned atención a sus murallas; considerad sus alcázares, para poder contarlo a las generaciones venideras. 15 Porque éste es Dios, nuestro Dios por siempre jamás; El es quien nos guía. Al muth.

El salmista cierra su composición invitando a los peregrinos a admirar personalmente las maravillosas construcciones de la ciudad santa, para que cuenten sus maravillas a las nuevas generaciones. Deben comprobar que está intacta, sin sufrir del asedio gracias a la intervención salvadora de Yahvé. Las maravillosas construcciones tienen para ellos un mensaje religioso. Quizá la invitación no sea dirigida a los peregrinos, sino a los habitantes de Jerusalén, para que salgan de sus escondrijos y estrecheces del asedio para inspeccionar sin miedo las distintas construcciones sobresalientes de la ciudad y vean que no han sufrido nada 20. Deben narrarlo a las nuevas generaciones, para que se percaten de la fortaleza y fidelidad del Dios de Israel, que guía a su pueblo a través de todas las vicisitudes históricas.

1 A. F. Kirkpatrick, o.c., 262. — 2 J. Calés, o.c., I 490. — 3 Cf. Sal 46; 76; 84; 87; 12? — 4 Cf. Sal 47:10; Dt 10:21; Sal 22:4; 96:5. — 5 Cf. Jer 17:12-13; Sal 84; 87; 122; Jer 22:8; Neh 7:4. — 6 Lam 2:15. — 7 Is 60,15. — 8 Cf. Is 2:2-4. — 9 Véase RB (1932) 641; Zatw (1933) 97; R. Dussaud, Les découvertes de Ras Shamra et l'A.T. (1937) 69; E. Dhorme, La religión des Hcbreux nómades 323. — 10 Cf. Ez 40,2. — 11 Is 2:3. — 12 Cf. 2 Re 18:19; Os 5:13; 10,6. — 13 Cf. Sal 47:3; 95:3: Mal 1:4; Mt 5:35. — 14 Así leyendo kerúaj en vez de berúaj del TM. — 15 Is 10:8. — 16 Cf, Is 33:14; Ex 15:14; Is 42:14; Miq 4:10; Jer 30:6; 48:41; 6:24. — 17 Cf. Is 2:16; Job 27:21; Is 27:8; Jer 18:17; Ez 27:26. — 18 Cf. Is 41:26.27; 43:9-12; 44:7-8; Sal 44:2-4. — 19 Cf. Núm 21:25; Jos 17:16; Sal 69:36. — 20 Cf. Is 33:20.

 

Salmo 49 (Vg 48): El Enigma de la Providencia.

En este salmo didáctico-sapienciai se plantea el gran problema de la retribución en esta vida: ¿Por qué prosperan los impíos, mientras los justos llevan vida dura y miserable? Este problema es el tema central del libro de Job y de algunos otros salmos, como el 39, 73, 90 Y 139- La solución está en los caminos misteriosos de la Providencia, que son inescrutables al humano entendimiento. Al hombre, por tanto, no le queda sino acatar estos misteriosos designios divinos y procurar, con todo, amoldarse a las exigencias de su Ley.

El autor del salmo es un moralista de la escuela de los "sabios," que insiste en el hecho de que las riquezas no acompañan al impío a la otra vida. Por otra parte, tiene seguridad de que el justo triunfará sobre el impío y que Dios le premiará su virtud (v.1s) librándole del seol, o morada de los muertos (v.16). El estilo sentencioso con que se expone el tema tiene muchas afinidades con el del libro de los Proverbios. El salmo puede dividirse en dos partes, cada una de ellas con dos estrofas, precedidas de un preludio (1-5). Las dos secciones del salmo (v.6-12 y 14-20) se cierran con un estribillo (v.13 y 21) que predica la caducidad de las riquezas humanas. El estilo sapiencial y sus analogías de expresión con el salmo 73 hacen pensar que el salmo 49 es de composición tardía, no anterior al siglo III a.C. l

Preludio: invitación a prestar atención (1-5).

1 Al maestro de coro. Salmo de los hijos de Coré 2. 2 ¡Oíd esto, pueblos todos! ¡Prestad oído todos los moradores del orbe: 3 plebeyos y nobles, ricos y pobres juntamente! 4 Mi boca va a proferir (sentencias) sabias, y la meditación de mi corazón, (palabras) sensatas. 5 Tenderé mis oídos al proverbio, y al arpa expondré mi enigma.

Con todo énfasis, el poeta pide atención a sus oyentes, pues va a dilucidar un problema difícil y a aportar luz a un misterio. Sus palabras se dirigen a los pueblos todos, porque va a tratar de un interrogante que angustia a todas las conciencias: el problema de la justa retribución y compensación en esta vida por las buenas o malas obras realizadas. Por ello, el tema de su discurso es de interés general para todos los moradores del Universo. La literatura "sapiencial" se caracteriza por abordar problemas humanos en toda su universalidad; así, en el libro de Job se plantea con crudeza el problema de la ecuación entre la virtud y la prosperidad en esta vida, y en el libro del Eclesiastés se aborda la realidad de la variedad de las cosas y quehaceres humanos, analizando las inquietudes del hombre sin restricción de fronteras ni razas. El salmista se sitúa en la misma perspectiva universalista: trata del misterio de la Providencia en la vida de los seres humanos como tales, prescindiendo de su pertenencia o vinculación a Israel.

Los críticos resaltan la analogía literaria de este preludio y la introducción al libro de los Proverbios 3 y el exordio del discurso de Elihú en el libro de Job4. En Miq 1:2 encontramos también una introducción enfática y solemne similar a la del salmo: "¡Escuchad, pueblos todos!."5 El salmista especifica su auditorio (plebeyos y nobles, ricos y pobres...), para insinuar el matiz cíe su discurso. En el contexto del salmo, rico viene a ser sinónimo de impío, y pobre equivalente a justo. La experiencia dice que los impíos se enriquecen, mientras los justos llevan vida pobre y despreciable6. Ahora el salmista quiere probar con sus sentencias sabias y sus palabras sensatas que, en el fondo, la felicidad está al lado del justo, aunque ahora le toque sufrir, pues a la hora de la verdad tendrá la rehabilitación plena, mientras que el impío tendrá que dejar sus riquezas después de la muerte sin compensación alguna. Con todo, su exposición tendrá mucho de enigma. El salmista va a exponer, pues, de modo proverbial y enigmático su solución al problema (ν.5), inteligible sσlo al que tenga perspicacia mental 7.

La prosperidad de los impíos es sólo transitoria (6.-13)

6 ¿Por qué he de temer los días de desventura, cuando la iniquidad de los que pisan mis talones me cerca 8, 7 los que confían en su opulencia y se glorían de la abundancia de sus riquezas? 8 Nadie puede rescatar al hombre de la muerte, nadie puede dar a Dios su rescate; 9 pues muy caro es el precio de rescate de la vida, y ha de renunciar por siempre 10 a continuar viviendo indefinidamente sin ver la fosa 11 Pues verá cómo los sabios mueren, desaparecen juntamente el necio y el exulto y dejan a otros sus haciendas. 12Las tumbas son sus casas para siempre, sus moradas de generación en generación, aunque dieron sus nombres a las tierras. 13Pero el hombre no perdura en su esplendor 10, es semejante a las bestias, que perecen.

El salmista sale al paso de los justos que vacilan en sus caminos al contemplar la prosperidad de los malvados y la propia miseria. En realidad, los fieles a la Ley divina están constantemente hostilizados por los que viven fuera de toda ley, los cuales van pisando los talones del justo, poniéndole añagazas y haciendo ostentación de su opulencia y riquezas, para hacerle ver que el único modo de medrar en la vida es no tener escrúpulos religiosos y morales (v.7) 11. Pero, en realidad, su presunción se basa en un supuesto falso, ya que sus riquezas bastarán para rescatarle de la muerte, pues Dios es el único dueño de la vida y de la muerte y no permite que se rescate por dinero su vida; las mayores riquezas no son suficientes para servir de rescate de la vida de un hombre 12. Según la legislación mosaica, en determinados casos se podía redimir y rescatar la vida con dinero i3. Pero nadie puede creer que ha de continuar viviendo indefinidamente, pues el precio del rescate de su vida es tan caro, que no hay dinero suficiente para librar de la muerte. La experiencia muestra que todos, sabios o necios, mueren. Al sabio de nada le sirven sus conocimientos para librarse de la muerte; al final, su suerte es como la del necio o ignorante 14, pues tiene que dejar a otros sus haciendas y contentarse con sus tumbas como moradas permanentes 15. Aunque anteriormente hubieran dado sus nombres a las tierras que poseían, ahora tendrán que contentarse con dar nombre a un sepulcro, a unos pies de tierra. Esta es la gran realidad de la muerte, que evapora todas las falsas ilusiones de la vida. Es inútil que el hombre espere perdurar en su esplendor y triunfo, pues al fin desaparece como las bestias, que perecen (v. 13).

Contraposición de la suerte final de los impíos y de. los justos (14-21)

14 Tal es el camino de los que confían en sí mismos, y el fin de los que se complacen en su boca 16. Selah. 15 Como rebaño son echados al "seol," la muerte los pastorea, los justos los dominan. A la mañana, su figura se desvanece en el "seol," lejos de su morada 17. 16 Pero Dios rescatará mi alma de las manos del "seol," pues me tomará. Seláh. 17 No temas, pues, cuando un hombre se enriquece y se acrecienta la gloria de su casa. 18 Porque a su muerte nada se llevará consigo, ni le seguirá su gloria. 19 Aunque se haya halagado durante su vida: "Te alabarán porque te trataste bien"18, 20 tendrá que irse a la morada de sus padres para no ver jamás la luz. 21El hombre en esplendor no perdura, y se asemeja a las bestias, que perecen.

Los autosuficientes, que creen que no deben confiar sino en sus riquezas, olvidándose de Dios, tendrán un fin desastroso, pues serán visitados por la mano justiciera de Dios, que les enviará la muerte; ésta los gobernará y pastoreará su rebaño en la región tenebrosa del seol, la morada de los muertos. Esta personificación de la muerte es irónica: los impíos, que no han querido someterse al gobierno paternal de la Providencia divina, serán tratados como rebaño destinado al matadero y pastoreado por la muerte. En una noche desaparecen, y a la mañana su figura se desvanece. Los justos, en cambio, despiertan triunfantes sobre los opresores caídos (v.1s): "ha pasado la noche de la opresión para venir la mañana de la liberación"19; es el alborear (mañana) del día justiciero de Yahvé del que habla el profeta: "He aquí que viene el día ardiente como horno, y serán entonces los soberbios y los obradores de iniquidad la paja, y el día que viene la prenderá fuego... Mas para vosotros, los que teméis mi nombre, se alzará un sol de justicia que traerá en sus alas la salud..., y pisotearéis a los malvados, que serán como polvo bajo la planta de vuestros pies..." 20

El salmista supone que, en el día de la manifestación justiciera de Yahvé sobre los pecadores, los justos los dominarán; es la misma idea del vaticinio profetice, expresada con menos radicalismo. Ante la perspectiva del profeta y del salmista, el "día de Yahvé" es el día de la manifestación de su justicia antes de la inauguración mesiánica. En Sal 1:5 se dice que "no prevalecerán los impíos en el juicio, ni los pecadores en la congregación de los justos, porque conoce Yahvé el camino de los justos, pero la senda de los pecadores acaba mal." En efecto, el camino de los que insensatamente confian en si mismos (v.14) llevará a la perdición en la hora de la verdad, que es la de la intervención justiciera de Yahvé. Entonces los impíos serán como un rebaño destinado al sacrificio, a la muerte, que será su "pastor." 21

En cambio, la situación del justo será muy diversa en la hora de la prueba definitiva, ya que Dios le rescatará del seol, es decir, le liberará de la muerte afrentosa que espera a los impíos; en el momentó crítico de la manifestación justiciera, Dios le tomará a sí (v.16). En cambio, los pecadores son presa, del seol, donde su figura se desvanece, pues es la región de las "sombras," en la que los difuntos llevan una vida lánguida como en ectoplasma, sin el vigor físico que caracteriza a la corporal de la tierra 22. Al contrario, los justos serán objeto de una particular providencia divina, pues serán preservados de la muerte que amenaza a aquéllos. La perspectiva es escatológica, y parece aludir al juicio divino antes de la manifestación mesiánica y la implantación de la nueva teocracia, a la que sólo tendrán acceso los justos. Según la mentalidad del A.T., Dios envía a los pecadores una muerte prematura, mientras que a los que le son fieles les otorga una vida larga 23. Según el salmista, las riquezas de los impíos no tendrán valor para rescatar su vida a la hora de la muerte, mientras que las obras buenas y la fidelidad del justo contribuirán a que Dios rescate su alma o vida (v.16) de la muerte. En los salmos son corrientes las frases alusivas al rescate de la vida del justo de una muerte inminente 24. En el momento crítico, Dios le tomará para que no vaya a engrosar el rebaño de los impíos, que están destinados a la muerte. En Gen 5:24 se dice de Henoc que Dios "le tomó," librándole de la muerte corporal. Quizá en las ansias de supervivencia del salmista haya una remota esperanza de ser preservado de la muerte de modo milagroso, pero en el contexto no hay indicios claros para esta suposición.

En el contexto no encontramos la expresión clara de la esperanza de supervivencia en la otra vida en intimidad con Dios, como se supone en el libro de la Sabiduría 25; ni menos la esperanza de resurrección; pero en las palabras del salmista hay unos deseos incoercibles de permanecer viviendo a la sombra protectora de Yahvé, y, en este sentido, sus afirmaciones llevan el germen de la futura doctrina sobre la retribución en ultratumba, lo que es más verosímil suponiendo que el salmo sea de la época tardía sapiencial, cuando los problemas individuales privaban sobre los de la colectividad, conforme a la nueva vía abierta por Ezequiel sobre la responsabilidad personal 26. No obstante, si el salmista hubiera afirmado abiertamente la vida dichosa del justo después de la muerte, habría dado una solución más clara al problema de la desigualdad del impío y del justo en esta vida. Aquí parece que la compañía y las buenas relaciones con Dios son la mejor garantía para el justo contra la muerte, al tener menos probabilidades de ser arrebatado en muerte prematura como el impío 27.

Consecuencia de esta doctrina es que no se debe tener envidia del que prospera en esta vida, pues sus riquezas no le servirán para después de la muerte, y más bien aceleraran el fin del que las posee si no vive según la ley divina (v.18). Es lo que declara el sabio en Ecl 5:13: "Piérdense las riquezas...; como desnudo salió del seno de su madre, desnudo se tornará..., y nada podrá tomar de sus fatigas para llevárselo consigo…"8 El vate latino refleja este mismo pensamiento: "Haud ullas portabis opes Acherontis acl undas: Nudus ad inferna, stulte, vehere, rate" 29. Durante su vida se halagaba a sí mismo, creyendo que había triunfado en ella al poder satisfacer sus caprichos y considerándose al abrigo del infortunio 30; pero llegará la hora de dejarlo todo, para ir a la morada de sus padres, la región tenebrosa del seol 31. Según la mentalidad viejotestamentaria, los difuntos se reunían por familias en la región de las sombras, imitando así de algún modo la vida anterior en la tierra 32; pero el seol es una región de "sombras" y en ella no se ve la luz (v.20). El que ha entrado en esta región oscura no podrá volver de nuevo a la vida luminosa de la tierra 33 El salmista termina repitiendo el estribillo de que el esplendor del ser humano es transitorio, y al fin muere como las bestias (v.21).

1 Cf. E. Püdechard, O.C., I 222. — 2 Sobre el significado del título véase com, a Sal 4:1; 42:1. — 3 Cf. Prov 1:1s. — 4 Cf. Job 34:2. — 5 Cf. Miq 1:2. — 6 En hebreo tenemos las expresiones bene-'adam ("hijo de hombre" en general, el άνθρω-Ττός del griego) ybene-'ish ("hijo de varón":'άνήρ). La primera expresiσn designa a un hombre cualquiera, mientras que la segunda alucie a los de alta alcurnia. — 7 Cf. Is 14:4; Jue I4:12s; 1 Re 10:1. — 8 La Bib. de Jér.r "la malicia me pisa el talón y me cerca. Orígenes leía aquba.v (espías) en vez de aqebay (talones) del Tivl. — 9 Texto oscuro. Las traducciones no concucrdan: "Debe renunciar por siempre a vivir aún. ¿No vería al fin el sepulcro"? NP: "Nimio constat liberado animae eius, ñeque unquaní sufficiet ut vivat ultra in aeternum nec videat interitum." — 10 Los LXX y Vg "non intelligit." En este supuesto, el salmista quería insistir en que el hombre ciego por las riquezas es tan ininteligente como las bestias. — 11 Cf. Sal 12:36; 73:3-0. — l2 Cf. Job 33:23* — 13 Cf. Ex 21:30. — 14 Lo:3 triiumu·. "Sabio·," oneció," "insensato," son muy propios del libro de los Proverbio." — 15 Cf. Ecl 12:5; Tob 3:6; Is 22:16. — 16 Este verso es muy diversamente traducido, aunque el sentido general es claro: Bib. de Jér.; "Así van ellos: confianza en sí mismos; y detrás de ellos, a su voz, se acude." NP: "Hace vía eorum, qui stulte confidunt, et hic finís eorum, qui sorte sua delectantur." — 17 También este verso es oscuro, y las traducciones difieren: Bib. de Jér.: "a la mañana se desvanece su imagen; el.seol, hr aquí su morada." Así también el NP. Nuestra traducción coincide con la de (Jale·;. — 18 Bib. de Jei.: *su alma, que en bu vida se bendecía (se te alaba de haber tenido cuidado de ti)...") Podechard: "Si durante su vida se felicita su alma y la alaba por las satisfacciones que se da..." — 19 A. F. Kirkpatrick, o.c., 273- — 20 Mal 4:1-3 — 21 Cf. Is 14:2; Sal 104:36. — 22 Cf. M. García Cordero, La vida de ultratumba según la mentalidad popular de los antiguos hebreos: "Salmanticensis," 1 (1954) 343-364. — 23 Cf. Dt 5:16; 30,16. — 24 Cf? Sal 30,4; 33:19s; 86:14; 103:5; 138:8; 139:49- — 25 Sab3:17. — 26 Cf. Ez 18:2s. — 27 Los autores no convienen al determinar el sentido preciso del v.16, pues unos, como Konig, ven aquí la fe en la inmortalidad del alma y su reunión con Dios; Kittel cree que el salmista espera ser librado de la muerte, como Henoc, y ser llevado a Dios. Podechard admite la idea de la inmortalidad: "La verdadera novedad del salmo respecto de los pecadores es que la morada perpetua en el seol les es exclusivamente reservada, en lugar de ser, corno antes, el patrimonio de todos los mortales. Para ellos se convierte en una prisión perpetua en razón de las privaciones que esta morada entraña: privación de todas las alegrías de la vida presente, de la riqueza, de los goces que procura, y, sobre todo, ausencia de toda esperanza de no volver a vivir y ver la luz. Mas para el justo, del que el salmista no es más que el tipo, es seguro que por una intervención divina será preservado del seol y recibido junto a Dios. Es la revelación solemnemente anunciada en los vv.2-5." (Le Psautier I 220). — 28 Cf. Job 1:21; i Tim6:7. — 29 Propercio IV.5.I3. — 30 Cf. Dt 29:19; Le 12:19. — 31 Compárese la conocida frase bíblica: "fue a reunirse con sus padres" (Gen 15:15); "reunirse con su pueblo" (Gen 25:7; 35:39; 49:29.33; Núm 20:24.26; Dt 32:50; Núm 27, 13; 31:2). — 32 Véase M. García Cordero, a.c., 3575. — 33 Cf. Sal 58:9; Job 3:16; Ecl 6:5.

 

Salmo 50 (Vg 49): El Culto Aceptable a Dios.

Esta composición salmódica es, por su contenido, muy afín al de la predicación profética: se rechaza el formalismo externo del culto cuando va desprovisto de un espíritu de compunción y de fidelidad a la Ley, con sus preceptos relativos a los derechos de Dios y del prójimo 1. El salmo se divide en tres partes: a) preludio: el poeta describe una teofanía de Yahvé, que se manifiesta en su majestad aterradora para destacar más la urgencia de cumplir lo que va a comunicar (1-6); b) el culto formalista externo no tiene valor si no va acompañado de sentimientos religiosos internos, respetando los derechos de Dios (7-15); c) deben guardarse, ante todo, los preceptos de justicia y caridad con el prójimo (16-23).

El estilo es el de los oráculos profetices, haciendo hablar al propio Dios. La introducción recuerda la teofanías del Sinaí, que quedaron como modelo literario estereotipado para describir las terroríficas apariciones del Dios de Israel 2. Se apostrofa a los cielos y a la tierra, se interroga, amenaza, todo lo cual está dentro del estilo característico de los profetas. Es, pues, este salmo una composición didáctico-profética. "El salmo anterior, 49, era un eco del "sabio," mientras que éste lo es de los profetas; conforme al método característico "sapiencial," el autor se dirige a "todos los pueblos"; aquí, según el característico método profético, se dirige al "pueblo de Yahvé" 3. La doctrina versa sobre los deberes hacia Dios y hacia el prójimo, conforme a la distribución general del Decálogo. Ya a Samuel se había dicho que Dios prefiere la "bondad a los sacrificios, y la obediencia a los holocaustos."4 La doctrina del salmo se relaciona con lo expuesto en Is 1:11s y Miq 6:6s. Esta verdad aparece después en la literatura sapiencial5. El valor de los sacrificios es inferior a los deberes morales, y, sobre todo, aquéllos no tienen valor sin el cumplimiento de éstos.

En el título el salmo se atribuye a Asa/, que era músico de David 6. Como hay cierta dependencia literaria respecto de los grandes profetas, hemos de suponer que es posterior al rey-poeta; así, puede ser eco cíe la predicación profética del siglo VIII al VI a.C. No pocos críticos prefieren rebajar la época de composición a los tiempos posteriores al destierro babilónico en razón de algunos supuestos arameísmos7.

Introducción: teofanía de Yahvé, que viene a juzgar. a Israel (1-6)

1 Salmo de Asaf. El Dios de dioses, Yahvé, habla, convoca a la tierra desde el levante al poniente. 2 Desde Sión, dechado de hermosura, Dios se mostró esplendoroso. 3Viene nuestro Dios, y no en silencio; le precede un fuego devorador, en su derredor cruje furiosa tempestad, 4 Convoca desde arriba a los cielos y a la tierra para juzgar a su pueblo: 5 "¡Reunid a mis piadosos, que sellaron con un sacrificio mi alianza!" 6 Que los cielos promulguen su justicia, porque es Dios el que juzga.

En esta teofanía de Yahvé se le presenta viniendo del centro de la teocracia, Sión, y mostrándose en su majestad fulgurante como en el Sinaí 8. Es presentado a los lectores de modo sobrecogedor para conseguir un efecto psicológico de temblor: la misma tierra es invitada a comparecer ante el Juez soberano, Yahvé, Dios de dioses. Los nombres de la divinidad se acumulan para impresionar más a los destinatarios: Yahvé es, bajo este nombre, el Dios vinculado a los destinos de Israel como colectividad nacional; con su nombre de Elohim, que traducimos por el genérico de Dios, dice relación a toda la obra de la creación y a toda la humanidad. El mismo Dios de la alianza- — Yahvé- — es el Creador y Soberano de la historia humana 9. Como tal, está por encima de todos los supuestos dioses de las gentes. Para el salmista, el Dios nacional Yahvé es la realidad suprema de las cosas, que ahora se le manifiesta para juzgar al pueblo elegido por sus infidelidades. Su morada oficial en la tierra es Sión, a la que se califica como aechada de hermosura, es la "delicia de toda la tierra" de Sal 48:3 10. En 1 Mac 2:12, el templo es llamado "nuestra beldad y nuestra gloria." Yahvé habita en el templo, sobre los querubines 11, y de esa morada oficial sale ahora, revestido de majestad y fulgor, a juzgar a su pueblo prevaricador. Y convoca a toda la tierra en toda su latitud — desde el levante al poniente — para que sea testigo de este juicio que va a hacer sobre el pueblo elegido.

La manifestación de Dios no es en silencio, sino ruidosa en extremo, pues lleva por escolta el fuego abrasador y la furiosa tempestad, sembrando el terror por doquier 12 y barriendo con sus rayos a todos los que se opongan a su paso. El profeta Habacuc describe así la teofanía de Yahvé: "Su majestad cubre los cielos, y la tierra se llena de su gloria. Su resplandor es como la luz: de sus manos salen rayos, con que vela su poder. Delante de él va la mortandad, y a su zaga el azote. Si se detiene, hace temblar la tierra, y si mira, conmueve las naciones. Los montes eternos se resquebrajan, se abajan los eternos collados, sus antiguos caminos"13. Pero el salmista no hace venir a Yahvé del Sinaí, como es ley en esta literatura cíe teofanías, sino del propio templo de Jerusalén, para mostrar que, si bien mora en medio de ellos y los gobierna plácidamente, "como mansamente descienden las aguas de Siloé" 14, cuando llega el momento de la justicia, sale de su templo a castigar a los transgresores.

Por exigencias de su naturaleza tiene que vivir en una atmósfera de "santidad," y por ser el "Santo de Israel" no puede tolerar habitar en medio de un ambiente de infidelidad religiosa 15. Los cielos y la tierra deben ser testigos de su intervención judicial, pues toda la creación debe apercibirse de las exigencias de su justicia ultrajada; y, en concreto, los cielos y la tierra han sido testigos de las defecciones de Israel a través de la historia 16. El poeta, en un arranque oratorio, invita a la naturaleza muda a asistir al juicio contra el pueblo pecador. En el cántico de Moisés 17 se toma a los cielos y a la tierra como testigos de las acusaciones que el profeta va a lanzar. Isaías invita también a los cielos y a la tierra a escuchar las palabras de Yahvé, ya que su pueblo no quiere escuchar 1S. El salmista da a los cielos y a la tierra.categoría de jueces, pues cita a los acusados ante ellos y les pide que den sentencia conforme a las exigencias de Dios (v.6).

Como a jueces, pide a los cielos y a la tierra que hagan comparecer a los piadosos que sellaron con un sacrificio la alianza (ν.5), es decir, a los israelitas, que, como tales, estαn teσricamente vinculados a Dios y son objeto de su especial providencia y protección. Desde los tiempos del Sinaí, Israel quedó obligado a su Dios, y sus deberes quedaron sancionados por el sacrificio de la alianza 19. Esta práctica se repitió a través de las nuevas generaciones: los sacrificios del templo eran como una reiteración implícita de la alianza y de sus obligaciones. En el "Libro de la alianza" se sancionó la práctica ritual de los sacrificios como expresión de reconocimiento de la soberanía del Dios de Israel 2°. Yahvé aquí, en el salmo, recuerda este rito para hacer ver la obligación que tienen los israelitas de cumplir sus preceptos, que formaban parte esencial de la alianza sellada con el sacrificio.

El poeta pone de nuevo por testigos a los ciélos para que den su veredicto (promulguen su justicia...) sobre la conducta infiel de los que se habían comprometido con una alianza solemne sellada con sacrificios. Los cielos son la morada por excelencia de la divinidad, y, por tanto, aparecen asociados al Dios que juzga, el único que en realidad puede dar un veredicto de justicia (v.6).

Los sacrificios externos solos no son aceptos a. Dios (7-15)

7 ¡Oye, pueblo mío, que te hablo yo; que testimonio contra ti, oh Israel! Yo soy Elohim, tu Dios. 8 No te reprendo por tus sacrificios ni por tus holocaustos, que están siempre ante mí. 9 No tomaré becerros de tu casa, n1 Machos cabríos de tus apriscos; 10 porque mías son todas las bestias de la selva y los miles de animales de los montes. 11Yo conozco todas las aves de los cielos 21, y todo lo que en el campo se mueve me pertenece. 12 Si tuviera hambre, no te lo diría a ti, porque mío es el mundo y cuanto lo llena. 13 ¿Como yo acaso la carne de los toros? ¿Bebo acaso la sangre de los cabritos? 14 Ofrece a Dios sacrificios de alabanza y cumple tus votos al Altísimo. 15 E invócame en el día de la angustia; yo te libraré y tú me glorificarás.

Como en los oráculos proféticos, Yahvé pide aquí atención a sus palabras, enunciando su contenido general 22. Dios es aquí el acusador y el juez, como en el exordio anterior los cielos y la tierra eran a la vez testigos y jueces. En los esquemas literarios son posibles estas aparentes anomalías jurídicas, porque los autores juegan con diversos planes de enfoque del tema, y según el matiz de cada uno dramatizan el desarrollo de las ideas. Así, enfáticamente, Yahvé se presenta como el Dios nacional de Israel, con lo que insinúa sus derechos a ser atendido, no sólo como Creador, sino como plasmador en la historia de la conciencia nacional israelita dentro de una organización teocrática solemnemente sancionada con una alianza. Yahvé habla aquí a Israel como colectividad histórica, como pueblo elegido con una misión concreta. Por eso testimonia contra su conducta; Yahvé es, pues, a la vez testigo, acusador, fiscal y juez 23.

Su requisitoria empieza con la declaración de que no se queja por la falta de sacrificios ofrecidos, que diariamente están ante El (v.8). En la legislación se imponían ciertos sacrificios como homenaje a Yahvé, pero en el supuesto de que estos actos de culto externo incluyeran la obediencia a sus mandatos. Ahora los israelitas cumplen sólo la primera parte: la ofrenda de sacrificios. Por ello no les reprende bajo este aspecto, sino por la falta de religión interior y de moral. Mañana y tarde se ofrecían sacrificios en el templo 24, y esta práctica subsistió hasta la destrucción del recinto sagrado y aun después de su reconstrucción.

Pero este cumplimiento de la Ley en lo referente a los sacrificios es lo menos importante en la apreciación divina, ya que Yahvé no tiene necesidad de nada, pues de El son todas las bestias y animales del campo. Los sacrificios, unos eran públicos y otros de devoción privada. En los holocaustos se quemaba toda la víctima en el altar, y por ello eran los más perfectos 25. Al lado de éstos estaban los pacíficos y los expiatorios por el delito y por el pecado 26. Los israelitas, por su cuenta, hacían sacrificios de diversa índole según las circunstancias lo reclamaran. Aquí Yahvé supone que los israelitas cumplen normalmente con sus obligaciones sacrificiales particulares, aparte cíe los sacrificios públicos — el cotidiano por la mañana y por la tarde, y otros en los novilunios y fiestas de Pascua, Pentecostés y Tabernáculos —, que ofrecía oficialmente la clase sacerdotal en nombre de la nación 27. El salmista no concreta el tipo de sacrificios a que alude, pero no interesa para resaltar la idea general de que Dios no se queja del incumplimiento de la obligación de ofrecer sacrificios (v.8).

Los v.9-13 insisten sobre el hecho de que Dios no necesita víctimas sacrificiales, pues suyos son todos los vivientes que pueden servir para el altar. No se quiere condenar los sacrificios culturales del templo — en el v.5 se afirma el valor de la alianza santificada por los sacrificios, y en los v.14 y 23 se recomiendan los sacrificios eucarísticos —, sino destacar que son algo accesorio en comparación a las exigencias del código religioso y moral del Decálogo. La sustancia de la alianza del pueblo con Yahvé radica en el cumplimiento de las cláusulas de la misma en sus líneas esenciales ético-religiosas. Los israelitas creían que Yahvé estaba irritado con ellos porque no le ofrecían suficientes sacrificios que tuvieran la virtud de aplacarle, pero Dios sale al paso de esta conjetura, diciendo que no está irritado con ellos por falta de sacrificios, pues no los reprende sino por la falta de la entrega íntima y sincera del corazón 28.

Los espíritus simplistas creían que Yahvé tenía necesidad de las víctimas, como si tuviera hambre, como los seres humanos. Si así fuera, le bastaría echar mano de los animales de la selva, que le pertenecen (y. 12). Según los pueblos gentiles, sus divinidades tenían necesidad de alimentos materiales. El salmista reacciona contra esta concepción burda, que parece tenía eco en el pueblo, contagiado por los otros cultos idolátricos: los sacrificios no son alimento de Yahvé (ν.13), sino un mero reconocimiento externo de su soberanía, pero en el supuesto de que la conducta moral vaya en consonancia con esta manifestación exterior de acatamiento a la soberanía divina 29. En ese supuesto, se invita a los israelitas a ofrecer sacrificios de alabanza o de acción de gracias, cumpliendo puntualmente los votos hechos al Altísimo (v.14). Esto supone en la perspectiva del salmista un reflejo de mayor interioridad del alma 30. En todo caso, aun sin sacrificios, Yahvé está dispuesto a ayudar a los suyos cuando le invocan en los momentos de angustia31; después de ser liberado de esa situación, debe glorificar a Yahvé, reconociendo sus beneficios. La panorámica del salmista es muy espiritualista, y, sin rechazar los sacrificios cruentos, no les otorga un valor talismánico para aplacar a Dios; al contrario, cree que hay otras manifestaciones religiosas más íntimas y aceptas al Altísimo.

Contra la hipocresía religiosa (16-23).

16 Pero al impío di cele Dios: ¿Quién eres tú para enumerar mis mandamientos y tomar en tu boca mi alianza, 17tú que aborreces la disciplina y echas a la espalda mis palabras? 8 Si ves a un ladrón, corres con él, y tienes tu parte con el adúltero. 19 Abandonas tu boca al mal, y tu lengua urde el engaño. 20 Sentado hablas contra tu hermano, y contra el hijo de tu madre esparces la calumnia. 2l Esto haces, y ¿voy a callarme? ¿Creíste que era yo como tú? Yo quisiera corregirte, poniendo esto ante tus ojos. 22 Entended, pues, los que os olvidáis de Dios, no sea que os destroce, sin que haya quien os libre. 23 El que me ofrece sacrificios de alabanza me glorifica; y a quien sigue el camino, le mostraré la salvación de Dios.

En esta sección segunda, el salmista considera las relaciones con el prójimo, como en la anterior se hablaba de las relaciones del israelita con Dios. El que hace caso omiso de los mandamientos de Dios no tiene derecho a hacer gala de ellos, repitiéndolos con hipocresía ante los demás (v.16). Ellos son las palabras de Dios, y la síntesis de su alianza 32. El salmista tiene en su mente a los que se dedican a estudiar la Ley divina, pero que hacen caso omiso sistemáticamente de ella; es el eterno divorcio del dogma y la moral en la vida práctica de una sociedad que padece inflación religiosa, como en la teocrática de Israel. El credo religioso impone una disciplina y modo de obrar en consonancia con los principios teóricos aceptados. En la sección anterior se reprobaba el formulismo litúrgico externo, vaciado de vida interior; ahora se declara la inconsecuencia del que hipócritamente hace gala de su religión y hace tabla rasa de los mandamientos divinos, y se enumeran las transgresiones contra los preceptos de la segunda tabla del Decálogo, relativos a los deberes con el prójimo 33: robo, adulterio, difamación... Ni se respetan las relaciones de sangre, pues se difama al hermano 34. ¡A tal estado de degeneración ha llegado la sociedad! Todo esto está clamando por la intervención justiciera de Yahvé, que no puede callarse (v.21). Dios no es un juez venal, que se deja comprar por dádivas — los sacrificios —, para cerrar los ojos a todos los desórdenes morales de los que hipócritamente invocan sus palabras. Ante todo están las exigencias de su justicia insobornable, y por eso tiene que corregir, declarando ante los ojos de los malvados su falsa conciencia. En consecuencia, si viven olvidados de Dios, su intervención punitiva terminará por destrozarlos, sin posibilidad de salvación. Aquí Dios es comparado a una fiera salvaje, que ataca a la presa y la desgarra despiadadamente 35. El salmista termina por declarar las dos condiciones necesarias para conseguir la salvación de parte de Dios: ofrecer sacrificios de alabanza o de acción de gracias (los sacrificios "pacíficos," que iban seguidos de un convite de comunión con la divinidad) 36, y seguir el camino trazado por sus preceptos relativos a los deberes para con el prójimo (v.2s).

1 Cf. Is 1:10-20; Jer 7:3-28; Ain 5:21. — 2 Cf. Ex 9; Dt 33:3; Jue 5:4; Hab 3:3-6; Job 38:1; 40:6; Sal 18:8-13. — 3 A. F. Kirkpatrick, o.c., 276. — 4 Sam 15:22. — 5 Cf. Prov 21:3; Eclo 35:1-7; Sal 40:7; 41:17s; 69:31s; 15; 24:25. — 6 Cf. 2 Par 29:30: se le considera como profeta. Los asuj'itas eran cantores y timbalistas leí templo (cf. 2 Par 35:15; Esd 2:41; 3:10). Doce salmos se atribuyen a Asaf, de familia evítica. levítica. — 7 Cf. E. Podechard, O.C., 229. — 8 Cf. Ex 13:16s. — 9 En Jos 22:22 encontramos la misma combinación de nombres divinos (cf. Dt4:31; Gen 33:20; 46:3; Dt 6:15; 7:9). — 10 Cf. Lam2,rs. — 11 Cf. Sal 80,2. — 12 Cf. Dt 4:24; 9:3; Heb 12:29; Sal 58:10; Is 29:5; Ex 19:16.18; Sal 18:8s; 97:35. — 13 Rab 3:4s. — 14 Is 8:6. — 15 Cf. Is 6:2s. — 16 Cf. Dt 4:26.32; 31:28; 32:1; Is 1:2; Miq 1:2, 6:1-2. — 17 Cf. Dt 31:28. i" Is 1:2. — 19 Cf. Ex 24:53. — 20 Cf. Ex 20,245. — 21 El TM dice "aves de los montes." Los LXX y antiguas versiones dicen "aves del cielo," lo que se adapta mejor al contexto. — 22 Cf. Is 1:10; 28:14; 44:1; 48:1; 51:1; Jer 2:4; Miq 3:1; Gen 15:7; Ex 3:6. — 23 Cf. 8l,9. — 24 Cf. Núm 28:35. — 25 Cf. Lev 1:1s. — 26 Cf. Lev 4:1 s. — 27 Cf. Levó.is. — 28 En la tradición popular se medía la piedad religiosa por el número de los sacrificios (cf. 2 Sam 6:13.17; 1 Re 8:5.62-65; 1 Par 15:2; 16:1; Esd 6:17; Neh 10:33-40). — 29 Cf. Sal 69:305; Os 14:2. — 30 Cf. Lev 7:16; Sal 61:7. — 31 Cf. Sal 20:2. — 32Cf. Ex 20:1 ; Dt 5:19. — 33 Cf. Miq 7:6; Jer 9:4. — 34 Gen 27:29. — 35 Cf. Sal 7:3. — 36 Cf. Lev 7:19-21.