Biblia Comentada

Libros Sapienciales.

 

 

Introducción a los Sapienciales.

 

Nombre.

Bajo esta denominación se comprende una serie de libros líricos, epitalámicos y didácticos — englobados en el Canon judaico con el nombre de Ketubim o "escritos" — que surgieron principalmente dentro de los círculos de "sabios" y "piadosos" que constituían el núcleo más fiel del yahvismo en los tiempos posteriores al exilio babilónico. Son los siguientes, según la enumeración del Tridentino: "Job, Salterio davídico de 150 Salmos, Proverbios, Eclesiastés, Cantar de los Cantares, Sabiduría y Eclesiástico." 1

Estos libros difieren por su contenido y forma de los Libros Proféticos, pues mientras en éstos prevalece el oráculo — la comunicación directa de Dios al profeta para transmitir un mensaje a la comunidad religiosa de Israel —, en los Sapienciales se destaca el "consejo," la reflexión sapiencial, la efusión afectiva espiritual, la dramatización lírica, la formulación aforística o gnómica y la exposición didáctica; todo ello es fruto de la reflexión teológica sobre el acervo cultural religioso de la tradición israelita y sobre las enseñanzas prácticas de la vida. El "sabio" del Antiguo Testamento es el equivalente al "teólogo" actual, que, sin recibir revelaciones especiales directas de Dios — como era el caso de los profetas —, deduce consecuencias prácticas para conseguir la verdadera "sabiduría," que se basa en el "temor de Dios." 2 Son, en realidad, los "sustitutos" de aquellos colosos del espíritu que llamamos "profetas," cuyos oráculos conmovieron la sociedad israelita durante seis siglos. El salmista declara con nostalgia: "lam non est propheta"; han desaparecido los confidentes de Dios para resolver los problemas del pueblo escogido. Para llenar este vacío espiritual surgieron los círculos de "sabios," que con sus esfuerzos procuraron mantener viva la antorcha de la fe en la comunidad religiosa después de la cautividad babilónica.

En Jer 18:18 se distingue bien entre los componentes de la clase sacerdotal, de la profética y de la de los sabios: "La Ley (Toráh) no faltará en los sacerdotes, ni el consejo ('etsáh), en los sabios, ni la palabra (dabar) en los profetas." Así, pues, lo característico del sacerdote era enseñar la Ley mosaica; la de los sabios, dar el consejo, y la de los profetas, transmitir la palabra u oráculo recibido de Dios directamente. Esto prueba que ya en tiempos anteriores a la cautividad existían "sabios" o intelectuales que tenían su influencia directiva en la masa del pueblo. Los profetas muchas veces reaccionan contra los consejos de los "sabios" autosuficientes que juzgaban los acontecimientos desde el punto de vista del puro oportunismo humano y político 3. Pero en estas afirmaciones proféticas sólo se quiere condenar la sabiduría humana nacida del orgullo, no la procedente de Dios, como es la de los "sabios" que después del exilio dirigen la vida espiritual del pueblo judío. Reiteradamente afirman los profetas que la "sabiduría" es un don de Dios4 y que se manifestará de un modo desbordante — sabiduría, ciencia e inteligencia — sobre el vastago de Jesé, el Príncipe ideal de los tiempos mesiánicos 5. Los "sabios" religiosos del A.T. basan su ciencia en la revelación — la tradición religiosa de Israel, de la que formaban parte las comunicaciones proféticas — y en la experiencia iluminada por la ciencia revelada. La "sabiduría" sólo tiene valor en la medida en que conduce a Dios, pues el "temor de Dios es el principio de la sabiduría."

La noción de "sabiduría."

La "sabiduría" — en cualquiera de sus manifestaciones — fue considerada como un don de Dios. Así, José en Egipto, por su interpretación de los sueños y su buena administración, fue considerado por el faraón como "el hombre más sabio"6. Besalel, constructor del tabernáculo del desierto — arquitecto y joyero —, para realizar su maravillosa obra "fue llenado del espíritu de Dios, de sabiduría, de entendimiento y de saber."7 Los tres términos son sinónimos para designar la extrema sagacidad y destreza en el oficio. Lo mismo se dice de los encargados de confeccionar las vestiduras sacerdotales: "Te servirás para ello de los hombres diestros que ha llenado el espíritu de sabiduría." 8 De Josué se dice que "estaba lleno del espíritu de sabiduría" después de haberle sido impuestas las manos de Moisés para sucederle 9. Pero esta "sabiduría" se manifestó especialmente en el rey Salomón por su sagacidad política 10, su habilidad en la administración de la justicia, en la solución de los enigmas 12 y en el conocimiento de los secretos de la naturaleza 13. Aunque estas manifestaciones de la "sabiduría" son propiamente humanas, sin embargo, en la estimación religiosa de la antigüedad tenían su origen en el mismo Dios. Dada la concepción teocéntrica y teocrática de la vida, todas las cosas aparecen directamente vinculadas con lo divino. Por eso no es fácil deslindar los conceptos de una "sabiduría" profana y religiosa. Los griegos, con sus disquisiciones filosóficas, buscaban ante todo la relación de causa a efecto en la órbita natural. Los hebreos, como los semitas en general, dan explicaciones teológicas a todos los fenómenos: todo ocurre porque Dios lo quiere, sin buscar las influencias inmediatas de las causas segundas, y menos las concatenaciones profundas dentro de ese proceso causal. Por ello, no se puede hablar de una "filosofía" propiamente tal en las antiguas culturas orientales: lo mítico y lo religioso sustituyen al esfuerzo mental del pensador; todo ocurre porque una fuerza superior lo quiere. En la tradición israelita, esta fuerza superior es un Ser único personal y trascendente, del que todo depende, pues su providencia universal se extiende a lo más profundo y particular de las acciones humanas.

Con todo, nosotros podemos distinguir en la literatura bíblica del A.T. diversos estadios de sabiduría, pues al lado de la estrictamente profana — por su contenido — está otra netamente religiosa, que trata de las cosas y de las acciones humanas en cuanto se relacionan con Dios. Podemos establecer el siguiente esquema:

A) Sabiduría humana:

1. Subjetiva:

a) Práctica.

b) Teórica.

2. Objetiva.

B) Sabiduría divina:

1. Atributiva (atributos divinos).

2. Personificada14.

La "sabiduría" humana tiene siempre alguna relación con el propio Dios, que es, en realidad, la fuente de la sabiduría. Sólo Dios posee el esquema completo y la explicación plena de la concatenación de causas y efectos y de las acciones secretas de los hombres. Bajo este aspecto, la "sabiduría," aun humana, es inasequible al hombre. Querer apropiársela es atentar contra los derechos exclusivos divinos 15. Por eso sólo Dios conoce el camino secreto que a ella conduce 16. Según Bar 3:15-38, "no se ha oído hablar de ella en Canaán, ni los hijos de Agar, ni los mercaderes de Teman 17, ni los intérpretes de las fábulas, ni los buscadores de inteligencia, ni los gigantes antiguos 18 han descubierto el camino de la sabiduría... Porque nadie ha subido al cielo, ni la ha captado, ni la ha hecho descender de las nubes."19

El hombre ha hecho esfuerzos inauditos por conseguir esta clave que dé la explicación de los misterios del universo, y también la clave del misterioso obrar del corazón humano. Y así no ha escatimado fatigas en su prosecución. Pero esta sabiduría teórica (conocer los secretos del universo) tiene menos importancia para los hagiógrafos que la practica: el arte de conducirse en la vida conforme a la ley divina, lo que concilia al hombre la protección y la benevolencia del Omnipotente. Los autores sagrados mezclan constantemente las diversas formas de sabiduría práctica en su dimensión profana y religiosa: es la habilidad en el trabajo 20, el conocimiento de los enigmas secretos 21, el arte de conducir los negocios comerciales 22 y políticos 23; es la prudencia en la vida 24; el sentido común en el discernimiento del bien y del mal 25; es la maestra que enseña el camino de la virtud , la reflexión 27, la paciencia 28, la castidad 29; recomienda evitar el vicio y el exceso por sus malas consecuencias. Así, previene contra el adulterio 30, la pereza 31, la embriaguez 32. En Job 28:23 se define la sabiduría moral práctica:

"El temor de Dios, ésa es la sabiduría; apartarse del mal, ésa es la inteligencia."

Sólo así es posible ser dichoso y prosperar en esta vida 33.

Esta sabiduría práctica se consigue con la experiencia personal y con las enseñanzas reiteradas de la tradición, que ha acumulado la ciencia de generaciones 34. Los "sabios" no apelan a revelaciones ni a vivencias sobrenaturales personales, como ocurre en los oráculos profetices; por eso, sus consejos llevan siempre el sello de lo humano.

La sabiduría popular ha tenido su reflejo en formulaciones proverbiales; de ahí que la fórmula gnómica o aforística representa el primer estadio en la especulación "sapiencial," y así la encontramos en el libro de los Proverbios. Los "consejos" de los "sabios" suelen formularse generalmente en forma rimada sentenciosa para captar la atención del lector y facilitar su retención memorística. Los proverbios pasan así de boca en boca, y llegan a formar un cuerpo doctrinal a través de las generaciones. Se ha definido el proverbio como "la sabiduría de muchos y el ingenio de uno," pues se convierte en patrimonio del vulgo, que lo utiliza con destreza 35. Juntamente con el proverbio va el enigma, el acertijo 36, la fábula, el apólogo 37 y la parábola 38. Todos estos géneros literarios se encuentran en los libros sapienciales, que recogen la sabiduría popular, si bien la elevan y completan con admirables consideraciones religiosas y morales.

Superada esta primera base gnómica de la "sabiduría" en Israel, aparece el discurso didáctico, el diálogo. El libro de Job es el mejor ejemplo de este maravilloso género literario, que encuentra paralelo en las antiguas literaturas orientales, pero las supera en vigor de expresión y, por supuesto, en profundidad religiosa. El libro del Eclesiastés se desarrolla también en forma medio gnómica, medio discursiva. La procedencia de esta sabiduría es múltiple: las enseñanzas de la experiencia propia o de las generaciones pasadas, la reflexión natural y los preceptos de la Ley en el Eclesiástico y la Sabiduría 39. "Bajo la influencia de la revelación mosaica y de la predicación profética, la "sabiduría" tomará una tendencia religiosa y moral muy acentuada." 40 Así, se convierte en sinónima de piedad y de vida virtuosa, mientras que el vicio y la impiedad son considerados como necedad41. Aunque en estos libros sapienciales — excepto el de la Sabiduría — no encontremos una moral sobrenaturalizada — basada en la creencia de la retribución en el más allá —, sin embargo, comparando con la de otros pueblos, tiene un alto nivel relativo. En general, predomina el ideal de la "áurea mediocridad": la vida religiosa — basada en el temor de Dios — atraerá sus bendiciones, con lo que se logrará una larga y tranquila vida, junto con una posteridad numerosa42. La perspectiva no trasciende a ultratumba.

Al lado de esta sabiduría subjetiva — en cuanto conocida y participada por el hombre en su dimensión práctica y teórica — está la objetiva, tal como se manifiesta en Dios. Para los hagiógrafos, "toda sabiduría viene de Dios"43; y por ser su fuente única, sólo El puede comunicarla a los hombres44. En realidad, esta sabiduría es un atributo del mismo Dios, por el que gobierna y dirige todo lo creado. Todo es obra de su sabiduría y bondad, y las cosas son un reflejo de su naturaleza trascendente como Ser viviente y activo45. Los hagiógrafos la presentan como el arquitecto que preside la obra de la creación, señalando el módulo de cada ser dentro de sus términos, pues Dios creó todas las cosas "en número, peso y medida."46 Así, la describen con bellísimas personificaciones poéticas:

"Yo salí de la boca del Altísimo,

y como nube cubrí toda la tierra;

yo habité en las alturas,

y mi trono fue columna de nube.

Sola recorrí el círculo de los cielos,

y me paseé por las profundidades del abismo,

por las ondas del mar y por toda la tierra.

En todo pueblo y nación imperé,

en todos busqué descansar,

para establecer en ellos mi morada.

Entonces el Creador de todas las cosas me ordenó,

mi Hacedor fijó el lugar de mi habitación;

y me dijo: Habita en Jacob

y establece tu tienda en Israel."47

En este texto maravilloso se mezclan las concepciones del atributo divino de la sabiduría actuando en las obras de la naturaleza y en la historia de la humanidad. En Sab 7:22-24 se la define como "espíritu inteligente, santo, ágil, inmaculado..., amante de los hombres, omnisciente...; es un hálito del poder divino y una emanación pura de la gloria de Dios omnipotente... Es el resplandor de la luz eterna, es el espejo sin mancha del actuar de Dios... Y siendo una, todo lo puede, y permaneciendo la misma, todo lo renueva, y a través de las edades se derrama en las almas santas." Estas expresiones han de entenderse como personificaciones poéticas del atributo divino de la sabiduría, idéntico con la naturaleza divina, y manifestándose en la creación y en la sensibilidad religiosa de las almas selectas a través de la Ley 48.

"Es presentada como el espíritu activo de la creación y del gobierno del mundo, y la función que antes se atribuía al espíritu de Yahvé es ahora atribuido a la Sabiduría49... Es un espíritu omnipotente en Dios que alcanza todas las cosas en el mundo 50, que, comunicado a los hombres, se convierte en educador de la humanidad, de los individuos y de los reyes 51; guía a Israel52... Es considerada como un don semejante a la Alianza, la Ley, con las cuales se identifica 53. Se convierte en la sabiduría enciclopédica en Dios y en el mundo, principio de toda inteligencia y de todo bien54. Esta identificación de la Sabiduría con el espíritu de Yahvé, la Ley o la Alianza, por estrecha que sea, no será jamás absoluta." 55

La literatura sapiencial.

El acervo cultural religioso de Israel se fue acrecentando a través de los siglos de un modo empírico. Los ancianos son los representantes de la sabiduría popular, que se transmite a través de las generaciones56. En tiempos de Salomón se formaron círculos de "sabios" en su corte, los cuales se hacían eco de la gran sabiduría del monarca de Jerusalén. En Re 4:195 se dice de él: "Dio Yahvé a Salomón sabiduría y un gran entendimiento y anchura de corazón como la arena que está a orillas del mar. La sabiduría de Salomón sobrepasaba a la de todos los hijos de Oriente y a la sabiduría de todo Egipto. Fue más sabio que hombre alguno..., y su fama se extendió por todos los pueblos en derredor. Profirió tres mil refranes, y sus cantos fueron mil cinco; disertó acerca de los árboles, desde el cedro del Líbano hasta el hisopo que nace en las paredes, y acerca de los animales, de las aves, de los reptiles y los peces. De todos los pueblos venían para oír la sabiduría de Salomón, de parte de todos los reyes de la tierra, a los que había llegado la fama de su sabiduría."

En Jer 18:18 se habla ya del consejo de los "sabios," que constituyen una clase social dirigente junto a los sacerdotes y a los profetas. Esto prueba que antes del exilio, en los tiempos gloriosos de la monarquía, existía ya la especulación "sapiencial" en el sentido más amplio: profana y religiosa. Estos "sabios" trabajan con la reflexión sin hacer especiales alusiones al mesianismo de Israel, sino predicando una moral natural, no desvinculada de las principales exigencias de la Ley mosaica, si bien sin urgir el formalismo religioso de la misma. Ante todo buscan la orientación ética para educar a las nuevas generaciones dentro del ideal de la "áurea mediocridad." Bajo este aspecto constituyen una institución paralela a la existente en otros pueblos de la antigüedad, como Egipto y Mesopotamia. Las reformas religiosas de Ezequías y de Josías debieron de forzar a estos círculos de "sabios" a relacionarse con el elemento estrictamente religioso, como los sacerdotes y los profetas. Así, su "sabiduría" se fue "sacralizando," con lo que se preparó la plena eclosión del ideal "sapiencial" en los tiempos postexílicos, una vez que desaparecieron los profetas. La gran tragedia del 586 sirvió para dar una dimensión más personalista a las almas israelitas. Después del colapso nacional, las conciencias se repliegan sobre sí mismas y buscan resolver los grandes problemas personales que afectan al hombre como individuo, no como ciudadano de una comunidad teocrática. "El exilio destruyó el cuadro tradicional de las instituciones, cambiando las condiciones de vida y haciendo desaparecer las divergencias entre las diversas clases sociales. Trajo la supresión del culto, la penetración de las influencias paganas y la disminución del espíritu legalista... En estas condiciones surgió la necesidad de un impulso de vida, una reagrupación de todas las creencias y de todas las tradiciones, y de una unificación de los espíritus y de los corazones. Esta obra ha sido realizada por los escribas de esta época, herederos del pasado."57

En estos círculos toma gran incremento la literatura "sapiencial," que sustituirá a los antiguos escritos proféticos y que abrirá nuevas perspectivas de universalismo al considerar los problemas no desde el ángulo nacional, sino en su dimensión estrictamente humana. Así surgen los libros que hoy llamamos sapienciales: el libro de Job se plantea el gran interrogante de los sufrimientos del justo y de los secretos caminos de la Providencia; el de los Proverbios recoge toda la sabiduría gnómica de la tradición israelita; el Eclesiastés estudia la vanidad de las cosas humanas, que llevan todas el sello de la muerte y de la insatisfacción al alma; el Eclesiástico da consejos prácticos sobre la vida para ordenarla conforme a la ley divina; el de la Sabiduría razona filosóficamente sobre los grandes enigmas que torturan el corazón humano, dando su verdadera solución: la retribución en ultratumba, idea a la que no habían llegado los "sabios" anteriores de Israel ni los profetas. Las argumentaciones en este último libro son prosaicas, en contraposición a los diálogos poéticos, llenos de colorido, del libro de Job. Al lado de estos libros propiamente sapienciales o didácticos surgen otros de carácter lirico-religioso, representados por las composiciones salmódicas y el drama epitalámico del Cantar de los Cantares. Lo discursivo cede a lo afectivo, conforme al diverso módulo literario; pero el fondo religioso es el mismo en todos estos libros del A.T.

La forma literaria.

Cada uno de los siete libros tiene su género literario propio, como se verá en la introducción especial a cada uno de los libros; pero hemos de hacer notar que muchas veces se entremezclan los distintos módulos de expresión. Así, en el libro de Job encontramos fragmentos en prosa y en poesía, secciones didácticas y diálogos poéticos. No falta tampoco en estos libros el llamado estilo antológico, a base de imitación de ideas selectas tomadas de la tradición profética o sapiencial anterior. Esta literatura "posee una forma esencialmente concreta, imaginativa; está constituida por procedimientos de exposición vivos y sencillos: el ejemplo, la comparación, el hecho tomado al vivo. Se diversifica en formas variadas de dichos, sentencias, proverbios, epigramas satíricos, fábulas... Posee particularidades del estilo oral: medios mnemotécnicos diversos, repeticiones, paralelismo, paranomasia, proverbios numéricos58, duplicados más o menos parciales59. Todas estas formas literarias que conservan la primera experiencia humana tienen algo de prosa, en cuanto expresan más o menos directamente una enseñanza. Sin embargo, están desprovistas de conexiones lógicas, que permitirían el desarrollo orgánico. La búsqueda de la ornamentación, la tendencia a expresarse en unidades más amplias que el simple axioma, los han conducido poco a poco a la poesía. Para ello han procedido por agrupamiento de sentencias sinónimas, sintéticas y antitéticas, apropiándose el procedimiento poético del paralelismo."60

Las primeras manifestaciones de la literatura humana llevan el sello de la poesía, más o menos marcado: "La poesía en los tiempos primitivos representaba la expresión normal de la actitud del hombre ante la naturaleza, ante la humanidad y ante Dios, patente en sus obras. La épica es su historia; la didáctica, su filosofía, y la lírica es la expresión de su mundo interior y de los complejos sociales. Así es la poesía bíblica. Lo que la sophía es para los griegos, lo es para los hebreos la poesía; es el cauce de toda su vida espiritual."61 La épica y el drama aparecen en la Biblia con carácter embrionario.

La "Sabiduría" bíblica y las "sabidurías" de los pueblos antiguos orientales

En la misma Sagrada Escritura se alude con frecuencia a la "sabiduría" de los pueblos gentílicos62. Se habla de los "hijos de Oriente" como de los grandes representantes de la sabiduría antigua63. Los amigos de Job representan esta tradición sapiencial64. Todos los pueblos de la antigüedad tenían una filosofía de la vida conforme a su mentalidad y módulo religioso. Lo mágico, lo filosófico y lo religioso se confunden en las primeras manifestaciones "sapienciales" de los pueblos mesopotámicos, y aun de Egipto, las dos grandes culturas de la antigüedad.

En Egipto se citan varias composiciones didácticas que tienen no poca analogía con los libros sapienciales de la Biblia:

a) La Sabiduría de Ptahhotep (v dinastía: principios del tercer milenio antes de Cristo). Son las recomendaciones de un jefe político a sus hijos.

b) La Sabiduría de Kagemni (también de principios del tercer milenio a.C.). Tema similar al anterior.

c) La Sabiduría de Ani; obra de un escriba de la VIII dinastía. Recomendaciones generales sobre la educación, dirigidas a su hijo.

d) La Sabiduría de Merikare; atribuida a su padre, rey de la IX dinastía (2300 a.C.). Testamento político sobre el método de gobernar.

e) La Enseñanza de Dwawf a su hijo Pepi (principios del segundo milenio). Exaltación de la profesión de escriba.

f) Las Instrucciones de Amenenmhat, fundador de la dinastía XII (s.XIX a.C.). Una lección de política real, recomendando prudencia a su hijo Sesostris.

g) Los Proverbios de Amenenope (de época incierta: fluctúa entre el s.XI y el VII a.C.). Enseñanzas muy similares a las del libro bíblico de los Proverbios.

h) Papiro Insinger (s.I a.C.). Instrucciones generales sobre la vida.

Se han discutido las posibles concomitancias de estos escritos con los libros Sapienciales de la Biblia. Únicamente los Proverbios de Amen-en-ope plantean un problema serio literario, pues el contenido de Prov 22:17-24:22 tiene gran parecido con el libro egipcio. No pocos autores católicos admiten dependencia respecto de la obra de Amen-en-ope 65; pero, mientras no se resuelva el problema cronológico de composición de esta obra, no se pueden sacar conclusiones seguras. Quizá ambos dependan de una fuente común anterior.

En Babilonia encontramos algunas composiciones de índole sapiencial:

a) El Poema del Justo doliente. Encontrado en la biblioteca de Asurbanipal (s.VII), refleja un original mucho más antiguo. En este bello poema se canta la suerte desdichada de un justo que tiene que sufrir a pesar de no haber cometido falta alguna. Bajo este aspecto encuentra su paralelo en el libro de Job, aunque no se puede probar dependencia literaria directa.

b) El llamado Eclesiastés babilónico: exposición pesimista de la vida al estilo del libro bíblico.

c) Colecciones de Proverbios de diversas épocas 66.

d) La Sabiduría de Ajikar, encontrado entre los papiros de Elefantina (s.V a.C.), pero que parece ser una traducción aramea de un original babilónico. Contiene alusiones al libro de Tobías. Son consejos a un hijo adoptivo. Esta leyenda tuvo gran difusión en todo el antiguo Oriente 67.

Al estudiar los distintos libros habrá ocasión de concretar las posibles concomitancias y dependencias de los libros bíblicos respecto de estos escritos gentílicos. Con todo, podemos adelantar que falta en ellos el sentido monoteísta estricto que caracteriza las composiciones bíblicas y les da grandeza. Los dioses son representados al modo humano, con sus virtudes y vicios, lo que es incomprensible para un autor hebreo. Las mismas divinidades surgen de las fuerzas caóticas primitivas.

Respecto de la vida humana, se estudian sus inquietudes y angustias, sus ansias de liberación del mal y de la muerte. La felicidad consiste en un cierto dominio de sí mismo, lo que se consigue por la educación. Bajo este aspecto se asemeja al ideal de la "áurea mediocridad" de la literatura sapiencial bíblica. Debe el hombre mantener ciertas renuncias ascéticas para superar el placer y el dolor y no ser decepcionado en sus deseos. Los amigos son necesarios; deben evitarse los hombres viciosos y violentos. El respeto a los padres es algo fundamental; y de especial interés para la felicidad es dar con una esposa de buenas cualidades morales. Se predica el peligro del adulterio y la necesidad de educar bien a los hijos. En las relaciones sociales se proclama una ética de convivencia. En realidad, en todas estas formulaciones y consejos hay un fondo de moral natural común a todos los pueblos. Bajo este aspecto es común con las enseñanzas de los "sabios" de Israel. La revelación del A.T. no ha suprimido los valores espirituales y morales de orden natural, sino que los ha completado.

Siguiendo a Renard, podemos caracterizar la literatura sapiencial de la Biblia con las siguientes modalidades:

a) Profundamente humana. Basada en el raciocinio y en las exigencias de la ética natural, descubre las relaciones y exigencias del hombre como tal, aunque siempre supeditado a algo superior, a Dios y a su Ley. Pero bajo este aspecto ha huido del legalismo y formulismo para ir a lo básico de las relaciones humanas.

b) Es universal. No se alude apenas a las esperanzas nacionalistas de Israel, sino que considera al hombre en sus relaciones religiosas con el Dios creador y providente. Se dirige al hombre en general, sin limitaciones étnicas.

c) Profundamente moral. Se predica la virtud, el justo medio, la sujeción al "temor de Dios," que es el principio de toda sabiduría. Los deberes familiares y sociales derivan de esta concepción eminentemente religiosa de la vida.

d) Esencialmente religiosa y monoteísta. Toda la religión y moral del A.T. gira en torno a la idea de un Ser trascendente, misericordioso y justo, que se muestra a la vez providente para con el hombre.

Estas ideas fundamentales destacan la altura moral de la literatura bíblica sapiencial, que se mueve dentro del esquema general de la tradición religiosa de Israel, si bien con una nueva dimensión menos particularista, dando de lado al legalismo rígido y al formulismo religioso estéril.

Poesía hebraica bíblica.

Podemos decir que la manifestación poética en la literatura bíblica se canaliza a través de dos corrientes principales: lírica y didáctica.

La poesía lírica refleja las emociones íntimas del alma, sus intuiciones y sus afectos personales. Se distinguen dentro de este género: a) Himno: declaración solemne de las alabanzas divinas68; b) Cántico (shír): efusión plácida de los afectos íntimos; c) Elegía (quinan): expresión de los afectos dolorosos del espíritu 69.

La poesía didáctica, exposición de doctrinas morales y religiosas de un modo deductivo o dialogado. Primitivamente tenía un carácter gnómico o proverbial (máshál). Estas formulaciones aforísticas abundan en el libro de los Proverbios y en el Eclesiástico, mientras que en el Eclesiastés prevalece la exposición deductiva, y en el libro de Job la forma dialogada.

La poesía bíblica es eminentemente religiosa, pues considera todas las cosas en cuanto son un reflejo de Dios o en cuanto conducen a Dios.

Sobre la técnica métrica externa de la poesía hebraica (paralelismo de miembros y artiñcios externos), véase la introducción especial al libro de los Salmos.

1 Cf. Denz 784; EB 43. — 2 Prov 1:7. — 3 Cf. Is 51:21; 20:14; 44:25; Jer 4:22; 8:9; 9:23. — 4 Cf. Is 33:6. — 5 Cf. Is 11:2. — 6 Gen 41:39- — 7 Ex 35:31-35. — 8 Cf. Ex 28:3. — 9 Dt 34:9. — 10 Cf. Re 5:12. — 11 Cf. Re 3:28. — 12 Cf. Re 10:14. — 13 Cf. Baumgartner, Israelitische und altor ientalische Weisheit (Tubinga 1933) 29. — 14 Véase A. Vaccari: "Gregorianum," (1920) 218. — 15 Cf. Job 15:8. — 16 Cf. Job 28:12-27; 9:45; 12:135; 21:22. — 17 Famosos por su sabiduría: cf. Jer 49:7; Abd 1:8; Job 2:11. — 18 Cf. Gen 6:4. — 19 Los profetas exaltan esta sabiduría teórica de Yahvé: cf. Is 28:29; 31:2; 40:13; Dan 2, 20-23; Is 19:11-15; 28:93; 29:14; 31:2; Jer 10:2s; Dan 2:20-23. — 20 Cf. Eclo 9:17; Is 3:3; 40:20; Jer 10:9. — 21 Cf. Prov 1:2-6. — 22 Cf. Eclo 7:18-28; Ez 28:1-10; 27:28. — 23 Cf. Prov 11:11; 21:1; Eclo 10:5. — 24 Cf. Prov 20:21; 1:10-19; 2:1-22; 4:10-19. — 25 Cf. piov 16:18; 26:27; Eclo 13:1; 7:36. — 26 Cf. Prov 23:1-3; 25:6-7; Eclo 31:12-31; 32:1-13; 35:1s. — 27 Cf. Prov 2:10-11. — 28 Ecl 7:8-9. — 29 Prov 5:1-20. — 30 Prov 6:20. — 31 Prov 26:13. — 32 Prov 23:29-35. — 33 Job 28:28. — 34 Eclo34:9s; 8:8s. — 35 Cf Sam 10:12; 19:24; 24:13; Jue 8:21. — 36 Jue 14:14. — 37 Jue 9:8-15. — 38 2 Sam 12:1-6. — 39 Eclo 39:1-8; 24:233. — 40 H. Renard, Les livres Saplentiaux: "La Sainte Bible" de Pirot-Clamer, VI (1941) 9. — 41 Cf. Os 4:6; 14:10; Sal 19:8; 27:30; Is 11:12; Jer 4:22; Prov 4:2; 12:8; 15:21; Eclo 6, — 42 Cf. Prov 29:13; 11:1; 17:15; 22:2-4. — 43 Prov 1:7; Eclo 1:11-30; Job 28:28. — 44 Cf. Prov 2:6. — 45 Cf. Sal 104:24; Prov 3:19-20; Sab I3.I-9- — 46 Sab 11:21. — 47 Eclo 24:33. — 48 véase F. Ceuppens, Theologia Bíblica II (Roma 1949) 41-43. — 49 Cf.. Is v43.11-14; Sab 10:15; Jer 10:12; Sal 104:24; Prov 3:19; Job32-37. — 50 Cf. Sab 7:24-28. — 51 Cf. Prov 16:10-1:4; Sab c.6-7; Eclo 0.44-50. — 52 Cf. Sabe, 10-12. — 53 Eclo 24:22-31. — 54 Eclo 1:1-10; Sab 1:6-8; 715-30. — 55 H. Renard, o.c., 9-10. — 56 Cf. Job 8:8; 15:10; 12:12; 22:6.26:12. — 57 H. Renard, o.c., 12. — 58 Cf. Prov 30:11-31; 6:16-19. — 59. Prov 10:2; 11:11; 10:6. — 60 D. Gonzalo Maeso, Manual de historia de la literatura hebrea (Madrid 1959) 125. — 61 H. Renard, o.c., 15. — 62 Cf. Is 19:3-11; 36:2; 44:25; Jer 50:35; 41:57. — 63 Cf. Re S.Q-io. — 64 Job 4:1. — 65 Cf. P. Mallon: Bi 8 (1927) 3-30. — 66 Véase DBS I 831. — 67 Sobre estos textos véanse: P. Dhorme, Choix des textes religieux assyro-babyloniens misis); Gíí·jean' Le milieu bibliwe av. J.-Christ: II. La littémture (París 1923); DBS Ufebylone et la Bible) I 7135; art. Egypte II 8703; Erman, Die Literalur der Aegypter (Leipzig 1923); H. Gressmann, Altorientalische Texte zum A.T. (Leipzig 1923); Meissner, Ba-oyiomenund Assyrien II (Heidelberg 1925); Langdon, Babylonian Wisdom (Londres 1923); vaoylomaca VI (1923) 1-14; Pritchard, Ancient Near East Oriental Texis (Princeton 1950). — 68 Cf. cántico de Moisés: Dt 31:30-32; cántico de Ana: Sam 2:1-10. — 69 Cf. lamentación de David sobre Jonatán y Saúl: 2 Sam 1:17-27.