Miqueas.

 

Introducción. 1. Vaticinios contra Israel y Juda. 2. Anuncios de Castigo. 3. Los Falsos Profetas. 4. Promesa de restauración y de Paz. 5. El Rey Vencedor. 6. Reprensión de Israel por sus Transgresiones. 7. La Depravación Social.


 

Introducción.

 

El profeta.

Miqueas (en hebreo Mikah-abreviación de Mikayahu — : "¿Quién como Yahvé?") es contemporáneo de Isaías. Su nombre entra dentro de la onomástica común judaica 1. Es originario de Moreset, a unos 45 kilómetros al sudoeste de Jerusalén. Como Isaías, profetizó en los tiempos de Joatam (739-735), Acaz (735-727) y Ezequías (727-693). Puesto que Miqueas anuncia el castigo de Samaría como futuro 2, sigúese que comenzó su predicación antes del 722-21, fecha de la caída en poder de los asirios de la capital del reino septentrional. Jeremías alude a una de las profecías de Miqueas proferida en tiempo del rey Ezequías, relativa a la destrucción de Jerusalén 3.

No sabemos ninguna otra particularidad de su vida privada o profética, ni siquiera sobre sus posibles y verosímiles relaciones con su contemporáneo Isaías. Algunos autores han querido considerar a Miqueas como del grupo de discípulos de Isaías, pero no hay ningún dato concreto para suponerlo. Como Isaías, tuvo que vivir años de zozobra ante las inminentes y reiteradas invasiones de los ejércitos de Asiría; y, como enviado de Dios, tuvo que luchar contra todas las combinaciones políticas para conjurar las invasiones.

 

Contenido y división del libro.

Como Amos, el profeta Miqueas anuncia a sus compatriotas que el día del Señor es un día de tinieblas y no de luz; es decir, en vez de ser el día de la manifestación vengadora de Yahvé sobre los enemigos de Israel — como esperaban sus contemporáneos — , será, ante todo, -día de purificación y de prueba para el pueblo elegido. Antes de que llegaran los tiempos gloriosos del triunfo habrían de venir los de castigo merecido por tantos pecados. Podemos dividir en tres partes el libro de Miqueas:

I. Juicio divino sobre Israel y Judá: 1:1-2:13. La venida del Señor para juzgar: 1:2-7. Devastación de la tierra: 1:8-16. Contra las injusticias: 2:1-11. Salvación del resto escogido: 2,c12s.

II. Juicio contra los jefes y falsos profetas: 3:1-5:14. Crímenes de los príncipes y falsos profetas: 3:1-12. Futura gloria de la nueva Sión: 4:1-7. Castigo y rehabilitación de Jerusalén por el Mesías: 4:8-5:9. Purificación de la tierra y del pueblo: 5:9-14.

III. Confesión y restauración del pueblo reprobado: 6:1-7:20. Ingratitud del pueblo; culto externo e injusticias: 6:1-12. Justa pena: 6:13-16. Quejas del profeta contra la inmoralidad reinante: 7:1-7. Restablecimiento y exaltación de Sión: 7:8-20 3.

Por este esquema vemos que en el libro las amenazas y promesas alternan de modo regular, por lo que algunos críticos creen que esta distribución es artificial, fruto de reajustes posteriores redaccionales. El profeta empieza enfáticamente apelando a todos los pueblos y a la tierra misma para que asista al castigo de Yahvé contra Israel4. A este encuadramiento cósmico responde la elevación de Sión sobre todos los pueblos, que corren en masa para adoctrinarse en las leyes del Señor 5. Las naciones serán juzgadas por Yahvé a causa de su soberbia, para que se avergüencen de su fuerza y se acerquen, humildes, a Yahvé 6. En el libro, pues, late la idea de un juicio universal sobre todos los pueblos para encaminarlos a Yahvé.

 

Autenticidad.

Está bastante generalizada la opinión entre los críticos de que el libro llamado de Miqueas es obra de varios autores. En general se adjudican a Miqueas los tres primeros capítulos, porque parecen reflejar mejor el ambiente del siglo VIII. Esta serie de amenazas está conforme al estilo profetice de la época; pero las secciones de promesas (2:12-13 y 4:1-5:8) son atribuidas por estos críticos modernos a una mano posterior. En realidad, por sólo el hecho de que hable de promesas de victoria, no se sigue que no sean de Miqueas, ya que en el género profético está la costumbre de alternar amenazas con promesas, para, de un lado, invitar a una vida de penitencia, y, del otro, alentar las esperanzas de restauración en los momentos de crisis.

Tambien la sección 6:1-7 es considerada por muchos autores como obra de otro profeta, pues el tono de amenazas es menos tajante, y el estilo literario más lírico. Como no menciona a Jerusalén y se dirige a Israel, parece que el autor es del reino del norte, pues en los reproches coincide con las acusaciones de Amos y Oseas7. Como en 6:16 parece suponerse la existencia de Samaría, este fragmento sería compuesto antes del 722-21. Así, esta sección puede concebirse como un oráculo aparte que fue unido por el compilador a los fragmentos anteriores, y puede ser del mismo Miqueas, ya que es posible que en su fraseología se haya dejado influir por los escritos de Amos y de Oseas.

 

Texto y versiones.

El estado del TM actual está bastante deficiente, pues hay pasajes ininteligibles, y otros están desplazados de lugar. Para subsanar estas deficiencias y obscuridades es necesario buscar reconstrucciones del texto, tomando como base las versiones de los LXX, la paráfrasis aramea del Targum y las leyes de la métrica hebraica.

 

Mensaje doctrinal.

Miqueas en su predicación repite los lugares comunes de los mensajes profetices anteriores de Amos y de Oseas. Pero, aunque no haya originalidad en el contenido sustancial de su mensaje, la hay en el vigor de su expresión. Habla después que se han cumplido muchos vaticinios de Amos relativos al castigo de Yahvé sobre su pueblo, y por eso su lenguaje es más lacerante e incisivo. A pesar de la predicación de Amos y de Oseas, Israel continuaba confiada en que Yahvé no permitiría el desastre nacional, porque habitaba en medio de ellos8. El profeta sale al paso de esta falsa confianza, dando a entender que, si Israel ha sufrido mucho, todavía tendrá que sufrir más.

Los contemporáneos de Miqueas creían que podrían mantener buenas relaciones con Yahvé a base de manifestaciones externas de culto, con sacrificios y ofrendas. Como Amos, Oseas e Isaías, el profeta Miqueas exige una religión ante todo del corazón, una entrega sincera a Dios, cumpliendo sus preceptos. Ante todo, justicia y misericordia. Los que más han conculcado estos derechos han sido las clases dirigentes, y, en consecuencia, son los primeros responsables de la catástrofe que se avecina. Por eso, Samaría y Jerusalén, donde éstos residen, serán totalmente destruidas.

Es el primer profeta que anuncia la total destrucción de Jerusalén. Esto parecía increíble para los ciudadanos de Jerusalén, ya que allí estaba el templo, la Casa de Yahvé. En esto, el profeta ha mostrado una independencia de carácter y una valentía que será seguida después por otros, como Jeremías. Nacido en un ambiente rural, Miqueas se alza contra las clases amaneradas y corrompidas de la capital, esperando la resurrección de la nación a base de las clases sanas del campo.

Su estilo literario es vivo y dramático, con cambios bruscos de persona.

 

1 Cf. 1 Re 22, donde se habla de un "Miqueas de Yemla." — 2 Miq 1:6. — 3 Cf. Jer 26:18, citando a Miq 3:12. 3 Es la división propuesta por H. hopfl-miller-metzinger, o.c., 517. Otros autores (entre ellos Hoonacker) prefieren hacer una división cuatripartita: a) 0.1-3: amenazas; b) 4-5' promesas; c) reproches y amenazas (6:1-7:6); d) esperanzas (7:7-20). — 4 Miq i,21. — 5 Miq 4,is. — 6 Miq 7:165. — 7 Cf. Miq 6,ios y Am 8:5-6; Miq 6:15 y Am 5:11; Miq 6:14 y Os 4:10. — 8 Miq 3:11.

 

 

1. Vaticinios contra Israel y Juda.

Yahvé va a descargar su ira sobre su pueblo elegido. Primeramente el reino del norte, simbolizado en su capital, Samaría, sufrirá las consecuencias del enojo divino. Después Jerusalén, por haber imitado la conducta perversa del reino del norte, sufrirá también la destrucción y la ruina. El estilo es solemne e impresionante, como el de Isaías.

 

El día de la cólera de Yahvé está próximo (1-4).

1 Palabra de Yahvé, que fue dirigida a Miqueas, de Morasti, en los días de Jotán, Acaz y Ezequías, reyes de Judá, lo que vio sobre Samaría y sobre Jerusalén: 2 ¡Escuchad, pueblos todos! ¡Atiende tu tierra y cuanto en ella se contiene! Que el Señor, Yahvé, va a litigar con vosotros; el Señor, desde su santo templo. 3 Pues he aquí que Yahvé va a salir de su lugar, va a descender para caminar sobre las cumbres de la tierra, 4 y bajo él se fundirán los montes y se hendirán los valles, como al fuego se derrite la cera, como aguas que se precipitan por un despeñadero.

 

Miqueas es del reino de Judá, de una localidad (Morasti) que es localizada por San Jerónimo cerca de la actual Bet-Gebrin, entre Jerusalén y Gaza. En la Biblia aparece otro Miqueas hijo de Jimia. Sin duda que el compilador de los escritos de nuestro profeta quiere distinguirlo de éste al decir que era de Morasti, que los LXX interpretan en sentido étnico, no geográfico.

La época en que se desarrolló su actividad profética es bien concreta, y coincide en general con la de Isaías, es decir, en el siglo VIII a.C., bajo los reinados de Jotam (740/39 — 736/35), Acaz (736/5 — 727) y Ezequías (727 — 698/7). Al dar estos tres nombres, el compilador muestra que la actividad profética de Miqueas duró largo tiempo. Son los años en que el antiguo Oriente vivía bajo la obsesión del peligro asirio, en los tiempos de Teglatfalasar III (745-727), Salmanasar V (727-722), Sargón (722-705) y Senaquerib (705-681).

Los oráculos de Miqueas se refieren tanto al reino del norte (Samaría) como al reino del sur (Jerusalén). Enfáticamente invita el profeta a todos los pueblos a ser testigos del juicio que Yahvé va a decretar contra su pueblo. El Dios de Israel, que mora en su santo templo (de Jerusalén), tiene un litigio pendiente con su pueblo y lo quiere ventilar a las luces de todos los pueblos para escarmiento general. Ha llegado la hora de la cólera divina, pues Yahvé va a salir de su lugar (la morada de los cielos), caminando sobre las nubes o cumbres de la tierra. Como un gigante, va atravesando las cordilleras, envueltas en nubes, para hacer justicia en la tierra l. Ante su avance majestuoso se fundirán los montes y se hendirán los valles, incapaces de soportar tanta grandeza, como al fuego se derrítela cera. No podía el profeta escoger una introducción más solemne e impresionante a sus oráculos que esta descripción de la majestad de Yahvé avanzando en medio de las conmociones cósmicas de una naturaleza que se asocia a su Creador para dar a entender a los hombres su grandeza y omnipotencia, que se va a manifestar en el juicio sobre su pueblo escogido.

 

La ruina de Samaría y de Jerusalén (5-9).

5 Todo por la prevaricación de Jacob, todo por los pecados de la casa de Israel. ¿Cuál es la prevaricación de Jacob? ¿Acaso no es Samaría? ¿Y cuáles los excelsos de Judá? ¿Acaso no es Jerusalén? 6 Pues yo convertiré a Samaría en majano campestre, en plantaciones de viñas, y arrojaré sus piedras en el valle, y pondré al desnudo sus cimientos. 7Y todas sus esculturas serán abatidas, y todos sus salarios serán abrasados por el fuego, todos sus ídolos serán arruinados, porque son mercedes de prostitución, y en salario de prostitución se convertirán. 8 Por eso yo gimo y me lamento, y voy descalzo y desnudo, y aúllo como chacal, y gimo como avestruz. 9 Porque su desastre es irremediable y ha invadido a Judá, llegando hasta la puerta de mi pueblo, hasta Jerusalén.

 

La prevaricación de Jacob está resumida en la prevaricación de su capital, Samaría. Sin duda que el profeta alude a los cultos idolátricos y cismáticos del reino del norte. La prevaricación de Judá está resumida en sus lugares excelsos o bamot, en los que se daba culto a Yahvé, pero con fuertes infiltraciones paganas cananeas. Los profetas de Judá siempre lucharon contra estas prácticas, y de hecho la reforma de Ezequías (contemporáneo de Miqueas) tuvo por objetivo principal centralizar el culto en el templo, acabando con los cultos en los bamot, fuente de muchas idolatrías 2. Miqueas, pues, declara que el pecado específico de Judá son los bamot o lugares excelsos, sobre las colinas que rodeaban Jerusalén.

Yahvé castigará al reino del norte, simbolizado en su capital, Samaría, a la que convertirá en majano campestre (v.6), o montón de ruinas. Será totalmente derruida, y sus piedras serán lanzadas en el valle (Samaría estaba asentada sobre una elevada colina). Las esculturas de sus lugares de culto serán abatidas, y todos sus salarios o ganancias conseguidas con el culto idolátrico (mercedes de prostitución, v-7) serán pasto de las llamas, como cosas viles y despreciables.

Después de anunciar el terrible castigo sobre Samaría, el profeta se siente profundamente conmovido, entregándose al duelo más sincero: gimo., voy descalzo. (v.8). Miqueas simboliza en este duelo sin consuelo a la nación desolada 3. El aullido lúgubre de los chacales y el gemido doloroso del avestruz son un tópico literario 3*, que expresa bien el estado de ánimo triste del profeta.

En la destrucción de Samaría ve una amenaza inminente del reino de Judá (v.9). En efecto, las tropas asirías ocuparán pronto Samaría bajo Sargón II en 721 a.C.; pero en el 705 a.C. el ejército de Senaquerib pondrá sitio a Jerusalén. La amenaza, pues, afectaba a los dos reinos por igual.

 

La inminencia de la invasión asiría sobre Judá (10.-16)

10 No vayáis a pregonarlo en Gat ni a llorarlo en Acco 4. Revolveos en el polvo en Bet-le-Afrá. 11Os han traicionado los de Safir, las ciudades de la vergüenza 5. No salieron a campaña los habitantes de Saanán 6; la casa vecina os traicionó 7, os negó su apoyo. 12 Los habitantes de Marot esperan sacar bien, porque ha descendido de Yahvé el mal a las puertas de Jerusalén. 13 Uncid al carro los corceles, habitantes de Lakis. Es el comienzo del castigo para la hija de Sión, pues en ti se han hallado las prevaricaciones de Israel. 14 Por eso habrás de aportar la dote de Moreset-Gat; las casas de Akzib serán un engaño para los reyes de Israel. 15 Aún os traeré un poseedor, moradores de Maresá, y la gloria de Israel emigrará a Elam 8. 16Motílate y ráete por los hijos queridos, ensancha tu calvicie como la del buitre, porque fueron deportados lejos de ti.

 

En este fragmento se describe con estilo nervioso la inminencia de la invasión: abundan los juegos de las palabras en hebreo y son intraducibies. Muchas de las localidades son citadas sólo para hacer juegos de palabras con la idea a expresar. Así, Miqueas pide a sus compatriotas que no vayan a llorar su situación, en demanda de ayuda, a los filisteos y a los fenicios (no vayáis a pregonarlo en Gat ni a llorarlo en Acco) 9, sino que hagan públicas manifestaciones de penitencia y duelo en Bet-le-Afrá 10.

Israel se siente aislado y abandonado de sus supuestos aliados: Os han traicionado los de Safir n. El profeta parece aludir a defecciones de ciudades que estaban obligadas a defenderse mutuamente. Cuando Salmanasar V (728-21) atacó Tiro y Samaría, muchas ciudades fenicias abandonaron aquélla a su suerte 12. Quizá la frase ciudades de la vergüenza (v.11) aludan a este hecho. Tampoco los egipcios cumplieron su palabra de subir en epoyo de Israel: No salieron a campaña los habitantes de Saanán o de Soan (Tanis, en el delta egipcio). La casa vecina puede ser Fenicia en general, región fronteriza con Israel, que les traicionó y negó su apoyo. Es más, los aprovechados fenicios se han alegrado del infortunio de Israel, pues esperaban, llevados de su espíritu mercantil innato, sacar bien de la situación.

Los habitantes de Marot (v.12) parecen ser los habitantes de la ciudad fenicia Marat, entre Arad y Simyra 13. El profeta les echa en cara el haberse alegrado porque ha descendido de Yahvé el mal a las puertas de Jerusalén. Es el anuncio de la invasión asiría, que amenaza ya a la Ciudad Santa. El profeta ve tan inminente la incursión del ejército asirio sobre el reino de Judá, que invita a una de las ciudades fortificadas de éste, Lakis, situada al sudoeste de Jerusalén, a hacer los preparativos de defensa: Uncid al carro los corceles, habitantes de Lakis (v.13) 14. Es la hora del castigo de la hija de Sión, Jerusalén, porque ha imitado las prevaricaciones de Israel, el reino cismático del norte. El reino de Judá, simbolizado en Jerusalén, su capital, va a tener que ceder parte de su territorio como dote al invasor, y esta dote será Moreshet-Gat, localidad cercana a la filistea Gat. El profeta está jugando con nombres geográficos en consonancia con las ideas que quiere expresar 15.

Los reyes de Israel han confiado en sus aliados fenicios, pero las casas de Akzib serán un engaño para ellos 16. La invasión se realizará porque Yahvé lo ha determinado así: Os traeré un poseedor (conquistador), moradores de Maresa (v.15), localidad del reino de Judá, al sudoeste de Jerusalén, que también aquí simboliza a Judá, y que es nombrada para hacer juego de palabra con poseedor 17. La consecuencia de la invasión asiría será la deportación de Israel a Mesopotamia: y la gloria de Israel emigrará a Elam (v.16) 18. Por eso, el profeta invita al duelo general con las tradicionales manifestaciones externas de dolor: motílate y ráete., ensancha tu calvicie como la del buitre (v.16). Es la suerte de la nación la que está en juego; sus hijos queridos serán llevados al exilio. Ya en tiempos de Teglatfalasar III (745-727) empezó el desplazamiento de poblaciones israelitas a Mesopotamia y a las montañas contiguas de Elam. En el 721, con la caída de Samaría, la deportación de la población israelita del reino del norte al destierro fue masiva.

 

1 Cf. Am4:13. — 2 Cf. 2 Re 18:4.22. — 3 Cf. Is 20,2. 3 Cf. Job 30,29. — 4 E. TM: "llorar" (bacó). El paralelismo exige un lugar geográfico: Acco. — 5 El TM: "en desnudez vergonzosa." Una ligera combinación de consonantes da nuestra versión, propuesta por Hoonacker. — 6 Hoonacker propone leer Sidón en vez de Saanán; pero este nombre debe de estar por Soan (Tanis). — 7 Lit. el TM: "lamentación de Bet-Esel." Por razones de paralelismo hemos preferido ia corrección de Hoonacker. — 8 Lit. el TM: Adullam, que resulta extraño. Hoonacker propone Elam, lugar de deportación de los judíos. — 9 Acco, la San Juan de Acre de los cruzados, junto al actual Haifa, en la frontera con Fenicia. — 10 El profeta juega con la palabra Afra (quizá la ciudad Ofra del territorio de Manases: Jue 8:27) y la palabra hebrea Hafar (polvo): "revolcaos en el polvo." — 11 Safir, que algunos han querido identificar con Sharmr de Jos 15:48 o de Jue 10:1; quizá sea la ciudad fenicia Symyra, al sur de Arad. — 12 Cf. 2 Re 17:5. — 13 Algunos leen Berut (Berytus: Beyrut). — 14 Lakis era lugar de concentración de carros de combate (i Re 10,26; 2 Crón 1:14; 8,6). — 15 El nombre de la localidad geográfica Moreshet juega con la palabra hebrea Me'orashah ("desposada"), de cuya dote se habla aquí. — 16 La localidad de Akzib juega con la palabra akzab (<engañoso"), que se suele aplicar al wady que no lleva agua, y así decepciona al caminante sediento que esperaba saciar su sed (cf. Jer 15:18). — 17 Juego de palabras entre yoresh (poseedor) y Mershah, localidad. — 18 Los que mantienen el Adullam del TM interpretan esto en el sentido de que Israel se verá obligado a llevar una vida errante como David, huyendo de Saúl en la región de Adullam (desierto de Judá).

 

 

2. Anuncios de castigo.

 

Invectivas contra los ricos desaprensivos (1-5).

1 Ay de los que en sus lechos maquinan la iniquidad para ejecutarla al amanecer, porque tienen en sus manos el poder! 2 Codician campos, y los roban; casas, y se apoderan de ellas; y hacen violencia al dueño y a su casa, al hombre y a su heredad. 3 Por tanto, así dice Yahvé: He aquí que yo estoy maquinando contra esta estirpe un mal del que no podréis librar vuestros cuellos, y no andaréis ya erguidos, porque es el tiempo de la desventura. 4 En aquel día se compondrá una sátira sobre vosotros y se cantará una elegía, diciendo: "Hemos sido destruidos por completo. ¡Se ha mudado la suerte de mi pueblo! ¡Cómo arrebata para no devolver y reparte nuestros campos! 5 Ya no tendrás quien por suertes distribuya lotes en la comunidad de Yahvé.

 

Como su antecesor Amos, el profeta Miqueas se levanta contra los abusos de las clases pudientes. El castigo que Yahvé va a enviar está justificado, porque están conculcadas las elementales normas de convivencia social. Los adinerados no piensan sino en maquinar la iniquidad para ponerla por obra cuanto antes (al amanecer), oprimiendo a las clases débiles de la sociedad. Nada llena su codicia: campos, casas, heredades. (v.2).

Pero Yahvé no se duerme, y también El está maquinando un mal contra esa estirpe inicua. Vendrá la invasión asiría, y entonces los pudientes de Israel no volverán a andar erguidos y altaneros (v.3), porque van a ser humillados por la desventura, en la que perderán todas sus posesiones. Es la hora de la prueba, en que tendrán que oír la sátira irónica: Hemos sido destruidos. Se ha mudado la suerte de mi pueblo (ν.6). La prosperidad de Israel era sólo aparente, y ahora es el invasor el que arrebata para no devolver, y reparte sus campos, tan codiciados. Ya no habrá quien distribuya los lotes por suertes al modo tradicional (v.5).

 

La hora de la justicia vindicativa de Dios (6-11).

6 ¡No vaticinéis! ¡No vaticinen respecto de esto! ¡El oprobio no (nos) alcanzará! 2 7 No se dice la casa de Jacob: "¿Se ha acortado la paciencia de Yahvé? ¿Dónde están sus obras?" 3¿Mis palabras no están plenas de bondad para los que caminan en rectitud? 8 Pero vosotros ayudáis al enemigo contra mi pueblo. Delante de Salmanasar arrebatáis el botín de guerra a los que confiados van su camino. 9Arrojáis a las mujeres de mi pueblo de su querido hogar y arrebatáis para siempre de sus hijos mi gloria. 10 Levantaos y echad a andar, que no es tiempo de holganza. Por su inmundicia será atormentado con horrible tormento. 11 No profetiza falsamente el hombre inspirado. Yo te profetizo el vino y la bebida embriagadora de que rebosa este pueblo.

 

Miqueas hace frente a los falsos vaticinios de los profetas mendaces que anuncian prosperidades al pueblo: ¡No vaticinéis.! Se creían al abrigo de toda adversidad política: el oprobio no nos alcanzara (v.6). Muchos autores creen, sin embargo, que el profeta trae aquí las protestas del pueblo contra los anuncios tristes proclamados por Miqueas: ¡No vaticinen.! El oprobio no nos alcanzara, y, en ese caso, parece lógica la ilación del pensamiento del ν.7: ¿Se ha acortado la paciencia de Yahvé? ¿Dónde están sus obras? El pueblo judío se creía al abrigo de toda catástrofe nacional, confiando en la tradicional protección de Yahvé. La historia mostraba que su Dios había sido muy paciente con las pasadas generaciones; no iba, pues, a cambiar ahora de proceder.

Más bien el texto parece sugerir que el auditorio de Miqueas está consternado ante sus amenazas, y se pregunta si Yahvé no ha cambiado de conducta, pues en tiempos anteriores había ayudado y perdonado a su pueblo conforme a su paciencia, pero ahora sí son verdad las amenazas de Miqueas: ¿Se ha acortado la paciencia de Yahvé? ¿Dónde están sus obras o manifestaciones de perdón otorgadas anteriormente? El profeta proclama que Yahvé no ha cambiado en su proceder, sino que da a cada uno conforme a su conducta moral: ¿Mis palabras no están plenas de bondad para los que caminan en rectitud? Es bueno para los que siguen las sendas del bien.

Las amenazas proclamadas por el profeta son consecuencia de sus pecados, que reclaman justicia. Las clases dirigentes expolian al pueblo, y en ello no hacen sino adelantarse al despojo que va a realizar Salmanasar con su ejército; en esto son auxiliares del conquistador asirio: Ayudáis al enemigo contra mi pueblo. Delante de Salmanasar arrebatáis el botín de guerra a los que confiados van su camino (v.8)4, es decir, al pueblo sencillo, que camina confiadamente, sin dobleces en la vida y sin esperar que los magnates se aprovechen de su posición para expoliarlos. Esta conducta contribuirá a que Yahvé envíe el terrible castigo al invasor asirio, que llevará cautivos a los israelitas: Arrojáis a las mujeres de mi pueblo de su querido hogar (v.9), y, con ello, sus hijos serán privados de la gloria de Yahvé, pues no podrán considerarse hijos de Israel en su patria, con el privilegio de asistir a los cultos del Dios nacional. Yahvé había prometido su protección y bendición a su pueblo, pero ahora llega el castigo por sus pecados, y las próximas generaciones se sentirán huérfanas de su Dios, lo que constituía su gloria.

El castigo es tan inminente, que el profeta invita a sus oyentes pecadores a ponerse en marcha hacia el exilio antes de que llegue de hecho: Levantaos y echad a andar. (v.10). Toda la tierra de Israel está contaminada con la inmundicia del pecado, que va a ser castigado con horrible tormento5. Por ello, el profeta hace una llamada a sus corazones: él es profeta y, como tal, no profetiza falsamente 6. No puede ocurrir que uno que esté inspirado de Dios pueda anunciar algo falso, y, por tanto, deben atender a la profecía de Miqueas que anuncia el despliegue de la ira divina: yo te profetizo el vino y la bebida embriagadora de que rebosa este pueblo. Supone el profeta que Yahvé va a dar a beber del cáliz embriagador de su ira 7. Es la hora de su justicia punitiva. Nadie puede librarse de ella, a menos que se cambie de vida. Estas profecías conminatorias son siempre condicionadas.

 

La intervención salvadora de Yahvé (12-13).

12 Yo te reuniré, Jacob, todo entero; yo reuniré los restos de Israel, yo los congregaré corno ovejas en el aprisco, corno rebaño en medio del pastizal, y, llenos de espanto, huirán ante el desastre8. 13 Irá delante de ellos el que rompe la marcha; irrumpirán y traspasarán la puerta y saldrán por ella, y delante de ellos marchará su rey, y a su cabeza Yahvé.

 

Estos versos han sido diversamente interpretados. Muchos autores ven aquí un anuncio del retorno glorioso del exilio, con Yahvé a la cabeza. Quizá sea mejor considerarlos como continuación de la amenaza anterior. El profeta acaba de conminarlos para que se lancen a la huida antes de que llegue la catástrofe. Ahora parece anunciarles que el mismo Yahvé les ayudará a abrirse paso en la huida. Yahvé los va a reunir como un rebaño en su aprisco para emprender la huida todos juntos bajo su protección. Probablemente la frase es irónica: Yahvé siempre los había congregado para salvarlos, pero ahora es para mandarlos al destierro, si bien en ello hay un sentido de salvación, pues es el único modo de librarse de la muerte.

El profeta describe a Israel como un rebaño que va tras el macho cabrío: ira delante de ellos el que rompe la marcha (ν.13); es el rey o jefe político, que debe abrir la marcha en la huida. La frase y a su cabeza Yahvé es considerada por muchos autores como glosa. Pero bien puede ser de Miqueas, que, para anunciar la inminencia de la catástrofe, presenta a Yahvé ayudando a su pueblo a salvarse en su trágica huida.

Como dijimos antes, este fragmento es considerado por muchos como el anuncio del retorno glorioso del exilio, al estilo de Is 52:12. Así, Condamin cree que debe colocarse después de 4:7.

 

1 Así según un ligero cambio propuesto por Hoonacker. Cantera: "Como es arrebatada de mí (la porción de mi pueblo). Entre los apóstatas nuestros campos son repartidos." — 2 Así según la Bib. de Jér. . ~ — 3 La Bib. de Jér.: "¿La casa de Jacob será maldita? ¿Yahvé ha perdido la paciencia? ¿Es éste su modo de obrar?" — 4 La traducción es según la reconstrucción de Hoonacker. El verso es oscuro. La Bible de Jérusalen: "Vosotros os levantáis como enemigos contra mi pueblo. Al que es irreprochable le quitáis el manto; a quien se cree en seguridad le infligís desastres de guerra." — 5 La última parte es traducida por la Bib. de ér,: "Por causa de nada conseguís con extorsiones una prenda aplastante." — 6 Verso oscuro. Cantera: "Si yo fuera un hombre que corriese tras el viento y mintiera falsedades, yo te predicaría de vino e hidromiel, y ése sería el profeta adecuado para este pueblo." La traducción de la Bib. de Jér. es parecida a ésta. Según ella, el sentido sería que el profeta apropiado para Israel sería el que halagara sus pasiones y caprichos. — 7 Cf. Is 14:14; 29:95; Jer 25:16.27; 49:12; Hab 2:16; Zac 12:2. — 8 Así según la reconstrucción plausible de Hoonacker. El TM parece decir: "producirán gran tumulto por la gente." La Bibíe de Jér. propone esta lectura corregida: "No tendrán temor de nadie."

 

 

3. Los Falsos Profetas.

 

Acusaciones contra los abusos de la clase dirigente (1-4).

1 Yo digo: Oíd, caudillos de Jacob y jueces de la casa de Israel: ¿No os toca a vosotros conocer el derecho? 2 Aborrecedores del bien y amadores del mal, arrancan la piel de sobre ellos y la carne de sobre sus huesos, 3 y luego de haberse comido la carne de mi pueblo y de haberle arrancado la piel, y haberle roto los huesos, y haberle descuartizado como carne para la olla o carne para el caldero, 4 entonces clamarán a Yahvé, pero no les oirá, pues les ocultará su rostro en aquel tiempo porque obraron perversamente.

 

El profeta se levanta enérgicamente contra las injusticias sociales, como lo había hecho su predecesor Amos en Samaría, cuyo estilo aparece reflejado en estas vigorosas frases. Las imágenes son muy crudas, pero expresivas. Los jefes de Israel tratan al pueblo sencillo como a una oveja a la que arrancan su piel y aprovechan después su carne para la olla. Nada se libra a sus arbitrarias exacciones; pero, cuando llegue la hora de la angustia y el castigo, de nada les servirá el clamar a Yahvé, que los dejará a su suerte, ocultando su rostro para que no sientan su protección esperada. Yahvé no puede aprobar su conducta perversa y su falsa religión, puramente externa.

 

Contra los falsos profetas (5-8).

5 Así habla Yahvé contra los profetas que descarrían a mi pueblo, que muerden con sus dientes mientras claman: "Paz,"y al que no les pone algo en la boca, le declaran la guerra santa. 6 Por eso la visión se os hará noche, y la adivinación tinieblas, y se pondrá para los profetas el sol, y el día se les oscurecerá. 7 Los videntes serán avergonzados, y confundidos los adivinos, y se cubrirán todos la barba, pues Dios no dará ya respuesta. 8 Yo, empero, estoy lleno de la fuerza del espíritu de Yahvé y de juicio y fortaleza para denunciar a Jacob sus prevaricaciones y a Israel sus pecados.

 

Miqueas arremete ahora contra los que se presentaban como profetas, sin serlo realmente, ante su pueblo. En sus discursos no buscaban sino halagar, para después lucrarse de la simpatía ganada. Así, de un lado esquilman al pueblo (muerden con sus dientes, ν.6), mientras que de otro anuncian una paz que no llegará. Se prestan a toda clase de comunicaciones mientras les hagan dones (al que les pone algo en la boca); pero al que no les da nada, le declaran la guerra santa, considerándole como enemigo de Dios. Se consideran los monopolistas de la religión, y, como tales, se atreven a condenar a los que no se doblegan a sus ambiciones.

Pero Dios castigará sus abusos, y así les negará toda comunicación profética: la visión se os hará noche. (v.6); quedarán avergonzados ante el pueblo, ya que no acertarán en sus supuestos vaticinios por no proceder del mismo Dios, que es el único que conoce el futuro. Así, en signo de postración moral y de duelo, se cubrirán la barba (ν.7), como tenνa que hacerlo el leproso 1 cuando se encontraba con alguno. En contraposición a esta actitud humillante, Miqueas podrá ir con la cabeza erguida, porque sus predicciones resultarán veraces, pues se siente poseído del espíritu de Yahvé (v.8), y su misión es desenmascarar las prevaricaciones y pecados de Israel. Lejos de adular al pueblo anunciándole una paz ficticia, Yahvé le empuja a anunciar castigos por los pecados de Israel.

 

Anuncio de la destrucción de Jerusalén (9-12).

9 Oíd, pues, cabezas de la casa de Jacob y jueces de la casa de Israel, que aborrecéis el derecho y torcéis todo lo recto; 10 que edificáis a Sión con sangre y a Jerusalén con iniquidad, 11 Sus cabezas sentencian por cohecho, sus sacerdotes enseñan por salario, sus profetas adivinan por dinero y se apoyan sobre Yahvé, diciendo: "¿No está entre nosotros Yahvé? ¡No nos sobrevendrá la desventura!" 12 Por eso, por vosotros será Sión arada como un campo, y Jerusalén se convertirá en ruinas, y el monte del templo será un breñal.

 

Conforme a la actitud antes enunciada, Miqueas proclama la inminencia del castigo sobre las clases dirigentes, responsables de todas las injusticias sociales. Los jueces, los profetas y los sacerdotes ejercen su ministerio por puro lucro, y con ello no hacen sino dar pie para los mayores crímenes, edificando a Sión con sangre y a Jerusalén en iniquidad (v.10). La ira divina vendrá devastadora y Jerusalén sufrirá la suerte de Samaría 2, siendo totalmente arrasada. Aquí nos encontramos con un caso típico de profecía conminatoria condicionada, ya que Jerusalén no fue destruida por los asirios, como lo fue Samaría.

En tiempos de Jeremías, los ancianos de la ciudad tratan de salvar la vida del profeta alegando que también Miqueas anunció la destrucción de Jerusalén y que, gracias a la penitencia del rey Ezequías y del pueblo, no se cumplió el terrible castigo 3. De hecho, Jerusalén será destruida en el 586 a.C. por las tropas de Nabucodonosor, pero parece que el anuncio de Miqueas se refería a una invasión asiría, aunque el vaticinio era condicionado, es decir, en el supuesto de que Jerusalén no se arrepintiera de sus pecados.

 

1 Cf. Lev 13:45; Ez 24:17.22. — 2 Cf. Miq 1:6. — 3 Cf. Jer 26:185.

 

 

4. Promesa de restauración y de Paz.

 

Jerusalén, centro religioso del mundo en la era. mesiánica (1-5).

1 Y sucederá al fin de los días que el monte de la casa de Yahvé se asentará a la cabeza de los montes, se elevará sobre los collados, y los pueblos correrán a él, 2 y vendrán numerosas naciones, diciendo: Venid, subamos al monte de Yahvé, a la casa del Dios de Jacob, que nos enseñe sus caminos para que marchemos por sus sendas, pues de Sión saldrá la Ley, y de Jerusalén la palabra de Yahvé. 3 Y juzgará a muchos pueblos y ejercerá la justicia hasta muy lejos con poderosas naciones, que de sus espadas harán azadas, y de sus lanzas hoces; no alzará espada gente contra gente ni se adiestrarán ya para la guerra. 4 Sentaráse cada uno bajo su parra y bajo su higuera, y nadie los aterrorizará, porque lo dice la boca de Yahvé de los ejércitos. 5 Porque todos los pueblos marchan cada uno en el nombre de sus dioses, pero nosotros marcharemos siempre en el nombre de Yahvé, nuestro Dios por siempre jamás.

 

Los c.4-5 nos presentan una perspectiva muy diversa de la de los tres capítulos anteriores. En éstos se anunciaba el castigo inminente y la destrucción de Jerusalén; ahora, en cambio, se habla de una era mesiánica venturosa, en la que la ciudad santa de Sión será el centro religioso de todas las naciones, y si se alude a desgracias presentes o futuras, es para contrastarlas con la felicidad de los tiempos mesiánicos. No pocos autores suponen por esto que los c.4-5 son posteriores a Miqueas, del tiempo postexílico. Sin embargo, quizá la nueva perspectiva alentadora refleja el optimismo de Miqueas con motivo de la reforma de Ezequías, que siguió a su predicación de amenazas. Al menos en tiempos de Jeremías, los ancianos creían que los peligros y castigos de que había hablado Miqueas habían sido alejados a causa del arrepentimiento del pueblo. En este ambiente esperanzador podemos explicar la efusión mesiánica del profeta en tiempos en que Isaías consolaba a Judá con vaticinios de liberación mesiánica.

Los v.1-4 del c.4 se hallan casi literalmente en Is 2:2-4. Se ha discutido mucho la paternidad genuina del pasaje. Hay quienes suponen incluso una fuente común a ambos fragmentos. De todos modos, parece que en Miqueas está dentro del contexto de liberación, y bien puede suponerse que un redactor posterior la haya insertado en el libro de Isaías.

La mente del profeta se traslada a los días venturosos de la era mesiánica, al fin de los días (v.1), en que Jerusalén será el punto de atracción religiosa de todas las naciones. Ahora es un punto insignificante en el globo, pero llegarán días en que todos los pueblos volverán sus ojos hacia la colina de Sión, que idealmente es presentada a la cabeza de los montes, como faro luminoso al que puedan orientar sus pasos los gentiles. Movidos de su íntimo instinto, las naciones reconocerán que la Ley salvadora vendrá de Jerusalén (v.2), pues es expresión de la palabra de Yahvé.

Israel se encontrará entonces en situación privilegiada, como arbitro de los destinos de los pueblos: Juzgará a muchos pueblos y ejercerá la justicia hasta muy lejos (v.3), y como consecuencia de ello, reinará una paz edénica, en la que no habrá temores de guerra. Los mismos instrumentos belicosos se convertirán en instrumentos de paz: de sus espadas harán azadas, y de sus lanzas hoces (v.5). Es la idealización de los tiempos mesiánicos. Isaías proclama que en esos días los animales salvajes perderán sus instintos salvajes y que el Niño-Mesías acabará con todo atuendo militar belicoso 1. Miqueas, contemporáneo suyo, se sitúa en la misma perspectiva y anuncia que las gentes no se adiestrarán para la guerra, y se sentará cada uno bajo su parra y bajo su higuera (v.4). La expresión es proverbial 2 y refleja bien los tiempos mesiánicos, en que no habrá sobresaltos ni temores: nadie los aterrorizará (v.4).

Las genes de Palestina de tiempos del profeta vivían angustiadas con la amenaza de alguna invasión extranjera, asiría o egipcia, y de ahí el profundo anhelo de paz que surgía de todos los corazones. La era mesiánica sería, pues, el remedio de todos los males. Naturalmente, en todas estas descripciones hay mucho de hipérbole oriental, y de hecho sabemos que esa paz total no se logrará más que en el cielo, la etapa definitiva del mesianismo.

La Iglesia es la continuación y heredera de las promesas del Israel del A.T.; la profecía de Miqueas se cumplió sustancialmente, ya que la Iglesia es el faro que ilumina al mundo, predicando el espiritualismo y el retorno de los pueblos a Dios. Históricamente Jerusalén ha perdido toda categoría como capital de la espiritualidad en el mundo, porque el pueblo judío no reconoció al Mesías cuando hizo su aparición en la historia. Los judíos no veían en las profecías mesiánicas más que el ropaje exterior literario en el que se hablaba de un reino terrenal, y no quisieron ver el contenido sustancial espiritualista que en ellas late, y de ahí su incomprensión del mensaje de Cristo. Si Jerusalén hubiera aceptado al Mesías, sería, en efecto, el centro del espiritualismo mundial. La Iglesia de Roma es el Israel de Dios de que habla San Pablo, heredero de las promesas mesiánicas del A.T. A través de la historia ha sido el centro del espiritualismo de ese movimiento que aspira a aunar los corazones bajo la Ley de Dios.

Y el profeta concreta la razón de esta situación privilegiada de Jerusalén en los tiempos mesiánicos: porque todos los pueblos marchan cada uno en el nombre de sus dioses, pero nosotros marcharemos siempre en el nombre de Yahvé, nuestro Dios. (v.5). Es la afirmación de la elección de Israel por Dios. Yahvé ha hecho promesas a la casa de Jacob, y El es la garantía de su cumplimiento en los tiempos mesiánicos. Los otros pueblos se apoyan en ídolos, mientras que Israel se apoya en el único Dios viviente que dirige la marcha de la historia.

 

Rehabilitación de Sión (6-13).

6 En aquel día — dice Yahvé — yo recogeré a la coja y traeré a la descarriada, a la que yo castigué; 7 y de la coja yo haré un resto y de la descarriada haré un pueblo poderoso, y Yahvé reinará sobre ellos en el monte de Sión desde ahora para siempre. 8 Y tú, torre del rebaño, colina de la hija de Sión, volverá a ti tu antiguo poderío y la realeza que es propia de la hija de Sión. 9 ¿Por qué, pues, tantos clamores? ¿No hay rey en ti o te falta tu consejero, que te dueles como mujer en parto? 10 Duélete y gime, hija de Sión, como mujer en parto, porque vas a salir ahora de la ciudad y morarás en los campos, y llegarás hasta Babilonia, pero allí serás librada, allí te redimirá Yahvé del poder de tus enemigos. 11 Ahora se han juntado contra ti muchas gentes y dicen:Que sea profa" nada y logren verlo nuestros ojos en Sión. 12 Pero no conocen los pensamientos de Yahvé, no penetran sus designios. El los ha juntado cual gavillas en la era. 13 Álzate y trilla, hija de Sión, que haré yo tu cuerno cuerno de hierro, y tus pezuñas, pezuñas de bronce, y aplastarás a muchos pueblos, y consagrarás a Yahvé sus despojos, y sus riquezas al Señor de toda la tierra.

 

Después de anunciar los tiempos gloriosos mesiánicos, el profeta declara que para llegar a esa era venturosa es preciso pasar por la prueba. Israel es como un rebaño que ha sido atacado, del que han quedado muchas ovejas maltrechas. Los ejércitos invasores han arruinado al pueblo elegido, pero Yahvé volverá a restablecerlo en su integridad; y así, es presentado como un pastor solícito que se cuida particularmente de la oveja renga y descarriada, es decir, del pueblo judío, castigado por El. La prueba fue de purificación, no de exterminio; por eso, en su providencia, dejó un resto o núcleo de restauración: de la renga haré un resto (v.4).

Amos e Isaías hablaban de un resto que se salvaría en todos los momentos críticos de la nación para heredar las promesas de restauración mesiánica 3. Israel será como un rebaño esquilmado, pero con la ayuda de Yahvé volverá a ser un pueblo poderoso, en el que Yahvé reinara. para siempre. Es un nuevo anuncio mesiánico. Por muy grandes que sean en la historia las pruebas a que será sometido el pueblo elegido, volverá a renacer porque las promesas mesiánicas tendrán necesario cumplimiento. Jerusalén volverá a ser cabeza de un reino que restablecerá el antiguo poderío de los tiempos de David. El profeta la llama cariñosamente torre del rebaño (v.8), conforme al símil anterior. En la campiña había apriscos con torres de vigía para guardar el ganado. Es la misión que está reservada a Jerusalén, como guardiana de los intereses del rebaño de Yahvé, Israel.

Ante este horizonte de triunfo, el profeta se encara con la depresión moral del pueblo en la época del peligro ante el invasor, y pide a sus compatriotas que consideren el futuro glorioso como antídoto a sus angustias: ¿Por qué tantos clamores? (v.8). En la mente del profeta aparece la consternación general ante el invasor, y para levantar los ánimos declara que la situación no es desesperada, ya que todavía tienen una organización jerárquica, que puede hacer frente a la situación: ¿No hay rey en ti o te falta tu consejero? La realeza actual es prenda de la realeza futura mesiánica (v.8).

El v.10 es considerado por muchos autores como una interpolación posterior de un glosista, que, al leer el interrogante de Miqueas (¿te dueles como mujer en parto?), lo haya aplicado a la situación posterior al 586, en que tuvo realidad la deportación en masa a Babilonia. Sin embargo, otros prefieren mantener la autenticidad del pasaje; y entonces la mención de Babilonia como lugar de la deportación se explicaría, o bien por la previsión a distancia del profeta, que en espíritu asistiría a la catástrofe del 587, o bien suponiendo que Babilonia es un término genérico equivalente a Mesopotamia.

Pero no es fácilmente conciliable la contraposición de pensamiento del v.9 y el v.10. En el primero, el profeta echa en cara a Judá que se deja impresionar, gimiendo como mujer en parto, por la crítica situación, como si no hubiera salvación; en cambio, en el v.10 se invita a Jerusalén a dolerse y gemir como mujer en parto. No hay ilación lógica, pues, entre ambos versos, y creemos que el ν. ι ο es glosa adicional.

El v.11 sigue la idea de consolación del v.8. Aunque de momento se vea Jerusalén rodeada de muchas gentes, que están tramando su destrucción (dicen: sea profanada.), sin embargo, debe permanecer impávida, ya que no prevalecerán contra los pensamientos de Yahvé, que no conocen (v.12). La mente del profeta parece que se traslada a un horizonte escatológico, cuando se dé la gran batalla contra las naciones opresoras de Israel, que ha de preceder a la inauguración mesiánica. Las naciones paganas se han reunido para cercar al pueblo elegido, pero, en realidad, no conocen los designios de Dios, que les ha hecho caer en un lazo, pues las ha juntado como gavillas en la era (v.12) para triturarlas. Israel las va a triturar como el buey en la era. Su poder será irresistible, ya que sus cuernos serán como de hierro, y sus pezuñas de bronce. Es el triunfo de Israel en los tiempos mesiánicos. Todos los pueblos le estarán sometidos, y sus despojos serán consagrados como anatema a Yahvé, Señor de toda la tierra.

 

1 Cf. Is n,6ss; 9:55s. — 2 Cf. 1 Re 5:5; 2 Re 18:31; Zac 3:10. — 3 Cf. Is 1:245; 4:35; 6:13.

 

 

5. El Rey Vencedor.

 

El Salvador de Israel, nacido en Belén (1-6).

1 (14) Ahora rodéate de muros, Bet-Gader. Nos cercan, hieren con la clava las mandíbulas las tribus de Israel 2 (1) Pero tú, Belén de Efratá, pequeño entre los clanes de Judá, de ti me saldrá quien señoreará en Israel, cuyos orígenes serán de antiguo, de días de muy remota antigüedad. 3 (2) Por eso los entregará hasta el tiempo en que la que ha de parir parirá,y el resto de sus hermanos volverá a los hijos de Israel. 4 (3) Y se afirmará y apacentará con la fortaleza de Yahvé y con la majestad del nombre de Yahvé, su Dios, y morarán tranquilamente, porque entonces será grande hasta los confines de la tierra. 5 (4)Y así será la paz 2: cuando invada Asur nuestra tierra para hollar nuestros palacios, suscitaremos contra él siete pastores y ocho príncipes3, 6 (5) y regirán la tierra de Asur con la espada, la tierra de Nemrod con la espada desnuda. El nos librará de Asur cuando venga contra nuestra tierra para hollar nuestras fronteras.

 

El v.1 de la Vulgata es el v..14 del c.4 en el TM. El profeta parece contraponer dos situaciones: una de crisis, en que se halla Judá, y otra de liberación por efecto de un misterioso Libertador. El profeta quiere hacer un juego de palabras con el verbo hebreo, que traducimos por rodéate de muros, y así escoge Bet-Gader, localidad de Judá que será como el símbolo de la nación en peligro. Judá no debe desfallecer al verse rodeada de enemigos, sino que debe resistir, porque al fin saldrá victorioso. La crisis es momentánea, pues las tribus de Israel, ahora humilladas, volverán a recuperar su antiguo esplendor, porque Yahvé hará surgir un líder victorioso que será el libertador de sus compatriotas, el cual será oriundo de este reino de Judá ahora en peligro de desaparecer.

En efecto, de una de las localidades más modestas saldrá el que señoreará en Israel (v.2/1). Ese lugar, que ahora es considerado como pequeño entre los clanes de Judá, lleva el nombre de Belén Efrata o de los efrateos. Los habitantes de Belén procedían de Efratá, en la tribu de Benjamín, al norte de Jerusalén. De ahí que el profeta puntualice Belén de Efratá, sin duda para distinguirlo de otro Belén que estaba en el norte en la tribu de Zabulón4. Belén aparece aquí en paralelo con Bet-Gader, simbolizando al reino de Judá. De hecho sabemos que los habitantes de ambas localidades tenían un mismo antepasado, Caleb 5.

Se comprende así bien por qué escogió el profeta a Bet-Gader para simbolizar al reino de Judá en peligro, contraponiéndolo a la gloria inmensa que había de surgir de otra localidad de Judá, Belén de Efratá, la patria del que señoreará en Israel, que no es otro que el Mesías, como veremos después. Los rabinos judíos dijeron a Herodes, cuando fueron consultados, que Belén sería la patria del Mesías, citando el texto de Miqueas. San Mateo lo cita ad sensum, dando por cumplida la profecía, y así aparentemente parece en contradicción con el texto de Miqueas, pero en el fondo significa lo mismo. En Mt 2:6 se dice: "Y tú, Belén, de ningún modo eres pequeña entre los príncipes de Judá." El evangelista se pone en la perspectiva de la profecía ya cumplida, y así, al citar el texto, constata que Belén ha dejado de ser pequeña para ser muy gloriosa. Miqueas, en cambio, contrapone la situación modesta de Belén en su tiempo (eres pequeña entre los clanes de Judá), pero llegará un día en que será muy grande, por el gran personaje que ha de nacer en ella. Es interesante esta confrontación de textos para ver cómo los autores del N.T. citan el A.T. libremente ad sensum, sin preocupaciones literalistas exegéticas.

La nueva dignidad de Belén consistirá, pues, en ser la patria del gran personaje que habría de señorear en Israel, al que se le considera perteneciente a una familia de antiguo y glorioso linaje: cuyos orígenes serán de antiguo, de días de muy remota antigüedad (v.2/1). La Vg traduce a diebus aeternitatis, y, conforme a esta versión, los exegetas y teólogos antiguos veían en esta frase una alusión al origen divino del Mesías. Sin embargo, la palabra hebrea O'olam, que la Vg traduce por aeternitatis, tiene un sentido amplio en hebreo y generalmente significa un largo lapso de tiempo. En concreto, el profeta con su frase cuyos orígenes son de antiguo parece aludir a la dinastía gloriosa de David, procedente de Belén 6.

Isaías habla de un retoño de Isaí (padre de David), que será el Niño misterioso que tendrá sobre sus hombros "la soberanía, y se llamará maravilloso consejero, Dios fuerte, príncipe de la paz, para dilatar el imperio y para una paz ilimitada, sobre el trono de David y sobre su reino, para afirmarlo y consolidarlo en el derecho y la justicia desde ahora para siempre jamás" 7. Es el mejor comentario a la expresión señoreará en Israel del texto de Miqueas, profeta contemporáneo de Isaías.

En el v.3/2 encontramos un nuevo paralelo con la profecía de Isaías sobre el Emmanuel. Miqueas, después de anunciar la situación privilegiada de que gozará Belén como lugar de nacimiento del que señoreará en Israel, alude de nuevo a la triste situación en que ahora se encuentra el reino de Judá, sometido a un ataque enemigo: Por eso los entregará hasta el tiempo en que la que ha de parir parirá (v.3/2). El castigo a que entregará Yahvé a su pueblo, anunciado en 4:14, durará poco tiempo, hasta que una mujer misteriosa dé a luz a un Niño también misterioso, que el profeta parece relacionar con el que señoreará en Israel del v.2. En este supuesto, vemos aquí un perfecto paralelo con la virgen o doncella que va a dar a luz un niño admirable, que ha de ser el Salvador de Judá frente a los asirios 8. Las dos profecías se completan y explicitan mutuamente.

En la profecía de Miqueas, además de insinuarse que la aparición del que señoreará en Israel señalará la salvación de Judá de sus enemigos asirios, se indica expresamente que con él tendrá lugar el restablecimiento del pueblo israelita en su integridad primordial: el resto de sus hermanos volverá a los hijos de Israel (v.3/2). La frase parece aludir a la reincoporación de los hermanos cismáticos del reino de Samaría al reino de Judá.

Sobre este reino, con inclusión de todas las tribus israelitas, se afirmará el que ha de ser Dominador en Israel, el cual gozará de la protección especial de Yahvé. Su dominio, con la fortaleza de Yahvé, se extenderá hasta los confines de la tierra (v.4/3). Con esta frase, el profeta recalca la perspectiva mesiánica del vaticinio. Toda la tierra está sometida a ese que señoreará en Israel, que no parece ser otro que el hijo de la que ha de dar a luz. Bajo su égida, los subditos morarán tranquilamente, sin temores a enemigos invasores, porque le protegerá la fortaleza de Yahvé. Es el paralelo de principe de la paz del vaticinio de Isaías 9.

La frase del v.5/4, y asi será la paz: cuando invada Asur nuestra tierra para hollar a nuestros palacios, suscitaremos contra él siete pastores y ocho príncipes, y regirán la tierra de Asur con la espada, la tierra de Nemrod con la espada desnuda, es considerada por no pocos autores como glosa explicativa de la expresión siguiente: El nos librará de Asur cuando venga contra nuestra tierra para hollar nuestras fronteras (v.6/5) 10. Asur aquí aparece como tipo de los enemigos de Israel, que han de ser vencidos por el que señoreará en Israel 11. Los profetas, al describir la victoria del Mesías sobre los enemigos del pueblo elegido, presentan como enemigo concreto al que constituía el peligro inmediato para Judá e Israel en su tiempo.

Las perspectivas proféticas se superponen, y el juicio profético cabalga sobre la realidad histórica concreta de los tiempos del profeta. Por eso Miqueas presenta al futuro Mesías venciendo a Asur cuando venga contra nuestra tierra. En los c.1-3 la invasión asiría se presentaba como inminente y se exhortaba a la defensa; ahora la perspectiva se alarga, y se supone que vendrá otro gran ataque contra Judá de parte del enemigo tradicional, Asina; pero este pueblo invasor será derrotado por un personaje misterioso que gozará de la fortaleza de Yahvé.

El glosista, que habla de siete pastores y ocho principes que se opondrán al invasor, piensa en los numerosos jefes 12 con que contará Judá para cuando llegue el momento crítico del ataque. Su victoria será tan completa, que no sólo el país de Judá se verá libre, sino que hasta la misma tierra de Asur o país de Nemrod 13 caerá bajo la férula de los jefes salvadores de Judá. Esta intervención de los siete pastores y ocho principes, o caudillos militares de la glosa, parece minimizar el papel que jugará en la victoria sobre los asirios el que señoreará en Israel, la gran figura excepcional nacida en Belén.

La crítica racionalista supone que los c.4-5 del libro de Miqueas son de tiempo posterior al exilio 14. El anuncio de la cautividad de Babilonia de 4:10 puede explicarse teológicamente suponiendo que Miqueas, por especial revelación divina, vio de antemano un hecho que habría de cumplirse siglo y medio más tarde. Pero también Babilonia puede aquí ser sinónimo de Mesopotamia; por otra parte, sabemos que el rey asirio Sargón II (721-705 a.C.) llevó a muchos de sus cautivos hasta la misma Babilonia.

El optimismo que se refleja en estos c.4-7 puede explicarse en un tiempo en que los habitantes de Judá, bajo Ezequías, emprendieron el camino de retorno a Yahvé impresionados por las amenazas de Miqueas 15. De momento, el peligro asirio se alejó después de conquistada Samaría por Sargón (721 a.C.); luego el nuevo rey tuvo que hacer frente a dificultades políticas y militares en la zona de Babilonia, y por ello tuvo que interrumpir sus campañas en la costa siró-fenicio-palestina. Podemos suponer en este lapso de tiempo la composición de estos vaticinios de salud de Miqueas.

La tradición judaica y cristiana ha visto siempre en este fragmento de 5:1-6 un claro vaticinio mesiánico. Los rabinos judíos, consultados por Heredes, dicen claramente que el Mesías debe nacer en Belén, porque así lo ha anunciado Miqueas 16. Y los interlocutores judíos dicen que Jesús de Nazaret no puede ser el Mesías, porque dice la "Escritura que del linaje de David y de la aldea de Belén, de donde era David, había de venir el Mesías"17. Esta creencia aparece también en el Talmud 18.

La tradición cristiana es unánime desde el principio en reconocer el carácter mesiánico del texto de Miqueas 19. Este misterioso Dominador en Israel que salva a su pueblo de los asirios y reúne a los dispersos del pueblo elegido para establecer un dominio hasta los confines de la tierra, no es otro que el Emmanuel de las profecías de Isaías, contemporáneo de Miqueas; y la mujer que ha de dar a luz no es sino la virgen de Is 7:14, que da a luz un Niño misterioso adornado de cualidades excepcionales y vencedor del invasor asirio 20.

 

Israel, señor de las naciones (7/6-9/8).

7 (6) Y el resto de Jacob será en medio de numerosos pueblos como rocío de Yahvé, como lluvia sobre la hierba, que no tiene que esperar de nadie ni necesita nada de los hijos de los hombres. 8 (7) Será el resto de Jacob entre las naciones, en medio de numerosos pueblos, como león en medio de las "bestias de la selva, como cachorro de león en medio de rebaño de ovejas, que pasa, pisa y desgarra (la presa), sin que haya quien (se la) arranque. 9 (8) Se alzará tu mano sobre tus enemigos, y todos tus contrarios serán exterminados.

 

Después del triunfo sobre los enemigos se anuncia la prosperidad de Israel entre los pueblos. El pueblo elegido será como un rocío de Yahvé, que hace brotar la hierba sin concurso del hombre: no tiene que esperar de nadie. (v.7/6). Israel vivirá de la fortaleza que le dé Yahvé y prosperará como la hierba que ha recibido el rocío bienhechor. El pueblo elegido será dotado de un vigor especial entre los pueblos y será temido como león en medio de las bestias de la selva, como cachorro en medio de un rebaño de ovejas (v.8/7). El triunfo sobre sus enemigos será como el animal señor de la selva, que pasa, pisa y desgarra sin que nada se oponga a su poder. Las expresiones son duras, conforme a la mentalidad de revancha del A.T. El profeta quiere hacer ver a sus oyentes que Israel triunfará totalmente de sus enemigos y se convertirá en señor de las naciones: Se alzará tu mano sobre tus enemigos, y todos tus contrarios serán exterminados (v.9/8).

 

La paz religiosa de los tiempos mesiánicos (10/9-14).

10 (9) Y sucederá en aquel día — oráculo de Yahvé — que quitaré de en medio de ti tus caballos, y destruiré tus carros, 11 (10) y abatiré las ciudades de tu tierra, y arrasaré todas tus fortalezas. 12 (11) Y te quitaré de las manos tus hechicerías y no habrá más agüeros en ti. 13 (12) Y destruiré tus esculturas y tus cipos de en medio de ti, y nunca más te prosternarás ante la obra de tus manos. 14 (13) Y arrancaré de en medio de ti tus "asneras," y destruiré tus ciudades, 15 (14) y haré con ira y furor venganza en las gentes que no quisieron escuchar.

 

Con la victoria militar vendrá el triunfo de la religión en toda su pureza. Una vez vencidos los enemigos de Israel, éste no tendrá necesidad ya de sus caballos y carros de guerra. La paz será total. Yahvé mismo se encargará de desmontar las fortalezas y ciudades fortificadas (v.11/10). En el orden religioso, las prácticas quedarán libres de todas las hechicerías y agüeros, que eran la lacra de la religión popular, contaminada con los usos cananeos. Todo vestigio de idolatría desaparecerá: los cipos o masseboh (piedras o postes verticales, que constituían el elemento de culto esencial en el templo cananeo al aire libre) desaparecerán21.

Y las asheras o bosques artificiales, en los que se daba culto a la fuerza generadora de la naturaleza (simbolizada en Astarté), serán arrancadas, quedando sólo el culto puro a Yahvé en su templo 22. La idolatría era el vicio capital de los israelitas anteriores al destierro. Los profetas lucharon contra todas las prácticas idolátricas como base de un retorno de los corazones a Yahvé. En los tiempos mesiánicos desaparecerán todos los vestigios politeístas; con ello Israel podrá presentarse como señor de todas las naciones, y los pueblos que no quieran aceptarle como soberano, sufrirán la ira y venganza de Yahvé, protector del pueblo elegido.

 

1 Esta traducción está hecha a base de la reconstrucción propuesta por Hoonacker. El texto es oscuro. Bet-Gader significa "casa del vallado"), o lugar fortificado. El TM lee: "hija de ladrón," como traduce la Vulgata. La Bib. de Jér.: "¡Ahora fortifícate, Fortaleza! Han establecido un cerco sobre nosotros. A golpes de vara golpean la mejilla del juez de Israel." — 2 El TM dice literalmente: "y éste será la paz." Así traducen la Bib. de Jér. y Cantera. Nuestra traducción es la de Hoonacker y Ceuppens. — 3 Bib. de Jér.: "ocho jefes de hombres." — 4 Cf. Jos 19:15. Los habitantes de Belén son llamados efrateos en Rut 1:2; 1 Sam 17; 12 y en Jos 15:19 (LXX). — 5 Cf. 1 Grón 2:50-51. — 6 Bien Parece en el Α· τ· como localidad sin importancia en muchos lugares: Jos 15, 59 (LXX); Esd 2:21; Neh 7:26. Asν, en Flavio Josefo es llamado χωρίον, ο vόlorrio (Ant. Jud. 5:2.5). — 7 Is 9:6. — 8 Cf. Is 7:14. — 9 Cf. Is 9:6. — 10 Cf. Hoonacker, O.C., p.39I. — 11 Es el mismo caso que el "Emmanuel" de Is 8:8-9. — 12 La expresión "siete pastores y ocho príncipes" para indicar multitud es paralela a la de tres y cuatro. de Am 1:3. — 13 Nemrod (probablemente el Gilgamés de la literatura mesopotámica, "robustus venatpr coram Domino") aparece como antepasado de los reinos de Senaar o Mesopotamia (cf. Gen 10,8-9). — 14 Así B. Stade y K. Martí. — 15 Cf. Jer 26:18-19. — 16 Cf. Mt 2:5. — 17 Cf. Jn 7:41-42. — 18 Cf. Talmud, tr. Pesajim y Ned fol51 c-.1arim fol.39 c.2. — 19 Cf. San Justino, Dial, cum Tryph. 78: PG 6:658; Tertuliano, Adv. lud. c.12: PL 2:673; Eusebio, Demonstr. Evang. 2:4:51: PG 22:107; Cirilo Jer., Catech. n, de Filio unigénito n.2o: PG 33:715; Crisóstomo, Homil in diem Natalem n.2: PG 56:389. — 20 Además de los comentarios generales citados para el estudio del profeta Miqueas, véanse los estudios particulares sobre el tema siguientes: W. E. barnes, Λ messianic Pro-phecy Mich: 4:8-5:6: "The Expositor" (1904) p.376s; E. Tobac, Commentaeire de Michée V 3: Et tu Bethlehem-Ephrata: "Vie Diocesaine" (Malinas 1909) 130-133; S. Protin, La Vierge mere chez Michée V 2: "Revue Augustin.," 15 (1910) 589-592; E. Kónig, Die messian. Weissagungen: Der Herrscher aus Bethlehem, Micha 5:1 (Stuttgart 1923) 191-201; L. Den-Nefeld, Messianisme: DTC 10 (1921) 1444-1446; J. chaine, L'introduction a la lecture des Prophétes (París 1932) 79-84; F. Ceuppens, De prophetiis messianicis in Antiquo Testamento (Roma 1935) 339-357; K. Smyth, Verbum Dei II p.745s (Barcelona 1956). — 21 Sobre los masseboth o estelas, objeto de culto, véase Os 3:4; 10:12. — 22 Sobre los ashera véase Dt 16:21; 1 Re 14:23; 2 Re 17:10. Cf. Lagrange, Etudes sur les religions sémitiques 2.a ed. (1905) p.102s; H. Vincent, Canaan d'aprés l'exploration recente (1907) p.i41s.

 

 

6. Reprensión de Israel por sus Transgresiones.

Los c.6-7 constituyen una nueva sección, y en ellos se expresa, de modo dramático, la interpolación de Yahvé a su ingrato pueblo por sus iniquidades. La requisitoria de Yahvé recuerda a Israel su olvido de los antiguos beneficios conferidos al salir de Egipto. Yahvé dirige sus quejas contra Israel, que puede aplicarse al reino del norte, con Samaría por capital (y en este caso el oráculo sería anterior a la destrucción de Samaría, 721 a.C.) o a las doce tribus de Jacob en general.

 

Querella de Yahvé con Israel (1-5).

1 Oíd, pues, lo que dice Yahvé: ¡Levántate, queréllate contra los montes y que oigan tu voz los collados! 2 ¡Oíd, montes, la querella de Yahvé; prestad oído, cimientos de la tierra! Porque tiene Yahvé querella con su pueblo y va a altercar con Israel. 3 ¿Qué te he hecho yo, pueblo mío? ¿En qué te he molestado? ¡Respóndeme! 4 Porque yo fui quien te hizo subir de la tierra de Egipto, te redimí de la casa de la servidumbre y mandé a tu frente a Moisés, Aarón y María. 5 Acuérdate, pueblo mío, de qué pedí a Balac, rey de Moab, y qué le respondió Balaam, hijo de Beor, desde Sitim hasta Guilgal, para que reconozcas las justicias de Yahvé.

 

La requisitoria es tierna y dramática. Enfáticamente se invita a los montes y collados a ser testigos de esta querella contra la ingratitud de Israel para que lo transmitan a las generaciones futuras. Los montes y collados representan aquí a la nación israelita, a la que Yahvé va a llamar a litigio. De ahí la expresión queréllate contra los montes del v.1. La tierra de Israel era casa particular del Dips de Israel. Las transgresiones del pueblo elegido la habían maculado, y por eso se invita al profeta a pedir cuenta a los accidentes geográficos de la "tierra santa" por antonomasia.

Con acento tierno, Dios se presenta a su pueblo como inocente. Durante toda la historia no ha hecho sino acumular beneficios. Jamás le ha inferido mal: ¿en qué te he molestado? (v"3). Es el grito de un corazón lacerado por la ingratitud de un pueblo que no ha comprendido los beneficios recibidos desde que empezó a formarse como nación: yo te hice subir de la tierra de Egipto (v.4). En la peregrinación azarosa por el desierto, Yahvé les dio un guía en Moisés y unos consejeros en Aarón y María 1.

Y poco antes de entrar en Canaan, las bendiciones sobre Israel se volvieron a repetir por boca de Balaam, falso profeta contratado por el rey de Moab, Balac, para maldecir al pueblo israelita acampado en la estepa moabita 2. La expresión desde Sitim hasta Guilgal parece aludir a la protección especial de que fue objeto Israel desde que terminó su peregrinación por el desierto (cuya última etapa fue Sitim) hasta que entró en Canaán, al otro lado de Ganaán, acampando en Guilgal 3.

Yahvé guió, pues, a Israel desde las estepas del Sinaí hasta la tierra de promisión, colmándole de bendiciones y protegiéndole contra todo evento. Aquí se recuerdan estos beneficios para hacer resaltar la ingratitud del pueblo elegido: para que reconozcas las justicias de Yahvé, es decir, su generosidad para con Israel. Toda la historia del pueblo elegido es un trenzado de hechos providenciales, a veces espectaculares, en favor de los descendientes de Jacob; son las justicias de Yahvé, prontas a proteger al pueblo que había de ser el vehículo de transmisión de las promesas salvíficas sobre la humanidad entera.

 

Israel, dispuesto a aplacar la ira de Yahvé (6-7).

6 ¿Con qué me presentaré yo ante Yahvé y me postraré ante el Dios de lo alto? ¿Vendré a El con holocaustos, con becerros primales? 7 ¿Se agradará Yahvé de los miles de carneros y de las miríadas de arroyos de aceite? ¿Daré mis primogénitos por mis prevaricaciones, y el fruto de mis entrañas por los pecados de mi alma?

 

El profeta, ante las exigencias y reconvenciones de Yahvé, enojado por tanta ingratitud, presenta al pueblo preocupado por dar satisfacción a su Dios. Pero en su simpleza no se le ocurre sino apelar a los medios tradicionales de culto externo: holocaustos a base de miles de carneros con abundantes oblaciones de aceite (v.6). En realidad, los sacrificios como tales, si no van acompañados de la compunción del corazón y el arrepentimiento de los pecados, no tienen ningún valor. Por eso, aunque se multiplicaran por miles los carneros y por miríadas los arroyos de aceite (expresiones hiperbólicas para recalcar más la idea de impotencia en cuanto a la expiación), Yahvé no habría recibido satisfacción alguna4.

Y aunque entregaran sus primogénitos, sus seres más queridos, fruto de sus entrañas, no aplacarían al Dios enojado. No es que aquí el profeta admita los sacrificios humanos como lícitos (jamás en la Biblia son considerados como lícitos; al contrario, los hagiógrafos expresan el horror por los sacrificios de niños entre los cananeos y moabitas), sino que hiperbólicamente el profeta indica que ni la entrega a Dios de lo más querido, como son los hijos, serviría para satisfacer a la ira divina. Dios quiere, ante todo, de su pueblo la entrega íntima de su corazón. Es la enseñanza que a continuación va a proclamar el profeta.

 

Yahvé, intransigente con las injusticias de los. israelitas (8-16)

8 ¡Oh hombre! bien te ha sido declarado lo que es bueno y lo que de ti pide Yahvé: hacer justicia, amar el bien y caminar en la presencia de tu Dios. 9 La voz de Yahvé interpela a la ciudad (sabiduría es temer tu nombre): Oye, tribu; oye, asamblea de la ciudad 5: 10 ¿Voy a perder de vista la casa del impío 6, los tesoros de iniquidad y el detestable "efá" escaso ? 11 ¿Voy a perdonar a pesar de las balanzas falsas y de las bolsas de pesas fraudulentas? 12 Por haberse llenado sus ricachos de violencias y haber hablado falsamente a sus habitantes, llevando en su boca una lengua mendaz, 13 por eso me he puesto yo también a herirte y a devastarte a causa de tus pecados. 14 Comerás y no te saciarás, y el hambre te roerá las entrañas; apartarás, pero no lo librarás, y lo que librares, yo lo daré a la espada. 15 Sembrarás y no cosecharás; pisarás la aceituna, pero no te ungirás con su óleo; el mosto, pero no beberás su vino,16 Has guardado los mandatos de Ómrí y todas las obras de la casa de Acab, y has andado según sus consejos para que yo te entregue a la devastación y dé tus habitantes al escarnio. Llevaréis, pues, sobre vosotros el oprobio de mi pueblo.

 

El profeta declara, en nombre de Dios, que para agradar a Dios hay que atender sobre todo a la práctica de las virtudes morales. La expresión ¡oh hombre! bien te ha sido declarado lo bueno puede aludir a las exigencias de la ley natural, conocidas por el hombre como tal, o a la predicación de los profetas anteriores, como Amos y Oseas7, que tanto habían inculcado pocos años antes, en el reino de Samaría, el cumplimiento de los deberes naturales con los desvalidos y desheredados: hacer justicia, amar el bien y caminar en la presencia de Dios (v.8). Este es el gran programa que exige Dios de los israelitas, y no puede ser sustituido por las prácticas meramente externas de culto en orden a agradarle.

Precisamente por no haber sido fiel a estos preceptos, Yahvé va a-interpelar a la ciudad (probablemente Samaría) (v.8). La frase sabiduría (o cordura) es temer tu nombre es como un paréntesis doxológico, que puede ser de un redactor posterior. La requisitoria de Yahvé se dirige directamente a la tribu y asamblea de la ciudad, es decir, a todo el reino del norte, y en particular a los habitantes de Samaría. Los términos de acusación están en parte tomados de Amos y de Oseas, quienes con toda crudeza habían condenado los procedimientos fraudulentos de los ricos en la explotación de los pobres 8.

Yahvé no puede pasar por alto las transgresiones elementales de la justicia social: ¿Voy a perder de vista la casa del impío? (v. 10). Sus tesoros de iniquidad, e.d., amontonados con los procedimientos más inicuos e injustos, están clamando por la intervención de la justicia divina. Yahvé no puede aprobar las fraudulencias que se realizan en las transacciones, reduciendo el efá (medida de áridos equivalente a unos 39 litros). La corrupción es general, y, por eso, las balanzas falsas y las pesas fraudulentas están a la orden del día. Todo es violencia y falsía. La ira divina tiene que descargar necesariamente en defensa de los derechos de la justicia conculcada. Vendrá la devastación, traída por el invasor asirio.

Y el profeta vuelve a recordar el vaticinio siniestro de Oseas: comerás y no te saciarás (v.14) 9. De nada les servirá a los israelitas el comer, pues no lograrán satisfacer sus necesidades, y, aunque pretendan salvar algo de la catástrofe, al fin todo quedará en poder del enemigo: apartarás (parte de tus bienes e hijos para salvarlos), pero no lo librarás, porque todo será entregado por Yahvé a la espada. Tampoco lograrán cosechar lo que sembraron (v.15). Sus trabajos serán totalmente estériles 10: pisarás la aceituna, pero no te ungirás con su óleo. Todo quedará en poder del implacable invasor. Y todo ello como castigo de sus iniquidades.

Los habitantes de Samaría no han hecho sino imitar la pésima conducta de sus antepasados: Has guardado los mandatos de Omrí y las obras de la casa de Acab (v.16). Omrí (885-874), padre de Acab (874-853), había fundado la ciudad de Samaría y es el fundador de una dinastía. Dejó fama de impío y de tirano n, lo mismo que su hijo Acab, el gran perseguidor del profeta Elias. Miqueas, en este fragmento, echa en cara a los moradores del reino del norte el haber seguido los malos ejemplos de los dos reyes impíos. Por eso Yahvé los entregará a la devastación. Es el anuncio solemne de la ruina de Samaría, que tuvo lugar el 721 a.C., y que aquí tiene caracteres de maldición: llevaréis sobre vosotros el oprobio de mi pueblo. La frase va dirigida contra los individuos del reino del norte, que han de participar del oprobio o maldición que recaerá sobre todo el pueblo como colectividad, la nación condenada a la ruina.

 

1 Cf. Ex 15:208. — 2 Cf. Núm 22ss. — 3 Cf. Núm 22:1; Jos 3:1; 4:19; Jl 4:18. — 4 Sobre las víctimas para los holocaustos véase Ex 12:5; Lev 9:3; Núm 15:27. — 5 Así siguiendo el texto griego. — 6 Así según una reconstrucción de Hoonacker. La Bib. de Jér.: "¿Puedo yo soportar una medida falsa?" Cantera: "¿Puedo soportar la casa del impío.?" — 7 Cf. Am 5:14.21; Os 6:6. — 8 Cf. Am 8,5-6. — 9 Cf. Os 4, 1 o. — 10 Cf. Am 5:11. — 11 Cf. 1 Re 16:31; 18:18; 22:26.

 

 

7. La depravación social.

 

Denuncia de la corrupción general del pueblo (1-6).

1 ¡Ay de mí, que he venido a ser corno quien hace la recolección en otoño, como quien hace rebusco tras la vendimia No hay un racimo para comer, anhelando mi alma los primeros frutos. 2 Han desaparecido de la tierra los piadosos, no hay ninguno recto entre los hombres; todos acechan la sangre, unos a otros se tienden la red. 3 Las manos están prontas a hacer diestramente el mal: El príncipe reclama, el juez (sentencia) por cohecho, y el grande sentencia a su capricho, 4 y han pisado a los buenos 2 como a rama de zarza que sale derecha del seto. Es el día anunciado por tus atalayas, viene tu castigo, llega ahora su confusión. 5 No os fiéis del compañero ni confiéis en el amigo; de la que se acuesta en tu seno guarda las confidencias de tu boca. 6 Porque el hijo afrenta al padre, la hija se alza contra la madre, la nuera contra la suegra, y los enemigos son sus mismos domésticos.

 

No cabe cuadro más siniestro que el descrito por el profeta; la corrupción es general. El profeta se presenta como el recolector, que después de la vendimia anda en busca de algunos frutos de calidad, comparables a los primeros, los más ansiados; pero no encuentra nada que merezca la pena: no hay un racimo para comer. Busca ansioso buenas obras en Israel, y no encuentra nada: han desaparecido de la tierra los piadosos. (v.2). La situación es anárquica, y la violencia reina por doquier: todos acechan la sangre. La situación parece ser la que precedió a la caída de Samaría, cuando las dinastías y los tiranos se sucedían ininterrumpidamente 3. Las injusticias sociales y las sentencias por cohecho se multiplican en las clases dirigentes de la sociedad: los príncipes, jueces y magnates, al administrar justicia, lo hacen por lucro, pisando a los buenos como a rama de zarza que sale derecha del seto (v.4.). El símil parece aludir al hecho de que el justo es apartado y pisado con desprecio, como una zarza molesta que se atraviesa en el camino; su vida es como una acusación viviente, que se ha de suprimir sin consideración.

Por eso no tardará en aparecer el día del castigo, el día de la manifestación de la ira divina, que ha sido anunciado por tus atalayas o profetas. Estos se consideraban como los vigías, que de antemano anunciaban los peligros que esperaban a su pueblo. Miqueas en esto se hace solidario de las amenazas que sus antepasados Oseas y Amos habían lanzado años antes. Samaría está ya madura para el castigo, porque hasta la fidelidad elemental entre amigos y familiares es quebrantada: No os fiéis del amigo. (v.5).

 

Arrepentimiento del pueblo (7-10).

7 Mas yo dirigiré mis miradas a Yahvé y esperaré en el Dios de mi salvación, y me escuchará mi Dios. 8 ¡No te regocijes de mí, enemiga mía! pues si caí, me levantaré, y si moro en tinieblas, Yahvé será mi luz. 9 Habré de soportar la ira de Yahvé, porque pequé contra El, hasta que juzgue mi causa y me haga justicia. 10 Lo verá mi enemiga, se cubrirá de vergüenza, ella que me decía: ¿Dónde está Yahvé, tu Dios? Mis ojos lo habrán de ver. Ahora será pisoteada como el fango de las calles.

 

Después de cumplido el castigo, después de la manifestación de la ira divina, el pueblo reconocerá sus pecados pasados y se volverá a su Dios. Las perspectivas de los profetas cambian constantemente en un contrabalanceo de esperanzas y de castigos. Una vez anunciado el juicio purificatorio sobre Israel como pueblo pecador, la mente del profeta se transporta a la hora de la restauración con el propósito de levantar los ánimos de sus oyentes. La justicia divina tiene sus exigencias, pero las promesas mesiánicas hechas a los antepasados permanecerán; de ahí que, tras de la hora aciaga, venga la hora luminosa de esperanzas. El castigo no tenía otra finalidad que hacer entrar en sí al pueblo israelita, despreocupado y materializado.

La tragedia nacional hará que los espíritus reflexionen sobre su pasado y sobre la causa de la ruina general. Como consecuencia de ello, vendrá el arrepentimiento y el retorno a Dios, que, si envió el castigo desolador, será también el que envíe la salvación. La nación expresa ahora sus sentimientos de reconciliación con Yahvé: esperaré en el Dios de mi salvación (ν.7). La confesión no puede ser más humilde y sincera: si caí, me levantaré, y si moro en tinieblas, Yahvé será mi luz (v.8). Las naciones gentiles (su enemiga) se alegraban al ver la ruina de Israel, que se consideraba al abrigo de toda catástrofe por ser el pueblo de Dios. Con la mejor de las disposiciones, Israel reconoce que era necesario pasar por la prueba purificatoria del castigo: Habré de soportar la ira de Yahvé, porque pequé contra El (v.8).

Estas tinieblas son pasajeras, pues volverá a recuperar la amistad con Yahvé una vez que se haya cumplido el castigo, y entonces el mismo Yahvé saldrá por sus derechos como nación: Hasta que juzgue mi causa y me haga justicia. Frente a las naciones invasoras, Israel mantendrá sus derechos de nación, porque están fundados en las promesas del mismo Dios. La ruina actual no es definitiva, sino que volverán otra vez los tiempos de triunfo. Entonces su enemiga (Asiría) contemplará el triunfo de Israel en virtud de la protección de Yahvé, y se cubrirá de vergüenza (v.10). La derrota de Israel había dado ocasión para que el invasor se regocijara sarcásticamente del pueblo elegido al verle desprovisto de la protección de su Dios: ¿Dónde está Yahvé, tu Dios? Pero también llegará la hora de la justicia divina para Asiría, y entonces Israel asistirá gozosa al castigo de su antiguo invasor: Mis ojos lo habrán de ver. Ahora será pisoteada como el fango de las calles. El juicio del Dios de Israel alcanzará a todos.

 

Anuncio de restauración (11-20).

11 Es el día de la reconstrucción de tus muros! ¡Es el día en que se alejarán tus fronteras! 4 12 En ese día se llegará a ti desde Asiría a Egipto, y desde Egipto hasta el río, del uno al otro mar, del uno al otro monte, 13 y la tierra será devastada a causa de sus habitantes, por sus obras. 14 Apacienta con tu cayado a tu pueblo, el rebaño de tu heredad, que habita aislado en la selva,en medio del Carmelo; que se apacientan en Basan y Galaad como en tiempos pasados. 15 Como en los días de tu éxodo de Egipto, le haré ver prodigios. 16 Lo verán las gentes y se avergonzarán de toda su prepotencia; pondrán la mano sobre su boca y ensordecerán sus oídos. 17 Lamerán el polvo como la serpiente; como los reptiles de la tierra,saldrán espantados de sus escondrijos, y despavoridos, se volverán a Yahvé, nuestro Dios, y se sobrecogerán de temor ante ti. 18 ¿Qué Dios hay como tú, que perdonas la maldad y pasas por alto el pecado del resto de tu heredad? No persiste por siempre en su enojo, porque gusta de la piedad. 19 Volverá a compadecerse de nosotros, conculcará nuestras iniquidades y arrojará a lo hondo del mar nuestros pecados. 20 Serás fiel a Jacob y propicio a Abraham, como a nuestros padres juraste desde tiempos antiguos.

 

Después de constatar el arrepentimiento del pueblo pecador, el profeta anuncia el futuro glorioso que espera a Israel, que verá reconstruidos sus muros y dikttadas sus fronteras, extendiendo su dominio desde Asiría a Egipto y desde Egipto hasta el río (Eufrates). La expresión del uno al otro mar parece aludir al Mediterráneo y al mar Muerto; son los límites de Palestina. El v.13 parece aludir a la devastación de esta tierra por los invasores, por lo que parece fuera de lugar, y más bien hay que colocarlo después de 6:16, en que se habla de la ruina de Israel por sus pecados. En todo caso, en el lugar en que está ahora parece interrumpir el anuncio de restauración, que parece ser la idea central del fragmento de los v.11-20.

El profeta pide a Yahvé en una hermosa oración que el pueblo se congregue de nuevo después de la dispersión que siguió a la invasión: apacienta con tu cayado a tu pueblo, el rebaño de tu heredad (v.14). Israel está disperso como rebaño sin pastor, aislado en la selva, y el profeta pide a su Dios que lo lleve a los feraces pastos del Carmelo, de Basan y de Galaad (v.14). El profeta está seguro de que Yahvé renovará los prodigios del éxodo de Egipto en favor de su pueblo, y con ello las gentes y naciones paganas se avergonzarán al ver que nada servirá su prepotencia contra la omnipotencia divina (v.16).

Los v. 18-20 son como un epílogo de alabanza a Yahvé por la gran misericordia que ha hecho a Israel pecador al perdonarle sus transgresiones, manteniendo las promesas hechas a Jacob y a Abraham en tiempos antiguos.

 

1 La Bib. de Jér,: "He venido a ser como recolector en otoño." — 2 Lit. el hebreo: "Lo han torcido." — 3 Cf. Os 4:2; 7:3s. — 4 Así con Bib. de Jér.