Ezequiel.

 

Introducción. 1. Visión de la Gloria de Yahve. 2. Intimación de Dios al Profeta. 3. El Profeta, enviado de Dios. 4. Acciones simbólicas sobre el Asedio de Jerusalén. 5. Dispersión de los Habitantes de Juda. 6. Profecías contra los centros idolátricos de Israel. 7. Castjgo de las Idolatrías. 8. Los cultos idolátricos, practicados en el templo de Jerusalén. 9. Los Mensajeros de la Destrucción. 10. Nueva descripción de la Gloria de Dios. 11. Profecías contra algunos jefes de Jerusalen. Promesa de Repatriación. 12. La fuga del rey. Las angustias del asedio. 13. Contra los falsos Profetas. 14. Exhortación a la conversión. Inutilidad de la Intercesión. 15. Israel, Sarmiento Inútil. 16. Infidelidad de Jerusalén. 17. Deslealtad y trágica suerte del Rey Sedecías. Promesa Mesianica. 18. La Retribución equitativa individual. 19. Canto fúnebre sobre los Príncipes de Israel. 20. Infidelidad de Israel y fidelidad de Dios. Purificación Futura. 21. La Espada Vengadora De Yahvé. 22. Los pecados de Jerusalén. 23. Los pecados de Samaría y de Jerusalén. 24. Anuncio del asedio de Jerusalén. 25. Oráculos contra las naciones vecinas de Juda. 26. Oráculo contra Tiro. 27. Elegía Sobre La Ruina De Tiro. 28. Oráculos contra el rey de Tiro y contra Sidon. 29. El Orgullo de Egipto. 30. Nuevos oráculos contra Egipto. 31. Nuevo anuncio de la ruina de Egipto. 32. Elegías sobre Egipto. 33. El Profeta, Atalaya del pueblo. 34. Los malos Pastores y el buen Pastor. 35. Oráculo Contra Edom. 36. La Restauración completa de Israel. 37. Resurrección de la Nación Israelita. 38. Invasión de Gog. Destrucción de su Ejercito. 39. Fin Desastroso de Gog. 40. El nuevo Templo de Jerusalén. 41. El Nuevo Templo de Jerusalen en su parte Santísima. 42. Descripción de las Dependencias del Templo. 43. La Gloria de Yahvé vuelve al Templo. Medidas del Altar. 44. Las nuevas leyes del Culto. 45. Nueva distribución de la Tierra Santa. 46. Ofrendas del Principe. Inalienabilidad de su territorio. 47. La Fuente del Templo. Las fronteras del Nuevo Israel. 48. Repartición del País. Las doce puertas de Jerusalen.

 

Introducción.

 

Vida del profeta.

Ezequiel (en hebreo Yejezque'el: "Dios conforta") era de la clase sacerdotal , y fue llevado a Babilonia como cautivo en 598 a.C., juntamente con el rey Jeconías y parte de la aristocracia judaica. Según el mismo nos dice, moraba en una localidad llamada Tell-Abib, junto al río Kebar (o Naru Kabaru, de las inscripciones cuneiformes), al sur de Babilonia. Allí vivía con su esposa, participando de las penas de los exilados. En el año quinto de su cautividad (593), mientras se hallaba a orillas de dicho río, fue llamado misteriosamente al ministerio profético 2, que ejerció durante veintidós años. Su último escrito datado es del 572 a.C. (año 27 de su traslado a Babilonia). No sabemos cómo ni cuándo murió. Según una tradición antigua judaica, fue muerto por un juez1 del pueblo que había sido reprendido por el profeta 3.

 

Misión del profeta.

Como Jeremías tenía por misión predicar a los judíos de Palestina los caminos del Señor, anunciándoles los castigos y recriminándoles su pésima conducta de abandono de las vías del Señor, Ezequiel fue el hombre providencial que se ocupó de mantener viva la fe yahvista en el destierro de Babilonia. La situación era sumamente delicada, ya que los exilados, lejos de comprender el sentido de su destino en los planes de Dios — como castigo de sus pecados — , continuaban con su propensión a la idolatría. Acusaban a Yahvé de ser injusto con ellos al hacerles cargar con culpas de sus antepasados 4. Por otra parte, estaban seguros de que su exilio duraría muy poco tiempo, y, sobre todo, que Dios no permitiría la destrucción de Jerusalén y de su templo por los caldeos5. Ezequiel debía hacer frente a estas falsas concepciones, fustigar sus vicios, como la propensión a la idolatría, a los adulterios, perjurios y pecados contra la justicia social.

Sobre todo, como Jeremías en Jerusalén, predicaba contra la falsa confianza fetichista en el templo de Jerusalén como garantía de permanencia de la nación judaica. En la misión de Ezequiel tenemos que distinguir dos momentos o etapas: la anterior a la destrucción de la Ciudad Santa por los babilonios (587 a.C.), durante la cual tuvo que hacer frente a las falsas esperanzas de repatriación de los exilados, anunciándoles reiteradamente el colapso de la Ciudad Santa, y la etapa que siguió a la toma de Jerusalén por los caldeos. Se han cumplido sus profecías exterminadoras, y, ante la depresión colectiva nacional, empezó a predicar la resurrección de la nación, en una nueva teocracia ideal, en la que se cumplirían las íntimas aspiraciones individuales y colectivas de los descendientes de Abraham 6.

Basándose en numerosas alteraciones textuales, algunos autores han propuesto la tesis de que la predicación de Ezequiel, anterior a la destrucción de Jerusalén, tuvo por escenario Palestina, de forma que el profeta se dirigía, como Jeremías, a sus compatriotas que no habían sido llevados en la primera cautividad 7. Esta hipótesis, al principio deslumbradora e insinuante como solución a complejos problemas textuales del libro de Ezequiel, no parece en realidad que tenga muchos visos de objetividad histórica, ya que crea mayores problemas en relación a la vida y actividad literario-profética de Ezequiel, como veremos al tratar de la composición y datación de sus oráculos.

 

Ambiente histórico.

La situación política internacional de la época de Ezequiel es similar a la que hemos descrito en la introducción al libro de Jeremías. Después del colapso del imperio asirio en 612, en que tiene lugar la conquista de Nínive por Nabopolasar (625-605), caudillo babilonio, auxiliado por los medos, Egipto quiere conquistar la zona de influencia en las antiguas provincias conquistadas por Asiría; por ello, Necao II, en 609, sube, a través de Palestina y Siria, al encuentro de los ejércitos medo-babilónicos. Al pasar por Megiddo, junto al Carmelo, le sale al paso el rey Josías de Judá, que muere en el combate (609 a.C.); le sucedió su hijo Joacaz, pero éste fue depuesto por Necao II, que había establecido su cuartel general en Ribla, sobre el Orontes (Alta Siria). En su lugar colocó en el trono de Jerusalén al hijo de Josías, Eliaquim, al que cambió el nombre en Joaquim (609-598). Poco después el faraón fue vencido en Carquemis (606 a.C.) por las tropas acaudilladas por Nabucodonosor, hijo de Nabopolasar.

En 605 muere Nabopolasar, y su hijo le sucede en la dirección del nuevo imperio. Después de derrotar a los egipcios, Nabucodonosor hizo una incursión por Palestina (606-5). En el 603, el rey de Judá, Joaquim, confiado en Egipto, se insurreccionó contra el monarca caldeo, y éste se limitó de momento a enviar partidas de soldados que devastasen Judá. En 598 puso sitio formal a Jerusalén, durante cuyo asedio murió el rey Joaquim, y le sucedió su hijo Joaquín o Jeconías, el cual se rindió a los tres meses de reinado, siendo deportado con la aristocracia del país a Babilonia, y entre los cautivos estaba el propio Ezequiel. Las tropas caldeas saquearon el templo, llevándose los vasos sagrados.

El vencedor puso de rey en Jerusalén a Matanías, hijo de Josías, cambiándole el nombre en Sedecías (598-586). Al principio éste se mantuvo sumiso a Babilonia, pero por instigación del faraón Hofra se unió a una liga anticaldea organizada por Amón y Tiro. Las tropas de Nabucodonosor volvieron al asedio y tomaron la ciudad en julio-agosto de 586. La ciudad fue totalmente arrasada con su templo, y las fuerzas vivas de la población fueron deportadas, quedando sólo en el país los labriegos y peonaje. Sedecías, capturado por los babilonios, fue llevado a Ribla, donde delante de Nabucodonosor le sacaron los ojos después de asistir al asesinato de sus hijos. Después fue deportado. Con ello la catástrofe nacional del pueblo judío llegó a su colmo, y la crisis de la conciencia nacional fue el problema con que tuvieron que enfrentarse los profetas Jeremías en Palestina y Ezequiel en el exilio.

 

Contenido y estructura del libro.

Podemos dividirlo en tres partes bien netas. Después de una introducción en la que se relatan las circunstancias de la vocación profética del profeta (1:1-3:21), encontramos: a) una serie de oráculos contra Jerusalén y Judá (3:22-24:27); b) oráculos contra las naciones paganas (c.25-32), y c) promesas de restauración (c.33-48). Esta sistematización clara, lógica y aun cronológica de los escritos de Ezequiel ha llamado siempre la atención de los comentaristas, aunque recientemente los críticos han negado esta armoniosa estructura, ya que sorprenden muchas intercalaciones y desplazamientos que interrumpen el contexto 8. Con todo, la estructura lógica general y aun cronológica se mantiene, como se ve en el esquema siguiente:

 

Difisión del libro:

I. Oráculos anteriores a la destrucción de Jerusalén (58-6).

A) Introducción: Vocación del profeta (1:1-3:21).

B) Conminaciones contra Juda (3:22-24:27).

     

  1. Anuncio del castigo sobre la Ciudad Santa (acciones simbólicas y oráculos: 3:22-7:27).

     

     

  2. Visión de la idolatría en el templo. La gloria de Yahvé abandona la ciudad (8:1-11:25).

     

     

  3. Vaticinios sobre la cautividad del rey y el pueblo. Juicio contra los falsos profetas, cortesanos y pecadores en general (12:1-23:40).

     

     

  4. Epílogo: principio del cerco de Jerusalén.

     

C) Conminaciones contra las naciones paganas (25:1-32:32): Contra Amón, Moab, Edom, Filistea, Tiro, Sidón y Egipto.

 

II. Oráculos después de la destrucción de Jerusalén (586).

A) Preparación para la restauración (33:1-33). Invitación a la penitencia. La ruina, castigo por los pecados.

B) Vaticinios de restauración teocrática (34:1-39:29). Reunión de los dispersos israelitas. Devastación de Edom, renovación de la tierra de Israel. Repatriación del pueblo exilado. Desaparición de los enemigos de Israel.

C) Descripción del nuevo reino de Israel (40,1-48:35). El nuevo templo y su consagración. El nuevo culto, la nueva tierra de Canaán, su fertilidad y división 9.

 

Composición del libro y autenticidad.

El contenido literario de Ezequiel difiere bien de los libros de Amos, Oseas, Miqueas, Isaías y Jeremías. En éstos, lo esencial es el oráculo, o manifestación oral del profeta, puesta por escrito con todo su vigor e independencia. En el libro de Ezequiel, en cambio, parece que nos encontramos con un escritor que con estilo difuso y diluido va llenando páginas a base de descripciones de visiones y acciones simbólicas. Se le ha llamado "profeta de gabinete," porque en sus escritos no está el "oráculo conciso y nervioso de los antiguos profetas"10, predominando la prosa deslavazada. Pero Ezequiel, más que escritor, es ante todo un predicador que dialoga con su auditorio y que realiza acciones simbólicas ante ellos 11. Bajo esta forma, "es el más vivo, el más concreto de todos los profetas"12. Pero debemos descubrir también al escritor que redacta sus oráculos para sus contemporáneos. Habla siempre en primera persona, y de hecho hay unidad sustancial de estilo en todos los escritos que se le atribuyen.

La tradición judaico-cristiana ha sostenido siempre la autenticidad de sus escritos, como obra del profeta del exilio, que trabajó en la formación del alma judía después de la catástrofe napional. Sin embargo, esto no quiere decir que el libro suyo, tal como hoy ha llegado a nosotros, sea obra redaccional definitiva del profeta. A pesar de un orden lógico general, hay, como hemos indicado, trastrueques y desajustes en el texto, y estas anomalías han dado lugar a teorías excéntricas respecto del origen del libro de Ezequiel. Así, hay quien adjudica al profeta del exilio sólo las partes poéticas, mientras que la masa prosaica sería obra de un redactor del siglo ν 13. Incluso se ha supuesto que la redacción final del libro es del siglo ni a.C., obra de un anónimo que habría presentado los hechos como ocurridos en el siglo VII a.C. 14

Autores más moderados, como Herntrich y Bertholet, suponen que el libro de Ezequiel es de la época inmediata anterior o posterior a la caída de Jerusalén (597-6). El primero distingue dos autores, uno de los 39 primeros capítulos, que sería un profeta que vivió en Jerusalén en los años críticos que precedieron a la destrucción de la ciudad. Los c.40-48 serían, pues, obra de un redactor posterior a la época del exilio 15. El segundo cree que es Ezequiel el autor de todo el libro, pero que lo concerniente a la predicación anterior a la caída de Jerusalén fue escrito por él cuando habitaba en Palestina, mientras que los oráculos y escritos de restauración que siguieron a la destrucción de la Ciudad Santa fueron escritos por él mismo en Babilonia 16. Supone que Ezequiel es el autor sustancial, en cuanto que dejó resúmenes esquemáticos de sus profecías que fueron amplificados y publicados con su nombre por redactores posteriores que pertenecían a su escuela profética. Esta opinión ha sido aceptada por muchos autores aun católicos 17; pero, pasada la primera impresión de novedad, las cosas van volviendo a la tesis tradicional, ya que, si la nueva teoría parece dar razón del sentido de algunos textos, que parecen intercalaciones redaccionales posteriores, por otra parte, aplicada como tesis general al libro, crea mayores problemas de composición. Por ello creemos que es preferible mantener la posición tradicional, que considera a Ezequiel como autor de todo el libro (con ligeras excepciones) que lleva su nombre, y también es mejor suponer que el profeta desarrolló su ministerio desde el principio entre los exilados de Babilonia, como se desprende de sus oráculos y escritos.

 

Texto y versiones.

El texto hebreo masorético es muy deficiente y en muchos casos inservible. La versión griega de los LXX es, en general, literalista y parece estar basada en un texto hebreo anterior al TM. Por ello resulta muy útil para la reconstrucción de ciertas lecturas. En general, parece superior el texto de los LXX; sin embargo, también en la versión de los LXX hay omisiones y traducciones ininteligibles. Los papiros Chester Beatty (Ez 11-17) Y Scheide (Ez 19-39) han contribuido al estudio de la versión griega, pues datan del siglo II, y son, por tanto, anteriores a la Hexaplar de Orígenes. Sobre todo los papiros Scheide han servido para reivindicar muchas lecciones del TM. La versión de la Vg sigue en general al TM, mientras que la siro-hexaplar acepta muchas variantes de los LXX.

 

Índole literaria del libro de Ezequiel.

Característica del libro de Ezequiel es la abundancia de visiones: la cuadriga celeste de los querubes 18, los huesos secos 19, el nuevo templo 20, la fuente de aguas 21. Esto hace que su libro sea extremadamente misterioso y difícil de interpretar. Los autores no están concordes al calificar la objetividad de dichas visiones, pues mientras para unos esas fisiones son meras ficciones literarias en función de enseñanzas religiosas, para otros son fisiones reales representadas a su imaginación o a sus sentidos externos.

Otra característica del ministerio profético de Ezequiel es la de acciones simbólicas para representar plásticamente sus enseñanzas teológicas y sus oráculos conminatorios o de restauración. Así, por orden de Dios se encierra en su casa para significar el asedio de Jerusalén22, delinea el plano de la Ciudad Santa, acercando contra él planchas de hierro para simbolizar el próximo cerco por los babilonios 23; se corta los cabellos y los aventa para significar el destino de los exilados 24. También son frecuentes en los escritos de Ezequiel las parábolas o alegorías, como la de las dos hermanas meretrices25, la de la vid arrancada por el águila26, los dos cachorros 27, Oola y Ooliba 2S.

El estilo literario, en general, es prosaico e inferior al de Isaías y Jeremías. San Jerónimo lo define así: "Sermo eius nec satis di-sertus nec admodum rusticus, sed ex utroque medie tempera-tus" 29. Su propensión a lo visionario y alegórico hace que sea particularmente difícil su interpretación. Respecto de los c.40-49, en los que se habla de la estructura de la nueva teocracia, dice el mismo San Jerónimo: "Scripturarum oceanum et mysteriorum Dei laby-rinthum" 30. Llevado de la imaginación, el profeta traza idealmente los límites y organización del nuevo reino bajo la protección especial de Dios. Nos hallamos ya en el campo de la apocalíptica, donde lo nebuloso imaginario priva sobre lo racional concreto.

Esta propensión a lo visionario, simbólico y apocalíptico ha servido para que no pocos autores le hayan tachado de anormal y excéntrico, de forma que sus éxtasis y acciones extrañas provendrían de una naturaleza mórbida. Así, se le ha acusado de histérico, epiléptico, cataléptico y neurótico. En realidad, sus acciones simbólicas no son más extrañas que otras de los profetas anteriores, como Oseas, Jeremías y aun de Isaías 31. No debemos perder de vista que nos hallamos entre orientales, donde lo escénico tiene una importancia especial como medio de convencer. En concreto, Ezequiel nos dice de sí mismo que es "un signo para la casa de Israel"; de ahí que sus "acciones simbólicas" sean tan frecuentes, y desde luego tiene una mentalidad netamente simbolista. Por ello, a sus problemas familiares personales les da un sentido "simbólico" con proyección a la comunidad de exilados. Así, su mutismo32, la muerte de su esposa 33 y sus mismas enfermedades 34 tienen un mensaje para Israel. En este sentido podría comparársele a Oseas, cuya vida es una parábola en acción para sus compatriotas 35.

 

Doctrina teológica.

a) Atributos divinos. — La teología de Ezequiel sigue las líneas generales de sus predecesores, los profetas escritores, Amos, Isaías y Miqueas, pues destaca la universalidad, omnipotencia y justicia de Yahvé sobre todo. Su radio de acción no se limita a la tierra "santa," sino que sigue a los deportados de Babilonia 36. Es el Señor único que está sobre todo poder. Los vivientes simbólicos que aparecen llevando el trono de su gloria son el símbolo del poder en los distintos reinos de la naturaleza: el león, el toro, el águila, en el reino animal, son los animales superiores, que en la mitología religiosa mesopotámica simbolizaban a determinadas divinidades. Ezequiel los pone a todos como escabel del Yahvé de los israelitas, que sigue amorosamente la suerte de sus exilados.

Es misericordioso y justo. Israel es su hijo predilecto 37, pero esta elección es totalmente gratuita, sin méritos por parte de aquél 38. Esto impone particulares deberes de gratitud y obediencia. Israel ha sido encontrada por Yahvé en el desierto como una "expósita" y ha sido elevada a la categoría de reina, esposa de Yahvé. En consecuencia, debía haber reconocido a su único Dios, pero ha pecado, separándose de Yahvé y yéndose tras los ídolos 39. Por eso, Yahvé, por su propia dignidad y santidad, debe castigarle, y el exilio es la pena merecida por las generaciones "rebeldes" que se han sucedido en Israel desde los tiempos de su instalación en Canaán 40.

b) Responsabilidad individual. — Una de las ideas nuevas en la teología de Ezequiel es la de la valoración del individuo como tal en sus relaciones para con Dios. Hasta entonces en la teología profética prevalecía la idea de la solidaridad, de forma que los componentes del pueblo israelita eran considerados más como ciudadanos de una colectividad que como individuos con derechos y deberes propios. Ante todo, los profetas consideran el destino de la nación como tal, porque la alianza del Sinaí ha sido hecha entre Dios y la nación41. En ese supuesto, las generaciones son solidarias en sus pecados y en sus méritos. Ciertamente que en el Deuteronomio se condena el castigo de los hijos por los pecados de sus padres, y viceversa42, y Jeremías se hizo eco de esta doctrina43, pero es Ezequiel "el campeón y teorizante del individualismo"44 en la tradición israelita. La catástrofe del 587 había tenido por efecto la pérdida de las ilusiones nacionales, y entonces la conciencia israelita se orientó más a los destinos e intereses del individuo como tal. Ezequiel se hace eco de este estado psicológico y formula el principio de la retribución individual estricta; los exilados se quejaban de que ellos estaban pagando por los pecados de sus antepasados. Esto parecía injusto, y es el profeta el que anuncia un nuevo estado de cosas: "¿Qué andáis repitiendo este proverbio. y decís: Los padres comieron las agraces y los hijos sufren la dentera? Por mi vida, dice Yahvé, que nunca más diréis este refrán. El alma que pecare, ésta morirá, y el hijo no llevará sobre sí la iniquidad del padre, ni el padre la del hijo; la justicia del justo será sobre él, y sobre él será la iniquidad del malvado"45. Es sustancialmente la doctrina de Jeremías: "En esos días ya no se dirá más: Nuestros padres comieron agraces, y los hijos sufrimos la dentera. Sino que cada uno morirá por su propia iniquidad: quien coma el agraz, ése sufrirá la dentera"46.

Ezequiel insiste después en la justificación del pecador que se arrepiente de sus pecados y cambia de conducta: "Todos los pecados que cometió no le serán recordados, y en la justicia que obró vivirá. ¿Quiero yo acaso la muerte del impío, dice Yahvé, y no más bien que se convierta de su mal camino y viva?"47 Esta doctrina está muy por encima de la antigua, basada en la solidaridad. En el nuevo orden de cosas habrá ante todo justicia retributiva para cada individuo. Esta perspectiva, formulada así con toda valentía por Ezequiel, hará que se planteen en crudo la validez de las tesis tradicionales sobre la ecuación entre la virtud y el premio en esta vida.

Este examen del problema en la literatura sapiencial, sobre todo en Job, dará como fruto la formulación clara del principio de la retribución en ultratumba en el libro de la Sabiduría. Ezequiel no ha llegado a estas claridades, pero ha puesto las bases de la retribución individual en las relaciones de Dios con el hombre.

c) El mesianismo.Sus ideas mesianicas adolecen de nacionalistas, ya que prevé la gloria de la nueva teocracia, vinculada a la restauración de Israel como nación. En sus "idealizaciones" sistemáticas y artificiales de la nueva era, piensa en Palestina como centro de la teocracia. Y en su falta de perspectiva histórica junta la próxima restauración después del destierro y la mesiánica definitiva. Al lado de estos anuncios mesiánicos colectivos, Ezequiel presenta vislumbres de un "Mesías" personal. En 17:22-24 habla de un retoño de un cedro (dinastía davídica) plantado en Sión, que se convertirá en un gran árbol bajo cuyas ramas se cobijarán los israelitas. En 34:23-31 se habla de un nuevo pastor, al que se identifica con David, el cual apacentará a su grey, que ha sido reunida por el propio Yahvé. Ese nuevo Pastor — como el rey David — será el lugarteniente de Yahvé: "Yo seré su Dios, y mi siervo David será príncipe en medio de ellas" (las ovejas). El profeta, pues, en estos vaticinios se sitúa en la línea de las profecías isaianas sobre el Emmanuel, en las que se anuncia un príncipe que inaugurará un reinado de paz y tranquilidad para los descendientes de Jacob. No hay alusiones universalistas, pero tampoco se refleja la idea de un rey despótico intransigente.

d) Ezequiel y el judaismo. — Se ha acusado a Ezequiel de haber sido el creador del "alma judaica" en sentido peyorativo, como expresión del hermetismo y exclusivismo que encontramos en la secta de los fariseos. En realidad, el profeta no ha hecho sino resaltar la conciencia de elección entre los exilados, para animarlos al cumplimiento de la Ley, cuya transgresión había traído la catástrofe nacional. Sin duda que, para hacer frente a las influencias religiosas babilónicas, Ezequiel — mentalidad esencialmente sacerdotal — urgió el cumplimiento de ciertas leyes rituales que fueran como un vallado defensivo. Los críticos independientes han querido deducir de esta preocupación levítica de Ezequiel que es el verdadero autor de toda la complicada legislación del Levítico. Pero un examen serio del problema hace ver que el profeta no sólo no es el autor de la legislación levítica, sino que muchas veces, al proclamar los principios que han de regir la nueva teocracia, contradice a determinadas leyes levíticas 48.

 

Canonicidad del libro.

Según testimonio de San Jerónimo, los judíos no permitían la lectura del libro de Ezequiel antes de haber cumplido los treinta años49. Precisamente por cierta oposición entre la legislación de Ezequiel y la del Levítico, algunos rabinos se permitieron dudar de la canonicidad del libro de Ezequiel50. Pero de hecho fue recibido en el canon judaico sin dificultad. En el Eclo 49:8 se alaba a Ezequiel después de citar a Jeremías, y antes de los doce profetas menores. En el Ν. Τ., el libro de Ezequiel no es citado expresamente, pero parece que hay alusiones51. En la Iglesia cristiana primitiva no ha habido dificultades especiales en la admisión de Ezequiel en el canon.

 

1 Ez 1:3. — 2 Ez 1:1-3:21. — 3 Así lo afirman el Pseudo-Epifanio, De vitis prophetarum g: PG 43:401, y San Isidoro De Sevilla, De ortu et obitu Patrum 39: PL 83:143; San Atanasio, Ór. de incarnatione Verbi 37: PG 25:160. — 4 Ez 18:2. 5 ez 24:21. — 6 Cf. Ez 37:1-28; 0.40-48. — 7 Esta tesis, propuesta primeramente por Herntrich y Bertholet, ha sido recientemente resucitada por P. Auvray, Le probléme historique du livre d'Ezechiel: RB 55 (1948) 503-19· — 8 He aquí algunos ejemplos de desplazamiento del texto: 3.16b-21 parece intercalado en el relato de la visión inaugural. Los versos del c.4 no siguen el orden debido. En los c.5.7 y 26 hay repeticiones y ampliaciones al texto original. Los v.8-17 del c.io son casi una repetición de 1:15-21, etc. Véase L. Dennefeld, o.c., p.462. — 9 Véase H. Hopfl-Miller-Meztinger, Introd. spec. in V. T. (Roma IQ4&) P·463 -465· — 10 P. Auvray, Ezechiel: La Sainte Bible de Jérusalem (París 1949) Ρ·9· — 11 Cf. Ez 12:9; 24:19; 33:10.17-20. — 12 id., ibid. — 13 Así G. Holscher, Der Dichter und das Buch: Bzatw 39 (1924)· — 14 C. Torrey, Pseudo-Ezekiel and the original prophecy (New Haven 1930). — 15 V. Herntrich, Ezekielprobleme: Bzatw 61 (1033). — 16 A. Bertholet, Hesekielprobleme: "Mélanges F. Gumont" (Bruselas 1936) p.517-523. — 17 Entre ellos el P. Dumeste: RB 46 (193?) 299, Y P. Auvray, Le probléme historique du livre d'Ezechiel: RB 55 (1948) 503-19. — 18 Ez 1:4-28; 10:1-22. — 19 Ez 37:1-28. — 20 Ez 40,1-43:27. — 21 Ez 47:1-12. — 22 Ez 3:24-27. — 23 Ez4,is. — 24 Ez 5:4. — 25 Ez 16:1-63. — 26 Ez 17:1-24. — 27 Ez 19:1-9. — 28 Ez 23:1-49- — 29 San Jerónimo, Praef. in Ez.: PL 28:938 (995). — 30 id., Comm. in Ez., Prol. in librum 14: PL 25:448 (468). — 31 Cf. 1 Re 11:29-33; Is 20; Jer 13; 18; Os 0.1-3. — 32 Ez 3:26; 24:27; 33:22. — 33 Ez 24:15-24- — 34 Ez 4:4-17. — 35 Cf. Ose.i-3. — 36 Ez c.1-3. — 37 Ex 19:5; Ez 16:1-14. — 38 Ez 20,ss; Jer 2; 11:1-8. — 39 Ez 5:5-17; 16:15-34; 20. — 40 Ez 14:12-21; 17:1-21; cf. Jer 8:4-12; 16:10-17. — 41 Cf. Ex 20,2. — 42 Cf. Dt 24:16; 2 Re 14:6. — 43 Jer 12:1; 31:29-30. — 44 P. Auvray, o.c., p.16. — 45 EZ 18:28. — 46 Jer 31:29-30. — 47 Ez 18:22-23.

 

 

1. Visión de la Gloria de Yahve.

En este capítulo tenemos la visión inaugural de la misión profética de Ezequiel. Como Jeremías, también Ezequiel recibió una comunicación imaginaria de parte de Yahvé en la que se anunciaba su futura misión de profeta entre los exilados. Ezequiel debía ejercer una labor de apostolado entre los exilados en Babilonia para mantener la fe religiosa y la esperanza en la resurrección nacional de Israel. Como hemos visto en la introducción, algunos autores suponen una primera fase de apostolado de Ezequiel en Palestina, y, en este supuesto, la visión de este capítulo sería la inauguración de la segunda fase profética en Babilonia. Pero no se puede probar la fase profética de Ezequiel en Palestina. Por consiguiente, nos atenemos a la tesis tradicional, considerando a Ezequiel como profeta exclusivo de los exilados en Babilonia.

El capítulo consta de dos partes: a) introducción histórica (1-3); b) descripción de la visión inaugural (4-28).

 

Tiempo y lugar de la teofanía (1-3).

1 Y sucedió que en el año treinta, en el mes cuarto, a cinco del mes, estando yo en medio de los cautivos, junto al río Kebar, se abrieron los cielos, y contemplé visiones de parte de Dios. 2 En el cinco del mes, en el año quinto de la deportación del rey Joaquín, 3fue palabra de Yahvé a Ezequiel, hijo de Buzí, sacerdote, en tierra de los caldeos, junto al río Kebar, y fue allí sobre él la mano de Yahvé.

 

La datación dada en el v.1 ofrece una gran dificultad, ya que no sabemos el punto de partida del cómputo el año treinta. Se han propuesto diversas soluciones. Unos autores suponen que es el año treinta de la vida de Ezequiel, mientras que otros toman como punto de partida la reforma de Josías en el 621, lo que nos llevaría hacia el 592-1, más o menos en concordancia con la fecha que da el v.2 (año quinto de Joaquín: 593). Otros autores prefieren computar el año treinta a partir de la subida al trono de Nabopo-lasar (625 a.C.)· No faltan quienes supongan corrompida la cifra, y así leen año trece; pero todas las versiones consignan la fecha de treinta del TM. El mes cuarto es el mes de Tammuz (junio-julio). El río Kebar parece ser el nar-Kabari ("gran canal") de las inscripciones cuneiformes 1. Ezequiel, pues, se hallaba entre los deportados junto al "gran canal" y tuvo visiones celestes, que después va a concretar. No especifica si se trata de visiones imaginarias o sensibles, pero para el resultado doctrinal es lo mismo. En todo caso, la palabra visión en los profetas tiene el carácter genérico de comunicación divina sobrenatural. El v.2 es considerado por muchos autores como glosa marginal.

El año quinto del rey Joaquín es el 593, ya que el joven monarca comenzó su reinado en el asedio de Jerusalén del 598, siendo llevado en cautividad después de reinar sólo tres meses. La expresión fue sobre él la mano de Yahvé (v.3) aparece reiteradamente en el libro de Ezequiel 2, y designa el estado psicológico del profeta bajo la acción de Dios: está como poseído por una fuerza superior divina. Tal es la impresión que siente en la visión inaugural que con todo detalle va a describir.

 

Visión de los cuatro vivientes (4-14).

4 Miré, y he aquí que venía del septentrión un viento impetuoso, una nube densa, y en torno a la cual resplandecía un remolino de fuego, que en medio brillaba como bronce en ignición. 5 En el centro de ella había semejanza de cuatro seres vivientes, cuyo aspecto era éste: tenían semejanza de hombre, 6 pero cada uno tenía cuatro aspectos, y cada uno cuatro alas. 7 Sus pies eran rectos, y la planta de sus pies era como la planta del toro. Brillaban como bronce en ignición. 8 Por debajo dé las alas, a los cuatro lados, salían brazos de hombre, todos cuatro tenían el mismo semblante y las mismas alas, 9 que se tocaban las del uno con las del otro. Al moverse no se volvían para atrás, sino que cada uno iba cara adelante. 10 Su semblante era éste: de hombre y de león a la derecha los cuatro, de toro a la izquierda los cuatro y de águila los cuatro. n Sus alas estaban desplegadas hacia lo alto; dos se tocaban las del uno con las del otro, y dos de cada uno cubrían su cuerpo. 12 Todos marchaban de frente, a donde les impelía el espíritu, sin volverse para atrás. 13 Había entre los vivientes (fuego) como de brasas, encendidas como antorchas, que discurrían por entre ellos, centelleaban y salían rayos. 14 Los vivientes iban y venían como el relámpago.

 

La visión del profeta es apocalíptica y difícil de entender, ya que interviene más la imaginación desbordada que la lógica del pensamiento. A la luz de los hallazgos arqueológicos asirios podemos hoy sorprender la fuente en que se inspiró el profeta para trazar este cuadro deslumbrante como pórtico solemne a su misión profética y a su libro. Estando el profeta junto al "gran canal," vio venir como un turbión o densa nube acompañada de fuerte viento. En torno aparecía como un halo de fuego brillante como bronce en ignición. En medio de la nube, un núcleo ígneo. La nube brillante e ígnea viene del septentrión, es decir, de la región nórdica de Mesopotamia por la que pasaba la vía caravanera que habían seguido los exilados israelitas. Gomo veremos después, el sentido de la visión es mostrar que Yahvé ha seguido a los exilados en su destierro para protegerlos y darles esperanza de rehabilitación. Algunos autores creen ver en esta dirección del septentrión una alusión al olimpo babilónico, situado en la parte norte de Mesopotamia. En ese caso, el sentido de la visión era simbolizar la supremacía de Yahvé sobre todos los dioses mesopotámicos.

A medida que se acercaba el turbión, divisa el profeta en el centro ígneo cuatro vivientes. A primera vista, de frente le parecen semejanza de hombre por la cabeza y el pecho. Pero, fijándose bien, distingue en ellos cuatro aspectos o caras: de hombre por el rostro, de águila por las alas, de león y de toro por el cuerpo3. Concebida así la extraña visión, encontramos una explicación en los karibu asirios encontrados a la entrada del palacio de Jorsabad; en el c.10 de Ezequiel se los llama Kerubi o querubes. En efecto, en los colosos asirios que se ven en el museo de Louvre se pueden apreciar esos extraños seres con rostro barbado de hombre, alas de águila, bajo las cuales salen dos brazos de hombre (v.8), cuerpo mitad de toro y mitad de león. Eran los genios protectores de los palacios asirios4. Los cuatro vivientes juntaban dos de sus alas con las del más vecino, formando un soporte o plataforma. El conjunto de los vivientes caminaba siempre hacia adelante, sin volverse (v.8). En el v.10 insiste sobre su cuádruple composición: por delante, aspecto de hombre; en la derecha, aspecto de león; a la izquierda, de toro, y alas de águila 5. Con dos de las alas de cada uno extendidas en lo alto se formaba un trono, y con las otras dos de cada uno se cubrían el cuerpo en señal de respeto (v.1-1) 6.

El profeta ha logrado crear con los cuatro vivientes un inigualable trono para Yahvé. En ellos están representadas las criaturas más nobles de la creación: el hombre con su inteligencia, rey de la creación; el león y el toro con su fuerza, reyes de los animales terrestres; el águila, reina de las aves por su raudo y elevado vuelo. Estos animales, que en el folklore babilónico estaban destinados, como animales más nobles, a representar diversas divinidades, forman un trono al único Dios, al Yahvé de Israel. La concepción teológica es grandiosa en todos sus detalles7. En el número cuatro de los seres (con cuatro aspectos, y cuatro alas, y cuatro ruedas) puede verse la idea de la universalidad del dominio de Yahvé en las cuatro direcciones del universo 8.

Los cuatro vivientes caminaban de frente, sin volverse, movidos por el espíritu o soplo de Dios. En medio de los cuatro vivientes había fuego como de brasas (ν.13), que centelleaban en continuo movimiento. El fuego, como elemento purificador y símbolo de la santidad, aparece constantemente en muchas teofanías del A.T. Yahvé se manifiesta siempre entre rayos y relámpagos y rodeado de nubes de fuego. Los autores semitas no encontraban mejor símbolo para indicar el carácter numénico de Dios que el fuego, a cuyo contacto todo se consume y purifica. A Moisés se apareció Yahvé en una zarza ardiendo 9

 

Descripción de las ruedas (15-21).

15 Y, mirando a los vivientes, descubrí junto a cada uno de ellos una rueda que tocaba la tierra. 16 Las ruedas parecían de turquesa, eran todas iguales, y cada una dispuesta como si hubiese una rueda dentro de otra rueda. 17 Cuando avanzaban marchaban hacia los cuatro lados, y no se volvían al caminar. 18 Mirando, vi que sus llantas estaban todo en derredor llenas de ojos. 19 Al ir los vivientes, giraban junto a ellos las ruedas, y al levantarse los vivientes sobre la tierra, se levantaban las ruedas. 20 Hacia donde los impelía el espíritu a marchar, marchaban, y las ruedas se alzaban a la vez con ellos, porque tenían las ruedas espíritu de vida. 21 Guando iban ellos, iban las ruedas; cuando ellos se paraban, se paraban ellas, y cuando se alzaban de la tierra, se alzaban, porque había en las ruedas espíritu de vida.

 

Los detalles de la visión van complicando la clara comprensión de la misma. El profeta multiplica las imágenes en función de las ideas, pero no siempre es fácil captar bien la imagen, pues resulta a menudo muy compleja. Así, contempla a los cuatro vivientes sobre cuatro ruedas, cada una de las cuales tiene otra en sentido opuesto, formando ángulo, de modo que, según se dice en el ν.17, el carro con las cuatro ruedas y vivientes marchaba en las cuatro direcciones sin volverse. Hemos de pensar que aquí se trata de una visión apocalíptica; por tanto, no debemos preguntarnos si efectivamente el conjunto es técnicamente realizable en la práctica. Los profetas prescinden de muchas cosas, y se levantan sobre la realidad para declarar sus ideas, muchas veces envueltas a propósito en el misterio. Así, no sabemos el significado exacto del detalle de que las llantas estaban llenas de ojos (v.18). Quizá tuvieran un puro valor ornamental, o se quiere indicar que las ruedas fulguraban como chispas luminosas. No faltan quienes ven en esa pluralidad de ojos la omnisciencia divina, múltiple en las manifestaciones de su providencia. El profeta puntualiza después que tanto los vivientes como las ruedas se movían en completa sincronía, empujados por el espíritu o soplo divino.

 

Descripción de la plataforma (22-25).

22 Sobre las cabezas de los vivientes había una semejanza de firmamento, como de portentoso cristal, tendido por encima de sus cabezas, 23 y por debajo del firmamento estaban extendidas sus alas, que se tocaban dos a dos, la una con la del otro, mientras que las otras dos de cada uno cubrían su cuerpo. 24 Oía el ruido de las alas como ruido de río caudaloso, como voz del Omnipotente, cuando marchaban, como estruendo de campamento; cuando se detenían, plegaban las alas. 25 Y una voz hendió el firmamento que estaba sobre sus cabezas. Al pararse ellos plegaron sus alas.

 

Sobre los vivientes que tienen sus alas extendidas en alto, formando como una plataforma, había una placa sólida como firmamento de cristal (v.22); es la base del trono divino que se explicará a continuación. Al agitarse las alas se oía como un ruido ensordecedor semejante a la voz del Omnipotente 10, es decir, del trueno, o como el estruendo de un campamento militar que se pone en movimiento (v.24). El profeta oyó como una voz majestuosa que hizo parar el cortejo (v.25) 11.

 

El Señor, sentado sobre el trono (26-28).

26 Sobre el firmamento que estaba sobre sus cabezas había una piedra de apariencia de zafiro a modo de trono, y sobre la semejanza del trono, en lo alto, una figura semejante a un hombre que se erguía sobre él. 27 Y de lo que de él aparecía, de cintura arriba, era como el fulgor de un metal resplandeciente, y de cintura abajo, como el resplandor del fuego, y todo en derredor suyo resplandecía. 28 El esplendor que le rodeaba todo en torno era como el arco iris que aparece en las nubes en día de lluvia. Esta era la apariencia de la imagen de la gloria de Yahvé. A tal vista caí rostro a tierra, pero oí la voz de uno que hablaba.

 

El profeta distingue sobre la plataforma de cristal, soportada por las alas de los vivientes, una piedra de zafiro, de azul celeste,que hacía de trono. Es de notar en la descripción las frases aproximativas propias de los autores apocalípticos (a semejanza de., como, a modo.), que indican la trascendencia de las mismas cosas que se ven, presentadas de modo descriptivo imaginativo para dar una idea aproximada de ellas. Sobre el trono había una figura semejante a un hombre. (v.27) resplandeciente. Es Yahvé en toda su majestad y gloria, aureolado de un arco iris 12. Ante tal manifestación de la majestad divina, Ezequiel cae de rodillas en un sentimiento de adoración y de reconocimiento de su propia indignidad (v.28) 13.

El simbolismo de esta visión deslumbradora parece girar en torno a la idea de la presencia de Yahvé entre los exilados de Babilonia. Aunque Yahvé habite en Jerusalén, sin embargo, no los ha abandonado, y por eso los visita en toda su majestad, para dar idea de su omnipotencia, muy por encima de los ídolos babilónicos. Es el Señor absoluto de toda la naturaleza, sentado sobre los vivientes más nobles, que le sirven de escabel de sus pies: el toro, símbolo de la fuerza salvaje, dedicado en la mitología babilónica a Hadad, dios de las tormentas; el león, rey de los animales, dedicado a Samas e Istar y Enlil; el águila, reina de las aves, símbolo del sol. Toda la creación en su más noble manifestación está al servicio del Dios de Israel, que invade en su plena majestad el territorio de los dioses paganos. En todas partes se siente su dominio, como Señor de la naturaleza. Los exilados se creían en el destierro alejados de la providencia de su Dios. El castigo del cautiverio era para ellos como un velo que se interponía en las relaciones con el Dios de sus padres, y de ahí el desaliento y hasta la desesperación. Por eso, esta visión del profeta del exilio por excelencia quiere hacer ver que Yahvé está también al lado de los desterrados, que tiene providencia de ellos, y que va a abandonar definitivamente a Jerusalén, entregándola a la destrucción y reservando a los desterrados como núcleo de la futura restauración de Israel14.

 

1 Cf. A. Jeremías, Das A.T. im Lichte des A. Oriente (Leipzig 1916) p.617s. — 2 Cf. Ez 3:14.22; 8:1; 33:22; 37, i; 40,1. — 3 Antes de los hallazgos de los karibu asirios se solía interpretar el texto en el sentido de que cada animal tenía cuatro "rostros," lo que hace ininteligible el texto. — 4 Cf. H. Gressmann, Alt. Orient. Text. und Bild. (Berlín 1926) II ñg. 165:168. — 5 Los Santos Padres tomaron de esta visión los símbolos de los cuatro evangelistas. — 6 Cf. Is 6:1. — 7 Cf. Les Cherubins: DBS i (1928) 74353, y Dhorme-Vincent, Les Cherubins: RB 35 (1926) 328-358. — 8 Cf. Zac 2:1; 2:3; 6:5. — 9 Cf. Ex 3:2.5; 19:18; 24:17; Dt 4:12. — 10 Cf. Ez 10:5; Job 37:48; Sal 29:3-9- — 11 La última parte del v.25 falta en los LXX. — 12.Cf.AP4:3. — 13 Cf. Is 6:5; Jue 13:20; Tob 12:16; Dan 8:17. — 14 Sobre esta visión inaugural de Ezequiel pueden verse, además de los comentarios citados, los artículos siguientes: A. Van Hoonacker, Le títre primitif du livre d'Ez.: "Revue Biblique Int.," 9 (1912) 241-243; J- Goppens, Deux passages obscurs du livre d'Ez. 1:25 et 1:18: "Muséon," 47 (1934) 259-263.

 

 

2. Intimación de Dios al Profeta.

 

Vocación del profeta (1-9).

1 Y me dijo: Hijo de hombre, ponte en pie, que voy a hablarte. 2 Y en habiéndome entró dentro de mí el espíritu, que me puso en pie, y escuché al que me hablaba. 3 Me dijo: Hijo de hombre, yo te mando a los hijos de Israel, al pueblo rebelde, que se ha rebelado contra mí; ellos y sus padres pecaron contra mí hasta el día de hoy. 4 Son gente de cara dura y de corazón empedernido esos a quienes te mando. Diles: Así dice el Señor, Yahvé: 5 Acaso te escuchen. Y si no te escucharen, pues son gente rebelde, al menos conocerán que hay entre ellos profeta. 6 Tú, hijo de hombre, no los temas ni tengas miedo a sus palabras, aunque te sean cardos y zarzas y habites en medio de escorpiones. No temas sus palabras, no tengas miedo de su cara, porque son gente rebelde. 7 Diles lo que yo te diga, óigante o no te oigan, porque son muy rebeldes. 8 Tú, hijo de hombre, escucha lo que yo te digo, no seas tú también rebelde, como la casa rebelde/Abre la boca y come lo que te presento. 9 Miré y vi que se tendía hacia mí una mano que tenía un rollo. Lo desenvolvió ante mí, y vi que estaba escrito por delante y por detrás, y lo que en él estaba escrito eran lamentaciones, elegías y guayes.

 

Ezequiel recibe una misión ingrata de parte de Yahvé. Tiene que predicar a un pueblo rebelde, de corazón empedernido. Dios le ordena levantarse del estado de postración, llamándole con la extraña denominación de hijo de hombre (v.1), que se repetirá constantemente en las visiones de Ezequiel. Parece significar simplemente hombre, o perteneciente a la raza humana, en el sentido de ser frágil e impotente, en contraposición al Dios omnipotente l. Yahvé, pues, con esta denominación reiterada quiere insinuar que, aunque el profeta sea débil, sin embargo, será fortalecido por la asistencia divina. La presencia divina hace que el profeta recobre fuerzas y se ponga en pie (v.2), dispuesto a cumplir el mandato de Dios 2. El profeta es enviado a los hijos de Israel, que aquí son los exilados de Babilonia, llevados en cautividad en 598 a.C., llamados en 3:4 casa de Israel, en cuanto eran objeto de las preferencias de Yahvé, como futuro núcleo de restauración nacional. Pero al mismo tiempo son calificados como pueblo rebelde (ν.3) por sus numerosas transgresiones a travιs de la historia contra Yahvé 3.

La misión de Ezequiel es ingrata, pero al menos no podrán quejarse de no habérseles enviado un profeta (ν.6) ο mensajero de Yahvι. Los exilados creían próximo su retorno a Jerusalén, y no concebían que la Ciudad Santa cayera en manos de sus enemigos. Ezequiel debe anunciarles la catástrofe de la Ciudad Santa, y cuando se cumplan sus predicciones, entonces reconocerán que han tenido entre ellos a un profeta. Mientras tanto, la reacción de sus contemporáneos será hostil como la de escorpiones (v.6), punzándole con calumnias e ironías despectivas.

En todo caso, el profeta debe ser dócil a la inspiración divina (v.8). Yahvé le presenta un rollo escrito por dentro y por fuera, en contra del uso común de estar sólo escrito por la parte interna. Con ello se quiere expresar la abundancia de oráculos que tendrá que comunicar a sus compatriotas; y concreta más el profeta: sus profecías llevarán el sello de la desgracia para sus conciudadanos: lo que en él estaba escrito eran lamentaciones, elegías y guayes (v.10).

 

1 Cf. Is 51:12; Job 25:6; Sal 8,5. En las otras lenguas semíticas encontramos la misma expresión: árabe: 'bn'dm; asiro-babilonio: mar améli; arameo: bar enas (Dan 7:13). — 2 Cf. Ez 3:24; Dan 8:18; 10:15-19; Ap 1:17. — 3 Cf. Núm 14:9; Jos 22:16; Ez 2:3; Jer 52:3; Os 7:13, etc.

 

 

3. El Profeta, enviado de Dios.

 

Obstinación de la casa de Israel.

1 Y me dijo: Hijo de hombre, come eso que tienes delante, come ese rollo, y habla luego a la casa de Israel. 2Yo abrí la boca e hizome él comer el rollo, 3 diciendo: Hijo de hombre, llena tu vientre e hinche tus entrañas de este rollo que te presento. Yo lo comí y me supo a mieles. 4Luego me dijo: Hijo de hombre, ve, llégate a la casa de Israel y habíales mis palabras. 5Mira que no eres enviado a un pueblo de habla abstrusa, sino a la casa de Israel. 6No es a pueblos remotos, cuyas palabras no entiendes. Ah! Si a éstos te enviara, seguramente te escucharían. 7La casa de Israel, por el contrario, no querrá oírte, porque no quieren oírme a mí, porque toda la casa de Israel tiene frente altanera y corazón contumaz. 8Pero yo te doy un rostro tan firme como el de ellos, y una frente dura cuanto las frentes suyas, 9 tan dura como el diamante, más que el pedernal. No los temas ni te atemorices ante ellos, porque son casa rebelde."

 

El profeta recibe la orden de tragar el rollo, escrito con lamentaciones. La primera impresión de su gusto es a mieles, porque era la palabra divina acompañada de un íntimo fortalecimiento interno. Toda misión, por ingrata que sea, si es de parte de Dios, resulta dulce a los encargados de cumplirla, en cuanto que se sienten solidarios de una obra divina. La conciencia de estar asistidos por Dios les hace sentir alegría y dulzura donde hay amargura y tristeza. Ezequiel es enviado a la casa de Israel, semitismo corriente en el estilo del profeta para designar simplemente los israelitas del exilio, a los que era enviado como profeta. De ellos habría de nacer de nuevo la casa de Israel, concebida como unión de todos los descendientes de Jacob-Israel. Para animarle le dice que su misión está facilitada por la lengua de los destinatarios, que es la suya (v.5). Por otra parte, los israelitas no son tan extraños a la nueva misión del profeta, ya que no son un pueblo que no haya oído hablar de enviados de Yahvé, sino que toda su historia está salpicada de intervenciones de los profetas, centinelas y mensajeros de su Dios. Pero tienen frente altanera y corazón contumaz (ν.7). Por eso seguramente, si fuera otro pueblo, le escucharía. En todo caso, la asistencia divina hará que el profeta pueda hacer frente a la obstinación de su pueblo (v.8).

 

Desaparece la visión (10-14).

10 Díjome también: Hijo de hombre, todas las palabras que yo te digo recógelas en tu corazón y dales atento oído, 11 y ve luego y llégate a los deportados, a los hijos de tu pueblo, y habíales diciéndoles: Así dice el Señor, Yahvé, óigante o no te oigan. 12 Entonces me arrebató el espíritu, y oí tras de mí un estruendo de fuerte terremoto al elevarse la gloria de Yahvé en su lugar, 13 y oí el rumor de las alas de los cuatro vivientes, que daban la una contra la otra, y el ruido de las ruedas, ruido de gran terremoto. 14 Entonces me alzó el espíritu y me arrebató. Yo andaba amargado y malhumorado en mi alma, pero fue sobre mí la mano de Yahvé, que me confortó. Llegué así a los deportados de Tel-Abib, que habitaban en la ribera del río Kebar, a la región donde moraban, y estuve entre ellos atónito durante siete días.

 

Ezequiel quedó sobrecogido ante la comunicación divina y sintió que el cortejo majestuoso, en el que estaba Dios, se marchó, oyendo un estruendo de fuerte terremoto al elevarse la gloria de Yahvé. Aquel batir de alas de los vivientes suplía a los truenos del Sinaí. Yahvé siempre se comunica a los hombres en el A.T. rodeado de majestad y de poder. El profeta quedó triste y pensativo ante la misión que se le encomendaba (v.14). Sin duda que pensaba en las rebeldías de aquel pueblo, sobre el que habían de caer tantas calamidades. Por orden de Dios se fue a ver a los exilados que estaban en una colonia junto al "gran canal" llamada Tel-Abib (v.15), que en hebreo significa "colina de la espiga,"1 nombre que para ellos insinuaba fertilidad y resurrección. No conocemos esta localidad, pero debía de ser una de tantas colonias de exilados junto a los canales de" Mesopotamia.

 

Responsabilidad de Ezequiel (16-21).

16 Al cabo de los siete días me fue dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 17 Hijo de hombre, yo te he dado por atalaya a la casa de Israel. Tú oirás las palabras de mi boca y de mi parte los amonestarás. 18 Si yo digo al malvado: "¡Vas a morir!" y tú no le amonestares y no le hablares para retraer al malvado de sus perversos caminos para que viva él, el malvado morirá en su iniquidad, pero te demandaré a ti su sangre. 19 Mas si, habiendo tú amonestado al malvado, no se convierte él de su maldad y de sus perversos caminos, él morirá en su iniquidad, pero tú habrás salvado tu alma. 20 Y si se apartare el justo de su justicia, cometiendo maldad, y pusiere yo una trampa delante de él, él morirá. Por no haberle tú amonestado, morirá en su pecado, y no se recordarán las obras buenas que hubiere hecho, pero yo te demandaré a ti su sangre. 21 Pero, si tú amonestaste al justo para que no pecara y dejare de pecar, vivirá él, porque fue amonestado, y tú habrás salvado tu alma.

 

El profeta estuvo apesadumbrado por su dura misión, que fue confirmada en toda su responsabilidad a los siete días. Ezequiel es constituido en atalaya para la casa de Israel (ν.17). Los profetas anteriores al exilio se presentaban como centinelas de su pueblo, con la misión de anunciar los peligros que se cernían sobre Israel 2. Es el cometido que se encomienda a Ezequiel. Si no cumple su misión, será castigado de muerte: te demandaré a ti su sangre. Será responsable de la pésima conducta del impío si no le ha advertido su mal camino (v.18). Al contrario, salvará su alma, es decir, su vida, si a tiempo le ha amonestado de sus malos caminos (v.21).

 

El profeta, recluido en su casa (22-27).

22 Fue aquí de nuevo sobre mí la mano de Yahvé, que me dijo: Levántate, vete al campo y allí te hablaré. 23 Levánteme y salí al campo, y vi que estaba allí la gloria de Yahvé, como la gloria que había visto en la ribera del Kebar, y caí rostro a tierra, 24 pero entró en mí el espíritu y me puso en pie, y me habló Yahvé, diciéndome: Ve y enciérrate en tu casa. 25 Tú, hijo de hombre, verás que echan cuerdas sobre ti y te atan con ellas, y ya no podrás salir a ellos. 26 Y haré que se te pegue la lengua al paladar, y quedarás mudo, y ya no serás para ellos un censor, porque es casa rebelde; 27 mas, cuando yo te hable, abriré tu boca, y entonces les dirás: Así habla el Señor, Yahvé; el que oiga, que oiga, y el que no quiera oír, no oiga, porque es casa rebelde.

 

Por orden divina, el profeta desciende de la colina al campo 3, y allí vio de nuevo la gloria de Yahvé, o a Yahvé manifestándose en toda su gloria como en la primera visión. Confortado por el espíritu (v.24) después de haber quedado en un estado de postración similar al de la primera visión, recibió la orden de encerrarse en su casa (v.24). En vez de comunicar a los exilados su visión y las comunicaciones divinas, debe callarse por una temporada. El v.25 debe entenderse en un sentido simbólico; no es, pues, necesario suponer que realmente le hubieran atado con cuerdas. Es Yahvé quien liga al profeta, como es Yahvé quien le pega la lengua al paladar (v.26). Quizá le envió una enfermedad, como parálisis, reumatismo, etc., que le inmovilizó4. En todo caso, parece que Yahvé mismo le impuso un período de inmovilidad bastante prolongado.

Muchos autores creen que el fin de esta acción simbólica es anunciar el asedio de Jerusalén por Nabucodonosor 5. Pero en el contexto aparecen juntos la inmovilidad y el mutismo, lo que parece indicar que es una misma la finalidad de ambas cosas, es decir, el mantenerse alejado de toda actividad con los exilados antes de que Yahvé mismo lo ordene: hasta cuando yo te hable. (v.27). Parece que se le ordena callar por un tiempo, porque los exilados aún no estaban suficientemente preparados para oír los mensajes del profeta.

 

 

4. Acciones simbólicas sobre el Asedio de Jerusalén.

Los exilados creían que Jerusalén nunca sería tomada por las tropas de Nabucodonosor, pues Yahvé habría de defenderla necesariamente por ser el lugar de su morada. Por otra parte, el prestigio de Yahvé parece exigirlo. Con estas ilusiones seguían en su perversa conducta, sin reconocer que sus pecados eran la causa de la ruina de la nación. La misión de Ezequiel es convencer a sus compatriotas desterrados que Yahvé entregará Jerusalén a sus enemigos y que no queda sino arrepentirse y volver a Yahvé para tener una esperanza de rehabilitación nacional. El profeta, pues, por orden divina, quiere hacer ver a los exilados con acciones simbólicas la futura destrucción de Jerusalén.

 

El plano de Jerusalén asediada (1-3).

1 Tú, hijo de hombre, toma una tableta de arcilla y póntela delante" Traza en la tableta el plano de una ciudad, Jerusalén. 2 Pon contra ella cerco, alza contra ella torres, haz vallado, asienta campamento delante de ella y pon contra ella arietes en derredor. 3 Toma luego una plancha de hierro y ponía como muro de hierro entre ti y la ciudad, y dirige a ella tus miradas. El cerco será estrecho, y lo estrecharás cada vez más. Es señal para la casa de Israel.

 

La vida de Ezequiel es una continuada parábola en acción. Por orden divina tiene que llamar la atención de sus compatriotas con acciones simbólicas extrañas para traerlos al buen camino. Ya el aire pensativo y taciturno mostrado por el profeta después de su visión inaugural y, sobre todo, la misteriosa reclusión y mutismo en su casa debían dar que pensar a los exilados, que veían en Ezequiel un compatriota extraño con pretensiones de profeta. Su mismo carácter sacerdotal le daba cierto ascendiente sobre ellos. Por otra parte, los exilados vivían obsesionados por la idea de un pronto retorno a la patria, y así nada tiene de particular que espiaran los últimos detalles de un hombre extraño que tenía visos de profeta, esperando oír de sus labios promesas de pronta repatriación. Teniendo en cuenta este ambiente de expectación, el profeta, por orden divina, realiza ciertas acciones simbólicas que debían ser anuncios concretos del futuro. Una de ellas es esta de trazar sobre una tableta de arcilla o ladrillo el plano de la ciudad de Jerusalén. Contra ella debía asentar torres, vallados y cerco (v.2), dando la impresión de que la ciudad iba a ser asediada militarmente. Además se le ordena interponer una plancha de hierro entre la ciudad y el profeta (v.3), para indicar el cerco del ejército de Nabucodonosor, instrumento de la justicia divina. Sobre la ciudad sitiada debe dirigir las miradas amenazadoras como las de un jefe de un ejército que asedia y no tiene otra ilusión que entrar en la ciudad. La acción simbólica de Ezequiel puede concebirse perfectamente suponiéndolo mudo e inmóvil en su casa, desplegando su brazo ante los exilados estupefactos, frente a un ladrillo en el que estaba dibujado el plano de la ciudad de Jerusalén. En su mutismo era el único modo de pronosticar el asedio de la Ciudad Santa por Nabucodonosor.

 

Inmovilidad del profeta (4-8).

4 Échate después sobre tu lado izquierdo y pon sobre él las maldades de la casa de Israel. Tantos días como sobre él yazcas, expiarás en ti la iniquidad suya. 5 Los años de su expiación te los computo a ti por días: ciento noventa días 6 expiarás las iniquidades de la casa de Israel. 6 Acabados éstos, te echarás del lado derecho para expiar a su vez las iniquidades de la casa de Judá por cuarenta días, computándote cada día por un año. 7 Dirigirás tus miradas contra el muro de Jerusalén, tendiendo el brazo y profetizando contra ella. 8 Yo te ataré con cuerdas para que no puedas volverte de un lado al otro mientras no se cumplan los días de tu atadura.

 

Una nueva acción simbólica. La inmovilidad obligada tendrá un sentido nuevo para los exilados. El profeta, por orden divina, debe permanecer ciento noventa días echado sobre su lado izquierdo para expiar otros tantos años por las iniquidades de la casa de Israel, es decir, el reino del norte, con Samaría por capital. El mismo nombre izquierdo, que para los israelitas es el norte 7, parece aludir al reino del norte. Después debe estar echado cuarenta días sobre su lado derecho para expiar las iniquidades de la casa de Judá (v.6). Según lo antes apuntado, el lado derecho debe de aludir al reino del sur, pues para los israelitas el sur era la derecha.

Haciendo el cómputo de días en años, según se indica en el texto, tenemos que la cautividad de la casa de Israel será de ciento noventa años, y la de la casa de Judá de cuarenta años. La cautividad para los judíos terminó en el 538 con el decreto de Ciro. Tomando esta fecha como término "ad quem," podemos llegar a la fecha del 721 (toma de Samaría por Sargón II y fecha de la deportación definitiva de los habitantes del reino del norte) y tenemos "grosso modo" los ciento noventa años del texto para la casa de Israel; y para la casa de Judá, partiendo de la misma fecha 538 y sumándole cuarenta años, llegamos al 578, que se aproxima a la fecha crucial del 586, en que tuvo lugar la definitiva deportación de Judá. Siempre hay un margen de inexactitud en las cifras, que no han de tomarse al pie de la letra, sino como números redondos. No faltan autores que niegan la realidad del hecho, suponiendo que todo ello es una alegoría. Partiendo del supuesto de que Ezequiel estuvo inmóvil por una enfermedad enviada por Dios, no tiene nada de inverosímil la realidad histórica de esta acción simbólica: yo te ataré con cuerdas. (v.8). Aquí las cuerdas parecen designar la voluntad de Yahvé de inmovilizarle hasta que se cumplan los días fijados por el mismo Dios.

 

El pan tasado e inmundo (9-17).

9 Toma también trigo, cebada, habas, lentejas, mijo, avena, y ponió en una misma vasija, y haz de ellos tu alimento durante los días que estés echado de este o del otro lado. 10 Lo que para comer tomes será de veinte siclos de peso por día, que es lo que comerás de un día al otro. H También el agua la beberás medida, un sexto de "hin," que te servirá de bebida de un día a otro. 12 Comerás pan de cebada, que cocerás en rescoldo de excrementos humanos y a la vista de esas gentes. 13 Y me dijo Yahvé: Así comerán los hijos de Israel su pan inmundo en medio de las gentes a las cuales les arrojaré. 14 ¡Ah Señor! exclamé yo: mi alma no se ha contaminado nunca; desde mi adolescencia hasta hoy no comí mortecino ni despedazado, y jamás entró en mi boca carne inmunda. 15 El me respondió: Mira, te concedo que, en vez de estiércol humano, tomes estiércol de bueyes para cocer con él tu pan. 16 Y añadió: Hijo de hombre, yo voy a quebrantar en Jerusalén el sustento del pan; comerán el pan por peso y con angustia y beberán el agua tasada y con turbación, 17 para que, faltándoles el pan y el agua, desfallezcan los unos con los otros y se consuman en su iniquidad.

 

De nuevo una acción simbólica debe completar el significado de la anterior sobre el asedio de Jerusalén. Ahora se van a anunciar las penalidades del asedio, sobre todo el hambre y la sed de los habitantes cercados. El profeta debe mezclar en una vasija diversos cereales y legumbres. La Ley prohibía esta mezcla de trigo, cebada, habas, lentejas, mijo y espelta, como estaba prohibido sembrar dos clases de grano en el mismo campo 8. Sin embargo, las circunstancias del asedio serán tan penosas, que los asediados se verán obligados a contravenir la Ley mosaica. Además, Ezequiel debe comer lo equivalente al peso de veinte siclos al día, es decir, unos 300 gramos, lo que es la mitad de la comida normal de una persona 9.

También tendrá tasada el agua, pues sólo podrá beber un sexto de hin, es decir, un litro cada día 10.

Para encarecer más la escasez y anormalidad de la situación, el profeta debe cocer el pan de cebada en rescoldo de excrementos humanos (v.12). El combustible ordinario aún hoy en las aldeas de Palestina que no tienen carbón ni leña es el excremento de los animales. Los habitantes, pues, de la Jerusalén asediada no tendrán siquiera esto, y se verán obligados a emplear lo más repugnante. Pero esto, aparte de la repugnancia natural, para el profeta resultaba inmundo ritualmente H. El profeta, de la clase sacerdotal, siempre había tenido un cuidado extremo en guardar las leyes de la pureza legal. Estaba prohibido comer carne de animales muertos o descuartizados por otros animales, porque no había sido derramada la sangre suficientemente 12. El profeta declara que nunca ha tomado mortecino o despedazado (v.14) ni carne inmunda, es decir, carne empleada en los sacrificios, pero que se conservaba varios días 13. Todo esto era abominación para su mentalidad ritualista y sacerdotal; por eso, el emplear combustible inmundo, prohibido por la Ley, le resultaba inaceptable. Dios le condona esto y le permite utilizar el combustible normal del excremento de animales (v.15). Todo esto se ordena a anunciar proféticamente las estrecheces que los habitantes de Jerusalén sufrirán en el próximo asedio: yo voy a quebrantar el sustento del pan (v.16), símbolo del alimento humano en general. Consecuencia de ello será que languidecerán de hambre los unos con los otros (ν.17).

 

 

1 Cf. Esd 2:59: "colina de la sal." Algunos autores creen que Tel-Abib es una deformación del babilónico tel-abubi (colina de la inundación). — 2 Cf. Is 52:8; 56:10; Jer 6:17; Ez 33:2.6-7. — 3 Cf. Ez 8:4; 37,is. — 4 Los comentaristas antiguos tomaban al pie de la letra las palabras del Dios, y así suponían que el profeta se hizo atar (Knab.). Muchos autores modernos ven aquí una alusión a la supuesta epilepsia de Ezequiel (Klosterm.). Cf. buzy, Les symboles de VA.T., p.212-218. — 5 Así San Jerónimo, Trochen, Knabenbauer y Fillion. — 6 Así según los LXX. Según el TM, son "trescientos noventa días." — 7 Entre los orientales, el sistema de buscar los puntos cardinales es mirar hacia el oriente, donde nace el sol. De ahí que su izquierda es nuestro norte, y su derecha nuestro sur. — 8 Cf. Lev 19:19; Dt 22:9-11. — 9 El sido pesaba unos 13 gramos más o menos. — 10 El hin era la sexta parte del baíh, que equivalía a unos 39 litros; por tanto, unhin, 6:55 litros. — 11 Cf. Dt 23:135. — 12 Cf. Ex 22:30; Lev 17:15; Dt 14:21. — 13 Cf. Lev7,18; 19,7; Js 65:4.

 

 

5. Dispersión de los Habitantes de Juda.

Continúan las acciones simbólicas para significar la trágica suerte de los moradores de Jerusalén. No sólo serán cercados y padecerán grandes estrecheces en el asedio, sino que al final serán unos asesinados y otros dispersos. El profeta, con todas estas predicciones, salía al paso del infundado optimismo de sus compatriotas, que creían cerca la hora de la liberación total y, sobre todo, no concebían que la Ciudad Santa pudiera caer en manos del enemigo.

 

Depopulación de Judá y de Jerusalén (1-4).

1 Hijo de hombre, toma una espada afilada y empléala como navaja de barbero para raerte cabellos y barba. Toma luego una balanza justa y reparte el pelo. 2 Un tercio lo quemarás al fuego en medio de la ciudad, mientras se cumplen los días del asedio; otro tercio lo herirás con la espada en derredor de ella,y el otro tercio lo esparcirás al viento y yo lo perseguiré con la espada desnuda. 3 Toma también de ellos unos pocos, contados, y átalos a la orla de tu manto. 4 Toma otros pocos y los echas en medio del fuego, que se quemen. De ahí saldrá el fuego para toda la casa de Israel.

 

No se especifica el momento histórico de esta nueva acción simbólica. El profeta debe rasurarse la barba y cabellos. Lo primero resultaba un gran sacrificio para los orientales, que están orgullosos de su barba. En Is 7:20 se habla del ejército asirio como "navaja alquilada" para quitar a Judá toda su virilidad. En Ezequiel, el sentido es algo diverso. Debe dividir sus cabellos y barba rasurada en tres mitades l, que habían de pesarse en una balanza, símbolo de la justicia divina (v.1). Un tercio será entregado al fuego en medio de la ciudad (v.2) sobre el ladrillo o tableta de barro donde había trazado el plano de Jerusalén. Así, dentro del trazado de la ciudad debe quemar parte de su barba para indicar a los habitantes de Jerusalén que morirán durante el asedio por la peste y el hambre. Otro tercio de pelos los herirá con la espada, simbolizando a los que habían de caer por la espada, y un tercio será esparcido al viento, con lo que se indica la suerte de los deportados y dispersos en la huida por los diversos países; su destino será tan trágico, que ni así se verán libres, ya que Yahvé los perseguirá con la espada (ν.3). Pero de ιstos se salvará un resto; por eso se dice que debe ligarlos a la orla de su manto (ν.3), es decir, conservarlos con el mayor cuidado2. El v.4 es comúnmente considerado como glosa para recalcar el castigo, pues el fuego parece simbolizar las diversas calamidades que se cernerán sobre la casa de Israel.

 

Castigo de la rebeldía de Jerusalén (5-17).

5 Así dice el Señor, Yahvé: Esta es Jerusalén. Yo la había puesto en medio de las gentes y de las tierras que están en derredor suyo. 6 Ella se rebeló contra mis mandatos, malvada, más que las gentes, y contra mis leyes, más que las tierras que están en torno suyo, despreciando mis mandamientos y mis leyes y no andando por ellos. 7 Por tanto, así dice Yahvé: Por ser más rebelde que las gentes que os rodean, y no haber seguido mis mandamientos, y no haber obrado según mis leyes, y hasta ni siquiera no haber hecho según las costumbres de las gentes que están en torno vuestro, 8 por eso así dice el Señor, Yahvé: Heme aquí contra ti a mi vez para hacer justicia en ti, a la vista de las gentes, 9 y haré en ti lo que no hice jamás, y como jamás volveré a hacer por todas sus abominaciones. 10 Por eso dentro de ti se comerán los padres a sus hijos, y los hijos se comerán a sus padres; cumpliré en ti mis juicios, y lo que de ti reste, lo esparciré a todos los vientos. 11Por mi vida, dice el Señor, Yahvé, ya que tú has profanado mi santuario con todas tus fornicaciones, yo también te abatiré a ti, sin que perdone mi ojo, sin misericordia. 12 Una tercera parte de ti morirá dentro, de pestilencia y de hambre; otra tercera parte caerá en derredor tuyo a la espada, y la otra tercera parte la esparciré a todos los vientos, e iré tras ella con la espada desenvainada. 13 Cumpliré mi furor y saciaré en ellos mi ira, y tomaré satisfacción, y sabrán que yo, Yahvé, he hablado en mi indignación cuando desfogue en ellos mi furor. 14 Te tornaré en desierto y en oprobio de las gentes que están en derredor tuyo, a los ojos de todos, 15 y serás el oprobio y el escarnio, el espanto y el escarmiento de las gentes que están en derredor de ti, cuando en medio de ti haga justicia con furor o indignación, con terrible ira. Yo, Yahvé, lo he dicho. 16 Cuando dispare yo contra ellos las perniciosas saetas del hambre, que los llevarán a la destrucción, que lanzaré yo para destruirlos, y acreciente vuestra hambre y os quite todo sustento de pan, 17 cuando lance contra vosotros el hambre y las bestias feroces que te dejarán sin hijos, y pasen por tus calles la pestilencia y el estrago, y haga caer sobre ti la espada. Yo, Yahvé, he hablado."

 

Yahvé echa en cara a Jerusalén, la predilecta, el haber sido más culpable que los mismos pueblos paganos que la rodeaban. El profeta declara, en nombre de Dios, la razón teológica de su inminente y definitivo castigo. Toda la historia de Judá ha sido una serie de transgresiones y rebeldías contra su Dios, que con tanto amor los había llamado y protegido contra innumerables peligros. La había puesto en medio de las gentes (ν.6), lo que geográficamente es exacto, ya que Palestina estaba en la encrucijada de los dos grandes imperios, el asirio y el egipcio 3. Israel superó en malicia a las otras naciones, en cuanto que, teniendo una revelación especial, no quiso someterse a los preceptos divinos, y aun se puso por debajo de las costumbres de las gentes (ν.7), ya que no se sabe de ningϊn pueblo que haya renegado de su dios nacional, mientras que Israel reiteradamente ha abandonado a su Dios para seguir a los ídolos de otros pueblos4. Esta abominación merece un castigo desconocido, cual es el terrible asedio de Jerusalén con sus terribles escenas de antropofagia (v.10) 5.

El pecado más grave de Israel fue el de la idolatría. El santuario de Jerusalén había sido profanado con imágenes de ídolos extraños (v.11); tus fornicaciones puede tener el sentido metafórico de idolatrías, como es común en los profetas, y el sentido literal de actos de prostitución sagrada, corrientes en los santuarios cananeos. Como consecuencia de sus abominaciones, unos morirán por el hambre y la peste; otros, por la espada, y otros tendrán que huir perseguidos por el mismo Señor (v.12). Con ello Jerusalén será objeto de oprobio y de escarmiento entre las naciones (v.14) 6. Entonces conocerán todos que Yahvé ha hablado (v.17), manifestándose en su pleno furor por las transgresiones de su pueblo.

 

1 Según los LXX, son cuatro partes, pero el contexto pide tres. — 2 Cf. Ez 11:14-15; Jer 24:5-29; Núm 15:38. — 3 Cf. Ez 38:12. — 4 Jer 2:10. — 5 Cf. 2 Re 15:283; Lev 26:29; Dt 28,53; Lam 2:20; 4:10. — 6 Cf. Jer 7:34; Lev 26:31; Lam 1:1; 2:6; 3:11; Jer 18:16; 19,8.

 

 

6. Profecías contra los centros idolátricos de Israel.

La suerte anunciada a Jerusalén por sus idolatrías y abominaciones alcanzará también a todo el reino de Judá, ya que en todos sus contornos ha habido manifestaciones religiosas idolátricas. El profeta quiere con estos oráculos quitar de la mente de los exilados las desmesuradas ilusiones optimistas de liberación. Todavía no había pasado la ira divina en su plena manifestación; por eso no deben pensar en un pronto retorno a Palestina.

 

Devastación de los altares idolátricos (1-7).

1 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 2 Hijo de hombre, vuelve el rostro a los montes de Israel y profetiza contra ellos. 3 Di: Oíd, montes de Israel, la palabra del Señor, Yahvé. Así dice el Señor, Yahvé, a los montes, a los collados, a los torrentes, a los valles: Voy a traer contra vosotros la espada y destruiré todos vuestros altos. 4 Vuestros altares serán devastados, y destrozados vuestros cipos solares, y haré caer vuestros muertos ante vuestros ídolos. 5 Yo pondré los cadáveres de los hijos de Israel delante de sus ídolos y dispersaré vuestros huesos en derredor de vuestros altares. 6 Dondequiera que habitéis serán arruinadas vuestras ciudades y devastados vuestros altos. Vuestros altares serán arruinados, y abandonados vuestros ídolos, destrozados, desaparecerán. Serán rotos vuestros cipos al sol y aniquiladas vuestras obras. 7 Caerán en medio de vosotros los muertos y sabréis que yo soy Yahvé.

 

Sigue el anuncio de la devastación y de la ruina. Antes era contra los habitantes de Jerusalén por sus idolatrías; ahora es contra los lugares de culto idolátrico, extendidos por todos los montes de Judá (v.1); por eso el profeta debe volver su rostro a los montes de Israel, para lanzar sus oráculos amenazadores. Toda la tierra de Palestina estaba contaminada con prácticas idolátricas; por eso solemnemente dirige sus palabras a los montes, collados, torrentes y valles (v.3). Todo ha sido puesto al servicio de la idolatría, y de ahí que hasta los mismos accidentes geográficos serán víctimas de la ira de Dios, que destruirá sus altos (v.3), es decir, los famosos "lugares altos" o Bamoth, tradicionales lugares de prevaricaciones idolátricas *. También los cipos solares, o estelas dedicadas al sol, serán destruidas. Los santuarios cananeos estaban al aire libre en un pequeño recinto, en cuyo centro se elevaba un monolito o madera en forma de estela dedicada al dios solar 2. La destrucción será general 3.

 

Arrepentimiento de los dispersos de Judá (8-10).

8 Mas dejaré de vosotros entre las gentes unos restos que escaparán a la espada cuando sean dispersados por las tierras. 9 Vuestros dispersos se acordarán de mí en las naciones en que estarán en cautiverio, porque yo quebrantaré su corazón fornicario, que se apartó de mí, y sus ojos, que fornicaron tras los ídolos. Y tendrán horror de sí mismos por las iniquidades que cometieron y por todas sus fornicaciones. l0 Sabrán entonces que yo soy Yahvé. No en vano había dicho que había de escarmentarlos.

 

No pocos autores ven en estos versos una adición posterior por su estilo convencional. El profeta anuncia que, una vez pasado el castigo, cuando los judíos se hallen en la diáspora, sentirán una nostalgia de Dios, y sentirán horror de sí mismos (v.9) al verse culpables de horrendos crímenes. Yahvé los ha castigado por su corazón fornicario, es decir, su propensión a la idolatría. Las relaciones entre Dios e Israel eran concebidas al modo de las relaciones conyugales de dos esposos. Por eso, todo culto a los ídolos era un adulterio, y sus actos de culto, fornicaciones (v.9).

 

Desolación de la tierra de Judá (11-14).

11 Bate las manos y huella con tu pie, diciendo: ¡Ay! Después de tantas horribles abominaciones, caerá la casa de Israel a espada, de hambre y de peste. 12 El que está lejos morirá de peste, el que está cerca caerá a la espada, y el que quedare y esté asediado morirá de hambre. Desfogaré mi ira, 13 y reconoceréis que yo soy Yahvé cuando yazcan sus muertos junto a sus ídolos, en derredor de sus altares, en todo alto collado y en la cima de todos los montes, bajo todo árbol frondoso y bajo toda encina copuda; allí donde ofrecían perfumes de grato aroma a todos los ídolos, 14 yo tenderé contra ellos mi mano y tornaré la tierra desolada y solitaria desde el desierto a Ribla, dondequiera que habiten, y sabrán que yo soy Yahvé.

 

El profeta, por orden divina, debe mostrarse alegre a causa del cumplimiento de la justicia divina sobre su pueblo, aunque esto suponga la catástrofe y la ruina. Los profetas tenían muchas veces que ahogar sus más sagrados sentimientos patrióticos y familiares en función de exigencias divinas. Eran los transmisores de la voluntad de Dios, y ante esto debían declinar toda otra afección particular y personal.

Como Jeremías en Palestina, Ezequiel en Babilonia debe anunciar la tragedia de su pueblo, en contra de sus naturales inclinaciones. Ante todo estaban los derechos de la justicia divina, y por eso debía alegrarse del cumplimiento de la misma a costa de sus compatriotas pecadores. Estos caerán por la peste, el hambre, la espada, los tres flagelos instrumentos de la cólera de Yahvé. Los muertos yacerán por doquier en torno a los altares donde habían ofrecido sacrificios a los ídolos, en los lugares altos y bajo todo árbol frondoso (v.13), es decir, en los santuarios formados en torno a un terebinto sagrado, como aún se ve en los welys de los musulmanes de Oriente 4. La frondosidad de la vegetación era símbolo de la fecundidad y de la vida, y por eso los lugares frondosos eran escogidos para dar culto a divinidades afrodisíacas, como Astarté, la Istar de los babilonios. La consecuencia de la manifestación de la cólera divina será la desolación total desde el desierto hasta Ribla 5, es decir, toda la costa siro-fenicia-palestina, desde el desierto del Negueb, al sur de Bersabé, hasta Ribla, sobre el Orontes, en Siria, que fue cuartel general de Nabucodonosor en 587.

 

1 Cf. 1 Re 12:20-35; 2 Re 17:29-32; Os 3:2; Jer 7:31; Is 15:2. Véase H. Vincent, Ca-naan d'aprés l'exploration recente (París 1907) 90-151. — 2 Véase J. M. Lagrange, Études sur les religions sémiíiques (París 1905) 2143. — 3 Cf. Am 7:9; Jer 26:9; Is 44:10-20. — 4 Cf. Jer 2:20. — 5 El TM dice "más que e! desierto hacia Dibla," localidad desconocida. Por otra parte, encontramos este nombre Dib, en vez de Ríb/α, en Jer 52:9-10; 26-27. La mayorνa de los críticos leen "desde el desierto hasta Ribla," frase paralela a la otra bíblica: "'Desde la entrada de J'amat hasta el torrente de Egipto" (Núm 13:21).

 

 

7. Castjgo de las Idolatrías.

 

Inminencia de la catástrofe (1-13).

1 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 2 Mira, hijo de hombre, así habla Yahvé: Es el fin para la tierra de Israel, viene el fin sobre los cuatro confines de la tierra. 3 Llega para ti el fin, y desencadenaré mi ira contra ti y te pagaré según tus obras; echaré sobre ti todas tus abominaciones. 4 No se apiadará de ti mi ojo, no tendré compasión, echaré tus obras sobre ti, y en tu seno tus abominaciones, y sabréis que yo soy Yahvé. 5 Porque así dice el Señor, Yahvé: Desdicha tras desdicha viene, 6 llega el fin, está amenazándote el fin, ya está ahí. 7 Ya te llega el fin, habitante de la tierra; ya viene el tiempo, ya llega el día del alboroto, pero no de alegría, en los montes. 8 Ahora en seguida voy a derramar sobre ti mi ira y satisfaré en ti mi furor, juzgándote según tus obras y echando sobre ti todas tus fornicaciones. 9 No se apiadará mi ojo, no tendré compasión, sino que echaré sobre ti tus obras, y pondré en tu seno tus abominaciones, y sabrás que yo, Yahvé, os hiero. 10 He ahí el día, ya viene, ya llega tu suerte, ya ha brotado la opresión, ha florecido la injusticia *. n La violencia se ha levantado como cetro de impiedad; nada quedará de ellos ni de su orgullo, nada de su estrépito, nada de su esplendor. 12 Llega el tiempo, viene el día en que no se alegre el que compra ni se entristezca el que vende, que sobre todos vendrá la ira. 13 Quien venda no recobrará lo vendido por más que viva, porque la visión sobre todos ellos no se revocará, y por las impiedades ninguno vivirá.

 

La manifestación de la ira vengadora de Yahvé no se hace esperar, pues sus abominaciones han sobrepasado toda medida y han de pesar sobre sus autores. La justicia de Dios será inexorable (v.4).

Es el día de Yahvé anunciado por los profetas, que, lejos de ser día de exultación y gozo 2, será día de alboroto, pero no de alegría, en los montes (ν.7), lugares de tradicional alegrνa por estar en ellos los santuarios dedicados a los ídolos 3. Ha llegado la hora de pedir cuenta de las fornicaciones o idolatrías de Judá (v.8). Israel debe recibir en su seno el pago de sus abominaciones (v.8), pues la opresión y la injusticia (v.10) han florecido exuberantes en la sociedad, de tal forma que la violencia se ha levantado como cetro de impiedad, dominando como reina todas las manifestaciones de la vida cívica y social. Pero la ira divina barrerá toda manifestación aparatosa: no quedara nada de su estrépito y esplendor. Las transacciones serán acompañadas de alegría de parte del que las compra, que se aprovecha de la miseria del prójimo. Según la Ley, debían darse facilidades de rescate a los que vendían obligados por la necesidad y la miseria. Los acaparadores se aprovechaban de esta situación. Pero ahora no deben alegrarse de sus compras ni entristecerse los vendedores con sus ventas, porque llega la hora de la destrucción (v.12). La ruina alcanzará a todos. No volverán a rescatarse los bienes vendidos después de cincuenta años, como estaba prescrito 4. La ira divina sembrará la destrucción, y otros colonos vendrán al país de Israel a establecerse, siendo los moradores de Palestina llevados en cautividad (v.15). El castigo de Yahvé es irrevocable.

 

Desolación general (14-27).

14 Tocan las trompetas, todo está presto, pero nadie va al combate, porque se desencadena mi ira sobre su muchedumbre. 15 Fuera, la espada; dentro, la peste y el hambre; quien está en el campo morirá a la espada; quien esté dentro de la ciudad será devorado por el hambre y por la peste. 16 Quien de ellos escape huirá a los montes, y gemirán todos como gime la paloma, cada uno por su propia iniquidad. 17 Todas las manos están debilitadas, y todas las rodillas flaquean. 18 Cíñense de saco y cúbrense de terror; en todos los rostros se ve la confusión, y todas las cabezas están rapadas. 19 Tiran en las calles su plata, y su oro se les torna en estiércol; no los salvará su plata ni su oro el día de la ira de Yahvé. No saciarán su hambre y no llenarán su vientre con ellos, pues les fueron incentivo para el pecado. 20 Estaban muy orgullosos de sus brillantes joyas, y con ellas fabricaron sus abominables simulacros, sus ídolos. Por eso se los convertirá en estiércol, 21 y los daré al saqueo de manos extranjeras y en botín a los impíos de la tierra, para que lo contaminen. 22 Apartaré de ellos mi rostro, y será profanado mi tesoro; entrarán en él los invasores y lo profanarán. 23 Fabrícate cadenas, porque está la tierra Üena de sangre, y la ciudad llena de violencias. 24 Traeré gentes perversas para que se apoderen de sus casas, y pondré fin al orgullo de los poderosos, y serán profanados sus santuarios. 25 Viene el terror, pedirán paz, y no habrá paz. 26 Vendrá angustia sobre angustia, y el anuncio de una seguirá al de otra. Faltará la visión a sus profetas; los sacerdotes desconocerán la Ley, y los ancianos el consejo. 27 El rey se enlutará, y los príncipes estarán desolados, y temblarán las manos de toda la tierra. Yo los trataré según sus caminos y los juzgaré según su merecido, y sabrán que yo soy Yahvé.

 

El profeta refleja el momento del asedio de Jerusalén. Todo está presto para la defensa, tocan las trompetas (v.14), pero de nada sirve, pues un temblor se apodera de los combatientes, de tal forma que nadie va al combate. Es Yahvé el que ha enviado este retraimiento de las armas para cumplir los designios de su ira. La desolación y la muerte reinan por doquier (v.15), y nadie se atreve a salir al frente, pues todas las rodillas flaquean (ν.17). El abatimiento general se muestra en manifestaciones generales de duelo: y cíñense de saco. todas las cabezas rapadas (v.18) 5. Los asediados, al ver que su plata y oro no sirven para conseguir los víveres necesarios, lo arrojan por las calles (v.19). Sus riquezas han sido un incentivo para el pecado i sobre todo para entregarse a la idolatría, dando sus metales preciosos para la construcción de simulacros, en lo que utilizaron sus brillantes joyas (v.20). Pero todo será botín de guerra para los invasores (v.21), para que lo contaminen, utilizando el oro y plata de los ídolos para fines triviales y profanos. Pero, sobre todo, la mayor calamidad es la profanación del tesoro de Yahvé, o templo de Jerusalén (v.22). Todos deben prepararse para la cautividad (fabrícate cadenas), pues el castigo es inminente, porque esta la tierra llena de sangre. (v.23); alusión a los homicidios y atropellos contra los que predicaban la sumisión a Babilonia, siguiendo las indicaciones de los profetas.

En la catástrofe que se avecina no habrá ninguno a quien acudir en petición de ayuda, ya que faltarán el sacerdote, el profeta y el sabio (v.25). Es interesante la claridad con que en este texto se especifica la misión de los distintos directores espirituales de la sociedad: la característica del profeta es la fisión, o revelación recibida directamente de Dios para transmitir un mensaje a la comunidad; la del sacerdote es la Ley, cuya enseñanza estaba obligado a compartir al pueblo; y la del sabio es el consejo, o deducción doctrinal por reflexión de las revelaciones anteriores. El sabio sustituyó al profeta cuando éste faltó, y sus enseñanzas no tenían la autoridad de los profetas, precisamente porque no tenían comunicación directa con Dios, sino que, por reflexión teológica, deducían conclusiones en orden al gobierno de la vida. Son los autores de los libros que llamamos sapienciales, que vienen a llenar el vacío de los oráculos proféticos.

Israel siempre ha vivido bajo una protección especial divina; así, primero suscitó Yahvé profetas para suplir la acción de los sacerdotes, que se limitaban a lo cultual, y después a los sabios para que dieran consejo y dirección a las nuevas generaciones. Ezequiel en este pasaje anuncia que, para colmo de males, Jerusalén se verá privada no sólo de los bienes elementales materiales, sino aun de los espirituales, ya que los que representaban los valores del espíritu, corno los sacerdotes, los profetas y los sabios, no estarán al alcance de los moradores de la Ciudad Santa. Y en la catástrofe, los primeros en sentir una profunda amargura serán las clases dirigentes: el rey se enlutara, y los príncipes estarán desolados. (v.27). Yahvé los castigará por su mala conducta, para que reconozcan de una vez su poder: ν sabrán que yo soy Yahvé.

 

1 El TM lee lit. "ha salido la corona, ha florecido el cetro." Nuestra versión se basa en una ligera reconstrucción del texto. La Biblc de Jérus. traduce.: "el castigo está presto, se ha desarrollado el orgullo." — 2 Cf. Am 5,18s; Ez 30:3. — 3 Cf. Ez 6:2s; Jer 3:22-23. — 4 Cf. Lev 25:10.13. — 5 Cf. Jer 4:8; 6:26; Lam 2:1; Ez 27:31; Am 8:10; Is 15:2; Jer 47:5; Ez 27:31.

 

 

8. Los cultos idolátricos, practicados en el templo de Jerusalén.

Los exilados, a la vista de las extrañas acciones simbólicas de Ezequiel, llegaron a barruntar que un profeta había surgido ante ellos. Su misión era anunciar la triste suerte reservada a los judíos que aún permanecían en Palestina y la rehabilitación de los exilados. La suerte de la Ciudad Santa estaba echada, y Judá sólo volvería a recuperarse después de largos años de cautividad. Ante una concurrencia de exilados, encabezados por los ancianos de Judá, el profeta cayó en éxtasis, asistiendo mentalmente a unas escenas que se desarrollaban en el templo de Jerusalén. Esto tuvo lugar un año después de su visión inaugural junto al gran canal.

Los exilados creían que Yahvé debía necesariamente velar por Jerusalén y que no podía permitir que los caldeos entrasen en la Ciudad Santa, pues Yahvé habitaba allí, en su templo. Pero el profeta va a mostrar con una visión que precisamente el castigo destructor empezará por el santuario de Yahvé, porque en él se están cumpliendo actos de abominación idolátrica, y, en consecuencia, la justicia divina debe manifestarse dentro del recinto sagrado.

 

Nueva teofanía (1-4).

1 El año sexto, el día cinco del sexto mes, me hallaba yo en mi casa, y estaban delante de mí los ancianos de Judá, y allí se posó sobre mí la mano del Señor, Yahvé. 2 Miré y vi una figura con la apariencia de hombre1. De lo que aparecía, de cintura arriba era fuego, y de cintura abajo era como un esplendor luminoso, como bronce brillante. 3Tendió una a modo de mano y me tomó por los pelos de la cabeza. El espíritu me levantó entre la tierra y el cielo, y en visión divina me llevó a Jerusalén, a la entrada de la puerta del atrio interior, del lado del septentrión, donde estaba puesto el ídolo que provoca el celo. 4 Y allí estaba la gloria del Dios de Israel, semejante a la de la visión que tuve en el campo.

 

El año sexto de la deportación del rey Joaquín, de donde parece partir el profeta en sus cómputos, es el 592 2. El sexto mes es el de Ebul, correspondiente a agosto-septiembre. Esta visión, pues, tuvo lugar poco más de un año después de la primera inaugural 3. En su casa recibió a un grupo de exilados presididos por los ancianos de Judá. Sus acciones simbólicas desacostumbradas habían logrado despertar la atención de aquellas gentes. Unos iban a verle con espíritu de fe, considerándole como heredero del espíritu de los profetas, y otros por pura curiosidad. Estando, pues, Ezequiel en medio de ellos, se sintió poseído de una gracia carismática especial del Señor: se posó sobre mí la mano de Yahvé (v.1). La expresión indica la manifestación sensible o imaginaria de Dios al profeta4. La aparición (sensible o imaginaria) del Señor reviste las mismas características que la narrada en el capítulo 1. Yahvé se manifiesta en toda su majestad fulgurante y esplendente como el fuego o el bronce brillante (v.2). Ninguna otra descripción más expresiva para indicar el carácter santo y puro de Dios.

El profeta se siente transportado imaginariamente por el espíritu del Señor a Jerusalén. El "espíritu" de Dios en el A.T., actuando carismáticamente sobre los profetas, es la energía divina manifestándose de un modo especial como principio dinámico preternatural. Fuera del curso natural, Dios tiene intervenciones directas sobre sus siervos en orden a las manifestaciones especiales de su providencia. Todo esto que narra Ezequiel hay que entenderlo como ocurrido en visión imaginaria; como la tercera tentación de Jesús en el desierto, según la cual Jesucristo fue transportado por el diablo sobre el pináculo del templo de Jerusalén 5. Así Ezequiel es transportado a la puerta del atrio interior del templo (ν.3), que estaba en el lado del septentrión, es decir, a la izquierda del altar de los holocaustos, que estaba en el centro del atrio interior. El templo de Jerusalén tenía un atrio exterior, o explanada amplísima, que rodeaba lo que propiamente era santuario, al que tenían acceso las mujeres. Después, franqueando una puerta, se entraba en el atrio interior, en el que estaba el altar de los holocaustos y al que tenían acceso sólo los varones.

Es allí donde el profeta asiste en visión a ciertas escenas idolátricas que va a describir minuciosamente. Allí está el ídolo que provoca el celo, probable alusión a la estatua de Astarté, la Istar asiría o Venus o la estela de Ashera que había erigido allí el impío rey Manases un siglo antes 6, y que, quitada en la reforma de Josías 7, debió de volver a ocupar su antiguo lugar bajo el ecléctico rey Sedecías, El ídolo es llamado provocador del celo, quizá aludiendo al celo que tiene Yahvé de su culto en el templo de Jerusalén, ya que Israel era considerada como esposa de Yahvé. Se dan otras explicaciones, pero parece que en la frase hay manipulaciones de un redactor posterior8. El profeta se siente escandalizado por la presencia de estos ídolos en el santuario, donde estaba la gloria del Dios de Israel (v.4), es decir, Yahvé, como protector de su pueblo, manifestándose en toda su gloria y esplendor.

 

Escenas idolátricas en el templo de Jerusalén (5-13).

5 Y me dijo: Hijo de hombre, alza tus ojos hacia el lado del septentrión. Y alzando mis ojos al lado del septentrión, vi al norte de la puerta el altar del ídolo del celo, a la entrada misma. 6 Y me dijo: Hijo de hombre, ¿ves lo que hacen éstos? ¿Ves las grandes abominaciones que la casa de Israel hace aquí mismo para alejarme de mi santuario? Pero date la vuelta, y verás abominaciones todavía más grandes. 7 Y me llevó a la entrada del atrio, y, mirando, vi un agujero en la pared. 8 Y me dijo: Hijo de hombre, horada la pared. Horadé la pared, y apareció una puerta. 9 Entra, me dijo, y mira las pésimas abominaciones que éstos hacen. 10 Entré, miré y vi toda suerte de imágenes de reptiles y bestias abominables y todos los ídolos de la casa de Israel pintados en la pared en derredor. 11 Y setenta hombres de los ancianos de la casa de Israel, entre ellos Jezonías, hijo de Safan, estaban en pie ante ellos, cada uno con su incensario en la mano, de los que subía una nube de incienso. 12 Y me dijo: Hijo de hombre, ¿has visto lo que hacen los ancianos de Israel en secreto, cada uno en su cámara, llena de imágenes? Pues se dicen: Yahvé no nos ve, se ha alejado de la tierra. 13 Y me dijo: Pues verás abominaciones todavía mayores que éstos hacen.

 

El profeta ve en la parte norte el ídolo del celo, probablemente, como decíamos antes, la estatua o estela de Astarté, diosa fenicia, esposa de Baal, que era el trasunto de la Istar asiro-babilónica, diosa de la fecundidad y del amor, como la Venus de los griegos. Su culto iba normalmente acompañado de excesos sexuales en sus santuarios. Estas abominaciones debían de existir en el templo de Jerusalén, al que se había dado acceso el culto de Istar desde los tiempos de Manases, con el pequeño intervalo de la reforma de Josías. Todo ello era una invitación a Yahvé para que se alejase de su morada de Jerusalén (v.6). Yahvé no puede compartir el culto con dioses paganos.

Pero Yahvé mismo invita al profeta a que penetre en el santuario para ser testigo de mayores abominaciones; así, después de recorrer los corredores del atrio, el profeta, forzando una pequeña abertura, se encuentra con cámaras secretas, en las que hay imágenes de reptiles y bestias abominables (v.10). Las cámaras deben de ser las celdas de los sacerdotes, que estaban construidas a lo largo del muro que separaba el atrio interior del exterior. En ellas hay imágenes de reptiles. Probablemente son dioses egipcios: el cocodrilo, el buey Apis, etc. La influencia egipcia en la corte de Jerusalén era muy profunda a causa de las alianzas políticas, ya que Egipto era considerado como la nación protectora contra Babilonia bajo el rey Sedecías (598-586). Precisamente los que hacen actos de adoración a estas abominaciones de animales son los ancianos de la casa de Israel, la aristocracia judía. Uno de ellos es llamado Jezonías, que debía de ser conocido de los exilados, pero desconocido para nosotros 9. El profeta quiere hacer ver a sus compañeros de destierro que los judíos que han quedado en Jerusalén siguen ofendiendo a Dios con sus cultos idolátricos, y, por tanto, el castigo definitivo no se puede dejar esperar. Los ancianos de Israel se creían desamparados de Yahvé: Yahvé no nos ve, se ha alejado de la tierra (v.11). La deportación del 598 y las constantes incursiones de los babilonios, amenazando con entrar en la Ciudad Santa, les ha hecho pensar que habían perdido la gracia de su Dios, y por eso se volvían hacia las divinidades de otros pueblos, como las de Egipto. En su mentalidad sincretista creían poder conjurar los males que amenazaban con actos de acatamiento a los dioses de los otros pueblos; por eso, con incensarios en las manos, les ofrecían incienso según la costumbre del templo de Jerusalén.

 

Otras prácticas idolátricas (14-18).

14 Me condujo a la entrada de la puerta de la casa de Yahvé, del lado norte, y estaban allí dos mujeres sentadas, llorando a Tammuz, 15 y me dijo: ¿Has visto, hijo de hombre? Pues todavía verás abominaciones mucho más grandes que ésta. 16 Y me llevó al atrio interior de la casa de Yahvé, y allí, a la misma entrada del santuario de Yahvé, entre el vestíbulo y el altar, había unos veinticinco hombres de espaldas al santuario de Yahvé y cara al oriente, que hacia el oriente se postraban. 17Y me dijo: Hijo de hombre, ¿has visto? ¿Será cosa ligera para la casa de Judá hacer las abominaciones que en este lugar se hacen, que han llenado la tierra de violencias para irritarme? ¡Hasta se llevan el ramo a las narices!18 Pues también yo obraré con furor, no se apiadará mi ojo y no tendré compasión, y cuando griten a mis oídos en voz alta, los escucharé.

 

Conducido el profeta hacia la salida del atrio exterior en la parte norte, encontró a dos mujeres sentadas llorando a Tammuz (v.14). Es el clásico duelo de las mujeres a la divinidad asiro-babilónica Tammuz (as. tamuzu: derivado del sumerio Du-muz1), dios de la vegetación. En el solsticio de verano, al empezar a agostarse la vegetación y cuando las hoces empezaban a cortar las espigas (junio-julio), se celebraba en Babilonia un día de duelo en honor del dios de la vegetación, como pidiéndole perdón por la desaparición de la misma. En Fenicia había un rito similar dedicado a Adonis, que es la versión fenicia del Tammuz mesopotámico 10. También, pues, el culto sincretista de Tammuz había entrado en el templo de Jerusalén. Es una nueva abominación. A ésta se une la del culto solar precisamente en el atrio interior, frente al santuario (el Santo), por parte de 25 sujetos que de espaldas a la morada santa de Yahvé miran hacia el oriente postrados en adoración al sol. Es el culto al dios solar asirio Samash, introducido también por el impío rey Manases 11. Quizá estos adoradores pertenecieran a la clase sacerdotal, pues estaban entre el vestíbulo (entrada al Santo) y el altar (v.16) de los holocaustos.

El Señor añade a estas abominaciones el pecado de violencias contra los fieles yahvistas, que predicaban un retorno al culto puro y único de Yahvé (ν.17). La última frase es enigmática: Hasta se llevan el ramo a las narices (v.17). Generalmente se suele explicar como alusión a una conocida costumbre de los persas, los cuales llevaban a las narices un ramo de dátiles para purificar el aliento y no contaminar la atmósfera y los rayos solares con él 12. Sin embargo, las versiones dan diversos sentidos, lo que prueba que la frase hebrea era oscura y enigmática, quizá por estar el texto corrompido. En todo caso se alude a ritos idolátricos que provocan la ira divina

 

1 Así según los LXX. El TM dice apariencia de fuego. El contexto pide la primera lectura. Por otra parte, la palabra hebrea que designa fuego C~esh) es muy semejante a la que iignifica hombre ('enosh).sig — 2 Los LXX leen el quinto mes. — 3 Cf. Ez i.is. — 4 Cf. Ez 1:3; 3:22. — 5 Cf. Mt 4:5- — 6 Cf. 2 Re 21:7. — 7 Cf. 2 Re 23:6. — 8 En los LXX falta "que provoca el celo," que tiene visos de ser una glosa. — 9 Aparece como hijo de Safan. En tiempos anteriores aparece un secretario del rey Josías con este nombre.,Cf. 2 Re 22:3"; Jer 29:3; 36,ios. — 10 Cf. Lagrange, Études sur les religions sémiliques (1905) 3065; A. Lemonyer, Le cuite des dieux étrangers en Israel. Tammouz-Adonis: RsPhT 4 (1910), 271-282. — 11 Cf. 2 Re 23:11. — 12 A. Jeremías, Das A, T. im Lichte des Altens Orients (1930) 75o.

 

 

9. Los Mensajeros de la Destrucción.

En el capítulo anterior se concretaban las grandes abominaciones de los habitantes de Jerusalén, que llegaron hasta contaminar el recinto sagrado del templo con infiltraciones idolátricas de todo género. El castigo de Dios no podía dejarse esperar. En este capítulo, dramáticamente se describe la ejecución del terrible castigo. Las expresiones son radicales e hiperbólicas.

 

Orden de exterminio de los malvados de Jerusalén (1-7).

1 Y clamó en mis oídos con fuerte voz: ¡Acercaos los que habéis de castigar la ciudad! 2 Y llegaron seis hombres por el camino de la puerta superior del lado del septentrión, cada uno con su instrumento destructor en la mano. Había en medio de ellos un hombre vestido de lino, que traía a la cintura un tintero de escriba, y, entrados, fueron a ponerse junto al altar de bronce. 3 La gloria del Dios de Israel se alzó de sobre el querubín sobre el que estaba, hacia el umbral de la casa, y, llamando al hombre vestido de lino que llevaba el tintero de escriba, 4 le dijo: Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén, y pon por señal una "tau" en la frente de los que se duelen de todas las abominaciones que en. medio de ella se cometen. 5 Y a los otros les dijo: Pasad en pos de él por la ciudad y herid. No perdone vuestro ojo ni tengáis compasión: 6 viejos, mancebos y doncellas, niños y mujeres, matad hasta exterminarlos, pero no os lleguéis a ninguno de los que llevan la "tau." Comenzad por el santuario. Comenzaron, pues, por los ancianos que estaban delante del templo. 7 Y les dijo: Profanad también el santuario, henchid de muertos los atrios. Salid, pues. Salieron, y se pusieron a matar por la ciudad.

 

La visión se continúa. El profeta ve a cuatro instrumentos de la justicia divina, a los que llama los que habéis de castigar (v.1). Son seis hombres (ángeles en forma humana), cada uno con un instrumento mortífero en su mano (v.2). En medio de ellos había uno vestido de lino como los sacerdotes1, con los enseres de escriba: un recipiente de bronce con departamentos para la pluma, la tinta y el raspador. Todo colgando de la cintura (v.2). Los mensajeros de la justicia vienen del lado del septentrión (v.2), porque del norte vendría el invasor caldeo, instrumento de la ira divina. Dios, que estaba asentado en su gloria en el atrio interno, sale al umbral del santuario. La expresión gloria de Dios equivale a Dios en su majestad, tal como era presentado en 8:35 sobre los querubines refulgentes y radiantes como bronce.

Dios ordena al que lleva los instrumentos de escriba que haga una señal en forma de tau sobre la población fiel, que no se ha contaminado en las abominaciones (v.4). En cambio, a los otros, culpables, deben exterminarlos sin distinción de edades ni sexo. La tau que se ordena poner sobre los buenos puede ser una pequeña cruz o equis de la antigua escritura fenicio-samaritana2. También con ocasión del éxodo un signo especial sirvió para proteger a los israelitas contra el ángel exterminador 3. Los Padres han visto en esta señal un tipo del carácter bautismal del cristiano, destinado por vocación a la vida eterna. La orden de exterminio es total, y no deben sus ministros pararse ante la profanación del santuario con los cadáveres: profanad el santuario, henchid de muertos los atrios (v.7). Los cadáveres contaminaban legalmente todo lo que tocaban, y por eso su presencia en el santuario suscitaba particular aversión en los israelitas. Pero ahora ha llegado la hora del castigo y nada debe ser preservado, aunque se comprometa su santidad local. Las frases no han de entenderse necesariamente al pie de la letra, pues se trata de una dramatización literaria de la invasión caldea. Los soldados de Nabucodonosor no perdonarán realmente nada, y hasta en el santuario derramarán sangre humana. Son los instrumentos de la justicia divina, representados en estos destructores de que habla el profeta.

 

Vana intercesión del profeta (8-11).

8 Mientras ellos herían, quédeme solo, y, postrándome rostro a tierra, grité: ¡Oh Señor, Yahvé! ¿vas a exterminar cuanto queda de la casa de Israel, arrojando tu furor sobre Jerusalén? 9 Y me dijo: La iniquidad de la casa de Israel y de Judá es muy grande. La tierra está llena de sangre; la ciudad, llena de injusticia, pues se han dicho: Yahvé se ha alejado de la tierra y no ve nada. 10 Así, pues, haré yo: no perdonará mi ojo, no tendré compasión, haré recaer sus obras sobre sus cabezas. 11 Y el hombre vestido de lino, con tintero de escriba a la cintura, vino a hacer relación: He hecho lo que mandaste.

 

El profeta queda horrorizado al ver cumplirse la orden de Dios. Son tan pocos los justos, que Israel va a quedar despoblada, y por eso intercede ante El (v.8). La respuesta es tajante: la violencia y la injusticia han llenado la ciudad, y ha llegado al límite, pues, además, han sido presuntuosos, creyendo que Yahvé ya no vigilaba sus acciones: Yahvé se ha alejado de la tierra y no ve nada (v.8). Esto es un insulto a su omnipotencia, y por eso no puede reprimir su ira (v.10). El jefe de los ministros de la justicia divina, el hombre vestido de lino, viene a decir que su orden ha sido ya puntualmente cumplimentada. Con esto quiere recalcar Ezequiel que su visión se cumplirá sin falta. Los exilados debían, pues, dejar la ilusión de que Jerusalén no caería en manos de los babilonios. Por otra parte, deben considerarse agraciados, ya que su suerte es menos penosa que la de los que quedaron en Judá.

 

 

10. Nueva descripción de la Gloria de Dios.

Este capítulo resulta algo embarazoso y parece que ha sufrido muchos retoques redacciolíales. Por un lado se continúa la escena del capítulo anterior, y por otro se describe una nueva visión de la gloria de Dios, calcada sobre la del capítulo primero, con nuevos detalles.

 

Destrucción de la ciudad por el fuego (1-7).

1 Y miré, y vi encima del firmamento que estaba sobre las cabezas de los querubines una como piedra de zafiro que aparecía sobre ellos como una semejanza de trono, 2 y habló Yahvé al hombre vestido de lino y le dijo: Ve por entre las ruedas de debajo de los querubines, y llena tus manos de las brasas encendidas que hay entre los querubines y échalas sobre la ciudad, y él fue a vista mía. 3 Los querubines se habían parado al lado derecho de la casa cuando el hombre fue, y una nube había llenado el atrio interior. 4 La gloria de Yahvé se alzó sobre el querubín al umbral de la casa, y ésta se llenó de la nube, y el atrio se llenó del esplendor de la gloria de Yahvé, 5 y el rumor de las alas de los querubines se oía hasta el atrio exterior, semejante a la voz de Dios omnipotente cuando habla. 6 Y como dio la orden al hombre vestido de lino, "toma del fuego de entre las ruedas de en medio de los querubines," entró él y paróse entre las ruedas, 7 y uno de los querubines tendió la mano al fuego que entre ellos había, y tomó de él y lo puso en las palmas del que estaba vestido de lino, que lo tomó y salió.

 

Después de haber cumplido la orden de señalar con una tau a los que habían de ser preservados de la catástrofe, Yahvé, que estaba en un trono sobre los querubines, como en la visión del c.1, dio orden al hombre vestido de lino, o ángel director de los destructores, de tomar en sus manos brasas encendidas del fuego que había entre los querubines4 y después lanzarlas sobre la ciudad, sin duda con designios de exterminio. En el v.7 es un querubín el que pone en manos del hombre vestido de lino las brasas destructoras. El texto parece retocado, y de ahí que esté algo confuso. La idea general es clara: Yahvé quiere abandonar su morada y castigar a la Ciudad Santa con el incendio de la guerra. El ejército babilonio invasor será el instrumento de su justicia.

 

Nueva descripción de los querubines (8-17).

8 Mostróse entonces en los querubines una forma de mano de hombre bajo sus alas. 9 Miré y vi cuatro ruedas junto a los querubines, una rueda al lado de uno y otra al lado de otro querubín. A la vista parecían las ruedas como de turquesa, 10 y en cuanto a su forma, las cuatro eran iguales, como rueda dentro de rueda. 11 Cuando se movían, iban a sus cuatro lados, y no se volvían atrás al marchar. 12 Todo el cuerpo de los querubines, dorso, manos y alas, y las ruedas, estaban todo en derredor llenos de ojos, y todos cuatro tenían cada uno su rueda. 13 A las ruedas, como yo lo oí, las llamaban torbellino. 14 Cada uno tenía cuatro aspectos: el primero, de toro; el segundo, de hombre; el tercero, de león, y el cuarto, de águila. 15 Levantáronse los querubines. Eran los mismos seres vivientes que había visto junto al río Kebar. 16 Al moverse los querubines, se movían las ruedas a su lado, y cuando los querubines alzaban las alas para levantarse de tierra, las ruedas a su vez no se apartaban de su lado; 17 cuando aquéllos se paraban, se paraban éstas, y cuando se alzaban aquéllos, se alzaban éstas con ellos, pues había en ellas espíritu de vida.

 

De nuevo el profeta detalla las figuras de la visión inaugural5. Se dice que los querubines estaban llenos de ojos, lo que en 1:18 se decía sólo de las ruedas. Parece aludir a las chispas fulgurantes que brillaban sobre el conjunto. Todo parece ser como un continuo despliegue de vislumbres flameantes para encarecer más el carácter majestuoso y trascendente de la gloria de Yahvé. Los relámpagos y el fuego son típicos en la tradición literaria bíblica para describir las teofanías desde los tiempos del éxodo. Por eso, aquí Ezequiel amontona calificativos y detalles relativos al carácter deslumbrante de la figura que aparece sobre el carro triunfal de los querubes. Su imaginación es desbordante y apocalíptica, y por eso no deben urgir se demasiado las enseñanzas doctrinales de los detalles, pues ante todo se quiere impresionar al lector con descripciones deslumbradoras y majestuosas. Las hipérboles son frecuentes: a las ruedas las llamaban torbellino por el fragoso ruido que hacían (ν.13): el rumor de las alas de los querubines era semejante a la voz de Dios omnipotente cuando habla (v.5), es decir, como el trueno, que en las tormentas se manifestaba como la voz de Dios, que siempre habla desde el torbellino para impresionar a sus fieles, corno en el Sinaí6.

 

La gloria de Yahvé abandona el templo (18-22).

18 La gloria de Yahvé se quitó de sobre el umbral de la casa y se puso sobre los querubines, 19 y los querubines tendieron las alas y se alzaron de tierra a vista mía, y con ellos se alzaron las ruedas. Paráronse a la entrada de la puerta oriental de la casa de Yahvé, y la gloria del Dios de Israel estaba arriba sobre ellos. 20 Eran los mismos seres que había visto bajo el Dios de Israel junto al río Kebar, y supe que se llamaban querubines. 21 Cada uno tenía cuatro aspectos, y cada uno cuatro alas, y una semejanza de mano de hombre bajo las alas. 22 La semejanza de sus rostros era la de los que vi junto al río Kebar. Cada uno iba de frente a sí.

 

El Señor ha actuado en su plena manifestación de majestad como Juez, dando órdenes a sus ministros para castigar a su pueblo desde su misma morada santa. Terminada su función de Juez justo, abandona su sala de justicia, el templo de Jerusalén, y se encamina hacia la puerta oriental (v.19), como dando a entender que abandona a su pueblo a su suerte. En su trono majestuoso, sostenido por los querubines, desaparece sin duda para trasladarse a convivir con los exilados de Babilonia, que iban a constituir el núcleo escogido de resurrección nacional. Ha llegado la hora de la manifestación de la justicia divina, y Yahvé se aleja de su pueblo de Jerusalén para que el ejército de Nabucodonosor, instrumento de su ira vengadora, realice el decreto de exterminio sobre Israel, de forma que no sea cohibido por la presencia divina en el templo.

Con esto Ezequiel da a entender a sus compatriotas, compañeros de cautividad, que no deben hacerse ilusiones sobre la suerte de la Ciudad Santa, ya que está destinada por Dios a la destrucción, y, por otra parte, el único obstáculo para que los enemigos de Sión no entraran en Jerusalén — la presencia de Yahvé en su santuario — ha desaparecido. El profeta describe de nuevo los querubines que con sus cuatro aspectos, de león, de toro, de águila y de hombre, recordaban a los karibu babilónicos que los exilados podían contemplar a la entrada de los palacios asirios y caldeos 7.

 

1 Ex 28:495; Lev 16; Dan 10:5; 12:6s. — 2 Cf. R. Dussaud, Les inscriptions phéniciennes du tombeau d'Ahiram, roí de Ryblos: "Syria" (1924) 136-157; A. Vaccari, Institutiones Biblicae I ed.5.a (1937) 2193 tab.I. — 3 Cf. Ex. 12:13; Job 31:35. — 4 Cf. Ez 1:4. — 5 Cf. Ez 1:8-10. — 6 Cf. Ex. 19:16. — 7 Cf. explic. al c.i. Véase RB (1926) p.382.48153.

 

 

11. Profecías contra algunos jefes de Jerusalen. Promesa de Repatriación.

Continúa el anuncio del castigo de Jerusalén, ahora en sus jefes culpables. Precisamente en la puerta oriental, donde se había parado la gloria de Yahvé en su carro triunfal, el profeta distingue a varios de los responsables de la catástrofe, al anunciar al pueblo que Jerusalén debía resistir a los babilonios, porque estaba segura con sus defensas amuralladas. Es una presunción que no tolera la omnipotencia de Yahvé, que ve en ello un desafío a sus decretos sobre Jerusalén. En una segunda parte del capítulo se anuncia una restauración del pueblo a base de un resto disperso entre las naciones (ν.14-21). Por fin, Yahvé abandona definitivamente su santuario.

 

Castigo de los jefes culpables (1-13).

1 Me elevó el espíritu y me llevó a la puerta oriental de la casa de Yahvé, la que mira a levante, y vi que había a la puerta veinticinco hombres, entre los cuales Jezanías, hijo de Azur, y Peltías, hijo de Banayas, jefes del pueblo. 2 Y Yahvé me dijo: Hijo de hombre, éstos son los que maquinan perversidades, y dan en la ciudad perversos consejos, 3 y dicen: ¿No se han reconstruido bien pronto las casas de la ciudad? Ella será la olla, nosotros la carne. 4 Por tanto, profetiza contra ellos, profetiza, hijo de hombre. 5 Y vino sobre mí el espíritu de Yahvé, y me dijo: Di: Así habla Yahvé: Vosotros habéis dicho eso, casa de Israel, y yo sé muy bien lo que pensáis. 6 Habéis multiplicado los muertos en esta ciudad, habéis llenado sus calles de cadáveres. 7 Por tanto, así dice Yahvé: Vuestros muertos, los que habéis dejado tendidos en medio de ella, ésos son la carne, y ella es la olla; pero yo os sacaré de ella. 8 Vosotros tenéis miedo a la espada, y yo haré venir la espada sobre vosotros, dice el Señor, Yahvé. 9 Yo os sacaré de en medio de ella y os entregaré en manos de los extranjeros, y haré justicia en vosotros. 10 Pereceréis a la espada; en los términos de Israel os juzgaré, y sabréis que yo soy Yahvé. 11 No será ella para vosotros la olla, ni seréis vosotros en ella la carne; en los términos de Israel os juzgaré, 12 y sabréis que yo soy Yahvé, cuyos mandamientos no habéis seguido, cuyas leyes no habéis practicado, sino que habéis obrado siguiendo las costumbres de las gentes que os rodean. 13 Apenas había profetizado, cayó muerto Peltías, hijo de Banayas, y yo me eché rostro a tierra y grité con todas mis fuerzas: ¡Ah Señor! ¿vas a acabar del todo con lo que queda de Israel?

 

El profeta es transportado en fisión por el espíritu, o fuerza ca-rismática divina, a la puerta oriental del templo de Jerusalén, donde se había detenido la gloria de Yahvé antes de abandonar el santuario totalmente. Allí están veinticinco hombres partidarios de la resistencia contra los invasores babilónicos, a pesar de las reiteradas profecías de Jeremías, en las que había comunicado de parte de Yahvé la conveniencia de entregarse a las tropas de Nabucodonosor como mal menor1. Los dos personajes que el profeta nombra no son desconocidos. Estos se sienten optimistas y pretenden animar a sus compatriotas para una desesperada resistencia, recordándoles que las antiguas ruinas del cerco anterior de 598 por los babilonios ya están restauradas (v.5); por otra parte, las defensas amuralladas de la ciudad son una garantía para organizar la resistencia. Ellos, dentro de los muros de Jerusalén, se sienten tan seguros como la carne en la olla (ν.3). Por mucho que se caliente, el fuego no podrα pasar al interior 2.

Dios recoge la comparación de ellos y le da una nueva aplicación: en realidad, la carne afectada por la muerte son los muertos que ellos han hecho con sus arbitrariedades. Movidos de sentimientos ultranacionalistas, han ahogado en sangre toda voz de protesta. Y en esa situación de tragedia, la ciudad de Jerusalén ha resultado como una olla, de la que las víctimas inocentes no han podido salir para librarse del peligro (v.7). Sin embargo, Yahvé se encargará de sacar a los culpables de esta olla, para hacerlos caer bajo la espada en los términos de Israel (v.11), es decir, en los confines septentrionales de Israel, en la región siria de Ribla, donde está el cuartel general de Nabucodonosor y donde fueron matados los magnates de Judá ante los ojos del rey Sedecías 3.

Después de anunciar esto, el profeta vio en visión el cumplimiento de su profecía en la muerte de Jezonías. Ezequiel se sintió horrorizado ante la suerte de sus conciudadanos, y como antes, al contemplar la obra de los ángeles exterminadores, ahora grita angustiado: ¡Ah Señor! ¿vas a acabar del todo con la casa de Israel? (v.15). El profeta está obsesionado con el destino trágico de su amado pueblo y pide clemencia para sus compatriotas, para que no se deje llevar demasiado de su ira.

 

Repatriación de los exilados (14-21).

14 Me fue dirigida palabra de Yahvé, diciendo: 15 Hijo de hombre, tus hermanos, los de tu parentela, la casa de Israel toda entera, son aquellos a los que dicen los habitantes de Jerusalén: Alejaos de Yahvé, tenemos la tierra en posesión4. 16 Diles, por tanto: Así habla el Señor, Yahvé: Los he alejado entre las gentes, los he dispersado en tierras extranjeras, pero yo seré para ellos santuario por el poco tiempo que estarán en las tierras a que han emigrado. 17 Diles, pues: Así habla el Señor, Yahvé: Yo os recogeré de entre las gentes, y os reuniré de entre las tierras a que habéis sido dispersados, y os daré la tierra de Israel. 18 Y entrarán en ella y quitarán de ella todos sus ídolos y todas sus abominaciones" 19 Y les daré otro corazón y pondré en ellos un espíritu nuevo, quitaré de su cuerpo su corazón de piedra y les daré un corazón de carne, 20 para que sigan mis mandamientos, y observen y practiquen mis leyes, y sean mi pueblo y sea yo su Dios. 21 Pero a los que se complacen en sus ídolos, en sus abominaciones, yo les echaré sus obras sobre la cabeza, dice el Señor, Yahvé.

 

La respuesta del Señor es confortante en medio de la trágica suerte que espera a los judíos. El exterminio no será total, porque habrá un núcleo de restauración, un resto de bendición, que será la base de una nueva teocracia israelita. Ezequiel se halla en medio de compatriotas exilados, que son su parentela, de la que debe salir como fiador y rescatador o go'el de sus hermanos de sangre, pues tiene que dar cuenta de su suerte espiritual ante Yahvé 5. Estos se sentían alejados de su tierra como desheredados, y por ello se consideraban en plano de inferioridad respecto a los que habían quedado en Palestina, que bien podían decir de ellos: Alejaos de Yahvé, tenemos la tierra en posesión (v.15). El hecho de estar exilados parecía incluir en la mentalidad de entonces la orfandad de parte de Dios, ya que Yahvé sólo tenía especial providencia de los que habían quedado en su heredad 6.

Dios anuncia, por su parte, que el hecho de la dispersión entre las gentes no es obstáculo para que siga protegiendo a los exilados. Aunque estén lejos del templo de Jerusalén, sin embargo, Yahvé mismo será para los desterrados un santuario, al que pueden acogerse con toda confianza (v.16). Además llegará un tiempo en que serán repatriados en la tierra de Israel (ν.17), inaugurando entonces una nueva vida, pues no volverαn a caer en el inveterado pecado de la idolatría (v.15); para ello, Yahvé mismo les dará un nuevo corazón con un espíritu nuevo (v.19), de forma que, habiendo dejado el corazón de piedra, o rebelde y duro, serán dotados de un corazón de carne, sensible a las inspiraciones divinas. De este modo vivirán centrados en torno a los mandamientos de Yahvé. Es la misma promesa mesiánica de Jeremías: los nuevos ciudadanos tendrán escrito en sus "corazones" la nueva Ley, en sustitución de la antigua, esculpida en piedra 7. De este modo Yahvé volverá a ser en sentido verdadero su Dios (v.20).

 

La gloria de Yahvé se aleja de Jerusalén (22-25).

22 Los querubines desplegaron sus alas y les siguieron las ruedas, y la gloria del Dios de Israel estaba sobre ellos, 23 y la gloria de Yahvé se alzó de en medio de la ciudad y se posó sobre el monte que está al oriente de la ciudad. 24 Me tomó el espíritu y me llevó a Caldea entre los cautivos en visión de espíritu de Dios, y desapareció la visión que había tenido. 25 Yo dije a los cautivos todo lo que Yahvé me había mostrado.

 

Yahvé, en su carro majestuoso, rodeado de una atmósfera de gloria, abandona la Ciudad Santa y se detiene al oriente sobre el monte de los Olivos. Al abandonar a Jerusalén, los enemigos caldeos podían entrar impunemente en ella, ya que el único obstáculo para ello era la presencia del Dios de Israel. Jerusalén ha quedado, pues, abandonada a su suerte. Yahvé se retira hacia oriente, donde estaban los exilados de Mesopotamia; pero antes se detiene en el monte de los Olivos, quizá para indicar la íntima pena que le produce abandonar la que por siglos había sido su morada.

 

1 Cf. Jer 21,8ss; 25:9; 27:6-16; 28:14. — 2 En Jer 1:13 la olla es el símbolo cíe la invasión babilónica. — 3 Cf. 2 Re 25:63.18-21; Jer 52:933.24-27. — 4 El texto hebreo puede traducirse "se han alejado de Yahvé.," que hace perfecto sentido, y así es entendido por muchos autores. — 5 Cf. Ez 3:17-21. — 6 Cf. Ex 19:5; 1 Sam 26:19. — 7 Cf. Jer 31:333; Os 3:5; Arn9:9; Is 1:26; 4:4; 44:3; 66:9; Ex 6:7; Lev 25:18; 26:16; Dt 4:5.

 

 

12. La fuga del rey. Las angustias del asedio.

Los c.12-19 contienen otra serie de profecías relativas a la suerte de Jerusalén. Para dar a entender la suerte que espera a los que han quedado en la Ciudad Santa, el profeta sigue ejecutando acciones simbólicas. En este capítulo 12 encontramos dos de este tipo: a) una relativa a la huida del rey Sedecías de Jerusalén, capturado después por las tropas babilónicas (v.1-16); b) otra sobre la angustia de los habitantes de Jerusalén (v. 17-20), y, por fin, c) una profecía sobre la inminencia de la catástrofe (v.21-28).

 

La huida del rey (1-16).

1 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 2 Hijo de hombre, habitas en medio de gente rebelde, que tiene ojos para ver, y no ven; oídos para oír, y no oyen, porque son gente rebelde. 3 Tú, hijo de hombre, dispon tus trebejos de emigración y sal de día a la vista de ellos. Parte a presencia suya del lugar en que estás para otro lugar, a ver si reconocen que son gente rebelde. 4 Saca tus trebejos como trebejos de camino, de día, a sus ojos, y parte por la tarde a presencia de ellos, como parten los desterrados. 5 A sus ojos horada la pared, y sal por ella, 6 llevando a sus ojos tus trebejos, y te los echas al hombro, y sales al oscurecer, cubierto el rostro y sin mirar a la tierra, pues quiero que seas pronóstico para la casa de Israel. 7 Yo hice lo que se me mandaba, y salí de día con mis trebejos, como trebejos de emigración; horadé con mis manos la pared, y los saqué al oscurecer, y me los eché al hombro a presencia suya. 8 Por la mañana me fue dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 9 Hijo de hombre, ¿no te ha dicho la casa de Israel, csia casa de rebeldes: Qué es lo que haces? 10 Pues diles: Así habla el Señor, Yahvé: Este oráculo es para el príncipe que está en Jerusalén y para toda la casa de Israel que allí se halla. 11 Diles: Yo soy para vosotros una señal; lo que yo hago, eso harán ellos; irán al destierro, al cautiverio. 12 El príncipe que entre ellos está se echará al hombro su bagaje en la oscuridad y partirá. Se horadará la muralla para que salga y se cubrirá el rostro para no ver la tierra. 13 Yo le tenderé mis redes, y será apresado en mis mallas, y le llevarán a Babilonia, a la tierra de los caldeos, pero no la verá, y allí morirá. 14 Y a cuantos estén a su lado para servirle, a cuantos le acompañen, los esparciré a todos los vientos y desenvainaré en pos de ellos mi espada.15 Y sabrán que yo soy Yahvé cuando los disemine entre las gentes y los derrame sobre la tierra. 16Pero haré que de ellos quede un corto numero arrancados a la espada, el hambre y la pestilencia, para que cuenten todas sus abominaciones entre las gentes a las que llegaren, y sepan que yo soy Yahvé.

 

Contra todas las optimistas ilusiones de los exilados, que pensaban en un pronto retorno y en una derrota del opresor babilónico, Ezequiel les anuncia de parte de Yahvé el desastre más inconcebible para un israelita: la huida y captura de su rey, el ungido de Yahvé. Para dar a entender este hecho, el profeta debe realizar una curiosa acción simbólica: debe recoger sus trebejos, o bagajes de emigrante; un hatillo de ropa y una escudilla, y salir con ellos de día, para que le vean; después, al oscurecer, debe huir con ellos al hombro por un orificio hecho con sus manos en las paredes de arcilla de su casa. Con ello debía significar la huida vergonzosa del rey Sedecías en 586, tal como se realizó, pues salió furtivamente por el sur de la ciudad, camino del desierto, siendo capturado en Jericó por las tropas caldeas 8.

 

Angustias de los asediados (17-20).

17 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 18 Hijo de hombre, come tu pan con temor y bebe tu agua con anhelo y angustia, 19 y di al pueblo de la tierra: Así habla el Señor, Yahvé, de los moradores de Jerusalén y de la tierra de Israel: Comerán su pan con temor, y con espanto beberán su agua, porque su tierra será despojada de todo por la maldad de cuantos la habitan. 20 Y serán asoladas las ciudades que habitan, y sabrán que yo soy Yahvé.

 

El profeta debe comer su alimento con temor y angustia, mostrándose preocupado y ansioso, de modo que los exilados pudieran darse cuenta del nuevo sentido misterioso de sus acciones proféticas: sus ansiedades son un símbolo de las que sufrirán los asediados en Jerusalén, privados de lo más elemental para su sustentación.

 

Cumplimiento de los oráculos del profeta (21-28).

21 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 22 Hijo de hombre, ¿qué refrán es ese que corre por la tierra de Israel, diciendo: Pasan los días, y no se cumple la visión? 23 Diles, por tanto: Así habla el Señor, Yahvé: Yo haré que desaparezca ese refrán, y no lo repetirán en Israel. 24 Diles, por lo contrario: Ya se acerca el día y se cumplirá la visión. No habrá ya más en adelante visiones engañosas ni adivinaciones lisonjeras en la casa de Israel. 25 Porque yo, Yahvé, digo: Se cumplirá la palabra que pronuncié y no se dilatará. Antes en vuestros días, ¡oh casa de rebeldes! diré mi palabra y la cumpliré. Oráculo del Señor, Yahvé. 26 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 27 Hijo de hombre, mira cómo dice la casa de Israel: Las visiones que éste ve no son para pronto, profetiza para muy lejanos días. 28 Diles, por tanto: Así habla el Señor, Yahvé: No se dilatará ya más. Se cumplirá toda palabra que yo hable, dice el Señor, Yahvé.

 

Los oráculos de Ezequiel se oponían a las esperanzas desmesuradas de los ¡exilados, que, instigados por falsos profetas, creían en una próxima derrota de los opresores babilonios, y, en consecuencia, en la liberación. El profeta, machaconamente, con visiones y acciones simbólicas, iba anunciando día tras día nuevas tribulaciones al pueblo. Como las predicciones siniestras todavía no se habían cumplido, a pesar de que pasaba el tiempo, surgió entre los exilados un ambiente de escepticismo y de desprecio para todo lo que anunciara Ezequiel. De ahí el refrán: pasan los días y no se cumple la visión (v.22). El profeta sale al paso de estas ironías anunciando la inminencia del desastre, con lo que sus predicciones serán trágicamente confirmadas, mientras que las visiones engañosas y las adivinaciones lisonjeras (v.24) que hacen los falsos profetas en la casa de Israel, es decir, entre los exilados israelitas, quedarán al descubierto, resultando fallidas, como obra de puros cálculos humanos.

 

1 Cf. Jer 21:8ss; 25:9; 27:6-16; 28:14. — 2 En Jer 1:13 la olla es el símbolo cíe la invasión babilónica. — 3 Cf. 2 Re 25:63.18-21; Jer 52:933.24-27. — 4 El texto hebreo puede traducirse "se han alejado de Yahvé.," que hace perfecto sentido, y así es entendido por muchos autores. — 5 Cf. Ez 3:17-21. — 6 Cf. Ex 19:5; 1 Sam 26:19. — 7 Cf. Jer 31:333; Os 3:5; Arn9:9; Is 1:26; 4:4; 44:3; 66:9; Ex 6:7; Lev 25:18; 26:16; Dt 4:5. — 8 Cf. 2 Re 25:4-91 Jer 39:4-7; 52:7-11.

 

 

13. Contra los falsos Profetas.

Los semitas, conscientes de la intervención directa de Dios en todos los acontecimientos de la vida humana, eran propensos a consultar la voluntad de los dioses. En Israel pulularon, al lado de los verdaderos profetas suscitados por Yahvé para transmitir sus mensajes al pueblo 1, falsos profetas, que pretendían tener comunicaciones especiales de Dios, explotando así la credulidad de las masas. Eran yahvistas, pero se apropiaban la vocación de profeta a imitación de los verdaderos enviados de Yahvé. Contra éstos se levantaron constantemente los verdaderos profetas, representantes de la intransigencia religiosa yahvista 2. Además de estos falsos profetas, existían los adivinos, que, con falsos augurios y con observaciones de acontecimientos externos, anunciaban hechos futuros. Este capítulo puede dividirse en dos partes: a) contra los falsos profetas (v.1-16); b) contra los hechiceros y pitonisas (v.17-23).

 

Contra los falsos profetas (1-16).

1 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 2 Hijo de hombre, profetiza contra los profetas de Israel, profetiza, y di a esos que profetizan a capricho suyo: Oíd la palabra de Yahvé. 3 Así dice el Señor, Yahvé: ¡Ay de los profetas insensatos que andan en su propio capricho, sin haber visto nada! 4 Fueron, Israel, tus profetas como zorras entre ruinas. 5 No habéis subido a las brechas, no habéis amurallado la casa de Israel para que resistiera en el combate en el día de Yahvé. 6 Vieron vanidad y adivinación mentirosa. Dicen: "Ha dicho Yahvé," y no los envió Yahvé, y hacen esperar que se cumplirán sus palabras. 7 ¿No habéis visto visiones vanas? ¿No habéis anunciado adivinaciones mentirosas, diciendo: "Ha dicho Yahvé," no habiéndolo dicho yo? 8 Por tanto, así dice el Señor, Yahvé: Por haber hablado vosotros vanidad y haber visto mentiras, aquí estoy yo contra vosotros, dice el Señor, Yahvé. 9 Y será mi mano contra los profetas que ven vanidad y adivinan mentira. No formarán en la asamblea de mi pueblo, ni serán inscritos en el libro de la casa de Israel, ni volverán a la tierra de Israel, y sabréis que yo soy el Señor, Yahvé. 10Por tanto, por haber engañado a mi pueblo, diciendo: "Paz," no habiendo paz, y porque, mientras mi pueblo alzaba una pared, ellos la jarreaban con barro, 11 di a esos jarreadores con barro que se caerá, que vendrán aguaceros, y mandaré granizadas que la derribarán y viento impetuoso que la deshará. 12 Y cuando caiga la pared, no os dirán: ¿Dónde está la argamasa con que la cubristeis? 13 Y, por tanto, así dice el Señor, Yahvé: Yo, en mi furor, desencadenaré la tempestad, y vendrá en mi ira un aguacero impetuoso, y caerá furioso el granizo para destruir.14 Y derribaré la pared que vosotros revocasteis, la echaré a tierra, y quedarán al descubierto sus cimientos. Jerusalén caerá, y vosotros pereceréis en medio de sus escombros y sabréis que yo soy Yahvé. 15 Yo saciaré mi furor contra la pared y contra los que la revocaron de argamasa, y se dirá: Ya no hay pared, y se acabaron los que la revocaban, 16 los profetas de Israel que profetizan a Jerusalén y tienen para ella visiones de paz, no habiendo paz, dice el Señor, Yahvé.

 

Ezequiel echa en cara a los presuntos profetas que no hablan en nombre de Dios, sino lo que les sugiere su capricho. La expresión profetas de Israel en el contexto parece referirse a los que estaban con los exilados en Mesopotamia, no los que quedaban en Palestina 3. La labor de ellos entre los exilados es como la de las zorras entre ruinas (v.4), porque, haciendo madrigueras entre las ruinas, las zorras descomponen más lo que aún queda en pie. Es justamente lo que hacen estos falsos profetas entre los exilados de Babilonia^ arruinando lo poco que aún queda en pie de firmeza moral y confianza en Yahvé. Anuncian cosas falsas que no se cumplirán. Con una nueva metáfora describe su labor desmoralizadora. En lugar de tapar las brechas en los muros, hechas por el ejército asediador, trabajando por fortificar la casa de Israel para que resistiera (v.5), se dedican a sembrar vanas ilusiones. Debieran restañar las heridas morales de los pobres exilados, haciéndoles ver la justicia divina en el castigo.

Pero su labor es contraproducente, ya que alientan vanas ilusiones y no fomentan el retorno a Yahvé para conseguir perdón. Con sus supuestas visiones no hacen sino desorientarlos (v.6). Pero sus visiones son vanidad y no tienen consistencia alguna. Por ello, Yahvé los castigará inexorablemente4. No formarán parte de la asamblea de Israel cuando éste vuelva a organizarse como nación, ni siquiera serán inscritos en el libro de la casa de Israel (v.9), es decir, en los registros de la Providencia divina, en los que están consignados los que van a sobrevivir al exilio para constituir de nuevo la casa de Israel 5. No volverán a la tierra de Israel por haber contribuido de modo especial con sus oráculos falsos a la consumación de la ruina de la nación, anunciando paz próxima, o liberación de los babilonios, cuando en realidad esa paz no había de venir (v.10).

No tenían otra obsesión que secundar lo que halagaba al pueblo, el cual alzaba una pared, es decir, un edificio de ilusiones patrioteras, y ellos la jarreaban con barro o revocaban exteriormente, dando pábulo a tales ilusiones sin fundamento (v.10). Con ello no hacían sino confirmar los puntos de vista falsos del pueblo, cuando debieran abrirle los ojos' y echar por tierra esa falsa pared que habían edificado. Pero Dios se encargará de que ese falso edificio edificado con su concurso se venga abajo. Toda su labor de revoque desaparecerá ante la primera tormenta (v.11). Cuando llegue la hora de la ruina, les pedirán cuenta por su labor ficticia: ¿Dónde está la argamasa con que la cubristeis? (v.12). Toda su labor no pasó de ser una superficial argamasa, que pierde su consistencia con los primeros aguaceros. En la hora de la manifestación de la justicia divina, su obra quedará descubierta hasta los cimientos. Jerusalén caerá, y en ella perecerán. La suerte de la Ciudad Santa está echada, y, por tanto, no deben los exilados hacerse ilusiones con las falsas promesas de los profetas aprovechados (v.14).

 

Contra las profetisas y adivinos (17-23).

17 Y tú, hijo de hombre, pon tus ojos en las hijas de tu pueblo que profetizan a capricho suyo, y profetiza contra ellas. 18 Di: Así habla el Señor, Yahvé: ¡Ay de las que se hacen cintajos para todas las articulaciones de las manos, y lazos sobre la cabeza de toda talla para cazar las almas! ¿Creéis que cazando las almas de mi pueblo mantendréis las vuestras? 19 Vosotras, por dos puñados de cebada o dos pedazos de pan, me deshonráis ante mi pueblo, predicando la muerte de quien no ha de morir, y prometiendo la vida a quien no vivirá, y engañando así a mí pueblo, que se cree las mentiras. 20 Por tanto, así dice el Señor, Yahvé: Heme aquí contra esos vuestros cintajos con que cazáis las almas; yo los arrancaré de vuestros brazos y dejaré volar libres a las almas que con ellos cazáis. 2lYo arrancaré también vuestros lazos y libraré de vuestras manos a mi pueblo. No os servirán ya más de red en vuestras manos, y sabréis que yo soy Yahvé. 22 Por haber entristecido con vuestras mentiras el corazón del justo, cuando yo no quería entristecerle, y haber confortado las manos del impío para que no se volviese de su mal camino y viviese, 23 ya no tendréis más vanas visiones ni pronunciaréis más oráculos. Libraré cíe vuestras manos a mi pueblo y sabréis que yo soy Yahvé.

 

Por la tradición bíblica conocemos algunas mujeres que tuvieron el don de profecía y con sus oráculos amonestaban al pueblo, como Débora6 y Julda7. Al lado de estas verdaderas mensajeras de Dios había otras que, con amuletos y prácticas adivinatorias, se dedicaban a atraerse al pueblo, viviendo de sus aportaciones. Por lo que dice Ezequiel, parece que también entre los exilados de Babilonia había pitonisas que halagaban las vanas ilusiones de aquéllos. Las falsas profetisas daban respuestas adaptadas a los diferentes tipos de consultantes: se hacen cintajos para todas las articulaciones, y lazos sobre la cabeza de toda talla para cazar las almas (ν. 18). Como la mujer sabe hacerse prendas ajustadas a su estatura y a sus articulaciones y miembros, asν estas falsas profetisas saben adaptarse a las exigencias de sus clientes, cortándoles un traje a medida, es decir, dándoles la respuesta que desean. Algunos autores han querido ver en este verso alusiones a prácticas mágicas 8; pero parece mejor entenderlo en el contexto en sentido metafórico, como hemos ya explicado.

Las falsas profetisas, con sus falsos oráculos, quieren cazar las almas de los exilados, es decir, ganarles a su partido para obtener un descarado lucro. Por dos puñados de cebada deshonran a Yahvé (v.19), presentando como oráculos de Dios cosas que son de la imaginación de ellas, ya que sus vaticinios no se cumplen, pues predican la muerte de quien no ha de morir, y prometiendo la vida a quien no vivirá (v.19). Con sus seducciones y engaños han logrado dar caza a muchos incautos, pero Yahvé se encargará de que se les terminen sus medios de caza: yo arrancaré (vuestros cintajos) de vuestros brazos. (v.20). Aquí el lazo se refiere al empleado por el pajarero para coger a las aves incautas. El símil se presta bien para expresar la idea: Yahvé les quitará todos los medios de atraer a los exilados israelitas, de modo que sus almas o personas queden libres. Con sus mentiras han afligido el corazón del justo (v.22), anunciando cosas desagradables a su sensibilidad religiosa yahvista, cuando en los planes de Dios no estaba el entristecerle; y, en cambio, han dado pábulo a la pésima conducta de los impíos, pues han confortado las manos del impío (v.22) aprobando su proceder. Por todo esto vendrá la hora de exterminio para todas estas falsas profetisas, de forma que no volverán a tener mas vanas visiones.

 

1 Cf. Dt 18-22. — 2 Cf. Jer 14:133; 23:1-40; 26:73.11.16; 27:145; 29:21-32. Sobre los adivinos: Núm 22:58; 1 Re 18:19-40; 2 Re 3:13. — 3 Cf. Ez 4:5- — 4 Cf. Ez 5:8; 21:3; 28:22; 29:3; 30,22. — 5 Cf. Ex 32:325; Is 4:3; 65:6; Mal 3:16; Dan 12:1; Neh 13:14; Sal 69:29; Ap 3:5; 11·8·' 17:8. — 6 Cf. Jue 4:4. — 7 Cf. 2 Re 22:14. — 8 Spadafora, Ezequiele p.iog.

 

 

14. Exhortación a la conversión. Inutilidad de la Intercesión.

Representantes calificados de los exilados, conmovidos por las predicciones de Ezequiel, quisieron hacerle una consulta. No se dice de qué trataron, pero se puede colegir del contexto, por las manifestaciones del profeta. La consulta debió de versar sobre la posibilidad de la destrucción de Jerusalén: ¿Cómo Yahvé había de permitir que la Ciudad Santa fuera arruinada, habiendo tantos hombres justos en ella? La respuesta es tajante: la idolatría y rebeldía a Yahvé es la causa de la catástrofe, y es tanta la maldad que hay en Jerusalén, que, aunque intercedieran a favor de ella justos como Noé, Daniel y Job, Dios no oiría sus plegarias. Podemos dividir el capítulo en dos partes: a) exhortación a dejar las prácticas idolátricas (v.1-11); b) inutilidad de la intercesión (v.12-23).

 

Exhortación a la conversión (1-11).

1 Vinieron a mí algunos de los ancianos de Israel y se sentaron delante de mí, 2 y me fue dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 3 Hijo de hombre, estas gentes llevan sus ídolos dentro de su corazón y miran con sus ojos el escándalo de su iniquidad. ¿Voy a dejarme consultar por ellos? 4 Habíales, por tanto, y diles: Así habla el Señor, Yahvé: A todos los de la casa de Israel que, llevando sus ídolos en su corazón y mirando con sus ojos el escándalo de su iniquidad, vinieron al profeta, les responderé yo mismo, Yahvé, hablándoles de la muchedumbre de sus ídolos, 5 para agarrar a la casa de Israel por su propio corazón, ya que por sus ídolos se aparta de mí. 6 Di, por tanto, a la casa de Israel: Así habla el Señor, Yahvé: Convertios y apartaos de vuestros ídolos y apartad la vista de vuestras abominaciones, 7 porque a quienquiera de la casa de Israel que de mí se apartare para poner en su corazón sus ídolos y sus ojos en el escándalo de su iniquidad, y viniera al profeta para preguntarle, le responderé yo, Yahvé, por mí mismo, 8 y pondré mi rostro contra él, y le haré portento y fábula, y le arrancaré de mi pueblo de Israel, y sabréis que yo soy Yahvé; 9 y si el profeta se deja seducir y dice alguna cosa, seré yo, Yahvé, quien le habré seducido, y tenderé sobre él mi mano, y le exterminaré de en medio de mi pueblo, Israel. 10 Y llevarán sobre sí su maldad; según la maldad de quien pregunta, así será la maldad de quien responde. n Para que no yerre más la casa de Israel lejos de mí ni se contamine con todas sus abominaciones, y sean mi pueblo y yo sea su Dios, dice el Señor, Yahvé.

 

Ante la presencia de los ancianos de Israel, o dirigentes de la población exilada israelita, habla Yahvé a Ezequiel en términos despectivos para los consultantes. Son gentes que llevan sus ídolos en su corazón (v.3), esto es, que tienen propensión a prácticas idolátricas, mirando, complacidos, con sus ojos lo que es ocasión de escándalo para ellos, en cuanto que son un incentivo hacia la iniquidad, u ocasión de pecado. Por estas razones, Yahvé 110 quiere ser consultado por ellos, ya que, por su depravada conducta, no merecen ser oídos: ¿Voy a dejarme yo consultar por ellos? (v.3). En su mentalidad sincretista, creían posible mantener un culto a Yahvé y otro a los ídolos paganos; pero Yahvé es celoso de su honor y no admite competidores; por eso quiere atraer el corazón de Israel humillándole, como primer paso hacia la conversión (v.5). Si no se apartan de sus abominaciones, o prácticas idolátricas, la respuesta de Yahvé será punitiva. El castigo será terrible, de forma que el israelita idólatra se convertirá, por obra de Yahvé, en portento y fábula (v.8) entre los gentiles; es decir, su castigo será proverbial entre los no israelitas, quizá los prosélitos adheridos paganos, sin duda existentes también entre los exilados del 598 l.

Por otra parte, si el profeta se deja seducir por las dádivas de los consultantes, dándoles las respuestas que desean, esto hubiera sido imputado a Yahvé, que la había seducido o inducido a hacer esas manifestaciones halagüeñas, lo que está contra las exigencias de la santidad y justicia divina. En la mentalidad semita, Dios invade con su acción la personalidad de tal forma, que lo que nosotros atribuimos a las causas segundas, ellos lo atribuían todo directamente al mismo Dios. Así, en 1 Re 22:2oss se dice que Yahvé envió sobre los falsos profetas un espíritu de mentira, haciéndoles caer en la trampa. Son modos de hablar poco matizados. Nosotros distinguimos entre inducir y permitir, pero los hagiógrafos — de mentalidad expresiva oriental — prefieren las expresiones radicales y aun paradójicas, para llamar más la atención del lector. Aquí Dios amonesta por Ezequiel a los profetas que se prestan a dar respuestas a los consultantes sin que en ellas hable realmente Yahvé. Ésto es intolerable; por eso, a esos falsos profetas los exterminará de su pueblo. Llevará el castigo correspondiente a la maldad del consultante, ya que, en vez de recriminarle su conducta idolátrica, le ha hecho caso, comprometiendo así el buen nombre de Dios (v.10). La intransigencia de Yahvé en este punto no tiene otra finalidad sino evitar que Israel se contamine con todas sus abominaciones (v.11), llegando a ser su pueblo, y El realmente su Dios 2.

 

Inutilidad de la intercesión por Jerusalén (12-23).

12 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 13 Hijo de hombre, cuando, por haberse rebelado pérfidamente contra mí la tierra, tienda yo mi brazo contra ella, y la quebrante el sustento del pan, y mande sobre ella el hambre, y extermine en ella hombres y animales, 14 aunque hubieran estado en ella estos tres varones, Noé, Daniel y Job, ellos por su justicia salvarían su vida, dice el Señor Yahvé. 15 Y si invadiera esa tierra con bestias feroces para que la desolaran, sin que nadie por miedo a las fieras la atravesara, 16 si hubieran estado en ella esos tres varones, por mi vida, dice Yahvé, no hubieran salvado a sus hijos ni a sus hijas; ellos solos habrían escapado, y la tierra habría sido desolada. 17 Y si mando contra ella la espada y digo: Espada, recorre la tierra y extermina hombres y animales, 18 aunque en medio de ella estuvieran aquellos tres varones, por mi vida, dice Yahvé, que no salvarían a sus hijos y a sus hijas; ellos solos se librarían. 19 O si mandare sobre esa tierra la peste contra ella, derramando mi ira contra él con sangre, para exterminar hombres y bestias, 20 aunque en medio de ella estuvieran Noé, Daniel y Job, por mi vida, dice Yahvé, no salvarían un hijo ni una hija; por su propia justicia escaparían ellos y salvarían la propia vida. 21 Pues así dice el Señor, Yahvé: ¡Cuánto más cuando desencadene yo contra Jerusalén esos cuatro azotes juntamente: la espada, el hambre, las bestias feroces y la peste, para exterminar en ella hombres y animales 22 Y, sin embargo, quedarán en ella algunos restos, hijos e hijas, que escaparán y saldrán fuera y vendrán con vosotros, y veréis su conducta y sus obras, y comprenderéis el mal que yo voy a hacer a Jerusalén y todo lo que voy a hacer contra ella. 23 Lo comprenderéis cuando veáis su conducta y sus obras, y reconoceréis que no sin razón hago yo cuanto hago, dice el Señor, Yahvé.

 

El profeta quiere quitar toda ilusión de salvación para Jerusalén. Los exilados tienen vanas esperanzas de que la Ciudad Santa, al fin, no caiga en manos de los babilonios, pero no conocen los designios de Dios. Jerusalén ha colmado la medida de la iniquidad, y por eso no servirán para salvarla las buenas obras de los justos que en ella habitan. Esta tesis es reiteradamente demostrada en esta sección, ya que, para más resaltarla, presenta a tres justos legendarios incapaces por sus buenas obras de aplacar la justicia divina. A los tres flagelos tradicionales (el hambre, la espada y la peste) se añade la de una invasión de fieras salvajes. Sólo se salvarían los tres justos, sin que sus buenas obras fueran capaces de salvar a sus propios hijos e hijas (v.15). Las cosas han llegado a tal grado de maldad, que Dios suspende el principio de la solidaridad. Según la tesis tradicional, el bien o mal de un individuo redunda en beneficio o perjuicio de los demás parientes o conciudadanos 3. Los semitas, oriundos de organizaciones tribales, tenían muy metido dentro el principio de la solidaridad e interdependencia dentro de la tribu. La sangre era el gran lazo que los unía. La vida nómada del desierto los hacía cerrarse en su propia parentela como única defensa. Fuera de la tribu, todo era hostilidad; de ahí la necesidad de la "venganza de la sangre" como regla de subsistencia contra toda incursión enemiga.

Este sentimiento de solidaridad en la sangre era aplicado tambien a la comunidad religiosa. Israel, en concreto, formaba una sociedad religiosa especial, basada en un pacto colectivo. De ahí que al israelita en la época anterior al exilio se le considere más como miembro de una nación que como persona con su responsabilidad personal. La idea de la nación como colectividad, lanzada hacia la plena manifestación de los tiempos mesiánicos, absorbía toda otra posible consideración. Quizá en esto hay que buscar la razón de por qué el problema del más allá no aparezca planteado claramente hasta los libros sapienciales de la época helenística. Con la catástrofe nacional cayeron los ídolos colectivos y se avivaron los problemas personales, y uno de ellos es el de la retribución personal. Jeremías anunciaba que, en la era mesiánica, cada uno sería hijo de sus obras, de forma que no tendría valor el proverbio "los padres comieron las agraces y los hijos sufrieron la dentera."4 Y Ezequiel es el gran campeón del individualismo, como veremos en los capítulos siguientes.

En el texto que comentamos no se quiere negar el poder intercesor de los justos, lo que aparece claramente enseñado en otros pasajes de la Sagrada Escritura, sino que se quiere destacar la culpabilidad de Jerusalén. Dios está ya cansado de perdonar a Jerusalén, pues su capacidad de misericordia está como rebasada, y por eso, aunque los mayores justos estuvieran en ella, como Noé, Daniel y Job, no les atendería por exigencias de su justicia; las frases son hiperbólicas, y hay que entenderlas en el contexto sólo como expresión de la gran maldad de la Ciudad Santa. Es la idea principal del capítulo. En el v.22 se afirma que se salvarán algunos, lo que ya es una restricción a la idea de total exterminación de los habitantes de Jerusalén. La mención de los tres personajes se debe a que en la tradición popular figuraban como modelo de virtud. Pero es extraña esta unión de personajes de épocas tan dispares. Recientemente se ha escrito mucho sobre la posible identificación de este Daniel con el Danel, héroe mítico de Fenicia, desenterrado en las excavaciones de Ras Shamra (la antigua Ugarit), en la frontera del Líbano y Siria5. Son textos del siglo xv-xiv a.C., que narran leyendas más antiguas. Por otra parte, en Ez 28:3 se menciona al gran sabio llamado Daniel. Hay autores que sostienen que el Danel mítico sea una deformación del Daniel histórico. Filológicamente, el Daniel de Ezequiel y el Daniel de los textos de Ugarit pueden identificarse; por otra parte, como uno de los nombrados por Ezequiel (Job) no es israelita, no tiene de particular que ponga como modelo de virtud a uno extrañó a Israel.

 

1 Sobre los prosélitos paganos cf. Lev 17:8.10.13; Ex 12:19; 20:10; 23:12; Lev 18:26; 20,2; 22:18. — 2 Cf. Ez 11:20. — 3 Sobre el principio de solidaridad véase Gen 12:7; 13:14-1? i?i-i4; 22,i6s; Ex 33,ü Núm 32:2; Dt 34:4; 2 Sarn 7:8-16; 23:5. — 4 Cf. Jer 31:29; Ez 18,is; Dt 24:16. — 5 Cf. R. Dussaud, Les découvertes de Ras Shamra (Ugarit) et l'Ancien Testament (París 1937) p.129; ch. Virolleaud, La légende phénicienne de Danel (París 1936) p.242; R. De Lanche; *Les textes de Ras Shamra et leurs rapports a la histoire des origines du peuple hebreu: "Ephemerídes Theologiae Lovanienses,” τ 6 (χ939) 245-327; R. De Vaux, Les textes de Ras Shamra et l'Ancien Testament: "Rev. Bibl.," 46 (193?) 526-555; P. Joüon, Trois norns de personnages bibliques a la lamiere des textes d'Ugarit (Ras Shamra): trch, ysskr, dril: Bi 19 (1938) 283-285; G. A. Barton, Danel, a Pre-Israelite Hero of Galüee: "Memorial La-grange" (1940) 29-37. Véase el resumen de los argumentos sobre la cuestión en Spadafora, Ezechicle p.ii7. — 6 Cf. Is 5:1-4; Os 10:1; Jer 2:21; Sal 80,9-18.

 

 

15. Israel, Sarmiento Inútil.

Este capítulo es como una parábola en la que se anuncia la destrucción de Judá por ser estéril. Israel había sido escogido por Dios como una viña selecta para que le diera buenos frutos 6, pero no le ha dado sino agrazones. Su misión histórica no era otra que transmitir el fuego sagrado de la revelación divina a los pueblos en orden a la plena manifestación de los tiempos mesiánicos. Habiendo sido infiel a su misión, Israel no representa nada en el concierto de los pueblos en medio de los grandes imperios mesopotámicos y egipcios. Por eso Dios le va a aniquilar, utilizándola como simple combustible. Los sarmientos, al no dar racimos, no sirven sino para el fuego. Es el caso de Israel, infiel a su misión histórica.

 

1 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 2 Hijo de hombre, ¿qué tiene más el palo de la viña que otro palo? ¿Qué es el sarmiento entre todas las maderas de la selva? 3 ¿Sacarán de él madera para hacer obra alguna? ¿Harán de él estacas para colgar cualquier cosa? 4 Echase al fuego para que se consuma; sus dos extremos son consumidos y arde también el medio, ¿servirá para algún trabajo? 5 Si cuando estaba entero no servía para hacer de él obra alguna, ¡cuánto menos servirá cuando el fuego lo ha consumido, después que fue presa del fuego! 6Por tanto, así dice el Señor, Yahvé: Como es el palo de la vid entre las maderas de la selva, leña que yo echo al fuego para que se consuma, así echaré a él a los habitantes de Jerusalén. 7 Volveré contra ellos mi rostro, escaparon del fuego, y el fuego los devorará, y sabéis que yo soy Yahvé cuando volviere contra ellos mi rostro. 8 Y tornaré la tierra en desierto, por cuanto prevaricaron, dice el Señor, Yahvé.

 

La moraleja de esta corta parábola es clara: Jerusalén no ha servido para el fin que se la ha asignado, y, por tanto, tendrá que sufrir la suerte del sarmiento que no da buenos frutos. Por su constitución es inservible para obras de carpintería; de ahí que esté destinado al fuego. Los leños de otros árboles, cuando no dan fruto, pueden utilizarse para mueblaje y construcción; pero la madera de vid está en esto en manifiesta posición de inferioridad: ¿qué tiene mas al palo de la viña que otro palo? (v.1). Es el caso de Jerusalén: Israel, de no ser fiel a su cometido histórico, como pueblo de Dios, vinculado de un modo especial a su providencia, no tiene relieve alguno en el abigarrado mosaico de pueblos orientales, y aun es inferior a ellos en todo, excepto en lo religioso. Como no ha dado frutos dignos de su vocación religiosa, será entregado al fuego como sarmiento inútil. Es el anuncio de su destrucción por las tropas babilonias en 586. Yahvé volverá su rostro, y quedarán sin arrimo en la situación crítica que se avecina. Es la hora de la manifestación de la justicia divina. Entonces conocerán quién es Yahvé.

 

 

16. Infidelidad de Jerusalén.

En esta alegoría, Ezequiel nos presenta a Jerusalén como una esposa adúltera que ha despreciado los cuidados paternales de Dios, que la eligió como esposa cuando aún no tenía nada de atrayente entre las naciones. La encumbró hasta la categoría de reina, pero después prevaricó, entregándose a los ídolos. El estilo es fuerte y vigoroso, con trazos crudos, muy en consonancia con el radicalismo literario de los orientales. El profeta, ante todo, quiere mostrar a los exilados la culpabilidad de Jerusalén por su inmensa ingratitud para prepararlos espiritualmente para la hora de la catástrofe. La alegoría de la esposa infiel es muy usada en los profetas pre exílicos.

 

Tierna solicitad de Yahvé por Israel (1-13).

1 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 2 Hijo de hombre, echa en cara a Jerusalén sus abominaciones, 3 y di: Esto dice el Señor, Yahvé, a Jerusalén: Eres por tu tierra y por tu origen una cananea; tu padre, un amorreo; tu madre, una jetea; 4 a tu nacimiento, el día que naciste, nadie te cortó el ombligo; no fuiste lavada en el agua para limpiarte, no fuiste frotada con sal ni fajada; 5 nadie hubo que pusiera en ti sus ojos para hacerte algo de esto, compadecido de ti, sino que con horror fuiste tirada al campo el día que naciste. 6 Pasé yo cerca de ti y te vi sucia en tu sangre, y, estando tú en tu sangre, te dije: ¡Vive! 7 Te hice crecer a decenas de millares, como la hierba del campo. Creciste y te hiciste grande, y llegaste a la flor de la juventud; te crecieron los pechos y te salió el pelo, pero estabas desnuda y llena de vergüenza. 8 Pasé yo junto a ti y te miré. Era tu tiempo el tiempo del amor, y tendí sobre ti mi manto, cubrí tu desnudez, me ligué a ti con juramento e hice alianza contigo, dice el Señor, Yahvé, y fuiste mía. 9 Te lavé con agua, te quité de encima la sangre, te ungí con óleo, 10 te vestí de recamado, te calcé piel de tejón, te ceñí de lino fino y te cubrí de seda. n Te atavié con joyas, puse pulseras en tus brazos y collares en tu cuello, 12 arillo en tus narices, zarcillos en tus orejas y espléndida diadema en tu cabeza. 13 Estabas adornada de oro y plata, vestida de lino y seda en recamado; comías flor de harina de trigo, miel y aceite; te hiciste cada vez más hermosa y llegaste hasta reinar.

 

El profeta recuerda, en nombre de Dios, el origen poco honroso de Israel para humillarla y resaltar la dignidad a que fue elegido como pueblo de predilección. La tierra en que se asentaron sus patriarcas era cananea (ν.3). El gran antepasado Abraham es llamado amorreo, que es una designaciσn genérica de los semitas occidentales, en contraposición a los de Mesopotamia. Aunque Abraham estaba establecido en Ur de los Caldeos, sin embargo su filiación étnica parece ser la de los árameos, tribus semitas occidentales instaladas en las riberas del Eufrates, pero que se cambiaban constantemente por la zona del desierto siró-arábigo l. También Israel participaba de un origen jeteo o hitita. Abraham tuvo relaciones con esta población hitita procedente del Asia Menor, pero que tenía ramificaciones en Hebrón y en otras partes de Palestina. Los orígenes de Israel como nación son, pues, desde el punto de vista humano, muy modestos.

Ezequiel presenta a la nación en su infancia, como una niña abandonada en el desierto, recién nacida, sin poder valerse y aun privada de los cuidados elementales debidos a un recién nacido (v.4). Los detalles no tienen valor alegórico, sino puramente literario descriptivo, para resaltar la tierna solicitud de Yahvé, que escogió esta nación, cuidándola con todo mimo hasta hacerla llegar a la edad de la pubertad y dotándola espléndidamente como a una princesa (v.11). Es una alusión a las especiales providencias que Yahvé tuvo para con Israel desde sus primeros balbuceos, como clan organizado en la época patriarcal, y, sobre todo, después en el desierto, haciéndola llegar después a ser una gran nación bajo la dinastía davídica; es entonces cuando, rodeada de esplendor y de riquezas, llegó hasta reinar (v.13). La trayectoria no pudo ser más providencial y desacostumbrada. En todos los momentos de la historia, Israel se salvó gracias a la especialísima protección que recibió de su Dios.

Dios eligió a Israel como nación sacerdotal 2, y, por tanto, como pueblo aparte sobre todos los demás, como intermediario entre Dios y ellos en orden a la transmisión del mensaje mesiánico. La misión no pudo ser más noble. Israel, pues, era verdaderamente una reina entre las naciones. Por eso, su ingratitud fue desproporcionada, y de ahí que su castigo debía ser también excepcional, pues, a pesar de ser esposa de Yahvé, se entregó a todos los adulterios o idolatrías.

 

Conducta idolátrica de Israel (14-34).

14 Extendióse entre las gentes la fama de tu hermosura, porque era acabada la hermosura que yo puse en ti, dice el Señor-Yahvé. 15 Pero te envaneciste de tu hermosura y de tu nombradía y te diste al vicio, ofreciendo tu desnudez a cuantos pasaban, entregándote a ellos. 16 Tomaste tus vestidos y te hiciste altos coloreados para prostituirte en ellos. 17 Tomaste las espléndidas joyas que te había dado, mi plata y mi oro, y te hiciste simulacros de hombres, fornicando con ellos. 18 Tomaste las telas recamadas y los cubriste con ellas, y les ofreciste mi óleo y mis aromas. 19 También el pan que yo te diera, la flor de harina de trigo y el aceite y la miel con que te mantenía, se los ofreciste en ofrenda de suave olor. Eso hiciste, dice el Señor, Yahvé. 20 Y, a más de esto, tomaste a tus hijos y a tus hijas, los que habías engendrado para mí, y se los sacrificaste para que les sirvieran de comida. Te parecían poco tus prostituciones, 21 y sacrificaste a mis hijos, haciéndolos pasar por el fuego. 22 Y al cometer todas estas tus fornicaciones y prostituciones, no te acordaste del tiempo de tu mocedad, cuando estabas desnuda en tu vergüenza y te revolvías en tu sangre; 23 antes al contrario, después de tantas maldades, hay de ti! dice Yahvé, 24te hiciste en cada plaza un lupanar 25 y en cada calle un prostíbulo, mancillando tu hermosura, entregándote a cuantos pasaban y multiplicando tus prostituciones. 26 Te prostituíste a los hijos de Egipto, tus vecinos de gordos cuerpos, multiplicando tus fornicaciones para irritarme. 27 Por eso tendí yo a ti mi mano, y te quité parte de la dote, y te entregué al capricho de tus enemigas, las hijas de los filisteos, que te aborrecen y se avergüenzan de tu desenfreno. 28 No harta todavía, te prostituíste también a los hijos de Asiría, fornicaste con ellos, sin hartarte todavía. 29 Multiplicaste tus prostituciones desde la tierra de Canaán hasta Caldea, y ni con todo esto te saciaste. 30 ¿Cómo sanar tu corazón, dice el Señor, Yahvé, cuando has hecho todo esto, como desvergonzada ramera dueña de sí, 31 haciéndote prostíbulos en todas las encrucijadas y lupanares en todas las plazas? Y ni siquiera eres comparable a las rameras que reciben el precio de su prostitución. 32 Tú eres la adúltera que, en vez de su marido, acoge a los extraños. 33 A la meretriz se le paga su merced, pero tú hacías las mercedes a tus amantes y les hacías regalos para que de todas partes entrasen a ti para tus fornicaciones. 34 Ha sucedido contigo en tus fornicaciones lo contrario de las otras rameras, pues no te buscaban, y, pagando tú en vez de recibir paga, fuiste al contrario de las otras.

 

Israel, convertida en nación próspera, se envaneció de su estado de privilegio, y con sus riquezas y abundancia se dedicó a la más desenfrenada idolatría. Así, utilizó las mejores colinas y altos coloreados, o frondosos, para entregarse a sus prostituciones, o prácticas idolátricas. Son los famosos lugares altos o bamoth, lugares tradicionales de cultos sincretísticos, pues en ellos, juntamente con Yahvé, se daba culto a los ídolos 3. Y en el camino de la aberración, Israel llegó a ofrecer a sus hijos e hijas (v.20) a Moloc 4. Con ello, además de contrariar a los elementales derechos humanos, ha violado un pacto, pues los hijos e hijas de Israel pertenecían, por derecho especial, a Yahvé (. que habías engendrado para m1) 5. La idolatría se extendió tanto, que por doquier había un lugar de culto a las divinidades cananeas: te hiciste en cada plaza un lupanar, y en cada calle un prostíbulo (v.24). Y no sólo adoptó los cultos de Canaán, sino que introdujo los de Egipto y Asiría (v.26). Con el impío rey Manases se introdujeron hasta en el mismo templo los cultos asiríos, y después, por influencia de la facción política egiptófila, los de Egipto 6.

Precisamente por estas infidelidades, Dios le retiró parte de su dote como marido celoso, trayendo la carestía sobre el país, y la entregó a las hijas de los filisteos, es decir, dejó que le sojuzgaran las ciudades de la Pentápolis filistea (v.27). El desenfreno de Israel no tuvo límites, por lo que mereció el desprecio de sus mismos enemigos. Su conducta es menos disculpable que la de las mismas rameras, ya que éstas se entregan por necesidad, buscando un precio en su prostitución (ν.31), mientras que Israel llegσ hasta dar mercedes a sus amantes (v.33), es decir, destinar todas sus riquezas al culto de los ídolos. Ningún pueblo renunció a su Dios para entregarse a los dioses de pueblos enemigos, a no ser Israel, el pueblo elegido 7.

 

Castigo de tanta ingratitud (35-43).

35 Por tanto, oye, ¡oh ramera! la palabra de Yahvé: 36 Así dice el Señor, Yahvé: Por haber descubierto tus vergüenzas y haber mostrado tu desnudez a tus amantes en tus fornicaciones y a todos los abominables ídolos, y por la sangre de tus hijos que les ofreciste, 37 por eso reuniré yo a todos tus amantes y a cuantos recibiste placentera, y, además de los que amaste, traeré también a los que aborreciste, y los juntaré contra ti en derredor, y les descubriré tus vergüenzas, y contemplarán todas tus torpezas. 38 Te juzgaré como se juzga a la adúltera y a la vertedora de sangre, y te haré sangrienta víctima del furor y del celo. 39 Te entregaré a sus manos, y ellos desharán tu lecho y derribarán tus prostíbulos, te desnudarán de tus vestidos y te arrebatarán todos los ornamentos de tu hermosura y te dejarán desnuda, en cueros. 40 Y harán venir contra ti a las muchedumbres, y te lapidarán con piedras, y te atravesarán con la espada, 41 y pegarán fuego a tus casas, y harán en ti justicia a ojos de muchas mujeres, y haré que ceses de fornicar, y no harás ya más regalos. 42 Saciaré en ti mi ira y se apartará de ti mi celo. 43 Por cuanto no te acordaste de los días de tu mocedad y me provocaste a ira con todas esas cosas, por eso yo también echaré tus caminos sobre tu cabeza, dice el Señor, Yahvé, y cumpliré mis designios contra todas tus abominaciones.

 

Continúa la alegoría. Israel en su conducta es como una meretriz que ha mostrado su desnudez a todos sus amantes, es decir, se ha entregado a los ídolos de los pueblos que consideró amigos (v.36). Pero Yahvé le entregará a los pueblos que no ha amado. En efecto, por virtud de la justicia divina, los babilonios rodearán a la ciudad de Jerusalén y la arrasarán, y ésta será condenada como adúltera y derramadora de sangre (ν.38). La pena del adulterio era la lapidación 8, y la del homicidio era la muerte violenta con derramamiento de sangre 9. Israel, al entregarse a los ídolos, fue adúltera abandonando a su verdadero Esposo, Yahvé; y al sacrificar sus niños a Moloc ha incurrido en el mayor de los homicidios. Los babilonios serán los instrumentos de la justicia divina, de forma que todo lo que constituía el orgullo de Jerusalén como capital de la nación judía desaparecerá como botín. Todas sus riquezas (ornamentos de su hermosura, v.43) caerán en poder de los soldados de Nabucodonosor, y Jerusalén quedará desnuda, indigente y despreciada. En su pobreza extrema no tendrá ya ocasión de fornicar con los ídolos, pues será despreciada de todos sus antiguos amantes. Yahvé echará sobre la cabeza de Jerusalén sus caminos (v.43), es decir, su inicuo proceder, haciéndola gustar el amargo fruto de su perversa conducta.

 

Paralelo de Jerusalén con Samaría y Sodoma (44.-58)

44 Mira que no habrá proverbista que no te aplique este proverbio: "Cual la madre, tal la hija." 45 Sí, eres hija de madre que aborreció a su marido y a sus hijos. Y eres también hermana de tus hermanas, que aborrecieron a sus maridos y a sus hijos. Vuestra madre fue una jetea, y vuestro padre un amorreo. 46 Tu hermana mayor es Samaría, con sus hijas, que habita a la izquierda tuya, y tu hermana menor es Sodoma, con sus hijas, que habita a tu derecha. 47 Y ni aun seguiste sólo sus caminos, ni imitaste sólo sus abominaciones; como si esto fuera muy poco para ti, te corrompiste más que ellas en todas tus sendas. 48 Por mi vida, dice el Señor, Yahvé, que tu hermana Sodoma, con sus hijas, no hizo lo que tú con tus hijas hiciste. 49 Mira cuál fue la iniquidad de Sodoma, tu hermana: Tuvo gran soberbia, hartura de pan y gran ociosidad ella y sus hijas. No dio la mano al pobre, al desvalido; 50 se ensoberbecieron e hicieron lo que a mis ojos es abominable, y cuando lo vi, las quité de en medio. 51 Samaría no pecó ni la mitad de lo que tú has pecado. Tú multiplicaste tus fornicaciones mucho más que ellas, hasta el punto de hacer justas a tus hermanas con todas las abominaciones que has cometido. 52 Lleva, pues, sobre ti tu vituperio, tú que has abogado por la causa de tus hermanas con las abominaciones que más que a ellas te han hecho abominable, viniendo a ser justas ellas comparadas contigo. Sé confundida y soporta tu vituperio también tú, pues que has venido a justificar a tus hermanas. 53 Pero yo mudaré la suerte suya, la suerte de Sodoma y de sus hijas, la suerte de Samaría y de sus hijas, y con la de ellas mudaré también la tuya, 54 para que soportes tu confusión y tu vituperio por todo cuanto hiciste y les sirvas a ellas de consuelo. 55 Tu hermana Sodoma con sus hijas volverán a su anterior estado; volverán también a él Samaría con sus hijas, y tú también y tus hijas volveréis a vuestro estado primero. 56 Ni el nombre siquiera de tu hermana Sodoma se oía en tu boca al tiempo de tu orgullo, 57 antes de que fuera descubierta tu perversidad. Así también eres tú oprobio para las hijas de Aram y para las hijas de los filisteos que te rodean, que dondequiera te desprecian. 58 Lleva sobre ti tu perversidad y tus abominaciones, dice Yahvé.

 

Los exilados creían que Jerusalén no merecía el castigo de la destrucción, como anunciaba el profeta. Por ello, éste compara la maldad de ella con la de sus hermanas en la perversidad, Samaría y Sodoma. Ellas han sido menos culpables que la capital de Judá, en cuanto que ésta debiera haber escarmentado en el castigo de aquéllas. En realidad, Jerusalén se ha mostrado digna de sus antepasados: cual la madre, tal la hija (v.44). El proverbio popular tendrá en ella plena aplicación. Jerusalén en su formación había heredado las lacras de sus antiguos poseedores los cananeos. Ya antes el profeta le había echado en cara, para humillarla, su origen cananeo: "eres por tu tierra y por tu origen una cananea" (v.3). Los primeros pasos de Israel como pueblo fueron en medio de una población pagana en tierra de Canaán, de la que sufrió una gran influencia étnica y cultural; sobre todo, de los cananeos heredó su propensión a la idolatría: eres hija de madre que aborreció a su marido y a sus hijos (v.45a). Parece que el dios El fue la divinidad primitiva de la población semítica de Canaán 9. En ese caso, el profeta aludiría a la infiltración de otras divinidades entre los cananeos. Canaán, madre de Jerusalén, en cuanto que esta capital estaba en su territorio, y sus habitantes habían sido influidos de la población cananea, había, pues, aborrecido α su marido, el dios primitivo El, y se había entregado a prácticas crueles con sus hijos, inmolándolos 10.

Jerusalén ha imitado estas abominaciones de su madre Canaán, y además se ha puesto en la misma línea de prevaricación que la nefanda Sodoma y su hermana de sangre Samaría n. Esta es llamada hermana mayor por su mayor vinculación a Jerusalén y, sobre todo, por la importancia que ha tenido su reino históricamente. Se la localiza a la izquierda o norte, según la costumbre entre los antiguos semitas de orientarse mirando al oriente. Samaría se hallaba, pues, supuesta la orientación hacia el este, a la izquierda de Jerusalén, mientras que Sodoma se hallaba a la derecha o sur. Sodoma había quedado en la tradición bíblica como el símbolo de la ciudad maldita por Dios en castigo de sus nefandas acciones. Aquí no se alude a su pecado específico sodomítico, sino a su arrogancia e insolencia por sentirse con hartura de pan (v.49), despreciando así al necesitado. La crueldad es un pecado que los profetas echan frecuentemente en cara a los pueblos paganos 12. Sin embargo, aquí los pecados de Sodoma son considerados como de menor perversidad a los ojos de Dios en comparación con los de la propia Jerusalén, elegida de Yahvé como lugar de su morada. Este privilegio único la hizo más culpable que su hermana Samaría, la cual, a pesar de sus pecados, fue menos culpable que ella: tú multiplicaste tus fornicaciones mucho más allá que ellas, hasta el punto de hacer justas a tus hermanas (v.51). Todas han sido pecadoras, pero hay todavía gradación en la misma maldad, ya que los pecados de Jerusalén revisten una particular malicia, la de su ingratitud para con su Dios 13. Por eso es particularmente merecedora de castigo y en mayor escala que sus hermanas en la prevaricación (v.52).

Como siempre, el anuncio del castigo sobre el pueblo elegido trae a la memoria del profeta, por contraste, la idea de la restauración mesiánica. Los castigos enviados por Yahvé tienen, siempre que se trata de Israel, un carácter purificador, para que se prepare para la nueva etapa gloriosa. Sin embargo, el profeta anuncia un estado de humillación futuro para Jerusalén, ya que estará en plan de pura igualdad frente a sus hermanas, Sodoma y Samaría, en vez de la situación de privilegio que en otros tiempos tuvo. Hubo un tiempo en que Jerusalén evitaba el nombre de Sodoma, porque era considerada como una ciudad maldita por Dios (v.5ó); pero ahora ha sido merecedora también la Ciudad Santa de mayores castigos por sus pecados, en tal forma que se ha convertido en objeto de oprobio para las hijas de Aram y para las hijas de los filisteos (v.58), e.d., las ciudades circunvecinas arameas y de la Pen-tápolis filistea. Los tradicionales enemigos de Judá sentirán una maligna satisfacción al verla humillada por el mismo Dios, que constituía su orgullo y su gloria.

 

Renovación de la alianza antigua (59-63).

59 Porque así habla el Señor, Yahvé: Voy a hacer yo contigo lo que conmigo hiciste tú, menospreciando el juramento y rompiendo el pacto. 60 No obstante, yo me acordaré de la alianza que contigo hice al tiempo de tu mocedad y confirmaré contigo una alianza eterna. 61 Y tú te acordarás de tus obras y te avergonzarás cuando recibas a tus hermanas mayores y menores, que yo te daré por hijas, mas no ya por el pacto hecho contigo. 62 Yo renovaré mi alianza contigo, y sabrás que yo soy Yahvé, 63 para que te acuerdes y sientas vergüenza y nunca más, de vergüenza, te atrevas a abrir la boca, cuando te habré perdonado cuanto hiciste, dice el Señor, Yahvé.

 

Yahvé castigará a Jerusalén por su violación del juramento, rompiendo el pacto (v.59) del Sinaí. La intervención justiciera de Dios será muy dura, pero no anulará las cláusulas de la antigua alianza, sino que las mantendrá, ratificándolas con una alianza eterna. La antigua alianza del Sinaí, en tiempos de la mocedad de Israel como pueblo, será matenida sustancialmente, pero al mismo tiempo será sublimada y colmada en contenido. La primera, hecha en tiempos de la mocedad del pueblo elegido, fue rota por las veleidades de éste, consecuencia de su inexperiencia juvenil. La nueva alianza será eterna, es decir, no sujeta a alteraciones por parte de Israel, porque Yahvé se apoderará totalmente de su corazón y de sus afectos más íntimos. Es la misma promesa de nueva alianza anunciada por Oseas y Jeremías 14. Como consecuencia de esa nueva situación afectiva interna, Jerusalén se avergonzará de sus antiguas obras. Jerusalén volverá a ser centro de atracción de sus hermanas mayores y menores (v.61), es decir, de Samaría y de Sodoma, símbolo de todos los pueblos paganos o paganizados que un día integrarán el Israel de Dios, heredero directo del Israel de la carne. La perspectiva se mueve dentro de las promesas mesiánicas universalistas expresadas en varios textos del A.T. y explicitadas magistralmente por San Pablo 15. Y todo ello como consecuencia de un nuevo pacto (v.62), fruto de la pura benevolencia divina, que quiere reivindicar su honor entre las naciones gentiles. Estos beneficios de Yahvé traerán la confusión y la vergüenza a la ingrata Jerusalén (ν.όβ).

 

1 Cf. P. Dhorme, Amarna: DBS i (1928) 207-225; id., Les amorreheens: RB 37 (1928) 63-79-161-180; 39 (1930) 161-178; 40 (1931) 161-184; id., Abraham dans le cadre de la histoire: RB 37 (1928) 367-385.481-511; 40 (1931) 364-374.503-518; De Vaux, Les patriarches hébreux: RB 1946; F. M. Abel, Géographie I (1933) 321; II (1938) 21s; R. Dussaud, Les découvertes de Ras Shamra et l'A.T. (París 1937) 21.96-113. Véase Spadafora, o.c., p.125s· — 2 Ex 19:6. — 3 Cf. Os 2:7; Jer 2:20; Is 57:7-8. La frase simulacros de hombres del v.17 quizá sea alusión a las prácticas obscenas de los santuarios cananeos, en las que no faltaba el phallus, símbolo de la fecundidad (Is 57:8). — 4 Cf. 2 Sam 16:4; Lev 18:21; Ez 20,25; 23:37; Sal 106:36; Dt 12:31. — 5 Cf. Dt I4:1; Ex 4:228. — 6 La frase de gordos cuerpos es un eufemismo por las partes vergonzosas: Lev I5"2s; Gen 17:11; Ez 44:7. — 7 Cf. Ez 5:7; Jer 2,ios. — 8 Cf. Dt 22:24. — 9 Cf. Gen 9:6; Ex 21:12; Lev 24:17. — 9 Cf. J. Lagrange, Études sur les religions sémitiques (París 1905) 71 s; R. Dussaud, Les découvertes de Ras Shamra et VA.T. (París 1937) 673. — 10 Cf. Lev 18:21; 20,2; Dt 12:31; 18:10; 2 Re 16:3. — 11 La frase vuestra madre fue una jetea, y vuestro padre un amaneo parece una mera repetición del v.3. — 12 Cf. Is 10:135; 14:6; Jer 47:7s; 48:26-30; Ez 28:1-5; 29:1-7. — 13 Cf. Ezc.8. — 14 Jer 31:33; Os 2:19-24· — 15 Cf. Sal 87:43; Is 2:3; 60:35; 66:8s; Rom 9:1-8; Act 7:29-53-

 

 

17. Deslealtad y trágica suerte del Rey Sedecías. Promesa Mesianica.

En este capítulo encontramos una clara alusión a la situación política inmediata anterior a la catástrofe del 586. Puede dividirse en tres partes: a) parábola de la gran águila, símbolo de Nabucodonosor (v.1-10); b) explicación de la parábola (v.11-21); c) apéndice: la restauración mesiánica (v.22-24).

Los profetas siempre habían predicado la sumisión al coloso babilónico como mal menor. Toda otra política nacionalista constituía entonces un verdadero suicidio colectivo, como lo demostraron los acontecimientos. Ezequiel se mantiene, pues, en la misma línea que Jeremías, y anuncia el fin trágico del incauto rey Sedecías, que se atrevió a hacer frente a los babilonios apoyado en ilusorias promesas egipcias. En la deportación del 598, el rey Joaquín, o Jeconías, fue llevado a Babilonia. Le sucedió en el trono su tío Matanías o Sedecías, quien después de diez años de sumisión a Nabucodonosor, instigado por el faraón egipcio, se sublevó, dando con ello lugar a la destrucción de Jerusalén por los babilonios en el 587.

 

Parábola de la gran águila (1-10).

1 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 2 Hijo de hombre, propon un enigma y compon una parábola sobre la casa de Israel. 3 Di: Así habla el Señor, Yahvé: La gran águila de grandes alas y de largas plumas, toda cubierta de espléndido plumaje de colores varios, vino al Líbano y tomó el cogollo del cedro, 4 arrancó el principal de sus renuevos y lo llevó a tierra de mercaderes, y lo puso en una ciudad de comerciantes. 5 Escogió luego un sembrado de la tierra y !o puso en campo selecto para la plantación. Lo puso cerca de aguas abundantes, lo plantó como un sauce 1. 6 Echó brotes y se hizo una vid frondosa, pero de poca altura, para que dirigiese hacia el águila sus ramas y le estuvieran sometidas sus raíces. Hízose vid, y echó sarmientos y extendió sus ramas. ? Pero había otra gran águila de grandes alas y espeso plumaje, y la vid dirigió hacia ésta sus raíces y tendió hacia ella sus sarmientos desde el bancal en que la otra la plantó para que estuviera bien regada. 8 Había sido plantada en tierra buena y cerca de abundantes aguas para que echase ramas y llevase frutos y se hiciese una vid vigorosa. 9 Di: Así habla el Señor, Yahvé: ¿Prosperará? El águila primera, ¿no arrancará sus raíces, no las despojará, dejándolas que se seque y sequen todas las hojas que echó? Sin gran esfuerzo, sin necesidad de mucha gente la arrancará de raíz. 10 Había sido plantada, ¿prosperará? ¿No se secará del todo apenas la toque el viento solano? En los bancales donde brotó se secará.

 

El símil es bellísimo y expresivo en extremo. Se presenta al conquistador babilónico como un águila imponente que planea sobre los bosques del Líbano, que aquí es símbolo del reino de Judá y de Jerusalén. El reino glorioso de la dinastía davídica es comparado poéticamente al esplendor de los cedros del Líbano. El mismo profeta explicará el sentido alegórico de cada rasgo de la parábola 2. El cogollo del cedro (v.3) es el representante de la dinastía davídica, simbolizada en un cedro imponente y majestuoso. Nabucodonosor escogió un retoño de ese cedro de la dinastía davídica, a Sedecías, para que desplegase su actividad regia sometido a Babilonia, dándole todas las facilidades de gobierno. Por eso es comparado a un sauce (v.5) plantado junto a aguas abundantes.

Antes había arrancado al principal de sus renuevos, y le llevó a tierra de mercaderes, y le puso en una ciudad de comerciantes (v.4), es decir, a Babilonia, famosa por su tráfico comercial. La alusión es clara a la deportación del rey Joaquín, o Jeconías, en 598, después del primer sitio de Jerusalén por las tropas de Nabucodonosor. El reinado del sustituto de éste, Sedecías, entronizado por el rey babilonio, fue relativamente próspero, pues participaba de la protección del coloso mesopotámico; por eso echó brotes y se hizo una vid frondosa (v.6), pero en su actividad estaba mediatizado por el poder del protector; de ahí que la vid fuera de poca altura. Esta fue la situación de Judá desde el 597 al 588 a.C. Durante este período, el dominio de Palestina por los babilonios no fue turbado por las incursiones egipcias, pues el faraón Psamético II, después de la derrota sufrida en Carquemis, no se aventuró en expediciones peligrosas fuera de su territorio.

Pero su sucesor, Hofra, quiso de nuevo ser el arbitro de la política de la encrucijada palestinense y movió todos sus resortes diplomáticos para levantar contra Babilonia a los reyezuelos palestinianos vasallos de Babilonia. Entre ellos descollaba el rey Sedecías de Judá. El faraón egipcio es presentado aquí como otra gran águila de grandes alas y espeso plumaje (ν.7). Es la contrarrιplica de Nabucodonosor. Sedecías se dejó pronto seducir; por eso dirigió hacia esta (águila) sus raices y tendió hacia ella sus sarmientos (v.7). Esperaba obtener mejores condiciones de vida con la amistad egipcia. La viña había de ser bien regada y daría copiosos frutos. Sin embargo, el profeta hace resaltar que la situación de Judá bajo los babilonios no era despreciable, ya que había sido plantada en tierra buena y cerca de abundantes aguas (v.8), y, efectivamente, pudo desarrollar su vida nacional con cierta holgura como para convertirse en vid vigorosa. Por eso, la conducta de Sedecías al acercarse a Egipto puede calificarse de insensata, ya que no hará otra cosa sino provocar al viento solano (v.10), al invasor babilonio, que vendrá por el oriente con sus tropas deseosas de botín y de sangre. Nabucodonosor, el águila primera, arrancará de cuajo esa vid frondosa que era el reino de Judá. Ezequiel anuncia solemnemente el desastre definitivo de Jerusalén a los exilados. La alocada conducta del rey de Jerusalén no hará sino acelerar la hora del castigo divino.

 

Explicación de la parábola (11-21).

11 Y me fue dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 12 Anda, di a la casa rebelde: ¿No habéis entendido lo que esto significa? Di: El rey de Babilonia vino a Jerusalén, cogió al rey y a sus príncipes y los deportó, llevándoselos consigo a Babilonia. 13 Tornó a uno de la real estirpe e hizo con él un pacto, tomándole juramento. Llevóse a los poderosos de la tierra, 14 para que el reino fuese modesto y 110 se rebelase, y guardase y mantuviese el pacto hecho con él. 15 Pero se rebeló y mandó embajadores a Egipto para que le diese caballos y mucha gente. ¿Prosperará? ¿Escapará el que tales cosas hizo? Rompió el pacto, ¿escapará? 16 Por mi vida, dice el Señor, Yahvé, que en la tierra de quien le habían puesto en el trono, cuyo juramento menospreció y cuya alianza rompió, allí morirá, en Babilonia. 17 Y el faraón no le socorrerá con gran ejército y muchas fuerzas en la lucha cuando se levanten terraplenes y se construyan torres para destrucción de muchas vidas. 18 Menospreció el juramento, rompió el pacto, dio su mano, y luego hizo cosas tales; no escapará. 19 Por tanto, así habla el Señor, Yahvé: Por mi vida que yo echaré sobre su cabeza mi juramento, que él menospreció, y mi pacto, que él rompió, 20 y le tenderé mi red y quedará preso en mi lazo. Le deportaré a Babilonia y allí le juzgaré por la infidelidad cometida contra mí. 21 Todos los fugitivos de sus tropas caerán a la espada, y los que quedan serán dispersados a todos los vientos, y sabréis que yo, Yahvé, he hablado.

 

Ezequiel explica la parábola por orden expresa divina a la casa rebelde (v.11), es decir, a la comunidad de exilados israelitas que no querían comprender los caminos de Yahvé, el cual había determinado un castigo justiciero sobre Jerusalén y la dinastía davídica. La explicación de la parábola es clara: el rey de Babilonia es Nabucodonosor, quien en 598 tomó al rey (Jeconías) y a sus príncipes y los deportó. a Babilonia (v.12). Era el cogollo del cedro., el principal de sus renuevos., es decir, el principal representante entonces de la dinastía davídica, figurada en un cedro frondoso oriundo del Líbano (aquí Jerusalén). En su lugar, Nabucodonosor tomó a uno de la real estirpe (ν.13), es decir, a Matanνas, a quien cambió el nombre en Sedecías para indicar su poder sobre él. Este era tío carnal de Jeconías. Era, pues, de real estirpe. Nabucodonosor quiso diplomáticamente captar la voluntad de los judíos, imponiéndoles un rey de su dinastía. Conservaba sobre él un alto dominio, pero Sedecías, dentro de su categoría de rey vasallo, tenía una relativa autonomía.

El nuevo rey de Judá había aceptado su nueva situación, ratificándola conjuramento (v.13) solemne. Con todo, Nabucodonosor tomó sus medidas. Así sabemos que se llevó a las fuerzas vivas de la nación, los poderosos de la tierra (v. 13), de modo que el reino fuera modesto y no se preparase para nuevas rebeliones (v.14). Pero Sedecías se rebeló, buscando ayuda militar en Egipto, la otra gran águila 3. Pero no tendrá éxito en su insurrección, porque rompió el pacto (v.15) solemne que había hecho con el rey de Babilonia. Esto traería como consecuencia una intervención airada del coloso mesopotámico; en efecto, el imprudente rey Sedecías, reo de perjurio, morirá en Babilonia (v.16). De nada le servirán las fuerzas que le envíe el faraón Hofra, pues éste será derrotado 4 y dejará a Jerusalén a su suerte. Todo el movimiento de defensa organizado en torno a Jerusalén (construcción de terraplenes y. torres, v.17) no servirá sino para aumentar las proporciones de la catástrofe al ocasionar la destrucción de muchas vidas (v.17).

La conducta de Sedecías no puede aprobarse en ética elemental, ya que menospreció el juramento, rompió el pacto. (v.18). Es simplemente un perjuro; como tal, debe ser castigado. Yahvé personalmente le castigará por tal crimen, pues se considera vinculado al juramento de Sedecías. Sin duda que éste, como israelita, había puesto por testigo de su veracidad a su Dios, Yahvé. Al romper el juramento, cometía un grave pecado contra Yahvé, pues comprometía su veracidad ante los paganos; por eso aquí se pone en boca de Dios la repulsa de la conducta infiel de Sedecías: Por mi vida que yo echaré sobre su cabeza mi juramento, que él menospreció, y mi pacto, que él rompió (v.19q). El pacto entre Sedéelas y Nabucodonosor era el pacto de Yahvé, pues había sido invocado como garantía de su fidelidad por parte del rey de Judá. Es interesante esta doctrina moral de mantener el juramento con los enemigos, expresada de un modo tan claro en el A.T.

El castigo de la infidelidad de Sedecías se cumplirá cuando sea deportado a Babilonia, donde será cegado. Antes fue llevado a presencia de Nabucodonosor, a su cuartel general de Ribla (Alta Siria), y a presencia de él fueron asesinados sus hijos5. La profecía de Ezequiel se cumplió a la letra, pues lo más selecto de sus tropas cayó ante la espada, y el resto fue dispersado a los cuatro vientos (v.21). Es el sello de la profecía de Yahvé: sabréis que yo, Yahvé, he hablado 6.

 

Promesa del rey Mesías (22-24).

22 Así dice el Señor, Yahvé: También yo tomaré del cogollo del cedro elevado, y del principal de sus renuevos cortaré un tallo y lo plantaré sobre el monte alto y sublime, 23 en el monte alto de Israel lo plantaré, y echará ramas y dará fruto, y se convertirá en magnífico cedro, y se acogerán a él las aves de toda pluma, que habitarán a la sombra de sus ramas, 24 y conocerán todos los árboles de la selva que yo soy Yahvé, que humillé al árbol sublime y levanté al árbol bajo, sequé el árbol verde e hice reverdecer el árbol seco. Yo, Yahvé, he hablado y yo lo cumpliré.

 

Como en otras ocasiones, el profeta contrapone un horizonte de esperanza al sombrío de castigo que acaba de presentar a los exilados. La misión de los profetas, como centinelas de los intereses espirituales de su pueblo, es situar en su debida proporción el alcance de los castigos de Dios a su pueblo. En medio de todas las encrucijadas críticas de la historia de Israel se cierne siempre la esperanza mesiánica como norte de la vida nacional. Ezequiel debía hacer ver a los exilados israelitas que sus vanas ilusiones sobre la permanencia de Jerusalén como capital de un reino corrompido religiosamente no tenían fundamento. La hora de la ira justiciera divina llegará inexorablemente, y la dinastía davídica se eclipsará de momento al ser deportados sus representantes a Babilonia. Pero ésta no será una situación definitiva, porque ante todo está la promesa de Dios de inaugurar una era mesiánica presidida por la misma dinastía davídica. El profeta adapta el símil de la parábola antes expresada para dar un nuevo sentido más profundo favorable a las esperanzas mesiánicas. Como Nabucodonosor, la gran águila, tomó del cogollo del cedro, llevando al principal de sus renuevos, Jeconías, a Babilonia (v.2), así también Yahvé en un tiempo futuro tomará del cogollo del cedro, cortando un tallo del principal de sus renuevos (v.22). Ya hemos dicho que cedro en todos estos textos equivale a la dinastía davídica. Ahora bien, con la deportación del principal de sus renuevos (Jeconías) no desaparece ésta, porque Yahvé se encargará de cortar de él un tallo para plantarlo en el monte alto de Israel (v.23), en la colina santa de Sión. Allí se desarrollará frondosamente, hasta convertirse en magnifico cedro, en el que anidarán aves de toda pluma (v.23); es decir, todos los pueblos se reunirán en Jerusalén bajo la sombra protectora del Mesías7. Y todos los arboles de la selva (todas las naciones) reconocerán que todo ha sido obra providencial de Yahvé, pues es el arbitro de la historia, ya que humilla al árbol sublime (Babilonia) y levanta al árbol bajo, o reino de Judá, humillado por el opresor babilónico 8. Yahvé ha obrado un milagro en favor de su pueblo, pues le ha hecho reverdecer cuando todos le consideraban como un árbol seco, y, en cambio, ha secado al árbol verde, el imperio babilónico, que con su exuberancia parecía tener una larga vida. La historia está en manos de Dios; por eso Israel debe confiar ciegamente en El a pesar de la tragedia que se le avecina. Al fin triunfará el pueblo elegido sobre el invasor babilónico 9.

 

1 Así, siguiendo el paralelo árabe y arameo del vocablo hebreo safsafah. Es la traducción de Dennefeld, Cantera y Spadafora, etc. — 2 Sobre el símil del águila para designar a los grandes conquistadores cf. Dt 28:49; Os 8:1; Abd 1:8; Jer 48:40; 49:22; Is 46:11. — 3 Sobre la insurrección del rey Sedecías véase 2 Re 24:20. — 4 Cf. Jer 37,Ss; Ez 30,21. — 5 Cf. 2 Re 25:6-7; Jer 52:9. — 6 Cf. Ez 6:13; 14:8; 21:22; 34:24.

 

 

18. La Retribución equitativa individual.

Uno de los problemas morales que plantea el A.T. es el de la responsabilidad colectiva e individual. Dada la mentalidad semítica sobre la solidaridad del clan, generalmente se admitía antes del exilio que las buenas o malas obras de los individuos debían ser participadas por la colectividad. Todos eran solidarios en el bien y en el mal de los individuos. La catástrofe del exilio hizo que el problema se estudiara más a fondo. La gran ilusión de la colectividad nacional como fin de la actividad individual, en cuanto que Israel estaba destinada a una gran misión futura en los tiempos mesiánicos, se fue desvaneciendo con los reveses políticos. Todo parecía perdido. ¿Por qué la generación contemporánea de Ezequiel pagaba por los pecados de sus antepasados? "Los padres comieron las agraces, y los hijos sufren la dentera," es el proverbio irónico que corre entre los exilados. Dios no parecía justo en la distribución de sus bendiciones y castigos, y, por tanto, no merecía molestarse en ser justo. Los exilados empezaban a sentirse escépticos, y el profeta se ve obligado a aclarar la doctrina sobre la retribución. Dios es justo y dará a cada uno lo que merece. Este es el tema del presente capítulo, de gran profundidad moral. La doctrina aquí expuesta le ha merecido a Ezequiel el título de "campeón del individualismo en el A.T.." Sin duda que es un gran avance doctrinal en lo referente a la retribución, supuesta la mentalidad dominante en los profetas anteriores al exilio.

Suele dividirse el capítulo en tres partes: a) el individuo es responsable de su conducta personal (v.1-20); b) el hombre será juzgado por su conducta actual, no por la pasada (v.21-29); c) invitación a la conversión (v.30-32).

 

Responsabilidad personal del individuo (1-20).

1 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 2¿Qué andáis repitiendo este proverbio en la tierra de Israel y decís: "Los padres comieron las agraces, y los dientes de los hijos sufren la dentera"? 3 Por mi vida, dice Yahvé, que nunca más diréis este refrán en Israel. 4 Mías son las almas todas; lo mismo la del padre que la del hijo, mías son, y el alma que peca , ésa perecerá. 5 El que sea justo y haga juicio y justicia, 6 no banquetee por los montes, y no alce los ojos a los ídolos de la casa de Israel, no deshonre a la mujer de su prójimo y no se llegue a la menstruada, 7 y no oprima a nadie y devuelva al deudor su prenda, no robe y dé pan al hambriento y vestido al desnudo, 8 no dé a logro ni reciba a usura, retraiga su mano del mal y haga juicio de verdad entre hombre y hombre, 9 camine en mis mandatos y guarde mis leyes, obrando rectamente, ése es justo, vivirá, dice Yahvé. 10 Pero, si engendró un hijo violento, vertedor de sangre o que haga una de esas otras cosas, 11 y, no imitando a sus padres, coma por los montes, manche a la mujer de su prójimo, 12 oprima al pobre y al desvalido, robe, no devuelva la prenda, alce los ojos a los ídolos y haga abominaciones, 13 dé a logro y reciba a usura, ¿vivirá éste? No vivirá. Hizo todas esas abominaciones, de cierto morirá. Recaerá su sangre sobre él. 14 Pero, si éste engendró un hijo que, viendo todos los pecados de su padre, no los imita, 15 ni come por los montes, ni alza sus ojos a los ídolos de Israel, ni mancha a la mujer de su prójimo, 16 ni oprime a nadie, ni retiene la prenda, ni roba, da su pan al hambriento y viste al desnudo, 17 contiene su mano de la iniquidad, no recibe usura ni interés y cumple mis preceptos, éste no morirá por la iniquidad de su padre, vivirá. 18 Su padre, que agravió y despojó a su hermano y no obró el bien en medio de su pueblo, éste morirá por su iniquidad. 19 Y si dijereis: ¿Por qué no ha de pagar el hijo la iniquidad del padre? Pues porque el hijo hizo juicio y justicia y guardó mis mandamientos y los puso por obra, y de cierto vivirá. 20 El alma que pecare, ésa morirá; el hijo no llevará sobre sí la iniquidad del padre, ni el padre la del hijo; la justicia del justo será sobre él, y sobre él será la iniquidad del malvado.

 

Ezequiel reacciona violentamente contra la opinión de los exilados, que irónicamente hacían correr de boca en boca el proverbio "los padres comieron las agraces, y los dientes de los hijos sufren la dentera." Creen que ellos no merecen los castigos que les anuncia su profeta. Son sus antepasados los que colmaron el cáliz de la cólera divina; sin embargo, ellos son los que sufrirán las terribles consecuencias. De ahí deducían que Yahvé no era justo con ellos, ya que los hacía sólo solidarios en los castigos y no en las bendiciones prometidas a su pueblo. ¿Cómo Dios había permitido la muerte trágica del piadoso rey Josías en la batalla de Megiddo en 609 contra el faraón egipcio? ¿Por qué se acumularon tantas desgracias en tan poco tiempo sobre la misma generación? ¿Es que eran peores que sus antepasados? El principio de solidaridad en lo malo les angustiaba. La doctrina tradicional no era justa.

Ezequiel quiere esclarecer el problema. En realidad, cada uno sufrirá por sus propias iniquidades, porque todos, padres e hijos, son de Yahvé: mías son las almas todas, lo mismo la del padre que la del hijo (v.4); por consiguiente, todos en principio están en plan de igualdad respecto de Dios. Sólo sus obras las diversifica, en cuanto que el pecado aleja de Dios y atrae sobre él el castigo, mientras que las buenas obras acercan a Dios y les traen las bendiciones de todo género. Es falsa la creencia de que el hijo pertenece al padre, y, por tanto, que aquél debe ser solidario de las obras de éste. En realidad, las almas o personas pertenecen sólo a Dios, quien las trata conforme a sus obras: el alma que pecare, ésa morirá (v.4b). La muerte física era el máximo castigo en una época en que no se conocía la retribución en ultratumba. Dios, pues, hará que el pecador sufra muerte prematura en castigo de sus pecados. Al contrario, el que sea recto en su conducta, practicando el juicio y la justicia, en el sentido de acomodarse a las leyes de Dios tal como se especifican a continuación, ése vivirá. Hacer la justicia y el juicio no se refiere sólo a las virtudes sociales de equidad con el prójimo, sino también equivale a ser recto o perfecto en los caminos del Señor.

Y se opone a ello la serie de pecados que a continuación se enumeran: prácticas idolátricas por los montes, acompañadas de festines conmemorativos. Es el culto en los lugares altos, tan fustigado en la literatura profética *; adulterios (v.6) 2, impurezas legales, entre las que se contaban las relaciones sexuales con mujer menstruada 3; opresiones a los débiles 4 por parte de los afortunados, los cuales muchas veces retenían en prenda cosas necesarias para la vida del deudor, lo que estaba expresamente prohibido en la Ley. Según ésta, debía devolverse el manto al deudor antes de que llegara la noche 5. Estaban también prohibidos la usura y el cohecho 6; por eso, fomentar el préstamo usurario era oponerse a las prescripciones divinas (v.8). Se permitía cobrar intereses sólo al extranjero. El programa social que Ezequiel recomienda se resume en la frase haga juicio entre hombre y hombre (v.8). El sentido de equidad debe presidir todas las acciones del hombre en sus relaciones con el prójimo. El justo debe en todo acomodarse a los mandatos de Yahvé (v.9).

Después de enumerar las diversas clases de transgresiones, el profeta especifica que sólo el que personalmente las cometa será reo de pecado. Los padres no sufrirán por los pecados de los hijos, ni viceversa (v.20).

 

El hombre será juzgado por su conducta actual (21-32).

21 Y si el malvado se retrae de su maldad, y guarda todos mis mandamientos, y hace lo que es recto y justo, vivirá y no morirá. 22 Todos los pecados que cometió no le serán recordados, y en la justicia que obró vivirá. 23 ¿Quiero yo acaso la muerte del impío, dice el Señor, Yahvé, y no más bien que se convierta de su mal camino y viva? 24 Pero, si el justo se apartare de su justicia e hiciere maldad conforme a todas las abominaciones que hace el impío, ¿va a vivir? Todas las justicias que hizo no le serán recordadas; por sus rebeliones con que se rebeló, por sus pecados que cometió, por ellos morirá 25 Y si dijereis: No es recto el camino del Señor, escucha, casa de Israel. ¿Que no es derecho mi camino? ¿No son más bien los vuestros los torcidos ? 26 Si el justo se aparta de su justicia para obrar la maldad y por eso muere, muere por la iniquidad que cometió. 27 Y si el malvado se aparta de su iniquidad que cometió y hace lo que es recto y justo, hará vivir su propia alma. 28 Abrió los ojos y se apartó de los pecados cometidos, y vivirá y no morirá. 29 Y dice la casa de Israel: ¿No son derechos los caminos del Señor? ¿Que no son derechos mis caminos, casa de Israel? ¿No son más bien los vuestros los torcidos? 30 Yo, pues, os juzgaré a cada uno según sus caminos, ¡oh casa de Israel! dice Yahvé. Volveos y convertios de vuestros pecados, y así no serán la causa de vuestra ruina. 31 Arrojad de sobre vosotros todas las iniquidades que cometéis, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué habéis de querer morir, casa de Israel? 32 Que no quiero yo la muerte del que muere. Convertios y vivid.

 

En este fragmento se expresa de un modo bellísimo la disposición de Dios a perdonar al pecador. Sólo exige, por parte de éste, arrepentimiento y cambio de vida. En cualquier momento, pues, puede el impío entrar por el buen camino, porque Dios no tiene interés especial en perderle. Dios hace caso omiso de los pecados pasados supuesta la voluntad de cambiar de vida (v.21): todos los pecados que obró no le serán recordados. Dios no sólo es justo, sino que es también misericordioso. No puede, pues, complacerse en la muerte del impío (v.23). Aquí la muerte tiene el sentido inmediato literal de muerte física, que era considerada como el máximo castigo. No obstante, vida en la literatura sapiencial tiene el sentido de relaciones amistosas con Yahvé. El profeta no alude aquí a una muerte espiritual de ultratumba. San Pablo dirá más tarde que Dios quiere que todos se salven7, en cuanto a su vida de ultratumba; pero ésta es una nueva perspectiva neotestamentaria que no tenemos derecho a suponer en este estadio de la revelación de la época de Ezequiel. Aquí el profeta quiere resaltar ante los exilados el grado de responsabilidad de cada individuo ante Dios. Lo que interesa es la voluntad de arrepentimiento del hombre en sus relaciones actuales con Dios.

Ezequiel, en su deseo de invitar a la penitencia y a la esperanza en Yahvé, recarga las tintas, y así dice que las justicias que hizo (el justo) no le serán recordadas. (v.24). La frase no debe urgirse demasiado en el sentido de que las obras pasadas no tienen valor ante Dios, sino en el sentido relativo de que lo que interesa sobre todo son las buenas obras actuales. Por muy buenas que hayan sido las pasadas, si las presentes son malas, de nada sirven para justificarse ahora ante Dios. Hay que colocarse en la perspectiva del profeta, el cual quiere hacer ver que lo que interesa ahora es la conducta presente, no la pasada. Es tiempo de emprender el buen camino y concillarse la misericordia divina. Esta es su idea principal. La otra del valor de las acciones pasadas está subordinada conceptualmente a ésta: el pasado, quiere decir, pesa poco en comparación con el presente. Esta doctrina era extraña a los oyentes del profeta, habituados a la idea de solidaridad con el prójimo y con el pasado, y por eso Ezequiel, retóricamente, reproduce la supuesta reacción del público: no es recto el camino del Señor (v.25). Pero, en realidad, lo que es recto es la nueva doctrina de que cada uno sufra por sus pecados y de que ante todo interesa la actitud presente del pecador. En este supuesto, les invita a entrar por el camino de la sincera conversión como único medio de librarse de la ruina (ν.30). Es preciso un corazón y un espíritu nuevo (ν.31), una nueva disposiciσn interna de acercamiento sincero a Dios. Es el pacto nuevo escrito en los corazones, de que habla Jeremías 8, como gran promesa mesiánica. En el nuevo orden de cosas, la responsabilidad personal será la base de las relaciones de los individuos con Dios.

 

1 Cf. Ez 6:1s. — 2 Ex 20:14; Lev 20:10. — 3 Lev 18:19; 20:18. — 4 Cf. Am 2:6-7; Mal 3:5. — 5 Cf. Ex 22:26; Dt 24:6; Am 2:8. — 6 Cf. Ex 22:24; Lev 25:35-37; Dt 23:20. — 7 Cf. 1 Tim 2:4; 2 Pe 3:9. — 8 Cf. Jer 31:295.

 

 

19. Canto fúnebre sobre los Príncipes de Israel.

Esta bellísima elegía puede dividirse en tres partes: a) llanto por la suerte de Joacaz y Jeconías (v.2-9); b) desolación de Judá bajo Sedecías (v. 10-12); c) exilio del pueblo (v. 13-14). El ritmo poético externo es el característico de la elegía, o qinah, que hemos visto en las Lamentaciones atribuidas a Jeremías l.

 

Desgraciada suerte de Joacaz y Jeconías (1-9).

1 Canta una elegía sobre los príncipes de Israel, 2 y di: ¿Qué fue tu madre? Una leona entre leones, agazapada en medio de leoncillos, crió sus cachorros. 3 Levantó a uno de sus cachorros, que llegó a ser león joven, y aprendió a tomar la presa y a devorar hombres. 4 Dieron voces contra él las gentes, y le apresaron en sus trampas, y con anillos le llevaron a la tierra de Egipto. 5 Y viendo ella, después de esperar mucho tiempo 2, que se desvanecía su esperanza, tomó a otro de sus cachorros y le convirtió en león adulto. 6 Andaba entre leones, y vino también a ser león joven, y aprendió a arrebatar la presa y a devorar hombres. 7 Rugiendo en su altanería, devastó ciudades 3, y se desvaneció el país y cuanto había a la voz de su rugido. 8 Dieron sobre él las gentes de las regiones del contorno, tendieron redes contra él 1 y le cazaron en su fosa. 9 Encerráronle en una jaula con anillos y le llevaron al rey de Babilonia, para que no se oyesen más sus rugidos en los montes de Israel.

 

El profeta es invitado a componer una elegía sobre la triste suerte de los príncipes de Israel4, en el sentido de descendientes de Jacob, representados ahora en Judá como único reino superviviente después de la desaparición del reino de Samaría en 721. El pueblo de Judá es personificado en una leona majestuosa y señorial. La frase es irónica en labios del profeta. Los reyes de Judá han querido parangonarse con los príncipes de los pueblos paganos y aun con los colosos egipcios y babilonios, verdaderos leones por su poder. En su estulticia se han creído capaces de alternar con las grandes potencias. Así, la nación israelita crió sus cachorros (v.2b) o reyes con pretensiones belicosas. En vez de confiar en Yahvé, quiso confiar en sus jefes y en sus propias fuerzas, creyéndose señora en medio de los leoncillos o pequeños estados palestinos circunvecinos de menor fuerza que Israel. En un momento de euforia levantó a uno de sus cachorros, constituyéndole en rey o león joven, con pretensiones de ataque: aprendió a coger la presa y a devorar hombres (v.3). El profeta alude aquí a la entronización del rey Joacaz después de la muerte de Josías en la batalla de Megiddo contra el faraón Necao II (609 a.C.). Conocido el fin trágico del piadoso rey Josías en Jerusalén, fue nombrado rey Joacaz, segundo hijo de Josías. El nuevo rey fue violento y cruel. La Biblia dice de él que "hizo el mal ante el Señor en todo, como lo habían hecho sus padres" 5. Es la frase estereotipada del cronista bíblico para condenar la conducta de un rey. Por eso se concibe bien la frase de Ezequiel: aprendió a coger presa. Después de tres meses de reinado fue depuesto por el faraón Necao II, que había establecido su cuartel general en Ribla (Alta Siria), y llevado prisionero a Egipto: con anillos lo llevaron a la tierra de Egipto (v.4). El profeta expresa todo esto de modo metafórico: supuesta el símil del león para designar a Joacaz, se presenta a sus enemigos, los egipcios, como cazadores que dan voces contra él para asustarle y hacerle caer en las trampas puestas de antemano, llevándoselo, como a una fiera, con anillos en la nariz.

El símil sigue, pero adaptado a otro personaje. Judá, después de la deposición de Joacaz, soportó por mucho tiempo (v.5) el yugo extranjero egipcio y babilónico, y, viendo que se desvanecía su esperanza de volver a ser un reino independiente y libre como en tiempos anteriores, tomó a otro de sus cachorros y le convirtió en león adulto (v.5b); es decir, entronizó como rey a Jeconías (598) en sustitución del fallecido Joaquín, impuesto por Necao. El nuevo rey, con pretensiones de gran soberano (andaba entre leones, v.6), se mostró también cruel e impío: aprendió a arrebatar presa. El cronista del libro de los Reyes dice de él: "se portó mal a los ojos del Señor, como habían hecho sus padres"6. En su altanería devastó ciudades.: supuesto que esta traducción sea correcta, pues el original está muy confuso, con esta frase se aludiría quizá a incursiones devastadoras que habría hecho a la desesperada cuando estaba sitiado en Jerusalén por las tropas de Nabucodonosor. El profeta quiere destacar su carácter altanero e insolente, con pretensiones de monarca poderoso, cuando no era sino un minúsculo rey, virtualmente preso por los babilonios. Las gentes del contorno, en cuanto pudieron, se alzaron contra él (v.8). Sabemos, en efecto, que, juntamente con los babilonios, intervinieron en el asedio de Jerusalén los sirios, amonitas y moabitas, enemigos tradicionales de Israel7. Lograron cazar al insolente Jeconías como a una fiera, y en una jaula con anillos le llevaron al rey de Babilonia (v.9). El cautiverio fue el triste destino de este joven rey. Sabemos que permaneció prisionero en Babilonia hasta la muerte de Nabucodonosor en 562 a.C. 8, siendo libertado por el sucesor de éste, Evil-Marduk 9.

 

Suerte de Judá y de Sedecías (10-14).

10 Tu madre fue como una vid plantada cerca de las aguas, vigorosa de fruto y de follaje por la abundancia de las aguas. 11 Echó robustos sarmientos, propios para cetros de soberanos. Su tronco se alzaba por entre las nubes 10, vistoso por su altura y por sus numerosos sarmientos. 12 Pero fue arrancada con furor y echada a tierra, y el viento solano la agostó, quemó sus frutos. Secáronse sus robustos sarmientos, el fuego los devoró. 13Y ahora está plantada en el desierto, en tierra sedienta y árida. 14 Y ha salido de uno de sus sarmientos un fuego que ha consumido su fruto, y no queda en ella rama alguna fuerte, ni un solo cetro de dominio. Elegía es ésta, y de elegía servirá.

 

El profeta expone ahora la ruina de Judá bajo otro símil muy vigoroso y expresivo. El reino de Judá es comparado a una vid vigorosa de fruto y follaje, que como tal prosperó y dio ubérrimos frutos. Realmente Judá tuvo sus años de esplendor cuando vivía confiada a la protección de Yahvé. Su vitalidad fue tal, que llegó a tener soberanos no inferiores a los de otros pueblos. Sus sarmientos o retoños fueron de tal calidad, que pudieron utilizarse para ser convertidos en cetros de soberanos (v.11). El reino de Judá llegó a remontarse y crecer como tronco que se alza entre las nubes, de modo que en su esplendor resultaba vistoso por su altura. Las naciones vecinas reconocían su poder y su robustez. Pero llegaron tiempos de prueba, y la vid, en otro tiempo robusta, fue arrancada con furor ante el envite del viento solano del ejército de Nabucodonosor, que vino del desierto oriental como el simún, que lo arrastra todo, y ahora está deportada y trasladada a las arenas de la estepa en tierra sedienta y árida (ν.13). El profeta piensa en los exilados del 598, a los que se unirán los de la catástrofe definitiva del 586 a.C.

Y todo esto ha sido como consecuencia de uno de sus sarmientos, de un retoño de la dinastía davídica, el rey Sedecías, que en su arrogancia se encendió como fuego contra Nabucodonosor. Su rebelión insensata acabó con todo lo que constituía el orgullo de la nación: ha consumido su fruto (v.14). La vid ha quedado totalmente destrozada y ya no queda ni un solo cetro de dominio, es decir, de sus sarmientos no hay posibilidad de sacar uno capaz de convertirse en cetro de soberano como de los anteriores. En el año 586 terminó la dinastía davídica por la insensatez del último de sus vastagos, Sedecías. Sólo en la época mesiánica volverá a retoñar la antigua vida. Mientras tanto, a los supervivientes sólo les quedará la posibilidad de entonar una elegía en recuerdo de tantas glorias pasadas. Es el supremo y único homenaje a una gran dinastía caída.

 

1 Según este ritmo, cada verso tiene cinco acentos, con pausa después del tercero. — 2 El TM es oscuro. Nuestra traducción se basa en una corrección plausible de Bertholet. La Bible de Jérusalem traduce: "ella se vio decepcionada en su esperar." — 3 Así siguiendo en general al texto griego. El TM dice: "y conoció (sexualmente) a sus viudas y asoló ciudades." La Bible de Jérusalem: "tomó por asalto sus palacios," siguiendo una corrección del texto hebreo. — 4 Elegías parecidas pueden verse en 2 Sam 1:19-27; Jer 22:183. — 5 Cf. 2 Re 23:32. — 6 Cf. 2 Re 24:9. — 7 Cf. 2 Re 24:2. — 8 Cf. 2 Re 24:15; 27-30. — 9 Cf. Jer 52:31-34- — 10 Así según una ligera corrección del TM, seguida por la Bible de Jérusalem. — 11 Cf. Ez 17:22-24; Is 11:1.

 

 

 

20. Infidelidad de Israel y fidelidad de Dios. Purificación Futura.

Los c.20-24 incluyen la última serie de vaticinios contra Jerusalén y Judá. Estos tuvieron lugar del 601 al 588, en que empezó el asedio de Jerusalén. Este capítulo 20 contiene dos partes: a) Ezequiel recuerda las infidelidades de Israel para con Yahvé, a pesar de las solicitudes divinas, a través de su azarosa historia (v.1-31); b) restauración de Israel en el futuro (v.32-44). Esta segunda parte es considerada por muchos autores como adición posterior a causa de su estilo. La primera parte, en cambio, parece compuesta antes de la destrucción de Jerusalén en el 586 a.C.

 

Consalta de los ancianos (1-4).

1 El año séptimo, el quinto mes, el día diez del mes, vinieron algunos de los ancianos de Israel a consultar a Yahvé y se sentaron delante de mí, 2 y me fue dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 3 Hijo de hombre, habla a los ancianos de Israel y diles: Así dice el Señor, Yahvé: Vosotros venís a consultarme. Por mi vida que yo 110 os responderé, dice el Señor, Yahvé. 4 ¿Quieres juzgar a éstos, hijo de hombre? ¿Quieres juzgarlos? Hazles saber las abominaciones de sus padres.

 

Los ancianos de Israel se presentan al profeta para consultarle sobre los destinos de la nación. Aún tienen ilusiones sobre la suerte de Jerusalén l. La entrevista tuvo lugar en los meses de julio-agosto (quinto mes) del 591, ya que el año séptimo hay que computarlo a partir de la deportación de Jeconías (598), es decir, once meses después de la famosa visión inaugural a orillas del río Kebar 2. Antes de que expusieran su pensamiento, el profeta adivina sus intenciones y les habla en nombre de Dios. Ya antes les había hablado de los designios punitivos de Yahvé sobre Jerusalén por sus pecados 3, y al mismo tiempo les había anunciado la formación de un nuevo Israel, que saldría del núcleo de los exilados4. El profeta da a entender que no quiere responder a su consulta (v.4). Yahvé, por su parte, invita al profeta a que juzgue a esos ancianos, comisionados de los exilados. El juicio que debe pronunciar es de condenación, ya que les echa en cara la historia poco edificante de Israel, al recordarles las abominaciones de los padres. En esto el profeta acepta el principio de la solidaridad, ya que supone que los pecados de los antepasados tienen aún consecuencias punitivas para sus contemporáneos; pero, además, hace ver que también éstos son culpables en gran medida.

 

Infidelidad de Israel en Egipto (5-12).

5 Diles: Así habla el Señor, Yahvé: El día en que yo elegí a Israel, y alcé mi mano jurando a la posteridad de Jacob, y me mostré a ellos en la tierra de Egipto, y alcé mi mano, diciendo: Yo, Yahvé, soy vuestro Dios, 6 aquel día alcé mi mano jurando sacarlos de la tierra de Egipto y llevarlos a la tierra que yo les había destinado, que mana leche y miel y es la más hermosa de las tierras. 7 Y os dije: Quite cada uno de sus ojos los ídolos y no os contaminéis con los ídolos de Egipto. Yo, Yahvé, soy vuestro Dios. 8 Pero ellos se rebelaron contra mí y no quisieron darme oídos, ni quitaron de sus ojos las abominaciones, ni abandonaron los ídolos de Egipto, y dije que derramaría sobre ellos mi ira y desfogaría mi enojo sobre ellos en la tierra de Egipto. 9 Mas por la gloria de mi nombre, para que no fuese infamado a los ojos de las gentes en medio de las cuales estaba, a cuya vista me había dado a conocer como quien los había de sacar de la tierra de Egipto, 10 los saqué de la tierra de Egipto y los conduje por el desierto, 11les di mis mandamientos y mis derechos, y les hice saber que son la vida para quien los cumple. 12 Diles también mis sábados, para que fuesen señal entre mí y ellos, para que supiesen que yo soy Yahvé, que los santificó.

 

La requisitoria empieza echando en cara la mala conducta de Israel en Egipto. Dios había jurado con gesto solemne (alcé la mano) 5 defender y bendecir a la posteridad de Jacob (v.5). La garantía del juramento está en el mismo nombre de Dios: Yo, Yahvé, soy vuestro Dios. La expresión tierra que mana leche y miel es muy antigua en la literatura oriental para designar la extrema fertilidad 6. Palestina, en comparación de las estepas del Sinaí, resultaba un edén, al menos en la mentalidad hiperbólica oriental. La tierra de Canaán para los israelitas era la mas hermosa de las tierras 7, por ser el escenario de la elección de Israel como pueblo de Yahvé; en este sentido era la gloria de todas las tierras, según otra versión posible.

Pero la gran promesa de darles la tierra de Canaán estaba condicionada a su conducta. Yahvé, en su celo, les exigía que abandonaran sus ídolos de Egipto. (v.7). Israel en su historia se mostró siempre propenso a la idolatría. No sabemos qué divinidades adoraba en Egipto. En la época del desierto se hicieron un becerro de oro 8. Yahvé hubiera derramado sobre ellos su ira, como merecían; pero se abstuvo por la gloria de su nombre (v.9) y para que no fuese infamado a los ojos de las gentes. El honor de Yahvé exigía que interviniera en favor de su pueblo; de lo contrario, su inactividad sería atribuida a impotencia por parte de los gentiles. Si Israel hubiera sido exterminado, Yahvé, su Dios, caería en descrédito total ante los paganos 9. Ezequiel destaca constantemente esta susceptibilidad de Yahvé respecto de lo que pudieran pensar los gentiles de El. Por su honor, pues, Yahvé sacó a su pueblo de Egipto y lo organizó en pueblo, dándole mandamientos conforme a los derechos inalienables de El (v.11). La observancia de los mismos atraería las bendiciones, y entre ellas una larga vida 10.

Entre las nuevas instituciones, la principal era el sábado, o descanso semanal, que era como una señal entre Dios y su pueblo, en cuanto que era el reconocimiento solemne de su pertenencia a El. La observancia del sábado era como una profesión pública y solemne de que Israel era el pueblo de Yahvé , su único Dios: para que supiesen que yo soy Yahvé, que los santificó (v.12). Aquí la palabra santificar equivale a consagrar o separar del uso profano o común. Israel, como posesión peculiar de Yahvé, debía ser una cosa aparte de todos los pueblos, una cosa santa en el sentido de puro y trascendente 12.

 

Rebelión de Israel contra Yahvé en el desierto (13.-26)

13 Pero rebelóse contra mí la casa de Israel en el desierto; no anduvieron en mis preceptos y rechazaron mis derechos, que son la vida para quien los cumple, y profanaron mis sábados. Entonces dije que volcaría sobre ellos mi furor y, en mi ira, los exterminaría en el desierto. 14 Pero retraje mi mano por el honor de mi nombre, para que no fuese profanado a los ojos de las gentes a cuya vista les había sacado. 15 Alcé mi mano en el desierto, jurándoles no llevarlos a la tierra que les había dado, que mana leche y miel, la más hermosa entre todas las tierras, 16 porque habían despreciado mis derechos, y no habían seguido mis decretos, y habían profanado mis sábados, yéndose su corazón tras los ídolos. 17 Con todo, mis ojos los miraron piadosamente para no destruirlos, y no los exterminé en el desierto. 18 Pero dije en el desierto a sus hijos: No sigáis las costumbres de vuestros padres, no sigáis sus caminos ni os contaminéis con sus ídolos; 19 yo soy Yahvé, vuestro Dios; andad en mis ordenaciones, guardad mis derechos y ponedlos por obra, 20 santificad mis sábados y sean señal entre mí y vosotros, para que sepáis que yo soy Yahvé, vuestro Dios. 2l Pero los hijos se rebelaron contra mí, no anduvieron en mis ordenaciones ni guardaron mis derechos, poniéndolos por obra, los que son la vida para el que los cumple; profanaron mis sábados, y dije entonces que derramaría sobre ellos mi ira para satisfacer en ellos mi enojo en el desierto. 22 Mas retraje mi mano por el honor de mi nombre, para que no se infamase a los ojos de las gentes a cuya vista los saqué. 23 También alcé mi mano en el desierto, jurándoles que los esparciría entre las gentes y los aventaría por las tierras, 24 porque no pusieron por obra mis derechos y desecharon mis ordenaciones, y profanaron mis sábados, y se les fueron los ojos tras los ídolos de sus padres. 25 Por eso les di yo también a ellos ordenaciones no buenas y decretos que no son de vida, 26 y los contaminé en sus ofrendas cuando pasaban a sus hijos por el fuego, a todo primogénito, para desolarlos y hacerles saber que yo soy Yahvé.

 

De nuevo se contrapone la situación psicológica en Yahvé, que por un lado quiere castigarlos derramando su ira implacablemente, y de otro le impide la gloria y el honor del nombre suyo, que exigía proteger a su pueblo, que había sacado milagrosamente de Egipto13. Israel siguió, por sus rebeliones contra su Dios 14, mereciendo mayores castigos, pero se salvó porque había sido providencialmente elegido. En el v.15 se alude al juramento de Yahvé de no permitir a ninguno de la generación salida de Egipto entrar en la tierra prometida 15 por sus prevaricaciones en el desierto 16. La idolatría era la constante tentación de los israelitas a través de su historia antes del exilio. Era el gran pecado que debían expiar en la cautividad. Ezequiel hace resaltar la responsabilidad de los antepasados israelitas para justificar ante los exilados el castigo inminente. Ya en tiempos antiguos, para castigar su infidelidad, Yahvé les dio ordenaciones no buenas y decretos que no son de vida (v.25). Por lo que dice a continuación, se trata de permisión de leyes y costumbres que encadenaron tristemente la vida cívica de Israel; en el v.26 se alude a las abominaciones de los cultos cananeos, que pasaban sus hijos por el fuego, dedicados a Moloc 17. Puesto que no habían querido seguir las leyes de Yahvé, que daban la vida y traían la bendición, Dios los entregó a sus instintos y depravaciones para que reconociesen lo que habían ganado apartándose de Yahvé. Las frases son radicales al modo semítico. De nuevo tenemos que decir que el autor no distingue entre voluntad permisiva y voluntad positiva. Los autores sagrados prescinden muchas veces en sus descripciones de las causas segundas, y atribuyen a Dios lo que en realidad fue obra de los hombres. Así, aquí debemos entender las frases di yo también ordenaciones no buenas. y los contaminé en sus ofrendas. (v.25-26) en sentido permisivo: esas abominaciones contra la naturaleza, como la de pasar a sus hijos por el fuego, fueron permitidas por Dios en castigo de su obstinación y rebeldía. De ese modo terminaría por reconocer a Yahvé como Dios: para hacerles saber que yo soy Yahvé (v.26) 18. En la Ley mosaica, y en general en la Biblia, siempre se condenan estas prácticas de sacrificios humanos 19.

 

Anuncio de castigo por las idolatrías de Israel (27.-38)

27 Por tanto, hijo de hombre, habla a la casa de Israel y diles: Así habla el Señor, Yahvé: Hasta esta injuria me hicieron vuestros padres, entre las infidelidades que cometieron contra mí. 28 Yo los conduje a la tierra que, alzando mi mano, había jurado darles, y ellos, mirando a todo alto collado y a todo árbol frondoso, sacrificaron allí sus víctimas y presentaron sus irritantes ofrendas, y pusieron suaves aromas, y derramaron sus libaciones. 29 Yo les dije: ¿Qué es ese alto, el "Bamah, adonde vosotros vais? Y "Bamah" se llama hasta hoy. 30Di, pues, a la casa de Israel: Así habla el Señor, Yahvé: ¡Qué! Os contamináis vosotros a la manera de vuestros padres, fornicáis con sus ídolos, 31 y, ofreciendo vuestras ofrendas y pasando a vuestros hijos por el fuego, os contamináis con vuestros ídolos hasta el día de hoy, y ¿me voy a dejar consultar por vosotros, casa de Israel? Por mi vida, dice Yahvé, que no me dejaré consultar por vosotros. 32 Y no será lo que vosotros pensáis, porque vosotros os decís: Seremos como las gentes, como las naciones de la tierra, sirviendo al leño y a la piedra. 33 ¡Por mi vida, dice el Señor, Yahvé, que con puño fuerte, con brazo tendido y en efusión de ira he de reinar sobre vosotros! 34 Os he de sacar de en medio de las gentes y os recogeré de en medio de las tierras a que con puño fuerte, con brazo tendido y en efusión de ira os desparramé, 35 y os llevaré al desierto de los pueblos, y allí, cara a cara, litigaré con vosotros; 36 como litigué con vuestros padres en el desierto de la tierra de Egipto, así litigaré con vosotros, dice el Señor, Yahvé. 37 Y os haré pasar bajo el cayado y os conduciré con los ligamentos de la alianza 38. Separaré de vosotros a los rebeldes, a los que se apartaron de mí, y los sacaré de la tierra en que moran, y no entrarán en la tierra de Israel, y sabréis que yo soy Yahvé.

 

Después de haber hablado de las prácticas idolátricas de los israelitas en el desierto, ahora habla de sus cultos paganos y abominables en tierra de Canaán. Los profetas consideraban la vida sencilla del pueblo escogido bajo la protección especial de Yahvé como la etapa ideal desde el punto de vista religioso, pues la instalación en Canaán de los israelitas trajo consigo la decadencia moral y religiosa de los mismos21. Los cultos de los cananeos, sensuales, atraían al pueblo hebreo, sensual y materialista por temperamento. Una práctica cultual corriente entre los cananeos era reunirse en los altos collados, o bamot, y bajo los árboles frondosos (v.28), símbolo de la feracidad y de la vegetación 22. Sabemos que algunos reyes israelitas, como Acaz y Manases, hicieron quemar a sus hijos 23. Quizá en tiempo de Ezequiel se habían dado algunos casos de éstos.

Los exilados, despechados porque ven que Yahvé los ha abandonado, dicen claramente que quieren verse libres de los lazos de la religión yahvista y entregarse a los cultos paganos con toda libertad: seremos como las gentes, sirviendo al leño y a la piedra (v.32); alusión a las estelas de piedra y a los troncos de árbol, dedicados a Baal y Astarté, que constituían lo característico de los santuarios cananeos 24. Pero Yahvé va a mostrar su omnipotencia con ellos, y no los dejará caer en masa en la idolatría. Aunque quieran, no podrán desprenderse totalmente de los lazos de la religión yahvista, porque Yahvé va a intervenir con su poder para reinar sobre ellos: Por mi ν ida que con puρo fuerte, con brazo tendido y en efusión de ira he de reinar sobre vosotros! (ν.3β). En Jer 2:27 se dice que los que llaman al leρo mi padre, y dicen a la piedra: tú me diste la vida, cuando llegue la prueba se volverán a Yahvé, diciendo: ¡Álzate y sálvanos! Yahvé, pues, creará una situación trágica pára los exilados, de forma que se vean obligados a volverse a su Dios, quien, por otra parte, desplegará su omnipotencia para atraerlos, del mismo modo que mostró su poder al dispersarlos 25.

El profeta describe la futura repatriación como una reproducción del antiguo éxodo. Como entonces Yahvé había reunido a su pueblo en el desierto del Sinaí para sincerarse con él y darle la alianza, también ahora los reunirá en el desierto de los pueblos (v.35), el desierto siró-arábigo, encrucijada de muchos pueblos (Babilonia, Siria, Palestina, Arabia y Asia Menor). Allí les pedirá cuenta cara a cara para medir sus responsabilidades (v.35). Como en el desierto de Egipto (Sinaí) castigó a la generación culpable, negándola la posibilidad de entrar en la tierra prometida, así ahora Yahvé va a someter a una selección a los exilados: litigaré con vosotros (ν.36). Los israelitas indignos serαn privados de la vuelta a la patria. Será un litigio de discriminación, pues Yahvé hará como el pastor que cuenta escrupulosamente sus ovejas haciéndolas pasar bajo su cayado (v.37), diciendo cuáles deben entrar en la patria y cuáles no. Y a los escogidos los conducirá con los ligamentos de la alianza. El nuevo Israel estará fundado en una renovación de la antigua alianza. Los apóstatas serán castigados por Yahvé, siendo sacados de su morada actual en el exilio, pero sin permitirles entrar en la tierra de promisión.

Por el decreto de Ciro del 538 a.C. les estaba permitido a todos los judíos retornar a su patria, pero los que se habían creado una fortuna no quisieron aventurarse al retorno. Las descripciones proféticas del futuro no deben tomarse al pie de la letra, pues suelen estar idealizadas en función de una doctrina. De hecho sabemos que retornó a Palestina un núcleo fervoroso, que constituyó la base de la restauración nacional predicha por los profetas como preludio de la gran restauración mesiánica.

 

Anuncio de restauración (39-44).

39 Y vosotros, los de la casa de Israel — así dice el Señor, Yahvé — , andad cada uno tras sus ídolos y servidles. Pero, ¡ah! ya me daréis oídos luego, y dejaréis de profanar mi santo nombre con vuestras ofrendas y vuestros ídolos. 40 Pues en mi santo monte, en el alto monte de Israel, dice el Señor, Yahvé, allí me servirá toda la casa de Israel, toda ella en la tierra, y allí me complaceré en ellos y demandaré vuestras ofrendas y las primicias de vuestros dones con todo lo que me consagréis. 41 Me agradaré de vosotros como de un suave aroma cuando os saque de en medio de las gentes y os reúna de las tierras a que fuisteis dispersados, y me santificaré en vosotros a los ojos de las gentes 42 y sabréis que yo soy Yahvé cuando os conduzca a la tierra de Israel, a la tierra que, alzando la mano, juré dar a vuestros padres. 43 Allí os vendrán a la memoria vuestras obras y todos los pecados con que os contaminasteis, y sentiréis vergüenza de vosotros mismos por las maldades que cometisteis. 44 Entonces sabréis que yo soy Yahvé, cuando haga con vosotros conforme al honor de mi nombre, no según vuestros malos caminos ni según vuestras perversas obras, casa de Israel, dice el Señor, Yahvé.

 

El profeta pone en boca de Yahvé una concesión irónica: andad cada uno tras sus ídolos y servidles. (v.39); en su locura deben saturarse de sus extravíos, pero se cansarán al fin viendo su vanidad, y terminarán por dar oídos a Yahvé, el único que puede salvarlos. Los israelitas, reconociendo sus aberraciones, dejarán de profanar el nombre de Dios, mezclándolo en los ritos y ofrendas a los ídolos. Los israelitas habían creado un culto sincretista a base de ritos yahvistas e idolátricos. Todo esto era una profanación a los ojos de Dios, que debía cesar en la época mesiánica, en que Jerusalén volverá a ser el santo monte (v.40), donde se concentrará toda la casa de Israel, y allí serán agradables sus ofrendas y primicias (v.40). Todo allí será santo, y Yahvé sentirá un especial placer al ver reunido a su pueblo: y me santificaré en vosotros a los ojos de las gentes (v.41); es decir, el milagroso retorno obrado por Dios será causa de que sea santificado o estimado especialmente ante las gentes. Todos reconocerán la gran obra de Yahvé, y así será honrado por todos los pueblos, ya que obró según el honor de su nombre (v.44). Por sus pecados y transgresiones no hubieran merecido que Yahvé se acordara de ellos, pero había empeñado su palabra de salvarlos, y la cumplió, como otra vez lo hizo al sacar a los israelitas de Egipto.

 

1 Cf. Ez8,i; 14:1. — 2 Cf. Ez 8:1. — 3 Cf. Ez c.i5 y 16. — 4 Cf. Ez 11:14-21; 6:8; I7.22SS. — 5 La misma expresión, con idéntico sentido, en Gen 14:22; Dt 32:405; Sal 106:26. — 6 Cf. Ex 3:8; 13:5; 33:3; Lev 20,24; Núm 13:27; Dt 6:3; Jer 11:5. Aparece una frase parecida en los textos de Ras Samra. Cf. R. Dussaud, Les découvertes de Ras Shamra (Ugarit) et l'Ancien Testament (París 1937) 795. — 7 Cf. Jer 19; Dan 8:9; 11:16.41. — 8 Cf. Ex 32:1s. — 9 Cf. Ez 36:19-20. — 10 Cf. Ez 18:4;.Dt 4:40; 5:16. — 11 Cf. Ex 31:13; Is 56:2-4. Véase sobre el sábado F. X. Kortleiner, Commentattones Biblicae IV (1930), Babyíoniorum auctoritas. 595.98; id., Cananaeorum auctoritas. VI (1932) 30. — 12 Cf. Lev 19,3.30; 20:8; 21:8; Ex 31:13. Véase DB, Suppl. 2 (1934) 343S. Como verá el lector, Ezequiel da suma importancia a la institución sabática, como símbolo de las relaciones de Israel con su Dios. En cambio, no alude para nada al rito de la circuncisión, que era el signo externo de vinculación al pueblo de Dios. La explicación habrá que buscarla en que el profeta, como perteneciente a la clase sacerdotal, urge de modo especial lo estrictamente cultual, como la observancia del sábado. — 13 Cf. Ex 32:12; Núm 14:1 is; Dt 9:27. — 14 Cf. Ex 32:1-6; Núm 14:1-4; Ex 16:27. — 15 Cf. Núm 14:20. — 16 Cf. Ex 32:4; Lev 17:7; Núm 14:22-23; Dt 1:35; Sal 95:11. — 17 Cf. 2 Sam 16:3; 2 Crón 28:2; 2 Sam 17:16; 2 Crón 33:6; Jer 7:31; 32:35; Ez 16:205; 23:37s; Sal io6:37s. Véase Dict. Bib. Suppl. I (1926) 23-27; A. Lemonnyer, Le cuite des dieux étrangers en Israel Moloch: "Rev. des Scien. Phil. et Théol.," 7 (1913) 45os; A. Βεα, Kinderop-fer für Moloch oder für Jahwe?: Bi 18 (1937) 95-107. — 18 Tomás dice que a estas "ordenaciones no buenas" son las leyes rituales, lat cuales se dicen no buenas en cuanto no conferían la gracia (ST I-II 98:1 ad 1). Pero esta interpretación no puede avalarse en el contexto, pues se habla en él de la importancia de la observancia del sábado para dar la vida. — 19 Ex 13:2; 22:28; Lev 18:21; 20,2; Dt 12:31; Jer 7:31; 19:5; Ez 16:20. — 20 El texto griego traduce <y los contaré exactamente," lo que hace muy buen sentido con la idea del v.38. — 21 Cf. Os 9:10; 10:1; 11:1s; 13:55; Jer 2:1s. — 22 Cf. Ez 6:13; Dt 32:19; 2 Sam 23:8. Ezequiel aquí, en el v.29, parece que juega irónicamente con la palabra bamah (lugar alto), descomponiéndola en mah (¿qué es?), ba', entrar. Un bamah es a "donde vais o entráis," aludiendo quizá a las prácticas licenciosas. — 23 Cf. 2 Re 16:3; 21:6. — 24 Cf. Kortleitner, Cümmentaíiones biblicae I (1927) 21, De religione populan. — 25 Cf. Ez 11:17; 28:25; 34.13; 36:24.

 

 

21. La Espada Vengadora De Yahvé.

Este capítulo ha sido denominado el "canto de la espada." En los v.1-4, el profeta anuncia un fuego devorador que consumirá a Judá y a Jerusalén l. A continuación presenta a Nabucodonosor con la espada en la mano, blandiéndola, contra el norte primero, contra la coalición siro-efraimita, y después, contra Jerusalén, abatiéndose, finalmente, sobre Amón.

 

El fuego devorador sobre Judá (1-5).

145 Y fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 246 Hijo de hombre, vuélvete de cara hacia el sur y derrama la palabra sobre el mediodía. Profetiza contra el bosque del campo del Negueb, 347 y di al bosque del Negueb: Oye la palabra de Yahvé: Así dice el Señor, Yahvé: Voy a encender en ti un fuego que devorará todos los árboles, los verdes y los secos. No se apagarán las abrasadoras llamas hasta no quemar todo rastro del mediodía al septentrión, 448 y verá toda carne que yo soy Yahvé, quien lo encendió. No se apagará. 549 Dije yo: ¡Oh Señor, Yahvé! Mira que éstos me dicen: ¿No es éste un trovador de parábolas?

 

El profeta recibe la orden de volverse hacia el sur (v.2), es decir, hacia Palestina, en el supuesto de que el vaticinador esté en Babilonia, y para ir a Palestina tiene que bordear el norte siró-fenicio por la ruta caravanera tradicional. Aquí Ezequiel debe, en dirección de Palestina, lanzar su palabra hacia el mediodía 2. El bosque del campo del Negueb indica la región esteparia del sur palestinense. La palabra bosque aquí está insertada literariamente para jugar mejor con la idea de gran incendio que asolará la región. La comparación de la destrucción de una nación a una selva devorada por las llamas no es rara en la Biblia 3. El profeta destaca aquí que es el mismo Yahvé quien envía el fuego devastador. La desolación será total, la verá toda carne. Ese fuego encendido por Yahvé no se apagara. La frase tiene un valor absoluto que no ha de tomarse a la letra. Aquí lo que se quiere destacar son las grandes proporciones del incendio, en este caso la ruina del reino de Judá. De hecho, Jerusalén fue pasto de las llamas en su totalidad, y podemos suponer que las llamas del terrible incendio provocado por los soldados de Nabucodonosor duraron días y aun semanas ante los ojos curiosos y atónitos de los pueblos vecinos de Judá, testigos de la intervención justiciera de Yahvé, Dios de Israel. Los oyentes de Ezequiel, al oír sus predicciones, se preguntan irónicamente: ¿No es éste un trovador de parábolas? (ν.5). No pueden creer que Dios permita la destrucción de la Ciudad Santa, y creen que el profeta habla en enigmas, o parábolas, de cosas que no están a su alcance. La frase del auditorio es despectiva y sarcástica; para ellos, Ezequiel no está en sus cabales.

 

La espada vengadora de Yahvé (6-12).

6 Y me fue dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 7 Hijo de hombre, vuélvete de cara a Jerusalén y derrama tu palabra sobre sus santuarios. Profetiza contra la tierra de Israel 8 y di a la tierra de Israel: Así dice el Señor, Yahvé: Heme aquí contra ti; voy a desenvainar mi espada y a exterminar en ti al justo y al impío, 9 pues para eso saldrá mi espada de la vaina contra toda carne, desde el mediodía hasta el septentrión, 10 y sabrá toda carne que yo soy Yahvé, que he desenvainado mi espada y no volverá a la vaina, 11y tú, hijo de hombre, gime con quebranto de ríñones y amargura, gime a la vista suya. 12Y cuando te digan: ¿Por qué gimes? diles: Por una noticia que, cuando llegue, se derretirá todo corazón, desmayarán todas las manos, todas las almas se consternarán y todas las rodillas se disolverán como agua. Ya viene, ya se cumple, dice el Señor, Yahvé.

 

Puesto que los interlocutores de Ezequiel se hacían sordos y no querían entender la parábola del incendio del bosque, ahora el profeta va a hablar más claro. En nombre de Dios se pone cara a Jerusalén para profetizar sobre sus santuarios. El bosque de que hablaba antes es Jerusalén, y el incendio es la espada que siembra la muerte por doquier. La devastación será general y en ella perecerán el justo y el injusto (v.8). En 9,8, el profeta se escandalizaba de que Yahvé exterminara a todo Israel, sin distinción de buenos o malos. Aquí, para destacar el carácter general de la destrucción, dice que afectará a todos. En efecto, la catástrofe nacional del 586 cayó indistintamente sobre justos y pecadores. Para que hubiera una justa discriminación hubiera sido necesaria una intervención milagrosa de Dios. Los profetas pre-exílicos hablaban de un resto que se salvaría en las catástrofes para constituir el núcleo de resurrección nacional. De hecho sabemos que el fuego sagrado del yahvismo no se apagó, y se salvó precisamente en ese reducido número de justos que en todos los momentos críticos de la nación fueron reservados por Yahvé. En este caso, el profeta quiere fijarse sólo en las proporciones de la devastación.

 

El canto de la espada (13-22).

13 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 14 Hijo de hombre, profetiza y di: Así habla el Señor, Yahvé: Di: ¡La espada! ¡La espada! Está afilada y bruñida. 15 Afilada para degollar, bruñida para fulgurar como el rayo. 16 La he hecho bruñir para blandiría, hícela afilar y bruñir para ponerla en manos de un degollador. 17 Grita y gime, hijo de hombre, porque viene sobre mi pueblo, sobre todos los príncipes de Israel. Caen a la espada juntamente con mi pueblo. ¡Hiere, pues, tus muslos! 18 Porque es una prueba, y ¿qué si el cetro menospreciador no existe? oráculo del Señor, Yahvé 4. 19 Tú, pues, hijo de hombre, profetiza batiendo una palma contra otra. Se duplicará la espada, se triplicará; es la espada de la matanza, la espada de la gran matanza que los amenaza. 20 Para que se encojan los corazones i y se multiplique el estrago, sobre todas sus puertas he puesto el espanto de la espada. ¡Ah! ¡Bruñida para fulgurar, afilada para degollar! 21Taja a derecha, raja a izquierda, adondequiera que te vuelvas. 22Y también batiré yo palmas, y desfogaré mi ira. Yo, Yahvé, he hablado.

 

En este bellísimo poema, entrecortado de emoción, el profeta describe dramáticamente la intervención sangrienta de Nabucodonosor, el degollador escogido por Yahvé para castigar a su pueblo. Es el anuncio de la campaña de cerco sobre Jerusalén, iniciada en 588 a.C. Ezequiel canta la intervención de la espada vengadora de Yahvé en manos del instrumento de su justicia, el rey de Babilonia; y en este sentido apostrofa al final a la espada para que cumpla fielmente su cometido, ya que es obra de Yahvé (v.22).

El estilo es nervioso y entrecortado, como si el profeta asistiese al desarrollo del terrible drama doloroso de su pueblo en su momento decisivo. El degollador (Nabucodonosor) blande la espada, haciéndola fulgurar como el rayo sobre el pueblo de Judá y sobre los príncipes de Israel (ν.17).

El espectáculo de horror es tal, que se invita al profeta a dar signos de duelo y desesperación: hiere tus muslos (v.17) 5. Es la gran tragedia psicológica de los profetas: de un lado deben alegrarse del cumplimiento de la voluntad divina castigando a su pueblo, y de otro deben participar del dolor de sus compatriotas. Todo lo que constituía las fuerzas vivas de la nación es presa de la espada. Sin embargo, el profeta debe seguir profetizando la ruina batiendo una palma contra otra (v.19), e.d., mostrando su alegría por el cumplimiento de la voluntad de Dios. La exterminación es total: se duplicará la espada, se triplicara (v.19); y el mismo profeta anima al degollador: ¡Raja a derecha, raja a izquierda! (v.21); es la obra exterminadora de Yahvé, que personalmente aplaude: también yo batiré palmas. (v.22). En toda esta fraseología debemos ver siempre el genio oriental, propenso a la exageración y a la frase radical para recalcar la idea fundamental de la justicia vengadora de Dios, purificando a su pueblo por la guerra para después hacerle sentir la nostalgia de los días de amistad con El.

 

Nabucodonosor se dirige contra Jerusalén (23-32).

23 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 24 Tú, hijo de hombre, traza dos caminos para la espada del rey de Babilonia, que salgan ambos de la misma tierra, y pon una señal al comienzo de cada camino que indique la ciudad adonde va. 25 Traza un camino por donde vaya la espada a Rabat de los hijos de Amón, y otro por donde vaya a Judá, a la ciudad fuerte de Jerusalén. 26 Porque el rey de Babilonia se ha parado en el cruce de donde parten los dos caminos para consultar, augurando por el lanzamiento de las flechas, por la pregunta a los "terafim," por el examen de las entrañas. 27 El augurio ha señalado la derecha, Jerusalén, para dar la orden de ataque, lanzar los gritos de guerra, alzar arietes contra sus puertas, levantar terraplén y hacer vallado. 28 Para ellos, éstos son presagios vanos, pues ha habido juramentos solemnes; pero él se acuerda de su iniquidad, y serán cogidos en el lazo. 29 Por tanto, así dice el Señor, Yahvé: Por haber traído a la memoria vuestra iniquidad, poniendo al descubierto vuestras traiciones y vuestros pecados en todas vuestras acciones, puesto que os jactáis, seréis entregados a su mano. 30 Y tú, infame, impío, príncipe de Israel, llegó tu día, el término del tiempo de la iniquidad. 31 Así dice Yahvé: ¡Fuera tiara! ¡Fuera corona! Eso no será más. Será ensalzado lo humilde y humillado lo alto. 32 ¡Ruina, ruina! ¡A ruina las reduciré! y no serán más mientras no venga aquel a quien de derecho pertenecen, y a él se las daré.

 

Por medio de una acción simbólica, Ezequiel presenta ya en marcha al rey de Babilonia, deteniéndose en una encrucijada de caminos, pues duda sí ir primero a Jerusalén o a Rabat-Amón, en TransJordania. La suerte decide su marcha hacia la capital de Judá. Nabucodonosor tenía su cuartel general en Ribla (Alta Siria). Así, pues, cuando se encamina hacia Palestina, viene del norte. Ezequiel, para dramatizar la situación, recibe la orden divina de trazar dos caminos para la espada del rey de Babilonia (v.23). Quizá para ello se sirvió de una tableta de arcilla, como cuando diseñó el plano de Jerusalén a la vista de los exilados6. Debe señalar la dirección de las dos vías, una a Jerusalén y otra a Rabat-Amón, la actual Aman, en TransJordania. Nabucodonosor queda perplejo sobre el camino a seguir, y lo decide por flechas (v.26); es la rabdomancia, o adivinación por las flechas de un carcaj, sacadas al azar, práctica muy usual en las tribus arábigas. Pregunta también a los terafim, o dioses familiares penates7, y, por fin, acude al tercer medio de adivinación, el examen de las entrañas, muy practicado en Babilonia. El profeta enumera los tres sistemas de consultación usuales entre los paganos. El resultado de la consulta es que debe dirigirse a Jerusalén (v.27).

Sin embargo, los judíos no creen en la inminencia de la destrucción de la ciudad, a pesar de que se alzan en torno suyo los terraplenes y arietes del cerco (v.28). Creen más bien en los juramentos solemnes de Yahvé relativos a la protección de su pueblo. Pero Yahvé había condicionado su protección, y se acuerda de su iniquidad (v.28), y, en consecuencia, va a obrar con mano airada, como merecen, de forma que serán cogidos en el lazo que les ha tendido y entregados al invasor (v.29).

El profeta se encara airadamente con el principal culpable de la catástrofe, el rey Sedecías: y tú, infame, impío, príncipe de Israel, llegó tu día. (v.30). Se ha deshonrado al romper la fidelidad jurada al rey de Babilonia. Debe, pues, deponer la diadema real: ¡Fuera tiara! ¡Fuera corona! (ν.31). Es hora de que se pongan las cosas en su punto y que Sedecνas, enorgullecido, ceda el paso al humillado rey Jeconías, entonces en el exilio babilónico: Será ensalzado lo humilde y humillado lo alto (ν.31). Es el tiempo de la ruina, y no volverα a levantarse más Judá hasta que no venga aquel a quien de derecho pertenece, y a él se las daré (v.32), probable alusión a un deseo de reentronización de Jeconías, prisionero en el exilio 8. La misteriosa frase ha sido relacionada con la otra, no menos enigmática, de Gen 49:10, donde se dice que no desaparecerá el cetro de Judá hasta que "venga aquel a quien le pertenece," el Mesías9. Quizá en las palabras de Ezequiel haya también una sobrecarga mesiánica, viendo en el trasfondo, sobre la suerte del desgraciado rey Jeconías, la figura radiante del Mesías, restaurador de la dinastía davídica, a quien en justicia pertenece realmente la diadema real. De todos modos, la frase resulta un poco aislada y no debe desconectarse del contexto general.

 

Profecía de destracción contra Amón (33-37).

33 Y tú, hijo de hombre, profetiza y di: Así habla el Señor, Yahvé, de los hijos de Arnón y de su oprobio. Di, pues: ¡La espada! Desenvainada está la espada para degollar, bruñida para consumir, para fulgurar, 34 para hacerla caer sobre el cuello de los más inmundos de los impíos, mientras te profetizan vanidad y te adivinan mentiras. Llegó su día en el tiempo de la consumación de la iniquidad. 35 ¿La volveré a la vaina? Yo te juzgaré en la tierra donde te criaste, en la tierra donde has vivido. 36 Derramaré sobre ti mi furor, soplaré contra ti el fuego de mi ira, y te entregaré en manos de hombres despiadados, artífices de la destrucción. 37 Serás pasto del fuego, se empapará la tierra de tu sangre y se perderá tu memoria, porque yo, Yahvé, lo digo.

 

Los amonitas sentirán también el peso de la espada de Nabuco-donosor. La perícopa relativa a la suerte de Amón es considerada, desde el punto de vista literario, como un mosaico de frases usadas en secciones anteriores 10. Los habitantes de Amón, vecinos del reino de Judá, sentían una maligna satisfacción al ver a éste destruido definitivamente. El profeta alude a esta burla escarnecedora u oprobio (v.33) lanzado contra Judá por los vecinos paganos de Amón. Dios castigará esta actitud malévola, sometiéndolos también a la terrible prueba de la espada. Lejos de sacar beneficio de la ruina de Judá, sentirán en su suelo las huellas de la destrucción, particularmente sufrirán los falsos profetas (los más inmundos de los impíos, v.34), que adivinan mentiras, e.d., engañan al pueblo anunciando perspectivas de victoria sobre Judá, ahora arruinada. Los amonitas serán atacados por Nabucodonosor en su misma tierra (v.35). Su destrucción será total. Flavio Josefo nos dice que esto tuvo lugar cinco años después de la ruina de Jerusalén (587) 11.

 

1 En la traducción griega de los LXX y en la Vulgata latina, los cinco primeros versículos de este capítulo están incrustados en el capítulo anterior, con la numeración de v.45 al 49, que conservamos a continuación con su correspondiente (v.i al 5) del capítulo 21 del hebreo. — 2 La palabra heb. Darom (los LXX leen Dagón).designa en la Biblia la parte meridional d(g Palestina: Dt 33:23; Job 37:17; Eclo 1:6; 11:3; y aparece trece veces en Ezequiel. — 3 Cf. Is 9:17; 10:17; Jer 21:14; Sal 83:15. — 4 Este verso es ininteligible en el contexto, y parece que en el TM tiene alguna relación de sentido con el v.15. La traducción de los LXX es totalmente diversa: "¿por qué ha estado justificado, y qué si la tribu es rechazada? No será, dice el Señor, Yahvé." — 5 Sobre este gesto de dolor cf. Jer 31:19. En asirlo existe la misma frase: majasu suma, con el mismo sentido traslaticio. — 6 Cf. Ez 4:1s. — 7 Cf. Gen 31:19; Os 3:4; Zac 10,2. — 8 Sobre la existencia de partidarios del destronado Jeconías, véase Jer 28:3-4. — 9 Sobre la profecía de Jacob cf. ceuppens, De prophetiis messianicis in A.T. (Roma 1935) 61-84, especialmente p.?2. Véase también L. Dennefeld, Le Messianisme: DTC 10 (1929) i 416. — 10 Cf. v.33: v.14s; v.34: v.30; v.3Ó: v.3s. — 11 fl. Jos., Ant. Jud. X 9,7.

 

 

22. Los pecados de Jerusalén.

El profeta quiere demostrar con hechos concretos que Jerusalén merece el más severo castigo divino, ya que se está ultrajando a la justicia divina con toda clase de abominaciones y crímenes. La situación no puede sostenerse más, y el castigo no puede tardar en venir. Es una exigencia de la misma justicia divina. La enumeración de los pecados es escalofriante, y hemos de notar que, a diferencia de los capítulos 16, 20 y 23, en los que se insistía en los pecados pasados de Israel, aquí se insiste en los presentes de su generación. Suele dividirse el capítulo en tres partes: a) pecados de Jerusalén (v.-16); b) castigo de los mismos (v. 17-22); c) pecados de las clases dirigentes (v.23-31). Los autores suelen destacar la labor redaccional del editor posterior a Ezequiel en este fragmento.

 

Los pecados de Jerusalén (1-12).

1 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 2 Y tú, hijo de hombre, ¿no juzgarás a la ciudad sanguinaria, echándola en cara todas sus abominaciones? 3 Di, pues: Así habla el Señor, Yahvé: ¡Ay de la ciudad derramadora de sangre en medio de sí! Para que llegue su hora y para su ruina se ha hecho ídolos, contaminándose. 4 Por haberte hecho culpable de la sangre que has derramado y haberte contaminado con los ídolos que hiciste, has apresurado tu día, has llegado al término de tus años. Por eso te haré yo oprobio de las gentes, ludibrio de la tierra toda. 5 Cercanos y lejanos se burlarán de ti, famosa por tus abominaciones, grande por la corrupción. 6 He aquí que los príncipes de Israel, cada uno en la medida de su poder, se ocupan en derramar sangre. 7 En ti desprecian al padre y oprimen al huérfano y a la viuda. 8 Menosprecias mis santuarios y profanas mis sábados. 9 Hay en ti calumniadores para derramar sangre, quienes comen por los montes, quienes en medio de ti hacen torpezas. 10 En ti se descubre la desnudez del padre y se hace violencia a la mujer durante el menstruo. 11 Todos adulteran con la mujer de su prójimo, contaminan incestuosamente a la nuera y fuerzan a la hermana, a la hija de su padre. 12 Hay en ti quien recibe dones para derramar sangre; exiges usura e intereses, despojas con violencia al prójimo, y a mí me olvidas, dice el Señor, Yahvé.

 

El profeta enumera fríamente las aberraciones de Jerusalén, a la que se da el epíteto de ciudad sanguinaria (v.2) por los muchos crímenes de sangre que se cometían durante aquellos momentos de pasiones políticas entre las facciones egiptófila y babilonófila. En 11:6 se dice con toda crudeza: "habéis multiplicado los muertos en esta ciudad, habéis llenado sus calles de cadáveres." Es el mejor comentario, pues, al título de sanguinaria que aquí se le da. La maldad se ha colmado, y por eso ha llegado la hora de su castigo (v.3). Juntamente con estos crímenes de sangre está el tradicional de idolatría, pues Jerusalén se ha contaminado con los ídolos (v.4) 1. No faltan tampoco las injusticias sociales de desprecio al huérfano y a la viuda (ν.7), tantas veces denunciados por los profetas anteriores al exilio 2. Al lado de estas aberraciones contra el amor al prójimo están los desprecios contra los santuarios y sábados de Yahvé 3. Los mismos padres son objeto de desprecio, en contra de los sentimientos naturales de respeto y filial amor 4.

La calumnia está a la orden del día5, incitando al asesinato. También los banquetes en los altos lugares (quienes comen por los montes, v.8), en cuanto asociados a actos de culto idolátrico, eran una abominación a los ojos de un fiel israelita. Y como conclusión o terminación de todas estas transgresiones están las desviaciones en las relaciones sexuales: incestos, adulterios, etc. 6 Junto a los excesos lujuriosos están los pecados de avaricia: soborno 7 y usura 8.

 

Castigo de Jerusalén por sus pecados (13-22).

13 He aquí que yo he batido mis palmas por tu avaricia y por la sangre que hay en medio de ti. 14 ¿Resistirá tu corazón, tendrán fuerzas tus manos en los días en que me ocuparé de ti? Yo, Yahvé, he hablado, y lo haré. 15 Yo te esparciré entre las gentes y te aventaré por las tierras, y haré desaparecer tu inmundicia de en medio de ti, 16 y serás a tus ojos ignominia entre las gentes, y sabrás que yo soy Yahvé. 17 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 18 Hijo de hombre, la casa de Israel se me ha tornado en escoria; todos son en el crisol cobre, estaño, hierro, plomo, plata, escorias. 19 Por tanto, así habla el Señor, Yahvé: Por cuanto vosotros os habéis vuelto escorias, yo os reuniré en medio de Jerusalén. 20 Como quien reúne en la hornaza plata, bronce, hierro, plomo y estaño, y sopla al fuego para fundirlos, así os reuniré yo en mi furor y en mi ira, y os echaré en la hornaza para fundiros. 21 Yo os reuniré y soplaré contra vosotros el fuego de mi furor, y seréis fundidos en medio de Jerusalén. 22 Como se funde la plata en el crisol, así seréis vosotros fundidos en medio de él, y sabréis que yo soy Yahvé, que derramo mi furor sobre vosotros.

 

Después de la descripción de los pecados de Judá, el profeta, como de costumbre, pasa al anuncio del castigo por ellos merecido. Los exilados se quejaban de que Yahvé había sido demasiado duro con ellos. Ezequiel ahora ha demostrado que todo ha sido merecido por las continuas prevaricaciones de la comunidad israelita, que abusó de la gracia divina, yéndose tras de las abominaciones de las gentes. Yahvé, ante tanta sangre derramada, tanta idolatría e injusticias sociales, hace un gesto de indignación y de desprecio: he batido mis palmas por tu avaricia (ν.13) 9. El castigo que se avecina es tan grave, que Jerusalén no podrá resistirlo (v.14). La forma interrogativa es irónica: ¿Serán tan fuertes para resistir su ira como para cometer los pecados? ¿Podrá resistir a la máxima prueba como nación, cual es la dispersión total?: Te esparciré entre las gentes. (v.15). Esta será la mejor manera de purificarla, de hacer desaparecer su inmundicia de ella. En efecto, sabemos que el pueblo israelita se curó totalmente en el exilio de su pecado tradicional, la idolatría. Después de la repatriación, la comunidad israelita vuelve a caer en pecados múltiples, pero no en la inmundicia de la idolatría. El exilio será la gran humillación del pueblo escogido: serás a tus ojos ignominia entre las gentes (v.16).

En los versículos que siguen, el profeta representa el juicio sobre Israel bajo la figura de un horno de fundición, en el que se mezclan sus metales para separarlos y probar su valor. Israel, por su corrupción, se ha convertido en escorias, que hay que fundir en el crisol10. Aquí el fuego del horno no es tanto para purificar cuanto para castigar derritiendo las escorias. Israel, por sus malas acciones, se ha convertido en una mezcla de metales, que sólo ha de destinarse al fuego. No hay metales íntegros y puros, sino restos, escorias de metal, útiles sólo para alimentar al fuego: así os reuniré yo en mi furor. para fundiros (v.20). Israel como pueblo será fundido y derretido, como se disuelve el metal en el crisol; no se dice que es para separar los metales, sino simplemente para fundirlos y hacerlos desaparecer de su estado actual; la idea principal en el fragmento es la del castigo como tal, enviado por Dios a los habitantes de Judá.

 

Los pecados de las clases directoras (23-31).

23 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 24 Hijo de hombre, diles: Eres una tierra no bañada desde lo alto, no rociada por la lluvia en el día de la cólera. 25 Dentro de ella se conjuran los príncipes; como ruge el león y despedaza la presa, así devoran ellos las almas, se apoderan de los tesoros y riquezas y multiplican en medio de ella las viudas. 26 Sus sacerdotes han violado mi Ley y han profanado mis cosas santas; no hacen diferencia entre lo santo y lo profano, ni enseñan a distinguir entre lo puro y lo inmundo; cierran los ojos a las violaciones de mis sábados, y yo soy profanado en medio de ellos; 27 sus príncipes son como lobos, que despedazan la presa, derramando sangre, destruyendo las almas, para dar pábulo a su avaricia. 28 Sus profetas revocan con barro, contemplando visiones vanas y prediciendo mentiras, y dicen: "Así habla el Señor, Yahvé," sin que Yahvé haya hablado. 29 Y el pueblo de la tierra oprime, roba, hace violencia al desvalido y al menesteroso, y al extranjero le veja contra derecho. 30 También de entre ellos busqué yo quien levantase muro y se pusiese en la brecha frente a mí en favor de la tierra, para que yo no la devastase, y no la hallé. 31 Por tanto, derramaré sobre ellos mi ira y los consumiré con el fuego de mi furor, y les echaré sobre la cabeza sus obras, dice el Señor, Yahvé.

 

El profeta vuelve a enumerar los pecados, pero ahora hace hincapié en las transgresiones de las clases dirigentes, los sacerdotes, los príncipes y los sacerdotes. Judá, por sus pecados, tiene el aspecto de una tierra no bañada desde lo alto (v.24), estéril por no haber recibido lluvia alguna del cielo. La frase día de la cólera alude al día del castigo de Yahvé. En ese día, la lluvia beneficiosa serán algunas personas benéficas que, como se dice en el ν.3ο, se pondrαn en la brecha para neutralizar el castigo divino con sus obras. El profeta juega con la imagen y lo significado por ella. Los príncipes, que por su posición debían promover el bien común y dirigir al pueblo por las sendas del bien, no se preocupan sino de devorar las almas (personas) y tesoros del prójimo; y no se paran ni ante la muerte de éstos, multiplicando en medio de ella las viudas (v.25). La frase es de gran efecto, pues se destaca la malicia de los opresores al traficar con la suerte de personas que han de quedar en la mayor desolación. Los segundos grandes responsables del estado caótico actual son los sacerdotes, oficialmente encargados por Dios de promover las observancias de la Ley y de los preceptos cultuales n. Entre sus deberes estaba el instruir al pueblo sobre la distinción entre lo santo y lo profano., entre lo puro y lo inmundo (v.26) desde el punto de vista ritual12. Sobre todo no se preocupan de la observancia del sábado, que en la mentalidad de Ezequiel tiene una especialísima importancia para la formación religiosa del pueblo 13.

Por fin, el profeta, después de repetir que los príncipes o altos funcionarios son como lobos rapaces, que hacen presa en las almas o personas de los necesitados (v.27), fustiga a la tercera clase de dirigentes de Judá, los profetas. Estos habían sido escogidos por Yahvé para mantener el fuego religioso en toda su pureza, desarrollando el contenido espiritualista y ético de la Ley frente al formalismo ritualista de los sacerdotes. Pero al lado de los verdaderos profetas surgieron espíritus aprovechados, que utilizaron este nombre para medrar en sus intereses, anunciando cosas que halagaban las pasiones populares, en contra de los verdaderos intereses de Yahvé. Contra éstos tuvieron los verdaderos profetas que mantener gran lucha desde los tiempos de Elias. Según Ezequiel, los falsos profetas revocan con barro, contemplando visiones vanas. (v.28), es decir, aprueban la conducta del pueblo, dando por buenas acciones que debían recriminar, procurando sostener sus opiniones, como el albañil que embadurna con barro un muro que se resquebraja 14.

Mientras tanto, la corrupción social iba en aumento, y el pueblo de la tierra oprime, roba, hace violencia al desvalido. (v.29). La expresión pueblo de la tierra designa muchas veces en la Biblia al pueblo bajo, en contraposición a las clases socialmente elevadas; pero quizá aquí designe a los terratenientes, que abusaban de sus bienes en tiempos de extrema necesidad. La situación, pues, no puede ser más caótica, y la depravación es tan general, que Yahvé ha buscado al menos uno que pudiera hacer frente a la corriente general, para hacerse responsable ante Dios y trabajar por mejorar el estado social: busqué yo quien levantase un muro y se pusiese en la brecha frente a mí en favor de la tierra, para que yo no la devastase. (ν.30). Dios busca un justo en la ciudad que pueda contrarrestar con su conducta la depravación general y preservar a la ciudad del castigo. Pero la constatación es dolorosa: y no lo hallé. De nuevo nos encontramos aquí con las frases hiperbólicas, que no han de tomarse al pie de la letra. De hecho sabemos que en ese tiempo estaban Jeremías y Baruc luchando por los intereses de Dios y por levantar el muro del orden social, basado en el cumplimiento del deber 15. La frase exagerada de Ezequiel tiene por objeto destacar el grado de depravación a que había llegado la sociedad de Jerusalén: todos, en las altas capas sociales y en el pueblo sencillo, prevarican, olvidando los preceptos de Yahvé. Por tanto, está justificado el derramamiento de la ira de Yahvé sobre los responsables de esa situación general de pecado (ν.31).

 

1 Sobre los pecados de homicidio en Jerusalén cf. Ez 11:9; 16:38; y sobre la idolatría cf. Ez 5:6s; 6:3-7; 11:13; 7:9; 8:16; 20:305. — 2 Cf. Ex 22:21; Dt 24:17; Lev 19,335; Ez 7:10; 9:9; 16:38. — 3 Cf. Ez 20:12-13; 44:24. — 4 En contra del precepto del Decálogo: Ex 20:12; Dt 5:16. — 5 Cf. Jer 9,3. Prohibida en Ex 23:1; Lev 19:16. — 6 El incesto con la madrastra o las concubinas del padre está prohibido en Lev 18,7; 20:11; 2 Sam 16:22. El adulterio está prohibido en Lev 18:20. También estaba prohibido tener relaciones sexuales con la "mujer durante el menstruo" (cf. Lev 18:19; 20:18). — 7 Prohibido por la Ley: Ex 23:8; Dt 16:19; cf. Is 1:23; Miq 3:11. — 8 En contra de lo prescrito en Ex 22:24; Dt 25:363; Ez 7:125. — 9 La expresión batir palmas puede tener sentido de alegría o de indignación, según el contexto. Cf. Ez 6:11; 21:19.22. — 10 Cf. el mismo símil, aunque con diferente sentido, en Is 1:22.25; Jer 6:27-30; Mal 3:2-3. — 11 Cf. Os 4:6; Ag2,n. — 12 Cf. Lev ιο,ιο; ii,4? — 13 Cf. Ez 44:24. — 14 La frase aquí es paralela a la más explícita de Ez 13:10: "Por tanto, por haber engañado a mi pueblo, diciendo: "Paz," no habiendo paz, y porque, mientras mi pueblo alzaba una pared, ellos la jarreaban con barro." — 15 Cf. Ez 9:4; Jer 45. En Jer 5:1 se dice: "Recorred las calles de Jerusalén, ved e informaos, buscad por sus plazas, a ver si halláis un varón, uno solo, que obre según justicia, que guarde fidelidad, y le perdonaré." Esto recuerda el coloquio de Dios con Abraham en Gen 18:22.32, a propósito de la suerte de Sodoma; unos pocos justos serían suficientes para que perdonase a la ciudad.

 

 

23. Los pecados de Samaría y de Jerusalén.

Este capítulo es paralelo al c.16. Con toda crudeza se declaran los pecados de Israel y Judá a través de su historia. Samaría y Judá aparecen simbolizadas en dos doncellas que se han prostituido a los dioses de Asiría y de Egipto. Sus alianzas políticas no han sido sino ocasión para fomentar la idolatría. El profeta quiere mostrar ante los exilados el grado de culpabilidad de ambas hermanas, las cuales, por tanto, no pueden quedar sin el correspondiente castigo. Samaría desapareció como nación en el 721 bajo la invasión de Sargón II, y Judá desaparecerá aniquilada por las tropas de Nabucodonosor en 586. Judá es más culpable, porque debía haber cambiado de conducta ante la ruina de su hermana mayor.

El estilo del capítulo es vigoroso y por su crudeza choca con nuestra sensibilidad; pero las ideas son claras: Yahvé amó como esposas a las dos hermanas OhoJá y Oholiba, pero éstas adulteraron con los ídolos, y por ello serán duramente castigadas.

 

Introducción: las dos hermanas (1-4).

1 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 2 Había dos mujeres hijas de la misma madre. 3 Se prostituyeron en Egipto al tiempo de la mocedad; allí fueron estrujados sus pechos y manoseado su seno virginal. 4 Llamábanse Oholá, la mayor, su hermana Oholibá. Fueron mías y parieron hijos e hijas. Oholá es Samaría; Oholibá, Jerusalén.

 

El profeta empieza a describir la historia de Israel-Samaría y Judá-Jerusalén, considerando a ambos reinos de origen común: Había dos mujeres hijas de la misma madre (v.2). Tanto el reino de Israel como el de Judá, separados después de Salomón, tuvieron un común origen l, el patriarca Jacob. Desde su mocedad, o albores de su historia, se prostituyeron en Egipto (v.3). El hagiógrafo considera a ambos reinos ya formados y separados después de Salomón, cuando empezaron a tener vida propia.

Jeroboam, fundador del reino del norte, había ido a buscar refugio en Egipto, huyendo de Salomón 2. Roboam, rey de Judá, hijo de Salomón, prácticamente estaba sometido a Egipto en su política exterior 3. Los dos reinos hermanos, pues, tenían alianza con Egipto, y por eso se dice que desde su mocedad se prostituyeron a Egipto (v.2). Con las influencias políticas de la nación protectora venían las influencias idolátricas. Los profetas consideran las alianzas diplomáticas de su pueblo con naciones extrañas como "prostituciones," porque se buscaban apoyo fuera de Yahvé, que era el único que podía salvarlos. Israel y Judá, al entregarse políticamente a Egipto, fueron mancilladas y violadas por la voracidad insaciable del Estado protector. El amante fuerte abusó de ellas descaradamente, arruinándolas4. La mayor de las hermanas (reino de Israel) se llamaba Oholá. Es mayor porque este reino estaba constituido por diez tribus, mientras que Judá estaba sólo integrada fundamentalmente por dos tribus. Oholá significa "la que tiene su propia tienda"; y Oholibá quiere decir: "mi tienda en ella."5 Quizá Ezequiel aluda con estos nombres al grito de independencia dado por las tribus al separarse: "¡A tus tiendas, Israel!" 6 Las dos hermanas tenían su propia tienda, en cuanto que se constituyeron en reino aparte. Ambas hermanas pertenecían a Yahvé.

 

Infidelidades de Samaría (5-10).

5 Oholá me fue infiel y se enloqueció por sus amantes, sus vecinos los asirios. 6 Iban vestidos de púrpura, eran jefes y oficiales, todos jóvenes codiciables y que montaban caballos. 7 Se prostituyó a ellos, la flor de los hijos de Asiría, y se contaminó con todos los ídolos de aquellos de quienes se enamoró. 8 Tampoco dejó sus prostituciones con Egipto, porque eran los que se habían acostado con ella en su mocedad y habían manoseado sus senos virginales y derramado sobre ella sus impurezas. 9 Yo, por eso, la entregué en manos de sus amantes, en manos de los hijos de Asiría, de quienes estaba enamorada. 10 Ellos descubrieron sus vergüenzas, le arrebataron sus hijos y sus hijas, y a ella le hicieron perecer a la espada. Vino a ser famosa entre las mujeres por la justicia que en ella se hizo.

 

Samaría se dejó subyugar por el poderío militar asirio y quiso hacer alianza con ella. La impresión del ejército asirio con sus oficiales, vestidos de púrpura, cabalgando apuestos sobre sus caballos, hería la mentalidad provinciana de los habitantes de Samaría. Por eso Oholá (reino de Israel: Samaría) se enamoró de ellos y trató de hacer alianzas políticas con la gran nación invasora: se prostituyó a ellos (ν.7). Después de su entrega política vino su entrega religiosa, pues adoptó los ídolos asirios. Sabemos que el culto asirio tuvo fuerte eco en Jerusalén en tiempos de Manases y de Acaz 7.

Por otra parte, Samaría siguió sus antiguas relaciones políticas con Egipto, con quien había tenido efusiones amorosas en su mocedad (v.8) 8. El castigo de sus veleidades amorosas le va a venir precisamente de uno de sus amantes: Dios la entregó en manos de los hijos de Asiría (v.9), los cuales invadieron el reino del norte y tomaron Samaría, después de duro asedio, en 721 a.C. 9 Por cruel ironía de la historia han sido sus amantes los que le trajeron la ruina. Los asirios mostraron ante todos los pueblos la conducta infamante de Samaría, que había abandonado a su Dios para ir tras de dioses extraños (v.10). En castigo, sus hijos y sus hijas fueron llevados en cautividad, y la capital, Samaría, desapareció bajo las ruinas 10. Su castigo la hizo famosa entre los demás pueblos.

 

Conducta infiel de Judá (11-21).

11 Viendo esto Oholibá, su hermana, fue más estragada que ella en su pasión, y sus prostituciones sobrepasaron a las de su hermana. 12 Encendióse en amor por los hijos de Asiría, jefes y oficiales, nobles vestidos magníficamente, caballeros en sus caballos, jóvenes todos y codiciables. 13 Yo vi que se habían contaminado, que ambas habían seguido el mismo camino. 14 Pero ésta fue más lejos en sus fornicaciones; vio hombres pintados en la pared, figuras de caldeos trazadas con minio, 15 ceñidos sus lomos de sus cinturones, y tiaras de varios colores a la cabeza, todos con apariencia de jefes, figuras de hijos de Babilonia, de Caldea, su patria. 16 Y en viéndolos se encendió en amor por ellos, y mandó embajadores a Caldea, 17 y entraron a ella los hijos de Babilonia, al lecho de sus amores, y la mancharon con sus inmundicias, y ella se contaminó con ellos hasta hartar su deseo. 18 Hizo patentes sus fornicaciones y descubrió su ignominia, y yo me asqueé de ella, como me había asqueado de su hermana. 19 Mas todavía acrecentó sus fornicaciones, trayendo a su memoria los días de su mocedad, cuando había fornicado en la tierra de Egipto. 20 Y ardió en lujuria por aquellos lujuriosos, que tienen carne de burro y flujo de garañones 21 y renovaste las fornicaciones de tu mocedad, cuando los egipcios estrujaban tus pechos y manoseaban tu seno juvenil.

 

La pésima conducta de Samaría fue sobrepasada por la de su hermana Judá; en vez de escarmentar en la suerte trágica de aquélla, se entregó a mayores desvarios amorosos con las potencias extranjeras y con sus dioses (v.11) n. También se dejó fascinar por el brillo militar asirio (v.12). Las relaciones amistosas de Judá con Asiría comenzaron en tiempos del impío rey Acaz, cuando en 735 los ejércitos coligados de Siria y de Samaría atacaron a Judá. En contra de los consejos del profeta Isaías, el rey pidió auxilio a Teglatfalasar III 12. Pero Judá no se contentó con establecer relaciones con Asiría, sino que quiso también hacerse aliada de Babilonia. Ya bajo el piadoso rey Ezequías recibió con demasiados honores (700 a.C.) a Merodacbaladán, el gran paladín de la independencia babilonia contra los asirios 13. Judá se dejó fascinar al verlos pintados en pared., ceñidos sus lomos. (v.15). El profeta presenta a Judá como a una doncella enamoradiza, que a la primera vista de un joven que le agrada se enamora de él. Tal es la conducta de Judá. Al oír hablar de los babilonios y conocerlos sólo de referencia por pinturas, se dejó fascinar de lo que decían de sus palacios bellamente policromados en las paredes. Así como antes se enamoró del atuendo militar magnífico de los asirios, ahora se enamora de las decoraciones palaciegas babilónicas, que conoce de referencia. Es una bella descripción de las veleidades amorosas de la superficial Oholibá-Juda. En seguida mandó embajadores a Caldea (v.16). No sabemos nada de una embajada en tal sentido; quizá el rey Ezequías correspondió con una embajada a Merodacbaladán por la visita que le había hecho 14. En 593, Sedecías fue con una embajada a la corte de Nabucodonosor 15. Desde el 605 a.C., los babilonios se apoderaron de Palestina, tratando a Judá con demasiada inconsideración (v.17). Judá se entregó a sus pecados en tal forma, que Yahvé sintió asco de ella, como lo había sentido de su hermana Samaría (v.18), y ella, cansada de sus relaciones amorosas con Babilonia, se dirigió a Egipto, como en los días de su mocedad (v.19). El profeta parece aludir al hecho de que el rey Sedecías enviara una embajada en busca de auxilio al faraón egipcio. El profeta trata con el mayor desprecio a los egipcios (v.20), causantes de la defección de Judá.

 

El castigo de Judá (22-35).

22 Por eso, Oholibá, así dice el Señor, Yahvé: Yo suscitaré contra ti a tus amantes, aquellos de que hartaste tus deseos, y los haré venir contra ti en derredor. 23 Los hijos de Babilonia y todos los caldeos, los de Peqod, los de Soa, los de Qoa, y con ellos todos los hijos de Asiría, mozos guapos, jefes y capitanes todos, nobles y notables, todos a caballo. 24 Y vendrán contra ti con estrépito de carros y ruedas, con escudos, paveses y capacetes; se ordenarán en batalla de todas partes contra ti. Yo les he entregado a ellos tu juicio y te juzgarán según sus leyes. 25 Desencadenaré mi celo contra ti, y te tratarán con furor. Te cortarán la nariz y las orejas, y tu prole caerá a la espada. Llevaránse a todos tus hijos y tus hijas, y tu progenie será consumida por el fuego. 26 Te desnudarán de tus vestidos y te arrebatarán todos los ornamentos de tu hermosura. 27 Yo haré que cese la lujuria y tus prostituciones con Egipto, y no alces ya más los ojos a ellos, y no te acuerdes más de Egipto. 28 Porque así dice el Señor, Yahvé: Te entrego en las manos de aquellos a quienes llegaste a aborrecer, de quienes se hartaren tus deseos. 29 Y te tratarán con odio, se apoderarán de todo el fruto de tu trabajo y te dejarán desnuda y en cueros, y se descubrirán las vergüenzas de tus prostituciones. Tu lujuria y tus fornicaciones 30 son causa de todo esto. Por haber fornicado con las gentes y haberte contaminado con los ídolos. 31 Has seguido los caminos de tu hermana, y pondré en tus manos el cáliz suyo. 32 Así habla el Señor, Yahvé: Beberás el cáliz de tu hermana, hondo y ancho,de gran capacidad 16. 33 Te llenarás de embriaguez y de tristeza; es el cáliz de horror y desolación, el cáliz de tu hermana Samaría. 34 Lo beberás hasta las heces, lo morderás y romperás con los dientes, y con sus fragmentos te rasgarás el seno, porque yo he hablado, dice el Señor, Yahvé. 35 Puesto que me dejaste y echaste a tus espaldas, también yo echaré sobre ti tu lujuria y tus prostituciones.

 

Dios va a enviar el castigo definitivo a Judá, trayendo contra ella a los que fueron sus amantes, los caldeos, aquellos que buscó para hacer alianza con ellos (aquellos de que hartaste tus deseos, v.22). Los babilonios, con los pueblos circunvecinos, caerán sobre ella. Entre los invasores, el núcleo principal era caldeo; pero con ellos iban mercenarios de otros pueblos, integrados en el gran imperio babilónico 17. Los invasores, sus antiguos amantes, la aplastarán (v.24) con su fuerza militar y la tratarán como a una esclava, mutilándola espantosamente 18. Sus hijos serán llevados en cautividad, y, al fin, Jerusalén (tu progenie, v.25) será consumida por el fuego, como tuvo lugar bajo Nabuzardán, lugarteniente de Nabucodonosor, después de la toma de la ciudad 19. Judá, que se ha portado como una cortesana para atraer a sus amantes (naciones extranjeras), será deshonrada públicamente: Te desnudaran. (v.26).

Con el castigo, Judá no volverá a buscar alianza en Egipto (v.27), pues esta nación se ha mostrado impotente a la hora de la prueba, y la ha abandonado a su suerte. Entonces se mostrará plenamente a los ojos de todos sus pecados (se descubrirán tus prostituciones., v.29). Toda su tragedia le ha sobrevenido por haber buscado alianzas extranjeras y haberse entregado a prácticas idolátricas (v.30). Con esto no ha hecho sino seguir los caminos de su hermana mayor Oholá (Samaría) (v.31), y, como ella, va a tener que beber su cáliz o porción asignada conforme a su conducta. Será el cáliz del horror y de la desolación (v.33), pues está decretada la devastación y la ruina sobre ella 20.

 

Acusaciones colectivas contra Samaría y Judá (36.-49)

36 Díjome Yahvé: Hijo de hombre, ¿no juzgarás tú a Oholá y a Oholibá? ¿No les echarás en cara sus abominaciones? 37 Dié-ronse al adulterio y mancharon de sangre sus manos. Adulteraron con sus ídolos, y aun los hijos que me parieron los pasaron por el fuego para que les sirviesen a ellos de comida. 38 Hasta eso hicieron, contaminando también mi santuario y profanando mis sábados, 39 pues, luego de sacrificar sus hijos a sus ídolos, entraban el mismo día en mi santuario, contaminándolo. Eso hicieron con mi casa. 40 Y aun han hecho venir de lejos hombres a los que enviaron mensajeros, y al venir ellos te lavaste, te pintaste los ojos y te ataviaste con tus joyas, 41 y, echada en suntuoso estrado, te pusiste a la mesa que aderezaste para ellos, poniendo en ella mis perfumes y mi óleo 42 entre el rumor clamoroso de los cantos, a causa de la multitud de hombres venidos del desierto, los cuales ponían manillas en sus manos y coronas en sus cabezas 21. 43 Y dije de la envejecida en adulterios: Ahora se consumarán los adulterios de ella. 44 Pues venían ellos como quien viene a la ramera, así vinieron a Oholá y a Oholibá, las depravadas. 45 Pero hombres rectos te juzgarán según la ley de las adúlteras y las sanguinarias, porque adúlteras son, manchadas de sangre están sus manos. 46 Pues así dice el Señor, Yahvé: Trae turbas contra ellas, y sean entregadas' al maltrato y a la rapiña, 47 y las turbas las apedrearán y las acuchillarán, matarán a sus hijos y a sus hijas y prenderán fuego a sus casas. 48 Y haré cesar en la tierra la depravación, y escarmentarán las mujeres y no imitarán vuestras torpezas. 49 Y harán recaer sobre vosotras vuestras obscenidades, y pagaréis los pecados de vuestra sidolatrías, y sabréis que yo soy Yahvé.

 

El profeta vuelve de nuevo a resumir los principales pecados de ambas hermanas, Samaría y Judá: la idolatría y los sacrificios humanos en honor de los ídolos. El cuadro aparece recargado para impresionar al auditorio y convencerle de que el castigo que iba a enviar Dios era muy justo y necesario. Samaría y Judá eran realmente adúlteras ante los ojos de Yahvé, porque le habían dejado como verdadero Esposo y habían ido tras de dioses ajenos. El colmo de la maldad y cinismo de los habitantes de Samaría y de Judá es que, después de manchar sus manos sacrificando a sus hijos a Moloc, iban a presentar sus homenajes al santuario de Yahvé (v.39).

Por otra parte, Jerusalén ha buscado, ataviándose como una cortesana, a hombres venidos de lejos (v.40), es decir, ha buscado hacerse amiga de pueblos extranjeros, como los babilonios, y ha adoptado sus prácticas idolátricas, entregándose a banquetes sacrificiales en honor de los ídolos (te pusiste a la mesa que aderezaste, v.41). Por su parte, los amantes prodigaban sus regalos a la que tan bien los había recibido (ponían manillas en sus manos., v.42). El profeta utiliza las costumbres de la época para expresar sus ideas: la conducta de Judá ha sido la de una vulgar cortesana. Por eso será juzgada como adúltera (v.45), y, como tal, será lapidada y entregada a la espada (v.47). En su castigo como mujeres adúlteras escarmentarán otras mujeres (v.48), las naciones paganas.

 

1 Cf. Ez 19:2; 16:1-7. — 2 Cf. 1 Re 12:2; 11:40. — 3 El faraón Sesac había conquistado la ciudad de Gezer; cf. 1 Re 9:16. — 4 De hecho conocemos la invasión del faraón Sesac o Sheshonq en el 929 a.C., cinco años después de la separación de las tribus. — 5 El matiz de la traducción varía en cada autor, pero lo que es claro en ambos nombres es el substrato común de "tienda." — 6 Cf. 1 Re 12:16. — 7 Cf. 2 Re 17:16; Am 5:26. — 8 Cf. 2 Re 17:14; Os 7:11; 12:2. — 9 2 Re 17:4. 10 Cf. 2 Re 17:6. — 11 Cf. Ez 16:47; Jer 3:8-11. — 12 Cf. 2 Re 16:17s. — 13 Cf. 2 Re 20:12-29; Is 39. — 14 2 Re 20:12-19. — 15 Cf. Jer 29:3; 51:59- — 16 Suprimimos con los LXX la frase del TM "servirá de mofa y de irrisión," que rompe el contexto entre este estico y el anterior. — 17 Peqod es el Puqudu de las inscripciones cuneiformes (cf. Jer 50,21), tribu aramea en la frontera elamítica junto al golfo Pérsico; Soa es el Suíu asirio, y Qoa es el Quíu de la literatura asiro-babilónica (véase F. Abel, Géogr. I 245), al este del Tigris. — 18 En Egipto la mutilación de la nariz era el castigo de las adúlteras (cf. diod., Sic., I 78). — 19 Cf. Jer 52:12-13. — 20 Cf. Ab 2:16. Sobre el cáliz de la ira cf. Jer 25:15-28; 51:2; Is 51:17.22; Sal 75:9. — 21 La primera parte del verso está ininteligible. Las traducciones son muy diversas. La nuestra se acerca a la adoptada por la Bible de Jérusalem.

 

 

24. Anuncio del asedio de Jerusalén.

En este capítulo encontramos dos oráculos del profeta relativos a la suerte de Jerusalén: a) parábola de la caldera al fuego (1-14); b) orden de no hacer luto por su esposa (15-17). Son las dos últimas profecías de Ezequiel contra Jerusaién.

 

La parábola de la olla al fuego (1-14).

1 El año nono, el mes décimo, el día décimo del mes, me fue dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 2Hijo de hombre, consigna por escrito la fecha de este día. En este día, el rey de Babilonia se ha echado sobre Jerusalén. 3 Compon una parábola para la casa rebelde, y diles: Así habla el Señor, Yahvé: Arrima la olla, arrímala, y echa también agua; 4 echa en ella trozos, todos los trozos selectos, la pierna y la espalda; llénala, de lo mejor de los huesos. 5 Toma lo mejor del rebaño, 1 pon debajo la leña, que hierva a borbotones, que se cuezan hasta los huesos. 6 Porque así dice el Señor, Yahvé: ¡Ay de la ciudad sanguinaria! ¡Ay de la caldera herrumbrosa cuya herrumbre no ha sido quitada! Vacíala trozo a trozo, sin echar suerte sobre ella. 7 Porque tiene dentro la sangre suya, la ha derramado sobre piedra lisa, no la derramó sobre la tierra para que la cubriese el polvo. 8 Para provocar la ira y traer la venganza, coloqué su sangre sobre una piedra lisa, sin que pueda cubrirse. 9 Por lo cual dice el Señor, Yahvé: ¡Ay de la ciudad sanguinaria! También yo aumentaré la hoguera. 10 Acumula leña, atiza el fuego, cuece la carne y condimenta la mezcla; que se quemen los huesos, que se cueza la carne. 11 Déjala vacía sobre las brasas, que se ponga al rojo y se caliente el cobre, y se funda dentro de ella su suciedad, y se consuma su herrumbre. 12 En vano me fatigué 1; no desapareció su herrumbre ni con fuego. 13 Es execrable tu suciedad; yo he querido limpiarte, pero no te limpiaste. No quedarás purificada de tu suciedad hasta que no derrame yo mi fuego sobre ti. 14 Yo, Yahvé, he hablado: vendré, lo haré, no me volveré atrás, no tendré piedad, no me arrepentiré. Según tus caminos y tus obras así serás juzgada, dice el Señor, Yahvé.

 

La datación que nos da en el v.1 nos lleva a principios del 588 a.C. 2. El año nono está calculado a partir de la deportación de Jeconías, cuando fue entronizado Sedéelas (598 a.C.). Es el hecho del que parte toda la cronología de Ezequiel 3. El mes décimo es el mes de Tebeth (enero). En la fecha en que comienza el asedio de Jerusalén por las tropas de Nabucodonosor (v.2). El día décimo nos llevaría a principios de enero del 588. Es el gran día memorable para los exilados, pues se van a cumplir las terribles predicciones de Ezequiel. El Señor quiere que ahora exprese el porvenir de Jerusalén por medio de una parábola (ν.3). En ella (v.3-14) encontramos dos enseñanzas diferentes: a) la olla con los trozos selectos, cociéndose, significa a Jerusalén sufriendo terriblemente durante el asedio (v.3-5); b) la herrumbre de la olla que se resiste a desaparecer simboliza la actitud pertinaz de Judá en el mal. Para impresionar al auditorio (la casa rebelde) debió Ezequiel poner la parábola en acción. Podemos, pues, suponer que el profeta realmente metió en una olla trozos selectos de carne y la calentó al fuego.

En 3:11 se dice que los israelitas se creían seguros en Jerusalén como la carne en la olla. El profeta ahora toma el mismo símil y va a mostrar cómo aun dentro de la ciudad no están seguros, pues tendrán que sentir el calor del fuego de los asediantes. En vez de serles medio de preservación, la ciudad será instrumento de sufrimiento, como la olla al fuego. En realidad, a los israelitas que se hallan dentro de la ciudad les esperan más sufrimientos que a los que están por la campiña, pues se quemarán hasta los huesos (v.5); la frase indica que afectará a todos. Quizá en los tronos selectos haya que ver una alusión a las clases dirigentes, mientras que en los huesos se aludiría a la clase baja. Puede que no tengan valor alegórico estos detalles y sean un simple relleno literario para completar el cuadro. La lección general dé la parábola es que los que ahora están dentro de las murallas de Jerusalén no se verán libres de los máximos sufrimientos.

La segunda parábola (v.6-14) nos presenta una nueva lección: la herrumbre de la olla es símbolo de la maldad a la que está unida pertinazmente Jerusalén. Llega el momento en que la olla (Jerusalén) va a ser vaciada de todo su contenido, trozo a trozo, sin echar suertes sobre ella (v.6); la destrucción va a ser tal, que no habrá necesidad de echar a suertes sobre los que se han de salvar o han de perecer. La causa de todo es que Jerusalén es una ciudad sanguinaria y herrumbrosa por sus homicidios y su corrupción moral de todo género. La conducta de Jerusalén ha sido tan insolente, que al derramar sangre inocente no se ha preocupado de cubrirla para que no clamase venganza al cielo, como la de Abel4, sino que la ha derramado sobre piedra lisa (ν.7)5, y en ella se conserva, pidiendo justicia a Dios. Toda la sangre derramada está presente a los ojos divinos, y por eso Dios no puede menos de castigar a la gran sanguinaria. Por otra parte, la herrumbre o maldad de ella es tal, que no basta el fuego para que se desprenda de ella, sino que es necesario destruir la misma olla. Yahvé ha querido limpiarla (v.13), pero todo ha sido en vano, ya que chocó con la malicia pertinaz de la ciudad. Por eso la intervención definitiva de la justicia divina no puede tardar (v.14)6.

 

Prohibición de duelo por su esposa (15-27).

15 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 16 Hijo de hombre, voy a quitarte de repente la delicia de tus ojos, pero no te lamentes ni llores, no derrames una lágrima. 17 Suspira en silencio, sin llevar luto por el muerto; ponte el turbante en la cabeza y calza tus pies, no te cubras la barba ni comas el pan del duelo7. 18 Yo había estado hablando al pueblo por la mañana, y a la tarde murió mi mujer. A la mañana siguiente hice lo que me había mandado, 19 y la gente me decía: ¿No nos explicarás lo que significa lo que haces? 20 Yo les respondía: Yahvé me ha hablado, diciendo: 21Di a la casa de Israel: Así habla el Señor, Yahvé: Mirad, voy a profanar mi santuario, gloria de vuestra fuerza, delicia de vuestros ojos y anhelo de vuestra alma; vuestros hijos y vuestras hijas caerán a la espada, 22y entonces haréis vosotros lo que ahora hago yo: no os cubriréis la barba ni comeréis el pan de duelo, 23 llevaréis en vuestra cabeza los turbantes y calzaréis vuestros pies, no os lamentaréis ni lloraréis, sino que os consumiréis en vuestra iniquidad y gemiréis unos con otros. 24 Ezequiel será para vosotros una señal; cuando esto llegue, haréis vosotros lo que él hace ahora, y sabréis que yo soy Yahvé. 25 Y tú, hijo de hombre, el día que yo les arrebatare a ellos su fortaleza, el orgullo de su gloria, la delicia de sus ojos, el anhelo de sus almas" sus hijos y sus hijas 26 vendrá a ti un huido para darte la noticia, 27 y aquel día se abrirá tu boca a la llegada del fugitivo y hablarás, no estarás mudo, y serás señal para ellos, y sabrán que yo soy Yahvé.

 

Dios anuncia al profeta que va a morir su esposa, la delicia de sus ojos (v.16), prohibiéndole hacer toda señal de duelo, como ejemplo a imitar por los exilados cuando llegue la noticia de la toma de Jerusalén por los caldeos y de la destrucción de la delicia de sus ojos, el templo de Yahvé. Debe abstenerse de todos los signos externos de duelo, como descubrirse la cabeza, descalzarse, etc. (ν.17), y no debe organizar un banquete funerario: no comas el pan del duelo 8. Guando uno estaba en duelo, venían sus amigos a participar con él en un banquete funerario en honor del difunto 9. Su esposa murió en la tarde del día en que había anunciado el principio del asedio de Jerusalén (v.18). Los compatriotas exilados no comprenden la conducta del profeta, que no cumple los ritos ordinarios de duelo. En ello ven algo misterioso, y preguntan: ¿no nos explicaras lo que significa lo que haces? (v.20). El profeta les responde que él en su persona es una señal para la casa de Israel, e.d., los israelitas del exilio. No deben hacerse ilusiones sobre el porvenir de la Ciudad Santa, pues se les va a quitar lo más caro a su corazón, el santuario, delicia de sus ojos. (v.21).

Habían depositado en él una confianza supersticiosa 10, como si la presencia del templo, morada de Yahvé, fuera garantía segura contra toda incursión enemiga. En realidad, todo aquel maravilloso conjunto de edificios que constituían el templo de Jerusalén, centro de todos los pensamientos de los israelitas (anhelo de vuestras almas, v.21), sería profanado y pasto de las llamas, y todos los habitantes de la ciudad caerán a la espada. Es el anuncio que desde hacía años les estaba comunicando, pero ahora estaban en el principio de la realización. Como él, deben abstenerse de señales exteriores de duelo y sufrir sólo interiormente en la compunción del corazón (v.23). Deben concentrarse en sí mismos y pensar en las causas reales de tal catástrofe, procurando desagraviar la justicia divina ultrajada.

Como conclusión de todas estas predicciones siniestras contra Jerusalén, se inserta aquí el anuncio de su caída por uno de los fugitivos. Si tomamos al pie de la letra lo que se dice en el v.26, tenemos que deducir que el mismo día en que cayó Jerusalén le llegó un fugitivo con la noticia, lo que no era factible. En 33:21 se dice que llegó el fugitivo un año y medio después de la toma de Jerusalén, según el TM, y después de seis meses según el texto griego de los LXX. La frase, pues,"el día que les arrebatare. (v.25), hay que interpretarla en.el sentido genérico de "cuando les arrebatare." En el texto se dice que Ezequiel, al llegar el fugitivo, recobrará el habla (v.27). En 3:24-27 se, dice que por orden divina,.el profeta quedó privado del habla. ¿Es una alusión a esta etapa de la vida del profeta? Algunos autores creen que se relacionan ambos fragmentos y que uno de ellos está fuera de lugar. Se puede suponer también que el profeta, después de la muerte de su mujer, quedó recluido en su casa sin hablar con nadie, como señal para los exilados, que debían meditar en silencio la gran tragedia de su pueblo que había sido anunciada por él. Con esta indicación se cierra la primera parte del libro de Ezequiel, dedicado a preparar espiritualmente a los exilados para la gran prueba, ya que de aquellos exilados había de surgir el núcleo de restauración para empalmar con los tiempos mesiánicos 11.

 

1 En hebreo lit. "ella me ha fatigado por sus trabajos." En los LXX falta esta frase, que algunos consideran como simple ditografía. — 2 Cf.-2 Re 25:1; Jer 52:4. — 3 Cf. Ez 1:2. — 4 Cf. Gen 4:10. — 5 Cf. Ez 23:45; Jer 7:6; Job 16:18. — 6 Sobre esta acción simbólica véase D. buzy, Les symboles de I'Anden Testament (París — 1923) P.IQ8-205- — 7 El TM y los LXX leen "pan de hombres." El Targum y la Vulgáta leen "pan de aflicción," que hemos preferido. — 8 Sobre las señales de duelo entre los antiguos israelitas puede verse la obra de P. hei-nisch, Die Trauergebrauche bei den Jsraditen: "Biblische Zeitfragen," 13 (Munster 1931) ?s·. — 9 Cf. Jer 17:7; 2 Sam 3:3:5, — 10 Jer 7:4; Miq 3:11. — 11 Ez 11:14-21; 14:223; 20:32-44.

 

 

25. Oráculos contra las naciones vecinas de Judá.

Con este capítulo se abre la segunda parte del libro de Ezequiel, dedicada a las naciones paganas (c.25-32). La primera parte ha estado dedicada a anunciar la triste suerte del pueblo escogido. Pero Dios no permite que las otras naciones queden impunes en sus pecados, y por eso también para ellas llega la hora de la justicia divina. Todas las naciones que han instigado a Judá para rebelarse contra Babilonia recibirán su merecido: Amón, Moab, Edom, Filistea, Tiro, Sidón y Egipto. Todas han contribuido a la ruina del pueblo israelita, y como transgresoras serán tratadas por la omnipotencia divina, que se extiende a todos los pueblos. La diferencia del contenido de los oráculos contra Judá y de los proferidos contra las naciones paganas estuvo en que para aquélla había siempre una esperanza y promesa de rehabilitación, mientras que a éstas les alcanza la ruina definitiva.

 

Oráculo contra Amón (1-7).

1 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 2 Hijo de hombre, tiende tu vista hacia Amón y profetiza contra él. 3 Di a los hijos de Amón: Oíd la palabra del Señor, Yahvé. Así habla el Señor, Yahvé: Pues que tú dijiste "Bien" cuando era profanado mi santuario y la tierra de Israel era asolada y llevada la casa de Judá al cautiverio, 4 por eso yo te entregaré en poder de los hijos del Oriente, que pondrán en ti su campamento y alzarán en ti sus tiendas, y comerán tus cosechas y beberán tu leche. 5 Y haré de Rabbá pastizal de camellos, y de las ciudades de Amón, rediles de ovejas. Y sabréis que yo soy Yahvé. 6 Porque así habla el Señor, Yahvé: Pues que batiste palmas y pateaste con los pies, y te regocijaste en el alma con desprecio para la tierra de Israel, 7 por eso heme aquí, tenderé mi mano contra ti, y te daré en presa a las gentes, y te extirparé de entre los pueblos de la tierra, y te haré desaparecer del número de ellos. Te exterminaré y sabrás que yo soy Yahvé.

 

La fecha de composición es ciertamente posterior a la catástrofe del 586, ya que se habla de la actitud hostil de los habitantes de Amón frente a la desgracia de su vecino y aliado Judá (ν.3). Existía una tradicional enemistad de vecinos entre ambos reinos l. Se les llama los hijos de Amón según la denominación común en la Biblia 2. El reino de Amón estaba enclavado en la actual Transjordania, entre el Arnón, al sur, y el Yabbok, al norte, y su capital era Rabba-Amón, la actual Ammán. Durante los siglos ix y VIII estuvo bajo el dominio asirio 3. En el 6oi se unió con Edom y Moab contra el rey Joaquim de Jerusalén, que se había rebelado contra Babilonia. Más tarde, en el 594, los amonitas, unidos a Edom, Moab, Tiro y Sidón, trataron de convencer al rey Sedecías para que se rebelase contra Nabucodonosor 4, lo que consiguieron en el 5885. A pesar de ser aliados, después de la destrucción de Jerusalén sienten los amonitas un malévolo gozo de satisfacción (v.3). Un enviado del rey de Amón mató a Golodías en Mispa, gobernador impuesto por los babilonios, sin duda para evitar la reconstrucción de Judá 6.

Por esta actitud hostil hacia Judá, Dios enviará un terrible castigo sobre Amón: de un lado, los beduinos, las gentes del desierto, invadirán el país, lo arrasarán todo, comiendo sus cosechas y su leche (v.4). La misma capital del reino, Rabba, se convertirá en pastizal de camellos (y.6). Los beduinos, con su mentalidad primaria, no saben apreciar los refinamientos de la vida sedentaria, y todo lo arrasan en sus incursiones. Cuando los amonitas vean su país devastado, sabrán por experiencia quién es Yahvé, Dios de los judíos, que castiga a su pueblo, pero que a la vez mantiene las exigencias de su justicia entre los pueblos paganos. Además, esta incursión de los beduinos sobre el país no es sino el preludio de otra invasión más cruel, que los hará desaparecer como pueblo (v.7). Aunque el profeta no menciona al invasor, parece deducirse que son los caldeos, como lo anuncia en el capítulo 21. Amón no volvió a reconstruirse como nación después de la invasión caldea: te haré desaparecer del número de los pueblos de la tierra (ν.7).

 

Oráculo contra Moab (8-11).

8 Así dice Yahvé: Puesto que Moab 7 ha dicho: He aquí que la casa de Judá es entre los pueblos uno de tantos, 9 por eso yo abriré el flanco de Moab desde las ciudades fronterizas, gloria de la región, Bet-Yesimot, Maal-Meón y Quiryatayim. 10 Doy su tierra a los hijos del oriente para que no sean contados más entre los pueblos. También haré justicia en Moab.

 

También los moabitas se han alegrado de la ruina de Judá 8. Al ver su destrucción, han comprendido que Judá, lejos de ser un pueblo aparte de todos, como sus habitantes decían, por ser parte de Yahvé, ha tenido que sufrir la suerte común de los vencidos: He aquí que la casa de Judá es entre los pueblos uno de tantos (v.8). Esto no lo puede consentir Yahvé, que vela por el honor de su nombre, y por eso va a castigar severísimamente a los moabitas, y para ello va a abrir brecha en la zona que se creía inexpugnable, las fortalezas del^anco de Moab (v.9), es decir, la región accidentada y montañosa del oeste, protección natural del país. El enemigo, por permisión e incitación divina, echará por tierra las fortalezas de sus principales ciudades amuralladas: Yasimot, etc. 9 Los invasores serán también los hijos de oriente, o beduinos del desierto, como en el caso de Amón, país fronterizo de Moab.

 

Oráculo contra Edom (12-14).

12 Así dice el Señor, Yahvé: Por el comportamiento de Edom, que tomó venganza de la casa de Judá y se manchó sobremanera vengándose de ellos, 13 por eso, así dice el Señor, Yahvé: También yo tenderé mi mano sobre Edom, y exterminaré hombres y bestias, y lo reduciré a ruinas; desde Teman hasta Dedán caerán a la espada. 14 Y pondré la venganza contra Edom en manos de mi pueblo Israel, que tratará a Edom conforme al furor de mi ira, y sabrán que yo soy Yahvé y que es mía la venganza. Así dice el Señor, Yahvé.

 

Los edomitas eran, según la tradición bíblica, parientes próximos de los israelitas, ya que aquéllos provenían de Esaú, hermano de Jacob 10. Por tanto, tenían obligación especial de mostrar su compasión para con sus consanguíneos. Estaban establecidos al sudeste del mar Muerto11. Cuando los israelitas pidieron paso hacia Canaán, se lo negaron 12. Más tarde hubo empeñada lucha entre edomitas e israelitas 13. Después de la destrucción de Jerusalén por Nabucodonosor, los edomitas se vengaron en los vencidos israelitas ^. Por eso Yahvé tenderá su mano sobre Edom (ν.13), es decir, le enviarα un duro castigo 15: el exterminio total desde el norte (Teman) hasta el sur (Dedán) 16. El mismo pueblo israelita tomará venganza directa de Edom (v.14). Esto se cumplió materialmente en tiempo de Juan Hircano (126 a.C.), que conquistó Idumea y obligó a sus habitantes a circuncidarse y sumarse al pueblo judío 17.

 

Oráculo contra Filistea (15-17).

15 Así habla el Señor, Yahvé: Por haber obrado vengativamente los filisteos y haberse vengado con odio en el alma, exterminando con odio secular, 16 por eso dice el Señor, Yahvé: Yo tenderé mi mano contra los filisteos y exterminaré a los cereteos. Haré perecer hasta los restos de los habitantes de la orilla del mar. 17 Haré con ellos grandes venganzas, con furor los castigaré, y sabrán que yo soy Yahvé cuando haga en ellos mi venganza.

 

Los filisteos, establecidos en la costa entre Egipto y Fenicia, provenían de Creta o del Asia Menor 18. Empujados por otras invasiones, intentaron establecerse en el delta del Nilo, pero fueron derrotados por Ramsés III (1190 a.C.), y entonces se fueron a la costa occidental de Canaán, donde adquirieron carta de naturaleza y terminaron por dar nombre en la literatura helenística a toda la región entre Fenicia y el Sinaí (Palestina), Fueron enemigos tradicionales de los hebreos. Eran los extranjeros por excelencia, sobre todo porque eran "incircuncisos." Durante toda la historia hubo una pugna de los filisteos por entrar en la zona israelita de Palestina, y de los hebreos por llegar hasta la costa 19. Varias son las profecías que en la Biblia encontramos contra los filisteos20.

Ezequiel en este oráculo les echa en cara su espíritu de venganza y su odio secular contra el pueblo elegido (v.15). Por eso, Yahvé los exterminará juntamente con los cereteos, habitantes ambos de la orilla del mar. Suelen nombrarse en la Biblia juntamente los "filisteos y cereteos" 21. Ambos provenían de las "islas del mar," es decir, del Mediterráneo. Originariamente pudieron ser dos pueblos emparentados etnográficamente, provenientes de Creta (kereteo), o de Caftor (Creta? Asia Menor?). Aparecen en la guardia personal privada de David juntamente con los "feleteos" (filisteos ?) 22. Ciertamente no eran semitas, y en esto convenían con los "filisteos."

 

1 Cf. Jue 3:13; 10:16-17; 1 Sam ii,i-n. Ocuparon Galaad después de la deportación del reino de Samaría: 2 Re 15-29; Jer 39,is; Am 1:13-15, alude a actos de hostilidad contra Israel de parte de los amonitas. — 2 Sólo dos veces se llama Amón: Sal 83:8; 1 Sam ιι,ιι. La expresiσn hijos de Amón es paralela a la asiría de los textos cuneiformes: Bit-Ammana. — 3 Los reyes de Amón aparecen como tributarios de Teglatfalasar III (728), de Senaque-rib (701) y de Asaradón (673). Cf. H. Gressmann, Alt. Texte (Berlín-Leipzig 1928) 116. 120.123. Véase también Dhorme, Les pays bibliques et l'Assyrie: RB (1910) 199.508; (1911) 21i. — 4 Cf. Jer 27:1-1. — 5 Cf. Ez 21:28-32. — 6 Cf. Jer 40,14. — 7 El TM añade Seir, que falta en los LXX.8 Cf. Is 15-16; Jer 48,i-47- — 9 Bet-Yesimot: la actual Kh. Sueime, a 18 kms. al sudeste de Jericó. Baal-Meón: la actual Main. Quíriaía/yim: actual Kh. el-Qureyat. — 10 Gen 25:29. — 11 Dt 2:12-22. — 12 Núm 20:14-21; Jue 11:17. — 13 2 Sam 8:135; 1 Re 11:143. Fue muy sonada la victoria del rey Amasias (798-780) contra los'edomitas; 2 Re 14:7. Edom es mencionada en los documentos cuneiformes; cf. H. Gressmann, Alt. Texte 120.123. — 14 Cf. 2 Re 24:2; Jer 27:1-11. Oráculos contra Edom aparecen en Is 34:5-17; Jer 49,7-22; Lam 4:21s; Sal 137:7; Ez 0.35; Mal 1:1-4. — 15 Para la frase "extender la mano" en sentido amenazador, cf. Ez 4:7; 13:9. — 16 Teman, la actual Shaubak (cf. Jer 49,7), al norte de Edom, famosa por su sabiduría: Jer 49,7; Bar 3:22. Dedán, al sur, la actual Él-Ela: Jer 25:23; Is 21:13; cf. Abel., Géog. I 285; II 4793. — 17 Cf. 1 Mac 5:65; 2 Mac 10:16. — 18 Fih'steo, en egipcio Purasati, asirio Palastu. Según la Biblia, provenían de Caftor, que hasta hace poco se identificaba con Creta. Hoy día más bien se identifica con Asia Menor (según Eusebio, Capadocia). Sería el egipcio Keftiu, que designa Panfilia, Cilicia y la costa occidental de Asia Menor. Cf. Abel, Géog. I 261-270; L. Speelers, Egypte: DB, Suppl. II (1932) 756-919. Véase Spadafora, Ezechiele p.2O2. — 19 Cf. 1 Sam 18-19; 2 Sam 5:175; 21:15-22; 23:9-17; 1 Re 15:27; 16:155; Jue 14:3; 15:18. — 20 Am i,6ss; Is 14:29-32; 11:14; Jer 47; Sof 2:4-7; Zac 9:53. — 21 Cf. Sof 2:5. Los LXX los llaman κρήτες. La Vulgata, CerethaeL — 22 Cf. 2 Sam 20,23.

 

 

26. Oráculo contra Tiro.

Los capítulos 26 y 27 están dedicados a anunciar la triste suerte de Tiro, la gran metrópoli comercial fenicia1. Asentada en una isla roqueña (de ahí su nombre semítico de Sur: "roca") frente a otra ciudad gemela continental, filial suya, era considerada como inexpugnable. Comercialmente tenía por rival a Sidón, a pocos kilómetros al norte. Después de la época de dominio egipcio (reflejada en las cartas de Tell-Amarna), Tiro recuperó su gran poder comercial frente a Sidón, y fue el gran proveedor de los pueblos del Mediterráneo. Sus marinos llegaron hasta Occidente, en España, y hasta el mar Rojo. Son los propagadores del alfabeto, asimilado por los griegos. La industria metalúrgica, la de tejidos y la de púrpura les habían dado un poder comercial inmenso. Tiro era realmente el emporio comercial del Antiguo Oriente. Los israelitas habían tenido grandes relaciones con ellos. De Tiro fueron los arquitectos y constructores principales del templo de Salomón 2. Jezabel, la esposa de Acab, era hija del rey de Tiro 3. En tiempos de Ezequiel, Tiro era uno de los promotores de la rebelión contra Nabucodonosor. En 594 envió una embajada con este fin a Jerusalén, a la que respondió adecuadamente Jeremías4, y sabemos que Nabucodonosor atacó a Tiro después de haber tomado Jerusalén5. Pero el rey de Babilonia no pudo vencerla a causa de su aislamiento en el mar6. Sólo Alejandro Magno, después de unirla a tierra por un dique artificial, logró tomarla y destruirla en 332 a.C.

Los oráculos de Ezequiel contra Tiro son varios. Este capítulo suele dividirse en tres partes: a) asedio y destrucción de Tiro (1-14); b) impresión de la catástrofe en las islas (15-17); c) submersión de la ciudad (18-21).

 

Asedio y destrucción de Tiro (1-14).

1 El año undécimo, el día primero del mes, me fue dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 2 Hijo de hombre, por haber dicho Tiro de Jerusalén: ¡Bien! Ha sido rota la puerta de los pueblos, vendrán a mí, yo me llenaré, y ella está desierta! 3 Por eso así dice el Señor, Yahvé: Heme aquí contra ti, ¡oh Tiro! Yo haré subir contra ti pueblos numerosos, como hace subir el mar sus olas" 4y destruirán las murallas de Tiro y abatirán sus torres. Y barreré de ella hasta el polvo y haré de ella una desnuda roca, 5 Será en medio del mar tendedero de redes, porque yo he hablado, oráculo de Yahvé; será presa de las gentes, 6 y sus hijas, las que están en el campo, serán pasadas a cuchillo, y sabrán que yo soy Yahvé. 7 Porque así habla el Señor, Yahvé: He aquí que yo enviaré desde el septentrión, contra Tiro, a Nabucodonosor, rey de Babilonia, rey de reyes, con carros, caballos y jinetes, y gran muchedumbre de pueblo. 8 Pasará al filo de la espada a tus hijas del campo, pondrá contra ti cerco, levantará baluartes y alzará, escudos. 9 Pondrá contra ti arietes, derrumbará tus murallas, y con sus ingenios echará por el suelo tus torres. 10 La polvareda que levantarán sus caballos te cubrirá, y al estrépito de sus caballeros, sus carros y sus ruedas retemblarán tus muros cuando entre él por tus puertas como se entra en ciudad conquistada. 11 Con los cascos de sus caballos hollará todas tus calles, y pasará a tu pueblo al filo de la espada, y caerán a tierra tus estelas colosales. 12 Darán al saqueo todas tus riquezas, al pillaje todas tus mercancías. Demolerán tus murallas y derribarán tus magníficos palacios; hasta las piedras, las maderas y el escombro lo arrojarán al mar. 13 Haré cesar el estrépito de tus cantares, no se oirá más el sonido de las cítaras. 14 Te tornaré en desnuda roca, apta para tender en ella las redes, y no serás jamás reconstruida, porque yo, Yahvé, he hablado, oráculo del Señor, Yahvé.

 

En la datación falta el mes, que seguramente se ha perdido en la transcripción del texto. El año undécimo (tomando como punto de partida la subida al trono de Sedéelas en 597) coincide con el 586, año en que tuvo lugar la caída de Jerusalén, en el mes de junio-julio. El profeta echa en cara a Tiro el haberse alegrado por la destrucción de Jerusalén, que era considerada como un obstáculo a su comercio. Quizá esperaba, con la desaparición del reino de Judá, tener camino más libre para sus negocios con otras naciones, como Egipto y Arabia; en este sentido se puede hablar de Jerusalén como puerta de los pueblos (v.2). Las caravanas del desierto que subían por TransJordania llegarían más fácilmente a los mercados de Tiro sin tener que pasar por Damasco. Así, la devastación de Judá será fuente de riquezas para la comercial Tiro: yo me llenaré, y ella esta desierta.

Pero también al gran emporio comercial fenicio le llega su hora. Yahvé, el Dios del país vencido, Judá, no permite que sus enemigos se rían impunemente de su pueblo: Heme aquí contra ti (ν.3). El estilo es directo, y, como es corriente en los orαculos proféticos, se atribuye directamente a Dios cosas que realizaron sus instrumentos, los cuales aquí son los pueblos numerosos, es decir, el ejército abigarrado de Nabucodonosor con sus múltiples mercénanos, que caerá sobre, el fortín de Tiro como las. olas del mar.contra sus acantilados (v.3). La devastación será total, y la ciudad — isla de Tiro — será barrida como por un turbión del mar, de modo que quede convertida en un desnudo escollo sin vida, un tendedero de redes (ν.6), donde los pescadores podrán tranquilamente remendarlas y extenderlas. La frase es profundamente irónica para una ciudad donde afluían todas las riquezas de los pueblos mediterráneos. Y no sólo le alcanzará la desgracia a la isla inexpugnable de Tiro, sino a sus hijas, Tiro continental y las ciudades dependientes comercialmente de aquélla.

El instrumento de la justicia divina será el rey de Babilonia, rey de reyes (ν.7), que viene del septentrión7, la ruta normal de las invasiones asirías, babilónicas y persas, y aun de Alejandro Magno. Los babilonios, para llegar a Fenicia, utilizaban la ruta caravanera que bordeaba el Eufrates, y se volvían hacia el occidente por Palmira o, más al norte, por Alepo, según la actual ruta del ferrocarril. Las tropas de Nabucodonosor atacarán primero a las hijas del campo (v.8), es decir, a las ciudades dependientes de la insular Tiro, que estaban asentadas en el continente; después organizará el asedio con baluartes, arietes. (v.8). El profeta describe el cerco de Tiro de modo convencional, según los modos generales de la guerra; sus frases no deben tomarse al pie de la letra cuando se trata de su cumplimiento. Tiro era una isla y no podía ser atacada con baluartes, sino por mar, como lo hizo Alejandro después de construir un dique de 600 metros de largo.

El ejército invasor caerá como una tromba, hollando todo lo que encuentre por delante y echando a tierra las estelas colosales (v.11) de la ciudad, probable alusión a las dos columnas, de oro y de vidrio de esmeralda, que estaban a la entrada principal del templo de Melkart 8. De los magníficos palacios y de sus riquezas no quedará nada, convirtiéndose en desnuda roca apta para tender en ella las redes (v.14). El asedio de Tiro por Nabucodonosor duró trece meses, pero el rey de Babilonia no logró entrar, por no tener barcos para el ataque. Sólo Alejandro Magno logró entrar en la isla después de construir el famoso dique. Por eso muchos autores creen que aquí el profeta hablaría de la invasión del gran macedonio. Pero no debemos perder de vista el modo artificial con que los profetas hablan del futuro, conforme a módulos literarios prefabricados. Sin duda que el asedio del rey babilonio fue una gran prueba para la orgullosa ciudad, y en este sentido la profecía de Ezequiel se cumplió sustancialmente 9.

 

Consternación ante la destrucción de Tiro (15-18).

15 Así ha hablado el Señor, Yahvé, de Tiro: Al fragor de tu caída, al gritar de tus heridos, a las matanzas que en ti harán, temblarán las islas. 16 Todos los príncipes del mar bajarán de sus tronos, se despojarán de sus mantos y de sus recamadas vestiduras, se vestirán de espantos y se sentarán en tierra" TemBlarán a cada momento y estarán consternados ante ti. 17 Cantarán una elegía y te dirán: ¿Cómo has perecido tú, habitada por los del mar 10, la ciudad tan celebrada, tan poderosa en el mar, ella y sus moradores, los que infundían el terror a todo el continente?11 18 Ahora estremeceránse las islas el día de tu caída, se espantarán de tu fin las islas del mar.

 

Tiro era la gran metrópoli marítima del Mediterráneo. El profeta presenta a la ciudad comercial como un imponente edificio que se viene abajo entre el estupor de sus antiguos admiradores. Las islas son las ciudades costeras del Mediterráneo, que en gran parte eran tributarias comercialmente de la ciudad fenicia. Muchas de ellas eran "colonias" fundadas por Tiro, y, como tales, sentían lo que pasaba en la metrópoli. De ahí las grandes manifestaciones de duelo de los príncipes del mar (v.16) o jefes de las ciudades tributarias del Mediterráneo: se despojarán de sus mantos., se vestirán de espanto (v.16), sobrecogidos, ante la posibilidad de que les llegue lo mismo que a la metrópoli, o, en todo caso, por sentirse desamparados en sus negocios por la que era la clave del comercio. Sentados en tierra 12, cantarán una elegía a la ciudad venerada y admirada: el gran emporio comercial se ha convertido en una ruina. La que era habitada por los del mar (ν.17), gentes hechas al peligro y a la aventura, ha perecido como una de tantas ciudades conquistadas. La que era celebrada con sus moradores, llevados en trirremes, infundía terror a las ciudades costeras, ha caído sin gloria. Las islas del mar (ciudades costeras en general del Mediterráneo) sentirán un profundo estremecimiento al ver el fin desastroso de la gran metrópoli comercial fenicia.

 

Aniquilamiento de Tiro (19-21).

10 Pues así dice el Señor, Yahvé: Cuando yo te torne en ciudad desierta, como las ciudades deshabitadas; cuando haga yo subir el abismo contra ti y te cubra la inmensidad de las aguas, 20 te haré bajar con los que cayeron en la fosa, con los pueblos de otros tiempos, y te pondré en las profundidades de la tierra, en las eternas soledades, junto a los que bajaron a la fosa, y no serás habitada jamás, y daré tu gloria a la tierra de los vivientes. 21 Te reduciré a la nada 13, no serás ya más. Te buscarán, y nunca más te hallarán, dice el Señor, Yahvé.

 

El profeta presenta la desaparición de Tiro como una inmersión en el abismo del mar. La gran metrópoli, que había hecho sus riquezas y dominio en el mar, sería al fin tragada por éste (v.19); allí, en las profundidades del océano, se encontrará con la gran fosa o seol, morada de los muertos. La ciudad es personificada en un ser humano que después de la muerte se reúne con los que cayeron en la fosa, los que le precedieron en la muerte. Son las eternas soledades de la región de los muertos 14. Y la gloria de Tiro la heredarán otros vivientes (v.20). Tiro desaparecerá para siempre, reducida a la nada como nación (v.21). La frase es naturalmente hiperbólica. Desde luego nunca volvió a ser la gran metrópoli del Mediterráneo. En el 1291 d. C. fue destruida casi totalmente por los sarracenos. Hoy día es un modesto puerto de pesca marítimo, sin competencia con Beirut y Haifa. Podemos decir, pues, que la profecía de Ezequiel se cumplió sustancialmente, aunque Nabucodonosor no la hubiera destruido a pesar del asedio de trece meses 15. Destruyó la Tiro continental, pero la insular subsistió, si bien perdiendo la hegemonía comercial para siempre.

 

1 Tiro en hebreo es Sor; asirlo: Surru; egipcio: Dar. Según Herodoto, el templo de Melkart en la Tiro insular fue fundado en 2750 (II 44). — 2 1 Re 5; 9:25. — 3 1 Re 16. — 4 Jer 27:2-11. — 5 Ez 26:3. — 6 Cf. Flavio Josefo, Ant, Jud. 10:11:1; Abel, Géog, II 4885; I 250-258, — 7. El título rey de reyes aparece en las inscripciones.asirías (shar sharran1) aplicado a Tc-glatfalasaí I (1115-1102), y según Dan 2:3.37, era un título áulico-en la corte del rey de Ba-bilonia. Los persas lo generalizaron. — 8 Cf. Herodoto, II 44. — 9 En el libro de Isaías se describe la toma de Babilonia por Ciro también de un modo ideal: los invasores pasarán a cuchillo a todos los habitantes. Sin embargo, sabemos que los soldados de Persia fueron muy indulgentes con los vencidos. En Is 10,285 se anuncia el itinerario del invasor asirio por el norte de Jerusalén, cuando sabemos que las tropas de Sena- — 10 La frase del TM parece incompleta. El texto griego lee "has desaparecido." Así traduce la Bible de Jérusalem. — 11 El TM dice "habitantes de ella." Con una ligera transposición de las consonantes se puede leer "tierra seca": el continente. — 12 Una de las manifestaciones de duelo era "sentarse en el suelo" (Is 3:26; 47:1) y despojarse del manto. — 13 Lit. el hebreo "te convertiré en objeto terrorífico." La Bible de Jérusalem: "te convertirá en objeto de terror." — 14 Cf. Sal 63:11; Lam 3:55; Dt 32:22; Job 11:8; Is 14:9-11. — 15 Así lo atestigua Flavio Josefo, C. Αρ. Ι 21.

 

 

27. Elegía Sobre La Ruina De Tiro.

Después de anunciar la destrucción y aniquilamiento de Tiro, el profeta entona una bellísima elegía a la pasada gloria de la gran metrópoli comercial. La ciudad es presentada como una nave majestuosa construida con los mejores materiales. Todas las riquezas de Oriente y de Occidente iban a engrosar la secular opulencia de la ciudad fenicia. Pero esa nave majestuosa quedó un día anegada en las olas del mar.

El capítulo se divide en tres partes: a) descripción de la nave (1-9a); b) Tiro, centro comercial del mundo (9b-25a); c) ruina de la nave (25-36).

 

Tiro, simbolizada en ana nave (l-9a).

1 Fuerne dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 2 Tú, hijo de hombre, compón a Tiro una elegía. 3 Di a Tiro: ¡Oh tú la que te asientas a la entrada del mar, la que comercias con los pueblos de numerosas islas! Así habla el Señor, Yahvé: Tiro, tú te decías: Yo soy (un navío) de perfecta hermosura1. 4En el corazón de los mares están tus confines; los que te edificaron te hicieron perfectamente hermosa; 5de cipreses de Sanir hicieron tus quillas; de cedros de Líbano tus mástiles; 6 tus remos, de encinas de Basan; tus bancos, incrustado de marfil, traído de las islas de Kittim. 7De lino recamado de Egipto eran tus velas para servir de enseña; de jacinto y púrpura de las islas de Elisa tus toldos. 8 Los habitantes de Sidón y de Arvad eran tus remeros, y los más expertos entre ti, ¡oh Tiro! tus pilotos. 9 Ancianos de Guebal, con sus más hábiles obreros, calafateaban tus junturas.

 

Tiro, en su posición insular, era como una inmensa nave anclada a la entrada del mar (ν.3), y, como tal, con una vocaciσn marinera comercial universal; las numerosas islas o puertos del Mediterráneo son sus clientes comerciales. Es su vocación atávica y su mayor gloria. Las riquezas de todos los pueblos han afluido en masa hacia la metrópoli fenicia. Esta se sentía orgullosa por su opulencia material (soy una nave de perfecta hermosura). Pero esta altivez será la causa de su ruina. Es cierto que se halla en una posición geográfica inigualable: en el corazón de los mares están sus confines (v.4). Tiene factorías comerciales en todos los puntos principales del Mediterráneo. Tiro, como una nave majestuosa, se abre camino hacia el mar en su posición insular. Y a realzar esta posición privilegiada concurrieron los mejores artífices. Nada se ha ahorrado para dotar a la magnífica nave: los cipreses de Sanir 2, los cedros del Líbano, las encinas de Basan 3 y la mejor madera de boj trabajado en marfil se ha puesto a su disposición para su estructura exterior (v.5). El mejor lino de Egipto, los toldos más bellos de color, de púrpura de Elisa4, sirvieron para dar realce y magnificencia a la magnífica construcción. Y en correspondencia a la categoría de la espléndida nave estuvo el personal que la sirvió: los remeros de Sidón y de Arvad5 y los mejores armadores de Guebal 6. Nada se ahorró para que la obra saliera perfecta. Tiro era realmente una reina entre los mares, y por su hermosura y su posición geográfica logró convertirse en centro comercial del universo. El profeta va a enumerar los distintos pueblos y mercancías que afluían a la gran ciudad fenicia. El fragmento es interesantísimo desde el punto de vista histórico y geográfico, ya que encontramos la enumeración de los distintos productos de las diversas regiones del mundo entonces conocido.

 

Tiro, centro comercial del orbe (9b-25a).

9 Todas las naves del mar, con sus navegantes, estaban dentro de ti para cambiar tus mercancías. 10 De Paras, de Lud y de Put eran los soldados de tu ejército, tus hombres de guerra. Suspendían en medio de ti escudos y yelmos, dándote esplendor. n Hijos de Arvad y de Jelec guarnecían tus murallas, y los Gammadim tus torres; todos en torno, en tus murallas colgaban sus escudos, coronando tu belleza. 12 Los de Tarsis traficaban contigo en gran abundancia de productos de toda suerte: en plata, hierro, estaño y plomo te pagaban tus mercancías. 13 Ja van, Túbal y Mesec comerciaban también contigo y cambiaban tus mercaderías por esclavos y objetos de bronce. 14 Los de la casa de Togorma pagaban sus mercancías con caballos de tiro, corceles y mulos. 15 Los hijos de Dedán traficaban contigo; el comercio de numerosas islas estaba en tus manos, y te pagaban con colmillos de marfil y con ébano. 16 Edom 7 cambiaba contigo sus muchos productos, y te pagaba con malaquita, púrpura, recamados, lino, coral y rubíes. 17 Contigo comerciaban Judá y la tierra de Israel, y te daban como precio el trigo de Minnit, perfumes, miel, aceite y bálsamo. 18 Traficaba contigo Damasco, pagándote con sus muchos productos y sus bienes de toda suerte, vino de Jelbón y lana de Sajar. 19 Los de Vedan y Yaván de Uzal te pagaban con hierro elaborado, casia y caña aromática. 20 Dedán traficaba contigo en sillas de cuero para monturas. 21 La Arabia y los príncipes de Cedar eran tus proveedores y comerciaban con corderos, carneros y machos cabríos. 22 Los mercaderes de Sebá y de Regma comerciaban contigo, cambiaban tus mercancías por los más exquisitos aromas, piedras preciosas y oro. 23 Jarán, Canne y Edén, Asiría y Kilmad traficaban contigo. 24 Negociaban contigo en muchas cosas, vestidos preciosos, mantos de jacinto recamado, tapices tejidos en varios colores, fuertes y retorcidas cuerdas. 25 Las naves de Tarsis eran las caravanas que traían tus mercancías.

 

Esta sección está escrita en prosa y es considerada por algunos autores como adición erudita posterior. El autor sagrado declara en principio que todos los pueblos se daban cita con sus navegantes para llevar y cambiar las mercancías con la reina del comercio de la época. En primer término enumera los pueblos que contribuían con sus mercenarios de guerra a crear el gran imperio fenicio: de Paras, Lud y Put8, regiones del nordeste de África, cuyas gentes habían sido tomadas como soldados mercenarios de los comerciantes de Tiro. También contribuían con gentes de guerra al servicio de Tiro las gentes de Arvad y de Jelec y los Gammadim, de la costa siria 9.

Después de enumerar a los pueblos que suministraban sus guerreros a Tiro, el autor comienza a enumerar las regiones con que traficaba y los productos que recibía a cambio de sus múltiples mercancías. En primer lugar, la lejana Tarsis con sus tradicionales productos'metálicos de plata, hierro y estaño 10. Dentro de la zona del Mediterráneo estaban Javan, Túbal y Mesec 11, que proporcionaban esclavos y bronce. Los pueblos de origen indoario ofrecían sus característicos caballos y corceles 12. En el mar Rojo estaba Deddn 13, que ofrecía el marfil recibido de la India. Edom, al sudeste del mar Muerto, servía de intermediario para recibir los productos típicos de la península arábiga, púrpura, recamados, coral y rubíes, productos todos provenientes de otros comercios del mar Indico. Entre los pueblos con los que comerciaba Tiro no faltaban Juda e Israel, que entregaban sus recursos naturales de aceite, miel y trigo de Minnit, ciudad de Amón, en TransJordania 14, que daba nombre a una clase de trigo que después se cultivaba en Palestina. Damasco ofrecía sus finos de Jelbón y lana de Sajar 15. Las ciudades de Arabia, como Vedan y Yaván de Uzal, ofrecían sus característicos productos aromáticos y aun hierro 16. Deddn, también en esta zona del desierto arábigo, ofrecía sus sillas de montar 17. Las tribus típicamente beduinas de Cedar 18 aportaban la carne de sus rebaños esteparios. Y de nuevo las ciudades de Arabia Sebd y Regma traían sus aromas y piedras preciosas 19. No faltaban las aportaciones de Mesopotamia: Jarán, Carine, Edén, Asiría y Kilmad 20. Con estos nombres se cierra la prolija enumeración de los pueblos que traficaban con Tiro. El autor sagrado ha logrado en ella dar una profunda impresión de la opulencia de la ciudad fenicia, que ha de contrastar con la trágica suerte que le espera.

 

Ruina de la majestuosa nave de Tiro (25b-36).

25 b Así llegaste a ser opulenta y muy rica en el corazón de los mares. 26 Pero en las grandes aguas, adonde te conducían tus remeros, el viento solano te precipitará al seno del mar. 27 Tus riquezas, tus mercancías, tu tráfico, tus marineros, pilotos y calafates, los mercaderes de tu tráfico, todos los guerreros que en ti hay, con toda la muchedumbre que te llena, caerán en el corazón del mar el día de tu ruina. 28 Al estrépito de los gritos de tus marineros temblarán las costas. 29 Bajarán de tus naves cuantos manejan el remo, y todos, marineros y pilotos del mar, se quedarán en tierra. 30 Alzarán a ti sus clamores y darán amargos gritos, echarán polvo sobre sus cabezas y se revolcarán en la tierra. 31 Se raerán por ti los cabellos en torno y se vestirán de saco; te llorarán en la amargura de su alma con acerba aflicción; 32 te lamentarán con elegías, y dirán de ti: ¿Quién había que fuera como Tiro, ahora silenciosa en medio del mar? 33 Con las mercancías que tú sacabas de los mares, tú saciabas a numerosos pueblos; con la muchedumbre de tus riquezas y de tu comercio enriquecías a los reyes de la tierra, 34 y yaces ahora sepultada en el mar, en lo profundo de las aguas, y contigo cayeron tu tráfico y toda la gran muchedumbre. 35 Quedáronse atónitos sobre ti i los habitantes de las islas, y los reyes de ellas están temblando de espanto, demudado el rostro. 36 Los mercaderes de los pueblos silban contra ti; has venido a ser objeto de espanto, ya no serás más por los siglos.

 

A pesar de que Tiro se creía segura en su opulencia comercial, también para ella le llegará la hora del máximo castigo. Sus negocios han sido demasiado lucrativos, abusando de su posición comercial excepcional. Todos los pueblos dependían en cierto modo de sus mercancías, y en este sentido había mantenido una hegemonía tiránica sobre pueblos menos prósperos. Tiro caerá al mar empujado por el viento solano (v.26), el ejército de Nabucodonosor, que viene del oriente en una primera embestida, y después el de Alejandro Magno, quien, después de vencer a Darío en Licia, cayó sobre la costa fenicia, subyugándola totalmente. La caída de Tiro en el corazón del mar, con todos sus mercaderes y marineros, causará el estupor de sus admiradores (v.28). Los marineros de otras naves, consternados y temerosos de que les suceda lo mismo, se bajarán a tierra y entonarán una elegía por la triste suerte de la que era reina de los mares, con las típicas demostraciones de duelo: gritos de desesperación y de dolor, polvo sobre la cabeza 21, revolcones en tierra, rasura de los cabellos 22 e indumentaria de saco. Todos los que recibían beneficios de la gran metrópoli, los habitantes de las islas (v.35), las costas del Mediterráneo, sentirán el escalofrío del miedo, pues no estarán seguros, habiendo caído la que parecía omnipotente.

Pero no faltará quien se alegre por la destrucción de Tiro. Ella se había alegrado de la ruina de Jerusalén 23, pero ahora los mercaderes de los pueblos silbaran (ν.3ό) irσnicamente contra ella, pues ha desaparecido la gran competidora comercial, la monopolista de las riquezas de la tierra: la magnífica entre todas las ciudades se ha convertido en objeto de espanto para todos los pueblos, porque han visto a donde ha llegado tanta gloria pasada: ya no seras más por los siglos, es el terrible veredicto del que dirige los hilos secretos de la historia, del omnipotente Yahvé de Judá.

 

1 Por razones métricas parece que debe suponerse perdida la palabra hebrea equivalente a nave, que caería por haplografía. — 2 Sanir es el Antilíbano, o cordillera que desciende paralela al Líbano. Es el Saniru de los textos asirios; el Syrion de los fenicios. Cf. Dt 3:9; véase Abel, Géog. I 347. — 3 Basan, en el norte de TransJordania, a los pies del Hermón, famosa por sus bosques y pastizales (Dt 2:13; Jos 12:2). — 4 Elisa: para unos es el Peloponeso o Sicilia. Otros más bien la identifican con la Alasia de las cartas del Tell-Amarna, y entonces sería Chipre (Gen 10:4). — 5 Arvad es la Arwada de Tell-Amarna, la actual Ruad, entre Trípoli (Líbano) y Lataquia (Siria). En asirio: Armada o Amada (Gen 10:18). — 6 Guebal, la actual Gebeil (la Byblos griega), al norte de Beyrut. — 7 En el TM se dice Aram (Siria), pero como en el v.18 se habla de los productos de Damasco, lo mejor es suponer con algunos manuscritos que en el texto primitivo estaba la pa-palabra Edom, que en hebreo tiene una grafía extremadamente parecida a Aram. — 8 Estos tres pueblos hay que colocarlos juntos, porque así suelen aparecer en varios textos bíblicos (Jer 46:9; Ez 30:5; 38,5; Is 66:19); parecen estar enclavados en el África oriental. Algunas veces aparecen citados junto a Kush (Etiopía). Paras pudieran ser los Perossi de Plinio (5:1.8; 6:35) y Pharussi de Estrabón (II 131; Plin., 5:1.10). Lud (Gen 10,22) son los Luddu de los textos cuneiformes, los lidios. Put sería el actual Sudán. — 9 Arvad: cf. v.8. Jelec, seguramente Cilicia. Los Gammadim serían los Kamadu de los textos egipcios y los Kumidi de las cartas de Tell-Amarna, es decir, el actual Kamid-al-Loz, junto al Hermón. — 10 Tarsis es la Tartessos de los griegos, en Huelva, famosa por sus minas de plata, plomo, etc. Sus naves eran famosas por su mayor tonelaje. Cf. Polibio (3:24:2); S. De Ausejo, El problema de Tartessos: "Sefarad," 2 (1942) 171-191; cf. Is 23; Jer 10,9; 1 Sam 10,22; Gen 10:4. — 11 Javán son los jonios o griegos: Gen 10,2; Is 66:19. Túbal es el asirio Tabal, los tibare-nos, al sudeste del mar Negro (Gen 10:3; Ez 32:26; 38:23). Mesec es el asirio Mushku, en Armenia. Junto a Tiflis se conserva el nombre Mzjet. — 12 Togorma (Gen 10:3), también en esta región de Armenia, famosa por sus caballos (herod., I 194; estrabón, 11:14:9). Algunos lo identifican con el asirio Tilgarimmu, en Capadocia. — 13 Dedán, junto al mar Rojo, en Arabia, o al sur de Edom (cf. Abel, o.c., I 293)· — 14 Minnit aparece en Jue 11:33 como ciudad de Amón (Abel, o.c., II 388). — 15 Jelbón, el actual Jelbun (asirio: Jilbunu), al noroeste de Damasco, famoso por su vino. Sajar, no identificada, pero que se supone está en la región de Siria. Se la ha querido identificar con la actual Sadad, al sudeste de Homs. Cf. abel, I 303. — 16 Vedan, una localidad junto al mar Rojo, quizá la llamada en egipcio Wdn. Yaván: nombre dudoso. Los LXX leen "vino." Uzal se supone que está en esta región, pero no está identificado. — 17 Dedán, al noroeste de Arabia (Gen 25:3). — 18 Cedar, tribu árabe muy citada en la Biblia, en el desierto siró-arábigo (Gen 25:13; Is 21:16; Jer 2:10; Sal 120:5; Cant 1:5). Plinio habla de los Cedrei (Hist. nat. 2:12); en los textos cuneiformes se los llama Qidri. — 19 Sebá, al sur de Arabia, de donde era la famosa reina de Saba (Is 60,6; Jer 6:20; Gen 10,7), Era famosa por su incienso y especias. Cf. Abel, o.c., I 293. Regma: Gen 10,7. Estrabón cita a los "zammanitas" (16:4.24), junto al golfo Pérsico. — 20 Jarán, asirio Jarranu, en la Alta Mesopotamia (cf. Gen 11:31; 12:5; Is 37:12). Es la segunda patria de Abraham. Canne (asirio: Kannu), quizá Kaiwai, junto al Tigris; leyendo Calne (asirio: kullan1) sería la actual Kullanhu o Killani, en Siria. Edén (asirio: Bit-Adinu), en el Medio Eufrates (cf. 2 Sam 19:12; Is 37:12). Kilmad, la actual Kilwadha, junto a Bagdad. — 21 Cf. Miq 1:10; Lam 2:10. — 22 Cf. Lev 19:27. — 23 Cf. Ez 26:2.

 

 

28. Oráculos contra el rey de Tiro y contra Sidón.

Continúan los trágicos anuncios contra la gran metrópoli fenicia, ahora dirigidos contra su rey, que se ha creído un dios en su opulencia comercial. Después de una dura invectiva contra el rey de Tiro (1-10), el profeta entona una elegía irónica sobre el mismo (11-19). A continuación el profeta se ocupa de la otra gran metrópoli fenicia, Sidon, cuya suerte no es mejor que la de su rival Tiro (20-24). Por fin, el capítulo se cierra con una promesa consoladora sobre la rehabilitación de Israel como pueblo (25-26).

 

Invectiva contra el rey de Tiro (1-10).

1 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 2 Hijo de hombre, di al príncipe de Tiro: Así habla el Señor, Yahvé: Por cuanto se ensoberbeció tu corazón y dijiste: "Soy un dios, habito en la morada de Dios, en el corazón de los mares," y siendo tú un hombre, no un dios, igualaste tu corazón al corazón de Dios, 3 y creyéndote más sabio que Daniel; que ningún secreto se te ocultaba; 4 que con tu sabiduría y tu prudencia creaste tu poderío y acumulaste el oro y la plata en tus tesoros, 5 y con tu gran sabiduría y tu comercio acrecentaste tu poder y en tu potencia se ensoberbeció tu corazón, 6 Por eso así dice el Señor, Yahvé: Pues que hiciste tu corazón igual al corazón de Dios, 7 yo traeré contra ti a extranjeros, a los más feroces de los pueblos, que desenvainarán la espada contra la belleza de tu sabiduría y profanarán tu esplendor. 8 Te harán bajar a la huesa, y morirás con la muerte de los que mueren en medio de los mares. 9 ¿Dirás ya ante tu matador: Yo soy un dios? Hombre eres, no eres dios en las manos de tu matador. 10 Morirás la muerte de los incircuncisos, a manos de extranjeros, porque he hablado yo, dice el Señor, Yahvé.

 

La principal acusación lanzada contra el rey de Tiro es su arrogancia e insolencia al presentarse como un dios porque ha logrado un grado de riqueza para su pueblo desorbitada, que él atribuye a su sagacidad y prudencia. Aquí no se alude, como en el capítulo anterior, a su actitud de burla por la ruina de Jerusalén. Aunque la invectiva va contra el rey, no se trata sino de una personificación de la misma opulenta ciudad de Tiro. En tiempos de Ezequiel reinaba en Tiro Itobaal III. Aquí es símbolo de la ciudad, que se consideraba fundada por el dios Melkart, y, según la mitología de la ciudad, Tiro había sido la morada de los dioses, y a eso parece aludir la frase habito en la morada de Dios (v.2). Es la mayor blasfemia para los oídos de un fiel israelita.

El rey de Tiro se consideraba superior al famoso sabio Daniel o Danel 1. Por eso el castigo divino no ha de tardar, ya que Yahvé enviará contra Tiro a los más feroces de los pueblos (v.7), e.d., a los invencibles babilonios, famosos por su crueldad 2. Ellos se encargarán de medir la belleza de su sabiduría, su sabiduría arrogante, apagando su ficticio esplendor. El rey de Tiro, con su magnificencia, bajará a la huesa (v.8), o gran hoya donde están los muertos, el seol, o región de sombras, lugar de cita para todos los que abandonan esta vida 3. El magnifícente rey sufrirá la suerte común de los asesinados violentamente. Cuando se vea ante su matador, perderá su pretensión antigua de considerarse como un dios. El sarcasmo del profeta no puede ser más sangriento: el antiguo dios se halla impotente ante su asesino (v.9). La muerte del rey de Tiro será igual a la de los incircuncisos (v.10). La expresión en boca de un israelita es equivalente al impío4, que no reconoce los derechos divinos, y al que, por tanto, no le queda sino una muerte prematura y violenta en castigo por sus pecados. Dios no puede permitir — en la mentalidad antigua hebrea — que prosperen indefinidamente los impíos, paganos e incircuncisos, porque su justicia está sobre todo.

 

Elegía irónica dedicada al rey de Tiro (11-19).

11 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 12 Hijo de hombre, canta una elegía al príncipe de Tiro y dile: Así habla el Señor, Yahvé: Eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría y acabado en belleza. 13 Habitabas en el Edén, en el jardín de Dios, vestido de todas las preciosidades:" el rubí, el topacio, el diamente, el crisólito, el ónice, el berilo, el zafiro, el carbunclo, la esmeralda y el oro te cubrían; llenaste tus tesoros y tus almacenes. El día en que fuiste creado, 14te pusiste junto al querube, colocado en el monte santo de Dios, y andabas en medio de piedras de fuego 5. 15 Fuiste perfecto en tus caminos desde que fuiste creado hasta el día en que fue hallada en ti la iniquidad. 16 Por la muchedumbre de tus contrataciones se llenaron tus estancias de rapiñas, y pecaste, y te arrojé del monte santo y te eché de en medio de las piedras de fuego, ¡oh querube protector! 17 Ensoberciese tu corazón de tu hermosura y se corrompió tu sabiduría por tu esplendor; por tierra te he derribado, ante los reyes te he colocado, y te entregué en espectáculo a los reyes 18 por la muchedumbre de tus iniquidades; en la injusticia de tu comercio, profanaste tus santuarios, y yo haré salir de en medio de tí un fuego devorador y te reduciré a cenizas sobre la tierra a los ojos de cuantos te miran. 19 Todos cuantos de entre los pueblos te conocían se asombrarán de ti. Serás el espanto de todos y dejarás de existir para siempre.

 

La elegía, como otras de Ezequiel, tiene un carácter irónico: el rey de Tiro (personificación de la ciudad) se consideraba corno el dechado de perfección: eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría y acabado en belleza (v.12). Por sus riquezas podía considerarse habitando en el Edén, en el jardín de Dios (v.15). En el v.2 decía de sí mismo que habitaba en una morada de Dios. Sus palacios y vestidos estaban hechos con toda clase de piedras preciosas6. Ya desde el día en que fue creado estuvo en el monte santo de Dios. Según la mitología fenicia, los dioses tuvieron su morada en la isla de Tiro. El profeta juega en su descripción irónica con elementos mitológicos paganos y con datos bíblicos. Así, presenta al rey de Tiro en el jardín de Dios, Edén. Y después lo presenta, según la mitología tiria, habitando en el monte de Dios el día que fue creado.

La mención del Edén le trae a la memoria el querube que guardaba el jardín de Dios7, y así, por asociación de ideas, nos presenta al rey de Tiro junto al querube (v.14), en el monte santo de Dios. Y allí caminaba en medio de piedras de fuego (v.14). El fuego en el A.T. es símbolo de la santidad divina, en cuanto que es un aislante de todo lo profano, que a su contacto queda consumido. En la visión inaugural, Ezequiel ve a Dios en un carro rodeado de fuego por todas partes 8. Yahvé se apareció a Moisés en una zarza ardiendo 9. En el Apocalipsis de Henoc 10, éste, en su viaje por el cielo, ve "una construcción de cristal, y dentro piedras de lenguas de fuego." Ezequiel, pues, idealiza la supuesta morada primitiva del rey de Tiro en la asamblea de los dioses.

Al principio el rey se portó con modestia; mientras Tiro se fue formando como ciudad, nada había reprochable: fuiste perfecto en tus caminos desde que fuiste creado. (v.15); pero con la afluencia de riquezas de todas partes se corrompió y fue hallada la iniquidad. Por sus rapiñas, Yahvé le va a castigar, y le arrojará del monte santo (v.16), es decir, de la ciudad de Tiro, en otro tiempo morada de los dioses Bel y Melkart. El rey de Tiro ha sido desposeído de sus palacios, de su Edén, de sus riquezas, y arrojado fuera. La frase ¡oh querube protector! es terriblemente irónica. El rey de Tiro había sido asociado al querube en su vida en el Edén; por tanto, asimilado en cierto modo a aquél; pero ahora es arrojado fuera. Por la soberbia de su corazón ha sido derribado de su poder, y se ha convertido en espectáculo de los reyes (ν.17). La injusticia en sus transacciones comerciales ha hecho que fueran profanados sus santuarios (v.18), poniendo las riquezas de todos los pueblos mal adquiridas al servicio de sus divinidades. Pero esa injusticia será la causa de su ruina: haré salir de ti un fuego devorador, que reduzca todo a cenizas. Se convertirá así en objeto de espanto para todos los pueblos que antes admiraban a la gran ciudad fenicia.

La descripción ha sido desbordante y con colores apocalípticos. El profeta, después de haber presentado a Tiro como una majestuosa y rica nave que se va a los abismos, presenta al rey de Tiro en una condición privilegiada de origen, pero que por su soberbia ha sido castigado a perder su estado de privilegio 11.

 

Oráculo contra Sidón (20-24).

20 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 21 Hijo de hombre, vuélvete de cara a Sidón y profetiza contra ella. 22 Di: Así habla el Señor, Yahvé: Heme aquí contra ti, Sidón. Yo seré glorificado en medio de ti, y sabrán que yo soy Yahvé 1 cuando la juzgue y yo me santifique en ella. 23 Mandaré contra ella la peste y sangre en sus calles, y yacerán heridos de muerte en medio de ella por la espada, que les rodeará por doquier, y sabrán que yo soy Yahvé. 24 Y no será ya para la casa de Israel un aguijón punzante, un espino desgarrador en medio de cuantos la rodean y la aborrecen, y sabrán que yo soy Yahvé.

 

Sidón fue la gran rival comercial de Tiro 12; estuvo largo tiempo subordinada a Tiro, pero después del asedio de ésta logró crecer en su importancia comercial. El vaticinio de Ezequiel no tiene nada de particular, pues sólo se anuncia en general que será destruida 13. Quizá haya sido insertado este oráculo para completar el número septenario de los enemigos de Judá e Israel. Dios va a castigar a Sidón, sin especificar su culpabilidad, como en los otros oráculos. Y esa manifestación de la justicia divina redundará en honor de Dios: Seré glorificado en medio de ti (v.22). Al castigar a los pueblos paganos, Yahvé se glorifica, en cuanto muestra su omnipotencia y su justicia. En el castigo que envía reconocen todos los pueblos al Yahvé omnipotente e intransigente con la maldad. Al juzgar punitivamente a un pueblo, Yahvé se santifica, es decir, muestra su carácter de santo e intransigente (v.22). Por otra parte, castigando a Sidón, ya no será una constante amenaza contra los israelitas: No será ya para la casa de Israel un aguijón punzante, un espino desgarrador (v.24). No sabemos que Sidón haya tenido especiales rivalidades con Israel. El profeta aquí piensa en todos los enemigos que rodeaban al pueblo elegido. La frase está calcada en Núm 33:55 y vale para todas las circunstancias históricas de peligro.

 

Rehabilitación de Israel (25-26).

25 Así dice el Señor, Yahvé: Cuando reúna yo a la casa de Israel de en medio de todos los pueblos en que se dispersó, yo me glorificaré ante las gentes, y habitarán en la tierra que di a mi siervo Jacob; 26 habitarán en ella seguros, y construirán en ella casas y plantarán viñas; habitarán en seguridad cuando haga yo justicia en todos aquellos que en torno a ella le aborrecen, y sabrán que yo, Yahvé, soy su Dios.

 

Después de anunciar el exterminio de todos los pueblos enemigos de Israel, el profeta entrevé una época de restauración nacional. Yahvé reunirá los dispersos y se glorificará ante las gentes (ν.2ζ) al manifestar su omnipotencia absoluta sobre los pueblos y, sobre todo, al reunir de modo milagroso a su pueblo languideciente en la diáspora. Aunque antes anunció el castigo de Israel, sin embargo, deja la ventana abierta a la esperanza, mientras que para las naciones enemigas paganas no queda sino la desaparición total y el exterminio. De nuevo los exilados volverán a su tierra para restaurar el hogar común de todos.

Yahvé habla con ternura de su siervo Jacob. En realidad, las promesas antiguas son la razón de la futura liberación 14. Una vez integrados a la patria, trabajarán por edificarla de nuevo (construirán casas.,, plantarán viñas, v.26), iniciando un período de seguridad, pues Yahvé habrá despejado el peligro, castigando a las naciones enemigas circunvecinas. Naturalmente, en todas estas frases hay mucho de convencional. Los profetas idealizan las situaciones. En realidad, sabemos que la seguridad de los repatriados fue muy relativa después del decreto de Ciro; pero, con todo, lograron crear de nuevo un hogar nacional15.

 

1 Sobre la identificación de este legendario sabio Daniel o Danel y el de los documentos de Ras Shamra véase el comentario a 14:14 de Ezequiel. — 2 Sobre este calificativo aplicado a los babilonios cf. Ez 7:21; 30:11. — 3 Cf. Is 51:14; Job 33:22.24.28. — 4 Sobre la palabra incircuncisos cf. Ez 31:18; 32:19; 21:24-26. — 5 Este verso y el siguiente están muy oscuros en el original hebreo. Hemos seguido la versión de los LXX. Bible de Jérusalem: "el oro de que están hechos tus tambores y tus flauta fueron preparados el día de la creación. Con un querubín protector yo te había colocado; tú estabas sobre el monte santo de Dios, caminabas en medio de carbones encendidos." — 6 La enumeración de las piedras preciosas está conforme a la descripción del pectoral de Aarón (Ex 28:1755; 39,ioss). — 7 Cf. Gen 21:5. — 8 Cf. Ez c.1. — 9 Ex 3:23. — 10 Henoc 71:53. — 11 En algunos manuales de teología se cita este texto para probar el pecado de los ángeles. Nada en el contexto avala esta opinión, pues el autor trata únicamente del encumbramiento de Tiro como ciudad soberana y de su caída estrepitosa. — 12 Sidón es la actual Salda, al norte de Tiro. En Gen 10:15 se llama a Sidón primogénito de Ganaán. En la literatura cuneiforme se la llama Sidunu, y en egipcio Siduna. Cf. Abel, Géog. I 12; II 255-58. En la época de dominación persa, Sidón es la principal ciudad persa (Herodoto, VII 99.98; VIII 67). Fue destruida por Artajerjes III (348). — 13 Algunos autores suponen que es adición posterior redaccional, en una época en que Sidón tenía cierta preeminencia en Fenicia. — 14 La expresión mi siervo Jacob aparece, sobre todo, en la segunda parte de Isaías. La reunión de los dispersos de Israel aparece reiteradamente en Ezequiel (11:17; 20:34; 20:36-38). — 15 Sobre estos dos capítulos relativos a Tiro pueden verse los trabajos siguientes: P. Che-Minant, Les prophéties d'Ez. centre Tyr (26-28:19) (París 1912) 1-129; P. Dhorme, Amarna: DBS I (1928) 211s; F. M. Abel, Arad: DBS I 597; Spadafora, o.c., p.209-223.

 

 

29. El Orgullo de Egipto.

En este capítulo se inauguran una serie de oráculos (siete en total) contra Egipto. El gran pecado de Egipto para el profeta es haber instigado a Judá a levantarse contra Babilonia, comprometiendo así su vida nacional. El c.29 puede dividirse en las siguientes secciones: a) oráculo contra el faraón (1-6a); b) anuncio de la devastación de Egipto (6b-12); c) promesa de restauración de Egipto (13-16); d) promesa a Nabucodonosor de que le será entregado Egipto (17-21).

 

Oráculo contra el faraón (1-12).

1 El año décimo, el décimo mes, a doce del mes, fue me dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 2 Hijo de hombre, vuelve tu rostro hacia el faraón, rey de Egipto, y profetiza contra él y contra Egipto entero; 3 habla y di: Así dice el Señor, Yahvé: Heme aquí contra ti, ¡oh faraón! rey de Egipto. Cocodrilo gigantesco echado en medio de tus ríos, te dijiste: Míos son los ríos, yo mismo los he excavado. 4 Yo pondré un aro en tus quijadas, y pegaré los peces de tus ríos a tus escamas, y te sacaré de en medio de tus ríos con los peces de tus ríos adheridos a tus escamas, 5 y te arrojaré al desierto a ti y a todos los peces de tus ríos, y caerás en la superficie del campo; no serás recogido ni sepultado, y te daré en pasto a las fieras de la tierra y a las aves del cielo. 6 Y todos los habitantes de Egipto sabrán que yo soy Yahvé, por haber sido báculo de caña para la casa de Israel, 7 que te quebraste cuando te tomaron con la mano, traspasando su costado. Y cuando en ti se apoyaron te quebraste, deslomándolos enteramente. 8 Por eso así dice el Señor, Yahvé: Yo haré venir la espada sobre ti y exterminaré hombres y bestias, 9 y la tierra de Egipto se tornará soledad y desierto, y sabrán que yo soy Yahvé. Por haber dicho: Míos son los ríos, yo los he excavado, 10 por eso heme aquí contra ti y contra tus ríos, y yo haré de Egipto desierto y soledad desde Migdol hasta Siene, hasta las fronteras de Etiopía. 11 No pasará por él pie de hombre, ni pie de animal pasará por allí, y quedará por cuarenta años deshabitado. 12 Yo haré de Egipto tierra desierta entre las desiertas, y serán sus ciudades entre las ciudades desiertas durante cuarenta años, y diseminaré a los egipcios entre las naciones y los dispersaré por las tierras.

 

La datación de este oráculo — tomando como punto de partida la deportación de Jeconías en 598 — nos lleva al año 587 (diciembre-enero). En esa época, las tropas de Nabucodonosor llevan ya asediando a Jerusalén durante un año largo. Sabemos por Jeremías que, durante este tiempo, las esperanzas de los habitantes de Jerusalén estaban puestas en el auxilio prometido de Egipto. Decepcionados en esta esperanza 2, los judíos creen que todo está perdido. En efecto, derrotado el faraón por Nabucodonosor, vuelve éste a reanudar el cerco de Jerusalén.

Los israelitas exilados en Mesopotamia tenían también las esperanzas puestas en Egipto. Por eso Ezequiel, que ha anunciado reiteradamente la suerte trágica que espera a Jerusalén, lanza ahora un oráculo amenazador contra Egipto por dar falsas esperanzas de liberación a los judíos de Jerusalén. Se encara con el faraón 3 y le llama despectivamente cocodrilo gigantesco. El cocodrilo aparece en las monedas de Egipto de la época de Augusto como símbolo de Egipto. La imagen buscada de cocodrilo por Ezequiel está en relación con el Nilo, la única riqueza de Egipto. Se representa al faraón como un cocodrilo echado en el Nilo en medio de los otros ríos o bifurcaciones-canales del Delta. En un himno a Tutmosis III se le llama a éste "cocodrilo."4

Ezequiel le echa en cara su orgullo al considerar el Nilo con sus canales como obra suya: yo mismo los he excavado (v.3). En realidad, sabemos que el faraón Hofra (contra el que Ezequiel dirige el oráculo por ser su contemporáneo e instigador de la resistencia de Judá contra Babilonia) construyó nuevos canales en el Nilo y facilitó la navegación por éste. Herodoto nos dice de este faraón que se consideraba tan fuerte, que ni aun los mismos dioses podían derribarle 5. Ezequiel, despectivamente, dice que Dios le va a tratar como a un cocodrilo y sacar fuera de su río, sujetándole con anillos, como se cazaba al cocodrilo 6. Y con él, adheridos a sus escamas, saldrán sus peces, los habitantes de Egipto (v.4), o los soldados de su ejército. Yahvé los hará perecer a todos en el campo sin sepultura, expuestos sus cadáveres a las fieras de la tierra y a las aves del cielo (v.5). Era el castigo más temido de los antiguos, ya que, aparte del deshonor que esto suponía, el alma o substrato humano, que supervivía, no encontraba reposo fuera de la tumba7. Para un faraón, el quedar sin honores fúnebres era mayor castigo, pues, según la mentalidad egipcia, el cuerpo era el sustentáculo del alma, y por ello se debía procurar la no descomposición de aquél.

La razón del castigo, aparte del orgullo, está en haber dado falsas promesas de auxilio a Judá. Se ha ofrecido como un báculo de ayuda y ha resultado un báculo de caña frágil, que se quebró y se clavó en las manos de los que en él se apoyaron (v.7). Yahvé enviará la espada contra Egipto, que sembrará la devastación y la ruina. Todo se convertirá en soledad y desierto desde Migdol (frontera nororiental, junto al actual canal de Suez) hasta Siene, la actual Asuan, en la frontera sur con Etiopia, Sudán y Nubia 8. Durante una amplia generación no habrá señales de vida en todo el país: no pasara por él el pie de hombre, ni pie de animal.,, (v.11). La expresión es, naturalmente, hiperbólica para encarecer la gran devastación y soledad en que se hallará el país. Tampoco la cifra de cuarenta años se ha de tomar al pie de la letra, sino como un largo lapso de tiempo 9. Egipto sufrirá la misma suerte que Judá: será disperso entre las naciones (v.12). Nabucodonosor entró en Egipto en 568 a.C., y esto señaló un período de decadencia para la región del Nilo. Sustancialmente, pues, la profecía se cumplió.

 

Promesa de rehabilitación para Egipto (13-16).

13 Así dice el Señor, Yahvé: Al cabo de cuarenta años reuniré a Egipto entre los pueblos a que le había dispersado, 14 y mudaré la suerte de Egipto, y le llevaré a la tierra de Patros, a la tierra de sus orígenes, y allí formará un modesto reino; 15 será el más humilde de los reinos y no volverá a lanzarse sobre las naciones. Le disminuiré para que no pueda enseñorearse de las gentes. 16 No será ya este reino para Israel apoyo de confianza, sugestión de iniquidad, a la cual se vuelva, y sabrán que yo soy Yahvé.

 

Después de haber anunciado la devastación y la ruina, se promete a Egipto un período de rehabilitación, si bien no en las proporciones del antiguo imperio dominador, sino en plan modesto, de forma que no vuelva a tener pretensiones de dominio sobre otros pueblos. Esta promesa de restauración no puede compararse con el grandioso horizonte que se ofrece a Israel 10. Para que no vuelvan a inquietar a Israel, Yahvé los llevará a Patros, en el Alto Egipto, con Tebas por capital n. Los egipcios se consideraban originarios de esta región 12, y a ella han de volver según la descripción convencional de Ezequiel. Para encarecer que Egipto no volverá a constituir peligro para Israel, coloca al nuevo reino lejos de las fronteras de éste. De hecho sabemos que en Egipto hubo siempre una lucha entre Tebas y Menfis por la hegemonía. El triunfo de aquélla suponía un descenso de la vida política y comercial en el Delta.

 

Dios entrega Egipto a Nabucodonosor (17-21).

17 El año veintisiete, el primer mes, en el primer día del mes, me fue dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 18 Hijo de hombre, el rey Nabucodonosor, rey de Babilonia, ha hecho prestar a su ejército un largo servicio contra Tiro. Encalveciéronse todas las cabezas, todos los hombres quedaron molidos, y no hubo ni para él ni para su ejército paga de Tiro por el servicio prestado contra ella. 19 Por tanto, así dice el Señor, Yahvé: Doy a Nabucodonosor, rey de Babilonia, la tierra de Egipto; él tomará sus riquezas y tomará sus despojos. Pillará su botín, y ésta será la paga para su ejército. 20 En pago del servicio prestado contra Tiro, yo le doy Egipto, porque fue para mí para quien trabajaron, dice el Señor, Yahvé. 2l En ese día yo haré nacer un cuerno a la casa de Israel. Y abriré en medio de ellos tu boca, y sabrán que yo soy Yahvé.

 

Este oráculo es interesantísimo, porque en él se presenta al rey de Babilonia como bienhechor, como instrumento de la justicia divina contra Tiro. La datación del mismo nos lleva a marzo -abril del 571 a.C. (v.1). Es probablemente el último oráculo del profeta. Nabucodonosor, después de trece años de asedio (comenzado en 587), abandona el intento de tomar la isla de Tiro en 573 a.C. Ha sido un trabajo ímprobo, en el que encalveciéronse todas las cabezas, todos los hombres quedaron molidos, y no hubo para él ni para su ejército paga de Tiro (v.18). Los soldados babilonios no recibieron la compensación a sus trabajos ocupando la ciudad y su botín. Sin embargo, hay autores que dicen que Nabucodonosor tomó realmente la ciudad 13. En ese caso, quizá el largo asedio había acabado con todo lo que pudiera constituir botín para las tropas de Nabucodonosor. Es muy verosímil que los asediados, desesperados, hayan arrojado al mar todo su ajuar antes de dejarlo caer en manos del ejército invasor. En todo caso, el profeta constata aquí que los soldados de Nabucodonosor no recibieron un pago proporcionado a sus trabajos.

En compensación, Yahvé va a entregarles el gran país de Egipto (v.19). Es la gran presa anhelada. Hasta fines del siglo pasado no teníamos noticias de una expedición de Nabucodonosor contra Egipto. En 1878 se publicaba un fragmento de una inscripción babilónica en la que se hablaba de una expedición de Nabucodonosor a Egipto en el año 37 de su reinado, es decir, en el 568 a.C. No están concordes los orientalistas sobre la extensión de esta expedición, pues mientras unos dicen que Nabucodonosor llegó hasta Asuán, otros creen que sólo ocupó el Delta 14. La profecía, pues, de Ezequiel, análoga a la de Jer 43:8-13, se cumplió sustancialmente. Es interesante la afirmación puesta en boca de Dios de que Nabucodonosor trabajó para El (v.20), y por eso, en recompensa, le entrega la tierra de Egipto. Es la afirmación constante en los profetas de que Dios es el Señor de la historia de todos los pueblos y de que aun los grandes potentados paganos, como Nabucodonosor, son meros instrumentos de su justicia.

A continuación el profeta anuncia una época de resurgimiento para Israel: En ese día.; la expresión puede referirse simplemente al día del cumplimiento de la profecía anterior sobre la caída de Egipto; quizá mejor será la consabida fórmula para insertar un vaticinio mesiánico. En este caso, la expresión en ese día se referiría a la inauguración de la era mesiánica, en que Yahvé daría un cuerno a Israel, es decir, le haría resurgir con un poder especial. El cuerno en la literatura bíblica del A.T. simboliza la fuerza y el poder 15.

Se ha querido relacionar este texto de Ezequiel con el del salmo 132:17: "Aquí haré crecer altamente el cuerno de David, y prepararé la lámpara a mi ungido," dando un sentido personal a la palabra cuerno, como alusión a un personaje futuro, que pudiera ser Zorobabel16 o el mismo Mesías. En este caso, el texto sería paralelo al germen justo de Jer 23:5, o rey futuro que habría de instaurar un reinado de justicia 17, el Mesías.

El oráculo de Ezequiel se termina anunciando que Yahvé abrirá su boca ante los exilados, de modo que se pueda confirmar después del cumplimiento de los hechos la veracidad de sus antiguos vaticinios. El profeta entonces podrá con particular autoridad predicar a los exilados, puesto que todas sus profecías se han cumplido literalmente. Con ello desaparecerá la distancia que existía entre él y ellos y podrán dialogar en orden a las esperanzas futuras. La misión de Ezequiel en el destierro era precisamente mantener la conciencia religiosa de los desterrados como pueblo elegido, a pesar de la catástrofe de Jerusalén. De ellos habría de surgir el futuro núcleo de restauración nacional.

 

1 Esta última frase, con los peces. a tus escamas, falta en los LXX, y parece una repetición innecesaria. — 2 Jer 27:1-10; 30:32-34.37-39. — 3 Faraón es la traducción del hebreo par'oh, que a su vez es una adulteración del egipcio Par-O ("gran casa," título del rey de Egipto, como el de "sublime puerta" lo era para el sultán turco). — 4 "Yo hago considerar tu majestad como un cocodrilo, el terrible dueño de las aguas, al que no se puede acercar" (J. H. Breasted-Ranke, Geschichte Aegiptiens 1910 267. Citado por Spadafora, o.c., p.225). — 5 Herodoto, II 169. — 6 Cf. Job 41:2; Herodoto, II 70. — 7 Cf. Dt 28:26; Jer 8:2; 16:4; 19,7; 34:20. Véase M. J. lagrange, Eludes sur les religions sémitiques (París 1905) 325-335. — 8 Migdol es^el Magdali de las cartas de Tell-Amarna, hoy Tell-el-Cher. Cf. Mallon, Les hébreux en Égypte 1675. Siene es el egipcio Swn, copto Suan, y en árabe actual Asuán, en la orilla oriental del Nilo, frente a Elefantina, en la frontera entre Egipto y Sudán. Sobre la imagen de la "caña" que se quiebra aplicada a Egipto cf. 2 Re 18:21; Is 36:6. — 9 Algunos quieren computar estos años a partir del 568, en que Nabucodonosor entró en Egipto, hasta el 538, decreto de Ciro. Pero no es necesario acudir a la aritmética. Aquí tenemos más bien una cifra simbólica. — 10 Cf. 16:53-63; 17:22, etc. — 1l Patros es la transcripción del egipcio P-to-res, que significa sur, y es el Alto Egipto, con Tebas por capital, en contraposición a Misrayim (todo Egipto) y Kush (Etiopía). En los textos cuneiformes se llama a Asaradón "rey de Μι/sur, Paturisi y Ktwsí." Cf. Spadafora, o.c., p.22? — 12 Así lo afirma Herodoto, II 4.15. — 13 Así lo sostienen Albrigh: JBL (1932) p.9S; P. Cheminant, Les proph. d'Ez. Contre Tyr ni n.3. — 14 Sobre esta expedición cf. Keilinschriftliche Bibliothek III 2 p.140. Véase el artículo de plessis, Babylone et la Bible: DB I (1928) 797. — 15 Cf. Jer 48:25; Sal 75:11; Lam 2:3. — 16 Zac 6:12. — 17 Jer. 33:5

 

 

30. Nuevos oráculos contra Egipto.

En este capítulo se anuncia con profusión de detalles la ruina de Egipto. Tiene dos partes: a) anuncio de devastación del país (1-19); b) oráculo contra el faraón (20-26). Por las repeticiones y frases convencionales de los fragmentos, algunos autores creen que es una adición posterior que detalla la ruina de Egipto anunciada por Ezequiel en el capítulo anterior.

 

Anuncio de la destrucción de Egipto (1-9).

1 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 2 Hijo de hombre, profetiza y di: Así habla el Señor, Yahvé: Vocifera: ¡Desdichado día! 3 porque se acerca el día de Yahvé, día tenebroso; llega la hora de las gentes. 4 Vendrá la espada sobre Egipto, y la angustia sobre Etiopía, cuando caigan los muertos de Egipto y sean apresadas sus riquezas l y destruidos sus cimientos. 5 Los de Etiopía, los de Put, de Lud, toda suerte de pueblos, las gentes de Cub y los hijos de los países aliados caerán con ellos a la espada. 6 Así dice Yahvé: Caerán los apoyos de Egipto, se desvanecerá la altivez de su poderío. Desde Migdol hasta Siene caerán a la espada, dice el Señor, Yahvé. 7 Quedará desolado entre las tierras desoladas, y sus ciudades entre las ciudades en ruina. 8 Se sabrá entonces que yo soy Yahvé, cuando pegue fuego a Egipto y quebrante todos sus apoyos. 9 Aquel día partirán mensajeros en navios de mi parte, que irán a esparcir el terror en la confiada Etiopía, y serán presa de la angustia cuando venga a Egipto su día. l0 Así dice el Señor, Yahvé: Haré cesar el tumultuar de Egipto por mano de Nabucodonosor, rey de Babilonia. A1 El y sus gentes, los más violentos entre los pueblos, serán llevados a devastar la tierra, y desenvainarán su espada contra Egipto, y llenarán de muertos su tierra, 12 y secaré sus ríos, venderé esa tierra a gentes feroces y devastaré su tierra y cuanto en ella hay por mano de extranjeros; yo, Yahvé, lo digo. 13 Así dice el Señor, Yahvé: Haré desaparecer los falsos dioses de Menfis, y no se alzará ya príncipe alguno en la tierra de Egipto. 14 Echaré el terror sobre la tierra de Egipto, devastaré a Patros, pegaré fuego a Tanis, haré justicia en Tebas, 15 derramaré mi ira sobre Sin, el baluarte de Egipto, y exterminaré a la muchedumbre de Tebas. l6 Pondré fuego a Egipto, Sin se dolerá sobremanera, se abrirá brecha en Tebas, y Menfis será presa de enemigos diurnos. 17 Las juventudes de Heliópolis y de Bubastis caerán a la espada, y sus mujeres irán al cautiverio. 18 En Tafnes se oscurecerá el día, cuando destroce los cetros de Egipto y aniquile el orgullo de su fuerza. Quedará envuelto en tinieblas, y sus hijas serán llevadas cautivas. 19 Haré justicia en Egipto, y sabrá que yo soy Yahvé.

 

Con acento siniestro, el profeta anuncia que ha llegado el día de Yahvé, el de su manifestación airada 2; es la hora de las gentes, es decir, la hora de pedir cuentas a las naciones paganas (v.3). Un ejército destructor va a caer sobre Egipto y Etiopía. Caerán también los pueblos especialmente vinculados a la suerte de Egipto, como Put (Sudán o Somalia), Lud (Lidia?) 3 y Cub, pueblo desconocido (quizá transcripción defectuosa por Lub: Libia ?). Todo caerá, desde el norte (Migdol) hasta el sur (Siene: Asuán), en poder del enemigo 4. Muchos egipcios huirán hacia Etiopía, llevando la noticia del desastre (v.8). La confiada Etiopía, asegurada por Egipto, vivía despreocupada de toda invasión por parte del coloso mesopotámico; pero ahora será presa de angustia ante la inminencia de una invasión proveniente del mismo Egipto derrotado. Nabucodonosor, de hecho, se apoderará de toda la riqueza de Egipto (v.10), que se le ha dado como salario 5. Serán devastados los principales centros de idolatría: Menfis, capital del Bajo Egipto (v.15), cerca de El Cairo actual, residencia de las primeras dinastías egipcias; Patros, Tanis y Tebas 6, capital del Alto Egipto, serán también arrasadas hasta los cimientos, y la ciudad que constituía la clave de entrada al país, Sin (v.16), sentirá el paso del invasor7, doliéndose de su impotencia para resistirle. Las juventudes de Heliópolis y Bubastis 8 caerán a la espada. Sobre Tafnes 9, el ejército invasor caerá como una nube, que oscurecerá todo, y se romperán los cetros de Egipto (v.18), probable alusión a los cetros del Alto y Bajo Egipto o a los numerosos cetros de los reyezuelos de los "nomos" del país del Nilo.

 

Nuevo oráculo contra el faraón de Egipto (20-26).

20 El año undécimo, el primer mes, el día siete del mes, me fue dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 21 Hijo de hombre, yo he roto el brazo del faraón, rey de Egipto, y no le ha sido vendado, ni fajado, ni entablillado para soldar la rotura y que pueda manejar la espada. 22 Por tanto, así dice el Señor, Yahvé: Heme aquí contra el faraón, rey de Egipto. Yo le romperé los dos brazos, el sano y el quebrado, y haré que la espada se le caiga de la mano, 23 y diseminaré a los egipcios entre las gentes y los aventaré por las tierras, 24 y fortaleceré los brazos del rey de Babilonia y pondré mi espada en su mano, pero quebraré los brazos del faraón, que delante de aquél gemirá con gemidos de muerte. 25 Fortaleceré los brazos del rey de Babilonia, y se caerán los brazos del faraón, y sabrán que yo soy Yahvé, cuando ponga mi espada en mano del rey de Babilonia y la esgrima él contra la tierra de Egipto. 26 Esparciré a los egipcios entre las gentes y los aventaré por las tierras, y sabrán que yo soy Yahvé.

 

Este nuevo vaticinio es dirigido contra el faraón, personificación de Egipto. El faraón de entonces era Hofra. La datación nos lleva al año 586, en el mes de marzo-abril, es decir, tres meses después del primer vaticinio. Egipto sigue intrigando en la corte de Jerusa-lén para que resista, prometiendo vanas ayudas. Sólo faltan dos meses para el fin trágico del asedio. Ezequiel anuncia que es inútil esperar en el faraón Hofra, pues ha sido quebrantado. Yahvé le ha roto el brazo (v.21), pues el faraón ha sufrido una grave derrota, de la que no ha sido repuesto. Durante el asedio de Jerusalén hubo un momento en que los babilonios aflojaron el cerco, sin duda para hacer frente a un ejército del faraón. Este debió de sufrir una gran derrota; Jeremías dice simplemente que volvió a Egipto 10. Ezequiel aquí concreta diciendo que fue derrotado. Pero esta derrota no fue sino el preludio de otra mucho mayor que sufrirá de manos del rey de Babilonia:yo le romperé los dos brazos, el sano y el quebrado. (v.22). Como consecuencia, los egipcios serán deportados entre las naciones (v.26).

 

1 Esta última frase falta en los LXX. — 2 Cf. Is 13:6; Jl 1:135; Sof 1:7:14- — 3 Sobre la identificación de estos pueblos cf. coment. a 27:10. — 4 Cf. coment. a 29:10. — 5 Cf. 29:183. — 6 Patros, cf. coment. a 29:14; Tanis o Soan, es el actual San en el delta oriental (Núm 13:22;Is 19:1; Sal 78:12, etc.). — 7 Sin es el Peíusium de los griegos, al nordeste de Egipto. — 8 Heliópolis, en egipcio On, al norte de Menfis. Bubasíis, en egipcio Oa Bast (casa de Bast, diosa a la que le era consagrado el gato), hoy íelí Basta, al norte de El Cairo. Cf. Herodoto, II 1378. — 9 Tafnes (escrito en hebreo, Tehafiíehes) es el actual tell Defenne, cerca de Pelusium, en la frontera con Asia. — 10 Cf. Jer 37:5-10; 34:21s.

 

 

31. Nuevo anuncio de la ruina de Egipto.

Ezequiel quiere probar sus oráculos contra el país del Nilo acudiendo a la historia de Asiría. En 612 cayó Nínive, la capital de aquel gran imperio. En la memoria de muchos exilados debía de estar aún el recuerdo de aquella fecha. El poderío asirio era inmenso, y sucumbió estrepitosamente ante el empuje del nuevo imperio babilónico con Nabopolasar, padre de Nabucodonosor, al frente. Asiría parecía omnipotente y, sin embargo, cayó y desapareció. Es lo que sucederá a Egipto. El profeta expresa su pensamiento en una bellísima alegoría, que podemos dividir del modo siguiente: a) descripción de Asiría como un árbol frondoso (1-9); b) su destrucción (10-14); c) impresión por el desastre (15-18). La primera parte está en verso. Por razones internas, algunos autores creen que las dos últimas partes son de un redactor posterior a Ezequiel.

 

Asiría, árbol frondoso (1-9).

1 El año undécimo, el tercer mes, el primero del mes, fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 2Hijo de hombre, di al faraón, rey de Egipto, y a su multitud: ¿A quién te igualaste en tu grandeza? 3 He aquí que Asur era un cedro del Líbano de bello ramaje, frondoso y de sublime estatura, que mecía su copa entre las nubes. 4 Las aguas le hicieron crecer, el abismo le encumbró; hizo correr ríos en torno al lugar en que estaba plantado, y mandaba sus acequias a todos los árboles del campo. 5 Por eso se encumbró sobre todos los árboles del campo y se multiplicaron sus ramas, y su fronda se extendió por la abundancia de aguas. 6 Anidaban en sus ramas todas las aves del cielo, y parían bajo su copa todas las bestias del campo, y eran muchos los pueblos que habitaban a su sombra. 7 Era hermoso por su grandeza, por la extensión de sus ramas, por tener sus raíces metidas en abundantes aguas. 8 No le sobrepujaban los cedros del jardín de Dios, no se le asemejaban en la fronda los cipreses, no eran los plátanos comparables en su fronda, ningún árbol del jardín de Dios le igualaba en hermosura. 9 Yo le había hecho hermoso y frondoso, y todos los árboles del Edén que había en el jardín de Dios le miraban con envidia.

 

Este vaticinio contra Egipto fue proferido en mayo-junio del 586, dos meses antes de la destrucción de Jerusalén. El profeta se encara con el faraón y su multitud, o pueblo de Egipto. El faraón ha tenido los mismos sentimientos de soberbia por los que fue castigada Asiría: ¿a quién te igualaste.? (v.2). Ante su insolencia, Ezequiel no hace sino recordar la historia de Asiría: era un cedro del Líbano (v-3). El profeta escoge la imagen apropiada según el país: a Israel la compara a una vid 1, que abunda en Palestina; a Tiro, a una nave, por ser ciudad eminentemente marítima 2, y a Egipto, a un cocodrilo 3, animal característico de esa región; y ahora Asiría es comparada a un cedro del Líbano 4, que formaba parte de su vasto imperio. La majestad del cedro del Líbano es proverbial en la Biblia. Asiría se desarrolló como un cedro inmenso, porque estaba plantado junto a abundantes aguas: el abismo le encumbró. (v.4). Según la mentalidad semítica, la tierra descansaba sobre las aguas del abismo 5, y de él provenían los diferentes ríos que la regaban. El gran cedro está plantado junto al gran depósito del abismo, mientras que los otros árboles (pequeñas naciones) son regadas por pequeñas acequias, que no pueden competir con aquél. Ningún árbol podía hacer competencia con él, ni los cipreses, ni los plátanos, ni los cedros del jardín de Dios (v.8). La frase es enfática para encarecer las proporciones del gran árbol, Asiría, entre las otras naciones. A su sombra habitaban muchos pueblos (v.6). Los pequeños reinos integrados en el gran imperio asirio se recogían a su sombra contra las incursiones de otros pequeños estados. Nadie podía medirse con el gran coloso asirio. El majestuoso árbol había crecido sobremanera, de forma que los árboles del Edén le miraban con envidia (v.8). La descripción no puede ser más hiperbólica y florida. El profeta recarga las tintas para después medir la magnitud de la catástrofe.

 

Destrucción de Asiría (10-14).

10 Por eso, así dice el Señor, Yahvé: Ya que por ser encumbrado en altura, alzando su cima hasta las nubes, se embriagó su corazón de la propia alteza, n le he dado yo en las manos de un fuerte de las gentes, que le tratará según su maldad; le he desechado por su impiedad. 12 Extranjeros, los más feroces de los pueblos, le abatieron; cayeron sus ramas por los montes y por todos los valles, quedó destrozada su fronda por todas las pendientes de la tierra, y, esquivando su sombra, todos los pueblos de la tierra le abandonaron.13 Posáronse sobre sus restos todas las aves del cielo, y en sus ramas hicieron sus yacijas todas las bestias del campo, 14 para que no se exalten todos los árboles de junto a las aguas, y no lancen su cima hasta las nubes, y no confíen en su altura cuantos son regados por las aguas, porque todos están destinados a morir, a ir a la morada subterránea entre los hijos de los hombres que bajan a la fosa.

 

El orgullo fue la perdición del majestuoso árbol. Se creyó Asiría que lo que tenía lo había adquirido por sus propias fuerzas, y no había pensado que su situación privilegiada junto a las aguas era una situación transitoria en la que Yahvé le había colocado. Se había encumbrado hasta las nubes, y ahora va a bajar hasta las profundidades de la fosa o seol, región subterránea, morada de los muertos.

El instrumento para abatir este árbol descomunal fue un fuerte de las gentes con los más feroces de los pueblos (v.12), alusión al nuevo coloso babilonio. Sobre sus ramas abatidas posáronse las aves e hicieron yacijas las bestias del campo (ν.13). Todos los pueblos antes sometidos a su sombra se volvieron contra el αrbol caído, aprovechándose de sus ruinas. Y el profeta declara abiertamente que todo esto sucedió para que otros pueblos prósperos, plantados junto a las aguas (v.14), no levanten demasiado la cabeza ni confíen demasiado en su situación privilegiada, porque todos están destinados a morir. El Seol, o morada subterránea, será el gran punto de cita de todos los hombres y pueblos.

 

Descenso de Asar al seol (15-18).

15 Así dice el Señor, Yahvé: El día en que bajó al "seol" enluté el abismo, retuve el curso de los ríos y se estancaron las aguas caudalosas; entristecí al Líbano por él y se secaron todos los árboles del campo. l6 Con fragor de su ruina hice temblar a las gentes. Cuando le hice bajar al "Seol" entre aquellos que bajan a la fosa, se consolaron en la morada subterránea todos los árboles del Edén, y los más hermosos y selectos del Líbano, todos regados por las aguas. 17 También bajaron ellos al "Seol" junto a los muertos a la espada, los que fueron su brazo y se acogieron a su sombra en medio de las gentes. 18 ¿A quién te asemejas tú por gloria y por grandeza entre los árboles del Edén? Pues también serás llevado con los árboles del Edén a la morada subterránea. Yacerás entre los incircuncisos, con los traspasados por la espada. Eso será del faraón y de toda su gente, dice el Señor, Yahvé.

 

Este fragmento describe la desaparición del imperio asirio, causa de consternación para muchos pueblos y de alegría para otros. La caída de Asiría representó un luto general en la naturaleza: se secó el abismo de las aguas, se retuvo el curso de los ríos y, como consecuencia, vino la sequía general y el duelo para el frondoso Líbano (entristecí el Líbano por él, v.15) y se secaron los arboles del campo. Las gentes temblaron ante el fragor de su caída (v.16), y los habitantes del seol, la región subterránea, se alegraron al ver caer al gran opresor. Aquí los árboles del Edén, los más selectos del Líbano., son los otros reinos que también habían prosperado junto a las aguas, pero que les había llegado la hora de la ruina. Mientras en la tierra reina el terror por la caída del coloso asirio, en la región tenebrosa del seol todo es alegría y exultación.

En el c.14 de Isaías encontramos escenas parecidas de alegría entre los príncipes del seol al entrar en la morada subterránea el rey de Babilonia, el tirano de todos: "¿Cómo caíste del cielo, lucero brillante, hijo de la aurora? ¿Echado por tierra el dominador de las naciones? Tú que decías en tu corazón: Subiré a los cielos, en lo alto, sobre las estrellas de Dios; elevaré mi trono, me instalaré en el monte santo, en las profundidades del aquilón. Subiré sobre la cumbre de las nubes y seré igual al Altísimo. Pues bien, al sepulcro has bajado, a las profundidades del abismo." En el pasaje de Ezequiel que comentamos ocupan un lugar especial de ignominia, dentro del seol, los que fueron su brazo y se acogieron a su sombra (ν.17), es decir, todos los reinos que colaboraron en las demasías de Asiría. Parece que los muertos a la espada, los asesinados o ejecutados por la justicia, ocupaban un lugar más oprobioso en el seol con los incircuncisos (v.18).

Es el lugar destinado al faraón de Egipto: ¿A quien te asemejas por tu gloria.? El profeta se encara con el faraón. Por mucho que éste quiera ser, no sobrepasará el poder y gloria de Asiría, y, como este imperio, el de Egipto está destinado a la ruina. Como el rey de Asiría, el faraón tendrá que descender a la morada subterránea. Se consideraba entre los más selectos de los arboles del Edén, entre los primeros reinos de la tierra, y en realidad no va a tener otro destino que el de ocupar un lugar triste entre los incircuncisos y traspasados por la espada.

 

1 Cf. Ez 10:10. — 2 Cf. 27:5s. — 3 Cf. 29:3; 32:2.5. — 4 Algunos autores modernos han querido suprimir la palabra Asur y aplicar la alegoría directamente a Egipto. Así Heinisch, Bertholet. Pero todas las versiones lo ponen. Véase el artículo de Joüon, Notes phílolog,iques: "Bíblica,” ιοί 1929) 309 11:1; cf. Spadafora, o.c., 235. — 5 Gen 2:8.

 

 

32. Elegías sobre Egipto.

En este capítulo se incluyen dos fragmentos elegiacos: a) canto fúnebre al faraón por su triste muerte (1-16); b) descripción del descenso del faraón a la región lúgubre de los muertos (17-32).

 

Elegía sobre la suerte del faraón de Egipto (1-16).

1 El año duodécimo, el duodécimo del mes, el día primero del mes, me fue dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 2 Hijo de hombre, canta una elegía al faraón, rey de Egipto, y di: Eras como el león de las gentes, eras como el cocodrilo de los mares i; con tus narices hacías hervir las aguas 2 y las enturbiabas con tus patas, y hollabas sus canales. 3 Así dice el Señor, Yahvé: Yo te tenderé la red con una turba de pueblos que te subirán en mi esparavel, 4 y te echaré en tierra seca, y te dejaré en medio del campo. Haré venir sobre ti todas las aves del cielo y saciaré de ti a todas las bestias de la tierra. 5 Esparciré tus carnes por los montes y llenaré de tu carroña los valles. 6 Regaré con tu sangre la tierra sobre los montes y de ella se llenarán los torrentes. 7 Al apagar tu luz, velaré los cielos y oscureceré las estrellas. Cubriré de nubes el sol, y la luna no resplandecerá. 8 Todos los astros que brillan en los cielos los vestiré de luto por ti, y cubriré de tinieblas la tierra, dice el Señor, Yahvé. 9 Y llenaré de horror el corazón de muchos pueblos cuando lleve al cautiverio a los tuyos, a tierras que no conocen. 10 Dejaré por ti atónitos a muchos pueblos y a sus reyes, que temerán por ti cuando yo blanda mi espada ante ellos el día de tu ruina. 11 Porque así dice el Señor, Yahvé: La espada del rey de Babilonia te alcanzará. 12 Yo haré caer a tu multitud con la espada de los valientes, todos ellos los más violentos de los pueblos, que destruirán la soberbia de Egipto, y todas sus muchedumbres quedarán deshechas. 13 Y haré perecer todos tus ganados de sobre las muchas aguas, que no enturbiará ya más pie de hombre ni pezuña de bestia. 14 Entonces haré que se limpien sus aguas y que se deslicen sus canales como aceite, dice el Señor, Yahvé. 15 Cuando tornare en desierto la tierra en Egipto y asolare cuanto la llena, cuando hiriere a cuantos la habitan, entonces sabrán que yo soy Yahvé. 16 Esta es la elegía que cantarán: la cantarán las hijas de las gentes, la cantarán sobre Egipto y sobre toda su muchedumbre, dice el Señor, Yahvé.

 

El año duodécimo, el día primero del duodécimo mes (Adar) es el febrero-marzo del 585, es decir, unos siete meses después de la caída de Jerusalén (junio-julio del 586 a.C.) 3. La elegía va dirigida al faraón como personificación del país de Egipto, como antes el rey de Tiro personificaba a su ciudad. El profeta canta irónicamente la supuesta omnipotencia de Egipto, que en un tiempo fue considerado como el león de las gentes (v.2), el máximo imperio, esperanza de las pequeñas naciones contra otras grandes potencias, como Asiría y Babilonia. Se le consideraba como el arbitro de las relaciones internacionales entre aquellos reyezuelos de Palestina y Siria que buscaban su protección, los cuales le adulaban como el león o arbitro de la política internacional; la frase es irónica.

Pero esta estimación era excesiva, ya que Egipto, en el concierto internacional, no era más que el señor de su país, un simple cocodrilo, que no puede vivir sino en las zonas acuosas y ribereñas 4. Egipto no ha podido parangonarse con los grandes imperios mesopotámicos, pues ha sido uno de tantos árboles privilegiados asentados junto a las aguas, que sentían envidia del inmenso poder de Asiría, el gran cedro, que daba sombra a los pequeños reinos del Próximo Oriente. Egipto no podía competir con Asiría. Lo más que podía hacer era enturbiar con sus patas las aguas del Nilo, es decir, tener influencia en su propia tierra. Es una frase despectiva muy característica en Ezequiel, el cual nunca sintió simpatía por el país del Nilo, causante de la ruina de Judá con sus falsas promesas e instigaciones a la rebelión contra el coloso babilónico.

Por sus pretensiones y orgullo, Yahvé le tenderá una red, tomando como instrumento a una turba de pueblos, el ejército abigarrado de mercenarios de diversos países, que le tomarán en el esparavel (v.3) y lo arrojarán a tierra para ser pasto de las aves del cielo y de las fieras (v.4) 5. Sufrirá la más afrentosa de las muertes, quedando sin sepultura honorífica. Todo el país padecerá las consecuencias de la invasión, pues toda la tierra quedará regada en sangre (v.6). El profeta habla de montes y valles de modo convencional, suponiendo que la topografía de Egipto fuera como la de Palestina. Ese día será el día de la manifestación de la justicia del Señor, el día de Yahvé, el cual es descrito con los tradicionales rasgos apocalípticos: oscurecimiento del sol y de las estrellas (ν.7) 6. Estas frases no han de tomarse al pie de la letra, pues son expresiones hiperbólicas para encarecer la magnitud de la catástrofe.

La devastación y la ruina harán temblar a muchos pueblos (v.8), que sentirán de cerca la espada en manos de Yahvé, que no es otra que la del rey de Babilonia (v.11), el cual, con los más feroces de los pueblos, caerá sobre el poderoso reino de Egipto, reduciéndolo a la miseria y a la impotencia (v.12). Todos los ganados de sobre las muchas aguas, e.d., que vivían en los abundantes pastos de las riberas de los canales del Nilo, sentirán también la fuerza destructora del invasor y desaparecerán totalmente, en tal forma que las aguas del Nilo y de sus canales no volverán a enturbiarse por pies de hombre y pezuña de bestia (v.13). Las aguas quedarán tan limpias que se deslizarán como el aceite (v. 14). La frase tiene un sentido amenazador, ya que esa limpieza de las aguas se deberá a que no habrá ya animales ni hombres que las enturbien. En el v.15 se insiste en que la devastación y la ruina dominarán por doquier, y por ella sabrán que yo soy Yahvé.

La intervención justiciera de Yahvé, humillando al orgulloso reino de Egipto, hará abrir los ojos a los otros pueblos para que vean quién es el Dios de Israel. Las hijas de las gentes, o naciones paganas, serán las encargadas de recordar en cantos funerarios la gran catástrofe de Egipto enviada por la mano vengadora de Yahvé (v.16).

 

Elegía sobre el descenso del faraón a la región de. los muertos (17-32)

17 El año duodécimo, el quince del mes, fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 18 Hijo de hombre, compone un canto lúgubre a la muchedumbre de Egipto. Precipítale a él y a las hijas de las gentes fuertes a las profundidades de la tierra, con los que bajan a la fosa. 19 ¿Conque nos sobrepasabas por belleza? Baja, baja a la fosa y yace entre los incircuncisos. 20 Cae en medio de los muertos a la espada, que la espada ya ha sido entregada; traedlo con toda su pompa7. 21 En el "seol" se dirigirán a él los valientes, diciéndole a él y a sus auxiliares: Han bajado a la fosa y yacen entre los incircuncisos, entre los muertos a la espada. 22 Allí está Asur con todos sus ejércitos, cuyos sepulcros están en torno de él. 23 Están sepultados en lo profundo de la fosa, rodeándole en torno, todos traspasados por la espada, los que sembraron el terror en la tierra de los vivos. 24 Allí está Elam con todas sus mesnadas en torno de su sepulcro; todos los muertos a la espada cayeron, y bajaron incircuncisos a lo profundo de la fosa. Los que esparcieron el terror en la tierra de los vivos, trajeron su ignominia a lo profundo de la fosa. 25 En medio de los muertos pusieron su lecho para él y sus muchedumbres. Sus sepulcros lo rodean, todos incircuncisos, muertos a la espada. Sembraron el espanto en la tierra de los vivos, pero vinieron con su ignominia a unirse con los que bajaron al "seol" y yacen en medio de los muertos. 26 Allí Mesec y Túbal, con todos sus ejércitos, cuyos sepulcros le rodean; todos incircuncisos, muertos a la espada, los que aterrorizaban a la tierra de los vivos. 27 No yacen con los héroes los caídos de antiguo, que descendieron a la morada de los muertos con sus armas de guerra, la espada bajo sus cabezas y el escudo sobre sus huesos, con haber sido el terror de los guerreros en la tierra de los vivos. 28 También tú serás quebrantado entre los incircuncisos y yacerás con los muertos a la espada. 29 Allí está Edom, sus reyes y sus príncipes todos, que, a pesar de su valor, yacen entre los muertos a la espada y duermen con los incircuncisos, con los que bajaron a la fosa. 30 Allí están todos los príncipes del septentrión y todos los sidonios, que con su ignominia descendieron a los muertos a pesar del terror que inspiraba su valor. Incircuncisos se acostaron con los muertos a la espada, y comparten su ignominia con los que bajan a la fosa. 31 El faraón los verá y se consolará de su muchedumbre, de los suyos muertos a la espada y de todo su ejército, dice el Señor, Yahvé. 32 Porque yo sembraré mi terror en la tierra de los vivos, y se acostarán en medio de los incircuncisos, con los muertos a la espada, el faraón y toda su muchedumbre, dice el Señor, Yahvé.

 

La elegía fue compuesta, según la datación del texto, en el 586 a.C., es decir, después de la caída de Jerusalén. El texto no nos da el mes; probablemente se ha perdido en la transcripción. La elegía versa sobre el descenso de Egipto y las otras grandes naciones paganas (las hijas de las gentes fuertes, v.18). El profeta enumera los principales pueblos que han tenido importancia histórica en el concierto político del Antiguo Oriente, y, sobre todo, a los pueblos que tuvieron una relación con Israel, como Edom y Sidón. Él canto fúnebre se abre con una mordaz ironía: ¿Conque nos precedías en belleza? (v.19). Egipto se gloriaba de ser superior a todos los pueblos. Estos declaran de que nada le ha servido esta supuesta precedencia, ya que tiene que descender al país de los muertos, como los demás pueblos: Baja a la fosa y yace entre los incircuncisos. El contraste es fuerte: Egipto se creía superior y algo aparte de los otros pueblos, pues también será en el seol algo aparte, puesto que tendrá que formar fila con los incircuncisos, a quienes les estaba reservado un lugar ignominioso especial. Los moradores más nobles de la reglón subterránea dirán irónicamente: Han bajado a la fosa y yacen entre los incircuncisos. (v.21); los moradores de Egipto han sufrido la suerte dé los muertos a la espada, asesinados oprobiosamente.

El profeta enumera a los principales reinos que precedieron a Egipto en el descenso a la morada tenebrosa. La enumeración está sujeta a un esquema artificial de exposición: han sido pueblos que han abusado de su poder, y han terminado violentamente su historia por la espada de algún enemigo invasor, y ahora están en. la morada subterránea en la zona de los incircuncisos muertos a la espada. Los pueblos aparecen en el seol formando colonias, o agrupaciones regionales con sus sepulcros, entorno a sus capitanes o. reyes. En la enumeración abre la marcha Asiría (v.22), la gran opresora de Oriente en el siglo VIII. Sus grandes reyes, Sargón, Senaquerib, Asurbanipal, habían sido el terror de los pequeños reinos de Palestina y Siria. Eran famosos por su extrema brutalidad y crueldad con los vencidos. Parecían invencibles, pero al fin fueron derrotados y suplantados por la coalición de medos y babilonios en 612, fecha de la caída de Nínive. Elam (v.24), entre Babilonia y Media-Persia, había tenido su importancia con sus dos capitales de Susa y Anzán; fueron derrotados por Asurbanipal (649 a.C.), desapareciendo como gran nación 8. Mesec y Túbal (v.2¿) son dos pueblos de Armenia 9, región de donde provenían los escitas que en el siglo VII a.C. sembraron el pánico y la ruina en Palestina. Según Ez 39:1s, de ese pueblo sale Gog, el gran enemigo del reino de Dios. Edom, como hemos visto ya, es la región que se extiende al sudeste del mar Muerto. Originariamente era afín al pueblo hebreo, ya que Esaú, el supuesto antepasado, era hermano de Jacob. Históricamente, los edomitas fueron los grandes enemigos de Israel, y le negaron el paso cuando Moisés iba con el pueblo hebreo camino de Canaán 10. Es el enemigo tradicional del pueblo israelita. Los príncipes del septentrión (v.30) deben de ser los reyes de Siria y regiones adyacentes, vecinos de los sidonios. Con este nombre se cierra la enumeración, que no es muy completa, pero en el propósito del profeta basta para probar que todos los pueblos que han abusado de su fuerza no han tenido otro destino que el común de todos los demás pueblos humillados, y aún estarán en peor situación, ya que ocuparán el lugar reservado a los incircuncisos y muertos por la espada.

El faraón, al hacer su ingreso en la morada subterránea, se consolará (v.31) al ver que también otros pueblos han recibido la misma humillación y suerte que él. En esta frase del profeta hay una dosis de ironía contra el faraón: el que antes se gloriaba de ser algo excepcional entre todos los pueblos, considerándose como inmortal, tiene que contentarse con formar parte del cortejo de los imperios desaparecidos. Triste consuelo en boca del que simbolizaba el orgullo y la insolencia. De hecho sabemos que Nabucodonosbr invadió Egipto en el 568, derrotando al ejército del faraón.

Con esta elegía termina la primera parte del libro de Ezequiel. El profeta ha hecho ver a los exilados que la dureza con que Yahvé trataba a su pueblo era bien merecida, y, por otra parte, que Dios castiga a los pueblos paganos que se han excedido en su papel de instrumentos de la justicia divina.

 

1 La palabra hebrea tanim tiene el sentido amplio de monstruo de los mares, y puede significar cocodrilo, hipopótamo, serpiente marina en la mitología popular, dragón, etc. Hemos escogido cocodrilo en consonancia con la fauna especial del Nilo. — 2 El TM "con sus ríos." Con un ligero cambio tenemos con tus narices. — 3 Los LXX y la versión siríaca tienen "año undécimo" (585 a.C.). — 4 Cf. 29:3. — 5 Cf. 29:5; 31:13; 39.I7S. — 6 Frases similares las encontramos en Is 13:10; Jl 2:10; 3:15; Sof 1:15. — 7 El texto no está claro, y en detalle las versiones difieren, pero el sentido general es claro. — 8 Sobre Elam (as. Elamtu, en griego Susiana) véase Gen 10,22; 14:1:9; Is 21:2; 22:6; Jer 49,35-39- — 9 Sobre su identificación véase coment. a 27:13. — 10 Sobre Edom véase coment. a 25:12-14. En el texto de los LXX, en vez de Edom se lee Asur, que ya ha salido. Algunos quieren cambiar Edom en Aram o Siria.

 

 

33. El Profeta, Atalaya del pueblo.

Después de esta primera parte de vaticinios conminatorios contra Judá y las naciones paganas, viene ahora una serie de capítulos que versan sobre la rehabilitación del pueblo elegido en el futuro. Ha pasado la hora de la ira divina y se acerca la de la misericordia. El profeta ha tenido que desmontar las falsas ilusiones de los exilados sobre la supuesta invencibilidad de Jerusalén. Después de consumada la catástrofe y confirmados sus oráculos siniestros, el profeta, con plena autoridad, trata de formar la nueva conciencia de los exilados. La caída de Jerusalén trajo como consecuencia una crisis de la conciencia nacional. Yahvé parecía que había abandonado a su pueblo, y, por tanto, era inútil mantener ilusiones nacionales sobre el futuro. Todo estaba perdido. Contra esta posición desesperada se levanta Ezequiel, el cual se esfuerza en sembrar una esperanza de resurrección nacional. Todo lo pasado no ha sido más que una prueba de purificación, pero se acercan días de gloria para el pueblo israelita. El futuro es deslumbrante y glorioso, y, por tanto, los supervivientes deben prepararse para hacerse dignos de la nueva teocracia.

Esta última parte del libro de Ezequiel puede dividirse en dos partes: a) promesa de restauración y paz perpetua (c.33-39); b) estructura interna del nuevo Israel (c.40-48). El estilo es difuso y convencional, y faltan en general indicaciones cronológicas.

El c.33, que vamos a comentar, es como un mosaico de fragmentos, que sirven de transición entre los oráculos conminatorios que hemos estudiado en la primera parte del libro y los de consolación que van a predominar en la última sección de los escritos de Ezequiel. Se suele dividir en las partes siguientes: a) Ezequiel, responsable de su misión de centinela del pueblo israelita (1-9); b) responsabilidad personal de los oyentes (10-20); c) anuncio de la caída de Jerusalén (21-22); d) amenaza contra los judíos supervivientes en Palestina (23-29); e) frivolidad de los exilados (30-33).

 

El profeta, atalaya del pueblo (1-9).

1 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 2 Hijo de hombre, habla a los hijos de tu pueblo y diles: Si hiciera yo venir la espada sobre una tierra, y la gente de la tierra toma un hombre de su territorio y lo pone de atalaya, 3 y éste, viendo venir la espada sobre la tierra, toca la bocina para dar al pueblo la alarma, 4 si el que oye el sonido de la bocina no se apercibe y, llegando la espada, le hiere, su sangre será sobre su cabeza. 5 Oyó el sonido de la trompeta y no se apercibió; su sangre será sobre él; si se hubiese apercibido, habría salvado su vida, 6 Mas, si el atalaya, por el contrario, viendo llegar la espada, no toca la trompeta para que la gente se aperciba, y, llegando la espada, hiere a alguno de ellos, éste quedará preso en su propia culpa, pero yo demandaré su sangre al atalaya. 7 Pues tú, hijo de hombre, te he constituido por atalaya de la casa de Israel. Cuando oigas de mi boca la palabra, apercíbelos de parte mía. 8 Si yo digo al impío: "¡Vas a morir!" si tú no hablas al impío para apercibirle de su mal camino, el impío morirá por su culpa, pero de su sangre te pediré yo cuenta a ti. 9 Pero, si tú apercibiste al impío de su camino para que se apartase de él, y él no se apartó, él morirá por su culpa, pero tú habrás salvado tu alma.

 

Esta sección parece una repetición ampliada de 3:16b-21. Ezequiel se compara a sí mismo a un centinela militar encargado de dar la voz de alarma ante el peligro. El profeta se siente responsable de la suerte espiritual de su pueblo, y por eso se cree en la obligación de mantenerse vigilante frente a los peligros que sobre él se ciernen. Es la misión de Ezequiel entre los exilados de Babilonia. Ha anunciado primero la destrucción de Jerusalén en castigo de los pecados acumulados durante generaciones por la comunidad israelita. Ahora tiene que anunciar nuevos peligros para la vida religiosa de los exilados y formar la conciencia de éstos en orden a la constitución del nuevo núcleo de restauración nacional. Como portavoz de la palabra de Dios, tiene que anunciar los peligros para que el pueblo se aperciba de ellos. Si no quieren oírle, no tendrá responsabilidad alguna en la muerte de ellos, como en el caso del centinela militar. Al contrario, si éste no cumple su misión de anunciar el peligro de la invasión del enemigo, será responsable de lo que pasare y pagará con su vida su falta en el cumplimiento del deber. Este sentido de responsabilidad preocupa extremadamente a Ezequiel, como preocupará a San Pablo su misión de evangelizar: "¡Ay de mí si no anunciare el Evangelio!"1

 

Responsabilidad personal de los individuos (10-20).

30 Di, ¡oh hijo de hombre! a la casa de Israel: Vosotros decís: "Llevamos sobre nosotros nuestros pecados y nuestras rebeliones, y por eso nos vamos consumiendo; ¿cómo vamos a vivir?" u Diles: Por mi vida, dice el Señor, Yahvé, que yo no me gozo en la muerte del impío, sino en que se retraiga de su camino y viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos. ¿Por qué os empeñáis en morir, casa de Israel? 12 Hijo de hombre, di también a los hijos de tu pueblo: La justicia del justo no le salvará el día en que pecare, y la impiedad del impío no le será estorbo el día en que se convierta de su iniquidad, como no vivirá el justo por su justicia el día que pecare. 13 Diciendo yo al justo: "De cierto vivirás," si él, fiado en su justicia, comete maldad, no serán traídas a la memoria todas sus justicias, sino que por la iniquidad que cometió morirá. 14 Y diciendo yo al impío: "De cierto morirás," si él se convirtiere de su pecado e hiciere juicio y justicia, 15 si devolviere la prenda, restituyere lo robado y caminare por los mandatos de la vida, no haciendo iniquidad, ciertamente vivirá, no morirá. 16 No se recordará ninguno de los pecados que cometió; hizo juicio y justicia, y de cierto vivirá. 17 Y dirán los hijos de tu pueblo: No es recta la vía del Señor. ¡Las suyas sí que no son rectas 18 Si el justo se aparta de su justicia y hace iniquidad, morirá por ésta; 19 y si el impío se aparta de su iniquidad y hace juicio y justicia, por eso vivirá. 20 Y decís: "¡No es recta la vía del Señor!" Yo os juzgaré, ¡oh casa de Israel! a cada uno conforme a sus caminos.

 

Las reflexiones aquí expuestas son paralelas a las que hemos visto en 8:21-32; pero las circunstancias no son idénticas. En el c.18 se trata de contestar a las reacciones insolentes de los exilados, que creen que es una injusticia echar sobre ellos la culpabilidad de sus antepasados. Aquí la característica del auditorio es de desesperación. El castigo de Dios sobre Judá ha demostrado que Yahvé ha abandonado a su pueblo, y los exilados se sienten pecadores, y, como tales, lejos de la providencia especial de Yahvé: Llevamos sobre nosotros nuestros pecados. (v.10). Ezequiel les recuerda que la situación no es desesperada, pues ante Dios no cuenta tanto la culpabilidad pasada cuanto las buenas disposiciones de arrepentimiento actuales. Dios no se complace en castigar, sino que busca ante todo el retorno del pecador: No me gozo en la muerte del pecador, sino en que se retraiga de su camino y viva (v.11). La respuesta de Yahvé está basada en la idea de que es ante todo amoroso y misericordioso, y, como tal, está buscando siempre que el corazón del impío se convierta y vuelva a su buen camino, para poder prodigarle sus misericordias: Volveos. ¿Por qué os empeñáis en morir? (v.11).

La frase de los exilados nos vamos consumiendo., llevamos nuestros pecados (v.10) tiene un aire de desesperación, de rabia y de cinismo, y no de compunción. Por eso, su situación espiritual no es buena. No quieren nada con un Dios que los ha castigado. Es preciso una enmienda de vida. No bastan las buenas acciones pasadas del justo si éste en la actualidad anda por las sendas de la impiedad (v.12). Naturalmente, no es que el profeta quiera subestimar las acciones del pasado, pecaminosas o virtuosas, sino que quiere resaltar que, de hecho, en orden a la salvación de cada uno, interesan sobre todo las acciones buenas presentes. Sobre un pasado pecador se puede extender el velo del olvido de parte del Señor, siempre que el presente sea digno de la amistad y misericordia divinas.

En la perspectiva de Ezequiel se trata de la salvación de los israelitas en su destino de comunidad nacional y en su porvenir en esta vida. Nada en el libro de Ezequiel supone la creencia en la retribución de ultratumba. La perspectiva del profeta, como la de todos los libros del A.T. antes del libro de la Sabiduría, se proyecta sólo al horizonte terreno. No se trata, pues, en estas frases de Ezequiel del problema de la salvación eterna del alma de los israelitas. No obstante, su doctrina es válida en el nuevo estadio ideológico del N.T. También en la perspectiva doctrinal del Ν. Τ. valen, sobre todo, ante Dios, las disposiciones actuales, en tal forma que un sincero arrepentimiento es suficiente para borrar un pasado pecaminoso, y viceversa, un pecado actual basta para anular todas las obras buenas de un pasado virtuoso.

Es importante la doctrina expuesta por Ezequiel, en cuanto hace resaltar el poder del libre albedrío en el sere humano en sus disposiciones actuales, como superación de una mentalidad entonces muy extendida sobre la influencia del pasado en la vida del hombre en orden a su reconciliación con Dios. Hemos dicho que Ezequiel ha sido saludado con el título de campeón del individualismo, no sólo en cuanto que desconecta al individuo de la responsabilidad colectiva, sino que aun le desconecta de su pasado personal en el sentido de que ante Dios interesan sobre todo las buenas disposiciones actuales, aunque sean superpuestas a un pasado pecaminoso.

Aquí nos encontramos sólo ante una exposición parcial del problema de la responsabilidad del individuo y de sus relaciones con Dios según la mentalidad del A.T. Como decíamos antes, la tesis del profeta es un positivo avance sobre el ambiente conceptual de la época, en cuanto que se destaca el individualismo como base de las relaciones con Dios. Tan revolucionaria es la tesis de Ezequiel, que sus oyentes exilados le dicen abiertamente: No es recta la vía del Señor (ν.17). No pueden comprender que Dios haga tabla rasa de un pecado pecaminoso o virtuoso en aras de un arrepentimiento o pecado actual. Para ellos pesaba más el pasado que el presente, y se les hace difícil que Dios les perdone sus pecados. La doctrina, pues, de Ezequiel es un horizonte nuevo para aquellas mentalidades, anquilosadas y abrumadas por el peso de la tragedia de su pueblo: yo juzgaré a cada uno conforme a sus caminos (v.20).

 

La noticia de la caída de Jerusalén (21-22).

21 El año duodécimo de nuestro cautiverio, el mes décimo, a cinco del mes, vino a mí un escapado de Jerusalén, diciendo: "La ciudad ha sido tomada." 22 La tarde anterior, antes que llegase el fugitivo, había sido sobre mí la mano de Yahvé, que abrió mi boca a la llegada del fugitivo, a la mañana; abrióse mi boca, y en lo sucesivo ya no estuve mudo.

 

La datación nos lleva al año 586 a.C., en el mes de diciembre-enero (Tebeth). El cautiverio de que habla es el iniciado con la deportación del rey Jeconías (598). Así, pues, el fugitivo llega con la noticia de la caída de Jerusalén medio año después del hecho. Seguramente que ya tenían noticias de ello antes por la información de los mismos vencedores babilonios, pero ahora se trata de la llegada del primer testigo ocular judío, escapado de la catástrofe 2. El día antes de la llegada de este fugitivo fue sobre Ezequiel la mano de Yahvé (v.22); expresión que equivale a recibir una nueva revelación 3 para que terminara su prolongado mutismo. Desde el comienzo del asedio de Jerusalén por las tropas de Nabucodonosor, Ezequiel no transmitió ningún mensaje especial a los exilados. Dejó que los acontecimientos hablaran por sí mismos en confirmación de sus oráculos anteriores. Ahora, consumada la catástrofe, es hora de iniciar una nueva etapa de predicación entre los exilados para levantar los ánimos y formar de nuevo la conciencia religiosa y nacional de ellos, tomando como base un grupo selecto 4.

 

Amenaza contra los judíos que quedaron en. Palestina (23-29)

23 Y me fue dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 24 Hijo de hombre, los que en la tierra de Israel moran, en aquellas ruinas andan diciendo: Abraham era él solo, y poseyó la tierra; pues nosotros somos muchos, poseeremos la tierra. 25 Diles, pues; así habla el Señor, Yahvé: Vosotros banqueteáis por los montes, alzáis los ojos a vuestros ídolos, derramáis la sangre, y ¿vais a poseer la tierra? 26 Vosotros os apoyáis sobre vuestras espadas, hacéis abominaciones, y cada cual contamina a la mujer de su prójimo, y ¿vais a poseer la tierra? 27 Diles: Esto dice el Señor, Yahvé: Por mi vida que los que moran entre las ruinas perecerán a la espada, y los que están en campo abierto los daré en pasto a las fieras, y los que se esconden en las rocas y en las cuevas morirán de peste. 28 Y desolaré la tierra hasta destruir su soberbia y su fortaleza, y los montes de Israel serán asolados, sin que haya quien por ellos pase, 29 y sabrán que yo soy Yahvé cuando convierta la tierra en un desierto por todas las abominaciones que han cometido.

 

Después de la caída de Jerusalén, los babilonios organizaron una deportación en masa de las fuerzas vivas de las naciones: jefes e industriales fueron llevados a Mesopotámia. Sólo dejaron los campesinos y gente de la clase baja, para que no tuvieran pretensiones nacionalistas. Al frente de esta comunidad depauperada pusieron los babilonios, como gobernador, al judío Godolías 5, el cual trabajó con todas sus fuerzas por organizar de nuevo la vida nacional, estableciendo su capital en Mispah. Sin embargo, había bandas incontroladas de nacionalistas por el campo, con falsas ilusiones de una pronta reconstrucción nacional, para de nuevo alzarse contra el invasor babilónico. Godolías fue muerto violentamente por estos nacionalistas a ultranza, excitándose de este modo la ira del coloso caldeo. El mismo profeta Jeremías fue llevado a Egipto por estas bandas incontroladas6. En Jer 53:30 se alude a una nueva deportación de judíos realizada por las tropas de Nabucodonosor en 582. Por otra parte, los babilonios no transportaron al reino de Judá poblaciones extrañas, como lo habían hecho los asirios en Samaría. Judá, pues, quedó semiabandonada. Por lo que dice Ezequiel, parece que los exilados tenían puestos los ojos en los que habían quedado en Palestina para una pronta reconstrucción nacional. Por eso ahora el profeta quiere deshacer esta última vana ilusión. Los que quedaron en Palestina se creen los herederos legítimos de Abraham, y se hacen el cálculo que, si el gran patriarca, siendo solo, llegó a poseer la tierra, ellos, siendo bastantes, lo lograrían con más facilidad (v.24). La argumentación es infantil para un israelita, ya que el triunfo de Abraham descansó únicamente en la promesa de Dios, no en los esfuerzos del patriarca.

La respuesta de Yahvé es terminante: Abraham recibió la promesa por su fidelidad, mientras que ellos continúan su conducta pecaminosa, haciendo sacrificios a los ídolos en los lugares altos (banqueteáis por los montes, v.25)7, derramando sangre inocente, prodigando los homicidios8. Para ellos no existe más ley que la de la fuerza y la espada (os apoyáis sobre vuestras espadas, v.26), entregándose a todas las abominaciones, sin respeto para la mujer del prójimo 9. Por todas estas demasías, que son continuación de la pésima conducta antigua, Yahvé los destruirá totalmente, haciéndoles morir devorados por las fieras o por la peste. Nadie podrá huir de la ira de Dios. Sólo así sabrán quién es Yahvé, intransigente con la maldad y la vana presunción.

 

Contra la frivolidad de los exilados (30-33).

30 Y tú, hijo de hombre, mira que los hijos de tu pueblo se burlan de ti junto a las paredes y a las puertas de sus casas, y hablan los unos con los otros, cada uno a su prójimo, diciendo: Ea, vamos a oír qué palabra sale de Yahvé! 31 Y vienen a ti como en las asambleas del pueblo, y se sientan delante de ti los de mi pueblo para escuchar tus palabras, pero luego no las ponen por obra, y, mientras halagan con su boca, se va su corazón tras su avaricia. 32 Eres para ellos como una canción de amor (cantada) con hermosa voz y agradable instrumento; oyen tus palabras, pero de ponerlas por obra, nada. 33 Mas, cuando ello viniere, y viene ya, sabrán que hubo entre ellos un profeta.

 

Los hechos habían dado la razón a Ezequiel, pues todos sus oráculos sobre la destrucción de Jerusalén se habían cumplido a la letra. Con ello el profeta alcanzó gran autoridad entre los exilados, los cuales hablan en público y en privado de las revelaciones de él, y así van a oírle como si se tratara de la convocación de una asamblea del pueblo para tratar de una cuestión de interés público (ν.31). Pero esto no debe impresionar demasiado a Ezequiel, ya que es sσlo apariencia externa, pues se limitan a escuchar sus palabras, sin preocuparse de poner por obra sus consejos y mandatos de parte de Dios. Los oyentes aprueban sus palabras y halagan con su boca (ν.31), pero su corazσn sigue apegado a sus intereses personales. El profeta debe resaltar el carácter espiritual de entrega a Dios que debe caracterizar al nuevo núcleo de restauración nacional, heredero de las promesas y bendiciones de Dios. Los exilados creen que pueden compaginar la protección divina con su conducta materialista. Oyen el mensaje del profeta con agrado, como se escucha una canción de amor agradable, acompañada de un instrumento apropiado; pero después lo olvidan, como se olvida el canto que durante unos momentos cautivó el oído (v.32). Pero llegará un día, cuando se realicen las predicciones de salvación del profeta, en que reconocerán que ha habido entre ellos un profeta (v.33).

 

1 Cf. 1 Cor 9:1-6. — 2 Sin duda que el fugitivo lardó mucho en llegar a Tell Abib. Sabemos que Esdras, con su caravana numerosa, tardó ciento ocho días desde Babilonia a Jerusalén (Esd 7:9; 8:31). Quizá el fugitivo tuvo que esconderse mucho tiempo de la policía babilónica. — 3 Ez 3:14.22; 8:1; 37:1; 40:1. — 4 Muchos autores relacionan este mutismo con el descrito en 3:24-27 y 24:27, y suponen que Ezequiel, de naturaleza enfermiza, sufrió un nuevo ataque de afasia al conocer la catástrofe de Judá, conocida antes de que llegara el fugitivo, — 5 Cf. 2 Re 25:12.22; Jer 42:36. — 6 Cf. Jer 40:7-43:7 — 7 Literalmente, el TM y los LXX leen "coméis con sangro, en cuyo caso se aludiría a comer carnes sin haberlas sangrado, lo que resultaba un gran pecado para los judíos (Act 15, 20.29). Nuestra traducción se basa en un ligero cambio de letras en la palabra hebrea equivalente a sangre. En ese caso la acusación sería paralela a 18:6. — 8 Cf. 22:6.9. — 9 Cf. 18:6.

 

 

34. Los malos Pastores y el buen Pastor.

En este capítulo se contraponen dos situaciones: la pasada del pueblo israelita bajo la égida de pastores depravados, que sólo se han preocupado de sí mismos, dejando el rebaño a la intemperie, expuesto a todos los peligros, por lo que Yahvé los ha de castigar severamente, y la situación futura, en la que el pueblo vivirá bajo la inmediata protección de Dios, con un nuevo buen pastor, representante suyo.

El capítulo puede dividirse en las siguientes secciones: a) pésima conducta de los antiguos pastores de Israel (1-10); b) Yahvé gobernará directamente la grey israelita, imponiendo un reinado de justicia y de equidad (11-22); c) el nuevo Pastor fiel (23-31) 1.

 

Los malos pastores de Israel (1-10).

1 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 2Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel. Profetiza diciéndoles: Así habla el Señor, Yahvé: Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! Los pastores ¿no son para apacentar el rebaño? 3 Pero vosotros coméis la leche 2, os vestís de su lana, matáis las cebadas, no apacentáis a las ovejas. 4 No confortasteis a las flacas, 110 curasteis a las enfermas, no vendasteis a las heridas, no redujisteis a las descarriadas, no buscasteis a las perdidas, sino que las dominabais con violencia y con dureza. 5 Y así andan perdidas mis ovejas por falta de pastor, siendo presa de todas las fieras del campo. 6 Andan errantes por montes y collados, derramadas por toda la haz de la tierra, sin que haya quien las busque y las congregue. 7 Oíd, pues, pastores de Israel, la palabra de Yahvé: 8 Por mi vida, dice Yahvé, que, pues mi rebaño ha sido depredado y han sido presa mis ovejas de todas las fieras del campo por falta de pastor, pues no iban mis pastores en pos de mi rebaño, sino que lo abandonaron, apacentándose a sí mismos, no a mi grey; 9 oíd, por tanto, ¡oh pastores! la palabra de Yahvé: 10 Así habla el Señor, Yahvé: Heme aquí contra los pastores para requerir de su mano mis ovejas. No les dejaré ya rebaño que apacienten, no serán más pastores que a sí mismos se apacienten. Les arrancaré de su boca mis ovejas, no serán ya más pasto suyo.

 

Los principales responsables de la catástrofe del pueblo judío fueron sus jefes o pastores. En vez de mirar por los intereses espirituales y materiales del pueblo, no se han preocupado sino de explotarlo y de aprovecharse, en interés propio, de sus bienes. La alegoría es bella y aparece reiteradamente en la Biblia 3. En Jer 23:1-4 encontramos un fragmento muy parecido a este de Ezequiel4. Aquí el profeta del exilio, antes de hablar del futuro radiante que espera a Israel, quiere hacer un recuento del triste pasado para, por contraste, presentar la figura luminosa del buen Pastor futuro, adornado de los principios de la más perfecta justicia y equidad. En paralelismo antitético nos presenta a los pastores pasados en contraposición al Pastor venidero. Los dirigentes del pueblo de Israel (sacerdotes, profetas y jefes políticos) debían guiar la vida nacional conforme a principios de justicia y de equidad y conforme a las exigencias de la ley de Yahvé 5. En vez de pastores, se han convertido en lobos rapaces 6. No han hecho sino buscar sus propias satisfacciones (se apacientan a sí mismos, v.2), sin preocuparse de su misión de mirar por los intereses del rebaño: los pastores, ¿no son para apacentar el rebaño?

El profeta enumera los distintos deberes de los pastores: fortalecer a los débiles prodigándoles la protección que necesitan de la autoridad; curar a los enfermos, buscar a los descarriados (v.4). Por no cumplir con su deber, las pobres ovejas andan descarriadas sin pastor por los montes y lugares inaccesibles, perdiendo los mejores pastos (v.6). Es la situación trágica de los deportados israelitas y de los que aún andaban por los lugares desiertos escapando de los soldados de Nabucodonosor. Sólo la intervención de Yahvé podrá arreglar la trágica situación de su pueblo arruinado. Exigirá cuenta estrecha de la mala conducta de los perversos pastores. Yahvé va a romper con el pasado y va a crear un nuevo orden de cosas. Los antiguos dirigentes de Israel se han convertido en lobos, que devoran lo mejor del rebaño, y Yahvé les arrancará de su boca las ovejas (v.10), que son en realidad propiedad exclusiva suya. Se creará un nuevo estado de cosas, de forma que el pueblo viva más directamente bajo la égida de Yahvé, como en los tiempos de la primitiva teocracia del Sinaí.

 

La nueva teocracia, bajo la dirección inmediata de. Yahvé (11-22)

11 Porque así dice el Señor, Yahvé: Yo mismo iré a buscar a mis ovejas y las reuniré. J2 Como recuenta el pastor a sus ovejas el día en que la tormenta dispersa la grey, así recontaré yo mis ovejas, y las pondré en salvo en todos los lugares en que fueron dispersadas el día del nublado y de la tiniebla, 13 y las retraeré de en medio de las gentes, y las reuniré en todas las tierras, y las llevaré a su tierra, y las apacentaré sobre los montes de Israel, en los valles y en todas las regiones del país. 14 Las apacentaré en pastos pingües y tendrán su ovil en las altas cimas de Israel. Allí tendrán cómoda majada y pingües pastos en los montes de Israel. 15 Yo mismo apacentaré a mis ovejas y yo mismo las llevaré a la majada, dice el Señor, Yahvé. 16 Buscaré la oveja perdida, traeré la extraviada, vendaré la perniquebrada y curaré la enferma, y guardaré 6 las gordas y robustas, apacentaré con justicia. 17 Y tú, rebaño mío, así dice el Señor, Yahvé: Yo mismo juzgaré entre oveja y oveja y entre carneros y machos cabríos. 18 ¿No os bastaba a vosotros apacentaros en lo mejor de los pastos, que pisoteabais además con vuestras pezuñas el resto del pasto? ¿Beber el agua clara y no enturbiar con vuestras pisadas la que queda? 19 ¿Mis ovejas van a tener que comer lo que vosotros hollasteis con los pies, y beber lo que con ellos enturbiasteis? 20Por eso así dice el Señor, Yahvé: Yo juzgaré entre la oveja gorda y la flaca. 21Y como empujáis con el flanco y las espaldas y acorneáis con los cuernos a las débiles, hasta que las echáis y las hacéis descarriar, 22yo protegeré a mis ovejas para que no se descarríen, y yo juzgaré entre oveja y oveja.

 

En adelante la grey de Israel estará bajo el gobierno directo de Yahvé. Han sido dispersadas en la tempestad, y, por tanto, como un buen pastor, las va a reunir y contar cuidadosamente (v.12), de modo que todas puedan ponerse a salvo. Los israelitas han sido dispersados entre las naciones, pero van a ser juntados de nuevo en su tierra, donde volverán a disfrutar de pastos pingües. en las altas cimas de Israel. (v.14). Allí estarán bajo la égida del buen Pastor, Yahvé, que se encargará de tratar a cada oveja según su situación: buscará la perdida, vendará la perniquebrada y curará la enferma (v.16), y pondrá a salvo las gordas y robustas para que no las asalten las fieras, que se van sobre las más apetitosas. Yahvé apacentará con justicia; la equidad será la característica del nuevo orden de cosas, en contraposición al estado injusto pasado. Desaparecerán las injusticias sociales, porque Yahvé conocerá las necesidades de cada una: yo juzgaré entre oveja y oveja. (ν.17).

En el antiguo estado de cosas, los más fuertes y poderosos abusaban de su situación, pisoteando los derechos de los más débiles. No se contentaban con lo suyo, sino que procuraban hacer daño a los demás que no tenían defensa: ¿No os bastaba apacentaros de lo mejor., que pisoteabais con vuestras pezuñas el agua clara? (ν. 18). El sνmil está tomado de lo que pasa en los rebaños. Las reses más robustas van desflorando los mejores pastos, pasando de unas hierbas a otras, dejando el resto para las que no han podido llegar a lo mejor de los pastos. Las más robustas empujan con el flanco y las espaldas, y acornean a las ovejas débiles hasta echarlas de los buenos pastos. Es justamente lo que hicieron los dirigentes de Israel (v.21). Se han cogido lo mejor, han apartado de su usufructo a los impotentes y débiles.

En el nuevo orden de cosas, Yahvé juzgará entre la oveja gorda y la flaca (v.20), es decir, dará a cada una lo que le corresponde y no permitirá que la más robusta oprima a la débil, dando, en caso contrario, el castigo merecido a la culpable.

 

La paz mesiánica y el buen Pastor (23-31).

23 Suscitaré para ellas un pastor único, que las apacentará. Mi siervo David, él las apacentará, él será su pastor. 24 Yo, Yahvé, seré su Dios, y mi siervo David será príncipe en medio de ellas. Yo, Yahvé, lo he dicho. 25 Haré con ellas alianza de paz, haré desaparecer de la tierra las fieras, y andarán tranquilas por el desierto y se reposarán en la selva. 26 Haré de ellas y de los alrededores de mi collado una bendición. Mandaré a su tiempo las lluvias, lluvias de bendición. 27 Darán sus frutos los árboles del campo, y la tierra los suyos. Habitarán en su tierra en seguridad, y sabrán que yo soy Yahvé cuando rompa las coyundas de su yugo y las arranque de las manos de los que las esclavizaron. 28 No serán ya más presa de las gentes, las devorarán las fieras del campo, sino que habitarán en seguridad, sin que nadie las espante. 29 Les suscitaré una prole de renombre; no los consumirá ya más el hambre ni serán más el escarnio de las gentes. 30 Conocerán entonces que yo, Yahvé, soy su Dios, y que ellos, la casa de Israel, son mi pueblo, dice el Señor, Yahvé. 31 Rebaño mío, vosotros sois las ovejas de mi grey, y yo soy vuestro Dios, dice el Señor, Yahvé.

 

La alegoría del pastor y de la grey es muy repetida en el A. Τ. 7 Ezequiel, después de presentar la conducta de los malos pastores, declara que el nuevo pastor fiel en la nueva restauración nacional será el mismo David. Una providencia particular sobre su grey israelita hará que triunfe el principio de la justicia y de la equidad. Ahora anuncia que Yahvé establecerá sobre esa nueva sociedad teocrática a un lugarteniente personal suyo, el pastor único que las apacienta, al que se le llama mi siervo David (v.24), que gobernará la grey en calidad de príncipe.

El nuevo Pastor regirá a todas las tribus de Israel. Desaparecerá la tradicional división, iniciada con la escisión de Jeroboam a la muerte de Salomón (930 a.C.). En la etapa definitiva de Israel en los tiempos mesiánicos, Israel se verá de nuevo bajo la égida de un único Pastor, que será como una reencarnación del gran antepasado David. Se le llama al futuro Pastor mi siervo David, porque provendrá de su estirpe y emulará con creces las hazañas del añorado rey fundador de la dinastía bendecida por Yahvé con promesas de permanencia eterna. Como el antiguo David8, el nuevo Pastor será siervo de Yahvé de modo especialísimo, ya que en todo gobernará conforme a las directrices divinas.

La nueva era, presidida por el nuevo Pastor, estará caracterizada por una paz paradisíaca, en la que no habrá lugar para el temor (v.25). Las ovejas, los ciudadanos de la nueva teocracia, nada tendrán que temer de los asaltos de las fieras, que desaparecerán de la tierra. En la literatura profética tradicional se anuncia ya esta paz edénica con el cambio radical de los instintos hostiles de las fieras 9. La descripción de los nuevos tiempos mesiánicos es convencional e idealizada: habrá paz, lluvia abundante y frutos ubérrimos por doquier (v.27). Todo ello como consecuencia de una nueva alianza de paz (v.25). El centro de las bendiciones divinas de toda índole será el collado de Yahvé, la colina de Sión (v.26) 10.

La fertilidad de los campos en la era mesiánica era también un tópico en la literatura profética n. Los profetas coloreaban sus vaticinios mesiánicos conforme a las exigencias del ambiente. En todas las profecías hay un núcleo sustancial espiritual, que es el centro del vaticinio, y una corteza externa, en la que entra mucho la imaginación desbordada oriental. Sustancialmente las promesas se cumplen, si bien en lo accidental de un modo muy diverso a como lo presentaban los profetas del A.T. En realidad, éstos se han quedado cortos en sus descripciones ideales, ya que el mundo de la gracia — síntesis de las íntimas relaciones de Dios con la humanidad — supera con mucho a todo lo que pudieran entrever los grandes profetas del A.T. 12 No debemos perder de vista la perspectiva doctrinal del A.T. Los profetas son hombres excepcionales, pero de su tiempo, y del futuro sólo conocían lo que expresamente les revelaba Dios, y en estas revelaciones hay un núcleo sustancial espiritual; pero, al proponerlas al pueblo, ellos presentaban esa realidad sustancialmente espiritual de modo gráfico, con concepciones tomadas de su ambiente histórico.

Ezequiel, en este oráculo, describe a los exilados la restauración de Israel como nación, entrando en una nueva etapa libre de temores. Han sufrido tanto de los pueblos enemigos, que sólo la idea de paz centraba las ansias de todos. Les anuncia solemnemente que los enemigos tradicionales de Israel serán vencidos definitivamente, rompiendo las coyundas de su yugo (v.27), con la consecuente liberación de los oprimidos. Israel se volverá a constituir sin temor a invasiones de las gentes, creando un nuevo núcleo nacional, una prole de renombre (v.29); es decir, los descendientes de los exilados volverán a constituir una comunidad nacional renombrada entre las naciones, para no volver a ser más el escarnio de las gentes. La catástrofe nacional y la cautividad habían dado ocasión a que las naciones paganas se mofaran del pueblo israelita, interpretando su derrota como un signo de impotencia de Israel y de su Dios. Pero, en el futuro, la progenie de Jacob volverá a ser el rebaño de Yahvé (ν.31), el pueblo elegido, dirigido bajo una providencia especialísima divina: yo soy vuestro Dios. La antigua propensión a la idolatría desaparecerá e Israel reconocerá a Yahvé como su único Señor.

 

1 Muchos cíe los conceptos de este capítulo aparecen en los últimos capítulos del libro. Así 1-16 es paralelo a 48:35; 23-24 es similar al contenido de los €.45-48; los v.25-10 son muy parecidos a 47:1-12. — 2 Hemos traducido leche según los LXX. El TM puntúa la misma palabra hebrea con sentido de grey. Creemos que en el contexto se adapta mejor nuestra versión, ya que se habla de leche, lana, productos todos del rebaño. — 3 Zac 11:4-17; 2 Sam 5:2; Sal 23; Mt 18:12-14; Le 15:4-7, Y sobre todo la bellísima parábola del buen Pastor (Jn 10:1-18). — 4 "¡Ay de los pastores que dispersan y destrozan el rebaño de mi pastizal! Por eso dice Yahvé de los que apacientan a mi pueblo: Vosotros habéis dispersado mi grey, la habéis descarriado y no habéis cuidado de ella; yo me cuidaré de pediros cuenta de vuestra conducta." — 5 Cf. Ex 19:5. — 6 Cf. Ez 22:23-31. — 6 Así según los LXX. El TM dice: "destruiré." La confusión de una letra por otra parecida en el hebreo (resh por daleth) explica esta versión, que no parece encaje en el contexto. — 7 Cf. 2 Sam 5:2; 1 Re 22:17; Sal 23; 74:1; 79.131 Os 13:6; Miq 5:4; 7:14! Is 40,11; Jer 13:17; 23:1; 50,19; Zac 10:3; 11:7. — 8 Esta denominación de siervo aplicada a David aparece en 2 Re 8:18; Sal 19:1; 36:1; 89:4 11. — 9 Is 11:6-9; Jer 23:5-6; Os 2:2os; Miq 5:5. — 10 Cf. Is 2:2 Sal 2:6; 110,2; Jl 2:32; 3:17, — 11 Cf. Am 9:13; Os 2:23; Is 0:3.6; 11:6-9; 32:1-5.15-18. — 12 Sobre esta cuestión pueden verse los siguientes trabajos: B. Frey, Le conflit cnire le Messiahisme de Jesús et le Messianisme de son ternps: B1 14 (1933) 133-149.269-293; A. Meli, / beni ternporali nelle profezie messianiche: Bi 18 (1935) 307-329; M. García Cordero, Hipérbole, paradoja y realidad en las profecías mesiánicas: CT (1959) 353-82.

 

 

35. Oráculo Contra Edom.

De nuevo el profeta lanza un oráculo contra Edorn 1. La explicación de que este vaticinio conminatorio contra una nación pagana esté aquí en medio de estas profecías sobre la restauración de Israel, hay que buscarla en el hecho de que los edornitas, después de la caída de Jerusalén, invadieron el territorio de Judá, contribuyendo a una mayor desolación. El profeta, pues, antes de hablar de la restauración de Israel en su tierra de Palestina, anuncia que los habitantes de Edom, que se aprovecharon de la triste situación del pueblo israelita, deberán ser aniquilados por la justicia divina. Este castigo divino, pues, contra Edom es el preludio del establecimiento del reino nuevo de Israel.

 

La asolación del territorio de Edom (1-15).

1 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 2 Hijo de hombre, vuelve tu rostro hacia el monte Seir y profetiza contra él. 3 Dile: Así habla el Señor, Yahvé: Heme aquí contra ti, ¡oh monte Seir! También sobre ti tenderé mi mano, 4 y te tornaré en desierto, reduciendo a ruinas tus ciudades. Serás asolado y sabrás que yo soy Yahvé. 5 Porque en tu secular enemiga contra Israel pasaste a sus hijos a la espada el día fatal de la desventura, cuando llegó a su término la iniquidad. 6 Por mi vida, dice el Señor, Yahvé, por haber pecado contra la sangre, la sangre te perseguirá, 7 y haré del monte Seir desierto y soledad, sin que haya quien por él vaya ni venga, 8 y henchiré de muertos tus colinas; en tus montes y en tus valles, en el lecho de todos tus torrentes, yacerán los muertos a la espada. 9 Te reduciré a eterna soledad; no serán ya habitadas tus ciudades, y sabrás que yo soy Yahvé, 10 pues que te dijiste: Míos serán ambos pueblos y ambas tierras, nosotros los poseeremos, aunque allí esté Yahvé. 11 Por mi vida, dice el Señor, Yahvé, que te trataré conforme a tu ira y al furor con que en tu odio los trataste. 12 Y sabrás que yo soy Yahvé cuando te juzgue. He oído todas las injurias que proferiste contra los montes de Israel, diciendo: "¡Destruidos! Nos los dan para que los devoremos" 13 Y os insolentasteis de boca contra mí, y multiplicasteis, oyéndolas yo, vuestras palabras contra mí. 14 Así dice el Señor, Yahvé: Alegrándose la tierra toda, a ti te tornaré en desierto. 15 Como te gozaste en la desolación de la heredad de la casa de Israel, asimismo haré yo contigo; os tornaréis en desierto, ¡oh montes de Seir! y con vosotros Idumea toda entera, y se sabrá que yo soy Yahvé.

 

El profeta no precisa la fecha en que profirió este oráculo conminatorio contra el país cíe Edom, pero puede lógicamente relacionarse con el vaticinio anterior. Antes de que los israelitas se instalen en la tierra patria, Yahvé se encargará de aniquilar a los edomitas, enemigos tradicionales, que se han aprovechado de la situación triste de Judá, instalándose incluso en su territorio. Por orden de Dios, Ezequiel debe dirigir su rostro hacia el monte Seir, expresión característica para indicar que el oráculo es amenazador 2. El monte Seir es la región montañosa de Edom, al sudeste del mar Muerto 3. Sobre esta región montañosa, donde estaba asentada la población edomita, el profeta extiende la mano en nombre de Yahvé con gesto amenazador 4. Desde los tiempos más remotos, los habitantes de Edom se habían comportado hostilmente contra sus hermanos los israelitas 5. El rencor, reconcentrado durante varios siglos de humillación por el poderío judío, estalló furiosamente cuando cayó Jerusalén en manos del invasor babilónico, colaborando los edomitas con los caldeos y persiguiendo despiadadamente a los fugitivos 6.

En ese día fatal de la desventura (v.5), los edomitas colmaron su iniquidad, excitando así la contenida ira divina. Edom ha cometido un pecado de lesa sangre al oprimir y matar al que era pariente suyo, ya que Israel descendía de Jacob, hermano de Esaú, el epó-nimo de los edomitas 7. La frase la sangre te perseguirá parece una alusión al hecho de que el mismo Israel (pariente de Edom) ejecutará el castigo sobre su opresor, Edom. En 25:14 se dice que Yahvé pondrá por obra su venganza contra Edom tomando como instrumento al mismo Israel.

La devastación será general (v.8). Las frases sobre la asolación general son hiperbólicas, para encarecer la catástrofe (henchiré de muertos tus colinas.). Edom ha querido anexionarse el territorio de Judá: Míos serán ambos pueblos y ambas tierras. (v. 10). Después de la toma de Jerusalén por los caldeos, el territorio se convirtió en tierra de nadie, y es muy probable que los edomitas hayan penetrado en el territorio. La expresión ambos pueblos se refiere al reino de Judá y al antiguo territorio de Samaría. En los últimos siglos antes de Cristo, los habitantes de Edom se trasladaron al sur de Judá empujados por las tribus arábigas nabateas, que se establecieron en la antigua región de Edom. Ezequiel anuncia contra los edomitas el mismo trato que éstos dieron a los judíos vencidos (v.11). En su audacia habían pretendido vencer al mismo Yahvé (Míos serán los pueblos. aunque esté Yahvé, v.8). Esto era una verdadera blasfemia. El castigo será ejemplar; toda la tierra se alegrará de ello (v.14).

 

1 Ex 25:12-14. — 2 Sobre esta idiomática expresión profética cf. Ez 6:2; 13:17. — 3 La parte meridional de Traiisjordania es llamada hoy día Esh-Shera (acaso el Sherí de las cartas de Tell-Amarna), y que parece corresponder al nombre de Seir. Cf. Gen 24, 6; 32:4. — 4 Sobre esta expresión véase Ez 13:9; 14:9.13; 16:27. — 5 Cf. Núm 20,21; Tue 11:17; 1 Sam 14:47; 2 Sam 8:13. — 6 Cf. Abd 11.14. — 7 Hemos seguido a los LXX en la traducción del verso. La Bible de Jérusalem traduce: "te pondré en sangre, y la sangre te perseguirá."

 

 

36. La Restauración completa de Israel.

Después de hablar de la destrucción de los enemigos seculares de Israel como condición previa para el retorno de los israelitas a su tierra patria, el profeta habla de la restauración de la nación. El capítulo contiene dos partes: a) anuncio de la bendición de Yahvé sobre los montes de Israel, en oposición a la desolación sobre los montes de Edom (1-15); b) el castigo de Judá fue merecido; pero, por honor de su nombre, Yahvé hará retornar a los exilados, les dará un nuevo corazón, y en Palestina los colmará de todo bien. La nueva tierra de promisión se transformará en un maravilloso edén para felicidad de los repatriados (16-38).

 

La bendición sobre los montes de Israel (1-15).

1 Y ahora, hijo de hombre, profetiza a los montes de Israel y di: Oíd, montes de Israel, la palabra de Yahvé: 2 Así habla el Señor, Yahvé: Pues que el enemigo dijo de vosotros: ¡Ea! Son ruinas perpetuas, se nos dan en posesión a nosotros. 3 Habla y di: Así habla el Señor, Yahvé: Por eso, porque os asolaron y tragaron de todas las partes, dándoos por heredad a las gentes y haciéndoos objeto de habladurías y de escarnios, 4 por eso, ¡oh montes de Israel! oíd la palabra de Yahvé: Así dice el Señor, Yahvé, a los montes y a los collados, a los lechos de los torrentes y a los valles, a las ruinas desoladas y a las ciudades desiertas que fueron la presa y el sarcasmo de los que de los pueblos circunvecinos quedaban. 5 Por eso, así habla el Señor, Yahvé: Sí, en mi celo y en mi furor hablé contra los escapados de los pueblos, y contra Idumea toda entera, que se apropiaron mi tierra con corazón alegre y el desprecio en el alma para despoblarla y depredarla. 6 Por eso, profetiza a la tierra de Israel, y di a los montes y a los collados, a los lechos de los torrentes y a los valles: Así habla el Señor, Yahvé: Heme aquí, en mi celo y en mi furor lo digo: Ya que habéis soportado el escarnio de las gentes, 7 así habla el Señor, Yahvé: Alzo mi mano y juro que las gentes que os rodean soportarán vuestro escarnio, 8 y vosotros, montes de Israel, germinaréis, daréis ramas y frutos a mi pueblo Israel, que va a volver. 9Porque heme aquí, a vosotros me acerco, a vosotros me vuelvo. Todavía seréis labrados y sembrados, 10 multiplicaré en vosotros a los hombres, la casa de Israel toda entera, y serán repobladas las ciudades y reconstruidas las ruinas. 11Multiplicaré en vosotros a los hombres, y se multiplicarán los ganados, y estaréis poblados como antiguamente, y más todavía que al principio, y sabréis que yo soy Yahvé. 12 Haré volver a vosotros a los hombres, mi pueblo Israel, que os poseerá, y les seréis en heredad, y no volveréis a devorarlos. 13 Así dice Yahvé: Pues que andan diciendo de ti: Eres una devoradora de hombres y has privado a tu nación de tus hijos, 14 no devorarás ya más a los hombres, ni a tu nación privarás de hijos, dice el Señor, Yahvé, 15 y nunca más te haré oír los insultos de las gentes, ni tendrás que oír los escarnios de los pueblos, y no quedarán los tuyos privados de hijos, dice el Señor, Yahvé.

 

En este fragmento, el país de Judá es simbolizado metonímicamente en sus montes (v.1) 1. De hecho, el reino de Judá comprendía precisamente la zona montañosa al sur de Palestina. La expresión Israel tiene el sentido de nación israelita en general, sin contraponerlo a Judá. El profeta echa en cara a las naciones enemigas, sobre todo a Edom, que se alegraran de la desolación del país de Israel (v.2). Los pueblos vecinos de Judá creían que la situación de Palestina como tierra de nadie habría de permanecer indefinidamente, y por eso piensan instalarse en ella. Judá se había convertido en objeto de escarnio (v.3) para las otras naciones. Su supuesta superioridad religiosa de nada le sirvió en el momento del turbión de la guerra.

Yahvé, en su celo, no puede soportar la burla de su pueblo, y se propone castigar a los escapados de los pueblos (v.5), las bandas ambulantes que se habían librado de los soldados caldeos y andaban por los desiertos atacando al pueblo judío que había quedado en su tierra. Días llegarán en que los escarnecedores serán escarnecidos, mientras que los montes de Israel serán glorificados de nuevo al ser repoblados con las gentes judías repatriadas (v.8). Yahvé tendrá una particular providencia de la tierra de Palestina: α foso tros me acerco, a vosotros me vuelvo (v.8). Se había alejado momentáneamente para castigar a su pueblo por sus pecados, pero les siguió en el exilio, y volverá a protegerlos, devolviéndolos a sus hogares antiguos. Los montes volverán a ser sembrados y labrados, y las ciudades a ser repobladas (v.10). La prosperidad será la nota de la nueva situación en Palestina, de forma que se superarán los tiempos antiguos, y esa situación será definitiva, ya que Yahvé no volverá a castigarlos: no volveréis a devorarlos (v.12).

Por fin se establecerá una paz permanente en la tierra de Palestina, que, por ser una encrucijada geográfica, fue siempre lugar de lucha permanente. De ahí el título que se le da de devoradora de hombres (ν.13). Siempre habνa sido campo de choque y de batalla entre las grandes potencias, y también objeto de incursiones y razzias de parte de las poblaciones vecinas de TransJordania. La ir ase parece calcada en la información dada por los exploradores israelitas de Canaán: "Es una tierra que devora a sus habitantes." 2 El profeta Ezequiel, pues, recoge la expresión para aplicarla a la situación anterior al exilio, cuando Palestina había sido asolada y llevados cautivos sus habitantes, y contraponerla a la nueva situación. En el futuro, todo será paz, porque Yahvé tomará al país bajo su especial protección (v.14). Palestina no devorará ya mas a los hombres (v.14), sino que será el lugar edénico en el que todos vivirán en paz, sin temor a enemigos exteriores e interiores.

 

Yahvé salvará a Israel por el celo de su gloria (16-24).

16 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 17 Hijo de hombre, cuando moró en su tierra la casa de Israel, la contaminaron con sus malas obras y sus pecados. Su obrar ante mí fue como de inmundicia de menstruada. 18 Por eso descargué yo mi ira sobre ellos, por la sangre que derramaban en la tierra y por los ídolos con que la contaminaron. 19 Y los he dispersado entre las gentes y han sido esparcidos por todas las tierras, juzgándolos conforme a sus caminos y a sus obras, 20 y, llegados a las gentes a donde fueron, éstas profanaron mi santo nombre, diciendo de ellos: "Estos son el pueblo de Yahvé, han sido echados de su tierra." 21 Pero he tenido lástima de ellos al ver mi santo nombre profanado, por causa de la casa de Israel, entre las gentes a las que han sido llevados. 22 Di, pues, a la casa de Israel: Así habla el Señor, Yahvé: No lo hago por vosotros, casa de Israel, sino más bien por el honor de mi nombre, profanado por causa vuestra entre las gentes a que habéis ido. 23 Yo santificaré mi nombre grande, profanado entre las gentes a causa de vosotros en medio de ellas, y sabrán las gentes que yo soy Yahvé, dice el Señor, Yahvé, cuando yo me santificare en vosotros a sus ojos. 24 Yo os tomaré de entre las gentes, y os reuniré de todas las tierras, y os conduciré a vuestra tierra.

 

Ya en el c.20 el profeta había explicado claramente que Dios volvería a preocuparse de Israel por el celo de su gloria. De suyo, Israel, por sus pecados, no hubiera merecido que se acordara de él, pero su desgracia ha sido ocasión de que los enemigos paganos se burlaran, diciendo: Estos son el pueblo de Yahvé, han sido echados de su tierra (v.20). La frase es irónica y parece insinuar que el Dios de Israel ha sido impotente para salvar a su pueblo. En realidad, Yahvé expresaba rechazo hacia Israel por sus pecados tradicionales de idolatría y homicidios (v.18), y lo consideraba impuro como una mujer menstruada (v.17). La Ley declaraba impuro a todo lo que tocare a una mujer en este estado 3. Es una metáfora muy expresiva para reflejar la situación abominable en que se hallaba Israel respecto de su Dios. Nada en él había que atrajera sus miradas por sus múltiples pecados, y por eso le castigó duramente con el exilio; pero esto dio lugar a que las otras naciones profanaran el nombre de Yahvé al considerarle impotente en su protección sobre la nación vencida.

Por eso ya es cuestión de salvar el honor de su santo nombre profanado (v.21)4. Israel, con sus pecados, ha dado ocasión a esta profanación del nombre de Yahvé entre los gentiles, ya que con sus aberraciones se hizo acreedor a los mayores castigos y aun de la destrucción de la nación como tal. El exilio había desacreditado a Yahvé ante las gentes, le había profanado, y ahora Yahvé, movido de su celo, quiere santificarse ante ellos (v.23), es decir, mostrar su poder y santidad o carácter moral y trascendente; es decir, hará ver a los gentiles que, si permitió la destrucción de su pueblo, no fue por impotencia, sino por exigencias de su justicia y santidad, que reclamaban un castigo purificador. Yahvé no puede permitir impunemente el pecado, sino que en todos sus actos se mueve por sus imperativos morales intransigentes. Cuando haga retornar a los israelitas a su patria, entonces los gentiles sabrán quién es Yahvé en su omnipotencia y grandeza.

 

Purificación y arrepentimiento de los israelitas (25.-32)

25 Y os aspergeré con aguas puras y os purificaré de todas vuestras impurezas, de todas vuestras idolatrías. 26 Os daré un corazón nuevo y pondré en vosotros un espíritu nuevo; os arrancaré ese corazón de piedra y os daré un corazón de carne. 27 Pondré dentro de vosotros mi espíritu y os haré ir por mis mandamientos y observar mis preceptos y ponerlos por obra. 28 Entonces habitaréis la tierra que yo di a vuestros padres, y seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios. 29 Os libraré de todas vuestras impurezas, y llamaré al trigo y lo multiplicaré, y no tendréis hambre. 30 Multiplicaré los frutos de los árboles y el de los campos, para que nunca más os escarnezcan las gentes porque padezcáis hambre. 31 Vosotros, por vuestra parte, os acordaréis de vuestros malos caminos, de vuestras obras, que no fueron buenas, y sentiréis vergüenza de vosotros mismos por vuestras iniquidades y vuestras abominaciones. 32 No lo hago por vosotros, dice el Señor, Yahvé; sabedlo, confundios y avergonzaos de vuestras obras, ¡oh casa de Israel!

 

Yahvé, al reintegrar al pueblo israelita, quiere que constituya una nueva comunidad totalmente distinta a la anterior al destierro en cuanto a sus sentimientos religiosos internos. Los vicios tradicionales de idolatría e injusticias sociales no deben prevalecer en la nueva teocracia, y de ahí que Yahvé los someta a una purificación lustral interna (v.25) 5. Y esta purificación no será sólo negativa, haciendo desaparecer los pecados tradicionales pasados, sino que transformará interiormente a los nuevos ciudadanos de Israel: Os daré un corazón nuevo, os arrancaré ese corazón de piedra y os daré un corazón de carne (v.26). Los israelitas anteriores al exilio habían tenido un corazón de piedra, insensible a los mandatos de Yahvé. En adelante los israelitas tendrán un espíritu nuevo, proveniente de su Dios, de modo que sientan instintiva atracción hacia los caminos rectos 6.

El profeta entrevé la nueva etapa mesiánica, en que los imperativos del espíritu serán los móviles de una nueva generación: el cristianismo. De hecho sabemos que los israelitas reintegrados a su patria después del exilio no volvieron a sentir veleidades idolátricas, sino que más bien se cerraron en un sano monoteísmo intransigente. Es la primera etapa de la nueva era vislumbrada por Ezequiel. Con la aparición del Mesías vendrá el culto de Dios "en espíritu y en verdad"7, síntesis del mensaje evangélico. Pero el profeta en este oráculo se fija en la primera etapa, idealizándola: el Israel histórico volverá a ser realmente el pueblo de Yahvé (v.28), ya que los corazones de los israelitas vivirán centrados en torno a su Dios. La profecía es paralela a la de Jeremías: "en aquel día seré el Dios de todas las tribus de Israel, y ellos serán mi pueblo. Yo pondré mi ley en ellos y la escribiré en su corazón, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo" 8.

Como consecuencia de esta vinculación a Yahvé, vendrán toda clase de bendiciones sobre la nueva teocracia: en primer lugar, la purificación de todas las impurezas idolátricas pasadas, y después la fertilidad exuberante de la naturaleza: llamaré al trigo y lo multiplicaré (v.29) 9. Será entonces cuando se vean participantes de las bendiciones de Dios, cuando reconozcan plenamente sus yerros pasados 10, entrando por la vía de una conversión sincera. Pero el profeta cierra la perícopa repitiendo que la restauración de Israel no fue debida a los méritos realizados por la Nación, sino más bien al celo de Yahvé por su nombre entre los pueblos (v.32). Deben tener en cuenta que la historia de Israel es la historia de deserciones y crímenes de todo género, y, por tanto, deben sentir vergüenza del pasado: confundios y avergonzaos de vuestras obras.

 

Prosperidad del nuevo Israel (33-38).

33 Así habla el Señor, Yahvé: El día en que os habré purificado de todas vuestras iniquidades, repoblaré las ciudades y reconstruiré las ruinas. 34 La tierra desolada en que el caminante no ve más que desolación, volverá a ser labrada, 35 y se dirá: Aquella tierra inculta se ha convertido en jardín de Edén; las ciudades arruinadas, asoladas y desiertas están fortificadas y pobladas, 36 y los pueblos que en torno vuestro han sido dejados, sabrán que yo, Yahvé, he edificado vuestras derribadas ruinas y he repoblado de árboles la tierra devastada. Yo, Yahvé, lo he dicho y lo haré. 37 Así dice el Señor, Yahvé: Aun a esto más me dejaré inducir a realizar por la casa de Israel: Multiplicaré los hombres como se multiplican los rebaños; 38 a modo de ovejas consagradas, de ovejas de Jerusalén, en sus solemnidades, así serán las ciudades arruinadas, llenas de rebaños humanos, y sabrán que yo soy Yahvé.

 

El profeta idealiza la situación de la tierra de promisión de los repatriados. Palestina se convertirá en un verdadero Edén, admiración de todas las gentes. En otros tiempos, Moisés había prometido al pueblo de Israel salido de Egipto una tierra que "manaba leche y miel."11 La nueva reinstalación de los exilados será también en una tierra feracísima. Los campos desolados recobrarán su frondosidad perdida, y las ciudades serán repobladas en número desbordante. El cuadro presentado por el profeta es cautivador para aquellos pobres exilados, acostumbrados a trabajar en los campos e industrias de los caldeos. De nuevo tenemos que repetir que debemos distinguir en estos oráculos lo sustancial espiritual del ropaje accesorio literario.

Ezequiel no encuentra mejor modo de atraer la atención de aquellos exilados, sumidos en la desesperación, que presentarles un cuadro exuberante de restauración en la tierra ahora hollada por el enemigo. La imaginación oriental del profeta reviste la nueva realidad de la repatriación — hecho sustancial de sus vaticinios — con colores vivos y atrayentes, conforme a las exigencias de la mentalidad de los oyentes. En el recuerdo de todos estaban las solemnidades en el templo, con los miles de ovejas apretujándose en los atrios exteriores del templo de Jerusalén preparadas para el sacrificio: ovejas consagradas (v.38). El profeta afirma que en la repoblación humana de la actualmente deshabitada Judá se repetirá un espectáculo semejante (v.38). Los exilados creían que la nación se extinguiría como comunidad nacional, ya que la espada, el hambre y el cautiverio habían acabado casi con la población de Judá. ¿Cómo habría de repoblarse de nuevo el hogar patrio? El profeta anuncia en nombre de Dios que llegarán días en que la patria volverá a ser desbordada de gentes repatriadas con ánimos de reconstruir la nación.

 

1 Ez 6:2; 35:12. — 2 Núrn 13:32; Lev 18:28. — 3 Cf. Lev 15:10-20. — 4 Cf. Is 43:22-25; 48:11. — 5 Las abluciones lústrales simbolizaban el perdón de los pecados (Gen 35:2; Ex 30:17). — 6 Cf. Is 32:5; Jl 2:28; Zac 4:6. Véase el artículo de P. Van Imschoot, L'esprit de Yahvé, principe de vie dans VA.T.: "Ephem. Theol. Lovari.," 16 (1939) 457-467. — 7 Cf. Jn4:14. 8 Cf. Jer31:1.33. — 9 Expresión análoga para predecir la fertilidad del campo la encontramos en Os 2:21-22. — 10 Cf. Ez 20:43; Is 64:6; Jer 2:23. — 11 Ex 3:8; 17:13; 33:3; Lev 20:24.

 

 

37. Resurrección de la Nación Israelita.

Las afirmaciones precedentes de Ezequiel, sin duda que suscitaban en la mayor parte de los oyentes escepticismo. ¿Cómo Judá habrá de verse algún día restaurada en su patria con plena libertad? El imperio de Nabucodonosor parecía omnipotente, y, por tanto, su opresión habría de permanecer por siglos. El profeta, para realzar más sus promesas, les comunica una visión que ha tenido sobre la restauración de Israel. Cierto que el pueblo israelita había sido reducido a un estado esquelético, pero la omnipotencia divina puede de nuevo reanimar estos huesos disecados. Israel será restaurado como nación, y de nuevo todos los israelitas, dejando sus anteriores tradiciones cismáticas, se unirán para formar un solo reino futuro. El capítulo se divide netamente en dos partes: a) visión sobre la restauración de la comunidad israelita (1-14); b) acción simbólica sobre la unión de los dos reinos israelitas, Judá y Efraím (15-28).

 

Visión de los huesos secos (1-10).

1 Fue sobre mí la mano de Yahvé, y llevóme Yahvé fuera y me puso en medio de un campo que estaba lleno de huesos. 2 Hízome pasar por cerca de ellos todo en derredor, y vi que eran sobremanera numerosos sobre la haz del campo y enteramente secos. 3 Y me dijo: Hijo de hombre, ¿revivirán estos huesos? Y yo respondí: Señor, Yahvé, tú lo sabes. 4 Y él me dijo: Hijo de hombre, profetiza sobre estos huesos y diles: Huesos secos, oíd la palabra de Yahvé. 5 Así dice el Señor, Yahvé, a estos huesos: Voy a hacer entrar en vosotros el espíritu y viviréis, 6 y pondré sobre vosotros nervios, y os cubriré de carne, y extenderé sobre vosotros piel, y os infundiré espíritu, y viviréis y sabréis que yo soy Yahvé. 7 Entonces profeticé yo como me mandaba, y a mi profetizar se oyó un ruido, y hubo un agitarse y un acercarse huesos a huesos. 8 Miré y vi que vinieron nervios sobre ellos, y creció la carne y los cubrió la piel, pero no había en ellos espíritu. 9 Díjome entonces: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: Así habla el Señor, Yahvé: Ven, ¡oh espíritu! ven de los cuatro vientos y sopla sobre estos huesos muertos, y vivirán. 10 Profeticé yo como se me mandaba, y entró en ellos el espíritu, y revivieron y se pusieron en pie, un ejército grande en extremo.

 

El cuadro que presenta el profeta es espeluznante: un campo lleno de huesos secos. En nombre de Dios proclama un nuevo oráculo a los exilados. La expresión fue sobre mí la mano de Yahvé indica en la literatura profética un influjo divino especial irresistible sobre el vidente ! La visión aparece perfectamente escenificada. El profeta da vueltas al campo apocalíptico de esqueletos humanos expuestos a la intemperie. Todo era impresión de muerte. De un lado, Ezequiel ve que estos huesos eran incalculables, y por otro sabe que están completamente secos, sin nervaduras ni carne. Ya hacía tiempo que el soplo vital había partido de ellos. El Señor le interroga sobre la posibilidad de que estos esqueletos sean de nuevo reanimados por la vida (v.3). El profeta no niega la posibilidad de la resurrección de estos huesos 2, pues sabe que Dios es omnipotente: Señor, tú lo sabes, es la respuesta prudente de Ezequiel (v.3).

Sin duda que en la visión el profeta nota que Yahvé quiere hacer algo excepcional. Por orden suya profetiza sobre los huesos secos. Ezequiel aparece como instrumento de esta resurrección, en cuanto que será el paladín de la esperanza de la resurrección nacional de Israel en el cautiverio. La palabra profetiza indica que Ezequiel debe conducirse como profeta, es decir, transmisor de un designio divino. La vivificación de los huesos aparece altamente dramatizada: primero se juntan los nervios, después se llenan de carne y, por fin, son vivificados por el hálito vital (v.6). Según la mentalidad popular, la vida venía directamente de Dios, quien infundía a cada ser el soplo vital 3.

Aquí este espíritu es lo último que sobreviene al esqueleto ya articulado con los nervios y la carne. En la formación del primer hombre se sigue el mismo orden, pues el hálito vital es infundido después que ha sido configurado el hombre en lo material externo. En la visión de Ezequiel, el hálito vital o espíritu (rúaj) ha de venir de los cuatro vientos (v.9), porque debía informar a todos los huesos que en el campo estaban esparcidos en las cuatro direcciones. Ninguno debe quedar sin ser vivificado. Como consecuencia de la invocación del profeta al espíritu sobre aquellos huesos secos, éstos se vivificaron, y ante los ojos atónitos del vidente había allí un ejército inmenso de hombres resucitados (v.10).

 

Explicación de la visión (11-14).

11 Díjome entonces: Hijo de hombre, esos huesos son la entera casa de Israel. Andan diciendo: Se han secado nuestros huesos, ha fallado nuestra esperanza, estamos perdidos. 12 Por eso profetiza y diles: Así habla el Señor, Yahvé: Yo abriré vuestros sepulcros y os sacaré de vuestras sepulturas, pueblo mío, y os llevaré a la tierra de Israel, 13 y sabréis que yo soy Yahvé cuando abra vuestros sepulcros y os saque de vuestras sepulturas, pueblo mío, 14 y ponga en vosotros mi espíritu y viváis, y os dé reposo en vuestra tierra, y sabréis que yo soy Yahvé, lo dije y lo hice, oráculo de Yahvé.

 

La explicación de la apocalíptica visión es clara en el contexto y la declaración subsiguiente: los huesos resucitados son los exilados de Israel, que se creen ya sin esperanza de resurrección nacional: estamos perdidos. (v.11). La desesperación era la característica de los exilados después de la ruina definitiva de Jerusalén. Se creen totalmente abandonados de su Dios. Ezequiel quiere levantar los ánimos. La visión que acaba de exponer es el mejor símbolo de lo que va a suceder en el futuro, pues Israel será de nuevo reanimado, con la ayuda de Dios, y reintegrado a su patria. Los israelitas exilados están como muertos en sus sepulcros, pero Yahvé los va a sacar de este estado, vivificándoles para hacerlos volver a la tierra de Palestina (v.14). Nada en el contexto favorece la opinión de que aquí se trata de la resurrección de los muertos, aun limitada al pueblo israelita como en Dan 12:24.

 

Un solo reino bajo el cetro único del nuevo David (15-28).

15 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 16 Hijo de hombre, toma un palo y escribe en él: "Judá y los hijos de Israel que le están unidos." Toma luego otro y escribe en él: "José, el báculo de Efraím y de toda la casa de Israel que le está unida." 17 Júntalos luego el uno con el otro, para que sean uno solo, y uno solo hagan en tu mano. 18 Y cuando te pregunten los hijos de Israel: ¿No nos enseñarás qué es eso? 19 Diles: Así habla el Señor, Yahvé: He aquí que yo tomaré el báculo de José, que está en manos de Efraím y de las tribus de Israel que le están unidas, y lo pondré sobre el báculo de Judá, haciendo un solo báculo, y será uno solo en mi mano. 20 Que estén a sus ojos los palos en que escribas, y diles: 21 Así dice el Señor, Yahvé: He aquí que yo tomaré a los hijos de Israel de entre las gentes a que han ido, juntándolos de todas las partes, y los traeré a su tierra. 22 Y haré de ellos en la tierra, en los montes de Israel, un solo pueblo, y todos tendrán un solo rey; nunca más serán dos naciones, nunca más estarán divididos en dos reinos, 23 nunca más se contaminarán con sus ídolos; los libraré de todas las rebeliones con que pecaron y los purificaré, y serán mi pueblo, y yo seré su Dios. 24 Mi siervo David será su rey, y tendrán todos un solo pastor, y caminarán por las sendas de mis mandamientos, y guardarán mis preceptos, poniéndolos por obra. 25 Y habitarán la tierra que yo di a mi siervo Jacob, en que habitaron vuestros padres. Ellos la habitarán y los hijos de sus hijos por los siglos de los siglos, y por los siglos será su príncipe David, mi siervo. 26 Estableceré con ellos un pacto de paz que será pacto eterno; los asentaré, los acrecentaré y pondré mi santuario en medio de ellos por los siglos. 27 Pondré en medio de ellos mi morada, y yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. 28 Y sabrán las gentes que yo, Yahvé, santifico a Israel, cuando esté mi santuario en medio de ellos por los siglos.

 

Después de anunciar solemnemente, en la explicación de la visión anterior, la repatriación de los exilados, el profeta anuncia que en el futuro desaparecerá la tradicional división de las diez tribus del norte, con Efraím a la cabeza, y las dos del sur, con Judá por capital. Esta unión de las doce tribus la expresa Ezequiel con una acción simbólica para llamar más la atención de los oyentes. Por orden divina, el profeta toma dos palos; en uno debe escribir: Judá y los israelitas que le están unidos; y en otro: José y la casa de Israel que le esta unida (v.16). El primer palo, pues, simbolizaba el reino del sur, y el segundo el reino del norte, en el que descollaba la tribu de Efraím, hijo de José. En efecto, por su belicosidad y los muchos caudillos que dio, Efraím se constituyó en cabeza moral de las tribus cismáticas del norte después de la muerte de Salomón 5. En lo futuro, las doce tribus volverán a reunirse bajo un solo rey. El profeta, para significar esto, junta un palo al otro (ν.17). Dνas llegarán en que Yahvé reunirá a todos los componentes de todas las tribus dispersas entre las gentes y las volverá a su tierra (v.21). Juntas constituirán un solo pueblo, bajo un solo rey, al que se le llama mi siervo David (v.24). De nuevo se repite que la futura teocracia estará calcada sobre la añorada época de David. El profeta une siempre la repatriación de los exilados a la inauguración de los tiempos mesiánicos. De hecho, el retorno de los exilados fue el principio de la nueva comunidad nacional, en la que había de aparecer el Mesías. En los profetas suele faltar la perspectiva histórica, y viven de la esperanza mesiánica. En sus ansias de realización, la presentan como próxima para reavivar las esperanzas en el pueblo, decaído de ánimos. Es justamente lo que hace Ezequiel entre sus compañeros de destierro. Con estas ansias de levantar los ánimos, el profeta idealiza el futuro, y piensa en la nueva era, en que reinará la paz y equidad como consecuencia de una nueva alianza (v.26), que será definitiva por los siglos. Dios volverá a ser el centro de los corazones de los israelitas 6, pues volverá a establecer su morada entre ellos en su santuario cíe Jerusalén. Entonces sabrán las gentes que Yahvé ha santificado a Israel (v.28), es decir, lo ha separado de entre las naciones para ser pueblo suyo y entrar en la atmósfera de santidad e incontaminación que exige la presencia divina. El cumplimiento de este vaticinio se da en la Iglesia como Israel espiritual, heredero de las promesas del antiguo Israel histórico. El profeta, pues, entrevé la gran realización, si bien la condiciona a la mentalidad viejotestamentaria de su tiempo.

 

1 Cf. Ez 1:3; 8:1. — 2 En la tradición bíblica hay casos de resurrecciones individuales (cf. 1 Re 17:175; 2 Re 4:18s). Pero se trataba de individuos recién fallecidos. Pero aquí se trata ya de huesos secos. Desde luego, no se plantea aquí el problema de la resurrección universal. En el contexto se trata de una visión simbólica sobre la resurrección colectiva de Israel como nación. — 3 Cf. Sal 104:2955; Job 32:45; 34:14s; Ex 15:8; 2 Sam 22:16; Sal 18:16. Véase P. Van Imschoot, L'esprit de Yahvé, source de vie dans l'A.T.: RB 44 (193S) 481-501. — 4 Cf. D. Buzy, O.C., p.200-210. — 5 Cf. Sal 78,67; Os 4:17; 5:9; — 6 Cf. Jer 31:31-1:21 5:8.

 

 

38. Invasión de Gog. Destrucción de su Ejercito.

Los capítulos 38-39 son netamente apocalípticos por su estilo; en ellos se describe primero la invasión de un pueblo guerrero venido del norte con un caudillo llamado Gog. Después de cumplir su misión de castigo sobre el pueblo de Israel, los invasores son, a su vez, destruidos por la mano omnipotente de Yahvé. El estilo es desbordante dentro de la línea de los libros llamados apocalípticos, que tanto pululan entre los judíos en los siglos inmediatamente anteriores y posteriores a Cristo. Por esto, muchos autores independientes pretenden que estos dos capítulos son una adición posterior redaccional, insertados por un compilador de época tardía. El autor de estos fragmentos apocalípticos quiere destacar el asalto definitivo de las fuerzas enemigas del pueblo de Dios contra éste para que no se establezca la era mesiánica anunciada por los profetas.

Gog representa aquí a todos los poderes del mal, que se oponen a la instauración del reino de Dios en la tierra. Es un símbolo colectivo, en cuanto que representa a los jefes de todos los pueblos que a través de la historia se oponen al pueblo de Dios y a los designios mesiánicos divinos. Es el prototipo del anticristo, como síntesis de la oposición a Dios en el A.T. 1

 

Preparación de la invasión de Gog (1-9).

1 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 2 Hijo de hombre, vuelve tu rostro a Gog, de la tierra de Magog, príncipe soberano de Mesec, de Túbal, y profetiza contra él, 3 y di: Así habla el Señor, Yahvé: Heme aquí contra ti, príncipe soberano de Mesec y Túbal; 4 yo te atraeré y pondré freno en tus mandíbulas, y te sacaré a ti y a todos tus ejércitos, caballos y jinetes, de todo en todo equipados; muy gran muchedumbre con rodelas y escudos, todos con espada. 5 Paras, Etiopía y Put los acompañan, todos con escudo y yelmo. 6 Gomer y todas sus mesnadas, la casa de Togorma, los extremos confines septentrionales y todas sus hordas, pueblos innumerables, contigo. 7 Prepárate, apréstate tú y toda la innumerable muchedumbre reunida en torno tuyo: sé su jefe 2. 8 De aquí a muchos días te será dada la orden. Al cabo de años vendrás a la tierra salvada de la espada, recogida de entre muchos pueblos, sobre los montes de Israel, que habían sido reducidos a eternas ruinas. Ha sido sacada de entre las gentes y habita confiadamente. 9 Tú la invadirás, llegando allí como un torbellino; como tormenta que envolverá la tierra serás tú, con todos tus ejércitos y los innumerables pueblos que están contigo.

 

La fórmula introductoria es semejante a la que hemos visto a propósito del oráculo contra Edom 3. El profeta debe dirigir su rostro hacia el norte, donde reina un tirano llamado Gog, quizá personaje ficticio, tipo del agresor pagano contra el pueblo de Dios4. Ciertamente que el profeta lo presenta viniendo de la región de Armenia, de donde en el siglo VII vino la famosa invasión de los escitas, tribus guerreras indoeuropeas que con sus caballos arrollaron a los pueblos del Antiguo Oriente. En el texto que estudiamos, el profeta presenta al caudillo bárbaro interpelado hostilmente por Yahvé (Heme aquí contra tí., v.3). Aunque se le permite invadir el territorio del pueblo de Dios, debe saber de antemano que al fin será derrotado. Le tratará a su antojo, poniéndole freno en sus mandíbulas (v.4). Su invasión no tendrá más alcance que el que le permita Dios, que le enfrena por la boca como a un corcel indómito.

Gog, pues, va a invadir la tierra de Yahvé, secundado por otros pueblos 5. Sin saberlo es un juguete en las manos de Dios, que le invitará a invadir la tierra salvada de la espada (v.8), es decir, Palestina. La frase prepárate, apréstate. del ν.7 tiene un carαcter irónico. La expresión al cabo de años indica en el contexto profético simplemente el futuro 6, pero a veces alude a la inauguración de la era mesiánica7. Aquí en Ezequiel parece aludir a ambas cosas a la vez, ya que presiente cercano el día de la manifestación mesiánica, que, por otra parte, ha de ser precedido de un último ataque a la teocracia judía, dirigido por ese ejército que viene del septentrión. Gog caerá como un ciclón con sus ejércitos sobre los montes de Israel (v.9).

 

Insolencia del invasor (10-16).

10 Así dice el Señor, Yahvé: En aquellos días se alzarán en tu corazón los pensamientos y concebirás malvados designios, 11 Tú dirás: Voy a subir contra una tierra indefensa, iré contra gentes tranquilas que habitan confiadamente, todas sin murallas, sin puertas ni cerrojos, 12 a robar, a saquear, a poner tus manos sobre ruinas repobladas, sobre un pueblo reunido de entre las gentes, que tiene ganados y propiedades y habita en el ombligo de la tierra. 13 Sebá y Dedán y los mercaderes de Tarsis y todos sus jóvenes leones te dirán: ¿Vienes en busca de botín? ¿Has reunido toda esa muchedumbre para saquear, en busca de plata y de oro, para robar ganados y riquezas, para hacer gran botín? 14 Por tanto, profetiza, hijo de hombre, y di a Gog: Así habla el Señor, Yahvé: En aquel tiempo, cuando mi pueblo Israel habite confiadamente, ¿te pondrás en camino? 15Y vendrás desde tus moradas, desde las extremas regiones del septentrión, tú, y contigo numerosos pueblos, todos a caballo, una inmensa muchedumbre, un ejército poderoso, 16 que avanzará contra mi pueblo, Israel, como nublado que va a cubrir la tierra. Al cabo de los días yo te haré marchar contra mi tierra, para que me conozcan los pueblos, cuando a sus ojos en ti, oh Gog! seré santificado.

 

Ha llegado el momento de la invasión, y el caudillo de los pueblos enemigos del pueblo de Dios concibe perversos designios en su corazón, ya que no piensa sino en la devastación y el saqueo. Su cinismo es tanto mayor cuanto que tiene conciencia de atacar a un pueblo indefenso (v.11) 8, que habita en el ombligo de la tierra, o región central del mundo 9. Los pueblos que tradicionalmente se dedicaban al comercio, al oír las nuevas de la próxima invasión, se preparan para acompañar a las tropas en provecho propio, y así preguntan ansiosos a Gog: ¿Vienes en busca de botín? (v.13). Son como jóvenes leones que van sobre la presa 10. Las antiguas expediciones militares iban seguidas de voraces mercaderes, ávidos de esclavos y de botín para comprarlos a los soldados y después venderlos en los mercados internacionales.

El profeta, después de aludir a esta costumbre de la época, anuncia que Gog se pone, finalmente, en camino desde las extremas regiones del septentrión (v.14), e.d., de Armenia y Asia Menor, para caer con sus caballos — fuerza militar característica de las hordas escitas de origen indoeuropeo — sobre Israel, el pueblo de Yahvé. Dios hace que marchen contra El y su pueblo para santificarse, es decir, mostrar después su omnipotencia y superioridad, derrotándole, ante los ojos de los gentiles (v.16). En definitiva, el triunfador será Yahvé, que vencerá a los enemigos de Israel en su última tentativa de hacerle desaparecer.

 

La destrucción del invasor (17-23).

17 Así habla el Señor, Yahvé: ¿No eres tú aquel de quien hablé yo en tiempos pasados por medio de mis siervos los profetas de Israel, que desde años profetizaron que yo te traería contra ellos? 18 En aquel día, cuando marche Gog contra la tierra de Israel, dice el Señor, Yahvé, subirá la ira a mis narices, 19 y en mi celo, en el incendio de mi furor, juro que habrá aquel día gran temblor en la tierra de Israel. 20 Y temblarán ante mí los peces del mar y las aves del cielo, los animales del campo y todos los reptiles que se arrastran por la tierra, y los hombres que hay en la tierra. Y los montes se desmoronarán, y caerán las rocas, y todos los muros se vendrán al suelo. 21 Y llamaré contra él la espada por todos sus montes, dice el Señor, Yahvé, y la espada de cada uno será contra su hermano. 22 Y haré justicia en él con peste y con sangre y lloveré contra él y contra los numerosos pueblos que le acompañan lluvia torrencial piedras de granizo, fuego y azufre, 23 y me magnificaré y haré muestra de mi santidad, y me daré a conocer a pueblos numerosos, que sabrán que yo soy Yahvé.

 

Ezequiel quiere autorizar su vaticinio citando a los antiguos profetas que le precedieron (v.17). No sabemos en concreto a qué profecías se refiere, pues en absoluto pudiera el profeta aludir a oráculos no registrados en los libros canónicos. Desde luego podemos rastrear en la literatura profética canónica fragmentos en los que se habla de la derrota de las potencias paganas que se empeñaban en oponerse a Israel 11. La intervención airada divina es descrita con colores apocalípticos: toda la naturaleza se conmoverá, y con ella todos los animales (v.18). Naturalmente, las expresiones no han de tomarse a la letra, ya que son hipérboles orientales para describir el efecto de la venganza divina sobre el ejército invasor 12. Los flagelos de peste, hambre y espada serán los instrumentos de la justicia divina (v.22). La dramatización del cuadro es imponente y muy conforme con la imaginación desbordada oriental. El profeta quiere impresionar al auditorio con esta descripción altisonante. Era tradicional presentar a Yahvé rodeado de majestad y furor, como en las teofanías del Sinaí. En esas manifestaciones airadas veían los israelitas reflejada la santidad de su Dios, es decir, su incontaminación, su trascendencia y su carácter numénico: y me magnificaré y haré muestra de mi santidad. (v.23).

 

1 Cf. M. J. Lagrange, Le Juda'isme avant J.-C. (París 1931); Allo, Apocalypse (1933) p.315; D. Buzy, Antechrist: DBS I 2975. — 2 El. TM lee: "al servicio de ellos." Los LXX: "a mi servicio." — 3 Cf. Ez c.35. — 4 Se ha pretendido identificar a este invasor Gog con algún personaje histórico. Así se ha propuesto al legendario Guges (o Gugu de la literatura cuneiforme), rey de Lidia, en el Asia Menor, del siglo VII a.C. Cf. Herodoto, I Ss. Algunos autores han preferido fijarse en el nombre sumerio Gug o Kug, que significa "tinieblas," rey de Magog, que sería en sumerio Mat Gug ("país de las tinieblas"). Cf. Scheil: RB (1901) p.68. Se le ha relacionado también con los gagaia de las cartas de Tell-Amarna, etc. Desde luego, Ezequiel hace venir al invasor de la zona del Cáucaso por donde estaban los reinos de Mesec y Túbal, sobre cuya identificación véase coment. a 27:13. Sobre todo esto, cf. Spadafora, o.c., p.278-279. — 5 Los nombres de Paras, Etiopia y Puf (v.5) chocan en el contexto, pues son del sur. Parece una glosa. Sobre su identificación cf. 27:10. Los de Comer son los gimtrrai de los textos asirios, los cimerios de la literatura griega (Odisea II 14), en la actual Crimea, que emigraron en el siglo VIII hacia Armenia. Cf. Gen 10:2; 1 Crón 1:53. Togorma: véase comenv a 24:14 la Armenia actual. — 6 Cf. Gen 39:1; Núm 24:14; Dt 4:30; 31:29; Jer 48:47; 49:6. — 7 Cf. Is 2:3; Miq 4:1; Os 3:5. — 8 Cf. Dt 3:5; 1 Sam 6:18; Zac 2:4-5; Jer 49:31. — 9 Así lo creían los judíos (cf. Jubileos 8:19; Henoc 26:1). Los griegos decían de Delfos que era el ombligo del orbe (Píndaro, Pitag. 4:31). — 10 Cf. 1 Mac 3:41; 2 Mac 8:10s; 14:34. — 11 Cf. Sof 1:145; 3:8ss; Miq 4:11-13; 5:14; Jl 3:9-17. — 12 Sobre la frase antropomórfica "subirá la ira a mis narices," véase Ez 5:13; 24:7; Sal 18:9; Dt 32:22.

 

 

39. Fin Desastroso de Gog.

El profeta continúa describiendo la invasión y el castigo que le espera al invasor. La derrota será tal, que los judíos se dedicarán durante siete años y siete meses a quemar las armas del enemigo vencido y a enterrar sus cadáveres. El género apocalíptico se despliega aquí en toda su ampulosidad imaginativa. Con la victoria grandiosa de Yahvé, los gentiles reconocerán la omnipotencia y justicia de Yahvé, el Dios de los judíos.

 

La derrota de Gog (1-8).

1 Tú, pues, hijo de hombre, profetiza contra Gog y di: Así habla el Señor, Yahvé: Heme aquí contra ti, ¡oh Gog! príncipe soberano de Mesec y Túbal; 2 yo te atraeré, yo te guiaré y te haré subir de los confines del septentrión y te llevaré a los montes de Israel, 3 y romperé en tu mano izquierda el arco y haré caer de tu diestra las saetas. 4 Caerás en los montes de Israel con todos los ejércitos y todos los pueblos que contigo estén. Te destino para pasto de aves rapaces de todo plumaje, de las fieras del campo. 5 Serás abatido sobre la haz del campo, porque lo digo yo, dice el Señor, Yahvé. 6 Y encenderé en Ma-gog un fuego y en las islas que habitan confiadamente, y sabrán que yo soy Yahvé. 7 Haré notorio mi santo nombre en medio de mi pueblo Israel, no dejaré más que sea profanado mi santo nombre, y sabrán las gentes que yo soy Yahvé, el Santo de Israel. 8 Y llegarán estas cosas, vendrán, diré el Señor, Yahvé: Es el día de que he hablado yo.

 

El profeta se encara de nuevo con el invasor y le recuerda irónicamente que en todos sus movimientos invasores no es sino instrumento de la voluntad divina, que lo empuja sobre Israel para demostrar la omnipotencia de Yahvé al derrotarlo totalmente. En su itinerario desde el septentrión (v.2), su patria de origen, Armenia o montes caucásicos, no hace Gog sino cumplir los designios divinos. Y es inútil que se presente con un ejército bien armado, porque sus armas se les caerán de las manos (ν.3). No les espera sino morir en el campo de batalla, quedando sus soldados insepultos para pasto de las aves y de las fieras del campo. Era la mayor ignominia para un caudillo guerrero el quedar insepulto sin tener honores fúnebres. Y no sólo los invasores sufrirán esta terrible suerte, sino hasta su país de origen, Magog, será pasto de las llamas (v.6). Las islas en la literatura profética son una designación vaga para indicar las ciudades paganas costeras del Mediterráneo. Aquí, según el texto hebreo, están asociadas a la suerte de Magog; pero, según la versión griega, "las islas serán habitadas en paz," lo que sorprende en el contexto; probablemente es glosa.

Con la derrota estruendosa del invasor de Israel se manifestará el santo nombre de Yahvé (v.7). Al ser vencidos los judíos, los paganos habían profanado el nombre de Yahvé al hacer befa de El, declarándole impotente para defender a su pueblo. Ahora, en cambio, al manifestarse plenamente la omnipotencia divina, reconocerán que es el Santo de Israel (v.7), es decir, el que, por un lado, es trascendente e incontaminado, y, por otro, está vinculado a Israel, en cuanto que le ha escogido como pueblo suyo.

 

Proporciones desorbitadas de la derrota de Gog (9.-20)

9 Y saldrán fuera los habitantes de las ciudades de Israel, y darán al fuego y quemarán armas, escudos y paveses, arcos y flechas, mazas y lanzas, y harán lumbre con ellas por siete años. 10 No tendrán que traer leña del campo ni cortarla en los montes; harán el fuego con las armas, y expoliarán a sus expoliadores, y depredarán a sus depredadores, dice el Señor, Yahvé. 11 Aquel día daré yo a Gog un lugar de sepultura en Israel: el valle de los Abarim, al oriente del mar; allí será sepultado Gog con todas sus muchedumbres, y se llamará el valle de Amón-Gog. 12 Le dará sepultura la casa de Israel, para purificar la tierra, y estará sepultándolos durante siete meses. 13 Los sepultará todo el pueblo de la tierra, y quedará famoso para ellos el día en que yo seré glorificado, dice el Señor, Yahvé. 14 Designarán hombres que vayan por la tierra continuamente reconociéndola, para dar sepultura a los invasores, enterrando a los que quedan sobre la haz de la tierra; la recorrerán buscando por espacio de siete meses, 15 y cuando al recorrerla vean osamentas humanas, tendrán alzada junto a ellas una señal, hasta que los enterradores las sepulten en el valle de Amón-Gog. 16 Así purificarán la tierra. 17 Y tú, hijo de hombre, así habla el Señor, Yahvé: Di a las aves de toda especie y a todas las bestias del campo: Reunios y venid. Juntaos de todas partes para comer las víctimas que yo inmolo para vosotras, sacrificio inmenso, sobre los montes de Israel. Comeréis las carnes y beberéis la sangre, 18 comeréis carne de héroes, beberéis sangre de príncipes de la tierra; carneros, corderos, machos cabríos y toros gordos como los de Basan. 19 Comeréis gordura hasta saciaros, beberéis sangre hasta embriagaros de las víctimas que para vosotras inmolaré. 20 Os saturaréis a mi mesa de caballos y jinetes, de héroes y guerreros de toda suerte, dice el Señor, Yahvé.

 

El profeta sigue describiendo las proporciones de la catástrofe del ejército invasor. Será tal su derrota y el número de sus guerreros caídos en la batalla, que los israelitas tendrán provisión de leña para siete años con las armas de los invasores (v.9). Gog encontrará su sepultura en la zona dominada por Israel, en el valle de Abarim, al este del Jordán, lugar de muchos monumentos megalíticos.1 Se cambiará el nombre en Amón-Gog, o muchedumbre de Gog (v.11), porque allí fue sepultado su ejército. Los israelitas tendrán que dedicarse con ahinco a enterrar los miles de cadáveres que yacen en el campo durante siete meses. Esta expresión, como la anterior de siete años, indica simplemente un largo lapso de tiempo. Los cadáveres mancillaban con impureza legal el lugar donde se encontraban 2; por eso era preciso buscarlos cuidadosamente, de modo que la tierra de Yahvé no estuviera contaminada. Para facilitar el trabajo a los enterradores, se nombraría una comisión de hombres para reconocer el terreno, los cuales debían poner una señal donde encontraban un cadáver (v.14). Los enterradores debían recoger el cadáver, señalado con una indicación por los miembros de la comisión investigadora, y los trasladaban al valle de Amón-Gog, fuera de los límites de la Tierra Santa (v.16). En la estructura que Ezequiel va a trazar en los capítulos siguientes para la Tierra Santa, exige que ésta se vea libre de toda contaminación ilegal 3.

El profeta invita, además, a todas las aves del cielo y a las fieras del campo a participar del banquete del sacrificio inmenso de la gran hecatombe4. En los sacrificios del templo, una parte de la víctima inmolada la comían los oferentes y convidados. Aquí son convidados por Yahvé las fieras del campo y las aves del cielo a participar de la carroña de los restos del ejército que ha quedado tendido en los montes de Israel (ν.17). Las frases de invitaciσn son duras e irónicas: comeréis carne de héroes. (v.18). Los mejores guerreros del ejército invasor serán pasto ignominioso de las aves y fieras. Toda esta hecatombe ha sido como un sacrificio que ha inmolado Yahvé (v.19) en honor de estos animales carniceros.

 

Glorificación del nombre de Yahvé (21-29).

21 Haré ante las gentes muestra de mi gloria, y todas verán las justicias que yo hago y los castigos con que hiere mi mano. 22 La casa de Israel sabrá para adelante que yo soy Yahvé, su Dios. 23 Y las gentes conocerán que por sus iniquidades fue llevada la casa de Israel al cautiverio, porque se había rebelado contra mí, y yo escondí de ella mi rostro y la entregué en manos de sus enemigos, para que todos juntos cayesen a la espada, 24 tratándolos según sus inmundicias y sus transgresiones y escondiendo de ellos mi rostro. 25 Por tanto, dice el Señor, Yahvé: Ahora voy a hacer volver la cautividad de Jacob, y tendré misericordia de la casa de Israel, velando por mi santo nombre. 26 Y ellos olvidarán los oprobios sufridos y sus rebeldías contra mí, cuando habiten seguros en su suelo, sin que nadie los perturbe; 27 cuando los saque de entre las gentes y los reúna de las tierras de sus enemigos y me santifique a los ojos de las gentes: 28 sabrán que yo soy Yahvé, su Dios, lo mismo cuando los llevé al cautiverio entre las gentes que cuando los reuní en su tierra. No dejaré allí ni uno solo, 29 ni les esconderé mi rostro, porque habré derramado mi espíritu sobre la casa de Israel, dice el Señor, Yahvé.

 

La gran victoria sobre el enemigo invasor será ocasión de reconocer la gloria de Yahvé, pues todos serán testigos de la implacable justicia suya, que envía sus castigos, sin dejar nada impune. De un lado, la casa de Israel reconocerá a Yahvé por su Dios, que los ha castigado primero y los ha salvado después, y de otro, las gentes reconocerán que, si Israel fue vencido y llevado al cautiverio, no fue por impotencia de su Dios, sino por sus rebeldías y pecados, que exigían el castigo divino, y sobre todo el mayor de todos: que Yahvé escondiera su rostro para que Israel se sintiera solo entregado a sus propias fuerzas ante sus enemigos (v.23).

Pero, después de haberlos castigado según sus merecimientos, Dios ha decidido salvarlos de nuevo para mostrar su amor hacia Israel y su omnipotencia ante los gentiles, velando por su santo nombre (v.25). Por el celo de su honor, Yahvé ha hecho volver a los israelitas del cautiverio y ha vencido estrepitosamente a sus enemigos. Con este milagroso retorno, Yahvé aparecerá santificado a los ojos de las gentes (v.27), es decir, se le reconocerá su santidad al castigar a su pueblo, y su omnipotencia al liberarlo. Tanto cuando los envió al cautiverio como cuando los hizo retornar de él, se mostró la grandeza del Dios de Israel (v.28). Ya no volverá a esconder su rostro de ellos, sino que los protegerá indefinidamente, pues les infundirá un espíritu nuevo sobre los ciudadanos de la nueva teocracia, de forma que siempre vivan vinculados a El, sin que vuelvan a sus transgresiones pasadas (v.29) 5.

 

La Nueva Teocracia de Israel (c. 40-48).

La misión de Ezequiel era consolar a los exilados y alentar en ellos la esperanza de la resurrección nacional. En los capítulos anteriores ha hablado insistentemente sobre el triunfo definitivo de Israel sobre los enemigos. Ahora va a abordar la cuestión sobre la restauración del templo y del nuevo culto. El templo de Jerusalén había sido el centro de la vida religiosa antes del exilio y ahora estaba totalmente destruido. En la nueva reconstrucción nacional no faltará el templo como centro de la vida de los ciudadanos de la nueva teocracia. La descripción es idealista: la nueva Tierra Santa debe estar totalmente libre de pecado, y los israelitas del futuro sentirán una espacialísima veneración por todo lo sagrado relacionado con Yahvé. Esta preocupación cultual es característica de esta última parte del libro de Ezequiel. Desde el punto de vista literario, la descripción detallada de la nueva estructura de Israel es muy convencional y simbólica: el nuevo Israel aparece organizado teocráticamente bajo Yahvé como rey, que tiene su residencia en el templo de Jerusalén y desde allí gobierna y preside todas las actividades del pueblo.

La descripción del templo-palacio de Yahvé es minuciosa, para impresionar al auditorio (c.40-43); y toda la vida de culto aparece con un boato y magnificencia que oscurece a las del antiguo templo de Salomón (c.44-46). La idea central de estos capítulos es la santidad de Yahvé, que exige perfección y pureza máxima en todo. Hasta las proporciones del templo deben estar presididas por la máxima simetría, símbolo de lo perfecto. En lo esencial, la descripción del templo está calcada sobre lo que nos dice la Biblia acerca del antiguo de Salomón. En lo interior hay modificaciones conforme a la estructura ideológica que el profeta quiere imprimir a cada detalle. El templo — morada de Yahvé — estará más aislado de lo profano que el antiguo, destruido en 586 a.C. El honor y la majestad de Dios exige que se guarden las distancias, de forma que nada que no sea santo se acerque a su recinto. Naturalmente, este templo soñado por Ezequiel nunca tuvo realización, y permaneció "en los archivos de la escatología" 6. Ezequiel es un profeta que juega con ideas, y a éstas queda todo subordinado, tanto en la estructura del templo como en la organización del futuro culto. Su misión como profeta era consolar y sembrar esperanza, y, con esta preocupación, idealiza la estructura de la nueva Tierra Santa y de su templo, lo mismo que idealizan los profetas los tiempos mesiánicos.

 

1 Cf. F. Abel, Géog. pal. II 259. — 2 Núm 19:11; 15:18; 31:19. — 3 Cf. Ez 43:7-9- — 4 Cf. Is 30:31; 34:6; Jer 46:10; Sof 1:7-8. — 5 Cf. Ez 36:26-27; 11:19. — 6 G. Ricciotti, Storia d'Israele II 119.

 

 

40. El nuevo Templo de Jerusalén.

El capítulo puede dividirse en dos partes: a) el atrio exterior y sus puertas (1-27); b) el atrio interior y sus puertas (28-47). En la primera parte, después de una introducción sobre las circunstancias de la visión (1-4), se describen: el muro y puerta exterior oriental (5-16), el atrio exterior y sus cámaras (17-19), la puerta exterior septentrional y meridional (20-27), las puertas del atrio interior (28-37), los utensilios y disposición en la puerta oriental (38-43), las salas junto a la puerta septentrional y meridional (44-47) y el vestíbulo del templo (48-49).

 

Circunstancias de la visión (1-5).

1 El año veinticinco de nuestro cautiverio, al comienzo del año, el diez del mes, el año catorce de la toma de la ciudad, aquel día mismo fue sobre mí la mano de Yahvé, que me condujo, 2 en visión divina, a la tierra de Israel y me puso sobre un montón altísimo, sobre el cual había al mediodía como una edificación de ciudad. 3 Llevóme allá, y un varón de aspecto como de bronce bruñido, que tenía en su mano una cuerda de lino y una caña de medir, estaba en pie a la puerta. 4 Díjome aquel varón: Hijo de hombre, mira con tus ojos y atiende con tus oídos, y pon tu atención a lo que yo te vaya mostrando, pues para que te lo haga ver has sido traído, y para que se lo cuentes todo a la casa de Israel. 5 Mira, pues, ahí la muralla exterior que rodea la casa por todas partes.

 

En la datación se nos dan dos puntos de partida: el de la deportación (598) y el de la destrucción de la ciudad de Jerusalén (586). El año veinticinco de nuestro cautiverio y el año catorce de la toma de la ciudad (v.1) nos llevan al 573-572 a. G. El comienzo del año desde el exilio era en otoño (septiembre-octubre), el mes de Tishri (mes séptimo según el cómputo que parte de marzo-abril: Nisán) 1. No sabemos a punto fijo cuál es el cómputo que sigue Ezequiel. Si efectivamente supone el comienzo de año en otoño, tenemos que el i o del mes coincidía con la gran fiesta de la expiación 2. En esa fecha hacía trece años que Ezequiel había pronunciado sus últimos oráculos, relatados en su libro.

El profeta se siente en este otoño del 573 bajo una impresión especial de Dios: aquel día fue sobre mi la mano de Yahvé 3. En fisión fue trasladado a la tierra de Israel sobre un monte altísimo. Se trata de una visión imaginaria, la normal en los profetas 4. Llevado de la imaginación, el profeta aparece sobre un monte altísimo, idealización de la modesta colina de Sión. Ya Isaías había presentado a Jerusalén, centro de la teocracia judía, sobre el monte más alto, dominando a todos los montes 5. Para los profetas, Sión, en la nueva era mesiánica, debía ocupar un lugar privilegiado. Al mediodía, o sur del monte, estaba una edificación de ciudad (v.2), es decir, Jerusalén, y, sobre todo, el recinto sagrado del templo con sus múltiples y grandiosas construcciones. La localización de la ciudad está sobre la antigua, es decir, en la parte meridional del tradicional atrio del templo, mirando hacia el sur, en la falda de la gran colina.

Ezequiel está frente al lado oriental del muro exterior (v.6), y a la entrada de este lado está un varón de aspecto como de bronce bruñido (v.3), un ser resplandeciente como el bronce bruñido, lo que caracteriza a los seres celestiales6. Este varón deslumbrante tiene en sus manos los instrumentos de medir: una cuerda de lino, para las dimensiones más largas, y una caña, para las más pequeñas 7. El profeta es invitado a prestar especial atención, pues tiene que comunicarlo a la casa de Israel. Es su misión de profeta: transmitir mensajes divinos al pueblo en orden a sus intereses religiosos 8. El misterioso varón intérprete le invita a extender su mirada sobre la muralla exterior (v.5a), que separaba el sagrado recinto de lo profano. Era lo primero que aparecía a su vista, y simbolizaba la distinción entre lo santo y lo profano, que es la clave para entender esta enmarañada descripción arquitectónica que va a seguir.

 

Descripción del muro y de la puerta exterior oriental (5-16).

5b La caña de medir que aquel varón tenía en la mano era de seis codos de un codo y un palmo. Midió con ella el espesor del muro, y era de una caña, y su altura era de una caña. 6 Vino luego a la puerta que mira hacia el oriente, subió sus siete gradas y midió su umbral, de una caña de ancho. 7 Las cámaras tenían cada una caña de largo y una caña de ancho, y había entre cámara y cámara cinco codos, 8 y el umbral de la puerta por dentro, junto al vestíbulo, de una caña. 9 Midió el vestíbulo de la puerta, de ocho codos, y sus pilastras, de dos codos; el vestíbulo de la puerta estaba de la parte de dentro. 10 Tenía la puerta oriental tres cámaras de un lado y tres del otro, todas de la misma medida, y de una misma medida también, a una y otra parte, las pilastras. 11 Midió la anchura del vano de la puerta, de diez codos, y la longitud del portal, de trece codos. 12 Había delante de las cámaras una barrera, de un lado y de otro, de un codo, y cada cámara tenía seis codos de un lado y seis del otro. 13 Midió la puerta desde el techo de una cámara hasta el techo de la de enfrente, veinticinco codos de anchura, puerta contra puerta. 14 E hizo las pilastras de sesenta codos, y en las pilastras comenzaba el atrio que rodeaba la puerta todo alrededor. 15 Y desde la delantera de la puerta de entrada hasta la puerta interior, cincuenta codos. 16 La puerta tenía todo en derredor ventanas aspilleradas, que hacia el exterior se estrechaban, y estaban en las cámaras y en sus pilastras, y lo mismo había también ventanas que daban al interior del atrio en derredor, y en cada una de las pilastras había palmas.

 

El profeta, al empezar la descripción detallada, nos da la amplitud de la caña de medir, que era de seis codos, y cada codo era equivalente a un codo (ordinario) y un palmo (v.5b). Existían dos tipos de codos: el real o grande, que incluía siete palmos (el palmo eran cuatro dedos de la mano juntos) 9, y el codo ordinario, que equivalía a seis palmos 10. El profeta, pues, especifica que la caña que utilizaba el intérprete de Ezequiel era de seis codos grandes. Con ella midió el espesor del muro, que resultó ser de una caña, es decir, de unos tres metros largos. La altura era de la misma medida. Después pasó a medir la puerta oriental, que resultó ser de la misma anchura que el muro: tres metros largos. Antes de la puerta había que subir siete gradas, que tienen importancia simbólica, ya que, a medida que uno se acercaba a la morada de Dios, el santo de los santos, debía elevarse. Así, del atrio exterior al interior hay que subir ocho gradas (ν.31), y después, de éste al santuario propiamente tal, se subían aún diez gradas. La santidad del recinto va aumentando a medida que, se suben las gradas, y el que ascendía por ellas debía pensar que, cuanto más se acercaba a la morada de Dios, debía santificarse interiormente.

Una vez descrita la puerta oriental, el profeta avanza por el pórtico, que tiene tres cámaras de cada lado, para los servicios de guardia y de conservación, como en los palacios. Las cámaras tenían cada una de ancho y de largo como el espesor del muro, es decir, unos tres metros amplios. Cada cámara estaba separada de la siguiente. Estas cámaras estaban separadas entre sí por unos contrafuertes o pilastras de cinco codos (ν.7), e.d., unos dos metros y medio amplios. La ϊltima cámara daba hacia el vestíbulo, separada de éste por una caña (3:15 m.), que es el grosor del muro externo. El vestíbulo, que daba acceso al atrio exterior, tenía ocho codos (4,20 m.), y tenía dos pilastras de dos codos de anchura (1,05 m.). De esta descripción se deduce que este pórtico oriental era un rectángulo de 50 codos de largo (26:25 m.) y de 25 de ancho (13,125 m.). El v.11 es muy oscuro y difícil de conciliar con lo anterior, pues depende del sentido de la palabra hebrea Orej, que hemos traducido por longitud 11.

Ante cada cámara había una barrera o enrejado, quizá para protegerlas (v.12), de un codo de alto (poco más de medio metro), que debía de estar entre pilastra y pilastra. El espacio libre, abertura o puerta entre el techo de una cámara (v.13) y el techo de la que estaba enfrente, medía 25 codos (unos 13 m.). Las pilastras que daban acceso al atrio interior, al final del pórtico descrito, medían 6o codos (31:50 m.), las cuales por su altura nos recuerdan las enormes columnas que daban acceso a los templos egipcios. Todo el pórtico o corredor de entrada medía cincuenta codos (26:25 m.), que es el resultado de las medidas parciales antes indicadas 12. Hacia el interior del corredor, sobre las cámaras, se abrían ventanas aspilleradas (v.16), más abiertas hacia el exterior, o abocinadas, como en los castillos medievales y en las construcciones fenicias antiguas. Su forma se ordenaba a la mejor defensa desde el interior. Así, pues, el acceso al atrio exterior estaba organizado como una fortaleza preparada para la defensa. Sobre las pilastras enormes que daban acceso al atrio exterior había capiteles en forma de palmas, adorno tradicional en los templos egipcios 13.

 

El atrio exterior (17-19).

17 Llevóme luego al atrio exterior, en el cual había cámaras y estaba solado todo en derredor, treinta cámaras había en derredor del atrio. 18 El solado a los lados de las puertas correspondía a la anchura de ellas mismas, el solado inferior. 19 Midió la anchura entre la puerta de la fachada inferior hasta el frontispicio del atrio interior por fuera, cien codos hacia oriente y norte.

 

El profeta es introducido por su guía en el atrio exterior después de atravesar el corredor o pórtico de ingreso, que acaba de describir. Adosadas a los muros exteriores del atrio ve cámaras, semejantes a las del templo de Salomón 14, y en derredor del atrio había un solado o pavimento empedrado, que es llamado inferior (v.14) por contraposición al pavimento del atrio interior, que estaba en un nivel más alto. El número de las cámaras es de treinta (ν.17). No dice cσmo estaban distribuidas. Lo mejor es suponer que en cada lado norte, sur y este había ocho, y seis en el lado oeste, donde había que dejar lugar para una construcción particular que enumera en 41:12. Más tarde dirá el uso que tendrán estas cámaras 15. Después el guía midió el espacio que hay entre el pórtico o corredor antes descrito (v.6-12), la fachada inferior, y el pórtico o frontispicio que da acceso al atrio interior, y el resultado fue de cien codos (52:50 m.). Esta misma distancia habrá de los pórticos septentrional y meridional (v.23.27).

La frase hacia oriente y norte (v.18) parece glosa introductoria para pasar a describir el pórtico del norte.

 

El pórtico septentrional (20-23).

20 Midió el ancho y el largo de la puerta que está al norte, al atrio exterior; 21 sus cámaras, tres a un lado, tres al otro; las pilastras y el vestíbulo eran de las mismas dimensiones que las de la puerta primera, cincuenta codos de largo y veinticinco de ancho. 22 Sus ventanas, su vestíbulo, sus palmas, tenían las mismas dimensiones que las de la puerta que da al oriente. Se subía a ella por siete gradas, y delante de ella estaba el atrio. 23 Frente por frente de este pórtico septentrional había en el atrio interior una puerta como la oriental. Midió la distancia entre puerta y puerta: cien codos.

 

La disposición del nuevo pórtico y sus particularidades, como cámaras y pilastras, era totalmente igual a la de la puerta oriental descrita. La forma de todo el conjunto del atrio exterior y sus muros es un cuadrado perfecto, y la distribución, completamente simétrica. Frente al pórtico exterior oriental del atrio inferior se alzaba el pórtico oriental del atrio interior, y frente a la puerta septentrional del atrio exterior se alzaba la puerta septentrional del atrio interior, que estaba enclavado dentro del exterior y en un nivel superior. La distancia entre la puerta septentrional de ambos atrios es de cien codos, como la que había entre los pórticos orientales de ambos atrios. El profeta concibe la morada de Yahvé perfectamente aislada de lo profano por atrios concéntricos, que se van elevando a medida que se acercan al santuario o santo de los santos.

 

El pórtico meridional (24-27).

24 Llevóme después al lado del mediodía, donde estaba la puerta que da al mediodía, y, medidas las pilastras y el vestíbulo, tuvieron las mismas dimensiones que las otras. 25 Había en torno de ella y del vestíbulo ventanas iguales a las otras, cincuenta codos de largo y veinticinco codos de ancho. 26 Las gradas de subida a la puerta eran siete, y delante de ellas estaba el vestíbulo. Había a cada lado palmas en las pilastras. 27 Había también puerta hacia el mediodía en el atrio interior, y entre puerta y puerta midió cien codos.

 

La descripción anterior, con las mismas particularidades, se repite para esta puerta meridional. La simetría es perfecta, y el simbolismo el mismo. Ezequiel tiene aquí un espíritu rectilíneo geométrico, que es símbolo de la perfección divina, que debe inundar el recinto del templo ideal. Como antes hemos dicho, la disposición es totalmente convencional en función de ideas teológicas, si bien conservando ciertas grandes líneas del trazado del templo salomónico.

 

Las puertas del atrio interior (28-37).

28 Llevóme por la puerta del mediodía al atrio interior, y midió la puerta del mediodía, y tenía las mismas dimensiones; 29 sus cámaras, sus pilastras y el vestíbulo, de las mismas dimensiones. La puerta y su vestíbulo tenían ventanas en derredor y cincuenta codos de largo y veinticinco de ancho. 30 (16). 31 El vestíbulo daba al atrio exterior; en sus pilastras había palmas, y las gradas de subida eran ocho. 32 Llevóme luego al atrio interior por el camino de oriente, y midió la puerta, de las acostumbradas dimensiones. 33 Las cámaras, las pilastras y el vestíbulo, de las mismas dimensiones, con ventanas en ellas, y en el vestíbulo, cincuenta codos de largo y veinticinco de ancho. 34 Su vestíbulo daba al atrio exterior; en las pilastras, a uno y otro lado, había palmas, y las gradas de subida eran ocho. 35 Llevóme luego a la puerta del septentrión, y midió, hallando las dimensiones de las otras 36 para cámaras, pilastras y vestíbulos, y en torno las ventanas, cincuenta codos de largo y veinticinco de ancho. 37 Sus vestíbulos daban al atrio exterior, y había en ellos pilastras con palmas, a uno y otro lado, y las gradas de subida eran ocho.

 

El profeta entra con su guía por la puerta del mediodía, que acaba de describir, hacia el atrio interior, que por el norte, el oriente y el mediodía tiene pórticos análogos a los descritos para el atrio exterior, con la diferencia de que se sube a ellos por ocho gradas, en vez de siete, y de que las grandes pilastras de acceso dan hacia el atrio exterior y no al atrio interior.

 

Utensilios para degollar las víctimas (38-43).

38 Había también allí una cámara que se abría hacia las pilastras de las puertas; era donde habían de lavarse los holocaustos. 39 En el vestíbulo de la puerta había a cada lado dos mesas, en las que se había de degollar el holocausto para el sacrificio por el pecado y por el delito. 40 En el lado exterior, al norte de quien subía por la entrada de la puerta, había otras dos mesas, y otras dos al otro lado, cerca del vestíbulo de la puerta. 41 Había, pues, a cada lado de la puerta cuatro mesas de una parte y cuatro de otra, ocho mesas, en las que se hacía la inmolación. 42 Había, además, otras cuatro mesas para los holocaustos, de piedra tallada, codo y medio de largas, codo y medio de anchas y un codo de altas, sobre las cuales se ponían los instrumentos con que se inmolaban los holocaustos y los otros sacrificios. 43 Tenían las mesas en derredor un reborde alto de un palmo, y sobre ellas se ponía la carne de las víctimas.

 

En el atrio interior, frente al santuario o santo de los santos, estaba el altar de los holocaustos, donde se quemaban las víctimas y se derramaba su sangre. Los actos de descuartizar y preparar la víctima eran realizados junto al vestíbulo del pórtico oriental. En una cámara aneja se lavaban las víctimas (ν.36), y a cada lado de la puerta del vestíbulo estaban las mesas para degollar a las víctimas de los holocaustos y de los sacrificios por el pecado y por el delito (v.39). En la entrada exterior de la puerta, a un lado y otro de la escalinata, de ocho gradas, al lado norte de la puerta oriental, había dos mesas para la inmolación (v.41). Había, pues, ocho mesas, cuatro en el interior del vestíbulo (dos de cada lado) y cuatro en el exterior (dos de cada lado). Junto a cada una de las cuatro parejas de mesas había otras cuatro mesas de piedra, cuadradas (de 78,7 cm. de largo, por otro tanto de ancho y 52:5 cm. de altas), en las que se depositaban los utensilios para degollar las víctimas. El v-43 ha sido muy diversamente traducido 17. Según la versión que hemos dado, las mesas eran un poco levantadas por los lados exteriores, para contener las carnes de las víctimas.

 

Cámaras de los sacerdotes y santuario (44-49).

44 Fuera de la puerta interior, en el atrio interior, había dos cámaras 18, una al lado de la puerta del norte, y que se abría hacia el mediodía; otra al lado de la puerta del mediodía, que se abría hacia el norte. 45 Y me dijo: Esta cámara que se abre hacia el mediodía es para los sacerdotes que hacen la guardia del templo, 46 y la que mira al norte es la de los sacerdotes que hacen la guardia del altar. Son los hijos de Sadoc, que entre los hijos de Leví se acercan a Yahvé para servirle. 47 Midió el atrio, cien codos de ancho y cien codos de largo, cuadrado, y en él, delante de la casa, estaba el altar. 48 Llevóme al vestíbulo de la casa, midió cada una de las pilastras, cinco codos el de una parte, cinco codos el de la otra. La puerta tenía catorce codos de ancha, y los lados de la puerta eran tres codos de un lado y tres de otro 19. 49 Tenía el vestíbulo veinte codos de largo y doce codos de ancho, y se subía a él por diez gradas. Había junto a las pilastras columnas, una a un lado y otra al otro.

 

En el atrio interior había dos cámaras, una junto al pórtico septentrional y la otra junto al meridional. Ambas, pues, se hallaban frente a frente (v.44). La del lado norte estaba reservada a los sacerdotes que se encargaban de los servicios auxiliares (v.45), como guardar el templo y otros servicios más humildes, en contraposición a los que tienen el servicio del altar (v.46), es decir, los que quemaban las víctimas sobre el altar y hacían las abluciones rituales, los cuales pertenecían a la familia de Sadoc 20. Los otros, pues, llamados sacerdotes encargados de servicios auxiliares, eran simplemente levitas, o sacristanes en la nomenclatura de hoy 21. El atrio interior es un cuadrado perfecto (de 52:5 m. de largo por otro tanto de ancho: cien codos, v.47); en él estaba el altar de los holocaustos, probablemente frente a la fachada del santuario o santo de los santos. No obstante, Ezequiel no concreta su posición exacta y dimensiones. Ahora, después de atravesar y describir el atrio interior, el profeta avanza dirigido por su supuesto guía y entra en el vestíbulo del santuario, o edificio más sagrado del recinto. Allí comenzaba el templo propiamente tal, llamado la casa de Yahvé (v.48).

El umbral o puerta tenía una anchura de 7:25 metros (14 codos) y dos pilastras o muros que la delimitaban por ambos lados, de 2:62 metros (cinco codos). Cada muro en el interior del vestíbulo es de 1:57 metros de largo (tres codos). De este modo, la largura total del vestíbulo era de 20 codos (14 del umbral y 3+ 3 de los muros laterales o pilastras). Y su anchura era de 6:3 metros (12 codos). Al vestíbulo se subía por diez gradas.

Tenemos, pues, que el conjunto de edificaciones del recinto sagrado estaba constituido por tres terrazas superpuestas, que progresivamente se elevaban sobre el suelo: del terreno profano se subía al atrio exterior por siete gradas; del atrio exterior se subía al interior por ocho gradas, y del atrio interior al santuario se subía por diez gradas. Algunos autores han querido ver en esta disposición ideal de Ezequiel un calco de las construcciones de los zigurat, o pirámides escalonadas de Mesopotamia, que constituían la morada de la divinidad. No obstante, en la distribución del templo más bien se inspiró Ezequiel en el recuerdo del antiguo salomónico. Así, a la entrada del santuario, o casa de Yahvé, pone junto a las pilastras dos columnas, que parecen un eco de las famosas salomónicas de bronce, llamadas Booz y Yakin.

 

1 Muchos autores creen que Ezequiel aquí, en la frase principio de año, se refiere a marzo-abril (Nisán). Así Knab., Heinisch. Sobre estos cómputos véase F. X. kortleitner, Arch. (1906) 304; F. X. kügler, Von Moses bis Paulus (Münster 1922) 134-150. — 2 Cf. Lev 23:2755; i6,is. — 3 Cf. Ez 1:3; 3:14; 8:1. — 4 Cf. st. Thom., ST II-II i73:3c; 175:10c. — 5 Cf. Is 2:2; Miq 4:1,· Ez 17:22; Zac 14:10. — 6 Cf. Ez 1:7. Quizá este personaje sea el mismo hombre vestido de lino de 9:2. En 44:1-2 se identifica con Yahvé. — 7 Cf. Ez47:3; 40:5 — 8 Cf. Tomás, ST II-II 172:40. — 9 Cf. Jer 52:21. — 10 Los babilonios distinguían dos tipos de "codos": a) real o grande, de 550 mm., y otro, b) ordinario, de 495 mm. Los egipcios: a) común, de 450 mm.; b) real, de 525 mm. Cualquiera de éstos podía estar en vigor en Palestina, aunque Ezequiel se acomodaría al uso babilónico. Cf. A. Barrois, La métrologie dans la Bible: RB 40 (1931) 185-213; 41 (1932) 50-76. — 11 Algunos autores han querido dar a la palabra Orej un sentido de altura, pero no es probable. — 12 Es decir, seis codos el muro externo, 6 X 3 las cámaras, más seis los muros que las separaban, ocho el vestíbulo y dos la pilastra. — 13 Sobre el adorno de las pilastras cf. 1 Re 6:29; 2 Par 3:5. — 14 Cf. i Par 28:12; Esd 10,6; Jer 35:4; 36:10. — 15 Ez 45:5 — 16 El v.30 en el TM dice: "y los vestíbulos todo alrededor, de veinticinco codos de largo por cinco de ancho," que es ditografía. Falta en C. — 17 Los LXX: "y un reborde de un palmo alrededor, y sobre las mesas un tejadillo para proteger de la lluvia y del calor." — 18 El TM dice: "fuera de la puerta interior había salas de cantores." Nuestra traducción se basa en los LXX, comúnmente seguida aquí por los comentaristas. — 19 Las 'palabras "catorce codos y los lados de la puerta" faltan en TM, y las hemos tomado de los LXX. — 20 Sadoc descendía de Aarón por la rama de Eleazar (Núm 3:1-4) y era célebre en la historia de Israel por su fidelidad a David (2 Sam 15:245; 17:15; 1 Re 1:8.38). Por esto Salomón le dio el cargo de sumo sacerdote, que hasta entonces ostentaba Abiatar (i Re 2:35). Algunos autores creen que esta frase relativa a los hijos de Sadoc es glosa posterior. — 21 Cf. Ez44:10.

 

 

41. El Nuevo Templo de Jerusalén en su parte Santísima.

Sigue la descripción empezada en el capítulo anterior, pero ahora el profeta detalla la parte más santa del recinto sagrado, la casa de Yahvé por antonomasia. Los atrios y vestíbulos anteriores no tenían otro objeto que preparar al fiel israelita para acercarse, en una atmósfera de mayor separación de lo profano o santidad, a lo que constituía el núcleo fundamental del recinto sagrado, morada de Yahvé.

 

El santuario y el santo de los santos (1-4).

1 Me introdujo en el templo, midió las pilastras, ancho seis codos de un lado y seis codos del otro; tal era la anchura de las pilastras. 2 El vano de la puerta era de diez codos, y los lados de la puerta, cinco codos a una parte y cinco codos a la otra. Midió también el largo, y eran cuarenta codos, y el ancho eran veinte codos. 3 Pasó luego al interior y midió cada pilar de la puerta, dos codos, y la puerta misma, seis codos, y la anchura de la entrada, siete codos. 4 Midió también el largo, y eran veinte codos, y el ancho sobre el frente del templo, veinte codos, y me dijo: Este es el santísimo.

 

El profeta, dirigido por su guía imaginario, entra en el templo o hekal, que era la parte de la casa entre el vestíbulo y el santísimo. Las pilastras son los dos muros, análogas a los del vestíbulo, pero más anchas: 3:15 metros cada una (seis codos). El vano de la puerta, o espacio entre ambas pilastras, era de 5:25 metros (10 codos). Los lados o paredes laterales eran de 2:62 metros (cinco codos) cada uno. El hekal, o santuario, pues, era un rectángulo de 21 X 10:5 (40 X 20 codos). El profeta penetró más adentro, ya en la zona más sagrada y misteriosa, llamada santísimo o "santo de los santos." Los contrafuertes de la entrada, o pilares, medían 1,05 metros de grosor (dos codos), y la anchura de la puerta era de 3:15 metros (seis codos). Por el v.23 sabemos que el santísimo tenía dos puertas, con dos batientes cada una. Entre ambas puertas debía de haber un cuerpo central o columna, lo que nos daría con su grosor la anchura de la entrada, de siete codos (3:67 m.), de que habla el v.3 1.

Es interesante ver cómo en el santísimo sólo entra el guía, y no Ezequiel, el cual, por ser simple sacerdote, no tenía acceso a este sacratísimo recinto 2. El santísimo era un cuadrado de 10:5 metros (20 codos). Son casi las medidas del templo salomónico 3. El guía denomina enfáticamente aquel lugar el santo de los santos, hebraísmo que nosotros traduciremos por santísimo. Es el recinto cuadrado separado del hekal o santuario, antes descrito, y que se consideraba como la morada de la divinidad. Sólo el sumo sacerdote, una vez al año, el día de la expiación, tenía acceso a este misterioso recinto, en el que en los primeros tiempos se guardaba el arca de la alianza, y después se caracterizaba por el vacío total. Era la mejor atmósfera para la trascendencia del Dios de Israel, que debía habitar fuera de lo que pudiera ser contaminado y profano.

 

El edificio lateral (5-15).

5 Midió luego el grueso del muro de la casa, seis codos, y la anchura del edificio lateral, cuatro codos, todo en torno de la casa. 6 Las cámaras laterales estaban sobrepuestas unas a otras, treinta en cada uno de los pisos 4. Había retallos en el muro de la casa en derredor, para que en ellos se apoyasen las vigas de las cámaras sin entrar en el muro. 7 Había mayor anchura en las cámaras hacia arriba de piso en piso, porque el corredor de la casa iba creciendo todo alrededor; por esto la anchura de la casa era mayor hacia arriba 5. Del piso inferior se podía subir al de en medio y de éste al superior. 8 Vi que la casa todo en torno estaba sobre una elevación. Los cimientos de las cámaras laterales eran de una caña entera, seis codos hacia el ángulo. 9 La anchura del muro exterior del edificio lateral era de cinco codos, igual al espacio de las cámaras de dentro. 10 De las cámaras a la casa había una anchura de veinte codos en derredor de la casa. 11 Las puertas de las cámaras, una del lado del norte y otra del lado del mediodía, daban a un espacio vacío que rodeaba toda la casa, cinco codos de ancho. 12 Una construcción separada que había frente del espacio vacío, al lado de occidente, tenía setenta codos de ancho. El muro del edificio tenía cinco codos de grueso todo en derredor, y su largo era de noventa codos. 13 Luego midió la casa: largo, cien codos; el espacio vacío, las edificaciones y los muros, cien codos de largo; 14 la anchura de la delantera de la casa con espacio vacío a oriente, cien codos.15 Midió la longitud de la edificación frente al espacio separado, hacia atrás, y los portales de uno y otro lado, cien codos.

 

La casa aquí comprende el vestíbulo, el santuario o hekal y el santísimo. En torno al santuario y al santísimo se extendía, por el norte, mediodía y oeste, un nuevo edificio anejo, que resultaba de la adición de otro muro a breve distancia del muro del santuario y del santísimo. El espacio resultante entre ambos muros se dividía en pisos superpuestos, en los que había treinta cámaras (v.6) en cada piso, según la lectura que hemos seguido de los LXX. El muro del santuario, a medida que se elevaba, perdía en grosor, de modo que las cámaras de los pisos superiores se iban ensanchando progresivamente (v.7). Parece que había una escalera que subía del piso inferior a los otros dos, y que delante de las cámaras había un corredor (la palabra hebrea que así hemos traducido es de sentido incierto). El supuesto corredor daría hacia el santuario, mientras que las cámaras darían al exterior. El texto no dice si éstas tenían ventanas, aunque puede suponerse.

El santuario estaba sobre una elevación (v.8), quizá una nueva plataforma sobre el nivel del atrio interior. Entre las cámaras y la casa había un espacio vacío de 20 codos (10:5 m.)6. En la parte occidental había un edificio especial, cuyo uso no se especifica. Estaba detrás del templo y tenía la forma de un rectángulo de 47:25 metros (noventa codos) X 36:75 metros (setenta codos), con unos muros de 2:55 metros de espesor (cinco codos). A continuación el profeta da las medidas de todo el conjunto: la longitud del templo, loo codos7; la longitud del edificio anejo occidental con el espacio libre, los muros y el interior importa también 100 codos (v.13) 8. La anchura de la fachada del templo, con los dos espacios vacíos a derecha e izquierda, es también de 100 codos 9. La anchura del edificio posterior es también de 100 codos 10.

 

Ornamentación del templo (15-26).

15b El templo interior y los vestíbulos del atrio, 16 el umbral, las ventanas aspilleradas, los portales todo en torno; los tres pisos estaban cubiertos de madera. Desde el suelo hasta las ventanas — las cuales estaban cubiertas — , 17 hasta encima de las puertas, en el interior de la casa y en el exterior, hasta las paredes de lo interior y del exterior, estaban cubiertas de relieves, 18 representando querubines y palmas. Había una palma entre querubín y querubím, 19 y cada querubín tenía dos aspectos, aspecto de hombre hacia una palma y aspecto de león hacia la otra, y así todo en torno de la casa. 20 Desde el suelo hasta la altura de las puertas había querubines y palmas esculpidos por todos los muros de la casa. 21 Los pilares del templo eran cuadrangulares, y enfrente del santísimo había una cosa que parecía 22 un altar de madera, tres codos de alto, dos de largo y dos de ancho, y tenía sus cuernos, sus pies y sus costados de madera. Y me dijo: Es la mesa que está delante de Yahvé. 23 Había dos puertas, la del santo y la del santísimo. 24 Cada puerta tenía dos hojas que se plegaban en dos partes, dos partes para una hoja y dos para la otra. 25 En las puertas había grabados querubines y palmas, como en las paredes, y en la fachada del atrio exterior había un portal de madera, 26 y había ventanas aspilleradas y palmas a cada lado de las paredes laterales del vestíbulo, en las cámaras laterales de la casa y en los cornisamentos.

 

El profeta describe al detalle la ornamentación interna del vestíbulo, del santuario y del santísimo. Como se halla situado fuera del santísimo, es decir, en el santuario, llama parte interna al santísimo. El -profeta puntualiza que todos los compartimentos y partes del edificio estaban revestidos de adornos y relieves, que representaban querubines y palmas (v.18). La decoración es análoga a la del templo salomónico. La palma era característica de la decoración egipcia, y los querubes, de la mesopotámica. El profeta trabaja en su imaginación con el recuerdo del antiguo templo destruido por los babilonios.

Los pilares del templo, o mejor, la puerta del hekal, con un pilar cuadrangular que la dividía, recordaban también el templo salomónico. Ezequiel tiene preferencia por la arquitectura cuadrada. La puerta del santísimo tenía dos batientes, y cada uno de éstos doble hoja, que se plegaban (v.24). Frente al recinto del santísimo estaba una mesa de madera (v.22), que debía de ser donde ponían los "panes de la proposición," considerados como la "comida de Yahvé"12. Los cuerpos del altar eran los rebordes levantados de los ángulos 13.

 

1 En el texto griego lee: "la puerta, seis codos, y los muros laterales, siete codos a un lado y siete al otro lado." — 2 Cf. Lev 16:2. — 3 Cf. 1 Re 6:10s. — 4 Así según los LXX, pero el TM dice que había sólo treinta y tres cámaras ("treinta y tres veces"). — 5 Versículo muy oscuro y casi ininteligible. La Bible de Jérusalem: "La anchura de las celdas aumentaba de un piso a otro, porque rodeaban al templo en pisos alrededor." — 6 Los cinco codos del v.11 parecen glosa de un copista que se confundió con lo que se dice en el v.9, pues en el v.10 se dice que el espacio vacío entre cámaras y templo medía veinte codos. — 7 Esta cifra resulta de la suma siguiente, de este a oeste: muro del vestíbulo (5 codos), vestíbulo (12 c.), muro del santuario (6 c.) santuario (40 c.), muro del santísimo (2 c.), santísimo (20 c.), muro del templo (6 c.), cámaras laterales (4 c.), muro de éstas (6 c.). — 8 Resultado: espacio libre (20 c.), muros (5 x 2), interior (50 c.): 100 codos. — 9 La cifra total resulta de: anchura del santuario (20 codos), espesor de los muros (12 c. = 6 X 2), cámaras laterales (8 c. = 4 x 2), muros de las cámaras (10 c. = 5 X 2), plataforma (10 c. = 5 x 2), espacio lateral del atrio (40 c. = 20 x 2). — 10 Cien codos, que resultan de las sumas parciales siguientes: 90 codos espacio interno, más espesor de los muros (5 x 2). — 11 Cf. 1 Re 6:29-30. — 12 Cf. Lev 21:6; 8:17.21. — 13 Cf. Ex 27:2; 30.2.

 

 

42. Descripción de las Dependencias del Templo.

Prosigue la descripción del recinto sagrado. El texto no es seguro, y por eso muchas veces no es fácil reconstruir claramente lo que el profeta describe.

 

Cámaras del norte y del mediodía (1-12).

1 Sacóme al atrio exterior, al lado del septentrión, y me llevó al departamento que está frente al espacio cercado y a la construcción que mira al norte. 2 Era de un frente de cien codos de largo al lado norte, y tenia cincuenta codos de ancho, 3 dando (al espacio vacío) de veinte codos del atrio interior y al enlosado del atrio exterior, terraza contra terraza en tres pisos. 4 Delante de las cámaras había un corredor de diez codos de ancho y cien codos de largo; sus puertas daban al norte. 5 Las cámaras superiores, como las terrazas, quitaban espacio; eran más estrechas que las inferiores y las intermedias del edificio, 6 pues los pisos eran tres, pero sin columnas, como las columnas de los atrios. Por eso las superiores eran más estrechas que las de abajo y las de en medio. 7 El muro exterior de fuera, delante de las cámaras, que daba al atrio exterior, frente a las cámaras, tenía cincuenta codos de largo, 8 pues el largo de las cámaras del lado del atrio exterior era de cincuenta codos; pero del lado del templo, de cien codos. 9 Más abajo de las cámaras había una entrada que daba a oriente, para el que venía del atrio exterior. 10 Del lado del mediodía, frente al espacio vacío y delante del edificio había cámaras; 11 delante de ellas, un corredor, como el de las cámaras que dan al norte; su largo y su ancho eran los mismos, y también iguales las salidas y toda su disposición. Como las puertas de las primeras 12 eran las puertas de las cámaras que daban al mediodía, y había unas puertas al comienzo del corredor, en el muro correspondiente para quien venía del oriente.

 

El profeta es llevado por su guía hacia el atrio exterior y entra en un edificio hacia el norte, frente al edificio anejo al santuario. Este edificio constaba de dos series de cámaras en tres pisos, con un corredor en el medio (v.4). La longitud de este edificio era diferente en el sector que daba al santuario (100 codos) y en el que daba al atrio exterior (50 codos). Había una entrada del lado oriental hacia este anejo, probablemente por el corredor entre las dos series de cámaras (v.8). La disposición del anejo del mediodía era totalmente igual a la descrita en el lado septentrional (v.10-11). Tenemos, pues, que a los dos lados del santuario había dos edificios anejos para los sacerdotes, como se describe a continuación.

 

Destino de las cámaras del edificio añejo (13-20).

13 Díjome: Las cámaras del norte y las cámaras del mediodía que dan al espacio cercado son las cámaras del santuario, donde los sacerdotes que se acercan a Yahvé comerán las cosas santísimas, es decir, las oblaciones y las víctimas por el pecado y por el delito, pues este lugar es santo. 14 Cuando los sacerdotes entraren, no saldrán del lugar santo al atrio exterior, sino que dejarán allí las vestiduras con que ministran, pues son santas, y, vestidos de otras, se acercarán así a lo destinado al pueblo. 15 Cuando hubo acabado de medir la fábrica interior, sacóme fuera por la puerta que da al oriente y midió el perímetro. 16 Midió el lado de oriente con la caña de medir, quinientos codos de la caña de medir; se volvió, 17 y midió el lado del norte, quinientos codos de la caña de medir. 18 Midió el lado del mediodía, quinientos codos de la caña de medir. 19 Se volvió al lado de occidente, y midió quinientos codos de la caña de medir. 20 Midió el muro de cintura a los cuatro vientos; tenía quinientos codos de largo y quinientos codos de ancho, y separaban lo santo de lo profano.

 

El destino de estas cámaras laterales era principalmente el facilitar a los sacerdotes que comieran en ellas las partes que les pertenecían de los sacrificios santísimos y de las ofrendas por el pecado y por el delito (ν.13). Las partes consumibles de estos sacrificios eran sagradas y, por tanto, debνan comerse en lugar apropiado, no fuera del recinto del templo1. Las oblaciones propiamente tales consistían en ofrendas de productos vegetales, sólidos o líquidos, sin derramamiento de sangre. Los sacrificios por el pecado son sacrificios expiatorios por pecados de comisión que no herían los derechos del prójimo 2. En ellos, parte de la víctima se quemaba sobre el altar, y la otra se reservaba a los sacerdotes. Los sacrificios por el delito eran también expiatorios por daños ocasionados al prójimo con omisiones o comisiones 3. Una segunda finalidad de las susodichas cámaras del edificio anejo era para depositar las testiduras (v.14), pues no era lícito salir con los vestidos de ceremonia al lugar profano.

Finalmente, el profeta da las dimensiones de todo el conjunto de edificaciones del recinto sagrado. Según estas medidas, el conjunto formaba un colosal cuadrado de 500 codos de lado 4. El muro exterior separaba lo profano de lo sagrado. Los fieles que se acercaran a la casa de Yahvé debían pensar en el significado de estos muros y construcciones, símbolo de la separación de Yahvé — que habita en inaccesible santidad — y lo profano o común.

 

1 Cf. Lev 2:3; 2:10; 6:17.22; 7:1-7. — 2 Lev 6:18.23; Ez 40:39; 45.193; Es 8:35. — 3 Cf. Lev 5:15-18; 6:10; Ez 40:39; 44:29; 46:20. Véase el artículo de Medebiélle, Expiation: DB, Suppl. III (1938) 56-59.663. — 4 El cómputo se descompone en las cifras parciales siguientes, dirección este-oeste: puerta oriental externa (50 c.), atrio externo (100 c.), puerta oriental interna (50 c.), atrio interno (100 c.), santuario y santísimo (100 c.), edificio occidental (100 c.)· Total: 500 codos. Dirección sur-norte: las mismas dimensiones exactas (cf. 40,25.27.29; 47:19.21.23 respectivamente). Algunos autores siguen al TM y leen "500 cañas" (cada caña, seis codos). Así, el conjunto tendría 1.575 m. (la caña, 3:15 m.).

 

 

 

43. La Gloria de Yahvé vuelve al Templo. Medidas del Altar.

Una vez descrito el sagrado recinto del templo, geométricamente concebido, el profeta anuncia la vuelta de la gloria de Yahvé a su morada sagrada, abandonada cuando Jerusalén fue tomada por Nabucodonosor. El capítulo puede dividirse en las siguientes partes: a) retorno glorioso de Yahvé (1-9); b) declaración del lugar sagrado y medidas del altar (10-17); c) dedicación del altar (18-27).

 

Retorno glorioso de Yahvé a su templo (1-9).

1 Llevóme luego a la puerta que da al oriente, 2 y vi la gloria del Dios de Israel venir del oriente. Se oía un estrépito como el estrépito de caudalosas aguas, y la tierra resplandecía del resplandor de la gloria. 3 El aspecto de lo que veía era como lo que vi cuando vino Yahvé a destruir la ciudad, y en todos los aspectos como los de la visión que vi cerca del río Kebar. Caí rostro a tierra, 4 mientras la gloria de Yahvé penetró en la casa por la puerta de la fachada que da al oriente. 5 El espíritu me levantó y me llevó al atrio exterior, y vi la gloria de Yahvé llenar la casa, 6 y oí que alguno me hablaba desde dentro de la casa, mientras el varón aquel estaba en pie junto a mí 7 y me decía: Hijo de hombre, éste es el lugar de mi trono, el escabel de las plantas de mis pies, donde habitaré para siempre en medio de los hijos de Israel. La casa de Israel no profanará ya más mi santo nombre, ni ella ni sus reyes, con sus fornicaciones ni con los cadáveres de sus reyes, con sus lugares altos; 8 pusieron su umbral junto a mi umbral, y sus postes junto a mis postes, y pared sólo por medio, contaminaron mi santo nombre con las abominaciones que cometieron. Por eso, en mi furor los consumí. 9 Pero ahora arrojarán lejos de mí sus fornicaciones y los cadáveres de sus reyes, y habitaré en medio de ellos para siempre.

 

En la visión inaugural del ministerio profético, Ezequiel contempló al Señor en su gloria, exilándose con los exilados. Yahvé abandonaba el templo de Jerusalén, su morada permanente en la tierra, para habitar con los desterrados. Ahora el profeta contempla el retorno radiante de la gloria de Yahvé a su antigua morada. Han pasado los días de purificación y de prueba. Con la primera visión, Ezequiel quería hacer ver a los desterrados la futura destrucción de Jerusalén y la profanación del templo santo. Ahora quiere dar a entender a sus compatriotas que después de la catástrofe hay una nueva era de esperanza. Yahvé da por cancelada la deuda contraída por el Israel pecador, para inaugurar una nueva teocracia, presidida también por la presencia de Yahvé en su templo reconstruido. Han pasado los tiempos de las idolatrías y abominaciones, para entrar en la nueva alianza, basada en la entrega de los corazones a Yahvé.

El Señor entra solemnemente por la fachada oriental del templo, por donde en otro tiempo había salido 1; aparece en toda su majestad, escoltado de los querubines, que con sus alas hacen un estrépito como el estrépito de caudalosas aguas (v.2) 2. Yahvé se le había aparecido en la misma forma majestuosa cuando se disponía a destruir la ciudad (ν.3) y en la visión junto al río Kebar 3. Desde el atrio exterior, Ezequiel contempla la gloria de Yahvé, es decir, a Yahvé glorioso, entrando en el templo y llenándolo con su majestad. Cuando tomó posesión del tabernáculo del desierto y del antiguo templo de Salomón, se dice que una nube de humo, símbolo de la presencia divina, llenó el sagrado recinto 4. Ahora va a tomar definitivamente posesión de su trono, el escabel de sus pies (v.7). En otro tiempo lo abandonó por los pecados de su pueblo, pero ahora, en la nueva etapa, las cosas serán de otro modo, porque el pueblo se apartará definitivamente de sus inveterados pecados idolátricos o fornicaciones espirituales en los lugares altos (v.7) 5. Otro abuso que cesará en la nueva era será el de enterrar a los reyes cerca del templo, como era costumbre en los tiempos antiguos 6.

Yahvé se queja también de que los reyes hubieran establecido su palacio tan cerca del recinto sagrado, de modo que sólo había pared por medio, poniendo su umbral junto a mi umbral y sus postes o columnas junto a los de Yahvé (v.8). En adelante, toda la colina de Sión debe ser considerada como territorio sagrado dedicado exclusivamente a Yahvé. Aunque el palacio real fue concebido primitivamente como custodia del templo y éste como capilla real para guardar el arca de la alianza, sin embargo, la proximidad del palacio al lugar santo trajo muchos compromisos a los intereses de Dios, pues la vida de la monarquía israelita fue muy poco edificante, y así no faltaron abominaciones idolátricas y crímenes sangrientos en aquellos muros regios. En la estructura futura, la casa del príncipe estará alejada del templo 7, y la zona que antes ocupara el palacio real será añadida a la gran explanada del templo como zona sagrada. Ezequiel, al hablar del futuro teocrático de su pueblo, considera a Yahvé como jefe único e inmediato de su pueblo, y por eso al jefe político futuro le da el nombre de príncipe y no de rey, reservado a Yahvé 8.

La institución de la monarquía fue, en realidad, funesta para los intereses religiosos de Israel, como había previsto y anunciado el fundador de ella, Samuel. Los reyes israelitas organizaron una corte y un harén al estilo oriental, en detrimento de los intereses económicos del pueblo y, sobre todo, con menoscabo de los derechos de Yahvé. En la nueva era, las cosas serán de otro modo: desaparecerá totalmente la idolatría, y los cadáveres de los reyes serán arrojados fuera de su lugar, para convertir a éste en cosa sagrada aneja al templo (v.9). En todos estos anuncios profetices tenemos que tener en cuenta que se trata de idealizaciones para hacer resaltar la idea del carácter sagrado de la colina de Sión y excitar la imaginación y las esperanzas de los exilados. No es necesario, pues, tomar las palabras de Ezequiel a la letra.

 

Descripción del altar de los holocaustos (10-17).

10 Y tú, hijo de hombre, describe a la casa de Israel este templo. n Si se avergüenzan de lo que han hecho, muéstrales la traza y el diseño de esta casa, sus salidas y sus entradas y toda su disposición, sus ritos y sus leyes, y ponia por escrito ante sus ojos, para que guarden todos sus ritos y sus reglas y los pongan por obra. 12 Esta es la ley de la casa: sobre la cumbre del monte, todo en derredor, su término será santísimo. Esta es la ley del templo. 13 He aquí las medidas del altar en codos de codo y palmo: el canal 9, de un codo de alto y un codo de ancho, y el reborde que lleva en torno, un palmo. Tal es el zócalo del altar. 14 Desde el canal sobre el suelo al plano inferior, dos codos, y la anchura de su vuelo, un codo. Del plano inferior al plano superior, cuatro codos, y la anchura, de un codo. 15 El "ariel" tenía cuatro codos, y de él emergían cuatro cuernos.16 El "ariel" tenía doce codos de ancho y doce codos de largo, formando un cuadrado perfecto. 17 La basa tenía catorce codos de largo y catorce de ancho a los cuatro lados, y en torno de ella había una cornisa de medio codo, y el canal de un codo todo en derredor, y sus gradas estaban al lado oriental.

 

El Señor invita al profeta a que exponga a sus compañeros de exilio los detalles del recinto sagrado, para que lo admiren y se ilusionen con él. No deben dejarse fascinar con los templos de Bel y Marduk, pues el que se va a reconstruir sobre la colina de Sión los superará a todos. La característica del recinto sagrado es que será santísimo (v.12). Pero deben avergonzarse de su pasado pecaminoso y rebelde y entrar por el cumplimiento de las leyes del Señor (v.11). Sólo así podrán participar del nuevo culto en el nuevo templo. Y el profeta describe a continuación el altar de los holocaustos.

El altar que describe está constituido de tres plataformas superpuestas en forma de zigurat o torre escalonada. La base inferior sobresale un codo (52:5 cm.), y es también de un codo de alta. Era como el zócalo del altar, que está enterrado bajo el nivel del pavimento, y tenía un reborde de un palmo de alto (7:5 cm.), que sobresalía sobre el pavimento. El altar propiamente tal se alzaba sobre esta base y estaba formado por tres cuadrados superpuestos. El inferior, más ancho, tenía dos codos de alto (1,05 m.), y sobresalía un codo (52:5 cm.) respecto de la plataforma superior, que tenía cuatro codos (2:10 m.) y sobresalía sobre su inmediata superior un codo (52:5 cm.). La plataforma superior es llamada ariel ("hogar" u horno), porque en ella se quemaban las víctimas.

En sus cuatro ángulos había cuatro cuernos similares a los del altar del templo de Salomón, que era una copia del altar del tabernáculo del desierto 10. Los cuernos eran símbolo del poder de la divinidad en la mitología mesopotámica. El ariel era un cuadrado de 12 codos en cada lado (6:30 m.). El cuadrado intermedio (inferior al ariel) era de 14 codos (7:35 m.), y la última plataforma inferior es de 16 codos (8:40 m.), y la base, en la parte saliente del reborde, es de 19 codos (9:28 m.). La altura total de las tres plataformas o cuadrados es de n codos (5:75 m.). Se subía a la parte superior de esta pirámide escalonada por unas gradas que daban al oriente. Los cuernos del altar simbolizaban la omnipotencia divina, y sobre ellos se esparcía la sangre de los sacrificios 11, y el que se tomaba a ellos adquiría derecho de asilo 12.

 

Ritos de consagración del altar (18-27).

18 Díjome: Hijo de hombre, así habla el Señor, Yahvé: Estas son las leyes del altar para cuando sea construido para ofrecer en él holocaustos y derramar la sangre de ellos. 19 A los sacerdotes, levitas de la posteridad de Sadoc, que serán los que a mí se han de acercar para servirme, dice el Señor, Yahvé, les darás un novillo para el sacrificio por el pecado. 20 Tomarás de su sangre y untarás con ella los cuatro cuernos, y los cuatro ángulos del cuadro, y el borde todo en torno. Así harás la expiación y la propiciación del altar. 21 Tomarás luego el novillo del sacrificio por el pecado, que quemarás en el lugar de la casa designado fuera del santuario. 22 Al día siguiente ofrecerás por el pecado un macho cabrío sin defecto y expiarás el altar, como lo hiciste con el novillo. 23 Cumplido que hayas el rito expiatorio, ofrecerás un novillo sin defecto y un carnero de la grey sin defecto. 24 Los ofrecerás a Yahvé; los sacerdotes ofrecerán sobre ellos la sal, y los ofrecerán a Yahvé como holocausto. 25 Por siete días sacrificarás por el pecado un macho cabrío por día; ofrecerás además un novillo y un carnero de la grey sin defecto. 26 Por siete días se hará la propiciación del altar, se purificará y se consagrará. 27 Pasados estos días, del día octavo en adelante, los sacerdotes ofrecerán en el altar vuestros holocaustos y vuestros sacrificios pacíficos, y yo os seré propicio, dice el Señor, Yahvé.

 

El altar, que estará enclavado en el centro del atrio interior, será destinado sobre todo a los holocaustos — los sacrificios en los que se quemará toda la víctima 13 — y para derramar la sangre de las víctimas en los sacrificios no holocaustos 14. El profeta describe a continuación el rito de la consagración, que durará siete días. En el primer día se sacrificará un novillo, y parte de su sangre será derramada sobre los cuernos del altar, y parte sobre los ángulos del cuadrado, o basa, y sobre su borde. La expresión sacerdotes-levitas indica la pertenencia a la tribu de Leví, dentro de la cual figuraba la familia de Sadoc 15. Es una denominación genérica para indicar gentes consagradas a Dios en sus funciones sacerdotales. En otros textos, levita tiene el sentido específico de clase inferior a la sacerdotal 16. Ezequiel tiene preferencias por la familia de Sadoc 17. El sacrificio expiatorio de que aquí habla debe realizarse en el lugar designado (v.21), sin especificar más su localización. Se han hecho diversas conjeturas: alrededor del santuario, detrás del santuario, etc. No faltan quienes suponen que ese lugar está fuera del recinto sagrado, incluido en el muro exterior.

En el segundo día de expiación se utilizará un macho cabrío (v.22), un novillo y un carnero (v.23), acompañados de sal18. Una vez terminados los ritos de los siete días, los sacerdotes ofrecerán los sacrificios ordinarios, pues el altar ya ha sido purificado y consagrado definitivamente para el culto. Los sacrificios ordinarios eran los holocaustos, en los que se quemaba toda la víctima, y los pacíficos o saludables o eucarísticos, según se traduzca la palabra misteriosa hebrea shelamim, aplicada a los sacrificios 19. Eran sacrificios cruentos ofrecidos por personas ya reconciliadas con Dios en acción de gracias (de ahí eucarístico) o para pedir un favor divino. El ritual de consagración del altar que aquí presenta Ezequiel difiere en muchas particularidades del prescrito en el Pantateuco 20. Lo que indica que el profeta trabaja con su imaginación, como lo hizo para la reconstrucción del templo, con toda libertad, si bien inspirándose sustancialmente en la tradición. Debemos pensar que los detalles en Ezequiel no tienen sino valor simbólico, tanto en sus descripciones sobre el templo como en las particularidades del culto. De hecho sabemos que en la reconstrucción del templo, después del decreto de Ciro (538), los repatriados no pretendieron ajustarse a los moldes propuestos por el gran profeta del exilio ni sus puntos de vista en la organización del culto. Importa señalar las diferencias de Ezequiel con la legislación levítica para probar que ésta no es obra del profeta, como pretende la escuela de Well-hausen.

 

1 Cf. Ez 10:19; II.22S. — 2 Cf. 1-24; 3:12s. — 3 Cf. c.8-10 ye. 1. — 4 Cf. Ex 40:32-36; 1 Re 8:10s; 1 Crón 5:13s; 7:1s. — 5 Cf. C.8.16; 23. — 6 El texto griego dice: "los homicidios obrados por los jefes en medio de ellos." Sabemos que el rey Manases derramó mucha sangre inocente (2 Re 21:45). Pero creemos que se debe mantener la lección del TM por exigencias de lo que se dice en el v.9- Algunos autores dan a la palabra que hemos traducido por cadáveres el sentido de "estela" idolátrica (cf. Lev 26:36). En ese caso se aludiría al culto pagano de los reyes de Israel. — 7 Cf. Ez 48:8-21. — 8 Cf. Ez 45:8-9. — 9 Lit. en hebreo seno, equivalente al cimiento o cavidad que enmarcaba el altar. — 10 Cf. Ex 27:2; 30,2. Muchos autores prefieren leer Harel, y así relacionan este nombre con el arallu babilónico, que era el mundo subterráneo y Ja montaña donde nacieron los dioses. Así, el Harel sería la "montaña de Dios." Generalmente se sigue la lectura que hemos expuesto con el sentido de "hogar de Dios." — 11 Cf. Ez 29:14; Lev 4:25; 30:34· — 12 Cf. 1 Re 1:50s; 2:28. — 13 Cf. Ez 40:38. — 14 Cf. Lev 1:5; 3:2; 4:53. — 15 Cf. £240:46; 44:15- — 16 Cf. Dt 17:9-18; 18:1; 24:8; Jos 3:3; 8:33; Is 66:21; Jer 33:18; Ez 43:19. — 17 Cf. Dt 18:1; Is 66:21; Jer 33:18. — 18 Cf. Lev 2:13. — 19 Los LXX traducen pacíficos. Su ritual aparece en Lev 3. — 20 Las diferencias son las siguientes: a) Ezequiel nada dice de la unción del altar prescrita en Ex 29:36 y Lev 8:11. b) En Ezequiel, el novillo sólo debe ofrecerse el primer día, y en los otros días un macho cabrío, mientras que en Ex 29:36 se dice que había de ofrecerse durante siete días, como expiación, un novillo, c) Según Ezequiel, la sangre ha de derramarse también sobre los cuatro ángulos, mientras que en Ex 29:12 y Lev 8:15 se ordena que la sangre se derrame sobre los cuernos del altar, y el resto se eche a los pies del altar, d) Según Lev 9,iss, el octavo día era solemnísimo, mientras que en Ezequiel es un día cualquiera con los ritos ordinarios.

 

 

44. Las nuevas leyes del Culto.

Una vez descrito el templo y su altar, Ezequiel aborda la cuestión del culto en la nueva casa de Dios. Sólo los sacerdotes propiamente tales podrán acercarse al altar de Yahvé; los levitas quedarán reducidos a un puesto secundario en el servicio del templo. Y los extranjeros no deben entrar en el recinto sagrado.

 

El uso de la puerta oriental (1-4).

1 Llevóme luego de nuevo a la puerta de fuera del santuario que daba al oriente, pero la puerta estaba cerrada, 2 y me dijo Yahvé: Esta puerta ha de estar cerrada; no se abrirá ni entrará por ella hombre alguno, porque ha entrado por ella Yahvé, Dios de Israel; por tanto, ha de quedar cerrada. 3 Por lo que hace al príncipe, podrá sentarse en ella para comer el pan en la presencia de Yahvé; entrará por el vestíbulo de la puerta y por el mismo saldrá. 4 Llevóme hacia la puerta del norte por delante de la casa, y miré y vi que la gloria de Yahvé llenaba la casa de Yahvé, y me postré rostro a tierra.

 

El profeta es transportado a la puerta oriental, que estaba cerrada y nadie podía entrar por ella, pues estaba santificada por haber penetrado por ella Yahvé 1. Al decir que estaba cerrada, insinúa el profeta que Yahvé no volverá a abandonar el templo, como lo había hecho antes. Sólo el príncipe tendrá acceso a la puerta oriental desde el interior del recinto sagrado. No podrá salir por ella, pues debe permanecer cerrada indefinidamente 2. El príncipe podrá comer en dicha puerta la parte de las víctimas ofrecidas al Señor, especialmente en los sacrificios pacíficos 3.

 

Personas admitidas al santuario (5-9).

5 Yahvé me dijo: Hijo de hombre, pon atención, mira con tus ojos y oye con tus oídos todo lo que voy a hablar contigo sobre todas las ordenaciones de la casa de Yahvé y todas sus leyes; pon atención a todas las entradas de la casa y a todas las salidas del santuario, 6 y di a los rebeldes, a la casa de Israel: Así dice el Señor, Yahvé: Basta ya de abominaciones, ¡oh casa de Israel! 7 de traer extranjeros, incircuncisos de corazón y de carne, para que entren en mi santuario, contaminen mi casa, mientras vosotros me ofrecéis mi pan, el sebo y la sangre, quebrantando así mi alianza con todas vuestras abominaciones 8 y no guardando lo establecido acerca de mis cosas santas, antes imponiéndolos como ministros de mi culto en mi santuario en lugar vuestro. 9 Así dice el Señor, Yahvé: Ningún extranjero, incircunciso de corazón y de carne, de cuantos están en medio de Israel, entrará en mi santuario.

 

Enfáticamente, Yahvé dice directamente al profeta que le preste especial atención a lo que sigue. Lo que indica que en la mente del profeta tiene una especialísima importancia en la organización de la nueva teocracia. Según el v.4, la gloria de Yahvé llenaba el templo; el profeta, sobrecogido por la presencia majestuosa de su Dios, escucha anonadado sus palabras solemnes y las transmite así para que el pueblo se percate de la trascendencia de lo que va a decir. Ante todo se ha de evitar la profanación del sagrado recinto, introduciendo personas no aptas para entrar en él, y menos para tomar parte en su culto. En el antiguo templo se permitía cierta participación de extranjeros en oficios subsidiarios y humildes 4. En adelante, todo el servicio del templo, en todos sus detalles, será exclusivo de los miembros de la tribu de Levi.

El profeta llama a sus compatriotas rebeldes (v.6), porque constantemente han hecho caso omiso de la ley del Señor. En el templo habían permitido la presencia de extranjeros incircuncisos de carne y de corazón (ν.7). Poco a poco, gentes no israelitas se habνan agregado al pueblo elegido en calidad de prosélitos, siendo admitidos a los oficios más humildes de culto. Así, encontramos los nethinim, o "donados," llamados también "hijos de los siervos de Salomón."5 Muchos provenían de prisioneros que habían sido dados como esclavos a los levitas 6. Se les había, pues, utilizado en el templo para servicios que debían hacer los levitas. Los israelitas se limitaban a ofrecer el pan de Yahvé, hermosa frase para designar los sacrificios en los que se quemaba el sebo y se derramaba la sangre en honor de la divinidad (ν.7) 7. La sangre era, en la mentalidad semítica, el vehículo de la vida que pertenecía a Dios. A Yahvé no le agradaba la presencia de gentes no pertenecientes a su pueblo en los sacrificios.

Ezequiel exige de sus compatriotas una rectificación de vida en sus costumbres y una exclusión total de los extranjeros en el nuevo culto (v.9). Según la antigua Ley, los extranjeros podían ofrecer sacrificios delante del tabernáculo 8, excluyéndoles sólo de la celebración de la Pascua 9. Salomón ora por los paganos que vayan al templo de Jerusalén a suplicar a Yahvé 10. En cambio, Ezequiel tiene un concepto tan elevado de la santidad del santuario, que excluye totalmente a los extranjeros del culto. Este exclusivismo ha sido una de las características de la comunidad israelita después del exilio. El profeta urge esta separación de los gentiles para prevenirlos contra una posible absorción por parte de éstos. Esdras y Nehemías se moverán en el mismo plano en sus relaciones con el extranjero, negándose a admitir la colaboración de los samaritanos en la reconstrucción del nuevo templo.

 

Los oficios serviles de los levitas (10-14).

10 Los levitas, que se apartaron de mí cuando Israel se alejó de mí, yéndose tras sus ídolos, llevarán su iniquidad. 11 Servirán en mi santuario de guardias de las puertas de la casa y de servidores de la casa misma, degollarán los holocaustos y las víctimas del pueblo y estarán ante él para servirle. 12 Por haber servido a sus ídolos y haber sido para la casa de Israel tropiezo de iniquidad, alzo mi mano, dice el Señor, Yahvé, y juro que llevarán sobre sí su iniquidad, 13 que no se acercarán a mí para servirme en las funciones sacerdotales y para tocar mis cosas santas ni las santísimas, sino que llevarán sobre sí la vergüenza y la pena de las abominaciones que cometieron. 14 Los dejo reducidos a hacer solamente la guardia de la casa y el servicio en lo que en ella haya de hacerse.

 

En la denominación de levitas hay que incluir aquí a los sacerdotes que no cumplieron con su deber. Según la legislación mosaica, todo lo perteneciente al culto estaba reservado a los de la tribu de Leví . La potestad propiamente sacerdotal, de ofrecer sacrificios, quedaba vinculada a los descendientes de Aarón, hermano de Moisés, en quien éste delegó por inspiración divina la potestad sacerdotal, quedándose él con la dirección cívico-religiosa dentro de la amplitud que le daba la organización teocrática de la sociedad. Los demás pertenecientes a la tribu de Leví fueron encargados de los oficios mecánicos y serviles, como auxiliares de los sacerdotes propiamente tales. Así, durante la peregrinación por el desierto tenían que transportar el bagaje del tabernáculo.

Los levitas sustituían a los primogénitos (de madre), que por ley debían ser consagrados a Yahvé 12. En la repartición de la tierra de Canaán no se asignó parcela a los de la tribu de Leví para que pudieran dedicarse mejor al culto divino. Como compensación debían ser alimentados y sostenidos con ingresos de las otras tribus. La herencia de Leví era Dios 13. Los sacerdotes, o descendientes de Aarón, eran los encargados de los oficios más nobles en el templo: ofrecer sacrificios, asperger con sangre y dar la bendición 14.

Ezequiel tiene la particularidad de considerar como sacerdotes a los de la familia de Sadoc, considerando a los de la familia de Abiatar como simples levitas 15, por haber sido infieles en sus funciones, practicando cultos idolátricos. Según Ezequiel, los levitas propiamente tales serán los encargados de las guardias de las puertas de la casa, y prepararán las víctimas para el sacrificio, tanto los holocaustos como las otras (v.11); pero no pueden quemarlas sobre el altar ni derramar la sangre 16, ni tampoco reservarse una parte de las ofrendas en los sacrificios "por el pecado y por el delito"17. Habían cometido la iniquidad de darse al culto idolátrico fuera del templo de Jerusalén. Los sacerdotes de los santuarios locales fuera de Jerusalén quedaron así degradados y reducidos a la categoría de levitas o sacristanes.

 

Funciones y leyes de los sacerdotes (15-31).

15 Los sacerdotes levitas hijos de Sadoc, que guardaron el ordenamiento de mi santuario cuando se apartaron de mí los hijos de Israel, serán mis allegados para ministrar ante mí y ofrecerme la grosura y la sangre, dice el Señor, Yahvé. 16 Esos entrarán en mi santuario y se llegarán a mi mesa, guardando mi ordenamiento. 17 Cuando entren por las puertas del atrio interior, se vestirán de vestiduras de lino; no llevarán sobre sí lana cuando oficien en las puertas del atrio interior y dentro del templo. 18 Llevarán tiaras de lino sobre sus cabezas, y calzones de lino a sus lomos, y no se ceñirán para no sudar.19 Pero, cuando hayan de salir al atrio exterior, al pueblo, se quitarán las vestiduras con que se hace el servicio y, dejándolas en las cámaras del santuario, se vestirán otro vestido para no santificar al pueblo con sus vestiduras. 20 No se raparán la cabeza ni dejarán crecer sus cabellos, motilando sus cabezas. 21 Ningún sacerdote beberá vino cuando haya de entrar en el atrio interior. 22 No tomarán por mujer ni viuda ni repudiada, sino virgen de la casa de Israel o viuda de sacerdote. 23 Enseñarán a mi pueblo a distinguir entre lo santo y lo profano y a discernir entre lo puro y lo impuro. 24 Juzgarán los pleitos conforme a mis leyes, y guardarán mis leyes y mis preceptos en cuanto a todas mis solemnidades, y santificarán mis sábados. 25 No entrarán a muerto alguno para no contaminarse; sólo por el padre o la madre, el hijo o la hija, el hermano o la hermana que no haya tenido marido, se contaminarán. 26 Después de su purificación contarán siete días, 27 y el día en que entren en el santuario, en el atrio interior, para oficiar en el santuario, ofrecerán su expiación, dice el Señor, Yahvé. 28 En cuanto a su heredad, seré yo; no les daréis posesión en Israel, pues su posesión seré yo. 29 Se alimentarán de las ofrendas, de los sacrificios por el pecado y por el delito, y será para ellos cuanto en Israel sea dado al anatema. 30 Las primicias de todos los primeros frutos de toda suerte, de cuanto ofreciereis, serán para los sacerdotes, y daréis también a los sacerdotes las primicias de vuestras masas, para que en vuestras casas repose la bendición. 31 No comerán mortecino alguno ni desgarrado, sea ave o bestia.

 

Sólo los descendientes de Sadoc, nombrado sumo sacerdote por Salomón en sustitución de Abiatar 18, tendrán la categoría de sacerdotes, por su fidelidad a Yahvé en medio de la apostasía general (v.15) 19. Sus funciones en el templo serán: poder entrar en el santuario, preparar las lámparas, ofrecer el incienso 20 y quemar los sacrificios sobre el altar, derramando la sangre. Pero tienen que atenerse a ciertas prescripciones rígidas, para resaltar más ante el pueblo el carácter sagrado de su ministerio excepcional. Tendrán que utilizar en sus funciones vestiduras de lino (ν.17), sνmbolo de pureza interna, siguiendo la prescripción mosaica21. Las ropas de lana, ordinariamente usadas, por el calor favorecían el sudor y, con ello, las impurezas rituales. Los sacerdotes, pues, cuando actúen como ministros en las puertas del atrio interior donde estaba el altar de los holocaustos, deben mantener la máxima pureza ritual. Deben ir cubiertos con una tiara, o turbante de lino, y también llevar calzones de la misma tela 22.

Y al terminar sus funciones sacerdotales deben despojarse de sus vestidos de ceremonia para no santificar al pueblo (v.19), es decir, comunicar cierto carácter sagrado al pueblo con el contacto de las vestiduras sagradas, y por ello inhabilitarle para ciertos trabajos profanos 23. La santidad era considerada como un fluido contagioso y peligroso. Yahvé era santo, y todo lo que tocaba lo santificaba, ocasionando algunas veces la muerte del que entraba en su atmósfera de santidad, que es como un aislante que le separa de lo profano y terrestre 24. Los sacerdotes debían, además, llevar los cabellos cortos 25, pues el rasurarse los cabellos o dejarlos demasiado largos era señal de luto 26, lo que no convenía a los que estaban entregados a las funciones sacrales. Mientras están en funciones en el templo, no deben probar el vino (v.21). En la ley mosaica, además, se añadía la prohibición de toda bebida que provocara la embriaguez. Y, por fin, Ezequiel impone una prescripción a los sacerdotes que antes era sólo obligatoria para el sumo sacerdote: que no pueden casarse con una viuda, a menos que lo sea de un sacerdote 27. Con ello quiere resaltar la pureza y categoría especial de los sacerdotes. Por otra parte, Ezequiel no habla, en su proyecto de la futura teocracia, del sumo sacerdote.

Finalmente, el profeta recuerda la otra gran misión de la institución sacerdotal: sus componentes deben enseñar la Ley, sobre todo lo concerniente a la distinción de las impurezas rituales. Ezequiel tiene una mentalidad ritualista y quiere ante todo inculcar el sentido de santidad y de consagración que debe presidir la vida israelita, simbolizada en la distinción de lo "puro e impuro." Los sacerdotes debían, además, dirimir los pleitos y litigios 28. Deben urgir el cumplimiento de la observancia del sábado y las solemnidades (v.24). Y, por otra parte, deben abstenerse de tocar cadáveres, pues éstos contagiaban su impureza al que se acercara a ellos. Sólo se les permite tocarlos cuando son de familiares muy próximos 29. Si se han contaminado con cadáveres, deben considerarse impuros durante siete días, y en el octavo ofrecer un sacrificio expiatorio de purificación (v.27).

Para su sostenimiento no les será adjudicada ninguna parcela de tierra, pues su posesión peculiar o patrimonio es Yahvé. Deben vivir de las ofrendas y sacrificios por el delito y por el pecado (v.29). También les pertenecerá lo que se declare "anatema" (jerem) o consagrado a Dios 30. También les estaban reservadas las primicias de los frutos de todo género: trigo, cebada, uvas, higos, aceitunas, granadas y miel 31, productos propios de Palestina. No se determinaba la cantidad, pero prácticamente solía ser la 1/50 parte de todos los ingresos agrícolas 32. Por fin, se especifica que los sacerdotes no deben comer nada mortecino o desgarrado (v.31), para evitar toda contaminación 33.

 

1 Cf. Ez 43.2SS. — 2 No hay fundamento alguno para ver analogía entre esta puerta y la "puerta santa" (babú ellu) del templo de Marduk, Esagil y Etemenanki, en Babilonia, que se abría sólo dos.dos veces al año PATRA sacar la estatua de Marduk. — Teodoreto: PG 81; San Ambrosio, De institutione virginis c.8 n.52; Tomás, Sum. Theol. III 28:3, sed contra. El texto de Ezequiel sólo se puede aplicar a la virginidad de María de un modo acomodaticio, pues nada en el contexto avala un sentido literal o típico. — 3 Cf. Lev 7:15; Dt 12:7.18. — 4 Cf. Jos 9:27; Dt 29:10; Lev 26:41. — 5 Los nethinim aparecen como clase distinta de los sacerdotes y levitas. Cf. i Crón 9:2; Neh 7:57.60; 11:3. — 6 Cf. Esd 2:43.55.58; 8:10 (dados por David a los levitas). — 7 Cf. Lev 3:11; 21:6.8; Jer 11:11; Mal 1:7. — 8 Cf. Lev 17:8; Núm 15:13. — 9 Cf. Ex 12:43. — 10 Cf. 2 Crón 6:32s. — 11 Antes, los representantes de cada familia ofrecían sus sacrificios como en los tiempos patriarcales. En Egipto y Babilonia existía ya en tiempos de Moisés una jerarquía sacerdotal, y sólo los que pertenecían a la clase sacerdotal podían ejercer actos de culto oficialmente. — 12 Cf. Núm 1:505; 3:53. — 13 Cf. Jos 13:33; 18,7; Núm 3:10; 17-18:1-7. — 14 Cf. Ex 28:1; 2 Grón 6:48-53; 1 Sam 2:28; 2 Crón 26:18. — 15 Cf. Núm 3:1-13. — 16 Cf. Lev 2:3.10. — 17 Cf. Lev 6:18; 17:1. — 18 C£ 1 Re 2:27.35. — 19 Sobre Sadoc cf. 2 Sam 15:355; 17:15-22; 1 Re 1:32-45. Sadoc descendía de Aarón por Eleazar (Núm 3:1-4), que heredó los poderes sacerdotales de Aarón (Núm 20,25-28). — 20 Cf. Lev c.1-7; 10,8-11; 12:7; 14; 17:555. — 21 Cf. Ex 28:39-43. — 22 Cf. 28:42; 39:28; Lev 6:3; Eclo 45:8. — 23 Cf. Ex 29:37; 30,29; Lev 6:18.27; Lev 21:1-8. — 24 Cf. Is 65:5. — 25 Cf. Lev 21:5.10. — 26 cf. Is 22:12; Jer 16:6; Ez 7:18. — 27 Cf. Lev 21:7.135. — 28 Los LXX añaden "pleitos de sangre," e.d., en los que se decidía sobre la vida o muerte de algún litigante (cf. Dt 21:1-2). Sobre los deberes de los sacerdotes en materia de enseñanza de la Ley cf. Lev 10,ios; Dt 17:85; 19:17; 21,is; Os 4:6; Ez 18,5; 20,20; Ag 2:11. — 29 Cf. Lev 21:1-4; Núm 6:6; 19:11-19; Lev 15:13.28. — 30 Jerem (que los LXX y la Vg traducen por anatema) significa "separado"; y es lo que ha sido separado o reservado a Dios en un botín. Era doble: "jerem de abominación," porque se destruía para que nadie pudiera participar de él (Jos c.6-7; Lev 27:29), y "jerem de ofrenda"), es decir, de oblación o dedicación de una cosa a Dios (Lev 27:28; Núm 18:14; Ez 44:29). De éste se trata aquí, pues los sacerdotes podían, según Ezequiel, participar de esta ofrenda hecha a Yahvé. — 31 Cf. Dt8:8. — 32 Según Schürer, éstos eran los ingresos materiales de los sacerdotes: en los sacrificios: a) las víctimas por los sacrificios de expiación, excepto en dos casos que se quemaba totalmente (Lev 5:13; 6:9.225; Núm 18:9-20); b) las víctimas de los sacrificios por el delito (Lev 7:6s; Núm 18:95); c) la mayor parte de las oblaciones, pues sólo una parte se esparcía sobre el altar; d) los doce panes de la proposición, que se cambiaban semanalmente; e) en los sacrificios pacíficos quedaban para los sacerdotes el pecho y el muslo derecho (Lev 7, 30-34; 10:14-15); f) la piel de las víctimas quemadas en holocausto. Cf. E. Schürer, Ge-schichte des jüdischen Volkes II (1898) 247 (4.a ed. 1909). — 33 Cf. Lev 17:15; 22:

 

 

45. Nueva distribución de la Tierra Santa.

El profeta distribuye idealmente la futura tierra de promisión. Después de describir el templo y las condiciones que deben cumplir los sacerdotes y levitas para hacer resaltar mejor la santidad del lugar y de sus funciones, asigna ahora una parte central del territorio israelita al templo, y en torno a éste la porción territorial de los sacerdotes y del príncipe. Después determina la tributación que se ha de seguir en la nueva teocracia para que nada falte al culto. Puede dividirse el capítulo en las siguientes perícopas: a) distribución territorial asignada al templo, a los sacerdotes, levitas, ciudad de Jerusalén y príncipe (1-8); b) exhortación al príncipe a no oprimir al pueblo; c) diezmos que pagará el pueblo al príncipe, el cual debe aportar lo necesario a los sacrificios (9-17); d) días de expiación y fiestas de Pascua y Tabernáculos (18-25).

 

Territorio asignado al templo, a los sacerdotes y a. los príncipes (1-8)

1 Cuando distribuyáis por suerte la tierra para poseerla, reservaréis una porción a Yahvé, que le consagraréis en la tierra, de veinticinco mil codos de largo y veinte mil de ancho *, que en todo su término en derredor será santa. 2 De ella será para el santuario un cuadro de quinientos por quinientos codos, que tendrá en torno un espacio libre de cincuenta codos. 3 De esa extensión la medirás, de un largo de veinticinco mil codos y un ancho de diez mil, y en ella quedará el santuario, el santísimo. 4 Esta porción santa de la tierra será para los sacerdotes, que se acercan a ministrar a Yahvé y servirá para sus casas y como lugar santo para el santuario. 5 Asimismo, veinticinco mil de largo y diez mil de ancho para los levitas que hacen el servicio de la casa, y en ella tendrán ciudad de habitación. 6 Para propiedad de la ciudad destinaréis cinco mil codos de ancho y veinticinco mil de largo, paralelamente a la porción santa reservada, que pertenecerá a la casa de Israel. 7 El príncipe tendrá su parte, lindando de ambos lados con la parte del santuario y la parte de la ciudad del lado occidental hacia occidente, y del lado oriental hacia el oriente, y de una longitud igual a una de las partes, desde la frontera occidental a la oriental. 8 Esta será su propiedad, su posesión en Israel, y así mis príncipes no oprimirán nunca más a mi pueblo y dejarán la tierra a la casa de Israel por sus tribus.

 

Ezequiel nos presenta en este capítulo una distribución simétrica y sistemática ideal de la nueva Tierra Santa. Se trata de una idealización utópica en función de ideas teológicas. El centro de la nueva Tierra de Promisión será el templo, morada de Yahvé.' Las tribus serán sistemáticamente distribuidas al norte y al sur del recinto sagrado. La nueva vida nacional debe ser teocrática en el sentido pleno y efectivo de la palabra; de ahí la presencia de Yahvé en el centro geográfico de Tierra Santa. Como la descripción es ideal, prescinde el profeta de las particularidades geográficas y demográficas. Primeramente nos presenta la parte central del territorio- — que será considerada como sagrada, reservada a Yahvé — , de 25.000 codos de larga (unos 13 km.) y 20.000 codos de ancho (unos 10 km.) 2.

Toda esta zona será considerada como santa (v.1), perteneciente a Yahvé. El centro de ésta estará reservada al santuario en una extensión de "quinientos por quinientos codos" (unos 250 X 250 metros, que es la extensión que nos dio en 42:15-20 para las dimensiones del templo). En torno a este sagrado recinto habrá "un espacio libre de cincuenta codos" (unos 25 m. largos). Dividiendo el rectángulo descrito (v.1) de 25.000 X 20.000 codos en dos partes a lo ancho, tenemos dos rectángulos adyacentes de 25.000 de largo por 10.000 de ancho (v.3). Uno de éstos es destinado a los sacerdotes (v.4), y en su centro está propiamente el templo 3. El otro rectángulo, al norte del anterior, está reservado a los levitas (ν.6). Paralela a la porción santa (v.6), al sur de la zona asignada a los sacerdotes, estará la parte reservada a la ciudad, de 25.000 codos de largo por 5.000 de ancho (unos 2:5 km.).

La porción asignada al príncipe se extiende al oriente y occidente de las zonas asignadas a los sacerdotes, levitas y ciudad (v.7). Su anchura es de 25.000 codos (13 km.), igual a la porción reservada a la zona consagrada. La parte, pues, reservada al príncipe estaba en el centro geográfico de Tierra Santa, dividiendo las tribus del norte de las del sur, como veremos a continuación. Además, la zona del príncipe estaba interrumpida por la zona sagrada, que forma un cuadrado. El profeta, con esta distribución, quiere simbolizar la fuerza teocrática de la nueva organización nacional y asentar que el príncipe no tiene derecho a apropiarse nada de las tribus, ya que tiene una posesión muy vasta y en el mejor lugar del país4.

 

Deberes y derechos tributarios del príncipe (9-17).

9 Así dice el Señor, Yahvé: ¡Basta, príncipes de Israel! Dejad la violencia y la rapiña" Haced juicio y justicia, no haya de parte vuestra exacciones sobre mi pueblo, dice el Señor, Yahvé. 10 Sean justas vuestras balanzas, justo vuestro "efá," justo vuestro "bat." 11 El "efá" y el "bat" sean de la misma medida, de suerte que el "bat" contenga un décimo del "jómer," y una décima parte del "jómer" el "efá." Uno y otro corresponderán al "jómer." 12 El "siclo," veinte "güeras." Los cinco siclos habrán de ser cinco; los diez, diez, y cincuenta siclos la "mina." 13 La ofrenda que reservaréis será ésta: un sexto de "efá" por "jómer" de trigo, y un sexto de "efá" por "jómer" de cebada. 14 Y la ley para el aceite, para el "bat" de aceite, ésta: la décima parte de un "bat" por "kor." Diez "batos" son el "jómer" 5, pues diez "batos" hacen un "kor." 15 De las reses, una por manada de doscientas de los pastos regados de Israel 6, para el sacrificio pacífico y para el expiatorio, dice el Señor, Yahvé. 16 Todo el pueblo de la tierra hará esta oblación al príncipe de Israel, 17 y cuenta del príncipe será dar el holocausto, la ofrenda y la libación en las fiestas, en los novilunios, en los sábados y en todas las solemnidades de la casa de Israel, y él ofrecerá el sacrificio expiatorio, la ofrenda, el holocausto y el sacrificio eucarístico para expiar la casa de Israel.

 

Los grandes responsables de la catástrofe de Israel fueron los magnates y los reyes de Israel. Con sus rapiñas y violencias sembraron la injusticia y la desesperación en el pueblo 7. En adelante deben los príncipes dar ejemplo de justicia, siendo escrupulosos en sus balanzas (v.9.), sin deformar su capacidad y el precio 8.

A continuación especifica concretamente el valor de cada medida de áridos y de líquidos. El jómer, equivalente a la carga de un asno (de ahí su nombre, que significa asno), contenía 392:8 litros. El efá es la medida de sólidos, equivalente al bat, medida de líquidos, las cuales valían la décima parte del jómer, es decir, 39,3 litros 9. El siclo (de sheqel: peso) era de oro o de plata. Este último equivalía a 14:200 gramos. El güera era la 1/20 parte del siclo 10. Cincuenta siclos valían una mina (v.12). El profeta urge que los valores reales y nominales deben corresponderse en los pesos y medidas. El pueblo debe contribuir al sostenimiento de los gastos del culto con 1/6 de efá (unos seis litros) por cada, jómer o kor (393:8 1.) u. De las reses ovinas, por cada 200 debían ofrecer una. Es bastante menos de lo que exigía la ley mosaica 12.

Estas ofrendas eran para los sacrificios "pacíficos y expiatorios"; en aquéllos había un banquete sacrificial con participación de los oferentes y sacerdotes. Todos los no levitas, el pueblo de la tierra (v.16), debían contribuir con estas ofrendas y diezmos. Por su parte, el príncipe es el encargado de proveer a toda clase de sacrificios, los holocaustos, en los que se quemaba toda la víctima sobre el altar; las ofrendas incruentas de frutos del campo y las libaciones de aceite que habían de derramarse sobre el altar 13, y esto no sólo en el sacrificio cotidiano, sino en los novilunios o neomenias (principio de cada mes), en los que había sacrificios específicos 14, y en las otras solemnidades, como la Pascua, Pentecostés y Tabernáculos 15.

 

Sacrificios en las principales solemnidades (18-25).

18 Así dice el Señor, Yahvé: El día primero del primer mes tomarás un novillo sin defecto y harás la expiación del santuario. 19 El sacerdote tomará de la sangre de la víctima expiatoria y la pondrá sobre los postes de la casa, y sobre los cuatro ángulos de la basa del altar, y sobre los postes de las puertas del atrio interior. 20 Y así harás también el día siete del mes 16 para los que pecan por ignorancia o por error, y así purificaréis la casa. 21 El día catorce del primer mes tendréis la Pascua. La fiesta durará siete días, y se comerá durante ellos pan ácimo. 22 Ese día ofrecerá el príncipe por sí y por todo el pueblo de la tierra un novillo en sacrificio expiatorio, 23 y durante los siete días de la fiesta ofrecerán en holocausto a Yahvé siete novillos y siete carneros sin defecto, cada uno de los siete días, y un macho cabrío en sacrificio expiatorio cada día. 24 Añadirá la ofrenda de un "efá" por toro, un "efá" por carnero y un "hin" de aceite por "efá." 25 El día quince del séptimo mes, en la solemnidad, ofrecerá durante siete días los mismos sacrificios expiatorios y la misma ofrenda con su aceite.

 

Los autores suelen hacer hincapié en las divergencias existentes entre las prescripciones de Ezequiel aquí expuestas y las tradicionales mosaicas. De nuevo tenernos que repetir que el gran profeta no hace sino idealizar el futuro culto en la nueva teocracia. Nunca sus prescripciones se pusieron por obra en contra de las tradicionales. Debemos, pues, atender al simbolismo que entraña la nueva organización propuesta por Ezequiel, como lo hemos hecho al estudiar la estructura del nuevo templo por él diseñado. El profeta habla de los futuros sacrificios siempre con la preocupación ritualista de la pureza.

El primero de todos es el del primer día del nuevo año (primero de Nisán: marzo-abril), en el que se debe sacrificar un novillo en expiación para purificar el templo. Se aspergerá con su sangre los postes o columnas que del atrio interior daban acceso al santuario, la basa del altar de los holocaustos 17 y las columnas de las tres puertas que introducen al atrio interior (v.19). Sobre el holocausto hablará en 46:6. El día séptimo del mismo mes se hará un sacrificio análogo por los pecados de ignorancia o error (v.20) del pueblo. Estos pecados son pecados materiales sin plena advertencia, en contraposición a los cometidos "con mano alzada"18. Difiere esta prescripción de la mosaica en cuanto que Ezequiel señala una fecha determinada para la expiación de los susodichos pecados posibles del pueblo, mientras que en la ley mosaica se prescribía, en general, que debía ofrecerse ese sacrificio expiatorio siempre que se cometieran esos pecados. Además, según la antigua Ley, en el sacrificio con el novillo había que ofrecer un macho cabrío 19.

La Pascua debía celebrarse el 14 de Nisán (marzo-abril), y durante siete días no debía comerse pan fermentado; el príncipe debía ofrecer en este día un novillo en expiación, y en cada uno de los días, siete novillos y siete carneros y un macho cabrío como expiación (v.23). Estos sacrificios debían ir acompañados de un efá de flor de harina (39 1.) 20 pOr cada novillo y otro tanto por cada carnero. Además, cada efá de flor de harina será acompañado de un hin (1/6 del bat, es decir, unos 6:5 L).

Tampoco aquí coinciden las prescripciones de Ezequiel con las mosaicas 21. Vemos, pues, que el profeta, aunque trabaja con datos de la tradición, los cambia a su gusto, según el sentido simbólico que les quiere dar. Ezequiel no dice nada de los corderos que cada familia sacrificaba en la cena del 14 de Nisán 22.

 

1 Leemos con los LXX veinte mil, con preferencia al TM, que lee diez mil, pues la parte reservada a los levitas también es santa. — 2 Algunos autores, como Spadafora, interpretan estas cifras de cañas de medir, y no de codos. Con lo que las dimensiones serían seis veces mayores de las que hemos expuesto, pues la caña valía seis codos. La mayoría de los autores prefieren leer codos, aunque el TM no dice ni codos ni cañas. — 3 Los LXX leen: "y será un lugar para cosas puestas aparte por su santidad." Falta "será una parte santa" en el griego. — 4 Cf. Miq 2,iss; 3,Qss; 6:10-11. — 5 "Diez batos hacen un jómer" falta en los LXX. — 6 La traducción "pastos regados" no es segura. — 7 Cf. Jer 6:7; 20:8; Am 3:10; Hab 1:3; 1 Re 21; Is s,8s. — 8 La frase del v.10 aparece en Lev 19,36; cf. Dt 25:13-15; Miq 6:10-11; Prov n,i; 16,ι ι; 2θ,ιο. — 9 La equivalencia de estas medidas susodichas hebreas con las nuestras fluctúan según los autores. Así, el jómer (el imeru asirio) equivale, según Kortleitner, a 364:4 litros. El jómer aparece reiteradamente en la Biblia (cf. Lev 27:16; Núm 11:32; Is 5:10; Os 3:2). Los LXX traducen por κόρος. — 10 El güera es el όβολος de los LXX (cf. Am 8,5; Ex 30:13; Lev 27:25; Nϊm 3:47; 18:48). El sido es el σίκλοs de los LXX, que tambiιn traducen por διδράχμον. La mina es el maneh del hebreo, que es transcrito por los LXX μνα. Sobre el valor de estas medidas vιase el artículo Medidas, pesos, monedas en "Verbum Dei," I p.272ss (Barcelona 1956). — 11 El jómer y el kor son equivalentes; el primero era medida de áridos, y el segundo de líquidos. — 12 Cf. Lev 27:32; los LXX en el texto de Ezequiel leen diez en vez de doscientos. — 13 Cf. Lev 23:13-18; Núm 6:15. — 14 Cf. Lev 23:24; Núm 10:10. — 15 Cf. Lev 23:2; Núm 15:3. — 16 Los LXX traducen "en el mes séptimo." El TM dice lit. "en el séptimo, en el mes." — 17 Cf. £243:20. — 18 Cf. Núm 15:30; Lev 4:2; Núm 15:22-27. — 19 Cf. Núm 15:24. — 20 Cf. Núm 28,5; 15:4; 28,5. — 21 Según Núm 28:19-22: "en el primer día se ofrecerían en holocausto dos novillos, un carnero y siete corderos de un año." — 22 Cf. Ex 12:6s.

 

 

46. Ofrendas del Príncipe. Inalienabilidad de su territorio.

Siguen las prescripciones relativas a las obligaciones del príncipe en materia de ofrendas y las regulaciones sobre la participación de los laicos en el culto. Puede dividirse el capítulo en tres partes: a) contribuciones a los diferentes sacrificios (1-15); b) posesión territorial del príncipe (16-18); c) descripción de los lugares donde los levitas preparaban los sacrificios (19-24).

 

Ofrendas del príncipe (1-15).

1 Así dice el Señor, Yahvé: La puerta del atrio interior del lado de oriente estará cerrada los seis días de trabajo, pero se abrirá el día del sábado y en los novilunios. 2 El príncipe entrará por el vestíbulo de la puerta exterior y se estará junto a las jambas de la puerta; los sacerdotes ofrecerán sus holocaustos y sus sacrificios eucarísticos, y él se prosternará en el umbral de la puerta; luego saldrá, y la puerta no se cerrará antes de la tarde. 3 El pueblo de la tierra se prosternará ante Yahvé a la entrada de esta puerta los sábados y los novilunios. 4 El holocausto que el príncipe ofrecerá a Yahvé los sábados será de seis corderos sin defecto y un carnero sin mácula, 5 y su ofrenda de un "efá" por el carnero y de lo que él quiera por los corderos, con un "hin" de aceite por "efá."6 En los novilunios ofrecerá un novillo sin defecto, seis corderos y un carnero sin defecto, 7 y su ofrenda será de un "efá" por el novillo, un "efá" por el carnero y lo que él pueda por los corderos, y un "hin" de aceite por "efá." 8 Cuando el príncipe entre, entrará por el vestíbulo de la puerta, y por el mismo camino saldrá. 9 Pero, cuando el pueblo de la tierra se presente ante Yahvé en las solemnidades, el que entre por la puerta del norte para prosternarse, saldrá por la puerta del mediodía, y el que entre por la puerta del mediodía saldrá por la puerta del norte; no se saldrá por la puerta por donde se entró, sino que se saldrá por la opuesta. 10 El príncipe entrará con ellos cuando entren y saldrá con ellos cuando salgan. 11 En las fiestas y en las solemnidades, la ofrenda será de un "efá" por el novillo, un "efá" por el carnero y lo que pueda por los corderos, con un "hin" de aceite por "efá." 12 Si el príncipe ofreciere a Yahvé un holocausto voluntario o un sacrificio eucarístico voluntario, se le abrirá la puerta del lado de oriente y ofrecerá su holocausto y su sacrificio eucarístico, lo mismo que en los sábados, y luego saldrá, y cuando haya salido se cerrará la puerta. 13 Ofrecerás cada día en holocausto a Yahvé un cordero primal sin defecto, todas las mañanas, 14 y todas las mañanas añadirás la ofrenda: un sexto de "efá" y un tercio de "hin" de aceite para amasar la harina. Esta es la ofrenda a Yahvé, ley perpetua para siempre. 15 Se ofrecerá todas las mañanas el cordero y la ofrenda con el aceite como holocausto perpetuo.

 

Durante los días laborables estaba cerrada la puerta oriental que daba acceso al atrio interior (la del atrio exterior debía estar siempre cerrada). Los sábados y primeros de mes, novilunios, se abrirá aquélla para que entre únicamente el príncipe. Debe permanecer en el vestíbulo de dicha puerta, sin entrar en el atrio interior, y desde allí asistir al sacrificio de las víctimas que los sacerdotes inmolarán sobre el altar de los holocaustos (v.2). Como es laico, no puede entrar en la zona reservada a los sacerdotes durante las funciones. El pueblo de la tierra 1, o la masa laical popular, ebe permanecer en el atrio exterior (ν.3). El prνncipe, por su parte, debe ofrecer especiales sacrificios los sábados: seis corderos y un carnero con la oblación de un efá de harina (39 1.) por el carnero, y otra cantidad, según sus posibilidades, por los corderos, y un hin de aceite (6:5 1.) por efá (v.5). En los días primeros de mes, novilunios, debe ofrecer un novillo, más lo que ofrecía los sábados (v.7). Estas prescripciones son diferentes de las tradicionales mosaicas 2.

Se señala que el príncipe no debe pisar el atrio interior, y, por tanto, que debe salir por la puerta que entró, sin sobrepasar el umbral (v.8). El pueblo de la tierra, en cambio, no debe salir por la puerta que entró (v.9): el que entró por la puerta norte debe salir por la del sur, y viceversa. La puerta oriental permanecía siempre cerrada. Y el príncipe debe entrar al mismo tiempo que el pueblo (v.10). En las gestas y solemnidades se ofrecerá un efá de harina (39 1.) por el novillo, otro por el carnero; una parte prudencial libre por los corderos, y un hin de aceite (6:5 1.) por cada efá. Estos eran sacrificios reglamentarios obligatorios; pero, además, se podían ofrecer otros espontáneamente 3. En ese caso, el príncipe entrará por la misma puerta oriental, que se abría los sábados, y saldrá como está prescrito para esos días (v.12). Además, debía ofrecerse el sacrificio perpetuo o cotidiano1: todas las mañanas se ofrecerá un cordero en holocausto y un sexto de efá (6:5 1.) de flor de harina 5. Nada se dice del holocausto de la tarde, como se prescribía en la legislación mosaica 6.

 

Inalienabilidad de la posesión territorial del príncipe. (16-18)

16 Así dice el Señor, Yahvé: Si el príncipe hiciera a uno de sus hijos un don tornado de su heredad, el don pertenecerá al hijo y será propiedad suya como heredad. 17 Pero si el don tornado de su heredad lo hace a uno de sus servidores, le pertenecerá a éste hasta el año de remisión; luego volverá al príncipe, y su heredad será de sus hijos. 18 No podrá tomar el príncipe nada de las heredades del pueblo, despojándolos de su posesión. De lo suyo heredará a sus hijos, para que mi pueblo no salga de la heredad de cada uno.

 

El profeta quiere evitar los antiguos abusos de la monarquía, prohibiendo al príncipe que enajene sus bienes y que tome de los bienes de sus subditos. Sólo podrán heredarle legítimamente sus hijos, de forma que, si el príncipe cedió alguno de sus bienes a sus subditos, éstos disfrutarán de la posesión sólo hasta el año de remisión (v.17), es decir, sólo podrán usufructuarlo durante siete años, ya que cada siete años tenía lugar el año de remisión1. Es el año de la emancipación de los esclavos. De este modo se salva perpetuamente la división del territorio hecha en principio, y el príncipe siempre tendrá lo que se le asignó y no se verá obligado por la necesidad a apropiarse de los bienes de sus subditos.

 

Las cocinas del templo (19-24).

19 Metióme luego por la entrada que está al lado de la puerta, en las cámaras santas destinadas a los sacerdotes, hacia el norte, y vi que había un lugar en el fondo del lado de occidente, 20 y me dijo: Ese es el lugar donde los sacerdotes harán cocer la carne de los sacrificios por el delito y por el pecado y donde se cocerán las ofrendas para no llevarlas al atrio exterior, santificando al pueblo. 21 Llevóme luego al atrio exterior, y me hizo pasar por los cuatro ángulos del atrio, y vi que a cada ángulo del atrio había un patio 22 de cuarenta codos de largo y treinta de ancho, todos cuatro de las mismas medidas en cada uno de los cuatro ángulos, 23 y en todos ellos había en torno una pared y abajo fogones alrededor de las paredes, 24 y me dijo: Estas son las cocinas donde los servidores de la casa cocerán el sacrificio del pueblo.

 

Los departamentos dedicados a cocer las carnes de ciertos sacrificios, los de expiación y por el delito, estaban al occidente (v.19). Este fragmento parece fuera de lugar en este capítulo, y más bien encaja a continuación de 42:14. Se da la razón de por qué el cocimiento de dichas carnes se hacía en lugar aparte: para no santificar al pueblo, que está en el atrio exterior, es decir, comunicarle la santidad inherente a dichas víctimas destinadas al sacrificio, inhabitándolos para los actos profanos de la vida cotidiana 8.

Las cocinas para las carnes que ofrecían los laicos están dispuestas en cuatro pequeños atrios en los cuatro ángulos del templo (v.21). Son de unos 20 metros de largo por unos 15 de ancho (v.22), y a lo largo de la pared estaban los fogones con el instrumental necesario. Allí cocían los del pueblo las carnes que les pertenecían de los sacrificios. Esos fogones debían de ser unas piedras distribuidas debidamente para colocar sobre ellas la olla que se había de calentar. Los servidores de la casa que intervienen en estas faenas son los levitas 9, dedicados a servicios auxiliares en el recinto del templo, como ayudantes de los sacerdotes, y entre ellos este de preparar las carnes a los laicos que celebraban sus banquetes familiares en determinados sacrificios 10.

 

 

47. La Fuente del Templo. Las fronteras del Nuevo Israel.

Podemos dividir este capítulo en tres secciones bien claras: a) la descripción del torrente que sale del templo y se dirige por el desierto hasta el mar Muerto, vivificando la región y las aguas de éste (1-12); b) fronteras de la nueva tierra de promisión (13-21); c) ordenaciones sobre la buena acogida de los extranjeros que habiten en la Tierra Santa (22-23).

 

El torrente que sale del nuevo templo (1-12).

1 Llevóme luego otra vez a la entrada del templo, y vi que debajo del templo, al oriente, brotaban aguas, pues la fachada del templo estaba al oriente, y las aguas descendían debajo del lado derecho del templo, del mediodía del altar. 2 Me llevó por el camino de la puerta septentrional y me hizo dar la vuelta por fuera hasta el exterior de la puerta oriental, y vi que las aguas salían del lado derecho. 3 Al salir hacia oriente llevaba aquel varón en la mano un corderillo, y midió mil codos, y me hizo atravesar las aguas; llegaban hasta los tobillos. 4 Midió otros mil, y me hizo atravesar las aguas; llegaban hasta las rodillas. Midió otros mil, y me hizo atravesar las aguas; llegaban hasta la cintura. 5 Midió otros mil, y era ya un río, que me era imposible atravesar, porque las aguas habían crecido y tenían que pasarse a nado; era un torrente que no podía atravesar. 6 Díjome: ¿Has visto, hijo de hombre? Luego me hizo volver siguiendo la orilla del río. 7 Y entonces vi que en una y otra parte había en la ribera muchos árboles, 8 y me dijo: Hijo de hombre, estas aguas van a la región oriental, bajan al Araba y desembocan en el mar, en aquellas aguas pútridas, y éstas se sanearán. 9 Y todos los vivientes que nadan en las aguas, por dondequiera que entre este río, vivirán, y el pescado será allí abundantísimo, porque, al llegar estas aguas, las del mar se sanearán y los peces tendrán vida hasta donde llegue el río. 10 Junto a sus orillas estarán los pescadores, y desde Engadi hasta En-Eglayim será un tendedero de redes, y por sus variadas especies será el pescado tan numeroso como los del mar Grande. n Sus charcas y sus lagunas no se sanearán, serán dejadas para salinas. 12 En las riberas del río, al uno y al otro lado, se alzarán árboles frutales de toda especie, cuyas hojas no caerán y cuyo fruto no faltará. Todos los meses madurarán sus frutos, por salir sus aguas del santuario, y serán comestibles, y sus hojas, medicinales.

 

El horizonte grandioso de la visión de Ezequiel se va completando con este cuadro idílico, en el que la mísera tierra palestiniana aparecerá transformada. El centro geográfico de la nueva Tierra Santa es el templo, donde habita Yahvé. De él irradiará toda bendición en el orden espiritual y material. Su poder bienhechor será tan grande, que podrá transformar las estepas calcinadas del desierto de Judá y las fétidas aguas del mar Muerto. El profeta asiste imaginariamente a la vivificación de aquellas tierras. Su guía le lleva de nuevo a la entrada del templo para que asista a un espectáculo grandioso: del lado oriental del recinto sagrado brotaba un caudaloso torrente, que sale del lado derecho del templo (v.1), es decir, de la pared lateral del templo que da hacia el sur. Allí está la famosa fuente de Gihón, llamada hoy de la Virgen. En efecto, sus aguas parecen venir de la misma montaña donde está la gran explanada del templo. Ezequiel, pues, trabaja con la imaginación, idealizando las situaciones, pero basado en ciertos datos topográficos reales.

En la descripción del profeta surgen las aguas del altar de los holocaustos, que está en el centro del atrio interno. El profeta salió del atrio por la puerta septentrional, pues la oriental, mejor situada para contemplar el curso de las aguas, estaba cerrada, y, dando un rodeo, se colocó fuera del atrio exterior frente a la puerta oriental. Desde allí podía contemplar el espectáculo maravilloso: las aguas salían del lado derecho o meridional de dicha puerta. El guía que lleva la cuerda de medir le hace andar mil codos (525 m.), y allí le invita a entrar en el torrente para que constate la cantidad de agua que lleva. Por ahora es modesta, pues llega sólo hasta el tobillo (v.3). Mil codos más allá ya llegaba a las rodillas, y mil más allá llegaba hasta la cintura (v.4). Mil codos más allá en dirección del mar IVluerto, el profeta no puede pasar por la cantidad de agua que lleva el torrente (v.5).

Volviendo sobre sus pasos, Ezequiel se da cuenta de la fertilidad que ha surgido con las aguas, pues a ambos lados hay abundancia de árboles (v.7). El guía le explica, sin seguir más, que el río surgido en el templo se dirige hacia la región esteparia del Araba (v.8), la depresión que, descendiendo por el Jordán y mar Muerto, llega hasta el golfo de Elán. Al llegar al mar Muerto, llamado así por la carencia de vivientes en él a causa de las emanaciones bituminosas y sulfurosas de su fondo, las aguas se sanearán, poblándose de toda clase de peces, como el mar Grande o Mediterráneo (v.10). La abundancia de peces será tal, que desde En-gadi 11, a la mitad de la orilla occidental del mar Muerto, hasta En-Eglayim (v.10), en la desembocadura del Jordán 12, se extenderá un tendedero de redes de los muchos pescadores que allí trabajarán. Y, aparte de esta riqueza piscícola, estarán las salinas que abundarán en las numerosas charcas y recodos del río.

La idealización llega a su colmo al decir que los árboles que crezcan a las orillas del torrente darán doce frutos al año, según los doce meses, y hasta sus hojas servirán para preparados medicinales. Es el nuevo Edén de la nueva teocracia hebrea. Ezequiel no podía presentar nada más atrayente a los ojos de los pobres exilados.

 

Las fronteras de la nueva Tierra Santa (13-20).

13 Así dice el Señor, Yahvé: Estas son las fronteras de la tierra que distribuiréis a las doce tribus de Israel; a José una parte doble. 14 Cada uno de vosotros tendrá su parte igual que la de los otros, de lo que yo, alzando mi mano, juré dar a vuestros padres, y ésta será la tierra de vuestra heredad. 15 Estas, pues, serán las fronteras: del lado del norte, desde el mar Grande, camino de Jetlón, hasta llegar a Sedad, 16 Jamat Berota, Sibraim, entre la frontera de Damasco y la frontera de Jamat; Jaser-Enón, en la frontera de Haurán. 17 Así la frontera correrá desde el mar hasta Jaser-Enón, dejando al norte el territorio de Damasco al lado de la frontera de Jamat. Esta es la frontera septentrional. 18 Del lado de oriente, la frontera entre Haurán, Damasco, Galaad y la tierra de Israel será el Jordán; mediréis desde el confín hasta el mar Oriental hasta Tamar 13. Esta es la frontera oriental. 19 Del lado del sur, al mediodía, desde Tamar hasta las aguas de Meribat-Qades, en la dirección del torrente hasta el mar Grande. Esta es la frontera meridional, la del mediodía. 20 Del lado de occidente, la frontera será el mar Grande hasta frente a Jamat. Esta es la frontera occidental.

 

La distribución de Tierra Santa será en partes iguales. Gomo la tribu de Leví no tenía porción, se compensaba dando el doble a José (ν.13) para sus dos hijos Efraνm y Manases. Los límites septentrionales son iguales a los señalados en Núm 37,yss: desde el mar Mediterráneo hasta Jaser-Enón (v.16), que se ha querido identificar con el actual el-Hedar, al pie del Hermón, cerca de las fuentes del Jordán. Los autores no convienen en la identificación de los nombres que nos da el texto, y hay dos corrientes de opinión, pues unos toman la línea de demarcación septentrional en una zona alta que parte del centro del Líbano hacia Trípoli, pasando por Damasco 14; en cambio, otros creen que la frontera señalada por Ezequiel hay que buscarla no más arriba del norte de Galilea 15. La demarcación oriental de Tierra Santa parte de la zona de Damasco y desciende por el Jordán, el mar Muerto, el Araba hasta Tamar 16. La delimitación meridional parte de esta última localidad, atraviesa el Negueb por Qades y llega al Mediterráneo o mar Grande (v.iq) 17. La frontera occidental se limita por el Mediterráneo desde la región indicada hasta Jamat, en la alta Siria.

 

Protección de los extranjeros (21-23).

21 Partiréis esta tierra entre vosotros, según las tribus de Israel, 22 y echaréis suertes sobre ella para heredad vuestra y de los extranjeros que entre vosotros peregrinan y entre vosotros han engendrado hijos, pues los tendréis como naturales entre los hijos de Israel, y entrarán en suerte con vosotros para heredarse entre las tribus de Israel. 23 En la tribu en que peregrinare el extranjero, en ella le daréis su heredad, dice el Señor, Yahvé.

 

Este fragmento relativo a los extranjeros interrumpe la ilación natural entre el v.21 de este capítulo y el primero del siguiente. Muchos críticos lo consideran adición posterior en tiempos en que el universalismo religioso tenía más cabida en la mentalidad israelita, como se refleja en el libro de Joñas y en el de Job. Sin embargo, ya en la tradición mosaica había una ley que protegía a los extranjeros. Así se dice en el Levítico: "Si viene un extranjero para habitar en vuestra tierra, no le oprimáis; tratad al extranjero que habita en medio de vosotros como al indígena de entre vosotros: amale como a ti mismo, porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto" 18. La recomendación no puede ser más bella y generosa. Esta tenue tradición universalista existió en toda la historia de Israel y fue creciendo en los años de la literatura sapiencial después del exilio.

 

1 Se llama así al pueblo en general, en contraposición a los de la tribu de Leví, porque tenían todos una porción de tierra asignada en propiedad; en tiempos de Cristo tenía un sentido despectivo; equivalía a ignorantes de la Ley. — 2 Según Núm 28:9, en el sábado sólo dos corderos, además de los dos del sacrificio cotidiano. — 3 Cf. Lev 7:16; 22:18.21; Am 4:5. — 4 Cf. Ex 29:38-42. — 5 Cf. Lev 2:1; 1 Re 5:2. — 6 Cf. Núm 28:3.5. — 7 Cf. Is 61:1; Jer34:8.15ss. — 8 Cf. Ez 44:19. — 9 Cf. 44:11. — 10 Cf. Lev 7:15-18; 22:28-30; Dt 27:7- — 11 Es el actual Ain-gido, "fuente del cabrito." — 12 Cf. Abel, Géog. II 3163. La localización es dada por San Jerónimo. Parece ser la actual Aín Η agνa. — 13 Hasta Tamar es generalmente intercalada, siguiendo algunas versiones, como la siríaca. Un simple cambio de letras en el TM nos da Tamar, que encaja bien en el contexto como término sur, según se ve en el verso siguiente. — 14 Los que sostienen una demarcación alta, es decir, desde Trípoli a Homs, hacen las siguientes identificaciones: Jetlón, el actual Heitela, al este de Trípoli. Jamat, la actual Jama, a 50 kms. al norte de Homs. Sedad, la actual Sadad, al sudeste de Homs. Berota, la actual Bereitan, al sudeste de Baalbek. Sibraim, el actual Someriye, al este del lago de Homs. Jauran, la actual Hawarin, al este de Sadad, en el camino de Damasco a Palmira. Cf. abel, o.c., I 301-304. — 15 Según esta opinión, las identificaciones geográficas serían: Jetlón, el actual Adían, al sur de Sarepta, entre Tiro y Sidón: Aiterun, en la Galilea superior. Las otras identificaciones son más difíciles en esta segunda opinión. — 16 Tamar se suele identificar con Jasón-Tamar, entre Cades y Sodoma, al sur del mar Muerto. Cf. abel, o.c., I 304-306. — 17 Qades es el actual Ain Qedeis (Núm 20:1-13). Cf. Abel, ibid., I 301. El torrente es el famoso "torrente de Egipto," el actual Wady el-Aris, la primera ciudad egipcia. Llamado en Am 6:14 torrente de la estepa, y en los documentos cuneiformes najal Musur (río de Egipto), equivalente al najal Misrayim de la Biblia. Cf. Abel, o.c., I 301. — 18 Cf. Lev 19,33-34·

 

 

48. Repartición del País. Las doce puertas de Jerusalen.

Idealmente, el profeta reparte la tierra de Palestina, prescindiendo de todos los accidentes geográficos. Desde el norte al sur, el país es dividido en doce tiras corno en un papel, teniendo como centro la zona religiosa reservada al templo y a los de la tribu de Leví. Las tribus están distribuidas siete al norte de la zona sagrada y siete al sur, sin que ninguna quede en TransJordania, como en la antigua repartición de Josué. La distribución es totalmente convencional y simbólica. Las más próximas al centro, privilegiadas como cercanas al templo, son Juda, heredera de las promesas mesiánicas, que tuvo la dirección en la época de David y de Salomón 1, y Benjamín, por la predilección de Jacob por su epónimo 2. Las tribus más extremas son las provenientes de las esclavas de Jacob: Dan, Neftalí, hijos de la esclava de Raquel; Aser y Gad, hijas de Lía 3. Todas las tribus tendrán sustancialmente los mismos derechos y serán iguales, descartándose los privilegios conquistados por la fuerza.

 

Las tribus septentrionales (1-7).

1 Estos son los nombres de las tribus, partiendo de la frontera septentrional, a lo largo del camino de Jetlón, que lleva a Ja-mat, hasta Jaser-Enón, dejando al norte la frontera de Damasco, a lo largo de Jamat: Dan, una parte. 2 Junto a Dan, desde el lado de oriente hasta la orilla del mar, Aser, una parte. 3 Junto a Aser, desde el lado de oriente hasta la orilla del mar, Neftalí, una parte. 4 Junto a Neftalí, desde el lado de oriente hasta el mar, Manases, una parte. 5 Junto a Manases, desde el lado de oriente hasta el mar, Efraím, una parte. 6 Junto a Efraím, desde el lado de oriente hasta la orilla del mar, Rubén, una parte. 7 Junto a Rubén, desde el lado de oriente hasta la ribera del mar, Judá, una parte.

 

La enumeración empieza por la frontera norte, determinada en el capítulo anterior 4. La enumeración es reiterada y cansina. Todas las tribus tienen una parte igual, es decir, una franja que va desde la frontera oriental al mar Mediterráneo. No se especifica la anchura de la franja territorial.

 

La parte central sagrada y del príncipe (8-22).

8 Junto a Judá, desde el lado de oriente hasta la orilla del mar, estará la porción que reservaréis de veinticinco mil codos de ancho, y larga cuanto cada una de las partes de oriente a occidente, y en medio de ella estará el santuario. 9 La porción que reservaréis para Yahvé tendrá veinticinco mil codos de largo y diez mil de ancho. 10 Esta porción pertenecerá a los sacerdotes y será santa, veinticinco mil codos por el norte, diez mil codos de anchura al occidente, diez mil de anchura al oriente y veinticinco mil de longitud por el mediodía, y en medio de ella estará el santuario de Yahvé. 11 Pertenecerá a los sacerdotes consagrados, a los hijos de Sadoc, que hicieron el servicio en mi santuario y no se descarriaron, como se descarriaron los levitas cuando se descarriaron los hijos de Israel. 12 Les pertenecerá como porción santísima reservada de la porción de tierra que se reserva, al lado de la de los levitas. 13 Los levitas tendrán, paralelamente al límite de los sacerdotes, veinticinco mil codos de largo y diez mil de ancho, veinticinco mil en toda la longitud y diez mil en la anchura. 14 No podrán vender ni permutar nada ni exportar las primicias de la tierra, porque están consagradas a Yahvé. 15 Los cinco mil codos restantes, en la anchura de los veinticinco mil, serán profanos, para la ciudad, para las casas y los alrededores; la ciudad estará en medio. 16 Estas serán sus medidas: a la parte del norte, cuatro mil quinientos codos, y cuatro mil quinientos codos a la parte del mediodía; a la parte de oriente, cuatro mil quinientos codos, y cuatro mil quinientos codos a la parte de occidente. 17 El contorno de la ciudad será: al norte, de doscientos cincuenta codos, y de doscientos cincuenta al mediodía; al oriente, de doscientos cincuenta codos, y de doscientos cincuenta al occidente. 18 Lo que queda de longitud delante de la porción santa, diez mil codos al oriente y diez mil al occidente, los que quedan, serán para que de su producto se mantengan los que trabajan para la ciudad. 19 La labrarán los operarios de la ciudad, tomados de entre todo Israel. 20 La parte reservada tendrá en conjunto veinticinco mil codos por veinticinco mil, y para propiedad de la ciudad tomaréis la cuarta parte de la porción consagrada. 21 De lo que queda a ambos lados de la porción santa y de la propiedad de la ciudad, a lo largo de los veinticinco mil codos de la porción santa hasta el oriente, y a occidente a lo largo de los veinticuatro mil codos hacia la frontera occidental, paralelamente a las partes, será para el príncipe. Eso será lo del príncipe; así, la porción santa y el santuario estarán en el medio. 22 De este modo, la parte del príncipe será la comprendida desde la porción de los levitas y la porción de la ciudad, entre el límite de Judá y el límite de Benjamín.

 

Junto a la tribu de Judá está la zona sagrada reservada a Yahvé para su templo y para sus sacerdotes y levitas. La parte sagrada y la ciudad es un cuadrado de 25.000 codos de lado (v.8). Este cuadrado se divide en tres rectángulos. El recinto sagrado propiamente tal comprende 25.000 codos de largo y 20.000 de ancho. En el centro está el templo (v.11). Este rectángulo está destinado a los sacerdotes, descendientes de Sadoc 5. Al norte del rectángulo asignado para los sacerdotes está la parte que les corresponde a los levitas, en todo igual a la de aquéllos (ν.13). No podrαn enajenar nada de su territorio. Está consagrado a Yahvé, y, por tanto, no pueden desprenderse de las primicias de la tierra, o parte más selecta del territorio. Al sur de la parte asignada a los sacerdotes hay un rectángulo más reducido, de 25.000 codos de largo por 5.000 de ancho (unos 12:5 km. de largo por 2:5 de ancho), que está reservado a la ciudad (v.15). La ciudad propiamente tal forma un cuadrado de 4.500 codos de cada lado (unos 2:5 km.) (v.16) y estará rodeada de una zona libre de 250 codos de cada lado (unos 125 m.). Sumando estas medidas a las anteriores, tenemos los 5.000 codos del v.15.

Esa zona libre tenía por fin separar la ciudad de la zona sagrada. La parte que queda fuera del perímetro de la ciudad, tocando con la porción santa (10.000 codos al oriente y otros tantos al occidente: unos cinco km. en cada parte), estará reservada para proveer a la alimentación de la ciudad (v.18). Los componentes de la ciudad pertenecerán a todas las tribus de Israel (v.19). El conjunto de las partes reservadas a los sacerdotes, los levitas y la ciudad es un cuadrado de 25.000 codos de largo por otro tanto de ancho (unos12:5 km. de lado), y para la ciudad se reservará sólo la cuarta parte. Lo que queda al oriente y al occidente de la parte central, reservada a Dios (sacerdotes, levitas y ciudad), será reservado al príncipe (v.21). La zona, pues, de éste se extiende desde el cuadrado central asignado a Yahvé hasta el Jordán, y de aquél hasta el Mediterráneo. Y en cuanto a lo ancho, está limitada por las tribus de Judá y de Benjamín (v.22).

 

Distribución de la Tierra Prometida según Ezequiel.

Dan

Aser

Neftalí

Manases

Efraim

Rubén

Juda

Porción del Principe

Porción de los Levitas

Porción de los Sacerdotes

Porción del Principe

Benjamín

Simeón

Isacar

Zabulón

Gad

 

Las tribus meridionales (23-29).

23 He aquí las otras tribus: Desde el oriente hasta la orilla del mar, Benjamín, una parte. 24 Al lado de Benjamín, desde oriente a la orilla del mar, Simeón, una parte. 25 Al lado de Simeón, desde oriente hasta el mar, Isacar, una parte. 26 Al lado de Isacar, desde oriente hasta el mar, Zabulón, una parte. 27A1 lado de Zabulón, desde oriente hasta el mar, Gad, una parte. 28 Al lado de Gad, al lado meridional, hacia el mediodía, correrá la frontera desde Tamar hasta las aguas de Meribat-Qades, a lo largo del torrente hasta el mar Grande. 29 Tal es la tierra que partiréis en heredad a las tribus de Israel, y tales sus partes, dice el Señor, Yahvé.

 

Después de describir la zona central, el profeta termina la repartición asignando a las tribus restantes su heredad. La enumeración empieza por Benjamín, como más próxima a la zona sagrada, por ser la de mayor relieve entre todas, después de la de Judá, en las bendiciones de Jacob. Parte de la tribu de Benjamín había quedado vinculada al reino de Judá. Por otra parte, Jerusalén, donde había de estar el templo, está enclavada en los límites de las tribus de Judá y de Benjamín en la antigua repartición de tribus. Debían, pues, mantener su proximidad a la zona sagrada.

 

Las doce puertas de la ciudad (30-35).

30 Estas serán las salidas de la ciudad: al lado del norte medirá cuatro mil quinientos codos. 31 Las puertas de la ciudad tendrán los nombres de las tribus de Israel. Tendrá al norte tres puertas: una la puerta de Rubén, otra la puerta de Judá, y la otra la puerta de Leví. 32 Al lado oriental, cuatro mil quinientos codos y tres puertas: una la puerta de José, otra la puerta de Benjamín y otra la puerta de Dan. 33 Del lado del mediodía medirá cuatro mil quinientos codos y tendrá tres puertas: la puerta de Simeón, una; la puerta de Isacar, una; la puerta de Zabulón, una. 34 Del lado de occidente, cuatro mil quinientos codos y tres puertas: la puerta de Gad, una; la puerta de Aser, una; la puerta de Neftalí, una. 35 El perímetro, dieciocho mil codos, y el nombre de la ciudad será desde aquel día "Yahvé allí."

 

El cuadrado de la ciudad tendrá 12 puertas, nombradas según las doce tribus de Israel. Sobre esta descripción ideal se basa la descripción del Apocalipsis 6. El orden de los nombres de las tribus es diferente del de la enumeración arriba dada en la repartición del territorio. Como los habitantes de la ciudad pertenecerán a todas las tribus de Israel, de ahí que la ciudad tenga una puerta para cada tribu. Todo en la descripción de Ezequiel es artificial y simbólico. No habla de muralla protectora de la ciudad, aunque se suponga en el hecho de que tenga puertas. El perímetro de la ciudad era de 18.000 codos (unos nueve km. largos en total). Ezequiel tiene preferencia por lo geométrico, y esto lo lleva hasta el último detalle. La nueva ciudad de la nueva teocracia será perfecta. La vida estará totalmente sistematizada, y en tal forma sus ciudadanos vivirán vinculados a su fe, que la ciudad se llamará Yahvé allí. Es el mejor nombre para calificar la nueva era mesiánica entrevista por el gran profeta del exilio. Los profetas, en sus idealizaciones mesiánicas, habían escogido diversos nombres para caracterizarla en su fase definitiva mesiánica. Isaías la llama "ciudad de justicia, ciudad fiel" 7, "la ciudad de Yahvé, la Sión del Santo de Israel" 8, "no te llamarán la Desamparada, sino 9Mi complacencia en ella," "Desposada" 9. Jeremías llama a la futura Jerusalén "trono de Yahvé" 10. Todos estos nombres no hacen sino expresar parcialmente los aspectos de la nueva Jerusalén. La denominación de Ezequiel va más al fondo: la ciudad se llamará Yahvé allí, porque la presencia de Yahvé es la prenda de la felicidad de los corazones de los ciudadanos de la nueva gran metrópoli. Para los exilados, que se consideraban abandonados definitivamente por su Dios, esta denominación hacía despertar en ellos las esperanzas más queridas, ya completamente olvidadas. La misión de Ezequiel era consolar a los exilados. Su descripción idealizada de la nueva Tierra Prometida y de la Ciudad Santa es la síntesis de su labor misionera entre los desterrados. Había sido enviado a una nación rebelde, y después de anunciarle el debido castigo, le presenta el horizonte glorioso de la restauración.

 

1 Cf. Gen 49:10; 2 Sam 7:14. — 2 Cf. Gen 0.43-44. — 3 Cf. Gen 30:1-13. — 4 Cf. Ez 47.I5SS. — 5 Ez 44:10.15. — 6 Ap OC 21:125. — 7 Is 1:26. — 8 Is 60,14. — 9 Is 62:4.12. — 10 Jer 3:17.