Capitulo 10.

En la estructura literaria del evangelio de San Mateo, este capítulo es la confirmación lógica del anterior, cuyo final preparó éste. Cristo en sus rutas misionales vio "muchedumbres fatigadas y decaídas," "como ovejas sin pastor" que las condujese al Reino. Ha dicho que "la mies es mucha, pero los obreros pocos." El tenía en Israel una misión temporal y circunscrita a los pocos años de su vida pública. Pero mostró que se debía pedir "al dueño de la mies que envíe obreros a su mies." Y eso va a ser el tema de este capítulo.

La segunda parte del discurso rebasa, manifiestamente, el horizonte de Palestina, en donde se realiza esta misión apostólica; mira a un futuro más universal. Es tema que Mt une aquí por semejanza lógica de contenido. Agrupa una instrucción que Cristo dio a los apóstoles en otra o en otras varias ocasiones. Así, el cuadro queda completamente descrito y redondeado.

 

La lista de los apóstoles, 10:1-4 (Mc 3:14-19; 6:7;. Lc 6:13-16; 9:1; Act 1:13).

Son cuatro las listas que de los apóstoles transmiten los libros del Ν. Τ.: los tres sinσpticos y los Hechos de los Apóstoles. De estas cuatro listas, en dos, Mc-Lc, se da ex profeso el momento y el modo como los elige. En los Hechos se dan los nombres de once, ya que Judas está excluido; y Mt sólo cuenta, incidentalmente, el hecho de que había doce apóstoles, cuyos nombres da. Para la tradición pesó más el hecho y el oficio, que un orden de nomenclatura. Esta forma incidental de referir un hecho de importancia suprema es un buen índice de su misma autenticidad evangélica y su reconocimiento histórico de la tradición y catequesis primitiva. El mismo hecho de poner que "se los llamó" (π ροσ καλέσαμε νος), y darse después sus nombres, junto a la variedad de "llamamientos" con que aparecen en los evangelios, parece sugerir una colocación honorífíco-solemne de Mt aquí.

 

1 Jesús, llamando a sus doce discípulos, les dio poder sobre los espíritus impuros, para arrojarlos y para curar toda enfermedad y toda dolencia. 2 Los nombres de los doce apóstoles son éstos: el primero Simón, llamado Pedro, y Andrés, su hermano; Santiago el de Zebedeo y Juan, su hermano; 3 Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo el publicano; Santiago el de Alfeo y Tadeo; Simón el celador, y Judas Iscariote, el que le traicionó.

 

Las listas de los apóstoles aparecen a un mismo tiempo con fijeza y variedad de nombres. Se transcriben a continuación en forma sinóptica:

Mt Mc Lc Act

Simon

Simón

Simón

Simón

Andrés

Santiago

Andrés

Juan

Santiago

Juan

Santiago

Santiago

Juan

Andrés

Juan

Andrés

Felipe

Felipe

Felipe

Felipe

Bartolomé

Bartolomé

Bartolomé

Tomás

Tomás

Mateo

Mateo

Bartolomé

Mateo

Tomás

Tomás

Mateo

Sant, de Alfeo

Sant. de Alfeo

Sant. de Alfeo

Sant. de Alfeo

Tadeo

Tadeo

Simón Zelotes

Simón Zelotes

Simón Cananeo

Simón Cananeo

Jud. de Santiago

Jud. de Santiago

Judas Iscariote

Judas Iscariote

Judas Iscariote

 

 

No deja de sorprender cómo estas cuatro listas de los apóstoles aparezcan estructuradas en tres grupos de cuatro apóstoles cada uno — las tres "cuadrigas," como los llamaban los antiguos —, excepto en los Hechos de los Apóstoles, en los que se suprime el nombre de Judas Iscariote, ya que en dicho libro se narra a continuación la elección de San Matías para sustituirle; lo mismo que no deja de sorprender cómo el nombre del apóstol que encabeza cada una de estas "cuadrigas" es el mismo en las cuatro listas, mientras que en los grupos se cambia indistintamente el orden de los nombres, aunque no deja de haber coincidencias. ¿A qué se deben estas coincidencias y divergencias?

En la lista apostólica de Mt, todos los apóstoles aparecen en binas unidos por la conjunción y. Acaso indique las binas en que los envió a predicar, ya que, según Mc, fueron "de dos en dos" (Mc 6:7).

Pero lo que tiene una persistencia constante, indicando además intento e importancia especiales, es el que al comienzo de todas las listas, no sólo figura el nombre de Simón Pedro, sino que Mt añade además al hacer el relato de las listas de los apóstoles: "He aquí los nombres de los doce apóstoles: primero, Simón, llamado Pedro." Esta expresión "primero" sería absolutamente innecesaria al principio de una lista de nombres sin que sigan otros ordinales para los siguientes componentes '. Hoy es admitido, incluso por críticos, que no se trata de una primacía de listas o de ancianidad.

Lucas dice que Cristo llamó a los Doce, "a los cuales dio el nombre de apóstoles" (Lc 6:13). El nombre de "apóstoles" no era desconocido en Israel. Su nombre era en hebreo shaluáh oshaliah, y en arameoshaluha', es decir, "enviado." El sumo sacerdote de Jerusalén se comunicaba con las comunidades judías de la "Diáspora" mediante "enviados" (apóstoles), sea en forma de simples correos (Act 28:21), sea en forma de verdaderos delegados dotados de poderes (Act 7:12). Después de la ruina de Jerusalén, el patriarca judío de Jabne tenía sus "apóstoles," correos, a los que confiaba cartas "circulares" 3.

Si el nombre era conocido, en cambio, el oficio que se les confiaba es totalmente nuevo y permanente. El "envío" que Dios hizo a Isaías (Is 6:8) y Jeremías (Jer 1:7-10) no tiene, en relación con el poder de los doce apóstoles, más que un valor puramente analógico. El Colegio Apostólico, que Cristo fundó, es único por su finalidad y sus poderes 4.

El número de doce es de abolengo bíblico. Alude al número de los doce patriarcas y de las doce tribus. Ellos iban a ser los jefes de las "tribus" del nuevo Israel que Cristo fundaba. Y tan sagrado e intencional fue este número de doce en el propósito de Cristo, que, después de la traición y muerte de Judas, Pedro se creyó en el deber de completarlo (Ac 1:15-17.21.22), recayendo la suerte sobre Matías (Act 1:23-26).

Los doce nombres de los apóstoles en su valor etimológico y con indicaciones bibliográfico-evangélicas son las siguientes:

Simón. — Su nombre en hebreo es Shim'on, nombre muy común y significa el que oye, el obediente. Cristo le puso por sobrenombre Pedro, en arameo Kepha', piedra, roca. Los evangelistas recogen este nuevo nombre, que era el que tenía un excepcional sentido para ellos. Sólo aparecerá el solo nombre de Simón, en muy contados pasajes, que son, además, aquellos en los que Cristo se dirige, como era lógico, a Simón 5; a veces se cita Simón al referir, en estilo directo, las escenas de primera hora, máxime en Mc, que refleja la catequesis de Pedro y primitiva, o cuando supone un auditorio en el que el nombre usual de Pedro es Simón (Lc 24:34). En otros casos se usa el nombre de Simón Pedro, que si, por una parte, el primero es signo de identificación, el segundo lo es de simbolismo y dignidad. En el resto, lo más frecuente es llamarlo, sin más, Pedro. Es el reflejo del cambio de nombre que Cristo le hizo, y reflejo del uso que de él se fue haciendo en función y comprensión de la nueva dignidad. Este nuevo nombre de Pedro no prevaleció ya a partir de la elección definitiva al apostolado (Mc 3:16; 6:14), parece que en un principio Pedro continuó llamándose Simón (Mc 1:16.22.36; Lc 5:3-5.10).

En Juan, el anuncio del cambio del nombre de Simón en Pedro se le anuncia desde el primer encuentro con Cristo (Jn 1:42); pero el cambio del nombre se hace posteriormente (Mt 16:18); ni hay el menor inconveniente contra ello, porque en los sinópticos, en las listas de los apóstoles, al nombrar a Simón, añaden los tres: "llamado Pedro," ya que esto no es más que un adelantamiento del momento histórico del cambio de nombre. Como lo es también en el relato de Jn.

Es interesante notar el intento especial que tenía Cristo al cambiar el nombre a Simón en función de su primacía. Precisamente por tener el cambio una vinculación fundamental con ese hecho histórico es por lo que pervivió el nombre cambiado. Mientras que Mc dice, al dar la lista de los apóstoles, que a Juan y Santiago "les puso por nombre Boanerges, que quiere decir hijos del trueno" (Mc 3:17), sin embargo, su nombre no tuvo transcendencia. Es ello una prueba del intento distinto que tuvo de cambiarle el nombre a Simón, lo mismo que la captación que de él tuvo la tradición.

El uso de sobrenombres es popular y usual en el ambiente palestino. Los cinco Macabeos tenían cada uno el suyo propio (1 Mac 2:2-5).

Pedro era galileo de Betsaida (Jn 1:44); hijo de Jonas (Mt) o de Juan (Jn); pescador (4:18; Mc 1:16); estando en Judea en la parte del Jordán donde el Bautista bautizaba, se dice que es traído a Cristo por su hermano Andrés (Jn 1:41.42); más tarde, estando echando las redes junto con su hermano Andrés, Cristo los llamó a seguirle (Mt 4:18.19; Mc 1:16.17); y aun siendo dueño de la barca y teniendo "socios" (Lc 5:3.10), lo dejó todo y le siguió (Mt 4:20; Mc 1:18). Más tarde, en el sermón de la Montaña, y es a lo que responde su nombre en estas listas, es cuando es llamado, como se dijo, al apostolado.

Andrés. — Su nombre es griego (Ανδρέας), y significa “viril.” Este nombre aparece hoy en los escritos talmϊdicos bajo la forma de Andrai. Ni puede extrañar el que un judío tuviese un nombre griego. Andrés era de Betsaida (Jn 1:44), en Galilea, la cual estaba mixtificada y en contacto con los gentiles. Andrés era hermano de Simón Pedro (Mt 4:18; Mc 1:16; Jn 1:40); había sido "discípulo" del Bautista (Jn 1:40); como Pedro, era pescador en Galilea (Mt 4:18; Mc. 16). Andrés, por las indicaciones del Bautista, busca a Cristo (Jn 1:37-40); fue a donde se hospedaba en el Jordán, y pasó allí con El el resto del día (Jn 1:39); a su vuelta, dijo a Simón, su hermano, que había encontrado al Mesías (Jn 1:41), y "le condujo a Jesús" (Jn 1:42). Más tarde, estando juntos los dos echando las redes en el mar, Cristo pasó por allí, y los llamó para que le siguieran (Mt 4:18.19; Mc 1:16.17), y dejando todo, le siguieron (Mt 4:20; Mc 1:18).

Mt y Lc ponen el nombre de Andrés el segundo de la lista. La razón debe de ser lo que ellos mismos añaden después de dar su nombre: "Andrés, su hermano," o porque fueron llamados al apostolado simultáneamente. En cambio, Mc, en la lista de los apóstoles, lo pone después del nombre de "Santiago, el hijo del Zebedeo, y de Juan, el hermano de Santiago." Esto acaso se deba al prestigio e intimidad que tuvieron Juan y Santiago con el Señor; lo que acaso hubiese consagrado también su uso en la catequesis de la que procede Mc para este punto.

Santiago y Juan. — El primero, en su transcripción griega, es Jacobo (Ιάκωβος). Es hermano de San Juan. Se le llamaba ordinariamente Santiago el Mayor, para diferenciarlo de Santiago de Alfeo, también apóstol (Mc 15:40).

Juan, "hermano de Santiago" (Mt-Mc). Su nombre griego corresponde al hebreo Yehohanan, del que el griego traduce la forma apocopada, y significa "Yahvé fue benigno" o "Yahvé hizo gracia."

Como su hermano Santiago el Mayor, debieron de ser oriundos de Betsaida (Jn 1:44, comp. con Mt 1:16-20). Son hijos de Zebedeo y Salomé (Mc 15:40, comp. con Mt 27:56 y Jn 19:25).

Juan fue primero discípulo del Bautista (Jn 1:35-40). Luego sigue al Señor de Judea a Galilea, y allí es testigo, con los otros apóstoles, del milagro de Cana (Jn 2:1-11).

Se dedicaba con su hermano a las faenas de la pesca (Mt 4:21; Mc 1:19). Pasando un día Cristo junto al lago de Genesaret, los vio, llamó a ambos, y, dejando todo, le siguieron (Mt 4:21.22; Mc 1:19.20).

Cristo mismo les puso por sobrenombre "Boanerges." Mc, que es el único que recoge esta noticia, al mismo tiempo traduce su significado: "Es decir, hijos del trueno." Corresponde al hebreo bene regesh, es decir, conforme al uso hebreo de expresar la dependencia por el nombre ben: "hijos tonantes" 6. Generalmente se admite que con este sobrenombre se trata de caracterizar el temperamento y celo ardiente de ambos apóstoles, como lo manifiestan en su vida (Mc 3:17); pero también algunos Padres lo interpretaron de su ardiente predicación, o por la teología de San Juan. Así, Orígenes habla del "trueno místico" 7. De ambas cosas se acusan índices en los episodios de su vida relatados en los evangelios. Sin embargo, no se ve bien a qué expresión hebrea o aramea pueda corresponder esta transcripción griega que da Mc. También se propone el bene regez= "hijos de ira." No se dio aún una explicación satisfactoria del cambio vocálico al principio de palabra (cf. R. bardy, R. Se. Reí. [1925] p. 166-7; [1928] p.344).

Felipe. — Con su nombre empieza en las cuatro listas el segundo grupo de apóstoles. Su nombre es griego, pero es conocido en hebreo talmúdico, con diversos matices. Su nombre griego, como el de Andrés, se explica bien por ser Felipe de Betsaida (Jn 1:44; 12:21), en Galilea. Felipe es traído a Cristo por Andrés (Jn 1:43). Y, luego de venir a Cristo, se transforma en un celoso propagandista de Cristo-Mesías, catequizando para la causa a Natanael (Jn 1:45.46.49). Ya siendo apóstol, es citado más veces en los evangelios (Jn 6:5-7; 12:21.22; 14:8.9).

Bartolomé. — La forma griega de su nombre corresponde al arameo bartholmai, "hijo de Talmai." Este nombre — Talmai — es conocido en la literatura bíblica como nombre de un rey (2 Sam 3:3). Josefo lo transcribe por "Tholomaios" 8. A este tipo responde la versión griega de Bartolomé, que transcriben los evangelios.

Hoy es generalmente admitido por los autores que Bartolomé es la misma persona que Natanael (Jn l:45ss). Aunque esta identificación no la registra la antigüedad, la propuso Ruperto Tuitiense (+ 1129) 9, y sobre todo se hizo más usual después del siglo XVI. Las razones para esta identificación son las siguientes:

1) Los sinópticos nunca hablan de Natanael; en las listas de los apóstoles, sólo figura Bartolomé; en cambio, Juan nunca cita a Bartolomé, sino a Natanael, tanto entre las vocaciones "apostólicas" de primera hora (Jn 1:35-51) como al final, cuando Cristo después de resucitado se aparece junto al Lago (Jn 21:1.2).

2) En las vocaciones "apostólicas" de primera hora figuran: Andrés, Simón Pedro, Felipe y Natanael, al cual trae Felipe a Cristo como al Mesías, y Cristo hace un excepcional elogio de él (Jn 1:35-51). No se ve motivo para excluir del apostolado a Natanael, que figura en la primera línea "vocacional" con Andrés, Pedro y Felipe, y a la misma "hora" que éstos, y del que, aparte de Pedro, se hace además un elogio excepcional.

3) En las tres listas de los sinópticos figuran juntos Felipe y Bartolomé, acaso debido a que el primero trae a Bartolomé a Cristo Mesías. Y esta misma unión se ve en la narración de Juan, en la que Felipe aparece en unión de Natanael (Jn 1:45-49) 10.

Por otra parte, de sobra es sabido el posible uso de dos nombres entre los judíos. Aquí habría una persona con dos nombres: uno el personal, Natanael, y otro el patronímico, Bartolomé, o sea, "el hijo de Tolmai," como también se habla de Juan y Santiago el Mayor sin citar sus nombres, diciendo sin más: "Se acercó (a Cristo) la madre de los hijos del Zebedeo" (Mt 20:20).

Tomás. — Es nombre arameo. Juan mismo da tres veces la traducción griega de él: "Dídimo" (Jn 11:16; 20:24; 21:2). Es un sobrenombre significando "dos veces," "gemelo." Corresponde a la raíz hebrea te'om, duplicar, y al arameo te'oma, duplicado, gemelo, mellizo, y del cual el nombre evangélico no es más que una transcripción griega del nombre arameo.

De los pocos datos evangélicos se acusa su decisión generosa (Jn 11:16) y su franqueza un poco ingenua (Jn 14:5).

Mateo. — Las cuatro listas ponen a este apóstol por su nombre de Mateo. Es nombre arameo. Responde a Mathai. Procede de la raíz nathan, dar, y la abreviatura de Yahweh, y significa "don o gracia de Yahvé."

Algún autor pretende derivar su etimología del hebreo 'emeth, fiel. Citan la forma Amittai, el Fiel (Jon 1:1), que habría perdido el alef inicial. Significaría su nombre: "fidelidad de Yahvé." Pero esta etimología parece mucho menos probable.

Mateo es uno de los apóstoles que tienen dos nombres. De la contraposición de los tres relatos de la vocación de Mateo se ve que Mateo es la misma persona que Leví (Mt 9:9; Mc 2:13; Lc 5:27). El uso de dos nombres hebreos es bien conocido (1 Mac 2:2-5). Así, en los Hechos (4:36) se cita a José Bernabé. Josefo dice que Caifas era sobrenombre añadido al suyo de José 11.

Mateo se llama a sí mismo en la lista de los apóstoles con el nombre de "Mateo el publicano." Era hijo de Alfeo (Mc 2:14). Llamado por el Señor, dejó todo por seguirle (Mt 9:9, par.). Como publicano, debía de ser hombre de buena posición económica.

Aunque en la antigüedad Heracleón, secuaz del gnóstico Valentín, hacía personas distintas a Mateo y Leví 12, hipótesis que también admitió Clemente Alejandrino 13, Orígenes 14 y algún moderno, los relatos evangélicos hacen ver que la "vocación" de Leví y Mateo son la misma escena. Por lo que parece se impone la identificación de personajes con duplicidad de nombre.

Santiago. — Las cuatro listas apostólicas lo diferencian de Santiago el hijo del Zebedeo, diciendo de él que es "hijo de Alfeo." Pero Mc lo llama explícitamente en otro pasaje "Santiago el Menor" (Mc 15:40).

Era hijo de Alfeo y de María (Mt 27:56), y debe de ser el hermano de José, Simón y Judas (Mt 13:55).

Es tema discutido si este Santiago el Menor es la misma persona a quien San Pablo pone como una de las "columnas de la iglesia" de Jerusalén, junto con Pedro y Juan (Gal 2:9), y que en la primitiva Iglesia se le llamaba "el hermano (pariente) del Señor" (Gal 1:19), y que fue primer obispo de Jerusalén (Act 15:13) l5.

También es tema discutido si este Alfeo de quien es hijo Santiago es la misma persona que Cleopás o Cleofás (Jn 19:25).

Lo niega, v.gr., Dalman 16, lo dificulta Lagrange 17, facilita la identificación Strack-Billerbeck 18.

Tadeo. — Sólo citan este nombre las listas de Mt y Mc. Pero, como los apóstoles que Cristo eligió son doce, este apóstol aparece también con dos nombres en las listas apostólicas. Como en las cuatro listas coinciden los nombres de todos los apóstoles excepto éste, se sigue, por exclusión, que el Tadeo de Mt y Mc es la misma persona que citan Lc y los Hechos con el nombre de "Judas de Santiago" (Lc 6:16; Act 1:13). Los evangelistas no podían ignorar los nombres de los apóstoles.

Algunos manuscritos de Mt (10:3), de los cuales el más importante es el códice Beza, en lugar de Tadeo ponen Lebbeo 19. El nombre de Tadeo se une con la raíz aramea taddaya, tadde, que significa seno, pecho. Por eso, su significado aquí debe de ser, fundamentalmente, "amado" o "esforzado."

A esto lleva el otro nombre o sobrenombre con que aparece en mucho códices y muchos testimonios de la antigüedad, pues Lebbeo corresponde al hebreo libbai, que procede de la raíz leb, "corazón." A no ser que este nombre fuese toponímico de Lebba, pequeña aldea de Galilea.

En cambio, algunos autores sostienen que se trata de una deformación del griego Theudas, que a su vez sería abreviación de theodoros 20. En este caso, tendría un sobrenombre griego y otro sobrenombre arameo, aparte de su nombre propio. De aquí que en la antigüedad se le llamase el apóstol "de los tres nombres" (trínomos). Acaso Mt-Mc lo citan con este nombre para evitar confusiones, de no poner apelativo, con el traidor.

Su nombre verdadero era Judas, que para diferenciarlo se le llamaba "Judas de Santiago." Normalmente se había de suplir la elipsis así: "Judas (hijo) de Santiago"; pero también puede en ocasiones indicar otra relación. Tal sería: "Judas (hermano) de Santiago," por referencia a Santiago el Menor, obispo de Jerusalén, y tan conocido, que acaso se quería consignar quién fuese este Judas haciéndolo por referencia a su hermano (Mt 13:55; Mc 6:3). Esto mismo sugiere lo que se lee en la epístola de Judas: "Judas, siervo de Jesucristo y hermano de Santiago" (Jds 1).

Simón el Cananeo. — El nombre de Simón era muy frecuente. Se le distingue de Pedro por el apelativo del Cananeo, χαναναΐος.

Algunos pensaron que se le llamaba así por ser oriundo de Cana de Galilea. Pero, aparte de otras razones, debería dar filológicamente un nombre distinto del que trae el texto.

El verdadero sentido aquí de "cananeo," que no tiene nada que ver con el país de los cananeos, lo dan en los lugares paralelos Lc y Act. Pues al nombrar a Simón lo califican "el Zelotes" (el llamado ζηλωτήν). Zelotes era el calificativo de los que componνan el partido "nacionalista" exaltado que llevó a Israel a la catástrofe del 70. Precisamente "canannaios" es la forma grecizada de la palabra aramea qannai o qaríana, que significa celante, zelotes 21. El calificativo que se da a Simón no lleva por necesidad técnica el recordarle como antiguo miembro del partido sedicioso y fanático de los zelotes. Si hubiese pertenecido a él, siendo nota desfavorable, posiblemente no se hubiese conservado este apelativo. Pero con él podía también denominarse un carácter apasionado. Podía haber sido un "celoso" cumplidor de la Ley. Es la palabra que usa San Pablo para decir esto de sí mismo (Gal 1:14). Acaso con este calificativo se quiera primeramente destacar una nota psicológica que se había encarnado en su celo por el cumplimiento de la Ley.

Judas Iscariote. — Excepto la lista de los Hechos, que suprime este nombre, los tres sinópticos, a! dar en último lugar el nombre de Judas, le ponen, como otras veces se dice en los evangelios, el epíteto de "el que le entregó." Era a un tiempo un estigma, y aquí sobre todo un elemento diferencial del otro "Judas de Santiago" (Lc).

A Judas, el traidor, se le califica como "Judas Iscariote." Pero Juan da más completo su nombre en el texto griego: "Judas (hijo) de Simón Iscariote" (Jn 6:71). Iscariot puede ser traducción griega del hebreo ish qerioth, que significa "hombre de Qerioth." En el Talmud se leen abundantes expresiones análogas indicando el lugar de origen; v.gr., "Judas de Kefar-Akko" por "Judas el hombre de Kefar-Akko," etc. El apelativo toponímico era a la vez patronímico, como se ve por Juan (6:7), que hace ver que era también el apelativo del padre de Judas. Se conocen localidades con este nombre, sea en la tribu de Judá (Jos 15:25), sea en el país de Moab (Jer 48:24).

Aunque el nombre de Qerioth es hebreo, y se habla en arameo, se ha explicado bien cómo en los medios judíos se conservaban nombres hebreos en medio de textos árameos 22.

Recientemente se ha insistido en interpretar este nombre no como patronímico o toponímico, sino como sinónimo de "hipócrita" o "traidor"; estigma con que pasaría a la tradición. También se ha propuesto que Iscariote sea una transcripción semítica del latín sicanus (συ αρίτης, cambiado en Ισκαριώτης) equivalente a zelotes, que eran los opositores fanáticos a la dominación romana 23; o en habitante de Jericó = corrupción de (Cullmann).

 

Instrucción y poder dados a los apóstoles,

10:5-15 (Mc 6:8-11; Lc 9:2-5; 10:3-11).

5 A estos doce los envió Jesús, después de haberles instruido en estos términos: No vayáis a los gentiles ni entréis en ciudad de samaritanos; 6 id más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel, 7 y en vuestro camino predicad diciendo: El Reino de Dios se acerca. 8 Curad a los enfermos, resucitad a los muertos, limpiad a los leprosos, arrojad los demonios; gratis lo recibís, dadlo gratis. 9 No llevéis oro, ni plata, ni cobre en vuestro cinto, 10 ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; porque el obrero es acreedor a su sustento. 11 En cualquier ciudad o aldea en que entréis, informaos de quién hay en ella digno, y quedaos allí hasta que partáis. 12 y entrando en la casa saludadla. 13 Si la casa fuere digna, venga sobre ella vuestra paz; si no lo fuere, vuestra paz vuelva a vosotros. ! 4 Si no os reciben o no escuchan vuestras palabras, saliendo de aquella casa o de aquella ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies. 15 En verdad os digo que más tolerable suerte tendrán la tierra de Sodoma y Gomorra en el día del juicio que aquella ciudad.

 

El resto del capítulo 10 de Mt es todo él un discurso "apostólico." Atiende a la instrucción de los apóstoles. Sin embargo, se nota una diferencia muy acusada entre dos secciones del mismo; en la primera (v.5-16) se dirige a los apóstoles para la misión que van a tener en Israel; la segunda (v. 17-42), aun dirigido a los apóstoles, al menos en el contexto de Mt, tiene un horizonte más amplio: mira a un apostolado fuera de Palestina. Además, sentencias incluidas en este discurso pertenecen a otros contextos (Lc 10:4-12).

Mc y Lc traen también esta misión palestina de los apóstoles, con las instrucciones que Cristo les da, aunque en forma más sintética que Mt; pero se ve que son las mismas. Se acusa, pues, la sustancia histórica de esta instrucción de Cristo.

Sobre el momento histórico en que tiene lugar esta misión no es fácil saberlo. Los tres sinópticos lo ponen en momentos distintos.

Acaso el orden de Mc sea el que responde más al momento histórico de esta misión de los apóstoles. El de Mt es un procedimiento lógico.

 

1) Cristo les Confiere Poder sobre los "Espíritus" y las Enfermedades

(Mc 6:7-13; Lc 9:1-2).

Por otra parte, el poder sobre los demonios, enemigos del reino de Dios (Mt 8:29; 12:23; Jn 12:31, etc.), y el poder sobre toda enfermedad, acusa un mismo poder de origen y finalidad. Puesto que también las enfermedades son una consecuencia del pecado y del reinado de Satán, como Mt mismo enseña al ver en la obra taumatúrgica de Cristo de expulsar demonios 24 y curar enfermedades el cumplimiento de Isaías sobre el Mesías, Siervo de Yahvé, expiando los pecados y sus consecuencias (Mt 8:16.17). Al dotar Cristo así a los apóstoles de este polifacético poder taumatúrgico en su misión, predicando la llegada del reino, buscaba dos cosas:

a) Una, dotarlos de credenciales infalibles de lo que enseñaban, al ver que en ellos estaba la mano de Dios, y que, si Dios no estuviese con ellos, no podían realizarlo, como le dijo Nicodemo a Cristo (Jn 3:2).

b) Pero también, al ver el cumplimiento específico de tales milagros, que se recordase el vaticinio profetice sobre los días mesiánicos, en diversos pasajes alusivos a esto (Is 26:19; 29:18ss; 35:5ss; 61:1); y con ello, que los recibiesen como embajadores del Mesías, y, en consecuencia, a él como tal. No es otro el argumento que el mismo Cristo dio a los discípulos del Bautista cuando le preguntaron si El era el Mesías. Les remitió a los milagros que hacía, los cuales cumplían el vaticinio mesiánico de Isaías (Mt 11:2-6; Lc 7:18-23).

Pero si les confiere el poder de hacer milagros, les exige el ejercicio gratis de los mismos. Es don sobrenatural para beneficencia de los hombres en función de la extensión del reino y gloria de Dios. Por eso, lo que recibieron gratuitamente, lo administrarán gratuitamente.

Posiblemente Cristo, con estas palabras, alude a las costumbres de los rabinos de cobrar estipendios por la doctrina enseñada 25. Son varios los textos de la Mishna que recomiendan que se estudie la Ley no para "hacerse rico" 26.

El apóstol-misionero tiene derecho a su sustento material (v. l0), ya que su trabajo es absorbente y en él debe ocuparse. Es un trabajo en parte material, que necesita compensación, retribución.

Pero el carisma de los milagros, del que aquí se trata, no tiene trabajo material; es puro don gratuito de Dios y no se puede exigir retribución por él, y de esta prohibición de Cristo sale, por una deducción inmediata, la condena de la simonía. Tal es el caso de Simón Mago (Act 8:9-23), lo mismo que los abusos simoníacos de los mensajeros de dioses y diosas que venían de Siria por Palestina, enriqueciéndose con sus misiones 27.

 

2) Misión Limitada a Palestina (v.5).

Cristo les manda se limiten solamente a Palestina. Que no vayan a los gentiles ni a las ciudades de los samaritanos en plan de misión, no de paso (Jn 4:4ss). Estos eran considerados como judíos espúreos en lo étnico y como cismáticos en lo religioso, por lo cual los judíos los tenían en el mayor desprecio. A Cristo, para insultarle, le llamaron "samaritano"; casi como hombre "poseso" del demonio (Jn 8:48) 28.

Mateo refleja exactamente este estado de cosas, respecto a los samaritanos, antes del levantamiento judío final bajo Adriano. A partir de este momento los judíos cambian en su apreciación, siendo favorables a los samaritanos, como se ve reflejado en el mismo Talmud 29.

La frase "no ir a ciudad" (εις πόλιν) de samaritanos se refiere a la regiσn. Probablemente es debido a una traducción material aramea de mediría que en lengua palestinense significaría provincia o región.

Los apóstoles han de ir a llevar el Evangelio a "las ovejas perdidas de la casa de Israel" (Mt 15:24). Cristo ha sido enviado directamente a evangelizar a Israel; sólo como excepción lo hizo con los samaritanos (Jn 4:4ss), curó a unos endemoniados en el país de los "gerasenos" (Mt 8:28) y a la hija de una cananea (Mt 15:21ss). Sin embargo, en el plan de Dios, Israel tenía el privilegio, como elegido y transmisor de las promesas mesiánicas. Así lo enseña San Pablo (Act 13:46; Rom 1:16). Y Cristo mismo lo supone en otra parábola (Mt 22:1-10). Al fin esto era dar cumplimiento al anuncio del reino mesiánico hecho por los profetas (Is 60,lss), que se extendería, mediante Israel, a todas las naciones después de la muerte y resurrección de Cristo, al promulgar el Evangelio y bautismo a todas las gentes (Mt 28:19-20). Ahora se dirigirán a las "ovejas perdidas de la casa de Israel," a causa de la conducta de sus jefes frente a Cristo Mesías, y la desorientación que producían en el pueblo.

 

3) El tema de su predicación (v.7 = Lc 9:2; Mc 6:12).

El tema de la predicación que han de llevar a esas gentes es que “se acerca el reino de los cielos” (ήτζχεν). Es la misma frase temαtica con la que el Bautista preparaba la "venida del Mesías" (3:2), y la que se pone en boca del mismo Cristo (Mt 4:17). Mc, en el lugar paralelo, explícita más: y "marchados, predicaban que se arrepintiesen” (μετανώσιν) (Mc 6:12). Esta frase responde al shub de los profetas, y que después de Jeremías cobra el especial matiz de volverse a la Alianza, al auténtico pacto y vivencia de la ley de Yahvé. Los evangelistas destacan el aspecto moral, que incluye el verdadero pacto, en el cual encontrarán la verdadera orientación al mesianismo.

 

4) pobreza misional (v.9-15, Mc 6:8-11, Lc 9:3.5).

Cristo les recomienda después la pobreza. El espíritu de pobreza con que se deben conducir. Y lo expresa con términos hiperbólicos orientales.

a) No deben llevar ni oro, ni plata, ni cobre en su cinto. No deben, pues, llevar monedas de ningún tipo. Los orientales guardaban usualmente el dinero en los pliegues de su cinto o en un pequeño bolsillo anejo al mismo. Y hasta lo hacen en un pequeño escondrijo de su túnica o de su turbante o kuffieh. Incluso entre los romanos se usaba el cinturón para guardar el dinero 30.

b) Tampoco deben llevar un saco de viaje para su camino con las provisiones convenientes.

c) Tampoco debían llevar duplicidad de vestidos: "dos túnicas." De los escritos rabínicos se desprende que los judíos tenían la costumbre de vestir dos túnicas (Lc 3:11), y de las mujeres se cita que usaban tres, cinco y hasta siete 31.

d) No deben llevar "calzado" (Mt), "sandalias" (Mc). Y eso que los viajes que les aguardaban por caminos pedregosos les habían de ser penosos. Marcos admitirá el que puedan ir calzados, redacción que seguramente es primitiva sobre Lc (9:5) y Mt. Estos probablemente acentúan la nota de austeridad para no aparecer inferiores a ciertos predicadores ambulantes helenistas que recorrían las ciudades con una exhibición penitencial llamativa.

e) Ni "bastón" (ράβδον), que era un vulgar palo cogido para apoyarse o defenderse. Algϊn autor piensa que se refiriese al bastón para guiar las ovejas, prohibiendo la clava que a veces llevaban los pastores para defenderse 32. Manifiestamente no es esta sutileza el sentido de Cristo en esta frase 33.

Y han de ir así, "porque el obrero es acreedor a su sustento." A su trabajo le es justo un "salario" conveniente en justicia (μισθός), dirα Lucas (1 Tim 5:17ss; 1 Cor 9:7-14). Así se pueden entregar de lleno al apostolado. Es la recomendación que Cristo mismo hace a los setenta y dos discípulos en su misión palestina. Después de haber buscado alojamiento digno, les dice: "Permaneced en esa casa y comed y bebed lo que os sirvan, porque el obrero es digno de su salario" (Lc 10:7). Dios sabe proveer por los medios de su Providencia, incluidos los recursos humanos.

El pensamiento de Cristo no es que se prescinda de todo esto que se enumera, sino que con ello se acusa el espíritu que ha de informar a los misioneros. No deben tener apego a lo que no sea necesario. El mismo les dice en otra ocasión: "Cuando os envié sin bolsa, sin alforjas, sin calzado, ¿os faltó alguna cosa? Nada, dijeron ellos. Y les añadió: Pues ahora el que tenga bolsa, tómela, e igualmente la alforja, y el que no la tenga, venda su manto y compre una espada" (Lc 22:35-36). Es, pues, el espíritu de pobreza lo que arriba se recomienda a los apóstoles y no precisamente la materialidad de su ejercicio, lo que normalmente sería estar, por temeridad, al margen mismo de la providencia de Dios. En esta redacción coinciden Mateo y Lucas. Marcos, sin embargo, presenta alguna divergencia: "Encargándoles — dice — que no tomasen para el camino nada más que un bastón, ni pan, ni alforjas, ni dinero en el cinto, y que se calzasen con sandalias y que no llevasen dos túnicas" (Mc 6:8-9). La razón de tal divergencia no es otra que una citación "quoad sensum," tan ordinaria en el lenguaje humano, lo mismo que en el estilo bíblico y evangélico.

 

El hospedaje del apóstol (v.11-15, Mc 6:10-11, Lc. 9:4-5).

Se piensa que les da un consejo sobre la solicitud que han de tener para conservar su dignidad en el hospedaje. No deben hacerlo en cualquier casa, sino en la que la honestidad y honor de sus dueños no pueda venir en desdoro de su dignidad misional. Tampoco en casa de algún "gentil" que allí viviese (v.5b).

Sin embargo, puede ser otro el sentido. Mt emplea este término "ser digno" (δ&ός εστίν) en un sentido mαs dinámico: personas capaces de "recibir" (v.14) la predicación del reino. Recibir a un apóstol (v.14) era escuchar sus palabras de apóstol.

Una vez hospedados, "quedaos allí hasta que partáis." Era una razón de gratitud y cortesía ambiental. Un cambio sin motivo indicaría en ellos ligereza. Se lee en la literatura rabínica: "¿Hasta cuándo un hombre no debe cambiar de alojamiento? (gratuitamente) Rab dijo: Hasta que el huésped no le golpee. Samuel dijo: Hasta que no se le tiren las cosas a la espalda." 34 Era tema frecuente.

Además, el apóstol, al entrar en la casa, le deseará la paz. Este texto, que únicamente trae Mateo, es una traducción libre, hecha por el traductor griego, pues dice: "Y, entrando en la casa, saludadla." Por todo lo que sigue hace ver que el saludo dirigido fue la paz. Por eso la formulación del original aramaico de Mateo debe ser semejante al texto de Lucas, en la misión de los sesenta y dos discípulos: "En cualquier casa que entréis, decid primero: La paz sea con esta casa" (Lc 9:5). La "paz," en el concepto semita, es todo tipo de bienes espirituales y temporales 35, aquí mesiánicos.

"Si la casa fuese digna de esta paz," o como dice Lucas, "si hubiese allí algún hijo de la paz, venga sobre ella vuestra paz; si no lo fuese, vuestra paz vuelva a vosotros." Es interesante destacar la concepción tan popular de una paz que, emanada de Dios, no puede quedar sin efecto; por lo que necesariamente debe reposar sobre alguno. Si ella no descansa sobre la casa hospitalaria, vuelve a los misioneros, que son los que se benefician de ella 36.

Pero si "no os reciben" o "no escuchan vuestras palabras" al pedir alojamiento como apóstoles de Cristo, entonces, "saliendo de aquella casa o ciudad o de cualquier lugar, sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos."

Estaba en las concepciones judías que, si uno venía de viaje de regiones gentiles y no se purificaba al entrar en Israel, la profanaba con el polvo que traía de esas regiones. Por eso estaba obligado a sacudir sus vestidos y zapatos antes de entrar en Israel 37. Gesto que materialmente usaron Pablo y Bernabé en Antioquía de Pisidia cuando los judíos levantaron una persecución contra ellos (Act 13:51). Cristo aquí, más que legislar un gesto, enseña una doctrina. Y es la culpa de los que así se portan con los apóstoles del Evangelio. Pues los que así obran están en tierra "gentil," porque se hallan en situación culpable de error fundamental. Por eso, "en verdad os digo que más tolerable suerte tendrá la tierra de Sodoma y Gomorra en el día del juicio que aquella ciudad" (Lc 10:12). La catástrofe de Sodoma y Gomorra (Gen 18:23-33; 18:1-29) era en la historia de Israel la manifestación por excelencia del castigo divino e imagen clásica de la maldad (Is 1:9-10; 3:9; 13:19) 38. Una vez que los milagros les habían acreditado como legados de Dios, no se les podía rechazar. Era cerrar los ojos a la luz mesiánica. Y en este sentido la culpa de éstos era mayor que la aberración moral, pagana, de Sodoma y Gomorra 39.

 

Nueva instrucción a los apóstoles, 10:16-42 (Mt 24:9-13; Mc 13:9-13;

Lc 12:2.9-11; 14:26-27; 21:12-19).

Esta última y larga sección del capítulo 10 de Mt, en contraste con la anterior, tiene un horizonte más vasto y universal en geografía y tiempo. Es una perspectiva para después de la muerte de Cristo.

Literariamente se dirige a los apóstoles en esta ocasión. Pero, conforme al procedimiento sistemático de Mt, están agrupadas aquí sentencias dichas por Cristo en ocasiones diversas (Lc 10:1-12; cf. Mt 10:5-15) y presentadas ante la perspectiva, en parte ya experimental, de las dificultades de la Iglesia primitiva. La mixtificación de pensamientos afines — "duplicados" — supone probablemente un acoplamiento de "fuentes," aunque se querría matizar algún enfoque.

 

16 Os envío como ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes y sencillos como palomas. 17 Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los sanedrines y en sus sinagogas os azotarán. 18 Seréis llevados a los gobernadores y reyes por amor de mí, para dar testimonio ante ellos y los gentiles. 19 Cuando os entreguen, no os preocupe cómo o qué hablaréis; porque se os dará en aquella hora lo que debéis decir. 20 No seréis vosotros los que habléis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hable en vosotros. 21 El hermano entregará al hermano a la muerte, el padre al hijo, y se levantarán los hijos contra los padres y les darán muerte. 22 Seréis aborrecidos de todos por mi nombre; el que persevere hasta el fin, ése será salvo. 23 Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra; y si en ésta os persiguen, huid a una tercera. En verdad os digo que no acabaréis las ciudades de Israel antes de que venga el Hijo del hombre. 24 No está el discípulo sobre el maestro, ni el siervo sobre su amo; 25 bástale al discípulo ser como su maestro y al siervo como su señor. Si al amo le llamaron Beelcebul, ¡cuánto más a sus domésticos! 26 No los temáis, pues, porque nada hay oculto que no llegue a descubrirse, ni secreto que no venga a conocerse. 27 Lo que yo os digo en la oscuridad, decidlo a la luz, y lo que os digo al oído, predicadlo sobre los terrados. 28 No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, que el alma no pueden matarla; temed más bien a aquel que puede perder el alma y el cuerpo en la Gehenna. 29 ¿No se venden dos pajaritos por un as? Sin embargo, ni uno de ellos cae a tierra sin la voluntad de vuestro Padre. 30 Cuanto a vosotros, aun los cabellos todos de vuestra cabeza están contados. 31 No temáis, pues. ¿No aventajáis vosotros a los pajaritos? 32 Pues todo el que me confesare delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre, que está en los cielos; 33 pero a todo el que me negare delante de los hombres, yo le negaré también delante de mi Padre, que está en los cielos. 34 No penséis que he venido a poner paz en la tierra; no vine a poner paz, sino espada. 3S Porque he venido a separar al hombre de su padre, y a la hija de su madre, y a la nuera de su suegra, 36 y los enemigos de los hombres serán los de su casa. 37 El que ama al padre o a la madre más que a mí, no es digno de mí; 38 y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. 39 El que halla su vida, la perderá, y el que la perdiere por amor de mí, la hallará. 40 El que os recibe a vosotros, a mí me recibe, y el que me recibe a mí, recibe al que a mí me envió. 41 El que recibe al profeta como profeta, tendrá recompensa de profeta; y el que recibe al justo como justo, tendrá recompensa de justo; 42 y el que diere de beber a uno de estos pequeños sólo un vaso de agua fresca en razón de discípulo, en verdad os digo que no perderá su recompensa.

 

 

La Persecución Contra los Apóstoles (v. 16-23, Mc 13:9-13; Lc 3:10; 21:12-18).

Cristo dice a sus apóstoles que les envía como "ovejas en medio de lobos." San Jerónimo pensaba que estos lobos eran los escribas y fariseos 40, debido a la lucha del fariseísmo contra Cristo. Pero el contexto de Mateo tiene otra perspectiva, pues también les habla de persecuciones por parte de los tribunales gentiles. Por eso se puede extender a ambos enemigos. En un escrito rabínico de finales del siglo i se compara a Israel, en medio de paganos, a una oveja rodeada de setenta lobos 41. El lobo en el N.T. suele significar los falsos profetas (Mt 7:15; Act 20:29), o también un peligro no fácilmente identificable (Jn 10:12). Aquí no son herejes (v.17-25): deben de ser judíos-fariseos-enemigos de Cristo y sus apóstoles. No se olvide la redacción "eclesial" de Mt.

Por ser este medio al que los envía difícil, les dice: "Sed prudentes como serpientes y sencillos como palomas." El sustrato aramaico de "prudentes" es 'arumim, como se dice de la serpiente del paraíso (Gen 3:1). Por eso su sentido es de hábiles, astutos, prudentes; gentes hábiles para conducirse en la práctica 42. La simplicidad la imitarán de las palomas. El término griego que lo expresa es ¿xepatot, lo que no tiene mezcla, y el substrato aramaico debe de ser temimím, "perfectos." Tendrán esa perfección de la paloma que es la simplicidad.

Sobre el 320 decía el rabí Juda bar Simón: "Dios decía de los israelitas: Conmigo son simples como palomas, pero con los pueblos del mundo son astutos como serpientes." 43 La paloma aparece también en la literatura rabínica como símbolo del ave que no se deja tomar 44.

Si, en ese medio de apostolado al que los envía, los enemigos se van a portar como lobos, los apóstoles les deberán oponer la simplicidad de la verdad sin doblez, pero no la ingenuidad sin precaución, sino con la sabia conducta que dicte la prudencia. El apostolado no es ímpetu incontrolado, sino verdad con prudencia. Por eso, "sed cautos con los hombres" (v.17a), porque os van a perseguir. No es que se condene el sufrir por él ni el martirio, que abiertamente se enseña, pero no deberán ponerse imprudentemente en manos de los "lobos." Pues si el apostolado requiere dolor, también exige predicación; es esencia del apostolado (Rom 10:14-20).

En esta obra de apostolado tendrán un triple enemigo: los tribunales judíos, los paganos y el seno mismo de la familia. Serán perseguidos "por su amor" y llevados para "dar testimonio" de él:

1) Ante los sanedrines. Se refiere — además del Gran Sanedrín de Jerusalén — a los sanedrines locales que había en las villas de más de 120 hombres y se componían de 23 miembros y menos en los tiempos anteriores a la Mishna 45. Estos, "en sus sinagogas, os flagelarán." No es que esto se hiciera en la sinagoga, pero sí debía ejecutar la sentencia el ministro de la misma, el hazzán, y entre éstas se cita la flagelación 46. San Pablo mismo lo confirma: "Ellos saben que yo era el que encarcelaba y azotaba en las sinagogas a los que creían en ti" (Act 22:19; cf. 26:11; 5:40; cf. Dt 25:2ss).

2) Ante "los gobernadores" de las provincias y ante los reyes, para dar testimonio ante ellos y los gentiles. La historia de los apóstoles y de la Iglesia primitiva lo hace ver claramente (Jn 21:18-19; Act 12:1-4; 24,lss; 25,lss). El furor judío tomó la iniciativa.

3) En el seno mismo del hogar. Ya los profetas anunciaron estas divisiones en sus profecías (Is 3:5; Jer 9:4). Basta ver hoy el fanatismo de un hogar musulmán contra un miembro suyo que se haga cristiano. Sin embargo, este texto no se refiere a los apóstoles, que no tuvieron en su hogar estas contradicciones. Ni Pedro (Mt 8:15), ni Juan y Santiago (20:20ss), ni los demás apóstoles. Las madres de algunos siguieron a Cristo hasta la cruz. No está, pues, en su contexto histórico. Tal vez Mateo le dé un valor genérico, global, de las persecuciones que han de experimentar los apóstoles, incluso de los allegados, y que sintetiza Mateo a continuación de forma redonda: "Seréis aborrecidos de todos por mi nombre."

Sin embargo, en esta persecución, "el que perseverare hasta el fin, ése será salvo," con cuyo término se expresa hasta el fin de la vida de cada uno, ante las persecuciones que surjan, ya que es una perspectiva universal. El término "perseverar" (υπομένειv) aquν usado, y que sólo sale aquí en Mt, pertenece al vocabulario cristiano primitivo de martirio. "Cuando os persigan en una ciudad, huid a una tercera. En verdad os digo que no acabaréis las ciudades de Israel antes de que venga el Hijo del hombre." Los evangelios no transmiten este tipo de persecuciones ni huidas en la primera misión ni en ella hay relación especial con esa "venida" del Hijo del hombre. Simplemente quiere decir que no deben exponerse temerariamente a la muerte, sino, si es caritativamente posible, que huyan a otra ciudad como lugar de refugio. Este mismo sentido de prudencia tiene la expresión "no acabaréis de recorrer las ciudades de Israel." en su retirarse de unas ciudades a otras en orden a esto. San Agustín ha tratado este punto sobre la declinación del martirio 47.

Y les anuncia, por último, que antes que recorran las ciudades de Israel "vendrá el Hijo del hombre" 48. Esta "venida" de Cristo ha creado dificultad. Pero esta "visita," que no es la parusía, sino la destrucción del año 70, no exige una "venida" física y personal de Cristo, sino moral y en sus efectos 49. Y en cuanto a referirse a los apóstoles, no se puede olvidar la salida de éstos antes de la destrucción de Jerusalén, a Pella, en Transjordania y que pasajes de este discurso están fuera de su contexto histórico. Se tiene presente la profecía ante las dificultades de la Iglesia de entonces.

 

La Asistencia que Tendrán del Espíritu Santo (v. 19-20, Mc 13:11;

Lc 12:11-12; 21:14-15).

Para estas horas de persecución y juicio les promete la ayuda del Espíritu Santo. Los apóstoles, hombres rudos e ignorantes, podían temer y acobardarse ante la lucha dialéctica que tendrían que sufrir al enfrentarse con jueces y príncipes en sus tribunales. "En aquella hora, no os preocupéis cómo o qué habréis de responder o decir (Lc), pues el "Espíritu será el que hable en vosotros." Pero no quiere decir que ellos vayan a ser simples instrumentos inertes o pasivos para esta acción, ya que en aquella hora "se os dará lo que habéis de decir." La formulación literaria no es otra cosa que efecto de la estructura semita, que no distingue cuidadosamente la causa en su sentido estricto o amplio, lo mismo que las consecuencias que puedan seguirse de algo 50, formulándose como si todo fuese causado, sin más, por la causa en cuestión, máxime tratándose de la causa primera (Rom 8:26-27) 51. No es, pues, más que la providencia de Dios, que privilegiadamente actuará en ellos, al modo humano, con los mil modos de que dispone, incluso con intervenciones directas, para capacitarlos sabiamente en estas actuaciones52 (cf. Is 50:4; cf. Flp 1:19; 2 Tim 4:16ss).

 

Motivos para tener Optimismo y Deponer el “Temor” (v.24-33, Lc 12:2-9).

A pesar de todo, los apóstoles no deben "temer." Y el motivo fundamental que les da es equipararles con su suerte propia. Y Cristo está seguro de su triunfo. "El discípulo no está sobre el maestro, ni el siervo sobre el amo." Ellos como El provocarán una misma reacción de hostilidad. Como a El — a quien llamarán Beelzebul — los calumniarán. Si al "Señor de la casa lo llaman Beelzebul, ¡cuánto más (se lo llamarán) a sus domésticos!" (Mt 12:22-24; 9:34) 53. Es posible que en esta expresión de Cristo se halle una enseñanza dogmática importante. La expresión "dueño de la casa," referida a Cristo, cobra un gran valor teológico. En Mateo, el "dueño" de la casa es Dios (Mt 13:27; 20:11; 21:33). Al proclamarse Cristo "el dueño de la casa" y ser ésta Israel, se seguiría que Cristo se estaba proclamando Dios (Heb 3:1-6). Esta argumentación "a fortiori" era una de las formas usuales y predilectas de argumentación en el ambiente rabínico 54.

Así, pues, no deben temer ni a los que los van a perseguir ni a los que puedan matarlos. A los primeros, porque el Evangelio ha de ser predicado por ellos. Y el Evangelio ha de oírse y triunfar. En efecto:

v.26 a "Nada hay oculto que no sea manifestado,

b ni secreto que no se conozca (cf. Lc 12:2).

v.27 a Lo que yo os digo en la oscuridad,

B decidlo a la luz.

c Y lo que os digo al oído,

d pregonadlo sobre los terrados."

 

Decía un proverbio: "En definitiva, una cosa que fue hecha en secreto, será publicada y conocida de todos los hijos de los hombres" 55. En las sinagogas judías, el lector del texto hebreo — dar-shan — no hablaba en voz alta ni se dirigía a los asistentes, sino que lo hacía un intermediario — 'amora' o turgeman —, que repetía al pueblo, en voz alta y en arameo, todo lo que el darshan decía junto a él en voz baja. Asimismo, los viernes por la tarde, el ministro de la sinagoga — hazzan — subía al terrado más alto de la localidad y desde allí hacía sonar la trompeta para advertir a los trabajadores que se recogiesen de sus trabajos a tiempo, antes de comenzar el reposo sabático 56.

Ellos, que oyeron a Cristo en círculo de privilegiados, deben hacer lo mismo, decirlo de tal modo que llegue el Evangelio a todos, incluso a los que pueden matarles, porque es sólo la muerte del cuerpo la que pueden causarles. El "alma no pueden matarla." El alma es inmortal, creencia definitiva del judaismo ortodoxo contra los saduceos. La idea de aniquilamiento del alma era totalmente ajena a la teología judía 57. Al único que deben temer es a aquel que puede perder el cuerpo y el alma en la gehenna, el infierno.

Para confirmarles este pensamiento les da dos razones de providencia. La primera, los "dos pajarillos que se venden por un as," moneda mínima romana, la decimosexta parte de un denario 58. Y, con ser así, "ni uno de ellos cae en tierra sin la voluntad de vuestro Padre" (Mt). La segunda es que "los cabellos todos de vuestra cabeza están contados," pero "no se perderá un solo cabello de vuestra cabeza," como dice Lucas (Lc 21:18). Esta frase debía de ser un proverbio para indicar la providencia de Dios, pues San Pablo habla en términos semejantes (Act 27:34).

De todo esto saca Cristo una conclusión: si la providencia de Dios se extiende hasta los "pajarillos" y a los "cabellos," ¿cómo no se extenderá privilegiadamente sobre los hombres, y más aún sobre ellos, sus apóstoles? "No aventajáis vosotros a los pajarillos?" (Mt). "¿No valéis vosotros más que muchos pájaros?" (Lc).

Por tanto, que no "teman." "Si el perseguidor triunfa sobre el cuerpo, es que el Padre lo ha permitido, y tal trato es sólo una forma misteriosa del cuidado del Padre" 59. A lo único que deben temer es a "no confesarle" delante de los hombres, lo que es "negarle" ante ellos. Pedro le "negó," es decir, protestó "que no le conocía" (Mt 26:14.72.74 par.) y que no era su "discípulo" (Mt 26:73 par.; Jn 18:17). Pero El a todo el que "le confiese ante los hombres," El hará lo mismo ante el tribunal de su Padre: lo "confesará" ante su Padre por su "discípulo." Y lo negará al que aquí lo niegue. El contexto hace ver que la "confesión" de Cristo es sentencia inapelable que el Padre ratifica definitivamente. El martirio es presentado con efecto de ir "a dar testimonio" por él.

 

Exigencia del supremo amor a Cristo (v. 34-39, Lc. 12:51-53; 14:25-27; 17:33).

La literatura profética, y más aún la rabínica, conocía el juicio previo a la venida del Mesías. Tanto, que ésta fue caracterizada, sin más, con la frase elíptica de "los dolores del Mesías," es decir, los dolores que habrá para el alumbramiento o venida del Mesías 60. Pero, una vez venido, lo había de poner todo en orden y paz 61. El Mesías era llamado también la "Paz."

Cristo Mesías comienza rectificando este concepto mesiánico rabínico. El no vino a traer la paz, sino la "espada," la guerra. No es que el "Príncipe de la Paz" (Is 9:5) no venga a traer la paz, sino que, por su doctrina "aquí la "espada" —, va a ser ocasión de que con relación a El haya guerra 61. No en vano es un "signo de contradicción" (Lc 2:34). Y esta guerra va a llegar a ser dentro del mismo hogar (Miq 7:6).

Ante esta lucha de la sangre y familia en torno a Cristo, ¿qué hacer? Dejarlo todo por El. Así lo expresan los versículos 37 y 38:

"El que ama al padre o a la madre más que a mí, no es digno de mí.

Y el que ama al hijo o a la hija más que a mí, no es digno de mí. Y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí.

Seguramente estas expresiones y exigencias extrañaban menos a aquellos oyentes de Cristo que a los lectores extrajudíos. En la casuística rabínica se lee: "Si el padre y el maestro llevan ambos una carga, es preciso ayudar primero a deponerla al maestro y luego al padre. Si el padre y el maestro están en prisión, es preciso liberar primero a su maestro y luego a su padre." Y la razón es porque "el padre le ha introducido en la vida de este siglo, mientras que el maestro, que le enseña la sabiduría, lo introduce a la vida del siglo que viene." 62 Este tema de preferencias era ambiental.

Cristo, sin embargo, que exige un amor supremo a El sobre todas las cosas, proclama su misma divinidad, ya que los valores que exige sacrificar son de ley natural. Sólo está por encima de estos valores el amor de Dios.

Y este amor exige aún más: "El que no toma su cruz y camina detrás de mí, no es digno de mí." Esta imagen de la cruz tomada sobre sí era familiar a los judíos. Roma aplicaba esta pena. Varo había hecho crucificar a 2.000 judíos 63. Imagen aterradora. Pero Cristo la exigía para ser "dignos" de El. Y, además, la llevarán "detrás" de El. La redacción literaria — "detrás" — puede estar influenciada por la estampa de Cristo por la Vía Dolorosa (Mt 16:24; Mc 8:34; Lc 23:26). La enseñanza aquí de tomar la cruz no tiene sentido ascético, sino el de persecución violenta y martirio, que puede ser con la crucifixión. Lc (9:23) le da ya una "adaptación" ascética, al decir que se ha de tomar la cruz de "cada día" (χαθ',ήμέραν).

Por último, y para aclarar definitivamente esto, Cristo hace la contraposición entre la vida del cuerpo (σώμα) y la del alma (ψυχην) (ν.28). Perder la primera por Cristo es asegurar la segunda, ya que el alma “no pueden matarla” (v.28 b). La frase, aunque cargada de un profundo sentido nuevo por Cristo, era usada en el medio ambiente. Si Cristo la toma de él, la enriquece. Se lee en el Talmud: "¿Qué debe hacer un hombre para morir? Darse la muerte." 64 Y también: "El que guarda una palabra de la Ley, guarda su alma; el que abroga una palabra de la Ley, hace perecer su alma" 65, es decir, la vida verdadera en la resurrección (Mt 22:23-32). No se trata de decir que no interesa el cuerpo, sino destacar bien que Dios tiene el pleno dominio y destino del hombre entero (v.28c).

 

Premio del que recibe al apóstol (v.40-42).

Una última consideración o perspectiva recoge aquí Mt en este discurso de apostolado. Este versículo se entroncaría conceptualmente, por su aspecto positivo, con el v.14. Sería la contraposición. Allí, en la misión palestina, se decía lo que debían hacer cuando no los recibiesen en una casa; ahora, en esta perspectiva de misión universal, se anuncia el premio que tendrán los que los reciban como apóstoles.

Sabido es que la hospitalidad es sagrada en Oriente. De ella decía un rabino: "La hospitalidad es cosa tan grande como la visita matinal a la escuela (para estudiar la Ley)." Y otro decía: "La hospitalidad es incluso más grande que saludar a la Shekina," es decir, la sensibilización de Dios 66.

Pero en el pensamiento de Cristo no se trata de esta simple hospitalidad oriental sagrada, sino de la hospitalidad de los que se reciben como apóstoles de Cristo. ¿Qué premio tendrán los que así obren?

"El que os recibe a vosotros, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió."

Este pensamiento es otra sentencia predilecta de Cristo (Mt 18:5; Mc 9:37; Lc 9:48; 10:16) y de valor joánico (Jn 12:44.45; 13:20), prueba de la autenticidad de la doctrina.

El pensamiento es ilustrado con tres ejemplos: el que recibe al "profeta" o al "justo" como profeta o justo, es decir, en cuanto se refleja a Dios en el "justo," tendrá el premio (μισθός) correspondiente. Este premio correspondiente al “profeta” o “justo” puede tener un doble sentido: “o que recibirα galardón por haber recibido a un profeta o a un justo, o el que corresponde al mismo profeta o justo" 67. Este último sentido parece preferible, ya que indica el mismo premio específico, aunque no requiere que sea en el mismo grado que el del profeta o justo. "El que recibe al profeta como profeta, tendrá recompensa de profeta." Tiene además el paralelo de las palabras de Cristo a los que ejercitaron obras de misericordia: "Cuanto hicisteis a uno de mis hermanos menores, a mí me lo hicisteis" (Mt 25:40.45).

Y la enseñanza se destaca completa, al modo oriental, utilizando para ello un servicio mínimo que se haga al apóstol: el que dé un vaso de agua fresca a uno de "estos pequeños," no quedará tampoco sin recompensa, pero si lo hace "en cuanto discípulo" de Cristo.

La expresión "a nombre de" es "el calco de una locución rabínica, en hebreo leshém, en la cual shem no tiene ya el sentido de nombre, sino que indica la razón, el motivo, el título de una cosa." 68 Sin embargo, es también locución griega usual en la misma lengua profana de los papiros, con el significado de persona 69.

"Estos pequeños" a quienes se supone hacer el beneficio, si en otro contexto pueden significar niños u otra clase de personas, en éste se refiere a los apóstoles (Mt 11:26; cf. Lc 10:21-23), como abiertamente lo dice Mc (Mc 9:41; cf. Lc 10:21-23).

La triple clasificación que aquí se usa — apóstoles, justos, pequeños — está respondiendo, para su valoración, al procedimiento por "acumulación" aunque pueda indicar distintas "fuentes" acopladas.

 

1 Plummer, An exegetkal Commentary ση the Cospel according to St. Matthew (1915) p.147. — 2 KLOSTERMANN, Matthaeus (1909) p.224. — 3 San Justino, Dial XVII 108; Eusebio DE C., In Is. 18:1. — 4 Medébielle, Apostolat: Dict. Bib. Suppl. I 533-536; Cerfaux, Pour l'histarie de titre Apóstelos dans le N.T.: Rev. Se. Relig. (1960) 76-92; Dupont, Le nom ¿'apotres a-t-il ete donne aux Douze par Jesús? L'Orient Chrét.; N. Van Bohemen, L'Institution des Douze. Contribution k l'étude des relations entre Mt et Mc, en La Formation des Évangües (1957) 166-151; W. Burgers, De instelling van de Twaalf in het Ev. van Marcus (Mc 3:13-19; 5:18ss): Ephem. Theol. Lov. (1960) 625-654. — 5 Mt 16:17; 17:25; Le 5:4; 22:31; Jn 1:42, etc. — 6 Sobre las dos vocales + oa, insertadas en la traducción griega del nombre, se han propuesto diversas soluciones. Cf. Lagrange, Évang. s. St. Marc (1929) p.65-66. — 7 Philoc. XV 18. — 8 Antiq. XIV 8:1; XX 1:1. — 9 ML 169:273. — 10 U. Holzmeister, Nathanaelfuitne ídem ac S. Bartholomaeus Apostolusf: Bíblica (1940) p.28-39. — 11 Antiq. XVIII 2:2. — 12 MG 8:1281. — 13 Quis dives salvetur 13:5. — 14 MG 11:773. — 15 A. Malog., S. Jacques de Jérusalem etait-il un des douzef: Rev. Scienc. Relig. (1918) 122-131. — 16 Grammatik p.179 nt.4. — 17 Évang. s. St. Marc (1929) p.67. — 18 Kommentar. I h.l. — 19 Nestlé, N.T. graece et latine, ap. crít. a Mt 10:3. — 20 Strack-B., Kommentar. I h.l.; Dalman, Die Worte Jesu. — 21 Sobre la alteración de este nombre, cf. Joüon. L'Évangile., comte tenu du substrat sémitique (1930) p.59. — 22 Dalman, Die Wortejesu. (1930) p.41: O. Cullmann. Le doirSeme Apotre: R. H. Phil. Reí. (1962) p. 133-140. — 23 Cf. Bíblica (1954) 404-405; Act 21:38; Josefo, Bell. iud. II 13.5; Antiq. XX 8:6. — 24 Sobre el significado de "espíritus impuros," cf. Comentario a Mc 5:1-20; L. Cerfaux, L'Évang. de St. Mt. Discours de Misshn (1957); E. Kasemaxx, Die Anfange christlicher Theologie: ZTK (1960) p. 162-185; X. Mulde, La mission des apotres: CH (1963) p.450-560. — 25 Edersheim, The Life and Times of Jesús (1901) h.l. — 26 Bonsirven, Textes. (1955) n.l 1.289.299.1363; FELTEN, Storia dei tempi del N.T. vers. del al. (1932) II p.79-80. — 27 Willam, La vida de Jesús en. vers. del al. (1940) p.264-265. — 28 Sobre los samaritanos, cf. Comentario a Jn 4:4-42. — 29 Strack-B., Kommentar. I p.528; H. Schürmann, Mt 10:5b-6 una die Vorges-chichte des synop. Aussendungsberichtes: Fs. J. Schmid (1963) p.270-282. — 30 Aulo Celio, Noct. attic. XV 12:4; Suetonio, Vit. 16. — 31 Strack-B., Kommentar. I p.566ss. — 32 E. Power, The staff of the Apostles: Bíblica (1923) 241-266, — 33 Thibaut, en Nouv. Rev. Théol. (1931) 54ss; A. Fernández Truvols, Vida de Jesucristo (1954) p.328 nt.2. — 34 Strack-B., Kommentar. I p.569. — 35 Vargha, en VD (1928) 371; Gesenius, Thesaurus linguae hebraicae III (1842) p. 1421-1426; Strack-B., o.c., I p.570-571. — 36 Ύ, Evang. s. Sí. Matth. (1946) p.129; S. Η.,Ιη evang. Matth. comm. h.l. — 37 Strack-B., Kommentar. I p.57l. — 38 Bonsirven, Textes (1902) 358. — 39 S. TH., In evang. Matth. comm. h.l. — 40 ML 26:63. — 41 Strack-B., Kommentar. I p.574; cf. 4 Esd 5:18: cf. Bornkamm, Theol. Wórt. N.T. IV, 309. — 42 Mt 25:2ss; Spicq, Le vertu de simplicité dans VAnden et le Nouveau Testament: Rev. Scienc. Phil. Théol. (1933) 1-26. — 43 Strack-B., o.c., I p.574. — 44 Lagrange, Évang. s. Sí. Math. (1927) p.202. El texto citado de Ber. r. 38a. — 45 felten, Storia dei tempi del N.T. vers. del al. (1932) II p.l 1:14; Strack-B., o.c., I p.576. — 46 Makkoth 3:12; Bonsirven, Textes n.1943: cf. 2 Cor 11:24. — 47 San Agustín, Epist. 228, ad Honoraíum: ML 33:1013v. — 48 Sobre el concepto de "Hijo del hombre," cf. Comentario a Mt 8:20. — 49 Cf. Comentario a Mt 25:29-31; Dupont, Vous n'auriez pos achevé les villes d'Is-raelavant que le Fus de l'homme ne vienne (Mt 10:23): Nov. Test. (1958) p.228-244; A. Feuillet, Les origines et la signification de Mt 10:23: The Catholk Bibl. Quartarly (1961) p.182-198; H. Schürmann, Zur Traditions una Redaktionsgeschichte von Mt 10:23: Bibl. Zeits. (1959) p.82-88. — 50 La Ciencia Tomista (1952) 38-39. — 51 VD (1935) 302-311. — 52 Porporato, Non estis vos qui loquimini: VD (1923) 91ss. — 53 Sobre "Beelzebul" cf. Comentario a Mt 12:22-24. — 54 Bonsirven, Le Judaisme. (1934) I p.296.. — 55 Targum Qoheleth XII 13. — 56 Strack-B., Kommentar. I p.579-580. — 57 Bonsirven, Le Judaisme. (1934) I p.527-529. — 58 Deissmann, Licht vom Ostem p.204ss. — 59 Jones, en VD vers. del ingl. (1957) p.386. — 60 Sanhedrín 97a; Sota 49b. — 61 Sanhedrín 97a; Strack-B., I p.585. — 61 T. A. Roberts, Some Comments on Mt 10:34ss and Lk 12:51ss: Exp. Tim (1957) p.304ss; J. J. Vlncent, Discipleship (Mt 10:37ss, par.) and Synoptic Studies: Theol. Zeits. (Bas. 1960) p.456-469. — 62 Baba mesia 2:11; Bonsirven, Textes n.1711; Strack-B., I p.587. — 63 Josefo, Antiq. XII 10:10. — 64 Τ amia 66a. — 65 Aboth de R. Nathan 39. — 66 Strack-B., I p.588-589. — 67 San Crisóstomo, Hom. 35 in Matth. — 68 Joüon, L'Évang. compte tenu substrat sémitique (1930) h.l. — 69 Meruer: Rev. des étud. grecques (1934) 180-204.

 

 

 

Capitulo 11.

En el evangelio de Mt, después de exponerse la doctrina de Cristo en el sermón de la Montaña, y después de rubricárselo con los capítulos de milagros, viene lógica la pregunta, en la estructura del evangelio, como un día surgió en las turbas: ¿no será éste el Mesías?

 

Introducción.

Con la fórmula vaga y usual de "entonces," lo que le dispensa de matices, introduce a Cristo predicando.

 

1 Cuando hubo Jesús acabado de instruir a sus doce discípulos, partió de allí para enseñar y predicar en sus ciudades.

 

 

El Bautista provoca ante sus discípulos una declaración mesiánica de Cristo, 11:2-6 (Lc 7:18-23).

2 Habiendo oído Juan en la cárcel las obras de Cristo, envió por sus discípulos 3 a decirle: ¿Eres tú el que viene o hemos de esperar a otro? 4 Y respondiendo Jesús, les dijo: Id y referid a Juan lo que habéis oído y visto: s los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y los pobres son evangelizados; 6 y bienaventurado aquel que no se escandalizare en mí.

 

El Bautista está en prisión (cf. Mt c.4 y 14). Esta estaba en Maqueronte, el palacio-fortaleza de Herodes Antipas, en el mar Muerto 2. Allí debió de tener una prisión atenuada (Mc 6:20), y en donde recibía la visita de sus discípulos. Allí "oyó," precisamente por sus "discípulos," lo que se decía de "todas estas cosas" (Lc 7:18). En la perspectiva de Mt deben de ser los milagros relatados (Lc 7:18) y sus enseñanzas. Y por dos de sus discípulos envió a Cristo un mensaje: que dijese si El era el que viene" (¿ ερχόμενος), en participio de presente, como equivalente a un futuro inminente: si El es "el que vendrá" 3. La fórmula era técnica (Gen 49:10) y en el ambiente de entonces era una de las expresiones para denominar al Mesías (Lc 7:19; Jn 6:14). El Talmud la emplea más de cien veces. También la usaban los samaritanos: el Ta'eb, "el que vuelve" (Jn 4:25). La pregunta, pues, era que dijese si era el Mesías. Sin embargo, es rara en los evangelios como nombre de Cristo. Se supone tomada aquí de época cristiana.

La respuesta de Cristo en Mt dice implícitamente — decid a Juan lo que "habéis oído y visto" (v.4) — lo que Lc especifica: que "en aquella hora," delante de ellos, curó a muchos (Lc 7:21). Acaso Mt abre a los lectores una mayor perspectiva con todas las curaciones narradas antes. Pues no se buscaba sólo presentar un taumaturgo, sino, por estas curaciones concretas, hacer ver que era la obra del Mesías, tal como la describía Isaías (Is 35:5.6; 29:18; 61:1.2). Era un procedimiento bíblico por "alusión" a las profecías mesiánicas de Isaías. El mismo Cristo se había aplicado a sí mismo el último texto profético citado en la sinagoga de Nazaret (Lc 4:17-21). Los escritos rabínicos y los apócrifos reflejan esta misma creencia milagrosa por obra del Mesías 4. Y precisamente en el Midrash Tan. 24.a se dirá que "se hará todo esto por el Mesías, pues está dicho en Isaías 35:5." 5

Esta era la respuesta que Cristo daba, más que al Bautista, a los enviados y, por medio de ellos, al círculo de celosos adeptos del mismo. Por eso les añadió: Y bienaventurado "el que no se escandaliza de mí." Pues no respondía la figura de Cristo al concepto ambiental farisaico deformado sobre el Mesías.

Como lo fueron para los fariseos (Mt 12:22v). Estos discípulos, ¿van convencidos? En el evangelio se ven resistencias de discípulos del Bautista a incorporarse a Cristo (Mt 9:14; Jn 3:23-26). Y en la Iglesia primitiva aparecen agrupaciones que sólo recibirán el bautismo de Juan (Act 18:25; 19:3.4).

¿Por qué motivo envió el Bautista estos discípulos suyos con este mensaje a Cristo?

Una suposición fue que el Bautista, en el agotamiento de su prisión, al ver la tardanza de Cristo en presentarse y actuar como Mesías, comenzó a dudar de El. Ya aparece esta hipótesis sostenida en la antigüedad 6, y modernamente ha sido compartida por otros críticos 7. Pero la prisión del Bautista en Maqueronte no debió de ser una prisión con absoluto aislamiento en marmorras lúgubres, sino una prisión atenuada. Otros ven la extrañeza del Bautista en el modo de conducirse Cristo, contrario al mesianismo nacionalista que se esperaba del Mesías. Sin embargo, la pregunta no versa sobre el modo, sino sobre el hecho mismo de si El es el Mesías. ¿O es que bastaría el que surgiese en él la extrañeza sobre el modo de conducirse el Mesías, para enviar a consultárselo? ¿Sería creíble que, si dudase de verdad, se conformase con la respuesta verbal que le diese El mismo? Parecería que no es fácil compaginar esto con la presentación del Bautista hecha por Mt y los demás evangelios, en que éste bautiza y reconoce a Cristo como Mesías. Una forma especial de esta duda es, v.gr., la siguiente. El Bautista oye los prodigios de Cristo. Aquél esperaba la temible manifestación escatológica-apocalíptica ambiental (Mt 3:10-12). Pudo pensar que Cristo retardase algo su triunfal manifestación. Pero, a estas alturas, ¿por qué no actuaba en forma triunfal? Y si debía liberar a los prisioneros, con más motivo lo debía hacer con los prisioneros de la fe como lo era él 7. Brunec, basándose en el análisis filológico, cree que la pregunta del Bautista significaría: "¿Eres ya reconocido por el Mesías, o el pueblo aún lo sigue esperando?" 8. Esta hipótesis es del todo improbable.

La solución generalmente adoptada por los autores católicos es otra. El Bautista no envía sus discípulos a Cristo para que le responda a él, quitándole su hipotética duda, sino para que la haga desaparecer a sus discípulos, y pese con su influjo sobre el "círculo" del Bautista, que no acaba de incorporarse al Mesías, máxime cuando el Sanedrín llegó a pensar en la posibilidad de que el Bautista fuese el Mesías (Lc 3:15; Jn 1:12.20.25). En dos pasajes evangélicos se acusan los celos de los discípulos de Juan ante ese prestigio y obra de Cristo (Mt 9:14-17; Jn 3:23-26). Ya en otras dos ocasiones el Evangelio muestra al Bautista encaminando a sus discípulos a Cristo (Jn 1:29-36; 3:30).

Sin embargo, frente a esto hay un hecho que obliga a interpretar la "duda" del Bautista sobre el mesianismo de Cristo como real. Y es que ni el Bautista ni su "grupo" de discípulos se pasó al grupo de Cristo, cuando su "misión" era preparar al pueblo a "recibir" al Mesías, sin excluirse él. Y en lugar de pasar a Cristo, él y sus discípulos siguen con su bautismo propio (Jn 3:3:25ss; 4:l-2), y quejándose, además, de que los discípulos de Cristo bautizan, con otro bautismo, más que ellos 9. De ahí la necesidad de valorar en su justo punto — su género literario — las diversas escenas del Bautista presentando algunos discípulos suyos a Cristo como Mesías e Hijo de Dios (Jn l:29ss), el "diálogo" de Mt (3:13-15), y los fenómenos que suceden al Bautista con motivo del bautismo de Jesús; lo mismo que las escenas del "Evangelio de la infancia," de Lc (cap. 1), pues de haber sido historias, y no un midrash "post facta," el Bautista tenía ya que saber por su misma familia esto y que Cristo, su "familiar," era el Mesías y haberse pasado a él. Pero, a pesar de todos los milagros de Cristo en vida, no lo reconoció. ¿Acaso por su concepto de un Mesías terrible y apocalíptico? Por eso Cristo añadió a los enviados del Bautista: "Y bienaventurado aquel que no se escandalizare en mí."

 

Cristo confirma la grandeza y misión del Bautista, 11:7-15 (Lc 7:24-30; 16:16).

7 Cuando éstos se hubieron ido, comenzó Jesús a hablar de Juan a la muchedumbre: ¿Qué habéis ido a ver al desierto? ¿Una caña agitada por el viento? 8 ¿Qué habéis ido a ver? ¿A un hombre vestido pobremente? Mas los que visten con molicie están en las moradas de los reyes. 9 ¿Pues a qué habéis ido? ¿A ver un profeta? Sí, yo os digo que más que un profeta. 10 Este es de quien está escrito: "He aquí que yo envío a mi mensajero delante de tu faz. Que preparará tus caminos delante de ti." 1' En verdad os digo que entre los nacidos de mujer no ha aparecido uno más grande que el Bautista. Pero el más pequeño en el reino de los cielos es mayor que él. 12 Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora el Reino de los cielos es forzado, y los violentos lo arrebatan. 13 Porque todos los profetas y la Ley han profetizado hasta Juan. 14 Y si queréis oírlo, él es Elias, que ha de venir. 15 El que tiene oídos, que oiga.

 

Este pasaje sigue lógica y cronológicamente al anterior. Cristo hace el elogio del Bautista, prisionero por testimoniar la verdad. Es el modelo de la fidelidad a su misión y de su dignidad. En las masas, que valoraban el premio y castigo con mentalidad del A.T., podía esta prisión venir en desmedro del Bautista y de su misión de precursor de Cristo.

 

La Expectación Creada en Israel por el Bautista (v.7-9).

Los evangelistas transmiten con una viveza extraordinaria las palabras de Jesucristo sobre el Bautista. Este había creado una gran expectación cuando apareció anunciando el bautismo de penitencia (Mt 3:5). Hasta el historiador judío Josefo se hace cargo de aquel movimiento 10, y las autoridades judías de Jerusalén enviaron una legación a preguntarle si él era el Mesías (Jn 1:19-27). Seguramente, a muchos de los que fueron oyentes del Bautista se dirigieron ahora las palabras de Cristo. El Bautista, "en el desierto," no era una "caña agitada por el viento." Estas, que nacen en abundancia junto al Jordán, escenario bautismal de Juan, fueron siempre símbolo de vacuidad, de ligereza, de falta de consistencia (1 Re 14:15; 2 Re 18:21). Pero el Bautista tenía la reciedumbre moral para enfrentarse contra el escandaloso adulterio de Antipas y Herodías. No era el Bautista la figura muelle de los cortesanos de Tiberias, que vestían delicadamente y vivían placenteramente. Juan tenía la vestimenta y la austeridad de los profetas. Por eso el "crescendo" de inquisición sigue: salieron no sólo a ver a un profeta, "sino a más que profeta."

 

El Bautista es el precursor anunciado por Malaquías (v. 10).

Malaquías había profetizado una visita de Yahvé a su templo para hacer juicio a sus sacerdotes y purificarlo. Pero antes enviaría delante de El (de Dios) un mensajero que preparase esta visita (Mal 3:1). Versículos más adelante, Malaquías habla, en un contexto impreciso, antes del "Día del Señor," de un juicio sobre Israel, y que enviaría a preparar al pueblo al profeta Elias (Mal 3:23.24). De todo esto vino a crearse un ambiente en la tradición judía en el que se esperaba que Elias, personalmente, sería el que vendría a preparar el pueblo a recibir al Mesías, anunciaría su venida e incluso sería quien lo ungiese 11.

Este texto se aplica al Bautista. Pero esta aplicación está, literariamente, muy acusada en los evangelistas, al cambiar los pronombres personales de la profecía para aplicarla al Bautista y a Cristo. "Tenemos, pues, a la vez una argumentación y una interpretación de esta profecía." 12 Al menos una utilización oportuna.

Si el precursor de Malaquías es ahora el Bautista, Cristo es Dios, que viene tras el mismo. Juan fue Elías, que, en la perspectiva ya elaborada del Evangelio, "ungió" en el bautismo y presentó "oficialmente" a Cristo a Israel, proclamándolo el verdadero Mesías, "Siervo de Yahvé." El evangelio de Mt vuelca los textos del A.T. sobre Cristo.

 

Cristo da la Valoración Exacta de la Misión del Bautista (v.11-15).

Si la grandeza del Bautista queda ya expresada con la aplicación de esta cita de Malaquías, aún se resaltará terminantemente con las palabras de Cristo. Es el mayor entre los nacidos de mujer. En la redacción casi idéntica del lugar paralelo en Lc se dice que no hubo "profeta mayor" que el Bautista. Sin embargo, esta adición falta en varios códices y versiones 13, y los autores se dividen en considerarla como auténtica o como una glosa explicativa. Pero el texto de Mt da suficientemente el pensamiento al decir que es "más que un profeta" (v.9). Los profetas hablaban del Mesías "desde lejos," Juan lo ve y lo presenta a Israel. Lo hace por su dignidad profética de precursor.

Así, Juan es, metafóricamente, el Elias que ha de venir (v.14).

Por eso "todos los profetas y la Ley han profetizado hasta Juan" (v.13). Con él termina la preparación, y con Cristo comienza el ingreso en el reino.

Pero se diría que el pensamiento polémico-apologético sobre la dignidad de Cristo y su obra se vuelve a acusar. Si el Bautista es el "mayor" profeta por su dignidad de precursor, el ingreso y pertenencia del "menor" en el reino es "mayor que Juan Bautista"; pues entre una función carismático-profética y preparatoria para el reino y la incorporación al mismo, la superioridad está por éste. Era Elias por su papel, conforme a la profecía de Malaquías, y lo era porque tenía "el espíritu y el poder de Elias" (Lc 1:17).

A este ingreso en el reino, preparativamente contribuyó el Bautista. Sin embargo, el pensamiento de Mt resulta abigarrado y, probablemente, fuera de su lugar. Lc cita esto mismo en otro contexto (Lc 16:16) y en forma más clara. Debe de ponerse aquí por la temática del Bautista.

Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia (βιάζεται), y los violentos (΅ϊασταί) lo arrebatan (v.12). La palabra βιάζομαι, “hacer fuerza,” puede ser susceptible de diversas formas. La media es clara en Lc (16:16), aunque el verbo aparece con un complemento 11. En cambio, en Mt la forma sin complemento aparece en pasiva. El "Reino de los cielos es violentado" (experimenta violencia); por eso, "sólo los esforzados (βιάσταί) lo “arrebatan” (άρπάζουσιν). Esta violencia, Ώde quién procede? ¿De la misma naturaleza del Reino? ¿O de los fariseos contra los fieles que quieren ingresar en él? Esta última interpretación parece ser la interpretación más plausible, si no de modo exclusivo, sí preferentemente. Si la primera tendría a su favor el aviso de Cristo de que hay que entrar por la "puerta estrecha" (Mt 7:13-14), la segunda tiene a su favor las tremendas palabras de Cristo a los fariseos: "Cerráis a los hombres el reino de los cielos. Ni entráis vosotros ni permitís entrar a los que querían entrar" (Mt 23:1; Lc 11:52). Era toda una estrategia de coacción y persecuciones contra los fieles de Cristo (Jn 9:22), más a la hora de la composición evangélica.

El elogio e identificación del Bautista con Elias, como se ha visto, termina con una frase excitante para saber captar el sentido intencionado de su afirmación: "El que tenga oídos, que oiga." Expresiones que para lo mismo usaban los rabinos, v.gr., inclinar el oído, abrir la oreja, etc. 15

Puede haber en todo este panegírico sobre el Bautista sentencias de Cristo dichas en ocasiones diversas, e incluso alguna apreciación de la Iglesia primitiva palestina, que se unen, temáticamente, tanto para situar la personalidad del Bautista, como para relacionarlo en su misión de "siervo" ante Cristo, ante polémicas ambientales, aun persistentes, como antes se ha visto. Sobre todo, con el hecho de ser Cristo bautizado por Juan, ya conectaba con su valor de Precursor. Pero era necesario autorizar, en pleno cristianismo, la relación de "misiones" Cristo-Bautista, ante posibles-probables-polémicas contemporáneas aludidas. Por eso, la frase inicial (v.7) no exige, en estos métodos, una apología instantánea. Puede ser un cuadro sintético de elogios diversos.

 

Censura a la generación contemporánea, 11:16-19 (Lc 7:31-35).

Cristo, al decir ante la misma experiencia de los hechos que sólo los "esforzados" alcanzan ingresar en el reino, va a exponer la estampa de la veleidad de la generación en que vive, y a la que el Bautista trató de "preparar" para recibir al Mesías. Es una crítica al Israel "materializado" por el fariseísmo.

 

16 ¿A quién compararé yo esta generación? Es semejante a niños sentados en la plaza, que se gritan unos a otros I7 diciendo: "Os tocamos la flauta, y no habéis bailado; hemos endechado, y no os habéis golpeado el pecho." 18 Porque vino Juan, que no comía ni bebía, y dicen: Está poseído del demonio. 19 Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: Es un comilón y un bebedor de vino, amigo de publícanos y pecadores. Y la Sabiduría se justifica por sus obras.

 

"¿A quién compararé esta generación?" La escena se describe con un gran realismo. Se trata de una parábola, pues los elementos se toman en su sentido directo, y Cristo no los alegoriza. En el Talmud se menciona la "flauta de los muertos" y "la flauta de las bodas" 16. La escena es la de dos grupos de chicos en una plaza, que siempre están dotados de un instintivo recurso para imaginar las escenas que ven. Pero otro grupo de ellos no quiso jugar con éstos, en ninguna de las formas que le brindaban, ni con cantos de alegría ni de tristeza.

Así compara al Bautista con Cristo. El primero no tomaba "pan ni vino," vivía, con austeridad de todo, en el desierto, e Israel, de hecho, no le hizo caso (Lc 7:30); viene Cristo, asistiendo misioneramente a banquetes con publícanos y pecadores, lo desprecian y hasta le acusan de estar poseído por el demonio (Lc 7:33). Para un oriental es normal atribuir los actos no normales a la presencia de malos espíritus. Hoy mismo los árabes llaman a un hombre así magnúm, es decir, hombre poseído por el gínn, espíritu de locura. En el Corán se dice que Mahoma fue llamado magnúm por sus adversarios l7.

La doctrina que se desprende es clara. La culpabilidad de los fariseos, que cierran los ojos a la luz a causa de sus prejuicios, queda al desnudo y censurada 18.

Pero "la Sabiduría se ha justificado con sus obras" (Mt). La mayor parte de los códices pone "por sus hijos," como en Lc. Pero en otros varios códices, entre ellos B, ponen por sus obras. Se sospecha que la primera lectura de Mt sea corrección por el influjo del lugar paralelo de Lc.

En contraste con esta actitud judía antes descrita, la obra de Cristo fue justificada y reconocida. El mismo Lc dirá del Bautista: "Y todo el pueblo, aun los publícanos, después de oírle, reconocieron la justicia de Dios, recibiendo el bautismo de Juan" (Lc 7:29). Y Lc, en lugar paralelo de Mt, dice: "Mas sus hijos han hecho justicia a la Sabiduría" (Lc 7:35). Las obras de Cristo, que producen la conversión de las gentes e incorporación al Reino, son las que hicieron reconocer la "justicia de Dios" (Lc), es decir, el plan de Dios; o, como dice Mt, "con sus obras se justifica la Sabiduría."

¿Qué Sabiduría es ésta? Se propuso que fuese Cristo, la Sabiduría encarnada19. Pero Cristo no se designa nunca así en el Evangelio. En cambio, resulta más natural y lógico entenderlo de la providencia de Dios, ya que en todo esto está actuando la Sabiduría, como se expresa en los libros sapienciales (Sab 8:4b; Eclo 15:7a; 1 Cor 1:21.24). Esta es, pues, la Sabiduría de Dios, conduciendo las almas al Reino, y que fue glorificada por los que reconocieron la verdad de Cristo e ingresaron en él. Así la Sabiduría "ha sido justificada por todos sus hijos" (Lc 7:35) 20.

 

Se anuncia el castigo de varias ciudades, 11:20-24 (Lc 10:13-15).

20 Comenzó entonces a increpar a las ciudades en que había hecho muchos milagros porque no habían hecho penitencia: 21 ¡Ay de ti, Corozaín; ay de ti, Betsaida! porque, si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros hechos en ti, mucho ha que en saco y ceniza hubieran hecho penitencia. 22 Así, pues, os digo que Tiro y Sidón serán tratadas con menos rigor que vosotras en el día del juicio. 23 Y tú, Cafarnaúm, ¿te levantarás hasta el cielo? Hasta el infierno serás precipitada. Porque, si en Sodoma se hubieran hecho los milagros hechos en ti, hasta hoy subsistiría. 24 Así, pues, os digo que el país de Sodoma será tratado con menos rigor que tú el día del juicio.

 

Mt une este pasaje con el anterior por la incolora soldadura de "entonces." Lc lo pone en otro contexto. Pero hay unión lógica, tan propia de Mt. Ante la actitud hostil de los fariseos, acabada de describir, yuxtapone otra actitud semejante de algunas ciudades en las que él predicó. Literariamente usa el estilo " paralelístico" en la descripción doctrinal de las ciudades.

Cristo increpa a las ciudades — Corozaín, Betsaida, Cafarnaúm — porque en ellas había hecho muchos milagros, y, sin embargo, no se habían convertido a El. Todas están situadas en la ribera NO. del lago Tiberíades. Corozaín es, probablemente, el actual Khirbet Kerazeth, a cuatro kilómetros al norte de Tell Hum, con el que se identifica Cafarnaúm. Sólo se discute sobre la existencia de una o dos Betsaidas21.

La doctrina que tantas veces había enseñado allí Jesús, rubricada con milagros, les hacía ver que El era el Mesías. Pero no respondieron a esta misión privilegiada que les dispensó; no cambiaron su modo de ser, su judaismo rabínico; no se "convirtieron" (μετενόησαν).

Pero Cristo va a decir la culpabilidad que por ello tuvieron, al compararlas con las antiguas ciudades malditas: Tiro, Sidón, Sodoma. Estas no fueron escenario de la predicación de Cristo. Mas les dice, hipotéticamente, que si en ellas se hubieran hecho los "milagros" que se hicieron en Corozaín, Cafarnaúm y Betsaida, aquéllas hubieran cambiado su modo de ser (μετενόησαν), llorando, amargamente, su pasado en “saco y ceniza.” Esta era la costumbre que se usaba en los dνas de penitencia y gran ayuno (Jn 3:5-8; Jer 6:26). Las ciudades, clásicamente malas, no tuvieron la Luz como la tuvieron éstas.

El ingreso de estas gentes en el reino, después de tantos milagros, fue, cuantitativamente, mínimo. Y, en el fondo, era debido a que, ambientados y extraviados por el rabinismo, el Mesías no se presentaba con los rasgos deformados con que éste lo interpretaba y presentaba. Mas por ello tendría castigo. ¿Cuándo? "En el día del juicio." Este día y este juicio, formulado en absoluto, es un termino clásico y técnico de referencia como algo sabido de todos (Mt 24:26; Lc 21-34, etc.); era el juicio final admitido en la literatura judía 22.

Si se apostrofa especialmente a Cafarnaúm, es que Cafarnaúm fue la patria adoptiva de Cristo (Mt 4:13). Allí moró con cierta permanencia, allí hizo más milagros, allí hubo más luz (Mc 1:22-34; 21-27). La fórmula "por ventura te levantarás hasta el cielo," es el modo con el que se expresa el orgullo o el tiempo de prosperidad de una ciudad o un pueblo (Is 14:13). Y como la respuesta fue el desprecio a su Mesías, el castigo se expresa con la forma tradicional: "Bajarás hasta el Infierno", será su humillación por castigo (Is 14:15) 23.

 

Cristo proclama la fe como don del Padre y revela Su Naturaleza, 11:25-27

(Lc 10:21-22).

25 Por aquel tiempo tomó Jesús la palabra y dijo: Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a los sabios y discretos y las revelaste a los pequeñuelos. 26 Sí, Padre, porque así lo has querido. 27 Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quisiere revelárselo.

 

Este pasaje lo traen Mt y Lc. La fórmula vaga con que lo citan ambos no permite fijar su cronología (εν εχεί'νω τω χαφω). En ambos se ve una unión lógica con el distinto pasaje anterior que citan, como clave de explicación última del rechazo del misterio de Cristo en las ciudades citadas (Mt), o del verdadero motivo por qué alegrarse los setenta y dos discípulos al retorno de su misión (Lc).

Este pasaje es, doctrinalmente, de un gran valor."La perla más preciosa de Mateo," lo llama Lagrange 24. Es una revelación o sugerencia fortísima de la divinidad de Cristo. Se ha dicho de él que es "un aerolito caído del cielo de Juan." 25 Conceptualmente, se entronca con Juan. Sin embargo, Cerfaux, reaccionando contra la opinión corriente, ha hecho ver que es un logion que utiliza un vocabulario ajeno a Juan, y que presenta una teología que no tiene su equivalente exacto en el cuarto evangelio, sino que, por el contrario, encuentra buenos paralelos en los Sinópticos y en la literatura judía 26.

Mt dice que "entonces" Jesús "habló" (άποκρθε'ς). El tιrmino que usa parecería que responde a una pregunta, pero no es más que la traducción material de un término hebreo ("anah), que lo mismo significa "responder" que "tomar la palabra," "hablar." Lc, en el lugar paralelo, matiza el estado en que Cristo se encontraba. Por acción del Espíritu Santo "se llenó" de gozo y exclamó: "Es un hecho único en lo que se conoce, evangélicamente, de la historia de Cristo." 27

Los “sabios” de que habla (σοφών) son los que poseen la sabidurνa (hakan), y los “prudentes” (συνετών = 'arum) son los que poseen la habilidad de conducirse en los negocios de la vicia. Ambos tienen valor pleonástico por el ser humano de valer en la vida (Is 29:14-19). Aquí se refiere a los fariseos — "sabios" — ν a los dirigentes judíos – "prudentes" —. A éstos ocultó el Padre el misterio del reino (ταύτα) que revelσ a los "pequeños" (νηπίοις), a los que culturalmente podνan no ser más que niños, y a los que se equiparaban a ellos por su simplicidad y por ser considerados en la antigüedad casi como sin valor. Y el reino es don del Padre y no exigencia de clases. Probablemente aquí se refiere a los apóstoles. En el contexto, Lc se dirigía a los "discípulos" (Lc 10:23). Sin embargo, el contexto es incierto, pues Mt trae esta segunda parte en otro contexto (Mt 13:16.17).

Luego se goza en la libérrima voluntad de esta economía divina del Padre: "Porque te plugo," expresión frecuente en los escritos talmúdicos. El gozo de Cristo no es por la ceguera de ellos, sino porque la causa de todo esto es el plan inescrutable de la voluntad de Dios 28.

El v.27 es de una importancia muy grande. Se pueden distinguir en él tres ideas:

a) "Todo me ha sido entregado por mi Padre."

b) "Y nadie conoce al Hijo sino el Padre." "Y nadie conoce al Padre sino el Hijo."

c) "Y aquel a quien el Hijo quisiere revelárselo."

 

a) Primeramente, Jesucristo dice que el Padre “le dio todas las cosas” (πάντα μοι παρεδόθη). Conceptualmente tiene su entronque con Jn: “El Padre ama al Hijo y ha puesto en sus manos todas las cosas” (πάντα δέδωχεν) (Jn 3:35). El Padre le dio todas las cosas (πάντα εδωχεν) (Jn 13:3). Los pasajes de Jn hablan no de la naturaleza divina, sino del poder incomparable que el Padre confiere a Cristo por razσn de su unión hipostática. También se pensó por algún autor si este "todas las cosas" no se referirá sólo a su función mesiánica 29. Pero todo depende del valor que se dé a la otra parte del versículo b).

b) La segunda afirmación de Cristo es que "nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo." ¿Qué valor tiene esta afirmación tan exclusiva y excepcional?

La afirmación es correlativa. Pero en el texto se refiere al conocimiento. Filológicamente, el verbo que usa (επιγινώσχει) habνa de traducirse, por su estructura, por un sobreconocimiento. Pero en la koiné se prefieren los verbos compuestos, sin que ello incluya, de suyo, un matiz especial. Lc en el mismo pasaje usa el verbo simple (ΐνώσχε)·

En esta enseñanza de Cristo, ¿se pretende sólo enseñar el hecho de su mesianidad? ¿O enseñar o sugerir fuertemente además su filiación divina? Las razones que llevan a esto son las siguientes: 1) Extraña el énfasis que se pone en este conocimiento que existe entre el Padre y el Hijo. Era tema demasiado evidente en la Escritura el conocimiento que Dios tiene de todas las cosas. Se lo caracteriza como un atributo suyo propio, llamándole el "Conocedor de los corazones" (Act 1:24). Por eso este conocimiento del que aquí se trata debe de ser algo profundísimo, ya que invoca el atributo divino de la sabiduría como el único que puede comprender este mutuo "conocimiento" de quién sea el Padre y el Hijo.

2) Este conocimiento es trascendente. Es algo reservado al Padre y al Hijo. Por eso, si los hombres lo saben, es debido a una "revelación del Hijo" (v.27). Y esta revelación es la obra de Cristo.

3) Esta "revelación" es ciertamente que El es el Mesías, el Hijo de Dios; pero no sólo en lo que tiene de hecho ser el Mesías, sino que ha de ser en cuanto va descubriendo su verdadera naturaleza divina con palabras y obras.

J. Jeremías piensa que la frase fuese, primitivamente, de "estilo parabólico" y usada por Cristo en forma "adaptada": el conocimiento que se tienen un padre y su hijo. Que un padre y su hijo se conozcan íntima y perfectamente no es verdad; es, en realidad, una familiaridad muy relativa. Aparte que otras personas pueden conocer a otro "padre" mucho mejor que sus mismos hijos, sin falta de que el "hijo" se lo "revele": único modo, aquí, de conocerle (v.27d). Se quería decir, en la hipótesis parabólica, que el artículo de el Hijo correspondería al hijo determinado de la parábola 29. Todo esto es muy hipotético, y en este contexto no interesa, pues está perfectamente explicado — incluso a pesar de su "adaptación" a Cristo como Hijo — que recibe "todo,” incluido el “conocimiento” excepcional, de “mi Padre” (υπό του πατρός μου) (ν.27) que es el “Padre” celestial del v.25. “Abba” es el substractum arameo de la pal abra "Padre" o"w¿ Padre." Si Mt en el v.27bc no pone la forma "mi Padre," y lo pone en el v.27a, es que respeta el original de Cristo, llamando al Padre (Dios) "mi Padre."

En las concepciones judías, el Mesías era calificado como Hijo de Dios por excelencia. Pero no pasaba de un sentido moral de adopción y especial providencia sobre él, ya que éste había de proceder por sola vía humana de la casa de David.

Como se está en una línea de "conocimiento" de Padre-Hijo, si esta filiación y paternidad no es metafórica, ha de ser real.

Pero es difícil pensar que aquí no trascienda el sentido metafórico de simple mesianismo humano, y no ya por el intento de los evangelistas de este logion, que lo presentan en varios pasajes evangélicos como Dios, sino por algún hecho concreto en su momento histórico. Tal es el pasaje, que traen los tres sinópticos, sobre la pregunta que hace Cristo a los fariseos sobre el origen del Mesías, para sugerir que éste no es solamente de origen davídico, sino también de origen "daniélico" - trascendente: divino (cf. Comentario a Mt 22:41-46). Por eso, en el contexto del evangelio total de Mt, esta enseñanza de Cristo se refiere a un "conocimiento" no sólo muy superior al de los profetas, sino a un conocimiento que corresponde al alma de Cristo por ser él de naturaleza divina: el Hijo de Dios.

4) A esto mismo lleva el que este pasaje de Mt-Lc se entronca, por semejanza conceptual, con otros pasajes del evangelio de Jn, en los que se habla claramente de la divinidad de Cristo como Verbo encarnado (Jn 5:10-40; 7:25-29), sólo que la formulación de este pasaje Mt-Lc es aún más vigorosa que la que tiene en los mismos pasajes aludidos de Jn.

Un autor resume así el valor de este texto: "Pasaje de tono joánico, pero bien atestiguado en Mateo, lo mismo que en Lucas, y de primera importancia, porque se manifiesta, con el más primitivo fondo de la tradición sinóptica, una conciencia clara de la filiación divina de Jesús." 30

5) A la hora de la composición de los evangelios, este lenguaje difícilmente podría entenderse de otra manera que de la divinidad de Cristo (cf. Mt 12:6.8). Tal era, al menos, su valoración por la Iglesia de los evangelios. El tema de la revelación de "más que Mesías," es el que éste es el Hijo de Dios.

Cristo, al hablar de este conocimiento, para algunos, lo hace como Verbo divino. Esta posibilidad no puede negarse. Sería un caso de "communicatio idiomatum." 31 Pero no parece probable. A Cristo en los evangelios, incluido Jn, se le presenta hablando y obrando como Verbo encarnado. Y por razón de la persona divina es y puede llamarse en verdad Hijo de Dios 32.

Y en cuanto a ese conocimiento excepcional que Cristo tiene de su Padre, puede muy bien ser el conocimiento, no solamente el sobrenatural, sino el absolutamente único que el alma humana de Cristo tiene por su "visión beatífica" 33. Así ve su filiación divina y la correlativa paternidad divina de Dios.

c) La última parte del versículo enseña que, si este conocimiento es absolutamente trascendental a los seres humanos, el Hijo encarnado es el que puede revelarlo (v.27c; Jn 1:18).

 

Invitación a venir a El, 11:28-30.

28 Venid a mí todos los que estáis fatigados y cargados, que yo os aliviaré. 29 Tomad sobre vosotros mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas, 30 pues mi yugo es blando, y mi carga, ligera.

 

Perícopa propia de Mt. Su situación histórica es discutida. Por eso este logion se considera separadamente.

Cristo hace una invitación a "todos" los que trabajan "con cansancio" y están "cargados." Son dos expresiones sinónimas, sobre todo en la estructura binaria de estas sentencias del Salvador, lo mismo que frecuentemente en otras expresiones "sapienciales." Estos trabajos no deben de ser los trabajos y labores físicos, aunque se pueda pensar en ellos, en este evangelio "etizado" de Mt adaptado y extendido a la vida cotidiana.

"Tomar el yugo" de la Thorah, del cielo, de los preceptos, era una expresión usual en el rabinismo y que aparece en el A.T. Significa que el hombre está sometido a ellos como el esclavo a su trabajo (cf. Jer c.28; Is 58:6; etc.).

Como van a ser aliviados por la doctrina de Cristo (v.30), se trata del fariseísmo y de sus prácticas y leyes. Su doctrina era "formulista" e "insoportable" por sus infinitos preceptos y una minuciosa reglamentación asfixiante (Lc 11:46).

"El judío estaba envuelto en 613 prescripciones del código mosaico, reforzadas de tradiciones sin número; la vida del fariseo era una intolerable servidumbre. El último libro de la Mishna, que comprende doce tratados, está todo entero consagrado a estas prescripciones minuciosas. Imposible dejar su casa, tomar alimento, hacer una acción cualquiera sin exponerse a mil infracciones. El temor de caer en ellas paralizaba el espíritu y anulaba el sentido superior de la moral natural. Toda la religión degeneraba en un formalismo mezquino." 34 Están "fatigados" y "cargados" de toda esa seca e insoportable reglamentación. A todos ésos les dice que "vengan a El," y El, con su doctrina de amor, les "aliviará," literalmente os "descansará" (αναπαύσω), lo que es un descanso “restaurador” 35.

Frente a este hastío, Cristo les invita a tomar "su yugo." Este era usual entre los judíos como sinónimo de la Ley 36. El yugo de Cristo es su doctrina. Paralelísticamente les dice algo que suele traducirse por "aprended de mí" (μάθετε απ' εμού). Pero esta traducciσn no es ambiental. Usada frecuentemente en el Talmud, dice: "Entrad en mi escuela," aproximándose a "sed instruidos por mí." Frente al aprendizaje del rabinismo, Cristo se proclama Maestro, y frente a las prescripciones rabínicas "insoportables" — "importabilia" —, El les ofrece unas prescripciones únicas: "porque soy manso y humilde de corazón." El corazón es para los semitas la sede de los afectos y conducta. Tal es la actitud del espiritu de Cristo. A la mansedumbre se opone la ira, el ser áspero; a la humildad, la soberbia. El magisterio de los fariseos y doctores de la Ley era soberbio y buscaban con ello "la gloria unos de otros" (Jn 5:44). De ahí, fácilmente, el tono áspero e iracundo contra todo el que no se sometiera a sus lecciones. Prueba de ello es su odio a Cristo. Mas todo lo opuesto es el magisterio de Él.

En el tercer miembro de este logion, a los que vengan a su magisterio, tomen su yugo, les promete que "hallaréis descanso para vuestras almas.” “Alma” (ψυχή) estα por persona (Jer 6:16). Porque no sólo su "yugo es blando" y su "carga ligera," sino que da "vida abundante" (Jn 10:10), y, con ella — la gracia —, la vida se restaura, se expansiona, se hace sobrenaturalmente gozosa. No en vano las palabras de Cristo — su doctrina — son "espíritu y vida" (Jn 6:33). Esta dulzura estaba profetizada del Mesías (Zac 1:9ss;cf. Mt5:11).

 

1 Lagrange, Évangile s. St. Matthieu (1927) p.216-217. — 2 Josefo, Antiq. XVII 5:2. — 3 Joüon, L'Évang. (1930) p.69. — 4 ocalipsis de Baruc 73:2v.; Libro de Henoc 25:5v.; Libro de los Jubileos 23:26v.; 4 Esdias 8:52v. — 5 Strack-B Kommentar. I p.593-596. — 6 Mg 6:1284; cf. 87:1329. — 7 Reuss, Theol. Chret. t.l p. 143-145. — 7 Bonnard, L'Évang. s. Sí. Matth. (1963) p.161. — 8 Brunec, en VD (1957) 193-203.262-270.321-331. — 9 Buzy, Évang. s. St. Matth. (1946) 140-141; Saint Jean Baptiste (1922) 280-306; R. Groehl, Die Gesandtschaft Johannes des Taufers an Christus (1932); J. Dupont, L'ambassade de Jean Baptiste (Mt 11:2-6; Lc 7:18-23); Nouv. Rev. Théol. (1961) p.805-821.943-959; M. Brunec, De kgatwne Johannis Baptistae (Mt 11:2-24): VD (1957) p. 193-203.262-270.321 -331. — 10 Antiq. XVIII 5:2. — 11 Strack-B., Kammentar. I p.779-798; Bonsirven, // Giudaismo palestinese ai lempo di Gesü Cristo (1950) p. 126-127. — 12 Lagrange, Évang. s. Sí. Lúe (1927) 219. — 13 Nestlé, N.T. graece et latine, ap. crít. Lc 7:28. — 14 Pero, según el vocabulario de los papiros, esto no excluiría la voz media. Cf. Moulton-Milligan, Vocabulary of de Greek Testamentfrom the Papyri. (1915-1929) t.2 p.109. — 15 Strack-B., Kommentar. I p.604. — 17 Vi Mezia VI 1; — 16 cf. Kethuboth IV 4. rán 15:6; 68:51. — 18 Vosté,ParabolaeSelectaeD. N.J.-Ch. (1933) vol.l p.310-322; Buzy, Lc parábales p.109. — 19 Rendel harris, The origen of the Prologue to St. John's Cospel p.59-62. — 20 F. Mussner, Der nicht erkannte Kairos (Mt 11:16-19; Lc 7:31-35): Bíblica (1959) 599-612. — 21 Buzy, La Bethsaide de Galilée: Rech. Se. Relig. (1938) 570-579; Prat,/¿ms-Christ (1947) I p.466. — 22 Bonsirven, Le Juda'isme (1934) I p.286ss. — 23 J. Huby et X. Léon-Dufour, L'Évangile et les evangiles (1954). — 24 'Évangile s. St. Matthieu (1927) p.226. — 25 Karl Hase, Geschichte Jesu p.527. — 26 L. Cerfaux, L'Évangile de Jean et le "logion johannique" des Sinoptiques, en L'Evangik de Jean. Études et problemes (1938) 147-160. Jornadas Bíblicas de Lovaina; Les sources scnpturaires de Mt 11:26-27 = Lc 10.21-22: Etud. Théol. Lov. (1955) 331-342. — 27 Fillion, Vida de X.S. Jesucristo, vers. esp. (1942) II p.288. — 28 S. TH., In evang. Matth. comm. c.ll. — 29 Schanz, Kommentar über das Evangelium des heilig. Lucas (1883) h.l. — 29 J. Jeremías, -Abba." El Mensaje central del N.T. (v. esp.). — 30 benoit, L'Évangile s. St. Matth., en La Sainte Bible de Jérusalem (1950) p.80 nota e; H. Mertens, L'Hymme de jubilation chez les Synoptiques Mt 11:25-30; Le' 10:21-22 (1957); Charlier, L'action de gráees de Jesús'Lc 10:17-24: Bible et Vie Chrétienne (1957) 87-99; L. Cerfaux, Les sources scñpturaires de Mt 11:25-30: Ephem. Theol. Lov. (1954) 740-746; (1955) 331-343; Rec. Cerfaux (Gembloux 1963) 139-160. — 31 San Cirilo De A.: MG 72:672-673. — 32 S. TH., Summa Theol. 3 q.16 a.2.4.5. — 33 S. TH., Summa Theol. 3 q.10; Pío XII, Mystíci corporis Christi: AAS (1943) 230; A. Feuillet, Jesús et la Sagesse divine d'apres les Évangiles synoptiques: Rev. Bibl. (1955) p. 161-196; Braun, L'etude du quatrieme Évangile: Ephem. Theolog. Lovan. (1956) p.538-359. — 34 Prat, La théologie de St. Paul (1938) vol.l p.28. — 35 Zorell, Lexicón col. 102. — 36 Jer 5:5; Act 15:10; Bonsirven, Textes n.404; Strack-B., I 608-610; J. B. Bauer, Das milde Joch una die Ruhe (Mt 21:28-30): Theol. Zeitschrift (Basel); G. Lambert, Mon joug est aise et mon fardeau leger, en N.R.T.N. (1955) p.963-969.

 

 

Capitulo 12.

 

Con ocasión de una cuestión sabática, 12:1-8 (Mc 2:23-33; Lc 6:1-5).

1 Por aquel tiempo iba Jesús un día de sábado por los sembrados; sus discípulos tenían hambre y comenzaron a arrancar espigas y comérselas. 2 Los fariseos que lo vieron, dijéronle: Mira que tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en sábado. 3 Pero El les dijo: ¿No habéis leído lo que hizo David cuando tuvo hambre él y los que le acompañaban? 4 ¿Cómo entró en la casa de Dios y comieron los panes de la proposición, que no les era lícito comer a él y a los suyos, sino sólo a los sacerdotes? 5 ¿Ni habéis leído en la Ley que el sábado los sacerdotes en el Templo violan el sábado sin hacerse culpables? 6 Pues yo os digo que lo que aquí hay es más grande que el Templo. 7 Si entendierais qué significa "Prefiero la misericordia al sacrificio," no condenaríais a los inocentes. 8 Porque el Hijo del hombre es señor del sábado.

 

Cristo y sus discípulos atravesaban un sembrado. Era sábado. Los discípulos comenzaron a arrancar algunas espigas, "desgranándolas con las manos" (Lc). Mateo advertirá que "tenían hambre." No había falta en ello, pues la misma Ley judía decía: "Si entras en la mies de tu prójimo, podrás coger algunas espigas con la mano, pero no meter la hoz en la mies de tu prójimo" (Dt 23:25).

Los fariseos les dicen a los discípulos que están haciendo lo que no es lícito hacer en sábado. Es históricamente extraña esta presencia espiatoria de fariseos en sábado quebrantando probablemente el "camino del sábado." Puede haber artificio dramático, que es reflejo de las polémicas del fariseísmo contra el cristianismo mateano que actualiza esta historia de Cristo. La legislación rabínica tenía 39 formas de trabajos prohibidos en sábado. En el siglo II d.C. se había aumentado y complicado hasta el exceso, con una reglamentación minuciosa, todo este ritual prohibitivo. En tiempo de Cristo, estas 39 prohibiciones primeras estaban en todo su rigor. Entre ellas estaban las siguientes: 3.a, recoger (la mies); 4.a, atar las gavillas ! Estos fariseos escrupulosos equipararon el arrancar espigas a la tercera prohibición, y el frotarlas, a la cuarta. Lo que únicamente prohibía expresamente la Ley era esto: "Seis días trabajarás, el séptimo descansarás; no ararás ni recolectarás" (Ex 34:21). Todo lo demás era casuística del rabinismo.

Cristo les da una doble respuesta: 1) el reposo sabático legítimo tiene excepciones; 2) El es el "dueño" y señor del sábado; por eso puede obrar como le plazca.

 

El Precepto del Reposo Sabático Tiene Excepciones.

El precepto del reposo sabático era estricto y de institución divina. Pero tenía excepciones. Y Cristo les cita primero un caso de David, que era el prototipo del rey perfecto. Perseguido por Saúl, huyó con su escolta a Nob, donde estaba el Tabernáculo. No tenían qué comer y pidió al sacerdote Ajimélek que los socorriera. Mas no teniendo nada, les dio "pan del Santo," pues no había más que "panes de la proposición" (1 Sam 21:1-9), que sólo podían consumir los sacerdotes (Lev 24:9). Si esto estaba prohibido por la Ley y fue hecho por un sacerdote al que no pareció ir contra el espíritu de la Ley, y por David, modelo de perfección, es que fue una acción lícita; la ley natural estaba antes que la positiva. Cristo les desautoriza, incluso desde otro punto de vista, ya que ellos daban más valor a sus tradiciones y legislaciones que a la misma Ley 2. Mateo añade otra razón de Cristo. Si fuese tan estricto tal precepto, tampoco podría ministrarse en el santuario en sábado. Sin embargo, la Ley preceptuaba los sacrificios y su preparación en este día (Núm 28:9-10; Lev 24:8). En la Mishna se lee frecuentemente: "El culto del templo quita el descanso sabático" 3. La misma "circuncisión," según los rabinos, se debía practicar incluso en sábado (Jn 7:23). Y, sin embargo, de todo aquel trabajo cultual "no son culpables." Por lo que se concluye que no sólo hay excepciones lícitas, sino que El mismo puede dispensarlo, porque "el Hijo del hombre es Señor del sábado" (v.8). Como el reposo sabático es de institución divina (Gen 2:2-3), proclamarse "señor del sábado" es proclamarse dueño de su institución. Moisés sólo fue un ministro que legisló en nombre de Dios. Si Dios es el "dueño" del sábado y Cristo es el "Señor" del sábado, Cristo se está proclamando Dios 4. Puesto que inmediatamente Cristo se va a presentar superior al templo, ¿acaso quiere también insinuar aquí que los discípulos que están a su servicio — del templo de Dios (Jn 2:19-21) — están exentos de esta obligación?

¿Cristo pudo decir esta frase tan al principio de su vida? Pero aparece ya perdonando pecados y dispensando del reposo sabático. La frase aparece en Mt, Mc (2:28) y Lc (6:5). Podrían ser unos contextos prolépticos, como tantas veces sucede. Sería lo lógico. Por eso, aparte que pudiese ser una deducción de evidencia hecha por un "redactor" (H.A. Guy), no habría inconveniente de que sea del mismo Cristo, ya que incluso puede estar "adelantada" (Dibelius) aquí, pues en Mc-Lc tiene situación literaria distinta 4.

Se alega (Bonnard) si μείζον no podrνa referirse a una simple declaración mesiánica, dejando entender con ello, conforme a la escatología judía, que el Mesías era "señor" o "restaurador" del templo. Después de la profanación del mismo por Antíoco IV Epifanes (167 a.C.) y después por Pompeyo (63 a.C.), se esperaba un rey "purificador" del mismo (Salmos de Salomón 17:33), y hasta se esperaba una grandiosa restauración material del templo en los días mesiánicos. Pero la declaración de Cristo no va en la línea de tener un cierto dominio sobre el templo, sino que él es "superior al templo"; y junto a esto está la sentencia de que él "es Señor del sábado," para ellos de institución divina.

 

Cristo Se Presenta como Superior al Templo.

Sólo Mateo refiere estas palabras de Cristo, lógicas después que ha estado hablando de los sacerdotes que ministran en el templo: "Yo os digo que lo que hay aquí es mayor que el templo." Esta forma "mayor" (μείζον), aunque es neutra, se refiere a Cristo, como se ve claramente en los versνculos 41 y 42: el "más grande" es neutro también y se refiere directamente a Cristo para indicar su grandeza sobre Jonas y Salomón. Igualmente la fórmula de Lucas (11:31-32), con cuyo pasaje tiene éste un paralelo conceptual-literario.

Es grande el valor dogmático de estas palabras de Cristo. Él es mayor que el templo, que tenía la máxima dignidad por ser la casa donde habitaba Dios. Superior al templo de Israel no había más que Dios. Cristo, por tanto, se proclama Dios. Poco después se proclama también mayor que Salomón (reyes) y Jonas (profetas). Así va mostrando gradualmente la grandeza de su dignidad.

Y como para resumir su pensamiento sobre la cuestión del descanso sabático, Cristo cita unas palabras de Oseas (6:6): "Amo la misericordia y no el sacrificio." Prefiere los sentimientos de un corazón sincero a la práctica externa y ritualista de la Ley. Si vosotros — los fariseos — hubieseis comprendido estas palabras, "no hubieseis condenado a los inocentes," a los apóstoles, ya que aquí "misericordia," como en Mt 9:13, debe de tener el sentido de "benignidad," y, a imitación de Dios, benigno, misericordioso, debió ser juzgada esa acción.

 

B). Segunda "Cuestión Sabática" a Causa de Curar la Mano de un Hombre, 12:9-14 (Mc 3:1-6; Lc 6:6-11).

9 Pasando de allí, vino a su sinagoga, 10 donde había un hombre que tenía seca una mano. Y le preguntaron para poder acusarle: ¿Es lícito curar en sábado? 11 El les dijo: ¿Quién de vosotros, teniendo una oveja, si cae en un pozo en día de sábado no la coge y la saca? 12 Pues ¡cuánto más vale un hombre que una oveja! Lícito es, por tanto, hacer bien en sábado. 13 Entonces dijo a aquel hombre: Extiende tu mano; y la extendió sana como la otra. 14 Los fariseos, saliendo, se reunieron en consejo contra El para ver cómo perderle.

 

Esta escena, relacionada con la anterior de las espigas, sucede en una sinagoga, probablemente en la de Cafarnaúm. Fue Cristo a ella y "se puso a enseñar" (Lc).

Se encontraba allí un hombre que tenía una mano seca atrofiada por una parálisis. Los fariseos — y escribas (Lc) — le "observaban para ver si curaba en sábado y acusarle" (Mc-Lc). Y este enfermo se pone en contacto con Cristo de algún modo, pues le manda salir al medio.

San Jerónimo recoge a este propósito lo que se leía en el evangelio apócrifo "que usaban los nazarenos y ebionitas" 5, y que pasó mucho tiempo por el original de San Mateo, y en el que se indica que este hombre era un albañil (coementarius) y que imploraba el socorro así: "Jesús, yo soy albañil, yo gano la vida con el trabajo de mis manos; te ruego, Jesús, que me des salud, que no tenga que pasar por la vergüenza de mendigar para vivir." 6 Esta referencia podía ser un eco histórico de aquella escena. Pero también podía ser un retoque literario para poner bien en relieve la dureza de los fariseos 7.

Ante el ruego de este hombre, Jesús pregunta a los fariseos: "¿Es lícito curar en sábado?" o como dice el texto Mc-Lc: "¿Es lícito en sábado hacer bien o hacer mal, salvar una vida o matarla?" 8

Según la mentalidad rabínica, no se podía curar en sábado a no ser que peligrase la vida del enfermo. Fuera de este caso, los cuidados y cura del enfermo estaban casi del todo prohibidos. Solamente se le podía prestar normalmente los auxilios y alimentos que tomaba una persona normal 9.

Jesús responde primero con un argumento incontrovertible; luego, con la curación de aquel paralítico.

La argumentación de Cristo es ésta: Si un hombre tiene una oveja y ésta cae en día de sábado a un hoyo o en una de aquellas cisternas vacías disimuladas por el ramaje, su dueño obraba lícitamente sacándola. Esto era lícito, según sus interpretaciones, incluso en día de sábado 10. Cristo saca la conclusión: "un hombre vale más que una oveja; luego es lícito hacer bien en sábado" (Mt).

Y esto lo rubrica. Dice al paralítico: "Levántate y ponte en medio" (Lc-Mc). Seguramente desde donde enseñaba, hace a los escribas y fariseos — a quienes veía en suspenso — la pregunta de arriba: "¿Es lícito hacer en sábado el bien o el mal, salvar una vida o matarla?" Ellos "callaban," porque veían que la argumentación de Cristo, de menos a más, absolutamente probativa — de tipo rabínico "a fortiori" —, era interpretar el verdadero contenido de la Ley. Por ello concluye: "Es lícito hacer bien en sábado," y, dirigiéndose a aquel hombre, le dio la orden de "extender" la mano, y sanó al punto.

Al obrar así, acusaba que Dios aprobaba la doctrina; y, al legislar El mismo, con autoridad propia sobre el sábado, aparecía en la misma esfera de esta institución. Y el sábado, ¿quién podría alterarlo o interpretarlo sino Dios? "El Hijo del hombre es Señor del sábado," el Kyrios, con cuya expresión la Iglesia primitiva proclama la divinidad de Cristo.

Esta escena, lo mismo que la anterior, es de carácter polémico. Parecen reflejar, en su conservación evangélica, el especial interés contra los "judaizantes" de la Iglesia primitiva (Gal 4:10; Col 2:16).

Fariseos y escribas "se enfurecieron" y "discutían entre sí qué deberían hacer con Jesús" (Lc). Para ello tomaron contactos insistentes n con los "herodianos" (Mc) para "perderle," hacerle morir. Buscaban el apoyo de estos últimos en la región del tetrarca Herodes Antipas, acaso para poder unirse a él y llevarle a Jerusalén, restaurando la unidad nacional. Por su parte, los herodianos se prestaban de buena gana a hacer desaparecer a aquel Mesías que tan honda conmoción despertaba y que tantos seguidores tenía, pues temían que pudiese impedir su restauración herodiana 12. La omisión de este tema de los "herodianos" en Mt-Lc acaso se deba a que en la época de la composición de estos evangelios ya no se recordaba este partido desaparecido, pues Agripa I murió el 44. Si Mc lo conserva, acaso se deba a las "fuentes" que lo insertan aún y él retiene.

 

La Obra Benéfica de Cristo: Su Mansedumbre y Humildad Predichas por Isaías, 12:15-21 (Mc 3:7-12).

15 Jesús, noticioso de esto, se alejó de allí. Muchos le siguieron, y les curaba a todos, '6 encargándoles que no le descubrieran, 17 para que se cumpliera el anuncio del profeta Isaías que dice: 18 "He aquí a mi siervo, a quien elegí; mi amado, en quien mi alma se complace. Haré descansar mi espíritu sobre él y anunciará el derecho a las gentes. 19 No disputará ni gritará; nadie oirá su voz en las plazas. 20 La caña cascada no la quebrará, y no apagará la mecha humeante hasta hacer triunfar el derecho; 21 y en su nombre pondrán las naciones su esperanza."

 

Ante este complot para perderle, Cristo se aleja de allí. Este conocimiento de Cristo es característico de Mt (16:8; 22:18; 26:10). Pero curó a muchos que le siguieron, aunque les ordenó que no le descubrieran como taumaturgo o Mesías ante estas obras. Es una pincelada genérica que le permite a Mt traer una cita de Isaías en su evangelio mesiánico.

Mt ve en esta actitud de Cristo un cumplimiento de parte del poema del Siervo de Yahvé (L. Goppelt). El texto de Isaías que cita (Is 42:1-4) no está tomado directamente ni del texto hebreo ni de los LXX, sino de ambos, modificándose accidentalmente los términos, por venir mejor a destacar su propósito. Como tal lo recoge incluso el Targum.

Así, pone, en lugar de "elegido," mi "amado," que viene a significar casi el de "hijo único" (Mt 3:17), y mi "siervo" viene a ser aquí, por su sentido paralelístico, el equivalente de "hijo." Es el Mesías, en el que Yahvé se complace. Mt, lo mismo que el Targum, ponen lo restante en futuro. Con esto se viene a indicar la inauguración de la carrera de vida pública del Mesías. En esta obra dará la justicia, que es la verdad que corresponde al don del Espíritu que Yahvé puso en El. Es su obra de mesianismo universal: "a las naciones." En esa obra, ni tendrá una enseñanza ostentosa ni gritará al modo llamativo oriental en las plazas públicas. No será obra de disputa acalorada ni alboroto. Su método será persuasivo. No busca su gloria. Así veía el evangelista en la profecía de Isaías aquel prohibir Cristo a las turbas que le seguían que "lo manifestasen" (v.16). Y como su obra no es obra de destrucción de enemigos, no vendrá contra aquellas personas que están a punto de sucumbir, a los que no haría falta más que un pequeño golpe para acabar con la "caña quebrada," o un pequeño tirón o soplo para acabar con la mecha, que, puesta en la lámpara ya sin aceite, sólo humea para extinguirse. Su obra será humilde, mansa y de salvación para todos 13. Mt, omitiendo el resto del pasaje de Isaías, cita el sentido fundamental del mismo 14. Su obra es conducir "al derecho a la victoria." Es la ley mesiánica. Y como Mesías universal, en su "nombre esperarán las naciones." Es justificación apologética del mesianismo auténtico de Cristo: el profético, no el farisaico y ambiental.

 

Calumnia de los Fariseos Contra Cristo 12:22-30 (Mc 3:22-27; Lc 11:14-26).

22 Entonces le trajeron un endemoniado ciego y mudo, y le curó, de suerte que el mudo hablaba y veía. 23 Se maravillaron todas las muchedumbres, y decían: ¿No será éste el Hijo de David? 24 Pero los fariseos que esto oyeron, dijeron: Este no echa a los demonios sino por el poder de Beelzebul, príncipe de los demonios. 2S Penetrando sus pensamientos, les dijo: Todo reino en sí dividido será desolado, y toda ciudad o casa en sí dividida no subsistirá. 26 Si Satanás arroja a Satanás, está dividido contra sí; ¿cómo, pues, subsistirá su reino? 27 Y si yo arrojo a los demonios con el poder de Beelzebul, ¿con qué poder los arrojan vuestros hijos? Por eso serán ellos vuestros jueces. 28 Más, si yo arrojo a los demonios con el espíritu de Dios, entonces es que ha llegado a vosotros el reino de Dios. 29 Pues ¿cómo podrá entrar uno en casa de un fuerte y arrebatarle sus enseres si no logra primero sujetar al fuerte? Ya entonces podrá saquear su casa. 30 El que no está conmigo, está contra mí, y el que conmigo no recoge, desparrama.

 

 

El Milagro.

Le trajeron a Jesús un endemoniado que era ciego (Mt) y mudo (Mt-Lc) y lo curó. Curación que importa varios milagros; no sólo el prodigio de curar a un enfermo, sino el poder que demostraba sobre los espíritus demoníacos. Las gentes, por ello, "quedaban estupefactas." Y en ellas nació espontáneamente la pregunta: "¿No será, acaso, el Hijo de David?" expresión con que se denominaba al Mesías 15, ya que de El se esperaban obras prodigiosas. "El Mesías, cuando venga — decían —, ¿hará más milagros que los que hace éste?" (Jn 7:31).

 

La Calumniosa Maldad contra Cristo (Mc 3:22-27; Lc 11:15-20).

Ante el milagro y la sospecha en las turbas de que fuese el Mesías, aparece la maldad de los fariseos (Mt). Marcos dirá que "habían bajado, con los fariseos, escribas de Jerusalén" para "tentarle" (Lc).

Unos decían que "echaba los demonios en nombre de Beelzebul, príncipe de los demonios." Otros "pedían una señal del cielo" (Lc) para tentarle. La calumnia de los primeros era ilógica y monstruosa. Cristo obraba en virtud de Beelzebul, o, como dice Marcos, "tiene a Beelzebul," lo que es decir que estaba endemoniado. Si echa a los demonios con poder infernal, no pudiendo ser con el poder de los inferiores, le atribuyen este poder o pacto con el "príncipe de los demonios" 16, o, como otros piensan, porque Cristo usaría poderes mágicos, con los cuales forzaría al príncipe de ellos a que se le rindiese, y con la posesión mágica de su nombre haría con él lo que quisiese sobre el resto de los poderes demoníacos 17.

Sobre el origen de este nombre se han propuesto varios significados. San Jerónimo lo transcribe en la Vulgata por Beelzebul, porque dice que era el dios de Acarón, en Filistea. Pero la lectura crítica es Beelzebul. En la literatura judía se lo considera como un demonio de rango superior. Las etimologías propuestas son un juego de palabras entre baal y be'el y zebub, es decir, "Señor de las moscas." Otros ponen la segunda parte del nombre en relación con zabal, "sacrificar," y que, además, primitivamente significó "estercolar." Así se le hacía el "Señor de los sacrificios idolátricos." Por último, basados en los textos de Ugarit, las radicales zbl significan "príncipe." Así se explicaría el que los fariseos lo llamen "príncipe de los demonios."

Cristo les rebate simplemente devolviendo el argumento. Parte de una comparación, que es la sensibilización oriental de un principio de evidencia. Un reino dividido o ciudad, v.gr., por una guerra civil, en sí mismo se destroza; una casa que tenga sus moradores divididos, encarnizadamente, en dos bandos, no puede subsistir. Eran imágenes ambientales. Los rabinos las utilizaban igualmente. Así dice: "Una casa que tiene divisiones, está totalmente destruida. Si hay divisiones en una sinagoga, está totalmente destruida." 18

Por eso la argumentación que le hacen es absurda en sí misma y en su consecuencia. Lo primero, porque si Satanás echa a Satanás — los demonios se consideran aquí formando una unidad, un reino —, es que está dividido contra sí. Por eso, ese reino no puede subsistir, sino que viene la ruina. Lo segundo es que si Cristo arroja los demonios por virtud o pacto con Beelzebul, y los judíos también arrojan demonios con exorcismos — hay documentos judíos con fórmulas de exorcización que se amparaban en Salomón 19 —, los arrojarían por el mismo motivo. Por ello los hijos de los fariseos o escribas que habían bajado de Jerusalén estarían vinculados al mismo Satanás. Esto sería absurdo. Por eso les añade: "vuestros exorcistas serán vuestros jueces" 20, no en el juicio postrero, sino al considerarse la cuestión 21.

Luego "si arrojo" los demonios, lo es "con el Espíritu de Dios." Esta acción del Espíritu Santo había sido anunciada ya por los profetas como una de las características esenciales que tendría el reino mesiánico (Jl 2:28-32; Act 2:16-21). Este ambiente mesiánico es una realidad histórica presente, y Cristo el centro de ella como Mesías. Por eso, es que "llegó a vosotros el reino de Dios." Si el enemigo del reino es Satanás, este poder de Cristo arrojando los poderes demoníacos en nombre propio acusa su poder mesiánico. Era el cumplimiento actual de aquella expectación judía por los días mesiánicos, cuya obra principal del Mesías sería la destrucción de Satanás y su reino 22. Si el reino de Satán comienza a desmoronarse por obra de Cristo, es que llegó el reino de Dios. El que lo establece es el Mesías.

Luego se ilustra la enseñanza con una parábola alegorizante. Satán, el "Príncipe de este mundo" (Jn 12:31), se enfrenta con el que es más poderoso que él, que saquea y destruye el imperio de Satán, instaurando el reino mesiánico (cf. Is 24:22-23; Ap 22:2-3).

De ahí se sigue para todos una conclusión definitiva sobre la actitud que ha de tenerse con Cristo-Mesías: no estar con El es estar contra El; no cosechar con El es desparramar.

Mt ha narrado ya un caso semejante (Mt 9:32-34) de un endemoniado. Es muy probable que se trate de un "duplicado" por anticipación 23. El texto de Mt, comparado con Mc-Lc, da la impresión de unirse sentencias de Cristo pronunciadas en otras ocasiones.

 

El "Pecado Contra el Espíritu Santo" (Mc 3:28-30; Lc 12:10, 12:31-32).

31 Por eso os digo: Todo pecado y blasfemia les será perdonado a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. 32 Quien hablare contra el Hijo del hombre será perdonado; pero quien hablare contra el Espíritu Santo no será perdonado ni en este siglo ni en el venidero.

 

La primera afirmación sobre este pecado, llamado teológicamente "pecado contra el Espíritu Santo," es que el poder de la Iglesia se extiende a perdonar todos los pecados; es doctrina de fe24.

Se lo denomina "blasfemia" (Mt-Lc) o "pecado" (Mc) contra el Espíritu. Añadiéndose por los tres sinópticos que no será perdonado. ¿Por qué esto? ¿Cuál es su naturaleza? Está acusada en el contexto mismo, en el pasaje anterior (v.24). Ante la expulsión de un demonio por Cristo, los fariseos atribuían este poder de Cristo a Satanás; atribuían el bien al mal; atribuían la acción de Dios ad extra — por "atribución" obra del E. S. — a acción satánica. En estas condiciones, el pecado contra el E. S. es irremisible por su misma naturaleza, aunque no en absoluto, pues Dios puede cambiar el corazón del que así piensa y situarlo en rectitud y condición de perdón. Así muchos fariseos se convirtieron después de la resurrección de Cristo (Act 15:15) 25. Mc formulará esto explícitamente: "Porque decían: Tiene espíritu impuro."

La redacción es un caso de formulación semítica y bíblica, donde las cosas se expresan con extremismos, sea por las dificultades de lo contrario que se expresa (2 Re 10:1.6), sea por hablarse según la naturaleza de las cosas (Rom 8:29.30) 26. La expresión de Mt, "no se le perdonará ni en este mundo ni en el venidero," está perfectamente documentada en los escritos rabínicos, y significa simplemente nunca 26.

Mt-Lc ponen, en contraste, que se podrá perdonar el "hablar contra el Hijo del hombre." Esta contraposición falta en Mc. Acaso sea por razón de su "fuente." Lo mismo que la doble repetición sobre este pecado, pudiera proceder de una duplicidad de las mismas. Sin embargo, parece ser primitiva. "Ya que no puede suponerse que la sentencia primitiva de Cristo haya sido corregida en un sentido aparentemente menos favorable a la dignidad del Hijo del hombre." 27

¿En qué consiste el pecado contra el Hijo del hombre en contraposición al del E. S.? Para San Jerónimo está en dudar más o menos de la divinidad y grandeza de Cristo "a causa de mis viles apariencias," es decir, al ver en El al hombre: tiene familia, parientes, se alimenta, etc. 28. Este es un pecado de ignorancia; el otro, de malicia.

Esta doble sentencia parece ser un "duplicado" sinónimo o versión de un mismo concepto. El hecho de poner en el v.31 el perdón de todo pecado a los seres humanos podría tener en el v.32 su rima concretada y matizada a un caso especial: el perdón del pecado a los "hombres" se matiza ahora en el perdón del pecado contra el "Hijo del hombre." Así se establece un "paralelismo" con los conceptos de "perdón" y de "pecado." "Espíritu" y "Espíritu Santo," "hombres," "Hijo del hombre."

 

Las malas obras de fariseos, 12:33-37 (cf. Mt 7:16-20; Lc 6:43-44).

33 Si plantáis un árbol bueno, su fruto será bueno; pero, si plantáis un árbol malo, el fruto será malo, porque el árbol por los frutos se conoce. 34 ¡Raza de víboras! ¿Cómo podéis decir vosotros cosas buenas siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. 3S El hombre bueno, de su buen tesoro saca cosas buenas; pero el hombre malo, de su mal tesoro saca cosas malas. 36 Y yo os digo que de toda palabra ociosa que hablaren los hombres habrán de dar cuenta el día del juicio. 37 Pues por tus palabras serás declarado justo o por tus palabras serás condenado.

 

El pasaje responde en la perspectiva evangélica a poner de relieve el pecado de los fariseos de aquella generación, con ocasión del anterior relato. Para ello usa dos comparaciones ambientales.

El árbol bueno da "buenos frutos." Sobre 150 decía rabí Judá: "Si el corazón no lo anunció a la boca, ¿cómo lo podría la boca anunciar?" 29 ¿Qué decían los fariseos contra Cristo? El Evangelio lo dice, y la muerte de Cristo será un complot en el que ellos tienen parte destacada.

Hasta los llama "raza de víboras." También los había llamado así el Bautista (Mt 3:7). La víbora, pequeña e inofensiva de aspecto, inocula, no obstante, veneno al que se llega a ella (Sal 140:4b). Tal era la insidia que acababan de lanzar contra Cristo. Y ésta fue su conducta en general contra El.

La misma idea se expresa con la imagen del "tesoro." Este es el alma — el hombre —, que tiene y guarda lo que el hombre es. El hombre bueno, "del buen tesoro de su corazón habla la boca." Y en el apócrifo Testamento de Aser se dice que, si el "tesoro de la conciencia que va a obrar está lleno del espíritu malo, hasta la acción buena la hará mala." Esta es la crítica aquí de los fariseos.

De ello se deduce una conclusión: "en el día del juicio" se habrá de dar cuenta de las palabras, porque ellas son las que manifestaron las obras. Rabí Asha decía sobre 320: "Incluso los árboles infructuosos habrán de rendir cuenta (en el juicio)." 30

Y en boca de Cristo se añade, acaso una glosa moralista del Mtg, que los hombres habían de dar cuenta en el juicio de "toda palabra ociosa (άργόν)” que hubiesen hablado. Probablemente se trata de "toda palabra (mala) privada de veracidad, de fundamento." 31

Si de toda palabra "ociosa" se ha de rendir cuenta, ¡cuánto más de todas las calumnias que los fariseos levantaron contra Cristo-Mesías!

 

Amenaza contra la generación presente 12:38-45

(Mt 16:4; Mc 8:11-12; Lc 11:29-32).

38 Entonces le interpelaron algunos escribas y fariseos, y le dijeron: Maestro, quisiéramos ver una señal tuya. 39 El, respondiendo, les dijo: La generación mala y adúltera busca una señal, pero no le será dada más señal que la de Jonás el profeta. 40 Porque, como estuvo Jonas en el vientre de la ballena tres días y tres noches, así estará el Hijo del hombre tres días y tres noches en el seno de la tierra. 41 Los ninivitas se levantarán el día del juicio contra esta generación y la condenarán, porque hicieron penitencia a la predicación de Jonas, y hay aquí cosa mayor que Jonas. 42 La reina del Mediodía se levantará en el juicio contra esta generación y la condenará, porque vino de los confines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay cosa mayor que Salomón. 43 Cuando el espíritu impuro sale de un hombre, discurre por lugares áridos buscando reposo, y no lo halla. 44 Entonces se dice: Me volveré a mi casa, de donde salí. Y va y la encuentra vacía, barrida y compuesta. 45 Entonces va, toma consigo otros siete espíritus peores que él y, entrando, habitan allí, viniendo a ser las postrimerías de aquel hombre peores que sus principios. Así será de esta generación mala.

 

La escena no tiene una vinculación histórica con lo anterior. El "entonces" en Mt suele ser soldadura literaria. Al tono calumnioso de lo anterior no sigue una actitud más moderada. Pertenece al ciclo de insidias ordinarias (Lc 11:16). Es un contexto lógico, y le piden, para probar que es el Mesías, "una señal del cielo" (Lc 11:16). Debía de ser una intervención excepcional, cósmica; los documentos rabínicos hablan frecuentemente de este tipo de prodigios celestes con los que el Mesías acreditaría su misión 32.

Cristo no da el milagro que piden, ni para cuando lo piden; el plan de Dios ya está trazado.

La generación a la que habla es "mala y adúltera." Son términos cargados de reminiscencias del A.T. En los días en que aparecería el Mesías, según creencia de Israel, el pecado abundaría como nunca 33, y se evocaban también los días del desierto. Es aludir con ello a que llegó la hora mesiánica. También esa generación sería bíblicamente "adúltera." Siendo Yahvé el "esposo" de Israel, al volverse éste infiel a Dios, adulteraba (Is 1:21; 50:1; Ez c.16 y 23; Os 1:2, etc.). Como aquí, que rechazaba el "la ligazon" mesiánica con el Dios-Hombre. "Adúltera" falta en Lc, acaso por ser término no comprensible para sus lectores gentiles.

El signo que da Cristo está trazado como prueba terminante en el plan de Dios (1 Cor 15:14-17). Es el "signo" de Jonas: tres días en la ballena; así estará Cristo en el sepulcro. Eri Le la frase es elíptica. Jonas y Cristo serán un "signo." ¿De qué? En Lc parece usarse en el sentido de haber escuchado la predicación de Jonas (Lc 11:30.32; 2:34). Acaso la "fuente" primitiva sólo tuviese la afirmación del "signo" de Jonas, sin explicitarlo, y los evangelistas lo derivaron a su propósito. En la valoración judía, tres días incompletos eran equivalentes a tres días enteros 34; por eso puede en Mt ser "tipo" de la sepultura de Cristo 34.

La cita de Jonas evoca su predicación en Nínive, con la conversión del pueblo, y, por contraste, la escasa atención que Israel prestó a su predicación.

Se escuchó a Jonas, y, en Israel, no sólo los subditos de Salomón lo escucharon admirados, sino que hasta de la lejana Sabá vino su reina a escuchar su sabiduría (1 Re 10:1-13), y aquí se trata de oír la Buena Nueva; y quien la pregona es más que Jonas y Salomón. El texto pone: "Y aquí hay más (πλεiον) que Jonas (v.41) y que Salomσn" (v.42). Por un procedimiento de "superación," Cristo va descubriendo, gradualmente, su naturaleza: es "mayor" que Salomón — el mayor de los reyes — y que Jonas — mayor que los profetas —. ¿Quién es El, por tanto? Ya antes se presentó "señor" del sábado y "mayor" que el templo. El velo de su divinidad se va descorriendo en los dos primeros casos, al menos como Mesías, y se abre más en los segundos.

Por eso, si a Salomón y a Jonas se les escuchó, Israel estaba más obligado, ante la sabiduría y milagros de Cristo, a escuchar su mensaje. Por lo cual, "en el día del Juicio," los ninivitas se levantarán contra "esta generación y la condenarán." Es una dramatización, con fondo objetivo, de la censura a esta actitud de gran parte del judaísmo contemporáneo de Cristo.

A continuación se añade una pequeña parábola ilustrativa de esta actitud. La estampa está tomada del medio ambiente. Cuando un "espíritu impuro" 35, un demonio, sale de un hombre por un exorcismo judío, vaga por "lugares áridos." El desierto era en aquellas creencias el lugar de la morada de los demonios (Is 13:21; 34:14; Bar 4:35; Tob 8:3, etc.). Cristo se adapta a toda esta descripción popular, y se relata por "anthropopatía," es decir, se expresan estos demonios al modo humano. Pero al no hallar verdadero reposo, pues desean un poseso, se vuelve al mismo del que salió: "volveré a mi casa." Así hablan los demonios en el Talmud. "¡Desgraciado! Rabí Meir me echó de mi casa (por exorcismo)" 36. Y quiere volver a su casa. Pero al verla arreglada y con gentes dentro — es parábola —, va en busca del refuerzo de otros "siete — número de plenitud — espíritus peores que él," y logran conquistarla y morar allí. Y el final, con esta turba demoníaca, de aquella casa — endemoniado — es peor que el principio. "Así será de esta generación mala." La aplicación es clara.

Satán es el gran enemigo del reino. Cristo viene a Israel y se comienzan a orientar las gentes hacia El. "Llegó a vosotros el Reino de Dios." La derrota de Satán en el pueblo elegido comienza. Pero mueve a fariseos y dirigentes contra Cristo, y lo llevan a la cruz, y se roba así la fe en el pueblo. Y viene a resultar que el final es peor que el principio (Jn 15:22). Israel se quedó sin la fe. Los hechos bien lo han probado.

 

La familia de Jesús, 12:46-50 (Mc 3:31-35; Lc 8:9-21).

46 Mientras El hablaba a la muchedumbre, su madre y sus hermanos estaban fuera y pretendían hablarle. 47 Alguien le dijo: Tu madre y tus hermanos están fuera y desean hablarte. 4S El, respondiendo, dijo al que le hablaba: ¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? 49 Y, extendiendo su mano sobre sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. 50 Porque quienquiera que hiciere la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.

 

El v.47 es de autenticidad muy discutida 37.

Estando Cristo con la turba, llegaron para hablarle su "madre y sus hermanos." Pero preguntó ante este recado: "¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?"

Ante la presencia de estos vínculos familiares, Jesucristo aprovecha la oportunidad para dar una gran lección. "He aquí a mi madre y a mis parientes," pues añadió: "todo el que hace la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi hermano, hermana y madre."

No niega el amor a su madre ni a sus familiares. Pero habla de esa otra gran familia cristiana. No queda atado al solo amor humano de una familia. Hay otra familia espiritual a la que ama, en un orden espiritual y sobrenatural, con amor más entrañable y profundo que el amor humano con que se ama a la madre y a los hermanos 38.

Sobre los "hermanos" de Jesús, que son "parientes," se expone en Comentario a Mt 13:53-56.

 

1 Strack-B., Kommentar. 1 p.616. — 2 Aboth 3:11; 5:8; Sanhedrin 11:3. — 3 Stkack-B.,Kommmtar. I p.620ss. — 4 H. Tróades, Le Fus de l'homme est maitre meme du sabbat (Mc 2:23-3:6): Bible et Vie Chrétienne (1958) 73-83; Bonsirven, Textes. n.160; Welhausen, Das Evan-fdium Marci (1909) p.22; E. Lohsejesu Worte über den Sabbat: Bznw (1960) 79-89;. W. Beare, The Sabbath Was Madefor Man? (Mc 2:23-28): Journ. of Bibl. Lit. and Exegesis (1960) 130-136; F. Gils, Le sabbat a etefait pour l'homme et non l'homme pour le sabbat (Mc 22:27): Rev. Bibl. (1962) 506-523. — 4 H. G. Guy, The origm of the Cospel of Mark (1955) p.86; Dibelius, From — 5 Rev. Bib. (1922) 161ss. — 6 In Matth. 12:13: Ml 26:78. — 6 Sagrada Biblia, Nácar-Colunga: BAC n.l.; Bertram, Theol. Wórt. Ν. Τ. art. έργον, II, 737:28ss. — 7 Lagrange, Évangüe s. St. Matth. (1927) p.235; Holzmeister, Si licet sabbatis curare: VD (1928) 264-270. — 8 G. Lambert, L'expression de la totalite par l'opposition de deux contraires: Rev. Bib. (1945) 93. — 9 Strack-B., Kommentar. I p.623-629. — 10 Sabbath 128b; Bonsirven, Textes n.682.1015; Strack-B., Kommentar. I p.629. — 11 Pirot, Évang. s. St. Marc (1946) p.433. — 12 Felten, Storia dei tempi del Ν. Τ. (1932) II p.118-119. — 13 Condamin, Le livre d'Isaie (1920) p.298. — 14 Sobre el posible origen de este cambio en Mateo, cf. Lagrange, Évang. s. St. Matth. (1927) p.240:20 c.21. — 15 Bonsirven, Le Judatsme. (1934) I p.361; Strack-B., o.c., I p.640. — 16 Bonsirven, Le Juda'isme pdestimen au temps deJ.-Ch. (1934) I p.244-245; Ge-Senius, Thesaurus. linguae heb. et chai. V.T. (1829-35) t.l p.223-226; R. Dussand, Les découvertes de Ras Shamra et VAnden Testament (1937) p.69; Benoit, L'Évang. s. St. Matth., en La Sainte Bible de Jérusalem (1950) p.83 nota c. — 17 P. Samain, L'accusation de magie contre le Christ: Eph. Théol. Louv. (1938) 464ss. Cf. Comentario a Le 11:16; Benoit, L'Évang. s. St. Matth., en La Sainte Bible de Jérusalem (1950) p.83 nota c.; el judaismo contemporáneo y posterior a Cristo no negó sus "prodigios" aunque les diese una interpretación como ésta o mágica; cf. Shabbat, Tosephta 11:15; Talmud Βab 104b; Sanhedrm a 107; Sota 47a; cf. San Justino, Dial. 69:7. — 18 Strack-B., Kommentar. I p.635. — 19 Varios documentos de este tipo pueden verse en A. Deissmann, Licht voii Oslen (1909) p.!86ss; J. Tabornino, De antiquorum daemonismo (1909) p.9-15, especialmente eran usados la "Schema" y el salmo 91. — 20 Bonsirven, Le Juda'isme palestinien au temps deJ.-Ch. (1935) II p.189; SMIT, De daemoniacis in historia evangélica (1931) p.94-172; Strack-B., Kommentar zum neuen Testament auf Talmud und Midrasch IV p.527-535. Los pasajes principales del Talmud en los que se citan estos laboriosos exorcismos son: Shabbath XIV 3; Sanhe-dñn X 1; Abodah Zarah f.12:2; cf. Josefo, Antiq. VIII 2:5; BI VII 6:3. — 21 lagrange, Évang, s. St. Lúe (1927) p.33i. — 22 Yalkut, in Is 60; Asunción de Moisés 10:1; Testamento de Dan 6; A. Eders-Heim, The Ufe and times of Jesús the Messiah (1906) I p.480; Test, de Leu c.18. — 23 Lagrange, Évang. s. St. Matth. (1927) p.241. — 24 Denz., Ench. symb. n.911. — 25 S. TH., 2-2 q.14 a.3. — 26 A. Lemonnyer, Blaspfome contre le Saint Esprit: Dict. Bibl. Suppl. I 981-989; Castrillo Aguado, Spiritus blasphemiae non remittetur: Estudios Bíblicos (1929) 60-67; J. Fltzer,Dfc" Sünde wider den hl Geist: Teotog. Zeitsch. (B. 1957) p.161-182; P. Roulin, Le peché contre l'Esprit Saint: Bivichr (1959) 38-43. — 26 Strack-B., Kommentar. I p.636ss. — 27 Lebreton, La vida y doctrina de J.-Ch., vers. esp. (1942) t.l p.237. — 28 ML 28:81. — 29 Strack-B., Kommentar. I p.639. — 30 strack-b., o.c., 1 p.640. — 31 Üenolt, L'Évangüe s. St. Matth., en La Sainte Bible dejerusalem (1950) p.85; J. Vlteau, La "parole oiseuse" sur s. Matth. 12:36: Vie Spirituelle, juillet-sept. 1931. — 32 Mc 8:11; Strack-B., I p.640-641. — 33 Bonsirven, El Giudaismo palestinese al lempo di Gesh Cristo (1950) p.124. — 34 Strack-B., Kommentar. I p.649; cf. Tob 3:10.11; Est 4:16; 5:1; cf. explicación en Comentario a Mt 28:1-7. — 34 M. Goguel, Lafoi h la re'surrection de Jesús dans le christianisme primitif (1933) ρ.Ι0 ; O. Cullmann, Dieu vivant n.16 p.25ss. — 35 T. Ayuso, Un estudio sobre la expresión "akáiharton pneüma" y su significado en el N.T.: Estudios Bíblicos (1934) 377-384. — 36 Strack-B., Kommentar. I p.652. — 37 Lagrange, Évang. s. St. Matth. (1927) p.334. — 38 S. ΤΗ., evang. Matth. c.12 h.l.; A. Cerutti, L'interpretazione del testo di Mt 12:46-50 nei Padñ: Marianum (1957) 185-221.

 

 

Capitulo 13.

En este capítulo, Mt expone muchas de las parábolas de Jesucristo, cinco de las cuales — la cizaña, el fermento, el tesoro escondido, la perla, la red — sólo él las expone. Conforme al estilo y estructura de su evangelio, este capítulo también está "sistematizado." Jesucristo no inaugura ahora su hablar en parábolas (Mt 5:13-16; 6:26-30; 7:6.13-14; 8:24-27; 9:16-17; 11:16-17, etc.). Aquí, con ellas, se va a exponer el ministerio del reino — término corriente en la apocalíptica judía (Henoc, IV Esdras, Qumrán) —: el por qué no aparece éste al modo del mesianismo ambiental, ni súbitamente. Con este capítulo comienza el "tercer gran discurso" de Cristo en Mt.

 

Parábola del sembrador, 13:1-9 (Mc 4:1-9; Lc 8:4-8).

1 Aquel día salió Jesús de casa y se sentó junto al mar. 2 Se le acercaron numerosas muchedumbres. El, subiendo a una barca, se sentó, quedando las muchedumbres sobre la playa, 3 y El les dijo muchas cosas en parábolas: Salió un sembrador a sembrar, 4 y de la simiente, parte cayó junto al camino, y, viniendo las aves, la comieron. 5 Otra cayó en sitio pedregoso, donde no había tierra, y luego brotó, porque la tierra era poco profunda; 6 pero, levantándose el sol, la agostó, y, como no tenía raíz, se secó. 7 Otra cayó entre cardos, y los cardos crecieron y la ahogaron. 8 Otra cayó sobre tierra buena y dio fruto, una ciento, otra sesenta, otra treinta. 9 El que tenga oídos, que oiga.

 

Cristo está en Cafarnaúm. Para esta predicación "salió de la casa." Debe de ser la suya (Mt 4:13). La muchedumbre que se le reúne es grande, y utiliza una barca, y, cercano a la orilla, les predica "muchas cosas en parábolas" (Mt-Mc). En la perspectiva literaria y, en parte, histórica de Mt, éste fue el gran día de las parábolas.

V. 4. La frase "cayó junto al camino," probablemente corresponde al arameo al'urha, que significa "en." Probablemente la traducción vertió materialmente por el primer sentido, cuando el lógico es el segundo,1. No "junto" al camino, sino "en" él. En aquellas costumbres agrícolas se sembraba primero y luego se araba todo el terreno, incluidos los pequeños caminos de las parcelas.

V.7. Estampa real. Estos cardos palestinos junto al Lago pueden alcanzar en tres meses un metro de altura (Willam). Literalmente "ahogan" la simiente al desarrollarse.

V.8. Mt-Mc dan el éxito de la que cayó en "tierra buena" con una triple clasificación, de estilo más oriental, pedagógica y muy convencional. Los fellahs de Belén estiman normal la cosecha de trigo que rinde el 2 o el 4 por 1 2. En la trapa deEl-Atroum (Palestina) no sobrepasa el 10 por 1. En un ensayo hecho en Et-Tabigha, junto al Lago, y en una tierra bien preparada, se llegó a producir el 50 por 1 3. Excepcional mente junto a Genesaret se dio el 240 y 250 por 1 4.

V.9. La frase "el que tenga oídos, que oiga" έχων ώτα ακούει ν άχουέτω) (Mt-Lc), literalmente: “el que tenga oνdos, oír oiga," es un modismo (Gen 2:17) para indicar el esmero en oír. Este aforismo no se encontró en la literatura rabínica, aunque aparece usado por el autor del Apocalipsis (2:7.11.17.29; 3:6.13.22). Los rabinos equiparaban los grupos oyentes al "oído" y "esponja," según que les resbalaba lo que oían o se empapaban en ello, y también los comparaban al "embudo," "filtro" y "tamiz" 5. Pero la frase de Cristo es más bien, un anticipo, un toque de alerta.

 

Razón de las parábolas, 13:10-17 (Mc 4:10-12; Lc. 8:9-10).

10 Acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas en parábolas? '' Y les respondió diciendo: A vosotros os ha sido dado conocer los misterios del reino dé los cielos, pero a ésos no. 12 Porque al que tiene, se le dará más y abundará, y al que no tiene, aun aquello que tiene le será quitado. '3 Por esto les hablo en parábolas, porque viendo no ven y oyendo no oyen ni entienden; 11 y se cumple con ellos la profecía de Isaías: "Cierto oiréis y no entenderéis y no conoceréis. 13 Porque se ha endurecido el corazón de este pueblo, y se han hecho duros de oídos, y han cerrado sus ojos, para no ver con sus ojos y no oír con sus oídos, y para no entender con su corazón y convertirse, que yo los curaría." 16 ¡Pero dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen! 17 Pues en verdad os digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron.

 

Los tres sinópticos se plantean en este mismo lugar el porqué de las parábolas. El problema parte de los apóstoles: "¿Por qué les hablas (a los otros) en parábolas?" No deja de ser chocante el desarrollo de este tema. "A vosotros os es dado conocer los misterios del reino de los cielos, pero a ésos no." ¿Por qué? ¿A qué se debe esta distinta finalidad o efecto?

Lo primero que se nota es que este pasaje está desplazado de su contexto lógico. Pues es aquí cuando se presenta la primera parábola, al menos en su plena forma redaccional. Antes sólo hubo un esbozo de ellas (Mc 3:23; Lc 4:23; Mt 9:15-17; 7:24-27; 12:43-45).

La parábola es, de suyo, un método pedagógico clarificador. Se dice en Me: "Y con muchas parábolas como éstas (es decir, toda enseñanza de tipo mashal) les proponía la Palabra (el Evangelio), según podían entender," añadiendo con una hipérbole — ritmo negativo — que "no les hablaba sin parábolas" (Mc 4:33). Pero añade que a los discípulos se "las explicaba todas aparte" (Mc).

Si este método parabólico es pedagógico, el mismo Mc hace la siguiente observación: que "todas las cosas les vienen a ser parábolas" a los "de fuera." Estos, para los rabinos, eran los gentiles o judíos no ortodoxos; aquí son las muchedumbres.

Naturalmente, la doctrina del Reino era difícil y exigía esmero en recibirla. Como hacen en ocasiones los apóstoles, que le preguntan aparte lo que no entendieron. Y a esto apunta Lc cuando en la exposición de la parábola del sembrador dice: "Mirad, pues, cómo (πώς), de que'modo escucháis." (Lc 8:18). Que es lo que dice Mt en este pasaje: "Porque al que tiene, se le dará más y abundará," como a los apóstoles, que al preguntar sobre la enseñanza recibida logran su explicación y más luz; pero "al que no tiene, aun aquello que tiene le será quitado," como a las turbas, que, al no pedir nueva explicación ni tener interés por ella (Jn 6:26), venían a perder el fruto de la primera explicación 6.

Lo que más choca es la justificación que quiere darse a esto con un pasaje de Isaías. En el texto masorético dice:

 

"Ve y di a ese pueblo:

Oíd y no entendáis,

ved y no conozcáis.

Endurece el corazón de ese pueblo,

tapa sus oídos, cierra sus ojos.

Que no vea con sus ojos,

ni oiga con sus oídos,

ni entienda su corazón,

y no sea curado de nuevo" (Is 6:9-10) 6.

 

Presentada así esta redacción, choca a una mentalidad occidental. Parece como si Dios enviase al profeta para perder al pueblo con una ceguera moral, que él causaba por orden de Dios, cuando ha de ser todo lo contrario, ya que la misión del profeta es llevar el pueblo a Yahvé. Ni será improbable que el profeta acentúe este "fracaso" al escribir su obra después de haber visto con los hechos la actitud de Israel ante su mensaje profético. La versión de este pasaje en los LXX se formula de otra manera, quitando ya estas asperezas. Ya no se ve en la redacción esta finalidad penal del profeta, sino que se presenta sólo el hecho de que el pueblo lo oye, pero viene a ser como si no lo oyese, y de tal manera obran, que no se convierten, pues de lo contrario "yo [Dios] los curaría."

Los evangelistas, al relatar este pasaje, crean la misma dificultad. Mt suaviza la interpretación redaccional de este pasaje: les predica en "parábolas," ya que con ello va a suceder (ότι) lo que dijo Isaías. Aquí se reconoce que con esta predicación van a "ver y no verán."

Pero en Mc-Lc el problema en su redacción literal se agudiza, pues el hablarles en parábolas tiene por finalidad (ίνα) que, “viendo, no vean.” y “no se conviertan.” Sin embargo, la idea de un juicio de Dios que se cumple bajo la forma de un endurecimiento es familiar al A.T. y al judaismo.

A causa de esta partícula de finalidad, diversos autores han tomado una doble actitud con relación a la predicación en parábolas. Para unos, Cristo les habla de esta manera por castigo — tesis de la justicia, al no escuchar ni atender debidamente su predicación, Cristo castigaría a las gentes velándoles su doctrina; otros sostienen que el uso de las parábolas, como método pedagógico, tiene una finalidad docente — tesis de la misericordia.

Sin embargo, la tesis de la justicia no es admisible, tanto desde el punto de vista literario como desde el punto de vista de la conducta de Cristo: sencillamente, su misión salvadora-docente.

Cristo, en los evangelios, siempre aparece en su misión salvadora. El Hijo del hombre no vino a perder almas, sino a salvarlas (Lc 9:56; cf. Lc 15:3-7; Mt 18:12-14; 15:24; Mc 2:17; 4:33, etc.).

En primer lugar, estas partículas, de aparente finalidad, en la koiné no tienen la fijeza clásica, y pueden significar lo mismo una consecuencia a seguirse. No se predica para que no entiendan, sino que predicando se va a seguir, v.gr., que no oirán, no comprenderán.

Y el pasaje de Isaías, en su contexto, era ir a predicar, que era ilustrar. Pero se seguiría que no se le escuchaba. Y acaso la redacción material esté hecha con matices del poco éxito del profeta. Y valorados además con el concepto semita de causa y efecto, según el cual todo lo que de alguna manera se puede aplicar a Dios — v.gr., permitiendo, no oponiéndose positivamente a algo —, se lo atribuyen sin más a El. Así, porque el faraón no permitió salir de Egipto a Israel hasta la última plaga, se lo describirá diciendo que "Dios endureció el corazón del faraón," cuando con las "plagas" buscaba que cediese (Ex 11:10; cf. 9:2; Dt 2:30; Ez 39:7; Sal 119:2).

Las parábolas, siendo método pedagógico para ilustrar, venían en ocasiones, indirectamente, a ser motivo de oscuridad por culpa de los oyentes.

Si se plantea aquí este problema con motivo de las "parábolas," debe de ser un recurso artificioso para abordar un tema general en la predicación de Cristo: en ocasiones era difícil de comprender (Jn 14:9) y exigía esmero que no siempre había en los oyentes (Jn 6:26). Además, parábola puede estar por el amplio vocablo mashal.

Piensan algunos si el planteamiento aquí de este problema no sería una preocupación de la Iglesia primitiva, que quería justificar el porqué de no haber pasado al cristianismo un mayor número de judíos, y en concreto de las clases dirigentes. Pero si a la Iglesia primitiva le preocupaba este problema, Cristo mismo también lo tenía ante sí, como se ve en los evangelios, y también a El le interesaba justificarlo. "Muchos son los llamados (al reino), y pocos los escogidos" (los que ingresan en él), y otros hechos semejantes (Mt 22:14; 8:11-12).

Hay un pasaje de Mc (4:33.34) en que parecería una contradicción: en el primer versículo (v.33), la parábola tiene el sentido pedagógico de ilustración; pero en el segundo (v.34), las parábolas se las tiene que explicar a sus propios discípulos.

¿Qué valor puede tener esto? Se indicó ya, en ocasiones, la necesidad del esmero en oír su enseñanza y tratar de profundizarla. Pero también pudiera Mc, en este pasaje doble, indicar que al pueblo se le hablaba "según podían entender," y que, aparte, tenía exposiciones a grupos más reducidos, como los apóstoles y otros discípulos, a quienes explicaba el sentido no sólo de las parábolas, sino a los que proponía también temas que exigían una mayor preparación y fidelidad (Jn 6:59-69; cf. Mt 13:34.35). Aunque es conocido el procedimiento literario en la literatura desde el siglo I (d.C.) y en las controversias judeo-cristianas, este esquema de exponer, v.gr., un escriba es preguntado con intención polémica por un gentil, se le responde, y, una vez retirado éste, descubre a sus discípulos el sentido profundo de su enseñanza. En algunas parábolas parece haber sido utilizado este esquema, ya que se acusa en ellas el estilo propio de los evangelistas y porque hay alegorizaciones que aparecen como secundarias. Por eso, habrá de verse en cada caso si este procedimiento es histórico o redaccional 7.

Mt inserta a continuación un pasaje que Lc refiere en otra parte. Ellos ven al Mesías y oyen el mensaje que ansiaron ver los justos y profetas de Israel y todo el Israel histórico. Pero "vino a los suyos," y ¡tantos! "no lo recibieron" (Jn 1:11).

Acaso en este apartado de los tres sinópticos se quiera incluir toda esta amplia problemática 7.

Estudios recientes (J. Jeremías, C. H. Dodd) han hecho ver que las parábolas han experimentado en ocasiones diversas modificaciones al ser vividas, utilizadas y "situadas" en la Iglesia primitiva. Esta las "adapta," las interpreta y "alegoriza" en ocasiones por motivos de "analogía" o en servicio de la "parénesis." Algunas observaciones generales son las siguientes:

a) Hay tendencia a transformar auditorios; lo dicho a escribas y fariseos, ahora se dice a discípulos de Cristo, con las adaptaciones convenientes, v.gr., la actitud de ambos con relación al reino.

b) Lo dicho en orden a la parusía, ahora se "etiza"; se acusa la necesidad de amoldar la vida diaria en orden a aquélla, y a sus problemas individuales o eclesiales.

c) Parábolas que originariamente fueron dichas por Cristo a los jefes religiosos de Israel, o a enemigos, se las "adapta," convenientemente, como dichas a jefes religiosos cristianos, por la facilidad a que se prestaban las imágenes primitivamente usadas, como siervo, pastor, y para tener, por analogía, indicaciones de Cristo sobre la vigilancia y solicitud pastorales de los jefes religiosos de las comunidades cristianas 7.

 

Explicación de la parábola del sembrador, 13:18-23 (Mc 4:13-20; Lc 8:11-15).

18 Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador. 19A quien oye la palabra del reino y no la entiende, viene el Maligno y le arrebata lo que se había sembrado en su corazón; esto es lo sembrado junto al camino. 20 Lo sembrado en terreno pedregoso es el que oye la palabra y, desde luego, la recibe con alegría;21 pero no tiene raíces en sí mismo, sino que es voluble y, en cuanto se levanta una tormenta o persecución a causa de la palabra, al instante se escandaliza. 22 Lo sembrado entre espinas es el que oye la palabra, pero los cuidados del siglo y la seducción de las riquezas ahogan la palabra y queda sin dar fruto. 23 Lo sembrado en buena tierra es el que oye la palabra y la entiende, y da fruto, uno ciento, otro sesenta, otro treinta.

 

Los tres sinópticos narran a continuación la explicación de la parábola. La alegorización de la parábola no habría inconveniente en atribuirla, fundamentalmente, a Cristo. Es problema análogo a la misma primera parte, donde la parabolización se matiza mucho. Y aquí hay temas que Cristo toca en su vida, v.gr., el joven que deja a Cristo por las riquezas (v.22), etc.

Lagrange, Plummer, etc., admiten como originaria de Cristo esta alegorización de diversas clases de oyentes, aunque en la redacción se utilizase un léxico de la Iglesia primitiva.

Para otros, J. Jeremías, Taylor, la alegorización se debería a la Iglesia primitiva, que adaptaría la parábola fundamental a necesidades concretas de su medio ambiente. Para otros (Bonnard) parábola y explicación serían de Mt, aunque elaboradas sobre el "fuerte eco" de la de Cristo. La matización tan minuciosa y "moralista" en el alegorismo de la misma, lo mismo que el lenguaje usado en ella, que no se usa en otros pasajes evangélicos, y sí en los escritos de la Iglesia primitiva, llevaría a esto, sin alterar el fundamento histórico de la parábola primitiva de Cristo.

Para ellos ésta sería la siguiente: así como la semilla llega a la cosecha a pesar de las múltiples dificultades por las que ha de pasar, igualmente el reino llegará a su meta de establecimiento a pesar de las dificultades y contrariedades que se le opongan. Y acaso al exponerla tuviese ya el trasfondo de las dificultades y frustraciones de Nazaret, Corozaín, Betsaida (Mt 13:53-58, par). La "adaptación" en este caso haría ver dificultades "morales" por las que el reino no se establece, mientras que el reino fructifica "moralmente" en proporción a las condiciones del sujeto.

En efecto, a esto lleva el abundante léxico usado en los tres sinópticos a este propósito; el que se encuentren en este fragmento afirmaciones sobre "la Palabra" que nada tienen que ver con el resto de la predicación de Jesús, y sí son corrientes en la época apostólica; se desplaza el acento de lo escatológico — probablemente originario de la parábola — a lo psicológico; y parece confirmar esto la ausencia de esta interpretación en el Evangelio de Tomás, apócrifo de la primera mitad del siglo π, que tiene la exposición de la parábola, pero no la explicación. Y parecen percibirse ecos de las grandes persecuciones contra la Iglesia (v.21) bajo Domiciano (a. 81-96). Lo mismo que las "seducciones" es tema corriente en esta época (Ef 4:22; Col 2:8; 2 Tes 2:10; etc.).

 

Parábola de la Cizaña, 13:24-30.

24 Les propuso otra parábola, diciendo: Es semejante el reino de los cielos a uno que sembró en su campo semilla buena. 2S Pero, mientras su gente dormía, vino el enemigo, sembró cizaña entre el trigo y se fue. 26 Cuando creció la hierba y dio fruto, entonces apareció la cizaña. 2? Acercándose los criados al amo, le dijeron: Señor, ¿no has sembrado semilla buena en tu campo? ¿De dónde viene, pues, que haya cizaña? 28 Y él les contestó: Eso es obra de un enemigo. Dijéronle: ¿Quieres que vayamos y la arranquemos? 29 Y él les dijo: No, no sea que, al querer arrancar la cizaña, arranquéis también el trigo. 30 Dejad que ambos crezcan hasta la siega; y al tiempo de la siega diré a los segadores: Tomad primero la cizaña y atadla en haces para quemarla, y el trigo juntarlo para guardarlo en el granero.

 

Propia de Mt. Acaso fue predicada junto al Lago (Mt 13:36). La forma literaria introductoria: "El reino es semejante a." es la forma más usual de exponer los rabinos sus comparaciones. Es una parábola; sus elementos son ambientales palestinos, aunque hay algunos rasgos algún tanto irreales: los trabajadores que preguntan al dueño, extrañados, por la cizaña que hay en el campo, siendo natural su mezcla con el trigo. Pero se trata de destacar elementos para la alegorización. Esta cizaña es el lolium temulentum, como ya escribía San Jerónimo, muy difícil de discernirla del trigo hasta echar espiga, por la semejanza que tiene con él 8. Al judaísmo era impensable la coexistencia del bien y del mal — máxime prolongados — en los días mesiánicos. De ello se hacen eco, verbigracia, los Salmos de Salomón (2:38; 4:27; etc.; cf. Is 60:21). La venida del Mesías sería súbita y terminaría no sólo con los enemigos materiales, sino que haría una purificación total. Expuesto el cuadro, pasa a exponer otras dos parábolas. Algunos autores piensan que esta parábola sea un "duplicado" de la parábola de la semilla que crece secretamente (Mc 4:26-29) 9. No parece probable. Es demasiado desemejante su estructura y finalidad. Lo que se ve es el choque con el judaísmo polémico del tiempo de Mtg.

 

Parábola del grano de mostaza, 13:31-32 (Mc. 4:30-32; Lc 13:18-19).

31 Otra parábola les propuso, diciendo: Es semejante el Reino de los cielos a un grano de mostaza que toma uno y lo siembra en su campo; 32 y, con ser la más pequeña de todas las semillas, cuando ha crecido es la más grande de todas las hortalizas y llega a hacerse un árbol, de suerte que las aves del cielo vienen a anidarse en sus ramas.

 

La frase "a qué compararemos" tal cosa, es fórmula también usual rabínica 10. La mostaza se la echa en el "campo" (Mt) o en la tierra" (Mc); Lc pone en "su huerto." Pero esto es adaptación a su público gentil, pues la mostaza estaba prohibido sembrarla en los huertos o jardines, según los judíos.

La frase "la más pequeña de todas las semillas" es ambiental y término ordinario de comparación de las cosas pequeñas. Se decía: "pequeño como un grano de mostaza." 11

En Oriente abundan las diversas clases de mostaza. Esta es la vulgar mostaza (mustum ardens), la cual crece rápidamente, puede llegar a tres o cuatro metros y se hace leñosa en su base, posándose en ella los pájaros en bandadas 12.

Los árabes hablan de "árboles de mostaza." 13 Por eso se dice en la parábola que se hizo árbol, pues tiene el "tallo como de madera" (Biever). El verbo usado (χατασχηνουν) no significaba propiamente “anidar,” sino simplemente “establecerse,” “habitar” 14. Es además un término técnico "escatológico" para la incorporación de los gentiles al pueblo de Dios. El árbol alto era también imagen corriente del poder terreno (Ez c.31; Dan c.4).

Es una parábola, pues sus elementos descriptivos son reales directos. La comparación fundamental es ésta: "He aquí la paradoja (doctrinal): de lo mínimo se hará lo máximo." 15 Es la universalidad de la Iglesia. Bien lo ha probado la historia.

No es semita que sea parte esencial de la parábola el "fieri" de su crecimiento, aunque lo supone. El objetivo directo es hacer ver el hecho: el Reino de pequeño se hará grande, universal. Incluso en Mc-Lc, que en la narración de esta parábola ponen su crecimiento, parecen ser elementos descriptivos del objetivo directo de la parábola 16. Tampoco se trata de corregir el error político-nacionalista judío de una inauguración súbita y esplendorosa del Reino. El tema no es la instauración súbita, sino la extensión del mismo. Ni el elemento de los pájaros parece pueda tener un valor alegórico por los fieles, aunque esta imagen esté en el A.T. (Dan 4:11.21; Ez 17:23; 31:6) y surja espontánea en el lector de la parábola, porque no es el tema directo de la misma 17.

 

 

Parábola del fermento, 13:33 (Lc 13:20-21).

33 Otra parábola les dijo: Es semejante el Reino de los cielos al fermento que una mujer escondió en tres medidas de harina hasta que todo fermenta.

 

La escena es de un gran realismo palestino 18. El “sato” (σάτον) es la traducciσn del arameo sa'tha' (hebreo, se oh). Era medida usual para áridos, como ya testificaba San Jerónimo 19. El se'ah es la tercera parte del epha, y éste tenía algo más de 13 litros 20; tres se'ah de harina eran unos 13 litros.

El tema de la misma es claro: el vigor que tiene el Reino para hacer fermentar a "todo" el mundo. Es semejante a la anterior, y se pensaría en una forma binaria de exposición o de agrupación literaria.

Varios autores (Jülicher, Loisy) piensan que es otra forma redaccional idéntica a la anterior. Hay diferencia literaria. En la primera se habla del hecho de la universalidad, lo que supone el vigor para la extensión; en ésta se acusa más directamente el vigor que tiene para la fermentación, extensión 21.

El motivo histórico por que se pronuncian estas dos parábolas ha podido ser la necesidad de afirmar el Reino que Cristo enseñaba, tan distinto del esperado ambientalmente. Parábolas de respuesta a "dudas," especialmente ambientales de polémica judeo-cristiana. Y hasta, acaso, se destaca frente al brillo triunfal del Reino esperado, que aquí la "masa" del fermento — Reino — se "escondió."

 

Reflexión del evangelista, 13:34-35 (Mc 4:33-34).

34 Todas estas cosas dijo Jesús en parábolas a las muchedumbres, y no les hablaba nada sin parábolas, 35 para que se cumpliera el anuncio del profeta, que dice: "Abriré en parábolas mi boca, declararé las cosas ocultas desde la creación."

 

La afirmación rotunda que nada hablaba sin "parábolas" es una hipérbole oriental. Este pasaje está entroncado con el tema anterior de la finalidad de las parábolas. Pero Mt quiere, conforme a su método, justificarlo con algún testimonio profético.

Cita un pasaje del salmo 78:2. El salmo es de Asaf, y éste era considerado profeta en la Escritura (2 Par 29:30) y en el uso de los rabinos 22. Acaso aluda al espíritu profético de los Salmos. En qué sentido se utilice este versículo, es discutido. Conforme a la argumentación rabínica, que suponía la Escritura llena de misterios y sentidos ignotos, todo lo que de alguna manera podía relacionarse con un pasaje bíblico se lo consideraba como vinculado. No que Mt estuviese iniciado en estos procedimientos, como lo estaba San Pablo (1 Cor 10:1), pero estos procedimientos podían haber trascendido de las explicaciones sinagogales o ser procedentes de o tras "fuentes." Otros piensan en un sentido "típico": lo que sucedía a Asaf era "tipo" de lo que sucedería en Cristo. Así San Jerónimo 23, Lagrange 24. Para Maldonado se trata de un sentido "acomodado" 25. Buzy admite que "es también posible haya sido considerado por el evangelista en sentido amplio, como una profecía de los tiempos mesiánicos." 26 Durand, en cambio, escribe: "Si el evangelista añade que todo esto tuvo lugar., etc., es para hacer entender que se verificaba de nuevo en Jesús lo que el salmista había escrito de sí mismo, no por una simple coincidencia, sino en función de una analogía de situación que estaba en el plan de Dios." 27

 

Explicación de la parábola de la cizaña, 13:36-43.

36 Entonces, dejando a la muchedumbre, se vino a casa, y sus discípulos se le acercaron, diciéndole: Explícanos la parábola de la cizaña del campo. 37 El, respondiendo, dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; 38 el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino; la cizaña son los hijos del Maligno; 39 el enemigo que la siembra es el demonio; la siega es la consumación del mundo; los segadores son los ángeles. 40 A la manera, pues, que se recoge la cizaña y se quema en el fuego, así será a la consumación del mundo. 41 Enviará el Hijo del hombre a sus ángeles y recogerán de su Reino todos los escándalos y a todos los obradores de iniquidad, 42 y los arrojarán en el horno del fuego, donde habrá llanto y crujir de dientes. 43 Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.

 

La alegorización de la parábola es de gran interés. Se destacan los versículos que tienen un valor especial. Se hace a los discípulos "en casa," a petición suya.

V.37. El sembrador es el Hijo del hombre. No es usual ni técnico por Mesías. Tomado de Daniel (7:13), lo utilizará Cristo para hacer su profesión mesiánica ante el Sanedrín v.38a. El campo es el “mundo” (χόσμος). Esta expresiσn no puede recibir aquí el sentido restringido de Israel, sino que significa todo el mundo 29. Toda la alegorización se desenvuelve teniendo en cuenta el fin del mundo y el juicio de Dios sobre los seres humanos. Se expresa la universalidad del reino.

V.38c-39. En un versículo se habla del Maligno como sinónimo del Diablo. En arameo, Maligno como sinónimo de Diablo es desconocido. En arameo, el nombre de Diablo es "Satanás." Diablo falta en Mc, y pertenece a un estadio literario posterior evangélico. Los "hijos del Maligno" o del "Mal" lo son por cualidad suya.

V.39b. La siega es la consumación del siglo presente (Mt 24:3; 28:20; Heb 9:26) 30.

V.41. En este juicio final (v.39b), los ángeles aparecen como ministros de la justicia divina (Mt 24:3; 28:20; Heb 9:26). Pero es de la máxima importancia doctrinal la afirmación que Cristo mismo "enviará a sus ángeles" para su obra de justicia. Se presenta a Cristo como dueño de los ángeles. Pero esto en el A.T. es atributo de Dios. Con ello se equipara Cristo a Yahvé, que mandará a sus ángeles a que guarden los caminos del justo (Sal 91:11; Heb 1:7).

Lexicográficamente es extraña la expresión: los ángeles del Hijo del hombre, expresión que no se encuentra en el Ν. Τ. mαs que en Mt (16:27; 24:31). Igualmente la expresión del Reino del Hijo del hombre, también exclusiva de Mt (13:41; 16:28). El concepto del Reino de Cristo no se encuentra en el estadio primitivo de la tradición evangélica. Supone una mayor penetración de la naturaleza de Cristo y un estadio algo posterior que suponga esta formulación literaria.

Los ángeles recogerán en esa hora todos los "escándalos"; son, propiamente, los hombres escandalosos; mejor, los actos de los hombres en cuanto son ocasión de peligro (Mt 16:23).

V.42. La expresión griega usada χάμινος, lo mismo puede significar “camino” que “horno” (Ap 9:2). Esta es la que aquν conviene (Dan 3:6). En tiempo de Cristo, el "Horno de fuego" y la "Gehenna" vinieron a ser las dos imágenes usuales del infierno 3I. El suplicio que allí les aguarda es expresado con la fórmula amplia, usual y popular — estereotipada —, del "llanto y crujir de dientes" (Mt 8:12; 13:42.50; 21:13; 25:30, etc.). El "llanto" es metáfora que expresa dolor; "rechinar de dientes," furor de la desesperación.

V.43. Los "justos," en contraposición, "brillarán.". La luz aparece en la Escritura como símbolo de gloria y felicidad. Este pasaje está descrito además con elementos apocalípticos, análogos a otros pasajes (Dan 12:13; Sal 3:7; Eclo 50:6:7), lo mismo que al IV de Esdras, buena síntesis de los apocalípticos (4 Esd 7:97).

Esta interpretación alegorizada de la parábola, ¿a quién se debe? J. Jeremías ha hecho ver con abundancia de datos lingüísticos y de contenido — y a su obra 32 se remite, pues su análisis aquí sería excesivamente amplio — que la interpretación alegórica de esta parábola procede del mismo Mateo. Si el estilo es de Mateo, muchos de estos conceptos pertenecen, algunos fundamentales ya se indicaron, a un estadio teológico posterior al de la hora primitiva e histórica. Y una confirmación de eso se ve en el apócrifo Evangelio de Tomás, de la primera mitad del siglo II, en el que se expone la parábola, pero no aparece la "interpretación."

El tema primitivo de la parábola debió de ser una exhortación a la paciencia a causa de la coexistencia de la cizaña con el trigo, tomados estos términos en sentido de malos y buenos. La Iglesia primitiva la alegorizó — Mateo — en sentido escatológico en función de las necesidades concretas que había contra la Iglesia naciente, parte por las polémicas judeo-cristianas, y parte por la situación de coexistencia de fieles y pecadores; junto con la presencia de herejes. Pero en el trasfondo se percibe la necesidad primitiva de la exhortación a la paciencia 32 hasta que llegue esta hora judicial de Cristo.

La "coexistencia" de buenos y malos en la Iglesia era preocupación grande, y convenía justificarla. No era el mesianismo el sueño ideal que presentaba el IV libro de Esdras (6:27.28) en plena época cristiana y con máxima difusión. Así situada, esta enseñanza aparece con una cierta necesidad 33. El "escatologismo" encuentra un fuerte rechazo en esta alegoría. El valor doctrinal secundario es grande: se enseña la existencia del cielo e infierno, lo mismo que dos fases — terrena y celeste — eclesiales 34.

 

Parábola del tesoro, 13:44.

44 Es semejante el Reino de los cielos a un tesoro escondido en un campo, que quien lo encuentra lo oculta y, lleno de alegría, va, vende cuanto tiene y compra aquel campo.

 

Estampa realista palestina. No solamente Josefo habla de las gentes que escondían objetos preciosos por temor a la guerra 35, sino el mismo Talmud. Del siglo 3-o leemos quejas curiosas sobre la "inutilidad de ocultar tesoros," diciendo que no servía ya de nada, pues había "hurones de tierra" (que buscaban en tierra tesoros escondidos), "perforadores de vigas" (que los buscaban en las oquedades del maderamen de las casas), "golpeadores de paredes" (que descubrían los huecos ocultadores en las paredes con ciertos golpes) 36.

Se narra en la parábola que, descubierto el tesoro, lo "oculta," y, en su "alegría," va a vender cuanto tiene para comprar el campo con el tesoro. Estos detalles, irreales, son complementos para destacar más la estampa. En la legislación romana estos tesoros, encontrados fortuitamente y de propiedad desconocida, eran del que los descubría 37, pero en la legislación judía eran propiedad del terrateniente. Estas precisiones aquí no cuentan; sólo se trata de destacar la enseñanza fundamental. Por eso, tampoco se considera aquí el aspecto jurídico-moral38.

La enseñanza es clara: así como por un tesoro que se encuentra se vende todo lo que se tiene para adquirir el campo en el que se oculta aquel tesoro, así también para adquirir el Reino se ha de vender y desprender la persona que lo encuentra de todo lo que sea obstáculo para adquirirlo: ingresar en él.

La doctrina, fundamentalmente, se refiere al ingresar por vez primera en el reino 39. Pero su aplicación "etizante" a las primeras comunidades cristianas se hacía sola.

 

Parábola de la perla, 13:45-46.

45 Es también semejante el Reino de los cielos a un mercader que busca perlas preciosas, 46 y, hallando una de gran precio, va, vende todo cuanto tiene y la compra.

 

Como la anterior, es propia de Mt. La escena es la de un mercader técnico en perlas: busca "perlas preciosas." La construcción parabólica es irregular. El Reino de los cielos no es semejante al mercader, sino a la perla. Esta, en la antigüedad, era "el summum del precio de todas las cosas." 40 Un día, en su búsqueda, encuentra una excepcional, y vende todo lo que tiene para comprarla.

La enseñanza doctrinal parabólica es clara, como en la anterior: hay que dejar todo lo que sea obstáculo para ingresar en el Reino. Tiene un matiz especial: se busca positivamente lo bueno; pero el reino es lo mejor.

El que en la parábola anterior se encuentre el tesoro fortuitamente y aquí se encuentre buscando la perla (que, en el fondo, también la halla fortuitamente), no afecta en nada en la enseñanza formal, que es dejar todo lo que estorbe por ingresar en el Reino 41.

 

Parábola de la red, 13:47-50.

47 Es también semejante el Reino de los cielos a una red barredera, que se echa en el mar y recoge peces de toda suerte, 48 y, llena, la sacan sobre la playa, y, sentándose, recogen los peces buenos en canastos, y los malos los tiran. 49 Así será a la consumación del siglo: saldrán los ángeles y separarán a los malos de los justos, 50 y los arrojarán al horno de fuego; allí habrá llanto y crujir de dientes.

 

Propia de Mt. La descripción es una escena realista en el lago de Genesaret. Un índice de este realismo es el "sentarse" para el recuento y clasificación de los peces 42. Se calculan en el lago de Genesaret unas treinta especies distintas de peces; aunque de calidad distinta, todas comestibles. Sólo estaba prohibida una sola variante de la especie Silúrides: el dañas macracanthus; los judíos lo consideran legalmente impuro43; en cambio, era sumamente apreciado por los paganos de la región 44.

La comparación parabólica es global: esta separación de "malos" y "justos" sucederá también al fin del mundo, destacándose más la obra sobre los "malos." La suerte de los buenos está de sobra supuesta en la comparación.

Sobre el "horno de fuego" y el "llanto y crujir de dientes," se remite a la parábola de la cizaña (Mt 13:42), donde se valoran. E igualmente se acepta aquí lo que allí se dijo sobre el valor y primitivo sentido de la parábola. Modificado y adaptado posteriormente por la Iglesia primitiva, concretamente por Mt, acaso también en orden a preocupación de su Iglesia. A la hora de la Iglesia primitiva, con mezcla de "fíeles" y herejes y "pecadores," se hace ver la perspectiva de la discriminación en el juicio. Mientras, ¡paciencia! 45

 

1) Conclusión de las parábolas, 13:51-52.

51 ¿Habéis entendido todo esto? Respondiéronle: Sí. 52 Y les dijo: Así, todo escriba instruido en la doctrina del Reino de los cielos es como el amo de casa, que de su arca saca lo nuevo y lo añejo.

 

Mt es el único que trae este pasaje. La pregunta debe de dirigirse a los "discípulos," que son los que en la perspectiva de Mt están en situación. La palabra de este "escriba" instruido en el reino de los cielos es un doctor o discípulo, pues ambas cosas pueden significar la palabra griega μαθητευθεΐς usada. Dalman ha propuesto como substrato judeo-aramaico: "Todo escriba que vino a ser discípulo del reino" de los cielos 46, que es también la versión siríaca Peshitta: mettalmad, "hecho discípulo."

Sin embargo, no parece que el texto se refiera a un escriba judío que se haga discípulo del Reino 47, aunque en absoluto no se excluya. Pues Cristo mismo, en Mt, dice que envía "profetas, sabios, y escribas." a Israel (Mt 23:34), y los afrentarán y matarán. El contexto parece indicar que se refiere a los apóstoles, que con la preparación que reciben quedarán habilitados como verdaderos doctores o "escribas" del Evangelio.

Y para que vean lo que esto significa, les pone una comparación. La expresión "tesoro” βησαυρός) que se usa, se refiere mejor a un arcσn donde se guardan las cosas mejores o necesarias al hogar 48, excepto las alimenticias 49.

El hombre rico provisto no sólo guarda en sus arcas las cosas viejas y heredadas, aunque de valor, sino que se surte y repone con las cosas nuevas: se halla perfectamente provisto.

De igual manera, el "escriba instruido en el Reino" saca del tesoro de la doctrina "cosas nuevas y viejas"; expresión que no parece estar con valor alegórico, sino para expresar, globalmente, la riqueza doctrinal que posee.

Acaso pudiera verse en su trasfondo una alusión a la armonía que debe haber entre el A.T. y el Ν. Τ. No es destrucciσn de la Ley (Mt 5:17). El "espíritu" de ésta ha de ser valorado con la portada del Ν. Τ. Asν este "escriba" tendrá la riqueza del plan de Dios sobre el Reino.

 

11) Jesús, en su tierra. Los "hermanos de Jesús," 13:53-58 (Mc 6:3; 3:32).

53 Cuando hubo terminado Jesús estas parábolas, se alejó de allí,54 y, viniendo a su tierra, enseñaba en la sinagoga, de manera que, admirados, se decían: ¿De dónde le viene a éste tal sabiduría y tales prodigios? 55 ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿Su madre no se llama María, y sus hermanos Santiago y José, Simón y Judas? 56 ¿Sus hermanas no están todas entre nosotros? ¿De dónde, pues, le viene todo esto? 57 Y se escandalizaban en El. Jesús les dijo: Sólo en su casa y en su patria es menospreciado el profeta. 58 Y no hizo allí muchos milagros por su incredulidad.

 

Después de esta jornada de las parábolas, "partiendo de allí," se "vino a su tierra," que era aún Nazaret. "Cuando llegó el sábado" (Mc), se puso a enseñar en la sinagoga. Esto era frecuente en El (Lc 4:16; cf. Mc 1:39). La explicación del texto sagrado no era exclusiva de rabinos o escribas. Podía hacerlo una persona distinguida, capacitada, ofreciéndose espontáneamente a ello o siendo invitado por el jefe de la sinagoga 50.

El tema de la enseñanza de Cristo, que no transmiten Mt-Mc, era siempre sorprendente, pues "su palabra iba acompañada de autoridad" (Lc 4:31), "no como los escribas" (Mc 1:22).

Su doctrina y "su autoridad" hizo estallar la admiración en sus paisanos. Pero esta admiración era de "escándalo" (Mt-Mc). No era sólo la clásica mentalidad aldeana estrecha, que no concibe cómo uno de los suyos pueda ser distinto de ellos, máxime con la altura que Jesús les demostraba. Su argumento contra la fama de taumaturgo que ya corría por la región y contra la doctrina y los hechos — "¿De dónde le viene a éste la sabiduría y los milagros?" — era que conocían a sus padres y a sus familiares. Pero este detalle es precisamente la clave de la solución del "escándalo" de los nazarenos, ya que Juan alude y explica el porqué de esto. Dicen los judíos: "¿Será verdad que (Jesús) es el Mesías? Pero de éste sabemos de dónde viene; mas el Mesías, cuando venga, nadie sabrá de dónde viene" (Jn 7:26-27). En efecto, en la creencia de entonces estaba divulgado que del Mesías nadie sabría su origen 51. Por eso, la gran contradicción que tenían sus paisanos era ésta: "la sabiduría y los milagros" le acreditaban como Mesías. Era lo que le dirá un día Nicodemo (Jn 3:2). Pero, conociendo ellos a sus padres — el artesano y María — y a sus "hermanos" y "hermanas," al enfrentarse ellos con la creencia popular del origen desconocido del Mesías, se "escandalizaban de El" como Mesías. Un día le dirán sus mismos "hermanos," ante esta tremenda duda, que vaya a Jerusalén, sin duda para que la autoridad religiosa vea estas cosas y las juzgue (Jn 7:3.5).

La respuesta de Cristo, si no es un proverbio (Jn 4:44), es una observación de evidencia cotidiana, y que los evangelistas, incluso Lc, recogen, aunque citada "quoad sensum." Sólo en su pueblo y familia es uno desestimado de los suyos, aunque sea profeta.

Y tal era la actitud de desconfianza de los nazaretanos ante su obra, que El "se maravillaba." Cristo sabía todas las cosas por su ciencia sobrenatural. Pero aquí usaba la psicología de su ciencia "experimental." Y esta conducta de sus paisanos, que cerraban los ojos a la evidencia, era, en el plan de Dios, obstáculo a que El se prodigase en milagros allí: "Hizo pocos milagros por su falta de fe" (Mt), que es "confianza" en El. Sólo "impuso las manos a unos pocos enfermos y los curó" (Mc). El milagro está encuadrado en su poder salvífico.

Tanto Mt como Mc recogen aquí, en este "escándalo" de los paisanos del Señor, lo que decían: que ellos conocían a los familiares del mismo. Pues Mt sólo transmite el dicho de las gentes: que era "hijo del artesano" (τέχτων). Y Mc recoge que a El mismo le hacνan del mismo oficio: "¿No es éste el artesano (ó τέχτων)?” El tιrmino griego usado no corresponde específicamente a carpintero, sino a artesano, a obrero, aunque más frecuentemente se diga del que es carpintero 52. El que se considere por los nazaretanos como "hijo del artesano," ignorantes ellos de la concepción virginal de Jesús, no significa sino que hablan de El como lo que "legalmente aparecía 53. Por otra parte, de esta afirmación nada se deduce sobre si vivía ya o había muerto San José. Pero después de citar a María, "su madre," habla de "sus hermanos." Esto plantea el problema, ya célebre, de los "hermanos" de Jesús.

Que María no tuvo más hijos después de Cristo, que es el "primogénito" (Lc 2:7), no solamente es dogma de fe — la perpetua virginidad de María —, sino que también es bíblicamente manifiesto. Ya es indicio de ello la escena que relata Lc. Cuando Jesús tenía doce años, suben al templo, según costumbre, con el Niño. El cumplimiento estricto de la Ley — el bar miswah (hijo del precepto o de la Ley) — comenzaba para los varones a los trece años cumplidos 53. Pero los judíos acostumbraban ya a llevar a sus hijos antes al templo, lo mismo que a otras prácticas, para acostumbrarlos. Esto sugiere que, si Jesús a los doce años, antes de la obligación usual, es llevado por sus padres, según costumbre — "iban cada año" —, es que no tenía más hermanos, pues María debería haber quedado al cuidado de ellos, ya que habían de ser pequeños, y la mujer no estaba obligada a subir a Jerusalén.

Otra indicación bíblica de esta perpetua virginidad de María es la escena del Calvario. Cristo, moribundo, encomienda a María a San Juan, quien "desde entonces la recibió en su casa" (Jn 19:26.27). Pero, si María hubiese tenido más hijos — esto supone también la muerte de San José —, Jesús no tenía por qué encomendar a nadie su cuidado temporal, pues por derecho correspondía a sus propios hijos. Máxime cuando bastantes años después vivía en Jerusalén "Jacobo el hermano del Señor" (Gal 1:19).

No deja de ser notable que, siempre que se habla de estos "hermanos del Señor," jamás se diga que son hijos de María. Tampoco choca ver la conducta de estos "hermanos" que se portan como hermanos mayores de Cristo, pues le daban consejos (Jn 7:3) y querían reducirle a casa, pues les extrañaba su modo de conducirse (Mc 3:21). Pero estos pequeños detalles son igualmente de interés a este propósito. Ya que esto, en las costumbres de Oriente, sólo era permitido a los hermanos mayores, pero no viceversa 54. Pero Cristo era el "primogénito." También a esto puede añadirse que, según el relato de la anunciación, María, entonces "desposada," o, según otros, ya casada, tiene hecho un propósito de perpetua virginidad en el matrimonio (Lc 1:34). Pero ¿habría de ser motivo para quebrantar este propósito el haber sido hecha madre del Mesías y Madre de Dios? ¿No es éste un motivo más para mantener su "voto"? 55

La razón fundamental de hablar de estos "hermanos" y "hermanas" de Cristo, que no son sino parientes y familiares, es que ni en hebreo ni en arameo hay una palabra que exprese específicamente estos grados de parentesco; éste ha de expresarse por un circunloquio o suponerse por otro capítulo 56. Ejemplos de esto aparecen numerosos en la Biblia (Ex 2:11; Lev 10:4; 1 Par 23:21-22; 2 Par 36:4; cf. 2 Re 24:17; Jer 37:1; 2 Sam 2:26, etc.). Así, Abraham dice que él y Lot son "hermanos" ('ahím) (Gen 29:15), cuando es el mismo libro el que dice que Lot era sobrino de Abraham, hijo de una hermana (Gen 29:13; 28:2; Tob 8:7).

Pero no sólo estas razones hacen ver que no se trata de hijos de María, sino que el mismo Evangelio da los nombres de la madre de estos "hermanos" de Jesús. Estos "hermanos" de Jesús son los siguientes: "Santiago y José, Simón y Judas" (Mt 13:55; Mc 6:3). De las "hermanas" no se dan nombres. Pues bien, son los mismos evangelistas que dan estos nombres de los "hermanos" de Jesús los que dan el nombre de la madre de ellos. Al hablar de las personas asistentes en el Calvario a la crucifixión de Cristo, donde estaba presente María la madre de Jesús (Jn 19:25), Mt cita a "María la madre de Santiago y José" (Mt 27:56) y Mc cita igualmente a "María la madre de Santiago el Menor y de José" (Mc 15:40). Luego ni por realidad histórica ni por la perspectiva de los evangelistas, esta expresión de "hermanos" de Jesús se puede referir a hijos de María, sino a familiares o parientes.

La identificación del otro grupo, "Judas y Simón," es más difícil de precisar por no darse específicamente el nombre de su madre en los evangelios. Según el historiador Hegesipo, este Simón que se cita como "hermano del Señor" es hijo de "María (mujer) de Cleofás" (Jn 19:25) 57. Sobre la identificación de Judas que cita con Simeón, es cuestión debatida.

Pero la conclusión que se desprende de lo expuesto es que, en la perspectiva real y literaria de los evangelistas, estos "hermanos" del Señor no son presentados como hermanos de sangre, sino como parientes o familiares más o menos próximos. Y, por tanto, que no es su intento suponer que María no fuese perpetuamente virgen 58. Lo mismo ha de decirse de las "hermanas" que se citan.

Se objeta a esto que, efectivamente, en hebreo y arameo la palabra "hermano" — 'ah — tiene un sentido más amplio que en griego. Los LXX que traducen "hermano" por su estricto αδελφός, hacen ver esto (cf. Gen 13:8; 14:14.16; 29:4.15): que se traduce “hermano” por sobrino. Pero se añade: los textos de Pablo, los Hechos y Juan, ¿hablarían tan simplemente de "hermanos" de Jesús, en griego, dirigiéndose a oyentes de lengua griega, si esta palabra no hubiese de recibir su sentido griego universalmente admitido? Pero la objeción se explica.

En primer lugar, se ve que el griego no es el texto original de Mt, — lo mismo que las "fuentes" en otros evangelistas —, y que la traducción griega vierte el término, como es lógico — incluso sin pensar en la perpetua virginidad de María —, de una manera material. Además, el mismo evangelio — y los otros — dan los nombres de sus madres. ¿Podrían dar lugar a equívocos en los lectores, cuando en el mismo evangelio — como en los otros — se dan los nombres de sus madres, como se dijo?

Además, ¿no se traduce en la epístola a los Romanos (9:12), materialmente, una frase del A.T. en esta forma? Pues para decir que Dios elige a Jacob en lugar de Esaú, que era el primogénito, para seguir la línea patriarcal, se pone que "Dios eligió a Jacob y odió (heb. = sane'ti; griego = εμι'σησα) a Esaϊ." Pero esto no es más que la traducción material griega del original hebreo del A.T. ¿Un lector greco-romano tendría que entender que Dios "odió" verdaderamente a Esaú, cuando sólo significa que tuvo más amor a Jacob?

 

1 Para la descripción de esta vida palestina, cf. F. M. Willam, Das Lebenjesu im Laude und Volke Israel, vers. esp. (1940) p.243-244/ — 2 Vosté, Parabolae (1933) I p.188. — 3 Biever, Conferences de St. Etienne (1911) p.275. — 4 J. Sonnen, en Bíblica (1927) 8ss; Holzmeister, en VD (1940) p.219-223. — 5 Strack-B., Kommentar. I p.7. — 6 L. cerfaux, La connaissance des sécrets du Royanme d'aprts Mt 13:11: New Test. Stud. (1955) 238-249; Rec. L. Cerfaux (1963) p.123-138. — 6 Sagrada Biblia Nácar-Colunga: Bac n.L; Bertram, Theol. Wórt, Ν. Τ. art. épfíov, II, 637:28ss. — 7 D. Daube, Public Pronouncement and Prívate Explanation in the Gospels: Expositor Times (1945-46) p.175-177; j Sanh. l,19b; Pesiq. 40ab; b.Hul. 27b; Lev. r.4 sobre 4,ls; j Ber. 9:12d-13a; J. Jeremías, Die Gleichnisse Jesu, vers. esp. (1970) p.120-123. — 7 Skrinjar, Le but des parábales sur le Rtgne et l'e'conomie des turnares divines d'apres fÉcriture S.: Bíblica (1930) p.291-321.426-449; M. Dldier, Les parábales du semeur et de la sémence qui crolt d'elle-meme: R. D. Namur (1960), 185-196; C. H. Dodd, The Parables o/the Kingdom (1961); J. Jeremías, Die Gleichnisse Jesu (1962); T. X. Mullins, Parables as Literary Forras in the N.T.: The Luther Quarterly (1960) 235-241; Hugh Martin, The Parables of the Cospel (1962); H. Sokger, Jesús' Use of Parables Mt 13¿ R. Expos. (1962) p.82-89.149-158. — 7 J. Jeremías, Die Gleichnisse Jesu (1970); C. H. Dodd, Las parábolas del Reino (1974). — 8 Vosté, Parabolae I p.177-206; Bvz\,Évangile s. St. Matthieu (1946) p.167-174; Lagrange, Évangile s. St. Matth. (1927) p.255-266; Buzy, Parábales (1932) p.3-41; J. Jeremías, Die Glekhnisse Jesu (1962), vers. esp. (1970) p.95-98.8 Wlllam,Z)o$ Lebenjesu, vers. esp. (1940) p.248; San Jerónimo: ML 26:94; Biever, Conférences de St. Étienne (1910-1911) t.2 p.279. — 9 C. W. F. Smith, The Jesús of the Pambles (1948) 86-88. — 10 Strack-B., Kommentar. II p.7ss. — 11 Strack-B., Kommentar. I p.669. — 12 D. Biever, Conférences de Saint-Etienne (1910-1911) t.2 p.281. — 13 Willam, Das Leben Jesu, vers. esp. (1940) p.250. — 14 Zorell, Lexicón graecum N.T. (1931) col.684; JEREMÍAS, o.c., p.181. — 15 Vosté, Parabolae (1933) p.229. — 16 Lagrange, Évangile s. St. Matth- (1927) p.270. — 17 Vosté. Parabolae. Í1933) I p.221-236; Lagrange, Évangile s. St. Matth. (1927) p.269-270;'Etmg¿/¿ s. St. Marc (1929) p.llS-\2l;'Évangile s. St. Lúe (1927) p.385-286; Buzy, Évangile s. St. Matth. (1926) p.176-178; Paraboles (1932) p.52-68; Jeremías, Die Gleichnisse Jesu, vers. esp. (1970) p.180-184; Bonsirven, Le regne de Dieu (1957) p.207. — 18 Willam, Das Leben Jesu, vers. esp. (1940) p.250-251. — 19 Comm. in evang. Matth. h.l.: ML 26:958. — 20 Strack-B., Kommeníar. I p.670; Barrois, La me'trologie dans la Bible: Rev. Bib. (1931) 242. — 21 Vosté, Parabolae. (1933) I p.237-248; Lagrange, Évang. s. St. Matth. (1927) p.270; Évangile s. St. Lúe (1927) p.386-387; Buzy/Évang. s. St. Matth. (1946) p. 178-180; Paraboles. (1932) p.69-79; Fonck, en VD (1933) 341-346; M. Dldier, Les parábales du grain de se"neve et du levain (Mt 13:31ss par.): R. D. Namur (1961) p.385-394; O. Kuss, Zum Sinngehalt des Doppelgleichnisses von Senfkarn und Sauerteig: Bib. (1959) 641-653; J. Jeremías., o.c., p.180-184. — 22 Strack-B., Kommentar. I p.670. — 23 ML 26:93. — 24 Évangile s. St. Matth. (1927) p.272. — 25 Com. al evang. de S. Mat. (1950), vers. esp. (BAC) p.507. — 26 Buzy, Evang. s. St. Matth. (1946) p.180. — 27 Durand, St. Matth. (1924) p.263; para la relación Mt-Mc, cf. Bonnard, o.c., p.203. — 28 Lagrange, Rev. Bib. (1908) 280-285. — 29 Wilke-Grim, Lexicón graeco-latmum in libros Ν.Τ. (ed.4.a) p.249, h.v. n.7; Zorell, Lexicón graecum N.T. (1931) col.730 5a. — 30 Strack-B., Kommentar. I p.67l. — 31 Strack-B., Kommentar. I p.673. — 32 J. Jeremías, Die Glekhnisse'jesu, vers. esp. (1970) p.99-105. — 32 ^£s bien piensan en sentido contrario sobre este último punto R. Bult-Mann,Z)¿? Geschichte der synoptischen Tradition (1958) p.203, yj. Jeremías, o.c., vers. esp. p.100. — 33 Lagrange, Le Messianisme. 148-157. — 34 Vosté, Parabolae. (1933) I p.275-290; Lagraxge, Évangile s. St. Matth. (1927) p.272-276; L. Fonck, Parábola zizaniorum agri: VD (1926) 327-334; Buzy, Évang. s. St. Matth. (1946) p.181-184; Parábales (1932) p.425-251; M. De Goedt, L'explication de la parábale de l'ivrai (Mt 13:36-43): Rev. Bibl. (1959) 32-54; J. Mous-Son, ExpUcatur parábola de zizania Mt 13: Collect. Mechl. (1959) 171-175. — 35 FL. Josefo, De bello iudaico VII 5:2. — 36 Wlllam,DasLebenJesu. vers. esp. (1940) p.252; Strack-B., Kommentar. I p.674. — 37 Digest. 1.41 tít.l ad c.31. — 38 Vosté, Parabolae I p.251. — 39 Vosté, Parabolae I p.249-258; Lagrange, Évang. s. St. Matth. (1927) p.276-277; BUZY, Évang. s. St. Matth. (1946) p.184-185; Parábales. (1932) p.80-88; H. Faccio, De thesauro abscondito: VD (1950) 237-242; J. Dauvillier, La parabole du tre'sor (Mt 13:44) et les droits orientaux: Rev. Intern. des Droits de l'Antiq. (1957) 107-115; J. D. M. Derret, Law in the N.T.: The Treausure in the Field (Mt 13:44): Z. N. W. (1963) 31-42; M. Dldier, Les parábales du tresor et de la perle (Mt 13-45ss): R. D. Namur (1962) 296-302. — 40 Plinio, Hist. Nat. 1.9:54 1-2. — 41 Vosté, Parabolae I p.259-268; Lagrange, Évang. s. St. Matth. (1927) p.276-278; Buzy, Évang. s. St. Matth. (1946) p. 185-186; Les Parábales (1932) p.89-94; O. glombitza, Der Perlenkaufmann: New Test. Stud. (1960) 153-161. — 42 Buzy, Évang. s. St. Matth. (1947) p.187. — 43 Josefo, De bello iud. III 10,8. — 44 Dom Biever, Conférences. p.293-300. — 45 Sobre el valor de estos elementos, cf. Comentaño a la parábola de la "cizaña," Mt 13:42. Vosté, Parabolae I p.291-302; Lagrange, Évang. s. St. Matth. (1927) p.278-280; Buzy, Évang. s. St. Matth. (1946) p. 186-188; Les paraboles (1946) p.452-460; Renié, Elegerunt bonos in vasa: Rev. Se. Rehg. (1948) 271ss; Bartina, en Est. Bíb. (1960) 215-227. — 46 Dalman, Das Worte Jesu p.87. — 47 J. Hoch, Der chnstliche "grammateas (Mt 13:52): Biblische Zeitschrift (1926) p.256-269. — 48 Zorell, Lexicón col.592. — 49 Willam, Das Leben Jesu, vers. esp. (1940) p.253. — 50 Felten, Storia dei tempi del Ν. Τ. (1932) II p. 114-115. Sobre el problema de esta estancia de Cristo en Nazaret, cf. Comentano a Lc 4:16-30. — 51 Lagrange, Lc Messianisme. p.221-222; Strack-B., Kommentar. II p.488. — 52 Zorell, Lexicón graecum N.T. (1931) col.1307-1308. — 53 C. S. C. Williams, Aterations to the Text of the Synoptk Gospels and Acts (1951). — 53 Misha: Nidda 5:6; Aboth 5:21. — 54 Ceuppens, Theologia Bíblica (1948) IV p.201. — 55 Sobre las objeciones de esto, tomadas de Mateo (1:25): "No la conocía hasta que dio a luz.," y Lucas (2:7) cuando se dice que dio a luz a su hijo "primogénito," véanse las exposiciones en el lugar correspondiente del Comentario. — 56 Gesenius-Buhl, Hebraisches und aramaisches Handwórterbuch über das A.T. (1921) p.22 voz 'oh. — 57 Eusebio DE C., Hist. Eccl III 2:32. — 58 Durand, Les frtres du Seigmur, en Dict. Apol. II p. 131-138; S. Grzybek, Habuitne Christusfmires?: RuBi (1958) 231-238; J. Blixzler,Zuw Problem der Brüder des Hern: Trierer Theolog. Zeitsch. (1958) p.129-145.224-246.

 

 

Capitulo 14.

 

Juicio de Herodes sobre la fama que tiene de Jesús, 14:1-2

(Mc 6:14-16; Lc 9:7-9).

1 Por aquel tiempo llegaron a Herodes el tetrarca noticias acerca de Jesús, 2 y dijo a sus servidores: Ese es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos, y por eso obra en él un poder milagroso.

 

El Herodes del que se habla es Antipas, hijo de Herodes el Grande. Se le da el título oficial de "tetrarca," concedido por Augusto. Herodes es la forma que sólo aparece en las monedas. Su gran ambición era el título de rey, y a este fin se encaminó a Roma. A veces se le da el título genérico de "rey" (Mc), o por halago, como lo hacen sus súbditos.

Le llegaron noticias de la fama de Jesús, pues "su nombre se había hecho famoso" (Mc 6:14) y la conmoción era grande en las multitudes 2. Esto produjo un fuerte impacto en Antipas, "estando dudoso a causa de lo que algunos decían" de Jesús (Mc-Lc). Ante "las fuerzas milagrosas que obraban en El," las gentes lo identificaban con uno de los "antiguos profetas" (Lc) o con Elias, que se le suponía vivo y se le esperaba en los días mismos del Mesías 3.

Antipas era un claro y agudo neurótico. Tenía la obsesión por el Bautista, al que había hecho degollar. Y ante la duda que las gentes tenían para identificar a Cristo y ante los milagros que hacía, no se le ocurrió más que pensar en un muerto resucitado, que tendría poderes preternaturales. No es que Antipas creyese en una transmigración de almas. San Jerónimo observaba ya que, cuando esto sucede, Cristo tenía más de treinta años 4. Pero, en su neurosis, lo identificó con el Bautista, sobre todo por "milagros" 5. Y Lc añade que desde entonces deseaba "verle" (Lc 23:8). Pero Antipas "temía" al Bautista (Mc 6:19). La frase tan rotunda de "éste es el Bautista resucitado," admitiría la traducción de "debe de ser" 6. Pero su neurosis también admite su aturdida identificación. Y era afirmación reiterada: "decía" (έλεγεν).

 

La muerte del Bautista, 14:3-12 (Mc 6:17-29; Lc. 3:19-20).

3 Pues Herodes había hecho prender a Juan, le había encadenado y puesto en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de Filipo, su hermano; 4 porque Juan le decía: No te es lícito tenerla. 5 Quiso matarle, pero tuvo miedo de la muchedumbre, que le tenía por profeta. 6 Al llegar el cumpleaños de Herodes, bailó la hija de Herodías ante todos, 7 y tanto le gustó a Herodes, que con juramento le prometió darle cuanto le pidiera, 8 y ella inducida por su madre: Dame — le dijo —, aquí, en la bandeja, la cabeza de Juan el Bautista. 9 El rey se entristeció, mas por el juramento hecho y por la presencia de los convidados ordenó dársela, 10 y mandó degollar en la cárcel a Juan el Bautista, 11 cuya cabeza fue traída en una bandeja y dada a la joven, que se la llevó a su madre. 12 Vinieron sus discípulos, tomaron el cadáver y lo sepultaron, yendo luego a anunciárselo a Jesús.

 

Herodes Antipas era hijo de Herodes el Grande y su mujer samaritana Malthake 7. A la muerte de su padre, Augusto le nombra tetrarca de Galilea y Perca, aunque parece que su influjo llegase también a la Decápolis (Mc 5:20; 7:31; Mt 4:25). Se posesionó de su tetrarquía a los diecisiete años. Su carácter era apático, falto de energía 8, sensual y lleno de doblez. Jesucristo mismo le llamará "zorra" (Lc 13:32). Era además adulador con Roma, pues en honor de Tiberio levantó la ciudad de Tiberíades, lo mismo que la de Livia-Julia en honor de la mujer de Tiberio. De los mismos relatos evangélicos sobre que Cristo fuese el Bautista resucitado, da la impresión de haber sido un hombre de fuerte fondo neurótico. "Parece que tenía una buena parte de temperamento supersticioso y fantástico" 9. Por razones políticas, para garantizar sus fronteras de las incursiones de los nabateos, se casó con la hija del rey de los mismos, Aretas IV.

Pero el año 28 Antipas hace un viaje a Roma para ver a Tiberio; ante el que gozaba de prestigio, por ser su espía confidencial de los magistrados romanos en Oriente. Allí conoció a Herodías. Esta era hija del asmoneo Aristóbulo y de "Marianme, la hija del sumo sacerdote Simón." 10 Herodías estaba casada con un hijo de Herodes el Grande, llamado Filipo, distinto del otro homónimo que recibió la tetrarquía de Traconítide e Iturea 11.

Este Herodes-Filipo vivía una vida oscura y sin aspiraciones en las cercanías de Roma, ya que Antipas lo visita, cuando va a Roma, en el camino 12. Josefo dice de él que era hombre "amante de la tranquilidad" 13. Antipas conoció allí a Herodías, mujer de Filipo. Y uniéndose la ambición en ella, que no soportaba la vida oculta de su marido, y la pasión en Antipas por Herodías, se acordó la unión ilegal y el llevar con ellos a la hija de Herodías, llamada Salomé 14. Para esto se puso como condición a Herodes repudiar a su mujer legítima, la hija de Aretas IV, rey de los nabateos I5.

La presencia de Antipas y Herodías en la tetrarquía trajo el escándalo. El adulterio de Antipas iba abiertamente contra la Ley, que prohibía estas uniones incestuosas (Lev 18:16; 20:21).

El rumor popular encontró una voz especialmente representativa. Si éste temía a la policía de Herodes, la voz apostólica del Bautista sonó repetidas veces (ελεγεν) contra aquel adulterio. Antipas temνa un levantamiento popular, pero también temía el gran prestigio del Bautista, que incluso recoge el historiador judío Josefo 16. En los manejos de primera hora contra el Bautista estaba ya Herodías, "que le odiaba y quería matarle, pero no podía" (Mc) por temor al pueblo.

Hubo una segunda fase, que no se matiza en los evangelios, en la que fue encarcelado. El Bautista fue encarcelado, precisa Lc, "por lo de Herodías. y por todo lo malo que había hecho" Antipas, y que el Bautista censuraba. Esta prisión fue en el palacio-fortaleza que tenían los Herodes en Maqueronte, en la Transjordania, sobre el mar Muerto 17. Sus ruinas se conservan actualmente bajo el nombre de Mekawer 18.

No se dice el tiempo que haya durado esta prisión, que debió de ser relativamente atenuada. Mc (6:20) tiene un pasaje propio y con especial dificultad, y para él se remite al lugar correspondiente del Comentario 19.

Pero la oportunidad para la muerte del Bautista fue bien calculada por Herodías. Llegó el día natalicio — ¿aniversario de él o de exaltación al trono? —. Es sabido que los príncipes herodianos celebraban estos aniversarios 20. Debe de ser el de su nacimiento 21.

Fue en un suntuoso banquete al oscurecer (δεiπνον) 22, al que fueron invitados los "notables" de sus estados. En él bailó la hija de Herodías, Salomé 23. La expresión bailó "en medio" (εν τφ μέσιη) de la concurrencia 24 es una fórmula griega que indica públicamente 25. Si es en la sala del convite, no se dice. No era desconocido en Oriente, al final de los banquetes, las presencia de bailarinas de profesión, en ocasiones con bailes licenciosos. San Ambrosio, basándose en estas costumbres, piensa que tal sería este baile 26. En la antigüedad semita no eran bailes de sociedad, sino representaciones coreográficas de situaciones, que, en principio, podían ser muy dignas 27. Pero en este ambiente es muy fácil suponer la licencia. Un caso semejante, actual, presenciado por él mismo en la región de Merdj Ayun, lo cuenta Dalman. Después del banquete, en el que comieron separados hombres y mujeres, se reunieron todos en una sala, en la que la joven hija de la casa realizó una serie de danzas dignas 28.

La escena agradó a todos, máxime en aquel ambiente, y Antipas, en la euforia del mismo, "juró" dar a Salomé lo que le pidiese. "Salió" a consultar con su madre, indicio acaso de la separación en salas de hombres y mujeres. Y ésta le manda pedir la cabeza del Bautista. El juramento de Antipas, "aunque sea la mitad de mi reino," es frase bíblica (Est 5:3; cf. 1 Re 13:8). La frase de "Juan el Bautista" en labios de Salomé no es improbable. Así habla de él Josefo 29. Antipas se "entristeció," pero cedió al "juramento" 30 ante los convidados. Se cumplió la sentencia. Josefo dice que "fue muerto" en Maqueronte 31.

Se mandó traer la cabeza del Bautista. ¿Se la trajo a la misma sala para que se viese el cumplimiento de la orden? Salomé la llevó a su madre. San Jerónimo recoge que Herodías le sacó la lengua y la pinchaba con aguijón 32, como hizo Fulvia con la lengua de Cicerón. Para unos es una leyenda, para otros una realidad calcada en el ambiente romano en el que había vivido Herodías. Ni son desconocidos casos semejantes de pedir en banquetes la venganza de alguna víctima. A Jerjes, el día que celebraba el aniversario de su nacimiento, la reina Amestris le pidió la cabeza de su rival, que era su misma cuñada, y el rey accedió 33. Casos semejantes se cuentan de Catón por Cicerón 34 y Plutarco 35. Esta escena para Antipas y Herodías, que habían vivido en Roma 36, no debió de ser desconocida.

La psicología de maldad de Herodías contra el Bautista recuerda y es explicada por la conducta y odio feroz de Jezabel contra el profeta Elias (1 Re 18:2v) y contra Nabot (1 Re 21, Iv). Acaso la tradición quiso subrayar este paralelo.

Contra el valor histórico de este pasaje se ha hecho ver la discrepancia de motivos que sobre la muerte del Bautista alegan los evangelistas y Josefo. Mientras los evangelistas alegan el "incesto" y la acusación del Bautista por "todo lo malo que había hecho" Antipas (Lc), Josefo alega un motivo político: temía que el prestigio del Bautista pudiese provocar una insurrección, con las consecuencias a derivarse para él; por eso quiso "prevenir" 37.

Sin embargo, un crítico de la categoría de Shürer reconoce que, entre estos motivos alegados, "ambos datos no se excluyen" 38. Si en el ánimo de Herodías tuvo que pesar la censura de su adulterio, en el de Antipas hubo de pesar fundamentalmente el aspecto político, que podía venir sobre él del influjo del Bautista sobre las turbas. Y si a Josefo, como historiador de un pueblo, le interesa más este aspecto político, al enfoque religioso de los evangelios le interesaba más destacar el aspecto moral. Aspecto que, por otra parte, era el único que podía alegarse ante el pueblo para justificar su conducta. Si este aspecto más personal del adulterio pareciera sospechoso, entonces, "según este criterio, sería preciso suprimir la mayor parte de las historias herodianas que relata Josefo, ya que en ellas las mujeres y sus intrigas juegan un papel tan activo." 39

Cuando se enteraron los "discípulos" del Bautista (cf. Mt 11:2.7; Lc 7:18; Jn 1:53), recogieron el cadáver y lo pusieron en un sepulcro. Según costumbre judía, los cuerpos de los ajusticiados por las autoridades judías debían ser colocados en fosas comunes, propiedad de los tribunales 40. Pero no era éste el caso del Bautista. Y la autoridad romana, y Antipas era príncipe vasallo de Roma, solía conceder los cadáveres de los ajusticiados a sus familiares para su enterramiento 41. El mismo afecto paradójico de Antipas por el Bautista justificará este favor postumo. Tampoco Pilato negó a José de Arimatea el cuerpo de Cristo para enterrarlo. Una tradición recogida por San Jerónimo dice que sus reliquias fueron primeramente sepultadas en Sebastie, Samaría 42, y en donde, según Teodoreto, habrían sido arrojadas al fuego por los paganos 43. La historicidad del hecho es incuestionable. El pueblo consideró castigo de Dios la destrucción del ejército de Antipas por las tropas de Aretas, el 36 d.C., por esta muerte. La razón político-religiosa que dice Josefo 43 es previsoramente lógica en Antipas. Aparte de que el hecho había de trascender, se cita en Lc a "Juana, mujer de Juza, administrador" (επιτρόπου) de Antipas (Lc 8:3). Sin duda, una posible “fuente” mαs de los hechos.

 

c) Primera multiplicación de los panes, 14:13-21 (Mc 6:30-46; Lc 10:17;

Jn 6:1-15). Cf. Comentario a Jn 6:1-15.

13 A esta noticia Jesús se alejó de allí en una barca a un lugar desierto, y, habiéndolo oído las muchedumbres, le siguieron a pie desde las ciudades. 14 Al desembarcar vio una gran muchedumbre, y se compadeció de ella, y curó a todos sus enfermos. 15 Llegada la tarde, se le acercaron los discípulos diciéndole: Despide, pues, a la muchedumbre para que vayan a las aldeas y se compren alimentos. 16 Jesús les dijo: No hay por qué se vayan; dadles vosotros de comer. ! 7 Pero ellos le respondieron: No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces. ! 8 El les dijo: Traédmelos acá. 19 Y, mandando a la muchedumbre que se recostara sobre la hierba, tomó los cinco panes y los dos peces y, alzando los ojos al cielo, bendijo y partió los panes y se los dio a los discípulos, y éstos a la muchedumbre. 20 Y comieron todos y se saciaron, y recogieron de los fragmentos sobrantes doce cestos llenos, 21 siendo los que habían comido unos cinco mil, sin contar las mujeres y los niños.

 

Los cuatro evangelistas dan este relato. Se estudia en Jn. Aquí se destacan algunos elementos.

Mc-Lc lo vinculan a la vuelta de los discípulos de su misión y muerte del Bautista; Mt, a la muerte de éste; Jn lo inserta en la actividad galilaica de Cristo. Mc-Lc acaso lo sitúan evocado por un mayor agudizamiento de la fama de Jesús con la misión de los discípulos.

En la perspectiva literaria de Mt, Cristo se retira en barca a un lugar desierto a causa de la noticia de la muerte del Bautista; Mc-Lc se fijan más en otro aspecto, sin excluir éste: un descanso después de la actividad en la que debieron de tener un éxito de cierto volumen; reactivándose la fama de Cristo misional, van a un lugar desierto, cerca de Betsaida (Lc).

Betsaida Julias había sido embellecida por el tetrarca Filipo 44 y pertenecía a su territorio de la Gaulanítide (el actual Dejaulam). El intento de Lc es citar la ciudad más destacada como punto de orientación para sus lectores étnico-cristianos, ya que Cristo iba buscando "un lugar desierto" (Mt-Mc) — y los alrededores de Betsaida son región desértica 45 —, pues buscaba un lugar de reposo para sus discípulos.

La "multitud" que oyó esto y que le iba a buscar debía de ser en gran parte de gentes que se iban concentrando allí para ir a la muy cercana Pascua, en caravanas, a Jerusalén. Acaso estas gentes se encontraron en Cafarnaúm, centro caravanero para ir a Jerusalén por el valle del Jordán, evitando así las molestias de ir por Samaría. De Cafarnaúm a Betsaida hay a pie 10 kilómetros.

Se explica. Cristo iba en barca. Un retraso por coloquio o con viento en contra permitió a las gentes llegar a aquella zona antes que El.

Hubo curaciones. Mc dirá que se compadeció de ellos porque "estaban como ovejas sin pastor," frase de evocación bíblica (Ez 34:5), que aquí tiene su aplicación por estar a merced del fariseísmo y sin la enseñanza del verdadero Pastor (Ez c.34).

Mt pone "hecha la tarde," mientras Lc dice que el "día comenzaba a declinar." Esto parecería indicar el momento preciso de la hora, pero posiblemente no es más que un modismo aramaico (natah hayyon). Es el substrato que le da F. Delitzsch en su Ν. Τ. hebreo, y que no significa mαs que el espacio que va desde el medio día hasta la puesta del sol (Jer 6:4) 46. Aquí está en función del tiempo necesario para poder ir a proveerse de víveres y alojamientos (Mc). Lo que no se dice ni se niega es que pudiesen quedar, en algunos, pequeñas provisiones de repuesto, de lo que hubiesen llevado, pero que era insuficiente en absoluto para resolver el problema de su abastecimiento. Lo improvisado de la ida y la prolongación de la enseñanza había terminado con unos víveres o totalmente en muchos, o con lo elemental en casi todos. La expresión que Mc-Lc usan: para que puedan ir a proveerse a "los campos.," tiene frecuentemente, en el A.T. y en los LXX, el sentido de pequeños villorrios, en contraposición a las ciudades (Mc 5:14; 6:56).

Este es el momento elegido por Cristo para la multiplicación de los panes. Su comentario se hace en Jn 6:1-15.

Una indicación cronológica complementaria a la Pascua es que Jesús manda que se "sentasen" sobre la "hierba" "verde" (Mc), y que Jn matiza aún más, "mucha hierba verde." "Estas condiciones no se realizan en la ribera del Lago más que desde la mitad de marzo hasta abril." 47 Estaban recostados en grupos de 50 y 100; la frase usada por Mc evoca los arriates de un jardín 48 y podía ser una buena base de recuento.

Se destaca en los tres sinópticos que Cristo "elevó los ojos al cielo." Lo omite Juan, probablemente por razón tipológica. Este gesto de Cristo era frecuente en su oración (Jn 11:41.42; 17:1). En cambio, no era usual en las costumbres rabínicas. Rabí Ismael bar José (c.180) decía: "La regla es que el que ora ha de tener los ojos bajos y el corazón elevado al cielo." 49

Los tres sinópticos ponen por "bendecir" la palabra propia (εύλογέω), pero Jn, en este mismo lugar, pone, para lo mismo, “dar gracias” (εύχαριστέω). En cambio, los sinσpticos en la segunda multiplicación de los panes ponen "dar gracias." Esto hace ver que lo usan como sinónimo, sin que haya que suponerse con ellas una previa acción de gracias a la bendición, o ésta hecha en forma de acción de gracias. La costumbre rabínica había establecido que no se comiese o bebiese sin bendecir los alimentos, pues equivalía a un pecado de infidelidad 50. Las fórmulas solían comenzar: "Alabado seáis, Yahvé, nuestro Dios, rey del mundo." 51. Y El mismo lo "partió" y se lo "dio" a los discípulos para repartirlo a la muchedumbre. ¿El milagro se hizo en las manos de Cristo o en la de los discípulos? Acaso lo primero supusiese un incesante e inacabable ir y venir a Cristo.

El milagro fue tan abundante, que todos se “saciaron” (έχορτάσθησα). Υ “recogieron” doce cestos sobrantes. Era uso judνo recoger, después de las comidas, los trozos de comida caídos a tierra 52. El “cesto” (χόφίνος) era el que usaban las gentes rústicas 53. Estaban hechos de pequeñas ramas de sauce 54. Este era el tipo de bagaje ordinario judío en sus desplazamientos. Juvenal decía de ellos que su ajuar era el "cófino" y el heno 55. Y por su uso habitual, Marcial los llama "cistíferos" 56. En estos "cófinos" de las gentes o de los apóstoles se recogió el sobrante. El milagro se constataba bien: las sobras eran más que la materia de cinco panes para el milagro.

En el trasfondo de este hecho está la evocación de Moisés, viniendo a ser ello una "tipología" de esta obra de Cristo. A las gentes que no tienen qué comer en el desierto (Núm 11:13.14), Moisés, con su oración, logra el maná. En esta época se esperaba que el Mesías saliese del "desierto," y aparecieron por entonces varios pseudomesías, que llevaban las gentes al desierto, donde las prometían señales prodigiosas y de donde saldrían triunfadores. Josefo cuenta estos casos, sus nombres y su fin desastrado 57.

Igualmente, en los días mesiánicos, como renovación de los días del desierto, se esperaba una lluvia perpetua de maná 58.

Todo esto podía provocar una explosión de entusiasmo mesiánico en torno a Cristo, y que Jn relata; quisieron proclamarle rey: el Mesías-Rey que por entonces se esperaba 59. La Pascua estaba próxima, las caravanas a la Ciudad Santa a punto. Quisieron venir para, seguramente, llevarle a su frente a Jerusalén y proclamarle Rey-Mesías en el templo, como se lee en algunos escritos rabínicos que había de ser 60. Pero Cristo despachó a las turbas y discípulos, para que no se dejasen contagiar de aquel mesianismo político, que no era el auténtico, ni la hora de su plena proclamación, y El mismo se marchó "solo" a un monte a hacer oración" (Mt-Mc). La oración de Cristo se registra varias veces en los evangelios 61.

De una manera sencilla se cuenta uno de los portentos de Cristo. Las teorías racionalistas se desbaratan unas a otras para explicarlo 62.

"Aunque aún no sea la Eucaristía, este pan milagroso es evidentemente su figura y preparación, como lo han pensado los Padres y también los mismos evangelistas. Tal se ve al comparar los términos con los que describen esta distribución solemne y los de la Cena (Mt 26:26) y Jn (c.6), que une a este milagro el discurso sobre el "Pan de vida" 63. Donde esta tipología está más acusada es en Jn.

Autores modernos han presentado a propósito de este milagro un problema que es interesante registrar. En el tema de la multiplicación de los panes se quiere ver un trasfondo, que sería un movimiento político para proclamar rey a Cristo.

Esto en Jn es claro (Jn 6:14.15). Como efecto del milagro — y probablemente de toda la fama de Cristo —, surgió este movimiento del milagro de Cristo multiplicador del pan –"maná" — y en un lugar "desierto," lo que evocaba sobre El no sólo ser otro Moisés, sino el Mesías esperado. Pero todo está en cómo se plantee esto. Se alegan, entre otras, las siguientes y principales razones.

En Mc (6:31), que es el relato inmediatamente anterior a la multiplicación de los panes, Cristo se retira a un lugar solitario con los discípulos, "para descansar un poco" (Mc 6:31a), y, en el segundo hemistiquio, se lee: "pues eran muchos los que iban y venían" (Mc 6:31) a donde estaban antes del retiro (Mc 9:32). Pero la gente se dio cuenta de su marcha y les "siguieron" (Mt-Lc), incluso se les "adelantaron" (Mc) cuando iban a este lugar de descanso. ¿A qué iba esta gente? ¿A qué se debía esta concentración? Se piensa por autores recientes que en un posible movimiento político en torno a Cristo. Se habría visto en El, a través de su fama, un posible caudillo mesiánico. Que algo de esto podía estar latente es posible, pues la resolución de hacerlo rey, que se lee en Jn (6:14.15), fue el chispazo final de un ambiente ante aquel milagro. Pero pensar en que iban allí en plan de tramar esta conspiración, no parece lo más probable. Pues Cristo, al ver a las multitudes, "se conmovió por ellos" (Mt-Mc), y "curó a sus enfermos" (Mt), y "comenzó a enseñarles muchas cosas" (Mc), que fue hablarles del reino de Dios (Lc). Si Cristo supusiese que en las visitas anteriores — "iban y venían y ni para comer tenían tiempo" (Mc 6:3Ib) — se tratase de hablar acaso con los apóstoles o de ir a verle para, con las impresiones recogidas, armar un complot político-mesiánico, El, que para evitar esto después de la multiplicación de los panes, aleja a las turbas y apóstoles, y marcha El solo a un monte, no parece que se les hubiese puesto de antemano a tiro, sobre todo con un milagro tan llamativo. Otra cosa es que, a causa de su fama, hubiese pasado esto por la mente de muchas gentes, como en otras ocasiones pasó (Mt 12:23), y precisamente a causa de un milagro (Mt 12:23), y otra muy distinta el que esas idas y venidas supusiesen una ida en plan de complot político. Su ida se explica muy bien, como en otras ocasiones, más que por oír la doctrina, por la esperanza y provecho de sus milagros, que es precisamente lo que se dice en Juan a estas gentes que buscan a Cristo después de la multiplicación de los panes (Jn 6:26.28).

Para sostener esta hipótesis se trata de confirmarla con otros datos. En Mc se dice que el número de personas alimentadas era de "5.000 hombres." De donde se deduce que eran precisamente sólo hombres los que iban para un complot, ya que en Mt (14:21), pues Lc tiene una frase genérica, se añade: "sin mujeres y niños." Para eliminar esto se puede decir que la frase podría, en absoluto, querer decir que eran sólo hombres. Podría encontrar esto aparente apoyo en Jn, en donde se dice que, para el milagro, se acomodaron los hombres (Jn 6:10). Y luego del milagro se dice: "viendo los hombres el milagro que había hecho" (v.14), quieren venir para hacerle rey. Si la segunda vez es lógico que fuesen los hombres solos, la primera vez "hombres" puede ser un nombre genérico por gentes, o porque, conforme a las costumbres orientales, estaban separados hombres y mujeres con niños. Pues al desembarcar vio "mucha gente" (Mc) y "curó a sus enfermos," y "gentes" está normalmente por una multitud de todo tipo de personas de ambos sexos. Ni es creíble que fuesen para ser curados sólo los "hombres."

También, para esto, se interpreta la frase que al verlos los acogió, porque "estaban como ovejas sin pastor," en el sentido de que necesitaban un jefe o general, sentido que, en ocasiones, tiene la frase (Núm 27:16v). Pero es increíble que los evangelistas la utilicen en este sentido aplicándola al reino espiritual de Cristo. Y Lc, que es el que la cita, la interpreta, precisamente, por hablarles del reino de Dios (Lc 9:11). Estaban desamparadas de la verdadera doctrina del Buen Pastor (Ez 34:5v; Jn 10, Iv).

En cambio, es probable que Cristo despidió a las turbas y "forzó" (Mt-Mc) a embarcarse a los apóstoles porque debían de estar a punto de unirse al movimiento político-mesiánico, pero que se produjo después de la multiplicación, y que relata Jn (6:14.15). No parece, pues, que se trate de una trama previa, sino de un ambiente propicio — por la fama de Cristo —, lo que hizo estallar, con toda la evocación mosaica que había en aquel milagro y en aquella topografía desértica, el movimiento de entusiasmo para hacer a Cristo rey 63.

 

Jesús camina sobre las aguas, 14:22-33 (Mc 6:45-52; Jn 6:16-21).

22 Luego mandó a los discípulos subir en la barca y precederle a la otra orilla, mientras El despedía a la muchedumbre. 23 Una vez que la despidió, subió a un monte apartado para orar. Llegada la noche, estaba allí solo. 24 La barca estaba ya en medio del mar, agitada por las olas, pues el viento le era contrario. 25 En la cuarta vigilia de la noche vino a ellos andando sobre el mar. 26 En viéndole ellos andar sobre el mar, se turbaron y decían: Es un fantasma. Y de miedo comenzaron a gritar. 27 Pero al instante les habló, diciendo: Tened confianza, soy yo; no temáis. 28 Tomando Pedro la palabra, dijo: Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre las aguas. 29 El dijo: Ven. Bajando de la barca, anduvo Pedro sobre las aguas y vino hacia Jesús. 30 Pero, viendo el viento fuerte, temió, y, comenzando a hundirse, gritó: Señor, sálvame. 31 Al instante Jesús le tendió la mano y le cogió, diciéndole: Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado? 32 Y en subiendo a la barca se calmó el viento. 33 Los que en ella estaban se postraron ante El, diciendo: Verdaderamente, tú eres Hijo de Dios.

 

Para evitar aquellos entusiasmos, prematuros y erróneos, mesiánicos, Cristo "forzó" a los apóstoles a separarse de las turbas, haciéndoles ir en barca a "la otra orilla" 64, que es "hacia Betsaida," en Mc, o "hacia Cafarnaúm," según Jn. Se proponen diversas soluciones 65. Pero en Mt no hay problema topográfico 66. Acaso se trata de factores redaccionales orientadores de los diversos lectores a quienes van destinados los evangelios, por conocer mejor estos puntos de referencia que se les hacen. Otras soluciones son más o menos viables 67.

"Ya tarde," los apóstoles embarcaron. Se habían alejado varios "estadios" de la costa, pues "la barca estaba ya en medio del mar" (v.24). El "estadio" era una medida griega de longitud, equivalente a unos 185 metros. Ya en la "noche" (Jn), Cristo los ve bregar, luchando por avanzar, pues se "levantó un gran viento," que les "era contrario" (Mt-Mc), por lo que el mar "tenía gran oleaje" (Jn). La depresión de la cuenca del Jordán en 200 metros bajo el nivel del Mediterráneo fácilmente trae estas marejadas y tormentas. Cristo, desde el montículo en que oró, los veía. Esta visión es perfectamente natural, pues a la luz de la luna — acaso estaba en el cuarto creciente de la luna del 15 de Nisán (Pascua) — podía divisarlo bien.

Cuando los apóstoles habían avanzado sólo unos 25 ó 30 "estadios," que son unos cuatro y medio o cinco kilómetros, y el lago tenía en su dirección de este-oeste unos 11 kilómetros, vino Cristo a ellos "caminando sobre las aguas" cuando era "sobre (Mc) la cuarta vigilia de la noche." Los judíos de la época de Cristo habían aceptado la división de la noche en cuatro "vigilias," aunque los antiguos judíos sólo conocían tres. Comenzaban en la puesta del sol, sobre las seis de la tarde, nueve de la noche, medianoche y tres de la mañana; a ésta llamaban "mañana," que se extendía hasta el orto 68.

Fue en esta cuarta vigilia cuando vieron a Jesús "caminando sobre el mar" y que "venía hacia ellos" (Mc), se "aproximaba a la barca" (Jn), pero "hizo ademán de pasar de largo" (Mc).

En un primer momento pensaron en un fantasma. ¿Cómo pensar que una persona humana caminase sobre el agua? Ellos gritaron por el miedo. Los apóstoles se muestran fáciles a estas creencias (Lc 24:37; Act 12:15) en casos de apariciones de Cristo; no son espíritus crédulos ni sugestivos a creaciones alucinantes del mismo. Además, la creencia popular era rica en estas historias 69, y hasta eran consideradas de mal agüero (Sab 17:4.14).

Pero Cristo se da a conocer y los tranquiliza. A esto Pedro "respondió" (αποκριθείς); es la forma griega que responde al verbo hebreo 'anah, que significa "responder" o "tomar la palabra," "hablar" 70. Pedro le pide, se diría que aturdidamente, por el paso del miedo al gozo, que si en verdad es El, que le mande ir caminando sobre las aguas a El. Es notable esta transformación. Y ¿por qué no aguardar a ir con todos en la barca o esperar que El se subiese, pues "querían recibirlo en la barca"? (Jn). ¿Por qué aquel ímpetu suyo? ¡Pedro! Es el Pedro de siempre: el del ímpetu, el del amor, el de la flaqueza.

A la orden de Cristo va, pero ante el oleaje teme y comienza a hundirse. Es fácil figurarse la escena de Pedro medio hundiéndose ante aquel oleaje. Pero recurre a Cristo, que, dándole la mano, le dice: "¡Poca fe! (οληγοπιστε). ΏPor qué dudaste?" El hundimiento de Pedro estaba vinculado a su desconfianza. Y también fue prueba y enseñanza para quien sería pastor 71. Se ve en esta escena un "tipismo," acaso querido por Mt, relacionado con la hora de las pruebas de la Iglesia naciente. Es en la confianza en Cristo y en su poder como los hundimientos se superan. Pero en el intento de Mt parece estar, primordialmente, el querer destacar la preeminencia de Pedro sobre los discípulos, puesto que es tema que tiene Mt, especialmente, en esta parte del evangelio (Benoit).

"Y en cuanto subieron (Cristo y Pedro) a la barca, cesó el viento," destaca con intención Mt. Para Jη sucede esto “en seguida” (ευθέως), “llegando a donde iban” (Jn 6:21). ΏEs simple coincidencia este cesar del viento? ¿O es un nuevo milagro? En la perspectiva de los evangelistas, estos hechos se los suele ver como una prueba del poder de Cristo (Mt 13:27; Mc 4:41; Lc 8:25).

Cabría pensar que al cesar el viento se facilitó el remar y así llegar muy pronto a la orilla. La forma ευθέως no tiene valor inflexible 72 ni por necesidad de inmediato 73. Si esto se interpreta de una proximidad de Betsaida, situada en la costa oriental, acaso fuera posible. Pero si se pone en la ribera occidental, como estaban en medio del lago, y éste tiene de ancho unos once kilómetros, les faltarían sobre unos cinco o seis kilómetros. En este caso, el milagro se impone.

Mc tiene un pasaje propio que se estudia en el Comentario a Mc 6:51-52. En Jn, al decirles no temáis, "yo soy" (εγώ ειμί), puede tambiιn tener, se estudia en otros pasajes de Jn, el valor deliberado de evocar a Yahvé: Cristo-Yahvé.

Los discípulos, impresionados, se "postraron" (προσεκύνησαν) para decirle: “Verdaderamente eres Hijo de Dios." El término primero no significa, de suyo, una verdadera "adoración" cultual; - es una forma de mostrar inferioridad y respeto a superiores, verbigracia, reyes o jerarquías.

El uso de “Hijo de Dios,” φεου υιός ι) sin artículo, no es obstáculo para que se identifique con el Mesías o con el verdadero Hijo de Dios. En Mt ya se había hablado antes de la divinidad de Cristo en varios pasajes (dueño del sábado, superior al templo, etcétera). En Job, Dios aparece como dueño que "camina sobre las crestas del mar" (Job 9:8). Y en aquel ambiente, caminar sobre algo, v.gr., sobre un país, era dominarlo, ser dueño del mismo 74. Aquí caminar sobre el mar era dominarlo, ser dueño del mismo. Pero como en Jn llaman a Cristo, después de la multiplicación de los panes, "el Santo de Dios" (Jn 6:69; Mc 1:24), con sentido mesiánico, la expresión de Mt aquí debe de ser una interpretación posterior, pero con el sentido de proclamar la divinidad de Cristo. Como era la fe de la Iglesia y el sentido en que habían de interpretarlo los lectores a quienes iba destinado, y por la proclamación que se hace en la frase.

 

Jesús hace curaciones en la región de Genesaret, 14:34-36 (Mc 6:53-56).

34 Terminada la travesía, vinieron a la región de Genesaret, 35y, reconociéndole los hombres de aquel lugar, esparcieron la noticia por toda la comarca y le presentaron todos los enfermos, 36 y le suplicaban que les dejase tocar siquiera la orla de su vestido, y todos los que le tocaban quedaban sanos.

 

El desembarco se hace en Genesaret. Generalmente se admite que se refiere a la región galilea llamada así, extensión denominada hoy el-Guweir, y que ocupa una superficie de cinco kilómetros de ancho y dos de largo, entre Megdel y Tel! el-Oreimé 75. Era una región de gran fertilidad, poblada de villas. Josefo la llama un "paraíso." 76

Cristo no debía de venir a predicar, sino a descansar con sus discípulos, ya que no pudo antes a causa de las turbas. Pero pronto fue reconocido. La noticia se extendió y le trajeron enfermos de toda aquella región. Cristo, el tiempo que estuvo allí, que debió de ser de breves días (Jn 6:22-25), no residió en un solo lugar, pues le traían enfermos "a donde creían que estaba" (Mc 6:55.56). Era en su ruta hacia Cafarnaúm.

La expresión "plazas" (Mc 6:56), en donde también los curaba 76 en su ruta, pues allí le ponen también a los enfermos, puede tener un significado amplio. Pues dyopá significa generalmente un lugar público y espacioso 77, que es el significado que conviene aquí.

Le suplicaban “tocar solamente el ruedo (χρασπέδου) de su manto” (Mt-Mc) y se “curaban." Este ruego de los enfermos, ¿está acaso influenciado, real o literariamente, por el anterior prodigio de la hemorroísa? (Mt 9:21 par.) 78. Este sentido de creencia un poco mágico puede ser sentir primitivo de las turbas.

 

1 Josefo, Antiq. XVIII 7:2.3. — 2 Mt 4:23-25; 9:35-36; Mc 1:39; 3:7-8; Lc 4:42-44; 6:17-19. — 3 Lagrange, Le Messianisme chez les fuifs (1909) ρ 210-213 — 4 ML 26:16. — 5 Apocalip. Baruc 1.10. — 6 Buzy, Évang. s. St. Matth. (1946) p.191; J. B. Tyson, Jesús and Herod Antipas: Journ. of Bibl. Liter. and Exeg. (1960) p.239-246. — 7 Josefo, Antiq. XVII 10:1; BI I 28:4. — 8 Josefo, Antiq. XVIII 7:2. — 9 Ricciotti, Storia d'Israele (1934) II p.424. — 10 Josefo, Antiq. XVIII 5:1.4. — 11 Wixer, artículo "Philippus" en Biblische Realworterbuch 3.a ed. — 12 Josefo, Antiq. XVIII 5:1. — 13 Antiq. XVIII 7:2. — 14 Josefo, Antiq. XVIII 5:4. — 15 Antiq. XVIII 5:1- — 16 Antiq. XVIII 5:2. — 17 Antiq. XVIII 5:2. — 18 Rev. Bib. (1900) p.386-468. — 19 Pirot, Évang. s. St. Marc (1946) p.468. — 20 Josefo, Antiq. XIX 7:1. — 21 lagrange, Evang. s. St. Marc (1929) p.159-160; STRACK-B., Kommentar. I h.L; Schürer, Geschichte des jüdischen Volkes. 4.a ed. I p.441-442. — 22 Zorell, Lexicón graecum N.T. (1931) col.276. — 23 Josefo, Antiq. XVII 5:4. — 24 Joüon, L'Évangile. compte tenu du substract se'mitique (1930) h.l. — 25 Zorell, Lexicón graecum N.T. (1931) col.822; Bauer, Griechische-deutsches Warterbuch (1937) col.839-840. — 26 De virgin. 3:6: ML 16:228. — 27 Reuss, Histoire évangélique p.368. — 28 Palástinajahrbuch (1918) p.44-46. — 29 Antiq. XVIII 5:2; J. Duncan - M. Derret, Herod's Oath and the Baptist's Mead: Bibl. Zeitschrift (1965) p.49-58. — 30 Literalmente "juramentos" (horkous), pero es un caso de plural de generalización. JOÜON, L'Évangile. compte tenu du substract semitique (1930) p.95. — 31 Antiq. XVIII 5:2. — 32 ML 23:488. — 33 Herodoto, IX 108-113. — 34 Cicerón, De senectute 12:42. — 35 Plut., Vita Flaminii; H. Wlndichs, Zuñí Gastmahl des Antipas, en Zeitschrift der neuentestamenüichen Wissenschaft t.18 p.73-81; Westteix, I 413ss. — 36 Josefo, Antiq. XVII 1:3. — 37 Antiq. XVIII 5:2. — 38 Schürer, Geschichte des jüdischen Volkes ira Zeitalter J.-Ch. I p.437-438. — 39 Lagrange, Évang. s. St. Marc (1929) p.163. — 40 Buchler, L'enterrement des criminéis d'apres le Talmud et le Midrasch: Rev. étud. juifs (1903) 74-88. — 41 Filón, In Flacc. X 78:299; Ulpiano, Digest. XLVIII 24:1. — 42 Epist. 46.12; 108:13: ML 22:491.889; cf. Pirot, Évang. s. St. Marc (1946). — 43 schuster-holzammer, Hist. Bib., vers. esp. (1936) Π p.217-218. — 43 Josefo, Antiq. XVIII 5:2. — 44 Josefo, Antiq. CVIII 2:2. — 45 Sobre la localización de una o dos Betsaidas, cf. A. Fernández, Vida de Jesucristo (1954) p.338-341;Perrella, / luoghi santi (1936) p.164-175; Holzmeister, Venite seorsum in desertum locum et requiescite pmillum: VD (1942) 161-165. — 46 Jue 19:9; Josefo, Antiq. V 2:8. — 47 Prat, Jesus-Christ (1947) I p.381 n.l. — 48 Zorell, Lexicón graecum N.T. (1931) col. 1113. — 49 Strack-B., Kommentar. II p.246. — 50 Strack-B., Kommentar. I p.685. — 51 Talmud Berachoth 44a. — 52 Wünsche, Neue Beitrage zur Erlauterung der Evangelien aus Talmud una MidroseA(1878)p.520. — 53 Zorell, Lexicón graecum N.T. (1931) col.732. — 54 Edersheim, The Life and Times of Jesu the Messiah (1901) I p.648. — 55 "Quorum cophinus foenumque suppellex" (Sat. III 55). — 56 Epigr. V 17. — 57 Josefo, ΒΙ II 13:4-5. — 58 Strack-B., Kommentar. II p.481; Patr. syr. II col.1117. — 59 San Justino, Diálogo 32 y 68; cf. Lagraxge, Le Messianisme. (1909) p.228-235. — 60 Strack-B., Kommentar. I p.641. — 61 S. TH., In evang. S. Matth. comm. c.2 lect.3:2. — 62 Cf. L. Fonck, / miracoli del Signore(l9l4) I p.478-492; Teoría de Bultmann; Joh.- evang. (1941) h.l.; sobre ciertas semejanzas judías, cf. Strack-B., Kommentar. p.687; sobre semejanzas étnicas, cf. Clemen, Religionsgeschichtliche Erklarung p.227. Con lo que No tiene relación es con 2 Re 4:42-44. — 63 Benolt,L'Évang. s. Sí. Matth., en Lo Sainte Bible dejérusalem (1950) p.95 nt.f; Fonck,/ miracoli del Signore nel Vangelo (1914) I p.494-496; L. Cerfaux, La section des pains (Mc 6, 31-8:26; Mt 14:13-16); H. Clavier, La multiplication des pains dans le ministere de Jesús: Stud. Evang. (1959) p.441-457. — 63 H. Montefiore, Revolt in the Desert (Mc 6:30ss): New Test. Studies (1961) p.135-141. — 64 Fonck,/ miracoli del Signare nel Vangelo (1914) I p.391-393; A. Fernández, Vida de Jesucristo (1954) p.338-341; Lagrange, Évang. s. St. Marc (1929) p.172; Evang. s. St. Jean (1927) p.168; Váganay, Essai de critique textuelle: Rev. Bib. (1940). — 65 Sobre el problema de divergencia topográfica entre Mc-Jn, cf. comentario en los lugares respectivos. — 66 Benoit, L'Évangile s. St. Matth., en La Sainte Bible de Jérusalem (1950) p.95 nt.b y p.96 nt.a. — 67 Simón-Dorado, Praelectiones bibl. N.T. (1947) p.642. — 68 Strack-B., Kommentar. I p.688-691. — 69 Strack-B., Kommtiitar,. I ρ,691, donde se recogen muchas de estas leyendas. — 70 Zorelj-, Uxicon,u.t.um N.T. (1931) col. 155. — 71 S. TH., In evang. Matth. comm. c.14 h.l. — 72 Zorell, Lexicón graecum N.T. (1931) col.530. \ — 73 Braun, Évang. s. St. Jean (1946) p.361; E. Lóvestam, Wunder und Symbol-handlung. Eine studie über Mt 14:28-31: Kerygma und Dogma (1962) p. 124-135. — 74 Odas de Salomón c.39; Sal 107. — 75 Abel, Geographie de la Palestine (1933) I p.93. — 76 De bello iudaico III 10,8. — 76 Sasse, Die erste Erscheinung des Auferstandenen: Theol. Blátter (1922) p.59ss. — 77 Zorell, Lexicón graecum N.T. (1931) col. 18; Bauer, Gñechisch-deutsches Wó'r-terbuch zu. N.T. (1937) col.20. — 78 Jenkins, Markan Doblet (1942); Rénie, Une antologie evangelique: Bíblica (1955) 23-226.

 

 

Capitulo 15.

 

Disputa con los fariseos y enseñanza sobre la verdadera pureza, 15:2-20

(Mc 7:12-23).

1 Entonces se acercaron a Jesús fariseos y escribas venidos de Jerusalén, diciendo: 2 ¿Por qué tus discípulos traspasan la tradición de los ancianos, pues no se lavan las manos cuando comen? 3 El respondió y les dijo: ¿Por qué traspasáis vosotros el precepto de Dios por vuestras tradiciones? 4 Pues Dios dijo: Honra a tu padre y a tu madre, y quien maldijere a su padre o a su madre sea muerto. 5 Pero vosotros decís: Si alguno dijere a su padre o a su madre: "Cuanto de mí pudiere aprovecharte, sea ofrenda," 6 ése no tiene que honrar a su padre; y habéis anulado la palabra de Dios por vuestra tradición. 7 ¡Hipócritas! Bien profetizó de vosotros Isaías cuando dijo: 8 "Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí; 9 en vano me rinden culto, enseñando doctrinas que son preceptos humanos." 10 Y llamando a sí a la muchedumbre, les dijo: Oíd y entended: 11 No es lo que entra por la boca lo que hace impuro al hombre; pero lo que sale de la boca, eso es lo que al hombre le hace impuro. 12 Entonces se le acercaron los discípulos y dijeron: ¿Sabes que los fariseos al oírte se han escandalizado? 13 Respondióles y dijo: Toda planta que no ha plantado mi Padre celestial será arrancada. 14 Dejadlos; son guías ciegos; si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en la hoya. 15 Tomando Pedro la palabra, le dijo: Explícanos esa parábola. l6 Dijo El: ¿Tampoco vosotros entendéis? 17¿No comprendéis que lo que entra por la boca va al vientre y sale a la letrina? 18 Pero lo que sale de la boca procede del corazón, y eso hace impuro al hombre. 19 Porque del corazón provienen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los robos, los falsos testimonios, las blasfemias. 20 Esto es lo que hace impuro al hombre; pero comer sin lavarse las manos, eso no hace impuro al hombre.

 

La escena es en Galilea (Jn 7:1). Ya la fama de Cristo y su doctrina estaban demasiado extendidas y había tenido diversas disputas con los fariseos. Ya se trataba de matarle (Mt 12:14). En este ambiente hostil es donde se valora bien esta insidia que se le hace.

Un grupo de "fariseos y escribas" venidos de Jerusalén traen contra El un plan de insidia. Es una representación más o menos oficiosa o al menos en connivencia con el Sanedrín de Jerusalén. No atreviéndose a atacar a Cristo de frente, pues estaba rodeado de muchedumbre (Mc 7:14), plantean el problema a los discípulos, pero se ve bien a quién apuntan. Les plantean un problema para ellos gravísimo. ¿Por qué comen sin lavarse las manos? Pues con ello "traspasan la tradición de los ancianos." Además, como dice Mc, comían con "manos comunes" (cf. Mc 7:2.5), que es el equivalente rabínico khol, y significa impuro, profano (Act 10:14-28; 11:8; Rom 14:14; Heb 10:29) 1.

El problema que le plantean es por qué sus discípulos no se lavan las manos al comer, pues con ello "quebrantan la tradición de los ancianos." Mc, atento a sus lectores de la gentilidad, explica un poco esto; pues "los fariseos y todos los judíos, cuando vienen de la plaza, no comen sin purificarse, y tienen otras muchas cosas que observan por tradición: la ablución de los vasos, de las ollas y vasijas de cobre." Y algunos códices, aunque no se tiene por lectura crítica 2, añaden también los "lechos," que aquí probablemente se refiere a los divanes para comer.

La tradición era para los judíos algo de una gravedad y de una autoridad excepcionales 3. Junto con la Ley, se suponía que Dios había comunicado a Moisés una "Ley oral," que se transmitía siempre por una cadena ininterrumpida de testigos. Basado en esto venían también las interpretaciones jurídicas de la Ley, dadas por diversos rabinos. Y, aunque no siempre eran deducciones del texto sagrado, sino que se las incluía en la cadena de la tradición para dar valor a ciertos usos, sin embargo, el argumento de los rabinos se consideraba no sólo como interpretación auténtica de la Ley, sino que Dios aprobaba todas estas decisiones. La "Ley oral" era un dogma del judaísmo. Se suponía que esta Ley oral se dio para mejor mantener la Escritura. Pero las prescripciones rabínicas a este propósito llegaron incluso a desvirtuar el mismo sentido de la Ley. La estima por la Ley oral llegará hasta tal punto, que se dirá de ella por algunos rabinos que las palabras de los rabinos y de los escribas son superiores a las de la misma Ley — Torah — y más amadas de Dios 4. Violar sus prescripciones es más grave que violar la Torah. No obstante, para esto necesitaban estar respaldadas estas tradiciones por una larga cadena de rabinos 5.

Encuadrada en estas "tradiciones" estaba la prescripción de tener numerosas "purificaciones." El Talmud tiene uno de sussedarim ("órdenes," partes) dedicado a toda clase de "purificaciones." Y entre ellos tiene un tratado, Yadayím ("manos"), dedicado exclusivamente a la purificación legal de las manos. La casuística y ridiculez acumulada sobre esto son verdaderamente abrumadoras. Se llamaba esta acción netilah yadaím, "elevar las manos," y era distinta del lavado higiénico ordinario de las manos, que se decía rehisah, "el lavado." Este rito de purificación legal tenía dos partes: "primer agua" y "segunda agua." Para cada lavado hacía falta un cuarto de log (sobre 0:6 de litro). Se podía hacer en un recipiente cualquiera, pero no se podía hacer con la concavidad de la mano. Era necesario que se vertiese el agua sobre las dos manos. Si se hacía primero sobre una, Y había que tener cuidado que la mano purificada no se hiciese impura tocando a la otra antes de estar purificada. El agua, para la purificación, debía ser pura y no haberse empleado en otros menesteres. La mano que no hubiese sido lavada hasta la muñeca no estaba purificada. Para que la purificación fuese verdaderamente pura, había que verter el agua primero sobre la mano. Pero como esta agua quedaba impura por el contacto con la mano impura, había luego que volver a verter más agua que purificase las gotas impuras que hubiesen quedado. Por otra parte, si el agua de la purificación tocaba el antebrazo, había peligro que, al verter la segunda vez el agua, la que había quedado en el antebrazo pudiese deslizarse sobre la mano, haciéndola así impura. Y para esto se resolvió por la casuística rabínica el hacer las dos purificaciones teniendo los dedos y las manos hacia arriba en las dos purificaciones 6. Esto es el exponente de una religiosidad que tendía una tela de araña sobre todos los actos humanos y una serie de trampas, que hacían la religión tan insoportable como odiosa.

Y, sin embargo, los rabinos daban un valor excepcional a estas "purificaciones" de cosas y de manos. Sobre ésta pueden verse algunas sentencias de ellos.

"Si alguno come pan (realiza sus comidas) sin lavarse las manos, es como si fuese a casa de una mujer de mal vivir." "Quien desprecia la purificación de las manos (de ese tipo), será extirpado del mundo." "Hay demonios encargados de dañar a los que no se lavan las manos (religiosamente) antes de las comidas." Un rabino llamado Eleázaro, que despreció esta purificación, fue excomulgado por el sanedrín, y, después de muerto, se colocó una gran piedra en su féretro para indicar que había merecido la pena de la lapidación 7.

Jesucristo no responde a la pregunta — insidia — de los fariseos, sino que toma el problema de más arriba, haciéndoles ver la situación moral de algunas de estas "tradiciones" frente a la misma ley divina. Mientras en Mc el mismo contenido reviste una forma más narrativa, más expositiva, en Mt está formulada como un fuerte contraataque a la insidia farisaica. Ellos critican a los discípulos de no cumplir estas prácticas. Era debido, parte a que son galileos y menos sometidos a la tiranía farisaica, parte por ser hombres que tienen que ganarse la vida sin tener a mano medios de cumplir estas prescripciones — algún rabino exigía, faltando el agua, ir por ella hasta una distancia de cuatro millas. Pero la pregunta de Cristo sitúa el problema de la misma validez de todo este aparato rabínico. ¿Por qué ellos, por mantener sus "tradiciones," en ocasiones van contra la misma Ley de Dios? Les va a citar un caso concreto con el que "habéis anulado el mandato de Dios." Era el siguiente:

El mandato de honrar padre y madre es de ley divina. En el Éxodo se legislaba honrar a los padres (Ex 20:12), y al que los maldijese se le castigaba con la pena de muerte (Ex 21:17). Un doctor de la Ley jamás habría dicho que fuese lícito no honrar a los padres. Para ellos, este precepto estaba considerado como "el más grave entre los graves." 8 Pero con su casuística habían hecho que por honrar a Dios no se honrase a los padres, a los que hay que honrar por Ley de Dios. Y así, con sus "tradiciones" vinieron a "anular el mandato de Dios."

El tema era de interés tratarlo en las comunidades cristianas de primera hora ante la importancia que tenía en el judaísmo y al presentarlo en relación con la ley cristiana; tal es el caso de los "judaizantes."

En un exceso de honrar a Dios, lo que podía tener una tutela subyacente a su egoísmo, se podía ofrecer, consagrar a Dios cualquier cosa. Para ello se pronunciaba una sola palabra que afectase a lo que quería dedicar. Esta palabra sinónima de "ofrenda" era, como la transcribe Mc, korban, y significaba ofrenda hecha a Dios. Por extensión vino a significar también el tesoro del templo (Mt 27, 6) 9. Cualquier don que se proclamase korban quedaba dedicado a Dios. Pero no implicaba esto el que el sujeto que lo tenía tuviese que desprenderse de él. Era como una ofrenda hecha al templo. Y, por tanto, tales bienes u objetos debían ser considerados por los demás como si estuviesen ofrecidos a Dios, al templo. Había varias fórmulas para declarar una cosa korban según fuesen los intentos del oferente. La fórmula más usual era: "Yo declaro korban todo lo que, perteneciéndome, podría serte útil." 10

De aquí les sacó Jesucristo una conclusión entrañada en los principios de sus "tradiciones." Si los padres necesitan ayuda de los hijos, socorro en sus necesidades materiales, pero los hijos declarasen esos bienes o esos socorros korban, resultaría que estos bienes eran sagrados, intangibles, como consagrados a Dios, y los padres no podrían ser socorridos con ellos. Y así, según estas "tradiciones," a las que llegaban a dar más valor que al mismo texto de la Ley, resultaría que por honrar a Dios se desobedecería a Dios. Y lo que en algunos casos podía llegar hasta la aberración, como era este caso, en otros no podía tampoco tener valor de preceptiva moral, cuando venía a asfixiar la misma vida religiosa, haciéndola con sus preceptos, como el mismo Jesucristo dijo en otra ocasión, "insoportable" (Mt 23:4). Y, porque no se creyese que esto era un solo caso en su conducta, Mc recoge abiertamente que les dice: "Y hacéis otras muchas cosas de este género." El abuso a que se prestaba esta doctrina del korban era inhumano. En deudores sin conciencia, se quedaban con el importe de sus deudas declarándolas korban, y así no se pagaban las deudas 11.

Se aplica aquí por Cristo, o por Mt, por su deseo de citar el A.T., como "cumplimiento" en Cristo Mesías, una cita de Isaías (Is 29:13), tomada de los LXX, por su analogía con el caso presente. Era un culto farisaico, de labios y teatral, pero no de corazón.

Al llegar a este punto debió de abandonar a los fariseos (Mt 15:12). El resto se lo dice a "la muchedumbre" (Mc 7:14), que acaso estuviese con El al venir este grupo de fariseos y escribas. ¿Para qué tanta purificación? Si hay que purificar las manos por su contacto con los alimentos, es que los alimentos contaminan. Pero esto no es verdad. Dios creó todas las cosas — alimentos — para servicio del hombre, como responsable de sus actos morales. En Génesis Dios crea todas las cosas y "están bien," son buenas. Mt pone una lista tripartita: el mal por pensamiento ("malos pensamientos"), por palabra ("falsos testimonios, blasfemias"), por obra ("homicidios, adulterios, fornicaciones, robos"). Pero Mc pone una amplificación que hace ver el sentido didáctico de esta relación.

Esta enseñanza de Cristo iba a tener repercusiones legales muy grandes. El principio estaba puesto; la oportunidad haría ir realizándolo. Afectaba a las mismas prescripciones legales mosaicas sobre lo puro e impuro (Lev c.11-16). La Ley era una fase de "pedagogía" (Gal 3:24) en orden a la revelación plenaria de Cristo. Era synkatábasis de Dios. Pero había de terminar su valor disciplinar y ritual, máxime cuando se hacía "carga insoportable." Si Jesucristo no quiso abolir de momento todo aquello, y si los apóstoles, por "oportunismo" disciplinar, permiten aún algunas prácticas en atención a la mentalidad judía en el concilio de Jerusalén (Act 15:29), el principio había quedado asentado por Cristo, y será ya una práctica abrogada (Gal 2:12.14). Se habían acabado los alimentos "tabú." Un punto especial sobre esto se expone en el Comentario a Mc 7:14-15.

Mt trae un pasaje omitido por Mc. Después de la marcha de los fariseos, sus discípulos le dicen que aquéllos se "escandalizaron" de lo que les dijo. Cristo les responde, conforme al sistema semita, con una cierta semejanza, acaso procedente de otro contexto. "Toda planta que no plantó mi Padre celestial, es arrancada."

Estas tradiciones rabínicas, tantas veces tan caprichosas, que "anulaban la ley de Dios," tenían que ser arrancadas por inútiles y perjudiciales para el Reino, pues a veces anulaban la verdadera religiosidad. Por eso, con su exégesis y sus "tradiciones" eran ciegos que guiaban a otros ciegos; por eso ambos "caerán en la fosa." Metáfora conocida en la antigüedad 12.

 

Curación de la hija de una mujer cananea, 15:21-28 (Mc 7:25-30).

Mt-Mc narran a continuación el episodio de la mujer cananea. Probablemente el objetivo principal de los evangelistas es destacar la fe de esta gentil frente al fariseísmo judío. Si Lc omite esta excursión de Cristo por la provincia de Siria, puede ser debido a que "no quiere romper el marco geográfico de Galilea" 13, acaso a tono del pasaje, por parecer que hay cierto desprecio en la misión de Cristo a los gentiles (v.22), o al hecho, molesto para los gentiles, de decir que los judíos son, metafóricamente, "señores" de ellos (v.27).

 

21 Saliendo de allí Jesús, se retiró a los términos de Tiro y de Sidón. 22 Una mujer cananea saliendo de aquellos lugares comenzó a gritar, diciendo: Ten piedad de mí, Señor, Hijo de David; mi hija es malamente atormentada del demonio. 23 Pero El no le contestaba palabra. Los discípulos se le acercaron y le rogaron, diciendo: Despídela, pues viene gritando detrás de nosotros. 24 El respondió y dijo: No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. 2S Mas ella, acercándose, se postró ante El, diciendo: ¡Señor, socórreme! 26 Contestó El y dijo: No es bueno tomar el pan de los hijos y arrojarlo a los perrillos. 27 Mas ella dijo: Cierto, Señor, pero también los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus señores. 28 Entonces Jesús le dijo: ¡Oh mujer, grande es tu fe! Hágase contigo como tú quieres. Y desde aquella hora quedó curada su hija.

 

Se pensó si Cristo no había entrado en territorio sirio, sino quedándose cerca de sus límites, a causa de la vaguedad de la expresión. Pero ésta puede indicar el ingreso 14. Sin embargo, el v.22 de Mt parece sugerir lo contrario, pues esta mujer "salió de sus contornos" para ver a Cristo. Y éste, "entró en una casa" (Mc). Parecía sugerir la de algún judío conocido 15. Pero podría ser algún gentil de los que le habían escuchado.

Cristo, al retirarse a esta región, o extremidades de Galilea, debe de ir buscando el reposo para sus discípulos que no pudo encontrar en la región de Betsaida (Mc 6:31), y pasar con ellos unos días de formación y coloquios sobre el Reino. Pero tampoco aquí lo logró (Mc). El país de Tiro tocaba con Galilea del Norte 16. Y de los "alrededores de Tiro y Sidón" habían escuchado a Cristo en Galilea, junto al Lago, y habían presenciado muchas curaciones (Mc 3:8.11). Mt dirá, con motivo de la actividad de Cristo en Galilea, que se había "extendido su fama por toda Siria" (Mt 4:24).

La noticia de su llegada se supo pronto, y entre los que se enteraron había una mujer, que era, según Mt, "cananea," y según Mc, "griega de origen siró-fenicio."

La denominación de Mt, llamándola cananea, acaso mire solamente a indicar que no era judía, gentil, sino que la quiere señalar con la toponimia de los primeros habitantes de Fenicia, que fueron cananeos (Gen 10:15). Pero la denominación de Mc es mucho más precisa. Esta mujer era helénica (έλληνι'ς); con ello se expresa seguramente su lengua y religiσn. Y por su origen era siró-fenicia. Desde Pompeyo (64 a.C.), Fenicia quedó convertida en provincia romana incorporada a Siria. Ser siró-fenicia 17 quiere decir fenicia perteneciente a la provincia romana de Siria, para distinguirla de los fenicios de Libia: de los "libio-fenicios," de los que habla Estrabón l8.

Esta mujer, viniendo al encuentro de Cristo, se "echó a sus pies" (Mc); y gritando al modo oriental, le pide la curación de su hija, llamándole "Hijo de David." Este título era mesiánico (Mt 21:9) y estrictamente judío. ¿Cómo esta mujer cananea emplea este calificativo de uso tan local? Lo más lógico es que sea un préstamo literario de Mt, aunque no repugnaría que fuese un eco de aclamaciones anteriores de las turbas, entre las que había gentes de estas regiones (Mc 3:8).

Esta mujer, conforme al medio ambiente, atribuye el mal de su hija a un demonio. La sola expresión no basta para dictaminar si se trata de una verdadera posesión diabólica o de simples modos populares y crédulos de valorar así las enfermedades (1 Sam 16:14.23; 18:10; 19:9).

La mujer insistía mucho con sus gritos orientales, tanto que los discípulos le ruegan la despida. Posiblemente el término sugiera que le haga gracia (Mt 18:27; 27:15s; Lc 2:29; 13:12; 14:4). Pero Cristo tarda en responder: era la espera para excitar la fe.

La respuesta primera de Cristo es que El había sido enviado personalmente a las gentes de Israel que están caídas por la desorientación mesiánica farisaica. No era más que el plan de Dios. El judío no sólo tenía una primacía, por razón geográfica, para venir a la fe, sino también por razón de privilegio: por descender de los "padres," y por haber tenido las "revelaciones" (Rom 3:1.2; 9:4-6). Los apóstoles llevarían la fe hasta lo "último de la tierra" (Act 1:8). Mc omite esto, porque escribiendo para un público gentil interesaba menos destacar el privilegio judío.

"No está bien tomar el pan de los hijos (éste es Israel, Ex 4:23; Is 1:2; Jer 31:20; Os 11:1) 19 y echárselo a los perrillos (gentiles) (Mt). Marcos, escribiendo para étnicos, transcribe la frase diciendo que "primeramente" deje que atienda a los "hijos." Con ello, la frase queda suavizada y literariamente universalizada. No era un rechazar de plano, pues dice que "primero" atiende a Israel. Y añadió lo siguiente, que parecería muy duro: "porque no está bien tomar el pan de los hijos y darlo a los perrillos." Mt sólo recoge esta segunda forma; Mc, las dos. La literatura judía conoce esta expresión metafórica de "perros." Con ella se denominaban a veces los dioses paganos 20; otras, las naciones gentiles, los no judíos 21.

Se ha hecho ver cómo esta expresión en boca de Cristo no tiene la crudeza que parece para una mentalidad occidental. Estas expresiones y otras más duras no extrañan en el grafismo semita. Menos aún en la intención de Cristo, que iba a elogiar la fe de aquella mujer y curar a su hija.

Porque, con una fe y una insistencia y una lógica tomada de lo que pasa en los hogares, le dirá que no hace falta que quite el pan a los hijos, sino que, como sucede en las casas, sin quitar el pan a los hijos, los pequeños perrillos comen también del mismo pan., sólo que de las migajas que "caen" de la mesa de sus señores. El, que era el gran paterfamilias de Israel, podía hacer también, y mucho mejor, lo que los padres en el hogar. No era esto, en esta mujer, insistencia machacona, falta de vida. Era todo su corazón el que le creaba una dialéctica de fe y de confianza excepcionales. Tan excepcionales, que en el plan de Dios sobre los hijos se hizo la excepción para esta mujer gentil.

Y Jesús elogió la fe de esta mujer en contraste con tantas de Israel — tema en su momento histórico — y de su mismo Nazaret y de su misma "familia," que no "creían" en El, por lo que no podía hacer milagros (Mt 13:58), y "en aquel mismo instante" el milagro se hizo. Fue un nuevo milagro a distancia. La mujer marchó llena de fe en la palabra de Jesús: "volvió a su casa" y encontró a la niña "acostada en el lecho y que el demonio — acaso una enfermedad epiléptica — había salido" (Mc).

Este milagro es una escena cargada de ternura: habla del corazón de Jesús, de los planes del Padre, de sus excepciones, de la confianza de una mujer gentil; en el orden apologético, se expone un milagro a distancia, sin autosugestiones y con una curación instantánea; en el orden del plan de Dios, había del privilegio de los judíos, pero de la vocación de las gentes: de la salvación única de todos por la fe. Es tema destacado por los Hechos y San Pablo. Preocupaba mucho a la Iglesia primitiva.

En torno a la mujer cananea se formó una serie de leyendas fabulosas, que recoge el autor de las Homilías clementinas 22.

 

Diversas curaciones cerca de Galilea, 15:29-31 (Mc 7:31-37).

29 Partiendo de allí, vino Jesús cerca del mar de Galilea, y, subiendo a una montaña, se sentó allí. 30 Se le acercó una gran muchedumbre, en la que había cojos, mancos, ciegos, mudos y muchos otros, y se echaron a sus pies y los curó. 3l La muchedumbre se maravillaba viendo que hablaban los mudos, los mancos sanaban, los cojos andaban y veían los ciegos. Y glorificaban al Dios de Israel.

 

Cristo, dejando la región siró-fenicia, viene a la región de Galilea. En un cuadro general de impacto, las muchedumbres vienen a El y hay curaciones. Mt pone cuatro categorías específicas de curaciones. Por el segundo grupo pone κυλλούς, que puede estar por mancos o encorvados en general23.

 

Segunda multiplicación de los panes, 15:32-39 (Mc 8:1-9).

32 Jesús llamó a sí a sus discípulos y dijo: Tengo compasión de la muchedumbre, porque ha ya tres días que están conmigo y no tienen qué comer; no quiero despedirlos ayunos, no sea que desfallezcan en el camino. 31 Los discípulos le contestaron: ¿De dónde vamos a sacar en el desierto tantos panes para saciar a tanta muchedumbre? 34 Díjoles Jesús: ¿Cuántos panes tenéis? Ellos contestaron: Siete y algunos pececillos. 35 Y mandó a la muchedumbre que se recostara en tierra, 36 tomó los siete panes y los peces, y, dando gracias, los partió y se los dio a los discípulos, y éstos a la muchedumbre. 37 Y comieron todos y se saciaron, y se recogieron de los pedazos que quedaron siete espuertas llenas. 38Los que comieron eran cuatro mil hombres, sin contar las mujeres y los niños. 39 Y, despidiendo a la muchedumbre, subió a la barca y vino a los confines de Magadán.

 

El estudio de conjunto se hace en la exposición de la primera multiplicación (cf. Mt 14:13-21; Jn 6:1-15).

El esquema general de las dos multiplicaciones del. pan es el mismo. Algunos puntos diferenciales son los siguientes:

Están con Cristo "tres días" (Mt-Mc). No hace falta suponer que sean completos; conforme al uso ambiental, bastaría uno completo y parte de los otros 24. Por eso Cristo no quiere despacharlos sin alimento, pues teme que "desfallezcan en el camino" (Mc), y "algunos han venido de lejos" (Mc). El lugar "es desierto" (Mt). Si el hecho sucediese en la Decápolis (Mc 7:31), los pueblos eran pocos.

El término de la bendición, que en la anterior multiplicación era "bendecir" (εύλογέω, aquν es, por la acción, "dar gracias" (ευχάριστεω). Son tιrminos sinónimos.

Los que se benefician de este milagro, "sin contar mujeres y niños" (Mt), son 4.000 hombres.

Los panes a multiplicarse eran siete, y los "peces" eran, indeterminadamente, "algunos" (Mt), "unos pocos" (Mc).

El número de cestos que se recogen con las sobras es de siete (Mt-Mc). Estos cestos o canastos" se llamaron en la primera multiplicación χάρινος, aquν σπυρίς; ιstos, a diferencia de los "cófinos," servían preferentemente para llevar la comida 25. Pero ambos están como sinónimos. En ambos relatos, primera y segunda multiplicación, se despide a las gentes y se suben a la barca; en Mt El solo se destaca; en Mc, con sus discípulos. El "saciarse" tiene un cierto valor escatológico.

El problema exegético de interés es saber si se trata de una nueva multiplicación de los panes o ésta es un "duplicado" de la primera.

Los argumentos fundamentales a favor de las dos multiplicaciones son éstos:

1) Mt, con un capítulo intermedio en su evangelio, y Mc, con dos, relatan, sin duda, como distintas las dos multiplicaciones.

2) Aparecen relatadas después, y en boca de Jesucristo, las dos multiplicaciones de los panes (Mt 16:9.10; Mc 8:18-20).

3) Mt fue testigo presencial, y Mc, discípulo de Pedro, del que relata su catequesis, deben de saber que son dos escenas distintas. Si no, ¿para qué relatar como distinto un mismo hecho?

Los argumentos fundamentales en contra son los siguientes:

1) No sólo el esquema general, sino el mismo relato es tan afín que difícilmente sobrepasa un "duplicado."

2) El hecho de estar en boca de Cristo las dos multiplicaciones, en principio, no es obstáculo; podría ser un género literario conocido.

3) Las pequeñas diferencias redaccionales, v.gr., número de hombres, panes, peces, cestas que se recogen, tampoco, en principio, serían dificultad. Podrían explicarse bien por ser, como tantas veces se hacen las cosas, relatos "aproximados" procedentes de "fuentes" distintas. En un recuento global, lo mismo puede decirse que asistieron a un acto 5.000 que 4.000 personas. En cuanto al número de "panes," son cinco en la primera multiplicación y siete en la segunda. ¿Es cifra intencionadamente exacta o sólo aproximativa? El número siete podría tener un valor "aproximativo" o "tipológico"; es número de plenitud radical que, multiplicado, iba a saciar a la multitud. Si las cifras se conservasen fijamente, ¿por qué en esta segunda multiplicación a los "siete panes" se contraponen sólo "algunos pececillos," mientras que en la primera se dan cifras concretas, aparte de históricas, tan del gusto oriental?

4) Ni los evangelios de Mt ni Mc se pueden considerar exclusivamente como obra de ellos, sino mixtificados con otros datos de diversas "fuentes." Y éstas han recogido los datos históricos con las modificaciones accidentales, humanamente inevitables.

5) Si la segunda multiplicación supone la primera, ¿por qué al plantear Cristo el mismo problema a los discípulos, éstos no le alegan el milagro de la primera multiplicación o, al menos, su poder de hacer milagros? Todo sucede como si nada supiesen.

Se diría que todo lleva a un "duplicado." F. Barth escribe: "Marcos había recibido el relato de la redacción de otra fuente, además de los discursos que había oído de Pedro. El relato ofrecía, por ello, gran diversidad respecto al primero. El creyó, por tanto, que se refería a un hecho distinto y lo insertó en su libro. Mt imitó a Me; pero Lc tiene el relato como un duplicado de un hecho únicamente, y no le hizo lugar en su evangelio." 26

Mas queda algo flotando. Si es un "duplicado" por razón de "fuentes" distintas, el que lo insertó — ¿Mt-Mc? —, ¿sabía que era un "duplicado"? ¿Cómo consta esto? ¿Qué interés había, sabiéndolo, en repetir una escena que confundiría crédulamente al lector? Si no lo sabía y la insertó por creerla escena distinta, ¿no puede interferirse con la inerrancia bíblica? En todo caso, estas "repeticiones" no dejan de ser un modo semita y bíblico de escribir la historia. Piénsese, v.g., en Génesis y en los diversos relatos repetidos, procedentes de "fuentes" diversas y allí insertados; lo mismo que en otros "duplicados" de los evangelios.

El pasaje termina despidiendo Cristo a las turbas, embarcándose y marchando a "los términos de Magadán" según Mt; según Mc, vino a la región de Dalmanuta. ¿Es una misma localidad? ¿Dónde está — o están — situada? El problema aún está en pie, y son muchas las opiniones sobre este tema.

Las principales interpretaciones son éstas:

1) Magadán y Dalmanuta las localizan en Transjordania, en la parte del lago en la que están dos lugares cuya onomástica la ponen en relación con este problema. Ma'ad podría tener relación con Magadán, y el-Delhenuyeh con Dalmanuta 27.

2) Otros lo ponen en función del aramaico. Se trataría de un nombre propio (Manutha) precedido de la partícula aramaicada dal, equivalente a nuestro de. Sería, pues, el territorio de Manutha.

Por otra parte, el nombre Magadán sería una forma de Magdalá correspondiente al actual Kh. Miniyeh. Así los evangelistas podrían designar el desembarco de Cristo, sea por un territorio — de Manutha —, sea por la villa adonde iba — Magadán 28.

3) Otra posición más reciente es la que ve en Dalmanuta la transcripción aramea de dalma'utah, que significa "su morada," "su habitación." El sentido es que Jesús vendría al lugar de su morada 29.

Hasta hoy la solución de este problema es un enigma 30.

 

1 Zorell, Lexicón graecum N.T. (1931) col.718-719. — 2 Nestlé, N.T. graece et latine (1928) ap.crít. a Mc 7:4. — 3 Gal 1:14; Josefo, Antíq. XII 10:6. — 4 Bonsirven, Textes rabiniques des deux premien siecles chretiens. (1955) n.30 1446.1557.1474.1503.547.1519.548.1516. — 5 Bonsirven, Le Judaisme pdestinien au temps de f.-Ch. (1934) I p.263-272. — 6 Strack-B., Kommtntar. I p.698-705. — 7 Schürer, Geschichte des jüdischen Volkes im Zeitalter J.-Ch. II p.478-483; Strack-B., Kommentor. I p.562-703. — 8 Strack-B., Kommentar. I p.705. — 9 Josefo, BI II 9:4. — 10 Sobre todo este punto, cf. Strack-B., Kommentar. I p.691-718. — 11 Orígenes, Hom. in Matth. XII 9. — 12 Strack-B., Kommentar. I p.751. — 13 Leal, Sinopsis de los cuatro evangelios (1954) p.223 nt.163. — 14 Preuschen, Griechisch-deutsches Handwórterbuch zu. N.T. (1910) p.707 y 820. — 15 Sobre el posible itinerario cf. A. Fernández, Vida de Jesucristo (1954) p.289- — 16 Josefo, BI III 3:1. — 17 Así hablan Juvenal, Sat. VIII 159; Jue., Deor. eccl. 4. — 18 XVIII 19. — 19 La paternité de Dieu: Rev. Bib. (1908). — 20 Aboda zara 54b. — 21·Midrasch Tiüim, sobre el sal.4. — 22 II 19:20; III 73; J. Alonso, Cuestión sinóptica y universalidad del mensaje cristiano en el pasaje evangélico de la mujer cananea (Mc 7:24-30; Mt 15:21-28): Cult. Bibl. (1963) 274-279; J. Dupont, Jesús et les Paiens: Rythmes du Monde (1957) p.76-88. — 23 Zorell, Lexicón. (1931) col.747. — 24 Strack-B., Kommentar. I p.649. — 25 Βauer, Griechisch-deutsches Wórterbuch zu. N.T. (1937) col. 1321; cf. col. 1272. — 26 Barth, Hauptprobleme (3.a ed.) p.142ss. — 27 Schenkel, Characterbild p.270; Cerfaux, La section des Pains (Mc 6:31-8:26), en Synopt. Studien (1953) p.64-77; J. Knackstedt, De duplici miraculo multiplicationis panum: VD (1963) p.140-153. — 28 Abel, Géographie de la Palestine II p.373; Klausner, Jeshu ha-Notzri, vers. franc. (1933) p.432ss. — 29 borge hjerl-hausen, en Rev. Bib. (1946) 372-384. — 30 Sobre información de posiciones sobre este tema y bibliografía, cf. Lagrange, Évang. s. Sí. Marc (1929) p.204-205; A. Fernández, Vida de Jesucristo (1954) p.353-355; Simón-Dorado, Praelectiones biblicae N.T. (1947) p.664-665.

 

 

Capitulo 16.

 

Petición de los fariseos de una señal del Cielo, 16:1-4 (Mc 8:11-13).

1 Se le acercaron fariseos y saduceos para tentarle, y le rogaron que les mostrara una señal del cielo. 2 El, respondiendo, les dijo: Por la tarde decís: Buen tiempo, si el cielo está arrebolado. 3 Y a la mañana: Hoy habrá tempestad, si en el cielo hay arreboles oscuros. Sabéis discernir el aspecto del cielo, pero no sabéis discernir las señales de los tiempos. 4 La generación mala y adúltera busca una señal, mas no se le dará sino la señal de Jonas. Y, dejándolos, se fue.

 

Este pasaje es, fundamentalmente, un "duplicado" del mismo Mt (12:38-42). Aunque derivado literariamente, por razón de otras "fuentes," a otro aspecto que fundamentalmente es el mismo: Cristo Mesías presente. Ante el rechazo de Cristo en los relatos anteriores se le pide un nuevo "signo."

El complot de los fariseos contra Cristo l sigue en aumento. Ahora se unen a sus enemigos mortales, los saduceos, para perder a Cristo, para insidiosamente "tentarle." Determinado de antes perderle, ahora buscan un signo especial, un milagro celeste.

Ellos admitían sus "prodigios," pero lo atribuían a poder de Beel-zebul, "príncipe de los demonios" (Mt 12:24). Como insidia, buscan comprometerle, al hacerle fracasar con un prodigio de este tipo. No llegan a la pretensión de ciertos grupos de gentes que en San Juan le piden un "signo" mayor que la multiplicación de los panes, al exigir Cristo la entrega a El (Jn 6:30).

Era creencia popular en Israel que el Mesías haría prodigios sorprendentes, v.gr., que, cual otro Moisés, prodigase una lluvia de "maná" 2, que cambiaría el agua en sangre, que conocería por su olfato cualquier cosa, etc. 3 Por eso, en este ambiente de convencionalismo le piden astutamente "una señal del cielo." No les vale un prodigio cualquiera al alcance de la mano; ha de ser una "señal" que no estaría al alcance de sus manos, v.gr., una lluvia de "maná," un fenómeno al estilo de Josué, pero "venido" del cielo.

La respuesta de Cristo no es una capitulación a un capricho insidioso, pero sí es una ironía celeste tomada de los "signos de los tiempos." Es la experiencia cotidiana meteorológica según esté el color del cielo. El Talmud está lleno de normas para indicar a los labradores palestinos las señales climatológicas 4. Jesús les cita lo que debía de ser para ellos un proverbio 5. El v.2b y el 3 faltan en importantes manuscritos, v.gr., el Sinaítico y Vaticano.

Estas gentes que saben distinguir "el aspecto del cielo" no pasan de ser meteorólogos. ¡Pero no disciernen los signos de los tiempos mesiánicos, ellos, tan versados en las Escrituras! Ya no estaba el cetro en manos de Judá. La expectación mesiánica era universal. El Bautista, con su valor profético, anunciaba tras él al Mesías. Los milagros acompañaban por doquier a Cristo. Pero ellos no discernían, no querían discernir, "los signos de los tiempos" mesiánicos, entre ellos especialmente los milagros de Jesús (Mt 11:2-5; 12:1-28). ¡Entendían de lo que no eran especialistas, y, en su oficio de doctores, no discernían la hora mesiánica en que estaban! Por eso no se les dará ningún prodigio (Mc) de los que piden. Sólo se dará el de Jonas.

Cristo los califica "generación mala y adúltera." La expresión de "esta generación" sobrepasa los interlocutores inmediatos y se refiere a la generación judía 6.

Las otras expresiones — "mala y adúltera" — están imbuidas de sentido bíblico: generación "mala," pues estaba en la creencia popular que tal sería la generación que recibiera al Mesías 7, y "adúltera," en el sentido del A.T., calificativo del pueblo judío, cuando era infiel a la Ley y a Yahvé, que era su "esposo." Ambas expresiones orientan marcadamente al mesianismo. Son las calificaciones que el Deuteronomio da a la "generación" del Éxodo (Dt 32:5; Sal 95:10; Act 2:40). No en vano se esperaba que en los días mesiánicos hubiese en el pueblo una renovación de las experiencias que se leían en el Éxodo.

Cristo da un signo, pero no el que ellos piden, ni para cuando ellos lo piden, sino el que está en el plan del Padre, y el supremo "signo" que da es la "señal de Jonas." Como seguramente es un "duplicado" de Mt, en el anterior pasaje (Mt 12:39-40), esta señal de Jonas es "tipológica" de Cristo: los tres días que Cristo estuvo en el sepulcro esperando la resurrección. El gran milagro, más sorprendente que los espectaculares e infantiles prodigios rabíni-cos que se esperaban para acreditar al Mesías. ¿Podría pensarse acaso que Cristo sólo respondió que no se daría más que la "señal de Jonas" y que cada "fuente" buscó completar su sentido? En este caso, ¿habría que sobrentender el aspecto de arrepentimiento que hubo en Nínive a causa de la predicación de Jonas? Vendría bien en contraste con esta incredulidad farisaica ante la predicación milagrosa de Cristo. En todo caso, esta posibilidad es hipótesis.

 

El “fermento” de los fariseos y saduceos, 16:5-12 (Mc 8:14-21).

5 Yendo los discípulos a la otra ribera, se olvidaron de tomar pan. 6 Jesús les dijo: Ved bien de guardaros del fermento de los fariseos y saduceos. 7 Ellos pensaban entre sí y se decían: Es porque no hemos traído pan. 8 Conociéndolo Jesús, dijo: ¿Que pensamientos son los vuestros, hombres de poca fe? ¿Que no tenéis pan? 9 ¿Aún no habéis entendido ni os acordáis de los cinco panes para los cinco mil hombres, y cuántos canastos recogisteis? 10¿Ni de los siete panes para los cuatro mil hombres, y cuántos canastos recogisteis? 11 ¿Cómo no habéis entendido que no hablaba del pan? Guardaos, os digo, del fermento de los fariseos y saduceos. 12 Entonces cayeron en la cuenta de que no les había dicho que se guardasen del fermento del pan, sino de la doctrina de los fariseos y saduceos.

 

Después de abandonar la disputa con aquel grupo de fariseos y saduceos. Cristo se embarca "a la otra orilla" (Mt), la oriental, pues desembarcará en Betsaida (Mc 8:22). El tema viene sugerido por la "tentación" de la señal pedida.

Los dos sinópticos destacan que los apóstoles se habían olvidado de llevar con ellos las provisiones necesarias, que Mt lo sintetiza en haberse olvidado "de llevar pan," aunque Mc precisa que es que sólo habían llevado consigo "un pan." Acaso fue debido a lo imprevisto de aquel viaje.

Jesús les hace esta recomendación inesperada. ¡Atención! "Guardaos de la levadura (del fermento) de los fariseos y saduceos (Mt).

Pues así como la levadura hace fermentar la masa (Mt 13:33), lo que también es corromperla (1 Cor 5:6; Gal 5:9) — altera la masa para hacerla a toda fermentar —, así era la acción disolvente de los fariseos en las masas. En este sentido también la usaban los rabinos 8. Ya Lc cita estas palabras de Cristo en otro contexto: "Guardaos del fermento de los fariseos, que es la hipocresía" (Lc 12:1). Y en otro contexto de Mt, Cristo dice a los fariseos: "¡Ay de vosotros, fariseos, hipócritas., que ni entráis vosotros (en el reino) ni permitís entrar a los que quieren entrar!" (Mt 23:13). Con su conducta y con sus doctrinas corrompían la masa de Israel. Son los ciegos guías de otros ciegos, que caerán en la fosa (Mt 15:44). Hasta aquí era ponerlos en guardia contra la enemistad declarada hacia El. Pues tan "corruptora" era su doctrina y su actitud frente a El, el Mesías, que buscaban destruir su obra: desacreditarle, boicotearle, impedir que el pueblo fuese tras del Mesías, su Salvador.

Ante esta observación de Jesús, los apóstoles no comprenden el propósito por que lo dice. Y lo relacionan, ingenuamente, con su falta de provisiones de pan. Lo cuchicheaban "entre ellos" (Mc). Aunque Jesús, probablemente, se dio cuenta que rumoreabanMc), Mt presenta el conocimiento sobrenatural de Jesús: "¿Por qué pensáis. dentro de vosotros mismos?" (cf. Mt 9:34).

Y recordándoles la doble multiplicación de los panes, les hace ver que no son sus preocupaciones lo que le inquieta — milagrosamente lo había solucionado antes, por eso les llama "hombres de poca fe" —, sino que les hablaba del peligro corruptor antimesiánico de los fariseos.

Mc pone de la "levadura de los fariseos y Herodes." A la hora de la composición de Mtg, a Herodes, ya desaparecido y olvidado, se lo sustituye por el equivalente enemigo hostil del reino de Cristo, los "saduceos."

Los apóstoles aparecen frecuentemente en los evangelios como hombres rudos que no acaban de sacar las consecuencias de los "signos" de Cristo, de sus milagros. Están demasiado inclinados todavía a las preocupaciones materiales y demasiado despreocupados con una actitud poco propensa a la comprensión espiritual de todo lo que atañe al reino y a la persona de Cristo (Jn 14:9; Act 1:6, etcétera). La alusión a la multiplicación de los panes era remitirles a la prueba milagrosa de su mesianismo frente al peligro del "fermento" de moledor antimesiánico de los fariseos 8. Si la segunda multiplicación de los panes es un "duplicado," la redacción plural literaria se impone.

 

La confesión de Pedro en Cesárea, 16:13-20 (Mc 8:27-30; Lc 9:18-21).

13 Viniendo Jesús a los términos de Cesárea de Filipo, preguntó a sus discípulos: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre? 14 Ellos contestaron: unos, que Juan el Bautista; otros, que Elias; otros, que Jeremías u otro de los profetas. 15 Y El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy? 16 Tomando la palabra Simón Pedro, dijo: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. 17 Y Jesús, respondiendo, dijo: Bienaventurado tú, Simón Bar Yona, porque no es la carne ni la sangre quien eso e ha revelado, sino mi Padre, que está en los cielos. 18 Y yo te digo a ti que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré yo mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. 19 Yo te daré las llaves del reino de los cielos, y cuanto atares en la tierra será atado en los cielos, y cuanto desatares en la tierra será desatado en los cielos. 20 Entonces ordenó a los discípulos que a nadie dijeran que El era el Mesías.

 

Los tres sinópticos colocan este episodio encuadrado en otros hechos históricos bastante aproximados. Después de su llegada a Dalmanuta-Magadán, Jesús va a seguir por la Galilea del Norte, para internarse en los dominios de la tetrarquía de Filipo.

Dada la importancia de este pasaje, se va a dividir la exposición en dos partes: 1) exégesis del pasaje; 2) el problema crítico de su autencidad en Mc-Lc.

Jesús, en su ruta por la región de la tetrarquía de Filipo, probablemente siguió el curso del Jordán, atravesándolo, verosímilmente en su curso anterior, junto al pequeño lago Houleh. Es una llanura de singular fertilidad. La capital de esta tetrarquía era Cesárea. Había construido esta ciudad el tetrarca Filipo, dándole el nombre de Cesárea en honor de Augusto. Distaba de Betsaida 40 kilómetros, lo que significa un largo día de camino. Sobre una gran rocosidad de Cesárea, Herodes el Grande había ya levantado un espléndido templo de mármol blanco en honor de Augusto 9. Se ha descrito a los apóstoles "allí en medio del camino, mudos de un silencio elocuente, con los ojos fijos en el templo de Augusto, que dominaba sobre la ciudad y la campiña, desde lo alto de la roca." 10 Si estaban en la proximidad de la ciudad, sería muy probable que Jesús hubiese utilizado aquella vista de la roca-templo para exponer la nueva roca sobre la que edificaría su Iglesia. Era el estilo pedagógico de Jesús (Mt 4:18-19).

Evangélicamente, la escena es localizada en "el camino" (Mc), cuando se dirige Jesús con los suyos a la región y aldeas (Mc) de

Cesárea de Filipo, y en un lugar "solitario" (Lc), cuando, "estando con él los discípulos" (Lc), El "hacía oración" (Lc). Lc gusta destacar la oración de Cristo en otras escenas de su vida: bautismo (3:21), vocación de los apóstoles (6:12).

 

La interrogación y respuesta de Pedro.

Es en este lugar y momento cuando Jesús, dirigiéndose a los discípulos, les hace abiertamente esta pregunta: "¿Quién dice la gente que soy yo?" Jesús no lo ignoraba por su conocimiento sobrenatural, pero también lo que pensaba la "gente" de El lo sabía, como los apóstoles, por el rumor popular. ¿Por qué les pregunta primeramente a ellos lo que piensan de El las "gentes"?

Probablemente es un procedimiento redaccional para dejar destacada, por reflexión y contraste, la pregunta y respuesta de ellos11.

El contacto de los apóstoles con las muchedumbres a causa de la predicación y milagros de Jesús les había hecho recibir toda clase de impresiones en torno a esto. Las que recogieron eran éstas: Jesús, para unos, era Juan Bautista, sin duda "resucitado," como sostenía el mismo Antipas. Pues esta opinión había cobrado cuerpo entre el pueblo, ya que Lc mismo dice que Antipas estaba preocupado con la presencia de Jesús, puesto que "algunos decían que era Juan, que había resucitado de entre los muertos" (Lc 9:7).

Para otros, Jesús era Elias. Lc recoge en otro lugar esta creencia popular. Jesús era, para diversos grupos, "Elias, que había aparecido" (Lc 9:8). Según la estimación popular, Elias no había muerto, y debía venir para manifestar y ungir al Mesías 12.

Otros piensan que fuese Jeremías (Mt). El profeta Jeremías era considerado como uno de los grandes protectores del pueblo judío, sobre todo por influjo del libro II de los Macabeos (2:1-12). También en el apócrifo libro IV de Esdras se considera que será enviado como protector del pueblo judío 13. Sin embargo, esta obra es de origen cristiano 14. Pero no pasaba por un "precursor" del Mesías. Mt ya hizo referencia a él (2:17). Acaso se lo cita por el simple prestigio que tenía en el judaísmo, y del que se podrían esperar cosas extraordinarias.

Por último, sin saber a ciencia cierta quién sea, para muchos era "algún" profeta de los antiguos, que ha resucitado (Lc). Era el poder milagroso de Cristo el que los hacía creer en la resurrección de un muerto (Mt 14:2; Mc 6:14).

No deja de extrañar el que los apóstoles no citen, tomado de la opinión de las gentes, el que El fuese o pudiese ser el Mesías.

Pues las gentes habían ya sospechado y aceptado que El lo fuese. (Mt 9:27; 12:23; 15:22; Jn 6:14.15). Probablemente el motivo de esta omisión sea debido a la estructura literaria: se quiere destacar la mesianidad de Cristo en un capítulo y confesión aparte, reservado a los apóstoles.

Por eso, después de oír lo que las gentes pensaban de El, se dirige a los apóstoles para preguntarles abiertamente qué es lo que, a estas alturas de su vida y de su contacto de dos años con El, han captado a través de su doctrina, de su conducta, de sus milagros. Era un momento sumamente trascendental. Si no fuera que Jesucristo tenía un conocimiento de todo por su ciencia sobrenatural, se diría que esperaba impaciente la respuesta de sus apóstoles.

Los tres sinópticos no dicen la respuesta que hayan podido tener éstos. Sólo recogen la respuesta que le dirigió Pedro. Todos los detalles se acumulan en la narración de Mt para indicar no sólo la precisión que interesa destacar, sino con ella acusar la solemnidad del momento y la trascendencia del acto.

Mientras Mc-Lc presentan sin más a Pedro, Mt lo precisa ya de antemano como Simón Pedro. En efecto, Pedro tenía por nombre Simón (Mt 4:18 y par.). En Juan se lee que Jesús, al ver por vez primera a Simón, le anunció que "será llamado Pedro" (Jn 1:42). Ya desde un principio, Jesús puso en Simón la elección para Pedro, para ser "piedra" 15. El conservar aquí los dos nombres es sumamente oportuno.

La confesión de Simón Pedro es expresada así por los tres evangelistas sinópticos:

 

"Tú eres el Cristo" (ó χριστός) (Mc).

El Cristo (τον χριστό ν) de Dios” (Lc).

Tú eres el Cristo (ó χριστός), el Hijo (b υιός) del Dios viviente” (Mt).

 

Manifiestamente la fórmula transcrita por Mt es más completa, explicitando toda la gran portada divina de la persona de Jesús. La fórmula de Mc-Lc confiesa la mesianidad de Jesús. En ello también coincide la primera parte de la fórmula de Mt. Esta primera parte, en la que aquí se confiesa por Pedro la mesianidad de Jesús, es admitida por todos en virtud de la explicitud de las palabras. Su confesión en aquella región, y solos, no tenía el peligro de entusiasmos revolucionarios.

Pero la segunda parte de Mt, en que Pedro proclama que Jesús "es el Hijo de Dios viviente," ¿qué valor tiene? ¿Es un caso de aposición a la primera parte, y con la que se proclama sólo la mesianidad de Jesús? ¿Se proclama en un crescendo la filiación divina? (Jn 1:49). ¿Es una adición o interpretación posterior del evangelista? ¿Por qué, en todo caso, no aparece en Mc-Lc?

Son varios los autores católicos que no admiten aquí más que la confesión de la mesianidad de Jesús. Para ello alegan varias razones.

En primer lugar, Mc-Lc sólo traen la profesión mesiánica de Pedro. Si allí se hubiese proclamado la divinidad de Cristo, ¿por qué no transmitirla también? Aparte que esta explicitud se admite después de Pentecostés (Jn 14:9).

Igualmente, Mc-Lc consignan la prohibición que les hace Cristo de que "no digan a nadie" la confesión que Pedro acababa de hacer, compartida por todos, de la mesianidad, que es sólo lo que consignan (Mc 8:30; Lc 9:21; Mt 8:29).

Más aún: en Mateo mismo, después de relatar esta doble confesión de Pedro — el Cristo y el Hijo de Dios —, se dice: "Después encargó a los discípulos que no dijesen a nadie que El era el Cristo." ¿Por qué la prohibición no afecta también explícitamente a la divinidad si es que había sido proclamada? (Mt 16:20).

Dalman piensa que la expresión original aramaica de Pedro fue ésta: "Tú eres el Hijo del Viviente," omitiendo, conforme a la veneración judía, el pronunciar el nombre inefable de Dios 16. Sin embargo, el sentido, en orden a la valoración del contenido, sería el mismo. El "Viviente" no puede ser otro que Dios, cuyo nombre, por respeto, se omitía.

Las razones fundamentales que hacen ver que aquí se trata de la divinidad de Cristo, son las siguientes:

La valoración de esta frase exige un doble estadio: 1) en su momento histórico; y 2) en la perspectiva redaccional de Mt.

1) Momento histórico de la frase: "Tú eres el Hijo de Dios viviente." La ausencia de ella en Mc-Lc es decisiva. Si en Mt hubiese sido primitiva, de seguro que no faltaba en Mc-Lc. Sería increíble la supresión de la misma, a no ser que la quisiesen considerar como sinónima de la primera, del χριστός. Lagrange escribiσ: "No se probó que Hijo de Dios sea sinónimo de Mesías, ni incluso en el IV de Esdras" 17. Sin embargo, algunos pasajes evangélicos podrían hacer suponer esto (Mt 4:6; Lc 4:3; Mc 3:11.12; Jn 1:41), pero parecen "interpretaciones" posteriores del mesianismo o incluso de la divinidad de Cristo 18. El mismo pasaje de Jn 14:9, en donde se dice que después de tanto tiempo no le conocieron, que es como verdadero Hijo de Dios, no deja de ser muy importante. Además, la divinidad de Cristo, que está en su enseñanza histórica, es tesis común que no se percibió entonces con claridad hasta después de Pentecostés. Lo que no es admisible es decir que esta segunda frase es equivalente a la primera, y con la que se indica — la segunda — la "su pe re mínente autoridad de Jesús en términos de relación con su Padre" (Bonnard, o. y 1. c). Pues la primera, que es el Mesías, indica su relación "supereminente" de autoridad con Dios — el Padre — que lo "envía." También se puede añadir que, si esta segunda frase es sinónima de la primera, se va a una tautología: "el Cristo, Hijo de Dios," sería igual a "el Cristo, el Cristo."

Esta es la interpretación — con apreciaciones diversas — de Padres de la Iglesia y de la generalidad de los autores católicos anteriores 19.

2) La frase en la perspectiva redaccional de Mt. Si la frase no es primitiva, es añadida por Mt y, probablemente, por el Mtg! Pero con el sentido de proclamar la divinidad de Cristo, al recoger los diversos títulos mesiánicos ambientales, v.gr., hijo de David, etc. Pero en otros pasajes — cf. Comentario a los pasajes correspondientes — aparece Cristo "mayor" (μείζον) que Salomσn (realeza), que Jonas (profetismo), que el templo, es "Señor del sábado" (de institución divina), y perdona pecados; todo esto lo sitúa en una esfera trascendente. La frase, pues, de Mt tiene, en su perspectiva, la confesión de la divinidad de Cristo, acaso frente a alguna polémica de su ambiente, o por provecho de su catequesis. Aparte que Mt tiene una tendencia didáctica a la "paráfrasis litúrgica y edificante." 20 Ni en este contexto, proclamado ya el mesianismo, podría ser comprendida por los cristianos de otra manera.

La respuesta de Cristo tiene dos partes bien marcadas: la primera es una felicitación a Pedro por la "revelación" tenida.

Luego le da la precisión de su nombre y su filiación. Es uso muy judío dar después del nombre de las personas, máxime cuando se quiere fijar bien la precisión y exactitud de la misma, el nombre de su padre, expresado por la palabra ben, hijo de, o en la forma aramaica, como aquí, bar (Is 1:1; Jer 1:1; Ez 1:1, etc.).

El nombre primitivo de Pedro era Simón, abreviatura de Simeón, como aparece en numerosos pasajes (Mt 4:18; Mc 1:16; Lc 5:3.8.10; Jn 21:2.3.15-17; Act 15:7.14), y nombre, por otra parte, usual.

La expresión "hijo de Jonas" responde a la forma aramea bar Yonah, hijo de Yóna (paloma), nombre no raro en Israel (2 Re 14:25; Jon 1:1). Se pensó por Klostermann, siguiendo a San Jerónimo, si la forma Yonah no sería diminutivo del nombre Yohanan (Juan), ya que, posteriormente, Pedro aparece citado como "Simón, hijo de Juan" (Jn 21:15). Sin embargo, los estudiosos semitas no suelen admitir este diminutivo del nombre Juan, pues no se encuentra usado como tal2I. Se piensa que el nombre de "Juan," patronímico de Simón, siendo filológicamente distinto, pudiera ser "un sobrenombre griego escogido por su semejanza con el verdadero nombre hebreo" 22.

La felicitación de Jesús a Simón es porque esta confesión no se la "reveló" ni "la carne ni la sangre," expresión sumamente frecuente que responde a la forma basar wadam, y con la que se expresa, por circunloquio, el ser humano, pero en su aspecto de debilidad inherente a su condición humana, máxime en su contraposición a Dios, como en este caso. No fue, pues, comunicación que le hizo ningún hombre (Gal 1:16-17).

Tal era la grandeza de este misterio, que su "revelación" se la hizo su "Padre celestial." Se trata, pues, de un misterio desconocido a Pedro, y un misterio que no podía, sin revelación, ser alcanzado por la "carne y sangre" — el hombre — 22.

En este pasaje de Mt se incluye la certeza de la revelación del mesianismo-divinidad. ¿Cuándo? ¿En qué forma? No se dice. Pudo haber sido a través de todo un proceso — obras y enseñanzas del Cristo — y ser proclamado aquí, o haber tenido entonces una manifestación sobrenatural. Mt toca este tema de la "revelación" divina a los "pequeños" (Mt 11:25.26). Mas dado que después de la confesión de Pedro reconociendo a Cristo sólo como Mesías en Mc-Lc, y no recogerse en sus pasajes ninguna felicitación de Cristo a Pedro, podría pensarse si acaso no hay aquí una elaboración literaria de Mt — o "fuentes" — de esta felicitación a Pedro.

Jesús, volviéndose a Simón, le dice: "Tú eres Pedro." El texto griego de Mt transcribe Pétros. Pero el nombre de "Pétros no existía como nombre propio ni en griego ni en latín. Es, pues, un nombre nuevo que aparece en la historia." 23 Pero Jesús habló en arameo. Y Pétros es palabra griega. Algún autor sostiene que Jesús, aun hablando en arameo, llamó a Simón Pétros 24. Pero no es creíble que una palabra griega figurase en un original arameo. Y la tradición primitiva prueba lo contrario, pues llama frecuentemente a Pedro Kefas (1 Cor 1:12; 2:22; 9:5; 15:5; Gal 1:18; 2:9; 11:14), forma aramaica de su nuevo nombre. Pétros convenía mejor al nombre de un hombre, y pétra al fundamento de una Iglesia.

Y en Gálatas se dice de Santiago, Pedro y Juan que son "columnas de la Iglesia" (Gal 2:9). Pero se trata de fundamentos secundarios. Así, en la cita de Efesios se dice que la Iglesia está fundada "sobre el fundamento de los apóstoles y profetas," que son probablemente los predicadores del Ν.Τ. (Ef 4:11). Y, sin embargo, nadie dirνa que estos "profetas" sean el verdadero fundamento de la Iglesia. Lo son en el sentido de que la fe y los creyentes no pueden tener otra fe que la de los "apóstoles y profetas," que son los que enseñan esa verdad, que está construida sobre la "piedra angular de Jesucristo" (Ef 2:20). Es lo mismo que se dice en Galatas: San Pablo reconoce que estaba en la verdad porque los apóstoles le aprobaron su doctrina.

Promete también la impotencia de las "puertas del infierno" contra ella.

Puerta es figura retórica bíblica bien conocida. Es una metonimia con la que se expresa el edificio o casa a que la puerta afecta. Así, unas veces significa el palacio real, y otras está expresando una ciudad. Los autores hacen ver cómo se perpetúa aún esta mentalidad al llamarse el imperio otomano la "Sublime Puerta."

Estas “puertas” dice Jesucristo que son las puertas del infierno (αδου). Este hades es la traducción griega del hebreo sheol, partes inferiores de la tierra donde se localizaba la morada de los muertos. En este sentido, las "puertas del hades" serían las "puertas (o reino) de la muerte." Como se promete que este reino no vencerá a la Iglesia, se anunciaría con ello la inmortalidad de la Iglesia. Y así se pueden citar algunos textos del A.T. En este sentido, Ezequías dice que va "a las puertas del hades" para indicar su muerte (Is 38:10; cf. Sal 16:13). El concepto judío primero de este hades (sheol) era una concepción negativa: se creía que las almas estaban allí con una vida amortiguada, debilitada, como en un eterno sopor.

Sin embargo, el concepto de la vida en este hades (sheol) fue evolucionando. Ese mismo reino de la muerte se fue clareando, y se vio que en él había una región o lugar de castigos y otro de premios; un lugar para los justos y otro para los pecadores. Hasta tal punto fue evolucionando y precisándose esta idea, que "en el N.T., lo mismo que en el lenguaje judío del siglo I, el hades vino a ser el infierno: morada de condenados y demonios." 25

Por eso, situada esta interpretación en el medio histórico, estas "puertas del hades" vienen a significar el reino del mal, no en lo que tiene de reino de muerte en el otro mundo, sino en lo que tiene este reino de actividad hostil. Es el aspecto que mejor se compagina con lo que dice Jesucristo: que estas "puertas" no "prevalecerán" contra la Iglesia. Este verbo (χατισχυσουσιν) indica actividad, lucha hostil (Col 1:13; Ef 6:12). Son dos reinos en lucha, pero anunciαndose la victoria definitiva del primero. Pues estas “puertas” no podrαn “prevalecer" contra la Iglesia.

El verbo griego aquí usado para indicar "prevalecer" (χατισχύω) puede significar ser más fuerte que., sin idea de ataque, o puede significar, además de esta fortaleza o predominio, el ser vencedor por ataque y lucha 26, máxime con la partícula αυτής que entra en la composición del verbo, y este segundo sentido es el que aquí se impone por razón, sobre todo, del contexto. Ya que el concepto del hades en esta época era considerado como morada de las potestades del mal, las cuales, como tales, aparecen en su obra de lucha y ataque contra la obra de Dios y de Cristo (Ef 6:12).

"Las puertas del hades" no "superarán en su lucha" contra. El texto griego pone αυτής. ΏΑ quiιn se refiere? San Efrén pensaba pudiese concordar con "piedra," y así no podía esta lucha superar a Pedro. Pero la regla de sintaxis exige que la concordancia se haga con el sustantivo más próximo. Por eso se refiere a la Iglesia. La lucha de este reino infernal no podrá vencer a la Iglesia, pues ésta está firme y estable, porque está construida sobre la roca firme, que es Jesucristo.

La promesa es que ese “atar” (δήσης) y “desatar” (λυσβς) sobre la tierra tendrα su automática ratificación en el cielo. Estas expresiones "atar" y "desatar," que ya se usan en el A.T., aparecen como términos técnicos en la literatura rabínica, ambiente neo testamentario. Significan declarar lícita o ilícita una cosa.

Son los verbos 'asar, atar, y natar (heb.) o sherá (aram.), desatar. Así, v.gr., sobre el 70, rabí Jeconías comenzó su escuela con esta oración: "Yahvé, Dios mío y Dios de mis padres (concédeme), que no suceda, ni a mí ni a mis colegas, declarar impuro lo que es puro, ni puro lo que es impuro; de no prohibir (atar) lo que está permitido (desatar), ni permitir (desatar) lo que está prohibido (atado)." De éstos son numerosos los ejemplos que se alegan 28. Con estas expresiones se expresan "los plenos poderes judiciales de absolver o condenar" 28. Pero dentro del amplio contexto de estar la Iglesia construida sobre Jesucristo. Implícitamente están incluidos en la primera enseñanza.

Todo — o = lo que, = todo lo relacionado con esta misión — cuanto "permita" o "prohiba" en el reino, todo eso será también ratificado en el cielo. Y eso garantizado por Cristo. Los rabinos pretendían esto mismo. Decían que sus decisiones — de rabinos, del sanedrín — eran aprobadas por "el cielo," por "el Señor," por la "corte de lo alto." Buscaban con ello autorizarse y dar valor a sus decisiones 29.

Los tres sinópticos añadirán, después de esto, que Jesús prohibió a los discípulos que a nadie dijesen que El "era el Cristo" (Mt). Dada la efervescencia mesiánica que había, y que se había ya manifestado en orden a Cristo, hasta querer las turbas "arrebatarlo" para llevarlo a Jerusalén y proclamarle, sin duda en el templo, "Rey," Mesías (Jn 6:15), se imponía no contribuir a excitar a las turbas ni precipitar los acontecimientos. Había que esperar la hora de Dios.

 

El apóstol Pedro confiesa en nombre de todos los apóstoles que Jesucristo es el Hijo de Dios (explicación por Arzobispo Averkio).

(Mt 16:13-20, Mc 8:27-30 y Lc 9:18-21)

Nuestro Señor y sus discìpulos se dirigieron desde Betsaida hacia los límites de Cesárea de Filipo.Esta ciudad, antes llamada Paneas, se hallaba en la frontera norte de la tribu de Neftalì, en el origen del Jordán, al pie del monte Líbano. Fue ampliada y embellecida por el tetrarca Filipo quien le dio el nombre de Cesárea en honor del Cesar (el emperador romano Tiberio).Esta Cesárea de Filipo debe diferenciarse de otra ciudad llamada Cesárea, situada en Palestina sobre la costa del mar Mediterráneo.

Se aproximaban los ùltimos días de la vida de Nuestro Señor sobre la tierra y los discípulos elegidos por Él para difundir sus enseñanzas aun no estaban preparados para llevar a cabo su gran misión. Por ese motivo, Nuestro Señor buscaba frecuentemente la manera de quedarse a solas con ellos para conversar y acostumbrarlos a la idea de que el Mesías no era como ellos suponían un rey terrenal que someterá para Israel a todas las naciones de la tierra. Por el contrario, este rey cuyo reino no pertenece a este mundo, será crucificado y luego resucitará. Este lejano viaje en companìa de sus discìpulos sirvió de ocasión para conversar a solas con los apóstoles. Nuestro Señor les preguntó "¿Quién dice la gente que soy Yo?" Los discìpulos respondieron que el pueblo tenía distintas opiniones sobre Él. Así, en la corte de Herodes Antipas creían que Jesús era Juan el Bautista resucitado. El pueblo sostenía que Èl era uno de los grandes profetas del Antiguo Testamento. Mientras unos decían que se trataba de Elías, otros opinaban que Jesús era Jeremías u otro profeta. Existía la creencia popular, que la venida del Mesías debía ser preparada por un profeta del Antiguo Testamento. Para muchos Jesús era tan solo el precursor del Mesías. Entonces Jesús preguntó "Y vosotros, ¿Quién decís que soy?" La respuesta partió del "muy ferviente Pedro," al que san Juan Crisòstomo llama "la boca de los Apóstoles." "¡Tú eres Cristo, el Hijo de Dios vivo!" Los Evangelistas Marcos y Lucas se limitan a transcribir esta respuesta agregando tan solo que Jesús prohibió a sus discípulos hablar sobre este tema con alguien. San Mateo es más explícito y añade que el Señor elogió a Pedro diciendo: "Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonàs, porque eso no te lo ha revelado la carne ni la sangre sino mi Padre que está en los cielos." Esto quiere decir "no creas que tu fe es fruto de la contemplación de tu mente. Por el contrario, considera tu fe como un precioso don de Dios." El Señor le dijo: "tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia..." porque Pedro había dicho antes: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo." Y por eso le dijo el Señor: "sobre esta piedra que acabas de confesar edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella." Desde su primer encuentro con Simón, Nuestro Señor lo llamó con el nombre griego "Pedro" o "Khefas" en sirio-caldeo, que quiere decir piedra (Jn 1:42). ¿Acaso pueden entenderse las palabras del Señor como una promesa fundacional de su Iglesia sobre la persona de Pedro como lo hace la Iglesia romana para justificar su falsa doctrina sobre la supremacìa del Papa como sucesor apostólico y primado de la Iglesia Universal? ¡Claro que no! Si Nuestro Señor hubiese querido presentar a Pedro como el fundamento de la Iglesia entonces hubiera dicho: "Tú eres Pedro y sobre ti edificaré mi Iglesia." Sin embargo, lo dicho por el Señor difiere absolutamente. Esto se aprecia en el texto griego del Evangelio al que es necesario recurrir siempre que surja una duda. La palabra "Petros," aunque significa piedra es reemplazada luego por "petra" que quiere decir roca. Es evidente que en las palabras del Señor que van dirigidas a Pedro existe la promesa de fundar su Iglesia, pero no sobre la persona de Pedro sino sobre la confesión de su fe, es decir, sobre la sublime verdad de que "Cristo es el Hijo de Dios vivo." Así comprendieron este párrafo san Juan Crisòstomo y otros célebres padres de la Iglesia, entendiendo por "piedra" a la confesión de la fe en Jesucristo, el Mesías, el Hijo de Dios. Dicho mas simplemente, esa "piedra" es Nuestro Señor, quien en las Sagradas Escrituras con frecuencia se aplica ese término a sí mismo (Ver Ex. 28:16, Hech. 4:11, Rom. 9:33, I Cor. 10:14).

Es digno de destacar que el mismo apóstol Pedro en su Primera Epístola Universal utiliza el vocablo "piedra," no para referirse a sí mismo, sino para nombrar a Nuestro Señor con la finalidad de que los fieles se acerquen a Jesucristo como a la "piedra viva que los hombres rechazaron, pero que para Dios es preciosa y selecta," y se edifiquen en la casa espiritual. San Pedro enseña a los fieles a recorrer el mismo camino que él transitó siendo "Petros," luego de confesar a Jesucristo como la "Piedra de la fe."

Así el significado de esta maravillosa y profunda frase de Cristo es el siguiente: "Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonàs, porque has conocido esto no con instrumentos humanos sino a través de la revelación que te hizo mi Padre celestial. Y ahora yo te digo que no en vano te llamé Pedro, pues aquello que tu confesaste es el fundamento de mi Iglesia que será invencible y ninguna fuerza hostil del infierno prevalecerá contra Ella."

La expresión "puertas del infierno" es característica del uso oriental de la época. Las puertas de las ciudades eran especialmente fortificadas frente a cualquier invasión; allí ocurrían los grandes acontecimientos comunitarios, allí por ejemplo, se reunían los dirigentes para tomar las decisiones, se castigaba a los criminales, etc.

"Te daré las llaves del Reino de los Cielos, y todo lo que ates en la tierra será atado en el cielo, y todo lo que desates aquí en la tierra será desatado en el cielo." Esta promesa hecha solo en apariencia a Pedro mas tarde se hizo efectiva a todos los apóstoles. Consiste en la prerrogativa que tienen todos los apóstoles y sus sucesores, los obispos de la Iglesia, de asumir la responsabilidad de juzgar a los pecadores y castigarlos, incluso separàndolos de la Iglesia. El poder de desatar significa el poder de perdonar los pecados, y admitir en la Iglesia por medio del Bautismo y el Arrepentimiento.

Todos los apóstoles por igual recibieron esta gracia del Señor luego de su Resurrección (Jn. 20:22-23).

 

Primer anuncio de la pasión, 16:21-23 (Mc 8:31-33; Lc 9:22).

21 Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén para sufrir mucho de parte de los ancianos, de los príncipes de los sacerdotes y de los escribas, y ser muerto, y al tercer día resucitar. 22 Pedro, tomándole aparte, se puso a amonestarle, diciendo: No quiera Dios, Señor, que esto suceda. 23 Pero El, volviéndose, dijo a Pedro: Retírate de mí, Satanás; tú me sirves de escándalo, porque no sientes las cosas de Dios, sino las de los hombres.

 

"Desde entonces" no significa en Mt una contigüidad inmediata; es por esta época cuando Cristo comienza a anunciarles su muerte. Era un momento ya oportuno. Había que corregirles el concepto erróneo del medio ambiente. No era el Mesías político nacionalista que los judíos y ellos esperaban (Act 1:6). Era el Mesías profético del dolor: el "Siervo de Yahvé" de Isaías. Por eso les anuncia:

1) Que éste es el plan de Dios: “conviene” (δει) (Mc-Lc; cf. Mt 26:54).

2) Para esto ha de ir a Jerusalén: "No puede ser que un profeta muera fuera de Jerusalén" (Lc 13:33).

3) Allí será condenado por "los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas" (Mt): el sanedrín con sus tres clases componentes. Los que habían sido sumos sacerdotes seguían siendo miembros del sanedrín y gozando honoríficamente de este título 38, y se los llama también "príncipes de los sacerdotes" (Act 4:5.8). Podría ser ésta una acepción popular. Entre éstos figuraban también miembros de familias de las que se habían elegido miembros para el sumo sacerdocio 39.

4) Allí "sufrirá mucho" y será "entregado a la muerte." Pero "al tercer día resucitará." Mientras Mt-Lc ponen la resurrección "en el tercer día," Mc, con redacción más primitiva, pone "después de tres días," que en la apreciación judía, como ya se expresó, no exige tres días completos. Aparte que en los LXX (Gen 42:17.18) y en los autores más tardíos, ambas expresiones parecen sinónimas.

Mc añadirá que Cristo, sobre este anuncio, "se lo decía claramente." Sin embargo, es interesante resaltar que estas predicciones, tal como están redactadas, parecen tener en cuenta los hechos ya realizados; de ahí su matización. Lo cual no es quitar nada al conocimiento de Cristo, sino que éste, que se amolda al modo ambiental de hablar, seguramente se amoldó, en este caso, al "género profético." Y éste tiene sus leyes. La principal de las cuales suele ser el estilo vago con vaticinio nuclear claro. Lo otro pueden ser matices "post eventum" 40. Lo confirmaría el hecho de otras frases evangélicas de Cristo de este tipo (Mt 12:40; par.; Jn 2:19). E incluso el hecho de que los apóstoles no lo entendían (Lc 18:34).

En cambio, es improbable el pensar que las tres profecías de la pasión serían una triple incorporación del credo de los primitivos cristianos. La triple insistencia prueba la historicidad del hecho, que en la última cena también les anuncia. Sería increíble que no les hubiese preparado para un choque tan fuerte, lo mismo que no les hubiese enseñado un tema base de redención y la autenticidad del verdadero mesianismo. Otra cosa es que en la redacción haya influido la fe cristiana.

Ante este anuncio y ante la creencia en que está imbuido Pedro por el medio ambiente de un Mesías que no es el que Cristo les anunció, Mc dice simplemente que "comenzó a increparle”; pero Mt pone: 'ίλεως σοι, χύριε.

En hebreo se usaba halil li: que esto sea profano para mí. En griego se usaba la forma hilaos, lo mismo que en su forma ática, que aparece en el texto como interjección, para desear que Dios fuese favorable, o en el sentido de que Dios apartase algo malo de uno 41. La segunda expresión: "no te sucederá esto," es sinónimo de la anterior y se la usa pleonásticamente.

La respuesta de Cristo a Pedro es que no sea para El un Satanás, el gran enemigo del reino 42. Por eso, la proposición de Pedro, nacida de ignorancia y de afecto, era "escándalo," obstáculo, de seguirla, para no cumplir el mesianismo de dolor, que era el plan del Padre. Pedro habla al modo humano, que rehuye el dolor. Habla según el mesianismo ambiental esperado.

 

Condiciones para seguir a Cristo, 16:24-27 (Mc. 8:34-35; Lc 9:23-26).

24 Entonces dijo Jesús a sus discípulos: El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo y tome su cruz y sígame. 2S Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la hallará. 26 Y ¿qué aprovecha al hombre ganar todo el mundo si pierde el alma? ¿O que podrá dar el hombre a cambio de su alma? 27 Porque el Hijo del hombre ha de venir en la gloria de su Padre, con sus ángeles, y entonces dará a cada uno según sus obras.

 

Los tres sinópticos sitúan este pasaje inmediatamente a continuación del anterior relato. Sin embargo, el "entonces" de Mt no tiene más valor que el de simple unión literaria paratáctica. Por eso no se puede precisar que estas enseñanzas hayan tenido lugar en la región de Cesárea de Filipo. Probablemente este "bloque" tiene, en el intento de los evangelistas, un contexto lógico con lo anterior. Expuesto el anuncio de la pasión y muerte de Cristo, se le advierte al discípulo que ha de imitarle, y que se le anuncian así las persecuciones que le aguardan. En Mt-Lc, Cristo se dirige a los discípulos; en Mc, además de los discípulos, convoca a la multitud. Probablemente es para indicar la universalidad de la enseñanza. Parte de los dichos aquí insertados, Mt los trae en el discurso de "misión" (Mt 10:38-39). También Lc pone en otro contexto algunas de las sentencias de Mc.

La primera enseñanza es que el hombre ha de "negarse a sí mismo," y esto "cualquiera que quiera venir en pos de mí." Y, además, "tomar su cruz," que Lc matizará "de cada día"; y llevar esta cruz y "seguir" a Cristo. La sentencia está vista con la portada de las experiencias contra los discípulos del reino — primitivamente debió de ser un anuncio más general para el ingreso en el reino — y que además Lc le da también un sentido más "moral," al hacer ver la cruz de "cada día." Las persecuciones contra la Iglesia naciente ya se habían desatado a la hora de la composición de los evangelios, y a estos nuevos "discípulos" apunta el evangelista.

Estas las sintetizaron en la cruz. Aunque la cruz era de uso penal romano, los judíos habían visto ya estos cortejos ir a la muerte. Al morir Herodes el Grande, Varo había hecho crucificar a 2.000 judíos 43. Y desde el tiempo del procurador Cuadrato hasta el asedio se citan numerosos casos de crucifixión 44. El mismo hecho de la crucifixión de Cristo con "dos ladrones" no era más que un episodio usual de estos procedimientos romanos. La entrega a Cristo en las persecuciones podía llegar a la muerte.

En el ambiente judío contemporáneo de Cristo no se conocía en su medio ortodoxo, aunque parece que algunas fracciones lo admitían, la idea de un Mesías paciente, menos aún que hubiese de morir en cruz. De ahí la extrañeza de Pedro. Y una buena sugerencia de la historicidad de las predicciones de Cristo sobre su muerte 45.

Y se le exigía esto al discípulo de Cristo. Era oportuno recordarlo en época de persecuciones. Al fin, no era más que ir con la cruz al Calvario "siguiendo" a Cristo. Para la redacción se pensó en el Cirineo llevando la cruz "detrás" de Cristo (Lc 23:26). Este es su sentido primitivo. Analógicamente, y en un orden "etizado" y cotidiano, ha de tomársela "cada día" (Lc 9:23; 1 Cor 15:31). Mc insistirá en que esta persecución y pérdida de la vida es "por mi causa y por el Evangelio," palabra ésta que proviene del uso de la Iglesia primitiva.

A esto se añade una comparación: "¿Qué aprovecha al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma?" "Alma," conforme al uso semita, está por "vida." La comparación era proverbial. Sobre el 90 (a.C), Simeón bar Schatach gozaba al oír en boca de los paganos: "Alabado sea el Dios de los judíos, más que ganarse el universo entero." 46

Esta "vida" del hombre del texto evangélico no se refiere a la simple pérdida de la vida física, sino de la "vida" eterna. Si aisladamente fuese un proverbio en el que se comparase la pérdida de la simple vida física con el universo, en este contexto no lo es. Pues se trata de "perder la vida por mí" (Mt), "por mi causa." (Mc).

Como término de esta actitud que se adopte, el juicio final dará la sanción oportuna. Era una convicción firme esa hora "escatológica" final en Israel.

Este juicio final va a ser ejercido por el Mesías. La literatura rabínica no admite esto; sólo a título muy excepcional aparece en algunos apocalipsis apócrifos 48. En esta hora, El mismo, el "Hijo del hombre," vendrá a ejercitar este juicio "en la gloria de su Padre" (Mt-Mc), y que Lc dirá que es "su gloria," además de la del Padre, que cita. Y los tres resaltan el elemento angélico apocalíptico que le acompaña: vendrá también acompañado de "sus" (Mt) santos "ángeles."

Jesús se presenta aquí como dueño de la humanidad, como Señor de los ángeles, y viniendo en la "gloria de su Padre." Con todo lo cual se acusa su grandeza, su trascendencia divina: "su gloria." Aquella "gloria" de Yahvé que ahora a El se aplica (Jn 1:14).

En esa hora "retribuirá a cada uno según sus obras" (Mt). Es la responsabilidad personal la que entra en juego.

Y será, expresado en paralelismo literario, un avergonzarse de aquellos que se avergonzaron — que no se "negaron" — de "mí y de mi doctrina" (Mc-Lc). Y Mc añade que Jesús se avergonzará de los que tuvieron esa actitud de desprecio a El "ante esta generación adúltera y pecadora." Dos expresiones cargadas de sentido bíblico y que orientaban, como antes se dijo, al mesianismo 49.

 

Anuncio de la venida del Reino, 16:28 (Mc 9:1; Lc 9:27).

En los tres sinópticos se incluye a continuación una enseñanza de Cristo sobre la venida de su reino. Pero no es fácil saber su situación histórica. Probablemente está en un contexto lógico con el v.27.

 

28 En verdad os digo que hay algunos entre los presentes que no gustarán la muerte antes de haber visto al Hijo del hombre venir en su Reino.

 

La enseñanza que aquí se hace es una afirmación muy solemne. Jesús, lo recogen los tres evangelistas, antepone la expresión "amén," traducción literal del hebreo, con lo que resalta la verdad de lo que enseña.

Y ésta es: que "no gustarán la muerte." "Gustar la muerte" es fórmula no usada en el A.T., pero muy usual en los escritos rabínicos para indicar el experimentar algo. ¿Es, sencillamente, que "algunos de los aquí presentes" no morirán sin que vean "al Hijo del hombre venir en su reino"? (Mt). Pero manifiestamente no se puede referir esto a la parusía. Y esto no sólo porque supondría error "escatologista" en Cristo, sino también porque El mismo dijo que de esa hora ni El lo sabía para comunicarlo (Mt 24:36; Mc 13:32). De ahí el que fije ese fin para "esta generación." En el lugar paralelo de Mt, Mc lo dice: será el "reino de Dios que viene en poder." Será, pues, una manifestación "de poder" que hará ver a "algunos" de la misma generación contemporánea de Cristo la presencia del reino de Dios, y, en consecuencia, verán en ese "poder" la mano y la obra del "Hijo del hombre," que así viene con esa manifestación de su reino. Lc omite lo de "poder," y lo redacta así:.". hasta que vean el reino de Dios" (9:27). ¿Lo omite deliberadamente, para evitar dificultad? ¿Lo recoge así en la "fuente"? ¿O es una frase elíptica, que supone lo mismo de Mt-Mc? ¿O acaso es por su genérica tendencia a "desescatologizar"?

Esta "visión" y presencia de poder no requiere una presencia sensible, sino "moral." Se expone esto en el "discurso escatológico" (Mt c.24).

Cuál haya sido esa manifestación concreta del "poder," es discutido. Los autores han propuesto:

a) Se realizó en el triunfo suyo en la resurrección (Boismard) o en Pentecostés (Calvino). Pero esta posición parece requerir una mayor perspectiva de tiempo, en función de esa generación presente, ya que, de hecho, no sólo "algunos," sino "toda esa generación" lo presenciaría.

b) Otros piensan en el hecho de la difusión del Evangelio y el establecimiento de la Iglesia, sobre todo teniendo en cuenta las manifestaciones carismáticas del Espíritu Santo y de los milagros frecuentes en la primitiva Iglesia (Bonslrven, Wettstein, Bleck).

c) Generalmente se piensa en la destrucción de Jerusalén el año 70, profetizada por el mismo Cristo, y que traerá la dispersión judaica durante veinte siglos, estableciéndose, en cambio, por todo el mundo el reino anunciado por Cristo 50. (cf. Mt 10:23b). Pues el término bíblico de una generación son 40 años. Lo que lleva a esto.

d) O. Cullmann. O. Cullmann da una interpretación distinta. "Lo que importa teológicamente en la predicación de la proximidad del reino. es la afirmación implícita que, después de la venida de Cristo, nosotros vivimos ya una era nueva y que, por consiguiente, el/m se acercó. Ciertamente los primeros cristianos han medido esta proximidad pensando en algunas decenas de años. El error se explica, psicológicamente, de la misma manera que se fijan datos prematuros para el fin de una guerra, una vez que se está persuadido que la batalla decisiva tuvo lugar." 51

¿Por qué los cristianos se equivocaron al citar — o interpretar — unas palabras de Cristo? De haber visto su no, o improbable, cumplimiento no las hubiesen puesto en el evangelio de Mtg-Lc.

Un dato sobre esto se ve en la segunda epístola de San Pedro, cuya composición debe ser muy cercana al Mtg — sobre el a. 80 —, y en la que algunos se quejan, diciendo: "¿Dónde está la promesa de su venida" — parusía — ? "Porque desde que murieron los padres" — la primera generación cristiana — "todo sigue igual" (2 Pe 3:4; cf. 2 Pe 3:16). Es una valoración aquí, en la que, probablemente, habiéndose separado ya — ante los hechos — el deseo de los cristianos de una parusía inminente, se podía ver la referencia de esas palabras a la destrucción de Jerusalén (cf. Comentario a Mt c.24 y 25).

 

1 Mt 9:3.11; 12:1-14; 9:34; 12:22-30.38; 15:1-3; 12:14. — 2 Apocalipsis de Baruk 29:8; Midrasch Qphelet 1:9 (9b); Filón, De prodigiis 25. — 3 Strack-B., Kommentar. I p.640-641. — 4 Llghtfoot, Horae hebraicae et talmúdica in IV evangelia, ad. n.l. — 5 Plinio, Hist. natur. XVIII 78. — 6 Prat, en Recher. Se. Relig. Scien. (1927) p.316-324; P. Seidelin, The Jonas-zeichen, Studia Theol. (1952) p.129; A. Vógtle, Der Spruch vomfonaszeichen: Synop-tische Studien (1953) p.230-277. — 7 Lagrange, Le Messianisme. (1909) p. 186-190. — 8 Windisch, Theol. Wórt. N.T. U 908:17ss. — 8 Lebreton, Lavie et l'enseignement deJ.-Ch., vers. esp. (1942) I p.330-331. — 9 Josefo, Antiq. XV 10:30; BI II 10:7. — 10 Ricciotti, Vita di Cristo I (1941) p.469. — 11 San Juan crisóstomo, Hom. 54 in Matth.; cf. Obras de San Juan Crisóstomo: Bac (1956) II p. 137-138. — 12 Cf. Lagrange, Le Messianisme chez les juifs (1909) p.210-213. — 13 4 Esd 2:18. — 14 Rev. Bib. (1905) 486-501 — 15 Lagrange, Évang. s. Sí. Matth. (1927) p.322. — 16 Dalman, Die Worte Jesu. (1930) p.224. — 17 Évang. s. St. Matth. (1927) p.322; Bonsirvex, Le judaisme pdestinien au temps deJ.-Ch. (1934) I p.361-362; Bonnard, o.c., p.244. — 18 Bonsirven, Salmos de Salomón XVII 23; Le juda'isme palestinien au temps de J.-Ch. (1934) I p.361; Strack-B., Kommentar. I p.640. — 19 Simón-Dorado, Praelectiones biblicae N.T. (1947) p.669; ML 54:150. — 20 O. Cullmann, Saint Fierre P.155. — 21 Strack-B., Kommentar. I p.730; Dalman, Grammatik des jüdisch-palestinischen Arama'isch 2.a ed. p.179 n.5. — 22 Buzy, Évang. s. St. 'Matth. (1946) p.216. — 22 A. Vógtle, Messiasbekenntnis und Petrusverheissung: Biblische Zeitschrift (1957) p.252-272; (1958) p.85-102; cf. Divas Thom. Pl. (1960) p.242-243. — 23 Lagrange, Évang. s. St. Matth. (1927) p. 32 3-324. — 24 F. Delitzsch, en su versión hebrea del N.T., h.l.; Strack-B., Kommentar. I p.731ss. — 25 Dict. Bib. Suppl. II col.575. — 26 Zorell, Lexicum graecum N.T. (1931) col.693. — 27 Strack-B., Kommentar. I p.732. — 28 Strack-B., Kommentar. I p.741.783-847; Bonsirven, Textes rabbiniques. (1955) n.l 191.624.831.842.1984.423. — 28 J. Jeremías, Die Gleichnisse Jesu, o.c. (1970) p.268 nt.540; cf. A. Schlatter, Der Evangelist Matthaus (1929) p.Sllss. — 29 Dict. Bib. Suppl. II col.781-782. — 30 Harnack, Tatiarís Diatessaron. bei Ephraem Syrus, en Zeitsch, für Kirchenges-chichte (1881) p.471-505; Der Spruch über Petrus ais den Felsen de.r Kirche, en Sitzung. der Preussischen Akad. der Wissen. (1918) p.637-654; Schnitzer, Hat Jesús das Papst-tum gestiftet? Das Papsttum eine Stiftumjesu? (1910); Resch, Aussercanonische Parallel-texte zu den Evangeaen, en Texte una Untersuchungen zur Geschichte der altchristl. Litera-tur (1896); Grill, Der Pñmat des Petras (1904). — 31 Bultmann, Die Frage nach dem messianischen Bewusstsein., en Zeitschrift für neutestamentlichen Wissenschaft 1.19 p. 170. — 32 MG 22:217. — 33 Prat, Jésus-Christ (1947) I p.432. — 34 O. Cullmann, Saint Fierre disciple, apotre, martyr (1952) p. 154-166; ID., f apotre Fierre instrument du Diable et instrument de Dieu. La place de Mt 16:16-19 dans la traditbn pnmitive, New Testament Essavs Studies in Memory of T. W. Manson (1959) p.94-105. — 35 Benoit, en Rev. Bibl. (1953) 171. — 36 Braun, L'Apdtre Fierre devant l'exegese et fhistoire: Rev. Thom. — 37 Graber, Petrus der Fels (1949) p. 16-36. — 37 O. Cullmann, Petrus Jungar-Apostel-Martyrer (1952); A. Vótgle, Messiasbe-kenntnis und Petrusverheissung: Bibl. Zeitsch. (1957) p.252-272, y (1958) p.85-103; J. Rledl, Reflexiones sobre la historia de las formas y la redacción de la promesa del Primado de Cristo (Mt 16:17v): Rev. Bib. (1961) p.61-73; M. Brandle, Nene Diskussion und das Felsenwort: Mt 16:18.19: Orientg. (1963) 172-176; J. J. Weber, Tu es Petrus. Notes exegétiques (sur Mt 16:18v); E. F. Sutcliffe, Sí. Peter's Double confession in Mt 16:16-19: Heythrop Journal (1962) p.31-41; B. Alfrink, en Bibl. (1962) p.258-259" P. Milward, The Rock of the N.T. (Mt 16:17-19): The American Ecclesiast. Review (1963) 72-97. — 38 Holzmeister, Christus passionem suam discipulis saepius praedicit: VD (1933) 3-41; Wlllaert, La connexion litteraire entre la premtere prédiction de la passion et la confession de Pierre: Etud. Théol. Lov. (1956) 24-45; Josefo, BI II 12:6; IV 3 7· 9:10; Vita 38. — 39 Felten, Storia dei tempi del N.T. (1932) II p. 19-22. — 40 J. Schmid, Das Evangelium nach Markus (1958) p.40. — 40 Bultmann, Theol. des N.T. (1948) p.30; J. Klausner, Jesús de Nazareth (1933) p.437ss. En el mismo sentido, cf. J. Héring, Le royanme de Dieu et sa venue (1959) p.98ss; th. Preiss, Le fus de Phomme (1951) p.46; G. Barnkamm,/"us von Nazareth (1946) p.!42ss. — 41 Zorell, Lexicón graecum N.T. (1931) col.611; D. Tabachowitz, Mt 16:22 "íleos soi," en Éranos (1963) p.25-28. — 42 Bonsirven, Le judaisme palestinien au temps de J.-Ch. (1934) I p.244-246. — 43 Josefo, Antiq. XVIII 10:10. — 44 Josefo, BI II 12:6; 14:9; V 11:1. — 45 Strack-B., o.c., II p.273-299. — 46 Strack-B., Kommentar. I p.749; J. B. Bauer, Wer sein Leben retten wül. (Mk 8:35 par.) (cf. Ilías V 529-532): Fs. J. Smid (Rg. 1963) 7-10. — 47 Ench. Bib. n.530; — 48 Βεα, Lucrari mundum-perdere animam: Bíblica (1933) 435-447; — 49 Kümmel, Das Büd des Menschen im N.T. (1948) p.llss. — Bonsirven, Le judaisme palestinien. (1934) I p.494-495. Cf. Comentario a Mt 16:4. — 50 Cf. Comentario a Mt 24:29ss. Para la historia de este pasaje, cf. Segarra en Estudios Eclesiásticos (1931) 471-499; (1932) 83-94. — 51 O. Cullmann, Christ et le temps (1947) p.61.

 

 

Capitulo 17.

 

La transfiguración de Jesús, 17:1-8 (Mc 9:2-13; Lc 9:26-36).

1 Seis días después tomó Jesús a Pedro, a Santiago y a Juan, su hermano, y los llevó aparte, a un monte alto, 2 y se transfiguró ante ellos; brilló su rostro como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. 3 Y se les aparecieron Moisés y Elías hablando con El. 4 Tomando Pedro la palabra, dijo a Jesús: Señor, ¡qué bien estamos aquí! Si quieres, haré aquí tres tiendas, una para ti, una para Moisés y otra para Elías. 5 Aún estaba él hablando, cuando los cubrió una nube resplandeciente, y salió de la nube una voz que decía: Este es mi Hijo el Amado, en quien me complací; escuchadle. 6 Al oírla, los discípulos cayeron sobre su rostro, sobrecogidos de gran temor. 7 Jesús se acercó, y, tocándolos, dijo: Levantaos, no temáis. 8 Alzando ellos los ojos, no vieron a nadie sino sólo a Jesús.

 

El relato tresinóptico de la "transfiguración" de Cristo no deja de chocar por su mucho ropaje "maravillosista" en contraste con la ordinaria sobriedad prodigiosa de la vida evangélica de Cristo y por su semejanza con determinados procedimientos literarios ambientales. Sin embargo, a pesar de ello se ha de pensar en lo que pueda haber de núcleo histórico y lo que pueda haber de valor narrativo-didáctico, acaso ya procedente del kérigma. Además parece haber parentesco literario entre la Deute-Vision del bautismo de Cristo, como se expuso, y la Deute-Darstellung, de las "tentaciones." ¿Hasta qué punto es histórico el relato? Autores, incluso no católicos, tratan de "encontrar en este relato el eco, sin duda fuertemente interpretado por la Iglesia primitiva, de una hora importante de la vida de Jesús" (Bonnard, o.c.i p.253). Se puede, para mejor estudiar el tema, considerar tres puntos: 1) ¿Por qué Cristo tiene este "desplazamiento" — a donde sea — en su vida?; 2) ¿qué fue esta "transfiguración"?; 3) ¿cuáles pueden ser los elementos adventicios que "explican," didácticamente, este tema?

1) ¿Por qué Cristo tiene este "desplazamiento en su vida"? Hay autores (Burrow, Baltensweiler, Bultmann, etc.) para quienes este episodio tiene por base una "huida" de Cristo (Jn 6:15b), para rechazar un ambiente cargado de mesianismo ambiental, nacionalista. La cronología que se da en Mt-Mc de "seis días después.," no así la de Lc, se relacionaría con los seis días que separaban el gran "día de la Expiación" y el comienzo de la fiesta de los Tabernáculos (cf. Lev 23:26-32;33-36). Se estaría, pues, en el primer día de la "fiesta de los Tabernáculos" (Lcv = el día 15 del séptimo mes), y en cuyo ambiente religioso-patriótico se estaba en el apogeo de la excitación mesiánico-nacionalista; o, si se cuentan los días después del comienzo de la fiesta, en su día sexto, vigilia de la conclusión litúrgica y popular de la fiesta (cf. Lev 23:36; Dt 16:13; cf. Jn 7:37; cf. Jn 7:2). Sería, por tanto, en aquel ambiente de excitado mesianismo, y Cristo ya muy conocido, donde podría haber peligro de una revuelta, y querer hacerlo "líder" mesiánico de ella (cf. Jn 6:15). Cristo, ante esta situación, "huiría" de la turba. Estas ausencias de ella son conocidas (cf. 14:13.23; 20:17; 24:3). Con él llevó los tres discípulos predilectos. ¿Acaso para ejecutar la "maniobra" de modo más desapercibido?

Que haya contactos o posible evocación de la fiesta de los Tabernáculos, se quiere ver en Mt v.4; Mc v.5; Lc v.33, en que Pedro propone hacer allí "tres tabernáculos." ¿Para residencia? ¿para cumplir el rito de aquellas fiestas, que exigía morar así? Sería una "huida" de Jerusalén (cf. Jn 7:2.10-13), para cumplir el plan del Padre: no había llegado su "hora," y que no llegaría nunca para aquel tipo de mesianismo ambiental.

Es una hipótesis que no carece de interés. Ante esta "huida" respondería el Padre con la confirmación del mesianismo del Hijo sufriente (H. Baltensweiler).

2) ¿Qué fue esta "transfiguración"? En Mt el término usado por "transfiguración" "es μετεμορφώθη. En el Ν. Τ. sσlo sale aquí y en 2 Cor (3:8) y Rom (12:2), en el sentido de un cambio real, pero espiritual e interno. En cambio, en textos judíos tiene el sentido de una transformación visible (Ex 34:29; Apoc. de Bar 51:3.5.10).

Los elementos con los que se describe esta "transfiguración" de Cristo, en Mt-Lc afecta al "rostro," y en los tres sinópticos también a los "vestidos." Todos estos elementos descriptivos son tradicionales en la literatura apocalíptica. Luego se analizarán.

¿Hubo un hecho histórico de "transfiguración" de Cristo? Separados los aditamientos literarios, ¿en qué pudo consistir? Naturalmente, no se sabe. Salvo una enseñanza del Magisterio de la Iglesia, o una prueba de la tradición, o de la Liturgia, no es fácil saberlo; no que no pueda ser verdad histórica su "núcleo," sino que está envuelto en un género literario conocido, en el cual la enseñanza lo mismo podría ser exclusivamente didáctica, que un complemento explicativo o interpretativo de una realidad nuclear histórica. Tal sucede con el hecho histórico del bautismo de Cristo y su "interpretación" literaria kerigmático-evangélica. El gesto de Cristo imponiéndose a los mercaderes del templo pudiera orientar algo hacia esta "transfiguración" en su aspecto histórico fundamental; como, al querer arrojarle de Nazaret, y al ir a despeñarle, "él, atravesando por medio de ellos, se fue" (Lc 4:29-30). Cristo en diversos momentos de su vida acusó su grandeza, en el fondo, divina. Pudiera decirse de estos casos que fueron pequeñas "transfiguraciones"; ésta revestiría una forma e intensidad especialmente profundas.

3) ¿Cuáles pueden ser los elementos adventicios que "explican" su valor didáctico: su tema?

Este aspecto es claro. Se trata de proclamar una vez más que Cristo es el Mesías profético: el mesianismo espiritual y de dolor, frente al Mesías ambiental nacionalista. No sólo debía de prevenir entonces a sus apóstoles de este "escándalo" en torno a él, sino que se percibe en este relato el valor kerigmático-evangélico de polémica, probablemente, entre judeo-cristianos del ambiente eclesial mateano. Y esto se lo expresa con una serie de elementos didácticos, utilizados ambientalmente, y procedentes de la apocalíptica y escatología judías. Su valoración parece ser la siguiente.

El "monte." Los evangelistas no dicen el lugar topográfico concreto de esta escena. Sólo dicen que "subió a un monte muy alto." Se pensó fuese el Hermón (2.793 m.); la tradición desde el siglo 4 lo vino a localizar en el Tabor, actual Jebel et-Tor (562 m.), sobre la llanura en que se eleva l. En la época de Cristo parece que había allí una fortaleza. Por lo que no parecería el lugar más apropiado para ir a "orar" (Lc) y para tener allí una "transfiguración." Este tipo de "montes altos" suele ser también escenario de manifestaciones apocalípticas, v.g., las "tentaciones" de Cristo (Mt 4:8); incluso se los pone en visiones (cf. Ez 40:2; 41-l-5ss). Precisamente el monte Hermón tiene un especial valor de situación en la literatura apocalíptica 2. También el Tabor fue una montaña "santa" para Israel (Sal 89:13); aunque también hubo en él cultos paganos (Os 5:1). Si este "monte" fue situación histórica, tiene, probablemente, más valor como elemento ambiental-teológico. Y probablemente no sea ajena a toda esta escena a describirse, comenzando por el "monte," la evocación de Moisés-Cristo que es el nuevo Moisés, nuevo Legislador "subiendo" al Sinaí, donde "Dios le hablará"; donde será "cubierto" por la "nube" = "Gloria de Yahvé"; desde cuya "nube" Dios le "llama," y en cuya "nube" Moisés "penetra" (Ex 24:15-18; cf. Dt 5:22-27)!

La "transfiguración." La descripción que de ella hacen los evangelistas está hecha con rasgos sorprendentes. Según Lc, sucedió "mientras oraba": tema tan destacado por Lc. La escena sucede cuando los tres apóstoles estaban descansando y medio dormidos (Lc 9:32). Dan de esta "transfiguración" la descripción siguiente:

Mt.: "su rostro brilló como el sol, y sus vestidos quedaron blancos como la luz."

Mc.: "sus vestidos se pusieron resplandecientes, y muy blancos (como no los puede blanquear ningún batanero").

Lc.: "su rostro tomó otro aspecto, y su vestido se volvió blanco y resplandeciente."

Esta descripción del "rostro" y "vestido" son de tipo apocalíptico. Mt describe al ángel que corre la piedra del sepulcro así: "era su aspecto como el relámpago, y su vestidura blanca como la nieve" (Mt 28:3). Así describen el rostro de los justos los libros apocalípticos (cf. Ap 1:16; Esd 8:97: resplandecen con brillo de sol, luna, estrellas, relámpago)3. Los ángeles de la resurrección aparecen con vestiduras "blancas" (Mc) o con "vestido resplandeciente" (Lc). El color "blanco" de los vestidos significa el color de la gloria celeste (Ap 3:5; 19:14). ¿En qué relación está la verdad histórica con estos elementos clasico-descriptivos?

Moisés y Elías. Aparecen hablando con él "Moisés y Elías," que aparecen igualmente "resplandecientes" (Lc). Eran el símbolo de la Ley y los profetas. Elías, en la conciencia popular, es el que debía volver para consagrar al Mesías y presentarlo a Israel (Mal 4:4-5) 4. Yohanan ben Zachai dice: "Dios ha dicho a Moisés: Cuando yo envíe al profeta Elias, vosotros dos debéis venir juntos." 4 ¿Está esta escena respondiendo a este dicho? Eran el "legislador" de Israel y el "precursor" del Mesías los que aparecían reconociendo a Cristo-Mesías y su obra mesiánica, como auténtica, a pesar de ser tan opuesta al mesianismo ambiental esperado. No dejaría de extrañar, de no ser parte del procedimiento redaccional, que los tres apóstoles allí presentes dan por supuesto — en los tres sinópticos — conocer a aquellos dos personajes, pues quieren hacerles un tabernáculo: "uno para Moisés y otro para Elías."

Ambos estaban "hablando" con Cristo (Mt-Mc). Es sólo Lc el que pone el tema de la conversación: "hablaban de su muerte, que había de tener lugar en Jerusalén." ¿Por qué omiten ésta Mt-Mc? Parecería suponerla en lo que les dice al bajar del monte: que nada digan hasta que "resucite de entre los muertos" (Mt-Mc). En cambio, Lc omite estas advertencias, aunque también las supone, al escribir que "a nadie dijeron nada."

Así Moisés y Elías lo acreditan a él contra fariseos y doctores de la Ley (cf. Jn 5:46.47), tanto contemporáneos como polémicos a la hora de la composición de los evangelios.

"Su Clona" (. την δόξαν αυτού)5. En esta narración aparece otro elemento de importancia máxima. Los apóstoles, al despertar, vieron lo siguiente:

Mt: "Una nube luminosa. que los cubrió (έπεσχιασεν).” Mc: “Se formσ una nube. que ios cubría (επισχιάζουσα).” Lc: “Vino una nube, que los cubría (έπεσχίαζεν).”11

La nube o una "nube luminosa" era, en el A.T. símbolo de la presencia de Dios en el Tabernáculo (Ex 14:24; 16:10; 19:9; 33:9; 34:5; 40:34; Núm 9:18-22; Lev 16:2.12.13), lo mismo que aparece así en la dedicación del templo (2 Par 5:13.14; 7:1-3). En la "anunciación" a María, se evocará la acción de Dios sobre ella con este mismo verbo (έπισχιάζω) (Lc 1:35). La manifestaciσn de esta "nube luminosa" es una teofanía: es el símbolo de la presencia de Dios allí. Uno de los símbolos más característicos del A.T. está aquí en juego. Por eso los apóstoles, al "ser cubiertos" por la "nube," tuvieron "miedo" (Mt-Lc). En el A.T. se decía que no se podía ver a Dios y vivir (Ex 33:19; Lev 14:13; etc.). Esto es lo que se acusa aquí.

La "voz" del Padre. Siendo la "nube luminosa" símbolo de la presencia de Dios, es por lo que "sale" de ella "una voz," que es la del Padre, proclamando: "Este es mi Hijo, el Amado (b αγαπητός)” (Mt-Mc), “en el que me complacν” (ευδόκησα) (Mt). Lc pone “el Elegido" (ó έχλελεγμένος), nombre que se da al Mesνas en el Libro de Henoc. Los LXX vierten el nombre de el hijo "amado" por "yahid" = único (Gen 22:2.12.16; Jer 6:26; Am 8:10; Zac 12:10; Prov 4:3). Por eso, "el Amado," por excelencia, viene a responder al Único o Unigénito (Sal 2:7; Is 42:1). Pero, sobre todo, encuentra su sentido de Unigénito en el mismo contexto de Mt (Mt 11:27). Tanto por el ambiente neotestamentario, como por la adición de Mt: "en él me complací," puede ser un intento evocador del "Siervo de Yahvé," de Isaías (42:1-9). Es el mismo tema-clisé que le dirige el Padre en el bautismo (cf. Mt 3:17; par.). Es el Mesías doliente, tema del "diálogo" que tuvieron antes (Lc).

Esta proclamación que hace el Padre de Cristo "su Hijo," en la perspectiva literaria de Mt, que presenta a Cristo como Dios por varios procedimientos literarios, como por el ambiente neotestamentario, en el que se redacta y al que va destinado, es la filiación divina de Cristo.

Por eso Lc tiene un detalle confirmatorio con sus elementos descriptivo-didácticos paleotestamentarios: los apóstoles, al despertar, vieron (de Cristo) "su gloria" (την δόίαν αυτού). En el A.T. se habla de la “gloria de Yahvι." Es éste el evocador término técnico, que, mediante un procedimiento literario "alusivo" al A.T., se "traslada" ahora a Cristo, presentándole con la "gloria" de Yahvé, de Dios. Es lo que dirá Jn en las bodas de Cana: que con el milagro "manifestó su gloria" (την δόξαν αυτού) (Jn 2:11), y que matiza aϊn más en su "prólogo" al evangelio: "Y nosotros vimos su gloria (την δόξαν αυτού): Gloria como (el que es) el Unigénito del Padre" (Jn 1:14). Y ésta es la interpretación y fe de la Iglesia primitiva en esta escena (2 Pe 1:16-18; cf. Act 7:55).

Escuchadle. Presentado el Mesías verdadero, a un tiempo Dios y Mesías doliente, no cabría más que una actitud ante el "Enviado" de Dios: "Escuchadle": en su doctrina, en su mesianismo, en su enseñanza de pasión y muerte. Esta es la voz y el mandato del Padre. No se puede, pues, nadie escandalizar de Cristo-Mesías. Es a él, y no al Mesías del fariseísmo, al que hay que "escuchar," que es seguir.

Para Bultmann, la escena de la transfiguración es una transposición de una escena del ciclo de la resurrección de Cristo. Entre otras razones, porque las palabras "Tú eres mi Hijo" (Sal 2:7) sólo se aplicaban a Cristo después de la resurrección.

Para otros sería una transposición de la fiesta de la entronización teocrática de Yahvé, en la que Cristo era ahora el rey entronizado (Riesenfeld) 6.

La teoría de Bultmann es gratuita. No pertenece la escena al ciclo de la resurrección, cuando toda ella está revelando el mesianismo doloroso del "Siervo de Yahvé," aunque completado con la proclamación de la divinidad (Mc 1:1). Y con relación a la transposición de la fiesta yahvística, no aparece el elemento real de entronización teocrática, sino la proclamación de la divinidad de Cristo Mesías, pero presentándolo como el "Siervo de Yahvé." Aparte que parece ser que esta fiesta no existió 7.

Expuesta la temática fundamental de este relato, se podría clasificar como una Deute-Darstellung: exposición o narración explicativa o interpretativa — de núcleo histórico — con un marcado carácter apologético 8.

 

La cuestión de Elias, 17:9-13 (Mc 9:11-13).

9 Al bajar del monte les mandó Jesús, diciendo: No deis a conocer a nadie esa visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos. 10Le preguntaron los discípulos: ¿Cómo, pues, dicen los escribas que Elías tiene que venir primero? 11 Él respondió: Elías en verdad viene, y restablecerá todo. 12 Sin embargo, yo os digo: Elías ha venido ya, y no le reconocieron; antes hicieron con él lo que quisieron; de la misma manera, el Hijo del hombre tiene que padecer de parte de ellos. 13 Entonces entendieron los discípulos que les hablaba de Juan el Bautista.

 

Esta escena es "al día siguiente" (Lc 9:37) de la transfiguración 8. Al bajar del monte, Cristo les prohibe que hablen con nadie de esta "visión" hasta después de su resurrección. Probablemente esta escena tuvo lugar en días de la fiesta de los Tabernáculos, en los que, junto con la Pascua, se excitaban los ímpetus revolucionarios de los "zelotes" y sus grupos, junto con el contagio popular por la liberación de Israel. Si no se les frenaba, máxime supuesta la historicidad de lo "visto," se les podía exacerbar el sentimiento del movimiento nacionalista. Y los apóstoles y las gentes galileas comenzaban a comprometerse en movimientos político-mesiánicos en torno a Cristo (Jn 6:15; Mt 14:22).

Este hecho de su mesianismo les evocaba otra objeción ambiental. Si El era el Mesías, ¿por qué no había venido el profeta Elías, que en la creencia popular se lo suponía vivo y se lo esperaba como condición previa para ungir y presentar al Mesías a Israel? Era esto una creencia ambiental muy elaborada por los rabinos, basada en una interpretación materialista de un pasaje de Malaquías (Mal 3:23) 9. Además, en la creencia ordinaria de Israel estaba que la resurrección de los muertos coincidiría con el final de los tiempos, aunque para alguna concepción rabínica coincidiría el mesianismo con el juicio y consumación "escatológica" 10; pero eran concepciones parciales. Esta objeción sobre que Elias no había venido todavía estaba agudizada en la polémica poscristiana de ambiente siró-palestino.

Cristo calma la inquietud de los apóstoles y disipa con su enseñanza las interpretaciones materiales y caprichosas de los rabinos a este propósito. Acepta que Elías debe venir a restaurarlo y prepararlo todo conforme a Malaquías, pero no con un Elías "revivió," sino por uno que "en el espíritu y virtud de Elías ha de venir" (Mt 11:14). Por eso, los discípulos "comprendieron que les hablaba de Juan el Bautista."

El paralelismo del Bautista con Elías, por simple semejanza o "típicamente," fue de tal manera, que del Bautista podrá decir Mc (9:13) que hicieron con él "como estaba escrito." Elías tuvo celo y fortaleza por la ley de Yahvé, y fue perseguido por Acab y su mujer Jezabel; así el Bautista, con el celo y fortaleza por la Ley, fue perseguido y muerto por Antipas, instigado por su mujer Herodías.

Y si en el ambiente estaba que Elías sería el precursor del Mesías, esto fue el Bautista con Cristo, el "Precursor" del Mesías, que preparó su venida y lo "presentó" a Israel. Y lo que era una concepción ambigua y nacional, tuvo en el Bautista una realización espiritual e histórica 11.

 

La curación de un niño lunático, 17:14-21 (Mc 9:14-29; Lc 9:37-43).

14 Al llegar ellos a la muchedumbre, se le acercó un hombre, y, doblando la rodilla, 15 le dijo: Señor, ten piedad de mi hijo, que está lunático y padece mucho; porque con frecuencia cae en el fuego y muchas veces en el agua; !6 lo presenté a tus discípulos, mas no han podido curarle. 17 Jesús respondió: ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿hasta cuándo tendré que estar con vosotros? ¿Hasta cuándo habré de soportaros? Traédmelo acá. 18 E increpó al demonio, que salió, quedando curado el niño desde aquella hora. 19 Entonces se acercaron los discípulos a Jesús, y aparte le preguntaron: ¿Cómo es que nosotros no hemos podido arrojarle? 20 Díjoles: Por vuestra poca fe; porque en verdad os digo que, si tuviereis fe como un grano de mostaza, diríais a este monte: Vete de aquí allá, y se iría, y nada os sería imposible. 21 Esta especie no puede ser lanzada sino por la oración y el ayuno.

 

La escena tiene lugar después de la transfiguración. Y según Lc, "al día siguiente." Fue cuando Cristo, con los apóstoles de testigos, bajaba del monte, y al acercarse a los otros apóstoles que habían quedado al pie de la montaña, se encontró con que había mucha gente con ellos, y "discutiendo" con los apóstoles algunos "escribas," Cristo les pregunta a los apóstoles qué es lo que discutían con aquéllos. Acaso para situar, si era preciso, las cosas en su punto. Aliados de atrás los escribas con los fariseos (Mt 15:1), que no sólo ponían emboscadas dialécticas a Cristo, sino que ya habían resuelto perderle (Mt 12:14), había motivo para pensar en una emboscada con sus discípulos.

En este cuadro se destaca de la muchedumbre un hombre, que cayó de rodillas ante El y comenzó a gritar (Lc), conforme a su emoción y su temperamento oriental, diciéndole que tenía un hijo, que era "único" (Lc), "joven" (παiς) y estaba lunαtico (Mt). Mc va a dar del padecimiento de este muchacho una descripción minuciosa.

Este joven tenía "un espíritu mudo" (Mc). Y cuando se "apoderaba" de él, "lo arroja por tierra, echa espuma, se revuelve" (v.20), "le rechinan los dientes," "da alaridos" (Lc), "grita" (Mc v.26), "queda rígido," "como muerto" (Mc v.26). Son los síntomas, como Mt dice, de un "lunático."

Pero aún hay más, pues "con frecuencia" el "espíritu" lo ha arrojado "al fuego," "al agua," "para acabar con él."

Y "difícilmente lo deja" el espíritu "después de haberlo maltratado." Y todo esto le sucedía "desde la niñez."

Según las concepciones erróneas de los antiguos orientales, la enfermedad, como mal, era causada por un "espíritu." Así, Saúl, que aparece con unos síntomas neuróticos típicos, es descrito en su estado nada menos que por haberle Yahvé "enviado un mal espíritu" (1 Sam 16:14). Precisamente la música tenía sobre sus crisis un efecto sedante (1 Sam 16:15).

En esta misma concepción popular, a los epilépticos, como es el caso de éste, se los llamaba ordinariamente "lunáticos," como es el nombre que de él da Mt, porque se admitía, por efecto de una experiencia, más o menos obtenida de casuales coincidencias, que tales enfermos experimentaban más fuertes crisis en las épocas de luna nueva o luna llena. La medicina antigua pasa a los escritos rabínicos, y éstos discutían si estas crisis epilépticas eran por influjo directo de la luna en las fases dichas en estos enfermos u otros semejantes, más propicio aún en estas fases lunares. Era el mismo concepto de los medios greco-romanos 12.

¿Se trata sólo de un enfermo epiléptico, cuyos síntomas evangélicos corresponden a las tres fases de la epilepsia conforme al diagnóstico médico, o es, además, un verdadero caso de posesión diabólica? Todo el problema está en saber si repugna, en el caso de curaciones físicas reales, el que Jesucristo se acomode al modo de hablar de las gentes y del medio ambiente. Hay quien así lo piensa 13. Parece que no hay, en principio, esta incompatibilidad. Jesús, ni para sus curaciones ni para acusar su poder de taumaturgo, necesita dar precisamente un diagnóstico científico. Como tampoco corrige en cada caso lo que era creencia vulgar: que toda enfermedad era efecto de un pecado (Jn 9:2). Y, admitiendo en el mismo Evangelio casos de curaciones demoníacas, parece que es el contexto el que valorará, en simple exégesis, si se trata de una verdadera posesión o de una acomodación al lenguaje ambiental.

No parece sea decisivo el decirse que frecuentemente "lo arrojaba (el espíritu) al agua y al fuego para acabar con él" (Mc). Es un modo de hablar. El ser mudo, si no es por la misma epilepsia, podría explicarse por alguna otra enfermedad posiblemente congénita, o que fuese todo ello efecto de una enfermedad tenida en su niñez.

Ya en la antigüedad se reconocía por el médico Celio Aureliano 14 cómo este tipo de enfermos estaban especialmente expuestos a mil peligros externos, entre ellos el de caer al agua de los ríos o del mar. Podría ser también un caso de semidesesperación producido por efecto de los habituales ataques de epilepsia.

Cristo manda traer al joven, que en aquel momento, por todo el contexto, no debe de estar en el ataque. Sin embargo, cuando se lo traen a Cristo, se produce el ataque con síntomas epilépticos. Parece estar en cierta analogía con los casos de "endemoniados," que a la vista de Cristo le reconocían y pedían no los perdiese (Mt 8:28.29). Sin embargo, el ataque pudo producirse entonces por efecto de la misma emoción. El hecho de que el espíritu malo lo arroja al fuego para hacerle perecer, según la descripción popular de Mc, no postula, en absoluto, una verdadera posesión diabólica, sino una redacción colorista y ambiental de Mc, y también de Lc, en contraste con la descripción sobria de Mt, probablemente del Mtg.

El padre del enfermo urge a Cristo para que lo cure, pues había recurrido ya a los discípulos, pero éstos "no habían podido" curarle (Mc 9:18; Lc 9:40). Y eso que habían recibido el carisma de las curaciones (Mt 10:1 par.). En Mc se acusa en este hombre una fe muy imperfecta: "Si tú puedes algo, compadécete de nosotros." Acaso el fracaso de los discípulos le desanimó en parte 15. Pero de Cristo le viene el ánimo preparatorio: "Todo es posible al que cree" (Mc). Es el boicot que se nota en los evangelios a la obra de Cristo; su obra milagrosa la realiza en función de la confianza, no es una obra de magia. Y esta fe surge en él: "¡Creo, ayuda mi incredulidad!"

El v.17 de Mt es críticamente muy discutido 16. Acaso pasó a él por influjo del otro evangelio, pues está en Lc. Es la respuesta de Cristo a esta obra de incredulidad en El, después de tantos prodigios hechos. "¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo voy a estar con vosotros y os voy a sufrir?" (Lc). ¿Por qué no admitían sus prodigios, y por qué no sacaban las consecuencias de sus "signos"? Este "lunático" era "tipo" de esta generación "poseída" por el dominio fariseo.

Cristo manda traer al enfermo. Al acercarse, Cristo increpó al "espíritu," y se produce una convulsión violenta hasta quedar como muerto. En Lc el relato cambia. Se lo trae, se produce la convulsión, y viene la increpación de Cristo al "espíritu." Son las pequeñas variantes red acciónales. En Mc, Cristo le toma de la mano, lo levanta y se mantuvo en pie.

El poder taumatúrgico de Cristo apareció a todos con un dominio absoluto. La curación instantánea de una epilepsia, si no se admite la "posesión" diabólica, cuando se halla en estado de trance, no admite hipótesis sugestivas. Lo que, por otra parte, nada resolvería, ya que una lesión orgánica de la corteza cerebral no se puede curar por sugestión, menos aún cuando la sugestión no cabe por hallarse en estado de inconsciencia, ni por suceder instantáneamente.

Vueltos a casa, los discípulos le preguntan por qué ellos no habían podido curar a aquel muchacho, pues habían recibido el poder de expulsar demonios — exorcismo — y curar enfermedades (Mt 10:1.8; Mc 6:7:12; Lc 9:1.6b). Y lo habían ejercido con éxito (Mt 10,8; Mc 6:13).

Aunque la respuesta final es la misma en Mt-Mc, Lc la omite. Mt intercala un preludio en el que les habla de "vuestra poca fe." Acaso, en la subconsciencia, confiaron en su poder como si fuera propio de ellos, sin acusar plenamente su reconocimiento y dependencia al dador de carismas.

La comparación que utiliza sobre el "grano de mostaza" y el "trasladar montes" eran metáforas usadas en el ambiente rabínico. Como término comparativo de lo mínimo se usaba el "grano de mostaza," lo mismo que el "trasladar un monte" era metáfora usual para indicar que una cosa se realizaría fuera de los modos ordinarios 17.

"Esta clase" no puede echarse o curarse si no es con "oración y ayuno" (Mt), o "con oración" (Mc). La lección de Mt (v. 21) no es seguro que sea genuina en este versículo 18, ni tampoco debe de ser lección genuina el "ayuno" que se une a la "oración" en este pasaje de Mc 19. La frase "esta clase" admite dos interpretaciones:

"Esta clase," es decir, esta raza: los demonios.; o puede admitir otra más específica: "esta clase" de demonios. Los que admiten esta segunda interpretación se basan en que los apóstoles ya habían expulsado demonios (Mc 6:13), por lo que aquí se precisaría una especie de ellos. Pero la razón no es convincente. De ser así, no cabría duda de que se trataba de un caso de verdadera posesión. Pero la primera interpretación es completamente posible en este mismo contexto. Su sentido sería: "esta clase," las enfermedades que se atribuían a los espíritus demoníacos, sólo se pueden curar milagrosamente. Es decir, con el recurso pleno a Dios, que concede libremente el uso de estos carismas, y sin que el hombre los mistifique y boicotee con una semiconsciente autosuficiencia suya o con una falta de recurso y confianza plena — "poca fe" — en Dios. Era, en el fondo, lo que había sucedido a la intervención de los apóstoles en este caso y lo que se decía en aquel medio ambiente y se recoge en el Talmud: "Todo el que ora sin ser escuchado, debe ayunar." 20 Era una lección para los exorcistas cristianos; acaso se refleja esta situación de ellos.

 

Segundo anuncio de la Pasión, 17:22-23 (Mc 9:30-32; Lc 9:43).

22 Estando reunidos en Galilea, díjoles Jesús: El Hijo del hombre tiene que ser entregado en manos de los hombres, 23 que le matarán, y al tercer día resucitará. Y se pusieron muy tristes.

 

Ya se indicó a propósito de la "primera" predicción de su pasión y muerte (Mt 16:21-23 par.) la probabilidad de que estas predicciones estén matizadas, con relación a su anuncio primitivo, después de los hechos, ya que el "estilo profetice" suele ser más vago, aunque perfectamente perceptible a la hora de su cumplimiento, y sería probable que Cristo se hubiese amoldado a este estilo y sus leyes 20.

Esta segunda predicción aparece con una redacción algo más sobria, aunque bien precisa.

Mt destaca que los apóstoles, al oírla, "se pusieron muy tristes." Esto prueba que el vaticinio fue, al menos nuclearmente, suficientemente claro, y que ellos lo comprendieron. En cambio, Lc dirá que "no sabían lo que significaban estas palabras, que estaban veladas, de manera que no las entendieron." La redacción de Lc refleja la forma más primitiva. Sólo dice: "El Hijo del hombre ha de ser entregado en poder de los hombres." Sin embargo, en Mc, muy matizado, dirá que no lo entendieron.

Probablemente se refiere la no comprensión al no poder admitir el que El fuese el Mesías y hubiese de padecer. Pero les quedaba "sufrimiento," pues sus vaticinios se cumplían. Y acaso obedezca a esto lo que dicen Mc-Lc: "que temían preguntarle," pues a la protesta de Pedro, en la primera predicción, de que esto no sucediese vino la réplica confirmativa de Cristo. Era incomprensión ambiental.

 

El tributo pagado, 17:24-27.

24 Entrando en Cafarnaúm, se acercaron a Pedro los perceptores de la didracma y le dijeron: ¿Vuestro Maestro no paga la didracma? 25 Y él respondió: Cierto que sí. Cuando entró en casa, se acercó Jesús y le dijo: ¿Qué te parece, Simón? Los reyes de la tierra, ¿de quiénes cobran censos y tributos? ¿De sus hijos o de los extraños? 26 Contestó él: De los extraños. Y le dijo Jesús: Luego los hijos son libres. 27 Mas, para no escandalizarlos, vete al mar, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca, y en ella hallarás un estater; tómalo y dalo por mí y por ti.

 

Estando en Cafarnaúm, se acercaron a Pedro los encargados de recoger el tributo del templo: los "recaudadores de la didracma."

El tributo tenía el siguiente origen. Moisés había prescrito un censo, y, conforme al número de los varones censados, cada uno pagaría medio siclo al santuario (Ex 30:11-16). En tiempo de Nehemías, este impuesto era de un tercio de siclo al año (Neh 10:32). Habiendo crecido las necesidades, posteriormente se elevó a medio siclo de plata (Mt 17:24) 21. Este era el equivalente a dos dracmas, que a su vez equivalen a medio siclo, que era lo que se exigía en la legislación judía de entonces. Pero debía ser pagado por todo varón después de los veinte años, en moneda hebrea antigua o tiria. Había, además, de pagarse en Palestina entre el 15 y el 25 del mes de Adar (marzo), y también fuera de Jerusalén 22.

Pedro responderá a la pregunta interrogativa de los recaudadores de esta contribución, que Cristo pagará la "didracma."

Con esta ocasión Cristo le hace a Pedro una pregunta, que va a ser una enseñanza. Los reyes de la tierra cobran los impuestos, no de sus hijos, sino de los otros ciudadanos — si no tiene el sentido de ciudadano del país frente a pueblos sometidos —. Los hijos son considerados exentos de ello. "Luego los hijos — dice Cristo — están exentos." Y sólo por evitar el escándalo pagará el impuesto.

¿Cuál es la doctrina encerrada en este concepto de "hijos" sobre la que gira la argumentación?

La comparación — pequeña parábola — está tomada de la vida real y aplicada a Jesús y los suyos, en contraposición a los demás. Pero sobre todo a El. Jesús abiertamente reconoce y proclama su absoluta independencia frente a las leyes tributarias del templo, que era homenaje, en último término, a Dios. La parábola iba a tener algo de alegoría. Los hijos estaban exentos. Pero Pedro había proclamado hacía aún poco, por "revelación" del Padre, que Jesús era "el Hijo del Dios viviente." Jesús se situaba así en la esfera de su Padre. Por eso estaba exento del tributo al templo. Pero con Él estaban asociados y exentos los discípulos. Era ello una prueba del supremo dominio legislativo de Jesús. No en vano Él era "mayor que el templo" (Mt 12:6). Por eso, El dispensaba las leyes, pues era "señor del sábado" (Mt 12:8). De esta conducta de Cristo concluyen Strack-Billerbeck: "De la prueba alegada por Jesús para su exención de la didracma, se sigue que reivindica para sí, ante Dios, un lugar que jamás ha convenido a un israelita." 23

También pudiera, en este pasaje, extenderse los tributos a los impuestos civiles en general (τέλος) ο al impuesto imperial (χηνσος). Estos impuestos se sabe que, ademαs de su gravamen económico, turbaban fuertemente la conciencia teocrática de los judíos. Y después del 70 se les puso, abusivamente, sobre casi todo 23.

Para evitar el escándalo hace un milagro. Manda a Pedro que se acerque al lago, junto al que están, y que en la boca del primer pez que pesque hallará una moneda — un "estater" — y con ella pagará por los dos. El "estater" valía cuatro "dracmas," que era lo justo para pagar por los dos, ya que cada uno había de pagar medio "siclo" de plata, que equivalía a dos "dracmas": "didracma."

El milagro de Cristo está, en primer lugar, en su ciencia sobrenatural, al anunciarle a Pedro esto. Y acaso sea lo más probable que, milagrosamente, se hubiese depositado el "estater" en la boca del pez.

No obstante, es conocido el caso de cierta especie de peces en el lago, la hoy llamada Chromis Simonis 24, en la que el macho, en cuya boca son depositados los huevos, y en el que se desarrollan, parece ser que al expulsarlos siente la necesidad de ocupar la boca con pequeñas piedras, etc. 25 En este caso la habría ocupado con un "estater" fortuito.

Se proponía que Cristo mandó a Pedro a pescar, y que la primera pieza lograda se vendió en este precio. Pero no lo dice el texto, y se valoraría en una cantidad desproporcionada.

 

1 Abel, Géographie de la Palestine (1933) I 353-357; Perrella, / luoghi santi (1936) p.182-193; Allegro, The Dead Sea Scrolls 14ss. — 2 Josefo, BI II 20:6; IV 1:1:8; Allegro, The Dead Sea Scrolls p.520-536. — 3 Strack-B., Kommentar. I p.752. — 4 Lagrange, Le Messianisme. (1909) p.210-213; Strack-B., Kommentar. IV p.779-789. — 4 Deut. rabba 3. — 5 Zielinski, De doxa Christi transfigurati: VD (1948; 291-303. — 6 Lagrange, Le Messianisme. (1909) p.89. — 7 De Vaux, Les institutions de ΐAnden Testament, vers. esp. (1964) p.632-635. — 8 Dabrowskí, La transfiguración de Jesús, vers. del pol. (1939); Vosté, De Bap-tismo, Tentaiione et Transfiguratione lesu (1934) p. 141-156; Zielinski, De íransfigura-tione lesu: VD (1948) 291-303.335-343; Baltensweiler, Die Verklarung Jesu Histo-risches Ereignis und synoptische Benchte (1959); Rlesenfeld, fesus transfigure (1947); George, La Transfiguration: Bible et Vie Chrét.(1960) 21-25; Hoeller, Die Verklarung Jesu (1937); Caird, The Transfiguraron: Expository Times (1955-1956) 291-294; Fonck, en VD (1922) 72-79; A. Fenillet, Les perspectives propres a choque evangeliste dans les recits de la Transfiguration: Rev. Bibl. (1858) p.281-301; X. Leon-Dufour, Eludes d'Évangile. La transfiguration de Jesús (1965) 83-122; M. Sabbe, La redaction du récit de la Transfiguration, en La Venue du Messie (1962) 65-100; P. Miguel, Le Mystere de la Transfiguration: Les Quest. Liturgiq. et Paroiss. (1961) 194-223; P. De Surgy, Transfiguraron: Vocab. Theol. Bibl. (1962) 1071-1072; Η. Ρ. Mόller, D Verklarung Jesu: Zeits. für die Neut. Wiss. (1960) 56-64, C. C. Carlston, Transfiguration and Resurrection: Jour. of Bibl. Literature (1961) 233-240; H. Rivera, El relato de la Transfiguración de Jesús: Rev. Bibl. (Argentina 1964) p.31-40. Para la teología de la transfiguración, cf. S. TH., 3 q.45; In evang. Matth. comm. c.7 n.l. — 9 Lagrange, Le Messianisme. (1909) p.210-213; Strack-B., Kommentar. IV p.779-789. — 10 Bonsirven, Le Judaísme. (1934) I p.418-419. — 11 Sobre la venida de Elias, cf. A. Skrinjar: VD (1934) 361-367; Durrwell: VD (1939) 269-278; A. De Guiglelmo, Dissertatio exegetica de reditu Eliae (Jerusalén 1938). — 12 Strack-B., Kommentar. I p.758; Lagrange, Évang. s. St. Matth. (1927) p.339, y Évang. s. St. Marc (1929) p.239. — 13 Smit, De daemoniacis in historia evangélica (1913) p.191-215. — 14 De morb. chron. I, IV 68, citado por Lagrange en Évang. s. St. Marc (1929) p.240. — 15 Fillion, La Vie De N. S. J.-Ch., Vers Esp. (1842) III P.256. — 16 Nestlé, N.T. graece el latine (1928) ap. crít. a Mt 17:17; cf. León-Dufour, L'e'pisode de l'enfant épileptique. La fermation des Évangües (1957) 85-115. — 17 Strack-B-, Kommentar. I p.669 y 759; J. Düplacy, La foi qui deplace les montagnes (Mt 17:20; 21:21): Mém. A. Gelin (1961) 273-287. — 18 Nestlé, N.T. graece el latine (1928) ap. crít. a Mt 17:21. — 19 Nestlé, N.T. graece el latine (1928) ap. crít. a Mc 9:29. — 20 Strack-B., Kommentar. I p.760. — 20 J. Schmid, Das Evangelium nach Markus (1958) p.40. — 21 JOSEFO, Antiq. XVIII 9:1; BI VII 6:6. — 22 Mishna: Sheqalim I 1-3; Strack-B., Kommentar. I p.765; Felten, Storia dei tempi del N.T. (1932) II p.70-73. — 23 Kommentar. I p.772; D. Blusser, Mt 17:24-26 and Dead Sea Sect'Opposition to Tax Paying: Tarbiz (Jerusalén 1961) p. 150-156; A. Pickering, The Temple Tax (Mt 17:23-26): Cath. Gazette (1957) p.170, y en The Cath. Bibl. Quart. (1957) p.511. — 23 Plinio, Ν. Η. XII, 63. — 24 Biever, Conférences de Sí. Etienne (1910-1911) p.295. — 25 A. Fernández, Vida de Jesucristo (1954) p.385-386.

 

 

Capitulo 18.

Con este capítulo comienza la sección del "cuarto gran discurso" del evangelio de Mt. En él se agrupan, artificiosamente, una serie de consignas, en parte morales, a sus discípulos, aunque en parte tiene un marcado carácter eclesial. Mc y Lc refieren, a veces, estos temas en otro contexto 1.

 

El más grande en el Reino de los cielos, 18:1-5 (Mc 9:33-37; Lc 9:46-48).

1 En aquel momento se acercaron los discípulos a Jesús, diciendo: ¿Quién será el más grande en el reino de los cielos? 2 El, llamando a sí a un niño, le puso en medio de ellos, 3 y dijo: En verdad os digo, si no os volviereis y os hiciereis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. 4 Pues el que se humillare hasta hacerse como un niño de éstos será el más grande en el reino de los cielos, 5 y el que por mí recibiere a un niño como éste, a mí me recibe.

 

Son recogidos varias veces en el evangelio estos celos y ambiciones de los apóstoles por los primeros puestos en el reino. Son todavía los "hombres" galileos y "judíos" que se figuran a su modo lo que será el Reino.

Por otra parte, aparecían especiales elecciones y distinciones entre algunos discípulos: Pedro, Juan y Santiago habían sido testigos de la transfiguración, lo mismo que en la resurrección de la hija de Jairo (Mc 5:37). Abiertamente, un día la madre de Juan y Santiago le pedirá a Jesús los dos primeros puestos en su reino (Mt 20:20-21; Mc 10:35-37), lo que produjo una serie de protestas en "los diez [apóstoles] que oyeron esto" (Mt 20:24; Mc 10:41). Todavía a la hora de la última cena se producen estos altercados de ambición en ellos (Lc 22:24); lo que hizo a Cristo darles una lección "teórica" sobre esto (Lc 22:25-27) y otra "práctica" con el lavatorio de los pies (Jn 13:6-17).

Con esta psicología aún ambiciosa, se suscitó un día en Cafarnaúm, en el "camino" (Mc v.33.34), una de estas discusiones sobre quién de ellos es el "mayor" en el reino de los cielos.

La pregunta responde a una pretensión, y ésta, en aquella mentalidad, no es de quién de ellos será más "santo" en el reino, sino quién de ellos tendrá una mayor dignidad de puesto o de mando; imbuidos del ambiente nacionalista judío lo conciben a su modo como temporal.

La respuesta de Cristo es una "parábola en acto." Se "sentó" (Mc), más que para descansar, pues venían de camino, para expresar con un signo más su lección magisterial. Llama a un niño y lo "puso junto a sí" (Lc), pero "en medio de ellos"; la expresión griega "en medio" (εν μέσω) es equivalente a “delante” de ellos 2. La expresión: "si no os volvéis y hacéis como niños.," discutida por los autores, "no es más que la manera hebraica y aramaica de expresar nuestra idea compleja de venir a ser" 3. El pensamiento de Cristo se sintetiza en tres ideas.

a) El que se haga pequeño como niño — que podrían ser también los desestimados en la comunidad eclesiástica —, ése es el más grande en el reino de los cielos. Mc lo expresa con fórmula más primitiva: el que "quiera ser el primero," ése ha de ser el "último de todos," el "servidor de todos." Es la gran lección cristiana sobre la ambición y los honores. Los puestos de mando, en el plan de Dios, son para servicio de la sociedad, que es el modo de servir a Dios. Naturalmente, no quiere decirse que de hecho vaya a haber una escala social en proporción a la humildad; aquí se habla, "sapiencialmente," de la actitud cristiana a tenerse en este asunto. El complemento de comprensión de esta enseñanza está en lo que dice a continuación.

b) "Si no os volvéis como los niños, no entraréis en el reino de los cielos."

Los fariseos se creían con derecho al reino (Mt 3:9). Pero éste — y ésta es la lección — se da como puro don gratuito de Dios. Lo mismo que los "puestos" en él. Se lo ha de recibir con la actitud de los niños. Acaso más que por sus condiciones morales — inocencia, simplicidad —, por la valoración social en que se los tenía en aquel ambiente: el niño era considerado como sin valor. En el tratado Shabbat, después de analizar el poco valor social que tiene el niño, se dice esto: "He aquí el principio: todo el tiempo que vive no es tenido ni como vivo ni como muerto; si muere, es considerado muerto a todos los efectos." 4 Hay que tener, pues, esta actitud moral para recibir el reino: no como exigencia, sino como don gratuito de Dios.

c) El tercer pensamiento es una consecuencia de lo dicho: el que recibe a un niño, sin aquel valor social, sólo por amor a Cristo, recibe a Cristo y a quien lo envió (cf. Mt 25:40) 4. Pero este versículo parece formar parte estructural del pasaje siguiente.

A la comunidad cristiana primitiva le era útil retener esta lección, pues en ella, para tener paz, no podía haber rivalidades. San Pablo alude en ocasiones a estos fallos.

 

Gravedad del escándalo, 18:6-9 (Mc 9:42-48; Lc 9:49-50).

6 Y al que escandalizase a uno de estos pequeñuelos que creen en mí, más le valiera que le colgasen al cuello una piedra de molino de asno y le arrojaran al fondo del mar. 7 ¡Ay del mundo por los escándalos! Porque no puede menos de haber escándalos; pero ¡ay de aquel por quien viniere el escándalo! 8 Si tu mano o tu pie te escandaliza, sácatelo y échalo de ti: que más te vale entrar manco o cojo en la Vida, que con dos manos o con dos pies ser arrojado al fuego eterno. 9 Y si tu ojo te escandaliza, sácatelo y échalo de ti: que más te vale entrar con un solo ojo en la Vida que con ambos ojos ser arrojado en la gehenna de fuego.

 

Concatenado — parataxis — y evocado por los "pequeños," y "en una arquitectura de carácter muy semita," se expone el tema del escándalo. Los tres sinópticos recogen la misma doctrina, pero en contextos distintos, aunque suponen el contexto doctrinal de Mt, pues en los tres, el escándalo es censurado en función de "uno de estos pequeños."

Habrá escándalos siempre. Dada la condición de los hombres, es inevitable. Se decía en un caso más concreto: "Desgraciado el mundo por sus juicios." 5

Estos "pequeños que creen en mí," no debe referirse a "niños" casi inconscientes de su hipotética fe, sino ser equivalente a "discípulos" o gentes sencillas, que creen en El5. Parecía pertenecer a otro contexto, unido aquí por su unión lógica con lo anterior. El sentido original de la frase, probablemente, se refería al reino y a las luchas farisaicas contra él. En el Mtg parece tener una mayor amplitud "moralizadora" todo este pasaje, incluso polémico.

La gravedad del escándalo se expone con el grafismo oriental. El amor al prójimo exige desearle el bien, y el escandaloso lo empuja al mal. Sapiencialmente hablando, esto le condena. Por eso, le valía más que lo arrojaran al mar — con el grafismo descriptivo que utiliza, y que eran formas usuales de decir 6 — que no a la gehenna (infierno)7.

Dada la enorme gravedad del escándalo, se expone la necesidad de prevenirse contra él. Lo que se expone con unas hipérboles que sugieren, con su extremismo didáctico, el verdadero pensamiento.

Si a una persona la escandaliza el "pie," la "mano" o el "ojo," vale más cortarlos y echarlos de sí que entrar con todos los miembros en el infierno. En varios códices se añade al v.44 de Mt, y al v.43 de Mc: "donde el gusano no muere ni el fuego se apaga"; pero no parecen ser genuinos, y son suprimidos por las mejores ediciones críticas 8.

Naturalmente, no quiere decirse que esto se realice materialmente. Si escandaliza un ojo y se lo corta, queda el otro para seguir escandalizando. La comparación está hecha sobre un principio de la ley natural: hay que sacrificar la parte por el todo. Aquí, con este aviso, se alerta sobre la gravedad del escándalo, y el castigo que le corresponde en orden a evitarlo.

El lugar del castigo es el infierno o "gehenna de fuego." Era el concepto judío del lugar y castigo de los pecados. Designaba originariamente el "valle de Hinnón" (ge-Hinnon), y en arameo con la vocalización en a, que es la que aparece en gehenna. Era un lugar de Jerusalén que se extendía por el noroeste hasta el sudoeste, y en el que se cometieron grandes idolatrías. En tiempo de Acaz (733-727) y Manases (696-641) se habían quemado niños a Moloc (2 Re 23:10; Jn 32:35; 2 Crón 33:6). Para hacer aquel lugar execrable para siempre impuro, el rey Josías (639-608) lo había hecho llenar, profanándolo, con inmundicias. Un fuego, siempre mantenido vivo, quemaba constantemente todos los detritus y basuras. Isaías muestra los cadáveres de los impíos arrojados de la nueva Jerusalén, parte descompuestos y comidos por "el gusano que nunca morirá" y parte quemados en el fuego de la gehenna, "cuyo fuego no se apagará" (Is 66:24). La literatura apocalíptica hace de él el lugar del suplicio de los malos 9. En el lenguaje evangélico, la gehenna vino a ser el símbolo del infierno de los condenados 10.

 

Dignidad de los niños, 18:10-11.

10 Mirad que no despreciéis a uno de esos pequeños, porque en verdad os digo que sus ángeles ven de continuo en el cielo la faz de mi Padre, que está en los cielos. !! Porque el Hijo del hombre ha venido a salvar lo perdido.

 

Otro tema concatenado al modo semita con la temática de los "pequeñuelos." Estos versos de Mt 10-11, se unirían mejor con el v.6 que con el 9. Podría ser una "inclusión semita" l0, o efecto de las "fuentes." Los "pequeños" aquí no parecen exigir ser sinónimos de "niños," pueden referirse a "discípulos" o partidarios, social y culturalmente sencillos, frente a escribas y fariseos. En Mtg tiene amplitud "ética," al menos no hay matiz de limitación temática específica.

Un motivo más para no despreciarlos es el que tienen ángeles "custodios" (Sal 91:11), los cuales ven siempre la faz de Dios. Es una enseñanza contra la concepción rabínica, muy oscura, sobre los ángeles custodios 11 y especialmente sobre su protección sobre los despreciados (Act 12:15). Si Dios se ocupa de ellos, poniéndoles la privilegiada "custodia" de sus ángeles, merecen, por esto mismo, gran estima y acusan gran dignidad. Hay también una enseñanza teológica de importancia. Según la concepción judía, sólo los ángeles superiores eran admitidos a contemplar la "majestad" de Dios; los otros recibían sus órdenes "detrás de una cortina" 12. Quitada la metáfora, aquí todos los ángeles, incluso los "custodios" de estos "pequeños," gozan de la presencia de Dios, señal de que protectores y protegidos tienen la benevolencia celeste.

El v.11 es críticamente muy discutido en este lugar, y se supone sea una interpolación proveniente de Lc 19:10 13.

 

El amor salvífico del Padre por los pequeños, 18:12-14 (Lc 15:3-7).

12 ¿Qué os parece? Si uno tiene cien ovejas y se le extravía una, ¿no dejará en el monte las noventa y nueve e irá en busca de la extraviada. 13 Y si logra hallarla, cierto que se alegrará por ella más que por las noventa y nueve que no se habían extraviado. 14 Así os digo: En verdad que no es voluntad de vuestro Padre, que está en los cielos, que se pierda ni uno solo de estos pequeñuelos.

 

Esta parábola la trae también Lc, aunque en contexto y con una matización distinta 14. En Mt el pensamiento es claro. La parábola va a ilustrar el gran amor del Padre por estos "pequeños." La solicitud pastoral por una sola oveja hace ver la estima que por ella tiene el pastor. En su sentido histórico debe de referirse a la defensa de Cristo contra los fariseos por sus contactos salvadores con publícanos y pecadores, e incluso con llamar a El a todos estos "pequeños." Mtg la utiliza para sacar de ella una comparación sobre estos "pequeños" despreciados: un aspecto parcial de su posible amplitud originaria. Si el pastor tiene una solicitud extrema por que no se pierda ni una sola oveja de su rebaño, hasta ir en busca de una que se extraviase, es ello señal de su amor por la misma. No se ha de perder ni una. Así es el amor y solicitud del Padre por es tos "pequeños," por muy desestimados y despreciados que se los considerase socialmente. Las gentes así despreciadas tienen el amor del Padre, hasta tal punto, que el reino también es para ellos. Y el Padre tendrá la máxima solicitud por que ninguno se pierda. No se trata de la cooperación de la oveja perdida; se destaca solo la iniciativa del Buen Pastor 14.

Sobre el sentido del gozo de recuperarla, aunque no se aplica a la conclusión, está basado en un hecho de experiencia ante una pérdida, y expresado con una hipérbole oriental.

La Iglesia primitiva tenía en ella una enseñanza de solicitud del pastor — jerarquía — frente a los apóstatas y a los expuestos — catecúmenos — a errores ambientales. Aunque la amplitud "moralizadora" de Mtg se acusa. Pero es, sobre todo, regla para los jefes de la comunidad: maestros, catequistas, etc. 15

 

La corrección fraterna, 18:15-17 (Lc 17:3).

15 Si pecare tu hermano contra ti, ve y repréndele a solas. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. 16 Si no te escucha, toma contigo a uno o dos, para que por la palabra de dos o tres testigos sea fallado todo el negocio. 17 Si los desoyere, comunícalo a la Iglesia, y si a la Iglesia desoye, sea para ti como gentil o publicano.

 

Lc lo trae en otro contexto. En él, "hermano" es equivalente a hombre; en Mt "hermano" es, por el contexto (v.17), equivalente a cristiano. Se parte de una falta del prójimo para exponerse la actitud cristiana ante la misma. La expresión "contra ti" es lección críticamente muy discutida 15.

Si se trata de una verdadera falta, se ha de buscar el bien del "hermano"; por eso, lo primero es hacérselo notar para remediarlo. Pero "a solas," por justicia, caridad y actitud pedagógica. Si "oye," se habrá ganado un hombre para Dios.

Si no hace caso, queda la prueba testifical, que ya exigía la Ley (Dt 17:6; 19:17). Pero en esta perspectiva cristiana no excluye, sino destaca preferentemente, la testificación privada, no jurídica. Naturalmente que no se condena ni excluye ésta. Es otra la perspectiva. Es la benevolencia en el castigo (1 Cor 6:1-8).

Si tampoco es eficaz, queda el recurso a la Iglesia, probablemente jerárquica (v.18), aunque alguno piensa en el influjo benéfico que puede recibir de la "asamblea," sentido que quieren dar a εκκλησία Ι6.

Si no oye, es ya mala voluntad o cerrazón, y puede considerarlo "como gentil o publicano." Parece ser esto ya redacción de alguna Iglesia con necesidades especiales. Lo que ya aparece es la Iglesia constituida, por lo que su redacción refleja este estadio. Aparte de la testificación judicial, se decía en la Torah: "El que reprende a su prójimo (judío) por amor a Dios, tendrá parte con Dios." 17

No se trata, desde luego, de establecer una reglamentación jurídica; se supone la Iglesia ya constituida, y se da una instrucción sobre el buen uso de la misma en la comunidad. Cristo no estableció reglas, sino principios.

En el momento histórico en que Cristo pronuncia la sentencia, acaso pudo ser una censura sobre el rigorismo juridicista de la sinagoga, y que se aplicaría ahora a los usos disciplinarios de una comunidad eclesial, posiblemente siro-palestinense.

¿Exige esta enseñanza de Jesucristo la realización sistemática de ese triple estadio de recursos? Los incluirá en ocasiones. Pero la enseñanza directa de Jesucristo es el celo y discreción en el ejercicio de la caridad. Puede ser una argumentación por "acumulación" y analógica a otra enseñanza sobre la caridad, dada por Jesucristo, en la que aparece un triple estadio ante el "juicio," el "sanedrín" y la "gehenna de fuego" (Mt 5:21-22).

 

Los poderes de la Iglesia, 18:18.

El final del verso 17 lleva lógicamente a explicar — justificar — el porqué de remitir al que no se enmienda al juicio de la Iglesia.

 

18 En verdad os digo, cuanto atareis en la tierra será atado en el cielo, y cuanto desatareis en la tierra será desatado en el cielo.

 

En esta forma "acumulativa" se somete, por último, al que no reconoce su "pecado," al juicio de la Iglesia. La doctrina que se enseña es de importancia capital. La Iglesia se halla dotada de verdaderos poderes judiciales: puede castigar, y esto supone que puede juzgar. No es más que la enseñanza de la Iglesia como sociedad perfecta, dotada de todos los medios — poderes — para poder realizar su fin. Por eso se dirá expresamente que todo lo que atareis en la tierra quedará atado en el cielo, y viceversa. Las expresiones "atar" y "desatar," conforme a la literatura rabínica, significan "permitir" o "prohibir" 18. La Iglesia, por tanto, está dotada de estos plenos poderes. En el contexto se refiere a los apóstoles — μαθηται — (Mt 18:1). Si el recurso a la Iglesia supone en ésta tal tipo de poderes, el destacarse aquí el poder de los apóstoles hace ver que se pone en cuanto eran "jefes" de la Iglesia.

Este poder conferido a la Iglesia en nada va contra el pleno poder personal conferido a Pedro, y que relata el mismo Mt (16:13-19). Pero este poder conferido a la Iglesia, en el contexto es a los apóstoles (v.18:1), y lo exige aquí el mismo texto: "Cuanto atareis. (vosotros)." No es, pues, poder conferido al laicado ni a cada uno de los fieles. Porque el poder que tiene la Iglesia — sociedad — supone una jerarquía, que es la que formalmente está dotada de tales poderes. Y si el v. 18 estuviese desplazado de su propio lugar, habría que reconocer que su inserción aquí sería una interpretación de Mt al v.17, y siempre quedaría el "poder" que se concede a la Iglesia, sin decirse que se concede a cada uno de los fieles, lo que tiene que ser, además, interpretado en función de esta jerarquía, pues el "díselo a la Iglesia" supone el decírselo al que tiene el "poder," que es la jerarquía. Lo contrario sería, sencillamente, imposibilitar el recurso al "poder" de la Iglesia. A lo que se une, con valor interpretativo, a la hora de la composición de los evagelios, la enseñanza y vida práctica de la misma.

Acaso podría sugerir el tenerlo como "un pagano y un publicano"19, el que estaban separados, no pertenecientes a la Iglesia, o que ésta lo hubiese separado oficialmente de la misma — "excomunión" (1 Coro 5:4-5) —, por lo que se le podría tener por todos, sin escándalo, como a "un pagano y a un publicano." Eran, por otra parte, los poderes que ya existían en la Sinagoga — el herem —, y que eran eficazmente ejercidos por la jerarquía, como aparece incluso en el Evangelio (Jn 9:22) 20. Sin embargo, el texto no pone expresamente una excomunión oficial, sino sólo "sea para ti" como un separado. Acaso sea un modo de suponerla o de advertir que es digno de ella.

Bonnard piensa que atar y desatar, en este contexto, no significa, probablemente, prohibir o permitir, sentido corriente en la casuística rabínica, sino pronunciarse contra una medida disciplinar propuesta en la Iglesia contra un hermano." 20 El v.18 tiene todo el aspecto de estar fuera de su propio contexto, pues no tiene una conexión literaria inmediata con el v.17. Lo tendría mejor con el v.14; cf. Mt 18:12 ("vosotros"). Por tanto, permanece con la amplitud de poderes que requiere la misión de la jerarquía de la Iglesia (cf. Act 15:6.23.28; comp. Act 15:22).

 

La oración colectiva, 18:19-20.

19 Aún más: os digo en verdad que, si dos de vosotros conviniereis sobre la tierra en pedir cualquier cosa, os lo otorgará mi Padre, que está en los cielos. 20 Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.

 

Este tema debe de ser evocado por la palabra Iglesia. Esta presencia de Cristo haría ver la rectitud de sus juicios.

Si dos o más oran juntos al Padre celestial, "lo conseguirán." En la perspectiva se supone que no pedirán nada al margen de lo que deba pedirse. Aparte que aquí en lo que principalmente se insiste es en la eficacia de la oración en común. ¿Por qué esta eficacia? Porque, cuando éstos están reunidos "en mi nombre" — conforme al sentido rabínico, "por causa de él.," "en nombre de él." 21 —, "allí estoy yo en medio de ellos." Era ya creencia en Israel la fuerza religiosa de la oración hecha en reunión, en sinagoga. Así decía un rabino "que las oraciones hechas en las sinagogas, al momento en que la comunidad ora, son oídas." Esto se deduce del midrasch de Job (36:5): Dios no desprecia la multitud. 22

Pero Jesús potencializa esta oración cristiana por tres motivos: a) por no exigir la oración en "sinagoga," sino que le basta la reunión de "dos o tres"; b) porque han de estar reunidos en su "nombre"; c) por la garantía de estar El mismo presente entre los que oran así. Esta reunión con Cristo, que no les hará pedir nada al margen de su voluntad (Jn 15:7.17), les hará recibir, además de la fuerza de su vinculación (Jn 15:5; 14:13.14; 15:16; 16:23.24), la presencia mística y complacida de Jesucristo "en medio de ellos." El tono "sapiencial" con que está formulada la concesión de lo que se pida, indica el poder de Cristo.

Se defiende, por razones filológicas y alguna otra observación, que esta reunión de "dos o tres" se refiere a un acto litúrgico, y que precisamente estos "dos o tres" son los oficiantes 22. Sus razones, de interés algunas, no son decisivas. Aunque la redacción acuse un tono eclesial, el núcleo fundamental es de Cristo. Acaso, primitivamente, Cristo habló de la presencia de Yahvé en las reuniones religiosas ambientales, que, naturalmente, se identificaron con Cristo al saberle Dios. Aunque también es muy probable que Cristo animase a los suyos con la promesa de su presencia entre ellos (cf. Mt 28:20), y que, conocida plenamente su divinidad, se identificase con la presencia de Yahvé entre los suyos.

Buzy ha hecho a este propósito una consideración sumamente sugestiva. Dice así:

"Los judíos creían en la presencia de la Shekina entre ellos; en suma, en la presencia de Dios." Rabí Ranina bar Teradjon (sobre 135) decía: "Si dos personas están reunidas y hablan de la Torah (la Ley), La Shekina mora entre ellos." La Shekina era la sensibilización de la presencia de Dios. "Cuando los fieles se ocupan uno con otro, Yahvé los oye y los escucha. ¿Por qué Dios se llama maqom, "El Lugar"? Porque, en todo lugar donde se encuentran los justos, allí también se encuentra Dios entre ellos." Pero después que Jesús habita entre los hombres, El es entre ellos una Shekina, una habitación concreta y viva de Dios. Hoy estamos acostumbrados a esta afirmación y a todas las afirmaciones semejantes. Pero es preciso que la costumbre (en su sentido ambiental) no nos vele el sentido y la fuerte intención de tales palabras. Ellas equivalen a una nueva afirmación de la divinidad. Todos los textos que mencionan una presencia misteriosa en el seno de una comunidad dicen que es la de Dios. Pero ahora Jesús sustituye a La Shekina, a la "Piedra," al "Lugar." El reivindica para sí el tributo de la presencia y de la omnipresencia. ¿Quién osaría hablar así? Una criatura no podría, sin sacrilegio, sustituir a Dios. Aquel que osa compararse a Dios lo hace en un tono el más seguro y tranquilo. La sola explicación plausible es que Jesús se considera Dios." 23

 

El perdón de las ofensas, 18:21-35.

21 Entonces se le acercó Pedro y le preguntó: Señor, ¿cuántas veces he de perdonar a mi hermano si peca contra mí? ¿Hasta siete veces? 22 Dícele Jesús: No digo yo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. 23 Por eso se asemeja el Reino de los cielos a un rey que quiso tomar cuentas a sus siervos. 24 Al comenzar a tomarlas, se le presentó uno que le debía diez mil talentos. 25 Como no tenía con qué pagar, mandó el señor que fuese vendido él, su mujer y sus hijos y todo cuanto tenía y saldar la deuda. 26 Entonces el siervo, cayendo de hinojos, dijo: Señor, dame espera y te lo pagaré todo. 27 Compadecido el señor del siervo aquel, le despidió, condonándole la deuda. 28 En saliendo de allí, aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros que le debía cien denarios, y, agarrándole, le ahogaba diciendo: Paga lo que debes. 29 De hinojos le suplicaba a su compañero, diciendo: Dame espera y te pagaré. 30 Pero él se negó, y le hizo encerrar en la prisión hasta que pagara ¡a deuda. 31 Viendo esto sus compañeros, les desagradó mucho, y fueron a contar a su señor todo lo que pasaba. 32 Entonces hízole llamar el señor, y le dijo: Mal siervo, te condoné yo toda la deuda porque me lo suplicaste.33 ¿No era, pues, justo que tuvieses tú compasión de tu compañero, como la tuve yo de ti? 34 E irritado, le entregó a los torturadores hasta que pagase toda la deuda. 3S Así hará con vosotros mi Padre celestial si no perdonare cada uno a su hermano de todo corazón.

 

Acaso sugerido por el tema de los "pequeñuelos" y pecadores, se trata aquí este tema de caridad. ¿Cuál había de ser la actitud cristiana ante las faltas reiteradas del prójimo?

La vida está llena de reincidencias en culpas perdonadas, y la vida social, ¿va a estar sometida al juego de indefinidos perdones? Tampoco el perdón social externo debe ir contra la prudencia y el honor. Pero aquí se trata de la actitud sincera de perdón ante Dios (Mt 5:38-45).

Pedro, que plantea el problema, lo lleva al extremo de preguntar si incluso ha de perdonar "siete veces," número muchas veces simbólico de lo universal (Gen 4:24). La pregunta de Pedro es equivalente a saber si tiene que perdonar siempre. El judaísmo discutía el número legal de veces a perdonar; generalmente eran cuatro. Pero era un perdón externo 23. La respuesta de Cristo es afirmativa, con el grafismo oriental, de perdonar no sólo "siete veces," sino "setenta veces siete." Y para hacer más gráfica la enseñanza se expone una parábola de Cristo.

El "talento" era una unidad fundamental de peso; indicaba un peso determinado de dinero. El "talento" comprendía 60 "minas" = 6.000 "dracmas áticas." La "dracma ática" era equivalente al "denario." Y éste era la paga diaria de un jornalero (Mt 20:1). Por eso la deuda de 10.000 "talentos" era equivalente a 60 millones de "denarios." La deuda era, pues, fabulosa.

La escena, como parabólica, utiliza deliberadamente datos artificiosos por su exclusiva finalidad pedagógica. Por ejemplo, Perea y Galilea daban anualmente a Antipas 200 "talentos"; Idumea, Judea y Samaría daban anualmente a Arquelao 600 "talentos" 24. El servidor podría haber sido un valido que había defraudado la confianza del dueño.

Se manda, para compensar en parte, vender a su mujer, hijos y propiedades. En los contratos de entonces entraba la responsabilidad familiar (2 Re 4:1; Dan 6:24; Est l6:18). Mas el análisis de los datos hace ver que se trata de la pintura de una corte oriental, pero no judía 25. Con ello se ve lo inverosímil de poder, con esta venta, lograr ni una cantidad respetable ante la deuda de los 10.000 "talentos." Es un dato más alegorizante en la parábola para acusar la misericordia de su señor con él. Por lo que, no pudiendo pagar, el dueño se lo perdona todo.

Pero se contrapone la conducta de este siervo perdonado con lo que exige a otro consiervo para que le pague, inmediatamente, una pequeña deuda: 100 "denarios." Y al no pagarlos, lo mete en la cárcel. Enterado el rey, lo manda encarcelar hasta que pague la deuda.

La parábola se alegoriza en parte. Son varios los puntos doctrinales que se destacan.

a) El motivo por el que el consiervo debía haber perdonado: el que el rey — Dios — le había perdonado a él. "Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial" (Mt 5:43-48; cf. Col 3:12-15; Sant 2:13).

b) También se percibe, alegorizada, la distancia entre el perdón del rey al siervo (60.000.000 de denarios") y lo que no quería perdonar aquel otro siervo (100 "denarios"). Esto habla de la deuda infinita del perdón de Dios a los seres humanos, y la pequeñez de perdón de los seres humanos entre sí26.

c) Pero el punto central es la necesidad de perdonar para que Dios perdone. Es el Paternóster (cf. 1 Jn 4:20).

A la hora de esta redacción evangélica se refleja los problemas internos eclesiales, que exigían resolverlos — lo que no es destruir la justicia — con la caridad y el perdón.

 

1 L. Vaganay, Le schematisme du discours communautaire a la lumiere de la critique des sources (Mt 18:1-35, par.): Rev. Bib. (1953) 203-244. — 2 Zorell, Lexicón graecum N.T. (1931) col. 822. — 3 Joüon, L'Évangüe., compte tenu du substract se'mitique (1930) p.112. — 4 Bonsirven, Textes. n.757. — 4 Strack-B., o.c., I p.591; M. Black, The Marcan Parable of the Child in the Midst: Exp. Tim. (1947-48) 14-16; G. Vaimar, Jesús und die Kinder. über Mt 18:1-7 (Diss. Wien 1952). Una triple hipótesis sobre el logion de Mt 18:3 que ha sido transmitido originalmente aislado y situado en este contexto por la tradición, la expone J. Jeremías, Die Gleichnisse Jesu, o.c. (1970) p.231-233. — 5 Strack-B., Kommentar. I p.729. — 5 Michel, en Theol. Wórt. Ν. Τ. IV, 650-661. — 6 Lagrange, Évang. s. St. Marc (1929) p.249. Para más datos, cf. Strack-B., Kommentar. I p.775-778. — 7 S. TH., In evang. Matth. comm. c.18 h.l. — 8 Nestlé, N.T. graece et latine (1928) ap. crít. a Mc 9:43.44.46. — 9 Henoc 27:1-3; Salmos de Salomón 12:5; 156:4; Esd. 2:29; Oráculos sibilinos 1:103; 3:761; artículo Gehínne, en Dict. Bib. Suppl.; Bonsirven, Le judaisme palestinien. (1934) I p.327-340. — 10 Cf. Lagrange, Évang. s. Matth. (1927) p.340-348. — 10 J. Dupont, Les Beatitudes (1951) p.49 nota 5. — 11 Bonsirven, Le juda'isme palestinien. (1934) I p.232-233. — 12 Strack-B., Kommentar. I p.783-784. — 13 Nestlé, N.T. graece et latine (1928) ap. crít. a Mt 18:11. 14 Una comparación de esta parábola entre Mt y Lc, cf. Buzy, en Revue Bibli-que (1930) 47-61; E. F. F. Bishop, The Parable of the Lost or Wandering Sheep (Mt 18:10-14; Lc 15, 3-7): Angl. Theol. Review (1962) p.44-57; J. Dupont. La brevis perdue.: Lum. et Vie (1957) p.15-23. — 14 Bonsirven, Le regne de Dieu (1957) p.73 nota 60; — 15 Bonnard, o.c., p.372-273. — 15 Nestlé, N.T. graece et latine (1928) ap. crít. a Mt 18:15. — 16 Strack-B., Commentar. I p.788 ν 739-740. — 17 Reuss, citado por Lebreton en La vie et l'enseignement. vers. esp. (1942) I — 18 Strack-B., K'ommentar. I p.379-740; cf. Comentario a Mt 16:18.19. — 19 Rev. Bib. (1924) 82ss. — 20 Strack-B., Kommentar. I p.792-793. — 20 Bonnard, L'ÉvangiU selon St. Matth. (1963) p.275. — 21 Strack-B., Kommentar. I p.591. — 22 Strack-B., Kommentar I p.793. — 22 P. Bonnard, L'Évangüe selon St. Matthieu (1963) p.275-276. — 23 Buzy, Évang. s. St. Matth. (1946) p.241-242; G. Marchand, Mt 18:20 dans la tradition des six premiers sudes (198s). — 23 Y orna 5:13; Baba gamma 8:7. — 24 Josefo, Antiq. XVII 11:4; M. Borda, Lares: la vita familiar e romana (1947) p. 79-80. — 25 J. Jeremías, Die Gleichnisse Jesu, o.c. (1970) p.254-259. — 26 VOSTÉ, Parabolae selectae. (1933) II p.636-652; LAGRAqNGE, Évangile s. Sí. Matth. (1927) p.357-364; Buzy, Parábales (1932) p.629-651; E. Fuchs, TheParableof the Ummerciful Servant (Mt 18:23ss): Stud. Evang. (1958) p.487-494.