Números.

 

Introducción. 1. El Censo de las Tribus. 2. Orden del Campamento. 3. Numero y Oficio de los Levitas. 4. Obligaciones de los Levitas. 5. Leyes y Ordenaciones Varias. 6. Ley del Nazareato. 7. Las Ofrendas de los Principes. 8. Ordenaciones Diversas. 9. Últimos Días en el Sinaí. 10. Preparación de la Partida. 11. Diversos Incidentes en el Camino del Sinai a Cades. 12. Castigo de María, Hermana de Moisés. 13. Los Exploradores de Canaán. 14. Incidentes en Cades. 15. Leyes Relativas a los Sacrificios. 16. La Sedición de Core y su Castigo. 17. La Vara Florida de Aarón. 18. Deberes y Derechos de los Levitas. 19. El Agua Lustral. 20. Diversos Incidentes en el Desierto. 21. Camino de Moab. 22. Historia de Balaam. 23. Oráculos de Balaam. 24. Nuevos Vaticinios. 25. La Prevaricación de Baalfegor. 26. Nuevo Censo de Israel. 27. Disposiciones Suplementarias. 28. Fiestas, Sacrificios y Oblaciones. 29. Las Fiestas de Otoño. 30. Ley de los Votos. 31. Guerra Contra los Madianitas. 32. Distribución de Transjordania Entre Rubén y Gao. 33. Etapas del Camino desde Egipto al Jordán. 34. Las Fronteras de la Tierra de Promisión. 35. Las Ciudades Leviticas. 36. Ley de Herencia de las Mujeres.
 

 

Introducción.

El cuarto libro del Pentateuco lleva entre los hebreos el título de wayedabber ("y dijo"), que son las palabras con que empieza el TM1. Sin embargo, en las modernas Biblias hebraicas se le llama Benidbar ("en el desierto"), que es la quinta palabra hebrea del TM. Los LXX le pusieron un nombre alusivo al censo con que comienza el libro, traducido por la Vg Numeri, y así pasó a las lenguas modernas.

 

Contenido y División.

El título Números no da idea del contenido del libro, ya que el empadronamiento de las tribus sólo comprende algunos capítulos. Por eso es más significativo el título de las Biblias hebraicas actuales: "En el desierto," ya que relata las incidencias de la azarosa marcha desde el Sinaí a Cades y después desde esta localidad (donde permanecieron los israelitas treinta y ocho años) hasta las estepas de Moab, frente a la tierra prometida. El libro es una miscelánea en la que se intercalan hechos históricos y leyes, no siendo fácil establecer una división lógica y clara. Podemos establecer una división atendiendo a los distintos escenarios geográficos: a) en el Sinaí (1:1-10:10); b) en el desierto de Cadesbarne (10:11-22:1); c) en las estepas de Moab, frente al Jordán (22:2-36:13). La duración de estas diversas etapas es muy desigual: diecinueve días en la primera, treinta y ocho años en la segunda y cinco meses para la tercera.

En la primera parte se acaba la organización del pueblo y del tabernáculo, según el plan comenzado en Éxodo. Al censo de las doce tribus, que nos da la cifra de 603.550 hombres de guerra, sigue el de los levitas destinados al servicio del santuario, 22.000 varones, contados desde un mes para arriba. El segundo empadronamiento, referido en el c.26, nos da la misma cifra. El pueblo es concebido como un ejército ordenado que se mueve con sus enseñas y jefes. La segunda sección comprende la fatigosa marcha hacia Cades, al sur de Bersabé. Los israelitas habían tomado esta dirección con ánimo de penetrar por el sur de Canaán, pero la cobardía les hizo desistir, y Dios los castigó a permanecer toda una generación en las estepas de Cades, donde no faltan algunos oasis. Después de treinta y ocho años de estancia se dirigieron hacia Edom; pero, al negárseles el paso, tuvieron que bajar hasta el golfo de Elán (Akaba) y subir por la frontera oriental de Edom y Moab hasta internarse frente al Jordán en las cercanías de Jericó. En la última parte se narran las victorias sobre los amorreos y los vaticinios de Balaam, la distribución de la Jordania septentrional entre Rubén, Gad y parte de Manasés.

En cada sección hay un grupo legislativo que interrumpe el hilo de la narración histórica. En general son leyes que apenas dicen relación con el contexto histórico, y son como suplementos a otras dadas anteriormente2, aunque hay algunas nuevas3.

 

Composición del Libro.

Aunque el libro tiene cierta unidad por el marco geográfico en que se encuadran los hechos y las leyes, sin embargo no existe unidad literaria. No hay ligazón entre los hechos y las partes legislativas, y los mismos hechos aparecen sin contornos cronológicos precisos, siendo a veces difícil señalar la prioridad entre ellos. Por todo esto, nos encontramos con el hecho de la complejidad de documentos utilizados por el último redactor. Encontramos relatos duplicados paralelos. También las secciones legislativas aparecen algunas veces duplicadas4. Supuesta esta composición, encontramos en Números tradiciones diversas que arrancan de la época del desierto y otras más recientes que llegarían a los tiempos de Esdras. Como en los otros libros, debemos admitir un núcleo primitivo histórico-legislativo de la época mosaica y un desarrollo posterior en los tiempos de la monarquía y aun después del exilio.

 

Historicidad de los Relatos.

Prescindiendo de las idealizaciones sobre el número de los israelitas, su organización y sobre otros hechos en conjunto, podemos decir que los hechos revelan la época del desierto y la geografía de la estepa. Las alusiones al hecho de que Moisés registró por escrito los lugares donde acampaban los israelitas nos dan una pista para entender cómo se han podido conservar los recuerdos de la vida del desierto5. Las incidencias del desierto, las impaciencias del pueblo, su nostalgia de los manjares característicos de Egipto6, encajan bien en la época mosaica. La lucha de Moisés contra las ingratitudes e inconstancia del pueblo es perfectamente verosímil en su cargo de jefe responsable de la marcha por el desierto, prometiéndoles una tierra feraz que no acababan de alcanzar. La prolongación de la estancia fue una gran prueba para la fe de Moisés y para su fortaleza excepcional. Moisés lo era todo: "un rey, un legislador, un sacerdote y un profeta,"7 y este carácter particular del gobierno de Moisés queda patente en relatos de Números8. Con su fuerte personalidad logró dominar a unas tribus recalcitrantes compuestas por gentes de "dura cerviz."

 

Doctrina Religiosa.

a) Monoteísmo. Yahvé es el Señor que guía a Israel y vence a los enemigos. La victoria sobre los reyes amorreos es una prueba de la protección divina sobre su pueblo. Los oráculos de Balaam son una prueba del poder de Yahvé sobre los mismos gentiles, que terminan por reconocer su gloria. Israel es su hijo, y Yahvé le guía en su marcha hacia la tierra prometida9. Su santidad debe ser respetada; por eso el campamento de los israelitas debe ser convenientemente repartido, de forma que junto al tabernáculo estén sólo los levitas y sacerdotes. Las leyes de pureza deben ser cuidadosamente guardadas por el pueblo para entrar en relaciones con la divinidad.

b) Culto. Se da gran importancia a las regulaciones cultuales, para garantizar la santidad exigida al pueblo antes de acercarse a su Dios. Se destacan los privilegios de la clase sacerdotal (rebelión y castigo de Coré, Datan y Abirón). Se menciona al sumo sacerdote10, se indican los derechos de los sacerdotes y de los levitas11, que son sus auxiliares. Se enumeran los sacrificios diversos, y entre ellos el cotidiano o perpetuo, que no es mencionado en el Levítico12. Es propio de Números la fiesta de la Neomenia o "luna nueva."13 Es un eco de la vida nómada del desierto, aunque no aparece en legislaciones anteriores. Es propia de este libro la oblación de harina y aceite en los sacrificios14, como se hacía en Babilonia15. Como hemos indicado, la legislación mosaica no es una creación totalmente original, sino que en muchos casos es una adaptación de ritos ancestrales de las tribus, conforme a la ley de la condescendencia de Dios con su pueblo para llevarle poco a poco a través de ritos externos, algunos comunes con las religiones paganas, a una forma superior de culto16.

 

1 Cf. San Jerónimo, Praef. in libros Sam. et Mal: PL 28,552. — 2 Cf. Núm 5:5-8 y Lev 6:1-7; Núm 9:6-14 y Ex 12; Núm 15,1-15 y Lev c. 1-5. — 3 Núm 6:1-21. — 4 Las fiestas (Núm c.28-29 y Ex 23,14-29; Lev 13; Dt 16); oblaciones (Núm 15,1-16; c.18-19 y Lev c. 1-7.22; 17-30); funciones de los levitas (Núm c.3-4 y 18); sacrificios (Núm 15, 22-31 y Lev 4:13-35); ciudades de refugio (Núm 35,9-34 y Dt 19:1-13). — 5 Cf 33:1-2. — 6 11.S. — 7 Filón, De vita Mosis III 23. — 8 Núm 12:1-15; 16:12-15. — 9 Núm 10:33; 10:35; 21:14. — 10 Núm 35:25-28; 32. — 11 Núm 3:10; 4:11-16; 18:5-7; 5:5-10; 6:19-20; 15:20-21; 18:8-19. — 12 Pero aparece en Ex 29:38-42. — 13 Núm 28:11-15. — 14 Num 15:1-16; 0:28-29. En Lev 2 Se Habla De Estas Oblaciones, Pero Separadas De Los Sacrificios. — 15 Cf. F. Martin, Textes religieux assyiriens et babyloniens (1903) p.XVIII-XIX.243.253. — 16 Sobre la condescendencia o synkatabasis de Dios en el A.T., véase H. Pinard De La Boullaye, Les inflltrations paíennes dans l'ancienne Loi, d'aprés les Peres et l'Église: "Rech. de Se. Reí." (1919) p.199-200. En los Santos Padres: San Justino, Dialog. n.Í8.23: PG 6, 516.520-521.525; San Ireneo, Cont. haer. IV 14,3: PG 7,1011; Tertuliano, Ad. More, II 18: PL 2,306; Orígenes, In Num. hom. 17 n.1: PG 12,703; San Jerónimo, In Ez. VI 20: PL 25,194; Epist. 73,3: PL 22,678; Tomás de Aquino, 1-2 q.102 3.3.

 

 

1. El Censo de las Tribus.

Los c.1-10 relatan los hechos habidos en el Sinaí poco antes de su partida hacia Cades. En ellos se especifican determinadas ordenanzas y censos de las diversas tribus. Estos capítulos pertenecen al texto, que nos presenta a Dios habitando en medio de su pueblo, bajo el símbolo de la nube — gloria de Yahvé — que el día de la inauguración del tabernáculo descendió sobre éste y tomó posesión de él. Yahvé es el Líder Supremo de su pueblo, y aquí ordena a Moisés que, con Aarón y doce personas más, haga el alistamiento de todo el pueblo. Serán los reclutados de veinte años para arriba, todos los que sean capaces de llevar las armas. La organización militar está calcada en la organización social del pueblo, por tribus y por familias. Los jefes de cada tribu serán los generales de las fuerzas de su tribu, y todas juntas constituirán un formidable cuerpo de ejército; los jefes de cada familia serán los encargados de dirigir las fuerzas de cada clan familiar. Todos bajo sus propias enseñas. Son, en suma, doce cuerpos de ejército, cuya cifra total se eleva a 603.550 hombres, un ejército como no lo imaginó el propio faraón ni ningún monarca de Nínive o Babilonia, pero que corresponde bien al poder del "Yahvé de los ejércitos," cuya gloria se propone ensalzar el autor sagrado. Ya verá el lector el carácter artificial de estos censos, que han de interpretarse teniendo en cuenta el género literario hiperbólico, tan querido de los orientales. El autor "idealiza" las situaciones, y presenta al pueblo israelita en sus comienzos como nación organizado militarmente como lo podrían tener los asirios, babilonios o egipcios. Como el templo de Jerusalén es para los autores sagrados el mayor y más rico de la tierra, así el ejército de Israel en los tiempos gloriosos del Éxodo es digno de medirse con las primeras potencias militares de la época. Era digno del "Dios de los ejércitos," que había sacado portentosamente a Israel de Egipto.

 

Orden de Confeccionar el Censo de las Tribus (1-4).

1El día primero del segundo mes del año segundo después de la salida de Egipto, habló Yahvé a Moisés en el desierto del Sinaí, en el tabernáculo de la reunión, diciendo: 2"Haz un censo general de toda la asamblea de los hijos de Israel, por familias y por linajes, describiendo por cabezas los nombres de todos los varones 3de veinte años para arriba, de todos los aptos para el servicio de las armas de Israel. Tú y Aarón haréis el censo, según sus escuadras. 4Tendréis con vosotros para asistiros un hombre por cada tribu, jefe de linaje."

 

La orden tiene lugar un mes exacto después de la construcción del tabernáculo1. En este mes tuvo lugar la promulgación de las leyes levíticas y el censo. Habían pasado trece meses desde la salida de Egipto y once desde la llegada de los israelitas al Sinaí2. Ordena Dios hacer el censo de toda la comunidad israelita según sus tribus y familias o clanes. Sólo se habían de computar los hombres capaces de llevar armas, es decir, de veinte años para arriba3. Se trata de organizar un cuerpo de defensa para cuando tengan que vérselas con otros pueblos en su caminar, y adiestrarlos para cuando tengan que abordar el ataque de los cananeos. El armamento debía de ser bien rudimentario, como lo era aún en tiempo de los jueces: hondas, hachas, bastones, quijadas de animales4, y raramente armas metálicas, ya que el hierro era todavía desconocido, y las armas de bronce no estaban al alcance de cualquiera. Aarón debe asistir a Moisés en la organización del censo, aunque los de su tribu (levitas) estarán exentos de tomar armas, pues estaban destinados al servicio del tabernáculo. Para facilitar el censo se nombran unos jefes o intendentes que las han de representar.

 

Los Jefes de las Diversas Tribus (5-16).

5He aquí los nombres de los que os han de asistir: De Rubén, Elisur, hijo de Sedeur. 6De Simeón, Selamiel, hijo de Zurisadai. 7De Judá, Nasón, hijo de Aminadab. 8De Isacar, Natanael, hijo de Suar. 9De Zabulón, Eliab, hijo de Jelón. 10De los hijos de José: De Efraím, Elisama, hijo de Amiud. De Manasés, Gamaliel, hijo de Pedasur.11De Benjamín, Abidán, hijo de Gedeón. 12De Dan, Ajiezer, hijo de Amisadai. 13De Aser, Feguiel, hijo de Ocrán. 14De Gad, Eliasab, hijo de Deuel. 15De Neftalí, Ajira, hijo de Enán. 16Estos serán los nombrados de la comunidad: sus príncipes de sus tribus, jefes de los millares de Israel."

 

Las doce tribus son nombradas según el orden habitual: primero los hijos de Lía, después los de Raquel y, finalmente, los de las esclavas de Jacob5. De los nombres, algunos los encontramos en otros libros del Antiguo Testamento anteriores al exilio, mientras que algunos, como Natanael y Gamaliel, son frecuentes en la literatura rabínica6. Los representantes de estas tribus son llamados "jefes de millares" en sentido amplio de agrupación grande, sin que millares haya de tomarse al pie de la letra7.

 

El Censo de las Tribus (17-46).

17Moisés y Aarón tomaron a estos varones designados por sus nombres, 18y convocaron la asamblea toda para el día primero del segundo mes, y se hizo el censo por familias y linajes, registrándose por cabezas los nombres de los de veinte años para arriba. 19Como se lo había mandado Yahvé a Moisés, así se hizo el censo en el desierto del Sinaí. 20Hijos de Rubén, primogénito de Israel, sus descendientes por familias y linajes, contando por cabezas los nombres de todos los varones de veinte años para arriba, todos los hombres aptos para servirse de las armas; 21fueron contados de la tribu de Rubén cuarenta y seis mil quinientos. 22Hijos de Simeón, sus descendientes por familias y linajes, contando los nombres de todos los varones de veinte años para arriba, todos los hombres aptos para servirse de las armas, 23fueron contados de la tribu de Simeón cincuenta y nueve mil trescientos. 24Hijos de Gad, sus descendientes por familias y linajes, contando los nombres de todos los de veinte años para arriba aptos para servirse de las armas, 25fueron contados de la tribu de Gad cuarenta y cinco mil seiscientos cincuenta. 26Hijos de Judá, sus descencientes por familias y linajes, contando los nombres de todos los de veinte años para arriba aptos para servirse de las armas; 27fueron contados de la tribu de Judá setenta y cuatro mil seiscientos. 28Hijos de Isacar, sus descendientes por familias y linajes, contando los nombres de todos los varones de veinte años para arriba aptos para servirse de las armas, 29fueron contados de la tribu de Isacar cincuenta y cuatro mil cuatrocientos. 30Hijos de Zabulón, sus descendientes por familias y linajes, contando los nombres de todos los varones de veinte años para arriba aptos para servirse de las armas, 31fueron contados de la tribu de Zabulón cincuenta y siete mil cuatrocientos. 32Hijos de José: de los hijos de Efraím, por sus familias y linajes, contando los nombres de todos los varones de veinte años para arriba aptos para las armas, 33fueron contados de la tribu de Efraím cuarenta mil quinientos" 34Hijos de Manasés, por sus familias y linajes, contando los nombres de todos los varones de veinte años para arriba aptos para las armas, 35se contaron de la tribu de Manasés treinta y dos mil doscientos. 36Hijos de Benjamín, por sus familias y linajes, contando todos los varones de veinte años para arriba aptos para las armas, 37se contaron de la tribu de Benjamín treinta y cinco mil cuatrocientos. 38Hijos de Dan, por familias y linajes, contando todos los varones de veinte años para arriba aptos para las armas, 39se contaron de la tribu de Dan sesenta y dos mil setecientos. 40Hijos de Aser, por sus familias y linajes, contando todos los varones de veinte años para arriba aptos para las armas, 41se contaron de la tribu de Aser cuarenta y un mil quinientos. 42Hijos de Neftalí, por sus familias y linajes, contando todos los varones de veinte años para arriba aptos para las armas, 43se contaron de la tribu de Neftalí cincuenta y tres mil cuatrocientos. 44Estos fueron todos los contados de los hijos de Israel por sus linajes, los que contaron Moisés y Aarón con los doce príncipes de Israel, uno por cada tribu; 45siendo todos los contados de los hijos de Israel, según sus linajes, de veinte años para arriba aptos para hacer la guerra en Israel, 46seiscientos tres mil quinientos cincuenta.

 

Dios había prometido que multiplicaría la descendencia de Abraham como las estrellas del cielo y las arenas del mar8. El autor sagrado quiere poner aquí de relieve el cumplimiento de esta promesa. Las cifras están sistemáticamente desorbitadas, conforme al género literario hiperbólico, idealizando el pasado según tradiciones de épica popular.

El censo coincide con el de Ex 30:11 y 37:25. Las cifras de Núm 26:62 son algo diferentes. Según 12:40, los israelitas varones adultos que salieron de Egipto fueron 600.000, sin contar gentes no israelitas que se les unieron9. Aquí se habla de 603.550 hombres israelitas aptos para las armas, y se excluyen los levitas. En Núm 26:51 se habla de 601.730 varones. Suponiendo estas cifras, bien puede calcularse una población para la comunidad israelita de 2.500.000 personas, lo que es una cifra desorbitada, pues esta cifra probablemente no fue alcanzada en toda la historia de Israel. No es concebible la movilización de esta masa de gente. En el país de Gosén se dedicaban al pastoreo, lo que supone enrarecimiento de población para encontrar los suficientes pastos para los rebaños. Por otra parte, ¿cómo subsistir esta multitud en las estepas del Sinaí? El maná resolvió milagrosamente algunas veces la situación, pero no consta que fuera un milagro permanente; lo mismo para proveerse de agua se habría requerido un milagro in-interrumpido durante los cuarenta años de vida en la estepa. Por otra parte, ¿cómo una tal masa de gente (más de dos millones) se habría movilizado para salir de Egipto y atravesar el mar Rojo en una noche?10 ¿Es concebible que los israelitas, de ser tan numerosos, hayan retrocedido ante una escaramuza de los cananeos? En el canto de Débora se habla de 40.000 guerreros israelitas de las tribus de Benjamín, Efraím, Manasés, Neftalí, Zabulón e Isacar11. En Jue 18:17 se habla de 600 guerreros de la tribu de Dan. Todas estas cifras más modestas se contraponen a las sistemáticamente exageradas de Núm 1,46. El P. Hummelauer cree que las cifras están multiplicadas por cien en un afán de los copistas de engrandecer el pasado israelita y presentarlo en parangón con la historia de los grandes imperios mesopotámicos y egipcios12. Así, los 603.550 quedarán reducidos a 6.355 varones aptos para la guerra. El P. Lagrange, suponiendo que las cifras de Núm 1.46 no corresponden a la realidad, concluye que la exageración no es debida al copista (coinciden todas las versiones antiguas en las cifras), sino al redactor inspirado mismo, que idealiza la historia israelita (género midrásico) con propósitos patrióticos y religiosos13.

 

Estatuto de los Levitas (47-54).

47Los levitas no fueron contados entre éstos según la tribu, 48porque había hablado Yahvé a Moisés, diciendo: 49"Sólo dejarás de contar la tribu de Leví; no los contarás entre los hijos de Israel, 50sino que pondrás a los levitas en el tabernáculo del testimonio, sobre todos sus utensilios y sobre todo cuanto le pertenece. Ellos llevarán el tabernáculo y todos sus utensilios, y servirán en él, y sentarán sus tiendas en derredor del tabernáculo. 51Y cuando el tabernáculo hubiera de trasladarse, los levitas lo desarmarán; y cuando hubiera de pararse, ellos lo armarán, y el extraño que se acercare morirá. 52Los hijos de Israel sentarán sus tiendas cada uno en su cuartel, bajo la propia enseña, por orden de escuadras; 53pero los levitas sentarán las suyas alrededor del tabernáculo del testimonio, para que la congregación de los hijos de Israel no incurra en ira; los levitas tendrán la guarda del tabernáculo del testimonio." 54Hicieron los hijos de Israel cuanto mandó Yahvé a Moisés; así lo hicieron.

 

Los levitas deben ser eximidos de las armas, porque están destinados a otras funciones en relación directa con el santuario. Son los encargados de mirar por los utensilios sagrados y de trasladarlos en los desplazamientos. Debían acampar junto al tabernáculo, evitando todo contacto profano. Ellos mismos no podían tocar las cosas del altar. Nadie que sea extraño a la tribu de Leví podrá dedicarse a las funciones de los levitas bajo pena de muerte (v.51). En los capítulos siguientes se concretarán las funciones de los levitas en orden al tabernáculo.

 

1 Ex 40:17. — 2 Ex 19:1. — 3 Se excluían los incircuncisos: cf. Ex 12:48. — 4 Cf. Jue 3:13; 15:15; 16; 1 Sam 18:40; 2 Sam 23:8.21. — 5 Cf. Gén 29:12-20; 24; 35:23-26; 46:8-23; Ex 1:2-4. — 6 De esto se ha querido deducir que la lista es artificial y que trae nombres desconocidos antes del exilio. Naasón y Abinadab son mencionados en Ex 6:23; Rut 4:20; Mt 1:4; Lc 3:33. Natanael encuentra su paralelo en el asiro-babilónico Na-tan-ilani. Elisama: 1 Par 7:26; 2 Sam 5:16; 36:12. Abidán: Jue 6:11. Ayeser: 1 Par 12:3. Del hecho de que muchos de estos nombres no figuren en el A.T. antes del exilio no se sigue que no puedan ser auténticos. — 7 Elef significa mil y después agrupamiento numeroso de familias: Jue 6:15; 1 Sam 10:19; Miq 5:1. — 8 Gén 22:17; 32:12. — 9 Ex 12:38. — 10 Ex 14:21-29. — 11 Jue 5:8. — 12 Cursus Scripturae Sacrae, ad locum. — 13 Véase RB (1899) 611-612; Heinisch, Das Buch Génesis (Bonn 1930) 1055; J. Touzard, Moïse et Josué: Dafc II 792.

 

 

2. Orden del Campamento.

Un ejército en orden es siempre un bello espectáculo. Los soldados distribuidos con sus enseñas y jefes en un campamento dan impresión de disciplina y de poder. Es lo que aquí el autor sagrado nos quiere demostrar al presentar a los israelitas disciplinados y distribuidos militarmente con sus mandos y enseñas, como convenía al ejército del "Dios de los ejércitos." El centro del campamento israelita lo ocupa el tabernáculo de Yahvé, que es la tienda del General en Jefe y en torno a él acampan los 8.580 levitas, de los treinta a los cincuenta años, encargados del servicio y transporte del tabernáculo, constituyendo como la guardia pretoriana de Yahvé. Luego vienen las otras fuerzas ordenadas: al oriente, Judá, Isacar y Zabulón (186.400 hombres); al mediodía, Rubén, Simeón y Gad (151.450 hombres), bajo sus propias enseñas; al occidente, Efraím, Manasés y Benjamín (108.100 hombres); finalmente, al norte acamparán Dan, Aser y Neftalí (157.600).

Esta distribución artificial obedece a la idea religiosa de presentar a Yahvé como centro de su pueblo. Los levitas son la zona aislante para evitar todo contacto profano. Se ha querido ver en este esquema la proyección en el pasado de un ideal religioso de época postexílica. Sin embargo, tenemos el esquema de la distribución del campamento de Ramsés II (el faraón del Éxodo: s.XIII a.C.) en su guerra contra los hititas, y es similar: en el centro del rectángulo está la tienda del generalísimo, y quizá el santuario religioso del ejército1. Así, la descripción del campamento israelita está calcada en la distribución militar de los campamentos egipcios. Los campamentos asirios eran redondos o elípticos2.

 

1Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 2"Que acampen los hijos de Israel cada uno junto a su enseña, bajo las banderas de sus linajes, frente al tabernáculo de reunión y en torno a él. 3Delante, al oriente, acampará Judá con su enseña y escuadras. De los hijos de Judá es jefe Naasón, hijo de Ami-nadab; 4su cuerpo de ejército, según el censo, es de setenta y cuatro mil seiscientos hombres. 5A sus lados acampará la tribu de Isacar; el jefe de los hijos de Isacar es Natanael, hijo de Suar, 6y su cuerpo de ejército es, según el censo, de cincuenta y cuatro mil cuatrocientos hombres. 7Después la tribu de Zabulón; el jefe de los de Zabulón es Eliab, hijo de Jelón, 8y su cuerpo de ejército es, según el censo, de cincuenta y siete mil cuatrocientos hombres. 9El total para el campo de Judá es, según el censo, de ciento ochenta y seis mil cuatrocientos nombres por sus escuadras. Serán los primeros que se pongan en marcha. 10Al mediodía, la enseña del campamento de Rubén, con sus escuadras. El jefe de los hijos de Rubén es Elisur, hijo de Sedeur, 11y su cuerpo de ejército, según el censo, es de cuarenta y seis mil quinientos hombres. 12A sus lados acampará la tribu de Simeón; el jefe de los hijos de Simeón es Salamiel, hijo de Zurisagún, 13y su cuerpo de ejército es, según el censo, de cincuenta y nueve mil trescientos hombres.14Después la tribu de Gad; el jefe de los hijos de Gad es Aliasab, hijo de Deuel, 15y su cuerpo de ejército es, según el censo, de cuarenta y cinco mil seiscientos cincuenta hombres. 16El total del campo de Rubén es, según el censo, de ciento cincuenta y un mil cuatrocientos cincuenta hombres. Se pondrán en marcha los segundos. 17Después avanzará el tabernáculo de la reunión, yendo el campo de los levitas en medio de los otros. Seguirán en la marcha el orden de su campamento, cada uno según su puesto y su enseña. 18Al occidente, la enseña de Efraím; el jefe de los hijos de Efraím es Elisama, hijo de Amiud, 19y su cuerpo de ejército es, según el censo, de cuarenta mil quinientos hombres. 20A sus lados acampará la tribu de Manasés; el jefe de la tribu de Manasés es Gamaliel, hijo de Pedasur, 21y su cuerpo de ejército es, según el censo, de treinta y dos mil doscientos hombres. 22La tribu de Benjamín; el jefe de los hijos de Benjamín es Abidán, hijo de Gedeón, 23y su cuerpo de ejército es, según el censo, de treinta y cinco mil cuatrocientos hombres. 24El total del campo de Efraím es, según el censo, de ciento ocho mil cien hombres; se pondrán en marcha los terceros. 25Al norte, la enseña del campo es Dan, con sus tropas. El jefe de los hijos de Dan es Ajiezer, hijo de Amisadai, 26y su cuerpo de ejército es, según el censo, de sesenta y dos mil setecientos hombres. 27A sus lados acampará la tribu de Aser; el jefe de los hijos de Aser es Feguiel, hijo de Ocrán, 28y su cuerpo de ejército es, según el censo, de cuarenta y un mil quinientos hombres. 29La tribu de Neftalí; el jefe de los hijos de Neftalí es Ajira, hijo de Enán, 30y su cuerpo de ejército es, según el censo, de cincuenta y tres mil cuatrocientos hombres. 31El total del campamento de Dan es, según el censo, de ciento cincuenta y siete mil seiscientos hombres. Se pondrán en marcha los últimos, según sus enseñas. 32Estos fueron los hijos de Israel inscritos en el censo, según sus linajes. El total de todos los hombres inscritos, repartidos en varios campos, según sus cuerpos de ejército, fue de seiscientos tres mil quinientos cincuenta hombres. 33Los levitas no fueron comprendidos en el censo con los hijos de Israel, según la orden que Yahvé había dado a Moisés. 34Los hijos de Israel hicieron todo lo que a Moisés había mandado Yahvé. Así acamparon, según sus enseñas, y así se ponían en marcha cada uno según sus familias y su linaje.

 

El autor sagrado no dice nada de los problemas planteados por este despliegue ideal del pueblo israelita como gran ejército. Al levantar el campamento deben guardar el orden descrito, ocupando el centro de la larga columna los levitas con el tabernáculo bajo la dirección de los sacerdotes. De la impedimenta de este ejército, de los elementos de su aprovisionamiento, nada dice el hagiógrafo, como tampoco de la restante masa del pueblo con sus haciendas. Pero ¿cuánto espacio necesitarían para acampar en este orden? Y puestos en marcha en columna de diez en fondo, ¿cuántos kilómetros tendría la columna que formasen y cuánto tiempo necesitarían para ponerse todos en marcha? Un pequeño cálculo nos da las dificultades para entender las cifras bíblicas como suenan. Contando los levitas, forman las fuerzas de varones de Israel 612.000. De diez en fondo forman 61.200 filas de diez hombres; a la distancia de un metro entre ellos nos da 61 kilómetros, sin contar los mayores espacios vacíos que requería el tabernáculo. Todo esto calculado muy por lo bajo, y suponiendo que caminan todos unidos, sin intervalo alguno entre las diversas unidades y sin tomar en cuenta el resto del pueblo, que es el cuádruple por lo menos de los varones. Podemos darnos una idea de la proporción teniendo en cuenta que el censo de los levitas de un mes para arriba alcanza la suma de 22.000, de los cuales sólo son llamados 8.580 (de los treinta a los cincuenta años). Quedan descartados 11.620, a los cuales hay que añadir los recién nacidos, las mujeres y los inútiles. Comenzando, pues, a marchar las primeras filas de la vanguardia, los últimos no podrían ponerse en movimiento hasta que los primeros hubieran recorrido 61 kilómetros (en el supuesto de que vayan de diez en fondo), para lo que se requerían dos días. Por todas estas dificultades, debemos concluir que nos hallamos ante un género literario especial, en el que el hagiógrafo, más que comunicarnos datos históricos, se propone realzar la gloria de Yahvé, el "Dios de los ejércitos."3

La situación de la tribu de Judá, al oriente, es privilegiada, ya que está delante de la fachada del tabernáculo, paralela a los sacerdotes que guardan la entrada. Junto a Judá, Isacar y Zabulón, hijos de Lía. En el occidente está Efraím con Manasés y Benjamín, descendientes de Raquel. Efraím está nombrado antes de su hermano mayor Manasés en razón de la bendición de Jacob4. El norte estaba reservado a Dan, Aser y Neftalí, descendientes de las esclavas. Dan es el primogénito y preside a los otros. Esta distribución es esquemática y artificial. Ezequiel se inspirará en ella para reconstruir idealmente la futura distribución de la Tierra Santa; los distintos grupos están distantes del santuario según su categoría: sacerdotes, levitas y tribus4.

 

1 Véase H. Gressmann, Altor. Texte und Bilder zum A. Test. II (1909) n.50. — 2 Véase DBV II 96-101; A. Clamer, Nombres (Sainte Bible, 1946) 244. — 3 Este género hiperbólico es muy común en las antiguas historias bíblicas. Ya lo hemos visto al estudiar la longevidad de los patriarcas antediluvianos (véase com. a Gén 5), en la salida de los israelitas de Egipto, y es muy común en el libro de los Paralipómenos. En 1 Re 8:62 se dice que Salomón inmoló el día de la dedicación del templo 22.000 bueyes y 120.000 ovejas — 4 Gén 48:13-20.

 

 

3. Numero y Oficio de los Levitas.

En el censo anterior — destinado sólo a las gentes que podían llevar armas — no entraban los levitas, que estaban por oficio consagrados a las exigencias del tabernáculo. Por eso ahora se hace el censo de ellos, empezando por la clase sacerdotal. Los levitas son considerados como porción selecta en sustitución de los primogénitos de Israel. Esta idea de elección del sacerdocio levítico es fundamental para la comprensión de la organización de la teocracia de Israel.

 

Los Sacerdotes (1-4).

1He aquí las descendencias de Aarón y Moisés al tiempo en que Yahvé habló a Moisés en la montaña del Sinaí. 2He aquí los nombres de los hijos de Aarón: Nadab, el primogénito; Abiú, Eleazar e Itamar. 3Estos son los nombres de los hijos de Aarón, sacerdotes ungidos y consagrados para el sacerdocio. 4Nadab y Abiú murieron al llevar ante Yahvé un fuego extraño en el desierto del Sinaí y no dejaron hijos. Eleazar e Itamar ejercieron el sacerdocio con Aarón, su padre.

 

Aunque se habla de la descendencia (lit. "generaciones": toledot) de Aarán y de Moisés, sólo se habla de los hijos de aquél, y no se mencionan después los de Moisés. Por Ex 18,1-6 sabemos que los dos hijos de Moisés son llamados Gersom y Eliezer, de los que no vuelve a hacerse mención en el Pentateuco1. Son los hijos de Aarón los que recibieron la unción2 como sacerdotes. De los cuatro, Nadab y Abiú murieron fulminantemente por haber usado fuego extraño, no santificado para el uso litúrgico3. Al no dejar descendencia, el sacerdocio quedó confinado a la descendencia de Eleazar e Itamar. El primero, como primogénito, tuvo siempre la supremacía en el culto. Sin embargo, en 1 Sam 1 se dice que el sumo sacerdote de Silo, Helí, era de la descendencia de Itamar. En tiempos de David y de Salomón volverá a tener la supremacía la rama de Eleazar, representada en Sadoc, frente a Abiatar, de la rama de Itamar. Según Ezequiel, en el templo futuro serán los descendientes de Sadoc los servidores del altar4.

 

Funciones de los Levitas (5-10).

5Yahvé habló a Moisés, diciendo: 6"Llama a la tribu de Leví, que se acerque a Aarón, el sacerdote, y se ponga a su servicio. 7Ellos se encargarán de todo cuanto sea necesario para él y para toda la asamblea ante el tabernáculo de la reunión, haciendo así el servicio del tabernáculo. 8Tendrán a su cargo todos los utensilios del tabernáculo de la reunión y cuanto necesiten los hijos de Israel en el servicio del tabernáculo. 9Darás los levitas a Aarón y a sus hijos, se los darás enteramente de entre los hijos de Israel. 10A Aarón y a sus hijos les encomendarás las funciones de su sacerdocio; el extraño que se acercare al santuario será castigado con la muerte."

 

Los levitas son auxiliares de los servicios del tabernáculo en las cosas que no afectan directamente al santuario, donde está el altar de los perfumes y el santo de los santos. No pueden ofrecer sacrificios. En el v.g se dice que estos levitas son dados (en hebreo netunim) a Aarón. Algunos autores ven en este nombre de netunim una relación con los netinim de los tiempos de Esdras, los natineos o prisioneros de guerra reservados a los sacerdotes y a los levitas5. Pero es sólo una coincidencia de nombre. Los levitas que se arrogaran funciones sacerdotales serían condenados a muerte (v.10).

 

Los Levitas, Primogénitos de Israel (11-13).

11Yahvé habló a Moisés, diciendo: 12"Yo he tomado de en medio de Israel a los levitas en lugar de todo primogénito que abre la vulva de su madre, entre los hijos de Israel, y los levitas serán míos, 13porque mío es todo primogénito; el día en que yo maté a todos los primogénitos en la tierra de Egipto, me consagré a mí todos los primogénitos de Israel, tanto de hombres como de animales; son míos. Yo, Yahvé."

 

Los levitas son ante Yahvé como los primogénitos del pueblo elegido. Yahvé se reservaba los primogénitos de los hombres y animales6. En Canaán era frecuente la inmolación de los primogénitos humanos7. En la legislación mosaica, la pertenencia de los primogénitos a Dios era simbolizada en un rescate en dinero8, de forma que jamás se permitieron sacrificios humanos. Los levitas sustituyen a los primogénitos que debían ser consagrados al servicio de Yahvé. En lugar de los primogénitos consagrados al servicio del culto, Yahvé prefirió escoger una tribu, a la que pertenecía el legislador Moisés, que fuera la continuadora de la obra teocrática de éste. En el incidente de la apostasía del becerro de oro, los levitas son los que respondieron más fielmente a Yahvé9. Quizá esto contribuyó a su elección como guardianes del santuario. Por otra parte, la reserva de los primogénitos a Yahvé (aparte de las razones atávicas que hubiera, reflejadas en otros pueblos) tiene una nueva razón, histórica: recuerdan a los primogénitos egipcios muertos por el ángel de Yahvé. Entonces fueron preservados los primogénitos de Israel, y por eso le son reservados como especial pertenencia. Ahora los levitas sustituyen a los primogénitos en la pertenencia o especial vinculación a Yahvé. El autor acumula razones para justificar la elección de los levitas y dejar bien asentada su elección en medio del pueblo de Israel.

 

Censo de los Levitas (14-39).

14Y habló Yahvé a Moisés en el desierto del Sinaí, diciendo: 15"Enumera a los hijos de Leví según sus linajes y familias. 16Haz el censo de todos los varones de un mes para arriba." Y Moisés hizo el censo según la orden de Yahvé, como éste se lo había mandado. 17Estos fueron los hijos de Leví, por sus nombres: Gersón, Caat y Merarí. 18Nombres de los hijos de Gersón, por sus familias: Libní y Semeí. 19Hijos de Caat, por sus familias: Amram, Jesuar, Jebrón y Oziel. 20Hijos de Merarí, por familias: Mojlí y Musí. Estas son las familias de Leví según sus linajes. 21De Gersón proceden las familias de Libní y la de Semeí: éstos son los linajes de Gersón. 22Los enumerados de ellos en el censo de todos los varones de un mes para arriba fueron siete mil quinientos. 23Los linajes de Gersón sentarán sus tiendas a espaldas del tabernáculo, a occidente. 24El jefe del linaje de los gersonitas es Eliasaf, hijo de Lael. 25Cuanto al tabernáculo de la reunión, los hijos de Gersón tenían a su cargo la tienda, y sus cubiertas, el velo de la entrada en la tienda, la cortina de la entrada del atrio, 26y las de éste en torno al tabernáculo y del altar, y las cuerdas para todo su servicio. 27De Caat proceden los linajes de los amramitas, los jezeritas, los jebronitas y los uzielitas; éstos son los linajes de Caat. 28 El censo de todos los varones de un mes para arriba dio ocho mil seiscientos adscritos al servicio del santuario. 29Los linajes de los hijos de Caat acampaban al mediodía del tabernáculo. 30El jefe de los linajes de las familias de Caat era Elisafán, hijo de Oziel. 31Estaban a su cargo el arca, la mesa, el candelabro, los altares y los utensilios sagrados de su servicio y el velo con todo lo que pertenecía a su servicio. 32El jefe supremo de los levitas era Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, a quien correspondía la superintendencia de todos los adscritos al servicio del santuario. 33De Merarí proceden los linajes de los mojlitas y los musitas. Estos son los linajes de Merarí. 34Los enumerados de ellos, conforme al censo de todos los varones de un mes para arriba, fueron seis mil doscientos. 35El jefe de los linajes de Merarí era Suriel, hijo de Abijail; acampaban al lado norte del tabernáculo. 36Al cargo de los hijos de Merarí estaban los tablones del tabernáculo con sus barras, 37sus columnas y sus basas y todo su servicio, y las columnas del atrio con sus basas, sus clavos y sus cuerdas. 38Delante del tabernáculo de la reunión, a levante, acampaban Moisés, Aarón y sus hijos, que velaban el cuidado del santuario para los hijos de Israel; todo extraño que se acercaba era castigado con la muerte. 39Los levitas que Moisés y Aarón enumeraron de orden de Yahvé fueron, contando de todos los linajes los varones de un mes para arriba, veintidós mil.

 

La lista de levitas es idéntica a la de Ex 6:16-19 y 1 Par 6:16-1910. Los gersonitas acampaban al oeste del tabernáculo, detrás de él, teniendo en cuenta que éste se orientaba hacia el este. Se asignan los oficios de las tres grandes familias levíticas: los gersonitas cuidarán del santuario y de la tienda11, de la cobertura de pelo12; los caatitas, acampados al sur del tabernáculo, se encargarán del arca de la alianza13, la mesa de los panes de la proposición14, el candelabro15 y los utensilios que usaban los sacerdotes en los sacrificios16 y el velo del santuario17, que separaba el santo del santo de los santos. Los meraritas acampaban al norte del tabernáculo, y les está confiado el armazón de madera del santuario18. Al este del santuario estaban los sacerdotes, aaronitas, encargados de la guardia del santuario.

La suma de los levitas son veintidós mil (v.39), aunque, atendiendo a las sumas parciales, salen 22.300. El error parece proviene del v.28, donde se lee 8.600 en vez de 8.300. Como se ve, la suma de levitas da un número mucho más reducido que el de las otras tribus. Quizá esto haya influido también para su elección para el santuario.

 

Los Levitas y el Rescate de los Primogénitos de Israel (40-51).

40Yahvé dijo a Moisés: "Haz el censo de todos los primogénitos de entre los hijos de Israel de un mes para arriba, contándolos por sus nombres. 41Tomarás para mí a los levitas en lugar de todos los primogénitos de los hijos de Israel, y el ganado de los levitas, en lugar de los primogénitos del ganado de los hijos de Israel. Yo, Yahvé." 42Moisés hizo el censo de todos los primogénitos de los hijos de Israel, según la orden que Yahvé le había dado. 43Todos los primogénitos varones, contados por sus nombres, de un mes para arriba, fueron veintidós mil doscientos setenta y tres. 44Yahvé habló a Moisés, diciendo: 45"Toma a los levitas en lugar de los primogénitos de los hijos de Israel, y el ganado de los levitas en lugar de los primogénitos de sus ganados. Los levitas son míos. Yo., Yahvé. 46Para el rescate de los doscientos setenta y tres primogénitos de los hijos de Israel, que sobrepasan el número de los levitas, 47toma cinco siclos por cabeza, según el sido del santuario, que es de veinte "gueras." 48Ese dinero se lo entregarás a Aarón y a sus hijos, como rescate de los que sobrepasan el número de los levitas." 49Moisés tomó el dinero de los primogénitos de los hijos de Israel, que sobrepasaban el número de los levitas, 50mil trescientos sesenta y cinco siclos, según el siclo del santuario. 51Moisés entregó a Aarón y a sus hijos el dinero del rescate, según la orden de Yahvé, según lo que Yahvé había dicho a Moisés.

 

Los levitas sustituyen ante Yahvé a los primogénitos de Israel y lo mismo sus ganados. El total de los primogénitos de un mes para arriba es de 22.273, que resulta muy bajo en comparación de los 600.000 varones de veinte años para arriba de Núm 1,46. Se quiere explicar diciendo que se trata de los primogénitos de las esposas legítimas, no de las concubinas, o que se trata de los primogénitos tomados en el sentido estricto, los primeros de una mujer, no los varones que hayan nacido después de que la madre haya tenido una hija (así se insiste en que el primogénito es el que aperit vulvam matris). Con todo, ya hemos indicado que las cifras han de ser tomadas siempre con cierta reserva. Como el número de levitas es inferior al de los primogénitos, el resto (273) sería rescatado por cinco siclos por cabeza19. La suma percibida de 1.365 siclos fue entregada por Moisés a los sacerdotes.

 

1 En 1 Par 23:15-17 aparecen como ascendientes de los levitas del tiempo de David. — 2 Véase com. a Lev 8:12. — 3 Cf. Lev 10:1-5. — 4 Ez 40:46; 42:19; 44:15; 48:11. — 5 Cf. Núm 31:25-27; Jos 9:23; 26-27. — 6 Cf. Ex 22:28-29; 34:19-20. — 7 Véase H. Vincent, Canaán d'aprés la exploration récente 196. — 8 Cf. Núm 18:15-16; Ex 13:13; 34:20. — 9 Cf. Ex 32. — 10 Cf. Gén 74:11; Núm 26:57-60; 1 Par 23:6-23. — 11 Cf. Ex 26:1-6. — 12 Ex 26:7-13. — 13 Ex 25:10-22. — 14 Ex 25:23-30. — 15 Ex 25:31-40. — 16 Núm 4:2-20. — 17 Lev 4:6; 24:3. — 18 Ex 26:15-30; 27:10-19. — 19 Cf. Lev 27:25. El siclo oscila entre 12 y 15 gramos.

 

 

4. Obligaciones de los Levitas.

El capítulo se divide en dos secciones: a) orden de hacer el censo y obligaciones (1-33); b) ejecución de la orden (34-49). En muchos versos es un duplicado del anterior1.

 

Los Caatitas y sus Funciones (1-20).

1Yahvé habló a Moisés, diciendo: 2"Haz el censo de los hijos de Caat de entre los hijos de Leví, según sus familias y linajes, 3desde los treinta años para arriba hasta los cincuenta, todos los que han de prestar servicio o cumplir alguna función en el tabernáculo de la reunión. 4Estos serán los servicios de los hijos de Caat en el tabernáculo de la reunión; consistirán en lo tocante a las cosas santísimas. 5Cuando hubiere de levantarse el campamento, vendrá Aarón y sus hijos a bajar el velo y cubrirán con él el arca del testimonio; 6pondrán encima una cubierta de pieles de tejón, y tenderán por encima de toda ella un paño de jacinto, y colocarán las barras del arca. 7Tenderán sobre la mesa de los panes de la proposición una tela de jacinto y pondrán encima de ellos los platos, los cálices, las cazoletas y los vasos de las libaciones; el pan perpetuo irá sobre ella; 8tenderán encima una tela carmesí, con que la envolverán, y una cubierta de pieles de tejón, y pondrán las barras de la mesa. 9 Tomarán una tela de jacinto, con la que cubrirán el candelabro con sus lámparas, sus despabiladeras, sus platos para los pabilos cortados, y todos los utensilios para el aceite que se emplean en su servicio, 10y con todos sus utensilios; los cubrirán de pieles de tejón y los pondrán sobre unas angarillas, 11Tenderán un paño de jacinto sobre el altar de oro y, después de cubrirlo con pieles de tejón, le pondrán las barras. 12Tomarán todos los utensilios para el servicio del santuario y, metiéndolos en una tela de jacinto, los cubrirán con pieles de tejón y los colocarán sobre unas angarillas. 13Quitarán del altar las cenizas y tenderán sobre él un paño de púrpura escarlata; 14pondrán encima de él todos los utensilios de su servicio, los braseros, los tenedores, las paletas y las bandejas, todos los utensilios del altar, y lo cubrirán con pieles de tejón y le pondrán las barras. 15Cuando Aarón y sus hijos hayan acabado de cubrir el santuario y sus utensilios todos y se levante el campamento, vendrán los hijos de Caat para llevarlos, pero sin tocar las cosas santas, no sea que mueran. He aquí lo que del tabernáculo de la reunión transportarán los hijos de Caat. 16Eleazar, hijo de Aarón, el sacerdote, tendrá bajo su vigilancia el aceite del candelabro, el timiama, la oblación perpetua y el óleo de la unción, así como todo el tabernáculo y cuanto él contiene, el santuario con todos sus utensilios." 17Yahvé habló a Moisés y a Aarón, diciendo: 18"Tened cuidado de que los hijos del linaje de Caat no sean extirpados de en medio de los levitas, 19y haced de modo que tengan segura la vida y no mueran si se acercan a las cosas santísimas; sean Aarón y sus hijos los que entren para encargar a cada uno su servicio y su cargo; 20pero ellos que no entren para ver un solo instante las cosas santas, no sea que mueran."

 

En el capítulo anterior se hacía el censo de los levitas escogidos por Yahvé como rescate de los primogénitos; ahora se trata de los levitas que han de prestar servicio en el santuario, incluidos los de treinta a cincuenta años. El censo empieza por los caatitas, porque a ellos les concierne el servicio relativo a las cosas más preciadas del tabernáculo. En 8:23-26, la edad para entrar en servicio de los levitas es la de veinticinco años2. Quizá después cambió Moisés porque necesitaba más personal del que al principio había calculado. Los hijos de Caat debían transportar las cosas más santas del tabernáculo: el arca, la mesa de los panes de la proposición con sus utensilios, el candelabro, el altar de oro y el altar de los holocaustos. Todos han de ser recubiertos por los sacerdotes antes de ser transportados con un paño violeta (de jacinto), excepto el altar de los holocaustos, que debía ser recubierto por un paño de púrpura; y sobre ellos una piel de tejón3. Para el arca y la mesa de los panes de la proposición se añadía un paño escarlata, sin duda para distinguirlos de los demás en el traslado. Todos estos objetos debían ser transportados a mano, colocándolos sobre barras o angarillas. El arca debe ir cubierta con el velo que separaba el santo del santo de los santos (v.5). Los levitas no debían tocarlos antes de ser recubiertos, y se encarece a los sacerdotes que vigilen sobre este detalle, pues de lo contrario se expone a aquéllos a la muerte

 

Los Gersonitas y sus Oficios (21-28).

21Yahvé habló a Moisés y a Aarón, diciendo: 22"Haz también el censo de los hijos de Gersón, según sus familias y linajes, 23haciendo el censo de treinta años para arriba, hasta los cincuenta, de todos los que han de prestar sus servicios y cumplir alguna función en el tabernáculo de la reunión. 24He aquí los servicios de los linajes de Gersón, lo que habrán de hacer y lo que habrán de llevar. 25Llevarán las cortinas del habitáculo y tienda de la reunión; su cubierta y la cubierta de pieles de tejón con que se cubren, 26las cortinas del atrio y la de la puerta de la entrada del atrio, todo lo que rodea la tienda y el altar, sus cuerdas y todos los utensilios de su servicio, y harán cuanto con ellos se ha de hacer. 27A las órdenes de Aarón y sus hijos estará el servicio de los gersonitas en todo cuanto éstos han de hacer y llevar; vosotros asignaréis a cada uno determinadamente lo que hayan de transportar. 28Este es el servicio de los linajes de Gersón en el tabernáculo de la reunión, y su vigilancia estará a cargo de Itamar, hijo del sacerdote Aarón.

 

Los hijos de Gersón tendrán a su cargo partes del tabernáculo menos nobles que los caatitas, pues les compete guardar y transportar los toldos y cubiertas del mismo. Todos estarán a las órdenes de Itamar, hijo de Aarón.

 

Los Meraritas y sus Funciones (29-33).

29Haz el censo de los hijos de Merarí según sus familias y linajes, 30contándolos desde los treinta años para arriba hasta los cincuenta, todos los adscritos al servicio y para cumplir sus funciones en el tabernáculo de la reunión. 31He aquí lo que habrán de transportar, según sus servicios, en el tabernáculo de la reunión: los tablones del habitáculo, sus traveseros, sus columnas, sus basas, 32y las columnas del atrio en derredor, con sus basas, sus estacas y sus cuerdas, y todos los utensilios de sus basas, y les indicaréis determinadamente los utensilios que han de transportar. 33Este es el oficio del linaje de los hijos de Merarí, conforme a su servicio en el tabernáculo de la reunión, bajo la vigilancia de Itamar, hijo del sacerdote Aarón."

 

Los meraritas deben transportar el armazón de madera del tabernáculo: columnas, travesanos, etc. En 7,8 se dice que utilizarán para ello carros. Estarán también bajo la dirección de Itamar, hijo de Aarón.

 

Censo de los Levitas (34-49).

34Moisés y Aarón y los príncipes de la asamblea hicieron el censo de los hijos de Caat por linajes y familias, 35de cuantos eran de treinta años para arriba hasta los cincuenta; 36y los enumerados según sus familias y sus linajes fueron dos mil setecientos cincuenta; 37éstos fueron los enumerados del linaje de los caatitas, todos los que hacían el servicio en el tabernáculo de la reunión, que Moisés y Aarón enumeraron de orden de Yahvé dada a Moisés. 38Hízose el censo de los hijos de Gersón por familias y linajes, 39desde los treinta años para arriba hasta los cincuenta, de cuantos hacían servicio en el tabernáculo de la reunión, 40y fueron enumerados por familias y linajes dos mil seiscientos treinta. 41Estos son los enumerados de los hijos de Gersón, todos los que hacían servicio en el tabernáculo de la reunión, que Moisés y Aarón enumeraron de orden de Yahvé. 42Hízose el censo de las familias de los hijos de Merarí por familias y linajes, 43desde los treinta años para arriba hasta los cincuenta, de cuantos prestaban servicio en el tabernáculo de la reunión, 44y fueron enumerados por familias tres mil doscientos. 45Estos son los enumerados de las familias de Meraií, que Moisés y Aarón enumeraron según la orden de Yahvé dada a Moisés. 46Todos los que fueron enumerados en el censo que Moisés y Aarón y los príncipes de Israel hicieron de los levitas, por familias y linajes, 47desde los treinta años para arriba hasta los cincuenta, 48todos los que prestaban servicio de ministerio o de transporte en el tabernáculo de la reunión, vinieron a ser ocho mil quinientos ochenta. 49Según la orden dada por Yahvé a Moisés, fueron designados cada uno para su propio ministerio y su propio cargo, y los designados fueron aquellos que Yahvé había mandado.

 

El censo de levitas comprendidos entre treinta y cincuenta años (8.580) resulta normal en la proporción respecto al número total de 22.000 primogénitos.

 

1 Así, los v.4-15.24-28.31-33 parecen una repetición de 3.25-26; 31; 36-37, El orden es diferente: Caat, Gersón, Merarí, en vez de Gersón, Caat. — 2 David rebajará la edad a los veinte años (1 Par 23:24). Los LXX, para concordar con Núm 8:23-26, ponen veinticinco años. Después del exilio no se exige edad concreta para entrar en servicio: 2 Par 31:17; 1 Esd 3:8 — 3 La palabra hebrea tajas, que traducimos por tejón, es de sentido incierto. Muchos autores, relacionándola con el árabe tuhas, traducen delfín o animal marino. Quizá diga relación al egipcio tjs, que significa cuero, piel de animal en general.

 

 

5. Leyes y Ordenaciones Varias.

Después de haber organizado militarmente el personal del campamento, el legislador aborda la organización moral de las gentes que en él conviven conforme a determinados postulados religiosos. Así, en este capítulo se trata de: a) exclusión de los impuros (1-4); b) restitución de lo mal adquirido (5-10); c) ley sobre los celos (11-31). En este mosaico de leyes, sin duda que hay infiltraciones legislativas de épocas posteriores a la estancia en el desierto de los israelitas.

 

Exclusión de los Ritualmente Impuros.

1Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 2"Manda a los hijos de Israel que hagan salir del campamento a todo leproso, a todo el que padece flujo y a todo inmundo por un cadáver. 3Hombres o mujeres, todos los haréis salir del campamento para que no contaminen el campamento en que habitan." Así lo hicieron los hijos de Israel, haciéndoles salir del campamento; 4como lo ordenó Moisés, así lo hicieron los hijos de Israel.

 

El campamento estaba organizado en torno al tabernáculo de Dios, como centro de su vida religiosa, y por eso era en cierta manera cosa sagrada. El arca de la alianza era símbolo de la presencia de Dios, la cual santificaba el territorio ocupado por el campamento. Por tanto, debían ser excluidos de esa zona todos los que de cualquier modo hubieran contraído impureza ritual, como el leproso1, el que padeciera de gonorrea2 o hubiera tocado un cadáver3. En el fondo de estas prescripciones hay razones de higiene (necesarias sobre todo en una vida campamental) y razones religiosas ancestrales, tomadas del ambiente tribal de la época. Los contaminados por alguna de estas impurezas no debían residir en el campamento, ya que lo contaminaban, y podía desencadenarse la ira abrasadora de Yahvé.

 

Restitución de los bienes mal Adquiridos (5-10).

5Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 6"Di a los hijos de Israel: Si un hombre o mujer comete uno de esos pecados que perjudican al prójimo, prevaricando contra Yahvé y haciéndose culpable, 7confesará su pecado y restituirá enteramente el daño, añadiendo un quinto; restituirá a aquel a quien perjudicó; 8 y si no hubiera ya nadie a quien pertenezca, la restitución la hará a Yahvé, y será entregada al sacerdote, además del carnero expiatorio con que se hará la expiación del culpable. 9Toda ofrenda de cosas consagradas por los hijos de Israel que éstos presentan al sacerdote, de éste es; 10cuanto cada uno consagre, de él es; lo que se presenta al sacerdote, de éste es."

 

Esta perícopa parece fuera de lugar, y es paralela a la sección de Lev 5:20ss, en que se trata de la misma materia. Como allí, se recarga en un quinto la indemnización de los perjuicios causados al prójimo y se añade el sacrificio de un carnero en expiación del pecado cometido contra Dios. Si faltase la persona perjudicada u otra heredera de sus derechos, para que el infractor no se beneficie de su culpa, entregará la restitución a Yahvé, representado en el caso por los sacerdotes. Todo robo es un delito contra Dios, pues afecta a los derechos divinos, ya que Dios es el único dueño de los bienes y los distribuye a su beneplácito. De ahí la necesidad de un sacrificio en reparación. Después el legislador habla de los derechos de los sacerdotes en los sacrificios y ofrendas4.

 

Ley de los Celos (11-31).

11Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 12"Habla a los hijos de Israel y diles: Si la mujer de uno fornicare y le fuese infiel, 13durmiendo con otro en concúbito de semen, sin que haya podido verlo el marido ni haya testigos, por no haber sido hallada en el lecho, 14y se apoderare del marido el espíritu de los celos, y tuviese celos de ella, háyase ella manchado en realidad o no se haya manchado, 15la llevará al sacerdote, y ofrecerá por ella una oblación de la décima parte de un "efá" de harina de cebada, sin derramar aceite sobre ella ni poner incienso encima, porque es ofrenda de celos, ofrenda de memoria para traer el pecado a la memoria. 16El sacerdote hará que se acerque y se esté ante Yahvé; 17tomará del agua santa en una vasija de barro, y, cogiendo un poco de la tierra del suelo del tabernáculo, la echará en el agua.18Luego él sacerdote, haciendo estar a la mujer ante Yahvé, le descubrirá la cabeza y le pondrá en las manos la ofrenda de "memoria," la ofrenda de los celos, teniendo él en la mano el agua amarga de la maldición; 19y la conjurará, diciendo: Si no ha dormido contigo ninguno y si no te has descarriado, contaminándote y siendo infiel a tu marido, indemne seas del agua amarga de la maldición; 20pero si te descarriaste y fornicaste, infiel a tu marido, contaminándote y durmiendo con otro, 21el sacerdote le conjurará con el juramento de execración, diciendo: Hágate Yahvé maldición y execración en medio de tu pueblo, y seqúense tus muslos e hínchese tu vientre, 22entre esta agua de maldición en tus entrañas, para hacer que tu vientre se hinche y se pudran tus muslos; la mujer contestará: Amén, amén. 23El sacerdote escribirá estas maldiciones en una hoja y las diluirá en el agua amarga, 24y hará beber el agua amarga de la maldición. 25Luego tomará de la mano de la mujer la ofrenda de los celos y la agitará ante Yahvé y la llevará al altar; 26y, tomando un puñado de la ofrenda de memoria, lo quemará en el altar, haciendo después beber el agua a la mujer. 27Darále a beber el agua; y si se hubiere contaminado, siendo infiel a su marido, el agua de maldición entrará en ella con su amargura, se le hinchará el vientre, se le secarán los muslos y será maldición en medio de su pueblo. 28Si, por el contrario, no se contaminó y es pura, quedará ilesa y será fecunda. 29Esta es ley de los celos para cuando una mujer haya sido infiel a su marido y se haya contaminado, 30o que el espíritu de los celos se haya apoderado de su marido y tenga celos de ella; presentará a su mujer ante Yahvé, y el sacerdote hará con ella cuanto en esta ley se prescribe. 31Así el marido quedará libre de culpa, y la mujer llevará sobre sí su pecado.

 

Aquí tenemos un verdadero juicio de Dios, una ordalía. La fe simplista en la justicia de Dios dio origen a muchos de estos métodos bárbaros de averiguar la verdad, cuando no poseían otros medios seguros para lograrlo ni se querían resignar a la ignorancia de ella. Estos medios, empleados por el vulgo, podían ser ocasión de muchos abusos, y la religión intervino para regular su empleo. En las colecciones de la liturgia antigua tenemos muchos formularios que tienden a regular las ordalías inventadas por la superstición popular. Tales son el juicio por el fuego, por el agua, por la reja de arado candente5. El ritual bíblico es bastante inofensivo en comparación con estas prácticas brutales: se hacía beber agua con un poco de polvo del santuario, con la ceniza de una hoja de papiro en que iban escritas ciertas maldiciones. El formulario tiende a impresionar a la mujer y obligarla a confesar su crimen ante el santuario. Entre los babilonios y asirios, el Eufrates y el Tigris, como otras tantas divinidades, tenían el poder de discernir la verdad, ahogando al culpable y salvando al inocente6.

La mujer debe presentar una ofrenda modesta de cebada (unos tres kilos y cuarto: la décima parte de un efá), sin aceite ni incienso, como era lo normal, pues no tiene la finalidad de presentarla en homenaje a Dios, sino más bien para impetrar el auxilio divino para que aclare la sospecha; es "oblación de celos" (v.15). El agua santa (v.17) aparece sólo aquí en todo el Antiguo Testamento. Los LXX leen "agua pura viviente," es decir, corriente7. El vaso que la contiene debe ser roto después del rito8. En señal de deshonra, el sacerdote descubre la cabellera de la mujer9. El "agua amarga" se llama así por la amargura que va a sufrir la culpable. Después el sacerdote conjura a la mujer para que se manifieste su culpabilidad ρ inocencia. Este rito refleja una mentalidad muy arcaica en la historia de Israel, eco de costumbres ambientales de la estepa del Sinaν. De hecho apenas se menciona en épocas posteriores en la historia israelita.

 

1 Cf. Leve.13-14. — 2 Lev 15. — 3 Núm 19. — 4 Cf. Lev 7:7-10. — 5 Cf. E. Marténe, De antiquis Ecclesiae ritibus II 3303. — 6 Véase Cód. de Hammurabi art.131-132: la mujer acusada de adulterio será echada al Eufrates. En las Leyes asirias (art. 17) se ordena algo semejante. Véanse otros casos en J. Frazer, Folklore in the Old Testament III 304-314. — 7 Cf. Núm 19:7; Lev 14:5-6. — 8 Lev 6:21 (heb. 28). — 9 Cf. Lev 10:6.

 

 

6. Ley del Nazareato.

Esta institución persistió durante toda la historia de Israel, y así la encontramos en tiempo de los jueces1 y aun en los tiempos de Cristo2.

 

Obligaciones del Nazareato (1-8).

1Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 2"Habla a los hijos de Israel: Si uno, hombre o mujer, hiciere voto de consagración, consagrándose a Yahvé, 3se abstendrá de vino y de toda bebida embriagante; no beberá vinagre ni bebida de vino ni bebida embriagante; ni comerá uvas frescas ni secas; 4durante todo el tiempo de su nazareato no comerá fruto alguno de la vid, desde la piel hasta los granos de la uva. 5Durante todo el tiempo de su voto de nazareo no pasará la navaja por su cabeza; hasta que se cumpla el tiempo por que se consagró a Yahvé, será santo y dejará libremente crecer su cabellera. 6Durante su tiempo de consagración a Yahvé no se acercará a cadáver alguno; 7no se contaminará ni por su padre, ni por su madre, ni por su hermano, ni por su hermana, si muriesen; porque lleva sobre su cabeza la consagración a su Dios. 8Todo el tiempo de su nazareato está consagrado a Yahvé.

 

El nazareato era una consagración especial a Yahvé, que imponía ciertas normas de abstinencia. Los datos de la Escritura nos dicen que había varias formas de hacer esta consagración; pero son insuficientes para darnos a conocer su naturaleza precisa y el desarrollo histórico de esta institución, que sin duda no fue siempre igual. Cuando el ángel anuncia a la madre de Sansón el nacimiento de su hijo, le ordena abstenerse de toda bebida inebriante y de comer cosa inmunda; le añade que la navaja no tocará la cabeza del hijo, porque será nazareo de Dios desde el vientre de su madre3. Ana, madre de Samuel, pide a Dios un hijo y promete consagrarlo a Yahvé todos los días de su vida y que la navaja no tocará su cabeza4. El profeta Amos enumera entre los favores hechos por Dios a Israel, después de la salida de Egipto, haber suscitado profetas de entre sus hijos y nazareas de entre sus mancebos, y, no obstante, obligaban a callar a los profetas y forzaban a beber vino a los nazareos5. Según el profeta, Yahvé, Dios de Israel, tenía derecho a enviar profetas y suscitar nazareos consagrados a El; pero el pueblo no corresponde e induce a éstos a quebrantar sus votos. El voto de nazareo es, pues, aquí símbolo de fidelidad y entrega a Dios.

El nazareato podía ser vitalicio o temporal. La devoción inducía a los fieles a buscar la unión más estrecha con Dios durante algún tiempo. Para ello se abstenían del fruto de la vid y de toda cosa impura, y no se cortaban el cabello. El día que terminaba el voto, el cabello se cortaba en el santuario y se echaba al fuego, que consumía el sacrificio. Si el nazareo asistía a una muerte repentina, debía raparse la cabeza y empezar de nuevo el voto de nazareato. El término del voto se cerraba con unos sacrificios en el templo, aunque en casos excepcionales se realizaban fuera de él6. Esta práctica de consagración a la divinidad por la conservación del cabello no era exclusiva de Israel. San Cirilo de Alejandría dice que los hebreos lo tomaron de los egipcios. En los árboles de Palestina y Transjordania aún se pueden ver mechones de pelo consagrados al genio del árbol, y en el Carmelo las madres ofrecen los cabellos de sus hijos en honor del profeta Elías. Por razones especiales para nosotros desconocidas, los antiguos hebreos atribuían al cabello del nazareo una fuerza sobrehumana7. La palabra nazareo viene del hebreo nazir, que significa separado en el sentido de consagrado, y supone la abstención de determinadas cosas, como el vino8. El vino y las bebidas alcohólicas en general estaban prohibidas a los sacerdotes mientras están en funciones9. Los recabitas, en tiempo de Jeremías, se abstenían sistemáticamente de toda bebida fermentada10. Diodoro de Sicilia dice lo mismo de los árabes nabateos11. Esto parece indicar que es una reacción de las poblaciones nómadas contra las de las regiones sedentarias, como las cananeas, donde abundaba la vid. Así, los nazareos eran como un recuerdo viviente entre los hebreos establecidos en Canaán de otro género de vida menos corrompido moral y religiosamente en el desierto12. El rito de no cortarse los cabellos quizá sea también un recuerdo de costumbres del desierto, como reacción contra el refinamiento de la cultura cananea. A los sacerdotes se les prohíbe rasurarse el pelo y parte de la barba en señal de duelo13.

Por ser un consagrado a Dios, el nazareo no podía tener contacto con un cadáver, aun de sus parientes más próximos.

 

Interrupción del Voto de Nazareato (9-12).

9Si ante él muriese alguno repentinamente, manchándose así su cabeza consagrada, se raerá la cabeza en el día de su purificación; se la raerá el séptimo día, 10y al octavo presentará al sacerdote dos tórtolas o dos pichones a la entrada del tabernáculo de la reunión.11El sacerdote ofrecerá uno en sacrificio por el pecado y otro en holocausto, haciendo por él la expiación de su pecado por el muerto. 12Este día el nazareo consagrará otra vez su cabellera, la consagrará de nuevo a Yahvé por el tiempo de su nazareato, y ofrecerá un cordero primal en sacrificio de expiación; el tiempo precedente no le será contado, por haberse contaminado su nazareato.

 

Tan esencial es para el nazareo el no tener contacto con un cadáver, que, si repentinamente muriese alguno ante él, su voto quedaba interrumpido y debía comenzar de nuevo. Debía cortar su cabellera el día séptimo después de haberse contaminado14. Estas costumbres existían en otros pueblos de la antigüedad. Así, en Hierápolis no podía entrar en el templo de Astarté el que hubiera visto un cadáver; sólo podía hacerlo al día siguiente después de haberse purificado. Según Luciano, los parientes no podían llevar alimentos al santuario sino treinta días después de la muerte del familiar, y habiéndose cortado la cabellera15. En la India, el final del duelo se cerraba con el acto de cortar uñas y cabellera16.

El nazareo debía ofrecer un sacrificio de dos pichones o tórtolas al octavo día17, uno en sacrificio por el pecado y otro en holocausto. Así, su cabeza quedaba consagrada de nuevo y debía empezar su voto. Como víctima de consagración, ofrecerá un cordero primal en reparación (asam: "pro delicto") por su falta ritual.

 

Fin del Período de Nazareato (13-21).

13Esta es la ley del nazareo: el día en que se cumpla el tiempo de su nazareato, se presentará a la entrada del tabernáculo de la reunión para hacer su ofrenda a Yahvé: 14un cordero primal, sin defecto, para el holocausto; una oveja, sin defecto, para el sacrificio por el pecado; un carnero, sin defecto, para el sacrificio pacífico, 15y un cestillo de panes ázimos, de tortas de flor de harina amasada con aceite, para la ofrenda y libación. 16El sacerdote los presentara a Yahvé y ofrecerá su sacrificio por el pecado y su holocausto, 17Después presentará a Yahvé el carnero de su sacrificio pacífico, con el cestillo de panes ázimos, y hará la oblación y la libación. 18El nazareo raerá a la entrada del tabernáculo de la reunión su cabeza consagrada, y, tomando los cabellos de su cabeza consagrada, los echará al fuego que arde bajo el sacrificio pacífico. 19Luego el sacerdote tomará la espalda ya cocida del carnero, un pan ázimo del cestillo y una torta ázima, y se las pondrá en las manos del nazareo después que se haya raído la cabeza consagrada; 20y el sacerdote lo agitará ante Yahvé. Es la cosa santa del sacerdote, además del pecho mecido y del brazuelo reservado. Después ya podrá el nazareo beber vino." 21Esta es la ley del nazareo, que hace voto, y de su ofrenda a Yahvé por su nazareato, fuera de aquello que sus posibilidades le consientan añadir. Hará de conformidad con su voto, según la ley del nazareato.

 

Al terminar el plazo de su voto, el nazareo debe ofrecer un triple sacrificio: un cordero en holocausto en honor de Dios18, una oveja por los pecados cometidos durante el tiempo de su voto y un carnero en acción de gracias19. Además debe hacer la ofrenda de un cestillo de panes ázimos (v.15), como en los sacrificios pacíficos20. Después el nazareo se cortará su cabellera a la entrada del tabernáculo y la quemará en el fuego del sacrificio pacífico (v.18). La razón de ello radica en que los cabellos del nazareo son algo sagrado, y, por tanto, no deben profanarse. No se trata de un sacrificio a Dios de la cabellera, como en otros pueblos primitivos. El sacerdote pondrá en manos del oferente la espalda del carnero y hará el balanceo ante Yahvé21, símbolo de entrega a Dios. Después seguía el banquete eucarístico con los familiares, a base de las partes de la víctima no quemadas ni reservadas al sacerdote.

 

La Bendición Sacerdotal (22-27).

22Yahvé habló a Moisés, diciendo: 23"Habla a Aarón y a sus hijos, diciendo: De este modo habréis de bendecir a los hijos de Israel: 24Que Yahvé te bendiga y te guarde. 25Que haga resplandecer su faz sobre ti y te obligue su gracia. 26Que vuelva a ti su rostro y te dé la paz. 27Así invocarán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo les bendeciré.

 

Esta perícopa no tiene relación alguna con lo que precede y lo que sigue22. Pero es uno de los pasajes más hermosos del Pentateuco. Por la mañana y por la tarde, el sacerdote ofrecía el incienso en el altar de los perfumes, y al salir bendecía al pueblo23. La fórmula de bendición no pide los bienes materiales, que en Lev 26:1ss se prometen a los observantes de la Ley; lo único que se pide es la gracia de Dios, la benevolencia y la paz y la bendición24. En estos bienes están comprendidos todos los que a Dios podemos pedir. Nos traen a la memoria las palabras de San Pablo: "Él reino de Dios no consiste en comida ni en bebida, sino en la justicia, la paz y el gozo del Espíritu Santo."25 La fórmula de la bendición26 recalca la idea de plenitud y perfección al repetirse tres veces el nombre de Yahvé. Pero no hay alusión al misterio de la Trinidad, como han supuesto algunos Santos Padres. La faz de Yahvé que resplandece sobre el fiel israelita equivale a su benevolencia27, y consecuencia de ella la paz, que es el resumen de todas las otras bendiciones materiales y espirituales; por eso el reino mesiánico es presentado ante todo como un reino de paz28. El nombre de Yahvé debe ser invocado por los sacerdotes sobre el pueblo (v.27), no como mágico talismán, sino como símbolo de las buenas relaciones de Yahvé con su pueblo, que es su posesión29. Por otra parte, el nombre simboliza la persona, y así el nombre de Yahvé es el símbolo de lo que el Dios de Israel ha sido en la historia para su pueblo.

 

1 Jue 16:17. — 2 Act 21:23-26. — 3 Jue 13; 45. — 4 1 Sam 1:11s. — 5 Am 2:11s. — 6 1 Mac 3:49. — 7 Véase M. J. Lagrange, Le livre des Juges 259-260. — 8 Otros prefieren relacionarla con nadar (ofrecer un voto). — 9 Lev 10:9. — 10 Jer 35:6. — 11 diodoro de sicilia, XIX 94. — 12 Véase L. Desnoyers, Histoire du peuple hébreu I 313. — 13 Lev 21:5. Sobre estas costumbres en otros pueblos véase la obra de J. G. Frazer, The Golden Bough I 241-242. — 14 Cf. Núm 19,11. — 15 Luciano, De dea Syria 53. — 16 Véase Frazer, o.c., I 387-389. — 17 Es el mismo sacrificio de la mujer que ha dado a luz (Lev 12:8) y del leproso curado (Lev 15.14). Es el menos oneroso de todos. — 18 Cf. Lev 1:10. — 19 Lev 4:32; 5:6. — 20 Lev 3:1.6. — 21 Cf. Lev 7:34; Ex 29:24· — 22 Cf. Lev 9:22. — 23 Cf. Lc 1:10. — 24 Cf. 2 Cor 13,13. — 25 Rom 14,17. — 26 Se ha hecho notar la semejanza de bendición en un himno al dios asirio Samas: "Que Ea se digne otorgarte gracia; que Damkina, la reina del océano, haga brillar su faz sobre ti..." (Hehen, Sieben zahal und Sabbat bei de Babyloner und in A.T. p.65). Véase A. Clamer, Nombres 275. — 27 Sal. 66:2; 30:17; 118:135. — 28 Cf. Is 9:6. — 29 Cf. Dt 28:10; Jer 14:9.

 

 

7. Las Ofrendas de los Principes.

Esta enumeración de ofrendas refleja en el autor sagrado el interés en destacar la liberalidad de los israelitas en el desierto en tiempos difíciles. Sin duda que también aquí los datos se exageran sistemáticamente para ponderar ante los contemporáneos del redactor la abundancia de provisiones y riquezas del santuario, como en otras ocasiones se pondera la magnificencia del tabernáculo según el módulo idealizado del templo de Jerusalén1. No pocos autores consideran este capítulo desplazado de su lugar normal, es decir, que parece secuela normal de Ex 40, en que se habla de la erección del tabernáculo, o de Lev c.8-10, donde se habla de la consagración e instalación de los sacerdotes.

 

Ofrendas de Carros y Bueyes para el Servicio (1-9).

1El día en que acabó Moisés de erigir el tabernáculo y de ungirlo y consagrarlo con todos sus utensilios, ungiéndolos y consagrándolos, 2los príncipes de Israel, jefes de sus linajes, presentaron sus ofrendas; eran los príncipes que habían presidido el censo. 3Llevaron sus ofrendas ante Yahvé: seis carros cubiertos y doce bueyes, un carro por cada dos y un buey por cada uno de los príncipes, y los presentaron ante el tabernáculo. 4Yahvé habló a Moisés, diciendo: 5Recibe de ellos eso, y que se destine al servicio del tabernáculo de la reunión; se los darás a los hijos de Leví, a cada uno según las necesidades de su servicio." 6Moisés, tomando los carros y los bueyes, se los entregó a los levitas; 7dio dos carros y cuatro bueyes a los hijos de Gersón, según sus funciones; 8cuatro carros y ocho bueyes a los hijos de Merarí, conforme a su servicio, bajo la vigilancia de Itamar, hijo de Aarón, sacerdote; 9pero no dio ninguno a los hijos de Caat, porque el servicio suyo de las cosas santas habían de hacerlo llevándolas sobre sus hombros.

 

Según Ex 40:17, Moisés consagró el tabernáculo el día primero del mes primero del año segundo. Quizá el relato ha sido retardado para no interrumpir la legislación levítica2, o se deba a otra fuente complementaria. Estos príncipes son los mismos jefes que dirigieron la organización del censo3. Primeramente ofrecieron seis carros y doce bueyes para el servicio del tabernáculo y su transporte. El hagiógrafo procura resaltar la liberalidad de éstos en orden al santuario para no desdecir de la esplendidez del pueblo, que ofreció los materiales necesarios para la construcción del tabernáculo4. Moisés repartió los carros y bueyes según las necesidades del servicio: dos carros y cuatro bueyes a los hijos de Gersón, y el resto a los hijos de Merarí, que tenían que transportar cosas más pesadas5. A los hijos de Caat no se les dio, porque debían transportar los utensilios sagrados sobre sus hombros.

 

Ofrendas de los Príncipes (10-89).

10Los príncipes hicieron su ofrenda para la dedicación del altar cuando fue ungido, presentando su ofrenda sobre el altar, 11Yahvé dijo a Moisés: "Que presenten los príncipes su ofrenda uno a uno, para la dedicación del altar." 12Aquel día, el primero presentó su ofrenda, Nasón, hijo de Aminadab, de la tribu de Judá, 13ofreciendo un plato de plata de ciento treinta siclos de peso y un jarro de plata de setenta siclos, según el peso del siclo del santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para las ofrendas; 14una taza de oro de diez siclos, llena de perfumes; 15un novillo, un carnero y un cordero primal, para el holocausto; 16un macho cabrío, para el sacrificio expiatorio; 17y para el sacrificio pacífico, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos primales. Esta fue la ofrenda de Nasón, hijo de Aminadab. 18El segundo día hizo ofrenda Natanael, hijo de Suar, príncipe de Isacar. 19Ofreció un plato de plata de ciento treinta siclos; un jarro de plata de setenta siclos, al peso del siclo del santuario, llenos ambos de flor de harina amasada con aceite, para la ofrenda; 20una taza de oro, de diez siclos, llena de perfumes; 21un novillo, un carnero y un cordero primal, para el holocausto; 22un macho cabrío para el sacrificio expiatorio; 23y para el sacrificio pacífico, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos primales. Esta fue la ofrenda de Natanael, hijo de Suar. 24El tercer día, el príncipe de los hijos de Zabulón, Eliab, hijo de Jelón, 25ofreció un plato de plata de ciento treinta siclos, un jarro de plata de setenta siclos, al peso del siclo del santuario, llenos ambos de harina amasada con aceite, para la ofrenda; 26una taza de oro de diez siclos, llena de perfumes; 27un novillo, un carnero, un cordero primal, para el holocausto; 28un macho cabrío para el sacrificio expiatorio; 29y para el sacrificio pacífico, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos primales. Esta fue la ofrenda de Eliab, hijo de Jelón. 30El cuarto día, el príncipe de los hijos de Rubén, Elisur, hijo de Sedeur, 31ofreció un plato de plata de ciento treinta siclos; un jarro de plata de setenta siclos, al peso del siclo del santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para la ofrenda; 32una taza de oro de diez siclos, llena de perfumes; 33un novillo, un carnero, un cordero primal, para el holocausto; 34un macho cabrío para el sacrificio expiatorio; 35y para el sacrificio pacífico dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos primales. Esta fue la ofrenda de Elisur, hijo de Sedeur. 36 El quinto día, el príncipe de los hijos de Simeón, Salamiel, hijo de Surisadai, 37 ofreció: un plato de plata de ciento setenta siclos; un jarro de plata de setenta siclos, al peso del siclo del santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para la ofrenda; 38una taza de oro de diez siclos, llena de perfumes; 39un novillo, un carnero y un cordero primal, para el holocausto; 40un macho cabrío, para el sacrificio expiatorio; 41y para el sacrificio, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos primales. Esta fue la ofrenda de Salamiel, hijo de Surisadai. 42El sexto día, el príncipe de los hijos de Gad, Eliasaf, hijo de Deuel, 43ofreció un plato de plata de ciento treinta siclos; un jarro de plata de setenta siclos, al peso del siclo del santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para la ofrenda; 44una taza de oro de diez siclos, llena de perfumes; 45un novillo, un carnero, un cordero primal, para el holocausto; 46un macho cabrío, para el sacrificio expiatorio; 47y para el sacrificio pacífico, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos primales. Esta fue la ofrenda de Eliasaf, hijo de Deuel. 48El séptimo día, el príncipe de los hijos de Efraím, Elisama, hijo de Amiud, 49ofreció: un plato de plata de ciento treinta siclos; un jarro de plata de setenta siclos, al peso del siclo del santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para la ofrenda; 50una taza de oro de diez siclos, llena de perfumes; 51un novillo, un carnero y un cordero primal, para el holocausto; 52un macho cabrío, para el sacrificio expiatorio; 53y para el sacrificio pacífico, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos primales. Esta fue la ofrenda de Elisama, hijo de Amiud. 54El octavo día, el príncipe de los hijos de Manasés, Gamaliel, hijo de Pedasur, 55ofreció: un plato de plata de ciento treinta siclos, un jarro de plata de setenta siclos, al peso del siclo del santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para la ofrenda; 56una taza de oro de diez siclos, llena de perfumes; 57un novillo, un carnero y un cordero primal, para el holocausto; 58un macho cabrío, para el sacrificio expiatorio; 59y para el sacrificio pacífico, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos primales. Esta fue la ofrenda de Gamaliel. 60El noveno día, el príncipe de los hijos de Benjamín, Abidán, hijo de Gedeón, 61ofreció: un plato de plata de ciento treinta siclos; un jarro de plata de setenta siclos, al peso del siclo del santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para la ofrenda; 62una taza de oro de diez siclos, llena de perfumes; 63un novillo, un carnero y un cordero primal, para el holocausto; 64un macho cabrío, para el sacrificio expiatorio; 65y para el sacrificio pacífico, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos primales. Esta fue la ofrenda de Abidán, hijo de Gedeón. 66El décimo día, el príncipe de los hijos de Dan, Ajiezer, hijo de Amisadán, 67ofreció: un plato de plata de ciento treinta siclos; un jarro de plata de setenta siclos, al peso del siclo del santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para la ofrenda; 68una taza de oro de diez siclos, llena de perfumes; 69un novillo, un carnero y un cordero primal, para el holocausto; 70un macho cabrío, para el sacrificio expiatorio, 71 y para el sacrificio pacífico, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos primales. Esta fue la ofrenda de Ajiezer, hijo de Amisadán. 72El undécimo día, el príncipe de los hijos de Aser, Feguiel, hijo de Ocrán, 73ofreció: un plato de plata de ciento treinta siclos; un jarro de plata de setenta siclos, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para la ofrenda; 74una taza de oro de diez siclos, llena de perfumes; 75un novillo, un carnero y un cordero primal, para el holocausto; 76un macho cabrío, para el sacrificio expiatorio; 77 y para el sacrificio pacífico, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos primales. Esta fue la ofrenda de Feguiel, hijo de Ocrán. 78El duodécimo día, el príncipe de los hijos de Neftalí, Ajira, hijo de Enán, 79ofreció: un plato de plata de ciento treinta siclos; un jarro de setenta siclos, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para la ofrenda; 80una taza de oro de diez siclos, llena de perfumes; 81un novillo, un carnero y un cordero primal, para el holocausto; 82un macho cabrío, para el sacrificio expiatorio; 83y para el sacrificio pacífico, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos primales. Esta fue la ofrenda de Ajira, hijo de Enán. 84Estos fueron los dones de los príncipes de Israel para la dedicación del altar el día en que se ungió: doce platos de plata, doce jarros de plata, doce tazas de oro; 85cada plato, de ciento treinta siclos de peso; cada jarro, de setenta siclos; total de la plata de estos utensilios, dos mil cuatrocientos siclos, al peso del siclo del santuario;86doce tazas de oro llenas de perfume, de diez siclos cada una, al siclo del santuario; total del oro de las tazas, ciento veinte siclos. 87Total de los animales para el sacrificio: doce novillos, doce carneros y doce corderos primales, con sus ofrendas, y doce machos cabríos para el sacrificio expiatorio. 88Total de los animales para el sacrificio pacífico: veinticuatro bueyes, sesenta carneros, sesenta machos cabríos y sesenta corderos primales. Estos son los dones ofrecidos para la dedicación del altar cuando se ungió. 89Cuando Moisés entraba en el tabernáculo de la reunión para hablar con Yahvé, oía la voz que le hablaba desde encima del propiciatorio puesto sobre el arca del testimonio, entre los dos querubines; así le hablaba Yahvé.

 

La ofrenda de todos es una misma, y la suma total de los objetos donados son: 12 platos de plata, cada uno pesaba unos 1.800 gramos (el siclo varía de 12 a 15 gr.); 12 jarras de plata, llenas de flor de harina, cuyo peso era de unos 1.000 gramos; 12 tazas de oro de unos 150 gramos, llenas de perfumes; y sobre esto, para ofrecer en holocausto, 12 novillos, 12 carneros, 12 corderos primales y 12 machos cabríos para los sacrificios expiatorios. Para el sacrificio pacífico (en el que participaban muchos comensales), 24 bueyes, 6o machos cabríos y 6o corderos primales. Así queda demostrada la liberalidad de los jefes de Israel para el santuario, un ejemplo a imitar en la posteridad.

El v.89 no tiene conexión con lo que precede y sigue. En diversas formas nos habla el texto sagrado de la intimidad de Dios con su profeta Moisés. En Ex 33:11 se dice que "Yahvé hablaba a Moisés cara a cara, como habla un hombre a su amigo." Es ésta una expresión muy realista. Lo que se nos dice aquí es el cumplimiento de lo que Dios había prometido a Moisés en Ex 25:22: que le hablaría desde el propiciatorio, en medio de los querubines, pues el arca de la alianza era el símbolo de la presencia sensible de Yahvé en su pueblo. Así se presenta Yahvé dando órdenes al profeta desde el propiciatorio o tapadera del arca de la alianza.

 

1 Cf. Ex 36:8ss. — 2 Cf. Lev c.8-10. — 3 Núm 1:5-16. — 4 Ex 36. — 5 Núm 4:21-33

 

 

8. Ordenaciones Diversas.

En este capítulo encontramos agrupadas diversas secciones de tipo legislativo y narrativo. La concatenación no es muy ceñida, y parece un mosaico en el que se yuxtaponen diversos elementos, algunas veces en orden cronológico, y otras en secuencia más o menos lógica.

 

El Candelabro de Oro (1-4).

1Yahvé habló a Moisés, diciendo: 2"Habla a los hijos de Aarón y diles: Cuando pongas las lámparas del candelabro, ponías de modo que las siete alumbren hacia adelante." 3Así lo hizo Aarón, y puso las lámparas en la parte anterior del candelabro, como Yahvé se lo había mandado a Moisés. 4El candelabro era de oro batido; su pie, sus flores, todo de oro batido; lo había hecho Moisés conforme al modelo que le había mostrado Yahvé.

 

Estos versos son en parte repetición y en parte complemento de lo que sobre el candelabro se dice en Ex 25:31-39 y 37:17-24. Cuanto a la disposición que el candelabro había de tener, el texto no está muy claro; lo que parece colegirse es que el plano que forman los siete mecheros ha de estar paralelo a la cortina que separa las dos partes del santuario1. El candelabro debía proyectar su luz hacia la parte septentrional, donde se encontraba la mesa de los panes de la proposición. Las siete lámparas son símbolo de plenitud y perfección2.

 

Consagración de los Levitas (5-22).

5Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 6"Toma a los levitas de en medio de los hijos de Israel y purifícalos. 7He aquí lo que harás para purificarlos: Haz sobre ellos una aspersión con agua expiatoria; que pasen la navaja por todo su cuerpo, laven sus vestidos y se purifiquen. 8Que tomen un novillo, con su ofrenda de flor de harina amasada con aceite; y toma tú otro para el sacrificio por el pecado. 9Haz que se acerquen los levitas al tabernáculo, y convoca a toda la asamblea de los hijos de Israel. 10Una vez que hayas hecho a los levitas acercarse ante Yahvé, los hijos de Israel pondrán sus manos sobre ellos,11y Aarón ofrecerá los levitas en ofrenda mecida ante Yahvé de parte de los hijos de Israel, para que sirvan a Yahvé. 12Los levitas pondrán sus manos sobre la cabeza de los novillos, y tú los ofrecerás, uno en sacrificio por el pecado, el otro en holocausto a Yahvé, para hacer la expiación de los levitas. 13Harás que los levitas estén en pie ante Aarón y sus hijos, y los ofrecerás en ofrenda mecida a Yahvé. 14Así los separarás de en medio de los hijos de Israel, y los levitas serán míos, 15y vendrán luego a servir en el tabernáculo de la reunión. Así los purificarás, y los ofrecerás en ofrenda mecida, 16porque son donados a mí enteramente de en medio de los hijos de Israel, y yo los he tomado para mí en lugar de todos los primogénitos que abren la vulva de su madre, de los primogénitos de entre los hijos de Israel; 17pues todo primogénito de los hijos de Israel es mío, lo mismo los de los hombres que los de los animales; el día en que herí todos los primogénitos de la tierra de Egipto me los consagré, 18y he tomado a los levitas en lugar de todos los primogénitos de los hijos de Israel, 19y se los he dado enteramente a Aarón y a sus hijos de en medio de los hijos de Israel, para que hagan el servicio de los hijos de Israel en el tabernáculo de la reunión y para que hagan la expiación de los hijos de Israel, para que los hijos de Israel no sean castigados con plaga, acercándose al santuario." 20Moisés, Aarón y toda la asamblea de los hijos de Israel hicieron con los levitas cuanto Yahvé había mandado a Moisés; eso hicieron con ellos los hijos de Israel. 21Los levitas se purificaron, lavaron sus vestidos; Aarón los ofreció en ofrenda mecida ante Yahvé; hizo la expiación para purificarlos, 22y luego vinieron los levitas a prestar sus servicios en el tabernáculo de la reunión a las órdenes de Aarón y sus hijos. Como Yahvé se lo había mandado a Moisés respecto a los levitas, así se hizo con ellos.

 

La causa de esta consagración de los levitas no es otra que la de los sacerdotes. Sin ser de los que "se acercan a Dios," o sea, de la clase sacerdotal, al fin, están destinados a servir a Dios en su santuario, bajo la autoridad del sacerdocio, y necesitan una especial santificación. El rito de ésta es digno de notarse y responde a lo expuesto en 3,4-oss sobre la sustitución de los primogénitos de Israel por los levitas. Una vez purificados éstos, el pueblo pone las manos sobre ellos. El sentido de tal imposición es claro. El pueblo delega en ellos sus deberes de servir a Yahvé, su Dios; la nación sacerdotal (Ex 19:5) traslada a la tribu de Leví sus deberes, y con ellos, sus derechos. Luego Aarón hace ofrenda de los mismos levitas a Yahvé, que los admite para servirle en el ministerio del santuario. Lo que no declara el autor sagrado es la forma cómo se verifica esta ceremonia ("ofrenda mecida") con los miles de levitas que entraban en servicio en sustitución de todos los primogénitos de Israel.

Antes eran rociados con "agua expiatoria" (v.7) (lit. "agua de pecado"), que debe ser agua tomada del recipiente del santuario para las purificaciones3. Después los levitas debían rasurarse el cuerpo entero, como en el caso de la purificación del leproso4. Según Herodoto, los sacerdotes egipcios debían rasurarse todo el cuerpo cada dos días para estar puros en el servicio ritual del templo5. También los levitas deben lavar sus vestidos6, sin que se exija un vestido nuevo como para los sacerdotes7. Después deben sacrificarse dos novillos: uno por el pecado de los levitas (v.12) y otro en holocausto. Puestos los levitas ante el tabernáculo de la reunión, el pueblo imponía sus manos, solidarizándose con ellos, que son sus sustitutos ante Yahvé8. Pero la entrega oficial a Yahvé la hará el propio Aarón, meciendo simbólicamente a los levitas (v.11), como se hacía con ciertas partes de las víctimas9. Quizá se los hacía avanzar y retrocederante el altar. Después los levitas imponen sus manos sobre los dos novillos que se han de sacrificar10. Finalmente, Moisés colocaba ante Aarón a los levitas, como destinados a su servicio.

Los v.16-18 son repetición de 3:12-13 y parecen adición redaccional. En el v.19 se recalca la idea de sustitución y se insiste en que los levitas protegen al pueblo contra la cólera de Dios, pues expían por él al dedicarse al culto divino, si bien sometidos a los sacerdotes.

 

Duración del Servicio de los Levitas (23-26).

23Yahvé habló a Moisés, diciendo: 24"Esto es lo que toca a los levitas: Desde los veinticinco años arriba, los levitas estarán al servicio del tabernáculo de la reunión para cumplir en él sus funciones. 25A los cincuenta cesarán en sus funciones y no servirán más; 26ayudarán a sus hermanos en el tabernáculo de la reunión, en la guarda de él, pero no prestarán más servicio. Así has de hacer con los levitas en cuanto a sus funciones."

 

Aquí se fija la edad de los levitas para comenzar el servicio a los veinticinco años, pero esto no concuerda con 4:3; 37, donde se determina la edad de treinta a cincuenta años. Es una de tantas variantes que reflejan los cambios que ha sufrido la ley mosaica, a través de los tiempos, según las circunstancias.

David fijará la edad en veinte años, sin duda para poder disponer de más personal. A los cincuenta años quedan cesantes, pudiendo servir de auxiliares a los otros levitas.

 

1 Ex 27:21; 40:22. — 2 Para otras interpretaciones alegóricas véase Fl. Josefo, Bell. Jud. VII 5,5; Ant. Jud. III 6,7; Filón, De vita Mosis III 9. — 3 Ex 30:18-21. — 4 Lev 14:8-9. — 5 Herodoto, II 37. — 6 Lev 14:9; Ex 19:14. — 7 Lev 8:13. — 8 Lev 1:4. — 9 Lev 7:32-34

 

 

9. Últimos Días en el Sinaí.

 

La Pascua en el Sinaí (1-14).

1Yahvé habló a Moisés en el desierto del Sinaí el primer mes del segundo año después de la salida de la tierra de Egipto. Dijo: 2"Que celebren los hijos de Israel la Pascua a su tiempo. 3 El día catorce de este mes, entre dos luces, la celebraréis conforme a todas las leyes y a todos los ritos que a ella se refieren." 4Moisés habló a los hijos de Israel para que celebraran la Pascua; 5y la celebraron el día catorce del primer mes, entre dos luces, en el desierto del Sinaí. Conforme a todo cuanto había mandado Yahvé a Moisés, así hicieron los hijos de Israel. 6Había algunos hombres que estaban impuros por un cadáver, y no pudieron celebrar la Pascua en ese día. Presentándose aquel mismo día ante Moisés y Aarón, les dijeron: 7"Estamos impuros por un cadáver; ¿por qué habremos de vernos privados de presentar nuestra ofrenda a Yahvé, a su tiempo, con los demás hijos de Israel?" 8y Moisés les respondió: "Esperad que sepa yo lo que cuanto a vosotros dispone Yahvé." 9Yahvé habló a Moisés, diciendo: 10"Habla a los hijos de Israel y diles: Si alguno de vosotros o de vuestros descendientes está impuro por un cadáver o está en viaje lejos, celebrará la Pascua de Yahvé. 11En el segundo mes, el día catorce de él, entre dos luces, la celebrará. La comerán con pan ácimo y lechugas amargas; 12no dejarán de ella nada para el día siguiente, ni quebrantarán ninguno de sus huesos; la celebrarán conforme a todos sus ritos. 13Si alguno, estando limpio y no estando de viaje, dejare de celebrarla, éste será borrado de su pueblo; por no haber ofrecido a su tiempo su ofrenda a Yahvé, llevará sobre sí su culpa. 14Si el extranjero que habitare entre vosotros celebra la Pascua, guardará todas las leyes y ritos que a ella se refieren. La ley será la misma para vosotros; la misma para el extranjero que para el nativo."

 

La primera Pascua se había celebrado cuando la salida de Egipto; ahora, en el desierto del Sinaí, se celebra la segunda con el mismo ritual prescrito en la primera. Con esta ocasión se promulga una ley suplementaria en favor de aquellos que no pudieron celebrarla el mes primero. Estos lo harán al mes siguiente, en el día catorce, y conforme al mismo ritual: panes ácimos, lechugas amargas, sin quebrar ninguno de los huesos del cordero pascual y no dejar nada de éste sin comer (v.12). En 2 Par 30:2 se nos cuenta cómo en tiempo del rey Ezequías (s.VIII a.C.) celebraron los israelitas la Pascua el segundo mes por no haber podido celebrarla en el tiempo regular. Según Núm 19:11, la impureza proveniente del contacto con un cadáver dura siete días, precisamente los que dura la fiesta de los Ácimos. Además, la participación en cualquier sacrificio, y el cordero pascual lo era, exige a toda costa el estado de pureza ritual en el que hubiera de participar de él1. El rito de la celebración será el mismo en todo tiempo. Considerada esta fiesta como nacional, quien no la celebre quedará, por lo mismo, excluido de la nación. Una vez más son admitidos los extranjeros que habitan en medio de la comunidad israelita. Pero ante todo se exige la circuncisión2, con lo cual los extranjeros quedaban incorporados al pueblo escogido, a su alianza y a las promesas. Era ésta una puerta que se abría en el nacionalismo de Israel por la que los gentiles venían a participar de las esperanzas mesiánicas.

 

La Nube, Guía de Israel (15-23).

15El día en que fue alzado el tabernáculo, la nube cubrió el tabernáculo, y desde la tarde hasta la mañana hubo sobre el tabernáculo como un fuego. 16Así sucedía constantemente: de día lo cubría la nube, y de noche la nube parecía de fuego. 17Cuando la nube se alzaba del tabernáculo, partían los hijos de Israel, y en el lugar en que se paraba la nube, allí acampaban los hijos de Israel. 18A la orden de Yahvé partían los hijos de Israel, y a la orden de Yahvé sentaban su campo; cuanto tiempo estaba la nube sobre el tabernáculo, estábanse quietos. 19Cuando la nube se detenía muchos días sobre el tabernáculo, aguardaban los hijos de Israel la orden de Yahvé y no se movían; 20y cuando la nube estaba pocos días sobre el tabernáculo, a la orden de Yahvé posaban y a la orden de Yahvé partían. 21Cuando la nube se detenía desde la tarde a la mañana, y a la mañana se levantaba, partían; y si se levantaba a la noche, entonces partían. 22Fuese dos días, un mes o un año, mientras la nube se detenía sobre el tabernáculo, estándose sobre él, los hijos de Israel seguían acampados y no se movían; cuando ella se alzaba, se movían ellos. 23A la orden de Yahvé acampaban y a la orden de Yahvé partían, guardando el mandato de Yahvé, como Yahvé se lo había dicho a Moisés.

 

Esta perícopa es una ampliación de Ex 40:36. Una vez que Yahvé tomó posesión de la tienda para habitar en medio de Israel, por la nube, que de noche se vuelve luminosa y que es la imagen de la gloria de Yahvé, el Señor se ha constituido en Líder Supremo, General en Jefe, y, por consiguiente, en conductor oficial de su pueblo a través del desierto. La nube es la que, alzándose, da la orden de levantar el campo y partir, y es ella también la que determina el momento de detenerse y de fijar el campo. En suma, "a la orden de Yahvé acampaban y a la orden de Yahvé partían..." (v.23). Hablando en lenguaje religioso, Dios era el conductor de su pueblo por el desierto hacia la patria que le tenía destinada; pero esta idea muy espiritual ha de hacerse sensible para acomodarla a la condición humana. La nube era la imagen más apropiada, por cuanto no podían reproducirla, contraviniendo al precepto del Decálogo3. En 19:4, Dios mismo dice que los trajo "sobre alas de águila" hasta el Sinaí. De la misma imagen se sirve Dt 32:1188. Era éste un gran beneficio que con frecuencia viene a la memoria de los salmistas y profetas4. También San Pablo recuerda esta historia, que considera como tipo del cristiano que camina hacia la patria celestial5.

La nube, pues, parece tener una doble significación: proteger a los israelitas contra los esplendores de la divinidad; era como un velo que ocultaba la gloria de Dios6. Además era símbolo sensible de la presencia de Dios en su pueblo para guiarle y protegerle en la azarosa peregrinación por el desierto7. Esta nube, de noche, aparece como fuego8, símbolo también de la presencia de Dios.

 

1 Lev 7.20. — 2 Ex 12:48-49. — 3 Ex 20:4. — 4 Sal 68:8; Hab 3:73 — 5 1 Cor 10:1s. — 6 Véase Desnoyer, Histoire du peuple hébreu III p.113 n.1. — 7 Esta manifestación sensible de Dios en forma de fuego aparece ya en la alianza de Dios con Abraham (Gén 15:17), en la zarza ardiendo (Ex 3:2) y en la teofanía del Sinaí (Ex 19:16-20). — 8 Cf. Ex 40:34-35; Lev 23-24; Ex 24:17.

 

 

10. Preparación de la Partida.

 

Las Trompetas de Plata (1-10).

1Yahvé habló a Moisés, diciendo: 2"Hazte dos trompetas de plata batida a martillo, que te sirvan para convocar la asamblea y para hacer mover el campamento. 3Cuando se toquen las dos, acudirá a ti toda la asamblea a la puerta del tabernáculo de la reunión; 4cuando se toque una sola, se congregarán a ti los príncipes jefes de los millares de Israel. 5A un toque estrepitoso, moverán su campamento los acampados al oriente. 6A un segundo toque de la misma clase, moverán su campamento los acampados al mediodía; estos toques son para ponerse en movimiento. 7También para reunir la asamblea las tocaréis, pero no con ese toque. 8Los hijos de Aarón, los sacerdotes, serán los que toquen las trompetas, y éstas serán para vosotros de uso obligatorio por siempre en vuestras generaciones. 9Cuando en vuestra tierra saliereis a la guerra contra el enemigo que os atacare, tocaréis alarma con las trompetas, y servirán de recuerdo ante Yahvé, vuestro Dios, para que os salve de vuestros enemigos. 10También en vuestros días de alegría, en vuestras solemnidades y en las fiestas del comienzo del mes, tocaréis las trompetas; y en vuestros holocaustos y vuestros sacrificios pacíficos serán para vosotros un recuerdo cerca de vuestro Dios. Yo, Yahvé, vuestro Dios.

 

En los tiempos primitivos, las señales se hacían con el cuerno de carnero, la corneta1. En Lev 25:95 se dice que el jubileo se anunciará al sonido del cuerno. Pero los documentos posteriores nos hablan de las trompetas de plata, que se hacían sonar así en el templo, para anunciar los actos de culto y las fiestas, como en el campo de batalla2. En el arco de Tito, en Roma, figuran también, entre los trofeos de su victoria sobre los judíos, encima de la mesa de los panes, dos trompetas largas. La razón de introducir aquí estas trompetas es, sin duda, para que respondan mejor a la nueva organización de Israel bajo la guía directa de Dios. Las trompetas de plata eran algo más digno que los cuernos de carnero. Las señales convenidas son tres: un toque para convocar a los jefes del pueblo; dos para llamar al pueblo; uno más prolongado para ordenar el levantamiento del campo, y éste se hará a cada una de las partes de él. Fuera de esto, añade que las trompetas tocarán en la guerra, y será su sonido como una llamada a Yahvé para que venga en socorro de los suyos. Este pasaje nos ofrece la explicación de lo que se dice repetidas veces en los Paralipómenos: que los sacerdotes iban delante del ejército de Judá con las trompetas para tocarlas en el momento de comenzar la batalla, y su efecto era tan decisivo, que al instante los enemigos se sentían aterrados y huían, no quedando al ejército otro trabajo que perseguirlos y recoger el botín3. También aquí tenemos que advertir la desproporción entre el efecto de las dos trompetas y la extensión del campamento de más de 600.000 hombres. La dificultad la salva, como antes dijimos, el género literario hiperbólico del autor sagrado.

El autor sagrado no describe la forma de las dos trompetas, pero podemos suponer que eran semejantes a las que aparecen en los monumentos egipcios4. El uso de las trompetas se prescribe también para las grandes conmemoraciones religiosas (v.10)5.

 

Partida del Sinaí (11-28).

11En el año segundo, el segundo mes, a veinte del mes se alzó la nube de sobre el tabernáculo del testimonio, 12y los hijos de Israel marcharon, por etapas, del desierto del Sinaí al desierto de Farán, donde la nube se paró, 13moviéndose por primera vez a la orden de Yahvé por Moisés. 14La primera en moverse fue la enseña del campo de los hijos de Judá, con sus escuadras. Jefe de las escuadras de aquéllos era Nasón, hijo de Aminadab. 15Jefe de las escuadras de la tribu de los hijos de Isacar, Natanael, hijo de Suar; 16y jefe de las escuadras de la tribu de los hijos de Zabulón, Eliab, hijo de Jelón. 17Desmontado que fue el tabernáculo, pusiéronse luego en marcha los hijos de Gersón y los hijos de Merarí, llevando el tabernáculo. 18Luego se puso en marcha la enseña del campo de Rubén, por sus escuadras. 19El jefe de sus escuadras era Elisur, hijo de Sedeur; el jefe de las escuadras de la tribu de los hijos de Simeón, Selamiel, hijo de Zurisadai; 20y el jefe de las escuadras de los hijos de la tribu de Gad, Eliasaf, hijo de Deuel. 21Comenzaron luego a marchar los hijos de Caat, llevando el santuario; y en tanto que ellos llegaban, se disponía el tabernáculo. 22Después se puso en marcha la enseña del campo de los hijos de Efraím por sus escuadras; jefe de sus escuadras era Elisama, hijo de Amiud; 23jefe de las escuadras de la tribu de Manasés, Gamaliel, hijo de Pedasur; 24jefe de las escuadras de la tribu de los hijos de Benjamín, Abidán, hijo de Gedeón. 25Después se puso en marcha la enseña del campo de los hijos de Dan, por sus escuadras, a retaguardia de los otros campos; jefe de las escuadras de los hijos de Dan era Ajiezer, hijo de Amisadai; 26jefe de las escuadras de la tribu de los hijos de Aser, Feguiel, hijo de Ocrán; 27jefe de las escuadras de la tribu de los hijos de Neftalí, Ajira, hijo de Enán. 28Los hijos de Israel se pusieron en marcha con sus escuadras por orden.

 

Por fin llega la hora de la partida, cuando faltaban sólo diez días para cumplirse el año de la llegada a la montaña santa6. El 20 del segundo mes se alza la nube sobre el tabernáculo, y los hijos de Israel levantan el campo y se ponen en marcha. Ninguna mención se hace de las trompetas que según 10:5 debían intimar la orden de partida a los cuatro lados del campamento. La marcha se realiza en el orden señalado en el capítulo 2 con alguna diferencia. Allí se asigna a los levitas, que llevan el tabernáculo, el centro de la columna; aquí Gersón y Merarí caminan después de las tribus que acampan al oriente, que son las primeras en partir, y Caat marcha después del segundo grupo, que acampaba al mediodía. Y como antes, tampoco aquí se hace mención del resto del pueblo con sus ganados y hacienda. Se ve clara la concepción ideal que el autor sagrado da a esta organización de Israel. Por sus etapas, y guiados por la nube, caminan desde el desierto del Sinaí hasta el de Farán, al sur de Canaán7. El v.28 marca bien la conclusión de la perícopa.

 

Invitación de Moisés a su Cuñado Jobab para que le Acompañe (29-32).

29Moisés dijo entonces a Jobab, hijo de Raguel, madiani-ta, su suegro: "Nosotros nos vamos para el lugar que Yahvé nos ha dicho: "Yo os lo daré"; ven con nosotros y te favoreceremos; porque Yahvé ha prometido favorecer a Israel." 30El respondió: "No, me iré a mi tierra y a mi parentela." 31Moisés insistió: "No nos dejes, pues tú conoces bien los lugares donde habremos de acampar y podrás servirnos de guía; 32si vienes, nosotros te daremos parte de lo que nos dé Yahvé."

 

En el texto se insiste en que Yahvé es el guía directo de los israelitas en su peregrinación, y la nube es el signo de su presencia sensible. En cambio, aquí se insiste en que Moisés quiere llevar a su cuñado como guía experto, conocedor de aquellos parajes de la estepa por donde habían de pasar8. Moisés le promete participar de los bienes que Yahvé les dé. En Jue 1:16; 4:11, se dice que los quíneos se incorporaron a Moisés, y probablemente éstos son los madianitas de que aquí se habla, tribu nómada que pastoreaba entre el Sinaí, Farán y Edom9.

 

En Marcha desde el Monte Sinaí (33-36).

33Así se marcharon del monte de Yahvé, e hicieron tres días de camino; y el arca de la alianza de Yahvé fue con ellos tres días de camino, buscando dónde acampar. 34La nube de Yahvé los acompañaba de día desde que levantaron el campamento. 35Cuando movían el arca, decía Moisés: "Levántate, Yahvé; dispérsense tus enemigos. Y huyan ante ti los que te aborrecen. 36Y cuando el arca se posaba, decía: "Pósate, ¡oh Yahvé!, entre las miríadas de Israel."

 

Esta perícopa parece una repetición de 10:11-28, que se ha de atribuir a otro documento. El pueblo parte del Sinaí y camina tres días buscando dónde acampar. En la primera narración, el arca iba muy envuelta en ricos paños y cubierta por pieles de tejón; aquí parece que va el arca descubierta, como en Jos 3:2510, y la nube la acompaña, como en Ex 13:21s. Así se explican las palabras de Moisés en las que dice lo que era el arca para el pueblo: el símbolo de la presencia de Dios en medio de Israel para defenderle de sus enemigos. El pasaje de 1 Sam 4:35 nos declara bien este pensamiento: el pueblo se halla enfrente de los filisteos, que les habían infligido una derrota. En vista de esto, resuelven traer el arca de Yahvé. Cuando ésta entró en el campo de Israel, el pueblo "lanzó tan grandes gritos de júbilo, que hacían temblar la tierra. Los filisteos sintieron temor y decían: "Ha venido Dios al campamento. ¡Desgraciados de nosotros!... ¿Quién nos librará de la mano de ese Dios poderoso? ¿Acaso no es El el que castigó a los egipcios con toda suerte de plagas y de peste?" Así declara el autor sagrado la impresión causada en uno y otro campo por la llegada del arca. A la luz de estas palabras podemos entender lo que significan las de Moisés.

Cuando Israel abandona la llanura de er-Raha en el desierto del Sinaí (la "montaña de Yahvé" designando al Sinaí aparece sólo aquí, pues en otros lugares se llama "montaña de Elohim"), no sabemos la dirección exacta que tomaron. Son muchos los intrincados valles que se abren paso para salir del macizo de los montes del Sinaí, y, por otra parte, no hay ninguna indicación en el texto sagrado que pueda servir de apoyo para trazar el itinerario hasta llegar al vasto desierto de Tih, de Farán o de Sin, en el lenguaje de la Biblia, caminando siempre hacia el norte hasta llegar a la región de Cades, donde Israel se estacionó11.

 

1 Jos 6:5. — 2 2 Par 13:12; 143; 1 Mac 4:40; 5:33; 16:8. — 3 Cf. 2 Par 13:15; 15:1; 1 Mac 5:33 — 4 Véase la descripción en Fl. Josefo, Ant. Jud. III n,6. — 5 Cf. 2 Par 5:12; 29:26 — 6 Ex 19:1. — 7 Cf. Abel, Géog. I 434. — 8 No está claro en el texto si este Jobab hijo de Raguel es el cuñado o el suegro de Moisés. En Ex 2:18 se dice que Raguel es el padre de Séfora, esposa de Moisés. Pero algunos creen que es una glosa que proviene de Núm 10:29. En Ex 3:1; 4:18 el suegro de Moisés es llamado Jetro. Algunos creen que Raguel es un calificativo (Reuel: amigo de Dios). — 9 Véase Abel, o.c., I 286. — 10 Cf. 1 Sam 4:3; 2 Sam 6:1s. — 11 Véase M. J. Lagrange, L'itinéraire des hraelites da pays de Gessen aux bords du Jourdain: RB (1900) 274; R. Savignag, La región de Ain Cadeis: RB (1922).

 

 

11. Diversos Incidentes en el Camino del Sinai a Cades.

Los relatos sobre estos incidentes contados al vivo parecen proceder de distintas fuentes.

 

Descontento del Pueblo (1-9).

1Aconteció que el pueblo se quejó a oídos de Yahvé, y, al oírlo Yahvé, ardió en ira, y encendió contra ellos un fuego que abrasó una de las alas del campamento. 2Clamó entonces el pueblo a Moisés, y Moisés oró a Yahvé, y el fuego se apagó; 3y llamaron a aquel lugar "Tabera," porque allí se había encendido contra ellos el fuego de Yahvé. 4El vulgo adventicio que en medio de ellos habitaba tenía tantas ganas de comer carne, que aun los hijos de Israel se pusieron a llorar y a decir: "¡Quién nos diera carne que comer! 5¡Cómo nos acordamos de tanto pescado como de balde comíamos en Egipto, de los cohombros, de los melones, de los puerros, de las cebollas, de los ajos! 6Ahora está al seco nuestro apetito, y no vemos sino el maná. 7El maná era parecido a la semilla del cilantro y tenía un color como de bedelio. 8Esparcíase el pueblo para recogerlo, y lo molían en molinos o lo majaban en morteros, y, cociéndolo en una caldera, hacían de él tortas, que tenían un sabor como de pasta amasada con aceite. 9Cuando de noche caía el rocío sobre el campo, caía también el maná."

 

El ambiente del pueblo ha cambiado. En las páginas que preceden, el texto pone de relieve la devoción y generosidad del pueblo hacia el santuario de Yahvé; aquí se nos presenta otra vez al pueblo de dura cerviz, constante murmurador contra su líder, aunque el autor sagrado atribuye esto a la influencia de los extraños en el pueblo hebreo. En medio del desierto se acuerdan de la abundancia de viandas de que disfrutaban en Egipto. Nada más natural que el hambriento se vuelva a los tiempos en que comía a saciedad. ¿Quiénes son estos extraños que inician la rebelión? Lo ignoramos. El texto sagrado hace mención de ellos en diferentes lugares1. Serían gentes que, no encontrándose satisfechos en el valle del Nilo, aprovecharon la escapada de los hebreos para juntarse a ellos y recobrar la libertad de que allí no gozaban2. ¿Qué significa ese fuego con que Dios abrasó una de las alas del campamento? Lo ignoramos; tal vez alguna descarga eléctrica. El nombre de Tabera significa incendio. Aparece mencionado en Dt 9:22.

Los israelitas y los extranjeros se acuerdan de la comida de Egipto: pescado, cohombros, cebollas, etc., todo lo que constituye la base de la alimentación de los egipcios.3 Y desprecian el mana. Sobre su naturaleza véase el comentario a Ex 16:125. No debía de ser una cosa tan exquisita, cuando los israelitas lo desprecian y añoran otras cosas tan vulgares. Esta opinión de los israelitas sobre el maná parece confirmar la hipótesis de que la famosa comida del desierto era algo parecido al man, secreción de un arbusto de la península arábiga, que preparaban majándolo al mortero (v.8), y aparece por las mañanas como un rocío misterioso (v.9). En Núm 21:5 se dice que los israelitas se quejaban de aquel "miserable alimento."4 Los hebreos llevaban consigo rebaños de ovejas, pero sin duda que estas reses no eran suficientes para abastecer normalmente a todos durante tanto tiempo, y por eso tenían que vivir habitualmente de productos miserables de la estepa, que tienen pocos ingredientes nutritivos5.

 

Queja de Moisés (10-15).

10Oyó Moisés las lamentaciones del pueblo, que por familias se reunía a las puertas de las tiendas, encendiendo el ardor de la ira de Yahvé; y desagradó a Moisés,11que dijo a Yahvé: "¿Por qué tratas tan mal a tu siervo? ¿Por qué no ha hallado gracia a tus ojos y has echado sobre mí la carga de todo este pueblo? 12¿Lo he concebido yo o lo he parido para que me digas: Llévale en tu regazo, como lleva la nodriza al niño a quien da de mamar, a la tierra que juraste dar a tus padres? 13¿Dónde tengo yo carne para alimentar a todo este pueblo? ¿Por qué llora a mí clamando: Danos carne que comer? 14Yo no puedo soportar solo a este pueblo. Me pesa demasiado. 15Si así has de hacer conmigo, dame la muerte, te lo ruego; y si es que he hallado gracia a tus ojos, que no me vea ya más así afligido."

 

Las quejas del pueblo afligen el corazón de Moisés. Pensaba haber realizado una obra grande rescatando a su pueblo de la servidumbre de Egipto, y he aquí que no sólo no lo agradecen, sino que miran esto como una desgracia. Sobre todo, lo que le hubo de herir más fue que con esas quejas desestimaban el favor de Dios, el verdadero Libertador, y además menospreciaban las promesas que les había hecho y hacia las cuales los conducía. Ante esta actitud del pueblo, el ánimo del profeta desfallece, y se queja él también de la misión ingrata que Dios ha echado sobre sus hombros. No se siente con fuerzas para llevar al pueblo en su regazo como la nodriza al niño. Y esta conciencia de Moisés sobre su flaqueza se aviva tanto más cuanto más crecen la impaciencia del pueblo y sus quejas. Como más tarde Elías, pide a Dios, como una gracia, que le lleve de esta vida si no quiere quitarle la pesada carga6.

Los v.7-9 son continuación lógica del v.6, de forma que parecen reflexiones del hagiógrafo sobre las diversas formas de preparar el maná para que el lector se haga cargo de que los israelitas no tenían razón para sus quejas contra Moisés. Este, por su parte, se siente apesadumbrado por su ingrata misión histórica. En realidad es Dios quien ha concebido y criado al pueblo hebreo7, y, por tanto, a El le pertenece llevarlo en su regazo, y no a Moisés. Descorazonado, pide a Dios le quite la vida si no le presenta mejores perspectivas8.

 

Respuesta de Yahvé (16-23).

16Entonces dijo Yahvé a Moisés: "Elígeme a setenta varones de los hijos de Israel, de los que tú sabes que son ancianos del pueblo y de sus principales, y tráelos a la puerta del tabernáculo; que esperen allí contigo. 17Yo descenderé, y contigo hablaré allí, y tomaré del espíritu que hay en ti y lo pondré sobre ellos, para que te ayuden a llevar la carga del pueblo y no la lleves tú solo. 18Y di al pueblo: Santifícaos para la manaría, y comeréis carne, ya que habéis llorado a Yahvé diciendo: ¡Quién nos diera carne que comer! ¡Mejor ciertamente estábamos en Egipto! 19No comeréis un día, ni dos, ni cinco, ni diez, ni veinte; 20la comeréis todo un mes, hasta que se os salga por las narices y os produzca náuseas, por haber menospreciado a Yahvé, que está en medio de vosotros, y haber llorado, diciendo: ¿Por qué hemos salido de Egipto?" 21Moisés le dijo: "Seiscientos mil infantes cuenta el pueblo en medio del cual estoy, y me dices: Yo les daré carne, y la comerán todo un mes. 22¿Bastará para ello degollar todas las ovejas y todos los bueyes? ¿Se juntarán todos los peces del mar para darles abasto?" 23 Yahvé replicó a Moisés: "¿Acaso se ha acortado el brazo de Yahvé? Ya verás si es o no es como yo te he dicho."

 

Dios quiere aliviar la carga de Moisés, y por ello propone que elija setenta ancianos como auxiliares suyos. En Ex 18:255 se dice que Moisés, por consejo de Jetro, eligió oficiales de diez, de cincuenta, de ciento y de mil, que formasen una verdadera jerarquía para entender en los asuntos menores del pueblo, reservándose el profeta los de mayor importancia. Esto significaba una gran ayuda, tanto más cuanto que en estos oficiales tenía el líder consejeros hábiles con quien comunicar los problemas graves que ocurriesen. Teniendo éstos, ya no podía quejarse el caudillo de quedarse solo. Estos ancianos9 aparecen ya varias veces con ocasión de la salida de Egipto10. Ahora parece que se quiere investirlos de nueva autoridad en nombre de Dios, como intendentes (soterim) a las órdenes de Moisés. Llamados al santuario, Dios les comunica el espíritu de Moisés (v.17), que en el v.26 se define como espíritu profético. La palabra profecía en la Sagrada Escritura tiene un sentido muy amplio. Cualquier manifestación carismática del espíritu de Dios puede recibir el nombre de profecía. En este pasaje podemos suponer que se trata del don de consejo para resolver los conflictos del pueblo y mantenerlo en paz. Participaban, pues, del don del consejo del líder Moisés. El autor sagrado concibe así la mente de Moisés como una lámpara que transmite luz a otras, si bien en menos cantidad y en dependencia de aquélla. La afirmación, pues, de esta comunicación de espíritu indica la situación subordinada de los ancianos respecto del gran profeta-dirigente.

Por otra parte, Yahvé responderá a las quejas del pueblo con un nuevo hecho portentoso. Pero antes deben santificarse (v.18), es decir, ponerse en estado de pureza ritual, pues Dios los va a visitar. Les va a dar tal cantidad de carne, que habrán de sentir náuseas de ella (v.19). Así, Dios les castigará por haberle despreciado, añorando la estancia en Egipto. Moisés siente cierto escepticismo sobre la promesa divina, ya que son 600.000 los israelitas que están necesitados de comida. Según Ex 16:13, Dios envió a los hebreos codornices en gran cantidad en el desierto de Sin antes de llegar al Sinaí. Yahvé, por toda respuesta, recuerda el poder de su brazo omnipotente (v.23), que no se "ha acortado" en poder. Y por eso ha de responder como en otras ocasiones al sacarlos de los dominios del faraón.

 

Efusión del Espíritu sobre los Setenta Ancianos (24-30).

24Salió Moisés y transmitió al pueblo lo que había dicho Yahvé; y eligió los setenta varones de entre los ancianos de Israel y los puso en derredor del tabernáculo. 25Descendió Yahvé en la nube y habló a Moisés; tomó del espíritu que residía en él y lo puso sobre los setenta ancianos; y cuando sobre ellos se posó el espíritu, pusiéronse a profetizar, y no cesaban. 26Habíanse quedado en el campamento dos de ellos, uno llamado Eldad y otro llamado Medad; y también sobre ellos se posó el espíritu; eran de los nombrados, pero no se presentaron ante el tabernáculo, y se pusieron a profetizar en el campamento. 27Corrió un mozo a avisar a Moisés, diciendo: "Eldad y Medad están profetizando en el campamento." 28Josué, hijo de Nun, ministro de Moisés desde su juventud, dijo: "Mi señor, Moisés, impídeselo." 29Y Moisés le respondió: "¿Tienes celos por mí? ¡Ojalá que todo el pueblo de Yahvé profetizara y pusiese Yahvé sobre ellos su espíritu!" 30Volvióse Moisés al campamento, y con él los ancianos de Israel.

 

Moisés salió del tabernáculo, en el que solía tener las comunicaciones de Yahvé11, y reunió a los ancianos y los colocó delante del tabernáculo, sin decir el texto cómo hizo la elección. Y Dios, para investirlos de una misión divina ante el pueblo, descendió en forma de nube. La descripción es antropomórfica: Dios tomó del espíritu de Moisés y se lo comunicó a los ancianos (v.25). Y al punto éstos empezaron a profetizar. Abraham es llamado profeta12 o amigo de Dios, y María, la hermana de Moisés, es llamada también profetisa13. Pero el caso de los ancianos es el primer caso de "profetismo" colectivo14. Por eso Amos y Jeremías dirán que los profetas existieron en tiempos de Moisés15. El texto sagrado no concreta en qué consistió la manifestación profética de los ancianos; pero podemos suponer que se trata de ciertas manifestaciones de entusiasmo religioso, como discursos enardecidos, cantos sagrados, pulsación de instrumentos músicos estimulantes de estas manifestaciones religiosas16. Así se reanimaba la fe apagada del pueblo. Estas manifestaciones están en consonancia con la mentalidad primitivista del ambiente. De este modo, el pueblo podía comprobar que, en efecto, el espíritu de Dios se había apoderado de ellos. Y el autor sagrado anota el caso curioso de dos ancianos elegidos por Moisés que, a pesar de no estar junto al tabernáculo, se pusieron a profetizar (v.27)17. Algunos dieron a conocer el hecho a Moisés, y Josué, su lugarteniente y fiel compañero18, quiere evitar esa manifestación pro/ética, pues la considera en competencia con la que Moisés acaba de provocar ante el tabernáculo19. Moisés, con buen sentido, declara que esto no compromete su autoridad, y dice que bien quisiera que el espíritu de Yahvé fuera sobre todo el pueblo y que todos se entregaran a manifestaciones proféticas. Joel dirá que en los tiempos mesiánicos habrá una manifestación del espíritu en todas las capas sociales y en todas las edades20. San Pedro ve el día de Pentecostés, en la efusión del Espíritu Santo, el cumplimiento de la profecía de Joel21.

 

Las Codornices (31-34).

31Vino un viento de Yahvé, trayendo desde el mar codornices, que dejó sobre el campamento, hasta la altura de dos codos sobre la tierra. 32El pueblo estuvo todo el día, toda la noche y todo el día siguiente recogiendo codornices; el que menos, recogió diez "jómer," y las pusieron a secar en los alrededores del campamento. 33Aún tenían la carne entre sus dientes, antes de que hubiesen podido acabar de comerlas, y encendióse en el pueblo el furor de Yahvé, y Yahvé hirió al pueblo con una plaga; 34siendo llamado aquel lugar Quibrot-Hat-tawa, porque allí quedó sepultado el pueblo glotón. 35De Quibrot-Hat-tawa partieron a Jaserot y acamparon allí.

 

Para satisfacer las quejas del pueblo, que apetecía carne en abundancia, Yahvé hizo venir, como la vez primera22, de la parte del mediodía una gran bandada de codornices, que en la primavera suben del sur en busca de clima más fresco y que, cansadas del largo vuelo, vienen a caer en la península del Sinaí. El salmista idealiza imaginativamente: "hizo soplar en el cielo el viento solano, y con su poder hizo soplar el austro y caer como polvo sobre ellos la carne, como arenas del mar aves aladas."23 Cubrieron una extensión de un día de camino y con una altura de unos dos codos (un metro)24. De nuevo tenemos que acudir al género literario hiperbólico para justificar estas exageraciones. También aquí parece que nos encontramos ante un hecho natural, si bien preternatural en cuanto a sus circunstancias (quoad modum), en cuanto que aparecen las codornices en el momento querido por Dios y en la cantidad anunciada. Los israelitas llegaron a recoger el que menos diez jómer (unos 3.640 kilos). La exageración es manifiesta, pero con ella el autor sagrado quiere destacar la abundancia de volátiles tomados. Los israelitas extendieron la caza en el campo para secarla, como hacían los egipcios con los peces y aun con las aves25. El autor sagrado relata después el castigo al pueblo glotón, pues estaban aún con la carne en la boca, cuando la ira de Dios se encendió y envió una plaga exter minador a. El texto no concreta en qué consistió el castigo. Quizá una infección general. Por eso se llamó aquel lugar Quibrot-Hat-tawa ("sepulcros de la glotonería"). Desde este lugar, los israelitas continuaron el viaje hasta un oasis llamado Jaserot, comúnmente identificado con Ain Jadra26, abundante en agua y recogido entre un círculo de colinas, que le resguardaba contra la intemperie.

 

1 Ex 12:38; Lev 24:10. — 2 Ex 16:12s. — 3 Véase Herodoto, II 92, y el art. Égypte en DBS II 702; Is 19:8; Ex 7:21. — 4 Núm 21,5. El autor del libro de la Sabiduría (16,20-21) idealiza midráshicamente el alimento del maná: sabía al gusto que cada uno prefería. Cf. Sal 78:24-25; 2 Esd 9:21. — 5 Flavio Josefo identifica el maná con un alimento natural del Sinaí que se daba en su tiempo: Ant. Jud. III 1,6. Hoy día se suele ver en el maná el producto del tamarix mannifera, que se encuentra en la península sinaítica, si bien podemos suponer que Dios lo multiplicara mila rosamente durante todo el año. Véase Heinisch, Exodus 134-13· — 6 Cf. 1 Re 19:4. — 7 Cf. Ex 4:22; Dt 32:17; Os 11,1. — 8 Cf. Jer 15:10-11. — 9 Estos ancianos o ziqne equivalen literalmente a los γέροντες de los griegos, a los Paires o Senatus de los romanos y a los cheiks de los árabes — 10 Cf. Ex 3:16; 19:7; 24:1. — 11 Cf. Núm 7:8g. — 12 Gén 20:7. — 13 Ex 15:20. — 14 Cf. 1 Sam 10:11-13; 19:20-24. — 15 Cf. Am 2:10; Jer 7:25. — 16 Cf. 1 Sam 10:11-13; 19:20-24. — 17 En el Pastor, de Hermas, se cita un libro de profecías de Eldad y Medad (vis.11 3; 4)· — 18 Es el vencedor de los amalecitas (Ex 17:8-14), el que acompaña a Moisés a la montaña (Ex 24:13; 32:17) y el que guarda el tabernáculo (Ex 33:11). — 19 Los discípulos de Jesús sentirán también celo de otros que se dedican a arrojar los demonios en nombre de Él (Mc 9:38). — 20 Jl 2:28-29. — 21 Act 2:16-21; 1 Cor 12:4-11. — 22 Ex 16:1s. — 23 Sal 78:26; 27. — 24 La Vg dice que volaban a dos codos de altura. — 25 Herodoto, II 77; DBV II 36. — 26 M. J. Lagrange, a.c.: RB (1900) 276.

 

 

12. Castigo de María, Hermana de Moisés.

1María y Aarón murmuraban de Moisés por la mujer cusita que éste había tomado, pues había tomado Moisés por mujer a una cusita. 2Decían: "¿Acaso sólo con Moisés habla Yahvé? ¿No nos ha hablado también a nosotros?" Oyó esto Yahvé. 3Moisés era hombre mansísimo, más que cuantos hubiese sobre la haz de la tierra. 4Y dijo luego a Moisés, a Aarón y a María: "Id los tres al tabernáculo de la reunión." 5Una vez allí, descendió Yahvé en la columna de nube y, poniéndose a la entrada del tabernáculo, llamó a Aarón y a María. Salieron ambos, 6y él les dijo: "Oíd mis palabras: Si uno de vosotros profetizara, yo me revelaría a él en visión y le hablaría en sueños. 7No así a mi siervo Moisés, que es en toda mi casa el hombre de confianza. 8Cara a cara hablo con él, y a las claras, no por figuras; y él contempla el semblante de Yahvé. ¿Cómo, pues, os habéis atrevido a difamar a mi siervo Moisés?" 9Y, encendido en furor contra ellos, fuese Yahvé. 10Apenas se había retirado del tabernáculo la nube, apareció María cubierta de lepra, como la nieve; y miró Aarón a María, y la vio cubierta de lepra. 11Dijo entonces Aarón a Moisés: "¡Oh mi señor, no eches sobre nosotros el peso de nuestro pecado ! Neciamente hemos obrado, hemos pecado. 12Que no quede como el abortivo, que sale del vientre de su madre ya medio consumido." 13Clamó entonces Moisés a Yahvé, diciendo: "Ruégote, ¡oh Dios!, que la sanes." 14Respondió Yahvé: "Si su padre la hubiera escupido en el rostro, ¿no quedaría por siete días llena de vergüenza? Que sea echada fuera del campamento por siete días, y después volverá." 15Fue, pues, María echada fuera del campamento, y el pueblo no se movió hasta que hubiera tornado.

 

Un nuevo episodio que podemos decir familiar, pues acaece entre los tres hermanos, hijos de Amram y Yoquebed. Pero en él se recalca el ascendiente especialísimo que Moisés tiene ante Dios, y por eso el autor sagrado lo recoge para escarmiento de todos, ya que Yahvé no permite que se ponga en duda la dignidad de profeta del amigo íntimo suyo. Los motivos de la murmuración de María y Aarón son dos: que tenía por mujer a una cusita o etíope1 y que Moisés era venerado como profeta por el pueblo, como si ellos no tuvieran también sus relaciones íntimas con Dios. Podemos suponer razonablemente que el primer motivo era el objeto de las murmuraciones de María, y el segundo de Aarón, que, después de haber sido elevado a la dignidad del sumo sacerdocio, no veía con buenos ojos el honor que el pueblo rendía a su hermano como principal confidente de Dios. La esposa cusita probablemente es Séfora, madianita2, pues los madianitas y cusitas o etíopes aparecen mencionados juntos en la tabla etnográfica3. Por otra parte, en ningún otro lugar se alude a un nuevo matrimonio de Moisés4. Aarón se considera también portavoz de los oráculos divinos (v.2), y, por consiguiente, no acepta de buen grado el monopolio de los mismos que el pueblo le atribuye. María era también una profetisa que, tocando el tambor, dirigía el canto de las mujeres y enardecía a las tribus de Israel5. Además, Aarón era el que consultaba a Yahvé por el urim y el tummim6. Todo esto daba pie para sus reclamaciones como dirigente del pueblo en paridad con Moisés. Este, por su parte, era "hombre mansísimo..." (v.5), y recibió esta protesta sin reaccionar violentamente, haciendo valer sus privilegios7. Sin embargo, es Dios el que va a reivindicar sus derechos excepcionales, haciendo un castigo ejemplar. Y primeramente proclama a la entrada del tabernáculo que con Moisés se comunica de un modo especial, cara a cara (v.8), como un "amigo a otro amigo,"8 y no en sueños o visiones (v.6), como suele hacerlo con los profetas9. Moisés es el confidente excepcional de Yahvé (v.7). Y, por tanto, ¿cómo se atreven a difamarle (v.8b) a él, "que contempla el semblante de Yahvé," es decir, su manifestación gloriosa, sensible? El autor del Eclesiástico hace el elogio de Moisés, diciendo: "Amado de Dios y de los hombres, cuya memoria vive en bendición, le hizo en la gloria semejante a los santos (ángeles) y le engrandeció haciéndole espanto de los enemigos... Cara a cara le dio sus preceptos, la ley de vida y de sabiduría, para enseñar a Jacob su alianza, y sus juicios a Israel."10 Y el autor de la Epístola a los Hebreos pondera la gloria de Moisés para exaltar la de Jesucristo, que está por encima de aquél11, ya que "concentra en sus manos todo el conjunto de la economía de salvación, de la que es el jefe, puesto que es apóstol, sumo sacerdote y, como Moisés, fiel a Dios, que le ha hecho apóstol y mediador."12 En todo caso, Moisés es el mayor de los profetas del Antiguo Testamento, ya que Dios no le habló en enigmas o figuras, sino α Zas claras13. Y Yahvé castigó a María con la lepra por sus murmuraciones (v.10), pero no a Aarón. ¿Por qué? La lepra se compaginaba mal con la santidad sacerdotal, y por eso Dios no quiere presentar al sumo sacerdote como leproso y objeto de desprecio del pueblo. Aarón intercede ante Moisés para curar a su hermana, y Dios, recordando una antigua y conocida costumbre, según la cual el padre escupía al hijo que le hubiera ofendido, y, como consecuencia, el hijo quedaba recluido, "lleno de vergüenza" durante siete días (v.14a), exige que María, herida por Dios con la lepra, sea separada de la comunidad durante siete días (v.14b)14. María fue admitida sin que se hicieran los ritos de la purificación del leproso15. En todo este capítulo se quiere enaltecer la situación privilegiada de Moisés frente a Aarón y los demás futuros profetas. Sin embargo, ya se deja entender que la ponderación de las comunicaciones divinas con Moisés ("cara a cara") es antro-pomórfica e hiperbólica, que no anula el dicho del evangelista: "A Dios nadie le vio; pero el Unigénito del Padre, que mora en el seno del Padre, ése nos lo dio a conocer."16

 

1 Los dos términos pueden designar a gentes de raza no israelita, que radicaban en la península sinaítica. En Hab 3:7 se mencionan juntos Madián y Cusan como moradores de Arabia. — 2 Ex 2:1ss. — 3 Gén 10:7. Véase Abel, Géographie de la Palesline I 287. — 4 El matrimonio con una madianita estaba permitido por la Ley, supuestas ciertas relaciones de Israel con ese pueblo (Gén 25:2; Ex 34:16). — 5 Ex 15:20. — 6 Ex 28:30. — 7 Algunos autores traducen el heb. 'anaw por "abatido," en vez de "mansísimo," teniendo en cuenta que el temperamento de Moisés no era precisamente manso (cf. Ex 32:10: Núm 16). — 8 Cf. Ex 33:11;Dt 34:10. — 9 El TM de v.6a es oscuro. Lit.: "si Yahvé es vuestro profeta." Los LXX: "si hubiera profeta vuestro para el Señor." — 10 Eclo 46:1-6. — 11 Heb 3:2s. — 12 A. Clamer, o.c., p.313. — 13 Véase Tomás de Aquino, 2-2 q.174 a.4. — 14 Cf. Lev 13:5; 14:8. — 15 Cf. Lev 14:1-32. — 16 Jn 1:18.

 

 

13. Los Exploradores de Canaán.

El relato de los c.13-14 sobre la exploración de Canaán y la rebelión del pueblo es bastante complejo desde el punto de vista literario.

 

Orden Divina de Explorar Canaán (1:16-17:16).

1Partióse después el pueblo de Jaserot y acampó en el desierto de Farán. 2 Yahvé habló a Moisés, diciendo: "Manda a algunos hombres a explorar la tierra de Canaán que voy a daros: 3 manda a uno por cada tribu y que sean todos de los principales entre ellos." 4Mandólos Moisés desde el desierto de Farán, según el mandato de Yahvé, todos los jefes de los hijos de Israel. 5Sus nombres son: de la tribu de Rubén, Samua, hijo de Zecur; 6de la tribu de Simeón, Safat, hijo de Jurí; 7(6)de la tribu de Judá, Caleb, hijo de Jeíbné; 8de la tribu de Isacar, Jigal, hijo de José; 9de la tribu de Efraím, Osea, hijo de Nun; 10 de la tribu de Benjamín, Falti, hijo de Rafu; 11de la tribu de Zabulón, Gadiel, hijo de Sodí; 12de la tribu de José de Manasés, Gadí, hijo de Sasí; 13de la tribu de Dan, Amiel, hijo de Guemalí; 14de la tribu de Aser, Setur, hijo de Miguel; 15de la tribu de Neftalí, Najbí, hijo de Vapsí; 16de la tribu de Gad, Guel, hijo de Maquí. 17 Estos son los nombres de los mandados por Moisés para explorar la tierra. A Osea, hijo de Nun, le dio Moisés el nombre de Josué.

 

El v.1 es el v.16 del c.12 en los LXX y TM, y sirve de introducción al relato de los exploradores después del incidente del castigo de María. Los israelitas continuaron hacia el norte, llegando al desierto de Farán, sin designar el lugar preciso. Pero en Núm 32,8.9 se dice que los exploradores partieron de Cades-Barne, la actual Ain Qedeis1, a unos 150 kilómetros al sur de Bersabé, en el Negueb. Llegados al mediodía de Canaán, nada más natural que enviar exploradores a la tierra con la doble finalidad de examinar las defensas que tendrían que vencer para adueñarse de ellas y las condiciones de la tierra, a fin de alentar al pueblo en los trabajos de la conquista. Los documentos no nos dicen el número de los exploradores, contando sólo entre ellos a Caleb. El documento tiende a idealizar la historia de Israel, a fin de dar expresión a ciertas ideas religiosas. Así, es Yahvé el que toma la iniciativa y ordena a Moisés que envíe exploradores, que han de ser doce, según el número de tribus. Entre ellos Josué, de la tribu de Efraím, y Caleb, de la tribu de Judá. Los exploradores recorren toda la tierra de Canaán, desde Sin, en el Negueb, hasta Rejob, camino de Emat, de sur a norte durante cuarenta días. Los textos recorren sólo la parte sur de Canaán, lo que es más verosímil. En esa tendencia a idealizar el pasado. Así, los exploradores son los príncipes de cada tribu. La lista incluye 24 nombres, de los cuales 11 no aparecen en otros textos bíblicos. Los más famosos son Caleb y Josué. Aquél era idumeo2, pero aquí es presentado como perteneciente a la tribu de Judá, porque los calebitas aparecen especialmente relacionados con esta tribu3, apoderándose de Hebrón4. En tiempos de David se fusionaron con la tribu de Judá5. Josué es primeramente llamado Osea ("salva"), pero se le cambió el nombre en "Josué" (Yehosua: "Yahvé salva") (v. 17-16). No se da razón del cambio del nombre, pero puede suponerse que haya tenido lugar con ocasión de la victoria sobre los amalecitas, en que se mostró Yahvé como salvador de su pueblo6.

 

Exploración de la Tierra de Canaán (18/17-25/24).

18(17)Mandólos, pues, Moisés a explorar la tierra de Canaán, diciéndoles: "Subid de aquí al Negueb; después subid a la montaña, 19(18)y observad la tierra cómo es, qué gente la habita, si fuerte o floja, si poca o mucha; 20(19)qué tal es la tierra habitada, si buena o mala; cuáles son sus ciudades, si abiertas o amuralladas; 21(20)Cua1 es su terreno, si fértil o pobre, si con árboles o sin ellos. Animaos y traed algunos frutos de esa tierra." Era esto al tiempo de las primeras uvas. 22(21)Subieron y reconocieron la tierra desde el desierto de Sin hasta Rejob, a la entrada de Jamat. 23(22)Subieron al Negueb y llegaron a Hebrón, donde estaban Ajinam, Sesaí y Tolmai, hijos de Enaq. Hebrón fue fundada siete años antes que Tanis en Egipto. 24(23)Llegaron hasta el valle de Escol, cortaron un sarmiento con racimos de uvas, que trajeron dos en un palo, y granadas e higos. 25(24)Llamaron a aquel lugar Najal-Escol, por el sarmiento de vid que allí hallaron los hijos de Israel.

 

Moisés les encarga inspeccionar las fortalezas y condiciones de la tierra que habían de conquistar. Deben subir por el Negueb7 hacia la zona montañosa que rodea Hebrón, siendo el Negueb más bien la parte que rodea Gaza, Bersabé y sur de Hebrón. Como en esa zona montañosa de Hebrón habitaban los amorreos, se llamará "montaña del amorreo."8 La "tierra de Canaán" equivale, más o menos, a lo que llamamos Palestina9, limitada al norte por Sidón y al sur por Gaza10. Se divide en tres zonas geográficas bien definidas: montaña, Negueb y Sefela11, siendo esta última la parte semi-costera occidental. Los exploradores deben internarse en la zona sur y percatarse de las posibilidades de ataque y de vivienda, y, como prueba de su incursión, deben volver con frutos del país (v.21). El hagiógrafo puntualiza que era el tiempo de las "primeras uvas," hacia el mes de agosto, cuatro meses después de la partida del Sinaí.12 El v.22(21) parece una adición del sacerdotal, que quiere idealizar la incursión de los exploradores, suponiendo que recorrieron el territorio ideal de la tierra prometíaa en tiempos de la monarquía israelita. El desierto de Sin no es el Sinaí, sino la zona montañosa al norte de la meseta de Tih, continuando hacia el norte el desierto de Farán, y llegando por el este al monte de Akrabim o de los escorpiones13. Rejob es la parte septentrional de Canaán cerca del monte Hermón14, en la parte superior del Jordán. La "entrada de Jamat" o "camino de Jamat" es una frase estereotipada para indicar los límites septentrionales del reino de Israel15, y designa la Beqa o depresión entre el Líbano y Antelíbano, por donde discurría el camino hacia Jamat o Amatu de los textos asirios16. El v.23 nos da un recorrido de los exploradores más verosímil: la región que rodea Hebrón, no muy lejos de Cades Barne (unos 250 km.). Hebrón era entonces llamada Quiriat-Arba ("ciudad de los cuatro")17, en la que habitaban descendientes de la raza gigante de Enaq. Los nombres Ajinam, Sesai y Tolmai (v.24-23) son probablemente nombres de tribus18. Parecen restos de las poblaciones presemíticas de Canaán, a las que la imaginación popular asignaba una estatura gigantesca, atribuyéndoseles la construcción de los monumentos megalíticos19. El hagiógrafo, para encarecer la antigüedad de Hebrón, dice que fue fundada "siete años antes que Tanis" o Soán (v.23-22). En realidad no sabemos cuándo fue fundada Tanis en el Delta oriental egipcio, capital de los hicsos, reconstruida por Ramsés II (s.XIII), pero que aparece mencionada en textos de la VI y XII dinastía, es decir, en el tercer milenio antes de Cristo. Los expedicionarios llegaron al valle de Escol, que parece estar no lejos de Hebrón, teniendo en cuenta que Escol es el nombre de uno de los aliados de Abraham20. En efecto, los alrededores de Hebrón son fértiles en viñas, higos y granadas, que son justamente los frutos que llevan de vuelta los exploradores. El hagiógrafo encarece hiperbólicamente la calidad y tamaño de los racimos de aquella región, diciendo que los exploradores transportaron uno de ellos entre dos, colgado de un palo (v.24). Escol significa en hebreo racimo, y por eso llamaron a aquella región Najal-Escol ("valle del racimo"). Es una explicación popular del nombre geográfico, que probablemente está relacionado con el nombre propio Escol de Gén 14:13; 14.

 

Retorno de los Exploradores (26-33).

26(25)Volvieron de explorar la tierra al cabo de cuarenta días, 27(26)y, llegados, se presentaron a Moisés y a Aarón y a toda la asamblea de los hijos de Israel en el desierto de Farán, en Cades; 28(27)e hicieron relación a ellos y a toda la asamblea, mostrando los frutos de la tierra, y contaron así: "Hemos llegado a la tierra adonde nos mandasteis; en verdad mana leche y miel; he aquí sus frutos; 29(28)pero la gente que la habita es fuerte, y sus ciudades son muy grandes y están amuralladas; hemos visto también allí a los hijos de Enaq. 30(29)Los amalecitas habitan la región del Negueb; los jéteos, jebuseos y amorreos, la parte montañosa; los cananeos, las costas del mar y a lo largo del Jordán." 31(30)Caleb, imponiendo silencio al pueblo, que murmuraba contra Moisés, clamó: "¡Subamos, subamos luego! ¡La conquistaremos, seremos más fuertes que ellos!" 32(31)Pero los que habían subido con él dijeron: "No debemos subir contra aquella gente; es más fuerte que nosotros." 33(32)Y desacreditaban entre los hijos de Israel la tierra que habían explorado, diciendo: "Es una tierra que devora a sus habitantes, y todos cuantos hemos visto de ellos eran de gran talla. 34(33)Hasta gigantes hemos visto allí, ante los cuales nos pareció a nosotros que éramos como langostas; y así les parecíamos nosotros a ellos."

 

Los exploradores tardaron cuarenta días en su misión, cifra estereotipada que indica un lapso considerable de tiempo21. Volvieron y se reunieron con los israelitas en Cades, probablemente la actual Ain Qedeis, al sur del Negueb, entre el desierto de Farán y el de Sin, a unos 150 kilómetros al sur de Bersabé22. Es una zona donde hay algunos pozos y oasis, muy apta para que los israelitas merodearan con sus rebaños durante los treinta y ocho años de su estancia antes de entrar en Canaán. El relato de los exploradores es muy verídico según la apreciación diversa de cada uno. Los optimistas lo pintan de color de rosa: la tierra explorada es maravillosa por su feracidad, y puede decirse que mana leche y miel (v.29-28); los pesimistas, en cambio, insisten en las dificultades y parte negativa de la tierra: devora a sus habitantes (ν·34-33).La expresiσn manar leche y miel es proverbial para encarecer la feracidad de una tierra. Las madres beduinas prometen a sus hijos leche y miel como lo mejor que pueden ofrecerles. Así es fácilmente concebible la frase en los israelitas, que salían de las estepas calcinadas y misérrimas del Sinaí23, al encontrarse con la relativa feracidad de Canaán. Los exploradores encarecen también las fortificaciones de la región habitada por los terribles descendientes de Enaq, los gigantes de la imaginación popular. Los datos arqueológicos modernos confirman las apreciaciones de los exploradores sobre la solidez de las ciudades fortificadas de los cananeos, y los textos egipcios se hacen eco de ello. Las ciudades son muy grandes, calificación que se ha de interpretar a la luz de la mentalidad beduina de los exploradores. En realidad, las ciudades cananeas solían ser acrópolis reducidas para facilitar la defensa24. El v.30 parece una adición erudita posterior, en la que se concretan las zonas geográficas habitadas por las distintas razas que estaban asentadas en Canaán. En el Negueb, o parte sur de Canaán (entre Gaza y el mar Muerto), están los amalecitas, gentes que aparecen en tiempos de Abraham en esta misma zona geográfica25. Era una población que vivía del pillaje, contra la que tuvieron que luchar constantemente los hebreos aun después de su establecimiento en Canaán. Por eso surgió un odio secular contra ellos26. La montaña o zona montañosa que rodea Hebrón hasta Jerusalén está habitada por los jéteos o hititas, población del Asia Menor que aparece en las cartas de Tell Amarna ocupando Canaán27; los jebuseos tienen la capital en Jerusalén, expulsados por David28; los amorreos, población que en los textos asirios da nombre al occidente semítico (Amurru) desde el Eufrates al Mediterráneo29. Los cananeos habitan la costa marítima y el valle del Jordán. La palabra cánamo designa generalmente a los habitantes de toda la región de Canaán (desde Fenicia hasta el desierto de Farán, lindante con Egipto), y en este sentido equivale muchas veces a amorreo. En las cartas del Tell-Amarna (s.XIV a.C.), Amurru es la región de Fenicia, y Canaán es lo que hoy llamamos Palestina30.

La narración de los exploradores sembró el terror entre los hebreos, y Caleb se levantó para animarlos al ataque (v.32-31)· Los pesimistas, sin embargo, no quieren entrar en esa región fortificada, en la que habitan gentes temibles, y además es una tierra que devora a sus habitantes, expresión que puede aludir a su pobreza (en contra de lo que habían dicho los optimistas), a los peligros de las fieras que en ella merodean, o mejor, a las poblaciones feroces que la habitan, que se matan entre sí. E insisten recordando la estatura de los gigantes, descendientes de Enaq, en cuya comparación los israelitas son como langostas. En Is 40:22 se dice que Dios contempla a los hombres desde el cielo y que desde esa altura parecen langostas, expresión gráfica para encarecer su pequenez y debilidad.

 

 

1 R. Savignac, La región de 'Ain Qedeis: RB (1922) 55-81. — 2 Cf. Núm 34:19; 32:12; Jos 14:6; Jue 1.13; Núm 13:6. — 3 Núm 13:6; Jos 14:6-15; 15; 13-10· — 4 Jos 15:13-19. — 5 Par 2:9; 25-42; 49. — 6 Estos cambios de nombre son frecuentes en personajes principales bíblicos, para caracterizar su misión histórica (cf. Gén 17:5; 35:10). Los LXX leen ΊησοΟs(***); por ello los Padres consideran a Josué como tipo de Jesucristo, "salvador" del mundo. — 7 El nombre Negueb suele relacionarse con la raíz semítica ngb, que significa "ser seco." Como esta región seca estaba al sur de Canaán, en la literatura bíblica es sinónimo de región meridional. Cf. Abel, Géog. I 418-419. — 8 Dt 1:7; Núm 13,30. — 9 En las cartas de Tell Amarna, Kinalihi, y en acadío mat Kinahni ("tierra de Canaán")· — 10 Núm 13.30 — 11 Cf. RB (1931) 365. — 12 Núm 10:11. — 13 Cf. Núm 34,3; Jos 15:1. — 14 Cf. 2 Sam 10:8; Jue 18:28; 2 Sal 10:6. — 15 Cf. Núm 34:8; Jos 13:5; Am 6:14. — 16 Cf. Abel, Géog. I 300-301. — 17 Cf. Jue 1:10. — 18 Cf. Jos 11.21; Jue 1:20; Jos 15:14; Jue 1:10. — 19 Cf. Abel, o.c., I 328-329. — 20 Cf. Gén 14:13-24. — 21 Cf. Núm 14:34. — 22 cf. RB (1922) 79-80. — 23 Cf. Power, Verbum Domini (1922) 53.58. — 24 Cf. DBS I 1010; H. Vincent, Canaán d'aprés la exploration récente 22-89. — 25 Gén 14:7; Ex 17:8-16. — 26 Cf. Desnoyers, Histoire du peuple hébreu I 73 n.s; Abel, Géog. I 270-273. — 27 Cf. RB (1909) 66. En los textos asirios sargónidas se llama a Siria y Palestina Hattu en razón de la influencia hitíta. — 28 2 Sam 56:6-8. — 29 Cf. RB (1928) 63; Abel, Géog. I 239- — 30 Cf. RB (1908) 501-502.

 

 

14. Incidentes en Cades.

 

Sedición del Pueblo (1-9).

1Entonces toda la muchedumbre rompió a gritar, y el pueblo se pasó toda la noche llorando; 2y todos los hijos de Israel murmuraban contra Moisés y Aarón, y todos decían: "¡ Ah si hubiéramos muerto en la tierra de Egipto o muriéramos siquiera en este desierto! 3¿Por qué quiere llevarnos Yahvé a esa tierra a perecer a la espada y que sean nuestras mujeres y nuestros hijos presa de otros? ¿No sería mejor que nos volviéramos a Egipto?" 4Y unos y otros se decían: "Elijamos un jefe y volvámonos a Egipto." 5Entonces Moisés y Aarón cayeron sobre sus rostros ante toda la asamblea de los hijos de Israel. 6Josué, hijo de Nun, y Caleb, hijo de Jefoné, que eran de los que habían explorado la tierra, rasgaron sus vestiduras, 7y hablaron a toda la asamblea de los hijos de Israel, diciendo: "La tierra por la que hemos pasado en reconocimiento es sobremanera buena. 8Si agradamos a Yahvé, El nos hará entrar en esa tierra y nos la dará. Es una tierra que mana leche y miel. 9No os rebeléis contra Yahvé y no tengáis miedo de la gente de esa tierra, que nos la comeremos como pan. Ellos se han quedado sin amparo, y Yahvé está con nosotros."

 

La descripción terrorífica de los pesimistas tuvo un efecto derrotista en el pueblo, que se entregó a un llanto desesperado, y de nuevo surge la añoranza de Egipto, donde al menos podían vivir, aunque en opresión. Se quejan de que Dios les haya llevado a una región donde sólo les queda la muerte. Y buscan un jefe que los guíe de nuevo hacia la tierra de los faraones (v.4). Moisés y Aarón se prosternaron ante el tabernáculo, pidiendo ayuda a Yahvé1. Mientras tanto, los exploradores Caleb y Josué trataron de convencer al pueblo de que era factible la conquista de Canaán. En un gesto de protesta por el escándalo que el pueblo da al despreciar a su Dios, se "rasgan las vestiduras," signo de duelo y de insolidaridad por lo que el pueblo hace2. Y con sentido profundo religioso afirman que, si Yahvé les ayuda, vencerán fácilmente a los cananeos, por fuertes que sean, y por otra parte merece la pena un esfuerzo, ya que la tierra de Canaán mana leche y miel (v.8). En vez de ser devorados por esa tierra, serán los israelitas los que se comerán a los cananeos como pan3. Sus divinidades de nada les servirán, de forma que éstos se quedarán sin amparo (lit. "su sombra se retiró de ellos").

 

Intervención de Dios (10-25).

10Toda la asamblea de Israel quería lapidarlos, pero la gloria de Yahvé se mostró en el tabernáculo de la reunión a todos los hijos de Israel, 11y Yahvé dijo a Moisés: "¿Hasta cuándo ha de ultrajarme este pueblo? ¿Hasta cuándo no ha de creerme, después de todos los prodigios que en medio de ellos he obrado? 12Voy a herirle de mortandad y a hacer de ti una gran nación, más grande y más fuerte que ellos," 13Pero Moisés respondió a Yahvé: "Y lo sabrán los egipcios, de cuyo poder sacaste a este pueblo, 14y se lo dirán a los habitantes de esa tierra. Todos ellos saben, oh Yahvé!, que habitas en medio de este pueblo, que te dejas ver la cara, que se posa sobre ellos tu nube, que vas delante de ellos, de día en columna de nube y de noche en columna de fuego. 15Si, pues, destruyes a este pueblo como si fuera un solo hombre, los pueblos a los que ha llegado tu fama dirán:16Por no haber podido llevar a ese pueblo a la tierra que le había prometido, los ha destruido Yahvé en el desierto.17Haz, pues, mi Señor, que resplandezca tu fortaleza, como tú mismo dijiste.18Yahvé, tardo a la ira y grande en misericordia, que perdona la iniquidad y la rebeldía, aunque no lo deja impune, y visita la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación, 19perdona, pues, la iniquidad de este pueblo según tu gran misericordia, como desde Egipto hasta aquí lo has perdonado." 20Díjole Yahvé: "Los perdono, según me lo pides; 21mas por mi vida y por mi gloria, que llena la tierra toda, 22que todos aquellos que han visto mi gloria y todos los prodigios que yo he obrado en Egipto y en .el desierto, y todavía me han tentado diez y diez veces, desoyéndome, 23no verán la tierra que a sus padres juré dar. No; ninguno de los que así me han ultrajado la verá. 24Sólo a mi siervo Caleb, que con espíritu del todo diferente me siguió enteramente, le haré yo entrar en esa tierra donde ha estado ya, y su descendencia la tendrá en posesión. 25Pero el amalecita y el cananeo habitarán en la llanura. Mañana mismo volveos, y partid al desierto, camino del mar Rojo."

 

El pueblo reaccionó violentamente contra los valerosos exploradores, queriendo lapidarlos. Entonces se manifestó la gloria de Yahvé sobre el tabernáculo, es decir, la nube que lo cubría se iluminó inesperadamente, como en otras ocasiones. Esta manifestación gloriosa de Dios tiene unas veces el carácter de anuncio venturoso, y otras de inminente castigo. Por lo que sigue se ve que ahora la manifestación divina es justiciera, y quizá iba acompañada de manifestaciones atmosféricas tormentosas para impresionar más al pueblo culpable, como en el Sinaí. Yahvé amenaza al pueblo por su incredulidad e ingratitud, a pesar de las maravillas obradas al ser liberado del faraón4. Por eso los va a aniquilar por la peste o mortandad5; pero hará surgir una nueva posteridad más numerosa de la familia de Moisés6. Moisés reacciona, pidiendo perdón por los culpables y apelando al honor del nombre de Dios, que será comprometido con el aniquilamiento de su pueblo, ya que sabrán los egipcios y cananeos que no ha podido llevarlos a su destino7. Los profetas del exilio utilizarán el mismo argumento para convencer a Dios de que libere a su pueblo de la cautividad babilónica8. Al no cumplir su palabra de introducirlos en Canaán, los pueblos paganos acusarían al Dios de Israel de impotencia, ya que no comprenderían las exigencias estrictas de la justicia divina. Por otra parte, Yahvé es rico en misericordia y tardo a la ira9, y, por tanto, debe ahora mostrar su carácter misericordioso para con su pueblo, como lo había hecho en otras ocasiones. Yahvé oyó al punto la oración magnánima de Moisés, y perdonó al pueblo por su intercesión (v.20); pero su gloria y justicia exige una compensación y un castigo: los culpables no entrarán en la tierra prometida. Lo han tentado ya "diez veces," es decir, muchas veces (v.22), y, por tanto, no participarán de las promesas anunciadas a sus antepasados. Y Yahvé jura "por su vida y su gloria" de que así ha de ocurrir. Los hombres juran por Dios10, pero el Dios viviente de Israel, que se manifiesta en su gloria en la naturaleza ("llena la tierra") y en la historia, castigando y salvando, proclama solemnemente que su vida y su gloria, o manifestación omnipotente y esplendorosa, serán la garantía del cumplimiento de sus palabras. De este castigo será exento Caleb, que ha mostrado su valor y fidelidad en todas sus empresas. En el v.30 se dirá lo mismo de Josué, fiel ejecutor de las órdenes de Moisés. Y en premio a su fidelidad se le concederá la región que exploró, como posesión a su descendencia11. La alusión al amalecita y cananeo, que habitan en la llanura, puede ser glosa redaccional, restringiendo la posesión de Caleb, o bien es una preparación para la orden que va a dar Yahvé de que se vuelvan los israelitas al desierto, camino del mar Rojo. Yahvé en ese caso indicaría que, puesto que los amalecitas y cananeos iban a impedir el acceso a Canaán, debían buscar otra ruta de penetración, volviendo sobre sus pasos (v.25b). La orden de volver fue ocasión de otra rebelión del pueblo, que ahora quiere atacar a los cananeos.

 

Anuncio de Castigo contra los Israelitas (26-38).

26Yahvé habló a Moisés y a Aarón, diciendo: 27"¿Hasta cuándo voy a estar oyendo lo que contra mí murmura esta turba depravada, las quejas contra mí de los hijos de Israel? 28Diles, pues: Por mi vida, palabra de Yahvé, que lo que a mis oídos habéis susurrado, eso haré yo con vosotros; 29en este desierto yacerán vuestros cadáveres. De todos vosotros, los que en vuestro censo fuisteis contados de veinte años para arriba, que habéis murmurado contra mí, 30ninguno entrará en la tierra que con juramento os prometí por habitación. Sólo Caleb, hijo de Jefoné, y Josué, hijo de Nun. 31Pero a vuestros hijos, los que dijisteis que serían presa ajena, a éstos los introduciré yo; y ellos disfrutarán la tierra que vosotros habéis desdeñado. 32Cuanto a vosotros, en este desierto yacerán vuestros cadáveres. 33Vuestros hijos errarán por el desierto cuarenta años, llevando sobre sí vuestras rebeldías, hasta que vuestros cuerpos se consuman en el desierto. 34Tantos como fueron los días de la exploración de la tierra, cuarenta, tantos serán los años que llevaréis sobre vosotros vuestras rebeldías: cuarenta años, año por día; y experimentaréis así mi aversión por vosotros. 35Yo, Yahvé, yo lo he dicho. Eso haré en esta perversa muchedumbre que se ha confabulado contra mí. En este desierto se consumirán: en él morirán." 36Todos aquellos a quienes mandó Moisés a explorar la tierra y de vuelta concitaron a la muchedumbre a murmurar contra él, desacreditando la tierra; 37todos cuantos habían hablado mal de ella, murieron de mala muerte ante Yahvé. 38Sólo Josué, hijo de Nun, y Caleb, hijo de Jefoné, quedaron con vida de todos aquellos hombres que fueron a explorar la tierra.

 

Este discurso es la ampliación de la anterior amenaza, puesto en boca de Yahvé. El estilo es solemne y oracular ("palabra de Yahvé," "yo, Yahvé, lo he dicho.") y trata de recalcar la gravedad de la amenaza y acusación. Yahvé quiere castigar no sólo la actual rebelión, sino todas las anteriores, pues se ha colmado la medida de su justicia, y tiene que castigarlos para escarmiento de las generaciones futuras. Todos deben morir en el desierto, sin llegar a la tierra prometida. Todos los que habían sido censados, desde veinte años para arriba (v.29)12, morirán en el desierto. En este decreto de condenación no están comprendidos los levitas, que no fueron censados ni habían tomado parte en la exploración de Canaán13. Así, Eleazar entrará en la tierra prometida con Josué14. A Moisés y a Aarón se les excluirá de entrar en Canaán por otra falta misteriosa15. Y los hijos de los israelitas, lejos de ser presa de los cananeos, serán los que entrarán en posesión de la tierra prometida16. En cambio, sus padres deberán andar errantes durante cuarenta años por el desierto hasta que vaya desapareciendo la generación pecadora (v.33), expiando lentamente sus rebeldías (lit. "prostituciones," en sentido moral, de apartamiento de Dios). El número de años de peregrinación por el desierto equivaldrá al número de días de la exploración de Canaán: cuarenta en total (v.34). La cifra es simbólica e indica una generación. Sin duda que Dios quería formar una conciencia nacional y religiosa nueva en el desierto, y para ello decide que desaparezcan todos los que habían conocido las idolatrías de Egipto, para que no las practicaran en Canaán. La nueva generación será nacida en la teocracia mosaica del Sinaí, y por eso más preparada para resistir a las infiltraciones religiosas cananeas. Así, la permanencia larga en el desierto tiene un sentido de expiación y de profilaxis religiosa. El salmista comenta: "Cuarenta años anduve desabrido con esta generación, y tuve que decirme: Estos son gente de avieso corazón, que desconocen mis caminos. Por esto juré en mi ira que no entrarían en mi reposo."17

 

Derrota de los Israelitas en Jormá (39-45).

39Moisés refirió todo esto a los hijos de Israel, y el pueblo quedó desolado. 40Subieron por la mañana a la cumbre de un monte, diciendo: "Vamos a subir a la tierra de que nos habló Yahvé, porque hemos pecado." 41Díjoles entonces Moisés: "¿Por qué queréis contravenir a la orden de Yahvé? Eso no puede saliros bien. 42No subáis, porque no va Yahvé en medio de vosotros y seréis derrotados por el enemigo. 43Los amalecitas y cananeos están del lado de allá, frente a vosotros, y caeréis bajo su espada; porque, habiendo vuelto vosotros las espaldas a Yahvé, El no estará con vosotros." 44Ellos temerariamente se obstinaron en subir a la cumbre del monte, pero el arca de la alianza de Yahvé y Moisés no se movieron de en medio del campamento. 45Bajaron el amalecita y el cananeo, que habitaban en aquellos montes, y los derrotaron, poniéndolos en fuga y persiguiéndolos hasta Jormá.

 

Moisés intima al pueblo la decisión divina: la conquista de la tierra prometida se dilata. Los que la despreciaron no la verán con sus ojos, sino sus hijos. Al oír esto la muchedumbre, reacciona en contrario, reconociendo el mal que habían hecho, y quieren mostrar que están dispuestos a obrar valientemente para borrar la cobardía anterior, esperando con ello que Dios cambiara su decisión de dilatar la entrada en Canaán. Moisés les amonesta para que no tomen iniciativa alguna, ya que no les acompañará Yahvé, y, por tanto, la consecuencia será la derrota más vergonzosa. El pueblo, sin embargo, atacó, y fue vencido por los amalecitas y cananeos, huyendo hasta Jorma, localidad identificada con la actual Sbaita, a unos 45 kilómetros al sur de Bersabé.18 En Jue 1:1-17 se menciona la ocupación de esta ciudad por las tribus de Judá y Simeón, siendo cambiado su nombre antiguo de Safat por Jorma, que significa anatema, porque la entregaron al anatema19.

 

1 Según Dt 1:27-30, Moisés trató de convencer a los rebeldes. — 2 Cf. M. J. Lagrange, Études sur les religions sémitiques 276. — 3 Cf. Sal 13:4; Jer 10:25. — 4 Cf. Heb 3:7-13. — 5 Cf. Jer 14:12; 21:9; Ez 5:12; 6:11. — 6 Cf. Gén 12:2; 18:18. — 7 Los LXX leen: "Pero todos los que habitaban en este país han sabido que tú, Yahvé, habitas en medio de este pueblo..." — 8 Cf. Ez 36:16-36; 39:21-29; Ex 32:12. — 9 Ex 34:6-7; 1 Re 19:12 — 10 Gén 12:16. — 11 Jos 14:6-15; Jue 1:20. — 12 Núm 1:3. — 13 Núm 13:4-16. — 14 Jos 14:1. — 15 Núm 20:12. — 16 Dt 1:39. — 17 Sal 95:10. — 18 Cf. RB (1900) 282-283; (1916) 270. — 19 Algunos autores sostienen que las tribus de Judá y Simeón entraron en Canaán por el sur y no por Jericó. En Núm 21:1-3 se habla de una nueva tentativa de los israelitas, coronada por el éxito en Jorma. Véase Touzard en "Dict. d'Apologétique de la Foi," art. Moïse et Josué III 806-810.

 

 

15. Leyes Relativas a los Sacrificios.

En este capítulo encontramos una serie de leyes al estilo del Levítico que han sido puestas aquí sin conexión histórica con el relato, pues son dadas para el tiempo en que Israel esté ya en Canaán.

 

Oblaciones de Harina y Libaciones en los Sacrificios (1-16).

1Yahvé habló a Moisés, diciendo: 2"Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando hayáis entrado en la tierra de vuestra habitación, que yo voy a daros, 3y hagáis a Yahvé ofrenda de combustión, holocausto o sacrificio para cumplir un voto, o de vuestra voluntad, o en una de vuestras solemnidades, presentando a Yahvé suave olor en bueyes u ovejas, 4quien haga ofrenda a Yahvé le presentará una ofrenda de flor de harina, un décimo de "efá" amasada con un cuarto de "hin" de aceite, que añadirá al holocausto o al sacrificio, 5y un cuarto de "hin" de vino para la libación por cada cordero. 6Si es por carnero, añadirá por cada uno la ofrenda de dos décimas de "efá" de flor de harina amasada con un tercio de "hin" de aceite; 7y presentará un tercio de "hin" de vino para la libación, perfume grato a Yahvé. 8Si fuere de buey el holocausto, ya en cumplimiento de voto, ya de sacrificio pacífico a Yahvé, 9presentará, a más de él, a Yahvé, como ofrenda, tres décimas de "efá" de flor de harina amasada con medio "hin" de aceite, 10y medio de vino para la libación, combustión de olor agradable a Yahvé. 11Así hará por cada buey, carnero o cabrito. 12Cualquiera que sea el número de las víctimas que ofrezcáis, eso haréis por cada una. 13Así lo harán todos los naturales al ofrecer víctimas de combustión en olor grato a Yahvé. 14Y si en vuestras generaciones un extranjero que habite en medio de vosotros o esté entre vosotros ofreciera ofrenda de combustión, de suave olor a Yahvé, lo hará como lo hagáis vosotros. 15Una misma ley regirá ante Yahvé para vosotros, los de la congregación, y para el extranjero que con vosotros mora. 16Una misma ley, un mismo derecho tendréis entre vosotros y el extranjero que habita entre vosotros."

 

El Levítico distingue muy claramente entre el sacrificio, que es la inmolación de una víctima, y la oblación de harina, vino, etc. En esta perícopa se determina la oblación u ofrenda que debe acompañar al sacrificio de un cordero o cabrito (v.4-5), de un carnero (v.6-7) o de un buey (v.8-11). Las especies de ofrenda (harina, aceite y vino) son iguales para cualquier sacrificio, pero la cantidad crece con el volumen de las víctimas. Para un cordero o cabrito, una décima de efá de harina (unos 3,60 litros) con un cuarto de hin de aceite (1,60 litros) o de vino1; para un carnero, doble cantidad de harina con un tercio de hin de aceite y vino; pero, si la víctima es un buey, la cantidad de harina se triplica y se duplica el aceite y el vino. Esto parecía natural. Los hebreos no habían caído en el grosero concepto de que Dios comía las ofrendas que se le hacían, como aquellos de quienes tan donosamente se burla el profeta Daniel2. Sin embargo, las prescripciones de la Ley aquí y en otros lugares paralelos están inspiradas en las costumbres religiosas generales, y parecen concebir este acto de culto como si con él se quisiera ofrecer un banquete a Dios. Contra tal concepción, que pudiera ser la de las gentes rudas, protesta el salmista cuando dice: "¿Como yo, acaso, la carne de los toros? ¿Bebo yo, acaso, la sangre de los carneros? Ofrece a Dios sacrificios de alabanzas y cumple al Señor tus votos."3 Esto refleja un estadio cultural superior. La Ley es válida para los israelitas y los extranjeros que vivan con ellos y se sometan como agregados a las leyes de Israel. Es el ger o extraño de otra tribu que abandona los suyos para acogerse a la hospitalidad de otra. Esto en la vida de los nómadas; entre los israelitas, el ger queda asimilado al pueblo de Dios, con los mismos derechos y deberes (v.16). Es un principio de universalismo que culminará en los tiempos mesiánicos4.

 

La Ofrenda de las Primicias (17-21).

17Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 18"Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando hubiereis entrado en la tierra a la cual os llevo,19cuando comáis el pan de esa tierra, ofreceréis de él oblación a Yahvé. 20Como primicia de vuestra masa ofreceréis un pan, del mismo modo que ofreceréis las primicias de vuestra era. 21De las primicias de vuestras masas ofreceréis oblación a Yahvé en vuestras generaciones.

 

Es claro el simbolismo de las primicias como reconocimiento de que los frutos de la tierra son don de Dios. Ya en Gén 4:35 se dice que Caín y Abel ofrecían las primicias, el uno de sus campos, y el otro de sus rebaños. Esto era ley en Israel5. Con la oblación de estas primicias a Dios, el hombre se creía autorizado para hacer uso del resto de los frutos. En esta perícopa se determina la forma en que se debe hacer la ofrenda de los primeros panes amasados con el trigo de la cosecha. Esta oblación de los primeros panes, según Lev 23:155, debía hacerse en la fiesta de Pentecostés. San Pablo nos había de las primicias del pueblo de Israel, que eran santas y prueban la santidad de la masa, la cual vendrá también a Cristo cuando la plenitud de las naciones hubiese entrado en la Iglesia6.

 

La Expiación por los Pecados (22-31).

22Si por inadvertencia faltareis, no poniendo por obra todos estos mandamientos que Yahvé os ha dado por Moisés, 23todo lo que Yahvé os ha mandado por Moisés desde el día en que para vosotros lo dispuso, para todas vuestras generaciones en adelante, 24 entonces la inadvertencia cometida por la congregación será expiada por la ofrenda de ella toda, de un novillo en holocausto de suave olor a Yahvé, con la oblación y la libación ritual, y un macho cabrío por el pecado. 25El sacerdote haga la expiación por toda la congregación de los hijos de Israel, y les será perdonado, porque fue por ignorancia y han presentado a Yahvé su ofrenda de combustión y la víctima expiatoria por su inadvertencia ante Yahvé. 26Y le será perdonado a toda la congregación de los hijos de Israel y al extranjero que en medio de ellos habita, porque del pueblo todo fue la inadvertencia. 27Si el que por inadvertencia pecó fuese uno solo, ofrecerá un cabrito primal por el pecado, 28y el sacerdote hará la expiación ante Yahvé por el que pecó por inadvertencia, para expiarle, y le será perdonado. 29Para el indígena de los hijos de Israel y para el extranjero que habita en medio de vosotros tendréis la misma ley cuanto al pecado cometido por inadvertencia. 30Pero cualquiera que sea, indígena o extranjero, el que con altiva mano obrara, ultrajando a Yahvé, 31ése será enteramente borrado de en medio de su pueblo; por haber menospreciado la palabra de Yahvé y haber traspasado su mandato, será exterminado y llevará sobre sí su iniquidad."

 

En Lev c.4-5 se exponen los ritos de los sacrificios expiatorios; aquí se trata de la expiación de los pecados de ignorancia o inadvertencia en que incurren el pueblo o los particulares. En nuestra teología moral distinguimos los pecados graves y los leves. Estos pueden serlo por la parvedad de materia, por la imperfección del conocimiento o advertencia y por la del consentimiento. En las religiones antiguas, en materia de ritos, los dioses exigían su exacta observancia, y tenían por pecado cualquier infracción del ceremonial, aunque fuera por inadvertencia o ignorancia. En Lev 4:2; 13. 22:27 se habla también de los sacrificios por el pecado, que son los sacrificios por los pecados cometidos por ignorancia. En la presente perícopa se trata de la expiación de aquellos pecados de inadvertencia contra cualquiera de los mandamientos que Yahvé ha dado por medio de Moisés (v.15). También aquí se distinguen los pecados de la congregación de Israel y los de los particulares. El pecado del pueblo se expiará con el sacrificio de un novillo y de un macho cabrío, acompañados de la correspondiente oblación; para la expiación del pecado de un particular, éste ofrecerá el sacrificio de un cabrito. Pero aquí, como en la perícopa de las ofrendas, la Ley es una para el israelita y para el extranjero que habita en medio de Israel (v.29). El hecho de habitar en la "tierra de Yahvé" le confiere el derecho de tomar parte en su culto. Este precepto, que varias veces hallamos consignado en la Ley, es un dato no despreciable para interpretar los preceptos en que se ordena el exterminio de los cananeos. Es cierto que a veces se reprende a los hebreos por no haber cumplido este mandato; pero este precepto supone no el incumplimiento de la Ley, sino el hecho de que los hebreos ocuparon la tierra por fuerza, y, por consiguiente, con la muerte de parte de la población cananea, mas no con el exterminio total de la población.

Al pecado de inadvertencia se contrapone el de rebeldía o contumacia ("con mano altiva," v.30), el que se opone sistemática y a sabiendas a los preceptos divinos, ultrajando a Yahvé. Para este tal, sea israelita o extranjero, no hay expiación: será borrado de en medio del pueblo, es decir, condenado a muerte. Algunos autores, sin embargo, sostienen que aquí se trata de una excomunión: serán borrados del censo que Dios guarda de los ciudadanos de su pueblo, a quienes tiene hechas sus promesas y de quienes tiene especial providencia. Los quebrantadores del precepto de modo obstinado, "con mano altiva," serán considerados como extraños al pueblo escogido, como excomulgados. Que no haya rito expiatorio, no significa que no haya perdón. Los profetas exhortan de continuo a la penitencia, y ofrecen el perdón a los arrepentidos que lo piden con sinceridad7.

"Se ve que la mano alzada simboliza los pecados audaces y escandalosos, que se oponen abiertamente a la autoridad del rey de Israel, y que los poderes públicos deben castigar con la muerte. Por oposición a estos grandes crímenes, cometidos con imperdonable malicia, el error (inadvertencia) abraza el vasto campo de faltas más o menos graves, más o menos voluntarias, que tienen su fuerte en la fragilidad humana. Este campo no se restringe a las faltas de pura inadvertencia: entre la malicia audaz que levanta la mano contra Dios y la inconsciencia absoluta, hay innumerables grados de culpabilidad que necesitan expiación."8

 

El Violador del Sábado (32-36).

32Sucedió, cuando estaban los hijos de Israel en el desierto, que encontraron a un hombre recogiendo leña en sábado; 33y los que le encontraron le denunciaron a Moisés y a Aarón y a toda la asamblea; 34y le encarcelaron, porque no había sido todavía declarado lo que había de hacerse con él. 35 Yahvé dijo a Moisés: "Sin remisión, muera ese hombre. Que lo lapide el pueblo todo fuera del campamento." 36Y fue llevado fuera del campamento y lapidado, como se lo mandó Yahvé a Moisés.

 

Toda la Sagrada Escritura nos da testimonio de la importancia que tiene el precepto sabático en el pueblo israelita. La concepción del precepto es varia. En el Deuteronomio se funda en un sentimiento de humanidad para con la gente trabajadora, pero el texto insiste en el carácter sagrado del sábado en virtud de la bendición de Dios y de su descanso después de la creación del mundo en seis días. Esta concepción es la que vemos prevalecer entre los judíos de la época evangélica9. En virtud de este criterio, el sábado es un signo de la alianza de Yahvé con su pueblo, y, por tanto, el que lo quebrante se hace reo de la infracción del pacto divino, y comete, por tanto, un pecado contra Dios y el pueblo, cuya salud está ligada al pacto con su Dios10. Por lo mismo, consideramos esta sanción capital como una consecuencia de considerar el sábado como algo sagrado. Pero los profetas nos hablan con frecuencia de la profanación del día santo11. En muchos casos, la pena con que se sanciona un pecado, y que suele ser la pena capital, sólo sirve, en la intención del autor sagrado, para significar el aprecio que hace del precepto sabático, y que quiere inculcar en el pueblo. Pero en la legislación primitiva del desierto existía realmente la pena de muerte para el violador del sábado12, sanción que se fue atenuando con el tiempo, y de hecho posteriormente no se cita ningún caso en que el infractor sea castigado con la pena capital.

 

El Distintivo de los Hebreos (37-41).

37Yahvé habló a Moisés, diciendo: 38"Habla a los hijos de Israel y diles que de generación en generación se hagan flecos en los bordes de sus mantos, y aten los flecos de cada borde con un cordón de color de jacinto, 39para que les sirva, cuando lo vean, para acordarse de todos los mandamientos de Yahvé, para que los pongan por obra, sin irse detrás de los deseos de su corazón y de sus ojos, a los que se prostituyen; 40porque así, acordándoos de mis preceptos y poniéndolos por obra, seréis santos a vuestro Dios.41Yo, Yahvé, vuestro Dios, que os ha sacado de la tierra de Egipto para ser vuestro Dios. Yo, Yahvé, vuestro Dios."

 

Dios impone un distintivo a los israelitas para que se diferencien de los gentiles y para que se acuerden de sus mandamientos: unos flecos en los mantos, recogidos por un hilo de jacinto13. Era un distintivo que les recordaba su pertenencia al pueblo de Dios, lo que exigía fidelidad a los mandamientos divinos. Esta ordenación, pues, debe ser una costumbre antigua a la que se da posteriormente un sentido religioso. Según Herodoto, los egipcios llevaban vestidos de lino con flecos sobre las piernas14. En los bajorrelieves asirios, los altos personajes llevan flecos en sus mantos15. En tiempo de Cristo, los judíos presumían de estos flecos, que traían largos para dar impresión de mayor fidelidad a la Ley, y el mismo Cristo traía estas orlas en su manto16. Aún hoy día los judíos en las sinagogas llevan mantos con flecos17.

 

1 El efá era la décima parte de un jómer, que equivalía a unos 360 litros (la carga de un "asno": jamor). Así, el efá equivalía a unos 36 litros o algo más. El hin, medida de líquidos, equivalía a unos 6,50 litros. Véase Barrois, La métrologie dans la Bible: RB (1931) 212; Verbum Dei I 274. — 2 Dan 14:1ss. — 3 Sal 49.135. — 4 Cf. Lev 16:29; 31; 17; 18:26; 22:18-20. — 5 Lev 23:15-17. — 6 Rom 11:16. — 7 Cf. Is 1:18; Sal 51:9. — 8 Médébielle, L'expiation dans l´ A. et le N. Testament 85. — 9 Mc 2:23s. — 10 Ex 31:14. — 11 Is 56:2; 58:13; Jer 17:21s; Ez 13:16; 21. — 12 Algunos autores suponen que este episodio y el del blasfemo de Lev 24:10-23 ha sido inventado por el autor de un texto midráshico para encarecer la observancia del sábado, pero nada se opone en el contexto a la historicidad del hecho. — 13 Véase DB II 2394-2398. — 14 Herodoto, II 18. — 15 Véase RB (1921) 522. — 16 Mt 9:20; Lc 8,44. — 17 Cf. F. Stephens, The ancient significance of sisith: "Journal of hiblical literature" (1931) 59-71.

 

 

16. La Sedición de Coré y su Castigo.

Este capítulo está diversamente dividido en el TM y los LXX y Vg, pues el texto hebreo tiene sólo 35 versos, mientras que el griego y el latino tienen 50. Como en otros casos, seguiremos la numeración de la Vg, poniendo entre paréntesis la numeración del TM a partir del v.35.

Desde el punto de vista literario, este capítulo y el siguiente son muy confusos, y los críticos distinguen al menos dos narraciones. Parece que al menos hay tres sediciones: a) la de los rubenitas, Datan y Abirón, contra los privilegios de Moisés 1; b) la de los levitas, dirigidos por Coré, contra los privilegios de Aarón y su familia2; c) la del pueblo en general contra Moisés y Aarón por haber sido causa del exterminio de parte del pueblo3. Los rubenitas, como descendientes del primogénito de Jacob, no soportan el liderazgo de Moisés, que es de la tribu de Levi, y los levitas no admiten los privilegios de la familia sacerdotal de Aarón, hermano de Moisés. Así, las dos sediciones son perfectamente verosímiles en la vida azarosa del desierto, cuando faltaba todo y Moisés se mostraba impotente para introducirlos en la tierra prometida. Ambos movimientos sediciosos debieron combinarse para derribar a Moisés en los momentos más críticos, cuando el pueblo estaba decepcionado por la derrota de Jormá.

 

La Sedición de Coré, Datan y Abirón (1-14).

1Coré, hijo de Isar, hijo de Caat, hijo de Levi; Datan y Abirón, hijos de Eliab, y On, hijo de Felet, de los descendientes de Rubén, 2se alzaron y se pusieron frente a Moisés, arrastrando tras de sí a doscientos cincuenta varones de los hijos de Israel, todos de los principales de la asamblea, de los del consejo, hombres distinguidos" 3Se conjuraron contra Moisés y Aarón, y dijeron a éstos: "Básteos ser uno de tantos, pues santos son todos los de la asamblea y en medio de todos está Yahvé. ¿Con qué derecho os levantáis vosotros sobre la asamblea de Yahvé?" 4Apenas oyó esto Moisés, se echó rostro a tierra. 5Después habló a Coré y a toda su facción, diciendo: "Mañana dará Yahvé a conocer quién es el suyo y quién es el santo que desea cerca de sí; y al elegido, El a sí lo acercará. 6Haced esto: Tomad vuestros incensarios, Coré y toda su facción; 7poned mañana fuego en ellos, y sobre el fuego, el incienso ante Yahvé; aquel a quien elija Yahvé, ése será el santo. Esto os bastará, hijos de Leví." 8Y volviéndose después a Coré, añadió: 9"Oídme, hijos de Leví: ¿Os parece todavía poco el haberos Yahvé, Dios de Israel, segregado de la congregación de Israel, acercándoos a sí para que le sirváis en el tabernáculo de Yahvé y estéis delante de la comunidad como ministros suyos? 10Porque El os ha elegido de ese modo a ti y a todos tus hermanos, hijos de Leví, ¿ambicionáis también ahora el sacerdocio? 11Tú y tus partidarios habéis conspirado contra Yahvé. ¿Qué es Aarón para que contra él vayan vuestras murmuraciones?" 12Moisés mandó llamar a Datan y a Abirón, hijos de Eliab; pero ellos respondieron: "No queremos ir; 13¿todavía te parece poco habernos sacado de una tierra que mana leche y miel, para traernos a morir a un desierto, que también quieres seguir tiranizándonos? 14No es a una tierra que mana leche y miel a donde nos has traído; ni un trozo de tierra nos has dado en posesión, ni una viña; ¿crees que están ciegos todos estos hombres? No, no vamos."

 

En el Deuteronomio se habla de los "sacerdotes levíticos," sin distinguir las dos órdenes de sacerdotes y levitas, el cual atribuye a Aarón y a sus hijos el sacerdocio, el oficio de los que "se acercan a Yahvé." Que estas prerrogativas no se impusiesen sin oposición, se comprende fácilmente. Es el caso de la insurrección de Coré y de muchos levitas con él. Coré era primo hermano de Moisés y de Aarón4, y protesta contra los privilegios de éstos, pues todos los de la asamblea son santos (porque Yahvé habita con ellos), y, en consecuencia, pueden acercarse a Dios a ofrecer sacrificios en el altar como los hijos de Aarón (v.5). Moisés propone una prueba, y ya que reclama funciones específicamente sacerdotales, les propone una de las más sagradas, la de quemar incienso delante del altar. Yahvé decidirá si es del agrado su ministerio. Moisés retrasa un día la prueba, sin duda para dar lugar al arrepentimiento, y con palabras reflexivas invita a Coré y a los levitas insurrectos a pensar en su privilegio de ser guardianes del santuario, aunque no sean de la dignidad sacerdotal (v.8).

La rebelión de Datan y Abirón tiene carácter político-social, pues se quejan de que Moisés los haya llevado a un desierto misérrimo, sin poder cumplir la promesa de introducirlos en la tierra que mana leche y miel (v.12). Moisés quiere calmarlos y los llama a sí; pero ellos rehusan cumplir la orden, porque le consideran como un impostor que ha engañado al pueblo.

 

Castigo de los Insurrectos (15-35).

15Moisés, muy enojado, dijo a Yahvé: "No atiendas a su oblación. Ni un asno siquiera he tomado yo de ellos; a nadie he perjudicado." 16Y luego dijo a Coré: "Tu y tus partidarios presentaos mañana ante Yahvé; tú y ellos y Aarón. 17Tomad cada uno un incensario y poned en él el incienso, y llegaos a Yahvé cada uno con su incensario, doscientos cincuenta incensarios, tú también y Aarón, con su incensario cada uno." 18Tomaron, pues, cada uno su incensario, pusieron en ellos el fuego y echaron sobre él incienso y se presentaron a la entrada del tabernáculo del testimonio con Moisés y Aarón. 19Coré había llevado tras sí a toda la asamblea a la entrada del tabernáculo de la reunión, y la gloria de Yahvé se mostró a toda la asamblea. 20Yahvé dijo a Moisés y Aarón: 21"Apartaos de esa turba, que voy a destruirla en seguida." 22Ellos, postrándose rostro a tierra, dijeron: "Oh Dios, Dios del espíritu de toda carne! ¿No es uno el que ha pecado? ¿Por qué airarte contra toda la congregación? 23Yahvé habló entonces a Moisés, diciendo: 24Habla a la congregación y di: Apartaos de en derredor del tabernáculo y de las tiendas de Coré, Datan y Abirón." 25Levantose Moisés y se fue a donde estaban Datan y Abirón, yendo tras él los ancianos, 26y habló a la congregación, diciendo: "Apartaos luego de las tiendas de estos impíos; no toquéis nada suyo, para que no perezcáis por sus pecados." 27Apartóse la muchedumbre de en derredor de las tiendas de Coré, Datan y Abirón. Datan y Abirón salieron a la puerta de sus tiendas y se quedaron allí en pie con sus mujeres, sus hijos y sus pequeños. 28Dijo entonces Moisés: "Ahora vais a saber que es Yahvé quien me ha enviado para hacer cuanto he hecho y que no lo hice de mi propio impulso. 29Si éstos mueren de muerte natural, como mueren los hombres, no ha sido Yahvé el que me ha enviado; 30pero, si haciendo Yahvé algo insólito, abre la tierra su boca y se los traga con todo cuanto es suyo y bajan vivos al "seol," conoceréis que estos hombres han irritado a Yahvé." 31Apenas acabó de decir estas palabras, rompióse el suelo debajo de ellos, 32abrió la tierra su boca y se los tragó a ellos, sus casas y a todos los partidarios de Coré con todo lo suyo. 33Vivos se precipitaron en el abismo y los cubrió la tierra, siendo exterminados de en medio de la asamblea. 34Todo Israel, que allí en torno se hallaba, al oír sus gritos, huyó por miedo de que los tragase también a ellos la tierra. 35 También los doscientos cincuenta hombres que ofrecían el incienso fueron abrasados por un fuego de Yahvé.

 

Moisés declara que él no se ha aprovechado de su cargo para enriquecerse, y pide a Dios que no acepte el sacrificio de los insurrectos (v.16). Después invita a Coré a que se presente ante el santuario con sus secuaces a ofrecer incienso, para que Dios declare si acepta su servicio sacerdotal (v.18). Con él iba todo el pueblo, ganado en gran parte por él (v.18). Instantáneamente se manifestó la gloria de Dios, quizá en la columna luminosa sobre el santuario5. Dios quiere exterminar a todo el pueblo, porque la insurrección ha sido masiva (v.21); pero Moisés y Aarón interceden, y piden que sean castigados sólo los principales culpables (v.22). El hagiógrafo procura destacar siempre el poder intercesor de Moisés y su espíritu magnánimo al perdón. Yahvé es el Dios del espíritu de toda carne, es decir, el Señor de la vida, que se manifiesta por el espíritu o hálito vital. Moisés insiste en que Yahvé es el Señor de la vida, para que no se complazca en enviar la muerte sin distinción de gentes. Yahvé accede y manda al pueblo que se aparte del lugar donde están los culpables, Coré, Datan y Abirón (v.24)6. Los v.25-27 parecen continuación de los v.12-15. Al rehusar Datan y Abirón ir junto a Moisés, éste tomó la iniciativa y se fue hacia ellos acompañado de los ancianos o consejeros oficiales (v.25). Ordenó al pueblo que se apartara de las tiendas de aquellos impíos, pues se acerca el castigo divino (v.26). El v.27a parece adición redaccional para fusionar el castigo de Coré y el de Datan y Abirón. El texto es más claro prescindiendo de esa parte del v.27. Moisés proclama que, si Dios envía un castigo sobre los insurrectos, ello será la señal de que es enviado de Yahvé; en caso contrario, un impostor (v.29). Al punto se abrió la tierra y fueron tragados Datan, Abirón y los suyos. En el v.32b se dice que entre ellos estaba Coré. Esto parece glosa redaccional, pues en el v.35 se dice que los que estaban con Coré fueron devorados por un fuego, como pasó a Nadab y Abiú7. El redactor posterior ha querido juntar el castigo de los rubenitas y el de los levitas, y de ahí la complejidad redaccional del texto, que resulta algunas veces oscuro.

 

Los Incensarios de los Insurrectos, Incrustados Al Altar (36-40).

36(17:1)Después habló a Moisés, diciendo: 37(2)"Manda a Eleazar, hijo de Aarón, sacerdote, que saque del incendio los incensarios, apartando el fuego, porque están santificados. 38(3)Los incensarios de esos que contra sus vidas pecaron, hazlos laminar, y reviste con las láminas el altar, pues se ofreció con ellos a Yahvé, quedando santificados, y servirán de recuerdo para los hijos de Israel." 39(4)Tomó Eleazar los incensarios de bronce con que habían ofrecido los abrasados, y los mandó laminar para revestir el altar, 40(5)para memoria de los hijos de Israel, para que ningún extraño a la estirpe de Aarón se acerque a ofrecer el timiama ante Yahvé, para no incurrir en la muerte de Coré y de sus secuaces, como lo había mandado Yahvé a Moisés.

 

Como los incensarios habían sido utilizados para ofrecer el incienso a Yahvé eran cosa santa, y, por tanto, su material no debía quedar para usos profanos, ya que la santidad de los objetos santifica lo que toca8, por eso se ordena al sacerdote Eleazar recogerlos y laminarlos, destinando su material para recubrir el altar. No lo hace el sumo sacerdote Aarón para no contaminarse con lo impuro9. Los incensarios, si eran al estilo de los egipcios, eran fáciles de convertir en láminas, pues debían de tener la forma de una paleta con tres rebordes levantados y un mango corto10. El altar recubierto de bronce no sería el de los perfumes, que estaba recubierto de oro, sino el de los holocaustos, recubierto de bronce11. Ahora el nuevo recubrimiento tenía la finalidad de recordar a los israelitas el castigo de los que se habían atrevido a arrogarse funciones sacerdotales sin ser de la clase sacerdotal.

 

Nueva Insurrección y Exterminio de Israelitas (41-50).

41(6)Al día siguiente, la muchedumbre de los hijos de Israel murmuraba contra Moisés y Aarón, diciendo: "Vosotros habéis exterminado al pueblo de Yahvé." 42(7)Y mientras la asamblea se reunía contra Moisés y Aarón, éstos se dirigieron al tabernáculo de la reunión; y he aquí que le cubrió la nube y apareció la gloria de Yahvé. 43(8)Moisés y Aarón se acercaron al tabernáculo de la reunión, 44(9)y Yahvé habló a Moisés, diciendo: 45(10)"Quitaos de en medio de esa turba, que voy luego a destruirla." Ellos se prosternaron rostro a tierra, 46(11)y Moisés dijo a Aarón: Toma el incensario; pon en él fuego del altar e incienso y corre a esa muchedumbre y expíala, porque se ha encendido la ira de Yahvé y ha comenzado ya la mortandad." 47(12)Tomó Aarón el incensario, como se lo mandara Moisés, y corrió a la asamblea; ya había comenzado la plaga a hacer estragos en el pueblo; pero él tomó el incienso e hizo expiación por el pueblo, 48(13)y se quedó entre los muertos y los vivos hasta que cesó la mortandad. 49(14)Habían perecido en aquella mortandad catorce mil setecientos, sin contar los que murieron por lo de Coré. 50(15)Después, cuando hubo cesado la mortandad, se volvió Aarón a la entrada del tabernáculo de la reunión, donde estaba Moisés.

 

Gran parte del pueblo, en lugar de sentir respeto por los enviados de Yahvé, Moisés y Aarón, cuya misión había sido confirmada con la desaparición de los rebeldes, culpó a éstos de la muerte de sus hermanos, el pueblo de Yahvé (v.41-6), el pueblo elegido de Yahvé. Moisés y Aarón se refugiaron en el tabernáculo de la reunión (v.42), donde se apareció la gloria de Yahvé, o su manifestación gloriosa en la nube radiante y amenazadora. Dios quiere aniquilar a los murmuradores. En su acostumbrada actitud de intercesor, Moisés manda a Aarón que, como sumo sacerdote, vaya al lugar de la mortandad para aplacar a Dios (v.46). No se indica la naturaleza del castigo12. La expiación por el pueblo debe ser por medio del ofrecimiento del incienso por Aarón. La causa de la calamidad había sido el ofrecimiento ilegal de incienso por Coré, y por eso el remedio debe estar en un acto análogo contrario. En efecto, el sumo sacerdote aplacó la cólera divina, y así mostró que era de su agrado, quedando confirmadas sus prerrogativas excepcionales sacerdotales frente a las pretensiones de Coré y los levitas insurrectos y a la faz del pueblo. El sacerdocio legítimo pone remedio a una situación desencadenada por actos de un sacerdocio ilegítimo. Las víctimas fueron 14.700, pero hemos de considerar la cifra como exagerada e inverosímil, según los principios indicados al comentar el censo de los hebreos13.

 

 

1 16:1b; 2a; 12-1s; 25-26; 27b-34. — 2 16: 1a; 2b; 3; 4-11; 19; 16-24; 273; 35. — 3 16:41-50. — 4 Ex 6:18.20. — 5 Núm 14,10. — 6 Extraña la mención de la tienda de Coré, pues éste está ante el tabernáculo. Se cree que los nombres Coré, Datan y Abirón son adición posterior, siendo el texto primitivo morada de Yahvé. — 7 Lev 10:1-2. — 8 Cf. Ex 29:37; 30:20; Lev 6:11; 20. — 9 Cf. Lev 21:11; Núm 19,3. — 10 Véase DB II 1775-1779. — 11 Ex 27:2; 38:22 (heb. 38:2). — 12 Véase la explicación midrasica de Sab 18:20-25. — 13 Cf. Núm 1 y comentario.

 

 

17. La Vara Florida de Aarón.

1(16)Habló Yahvé a Moisés, diciéndole: 2(17)"Habla a los hijos de Israel y haz que te entreguen una vara cada uno de los príncipes de casa patriarcal, una por cada una de las doce casas patriarcales, y escribe en cada una el nombre de una de ellas. 3(18)El nombre de Aarón lo escribirás en la vara de Leví, pues cada vara ha de llevar el nombre del cabeza de cada casa patriarcal. 4(19)Ponías todas en el tabernáculo, delante del testimonio, desde el cual yo hablo. 5(20)Florecerá la vara de aquel a quien elija yo, a ver si hago cesar de una vez las quejas y murmuraciones de los hijos de Israel contra vosotros." 6(21)Habló Moisés a los hijos de Israel, y todos sus jefes le entregaron las varas, una por cada casa patriarcal, doce varas; a ellas se unió la vara de Aarón. 7(22)Y Moisés las puso todas ante Yahvé en el tabernáculo de la reunión. 8(23)Al día siguiente vino Moisés al tabernáculo, y la vara de Aarón, la de la casa de Leví, había echado brotes, yemas, flores y almendras. 9(24)Sacó Moisés las varas a los hijos de Israel, y tomó cada uno su vara. 10(25)Yahvé dijo a Moisés: "Vuelve la vara de Aarón al testimonio, y guárdese en él, para que sirva de memoria a los hijos de los rebeldes y que cesen así sus quejas contra mí y no mueran." 11(26)Hízolo así Moisés; como Yahvé se lo había mandado, así lo hizo. 12(27)Los hijos de Israel hablaron a Moisés, diciendo: "Está visto, muertos somos, perdidos, perdidos todos; 13(28)cuantos pretenden acercarse al tabernáculo de Yahvé perecen. ¿En verdad habremos de perecer todos?"

 

A pesar de los prodigios anteriores en favor de la situación privilegiada del sacerdocio aaronítico, Dios quiere hacer aún otro más manifiesto que confirme a las claras sus prerrogativas excepcionales. Por orden divina, los príncipes de cada tribu entregan una vara o bastón, símbolo de su autoridad, a Moisés. En cada una debe estar escrito el nombre de la tribu que representa, y en la de Leví el nombre de Aarón. Supuesto el desdoblamiento de la tribu de José en Manasés y Efraím, tenemos con la de Leví trece varas. Estas son colocadas ante el testimonio, o tablas de la Ley, guardadas en el arca de la alianza, llamada también arca del testimonio1. La vara que milagrosamente florezca mostrará que el representante de esa tribu es el elegido como sumo sacerdote ante Yahvé. No se trata aquí de un procedimiento de adivinación o suertes por las varas, o rabdomancia, utilizado por los árabes2, sino de un hecho milagroso, como el contexto indica. La vara de Aarón floreció y dio frutos de almendro3. Moisés hizo que contemplaran el prodigio y vieran cómo Dios confirmaba los privilegios de la familia de Aarón. Para recuerdo del hecho, mandó que la vara florecida fuera colocada ante el testimonio; de este modo quedaba afirmada ante las generaciones futuras la elección de la familia de Aarón para el sacerdocio4. Todos estos episodios son otros tantos documentos sobre la lucha que hubo de sostener Aarón por establecer el privilegio del sacerdocio en Israel. Se comprende esta lucha del pueblo por la dignidad sacerdotal, que constituía una categoría social honorable; era natural que muchos aspiraran a ella y que vieran con malos ojos esa dignidad vinculada a una rama especial del pueblo, con exclusión de las demás. Los v.12-13 parecen desplazados y probablemente son continuación de 16:35, donde se habla de la muerte trágica de los secuaces de Coré. Así se concibe la angustia del pueblo ante el tabernáculo, donde aquéllos murieron: cuantos pretenden acercarse al tabernáculo perecen (v.13). La trasposición quizá sea debida a facilitar el tránsito al capítulo sobre los deberes y derechos levíticos.

 

1 Núm 4:5; 7:89. — 2 Cf. Os 9:12. — 3 El relato sirve de modelo para el del Protoevangelio de Santiago (VIII-IX), donde se habla de la vara florida de San José. — 4 La vara de Aarón ha sido objeto de muchas explicaciones simbólica ascéticas: San Ambrosio, Epist. 62: PL 16,1204; San Bernardo, Hom. 2 super Missus est: PL 183,63; Orígenes, Hom. 9 m Num.: PG 12,634-635.

 

 

18. Deberes y Derechos de los Levitas.

Este capítulo se nos presenta con cierta unidad, aunque contiene algunas cosas ya dichas anteriormente. Los deberes de los sacerdotes y los de los levitas, agregados a éstos como adjuntos y auxiliares de aquéllos, se resumen en una frase: "llevar la iniquidad del santuario." Siendo Yahvé un Dios santo, su santidad se comunica al santuario y a cuanto en el santuario se realiza. Los sacerdotes y los levitas, cada grupo en la parte que le correspondía, estaban obligados a cuidar de que esa santidad no fuese en modo alguno profanada, ni por ellos ni por el pueblo. Recordemos que el día de la Expiación se purifica, con las personas, también el santuario. De esta conservación de la santidad del santuario eran responsables los sacerdotes y los levitas, y en esto se resume su ministerio.

 

Funciones de los Sacerdotes y Levitas (1-7).

1Dijo Yahvé a Aarón: "Tú y tus hijos, y la casa de tu padre contigo, llevaréis sobre vosotros la iniquidad del santuario; tú y tus hijos contigo, la de vuestro sacerdocio. 2Acerca a ti a tus hermanos, la tribu de Leví, la tribu de tu padre; admítelos contigo al servicio del santuario como adjuntos, para que te sirvan cuando tú y tus hijos estéis en el tabernáculo de la reunión. 3Estarán a tu servicio y al de todo el tabernáculo; pero no han de acercarse ni a los utensilios del santuario ni al altar, para no morir ellos y vosotros. 4Los tendrás como adjuntos, y tendrán a su cuidado el tabernáculo de la reunión, para hacer todo el servicio. Ningún extraño se acercará a vosotros. 5Tendréis el cuidado del santuario y del altar, para que no se desfogue ya más la ira contra los hijos de Israel. 6Yo he tomado de entre los hijos de Israel a los levitas, vuestros hermanos, y os los he dado a vosotros, don de Yahvé, para hacer el servicio del tabernáculo de la reunión. 7Pero tú y tus hijos ejerceréis vuestro sacerdocio en cuanto concierne al altar y del velo adentro; sois vosotros los que habéis de hacer este servicio. Yo os he dado en puro don vuestro sacerdocio, y el extraño que pretenda acercarse morirá.

 

Dios se dirige solemnemente a Aarón, como representante de la tribu de Leví, y le encarece que él y sus hijos son los responsables de las faltas que se cometan contra la santidad del santuario (la iniquidad del santuario, v.1) y contra su sacerdocio como institución sagrada. Después delimita las funciones de los sacerdotes y de los levitas (v.3). Para que no se descargue la ira de Dios sobre el pueblo e hijos de Israel que se acerquen ante la tienda de la reunión (v.35), Yahvé especifica las funciones de la tribu consagrada especialmente al santuario1. Los levitas, o miembros de la tribu de Leví, que no pertenezcan a la familia de Aarón, serán adjuntos o auxiliares de los sacerdotes propiamente tales2. No debían tocar los objetos del santuario: el altar de los perfumes y el de los holocaustos y otros objetos, que debían ser cuidadosamente recubiertos al ser transportados por los levitas en las marchas por el desierto3. Los sacerdotes son responsables de las negligencias de los levitas en estas cosas. La infracción llevaba consigo la muerte. Ningún profano o extraño a la clase levítica podrá ser considerado como adjunto oficial de los sacerdotes (v.4). Los sacerdotes tendrán cuidado de los objetos del santuario o santo con su altar. Los levitas entregados a Yahvé son a su vez un don que Yahvé hace a los sacerdotes (v.6), sin que éstos hayan hecho méritos para ello. Deben ocuparse los sacerdotes del altar y del velo adentro (el santo de los santos o santísimo, al que entraba el sumo sacerdote el día de la Expiación)4, y en sentido amplio el santuario, al que tenían acceso todos los sacerdotes5.

 

Ingresos de los Sacerdotes (8-19).

8Dijo también Yahvé a Aarón: "Te encomiendo también la guarda de mis ofrendas, y os doy todas las cosas santas de los hijos de Israel, por razón de la unción, a ti y a tus hijos por ley perpetua. 9He aquí lo que de las cosas santísimas te corresponderá de las combustiones. Todas sus ofrendas, toda oblación, todo sacrificio expiatorio que me ofrezcan, todas estas cosas, como cosas santísimas, serán para ti y para tus hijos. 10Las comeréis en lugar santísimo, las comerán todos los varones y serán cosas santas para vosotros.11También será tuyo esto otro: lo que de sus dones se reserva, de toda ofrenda mecida de los hijos de Israel; os lo doy a ti y a tus hijos contigo, por estatuto perpetuo; todo el que sea puro de tu casa, lo comerá. 12Todo lo mejor del aceite, del mosto y del trigo, 13las primicias de su tierra, que han de traer a Yahvé, tuyas son; todos los que de tu casa estén limpios, comerán de ellos. 14Todo cuanto en Israel sea consagrado al anatema, te pertenecerá. 15Todo primogénito de toda carne, así de los hombres como de los animales que han de ofrecer a Yahvé, será tuyo. 16Harás rescatar los primogénitos de los hombres y los primogénitos de los animales impuros. Harás que sean rescatados cuando tengan un mes, y según tu estimación, en cinco siclos de plata, al siclo del santuario, que es de veinte "güeras"; 17pero no aceptarás rescate por el primogénito de una vaca, de una oveja o de una cabra; serán cosas santas; derramarás su sangre en torno del altar, quemarás su sebo en sacrificio de combustión, de olor grato a Yahvé, 18y su carne será para ti como lo es el pecho que se mece y el brazuelo derecho. 19Todo cuanto de las cosas santas se reserva, lo que reservan los hijos de Israel para Yahvé, te lo doy a ti, a tus hijos y a tus hijas contigo en estatuto perpetuo; es pacto de sal perpetuo, ante Yahvé, contigo y con toda tu descendencia.

 

En correspondencia a estas cargas, los sacerdotes y levitas reciben su salario. Es principio de ley natural el mencionado por el Apóstol: "El que sirve al altar tiene derecho a vivir del altar." Y ésta ha sido la ley de todos los tiempos. Bien conocida es la tarifa de Marsella, procedente de un templo fenicio de Cartago, donde se señalan los derechos de los sacerdotes en los diversos actos de su servicio6.

A los sacerdotes se les asigna como derechos suyos: a) las ofrendas de harina, aceite, vino, etc., que los fieles hacían por voto o de su libre voluntad. De éstas se quemaba una pequeña porción, y el resto era para el sacerdote; b) la ofrenda que acompañaba al sacrificio; c) una porción en el sacrificio pacífico, y otra mayor en el expiatorio; d) eran también suyas las primicias; e) el rescate de los primogénitos de los animales impuros y, además, las carnes de los que se sacrificaban; e) el producto del rescate de los primogénitos humanos, es decir, cinco siclos de plata. Todas estas cosas sólo podían ser comidas por el sacerdote y su familia.

A los sacerdotes les pertenecen las cosas santísimas, llamadas así porque en principio pertenecen a Dios (v.9), y son en las oblaciones, los sacrificios por el pecado y por el delito, las cosas no consumidas por el fuego. También lo son los "panes de la proposición,"7 que no se mencionan aquí. Las podrán comer sólo los varones de la familia del sacerdote y en lugar sagrado, o departamento del tabernáculo. Las cosas santas podían ser comidas por todos los miembros de la familia sacerdotal, con tal de que no estuvieran impuros legalmente8, La ofrenda mecida o balanceada ante el altar son el pecho y el pernil derecho9. Las primicias de aceite, vino y trigo pertenecen al sacerdote10, y lo que es condenado al anatema o consagración voluntaria de algún bien, a Dios11. También los primogénitos de animales y hombres pertenecen a Yahvé, quien lo entrega al sacerdote. Los de los animales impuros deben ser rescatados con una cantidad de plata no determinada, y los de los hombres con cinco siclos12. Los animales puros ofrecidos en sacrificio (bueyes, ovejas, cabras) pertenecen a los sacerdotes, excepto las partes grasas que se quemaban en el altar13. Todas estas ordenaciones son una alianza de sal (v.19), es decir, perpetua. Según las costumbres no-mádicas, los que han participado en el mismo banquete y comido la misma sal están ligados por una alianza. "La sal, como principio conservador contra la corrupción, es símbolo de la duración y de la fidelidad de sentimientos amistosos."14

 

Ingresos de los Levitas (20-24).

20Dijo también Yahvé a Aarón: "Tú no tendrás tu parte de la heredad en su tierra, y no habrá parte para ti en medio de ellos; soy yo tu parte y tu heredad en medio de los hijos de Israel. 21Yo doy como heredad a los hijos de Leví todas las décimas, por el servicio que prestan, por el servicio del tabernáculo de la reunión. 22Los hijos de Israel no han de acercarse ya más al tabernáculo de la reunión, no lleven sobre sí el pecado y mueran. 23Serán los levitas los que harán el servicio del tabernáculo de la reunión, y ellos los que sobre sí llevarán la iniquidad. Por ley perpetua entre vuestros descendientes no tendrán heredad en medio de los hijos de Israel, 24pues yo les doy por heredad las décimas que los hijos de Israel han de entregar a Yahvé; por eso les digo: No tendréis heredad en medio de Israel."

 

En el reparto de la tierra, la tribu de Leví no obtuvo parte alguna; su porción sería el mismo Yahvé, es decir, sus derechos como dueño de la tierra, que El cedía en favor de los ministros de su santuario. Siendo la tierra de Yahvé, tenía pleno derecho a una renta o tributo, que estaba tasado en el diezmo de los frutos, y tal diezmo era de los levitas.

Si Yahvé era la heredad o porción (v.20) de los levitas, se sigue que éstos deben vivir entregados totalmente a su servicio15, lo que exigía por parte de los israelitas la obligación de mostrarse generosos con ellos16. Las ciudades asignadas a los levitas no les pertenecían en propiedad, sino en usufructo, como mero lugar de habitación17, y eran, en realidad, de las tribus donde estaban enclavadas. Como salario, Yahvé les otorga el diezmo de todo lo que le pertenece18.

Los levitas serán consagrados al servicio del santuario, y así evitarán que los del pueblo común se acerquen al altar y perezcan por efecto de la cólera divina (v.22), y serán responsables de sus faltas en el servicio divino, llevando sobre sí la iniquidad o faltas en dichos actos de culto.

Estas disposiciones parece que no tuvieron fiel cumplimiento. De hecho, la situación económica de los levitas era muy precaria, por lo que sabemos por las narraciones del tiempo de los jueces y por las exhortaciones del Deuteronomio a los fieles para que sean generosos con los levitas. En realidad, la ley de los diezmos tuvo en Israel muy diversas interpretaciones, y en esto hemos de reconocer la ley de progreso en la legislación del Pentateuco. En efecto, según Gén 14:20, Abraham ofreció el diezmo del botín a Melquisedec, sacerdote de El-Elyón; Jacob hizo voto de ofrecer el diezmo, sin que sepamos cómo lo llevó a cabo19. En el Deuteronomio se hace mención de un doble diezmo: uno anual, que el oferente consumirá ante el Señor, en el santuario20, y otro cada tres años, en el llamado año del diezmo, el cual se reparte entre los necesitados del lugar, el levita, el huérfano, la viuda y el extranjero21. En todo el libro no se hace mención de este diezmo en favor de toda la tribu de Leví, de donde hemos de colegir que semejante ley es de época posterior, aplicación nueva del principio arriba mencionado de que "quien sirve al altar debe vivir del altar." En general, la legislación levítica del libro de los Números parece reflejar la época postexílica, y trata de salvar y aumentar los derechos de los sacerdotes.

 

El Diezmo de los Ingresos de los Levitas, para los Sacerdotes (25-32).

25Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 26"Habla a los levitas y diles: Cuando recibáis de los hijos de Israel las décimas de sus bienes, que yo os doy por heredad vuestra, presentaréis a Yahvé en ofrenda una décima del diezmo, 27y esta ofrenda os será contada como si fuese el trigo de la era o el mosto del lagar. 28Así ofreceréis también vosotros a Yahvé una oblación de todas las décimas que recibáis de los hijos de Israel, y esta ofrenda reservada a Yahvé se la daréis al sacerdote Aarón. 29En todos los dones que recibáis, reservaréis la ofrenda a Yahvé, de todo lo mejor, la porción santa que de ellos habéis de consagrarle. 30Les dirás: "Una vez reservado lo mejor, la décima será para los levitas, como fruto de la tierra o fruto del lagar; 31la comeréis en cualquier lugar, vosotros y vuestras familias, porque es vuestro salario por el servicio que prestáis en el tabernáculo de la reunión. 32Una vez ofrecido lo mejor en ofrenda, no incurrís ya en culpa ni profanáis las cosas santas de los hijos de Israel, y no moriréis."

 

Del diezmo recogido por los levitas deben éstos entregar la décima parte a Aarón. Sólo después de haber entregado este diezmo podrán los levitas disfrutar de los diezmos recibidos, como los israelitas en general no pueden comer sus frutos hasta que hayan entregado el diezmo al santuario. Los levitas, una vez satisfecha su obligación de entregar la décima parte a los sacerdotes, podrán comer el resto en cualquier parte con sus familias, pues no son cosas santas, como la parte de las víctimas reservadas a los sacerdotes en ciertos sacrificios.

 

1 Lev 8. — 2 Hommel relaciona la palabra levi con lavi’u (sacerdote) de las inscripciones mineas sudarábigas. Véase com. a Gén 29,34. — 3 Núm 4,15. — 4 Lev 16; — 5 Cf. Ex 26:36. — 6 Μ. J. Lagrange, Études sur les religions sémitiques 4695. — 7 Lev 24:9. — 8 Cf. 1 Sam 21:5. — 9 Lev 7:31-34 — 10 Ex 22:29; 23:19; 34:22; 26. — 11 Cf. Lev 27:11-12; 27. Según Ex 13:12-13; 34:20, el asno debía ser rescatado por un cordero; de lo contrario, había que desnucarlo. En general, esta legislación parece posterior, y favorece los derechos de los sacerdotes. — 12 Véase com. a Núm 3,47. — 13 Lev 7:30-34. — 14 A. Clamer, o.c., 253. — 15 Cf. Dt 10:8-9. — 16 Dt 12:12. — 17 Cf. Núm 35:1-8; Dt 10.8-9; 12:12; 18:2; Jos 13:14-33; 11:3-4; Núm 26,62. — 18 Sobre el diezmo véase Lev 27:30-33; Dt 12:17-19; 14; 22-29; 26:12-15. — 19 Gén 28:22. — 20 Dt 14:22-29. — 21 Dt 26:128.

 

 

19. El Agua Lustral.

Una de las causas de impureza legal es el contacto con un cadáver. Como medio de purificación de ella, el legislador instituye un agua lustral conseguida con especiales ritos, sin duda calcados en costumbres ancestrales del desierto.

 

Preparación del Agua Lustral (1-10).

1Habló Yahvé a Moisés y Aarón, diciéndoles: 2"He aquí la ordenación de ley que prescribe Yahvé: Di a los hijos de Israel que te traigan una vaca roja perfecta, sin defecto, y que no haya llevado todavía el yugo sobre sí; 3se la entregaréis a Eleazar, sacerdote, y él la sacará fuera del campamento, la hará degollar en su presencia, 4y, tomando de su sangre con un dedo, asperjará con ella hacia el frente del tabernáculo de la reunión siete veces. 5Hará quemar la vaca en su presencia, quemando la piel, la carne y la sangre y los excrementos. 6Tomará luego el sacerdote madera de cedro, hisopo y púrpura, y lo echará en medio del fuego en que arde la vaca. 7El sacerdote lavará luego sus vestidos y su cuerpo con agua, y entrará después en el campamento; será inmundo el sacerdote hasta la tarde. 8Lo mismo el que la quemó, lavará con agua sus vestiduras y su cuerpo, y será inmundo hasta la tarde. 9Un hombre limpio recogerá las cenizas; las recogerá y las llevará fuera del campamento a un lugar limpio, y las guardará la asamblea de los hijos de Israel para el agua expiatoria. Es agua de expiación. 10El que recogió las cenizas de la vaca, lavará sus vestidos y será inmundo hasta la tarde. Será ésta para los hijos de Israel, y para el extranjero que habita entre ellos, ley perpetua."

 

Sin especificar para qué está destinada el agua lustral, el hagiógrafo nos relata el rito de su preparación. Los israelitas deben traer una vaca roja sin defecto, que no haya sido utilizada para el laboreo. El color rojo parece aludir al color de la sangre, vehículo de la vida1. Eleazar debe degollarla fuera del campamento. No interviene Aarón, sumo sacerdote, para no exponerse a una contaminación ritual con el cadáver de la vaca. Eleazar debe hacer siete aspersiones en dirección del tabernáculo, sin duda para indicar que la víctima ha sido sacrificada en honor de Yahvé. Después se quemará la víctima entera con su sangre y se echará madera de cedro, de hisopo y unos hilos de púrpura en el fuego en que se abrasa la víctima. En el rito de la purificación del leproso aparecen estos tres ingredientes2, que parecen significar: el cedro, la incorruptibilidad, a causa de su larga duración; el hisopo, la pureza, a causa de la virtud purificatoria que se atribuía al hisopo, y la púrpura parece aludir al color de la sangre, símbolo de la energía vital. Después, los que inmolaron la víctima deben lavar sus vestidos y bañarse, quedando impuros hasta la tarde (v.7). La vaca es "un sacrificio por el pecado" (v.9) y quizá se la considera impura, como el macho cabrío, cargado con los pecados el día de la Expiación. En todo caso, Eleazar y su ayudante en el sacrificio de la vaca quedan contaminados, y por eso las cenizas deben ser recogidas por otro que esté ritualmente puro (v.10). Las cenizas deben ser conservadas fuera del campamento, en un lugar no contaminado.

 

Ritos de Purificación por el Agua Lustral (11-22).

11El que tocare un muerto, cualquier cadáver humano, se hace impuro por siete días, 12y se purificará con este agua al tercer día, y al séptimo será puro; no quedará limpio hasta el séptimo. 13Quien tocare un muerto, el cadáver de un hombre, y no se purificare, contamina el tabernáculo de Yahvé, y será borrado de Israel, porque no se purificó con el agua lustral; será inmundo, quedando sobre él su inmundicia. 14Esta es la ley: Cuando muriere alguno en una tienda, todo el que entre en la tienda y cuanto en ella hay será inmundo por siete días; 15toda vasija que no tenga tapadera será inmunda; 16y cualquiera que en campo abierto tocare un muerto de espada o un muerto cualquiera, o huesos humanos, o un sepulcro, será inmundo por siete días. 17Para quien esté inmundo, tomarán de la ceniza de la vaca quemada en sacrificio expiatorio y echarán sobre ella un vaso de agua viva; 18uno que esté limpio tomará hisopo y, mojándolo en el agua, asperjará la tienda y todos los muebles y todas las personas que en ella hubiere, o al que hubiere tocado huesos humanos, o al matado, o al muerto, o un sepulcro. 19El limpio asperjará al inmundo el tercero y el séptimo día; y, purificado el impuro el séptimo día, lavará sus vestidos, y a la tarde será puro. 20El inmundo que no se purifique será borrado de la congregación, por haber contaminado el santuario de Yahvé; no habiendo sido rociado con el agua lustral, es inmundo. 21Será ley perpetua, y el que haga aspersión al otro con el agua lustral, lavará sus vestidos, y quien tocare el agua lustral será inmundo hasta la tarde. 22Todo el que tocare el inmundo, será inmundo, y quien algo de ello tocare, será inmundo hasta la tarde.

 

El contacto con un cadáver humano hace inmundo al que lo tocare por siete días; el contacto con el de un animal hace inmundo hasta la tarde3. Esta creencia sobre la impureza contraída al contacto con un cadáver aparece en todos los pueblos primitivos4, y se ha querido explicar relacionando al cadáver con el espíritu del difunto. En la legislación hebraica no se alude nunca a esta creencia5. El cadáver, por su descomposición natural, es causa de pestes y contaminaciones, y quizá en esto radiquen las precauciones y lavatorios después de haber estado en contacto con él6. El legislador hebreo establece como medio de purificación el agua lustral7, que se ha de emplear el día tercero y séptimo de la impureza del afectado. Los números tres y siete son sagrados y simbólicos e indican perfección. No sabemos la razón por qué esa agua mezclada con cenizas, cedro, hisopo y púrpura tenía ese efecto purificador, pero hay que suponer que se trata de costumbres ancestrales recogidas por el legislador hebraico. En todo caso, la vaca sacrificada por el pecado tenía un valor expiatorio, que, unido a la virtud purificativa del agua, servía para hacer desaparecer la impureza ritual. El impuro que no empleara el agua lustral sera borrado de Israel (v.15), expresión que puede tener el sentido de excomunión (privación de los derechos civiles) o de muerte8. El legislador determina los casos en que se contrae impureza. No se requiere contacto físico; basta entrar en una tienda donde haya un cadáver, y todos los objetos que hay en ella quedan contaminados (v.14) por siete días. En el campo, todo contacto con un cadáver asesinado o muerto naturalmente o con un sepulcro, produce impureza legal (v.16)9. Para quitar la impureza se exige derramar agua con ceniza de la víctima; pero el agua tiene que ser viva, es decir, proveniente de manantial, no de cisterna; es "fecundante, principio de vida para las plantas, alimento de los hombres y de los animales, saludable a los enfermos es una de las más maravillosas manifestaciones del mundo sensible,"10 y apta para quitar las máculas rituales. La aspersión debía hacerla un hombre del pueblo (no un sacerdote, para no contaminarse)11 en estado de pureza legal, en el día tercero y séptimo12; después el impuro lavará sus vestidos, se lavará y a la tarde queda puro. El que no se purifique debe ser borrado de la asamblea, para que no contamine al campamento donde habita Yahvé con su pueblo. El que había hecho la aspersión debía también purificarse, lavando sus vestidos (v.21)13. El principio religioso que preside estos ritos es que el Dios santísimo debe ser servido por un pueblo santo en sentido ritual y moral. No se dan razones de tipo supersticioso, como en otros pueblos, sino que las leyes obedecen a principios teológicos muy elevados14.

 

1 Agustín de Hipona ve en el color rojo un símbolo de la sangre de Cristo (In Hept. IV 33: PL 34,734). Véase Heb 9:13. — 2 Lev 14:4-49. — 3 Lev 11:24. — 4 Véase Frazer, Golden bough I 322-325. — 5 Cf. Lev 11; 21; Núm 5:2; 6:9; 10:10; Os 9:4; Ag 2:13; Ez 44:25. — 6 Cf. M. J. Lagrange, o.c., p. 155-156. — 7 Entre los griegos se ponían a la puerta de la casa donde había un cadáver vasijas con agua para aspersionar, y el contacto con un muerto requería purificaciones rituales. Entre los romanos se purificaban las casas en que había habido un cadáver, y se usaban para las lustraciones cenizas de un becerro. Cf. Ovio., Fasí. II 45; IV 639.725.733. Véase DB IV 525, Lustration. — 8 Véase com. a Lev 7,20. — 9 Dt 21:1: se excluyen en la guerra. — 10 M. J. Lagrange, o.c., 165. — 11 Lev 21:1-6. — 12 Cf. Ex 12:22; Lev 14:4. — 13 Estos ritos eran cuidadosamente guardados por los judíos en tiempos de Cristo. Cf. Mt 8:22; Lc 9:60. La Mishna consagra largos capítulos para determinar minuciosamente los diferentes casos. — 14 Véase DB V 2369-2372; Hastings, Dict. of the Bible IV 207-210.

 

 

20. Diversos Incidentes en el Desierto.

Los C.20-21 nos relatan una serie de incidentes históricos difíciles de localizar geográficamente. Los israelitas permanecieron cuarenta años en el desierto, y después de la derrota de Jormá estuvieron vagando desde Cades Barne al golfo de Elán. En todo este período hay un gran vacío histórico. Sólo quedan algunos incidentes muy verosímiles y perfectamente ambientados en la vida esteparia; pero no sabemos cuándo tuvieron lugar, si en los primeros años o en los últimos. Sabemos que existían unos anales épicos llamados las Guerras de Yahvé, que se han perdidos, y probablemente relataban muchos hechos de esta época larga que para nosotros representa un inmenso vacío histórico1. Según Dt 1:46, los israelitas permanecieron largo tiempo en Cades, lo que es verosímil teniendo en cuenta que allí hay abundantes aguas y algunos ricos oasis; pero, como trashumantes, sin duda que vagaron por aquellas regiones, llegando hasta Asiongaber, en el golfo elanítico.

 

Las Aguas de Μeriba (1-13).

1Llegaron los hijos de Israel, toda la congregación, al desierto de Sin, el primer mes, y acampó el pueblo en Cades. Allí murió María y allí fue sepultada. 2No había allí agua para la muchedumbre, y ésta se amotinó contra Moisés y Aarón. 3El pueblo se quejaba contra Moisés, y decía: "¡Ojalá hubiéramos perecido cuando perecieron nuestros hermanos ante Yahvé! 4¿Por qué has traído al pueblo de Yahvé a este desierto a morir, nosotros y nuestros ganados? 5¿Por qué nos sacaste de la tierra de Egipto, para traernos a un lugar tan horrible como éste, que no puede sembrarse ni tiene viñas, ni higueras, ni granados, y donde ni agua siquiera hay para beber?" 6Moisés y Aarón se apartaron de la muchedumbre, a la entrada del tabernáculo de la reunión, y postráronse rostro a tierra. Apareció la gloria de Yahvé, 7y Yahvé habló a Moisés, diciendo: 8"Toma el cayado y reúne a la muchedumbre, tú y Aarón, tu hermano, y en su presencia hablad a la roca, y ésta dará sus aguas; de la roca sacarás agua para dar de beber a la muchedumbre y a sus ganados." 9Moisés tomó de delante de Yahvé el cayado, como se lo había él mandado, 10y, juntando Moisés y Aarón a la muchedumbre delante de la roca, les dijo: "¡Oíd, rebeldes ! ¿Podremos nosotros hacer brotar agua de esta roca ?" 11Alzó Moisés su brazo e hirió con el cayado la roca dos veces, y brotaron de ella aguas en abundancia, y bebió la muchedumbre y sus ganados. 12Yahvé dijo entonces a Moisés y a Aarón: "Porque no habéis creído en mí, santificándome a los ojos de los hijos de Israel, no introduciréis vosotros a este pueblo en la tierra que yo les he dado." 13Estas son las aguas de Meribá, donde los hijos de Israel se querellaron contra Yahvé, que les dio una prueba de su santidad.

 

El pueblo estaba reagrupado en la zona de Cades, en el desierto de Sin2, en el primer mes, sin indicación de año. No sabemos si fue en los primeros años de estancia en aquella región o más tarde. Conforme a la sentencia divina, Israel había de morar en el desierto hasta que feneciera la generación rebelde que había dado motivo para el castigo. Pero la generación como unidad cronológica suele ser de cuarenta años, el tiempo que dura la vida activa del hombre, cuando éste goza de representación social, desde la mayoría de edad hasta que la vejez le fuerza a retirarse. Durante los años que Israel moró en Cades no hemos de entender que hiciera allí vida sedentaria. Se movía de una a otra parte, según lo pedían las circunstancias, pero teniendo por centro de sus actividades esta región de Cades.

En este lugar murió María, la hermana de Moisés. El texto sagrado hace varias veces mención de ella (Miryam), que veló sobre la suerte de aquél cuando fue echado a las aguas del Nilo, que dirigió las danzas de las mujeres de Israel como profetisa (llevada de transportes extáticos) el día grande de su victoria sobre Egipto3 y que fue castigada con la lepra por murmurar de la conducta de su hermano4. Ahora el texto registra el hecho de su muerte, sin aludir a funerales solemnes, como se harán por Moisés y Aarón5. En Ex 17:1s se nos cuenta un primer milagro de Moisés, en proveer de agua a Israel. Aunque en la región de Cades hay algunos pozos y oasis, sin embargo, en años de sequía el agua puede faltar, sobre todo teniendo en cuenta el gran consumo que harían los muchos israelitas que allí habían acampado. El pueblo, como en otras ocasiones, se subleva al no encontrar agua suficiente, y añora la tierra de Egipto, pues temen morir de sed con sus ganados. Desean haber muerto con los sediciosos seguidores de Coré6. Moisés y Aarón, como siempre, se retiran hacia el tabernáculo a implorar auxilio a Dios (v.6)7. Yahvé les escucha y manda a Moisés que tome el bastón de los prodigios de Egipto8, con el que había sacado agua en Rafidim9. El profeta libertador, antes de golpear la roca, dirige un discurso a la turba, reprochándoles su mala conducta y considerándoles inmerecedores de un nuevo prodigio: ¿Podremos nosotros hacer brotar agua de esta roca? (v.10). Son tantas las rebeldías de Israel, que le parece imposible que Dios acceda a un nuevo prodigio, aunque sabe que Yahvé es omnipotente. El autor sagrado ve en las palabras de Moisés una cierta incredulidad, pues en v.12 Yahvé le reprocha a él y Aarón: "No habéis creído en mí, santificándome ante el pueblo." El salmista dice de Moisés que en esta ocasión profirió "palabras imprudentes."10 Algunos autores creen que la falta está en haber golpeado la roca dos veces (v.12), como desconfiando de la omnipotencia divina11. Al dudar de su misericordia o longanimidad para con el pueblo, no le habían santificado, es decir, no habían reconocido ante el pueblo su carácter santo y omnipotente12. Como consecuencia de esta falta, Aarón y Moisés son excluidos de entrar en la tierra de promisión (v.12b). En Dt 1:37 se atribuye este castigo a una supuesta y desconocida falta de Moisés con ocasión de la insurrección de los israelitas después de la exploración de Canaán. En el relato de este castigo a los dos grandes caudillos de Israel se encuentra un indicio de historicidad de los documentos, pues un falsario posterior no se habría atrevido a inculpar de incredulidad a los dos grandes creadores de la teocracia hebraica, tan venerados por el pueblo. El lugar de la rebelión del pueblo se llamó Meribá, o de la querella (de rib: "disputar")13 En todo caso son de admirar los juicios inescrutables de Dios al privar al gran caudillo hebreo de lo que éste tan justamente había deseado14. El salmista comenta: "Le irritaron (a Yahvé) también en las aguas de Meribá, y fue castigado Moisés por culpa de ellos. Porque turbaron su espíritu, y profirió palabras imprudentes."15

 

Negativa de Edom a dar paso a los Israelitas (14-21).

14Mandó Moisés embajadores desde Cades al rey de Edom para que le dijesen: "Israel, tu hermano, te dice: Tú sabes todas las peripecias que nos han ocurrido: 15cómo nuestros padres bajaron a Egipto, y hemos estado en Egipto largo tiempo, y cómo nos maltrataron los egipcios a nosotros y a nuestros padres; 16cómo clamamos a Yahvé, y oyó éste nuestra voz y mandó a su ángel, que nos sacó de Egipto; y que estamos aquí en Cades, ciudad situada al extremo de tu territorio. 17Te rogamos, pues, que nos des paso libre por tu territorio. No atravesaremos tus sembrados ni tus viñas ni beberemos el agua de tus pozos; iremos por el camino real, sin apartarnos ni a derecha ni a izquierda, hasta que salgamos de tu territorio"" 18Edom respondió: "No pasarás, saldré a tu encuentro con la espada." 19Dijéronle entonces los hijos de Israel: "Iremos por el camino trillado, y si de tus aguas bebo yo y mis ganados, te daremos el precio de ellas; es cosa de nada, sólo con mis pies tocaré tu tierra." 20Pero Edom respondió: "No pasarás." Y salió Edom contra él con mucha gente fuertemente armada. 21No dio Edom paso por su territorio, e Israel se alejó de él.

 

Son bien conocidos por Gén 25:29ss los orígenes de Edom, llamado también Seír y Esaú, así como su estrecho parentesco con Israel. Eran su morada los montes de Seír, que se prolongan al sudeste del mar Muerto y separan el desierto de Farán del norte de Arabia16. Hallándose Israel en Cades, podían, atravesando los montes de Seír, llegar en pocos días a las tierras situadas al oriente del mar Muerto y avanzar hacia Canaán.

Moisés, respetuosamente, teniendo en cuenta los antecedentes de parentesco, pide permiso para pasar por el territorio edomita. Diplomáticamente recuerda los lazos de parentesco y los sufrimientos pasados en Egipto, cuyo eco supone habrá llegado a oídos de los edomitas, como también su salida gloriosa gracias al ángel de Yahvé (v.16), que los ha dirigido en tan azarosa empresa17. Y promete no causar daños a los campos y viñas, ni siquiera beber el agua de los pozos, tan preciosa en regiones secas, sino avanzar por el camino real, o ruta caravanera (v.17). Pero el rey de Edom, desconfiado, rehusa el paso. Los israelitas insisten en que no saldrán del camino, pero de nuevo recibieron la negativa por respuesta18. En Dt 2:1-8 no se alude a esta petición de paso innocuo por parte de Moisés, pero parece suponerse.

Las relaciones históricas de Israel y Edom fueron siempre hostiles. En tiempos de la monarquía, Edom fue mucho tiempo reino vasallo de Israel19. Los profetas pronuncian graves oráculos contra Edom por su enemiga contra el pueblo de Dios20. Este incidente es el primero enojoso entre los dos pueblos, considerados hermanos por su origen.

 

Muerte de Aarón (22-30).

22Alzando de Cades el campamento, llegó Israel con toda la muchedumbre al monte Hor. 23Yahvé habló a Moisés y a Aarón en el monte Hor, que está en los confines de la tierra de Edom, diciendo: 24"Aarón va a reunirse con su pueblo, pues no ha de entrar en la tierra que yo voy a dar a los hijos de Israel, porque fuisteis rebeldes a mi mandato en las aguas de Meribá. 25Toma a Aarón y a su hijo Eleazar y sube con ellos al monte Hor, 26y allí que se desnude Aarón de sus vestiduras, y reviste de ellas a Eleazar, su hijo, porque allí se reunirá Aarón con los suyos; allí morirá." 27 Hizo Moisés lo que mandaba Yahvé, y a la vista de toda la asamblea subieron al monte Hor. 28Moisés hizo que se desnudara Aarón de sus vestiduras, y revistió de ellas a Eleazar, su hijo; 29y allí murió Aarón en la cumbre del monte. Moisés y Eleazar bajaron del monte 20,29 y, viendo la muchedumbre que Aarón había muerto, hicieron duelo por él todas las familias de Israel por treinta días.

 

Dios había dado sentencia contra Aarón que no entraría en la tierra prometida por su rebelión en el incidente de las aguas de Meribá21. Ahora se narra su muerte poco tiempo después de haberse desplazado el pueblo de Cades. Según Núm 33:37-39" este hecho tuvo lugar a los cuarenta años de la salida de los israelitas de Egipto, cuando Aarón tenía ciento veintitrés años. El lugar de su muerte hay que buscarlo cerca de Cades, camino del golfo de Elán. A 17 kilómetros al nordeste de Cades hay un arroyo llamado wady Haruniye (arroyo de Aarón). Así, el monte Hor se halla en los límites meridionales de la tierra prometida, como el monte Nebo se hallará en los confines orientales de Canaán. En el primero muere Aarón, y en el segundo, Moisés22. La muerte de Aarón en el monte Hor, aislado del pueblo, después de entregar sus vestidos pontificales a su hijo Eleazar en presencia de Moisés, creador de la teocracia hebrea y del sacerdocio levítico, tiene un aire de solemnidad muy en consonancia con la perspectiva histórica. Yahvé anuncia primero la muerte con la frase consagrada de que va a "reunirse con su pueblo," equivalente a la otra "reunirse con sus padres,"23 y que significa el último viaje hacia la región de los muertos, el seol, donde continuarán su vida juntos con los antepasados, si bien en un estado de sombras24. Eleazar era el hijo mayor de Aarón, después de la muerte de Nadab y Abiú25, y, por tanto, a él le corresponde sucederle en el sacerdocio. Como tal, debe llevar los vestidos sacerdotales durante siete días después de su unción26. Para no contaminarlos con un cadáver, Moisés debe despojar a Aarón de sus vestidos pontificales antes de morir y entregarlos a su hijo, de forma que éste se presente al pueblo revestido ya de la autoridad suprema sacerdotal. Con toda solemnidad, y "a la vista de toda la asamblea" subieron al monte Moisés, Aarón y Eleazar, y en la cima Moisés despojó a Aarón de sus hábitos pontificales y se los entregó a Eleazar. Después murió Aarón, y, sin dar noticias sobre su enterramiento, el texto dice que descendieron Moisés y Eleazar, y el pueblo, al no ver con ellos a Aarón, dedujo que había muerto y le había sucedido Eleazar, que aparecía con los hábitos pontificales. La narración no puede ser más esquemática y artificial. Todo sucede conforme a un plan previsto y según una escenificación preparada, resaltando sólo el hecho principal de la muerte de Aarón y su sucesión legítima en el pontificado. Como Moisés recibe en el monte Sinaí las tablas de la Ley, la carta magna de la nueva teocracia, así ahora Aarón, el primer sumo sacerdote, muere en el monte, aislado de su pueblo, rodeado en el final de su vida de misterio, con una muerte solemne, digna del primer sumo sacerdote. Durante treinta días hizo el pueblo duelo por él27.

 

1 Véase RB (1933) 562. — 2 Núm 13:27. — 3 Ex 15:20. — 4 Núm 12:1s. — 5 Núm 20,30; Dt 34:8. Sobre el lugar posible del sepulcro de María véase Ubach: RB (1933) 562-568. — 6 Núm 16; 35; 49. — 8 Ex 4:2; 7:15; 9:23; 10:13; 14:16. — 9 Ex 17:1s. — 10 Sal 106:33. — 11 Véanse Teodoreto, Quaest. in Num 37: PG 80,388; Agustín de Hipona, In Pent. IV 19' PL 34,726. . — 12 Quizá haya un juego de palabras con el lugar qades (santo). Dios "se santifica" haciendo ver su omnipotencia y santidad al castigar a los culpables. — 13 Algunos autores creen que es el mismo suceso de Rafidim. En ambos casos se da al lugar el nombre de Meribá (querella). El Dt 33:13 y el Sal 95:8 distinguen bien ambos sucesos. Hay parecidos, pero también desemejanzas, sobre todo la incredulidad de Moisés. — 14 Dt 1:37. — 15 Sal 106:33. Véase com. de P. Heinisch, Das Buch Exodus 137-138. — 16 En las cartas de Tell Amarna se llama a esta región Se-i-ri (Seír) y se la sitúa al sur de Palestina. En los textos egipcios se sitúa también a los Adumá (¿edomitas?) en esta región. Véase Abel, Géog. I 281.389.391. 7 Núm 14,5; 16:22; 45. La Vg trae la supuesta oración de Moisés: "Señor Dios, escucha el grito de este pueblo y abre vuestro tesoro, una fuente de agua viva, para que, saciados, cesen de murmurar." Este texto falta en el TM y en los LXX, y ha sido insertado en el siglo X en el códice Amiatinus. No se encuentra en los manuscritos anteriores a Alcuino. — 17 El ángel de Yahvé algunas veces se identifica con Yahvé mismo: Gén 16:7-14; 21:1-21; 48:15-16; Jue 6:11; 24; 13:2-23; Ex 3; 23:20. En otros textos se distingue de él. En general, en la época posterior, para salvar la trascendencia divina, hay tendencia a presentar al ángel en vez de Yahvé. Así, los textos antiguos son retocados: "Yahvé y el ángel que le representa son un mismo personaje, aunque puede establecerse una distinción, que tiene su fundamento en la naturaleza de las cosas... A medida que la idea de las trascendencia y de la santidad de Yahvé se imprime más profundamente en las almas, la tendencia se fue acentuando en el sentido de aislamiento cada vez más completo de la divinidad frente a lo terrestre y profano" (Touzard, art. Ange de Yahweh: DBS I 252; cf. M. J. Lagrange, L'ange de Yahweh: RB [1903] 212-225). — 18 Los LXX leen "pasar a lo largo de la frontera") de Edom. Según esta lección, los hebreos en la segunda petición habrían solicitado pasar junto a la frontera edomita, sin atravesar el país. Es muy verosímil, pero la lectura no está avalada por el TM, y parece un retoque redaccional. — 19 Cf. 1 Sam 14:47; 2 Sam 8:13; 1 Re 11:15;.2 Re 81:2. — 20 Cf. Am 1:11s; Is 34:4-15; Jer 49.7; Lam 4:22s; Ez 25:12s. — 21 Cf. Núm 27,12-14; Dt 32:48-52. — 22 La tradición judía posterior localizaba el sepulcro de Aarón cerca de Petra. Cf. fl. Josefo, Ant. Jud. IV 4,7; Eusebio, Onomastikon 176. Y la tradición musulmana se hace eco de ella venerando a un monte llamado Djebel Harun (monte de Aarón) en esta región. Véase Abel, o.c., I 386-389. — 23 Cf. Gén 25:8; 17; 35:29; 44:33. — 24 Véase M. García-Cortero, La vida de ultratumba según la mentalidad popular de los antiguos hebreos: "Salmanticensis," I (1954) 343-364. — 25 Cf. Lev 10:1-5. — 26 Cf. Ex 29:29-30. — 27 Cf. Dt 34:8.

 

 

21. Camino de Moab.

Sigue la narración con una serie de incidentes, algunos de ellos, como la victoria sobre los cananeos, desplazados de su contexto histórico; pero, en conjunto, los hechos resultan perfectameni verosímiles en la azarosa marcha de los israelitas hacia la tierra de Canaán.

 

Victoria Sobre el Rey de Arad (1-3).

1El cananeo, el rey de Arad, que habitaba en el Negueb, al oír que venía Israel por el camino de Atarim, los atacó y tomó prisioneros. 2Hizo entonces Israel voto a Yahvé, diciendo: "Si entregas a este pueblo en mis manos, yo destruiré sus ciudades." 3Oyó Yahvé la voz de Israel, y le entregó el cananeo, a quien dio al anatema, destruyéndolos a ellos y a sus ciudades, por lo cual fue llamado aquel lugar Jormá.

 

Este relato está, sin duda, fuera de lugar. Generalmente, los críticos creen que se trata de un incidente posterior que tuvo lugar cuando las tribus israelitas entraron a sangre y fuego en Canaán. En Jue 1:17 se dice que las tribus de Judá y Simeón conquistaron una ciudad al sur del Negueb, llamada Safat, a la que cambiaron el nombre en Jormá, o condenada al "anatema" (jérem). Quizá se trate del mismo hecho, y el hagiógrafo haya trasladado esta victoria al tiempo de Moisés para deshacer el mal efecto de la derrota que los israelitas sufrieron en Jormá al querer atacar a Canaán por el sur1. Israel, vencido en alguna escaramuza por el rey cananeo de Arad en el Negueb2, en el camino de Atarim, que debía de ser la ruta caravanera3 que iba de Cades al Negueb, se rehizo y volvió a la lucha, haciendo voto a Yahvé de entregar al anatema o destrucción,(jérem) las ciudades conquistadas si obtenía la victoria. Según las leyes de la guerra entonces vigentes, el vencedor se creía dueño de las vidas y haciendas de los vencidos. Por eso se apropiaba los .Henes y reducía a esclavitud a las personas que hubieran quedado con vida. Con este voto, Israel renuncia a esas ventajas dé la guerra, y consagra a su Dios por la destrucción los bienes conquistados, haciendo de ello un don a su Dios. Era la ley del jérem o anatema, costumbre bárbara seguida por Israel y tomada del ambiente histórico, dándola un supuesto sentido religioso. En la inscripción del rey de Moab, Mesa, leemos: "Y Camós (dios de Moab) me dijo;

Ve y toma a Nebo contra Israel. Y partí de noche y la combatí desde la aurora hasta el mediodía y la tomé. Y los maté a todos: siete mil hombres, jóvenes, mujeres y doncellas y esclavas, porque yo había hecho el jérem a Astor-Camós."4 No podemos decir, pues, que esta ley sea privativa de Israel, sino que es una de tantas costumbres bárbaras de los antiguos, practicada también por Israel5.

 

La Serpiente de Bronce (4-9).

4Partiéronse del monte Hor en dirección al mar Rojo, rodeando la tierra de Edom; y el pueblo, impaciente, 5murmuraba por el camino contra Dios y contra Moisés, diciendo: "¿Por qué nos habéis sacado de Egipto a morir en este desierto? No hay pan ni agua y estamos ya cansados de un tan ligero manjar como éste." 6Mandó entonces Yahvé contra el pueblo serpientes venenosas, que los mordían, y murió mucha gente de Israel. 7El pueblo fue entonces a Moisés y le dijo: "Hemos pecado murmurando contra Yahvé y contra ti; pide a Yahvé que aleje de nosotros las serpientes." Moisés intercedió por el pueblo, 8y Yahvé dijo a Moisés: "Hazte una serpiente de bronce y ponía sobre un asta, y cuantos mordidos la miren, sanarán." 9Hizo, pues, Moisés una serpiente de bronce y la puso sobre un asta; y cuando alguno era mordido por una serpiente, miraba a la serpiente de bronce y se curaba.

 

Israel partió del monte Hor, en que dejó enterrado a Aarón, en dirección sudeste, hacia el mar Rojo. El camino que sigue es el del Araba, o sea, la prolongación del valle del Jordán y del mar Muerto, que va a terminar al golfo elanítico o de Akabah. Es terreno mísero e inhóspito y sin agua. Y no es de maravillar que el pueblo, fatigado, protestase, según era costumbre en todas las contrariedades, añorando la abundancia de Egipto y despreciando el "maná," ligero manjar (ν.6), ο de poco valor nutritivo6. Dios, en castigo, les envió serpientes venenosas, lit. "quemadores," por las fiebres altas que producían sus picaduras, que no son raras por la estepa. Reconociendo en ello un castigo, los israelitas piden a Moisés que les libre de esta plaga. Por orden divina hace una serpiente de bronce7, y la levanta en un palo, para que los israelitas al verla consigan la curación. Se ha querido ver en este relato un vestigio de la ofiolatría, o culto a las serpientes entre los orientales. En Gezer se ha encontrado una serpiente metálica; en Susa y en Babilonia se han descubierto diversos amuletos en forma de serpiente. Y en las minas de cobre de Fuñón (cerca del lugar donde tuvo lugar el incidente bíblico) se han encontrado láminas metálicas en forma de serpiente, preparadas sin duda para usos supersticiosos. De aquí se ha querido deducir que el hagiógrafo asocia estos restos metálicos de aquella región con un milagro de Moisés relacionado con las mordeduras de las serpientes. Desde luego que el hagiógrafo no atribuye un valor mágico a la serpiente de bronce levantada por Moisés, sino que ve en ella un símbolo del poder curativo de Dios. La serpiente siempre ha sido relacionada con la medicina, porque a ella se atribuían determinadas virtudes curativas. El autor del libro de la Sabiduría hace la exégesis del pasaje bíblico: "La serpiente era un símbolo de salvación que otorgaba la salud, no por la virtud de la figura que tenían bajo sus ojos, sino por Aquel que es el Salvador de todos."8 Los israelitas, en tiempo de Ezequías, daban culto a una serpiente de bronce llamada Nejustan (de nejóset, bronce), y la consideraban como la utilizada por Moisés para curar a los israelitas. El piadoso rey la hizo despedazar para evitar los abusos idolátricos9. Jesucristo alude al hecho del desierto, y ve en la serpiente levantada por Moisés un tipo de su elevación en la cruz: "Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es preciso que sea levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en El tenga la vida eterna."10 Los Santos Padres han desarrollado este simbolismo manifiesto en el poder curativo de la serpiente y de Cristo en la cruz. En todo caso, Moisés, al levantar la serpiente, no creía emplear un procedimiento mágico para curar, sino destacar y simbolizar la omnipotencia divina, que curaba a los israelitas. A nuestra mentalidad resulta extraña la elección de este símbolo, pero debemos trasladarnos a la mentalidad oriental de los antiguos israelitas para comprenderlo, como tenemos que ser comprensivos con otros ritos extraños del Antiguo Testamento.

 

Itinerario a Través de Edom (10-20).

10Partiéronse los hijos de Israel y acamparon en Obot; 11y partidos de Obot, acamparon junto a lye-Abarim, en el desierto que hay frente a Moab, al oriente. 12Partidos de allí, acamparon junto al torrente Zared; 13y partidos de allí, acamparon a la otra orilla del Amón, en el desierto, que proviene del confín de los amorreos, pues el Amón es confín de Moab, entre Moab y los amorreos. 14Por eso se decía en el libro de las "Guerras de Yahvé":

 

"Contra Vaheb en Sufá, contra el torrente de Amón"

15las angosturas del torrente que se extiende hacia la

y se apoya en los confines de Moab."(región de Ar)

 

16De allí vinieron a Beer; es el pozo a que se refería Yahvé cuando dijo a Moisés: "Reúne al pueblo y yo le daré agua." 17Entonces cantó Israel este canto:

"Mana, pozo; cantadle.

18Pozo cavado por los príncipes,

alumbrado por los nobles del pueblo

con sus cetros, con sus bastones."

 

Del desierto fueron a Matana; 19de Matana a Najaliel, de Najaliel a Bamot, 20de Bamot al valle que hay en los llanos de Moab, a la cima del Fasga, que domina el desierto.

 

Continuando su camino por el Araba, Israel llegó a Asiongaber (golfo de Elán), para volver luego hacia el norte, siguiendo la frontera oriental de Edom y Moab, hasta el Amón, que separaba el reino de Moab del amor reo Seón. El itinerario es incompleto, y hay que llenar el vacío con textos de Dt 10:7 y Núm 33. La primera estación, Obot, es difícil de identificar; pero se propone un lugar al este de Edom11. lye-Abarim significa "ruinas de Abarim," y se la ha querido identificar con jhbet-Ai, el Αία del mapa de Mαdaba12. El "torrente Zared" es identificado con Wady el-Hesa, al sudeste del mar Muerto13. El Amón es identificado comúnmente con Seil el-Mogib, que tiene un lecho profundo, y así señala el límite septentrional de Moab14. El texto cita a continuación un relato épico del libro Guerras de Yahvé, en el que se cantaban las gestas de Yahvé en favor de su pueblo, y quizá sea el mismo libro llamado Libro del Justo, también de carácter épico, citado en otros lugares15. Las localidades de Vaheb y Sufá son desconocidas; en cambio, Ar debe de ser Ar-Moab, la antigua capital del país16. La nueva estación de Beer, que significa pozo, debe de aludir a un alumbramiento inesperado de agua, debido a la ínter vención milagrosa de Yahvé (v.1 6). Con este motivo, un poeta, en el momento solemne en que los jefes de las tribus descubrían con sus bastones el pozo recién abierto y tapado para la inauguración solemne, declaraba la pertenencia del pozo a una tribu: "pozo cavado por los príncipes, alumbrado por los nobles del pueblo con sus cetros, con sus bastones" (v.18). En la poesía beduina popular son frecuentes estos cantos cuando se inaugura un pozo: "¡Brota, corre a borbotones agua...!" Es el paralelo del ¡Mana, pozo! del v.17b17. Matana y Najaliel son localidades no identificadas. Bamot puede ser el Bet Bamot de la estela de Mesa18. Los llanos de Moab es la meseta moabítica al norte del Amón. La "cima de Fasga" es identificada con Ras es-Siaga, a cuatro kilómetros del monte Nebo19, y "domina el desierto" o yesimon, región al pie del Fasga, cuyo nombre puede rastrearse quizá en el Sueimeh (Jirbet) actual20.

 

Victoria Sobre los Amorreos (21-35).

21Israel mandó embajadores a Seón, rey amorreo, para decirle: 22"Déjanos pasar por tu territorio; no iremos ni por los campos ni por las viñas, ni beberemos el agua de tus pozos; iremos por el camino real hasta salir de tus fronteras." 23Seón se negó a dejar pasar a Israel por su territorio, y, reuniendo a toda su gente, salió al encuentro de Israel en el desierto y le dio la batalla en Yahsa. 24Israel le derrotó al filo de la espada, y se apoderó de su tierra desde el Amón hasta el Yaboq, hasta los hijos de Amón, pues Yahsa era frontera de los amonitas. 25Conquistó Israel todas estas ciudades, y habitó en las ciudades de los amorreos, en Hesebón y en todas las ciudades que de ella dependen, 26pues Hesebón era la residencia de Seón, rey de los amorreos, que había hecho antes la guerra al rey de Moab, y se había apoderado de toda su tierra hasta el Amón. 27Por eso cantaban los trovadores:

 

"Id a Hesebón, edificad y fortificad la ciudad de Seón.

28Fuego ha salido de Hesebón, llama de la ciudad de

que devoró las ciudades de Moab

[Seón; y consumió las alturas del Amón.

29¡Ay de ti, Moab! Has perecido, pueblo de Gamos;

fueron dados a la fuga tus hijos,

y sus hijas por cautivas del rey de los amorreos.

30Pero al rey de los amorreos, Seón,

le han arrebatado el noval desde Hesebón hasta Dibón.

Y sus mujeres, humilladas, hasta tener que encender el fuego en Mádaba."]

 

31Así habitó Israel en la tierra de los amorreos. 32Mandó Moisés reconocer a Yazer, y se apoderaron de las ciudades que de ella dependían, expulsando de ellas a los amorreos que allí habitaban; 33y volviéndose, subieron camino de Basan, saliéndoles al encuentro Og, rey de Basan, con todo su pueblo para la batalla en Edray. 34Yahvé dijo a Moisés: "No le temas, que a tus manos te lo entregaré, a él, a su pueblo y toda su tierra, y harás con él lo que hiciste de Seón, rey de los amorreos, que habitaba en Hesebón." 35Y le derrotaron a él y toda su gente, hasta no dejar ni uno, y se apoderaron de su tierra.

 

Llegados a la meseta de Moab, Moisés envió mensajeros para pedir paso por el territorio del rey amorreo, Seón (v.21). La denominación de amorreo es bastante genérica21, y designa una población semítica occidental que estaba extendida por Palestina, Siria y Transjordania. El rey amorreo niega el paso, y sale al encuentro de los israelitas, los cuales le vencen en Yahsa, la "Yahas" de la estela de Mesa, situada entre Mádaba y Dibón, al nordeste del mar Muerto. Los hebreos conquistaron todo el país moabita desde el Amón hasta el torrente Yaboq (Wady ez-Zerqa), al nordeste del Jordán septentrional, línea fronteriza con el reino de Og, rey de Basan, dividiendo en dos partes el territorio de Galaad. Era también línea fronteriza con el reino de Amón, que primitivamente comprendía el territorio desde el Amón al Yaboq, pero que había sido rechazado al oriente por los amorreos22. Yazer es identificada con la actual Sar, al sur de Aman. Hesebón es la actual Hesban. El redactor inserta aquí un antiguo canto de guerra que era cantado por los trovadores o mesalim, especie de poetas que en forma sentenciosa y gnómica se dedicaban a exaltar las gestas de las tribus23. No se sabe si el canto es de origen israelita o amorreo. Es un canto irónico contra los vencidos de la ciudad destruida de Ar-Moab por el rey amorreo Seón. Puede ser un canto israelita en el que se recuerda a Moab su antigua derrota a manos de Seón, que, a su vez, fue vencido por los hebreos24. Así entendido el poema, parece una invitación a los israelitas a reedificar Hesebón, destruida por ellos, porque de Hesebón partió el fuego devorador de Moab, enemigo tradicional de Israel (v.27). Caraos, dios nacional de los moabitas, ha abandonado a su pueblo (v.29). Sus hijas cautivas pueden ser las mujeres moabitas, o las ciudades dependientes de la capital Ar-Moab (v.28).

El v.30 es muy oscuro, y las versiones muy diversas. El TM dice: "Nosotros los hemos atravesado de flechas, Hesebón ha perecido hasta Dibón, y nosotros los hemos devastado hasta Nofaj, que está, junto a Mádaba." Los LXX: "Y su raza perecerá, Hesebón hasta Dibón. Y las mujeres aún encienden el fuego sobre Moab." Lagrange propone, corrigiendo el TM: "Y nosotros les atravesamos con flechas desde Hesebón hasta Dibón. Y los devastaremos mientras el fuego haya devorado a Mádaba."25 La Vg: "Su yugo ha perecido desde Hesebón hasta Dibón; han llegado fatigados a Nofé y hasta Mádaba."26 Dibán está a cinco kilómetros al norte del Amón, y en esa localidad se encontró la estela de Mesa, rey de Moab, en 1868, actualmente en el museo de Londres. Mádaba es mencionada también en esta estela, y está a ocho kilómetros de Hesebón27.

Continuando hacia el norte, los israelitas tuvieron que hacer frente al rey de Basan, Og, que reinaba desde el Yaboq hasta el Hermón. Es la Batanea de la época romana (del arameo Batan)28. Según Dt 3:11, Og era descendiente de los gigantes o refaim. El choque tuvo lugar en Edray, la actual Edreaat o Derat, al sudeste de Genesaret. La victoria fue de los israelitas, y la ciudad condenada al anatema, matando a todos sus habitantes29. La victoria sobre Seón, rey de Hesebón, y sobre Og, rey de Basan, fue cantada en la épica popular, y sus ecos aparecen en muchos salmos30. Con estas conquistas, Israel, a quien había prometido Dios la tierra de Canaán, limitada al oriente por el Jordán y mar Muerto, empieza a adueñarse de estas regiones orientales, en las que vendrán a instalarse las tribus de Rubén, Gad y Manasés.

 

1 Véase com. a Núm 14,45. — 2 Existe hoy un Tell Arad a 30 kilómetros'al sur de Hebrón. — 3 La Vg. y Sir. traducen "exploratorum viam," leyendo tarim en vez de atarim. — 4 Véase G. Jean, Le Milieu Biblique II 419. — 5 Véase com. a Lev 27:28, y A. Fernández: Bi 5 (1924) 3-5. — 6 Cf. Núm 11,6. — 7 En heb. hay juego de palabras entre najas (serpiente) y nejoset (bronce). — 8 Sab 16:6-7. — 9 2 Re 18:4. — 10 Jn 3:14s. — 11 Cf. RB(1800) 286. — 12 Cf. ibid., 287. — 13 Abel, Géog. I 489. — 14 Cf. Dt 2:24, 36; Jos 11:2; Jue 11:13. Véase Abel, o.c., I 178-179.487-89. — 15 Cf. Jos 10:13; 2 Sam 1:18. — 16 Cf. Núm 22,36. — 17 Citado por H. Gressmann, Mose und seine Zeit 349. — 18 Hay otro Bamot-Baal citado en Núm 22,41; Jos 13,17. — 19 Cf. Abel, Géog. 1380. — 20 Cf. Mallon: Bi (1929) 218-220. — 21 Cf. Núm 13,20 y com. — 22 Cf. Dt 2:20; Jue 11:13. En el Yaboq tuvo lugar la lucha del ángel con Jacob (Gén 32:22-31). — 23 Cf. Is 14:4; Hab 2:6. — 24 Véase M. J. Lagrange: RB (1899) 548. — 25 Ibid., 552. — 26 La Bib. de Jérusalem: "Hesebón ha destruido a los niños hasta Dibón, a las mujeres hasta Nofah, a los hombres hasta Medaba." Cantera: "de Sijón, rey amorreo, muerte les tenemos dado con saetas, y Jesbón hasta Dibón ya ganada. Hasta Nofaj devastamos, que está próxima a Medeba." Clamer: "Los hemos herido con saetas; perdida Hesebón hasta Dibón; hemos devastado hasta Nofé, con el fuego hasta Mádaba." — 27 Véase RB (1897) 165-184.450-458. — 28 Cf. Abel, Géog. I 275. — 29 Dt 2:34; 35. — 30 Sal 135:1; 136:19.

 

 

22. Historia de Balaam.

Con este capítulo se abre la última parte del libro de los Números, y el relato de la intervención del adivino Balaam resulta enigmático y plantea muchos problemas de tipo redaccional literario y teológico y aun histórico-geográfico.

 

Primera Embajada a Balaam (1-14).

1Partieron los hijos de Israel y acamparon en los llanos de Moab, al otro lado del Jordán, frente a Jericó. 2Balac, hijo de Sefor, supo cuanto había hecho Israel a los amorreos; 3y Moab temió grandemente al aparecer aquel pueblo tan numeroso, y se amedrentó ante los hijos de Israel. 4Moab dijo a los ancianos de Madián: "Este pueblo va a devorar nuestros contornos como devora un buey la hierba del campo." Era entonces rey de Moab Balac, hijo de Sefor. 5Mandó, pues, mensajeros a Balaam, hijo de Beor, a Petur, que está junto al río, en tierra de los hijos de Amón, para que le llamasen, diciéndole: "Mira, ha salido de Egipto un pueblo que cubre la superficie de la tierra y está ya cerca de mí. 6Ven, pues, y maldíceme a este pueblo, pues es más fuerte que yo, a ver si así podemos hacer que le derrotemos, pues sé que es bendito aquel a quien tú bendices, y maldito aquel a quien tú maldices." 7Fueron, pues, ancianos de Moab y ancianos de Madián, llevando en sus manos el precio del conjuro, y, llegados a Balaam, le transmitieron las palabras de Balac. 8El les dijo: "Pasad aquí esta noche, y yo os responderé según lo que me diga Yahvé." Quedáronse los príncipes de Moab con Balaam; 9Dios vino en la noche a Balaam y le dijo: "¿Quiénes son esos que están contigo?" 10Balaam respondió a Dios: "Balac, hijo de Sefor, rey de Moab, los ha mandado a mí para decirme: 11Un pueblo salido de Egipto está ya aquí y cubre toda la superficie de la tierra; ven, pues, luego a maldecirlo, a ver si puedo derrotarle y rechazarle." 12pero Dios dijo a Balaam: "No vayas con ellos; no maldigas a ese pueblo, porque bendito es." 13Balaam, levantándose de mañana, dijo a los príncipes de Balac: "Idos a vuestra tierra, porque Yahvé se niega a dejarme ir con vosotros." 14Oído esto, los príncipes de Moab se levantaron, y, tornados a Balac, le dijeron: "Balaam se ha negado a venir con nosotros."

 

Conquistada por Israel la tierra de los reyes amorreos Seón y Og, Moab queda atrás. El pueblo pasó por el oriente de sus fronteras sin molestarle. Sin embargo, es razonable suponer que la desaparición de los dos reinos amorreos, y el hecho de que Israel se asentara en el territorio de éstos, le hace temer por su seguridad. No atreviéndose a medir las armas con Israel, acude a los medios supersticiosos, cosa nada extraña entre los pueblos primitivos. Los textos indican que Balac, rey de Moab, se juntó con Madián (v.4.7) y con Amón1, lo que viene a complicar la narración, de suyo poco clara.

El v.1 parece ser continuación del itinerario trazado en 21:10-11. Los israelitas acamparon en los llanos de Moab, entre el Jordán y los montes Abarim, una zona de terreno bastante fértil, donde los israelitas se darán al culto licencioso de Baalfegor, a ejemplo de moabitas y madianitas2.

El rey de Moab, al ver que los israelitas acampaban cerca de su territorio, se alarmó, y perdió las esperanzas de que continuaran por el norte después de la conquista de Basan. Sin duda que había pensado anexionarse los territorios del rey de Hesebón, derrotado por aquéllos; pero ahora tiene que mirar por la defensa de su territorio contra aquellas hordas fanatizadas que subían del desierto del Sinaí. Tomó consejo con los ancianos de Madián (v.4), pueblo nómada que estaba más al oriente, pero que trashumaba con sus rebaños también por zonas moabíticas3. En la imposibilidad de hacer frente a los hebreos, deciden llamar a un famoso adivino, llamado Balaam, que habita en Petur, junto al río (v.5). Se suele identificar Petur con el Pitru de los documentos cuneiformes, en la Alta Mesopotamia, a orillas del Eufrates, que es el llamado el río por excelencia en la Biblia. Esta localización queda reforzada por la indicación de Dt 23:5, que sitúa a Petur en Aram Naharyim, es decir, la Alta Mesopotamia4. Contra esta identificación está la dificultad de la gran distancia entre Petur y Moab (unos 600 kms.). Por eso algunos autores buscan una localidad cercana a Moab, y prefieren la lección de algunos manuscritos hebreos del Pentateuco Samaritano, la Peshitta y la Vulgata, que leen "en el país de los hijos de Amón."5 Balaam, hijo de Beor, no parece que tenga nada que ver con Bela, hijo de Beor, rey de Edom6. Aquí se trata de un adivino, no de un rey, al que se atribuyen especiales conocimientos mágicos, como intérprete de la voluntad de su dios, de forma que su bendición o maldición sobre un pueblo representa la victoria o derrota de éste (v.5). Aparece más tarde muerto por los israelitas en Madián7, lo que parece insinuar que era madianita, y así se explican mejor los viajes de los emisarios de Balac. Estos le llevan el salario de la adivinación, como era costumbre8. El autor sagrado nunca le da a Balaam el título de profeta, sino el de adivino9. Como adivino, quiere utilizar signos mágicos y, por otra parte, carece de la entereza de carácter de los profetas de Israel. Lo curioso del relato es que quiere dar el oráculo a los emisarios en nombre de Yahvé (v.8), al que llama mi Dios (v.18). ¿Cómo interpretar esto? Quizá se trata de una sustitución de los copistas monoteístas hebreos, que sustituyeron a su Dios, Yahvé, por la divinidad del propio Balaam. Como en realidad será Yahvé el que le comunicará el oráculo en beneficio del pueblo hebreo, el copista en el relato pone en boca de Balaam el nombre de Yahvé como su Dios. Otra interpretación posible es, teniendo en cuenta el eclecticismo religioso de los pueblos politeístas, que admitían la existencia de verdaderos dioses además de los propios, que haya oído hablar del Dios de los israelitas, Yahvé, al que se le atribuían las grandes victorias sobre los amor reos, y entonces el adivino haya querido utilizar con sus procedimientos mágicos a Yahvé, Dios de los israelitas, en beneficio propio. Simón Mago quiere comprar con dinero el poder taumatúrgico de los apóstoles, que curaban en nombre de Jesús10. Así Balaam pudo intentar consultar al Dios de los israelitas para conocer el destino de éstos. En sueños recibe la orden de no responder a los requerimientos de los enviados del rey de Moab (v.12). Así se lo comunica a éstos, los cuales se vuelven a su rey con la respuesta negativa del adivino.

 

Segunda Embajada ante Balaam (15-20).

15Pero Balac mandó de nuevo a otros príncipes, más en número y más respetables que los primeros, 16que, llegados a Balaam, le dijeron: "He aquí lo que te dice Balac, hijo de Sefor: No te niegues a venir a verme,17que yo te colmaré de bienes y haré todo lo que tú me digas; ven, te ruego, a maldecirlo." 18Balaam respondió a los siervos de Balac: "Aunque me diese Balac su casa llena de plata y de oro, no podría yo traspasar las órdenes de Yahvé, mi Dios, ni en poco ni en mucho; 19pero podéis quedaros aquí también esta noche para saber lo que vuelve a decirme Yahvé." 20Durante la noche vino Dios a Balaam y le dijo: "Ya que éstos han venido otra vez a llamarte, levántate y vete con ellos, pero no hagas más que lo que yo te diga."

 

Balac cree que con una embajada más numerosa e ilustre y con presentes más ricos logrará hacer venir al adivino. Así, le hace las mejores promesas. Todo le parece poco para el servicio que cree puede prestarle en beneficio de su reino (v.17)11. La respuesta de Balaam es digna y enérgica: todo el oro y la plata que le puedan ofrecer no le moverán a actuar contra la voluntad de su Dios (v.18). En su aparición anterior, Yahvé le había dicho que Israel sería bendito (v.17), y, por tanto, no puede ir a maldecirle en beneficio del rey de Moab12. Pero invita a los emisarios a que esperen otra noche, pues quizá su Dios le dé otra respuesta más satisfactoria para ellos (v.19). Durante la noche, en efecto, el adivino recibe la orden de acompañar a los emisarios, pero a condición de que no profiera ningún oráculo sin el consentimiento de Dios (v.20).

 

Viaje Accidentado de Balaam (21-35).

21Levantóse Balaam de mañana, aparejó su asna y se fue con los príncipes de Moab. 22 Pero Dios estaba indignado de que fuese, y el ángel de Yahvé se puso delante de él en el camino para cerrarle el paso. Iba Balaam montado en su asna, y llevaba consigo a dos de sus criados. 23El asna, al ver al ángel de Yahvé parado en el camino con la espada desenvainada en la mano, se salió del camino y se echó al campo, y Balaam se puso a fustigarla para retraerla al camino. 24Entonces el ángel se puso en una estrechura entre las viñas, entre pared de un lado y pared de otro; 25y, al verle el asna, echóse contra una de las paredes, cogiendo entre ella y la pared la pierna de Balaam. Este se puso de nuevo a fustigarla. 26El ángel de Yahvé volvió a ponerse en una angostura, de donde ni a derecha ni a izquierda podía desviarse; 27y al verle el asna, se echó debajo de Balaam, quien, enfurecido, la fustigó más. 28Abrió entonces Yahvé la boca del asna, que dijo a Balaam: "¿Qué te he hecho yo para que por tres veces me hayas fustigado ?" 29Y Balaam respondió: "¿Por qué te burlas de mí? Si tuviera ahora mismo una espada, ahora mismo te mataría." 30Y el asna dijo a Balaam: "¿No soy yo tu asna? Tú me has montado desde que yo soy tuya hasta hoy. ¿Te he hecho yo nunca cosa semejante?" Y él respondió: "No." 31Entonces abrió Yahvé los ojos a Balaam, y éste vio al ángel de Yahvé, que estaba en el camino con la espada desenvainada en la mano. Balaam se postró echándose sobre el rostro, 32y el ángel de Yahvé le dijo: "¿Por qué por tres veces has fustigado a tu asna? Es que he salido yo para cerrarte el camino, porque es malo ante mí el que llevas. 33El asna me ha visto y ha querido luego apartarse tres veces de delante de mí; si ella no me hubiera esquivado, te hubiera matado a ti, dejándola a ella viva." 34Entonces Balaam dijo al ángel de Yahvé: "He pecado; no sabía que tú me cerrabas el camino; si te parece mal, ahora mismo me volveré." 35El ángel de Yahvé respondió a Balaam: "Ve con esos hombres, pero di solamente lo que te diga yo." Siguió, pues, Balaam con los príncipes de Balac.

 

A pesar de la autorización para el viaje, ahora Dios se muestra enojado contra Balaam por haberse puesto en camino. La oposición divina radique en los cálculos mercantilistas del adivino, que esperaba conseguir con su viaje pingües presentes, aunque no maldijera a Israel, como se le pedía13. El viaje lo hace en un asna, lo que es un indicio de que no vivía lejos de Moab, pues para distancias largas hubiera utilizado el camello. Cuando estaba en camino, el ángel de Yahvé, para cerrarle el paso (lit. "impedirle": lesatán), se puso ante el asna. Ni Balaam ni sus acompañantes se dan cuenta de ello, y así golpean al animal porque se sale del camino. La escena se repite una y otra vez, hasta que, por fin, el asna toma la palabra y pide cuentas al amo por su conducta irracional. El diálogo entre ambos discurre con naturalidad, hasta que, al fin, Balaam se apercibe de la presencia del ángel de Yahvé, que quiere cerrar el paso. El adivino, al punto, le reconoce, y está dispuesto a emprender el regreso; pero Dios le permite continuar, con tal de que no diga sino lo que le sugiera. Tal es el famoso relato bíblico. ¿Cómo interpretarlo? Teniendo en cuenta que pertenece al documento de estilo folklórico, bien podemos ver aquí una escenificación dramática de la oposición de Dios a la misión de Balaam para resaltar más los designios divinos de cambiar la maldición sobre Israel en bendición. El hagiógrafo, pues, parece que se hace eco de narraciones populares sobre la intervención de Dios en la historia de Balaam, el adivino pagano que bendecirá a Israel. Algunos autores quieren mantener la historicidad del relato, si bien atenuando la fuerza del mismo. Así suponen que el asna no profirió sonidos articulados humanos, sino simples rebuznos, por los que el mago Balaam conoció (acostumbrado por arte de magia a interpretar religiosamente signos exteriores) el sentido de los mismos. En 2 Pe 2:16 se dice que "una muda bestia de carga, hablando con voz humana, reprimió la insensatez del profeta." Como en otras citas de los autores del Nuevo Testamento, la fuerza de la argumentación va sobre el elemento religioso, no sobre la historicidad del hecho, respecto al cual se acomoda a la mentalidad y creencias de sus destinatarios los judeo-cristianos. Por nuestra parte, creemos que, aunque es posible a la omnipotencia divina hacer hablar a las bestias, sin embargo, en el relato hay indicios de inverosimilitud suficientes para tomar el relato en sentido de parábola o ficción didáctica del hagiógrafo, con vistas a una enseñanza religiosa.

 

Balaam es Recibido por el Rey de Moab (36-41).

36Este, sabiendo que venía Balaam, le salió al encuentro hasta Ir-Moab, que está en la frontera del Amón, en lo último de la frontera. 37Balac dijo a Balaam: "He mandado a llamarte. ¿Por qué no viniste? ¿No estoy yo acaso en situación de tratarte con la debida honra?" 38Balaam respondió a Balac: "Aquí me tienes ya; pero ¿podré yo decir lo que quisieres? La palabra que Dios ponga en mi boca, ésa será la que te diga." 39Siguió Balaam a Balac, y llegaron a Quiriat-Jusot. 40Balac inmoló bueyes y ovejas, mandándoselos a Balaam y a los príncipes que le acompañaban. 41A la mañana siguiente tomó Balac a Balaam y le hizo subir a Bamot-Baal, desde donde se veía un ala del pueblo.

 

El rey de Moab, informado de la próxima llegada del adivino, sale a su encuentro a la misma frontera de Ir-Moab14, en la parte septentrional, cerca del Amón, y le echa en cara su tardanza en llegar. Pero Balaam, astutamente, sin decir que Dios le había prohibido maldecir a Israel (v.12), le indica que está a su disposición y que proferirá fielmente lo que Dios le comunique. Quiere recibir los presentes prometidos, sin comprometerse totalmente. Después continuaron hasta Quiriat-Jusot ("ciudad de las calles"), localidad desconocida, y Balac le dio parte de los sacrificios que ofreció15. Al amanecer del día siguiente, la hora más propicia para la adivinación, le llevó a un monte desde el que se divisara el pueblo israelita acampado. El lugar se llama Bamot-Baal, que, como su nombre indica, parece suponer la existencia de un santuario o alto lugar dedicado a Baal, dios cananeo. Se le ha identificado con una de las cimas que rodean el monte Nebo, donde abundaban los monumentos megalíticos16.

 

1 Dt 23:3. — 2 Cf. Abel, Géog. I 281; RB (1931) 373-374- — 3 Véase RB (1931) 225. — 4 Es el Pedru de los textos egipcios, localizado en el Maharin o Naharima de las cartas de Tell Amarna. — 5 Esta lectura puede ser fruto de la confusión del heb. Bene-Amó (hijos de su pueblo) y Bene-Ammon (hijos de Amón). — 6 Gén 36,32. — 7 Núm 31:8s; Jos 13:32. — 8 Cf. 1 Sam 9:7; 1 Re 14:3; 2 Re 8:8; Miq 3:5; 2 Pe 2:15. — 9 Cf. Jos 13:22. — 10 Act 8:19. — 11 Cf. Dan 2,6; 5,7. — 12 Los LXX omiten "mi Dios." — 13 Véanse las interpretaciones de Agustín de Hipona, In Hept.: PL 34,740; Teodoreto: PG 80,389. — 14 Véase com. a Núm 21,15. — 15 Cf. 1 Sam 9:23-24. — 16 Véase H. Vincent, Canezan... 424.

 

 

23. Oráculos de Balaam.

El autor ha preparado ya toda la escenificación para la glorificación de Israel por un extranjero. El adivino pagano será un portavoz de los designios divinos, y la intención de Yahvé es pregonar ante los enemigos tradicionales — Moab, Edom — las bendiciones de que se propone colmarle. De análoga manera vemos en el libro de Daniel que Nabucodonosor1 y Darío el Medo2 proclaman al Dios de Israel como el único verdadero Dios. En el de Ester, Artajerjes declara la perfección de las leyes por las que se gobierna el pueblo judío 3, y en el de Judit, el amonita Ajior confiesa que nadie puede con Israel cuando se muestra fiel a su Dios4. Esta glorificación de Israel por los paganos forma parte de un género literario propio bíblico surgido de la conciencia de superioridad de los israelitas sobre los otros pueblos como nación elegida por Yahvé para designios históricos trascendentales. Y los extraños se ven obligados a pregonar la gloria de Dios y de su pueblo. Los oráculos de Balaam, pues, pertenecen a esta literatura de exaltación nacional proclamada por los gentiles.

 

Primera bendición de Balaam (1-12).

1Balaam dijo a Balac: "Álzame aquí siete altares y tenme pronto siete novillos y siete carneros." 2Balac hizo lo que Balaam había dicho, e inmolaron un novillo y un carnero en cada uno de los altares. 3Después dijo Balaam a Balac: "Tú quédate ahí junto a tu holocausto, mientras me alejo yo, a ver si me sale Yahvé al encuentro; y lo que me dé a conocer, eso te diré." Y se alejó hacia un monte desnudo. 4Salió Dios al encuentro de Balaam, y éste le dijo: "He dispuesto siete altares y he ofrecido en cada uno de ellos un novillo y un carnero." 5 Y Yahvé puso en boca de Balaam su palabra y añadió después: "Tórnate a Balac y dile esto." 6Vuelto a él, lo vio parado ante su holocausto, junto con los príncipes de Moab; 7y, comenzando su parábola, dijo:

 

"De Aram me ha traído Balac,

el rey de Moab de los montes de oriente:

Ven y maldíceme a Jacob,

ven y exécrame a Israel.

8 ¿Cómo voy a maldecir yo al que Dios no maldice?

¿Cómo voy a execrar yo al que Yahvé no execra?

9Desde las cimas de las rocas le veo,

desde lo alto de los collados le contemplo.

Es un pueblo que tiene aparte su morada

y que no se cuenta entre las gentes.

10¿Quién es capaz de contar el polvo de Jacob?

¿Quién es capaz de enumerar las miríadas de Israel?

Muera yo la muerte de los justos

y sea mi fin semejante al suyo."

 

11Balac dijo a Balaam: "¿Qué es lo que conmigo has hecho? Te he llamado para maldecir a mis enemigos, y no has hecho otra cosa que bendecirlos." 12El respondió: "¿No he de tener yo el cuidado de proferir lo que en mis labios pone Yahvé?"

 

El adivino pide que se levanten siete altares y preparen siete novillos y siete carneros. El número siete es sagrado e implica plenitud y perfección. Cree Balaam que a este número y a estos sacrificios va inherente una virtud mágica que obligará a Yahvé a comunicarle su oráculo. Seguramente utilizaron como altares los dólmenes megalíticos que abundan en aquella región5. Para rodearse de más misterio, el adivino se aisla de Balac, al que exige esté junto a los holocaustos como representante de las ofrendas ante Dios (ν.3). Y se va hacia "un monte desnudo" para observar mejor los fenómenos naturales y entrar en relaciones con la divinidad en lugar solitario6. Dios correspondió a los sacrificios y salió al encuentro de Balaam (v.4). El adivino le declara que ha sido munificente con El al ofrecerle tantos sacrificios, y, por tanto, espera corresponda a sus deseos (v.4). Yahvé "puso en boca de Balaam su palabra," fórmula que indica la transmisión del espíritu proj'ético7. El hagiógrafo, pues, considera a Balaam como profeta que transmite un oráculo relacionado con el pueblo elegido. No obstante, a la comunicación oracular de Balaam se llama "parábola" (masal), vocablo jamás aplicado al oráculo profético (que suele llamarse ne'um). Masal indica comparación, proverbio, sátira, discurso alegórico-sapiencial, pero sobre todo frase sentenciosa rítmica. En efecto, el discurso de Balaam es un poema rítmico con paralelismo regular sinónimo. Los seis primeros versos resumen la historia del capítulo anterior, y nos confirman la idea de que Balaam era arameo (v.7). Ha sido traído para maldecir a Jacob-Israel8, pero no puede plegarse a los deseos del rey de Moab, ya que no puede maldecir ni execrar si Dios-Yahvé no maldice y execra. Sus encantamientos mágicos son inútiles para hacer frente a los impulsos divinos (v.8). No sólo no maldice a Israel, sino que se ve obligado a bendecirle, movido por el espíritu de Dios. Desde lo alto de las rocas y collados contempla las tiendas de Israel, que le parece un pueblo singular que tiene aparte su morada (v.9), aislado entre las naciones gentiles, con una misión única histórica como "pueblo santo" y "sacerdotal"9. Por sus leyes debe vivir aislado de los demás pueblos, con su Dios único y su culto singular; debe vivir separado, como porción elegida de Dios. Toda contaminación con los otros pueblos es profanar su carácter de pueblo elegido y ser infiel a su misión histórica. Es la primera gran idea mesiánica que el hagiógrafo pone en labios del adivino extranjero. Los autores romanos hacen burla de este particularismo y singularidad del pueblo judío. En la época postexílica se destaca esta concepción de Israel como pueblo aparte entre todas las naciones; es precisamente este sentimiento de insolidaridad con los otros pueblos lo que ha salvado la conciencia histórica del pueblo judaico. En realidad, este particularismo del pueblo elegido remonta a las promesas hechas a Abraham 10 y a la alianza del Sinaí11. Una segunda idea mesiánica en la bendición de Balaam es el anuncio de la numerosa posteridad de Israel, a pesar de estar como aislado de todos los pueblos: el polvo de Jacob..., las miríadas de Israel." Dios había anunciado a Abraham una posteridad innumerable como el polvo de la tierra12. El adivino pagano siente envidia de los miembros de este pueblo singular y desea morir con la muerte de los justos... (v.106), es decir, lleno de días bajo la protección de Yahvé13, Pero Balaam morirá trágicamente a manos de los mismos hebreos por él bendecidos14.

El rey de Balac se indigna con estas predicciones venturosas, y protesta, ya que lo había traído precisamente para facilitarle la victoria sobre los israelitas. Estos ahora, con su inesperada bendición, serán más difíciles de vencer (v. 11-12). Pero Balaam contesta que no puede traicionar a lo que Yahvé ponga en sus labios. Se siente portavoz mecánico del oráculo divino y no puede negarse a proferirlo.

 

Segunda Bendición de Balaam (13-24).

13Balac le dijo: "Ven conmigo a otro sitio, desde donde puedas contemplarle, y maldícemelo desde allí." 14 Llevóle al campo de Zofim, en la cumbre del monte Fasga; y después de alzar siete altares e inmolar en cada uno un novillo y un carnero, 15 dijo Balaam a Balac: "Estáte ahí junto a tu holocausto, mientras yo voy allá." 16Salió Yahvé al encuentro de Balaam y puso en su boca la palabra y le dijo: "Vuelve a Balac y dile esto." 17Volvióse él y vio que estaba Balac junto a su holocausto, y con él los príncipes de Moab; y Balac le preguntó: "¿Qué es lo que ha dicho Yahvé?" 18Y tomando Balaam su parábola, dijo:

 

"Levántate, Balac, y oye;

dame oídos, hijo de Sefor:

19No es Dios un hombre, para que mienta,

ni hijo de hombre, para arrepentirse.

Lo ha dicho él, y ¿no lo hará?

Lo ha prometido, y ¿no lo mantendrá?

20De bendecir he recibido yo orden,

bendición ha dado El; yo no puedo revocarla.

21No se ve iniquidad en Jacob,

no hay en Israel perversidad;

Yahvé, su Dios, está con él;

Rey aclamado es en medio de él.

22Él Dios que de Egipto le ha sacado,

es para él la fuerza del unicornio.

23No hay en Jacob hechicería,

ni hay adivinación en Israel.

A su tiempo se le dirá a Jacob

y a Israel lo que Dios va a cumplirle.

24He ahí un pueblo que se alza como leona

y que se yergue como león;

No se acostará sin haber devorado su presa,

sin haber bebido la sangre de sus víctimas."

 

Con el ritual anterior, Balaam profiere una nueva bendición sobre Israel. El lugar donde ahora profetiza se llama zofim (centinelas), sobre el Fasga, dedicado a Baalfegor. El anterior estaba dedicado a Baal15. Balac, sin duda, esperaba que, a fuerza de sacrificios a los distintos númenes, había de obtener un oráculo favorable a él. Pero Balaam de nuevo dice que no puede traicionar a Dios, que no es un hombre, para que mienta..., para arrepentirse (v.19). Es el modo de hablar de los profetas de Israel. No puede, por tanto, cambiar Dios la bendición anterior en maldición, como un caprichoso mortal, hijo de hombre. Y comienza la alabanza de Israel: No ve iniquidad en Jacob ni perversidad en Israel (v.21). El pueblo elegido está a una altura moral superior a todos los pueblos16, y, por tanto, merece la protección divina. El v.22 coincide con 24,8a, y parece desplazado de este último lugar. Yahvé ha sacado a Israel, manifestando su omnipotencia, que es comparada a la "fuerza del unicornio" o búfalo, símbolo del poder en la literatura sapiencial17. Por tanto, no necesita Israel recurrir a la hechicería y a la adivinación (v.23) para atraerse la benevolencia y poder divinos ni para conocer los designios secretos de Dios18, el cual los da a conocer por comunicaciones a los profetas19: A su tiempo se lo dirá a Jacob... lo que Dios va a cumplirle (v.23b). Sobre Israel hay un designio histórico superior, que le da la victoria sobre los otros pueblos: es como una leona que se yergue para comer la presa (v.24)20. En su voracidad es insaciable: no se acostara sin haber devorado su presa, sin haber bebido la sangre de las victimas. Con estas palabras, Balaam anuncia al rey de Moab que no tiene nada que hacer frente a Israel, pues le espera la derrota segura.

 

Nueva Tentativa de Maldecir a Israel (25-30).

25Y Balac dijo a Balaam: "No le maldigas, pero al menos no le bendigas." 26Balaam, respondiendo, dijo a Balac: "¿No te dije ya que no puedo hacer sino cuanto me diga Yahvé? 27Entonces dijo Balac a Balaam: "Ven, que te lleve a otro sitio, a ver si quiere Dios de una vez que desde allí le maldigas." 28Y llevó a Balaam a la cima del Fogor, que mira al desierto. 29Balaam dijo a Balac: "Álzame siete altares aquí y disponme los siete novillos y los siete carneros." 30Hízolo así Balac, como Balaam lo decía, y ofreció un novillo y un carnero en cada uno de los altares.

 

Balac pide al adivino que, si no puede maldecir a Israel, al menos no lo bendiga, pues para eso no lo trajo de su tierra. Sin embargo hace una nueva tentativa para que el adivino maldiga a Israel, llevándole a otra cima. En realidad parece que hay una gradación ascendente en los oráculos de Balaarn: anuncio de una posteridad numerosa a Israel, que heredará un país fértil y tendrá un rey poderoso que aniquilará el reino moabita. Es la maldición definitiva contra Balac, pronunciada por el adivino que había llamado para maldecir a Israel21. Así, podemos considerar el c.24 como la culminación del pensamiento iniciado en los c.22-23: la glorificación de Israel por boca de un adivino gentil.

 

1 Dan 3:91s. — 2 Dan 6:25s. — 3 Est 16:1s. — 4 Jud 5:5. — 5 Cf. H. Vincent, o.c., 424. — 6 Los LXX tienen otra lectura: "Y Balac estuvo junto al sacrificio, y Balaam partió para interrogar a Dios, y se fue pronto." La Vg pone sólo esta última frase. — 7 Cf. Núm 24:2; Dt 18:18; Jer 1:9. — 8 La designación de Israel y Jacob es corriente en la literatura profética, por exigencias del oráculo rítmico, y aparece en Ex 19:3; Dt 33:4-5.10. — 9 Ex 19:5. — 10 Gén 12:2-3. — 11 Ex 19:5. — 12 Cf. Gén 13:16; 18:14. — 13 Gén 15:15. — 11 Cf. Núm 31:8. — 15 Abel, Géog. I 384. — 16 Cf. Is 26:2; Sal 44:18-19. — 17 Sal 95:4. — 18 Cf. Dt 18:10-11; Ex 22:17; 1 Sam 28:3.9; Lev 19:26; 31; 20:6; 27. — 19 Cf. Dt 18:9-18. — 20 La misma comparación en Gén 49:9; Miq 5:7. — 21 P. Heinrisch, Das Buch Numeri 99.

 

 

 

24. Nuevos Vaticinios.

 

Tercera Bendición de Balaam (1-9).

1Había visto Balaam que Yahvé se complacía en bendecir a Israel, y por eso no fue ya, como las otras veces, en busca del presagio, sino que se volvió de cara al desierto, 2y, alzando los ojos, vio a Israel, acampado, tribu por tribu. Vino sobre él el espíritu de Yahvé, 3y, tomando su parábola, dijo:

 

"Oráculo de Balaam, hijo de Beor,

oráculo del hombre de los ojos cerrados1,

4oráculo de quien oye palabra de Dios,

del que ve visiones del Omnipotente,

de quien al caer se le abrieron los ojos.

5¡Qué bellas son tus tiendas, oh Jacob!

¡Qué bellos tus tabernáculos, oh Israel!

6Se extiende como un amplio valle,

como un jardín a lo largo de un río,

como áloe plantado por Yahvé,

como cedro que está junto a las aguas.

7Desbórdanse de sus cubos las aguas,

su simiente goza de aguas abundantes.

Yérguese sobre Agag, su rey;

exaltaráse su reino.

8El Dios que de Egipto le ha sacado,

es para él como la fuerza del unicornio.

Devora a las naciones enemigas,

tritura sus huesos,

las traspasa con sus saetas.

9Se agacha, se posa como un león,

como una leona, ¿quién la concitará?

El que te bendiga será bendecido,

y el que te maldiga, maldito será."

 

Convencido Balaam de que Yahvé le impulsaba a bendecir a Israel, no fue en busca del presagio, como en las otras ocasiones, sino que, vuelto hacia el desierto, profetizó, poseído por el espíritu de Yahvé (v.2)2. Ante sus ojos está el campamento de los israelitas, acampados en la llanura o desierto entre el Jordán y el monte Fogor o Fasga3. La comunicación divina, debida a la posesión de Balaam por el espíritu de Yahvé, parece tener lugar en un transporte extático al estilo de los grandes profetas de Israel. Antes se le había revelado Yahvé en sueños4, bajo la forma de ángel en el camino5, y le había puesto palabras en su boca. Ahora es poseído del espíritu de Yahvé, contemplando por revelación el futuro del pueblo que tiene a su vista. Al comunicar su oráculo (en heb. ne'um, que significa transmisión íntima de un mensaje divino)6, se presenta como el hombre de los ojos cerrados, aludiendo quizá a su anterior ceguera en el camino que no le permitía ver al ángel de Yahvé, o quizá declarando que su comunicación la recibe interiormente sin auxilio de los sentidos externos; así resalta que transmite la palabra de Dios. La introducción es enfática, para preparar a los oyentes para las grandes revelaciones que va a comunicar. Ahora no habla al rey de Moab, sino que solemnemente declara a todos las visiones del Omnipotente o Saday (v.4). Está como fuera de sí, extraño al mundo sensible, atento sólo a las comunicaciones divinas, y al caer en estado de éxtasis se le abrieron los ojos para contemplar los designios divinos sobre Israel (v.4). El espectáculo que se le ofrece a su perspectiva profética es maravilloso: ¡qué bellas son tus tiendas, oh Jacob...; tus tabernáculos! (v.5). Balaam contempla a Israel ya establecido en la tierra prometida, como un jardín a lo largo del río... Israel, como nación, crecerá como aloe plantado por Yahvé, como cedro junto a las aguas (v.6). La feracidad es desbordante por la abundancia de aguas (v.7a).

Aparte de la feracidad de su suelo, Israel descollará entre las naciones por su poder, y las vencerá: yérguese sobre Agag, su rey (v.7b). Aquí Agag — rey vencido por Saúl7 — es el símbolo de los enemigos de Israel. Era rey de los amalecitas, que fueron los primeros en oponerse a Israel al salir de Egipto8. La liberación milagrosa, realizada por Yahvé, de Egipto es prenda de que Israel devorará a las naciones enemigas (v.8). Israel será como un león que tritura la presa9, y ningún enemigo podrá inquietarle en su paz victoriosa.

El v.6b parece adición inspirada en Gén 27:29: Sera "bendecido" el que le "bendiga," y "maldito" el que le "maldiga."

 

Vaticinio Final de Balaam (10-25).

10Encendido en ira Balac contra Balaam y palmeteando, le dijo: "Te he llamado para maldecir a mis enemigos, y tú los has colmado de bendiciones ya por tres veces, 11Ahora huye pronto a tu tierra; yo pensaba honrarte grandemente, pero Yahvé te ha privado de la gloria." 12Respondióle Balaam: "¿No dije yo a tus mensajeros: 13Aunque me diera Balac su casa llena de plata y oro, no podré contravenir la orden de Dios, haciendo por mí mismo cosa alguna, ni buena ni mala, contra sus órdenes, y solamente lo que Yahvé me diga, eso le diré? 14Ahora, pues, que voy a irme a mi pueblo, ven que te diga lo que este pueblo ha de hacer al tuyo al fin de los tiempos," 15Y, volviendo a tomar la palabra, dijo:

 

"Oráculo de Balaam, hijo de Beor,

oráculo del hombre de los ojos cerrados;

16oráculo del que oye palabras de Dios,

del que conoce los consejos del Altísimo (Elyón),

del que ve visiones del Omnipotente (Saday),

de quien al caer se le abrieron los ojos.

17La veo, pero no ahora;

la contemplo, pero no de cerca:

Alzase de Jacob una estrella,

surge de Israel un cetro

que aplasta las sienes de Moab10

y el cráneo de los hijos del tumulto11.

18Edom es su posesión:

Seír, presa de sus enemigos;

Israel acrecienta su poder,

19de Jacob sale el dominador,

que devasta de las ciudades las reliquias."

20Y, mirando a Amelec, prosiguió:

"La primera de las naciones es Amalee,

pero su fin será eterna ruina."

21Luego, mirando a los quenitas, prosiguió su parábola:

"Por fuerte que sea su morada,

aunque ponga en las rocas su nido,

22el quenita será devastado, hasta que Asur le lleve cautivo."

23 Y volviendo a proferir su oráculo, prosiguió:

"¿Quién vivirá cuando Dios lo ponga por obra?

24Vendrán naves de Quitim,

que oprimirán a Asur y oprimirán a Eber;

también éste será dado a la ruina."

25Partióse después Balaam y se volvió a su tierra,

y también Balac se fue por su camino.

 

El rey de Moab invita al adivino a volver a su tierra, pues no ha hecho sino lanzar bendiciones sobre Israel. Balaam se reafirma en su posición de fiel intérprete del mensaje de Yahvé, y desprecia los dones que le ofrecía Balac, por no traicionar al oráculo divino. Y solemnemente anuncia la suerte que le está reservada a su pueblo al fin de los tiempos, frase que en el lenguaje profético indica la era mesiánica12. Con toda solemnidad y presentándose como el profeta del Altísimo (Elyón) y del Omnipotente (Saday), epítetos arcaicos del Dios de los hebreos, anuncia la aparición de un astro en Israel que aplastará a Moab y someterá a los edomitas. El adivino lo anuncia como lejano: lo veo, pero no ahora; lo contemplo, pero no de cerca (v.17a). Ante sus ojos proféticos atónitos aparece una estrella que sale de Jacob y un cetro que sale de Israel, que aplasta las sienes de Moab... (17c). Aunque el texto no lo diga expresamente, parece que esa estrella y ese cetro están encarnados en una persona13. Es corriente en la antigüedad comparar a los reyes a un astro o lucero, que ilumina con sus iniciativas el imperio14. Aquí Balaam predice la victoria de un futuro Rey que ha de surgir de Israel sobre Moab y Edom-Seír (v.18), que se había opuesto al paso de los israelitas por su territorio. Pero en el futuro de Israel saldrá un dominador que arrasará el territorio edomita: devasta de las ciudades las reliquias15. Es el prenuncio de las devastaciones que vaticinarán los profetas16.

Después sigue el oráculo contra los amalecitas, pueblo considerado como muy antiguo: la primera de las naciones (v.20), mencionado en la historia de Abraham17, pero no aparece en la tabla etnográfica18. Su fin como nación está decidido En Dt 25:17-19 se ordena "borrar la memoria de Amalee bajo el cielo." Por haberse opuesto a los israelitas al salir de Egipto19, eran los primeros en ser odiados, y ellos impidieron la penetración en Canaán por el sur20, y después no cejaron en la lucha contra los hebreos cuando éstos entraron en Canaán21. Fueron vencidos por Saúl22 y David23, y los restos del pueblo perecieron en tiempos de Ezequías24. Es el cumplimiento literal de este vaticinio puesto en boca de Balaam.

A continuación sigue el oráculo contra los quenitas (v.21-22), tribu emparentada con los madianitas, de la península sinaítica, y que no se opusieron a la marcha de los isrealitas por el desierto25. Parte de ella fue asimilada a la tribu de Judá26, y parte a la de Neftalí27; pero la mayor parte siguió en la estepa conviviendo junto a los amalecitas; por eso ahora se nombra a continuación de éstos. Y quizá por esto se les asocia en la maldición, a pesar de que muchos quenitas tuvieron buenas relaciones con los israelitas en tiempos de la monarquía28. Balaam anuncia aquí que serán llevados cautivos por Asur, la gran potencia militar que en el siglo VIII antes de Cristo invadió el Oriente Próximo. En la gran redada de Te-glatfalasar III fueron llevadas poblaciones de quenitas que se habían instalado en Canaán septentrional29. El profeta presenta a los quenitas teniendo su nido en las rocas. Es un juego de palabras entre qeni (quenita o cineo) y qen (nido). Quizá aluda a su morada en la zona rocosa-montañosa que bordea a Edom.

Oráculo contra Asur y Eber: el texto es oscuro. Se anuncia la llegada de un pueblo invasor-vengador, en naves de Quitim o Chipre (nombrado así por su ciudad Kition), colonia fenicia. El nombre designa también en sentido amplio a los países costeros del Mediterráneo30. Aquí el profeta anuncia la destrucción de Asiria y Eber (designación genérica de Mesopotamia?)31 por un pueblo invasor mediterráneo. Quizá aquí Asur y Eber designen un imperio meso-potámico oriental, que puede ser el persa32, y el invasor sería entonces Alejandro Magno33. Este oráculo, como los dos anteriores, sobre los amalecitas y quenitas, es considerado como adición tardía al texto primitivo de los vaticinios atribuidos a Balaam. El oráculo contra Amalee sería de la época del exterminio de los amalecitas por Ezequías (s.VIII a.C.), y el oráculo contra los quenitas reflejaría también esta época de supremacía asiria, mientras que el oráculo contra Asiria sería posterior.

 

Interpretación Mesiánica del Vaticinio de Balaam.

Muchos autores niegan todo carácter mesiánico al oráculo de Balaam sobre Israel y creen que el contexto sólo alude a las victorias de David sobre los moabitas34. Se trataría, pues, de una "prophetia post eventum" puesta en boca de un legendario adivino gentil de los tiempos mosaicos. Otros admiten un sentido mesiánico, en cuanto que el triunfo de David sobre los moabitas es tipo de un triunfo más espectacular del Mesías sobre los enemigos tradicionales de Israel35. La tradición judía da un sentido netamente mesiánico al vaticinio. Así lo supone el Targum de Onkelos36, el de Jonatán37; y así lo entendió Bar Kokeba ("hijo de la estrella") al apropiarse este nombre en su lucha contra Adriano (132 d. C.). La tradición cristiana es unánime en mantener el sentido mesiánico del vaticinio38. Los exegetas Ortodoxos admiten el mesianismo del fragmento, que deducen de la frase profético-mesiánica al fin de los días (v.14). En este supuesto, Moab y Edom son en el vaticinio sólo tipo de los enemigos de Israel en los tiempos mesiánicos, que han de ser vencidos por el Mesías, en sentido espiritual, por su doctrina39. Otros opinan que el vaticinio se refiere primariamente a David, que someterá a los moabitas40; pero esta sujeción es tipo de la sujeción espiritual impuesta por el Mesías a los pueblos paganos41. Ceuppens distingue en el vaticinio distintas perspectivas: a) v.17a-b se refiere directamente al Mesías; b) I7C-19 alude a Moab, que ha de ser castigado por Israel. En la literatura profética, los moabitas y edomitas son símbolo de los enemigos del reino de Dios, del reino de Israel42. Bien puede, pues, aquí el profeta ver en el castigo histórico sobre los moabitas del tiempo davídico una proyección simbólica hacia los tiempos mesiánicos, en que el Mesías de Israel someterá a todos los enemigos del pueblo de Dios43.

Respecto de la persona histórica de Balaam, la tradición judeo-cristiana ha sido dura con él44. En Núm 31:16 se dice de él que pervirtió al pueblo israelita en la apostasía de Baalfegor. Y muere trágicamente cuando estaba entre los madianitas45. Su figura, sin embargo, queda como el tipo del vate gentil que reconoce por inspiración divina el futuro glorioso de Israel. La tradición profética aparece así vinculada a un personaje legendario que, a pesar de su mentalidad gentílica, reconoce el poder insobornable del verdadero Dios de Israel. Sus palabras, calcadas en gran parte en el vaticinio de Jacob46, son el eco de una creencia israelita en el futuro mesiánico del pueblo elegido. Algunos autores han supuesto que el vaticinio de Balaam es obra de un profeta postexílico, pero en realidad la noción monoteísta del Dios de Israel que se refleja en él es ciertamente anterior al destierro, y aparece claramente expuesta en los profetas escritores del siglo VIII antes de Cristo. Es difícil saber cuál es el núcleo primitivo del vaticinio y la parte redaccional profética de los tiempos de la monarquía israelita.

 

1 La palabra hebrea traducida por cerrados es oscura y sólo aparece aquí. Los LXX traducen: "que ve con verdad." Siguiendo esta traducción, la Bib. de Jér.: "cuyo ojo es perfecto." — 2 El texto no alude a los posibles medios utilizados por Balaam para obtener sus presagios. — 3 Núm 21:20. — 4 Núm 22:9;20. — 5 Núm 22:32. — 6 Cf. 2 Sam23:1; Sal 36:1. — 7 Cf. 1 Sam 15:8-9. Muchas antiguas versiones leyeron Gog en vez de Agag, viendo en el enemigo de Israel al rey de Magog, tipo de los enemigos del pueblo elegido en Ez c.38-39. — 8 Cf. Ex 17:8-13. — 9 Gén 49:9. — 10 Los LXX: "los príncipes de Moab." La Btb. de Jér.: "las sienes de Moab." Así Condamin, Dennefeld. Ceuppens: "habitantes de Moab.", — 11 El TM: "hijos de Set." Así los LXX. Clamer: "hijos del tumulto" (leyendo se on ei vez de Set, por paralelismo con un texto de Jer 48:45: "una llama devora las sienes de Moa el cráneo de los hijos del tumuíto"; denominación despectiva aplicada a los moabitas por carácter belicoso y tumultuoso — 12 Cf. Os 3:5; Is 2:2; Miq 4:1; Jer 48:47. — 13 Los LXX traducen άνθρωπος; la Peshitta: risa (cabeza, o jefe); Onkelos, mesisa (Mesías), en vez de cetro. — 14 Is 14:12 llama al rey de Babilonia "lucero de la mañana." Suetomo habla de la "estrella" de Julio César (M. Caes. 88: Horacio, Od. I 12.47)· El cabecilla de la insurrección judía contra Adriano se puso el nombre de Bar Kokeba (hijo de la estrella), creyendo cumplirse en su persona el vaticinio de Balaam. — 15 No pocos autores corrigen el texto. Así la Bib. de Jér.: "Jacob domina sobre sus enemigos y hace perecer a los escapados de Ar." Clamer: "De Jacob sale un dominador y aniquila lo que queda de Seír." — 16 Cf. Is 60:12; Miq 5:8; Zac 12:6. — 17 Gén 14:17. — 18Gén 10 — 19 Ex 17. — 20 Núm 14,43-45 — 21 Jue 3:13; 6:9:33; 7:12. — 22 1 Sam 15:7-9 — 23 1 Sam 27:8. — 24 1 Par 4:42-43 — 25 Núm 10:29-32. — 26 Jue 1:16. — 27 Jue 4:11. — 28 1 Sam 15:6; 30:29. — 29 Jue 4:11. — 30 1 Mac 1:1; Dan 11:30. — 31 Gén 10:25. — 32 Cf. Esd 6:22. — 33 Cf. 1 Mac 1:1. — 34 Cf. 2 Sam 8:2. Asi opinan König, Messian. Weissag. III; Dennefeld: DTC 10 (1929) 1420 — 35 Así Ewald, Schulz, Kurtz. — 36 "Se levanta de Jacob el rey, y de Israel será grande el ungido (Mesías); mata a los grandes del Moab y domina sobre todos los hijos de los hombres." — 37 "Cuando se levante el rey fuerte de la casa de Jacob y sea ungido el Mesías y cetro fuerte de Israel." — 38 Cf. Teodoreto, Quaest. in Num. c.44: PG 80,394; San Jerónimo, Ep. 77 ad Oceanum: PL 22,695. Véase DB I 12903. — 39 A. Βea, De Pentateucho 215. — 40 Así Hummelauer, In Num. 300-302. — 41 Así Ewald, Schulz. — 42 Cf. Is 25:9-11; 34:5-15; 63:1; Ez 35; Abd 18; Jer 48,45. — 43 Véase F. Ceuppens, De prophetiis messianicis in A, T. (Roma 1938) 99. — 44 Cf. 2 Pe 2,135; Jds III; Ap 2,14. Agustín de Hipona le llama "hombre pésimo" (In Hept. q-47: PL 34,740). Tomás de Aquino: "profeta del diablo" (Summa Th. II-II q.172 a.6 ad i); San Jerónimo es más benévolo (In Gen. 22,20: PL 23,971). — 45 Núm 31:8. — 46 Gén 49:83.

 

 

25. La Prevaricación de Baalfegor.

1Estuvo Israel estacionado en Setim, y el pueblo se prostituyó por el trato con las hijas de Moab. 2Invitábanle éstas a los sacrificios de sus dioses, y el pueblo comía y se prosternaba ante ellos. 3Israel se fue tras Baalfegor, y la ira de Yahvé se encendió contra Israel. 4Dijo Yahvé a Moisés: "Reúne a todos los jefes del pueblo, y cuelga a ésos del patíbulo ante Yahvé cara al sol, para que se aparte de Israel la cólera encendida de Yahvé." 5Dijo, pues, Moisés a los jueces de Israel: "Matad a cualquiera de los vuestros que haya servido a Baalfegor." 6En esto llegó uno de los hijos de Israel e introdujo en medio de sus hermanos a una madianita a los ojos mismos de Moisés y en presencia de toda la comunidad de los hijos de Israel, mientras éstos lloraban a la entrada del tabernáculo de la reunión. 7Viéndolo Finés, hijo de Eleazar, sacerdote, se alzó en medio de la asamblea, y, tomando una lanza,8se fue tras el hijo de Israel, hasta la parte posterior de su tienda, y los alanceó a los dos, al hombre y a la mujer, en sus vientres, y cesó el azote entre los hijos de Israel. 9En aquella plaga murieron veinticuatro mil. 10Habló Yahvé a Moisés, diciéndole:11"Finés, hijo de Eleazar, hijo de Aarón, sacerdote, ha apartado mi furor de los hijos de Israel, por el celo con que ha celado mi honor; por eso no he consumido yo en el furor de mi celo a los hijos de Israel. 12Por tanto, le dirás que yo hago con él una alianza de paz, alianza de un sacerdocio eterno, 13para él y para su descendencia, por haber sido celador de su Dios y haber hecho la expiación por los hijos de Israel." 14El israelita que fue muerto juntamente con la madianita se llamaba Zimrí, hijo de Salú, y era jefe de una de las familias de la tribu de Simeón. 15La madianita se llamaba Cozbí, hija de Sur, jefe de la tribu de una de las casas patriarcales de Madián. 16Yahvé habló a Moisés, diciéndole: 17"Tratad a los madianitas como enemigos y destruidlos, 18porque como enemigos os han tratado ellos, seduciéndoos con sus malas artes por medio de Fogor y de Cozbí, hija del príncipe de Madián, su hermana, que murió cuando la plaga por lo de Fogor."

 

Israel continúa acampado en Setim, parte septentrional de la meseta de Moab1, entre el Wady Kefrem y Wady Hesbán, zona muy apta para el pastoreo, donde acampaban moabitas y madianitas con sus ganados2. Allí se juntaron con los israelitas, los cuales se prostituyeron con las moabitas en sentido material, de unión fornicaria, y espiritual, de adoración de sus ídolos. En 31:16 se dice que fue con las madianitas y por instigación de Balaam; pero, como hemos indicado, ambas tribus se daban cita en aquella zona de pastos. Allí se daba culto a Baal-Peor (o Baal-Fegor, según los LXX), divinidad local moabita, al parecer de carácter voluptuoso, como dios de la fecundidad, estilo de Astarté de Canaán. Muchos creen que era el mismo dios Gamos, aunque éste tenía más bien un carácter guerrero; pero en la mentalidad sincretista de sus adoradores podía tener diversas facetas religiosas3. Los cultos a Baalfegor llevaban anejas prácticas licenciosas4, como en Canaán. Las moabitas incitaron a los israelitas a participar en los actos cultuales orgiásticos del lugar. Los hijos de Israel, cansados de la intransigencia moral de su Dios, encontraban atractivas estas manifestaciones religiosas, y, en su mentalidad ruda religiosa, no tenían inconveniente en asociar en su corazón otros dioses al de su pueblo, creyendo deber adorar a la divinidad de cada localidad5. Así se explica la prevaricación de Baalfogor al término de la peregrinación del desierto, en la que había experimentado la protección de Yahvé y su justicia intransigente con los prevaricadores. Al punto estalló la cólera divina contra su pueblo, y, para aplacarla, Yahvé exigió el castigo ejemplar de los principales, "colgándolos del patíbulo."6 "ante Yahvé, cara al sol," como escarmiento general para el pueblo. En 2 Sam 21:6ss se dice que siete descendientes de Saúl "fueron colgados en presencia de Yahvé" para expiar los pecados de la casa de Saúl. Moisés encargó la ejecución de la sentencia a los jueces del pueblo, eligiendo los culpables. Estos parece que fueron remisos en cumplir el encargo, y entonces Yahvé castigó a todo el pueblo con una plaga o mortandad misteriosa, cuya naturaleza no se concreta. El pueblo, conmovido por el castigo divino, lloraba a la entrada del tabernáculo (v.2), y en ese momento entraba un hebreo con una madianita y la introdujo en su tienda. Al punto Finés, hijo del sumo sacerdote, llevado del celo por la gloria de Yahvé e indignado por lo que consideraba una profanación del campamento, fue tras ellos y los alanceó a entrambos (v.8). De nuevo tenemos aquí expresado cómo la intervención de uno de la familia sacerdotal, celoso de su Dios, detuvo la cólera divina contra Israel, como ocurrió con ocasión de la rebelión de Coré7. En efecto, cesó la mortandad, si bien después de haber sucumbido 24 000 israelitas. Aquí pretende realzar la acción beneficiosa de Finés, que salvó al pueblo de una mortandad total8. En premio a su acción, Yahvé le promete el sacerdocio eterno (ν.13) y a su descendencia. Sucediσ a Eleazar, y aparece en tiempo de los fueces como sumo sacerdote, cuando las las once tribus declararon la guerra a Benjamín para vengar el crimen de Gabaon."9 En tiempo: de Helí, el sacerdocio pasó a la rama de Itamar10, pero en tiempos de Salomón volvió a la línea de Eleazar11, y en ella se perpetuo hasta el siglo II antes de Cristo. Yahvé había hecho ahanza de paz con Finés (v.12), es decir, promesa de protección y benevolencia, al considerarle como amigo y defensor de su propio celo12.

Moisés recibe la orden de atacar a los madiamtas por haber sido ocasión de la prevaricación de Israel (v.17), antiapacion de los hechos que se narrarán en el c.31.

 

1 En Núm 33.49 se llama Abel-Sitim (pradera de las acacias). — 2 Cf. Abel: RB (1931) 224-225; (1902) 150-151. — 3 Cf. RB (1932) 431 n.2. — 4 Cf. Dt 4.3; Jos 22:17; Os 9:10; Sal 106:28; 1 Cor 10:8. — 5 Cf. 1 Sam 26:19. — 6 La palabra hebrea yaqa', que traducimos "colgar del patíbulo," en realidad sólo aparece en otro lugar (2 Sam 21:6; 9; 13), donde significa "exponer" a un condenado para que muera de hambre. — 7 Cf. Núm 16:47-48. — 8 San Pablo, aludiendo a este hecho, dice que fueron 23.000 muertos (1 Cor 10:8), lo que es una prueba más de que estas cifras no han de tomarse al pie de la letra, pues varían según las tradiciones y han sido sistemáticamente exageradas por los escribas. — 9 Cf. Jue 20:28. — 10 1 Sam 2:30. — 11 1 Re 2:35. — 12 Cf. Mal 2:5; Sal 106:30-31; Eclo 45:23-24.

 

26. Nuevo Censo de Israel.

En el Sinaí se hizo el primer censo del pueblo, el cual nos dio la misma cifra de varones mayores de veinte años que leímos en Ex 12:37, a 1a salida de Egipto: 603.250. La sentencia dada por Dios condenaba a morir en el desierto a los mayores de veinte años1. La peregrinación por el desierto duró cuarenta años. Por eso, los que ahora son sometidos a censo constituyen otra generación, un pueblo nuevo. Como estaban a punto de entrar en Canaán y de repartirse la tierra entre las tribus, era preciso un nuevo empadronamiento, y se precisaba saber cuántos eran capaces de empuñar las armas para la conquista de la tierra prometida.

 

Orden de Confeccionar el Censo (1-4).

1Después de esta plaga habló Yahvé a Moisés y a Eleazar hijo de Aarón, sacerdote, diciéndoles: 2"Haced el censo de los hijos de Israel por sus casas patriarcales y sus linajes, de veinte años arriba, de los hábiles para el servicio de las armas." 3Moisés y Eleazar, sacerdote, hablaron al pueblo en los llanos de Moab, cerca del Jordán, frente a Jericó, diciendo al pueblo: 4a"Hágase el censo de los de veinte años para arriba, como Yahvé se lo mandó a Moisés."

 

La orden es similar a la dada para el primer censo, y como en el primero aparece Aarón, aquí es su sucesor, Eleazar, el que ayuda a Moisés en la ardua tarea. El autor menciona la intervención de los representantes de la familia aaronítica en la formación del pueblo israelita. La lista es más compleja, ya que no sólo se nombra al jefe o príncipe de la tribu, como en el primero2, sino que se dan listas genealógicas de las familias, que son paralelas a las que leemos en otros lugares3. La grafía a veces es diversa en las diversas genealogías, como lo es en el Pentateuco Samaritano y los LXX, lo que se debe a errores o principios de trasliteración diferentes.

 

Censo de Tribus y Familias de Israel (4-5l).

4bLos hijos de Israel salidos de la tierra de Egipto: 5Rubén, primogénito de Israel. Hijos de Rubén: de Henoc, la familia de los henoquitas; de Falú, la familia de los faluitas; 6de Esrón, la familia de los esronitas; de Carmí, la familia de los carmitas. 7Estas son las familias de los rubenitas, y fueron contados cuarenta y tres mil setecientos treinta. 8Hijos de Falú, Eliab; 9hijos de Eliab: Namuel, Datan y Abirón. Estos, Datan y Abirón, miembros del consejo, se rebelaron contra Moisés y Aarón con la facción de Coré en la rebelión contra Yahvé, 10cuando abrió la tierra sus fauces y se los tragó con Coré, muriendo los de la facción y devorando el fuego a doscientos cincuenta hombres, para servir de escarmiento al pueblo.11Pero los hijos de Coré no perecieron. 12Hijos de Simeón por sus familias: de Namuel, la familia de los namuelitas; de Yamín, la familia de los yaminitas; de Yaquin, la familia de los yaquinitas; 13de Zare, la familia de los zareítas; de Saúl, la familia de los saulitas. 14Estas son las familias de los simeonitas. Fueron contados veintidós mil doscientos. 15Hijos de Gad por sus familias: de Safón, la familia de los safonitas; de Jaguí, la familia de los jaguitas; de Suní, la familia de los sunitas; 16de Ozní, la familia de los oznitas; de Erí, la familia de los eritas; 17de Arod, la familia de los aroditas; de Arelí, la familia de los arelitas. 18Estas son las familias de los hijos de Gad. Fueron contados cuarenta mil quinientos. 19Hijos de Judá: Er y Onán, que murieron en la tierra de Canaán. 20Hijos de Judá por sus familias: de Sela, la familia de los selitas; 21de Fares, la familia de los faresitas; de Zare, la familia de los zareítas. Hijos de Fares: de Esrón, la familia de los esronitas; de Jamul, la familia de los jamulitas. 22Estas son las familias de Judá. Fueron contados setenta y seis mil quinientos. 23Hijos de Isacar por sus familias: de Tola, la familia de los tolitas; de Fuá, la familia de los fuitas; 24de Yasub, la familia de los yasubitas; de Semrán, la familia de los semramtas. 25Estas son las familias de Isacar. Se contaron setenta y cuatro mil trescientos. 26Hijos de Zabulón por sus familias: de Sared, la familia de los sare-ditas; de Elón, la familia de los elonitas; de Yajlel, la familia de los yajlelitas. 27Estas son las familias de Zabulón. Se contaron sesenta mil quinientos. 28Hijos de José por sus familias: Manasés y Efraím. 29Hijos de Manasés: de Maquir, la familia de los maquiritas. Maquir engendró a Galaad; de Galaad, la familia de los galaditas. 30Estos son los hijos de Galaad: de leser, la familia de los ieseritas; de Jeleq, la familia de los jelequitas; 31de Asriel, la familia de los asrieli-tas; de Siquem, la familia de los siquemitas; 32de Semidá, la familia de los semidaítas; de Jefer, la familia de los jeferitas. 33Salfad, hijo de Jefer, no tuvo hijos varones, sino solamente hijas, y los nombres de las hijas de Salfad son: Majlá, Noa, Joglá, Milca y Tirsá. 34Esas son las familias de Manasés. Se contaron cincuenta y dos mil setecientos. 35Hijos de Efraím por sus familias: de Sutalaj, la familia de los sutalajitas; de Beker, la familia de los bekeritas; de Tajan, la familia de los tajanitas. 36Hijos de Sutalaj: de Erón, la familia de los eronitas. 37Estas son las familias de Efraím. Se contaron treinta y dos mil quinientos. Estos son los hijos de José por sus familias. 38Hijos de Benjamín por sus familias: de Bela, la familia de los belaítas; de Asbel, la familia de los asbelitas; de Ajiram, la familia de los ajiramitas; 39de Sufam, la familia de los sufamitas; de Jufam, la familia de los jufamitas. 40Hijos de Bela fueron Arde y Noamán: de Arde, la familia de los arditas; de Noamán, la familia de los noamitas. 41Estos son los hijos de Benjamín por sus familias. Se contaron cuarenta y cinco mil seiscientos. 42Hijos de Dan por sus familias: de Sujam, la familia de los sujamitas. Estas son las familias de Dan por sus familias. 43Se contaron de la familia de Sujam sesenta y cuatro mil cuatrocientos. 44Hijos de Aser por sus familias: de Yimná, la familia de los yimnaí-tas; de Yesuí, la familia de los yesuítas; de Bería, la familia de los beriaítas. 45Hijos de Bería: de Jéber, la familia de los jeberitas; de Malkiel, la familia de los malkielitas. 46La hija de Aser se llamaba Saraj. 47Estas son las familias de los hijos de Aser. Se contaron cincuenta y cuatro mil cuatrocientos. 48Hijos de Neftalí por sus familias: de Yajsel, la familia de los yajselitas; de Guní, la familia de los gunitas; 49de Yeser, la familia de los yeseritas; de Selem, la familia de los selemitas. 50Estas son las familias de Neftalí por sus familias. Se contaron cuarenta y cinco mil cuatrocientos. 51Los hijos de Israel incluidos en el censo fueron: seiscientos un mil setecientos treinta hombres.

 

Las cifras particulares de las tribus y familias varían algo respecto de las cifras del censo anterior, pero la suma total es sólo menor en 1.820 varones. En efecto, han descendido Rubén, Simeón, Gad, Efraím y Neftalí, pero han subido Judá, Isacar, Zabulón, Manasés, Benjamín, Dan y Aser. También subió en un millar el número de los levitas (v.57-62). Esto significa que, a pesar de los azotes con que Dios los castigó, se conservó firme la promesa de la multiplicación de Israel (v.63-65). Tal debe ser la primera intención del autor sagrado al redactar este censo. Otra, que se halla consignada expresamente en el texto, es preparar el reparto de la tierra prometida, el cual debía hacerse según la cifra de los individuos que componían cada familia o clan, dando más parte a las familias más numerosas (v.53). En esta cuenta no entraba la tribu de Leví, que tendría por heredad a Yahvé, es decir, los emolumentos de su servicio, que pertenecían a los sacerdotes; más el diezmo de las otras tribus, que era de los levitas4.

La primera tribu es la de Rubén, por ser el primogénito5. Tiene 2.700 menos que el primer censo, quizá por el número de los que perecieron con Datan y Abirón6. La tribu de Simeón da también un censo inferior de 37.100 menos. Como uno de los principales causantes de la prevaricación de Baalfegor fue un simeonita, sin duda que perecieron muchos de esta tribu en aquella mortandad. La tribu de Gad tiene en el nuevo censo 5.150 menos. En cambio, la tribu de Judá aumenta en número: 1.900 más. La de Isacar aumenta en 19.900; la de Zabulón aumenta en 2.900; la de Manasés aumenta en 20.500; en cambio, la de Efraím disminuye en 8.000. La de Benjamín aumenta en 9.800. La de Dan aumenta 1.700; la de Aser aumenta 12.900; en cambio, la de Neftalí disminuye en 8.000. El total del nuevo censo es de 601.730, frente a 603.550 del anterior. La suma, pues, es casi idéntica a pesar de las vicisitudes del desierto. Gomo hemos indicado al comentar el primer censo, todas estas cifras están sistemáticamente exageradas por el procedimiento literario de la glorificación e idealización del pasado. Para aproximarnos a la realidad habría que suprimir dos ceros a las diferentes cifras, y entonces todavía tendríamos la cifra respetable de unos 6.000 varones aptos para la guerra, prescindiendo de los de la tribu de Leví. La cifra de guerreros que da el texto no la tuvo Alejandro Magno, y quizá ni el propio Jerjes. Es la suma de la movilización total moderna de una nación de unos 8.000.000 de habitantes.

 

Instrucciones Sobre la Repartición de la Tierra Prometida (52-56).

52Habló Yahvé a Moisés, diciéndole: 53"A éstos repartirás la tierra en heredad, según el número de sus hombres. 54A los más numerosos les darás una parte mayor; a los menos numerosos, una parte menor. A cada uno le será atribuida la heredad según el censo. 55La distribución de la tierra se hará, sin embargo, por suertes. Recibirá cada una la tierra según los nombres de las familias patriarcales. 56Por suertes se distribuirá la tierra entre el mayor y el menor.

 

El legislador quiere ser justo en la distribución de la tierra, que en Núm 33:51 es la de Canaán. Dos principios deben regir la distribución: a) según el número de individuos de cada tribu se determinaba la extensión de cada porción; b) por suertes se determinaba la región que correspondía a cada una. Este sistema de suertes evitaba toda susceptibilidad o favoritismo, y, dada la mentalidad de los antiguos, la suerte era la expresión de Dios: "en el seno se echan las suertes, pero es Yahvé quien da la decisión"7.

Y aparece que a suertes se debían echar los lotes de cada clan dentro de la misma tribu (v.55). Aún hoy día en Palestina los terrenos comunales son divididos en lotes según su dimensión y calidad, y después se echan a suerte, utilizando pequeñas piedrecitas O con el nombre del posible adjudicatario.

 

Censo de los Levitas (57-62).

57Este es el censo de los levitas por sus familias: de Gersón, la familia de los gersonitas; de Caat, la familia de los caatitas; de Merarí, la familia de los meraritas. 58Estas son las familias de Levi: la familia de los libnitas, la familia de los jebronitas, la familia de los majlitas, la familia de los musitas, la familia de los coreítas. Caat engendró a Amram, 59y la mujer de Amram se llamaba Yokebed, hija de Leví, que le nació a Leví en Egipto, 60y le parió a Amram, Aarón y Moisés, y María, hermana de éstos. De Aarón nacieron Nadab y Abiú, Eleazar e Itamar. 61Nadab y Abiú murieron cuando ofrecían a Yahvé el fuego profano. 62Hecho el censo de todos los varones de un mes para arriba, se contaron veintitrés mil. No se contaron entre los hijos de Israel, porque no había de asignárseles heredad alguna en medio de los hijos de Israel.

 

Como los levitas no tenían derecho a una heredad o lote territorial en la tierra prometida, no se hizo el censo de ellos con el conjunto de la tribu. Se enumeran las tres familias levíticas conocidas por textos anteriores8 y otras cinco no registradas anteriormente, pero cuyos epónimos nos son conocidos9. La familia de Caat es más prolijamente detallada, porque de ella provienen Moisés y Aarón, forjadores de la teocracia hebraica. El número total de levitas es de 23.000, es decir, un millar más que en el censo anterior10.

 

Conclusión (63-65).

63Este es el censo que hicieron Moisés y Eleazar, sacerdote, en los llanos de Moab, junto al Jordán, frente a Jericó. 64Entre éstos no había ninguno de los enumerados en el censo que habían hecho en el desierto del Sinaí, 65pues les había dicho Yahvé que morirían en el desierto; no quedó ni uno, excepto Caleb, hijo de Jefoné, y Josué, hijo de Nun.

 

El autor sagrado destaca cómo en el nuevo censo no quedaba ninguno, excepto Caleb, Josué y el propio Moisés. Los levitas, que no habían sido incluidos en el primer censo11 y no habían participado en la exploración de Canaán12, no caían bajo la maldición de morir en el desierto. Así, Eleazar entra en la tierra prometida como auxiliar de Josué.

 

1 Núm 14:28s. — 2 Cf. Núm 1:5-16. — 3 Cf. Gén 46:8-25; Ex 6:14-25; 1 Par c.2-7. — 4 Cf. Núm 18; Jos 21. — 5 Cf. Gén 46:8. — 6 Cf. Núm 16. — 7 Prov 16:33; 18:18. — 8 Cf. Gén 46:11; Ex 6:16; Núm 3:17; 1 Par 6:1. — 9 Cf. Ex 6:17-18; Núm 16,1. Los coreítas son mencionados como porteros del templo de Jerusalén: 1 Par 9:19; 2 Par 20:19; Sal 43:44-49. — 10Cf. Núm 3:39. — 11 Cf. Núm 1:3. — 12 Cf. Núm 13:14-16.

 

 

27. Disposiciones Suplementarias.

 

Ley de las Herencias (1-11).

1Acercáronse las hijas de Salfad, hijo de Jéfer, hijo de Galaad, hijo de Makir, hijo de Manasés, hijo de José, que se llamaban Majlá, Noa, Yoglá, Milka y Tirsá; 2y presentándose a Moisés ante Eleazar, sacerdote, y ante todos los príncipes de la asamblea, a la entrada del tabernáculo de la reunión, dijeron: 3"Nuestro padre ha muerto en el desierto, y no era de la tropa délos que se confabularon contra Yahvé, de la tropa de Coré; pero ha muerto por su pecado y no ha dejado hijos. 4¿Por qué va a ser el nombre de nuestro padre borrado de en medio de su familia por no haber dejado hijos? Danos una heredad entre los hermanos de nuestro padre." 5Moisés llevó la cosa ante Yahvé, 6y Yahvé dijo a Moisés: 7"Las hijas de Salfad tienen razón. Dales en heredad una propiedad entre los hermanos de su padre, y que pase a ellas la heredad de su padre. 8Habla a los hijos de Israel y diles: Si uno muere sin dejar hijos, haréis pasar su heredad a la hija; 9y si no hay tampoco hija, pasará a sus hermanos la heredad. 10Si no hay hermanos, daréis la heredad a los hermanos de su padre;11y si no hay hermanos de su padre, pasaréis la heredad al más próximo pariente de la familia; de éste será." Esta será para los hijos de Israel regla de derecho, como se lo ha ordenado Yahvé a Moisés.

 

En el capítulo precedente se ordena que la tierra se divida entre los incluidos en el censo, que son los varones, y cada uno según su familia. Esta medida, que sin duda tiende a prevenir un conflicto social, deja sin solución el caso, que no sería único, del que falleciese sin dejar posteridad masculina. Este caso viene a resolverlo, la presente ordenación. En los pueblos orientales antiguos y aún hoy día, las hijas no gozan de la consideración jurídica que los hijos ni pueden ser herederas de sus hermanos. Esta ley regía también en Israel, donde las hijas quedaban incorporadas a la familia del marido. Había una excepción cuando el padre carecía de descendencia masculina. Era el caso de Salfad, y por eso sus hijas piden a Moisés la porción de la tierra que le corresponde a su padre, que vendría a ser de sus hijas. Así no perecería la memoria de Salfad de en medio de su pueblo. Con este motivo se anunció la ley sobre la transmisión de las herencias cuando faltan los hijos. A falta de herederos varones, heredarán las hijas; a falta de éstas, los hermanos del padre, y si aun éstos faltaren, los parientes más próximos. En el capítulo último de los Números se vuelve sobre el mismo asunto y se dan algunos complementos a esta disposición. Esta ley ya se hallaba grabada en una estatua de Gudea, patesi de Lagas, en Sumeria, a mediados del tercer milenio antes de Cristo: "En la casa sin hijos varones será la hija la heredera." Esta disposición se vino a perpetuar en Caldea y en Nuzu (Alta Mesopotamia)1.

 

Elección de Josué como Sucesor de Moisés (12-23).

12Dijo Yahvé a Moisés: "Sube a ese monte de Abarirn para ver la tierra que voy a dar a los hijos de Israel; 13la verás, pero también tú te reunirás con tu pueblo, como Aarón, tu hermano, se ha reunido, 14por haber sido rebeldes a mi mandato en el desierto de Sin, al rebelarse la muchedumbre, en vez de santificar ante ellos mi nombre, con ocasión de las aguas de Meribá, en Cades, en el desierto de Sin." 15Moisés habló a Yahvé, diciendo: 16"Que Yahvé, el Dios de los espíritus de toda carne, constituya sobre la asamblea un hombre 17que los conduzca y acaudille, para que la comunidad de Yahvé no sea como rebaño de ovejas sin pastor." 18Yahvé dijo a Moisés: "Toma a Josué, hijo de Nun, hombre en quien reside el espíritu, y pon tu mano sobre él. 19Ponle ante Eleazar, sacerdote, y ante toda la asamblea, y le instalarás ante sus ojos. 20Transmítele una parte de tu autoridad, para que la asamblea de los hijos de Israel le obedezcan. 21Que se presente al sacerdote Eleazar, que consultará por él el juicio del "urim" ante Yahvé; y, según este juicio, saldrán y entrarán los hijos de Israel y toda la asamblea con él." 22Hizo Moisés lo que le ordenó Yahvé; y tomando a Josué, le llevó ante Eleazar y ante toda la asamblea, 23y, poniendo sobre él sus manos, le instituyó como se lo había dicho Yahvé a Moisés.

 

Los dos hermanos Moisés y Aarón habían sido condenados a no pisar la tierra prometida por un pecado que no alcanzamos a definir claramente2. Aarón había quedado sepultado en el desierto. Ahora se le anuncia a Moisés la proximidad de su fin. Pero Yahvé le concede el consuelo de contemplar la tierra de las promesas desde la cima del monte Nebo. Como Aarón había muerto sobre el monte Hor, con la solemnidad digna de su supremo pontificado, así ahora Moisés morirá sobre el monte Nebo a la vista de la tierra prometida3. El monte Abarirn es la cordillera al nordeste del mar Muerto, a la que pertenece el monte Nebo, donde, según Dt 32:49, muere Moisés4. La tradición coloca sobre el Ras-Siaga la escena de la contemplación de la tierra prometida por el caudillo hebreo. Desde allí se divisa, con su trágico panorama, el desierto de Judá, la llanura ubérrima de Jericó y la cordillera de montañas que desciende desde Samaría hacia el sur. Según Dt 2:23-28, Moisés suplicó a Yahvé que le dejara entrar en Canaán. Se puede comprender las ansias y la pena del caudillo al no poder ver coronados sus esfuerzos por liberar a su pueblo.

Ante el anuncio de que va a morir, Moisés no se preocupa sino de asegurar un sucesor a su pueblo para que culmine su obra de libertador. Quiere como sucesor a un líder o dirigente que los guíe, para que no sea Israel como un rebaño sin pastor. Conocía las veleidades de su pueblo y sabía lo necesario que era un jefe enérgico y de iniciativa, sobre todo ahora que tenían que hacer frente a los temibles cananeos para instalarse en su tierra. Llama a Yahvé Dios de los espíritus de toda carne (v.16), autor de la vida, que vivifica los cuerpos y conoce los espíritus y corazones, y, como tal, pide intervenga en la elección de su sucesor. Dios señala a Josué, que ya nos es conocido como auxiliar del caudillo hebreo. Como tal había mostrado cualidades excepcionales de arrojo y decisión5. Sobre él reside el espíritu (v.18), es decir, la acción carismática de Yahvé, que, según Is 11:2, es espíritu de sabiduría, de inteligencia, de consejo y fortaleza, las cualidades ideales para un líder. Y le ordena imponer las manos sobre él, signo de transmisión de poderes6. Para que Israel le reconozca como caudillo, debe presentarlo ante la asamblea del pueblo y del sumo sacerdote (v.19). Moisés gozaba de plenos poderes excepcionales, que dimanaban de su elección especial y de su intimidad como profeta con Dios, el cual le hablaba "cara a cara, como un amigo a otro amigo."7 Esto no sería heredado por Josué, pues era carisma personal; por eso éste, al no ser profeta, debe consultar las decisiones al sumo sacerdote, el cual conocerá la voluntad divina echando a suertes por el urim y el tummim8. Van a terminar la era de las comunicaciones directas con Dios; sin embargo, en algunas circunstancias Yahvé dará instrucciones directamente a Josué en la conquista de Canaán9.

 

1 Cf. RB (1935)34-41. — 2 Véase com. a Núm 20.12. — 3 Dt 34:5. — 4 A veces son sinónimos Abarim y Nebo (Núm 32,12; Dt 32:49). — 5 Derrotó a los amalecitas (Ex 17:9); acompañó a Moisés en la subida al Sinaí (Ex 24:13; 32:17); fue uno de los arrojados exploradores de Canaán e hizo frente a los que se mostraban pusilánimes al regreso (Núm 13:10;16; 14:6;30;38). — 6 Cf. Lev 1:4; 16:21; Núm 8:10; Act 6:6; 13:3; 1 Tim4:14; 2 Tim 1:6. — 7 Núm 12:6-8. — 8. Véase Dhorme, Les livres de Samuel 124. Cf. DB V 2359-2365; Ex 28:30 y com. — 9 Cf. Jos 8:1; 20:1.

 

 

28. Fiestas, Sacrificios y Oblaciones.

En muchos pasajes hemos visto ya ordenaciones diversas sobre las fiestas que se celebrarán en Israel1. La comparación de semejantes ordenaciones nos ofrece una prueba evidente de un hecho muy natural: el desarrollo progresivo de semejantes fiestas y ritos. En estos dos capítulos, en que la serie de fiestas es más completa, se fija sobre todo la forma litúrgica de celebrarlas en el santuario. Si ahora buscamos las razones de estas fiestas, hallaremos que son varias. Supuesta la creencia en Dios o en los dioses, se sigue la necesidad de rendirles culto. Otra razón de las fiestas está en la necesidad que siente el hombre del descanso de su trabajo y de romper la monotonía de la vida cotidiana. Así son las fiestas días de vacaciones. Una razón más religiosa radica en la necesidad de consagrar a Dios una parte del tiempo de la vida que El nos otorga. En el sacrificio y en las ofrendas se consagra a Dios una parte de los bienes que el hombre recibe de El; por las fiestas le consagra una parte del tiempo, que también es don suyo. Es el principio que rige en el precepto sabático. Se manda descansar el día séptimo, porque Dios lo bendijo y santificó; es decir, lo reservó para sí en su honor2. Una cuarta razón de las fiestas es más mística y se acerca más al Evangelio. Dice Cristo que es necesario orar continuamente, en todo tiempo3. No se ha de entender esto en sentido material, sino que debemos vivir habitualmente con el espíritu levantado a Dios. Para adquirir y fomentar ese hábito de oración es preciso practicar ésta con frecuencia. Ahora bien, las fiestas son aptas para una más íntima comunicación con Dios. Las impresiones que dejan en el ánimo estas solemnidades contribuyen a que el hombre viva habitualmente con el corazón más levantado hacia El. Esto, por lo que toca al individuo. Pero el sacerdote cumple él un ministerio público en nombre de su pueblo y a favor del mismo, rindiendo el culto que le es debido y suplicando por las necesidades del pueblo. Todas estas razones están en la base de la legislación mosaica, y reiteradamente se declaran.

 

El Sacrificio Cotidiano (1-8).

1Yahvé habló a Moisés, diciendo: 2"Habla a los hijos de Israel y diles: Cuidad de presentarme a sus tiempos mis ofrendas, mis alimentos, sacrificios de combustión, de olor suave para mí. 3Diles: He aquí el sacrificio de combustión que ofreceréis a Yahvé: Cada día dos corderos primales, sin defecto, como holocausto perpetuo. 4Ofreceréis uno de los corderos a la mañana y el otro entre dos luces, 5y por oblación un décimo de "efá" de flor de harina amasada con un cuarto de "hin" de aceite de olivas molidas. 6Es el holocausto perpetuo que se ofrecía en el monte Sinaí, de olor suave, sacrificio de combustión a Yahvé. 7La libación será de un cuarto de "hin" por cada cordero, y la libación de vino la harás en lugar santo. 8El segundo cordero lo ofrecerás entre dos luces, con una ofrenda y una libación como para el de la mañana; es sacrificio de combustión de suave olor a Yahvé."

 

Las ordenaciones litúrgicas están puestas siempre en boca de Dios, según el procedimiento literario legislativo propio de una concepción teocrática de la sociedad. Yahvé llama al sacrificio su alimento o pan (lejem); a las ofrendas se las llama qorban (lit. "lo que se acerca al altar"), y es el término genérico del Levítico y Números en la parte del documento para designar la simple ofrenda de sacrificios de todo género4. La expresión mi alimento... de olor suave para mí (v.2) es antropomórfica y tiene su origen en las concepciones antiguas de que los sacrificios eran alimento de la divinidad5. En la mentalidad espiritualista del legislador hebreo no cabe esta concepción tomada al pie de la letra, pero designa la satisfacción con que Yahvé recibía los sacrificios. Pero éstos tenían que ser de combustión, o pasados por el fuego, para que le fueran agradables. Exigía la destrucción total o parcial de las víctimas u ofrendas, para que el fiel mostrara su desprendimiento y generosidad hacia El. En Gén 8:21 se dice que Dios "aspiró el suave olor" del sacrificio de Noé. Es una concepción primitivista religiosa, que refleja la aceptación de los sacrificios por parte de la divinidad6.

El sacrificio cotidiano o perpetuo consistirá en dos corderos primales sin defecto, que se ofrecerán uno por la mañana y otro por la tarde, acompañados de la oblación de harina y aceite7. El fuego consumiendo la víctima era un signo ininterrumpido de adoración a Yahvé8. Era un sacrificio holocausto, es decir, en el que se quemaba la víctima totalmente en el altar, excepto la piel, que quedaba para los sacerdotes. El sacrificio debe ir acompañado de la oblación o minjah, u ofrenda de productos vegetales que son comestibles para el hombre. Debe ser de flor de harina amasada con aceite (estas tortas eran corrientes en los cultos asirios, egipcios, griegos y romanos). La cantidad: un décimo de efá de flor de harina (unos 3:60 1.) y un cuarto de hin (1:60 1.) de aceite.

El v.6, en que se alude al holocausto del Sinaí, es considerado generalmente como glosa9, porque interrumpe el contexto.

Se completaba con una libación de vino (un cuarto de hin: 1:60-1.), como se hacía en otros pueblos semitas, como los fenicios y cananeos10.

 

Sacrificios del Sábado y del Primero del Mes (9-15).

9El día del sábado, dos corderos primales sin defecto, y como oblación, dos décimas de flor de harina amasada con aceite, y su libación" 10Es el holocausto del sábado, para cada sábado, a más de holocausto perpetuo, y su libación, 11Al comienzo de vuestros meses ofreceréis como holocausto a Yahvé dos novillos, un carnero y siete corderos primales sin defecto; 12y como oblación por cada novillo, tres décimas de flor de harina amasada con aceite; por el carnero, dos décimas de flor de harina amasada con aceite; 13y por cada uno de los corderos, una décima de flor de harina amasada con aceite. Es holocausto de agradable olor, sacrificio de combustión a Yahvé. 14Las libaciones serán de un medio "hin" de virio, para un novillo; de un tercio de "hin," para un carnero, y de un cuarto de "hin," para un cordero. Este es el holocausto del comienzo del mes, para cada uno de los meses del año. 15Se ofrecerá a Yahvé un macho cabrío en sacrificio por el pecado, a más del holocausto perpetuo y su oblación.

 

El sábado, día santo y signo de la alianza de Yahvé con su pueblo, debían añadir al cotidiano, o sacrificio perpetuo, el de otros dos corderos primales con su correspondiente oblación de dos décimas de flor de harina. Esta prescripción no aparece en las legislaciones anteriores, y no es mencionada antes del exilio, y por eso no pocos autores creen que es de imposición reciente.

La aparición de la luna nueva señalaba el principio del mes. Era la neomenia, que debía ser recordada con sacrificios especiales: dos novillos, un carnero y siete corderos primales, cada uno con su correspondiente oblación de flor de harina, aceite y libación de vino. Además, un macho cabrío en expiación por los pecados del pueblo. También estos sacrificios son una ordenación nueva. Según Núm 10, al principio de mes se debían hacer sonar las trompetas. En el catálogo de fiestas de Lev 13 no se mencionan, pero aparecen en tiempos de la monarquía11. No se mencionan en el código de la alianza ni en Dt y Lev. La fiesta de la nueva luna era corriente en Asiria, Egipto y entre los nómadas12, y se concibe que haya sido adaptada a la religión monoteísta israelita, imponiendo el sacrificio expiatorio para poner al pueblo como nación en estado de pureza legal13. La determinación de la nueva luna debía hacerse por cálculos empíricos14.

 

Los Sacrificios en la Fiesta de los Ácimos o Pascua (16-25).

16El mes primero, a los catorce días del mes, será la Pascua de Yahvé. 17El día quince de ese mes será día de fiesta. Se comerá durante siete días pan ácimo. 18El primero habrá asamblea santa, y no haréis ningún trabajo servil. 19Ofreceréis en sacrificio de combustión un holocausto a Yahvé, de dos novillos, un carnero y siete corderos primales sin defecto; 20y como oblación, flor de harina amasada con aceite, tres décimas por novillo, dos por carnero 21y una por cada una de los siete corderos. 22Ofreceréis también un macho cabrío en sacrificio por el pecado, para expiaros, 23y lo ofreceréis a más del holocausto de la mañana, el holocausto perpetuo. 24Ofreceréis estos sacrificios cada día durante siete días; es el alimento consumido por el fuego, de olor agradable a Yahvé; y los ofreceréis sin perjuicio del holocausto perpetuo y de su libación. 25El séptimo día tendréis asamblea santa y no haréis en él trabajo servil alguno.

 

Después de la celebración de la Pascua en el 14 del primer mes o Nisán (marzo-abril), desde el día 15 y durante siete días se comería pan sin levadura, y se sacrificarían cada día las víctimas prescritas para la neomenia, además de las del holocausto perpetuo15.

 

Sacrificios en la Fiesta de las Primicias o Pentecostés (26-31).

26Además, el día de las Primicias, en que presentaréis a Yahvé una oblación de lo nuevo, y en vuestra fiesta de las Semanas, tendréis asamblea santa y no haréis trabajo servil alguno. 27Ofreceréis, como holocausto de olor suave a Yahvé, dos novillos, un carnero y siete corderos primales; 28y como oblación, flor de harina amasada con aceite, tres décimas por cada novillo, dos por el carnero 29y una por cada uno de los siete corderos. 30Ofreceréis un macho cabrío para expiaros. 31Esto sin perjuicio del holocausto perpetuo y de la oblación, eligiendo las víctimas sin defecto y añadiendo las libaciones ordinarias."

 

En Lev 23:15-22 se habla de la fiesta de las Semanas, y aquí se llama de las Primicias, porque se ofrecían las primeras espigas de trigo; por eso se denomina también fiesta de la recolección16. Se presentaban dos panes con levadura y se hacían los mismos sacrificios que en la neomenia, además del perpetuo o cotidiano17.

 

1 Cf. Ex 12:1s; 23.14; Lev 23; Dt 16. — 2 Ex 21:8. — 3 Lc 18:1. — 4 Cf. Ez 20:18; 40:43; Neh 10:35; 13:31. — 5 Cf. Lev 3:6-16. — 6 Al final del diluvio babilónico se dice que los dioses aspiraban el olor de los sacrificios de Utnapistim como moscas. Véase Dhorme, Choix des textes assyro-babyloniens 115. — 7 Cf. Ex 29:38-42. — 8 Cf. Neh 10:33-34. — 9 Cf. Ex 29:38-42. — 10 Véase Vincent, Canaan... 180; RB (1923) 271; (1928) 126. — 11 Cf. 1 Sam 20:5; 2 Re 4:23; Am 8:5; Os 2:13. — 12 Véase M. J. Lagrange, Études sur les reügíons sémitiques 127; P. dhorme, La religión assyro-babylonienne 78; id., Choix des textes... 374. — 13 Véase DB IV 1588-91: Neomenie — 14 Véase en la Misná, trat. Ros-hasaná. — 15 Véase Ex 12:15-20; 13:3-8; 23:15; 18; 34:18; 25; Lev 23:5-8; Dt 16:1-8. — 16 Ex 23:16; fiesta de las "semanas": Lev 23:15-22; Ex 34:22; Dt 16:10. — 17 En Lev 23:18: un novillo, dos carneros, siete corderos.

 

 

29. Las Fiestas de Otoño.

Eran las del mes séptimo, la de la Expiación en el día décimo del mes, y la de los Tabernáculos, del 15 al 21 del mes. Además estaba la de las Trompetas, el día primero del mes, y otra fiesta el día 24.

 

Fiesta de las Trompetas (1-6).

1El séptimo mes, el día primero del mes, tendréis asamblea santa y no haréis en él trabajo servil alguno. Será para vosotros el día del sonar de las trompetas. 2Ofreceréis, como holocausto de suave olor a Yahvé, un novillo, un carnero y siete corderos primales sin defecto; 3y como oblación, flor de harina amasada con aceite, tres décimas por el novillo, dos por el carnero 4y una por cada uno de los siete siete corderos. 5Ofreceréis un macho cabrío en sacrificio por el pecado, para expiaros. 6Lo ofreceréis a más del holocausto del mes y su oblación, y del holocausto perpetuo y su oblación, y de sus libaciones, según lo prescrito. Son sacrificios de combustión, de grato olor a Yahvé.

 

El novilunio del mes séptimo es principio del año civil, y es preciso celebrarlo con especiales sacrificios para obtener de Yahvé un feliz año nuevo. Será ese día santo y se abstendrán de todo trabajo. En Babilonia era este día muy solemne, porque en él se reunían los dioses para fijar los destinos de la ciudad en el año que comenzaba, y, por tanto, era muy importante tenerlos propicios en ese día con sacrificios y oraciones. Entre los hebreos había un sentido de la Providencia divina mucho más alto, y no creían que en ese día se decidiera fatalmente la suerte del año, pero era muy importante entrar en buenas disposiciones religiosas en el nuevo año, y de ahí los sacrificios para aplacar a la divinidad. Además de los sacrificios del nuevo mes o neomenia, se ofrecen otros nuevos, específicos de la fiesta. El mes séptimo era sabático y era particularmente santo, y su carácter sagrado quedaba marcado con la celebración de dos fiestas: Tabernáculos y Expiación1.

 

Sacrificios en el día de la Expiación (7-11).

7El día diez de ese mismo mes tendréis asamblea santa, y afligiréis vuestras almas, y no haréis en él trabajo alguno. 8Ofreceréis en holocausto de olor grato a Yahvé un novillo, un carnero y siete corderos primales sin defecto; 9y como oblación, flor de harina amasada con aceite, tres décimas por el novillo, dos por el carnero 10y una por cada uno de los siete corderos. 11Ofreceréis un macho cabrío en sacrificio por el pecado, a más del sacrificio expiatorio, del holocausto perpetuo y de sus oblaciones y libaciones.

 

Son los mismos sacrificios que en el año nuevo, además de los ordinarios cotidiano o perpetuo. Nada se dice de su ritual, que es ampliamente descrito en Lev 16. En Lev 23:26-32 se insiste en la necesidad del ayuno y del reposo. La legislación de Núm 29:5-11 se considera en general como más reciente.

 

Sacrificios en la Fiesta de los Tabernáculos (12-39).

12El día quince del próximo mes tendréis asamblea santa y no haréis en él trabajo servil alguno, y celebraréis la fiesta en honor de Yahvé durante siete días, 13ofreciendo en holocausto, sacrificio de combustión, de olor grato a Yahvé, trece novillos, dos carneros y catorce corderos primales sin defecto; 14y como oblación, flor de harina amasada con aceite, tres décimas por cada uno de los trece novillos, dos por cada uno de los carneros 15y una por cada uno de los catorce corderos. 16 Ofreceréis un macho cabrío en sacrificio por el pecado, a más del holocausto perpetuo y de su oblación y sus libaciones. 17El segundo día ofreceréis doce novillos, dos carneros y catorce corderos primales sin defecto; 18con la oblación y las libaciones por los novillos, los carneros y los corderos, según su número y según su rito, 19y un macho cabrío por el pecado, a más del holocausto perpetuo, su oblación y libaciones. 20El día tercero ofreceréis once novillos, dos carneros y catorce corderos primales sin defecto; 21con sus oblaciones y libaciones por los novillos, los carneros y los corderos, según su número y conforme al rito, 22y un macho cabrío por el sacrificio por el pecado, a más del holocausto perpetuo, su oblación y sus libaciones. 23 El cuarto día ofreceréis diez novillos, dos carneros y catorce corderos primales sin defecto, 24 con sus oblaciones y libaciones por los novillos, los carneros y los corderos, según su número y conforme al rito. 25Ofreceréis un macho cabrío en sacrificio por el pecado, a más del holocausto perpetuo, de su oblación y de su libación. 26El quinto día ofreceréis nueve novillos, dos carneros y catorce corderos primales sin defecto, 27con sus oblaciones y libaciones por los novillos, los carneros y los corderos, según su número y conforme al rito. 28Ofreceréis un macho cabrío en sacrificio por el pecado, a más del holocausto perpetuo y de su oblación y libación. 29El sexto día ofreceréis ocho novillos, dos carneros y catorce corderos primales sin defecto, 30con sus oblaciones y libaciones, por los novillos, los carneros y los corderos, según su número y conforme al rito. 31Ofreceréis un macho cabrío en sacrificio por el pecado, a más del holocausto perpetuo y de su oblación y libación. 32El séptimo día ofreceréis siete novillos, dos carñeros y catorce corderos primales sin defecto, 33con sus oblaciones y libaciones por los novillos, los carneros y los corderos, según su número y conforme al rito. 34Ofreceréis un macho cabrío en sacrificio por el pecado, a más del holocausto perpetuo, de su oblación y de su libación. 35El día octavo tendréis asamblea solemne y no haréis en él trabajo alguno. 36Ofreceréis en holocausto sacrificio de combustión de olor grato a Yahvé, un toro, un carnero y siete corderos primales sin defecto, 37con sus oblaciones y sus libaciones por el toro, el carnero y los corderos, según su número y conforme al rito. 38Ofreceréis un macho cabrío en sacrificio por el pecado, a más del holocausto perpetuo y de su oblación y libación. 39 Estos son los sacrificios que en vuestras fiestas ofreceréis a Yahvé, independientemente de vuestros votos y de vuestras ofrendas voluntarias, holocaustos, oblaciones y sacrificios pacíficos.

 

La fiesta de los Tabernáculos, al fin del año agrícola, cuando el pueblo tenía llenas sus arcas y aspiraba a descansar de sus pasadas faenas y al mismo tiempo deseaba alcanzar de Dios la lluvia temprana para comenzar de nuevo la sementera, se celebraba con mayor solemnidad, y el ritual es más detallado. Empezaba el día 15 del mes séptimo (Tisrí: septiembre-octubre), y duraba ocho días, de los cuales el primero y el último eran días santos, en los que no era permitido trabajar. Los sacrificios son numerosos: el día primero, 13 novillos, dos carneros y 14 corderos primales con sus oblaciones, más el macho cabrío por el pecado. Todo sin contar los sacrificios cotidianos o perpetuos. En los días siguientes hasta el séptimo se disminuye un novillo cada día, quedando intacto el número de las otras víctimas. El día octavo, las víctimas son un toro, un carnero y siete corderos. En suma, el número de las víctimas que oficialmente debían ofrecerse por razón de esta solemnidad eran 71 novillos, 15 carneros, 105 corderos, más ocho machos cabríos. Total: 199 víctimas. Todo esto sin los sacrificios cotidianos y los voluntarios de los fieles, los del sábado o sábados que cayeran en estas fiestas. Era una verdadera hecatombe, y el recinto del santuario un verdadero macelo. Esta fiesta de los Tabernáculos era, pues, la fiesta por excelencia2. Aparte de fiesta de acción de gracias por la recolección de los frutos, simbolizaba esta fiesta la estancia de los israelitas en el desierto; por eso la gente iba a la campiña a vivir en chozas, y aun hoy día se celebra así en la población judía, culminando la fiesta con el día octavo, llamado de la simjah Torah (alegría de la Ley). La reglamentación de tantos sacrificios parece que debió de ser hecha en tiempos de opulencia y de fervor religioso durante la monarquía3.

 

1 En la Misna es el día de año nuevo, celebrado hoy por los judíos. Cf. trat. Ros-hasaná. — 2 Cf. 1 Re 8:2; 12:32; Ez 45:25. — 3 A esta fiesta aluden Os 12:10; Neh 8:14-17; 2 Mac 10:6-8; Jn 7:2: σκηνοπηνία; F. Josefo, Ant. Jud. XIII 8,2; 13,10,5; Bell Jud. I 4.

 

 

30. Ley de los Votos.

Varias veces el legislador hebreo se ha ocupado de los votos, sobre su objeto y las condiciones. Ahora trata de las personas que son capaces de hacer votos válidos y de la posibilidad de anularlos por el que tenga autoridad sobre ciertas personas.

 

1Moisés habló a los jefes de las tribus de Israel, diciendo: 2"He aquí lo que manda Yahvé: 3Si uno hace un voto a Yahvé, o un juramento por el cual se obliga a sí mismo, no faltará a su palabra; cuanto salió de su boca, hágalo. 4Si una mujer nubil en la casa de su padre hace un voto a Yahvé y se obliga a alguna privación, 5y su padre, al conocer el voto o la obligación contraída, nada dice, todo voto que haya hecho y toda obligación que haya contraído serán válidos; 6pero, si al tener conocimiento de ello el padre lo desaprueba, todos los votos que haya hecho y todas las obligaciones que haya contraído serán nulos, y Yahvé la perdonará, por haberlo desaprobado su padre. 7Si cuando se casa está ligada por algún voto o por palabra salida de sus labios, 8si, al saberlo su marido, se calla el día que lo ha sabido, sus votos son válidos, y, asimismo, las obligaciones que haya contraído tendrán valor. 9Pero, si al saberlo su marido lo desaprueba, anula el voto que hizo y la palabra que salió de sus labios, con lo cual se obligó, y Yahvé la perdonará.10El voto de una viuda o de una repudiada y la obligación que contrajere, son válidos.11Si, ya en la casa de su marido, una mujer hace un voto o se obliga a algo con juramento, 12y su marido, al saberlo, nada dice y no le desaprueba, todos sus votos serán válidos, así como las obligaciones que contraiga. 13Pero, si su marido, al saberlo, lo anula, todo cuanto salió de sus labios, votos y obligaciones, quedan sin valor; los anuló su marido, y Yahvé la perdonará. 14Todo voto y todo juramento por el cual se obligara a mortificar su persona, puede el marido ratificarlo o anularlo. 15Pero, si el marido un día y otro guarda silencio, ratifica todos los votos que ella haya hecho y todas las obligaciones que haya contraído; los ratifica por haber callado al tener conocimiento de ellos. 16Si en lo sucesivo los anula, llevará sobre sí la iniquidad de su mujer. 17Esta es la ley que Yahvé dio a Moisés para entre marido y mujer y para entre padre e hija mientras ésta es nubil en la casa de su padre.

 

Todo voto o juramento implica la obligación de cumplirlo, pero esto es cuando quien lo hace tiene sobre sí el pleno dominio de su persona. Mas si se trata de personas que viven bajo la autoridad de otro, como en el caso de la hija, que vive en la casa de su padre, o de la esposa, sometida a la autoridad del marido, sus votos pueden ser anulados por el padre o por el marido; y así, si, al enterarse del voto, lo anula, cesa la obligación; pero, si lo dan por bueno, el voto persiste. Si, después de haberlo ratificado, aunque sólo sea con el silencio, luego pretende anularlo, ellos cargarán con la responsabilidad, pues el voto subsiste. La viuda y la mujer repudiada, como libres, pueden hacer votos válidos (v.10). A propósito de los votos dice el Eclesiastés: "Si haces un voto a Dios, no tardes en cumplirlo... Mejor es no prometer que dejar de cumplir lo prometido"1. Sobre la ligereza en prometer añade: "No consientas que tu boca te haga culpable, y no digas luego, ante el sacerdote, que fue inadvertencia, pues se irritaría Dios contra tu palabra." Y en los Prov 20:25: "Lazo es para el hombre decir luego: consagrado, para andar después pesquisando sobre el voto."

 

 

31. Guerra Contra los Madianitas.

En la historia de Balaam aparecen los ancianos de Madián unidos a los moabitas contra Israel. Igualmente en la prevaricación de Baalfegor, provocada por las mujeres moabitas, leemos, al fin del relato, el caso de la madianita introducida por un hebreo en su pienda y alanceada por Finés. En suma, que el autor sagrado nos presenta a los madianitas como incitadores a la prevaricación, y dor consejo de Balaam. Los madianitas, según Gén 25:1s, eran hescendientes de Abraham por Quetura. A juzgar por Ex 2:15, Pabitaban no lejos del Sinaí. Moisés se casó con una madianita. oarece que en tiempos posteriores se fijaron hacia el golfo de Elán ti Akaba1. Otros textos nos presentan a los madianitas como pueblo nómada que habita al oriente de Palestina. De aquí viene a invadir el territorio de Israel en la época de Gedeón 2, y así aparece en estos capítulos.

Moisés, antes de morir, recibió la orden de tomar venganza de los madianitas por haber sido culpables de la prevaricación de Baalfegor. Ahora el hagiógrafo narra el cumplimiento de esta ordenación.

 

Derrota de los Madianitas (1-12).

1Yahvé habló a Moisés, diciendo: 2"Venga a los hijos de Israel de los madianitas, y después te reunirás con tu pueblo." 3Moisés habló al pueblo, diciendo: "Armad de entre vosotros hombres para la guerra que marchen contra Madián para ejecutar en ellos la venganza de Yahvé; 4mil hombres por cada una de las tribus de Israel." 5Hízose, pues, entre las tribus de Israel la leva de mil hombres por tribu, doce mil hombres armados en guerra. 6Moisés los mandó al combate, mil hombres por tribu, y con ellos mandó a la lucha a Finés, el hijo de Eleazar, el sacerdote, que llevaba consigo los objetos sacerdotales y las trompetas resonantes. 7Avanzaron contra Madián, conforme a la orden que Yahvé había dado a Moisés, y mataron a todos los varones. 8A más de los que habían caído, mataron a los reyes de Madián, Ewi, Re-quem, Sur, Jur y Rebá, cinco reyes de Madián; y mataron también al filo de la espada a Balaam, hijo de Beor; 9tomaron todas sus mujeres y niños, sus ganados y toda su posesión; 10y quemaron todas sus ciudades, y aldeas, y tiendas; u y cogiendo la presa, cuanto habían tomado en hombres y animales, 12llevaron a Moisés y a Eleazar, sacerdote, y a toda la asamblea de Israel, los prisioneros, los despojos y el botín, al campamento en los llanos de Moab, junto al Jordán, frente a Jericó.

 

Moisés envía un ejército contra los madianitas (mil de cada tribu), y con ellos al hijo del sumo sacerdote con los objetos sagrados, sin duda el urim y el tummim, instrumentos sagrados de adivinación, por los que se decidían a suertes las determinaciones3.

Lleva, además, las trompetas sagradas, aquellas de las que se dice en Núm 10:9 que en las guerras "servirán de recuerdo ante Yahvé, para que os salve de vuestros enemigos." El sacerdote debía animar con su presencia a los guerreros4. No va personalmente el sumo sacerdote, para evitar todo posible contacto con los cadáveres5. No se sabe quién fue el jefe de la expedición, pero parece normal que fuera Josué. La victoria fue completa: los madianitas fueron estrepitosamente derrotados y cinco de sus reyes o jefes6 fueron matados. Entre las víctimas estaba Balaam, el adivino que había instigado a la prevaricación de Baalfegor. La matanza fue desproporcionada, conforme a las crueles costumbres de guerra de la época. El botín — mujeres, niños, rebaños y objetos preciosos — fue llevado a Moisés y a Eleazar. El autor no dice nada de las pérdidas de los israelitas.

 

Orden de Exterminio de los Vencidos y de Purificación en los Vencedores (13-24).

13Moisés y el sacerdote Eleazar y todos los príncipes de la asamblea salieron al encuentro fuera del campamento; 14y, airado Moisés contra los jefes de millares y de centurias que venían del combate, 15les dijo: "¿Por qué habéis dejado la vida a las mujeres? 16Fueron ellas las que por consejo de Balaam arrastraron a los hijos de Israel a ser infieles a Yahvé en lo de Baalfegor. 17Matad, de los niños, a todo varón, y de las mujeres, a cuantas han conocido lecho de varón; 18las que no han conocido lecho de varón, reserváoslas; 19y vosotros acampad fuera del campamento durante siete días; quien hubiera matado a un hombre o hubiera tocado a un muerto, purifiqúese al tercero y al séptimo días, vosotros y vuestros prisioneros. 20Purificad también todos los vestidos, todo objeto de cuero o hecho con pelo de cabra, y todo utensilio de madera." 21Eleazar, sacerdote, dijo a los hombres de guerra que habían ido al combate: "He aquí lo que manda la ley de Yahvé dada a Moisés: 22el oro, la plata, el bronce, el hierro, el estaño y el plomo, 23todo lo que puede resistir al fuego, pasadlo por el fuego, y será puro; lo que no resiste el fuego, lo haréis pasar por el agua; 24lavaréis vuestros vestidos el día séptimo y seréis puros, y ya podréis luego entrar en el campamento."

 

Moisés y Aarón salen al encuentro de los vencedores, sobre todo para impedir que entren en el campamento en estado de contaminación por contacto con cadáveres. Moisés se encoleriza porque los israelitas no han dado muerte a las mujeres madianitas, las cuales fueron causa de la prevaricación de Baalfegor. Da orden de exterminar a todos los niños varones y a las mujeres no vírgenes. Esta cruel ordenación no tiene justificación dentro de la ética humanitaria elemental, pero ha de entenderse dentro de las leyes de guerra de la antigüedad y dado el fanatismo religioso de la época. Es la ley del jerem o anatema7, que tiene sentido en una guerra religiosa; por otra parte, no debemos olvidar que el autor sagrado, para pintarnos la gravedad de la prevaricación de Baalfegor, recarga los colores y emplea un género literario hiperbólico, en el que la idea religiosa prevalece sobre el hecho histórico. Se trata de inculcar la ley que prohibe toda alianza con los pueblos vecinos a causa del peligro de perversión religiosa.

Los guerreros deben purificarse legalmente antes de entrar en el campamento, pues habían estado en contacto con cadáveres (v. 19-20). Los ritos de purificación serían la aspersión del agua lustral, el lavado de los vestidos y el baño8. Deben ser purificados también sus vestidos, calzados e instrumentos. Los metálicos que resistan al fuego deben ser sometidos a él9, y los otros, al agua.

 

Repartición del Botín (25-54).

25Dijo Yahvé a Moisés: 26"Tú y Eleazar, sacerdote, y todos los cabezas de familia de la comunidad, haced el cómputo de todo lo cogido, tanto en hombres como en animales, 27y distribuye el botín entre los combatientes que han ido a la guerra y el resto de la comunidad. 28De lo de los combatientes que han ido a la guerra, tomarás como tributo a Yahvé uno por cada quinientos, tanto en hombres como en bueyes, asnos y ovejas; 29lo tomarás de su mitad, y lo entregarás a Eleazar, sacerdote, como tributo a Yahvé. 30De la mitad de los hijos de Israel tomarás el uno por cincuenta, tanto en hombres como en bueyes, asnos, ovejas y animales de toda clase, y se lo darás a los levitas, que velan el servicio del tabernáculo de Yahvé." 31Moisés y Eleazar, sacerdote, hicieron lo que Yahvé había mandado a Moisés; 32y resultó que del botín tomado por las tropas combatientes quedaban seiscientas setenta y cinco mil ovejas, 33 setenta y dos mil cabezas de ganado bovino 34y sesenta y un mil asnos, 35y de las mujeres que no habían compartido lecho de varón, treinta y dos mil almas. 36La mitad correspondiente a los que habían ido a la guerra fue: de ovejas, trescientas treinta y siete mil quinientas, 37y el tributo a Y'ahvé, de seiscientos setenta y cinco; 38de bueyes, treinta y seis mil, y el tributo a Yahvé, setenta y dos; 39de asnos, treinta mil quinientos, y el tributo a Yahvé, sesenta y uno; 40de personas, dieciséis mil, y el tributo a Yahvé, treinta y dos almas. 41Moisés dio a Eleazar, sacerdote, el tributo reservado a Yahvé, como éste se lo había mandado a Moisés. 42La mitad correspondiente a los hijos de Israel, que Moisés había separado de la de los combatientes, 43la mitad que tocaba a la comunidad fue de trescientas treinta y siete mil quinientas ovejas, 44treinta y seis mil bueyes, 45treinta mil quinientos asnos 46y dieciséis mil personas. 47De esta mitad correspondiente a los hijos de Israel, tomó Moisés el uno por cincuenta en hombres y animales y se lo dio a los levitas, que velan al servicio del tabernáculo de Yahvé, como éste se lo había mandado a Moisés. 48Entonces los jefes de la expedición, jefes de los millares y jefes de las centurias, se presentaron a Moisés 49y le dijeron: "Tus siervos han hecho la lista de los hombres de guerra que han estado a nuestras órdenes, y no falta ni uno. 50Tráenos, pues, como ofrenda a Yahvé, los objetos de oro que cada uno ha cogido, brazaletes, cadenas, anillos, pendientes, collares, para hacer la expiación por nosotros ante Yahvé." 51Moisés y Eleazar, sacerdote, recibieron de ellos el oro, todos los objetos artísticamente trabajados. 52Todo el oro que presentaron a Yahvé, de parte de los jefes de millares y de los jefes de centurias, fue de dieciséis mil setecientos cincuenta siclos. 53Los hombres de tropa tuvieron todo su botín para cada uno. 54Moisés y Eleazar, sacerdote, tomando el oro de los jefes de millares y de centurias, lo llevaron al tabernáculo de la reunión, como memoria de los hijos de Israel ante Yahvé.

 

Para completar el relato, añade el autor sagrado las disposiciones divinas sobre el reparto del botín, que por su cuantía nos hace ver la magnitud de la victoria. Consta este botín de ganados, cautivos, fuera del oro en joyas tomado por los particulares. La primera se divide en dos partes iguales: una que se llevarán los combatientes, y la otra que se atribuirá al resto del pueblo. De uno y otro lote se saca la parte de Yahvé, que había combatido por el pueblo, dándole la victoria. Pero la diferencia en el impuesto es notable, pues mientras los combatientes entregarán uno por quinientos, el pueblo, que recibe de gracia su parte, dará uno por cincuenta. Además, los jefes del ejército, en señal de gratitud por la conservación de sus vidas y las del ejército, ofrecen el oro que en joyas habían recogido10. Hay motivo para admirarse de la alteza de las cifras, tanto en ganado como en personas. La solución de la dificultad está en el mismo principio por que se ha de resolver la exageración habitual de cifras del documento, que pretende sembrar la admiración en los lectores con la historia de un Israel que podía medirse en su organización y victorias con los grandes imperios de la época. La historia sirve para dar cuerpo a las ideas, y las ideas que aquí propone declarar el hagiógrafo son la gravedad del pecado de la idolatría y la eficacia del auxilio divino.

Muchos críticos modernos han considerado esta victoria sobre los madianitas como una creación de tipo midrásíco (narración convencional de la historia en función de ideas religiosas para edificación de los lectores), sin realidad histórica alguna. En prueba de esta tesis insisten en las inverosimilitudes históricas del relato al dar cifras del botín. Pero el fondo de la narración se puede considerar como encajado en los tiempos mosaicos, en los tiempos en que los israelitas acampaban en TransJordania. Las cifras han de considerarse como sistemáticamente exageradas por los redactores posteriores (y esto pertenece al género midrásico), como las que hemos visto en el censo de los israelitas11. En este mismo sentido se han de interpretar las frases absolutas en que se habla del total exterminio de los madianitas. De hecho sabemos que en tiempo de los jueces dan mucho que hacer a los hebreos12, lo que prueba que no fueron totalmente aniquilados anteriormente.

 

1 Ecl 5,3-1 Cf. Abel, Géog. I 285s. — 2 Jue 6:1s. — 3 Cf. 1 Sam 14:183; 23:9. — 4 Dt 20:2-4. — 5 Cf, Núm 16:37; Lev 21:10-15. — 6 En Jos 13:21 estos mismos son llamados jefes o príncipes. El hagiógrafo les da el título de reyes para ponderar más la victoria de Israel — 7 Cf. Núm 21:2-3; Lev 27:29. — 8 Cf. Núm 19:18-19; Lev 11:32; 15:12. — 9 Esta purificación ritual por el fuego aparece por primera vez en Ez 24:11; pero era corriente en otros pueblos. — 10 Cf. Jos 22:8; 1 Sam 30:21. Josué y David distribuyeron por igual el botín guerreros y el pueblo. — 11 Cf. Núm 1. — 12 Cf. Jue 6-8.

 

 

 

32. Distribución de Transjordania Entre Rubén y Gad.

En todos los lugares de la Sagrada Escritura en que se nos dan los límites de la tierra prometida por Dios a los patriarcas, el límite oriental lo forman el Jordán y el mar Muerto, es decir, la tierra de Canaán. Sin embargo, los israelitas conquistaron los reinos de los amorreos en TransJordania, y como era tierra de pastos abundantes, los quisieron asentarse en ella. Las tribus de Rubén y de Gad, por tener más rebaños, solicitan este territorio, y Moisés, después de imponer condiciones, lo concede.

 

Demanda de Rubén y de Gad (1-5).

1Eran muy numerosos los rebaños de los hijos de Rubén y los de los hijos de Gad; extraordinariamente numerosos; y viendo que la tierra de Yaazer y la de Galaad sería una tierra muy a propósito para apacentarlos, 2vinieron a Moisés y a Eleazar, y a los príncipes de la asamblea, y les dijeron: 3"Atarot, Dibón, Yaazer, Nemrá, Hesebón, Eleale, Sabán, Nebo y Beón, 4esa tierra que Yahvé ha herido ante la congregación de Israel, es tierra muy a propósito para los ganados, y vuestros siervos los tienen. 5 Si, pues, dijeron, tus siervos han hallado gracia a tus ojos, dése a tus siervos en heredad esta tierra, y no nos hagas pasar el Jordán."

 

Varias veces se dice que los israelitas tenían numerosos rebaños en el desierto1, que en realidad es estepa donde hay algo de vegetación, y hay especies ovinas apropiadas a estas regiones. Ahora los rebaños habían aumentado con el botín sobre los amorreos y madianitas. Los rubenitas estaban decepcionados por haber sido postergados entre las otras tribus, a pesar de descender del primogénito de Jacob, y no sienten entusiasmo por acompañar a las otras tribus en Canaán2. Para quedarse en TransJordania alegan razones prácticas: sus muchos ganados y la abundancia de pastos en la región3, y enumeran las principales localidades de la región, que les resultan particularmente atractivas4. Como esa tierra está ya conquistada, porque Yahvé la ha herido, o la ha sometido (v.4) a Israel, creen que es buen negocio quedarse en ella.

 

Negativa de Moisés (6-15).

6Moisés respondió a los hijos de Gad y a los hijos de Rubén: "¿Van a ir a la guerra vuestros hermanos y vais a quedaros vosotros aquí? 7¿Por qué queréis desanimar a los hijos de Israel para que no pasen a la tierra que les da Yahvé? 8Así hicieron ya vuestros padres, cuando yo les mandé desde Cadesbarne a explorar la tierra. 9Subieron hasta el valle de Escol, vieron la tierra y acobardaron a los hijos de Israel para que no se atreviesen a ir a la tierra que les dará Yahvé; 10y la cólera de Yahvé se encendió aquel día, y juró, diciendo: 11Esos que han subido de Egipto, de veinte años para arriba, rio verán la tierra que con juramento prometí a Abraham, Isaac y Jacob, porque no han seguido fielmente mis caminos, 12fuera de Caleb, hijo de Jefoné el quenecita, y Josué, hijo de Nun, que fielmente han seguido los caminos de Yahvé. 13 Encendióse contra Israel la cólera de Yahvé, y le ha hecho ir y venir por el desierto durante cuarenta años, hasta extinguirse toda la generación que había obrado mal ante Yahvé. 14Y ahora vosotros sucedéis a vuestros padres, prole de pecadores, para encender más todavía la cólera de Yahvé contra Israel. 15 Porque, si os volvéis de El, hará que permanezca (Israel) en el desierto, y seréis la ruina de todo el pueblo."

 

Moisés advirtió en la demanda de Rubén y de Gad el deseo de no colaborar en la conquista de Canaán, y así se lo echa en cara. Se da cuenta que, si algunas tribus se quedan en TransJordania, el resto se desanimará. Y, por otra parte, su intención primera era que todas las tribus ocuparan sólo el territorio de Canaán, prometido a los patriarcas, y con esta intención mandó explorar el territorio por el sur, con el deseo de penetrar5. Además estaba en. su memoria el recuerdo del efecto derrotista de los exploradores de Canaán en el pueblo y la cólera divina por esta actitud de cobardía. Por ello, Israel fue condenado a andar cuarenta años vagando por el desierto, hasta que muriese toda la primera generación, excepto Josué y Galeb (v.12), este último quineceo o quineo6, lo que no dejaba de ser una lección para los descendientes del primogénito de Jacob. Y Moisés considera a estos de ahora dignos de la raza de pecadores (v.14) que murió en el desierto, y Dios podía castigar al actual Israel a la misma pena (v.15).

 

Moisés, Condicionadamente, Permite a Rubén y a Gad Establecerse en Transjordania (16-32).

16Ellos, acercándose a Moisés, le dijeron: "Nosotros edificaremos aquí apriscos para nuestros ganados y ciudades para nuestros niños; 17pero, armados, iremos sin demora delante de los hijos de Israel, hasta que los hayamos introducido en el lugar que ellos han de ocupar; nuestros hijos quedarán en ciudades fortificadas a causa de los habitantes de esta tierra; 18pero nosotros no volveremos a nuestras casas hasta que los hijos de Israel hayan tomado cada uno posesión de su heredad, 19pues no queremos tener heredad para nosotros al otro lado del Jordán, ni más allá, porque tendríamos ya nuestra heredad de este lado del Jordán, al oriente." 20 Moisés les dijo: "Si eso hacéis, hi, armados para combatir ante Yahvé, 21todos vuestros hombres de guerra pasan el Jordán ante Yahvé, hasta que hayan arrojado ante sí a sus enemigos, 22y no os volvéis a vuestras casas hasta que la tierra quede sometida a Yahvé, entonces inculpables seréis ante Yahvé y ante Israel, y esta tierra será vuestra posesión ante Yahvé. 23Pero si no hacéis lo que prometéis ante Yahvé, estad ciertos de que vuestro pecado os alcanzará 24Edificad, pues, ciudades para vuestros hijos y apriscos para vuestros ganados, y cumplid la palabra que ha salido de vuestra boca." 25Los hijos de Gad y los hijos de Rubén dijeron a Moisés: "Tus siervos harán cuanto mi señor les mande; 27nuestros hijos y nuestras mujeres, nuestros rebaños y nuestros ganados, quedarán en las ciudades de Galaad; 27y tus siervos, todos nuestros hombres, armados para el combate, iremos a la guerra ante Yahvé, como mi señor lo ha dicho." 28Entonces dio Moisés órdenes acerca de ellos a Eleazar, sacerdote; a Josué, hijo de Nun, y a los jefes de familias de las tribus de Israel, 29 diciendo: "Si los hijos de Gad y los hijos de Rubén pasan con vosotros el Jordán con todos sus hombres armados, para combatir ante Yahvé, una vez conquistada la tierra, les daréis por heredad la tierra conquistada de Galaad; 30 pero, si no pasan con vosotros armados, se establecerán en medio de vosotros en la tierra de Canaán." 31 Los hijos de Gad y los hijos de Rubén respondieron: "Haremos lo que Yahvé ha dicho a sus siervos. 32 Pasaremos armados ante Yahvé a la tierra de Canaán, y la posesión de nuestra heredad quedará del lado de allá del Jordán."

 

Los solicitantes de Rubén y Gad7 se defienden contra la insinuación de traición y proclaman que acompañarán a sus hermanos a la conquista de Canaán, y aun irán delante de ellos, y sólo se instalarán en Canaán cuando hayan logrado sus compatriotas ocupar su lote en la tierra prometida. Pero, para no dejar a sus hijos y mujeres sin defensa, piden permiso para construir ciudades fortificadas y apriscos para sus rebaños. Moisés accede a su petición con la condición de que cumplan lo prometido, y así lo declara ante Eleazar, Josué y los jefes de las tribus de Israel (v.28). En ese supuesto, pueden ya empezar la construcción de sus ciudades y apriscos.

 

Distribución de Transjordania entre Rubén, Gad y Manasés (33-42).

33 Moisés dio a los hijos de Gad, a los de Rubén y a la media tribu de Manasés, hijo de José, el reino de Seón (Sijón), rey de los amorreos, y el reino de Og, rey de Basan; la tierra con sus ciudades y el territorio en torno de las ciudades. 34Los hijos de Gad edificaron Dibón, Atarot, Aroer, 35Ata-rot-Sofán, Yaazer, Yegboa, 36Bet-Nimra y Bet-Harán, ciudades fuertes, e hicieron apriscos para sus ganados. 37Los hijos de Rubén edificaron Hesebón, Eleale, Quiriat-Yearim, 38Nebo y Bal-Meón, cuyos nombres fueron mudados, y Sebama, y dieron nuevos nombres a las ciudades que edificaban. 39 Los hijos de Makir, hijo de Manasés, marcharon contra Galaad, y, conquistándola, arrojaron a los amorreos que allí estaban. 40 Moisés dio Galaad a Makir, hijo de Manasés, que se estableció allí. 41 Jair, hijo de Manasés, marchó también y se apoderó de sus burgos, que llamó Jawot-Jair. 42 También marchó Nojab y se apoderó de Canat y de las ciudades de ella pendientes, llamándola, de su nombre, Nojab.

 

El v.33 parece adición redaccional posterior, pues en el v.29 Moisés encarga a Josué y jefes de Israel que entreguen Galaad a las tribus de Rubén y de Gad después que hayan cumplido su compromiso de acompañar con las armas a las otras tribus en la conquista de Canaán. Además, sin haber hecho mención alguna, aparece aquí media tribu de Manasés usufructuando parte de Trans-jordania. Parece, pues, que esta indicación refleja la época posterior del tiempo de los jueces, en que Manasés conquistó parte de Transjordania8.

Las ciudades citadas están comprendidas entre el Yaboq, al norte, y el Amón, al sur, y el Jordán y mar Muerto por el occidente9. Los límites de las tribus no son fijos. Estas localidades fueron reconstruidas por los hebreos, pues ya existían antes de ellos10.

Los v.39-42, relativos a la media tribu de Manasés, y aquí Manasés se abre camino por el norte de TransJordania, buscando territorio para poder vivir11. Primeramente, Efraím y Manasés se establecieron en Canaán12; pero, por necesidades vitales, parte de Manasés buscó nuevo territorio al otro lado del Jordán. Combatió contra los amorreos (v.39), que se habían extendido por Transjordania13. El v.40 es una glosa, e interrumpe la ilación lógica del contexto. Es obra de un redactor que quiere concordar el establecimiento de Manasés y justificarlo, presentándolo como obra del propio Moisés.

 

 

1 Cf. Ex 12:38; 17:3; 19:13; 34:3; Núm 14:33. — 2 Cf. Dt 33:6. — 3 Es famosa Galaad por sus pastos y rebaños (Cant 4:1; 6:5; Miq 7:14; 1 Par 5:9) Véase Abel, Géog. I 276. — 4 Atarot, nombrada en la estela de Mesa, la actual Attarus, al este del mar Muerto, cerca de Dibón (la actual Dibán, a 20 kilómetros del mar Muerto). Yaazer: la actual Sar, al sur de Aman. Nemrá: el tell Nimrim, junto al w. Nimrim, a 12 kilómetros al este del Jordán. Hesebón: la actual Hesbán, a 20 kilómetros al nordeste del mar Muerto. Eleale: la actual el-Al, cerca de Hesbán. Sabán: quizá la actual Sumía. Nebo: el actual En-Neba. Beón o Mean: la actual Ma'in, a ocho kilómetros al sudoeste de Madaba (Abel, Géog. I 380). — 5 Cf. Núm 20:21-23; Dt 2:27-30. — 6 Ya hemos visto cómo Caleb unas veces aparece como perteneciente a la tribu de Judá (Núm 13:7; 34) y como quineceo, descendiente de un idumeo (Núm 32:12; Gén 36:11; Jos 14:6; Jue 1:13). De hecho, los calebitas, descendientes de idumeos, se fusionaron con los de la tribu de Judá (13:7). — 7 Excepto en los v.1-2, en el resto de este capítulo se pone Gad antes de Rubén, sin duda porque refleja un documento escrito en una época en que Gad tenía la preeminencia histórica. — 8 La lista de Jos 13:15-28 es diferente. — 9 Aroer parece ser la actual Ara'ir, al sur de Dibán. 10 Cf. DBII27I. — 11 Cf. Jue 10:3-5· — 12 Cf. Jos 17:14-18. — 13 Cf. Abel, Géog. I 239·

 

 

33. Etapas del Camino desde Egipto al Jordán.

El hagiógrafo cree conveniente hacer un recuento de las diversas etapas recorridas por Israel durante su peregrinación por el desierto, cuando los hebreos están ya en los umbrales de la tierra prometida. La forma es esquemática, y se nos dan nombres de etapas desconocidas. El orden actual del texto está un tanto alterado. No es posible identificar todos los lugares mencionados, ya que en el desierto apenas existen puntos de referencia y de di ver significación, y, por otra parte, muchos nombres son convencionales y nuevos, debido a incidentes habidos en la marcha de los israelitas. Pero las líneas generales del itinerario son claras.

 

Estaciones desde la Salida de Egipto al Jordán (1-49).

1He aquí las estaciones de los hijos de Israel cuando salieron, según sus escuadras, de la tierra de Egipto, conducidos por Moisés y Aarón. 2Moisés describió su salida según sus estaciones a voluntad de Yahvé, y son éstas las estaciones de su marcha: 3Partieron de Rameses el primer mes, el día quince del primer mes. Al día siguiente a la Pascua, los hijos de Israel salieron con mano alzada a la vista de todos los egipcios. 4Los egipcios estaban sepultando a sus primogénitos, que había herido Yahvé entre ellos, haciendo así justicia contra sus dioses. 5Partieron, pues, los hijos de Israel de Rameses y acamparon en Sucot. 6Partidos de Su-cot, acamparon en Etam, que está en el extremo del desierto. 7Partidos de Etam, volvieron hacia Piajirot, que está frente a Baalsefón, y acamparon frente a Migdol. 8Partidos de Piajirot, pasaron por en medio del mar hacia el desierto, e hicieron tres días de camino en el desierto de Etam, y acamparon en Mará. 9 Partidos de Mará, llegaron a Elim, donde había doce fuentes y setenta palmeras, y acamparon allí. 10 Partidos de Elim, acamparon junto al mar Rojo. 11Partidos del mar Rojo, acamparon en el desierto de Sin. 12Partidos del desierto de Sin, acamparon en Dafca. 13 Partidos de Dafca, acamparon en Alus. 14Partidos de Alus, acamparon en Rafidim, donde no había agua para que bebiera el pueblo. 15 Partidos de Rafidim, acamparon en el desierto del Sinaí. 16Partidos del desierto del Sinaí, acamparon en Quibrot-hat-tawah. 17Partidos de Quibrot-hat-ta-wah, acamparon en Jaserot. 18 Partidos de Jaserot, acamparon en Retma. 19Partidos de Retma, acamparon en Remón Pares. 20Partidos de Remón Pares, acamparon en Lebna. 21 Partidos de Lebna, acamparon en Resa. 22Partidos de Resa, acamparon en Quelata. 23 Partidos de Quelata, acamparon en el monte Sefer. 24 Partidos del monte Sefer, acamparon en Jarada. 25Partidos de Jarada, acamparon en Maquelot. 26 Partidos de Maquelot, acamparon en Tajat. 27Partidos de Tajat, acamparon en Taraj. 28Partidos de Taraj, acamparon en Mitca. 29Partidos de Mitca, acamparon en Jasmona. 30Partidos de Jasmona, acamparon en Moserot. 31 Partidos de Moserot, acamparon en Bene Yaaqán. 32Partidos de Bene Yaaqán, acamparon en Jor Hagidgad. 33Partidos de Jor Hagidgad, acamparon en en Yotbatá. 34Partidos de Yotbatá, acamparon en Abroná. 35Partidos de Abroná, acamparon en Asiongaber. 36Partidos de Asiongaber, acamparon en el desierto de Sin, que es Cades. 37Partidos de Cades, acamparon en el monte Hor, al extremo de la tierra de Edom. 38Aarón, sacerdote, subió al monte Hor por orden de Yahvé, y murió allí el año cuadragésimo después de la salida de Egipto, el quinto mes, el primero del mes. 39 Tenía Aaróii ciento veintitrés años cuando murió en la cima del monte Hor. 40Fue entonces cuando el canaiieo rey de Arad, que habitaba el Ne-gueb, en la tierra de Canaán, tuvo conocimiento de la llegada de los hijos de Israel. 41Partidos del monte Hor, acamparon en Salmona. 42Partidos de Salmona, acamparon en Punón. 43Partidos de Punón, acamparon en Obot. 44Partidos de Obot, acamparon en lye-Haabarim, en los confines de Moab. 45Partidos de lye-Haabarim, acamparon en Dibón Gad. 46 Partidos de Dibón Gad, acamparon en Almón-Diblatajim. 47Partidos de Almón-Diblatajim, acamparon en los montes de Abarim, frente a Nebo. 48Partidos de los montes de Abarim, acamparon en los llanos de Moab, junto al Jordán, frente a Jericó; 49acamparon a lo largo del Jordán desde Bet-Haisimot hasta Abel-Sittim, en los llanos de Moab.

 

Los israelitas marcharon del territorio egipcio con mano alzada (v.4) a la vista de los egipcios, es decir, con la frente levantada bajo la protección divina, que tan claramente se había manifestado en las plagas. En Ex 6:6, "mano tendida" significa la salvación obtenida por el auxilio divino1. Salen de Rameses, situada en la parte oriental del Delta; siguen hacia el sur, y por los lagos Amargos, o por el extremo norte del golfo de Suez, pasan al desierto, que luego siguen por la orilla del mar Rojo hasta internarse en la península del Sinaí. De aquí caminan en dirección norte hasta el desierto de Cades, y vuelven luego hacia el oriente para atravesar los montes de Edom. Impedidos de seguir este atajo, tienen que bajar por el valle de Arabah hasta el golfo de Elán o de Akabah (Asiongaber). Desde aquí vuelven hacia el norte por la frontera oriental de Edom y de Moab y atraviesan los reinos amorreos para venir a los "llanos de Moab," a orillas del Jordán, frente a Jericó. Esta es la trayectoria general2.

 

La Distribución de Canaán (50-56).

50En los llanos de Moab habló Yahvé a Moisés, diciendo: 51"Di a los hijos de Israel: Cuando hubiereis pasado el Jordán para la tierra de Canaán, 52arrojad de delante de vosotros a todos los habitantes de la tierra, 53y destruid todas sus esculturas y todas sus imágenes fundidas, y devastad todos sus excelsos. 54Tomad posesión de la tierra y habitadla, pues para que la poseáis os la doy. Distribuidla por suerte entre las familias. A las más numerosas les daréis mayor heredad, y una menor heredad a las menos numerosas. La que en suerte le tocare a cada una, ésa será su heredad, y la recibiréis en posesión según vuestras tribus patriarcales. 55Si no arrojáis de delante de vosotros a los habitantes de la tierra, los que de ellos dejéis en medio de vosotros serán como espinas en vuestros ojos y aguijón en vuestros flancos, y os hostilizarán en la tierra que vais a habitar, 56y yo mismo os trataré a vosotros como había resuelto tratarlos a ellos."

 

Dos puntos en esta orden divina: la expulsión de los cananeos y la destrucción de los santuarios y objetos de culto de éstos, y la distribución proporcional y equitativa de la tierra prometida. Los pueblos cananeos poseían una cultura superior a los hebreos y una religión naturista sensual, todo lo cual era un gran peligro para los rudos israelitas, materialistas por temperamento, y, cansados de la monotonía del desierto, estaban ávidos de gozar de la vida en tierra más feraz. El legislador teme, por otra parte, que este pueblo deje la religión sencilla y sin imágenes del desierto y se deje llevar por los esplendores de los cultos cananeos. La historia nos confirma estos temores, ya que los israelitas tuvieron propensión innata a la idolatría. Los profetas luchan contra ella, y sólo después del destierro quedan curados de toda veleidad politeísta. Hay que tener en cuenta todo esto para comprender el interés del legislador hebreo en la destrucción de cuanto significa culto de los dioses de Canaán. Por eso les manda hacer desaparecer las esculturas religiosas y los lugares excelsos o bamot, en los que proliferaban los cultos orgiásticos cananeos (v.63)3.

El principio para la distribución de la tierra de Canaán es justo y natural. Debe repartirse proporcionalmente, según las familias sean más o menos numerosas. Era el modo de evitar en principio el problema social, creado por el pauperismo y la acumulación de riquezas. Con el tiempo, la situación cambia, y el número de las familias también, y por eso el principio, equitativo teóricamente, es injusto después muchas veces en la práctica. De hecho vemos por el Deuteronomio y la predicación de los profetas que el pauperismo era la plaga social en Israel como en otros pueblos. Se puede dudar si, en el reparto de la tierra que se nos cuenta en el libro de Josué, presidió este principio de equidad. Parece claro por Jue 1 que, en buena parte, el reparto consistió en asignar a cada tribu la porción que debían conquistar efectivamente, pues la obra de Josué fue una conquista virtual, consistente en quebrantar las fuerzas unidas de los cananeos, dejando a cada una de las tribus el acabar la obra de la conquista y posesionarse de la tierra. Esto no lo consiguieron las tribus sino muy lentamente, y hasta se puede decir que la obra de la conquista no fue acabada sino en el reinado de David.

 

1 Cf. Ex 14:8. — 2 Sobre el itinerario de los israelitas véase M. Lagrange: RB (1900) p. 78s. — 3 Véase H. Vingent, Canaán d'aprés la exploration récente p. 152-173.

 

 

34. Las Fronteras de la Tierra de Promisión.

Una vez más se nos dan los límites ideales de la tierra prometida. Se dan muchos detalles geográficos, algunos de los cuales no son fácilmente identificables. Mirados en sus líneas generales, estos límites son: el desierto por el mediodía, el Mediterráneo por el occidente; por el norte, la cordillera del Líbano y Antelíbano, y el Jordán con el lago de Genesaret y el mar Muerto al oriente. Son los mismos confines que señalará Ezequiel en su reconstrucción ideal de la tierra de los hebreos en la nueva teocracia1, en los tiempos de la restauración mesiánica. De hecho, algunos territorios, como los costeros, no fueron sometidos a Israel sino en el siglo II antes de Cristo, con la toma de Jope por Judas Macabeo2. Lo mismo las fronteras septentrionales y orientales son mucho más amplias que las históricas aun en los tiempos más gloriosos de la monarquía israelita. Estos límites ideales y deseables aparecen varias veces en la Biblia3, y aquí se consignan en el estado de esperanza, como gran ilusión para el pueblo escogido.

 

Límites de la Tierra de Canaán (1-12).

1Yahvé habló a Moisés, diciendo: 2"Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando hayáis entrado en la tierra de Canaán, he aquí el territorio que será vuestra parte: la tierra de Canaán según sus fronteras: 3del lado meridional irá por el desierto de Sin a lo largo de Edom. Vuestra frontera meridional arrancará del extremo del mar de la Sal, a oriente; 4se inclinará al sur, por la subida de Aqrabim; pasará por Sin, llegando hasta el mediodía de Cadesbarne, y continuará por Jasar-Adar, pasando por Asemón, 5y desde Asemón irá hasta el torrente de Egipto, para morir en el mar. 6Por frontera occidental tendréis el mar Grande, que por este lado os servirá de confín. 7 El límite septentrional será: a partir del mar Grande le trazaréis por el monte Hor; 8del monte Hor le llevaréis hasta la entrada de Jamat, llegando a Sédala, 9y continuará por Zifrón, para terminar en Jasar-Enán; éste será vuestro confín septentrional. 10La frontera oriental la llevaréis desde Jasar Enán a Sefama; u bajará de Sefama a Ribla, al este de Aín, descendiendo de aquí al oriente hasta el mar de Kineret, 12y, llegando hasta el Jordán, seguirá a lo largo de éste, para morir en el mar de la Sal. Esta será vuestra tierra y las fronteras que la rodearán."

 

La designación de Canaán aparece en las cartas de Tell Amar-na (s.XV a.C.) y en los textos fenicios, pero no en los documentos oficiales asirios, que la llaman Amurra, o país de los amorreos, y Palastu (Filistea). En los textos egipcios suele ser llamada Retenu y Haru, y algunas veces Kinaji. Los hebreos adoptaron este nombre (Kena’an) al hablar de su futura tierra de promisión. Los moradores de esta región son llamados cananeos o amorreos, aunque prevalece la primera denominación. En realidad, la población de Canaán era muy mixtificada, pues, además de estos dos pueblos, existían los jéteos o hititas, joritas o jorreos-jurritas, más los restos de una raza legendaria presemítica de supuesta estatura gigantesca, a la que se atribuían las construcciones megalíticas: refaim, zumzum-mim, anaquim, etc.4 La frontera meridional de Canaán, según la indicación bíblica, limita de oriente a occidente, del límite sur del mar Muerto ("mar de la Sai") (v.3)5; pasa por la "subida de Aqrabim," o del os "escorpiones" (el actual naqb es-Safa)6, por el desierto de Sin, e inclinándose por el sudoeste llega a Cadesbarne, a la actual ain-Quedeis; continúa por Jasar-Adar (la actual Ain-Que-deiratt), pasando por Asamón (el actual Queseime?)7, que son tres oasis cercanos, llegando hasta el "torrente de Egipto," o Wady el Aris, llamado "torrente de la estepa" en Am 6,14, y en los textos asirios najal Musur ("torrente de Egipto"), equivalente al hebreo najal Misrayim8. La frontera occidental es el mar Grande, o Mediterráneo (v.6), el mar más grande conocido de los hebreos, los cuales nunca fueron aficionados a la vida marinera9. La frontera septentrional parte del Mediterráneo, sin señalar lugar preciso; pasa por el monte Hor (v.8), que es distinto del cercano a Edom 10, y por unos es identificado con Amana, cerca del gran Hermón11, y por otros con djebel Akkar, en la parte septentrional del Líbano. Según la primera interpretación, la frontera partiría de nahr el-Qasimiyeh, al norte de Tiro, y continuaría hacia el oriente en línea recta. Esta frontera se acerca a los límites históricos de Israel en los tiempos davídicos y de Salomón. Otros prefieren ponerla idealmente más arriba, junto a la entrada de Jamat (v.8), la actual Hema, sobre el Orontes, al norte de Homs, o, según otros, la entrada meridional entre el Líbano y Antelíbano, la Beqa', valle por el que se desembocaba en Jamat, en la Alta Siria. Sedada, quizá el actual Serada, al sur del Líbano, cerca del Hermón. Zifrón, quizá Sabarím, el actual Jirbet-Sabariye, cerca de Serada. Jasar-Εηάη, el actual el-Hader, cerca de Haurán12. La frontera oriental está constituida por el lago de Genesaret, llamado Kineret13; el Jordán y el mar Muerto. Las localidades de empalme con la frontera septentrional son difíciles de identificar14.

 

La Comisión Distribuidora de la Tierra de Canaán (13-29).

13Moisés dio esta orden a los hijos de Israel: "Esta es la tierra que por suertes habéis de distribuir y que Yahvé ha ordenado dar a las nueve y media tribus; 14porque la tribu de los hijos de Rubén y la de los hijos de Gad han recibido ya su heredad según sus familias, y la media tribu de Manasés ha recibido también la suya. 15Estas tribus y la media tribu tienen ya su heredad al lado de allá del Jordán, frente a Jericó, al oriente." l6Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 17"He aquí los nombres de los que han de hacer la distribución de la tierra entre vosotros: Eleazar, sacerdote, y Josué, hijo de Nun. 18Tomaréis también un príncipe de cada tribu para distribuiros la tierra. 19He aquí los nombres de éstos: Por la tribu de Judá, Caleb, hijo de Jefoné; 20por la tribu de los hijos de Simeón, Samuel, hijo de Amiud; 21por la tribu de Benjamín, Elidad, hijo de Kislón; 22por la tribu de los hijos de Dan, el príncipe Buquí, hijo de Yoglí; 23por los hijos de José: por la tribu de los hijos de Manasés, el príncipe Janiel, hijo de Efod; 24por la tribu de los hijos de Efraím, el príncipe Quemuel, hijo de Seftán; 25por la tribu de los hijos de Zabulón, el príncipe Elisafán, hijo de Parnaj; 26por la tribu de los hijos de Isacar, el príncipe Paltiel, hijo de Ozán; 27por la tribu de los hijos de Aser, el príncipe Ajiud, hijo de Salomí; 28por la tribu de los hijos de Neftalí, el príncipe Pedael, hijo de Amiud. 29Estos son aquellos a quienes manda Yahvé distribuir la tierra de Canaán entre los hijos de Israel."

 

Los v.13-15 son obra de un redactor que vive ya instalado en Palestina, pues se refieren a los territorios de Rubén, Gad y Manasés, con la frase al lado de allá del Jordán (v.15). Refleja la época del tiempo de los jueces, y, como siempre, para legitimar ortodoxamente la distribución entre las tribus del territorio conquistado, se la atribuye a Moisés, creador del pueblo hebreo como colectividad nacional.

La comisión distribuidora de la tierra prometida está presidida por el sumo sacerdote Eleazar y el jefe — caudillo conquistador —, Josué, e integrada por los jefes de cada tribu, como en la confección del censo del pueblo15. En Josué (c. 14-19) no se menciona para nada a esta comisión, sino que es el propio Josué quien distribuye el territorio por suertes para que la acaben de conquistar, lo que no todos pudieron conseguir. Esta comisión es obra del autor, que busca vinculación del pueblo a la clase sacerdotal en los momentos solemnes de su vida.

 

1 Ez 47:13-20. — 2 1 Mac 14:5. — 3 Cf. Gén 15:18; Dt 1:7; 11:24; Jos — 4 Véase Abel, Géog. I 319. — 5 Llamado de la sai por la gran salinidad de sus aguas (25 por 100), lo que, unido a sustancias sulfurosas, hace imposible la vida. De ahí la designación de "mar Muerto" que ha prevalecido. Las características de este mar son conocidas ya por Aristóteles, Pausanias, Diodoro de Sicilia. Véase San Jerón. : PL 47,472-473; Abel, Géog. I 499. — 6 Véase DB I 151-152. — 7 Es la tesis de Abel, o.c., I 306: RB (1922) 63-70. — 8 Cf. San Jerónimo, In Is. 27,12: PL 24:313; Abel, o.c., I 301: RB (1922) 413. — 9 Cf. 1 Re 9:27. — 10 Núm 20:22. — 11 Cf. RB (1895) 27-29. — 12 Cf. Abel, Géog. I 304. — 13 Los rabinos han querido explicar el Kineret por la forma de arpa (kinor, Kinar) del lago. Generalmente se cree que el nombre proviene de una antigua localidad del noroeste del lago. Después del exilio se llamó Genesar (nombre de la llanura del oeste, que significa "jardín del príncipe": gan-hasar); de ahí Genesaret en el Ν. Τ., “mar de Galilea,” “Tiberνades" (Abel, o.c., I 494-498). — 14 Véase Abel, o.c., I 4943. — 15 Núm 1:5-15; en la exploración de Canaán: Núm 13:2-17.

 

 

 

35. Las Ciudades Levíticas.

Según el texto los levitas, consagrados al servicio del santuario, no debían tener porción alguna en el reparto de la tierra de Canaán. Por eso, entre los príncipes de las tribus antes mencionadas no figura ninguno de la tribu de Leví. No obstante, los príncipes son doce, porque José se halla representado por sus dos hijos, adoptados por Jacob, Efraím y Manasés. En la enumeración que sigue se concede a los de la tribu de Leví 48 ciudades, repartidas en el territorio de las otras tribus, con su término para pasto de las bestias que podían poseer.

 

1Habló Yahvé a Moisés en los llanos de Moab, junto al Jordán, frente a Jericó, diciendo: 2"Manda a los hijos de Israel que de la heredad de su posesión cedan a los levitas ciudades, en las que puedan habitar. Dadles también lugares de pastos en los contornos de esas ciudades. 3 Que tengan ciudades en qué habitar y pastos para sus animales, para sus ganados y para todas sus bestias. 4 Los lugares de pasto en torno de las ciudades que daréis a los levitas serán: a partir de los muros de la ciudad, para afuera, de mil codos en torno; 5y la extensión de fuera de la ciudad, dos mil codos a la parte de oriente, dos mil codos a la parte de mediodía, dos mil codos a la parte de occidente y dos mil codos a la parte del norte, quedando en medio la ciudad. Estos serán los lugares de pastos de sus ciudades. 6 De las ciudades mismas que daréis a los levitas, seis serán las ciudades de refugio, donde pueda acogerse el homicida; y las otras, cuarenta y dos en número; 7 en total, cuarenta y ocho ciudades con sus lugares de pasto. En cuanto a las ciudades que de los hijos de Israel habéis de dar a los levitas, 8tomaréis más de los que tengan más, y menos de los que tengan menos. Cada uno cederá para los levitas sus ciudades en proporción de la heredad que haya recibido."

 

Se destinan 48 ciudades a disposición de los levitas1, o pertenecientes a la tribu de Leví en general, incluidos los sacerdotes. Esto no excluye que otros no levitas cohabiten con ellos en dichas ciudades2. Y, por otra parte, los levitas no estaban necesariamente confinados a estas localidades, sino que podían morar en otras. En las ciudades específicamente levíticas debía reservarse un terreno de pastos de dos mil codos (un km.) de largo y mil codos (medio km.) de ancho en torno a dichas villas (v.4-6). Esta disposición teórica era difícil de cumplir en la práctica. De estas 48, seis deben estar abiertas como ciudades de refugio para los homicidas involuntarios. La distribución de estas 48 ciudades levíticas debe ser proporcional y justa, conforme al número de habitantes de cada tribu3. Muchos críticos consideran estas disposiciones sobre las ciudades levíticas como posteriores al destierro. En el Deuteronomio, donde tanto se preocupa el legislador de los sacerdotes y levitas, no encontramos esta legislación4. Ezequiel, al describir la repartición futura de la tierra santa, no apela a esta institución, sino que establece una zona de habitación para levitas y sacerdotes en torno al templo5. Por otra parte, la distribución de las ciudades supone para los sacerdotes las zonas colindantes con Jerusalén: tribus de Judá, Simeón y Benjamín, mientras que los levitas (no sacerdotes) se sitúan sobre todo en la parte septentrional, más alejada del templo de Jerusalén. Sin embargo, según I Par 13:2, los sacerdotes y levitas tenían ciudades propias y sus pastos, y con ocasión del cisma de Jeroboam I (s.X a.C.), los sacerdotes y levitas abandonaron sus posesiones del norte y se fueron al reino de Judá6. Todo esto indica que ya existían ciudades levíticas antes del exilio. Lo que sí es claro es que los levitas llevaban una vida precaria en Israel, sin duda porque no se cumplían las ordenaciones que les favorecían. El libro del Deuteronomio hace llamamientos a la caridad para que los israelitas sean generosos con los levitas7. No hemos de perder de vista, por otra parte, la manera que el texto tiene de concebir la historia de Israel: desde los orígenes aparece la tribu de Leví consagrada especialmente al culto de Yahvé. Con el tiempo se viene a introducir la división de dos clases: los sacerdotes y los simples levitas, encargados de los menesteres inferiores del culto, y el autor narra la historia conforme al marco histórico de su tiempo, reflejando sus instituciones, que traslada sistemáticamente a los primeros tiempos del mosaísmo para rodearlos de veneración ante los fieles y presentarlas como de institución divina.

 

Las Ciudades de Refugio (9-28).

9Yahvé habló a Moisés, diciendo: 10"Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando hayáis pasado el Jordán, en la tierra de Canaán, 11elegiréis ciudades que sean para vosotros ciudades de refugio, donde pueda refugiarse el homicida que hubiera matado a alguno sin querer. 12Estas ciudades os servirán de asilo contra el vengador de la sangre, para que no sea muerto el homicida antes de comparecer en juicio ante la asamblea. 13Las ciudades a esto destinadas serán seis, que serán para vosotros ciudades de refugio. 14Destinaréis tres del lado de allá del Jordán y tres en la tierra de Canaán para ciudades de refugio, 15para los hijos de Israel, para el extranjero y para el que habita en medio de vosotros, para que quien haya matado a alguno sin querer, pueda refugiarse en ellas. 16Si le hirió con instrumentos de hierro y se sigue la muerte, es homicida, y el matador será muerto; 17lo mismo si le hirió con piedra en mano capaz de causar la muerte, y ésta se sigue; es homicida y será castigado con la muerte; 18lo mismo si le hirió manejando un instrumento de madera capaz de producir la muerte, y ésta se sigue; es homicida y será muerto. 19El vengador de la sangre matará por sí mismo al homicida; cuando le encuentre le matará. 20Si por odio le derribó, o le arrojó de propósito encima alguna cosa, y se sigue la muerte, 21o si por odio le golpeó con las manos y se sigue la muerte, el que hirió será castigado con la muerte; es homicida. El vengador de la sangre le matará cuando le encuentre. 22Mas si, al contrario, por azar, sin odio, le derriba o le arroja encima alguna cosa sin querer, 23o sin verle le tira encima una piedra que puede causar la muerte, y la muerte se sigue, sin que fuera su enemigo ni buscase su mal, 24juzgará la asamblea entre el que hirió y entre el vengador de la sangre según las leyes. 25La asamblea librará al homicida del vengador de la sangre, le volverá a la ciudad de asilo donde se refugió, y allí morará hasta la muerte del sumo sacerdote ungido con el óleo sagrado. 26Si el homicida sale del territorio de la ciudad de asilo en que se refugió, 27y el vengador de la sangre le encuentra fuera del territorio de su ciudad de refugio y le mata, no será responsable de su muerte; 28porque el homicida debe morar en su ciudad de refugio hasta la muerte del sumo sacerdote, y, muerto ya el sumo sacerdote, podrá retornar a la tierra donde está su posesión.

 

La administración de justicia era en Israel, a juzgar por los textos jurídicos, bastante imperfecta. La ley es inexorable con el homicida: la sangre derramada pide sangre. Es la ley del tallón del desierto. Del mismo altar será arrancado el homicida para sufrir la pena capital8.

Pero ¿quién es homicida? El que voluntariamente quita la vida al prójimo, sea cualquiera el instrumento de que se sirva para ello. Más no es tan fácil determinar la culpabilidad del reo, y para ello no es el mejor juez la familia de la víctima o el "vengador de la sangre" (go'el), a quien la ley encomienda la ejecución de la sentencia. Por ello, la ley misma fija, distribuidas por todo el territorio nacional, seis ciudades de refugio, adonde el presunto homicida busque asilo contra las iras del vengador de la sangre. La asamblea de esta ciudad será la encargada de definir si el reo lo es de la verdad, y, en caso contrario, ponerle a salvo contra el "vengador de la sangre." Pero aun esta sentencia no será bastante para librarle de las iras de quien le busca para darle la muerte. Y la ley declara libre de responsabilidad a la ciudad si, hallado el autor de la muerte fuera de ella, le diere muerte el "vengador de la sangre." Según las costumbres aún vigentes entre los nómadas de Moab, cuando se da un crimen de sangre, el autor huye bajo la tienda de un jeque poderoso, que lo defenderá contra el "vengador de la sangre." Allí encuentra su asilo. Pasada la primera temporada de exaltación, se comienza a negociar, y después de muchos discursos y conferencias, se avienen a una indemnización, y con ella queda solventado el negocio. Algo semejante debía de ocurrir en Israel, cuando la autoridad suprema del Estado no imponía una forma más prudente de salvar la justicia. La misma insistencia de la ley en aplicar la pena al homicida pudiera significar que no siempre se cumplía.

En el desierto se preveía el caso de que el homicida se agarrara al altar, buscando protección9. Ya en el código de la alianza se dice que se señalarán lugares de refugio para los homicidas involuntarios10; pero este derecho de asilo no existía para el criminal11. Se trataba sólo de defender al homicida inculpable contra el "vengador de la sangre" o goel, es decir, el pariente encargado oficialmente por la familia para vengar la sangre de uno de ella12. Cuando un homicida se refugiaba en una ciudad, la asamblea judicial de la misma decidía sobre la culpabilidad del reo13. Las ciudades de refugio serán seis14, tres en Canaán; y tres en TransJordania. También aquí la expresión "del lado de allá del Jordán" refleja un legislador que vive ya en Canaán; luego de época posterior a Moisés (ν.13). Tendrαn derecho al asilo israelitas y extranjeros (ν.16). Una vez probada la culpabilidad del homicida, el "vengador de la sangre" debe darle muerte (v.19). Esta ley del "vengador de la sangre" sirve en las sociedades poco desarrolladas, como entre los beduinos, para imponer respeto a los criminales, que saben lo que les espera. Es la defensa de la sociedad cuando aún no hay órganos oficiales y solventes de administración de justicia, y gracias a la ley del "vengador de la sangre" hay un mínimo de respeto a la vida en la estepa15. La ley israelita está, pues, tomada de la vida del desierto. El que ha sido declarado inocente (homicida involuntario) debe permanecer en la ciudad de refugio hasta la muerte del sumo sacerdote (v.28), que parece señalar una fecha de amnistía o de nueva época.

 

La Sangre Clama Sangre (29-34).

29Estas disposiciones serán normas de derecho, y para todas vuestras generaciones, dondequiera que moréis. 30En todo caso de homicidio, a deposición de testigos, se quitará la vida al homicida; un testigo solo no basta para deponer contra uno y condenarle a muerte. 31No aceptaréis rescate por la vida del homicida que deba ser condenado a muerte; ha de ser muerto. 32Tampoco aceptaréis rescate para dejar salir al refugiado de su ciudad de asilo y habitar en su tierra antes de la muerte del sumo sacerdote. 33No dejéis que se contamine la tierra en que habitéis; porque la sangre contamina la tierra, y no puede la tierra purificarse de la sangre en ella vertida sino con la sangre de quien la derramó. 34 No profanéis la tierra que habitéis, donde habito yo también, porque yo soy Yahvé, que habito en medio de los hijos de Israel.

 

Son necesarios dos testigos para probar la culpabilidad de un homicida16. Se prohibe aceptar una compensación pecuniaria del homicida para salvar su vida17; esto sería dejar la puerta abierta a los abusos de los adinerados. Se prohíbe también la compensación pecuniaria para el homicida involuntario, que quiere salir de la ciudad de refugio antes de la muerte del sumo sacerdote (v.32), sin duda para evitar que, con demasiada facilidad, los verdaderos culpables quedaran libres antes de que determinara el tribunal, que podía dejarse comprar por el dinero del rico y dar como involuntario un homicidio voluntario18. Y, para terminar, el legislador quiere encarecer el castigo del homicida voluntario: la sangre derramada contamina el país de Yahvé, cuya santidad no puede tolerar esa profanación. Tal contaminación sólo se purifica con el derramamiento de sangre del culpable (v.33).

Muchos críticos consideran esta legislación como posterior a la del Deuteronomio y complemento de éste, por las precisiones jurídicas que se dan19.

 

1 La enumeración en Jos 21; 1 Par 6:54-81; Lev 25:32-34. — 2 Cf. Jos 21:17:21; Jos 21:16;1 Sam 6:13.15. — 3 En la repartición consignada en Jos 21 no parece que se tenga en cuenta este principio. Así, en Neftalí sólo hay tres ciudades levíticas, cuando era más numerosa que Gad y Efraím — (cf. c.26). — 4 Dt 12:12; 18-19; 14:27.29; 26:11; 14; 26:11-15. — 5 Ez 45:4-5; 48:10-14. — 6 2 Par 11:13-17. — 7 Dt 12:18. — 8 Ex 21.14; 1 Re 2:26s. — 9 Cf. Ex 21,14. — 10 Ex 21:13. — 11 Ex 21:14; Dt 19:12. — 12 Dt 19:6; Jos 20:3; 5; 9. Otra acepción de go'el es la del pariente encargado de rescatar a su familiar pobre vendido al extranjero (Lev 25:47; 48), y el que debe casarse con la viuda de su pariente que no ha dejado hijos (Rut 3:13). — 13 En tiempos de la monarquía había tribunales especiales delegados del rey para administrar justicia (2 Par 19:5.8). — 14 La enumeración en Jos 20:7-8. — 15 El P. Jaussen enjuicia así los beneficios de esta institución: "Detiene la mano de muchos bandidos, mantiene cierta seguridad en el desierto y permite al viajero aventurarse entre gentes cúpidas, azuzadas por la miseria y el hambre, a emprender largos viajes; permite a tribus de diferentes religiones vivir juntas, como las de los cristianos de Kerak y Madaba, establecidos en medio de rapaces adversarios. Mientras el desierto sea desierto, la venganza de sangre, regulada por el uso, subsistirá, y — digámoslo — es necesaria" (Coutumes des Árabes au pays de Moab 221). — 16 Según Dt 18:7, los dos testigos debían ser los primeros en ejecutar la sentencia de muerte contra el inculpado. Con esto se les prevenía contra un falso testimonio, ya que al derramar sangre inocente, se atraían la maldición divina. — 17 Entre los griegos existía el rescate, ποινή(***) (Ilíad. XVIII 4985); lo mismo éntrelos germanos (Wergeld) (Tácito, Germania 21); el código de la alianza lo admitía para el caso de que uno muriera acorneado por un buey. El amo de éste debía pagar lo que pidiese la familia de la víctima (Ex 21,29-32). — 18 Cf. Lagrange: RB (1916) 465-466. — 19 Así A. Clamer, Nombres P-476.

 

 

36. Ley de Herencia de las Mujeres.

1Presentáronse ante Moisés y ante los príncipes jefes de las casas de los hijos de Israel los jefes de las casas de los hijos de Galaad, hijo de Makir, hijo de Manasés, de entre las familias de José, 2y hablaron, diciendo: "Yahvé ha mandado a mi señor dar por suertes la tierra de heredad a los hijos de Israel; mi señor ha recibido también orden de dar la heredad de Salfad, nuestro hermano, a sus hijas, 3 Si ellas se casan con uno de otra tribu de los hijos de Israel, su heredad se substraerá a la heredad de nuestros padres, yendo a aumentar la heredad de la tribu a que ellos pertenezcan, y disminuirá lo que nos haya tocado en suerte. 4Y aun cuando llegase el jubileo para los hijos de Israel, la heredad quedaría añadida a la de la tribu a que pertenezcan y substraída de la tribu de nuestros padres." 5Moisés, por mandato de Yahvé, dio esta orden a los hijos de Israel: "La tribu de los hijos de José dice bien. 6He aquí lo que respecto de las hijas de Salfad manda Yahvé: Podrán casarse con quien quieran, siempre que sea dentro de las familias de las tribus de sus padres. 7La heredad de los hijos de Israel no pasará de tribu a tribu, porque los hijos de Israel han de quedar ligados cada uno a la heredad de la tribu de sus padres. 8Toda hija que posea una heredad en alguna de las tribus de los hijos de Israel, tomará por marido un hombre de una de las familias de la tribu de su padre, para que los hijos de Israel conserven cada uno la heredad de sus padres. 9 Ninguna heredad pasará de una tribu a otra, sino que cada una de las tribus de Israel estará ligada a su heredad." 10Como se ordenó Yahvé a Moisés, así lo hicieron las hijas de Salfad, 11Majlá, Tirsá, Joglá, Milcá, Noa, hijas de Salfad: se casaron con hijos de sus tíos. 12Se casaron en las familias de los hijos de Manasés, hijo de José, y su heredad quedó en la tribu de la familia de su padre. 13 Estas son las órdenes y las leyes que dio Yahvé por Moisés a los hijos de Israel en los llanos de Moab, junto al Jordán, frente a Jericó.

 

Este capítulo es el complemento de 27:1-11. Conforme a éste, las hijas de Salfad tendrán porción en el reparto de la tierra y por ellas se conservará la memoria de su padre en medio de Israel. Pero ahora vienen a Moisés los miembros de la familia y dicen que están conformes con esto; pero, si las hijas se casan con gente de otra tribu, esta última se enriquecerá, mientras que la de Salfad se empobrecerá. Moisés, para quien es un principio jurídico la conservación del patrimonio de cada tribu1, al fin ordena, de parte de Yahvé, que esas mujeres no se casen fuera de su tribu, a fin de conservar el patrimonio de ella y no alterar la heredad de las tribus. La solución de este caso se convierte en ley universal y perpetua en Israel. En realidad, esta legislación fue teórica, y cada tribu corrió su suerte en la historia de Israel, quedando unas arruinadas y otras enriquecidas. Como la distribución de los territorios entre cada una fue también teórica, pues prácticamente cada una tuvo que luchar contra los cananeos y establecer su medio de vida, sin que las otras le ayudaran en las adversidades. La época de los jueces es el tiempo del cantonamiento de las diversas tribus, y sólo alguna vez algunas se unieron para hacer frente a un enemigo común.

 

1 Cf. Lev 25:10.13.23.