JORNADAS MUNDIALES DE LA JUVENTUD

El Papa invita a 235 mil jóvenes a abrirse a la fuerza del amor de Dios

200 mil jóvenes (y algunos políticos) peregrinando hacia el hipódromo

El Papa reconoce su vergüenza ante los escándalos sexuales

La petición de perdón del Papa por abusos sexuales conmueve

Marginar a Dios no es "progreso", sino "retroceso"; explica el Papa

Entre dos y tres mil jóvenes en la misa de los obispos españoles

Encarceladas comparten la experiencia de la Jornada Mundial de la Juventud

Cardenal Maradiaga: “La JMJ no es un Woodstock católico"

El Movimiento Juvenil Salesiano en la Jornada Mundial de la Juventud

 

El Papa invita a 235 mil jóvenes a abrirse a la fuerza del amor de Dios

En la vigilia de las Jornadas Mundiales de la Juventud

 

SYDNEY, sábado, 19 julio 2008 (ZENIT.org).- Benedicto XVI invitó a 235 mil jóvenes a abrirse "a la fuerza del amor de Dios" para transformar el mundo en la vigilia de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).

El espectacular encuentro de testimonios, música y oración --la adoración de la Eucaristía fue el momento culminante-- duró más de dos horas bajo el cielo estrellado y límpido del hipódromo de Randwick, el más importante de Australia.

El frío del invierno austral no impidió a los jóvenes seguir y aplaudir en la noche del sábado el elaborado discurso del pontífice, calificado por Giovanni Maria Vian, director de "L'Osservatore Romano", diario de la Santa Sede, como "uno de los más bellos del pontificado".

Al Papa se le veía entusiasmado al ver el océano de jóvenes y lo confesó: "me siento muy feliz de estar con vosotros".

Sus palabras se convirtieron en una catequesis de presentación de la fuerza transformadora del Espíritu Santo, la tercera persona de la Santísima Trinidad y protagonista de esta JMJ, para vivir un nuevo Pentecostés.

El lema escogido por el Papa para este acontecimiento, que comenzó el 15 de julio y concluirá este domingo, ha sido una frase tomada de los Hechos de los Apóstoles (1, 8): "Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo y seréis mis testigos".

Antes de que hablara el Papa, siete peregrinos de diferentes rincones del planeta (de Tailandia a Serbia, de Sri Lanka a Chile...), ofrecieron su testimonio personal sobre cómo han descubierto los siete dones del Espíritu Santo: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios.

"Invoquemos al Espíritu Santo", propuso después el Papa en su discurso a los jóvenes. "Dejad que sus dones os moldeen".

"Madurad vuestra fe a través de vuestros estudios, el trabajo, el deporte, la música, el arte. Sostenedla mediante la oración y alimentadla con los sacramentos, para ser así fuente de inspiración y de ayuda para cuantos os rodean".

En definitiva, les dijo, "la vida, no es un simple acumular, y es mucho más que el simple éxito".

"Estar verdaderamente vivos es ser transformados desde el interior, estar abiertos a la fuerza del amor de Dios. Si acogéis la fuerza del Espíritu Santo, también vosotros podréis transformar vuestras familias, las comunidades y las naciones".

"Liberad estos dones. Que la sabiduría, la inteligencia, la fortaleza, la ciencia y la piedad sean los signos de vuestra grandeza", dijo.

El pontífice acabó su homilía dejando su consejo particular a los jóvenes, tomado de Mary MacKillop, beatificada en ese mismo hipódromo por Juan Pablo II en 1995, quien podría ser la primera santa australiana: : «Cree en todo lo que Dios te susurra en el corazón».

"Creed en él. Creed en la fuerza del Espíritu de amor", concluyó.

El Papa había dado inicio al acto a la vigilia cuando una muchacha aborigen se acercó para encender una llama del fuego del cirio pascual, símbolo de Cristo y del Espíritu Santo.

Doce jóvenes llevaron después el fuego a los presentes. De repente, la gran explanada se transformó en una especie de cielo estrellado, simbolizando también la transformación que pueden transmitir estos jóvenes al mundo.

El acto ha sido transmitido en los cinco continentes por todas las televisiones católicas, así como por canales televisivos locales.

La vigilia continuó toda la noche en el hipódromo, en un ambiente de alegría y oración, en espera de la misa culminante de la JMJ, que tendrá lugar a las 10.00, hora local.

En la Eucaristía --se prevén unos 500 mil participantes--, el Papa conferirá la confirmación a 24 jóvenes de diferentes países.

En el hipódromo se instalaron cuatro tiendas para la adoración de la Eucaristía que estuvieron constantemente llenas durante la noche, preparadas por los Misioneros de la Caridad, la Comunidad del Emanuel, el movimiento de Schönstatt, y el movimiento apostólico "Youth 2000".

Quienes no estaban rezando o recibiendo el sacramento de la reconciliación, se cubrieron con mantas e instalaron tiendas para descansar unas horas.


200 mil jóvenes (y algunos políticos) peregrinando hacia el hipódromo

Los muchachos seducen Sydney

 

SYDNEY, sábado, 19 julio 2008 (ZENIT.org).- El momento de la Jornada Mundial de la Juventud que más se parece a una peregrinación tuvo lugar este sábado, cuando unos 200 mil jóvenes se encaminaron hacia el hipódromo de Randwick, a 10 kilómetros de Sydney, donde tuvo lugar la gran vigilia presidida por Benedicto XVI.

El lugar más prestigioso para las carreras de caballos de Australia se convirtió así por un día en una catedral a cielo abierto, donde este domingo el Papa celebraría también la Eucaristía ante unas 500 mil personas.

Algunos de los peregrinos habían comenzado a caminar hacia el hipódromo desde primeras horas de la mañana. Entre los jóvenes, Zenit pudo ver a Morris Iemma, primer ministro del Estado de Nueva Gales del Sur, el más antiguo y poblado del país.

Hijo de un inmigrante comunista italiano, Iemma explicó a Zenit que "la Jornada Mundial de la Juventud ha sido un auténtico despertar, pues no creo que la gente realmente había comprendido de qué se trataba".

"Ha despertado a la gente para comprender el papel que puede desempeñar la fe y su impacto en la edificación del entendimiento y la paz, y ha sido un ejemplo para nosotros y el mundo del papel que la fe puede desempeñar para promover el bien", añadió.

El primer ministro aseguró que Sydney no quiere que el espíritu de la Jornada Mundial concluya este domingo.

El representante atribuye buena parte del éxito al mismo Papa. "Benedicto XVI dice que se ha sentido alentado por la acogida que ha recibido y ha quedado impresionado por la bienvenida y la organización, pero creo que esta acogida es un tributo a su éxito y a sus mensajes"

Y el mensaje está llegando. Lydia MacDonald, habitante de Sydney, de 19 años, reconoce que en un primer momento era escéptica y crítica ante el evento y ante las supuestas "incomodidades" que provocaría en la vida norma de los ciudadanos. Ahora se siente seducida por los ríos de peregrinos.

Afirma a Zenit: "Probablemente iré más frecuentemente a la iglesia, pues he visto ahora la energía que da una fe viva".

Según concluían su peregrinación a pie y afrontaban el último tramo antes de llegar al hipódromo, se generó un consenso entre los peregrinos: la marcha fue menos pesada y más alegre de lo que se habían imaginado.

Caminando con ellos en el puente Harbor, Zenit pudo ver al viceprimer ministro y ministro de Transporte, John Watkins, quien confesó su satisfacción por los resultados de los años de preparación que han implicado la Jornada.

"Con 125 mil visitantes internacionales, más 80 mil viajeros nacionales, más la participación de 300 mil habitantes de Sydney, ha sido una celebración cinco o seis veces más grande que la Noche Vieja, y además cada día", confiesa.

"Pero hemos recibido mucho de estas actividades y de la buena educación de los mismos peregrinos. Ha sido muy positivo para nuestra ciudad. Este acontecimiento ha cambiado la naturaleza de esta ciudad".

La policía local se hace eco de los sentimientos de Watkins: "Nunca he visto una muchedumbre como ésta, es incluso mejor que la muchedumbre de los Juegos Olímpicos", ha explicado a la prensa local Andrew Scipione, prefecto de Policía de Nueva Gales del Sur este sábado.

"Cientos de miles de jóvenes moviéndose por la ciudad, sin vivir bajo la influencia del alcohol y la droga, ha sido una experiencia maravillosa", confesa.

Cuando los peregrinos llegaban al hipódromo, pudieron ver siete pancartas que les motivaban en su marcha, cada una presentaba uno de los siete dones del Espíritu Santo: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios.

Al llegar lo primero que hacían era abrir sus mochilas para ver si habían traído suficiente ropa y mantas o plásticos aislantes para superar los 7 grados centígrados que deberían afrontar en esa noche bajo las estrellas, tras la vigilia con el Papa, preparación para la misa conclusiva de la mañana del domingo.

Por Catherine Smibert


El Papa reconoce su vergüenza ante los escándalos sexuales

En la misa celebrada junto a sacerdotes, seminaristas, consagrados y novicios

 

SYDNEY, sábado, 19 julio 2008 (ZENIT.org).- Benedicto XVI reza para que este período de purificación que vive la Iglesia tras los escándalos provocados por abusos sexuales de sacerdotes lleve a la reconciliación y a una mayor fidelidad al Evangelio.

Así lo confesó este sábado por la mañana al mencionar la profunda herida que han dejado, también en estas tierras, escándalos del clero durante una celebración eucarística que presidió para sacerdotes, diáconos, consagrados, consagradas, seminaristas, novicios y novicias de la arquidiócesis de Sydney.

"Queridos amigos, que esta celebración, en presencia del sucesor de Pedro, sea un momento de reedificación y de renovación de toda la Iglesia en Australia", dijo el obispo de Roma en la catedral de Santa María.

El Papa quiso "reconocer la vergüenza que todos hemos sentido a causa de los abusos sexuales a menores por parte de algunos sacerdotes y religiosos de esta nación".

Según el pontífice, "estos delitos, que constituyen una grave traición a la confianza, deben ser condenados de modo inequívoco".

"Han provocado gran dolor y han dañado el testimonio de la Iglesia. Os pido a todos que apoyéis y ayudéis a vuestros obispos, y que colaboréis con ellos en combatir este mal".

Por eso, aseguró que "las víctimas deben recibir compasión y asistencia, y los responsables de estos males deben ser llevados ante la justicia".

"Es una prioridad urgente promover un ambiente más seguro y más sano, especialmente para los jóvenes".

"Mientras la Iglesia en Australia continúa con espíritu evangélico afrontando con eficacia este serio reto pastoral, me uno a vosotros en la oración para que este tiempo de purificación traiga consigo sanación, reconciliación y una fidelidad cada vez más grande a las exigencias morales del Evangelio", dijo.

En un momento dado, el Papa dejó a un lado los papeles y confesó: "de verdad estoy profundamente mortificado por el dolor y el sufrimiento soportados por las víctimas y les aseguro que, como su Pastor; comparto su sufrimiento. ".


 

La petición de perdón del Papa por abusos sexuales conmueve

Testimonios de quienes las oyeron

 

SYDNEY, sábado, 19 julio 2008 (ZENIT.org).- Quienes fueron testigos de la petición de perdón de Benedicto XVI a las víctimas de abusos sexuales cometidos por sacerdotes no han ocultado su conmoción.

Al celebrar en la mañana de este sábado la Eucaristía en la catedral de Santa María en Sydney, el Papa : "De verdad estoy profundamente mortificado por el dolor y el sufrimiento soportados por las víctimas y les aseguro que, como su Pastor; comparto su sufrimiento".

Y añadió: "Estos delitos, que constituyen una grave traición a la confianza, deben ser condenados de modo inequívoco. Éstos han provocado gran dolor y han dañado el testimonio de la Iglesia" (Cf. Zenit, 19 de julio de 2008).

Lorena Portocarrero, de 25 años, laica consagrada que estuvo en la quinta fila en la catedral de Santa María cuando el Papa pronunció estas palabras, aseguró a Zenit que quedó la menor duda de que se sentía realmente mortificado por estos actos perpetrados por otras personas.

"Se le veía realmente compungido e insistió en que comprende el dolor que ha provocado a los demás". afirma Portocarrero, que forma parte de la Comunidad Mariana de la Reconciliación en Sydney.


"Demostró mucha humildad y habló de corazón", dijo. "Yo me sentía feliz y triste al mismo tiempo. Me siento contenta porque el jefe de la Iglesia es capaz de pedir perdón a la gente por los abusos de los miembros de la Iglesia, que causan daño a la gente a la que deberían servir".
 

John Paul Escarlan, de 24 años, estudiante en el seminario del Espíritu Santo en Parramatta, Sydney, considera que las palabras del Papa "son un recordatorio para no traicionar la confianza de la gente a la que debo servir".

"Me ha conmovido lo que ha dicho", Escarlan admite. "Si bien el Papa no ha cometido esos abusos, me impresionó la humildad que nos ha manifestado".

"Lo más importante que podía hacer es pedir perdón a las víctimas que han quedado heridas por alguien de la Iglesia", concluye el seminarista.

Por Anthony Barich


 

Marginar a Dios no es "progreso", sino "retroceso"; explica el Papa

En la misa con el clero y consagrados en Sydney

 

SYDNEY, sábado, 19 julio 2008 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha explicado que marginar a Dios de la vida no lleva al "progreso", sino más bien al "retroceso".

De hecho, afirmó en la homilía de la misa que presidió en la mañana de este sábado en la catedral de Santa María en Sydney, la fe permite mostrar a la sociedad la grandeza del ser humano y de su inviolable dignidad.

En la celebración eucarística participaron jóvenes sacerdotes, seminaristas, religiosas, religiosos y novicios, que han participado en las Jornadas Mundiales de la Juventud.

El Papa se dirigió a ellos explicando que han sido "consagrados, puestos 'aparte' para el servicio de Dios y la edificación de su Reino".

"Sin embargo, con mucha frecuencia nos encontramos inmersos en un mundo que quisiera dejar a Dios 'aparte' --constató--. En nombre de la libertad y la autonomía humana, se pasa en silencio sobre el nombre de Dios, la religión se reduce a devoción personal y se elude la fe en los ámbitos públicos".

"A veces --advitió--, dicha mentalidad, tan diametralmente opuesta a la esencia del Evangelio, puede ofuscar incluso nuestra propia comprensión de la Iglesia y de su misión".

"También nosotros podemos caer en la tentación de reducir la vida de fe a una cuestión de mero sentimiento, debilitando así su poder de inspirar una visión coherente del mundo y un diálogo riguroso con otras muchas visiones que compiten en la conquista de las mentes y los corazones de nuestros contemporáneos", advirtió a los presentes, entre los que se encontraban 65 obispos de Australia.

Y, sin embargo, añadió, "la historia, también la de nuestro tiempo, nos demuestra que la cuestión de Dios jamás puede ser silenciada y que la indiferencia respecto a la dimensión religiosa de la existencia humana acaba disminuyendo y traicionando al hombre mismo".

"La fe nos enseña que en Cristo Jesús, Palabra encarnada, llegamos a comprender la grandeza de nuestra misma humanidad, el misterio de nuestra vida en la tierra y el sublime destinos que nos espera en el cielo".

Además, según subrayó, "la fe nos enseña que somos criaturas de Dios, hechas a su imagen y semejanza, dotadas se una inviolable dignidad y llamadas a la vida eterna".

"Allí donde se empequeñece al hombre, el mundo que nos rodea queda mermado, pierde su significado último y falla su objetivo", consideró.

"Lo que brota de ahí es una cultura no de la vida, sino de la muerte. ¿Cómo se puede considerar a esto un 'progreso'?", se preguntó. "Al contrario, es un paso atrás, una forma de retroceso, que en último término seca las fuentes mismas de la vida, tanto de las personas como de toda la sociedad".

En la homilía, el Papa hizo un emotivo acto de petición de perdón en nombre de la Iglesia a las personas que han sufrido abusos sexuales por parte de sacerdotes.

Después de la misa, Benedicto XVI almorzó con los obispos australianos y con su séquito en la casa de la catedral.

Luego, poco antes de las 19,00, hora local, llegó al hipódromo de Randwick para celebrar la vigilia de la Jornada Mundial de la Juventud con 235.000 participantes.


 

Entre dos y tres mil jóvenes en la misa de los obispos españoles

Junto a los 17 obispos presentes en Sydney

 

SYDNEY, sábado, 19 julio 2008 (ZENIT.org).- Entre dos y tres mil jóvenes peregrinos participaron en la mañana de este sábado en la misa celebrada junto a los diecisiete obispos españoles presentes en la Jornada Mundial de la Juventud.

La ceremonia, que tuvo lugar en el Auditorio del Hotel Westin de Sidney, fue presidida por el arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), el cardenal Antonio María Rouco Varela.

Concelebraron junto a los obispos otros dos cardenales: el arzobispo de Toledo, el Antonio Cañizares, y el arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach.

En la homilía, según informa la Conferencia Episcopal Española, el cardenal Rouco, dio gracias a Dios por la Jornada Mundial de la Juventud, y, en especial por la nutrida presencia española, a pesar de la gran distancia que separa a España de Australia, y ha pedido para que los frutos de estos días sean abundantes.

El arzobispo de Madrid recordó la secular presencia misionera de españoles en Asia y animó a los jóvenes a seguir su ejemplo y tomarse la vida en serio, convertirse, y ser testigos de Cristo en el siglo XXI.

"Una experiencia de iglesia como ésta -destacó el cardenal Rouco Varela, dirigiéndose a los jóvenes-- tiene que servir para aclarar la verdadera vocación de vuestras vidas y para que respondáis de una manera generosa".

El cardenal repasó algunas de las ideas principales que ha desgranado Benedicto XVI en sus discursos en Australia, con especial incidencia en las "heridas de la creación que son también las heridas del hombre, porque son inseparables: el que abusa de la creación, abusa también del hombre".

Asimismo desenmascaró las tentaciones de la cultura de la muerte, como por ejemplo el aborto, y otras a las que se enfrentan de manera particular los jóvenes como la distorsión del verdadero sentido de la sexualidad, el alcohol o las drogas, que, con falsas promesas, apartan al joven de Dios y por tanto también de la verdadera felicidad.


 

Encarceladas comparten la experiencia de la Jornada Mundial de la Juventud

Como los jóvenes peregrinos, descubren la “lectio divina”

 

SYDNEY, sábado, 19 julio 2008 (ZENIT.org).- Un monje benedictino británico, el padre Laurence Freeman, ha llevado la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) a una prisión femenina de Sydney, dirigiendo la antigua forma de meditación cristiana típica de los monjes, la lectio divina, entre encarceladas.

La Cruz de la JMJ visitó antes de que comenzaran las Jornadas el Centro Penitenciario de Mujeres de Silverwater Women's Correccional, donde hay mujeres que siguen este estilo de oración desde hace seis años.

"Los guardias y las autoridades penitenciarias --dice el capellán-- subrayan que las mujeres que hacen esta meditación muestran una real mejoría en su comportamiento y en su estado general", explica el padre Freeman. La lectio divina constituye lectura orante de la Biblia.

"Con frecuencia hace falta algo de aliento, pues muchas detenidas han quedado traumatizadas o han sufrido abusos, pero después de algunas sesiones de meditación se producen lo que san Pablo llama los frutos del Espíritu: amor, paz, paciencia, autocontrol. Se convierten en experiencias interiores y no tanto en algo que puede verse externamente".

El padre Freeman afirma que las detenidas "están recibiendo auténtica asistencia y atención, así como guía espiritual, y en ese contexto la meditación logra tener significado para ellas".

El benedictino pensó hace meses que, dado que la Jornada Mundial de la Juventud involucraría a toda la ciudad de Sydney, también las detenidas debían poder tener la posibilidad de experimentar esa misma obra del Espíritu.

"Queríamos estar seguros de que entraran en contacto con la Jornada", dice explicando el motivo de la visita. "Mientras estábamos aquí sentados, en meditación con ellas, habíamos sentido que nos encontrábamos en el corazón de la Iglesia, que no está necesariamente donde se encuentra el Papa y los cardenales, pues también está con los pobres, los que sufren, las personas olvidadas".

Momentos de gracia

Los jóvenes también han podido disfrutar de las sesiones de meditación, basadas en la espiritualidad benedictina.

"La comprensión cristiana de la meditación consiste en que el Espíritu Santo está vivo en el centro de nuestro ser, de nuestro corazón, y en quedar fortalecidos por esto no sólo es algo que viene de fuera, sino que despierta nuestro interior", dice el padre Freeman. "Espero que tanto los peregrinos de la Jornada Mundial de la Juventud como las detenidas puedan experimentarlo".

La comunidad de meditación cristiana ha ofrecido sesiones a los jóvenes en la iglesia de Paddington Uniting en la calle Oxford.

Siguiendo la invitación de Benedicto XVI a encontrar tiempo para la reflexión en la euforia de las jornadas juveniles, el cardenal George Pell, arzobispo de Sydney, afirmó que este centro de meditación cristiana podría ser precisamente lo que necesitan los peregrinos.

"Muchas gracias tocarán vuestra vida en estos días", dijo el purpurado a los peregrinos en una visita al grupo de meditación. "Rezo para que las gracias de la oración contemplativa toquen también nuestro corazón y os enriquezcan para el resto de la vuestra vida".

"El tiempo pasado en silencio en el centro de meditación cristiana puede ser un momento para que recibáis esta gracia".

El padre Freeman reconoce que la lectio divina está viviendo un revival, convirtiéndose en una alternativa a la moda de la meditación budista.

Por Anthony Barich


 

Cardenal Maradiaga: “La JMJ no es un Woodstock católico"

Catequesis de este viernes del arzobispo de Honduras

 

SYDNEY, sábado, 19 julio 2008 (ZENIT.org).- En medio de un ambiente festivo y distendido, el arzobispo de Tegucigalpa (Honduras), cardenal Rodríguez Maradiaga se dirigía en la mañana a los jóvenes de habla hispana que están participando en la Jornada Mundial de la Juventud, en la tercera y última de las catequesis preparatorias organizadas para estos días previos a los actos culminantes, que se celebraran durante el fin de semana.

Esta vez, se trataba de profundizar sobre la idea de saberse enviados por el Espíritu Santo a dar testimonio del evangelio en el mundo. Los días anteriores, se habían tratado temas también relacionados con el Espíritu Santo, eje trasversal y leiv motiv de toda esta JMJ.

Con el estilo de san Juan Bosco, entre cantos y bromas, el cardenal, quien es también presidente de Cáritas Internacional, ha hablado a los jóvenes de la necesidad de dar razón y testimonio de la fe en el mundo. "El Señor nos llama urgentemente a ser testigos de su evangelio", decía, repitiendo una y otra vez las palabras de San Pablo: "El amor de Cristo nos apremia".

Entre los presentes en la catequesis, había jóvenes de la Diócesis de Monterrey (México), encargados de la animación litúrgica y pastoral, y de otros países latinoamericanos como Puerto Rico, Republica Dominicana o Venezuela. También acudieron jóvenes de las diócesis de Madrid, Alcalá y Getafe, así como de otros puntos de España. A todos ellos, el cardenal les recordaba que la Jornada Mundial de la Juventud "no es un Woodstock católico sin drogas ni alcohol, como algunos dicen, sino un testimonio del Espíritu Santo".

Por eso, exhortaba a los jóvenes a que estos días de encuentro no fueran para ellos más que el punto de partida de la fase verdaderamente importante de la JMJ: la de dar testimonio de su fe a su regreso, en sus ambientes cercanos y especialmente en las situaciones difíciles de la vida cotidiana. En este sentido, el cardenal hondureño recordaba a los jóvenes que, para afrontar los miedos, necesitamos la fuerza del Espíritu Santo, tal como reza el lema de esta XXIII Jornada Mundial, tomado del libro de los Hechos de los Apóstoles.

El obispo Maradiaga insistía en que no es necesario hacer grandes cosas para ser testigo de la fe, sino hacer lo que debemos hacer en cada momento, siendo fieles a nuestra fe en Cristo. Al respecto, presentaba a los jóvenes asistentes las figuras de los jóvenes santos salesianos Ceferino Namuncurá, Domingo Savio y Laura Vicuña, que supieron, a su corta edad, vivir la vida cristiana en profundidad. "No le pongamos trabas al Espíritu -añadía- para que pueda hacer de nosotros verdaderas obras de arte".

En otro momento de su alocución, el cardenal Oscar Rodríguez Maradiaga recordaba las palabras de Don Bosco: "Tristeza y melancolía, fuera de la casa mía", y explicaba a los jóvenes presentes que la idea de Don Bosco era que el que vive en Gracia de Dios vive la autentica alegría, la que brota del corazón, mientras que el que vive en el pecado esta triste. Y apuntaba: "Se han fijado ustedes en lo triste que esta el mundo? Pues esa es nuestra misión, irradiar la alegría, porque el mundo vive triste y necesita la alegría."

Antes de prepararse para presidir la Eucaristía, concelebrada junto con los otros 3 obispos y casi una veintena de sacerdotes presentes, lanzaba un último mensaje, en tono jocoso a los jóvenes: "San Pablo decía ‘Ay de mi, si no evangelizo! Pues, ay de ustedes, si la JMJ de Sydney se acaba en Sydney! Entonces, buena sepultura y que descansen en paz".


 

El Movimiento Juvenil Salesiano en la Jornada Mundial de la Juventud

Más de mil jóvenes se encontraron en Sydney con el rector mayor

 

SYDNEY, sábado, 19 julio 2008 (ZENIT.org).- El rector mayor de los Salesianos, Pascual Chávez, tuvo un encuentro en Sydney con más de mil jóvenes del Movimiento Juvenil Salesiano que asisten a la Jornada Mundial de la Juventud. Los jóvenes recibieron la catequesis de tres obispos.

El encuentro tuvo lugar el 16 de julio en el gimnasio de la escuela Don Bosco en Negandine, suburbio de Sydney. Estaban presentes grupos de jóvenes provenientes de las realidades salesianas de todo el mundo, sobre todo del área del Pacífico; "una mayoría que caracteriza este gran encuentro que ofrece una perspectiva de la Iglesia católica nueva y, quizá, futura", informa la agencia de noticias salesiana ANS.

Tras la catequesis llevada a cabo por tres obispos, monseñor Diarmuid Martin, arzobispo de Dublín (Irlanda); monseñor Daniel Flores, obispo auxiliar de Detroit (Estados Unidos), y monseñor Patrick Dunn, obispo de Auckland (Nueva Zelanda), tuvo lugar la celebración eucarística.

Fueron significativos el canto y, la danza al final de la celebración: sonidos y gestos ofrecidos por el grupo de Nueva Zelanda, que comunicaron la emoción de la oración.

La fiesta se trasladó al patio donde, en torno a una gran barbacoa, los jóvenes tuvieron ocasión de conocerse e intercambiar las propias experiencias con quienes provenían de otros países.

Estaban presentes más de mil jóvenes a los que se añadieron un centenar de adultos para el servicio de acogida. Por la tarde tuvieron tiempo libre y actuación de grupos musicales en espera de encontrarse con el rector mayor.

El centro de su intervención se resume en la invitación, más bien una verdadera recomendación, a no dejarse sustraer la fe, el amor y la esperanza.

Haciendo muchas referencias a las figuras de los jóvenes que maduraron su fe cristiana en el mundo salesiano, entre ellos Domingo Savio y la beata Laura Vicuña, dispuestos a gastarse hasta el final por la proclamación de la Buena Noticia, don Pascual Chávez subrayó que la Iglesia se confía cada vez a las nuevas generaciones llamadas a asumir la propia responsabilidad.

"Nadie más puede ocupar vuestro lugar -dijo el rector mayor--. No penséis que la Iglesia son los obispos, los sacerdotes, las religiosas. Sobre todo la Iglesia es Cristo, y a nosotros se nos pide hacer algo por El". Mucho jóvenes consideran que este mundo no se puede mejorar, pero con la misma actitud del Papa Benedicto XVI es necesario lanzar el llamamiento a que cada uno haga algo por el propio pueblo, como se propuso el beato Ceferino Namuncurá.

Don Frank Moloney, inspector de los salesianos de Australia y del Pacífico, al saludar al final de encuentro, subrayó que la presencia de don Chávez en la JMJ hay que considerarla como un signo de su voluntad de estar cercano a los jóvenes en esta significativa experiencia.

Por Nieves San Martín