Discurso de Benedicto XVI a la comunidad de la Hacienda
de la Esperanza
GUARATINGUETÁ, sábado, 12 mayo 2007 (ZENIT.org).-
Publicamos el saludo que Benedicto XVI dirigió este sábado dirigió a la Hacienda
de la Esperanza, comunidad para la recuperación de jóvenes toxicómanos y
alcohólicos, que acoge también a madres solas, a familias necesitadas, a
personas sin casa y a enfermos de sida en fase Terminal.
Antes del discurso del Papa, tomó la palabra Fray Hans Stapel, O.F.M., misionero
franciscano alemán que en 1979 fundó en Guaratinguetá, esta comunidad, inspirada
por el carisma de san Francisco de Asís y por la espiritualidad del Movimiento
de los Focolares. Las Haciendas de la Esperanza se han diseminado después por el
mundo. Hoy día hay 32 comunidades.
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Queridos amigos y amigas,
¡Finalmente estoy en la Hacienda Esperanza!
1. Con particular afecto, saludo a Fray Hans Stapel, Fundador de la Obra Social
Nuestra Señora de la Gloria, también conocida como Hacienda de la Esperanza.
Deseo desde ya congratularme por todos ustedes, por haber creído en el ideal de
bien y de paz que este lugar significa.
A todos los que en fase de recuperación, así como a los rehabilitados,
voluntarios, familias, ex internos y bienhechores de todas las haciendas
representadas que se encuentran en esta ocasión para encontrarse con el Papa, os
digo: ¡Paz y Bien!
Sé que aquí se encuentran reunidos los representantes de diversos países, donde
la Hacienda de la Esperanza posee sedes. Vinieron a ver el Papa. Vinieron a oír
y asimilar lo que él les quería decir.
2. La Iglesia de hoy debe reavivar en sí misma la conciencia de la tarea de
reproponer al mundo la voz de Aquél que dijo: «Soy la luz del mundo. Quien me
sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida» (Jn 8,12). Por
su parte, la tarea del Papa es renovar en los corazones esa luz que no ofusca,
pues quiere iluminar lo íntimo de las almas que buscan el verdadero bien y la
paz, que el mundo no puede dar. Un fulgor como éste, solo necesita un corazón
abierto a los anhelos divinos. Dios no fuerza, no oprime la libertad individual;
pide solo la apertura de aquel sagrario de nuestra conciencia por donde pasan
todo el aspiraciones más nobles, pero también afectos y pasiones desordenadas
que ofuscan el mensaje del Altísimo.
3. «He aquí que estoy a la puerta, y llamo: Si alguien oye mi voz y me abre la
puerta, entraré en su casa y cenaremos, yo con él y él conmigo» (Ap 3,20). Son
palabras divinas que tocan el fondo del alma y que mueven hasta sus raíces más
profundas.
A cierta altura de la vida, Jesús viene y toca, con suaves toques, en el fondo
de los corazones bien dispuestos. Con ustedes, Él lo hizo a través de una
persona amiga o de un sacerdote o, posiblemente, providenció una serie de
coincidencias para decir que son objeto de predilección divina. Mediante la
institución que los alberga, el Señor proporcionó esta experiencia de
recuperación física y espiritual de vital importancia para ustedes y sus
familiares. Además, la sociedad espera que sepan divulgar éste bien precioso de
la salud entre los amigos y miembros de toda la comunidad.
¡Ustedes deben ser los embajadores de la esperanza! Brasil posee una
estadística, de las más relevantes, en lo que respecta a dependencia química de
drogas y estupefacientes. Y América Latina no se queda atrás. Por eso, digo a
los que comercializan la droga que piensen en el mal que están provocándoles a
una multitud de jóvenes y de adultos de todos los segmentos de la sociedad: Dios
se los va a cobrar. La dignidad humana no puede ser pisoteada de esta manera. El
mal provocado recibe la misma reprobación hecha por Jesús a los que
escandalizaban a los “pequeñitos”, los preferidos de Dios (cf. MT 18, 7-10).
4. Mediante una terapia, que incluye la asistencia médica, psicológica y
pedagógica, pero también mucha oración, trabajo manual y disciplina, ya son
numerosas las personas, sobretodo jóvenes, que consiguieron librarse de la
dependencia química y del alcohol y recobrar el sentido de la vida.
Deseo manifestar mi aprecio por esta Obra, que tiene como base espiritual el
carisma de San Francisco y la espiritualidad del Movimiento de los Focolares.
La reinserción en la sociedad constituye, sin duda, una prueba de la eficacia de
la iniciativa de ustedes. Pero lo que más llama la atención, y confirma la
validez del trabajo, son las conversiones, el reencuentro con Dios y la
participación activa en la vida de la Iglesia. No basta curar el cuerpo, es
necesario adornar el alma con los más preciosos dones divinos conquistados a
través del Bautismo.
Vamos a agradecer a Dios por haber querido colocar tantas almas en el camino de
una esperanza renovada, con el auxilio de Sacramento del perdón y de la
celebración de la Eucaristía.
5. Queridos amigos, no podría dejar pasar esta oportunidad para agradecer
también a todos los que colaboran material o espiritualmente para dar
continuidad Obra Social Nuestra Señora de la Gloria. Que Dios bendiga a Fray
Hans Stapel y Nelson Giovanelli Ros por haber acogido su invitación para que
dediquen su vida a ustedes. Bendiga también a todos los que trabajan en esta
Obra: los consagrados y las consagradas; los voluntarios y las voluntarias. Una
bendición especial va para todas las personas amigas que la sostienen:
autoridades, grupos de apoyo y todos que aman a Cristo presente en éstos sus
hijos predilectos.
Mi pensamiento va ahora a la muchas otras instituciones del mundo entero que
trabajan para restituir la vida, y vida nueva, a éstos nuestros hermanos
presentes en nuestra sociedad, y que Dios ama con un amor preferencial. Pienso
también en los muchos grupos de Alcohólicos Anónimos y de Narcóticos Anónimos, y
en la Pastoral de la Sobriedad que ya trabaja en muchas comunidades, prestando
sus generosos auxilios en favor de la vida.
6. La proximidad del Santuario de Aparecida nos asegura que la Hacienda de la
Esperanza nació bajo sus bendiciones y su mirada maternal. Hace mucho que vengo
pidiendo a la Madre, Reina y Patrona del Brasil, que extienda su manto protector
sobre los que participarán en la V Conferencia General del Episcopado de América
Latina y del Caribe. La presencia de ustedes aquí, supone una ayuda considerable
para el éxito de esta gran asamblea; pongan sus oraciones, sacrificios y
renuncias en el altar de la Capilla, ciertos de que, en el Santo Sacrificio del
Altar, estas ofrendas subirán a los cielos como un suave aroma en la presencia
del Altísimo. Cuento con su ayuda. Que San Fray Galvão y Santa Crescencia
amparen y protejan a cada uno. A todos ustedes bendigo en nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
[Traducción distribuida por el Consejo Episcopal Latinoamericano
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