CIUDAD
DEL VATICANO, domingo, 28 enero 2007 (ZENIT.org).-
Publicamos la intervención que pronunció Benedicto XVI este domingo a mediodía
con motivo de la oración mariana del Ángelus.
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Queridos hermanos y hermanas:
El calendario litúrgico recuerda hoy a santo Tomás de Aquino, gran doctor de la
Iglesia. Con su carisma de filósofo y de teólogo, ofrece un válido modelo de
armonía entre razón y fe, dimensiones del espíritu humano, que se realizan
plenamente cuando se encuentran y dialogan. Según el pensamiento de santo Tomás,
la razón humana, por así decir, «respira», es decir, se mueve en un horizonte
amplio, abierto, en el que puede experimentar lo mejor de sí misma. Sin embargo,
cuando el hombre se limita a pensar sólo en objetos materiales y experimentables,
se cierra a los grandes interrogantes de la vida, sobre sí mismo y sobre Dios,
se empobrece. La relación entre fe y razón constituye un serio desafío para la
cultura actualmente dominante en el mundo occidental y, precisamente por este
motivo, el querido Juan Pablo II quiso dedicarle una encíclica, que lleva
precisamente por título «Fides et ratio», Fe y razón. Retomé yo también este
argumento recientemente, en el discurso a la Universidad de Ratisbona.
En realidad, el desarrollo moderno de las ciencias trae innumerables efectos
positivos, que hay que reconocer siempre. Al mismo tiempo, sin embargo, hay que
admitir que la tendencia a considerar verdadero sólo lo que se puede
experimentar constituye un límite para la razón humana y produce una terrible
esquizofrenia, evidente para todos, por la que conviven racionalismo y
materialismo, hipertecnología e instintos desenfrenados.
Es urgente, por tanto, redescubrir de una manera nueva la racionalidad humana
abierta a la luz del «Logos» divino y a su perfecta revelación que es
Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre. Cuando la fe cristiana es auténtica no
mortifica la libertad ni la razón humana; entonces, ¿por qué la fe y la razón
deben tenerse miedo, si al encontrarse y al dialogar pueden expresarse de la
mejor manera?
La fe supone la razón y la perfecciona, y la razón, iluminada por la fe,
encuentra la fuerza para elevarse al conocimiento de Dios y de las realidades
espirituales. La razón humana no pierde nada al abrirse a los contenidos de fe,
es más, estos exigen su libre y consciente adhesión.
Con una sabiduría de amplias miras, santo Tomás de Aquino logró instaurar una
confrontación fecunda con el pensamiento árabe y judío de su tiempo, de manera
que es considerado como un maestro siempre actual de diálogo con las demás
culturas y religiones. Supo presentar esa admirable síntesis cristiana entre
razón y fe que para la civilización occidental representa un patrimonio
precioso, al que se puede recurrir también hoy para dialogar eficazmente con las
grandes tradiciones culturales y religiosas del este y del sur del mundo.
Recemos para que los cristianos, especialmente los que se mueven en el ámbito
académico y cultural, sepan expresar el carácter razonable de su fe y
testimoniarlo con un diálogo inspirado por el amor. Pidamos este don al Señor
por intercesión de santo Tomás de Aquino y sobre todo de María, Sede de la
Sabiduría.