I

EL HOMBRE, CRIATURA DE DIOS

 

NOTA PRELIMINAR

30 El Antiguo Testamento va dirigido a los «hijos de Abraham», o sea, a unas personas determinadas, que viven en una comunidad concreta, para invitarles a vivir en una fidelidad plena a la alianza del Sinaí. Al querer descubrir por qué conviene adherirse a Dios con absoluta confianza y con completa obediencia, se va más allá de la condición particular de cada uno y, trascendiendo la categoría del pueblo elegido, se llega al hombre en sí mismo, en cuanto que depende totalmente de Dios, en su actuación yen sus obras. Esta penetración del fenómeno humano se concreta en la Biblia en un esquema histórico, en el que se parte de los anteceden-tes del pueblo escogido hasta llegar al momento en que el hombre, por obra de Dios creador, aparece en el universo.

Esta misma manera de proceder es la que se observa en el Nuevo Testamento, cuando se asciende de nuevo al momento de la creación, especificando que el hombre ha sido creado por Cristo, en Cristo y hacia Cristo.

Finalmente, el pensamiento teológico expone los aspectos fundamentales de una visión .cristiana del mundo en general y del hombre en particular, volviendo a recorrer el mismo camino, esto es, explicando las relaciones que hay entre Dios y el hombre, dentro de las categorías del ejemplarismo, afirmando que-Dios llevó a cabo su obra, con decisión libre, para realizar una participación de su propia perfección.

Inspirándonos en este proceso de pensamientos, dividimos esta primera parte en tres capítulos, presentando la función antropológica de la creación del hombre, según el Antiguo Testamento (c. 1), según el Nuevo Testamento (c. 2) y según la especulación patrístico-escolástica (c. 3).