Vicente González: Un filósofo convertido
leyendo a Santa Teresa
Buscaba el placer en el estudio y el sexo hasta que leyó a Santa Teresa de
Ávila. Un catedrático emérito se convierte al leer la biografía de la mística.
Vicente González Pérez, catedrático emérito, enseñaba filosofía y psicología en
Guernica, Vizcaya mientras estaba inmerso en el intelectualismo y en una vida
sin frenos morales. Alejado de Dios, iba a misa sólo por acompañar a su esposa.
«Tenía una buena formación religiosa pero perdí mi fe en la universidad»,
explica refiriéndose a sus estudios de Pedagogía, Psicología y Filosofía en la
Complutense.
«El ambiente, salir, las fiestas... Yo perdí la moral y al perder la moral se
pierde la fe. Siempre es así, primero te dejas llevar, como yo a los 23 años, de
mis apetitos, de mis instintos y entonces, como no puedes controlarlos, pierdes
la fe. Cuando ya has perdido la moral y vives libertinamente, dejándote llevar
de todas tus pasiones, entonces ya no te interesa que Dios exista para que no te
reproche nada; entonces caes en el agnosticismo o en el ateísmo. Porque cuando
no se es capaz de vivir como se piensa, como se cree, se termina justificando
como vives. Eso es lo que me pasó a mí», confiesa el ex catedrático.
Vicente González aprobó las oposiciones de Filosofía a la primera y fue
destinado al País Vasco como docente. A pesar de que ya estaba casado y tenía
dos hijos, no se resistía a vivir las fiestas sexuales en «las noches en París»
con su esposa.
Dios me esperaba a mis 40
«En el País Vasco me esperaba Dios a mis 40 años. Allí comenzó mi conversión.
Seguí preparando la cátedra de Filosofía. Un día, estaba con un libro del
filósofo francés que tanto me encanta, Henry Bergson, y leo esta frase: vosotros
los españoles tenéis en la mística la más alta filosofía, vuestros grandes
místicos Teresa de Jesús y Juan de la Cruz han conseguido de un salto lo que
nosotros los filósofos no somos capaces de conseguir ».
«Me quedé helado, abrí de par en par los ojos. ¿Pero cómo es posible! ¿Es que
los filósofos y los místicos buscan lo mismo? Yo, que tenía una gran admiración
por Henry Bergson, me sorprendió saber que él admiraba a los místicos. Entonces
me fui derecho a Teresa de Jesús y empecé a leer su autobiografía. Me pasó algo
similar a los que le pasó a Edith Stein, discípula de Husserl», (la intelectual
judía que se convirtió al catolicismo leyendo la vida de Santa Teresa de Jesús),
explica González. «La empecé a leer y leer. Lloraba y lloraba y cuando llegué al
capítulo noveno, al capítulo de la conversión, pues me pasó algo similar a lo
que le pasó a Santa Teresa: veía que ahí estaba el camino de la verdad. Seguí
leyendo y comprobando la cantidad de experiencias a lo largo de su encuentro con
Dios y te va retando constantemente como verá quien lo hubiere probado, como
verá quien lo hubiere probado , o sea que ella te dice y si no me crees,
practícalo, experiméntalo . Aquella lectura me hizo un inmenso bien. Entonces
comenzó un camino de desprendimiento y dejé la afanosa búsqueda del placer».
«Nos podemos encontrar con Dios en el camino estrecho», asevera. Y concluye: «Arcta
est via quae ducit ad vitam (estrecha es la vía que conduce a la vida)».
Tomado de Mónica Vázquez, "La Razón", 22.X.03