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¿ETIQUETAS O FILACTERIAS?

Una interpretación literal del pasaje bíblico "atarás las palabras de esta ley sobre tu mano y sobre tu frente" originó en el judaísmo rabínico el uso de las filacterias. Eran unas cajitas cuadradas conteniendo cuatro escritos de la ley mosaica que se ataban sobre la frente y el brazo izquierdo. Estos adornos venían a significar los valores que debían presidir la vida de los que los ostentaban y, en último término, presentaban a su Dios. Los doctores de la Ley añadían a esto el tallit o manto largo de ceremonia, especie de muceta dignificadora.

En la actualidad, se puede decir que más que vestir "de etiqueta" lo que se lleva es vestir con etiquetas. Las pequeñas tiras con el nombre del fabricante, que antes se ocultaban al realizar la confección, ocupan ahora un lugar preferente y bien visible. Más que la adecuación o la calidad real de la prenda, lo que importa es la marca (casi siempre extranjera). De poco sirve que una blusa, un cinturón, unos vaqueros o unos zapatos sean estéticamente admirables. Si no se lee con facilidad la etiqueta que marca la diferencia, puede decirse que para mucha gente el portador de tales prendas va "sin vestir".

Al igual que en el caso del judaísmo, se hacen así patentes los nuevos valores, los nuevos dioses y también las viejas esclavitudes. El mismo reloj de pulsera queda convertido de esta forma en filacteria que indica nuestra adoración y acatamiento a la loca velocidad con la que se desarrolla nuestro vivir. No se trata de negar las cualidades que estas prendas etiquetadas (o estas etiquetas emprendadas) puedan tener, ni de una llamada a vestir contra la moda. Lo que importa es descubrir, también a través de estos detalles, cuál es el real sentido de nuestra vida, cuáles son nuestros auténticos dioses y cuáles nuestras aceptadas esclavitudes.

EUCARISTÍA 1988, 53