Autor: Jesús de las Heras Muela
Fuente: ECCLESIA
Sufrir con esperanza es sufrir de otra manera
Catequesis de Benedicto XVI en “Spe slavi” sobre el sentido cristiano del dolor desde la esperanza cristiana.
La encíclica de Benedicto XVI “Spe salvi” es también
un hermosa catequesis sobre el sentido cristiano del sufrimiento humano. El
sufrimiento, una realidad ineludible que acaba la vida del hombre, de todo
hombre y de todos los tiempos, es lugar para el aprendizaje y para el
ejercicio de la esperanza, de la gran esperanza, de la esperanza en que fuimos
y somos salvados.
Para superar el dolor
“Es cierto –señala el Papa- que todos debemos hacer lo posible para superar el
sufrimiento, pero extirparlo del mundo por completo no está en nuestras manos,
simplemente porque no podemos desprendernos de nuestra limitación”. “Lo que
cura al hombre –continúa Benedicto XVI- no es esquivar el sufrimiento y huir
ante el dolor, sino la capacidad de aceptar la tribulación, madurar en ella y
encontrar en ella un sentido mediante la unión con Cristo, que ha sufrido con
amor infinito”.
Por ello, “una sociedad –detecta con sagacidad el Santo Padre- que no logra
aceptar a los que sufren y no es capacidad de contribuir mediante la com-pasión
a que el sufrimiento sea compartido y sobrellevado, es una sociedad cruel e
inhumana”. Es una sociedad que aparta el dolor, que no quiere verlo y puede
precipitarse por la senda de la eliminación, “dulce” y regulada, de las
personas que sufren y no son ya útiles a los ojos meramente materialistas y
productivistas, a los ojos que solo creen en el éxito, el poder y la belleza.
Bálsamo del alma
La esperanza cristiana ilumina el sentido del sufrimiento y la dignidad
sagrada e inviolable de los que sufren, que, antes o después, en mayor o en
menor, somos o seremos todos. “En la historia de la humanidad, la fe cristiana
–subraya Benedicto XVI- tiene precisamente el mérito de haber suscitado en el
hombre, de manera nueva y más profunda, la capacidad de estos modos de sufrir
que son decisivos para su humanización. La fe cristiana nos ha enseñado que
verdad, justicia y amor no son simplemente ideales, sino realidades de enorme
densidad”, compartidas, asumidas y redimidas por Jesús, el hombre perfecto,
para quien el hombre tiene tan gran valor que El mismo –Jesucristo- se hizo
hombre para com-padecer por nosotros.
Las pequeñas y las grandes contrariedades y sufrimientos de cada día
encuentran un sentido y contribuyen a fomentar el bien y el amor en medio de
la humanidad. Sufrir con esperanza es sufrir de otra manera. Es hallar el
bálsamo del alma. Es escuela y ejercicio de la única y verdadera esperanza. La
esperanza en la que somos salvados, la esperanza en y del Varón de Dolores, en
cuya cruz resucitada la gracia está en el fondo de la pena y la salud está
naciendo de la herida.