Autor: José Barros
Guede
Fuente:
www.revistaecclesia.com
¿Qué es la tradición oral?
En aquel tiempo, la tradición oral era el medio tradicional y popular de recoger y trasmitir los hechos y dichos de un personaje a los demás
Jesús Nazareno no escribió
nada, solo habló, predicó, hizo el bien y fundó el Reino de Dios o de la Vida
Eterna en los Cielos, de carácter escatológico, que se incoa aquí, en la
Tierra, para aquellos que le siguen creyendo, esperando y amando a Dios y a
las personas humanas como hermanos. Este Reino de Dios en esta vida se llama
Iglesia Cristiana.
Jesús habló y predicó utilizando un lenguaje concreto,
sencillo y popular en su conversación y en su predicación. Se valía de
parábolas y comparaciones de gran encanto natural y de palabras y frases de
gran contenido moral y espiritual dichas con autoridad; de forma que el
personal del Templo de Jerusalén mandado por sus jefes judíos para prenderle
no se atrevieron hacerlo, porque, decían, “nunca nadie habló como este hombre”
( Jn.7, 46).
Cómo surgió la tradición oral
En aquel tiempo, la tradición oral era el medio
tradicional y popular de recoger y t rasmitir los hechos y dichos de un
personaje a los demás. Los alumnos rabínicos que escuchaban dichos y hechos a
sus maestros, los trasmitían de memoria y de palabra a los demás sin escribir
nada. De esta manera, oralmente, los discípulos, testigos directos de Jesús
Nazareno, transmitieron sus dichos y hechos a los demás cristianos de la
primitiva comunidad, que más tarde recogen por escrito llamándoles Evangelios.
De este modo, también más tarde, nacen el libro judío Talmud y el libro Corán
islamista.
Contenido de la tradición oral
La tradición oral evangélica comprende un tiempo de
veinte a treinta años, que van desde la venida del Espíritu Santo sobre los
apóstoles hasta la redacción escrita de los Evangelios. Recoge los hechos y
dichos de Jesús relatados por los apóstoles, por sus familiares,
particularmente, por su madre, María, y por los demás discípulos que los
transmiten a otros fieles.
Los hechos de Jesús Nazareno de dar de come r al
pueblo de Israel, perdonarle sus pecados, curar a los enfermos y resucitar a
los muertos y sus discursos y sentencias quedaron grabados fuertemente en la
memoria y el corazón de todos ellos; de tal modo, que los recordaban
personalmente y los relataban públicamente en sus reuniones y celebraciones
eucarísticas sin necesidad de ponerlos por escrito.
Importancia de la tradición oral
Esta transmisión oral de los relatos de dichos y
hechos de la vida de Jesús sigue el esquema siguiente que, más tarde, seguirán
los autores de los Evangelios escritos: la preparación de su ministerio, la
predicación del Reino de Dios en Galilea, su sermón de la montaña, sus
sentencias, sus milagros, sus comparaciones y consejos, su estancia y muerte
en Jerusalén, su resurrección, su vida de resucitado, su ascensión a los
cielos y la venida del Espíritu Santo.
La primitiva comunidad cristiana de Jerusalén fue
creciendo en número de fieles y creyentes. Sinti ó la necesidad de extenderse
su fe a los ámbitos griegos y judíos de la diáspora. Para esta misión, provee
a sus misioneros de unos pequeños recordatorios evangélicos, escritos en
griego, sin ser los actuales Evangelio, que relatan y sostienen la tradición
oral básica de los dichos y hechos de Jesús Nazareno. En estos primeros
tiempos, los discípulos de Jesús se llamaban, al principio, nazarenos o
hermanos, pasando a llamarse cristianos, más tarde, y por primera vez en
Antioquia.
Papías, obispo de Frigia, hacía el año 130, confesaba,
que prefería la tradición oral al contenido de los libros. Séneca ponía la
palabra viva por encima de la palabra escrita. De ahí, la importancia de la
tradición oral de la primitiva comunidad cristiana de Jerusalén como fuente
primaria de la fe cristiana y origen de los Evangelios. De ahí, su gran valor
histórico y dogmático.
La tradición oral: orígen de los Evangelios
Los Evangelios, palabra griega que sig nifica buena
noticia, relatan por escrito los hechos y dichos de Jesús Nazareno. Tienen
partes comunes y partes propias. Los escritores evangelistas tomaron las
partes comunes de la tradición oral cristiana de la primera comunidad de
Jerusalén, y añadieron a la parte común la parte propia. De este modo, nacen
cada uno de los cuatro Evangelios.
Así, Mateo, discípulo directo de Jesús, añade a la
parte común evangélica, su parte propia que es lo él vio y oyó y que no recoge
la parte común. Marcos, que no es testigo directo, le añade a la parte común
evangélica, lo que Pedro, testigo directo de Jesús, le relató. Lucas, que no
es testigo directo, añade a la parte común, lo que vieron y oyeron los
familiares de Jesús Nazareno, tales como María, madre de Jesús, y Juana,
esposa de Cuza e intendente de la casa de Herodes Antipas, y lo que oyó decir
a Pablo de Tarso. Juan, testigo directo, añade a la parte común evangélica, lo
que vio y oyó a Jesús y que no recoge la parte común.
El Evangelio de Mateo, escrito primero en arameo
entre los años 50 al 53 y dirigido a los judíos, es traducido al griego sobre
el año 64. El Evangelio de Marcos, escrito en griego entre los años 55 al 62,
está dirigido a la Iglesia Romana de entonces. El Evangelio de Lucas, escrito
en griego en el año 63, el más completo y ordenado, está dirigido a todas las
comunidades gentiles de lengua griega.
El Evangelio de Juan está escrito entre los años 96 al
104, en Éfeso, para completar los tres Evangelios anteriores y dar respuesta a
los ambientes filosóficos helenistas que negaban la divinidad de Jesús
Nazareno. Es el más espiritual y más divino de todos. Manifiesta que Jesús
Nazareno es la revelación del Verbo e Hijo de Dios Padre, el Cristo (Mesías),
camino, verdad, vida, pan de vida eterna y salvador de la humanidad para
cuantos le crean, sigan y amen.
Anteriormente, Juan, discípulo predilecto de Jesús
junto con Pedro y Santiago, el Mayor, ya habido escrito el Apocalipsis, entre
los años 92 al 96, y un poco más tarde, sus tres cartas apostólicas.