Presupuestos teológico-pastorales y espiritualidad de la Nueva Evangelización.

Ángel Salvatierra
Secretario Ejecutivo de la Comisión de Magisterio de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana.

 

Contenido: Este trabajo tiene como base el texto de la ponencia doble presentada en el "Curso-Seminario «Hacia la IV Conferencia»", organizado por el Departamento de Vida Consagrada del CELAM y realizado en Bogotá del 16 al 26 de marzo de 199 2. Está enriquecido con el Documento de la IV Conferencia De Santo Domingo y el Discurso Inaugural del Papa en ella. Se advierte que las referencias al Documento de Santo Domingo están tomadas del texto entregado a los delegados al término de la Conferenc ia. No es la versión oficial, que requiere de la aprobación del Santo Padre.

Indice de contenido:

1. INTRODUCCION

2. PRESUPUESTOS TEOLOGICO-PASTORALES DE LA NUEVA EVANGELIZACION

2.1 Hilo conductor de la práctica pastoral

2.2 Liberación, comunión e inculturación

2.3 Ejes fundamentales

2.3.1 Anuncio de Jesucristo

Jesucristo, principal lugar teológico

Encarnación y misterio pascual

Jesús histórico

Lectura de la Palabra de Dios

2.3.2 Opción preferencial por los pobres

Elementos básicos de la opción

Los pobres, víctimas de sus semejantes y preferidos de Dios

La opción por los pobres, exigencia evangélica

Por, desde y con los pobres

Pobres de espíritu

2.3.3 La Iglesia, comunidad de seguidores de Jesús

Despertar del sentido de Iglesia

Al servicio del Reino

Iglesia-comunidad

Iglesia de los pobres

Iglesia particular, ministerial y autóctona

Iglesia misionera

2.3.4 Otros presupuestos

Dignidad humana

Compromiso temporal

La realidad, lugar teológico

Ecumenismo

3. ESPIRITUALIDAD DE LA NUEVA EVANGELIZACION

3.1 Aspectos generales de la nueva espiritualidad

3.1.1 Cuestionamiento a la espiritualidad tradicional

3.1.2 Nueva experiencia de Dios

3.2 Seguimiento de Jesucristo

Jesucristo, camino, verdad y vida

Caridad pastoral

Espiritualidad bíblica

María, seguidora de Jesús

3.3 Opción por los pobres

Opción por los pobres en seguimiento de Jesús

Infancia espiritual, condición del compromiso con los pobres

Liberación, solidaridad e inserción

Inculturación

3.4 Vida comunitaria

Opción por la comunidad

Comunidad y soledad

Coordinación pastoral, experiencia de fraternidad

Conflicto y reconciliación

3.5 Otras dimensiones de la nueva espiritualidad

Espiritualidad del compromiso

Actitud de diálogo

Actitud misionera

3.5 Los mártires, testigos de la Nueva Evangelización

1.INTRODUCCION

Este trabajo se ubica en el contexto de la IV Conferencia General de Santo Domingo. Su marco de referencia es, por tanto, la Nueva Evangelización (NE), que, según S.S. Juan Pablo II, implica novedad en el ardor, en los métodos y en la expresión1 . La e spiritualidad y los presupuestos teológico-pastorales son precisamente esa novedad en el ardor, en los métodos y en la expresión que se requiere.

Antes de entrar en el tema, quisiera exponer en qué consiste la Nueva Evangelización2 . Hablar de NE es reconocer que existió una antigua o primera. Comienzo presentando lo que no es. El mismo Papa nos indica que no es re-evangelización, cual si la primera evangelización hubiera sido un fracaso. Tampoco es novedad en ruptura, ni una especie de maquillaje superficial. Tampoco se trata de uniformar a toda la Iglesia, ni de un simple tema de estudio o un mero proyecto para el futuro sin sust ento pastoral en el presente.

¿Qué es entonces la Nueva Evangelización? En forma positiva podemos describirla como una nueva etapa de la evangelización ya iniciada, adaptada a las circunstancias actuales. Supone partir de los ricos y abundantes valores que ha dejado la prime ra evangelización, para profundizarlos y complementarlos corrigiendo las deficiencias anteriores. Surge como respuesta a los problemas que presenta la realidad de nuestro continente. Implica una práctica pastoral que va actualizando y anticipando la NE. E s un proyecto para toda la Iglesia, planetario, regional y complementario, avalado por la práctica pastoral de nuestra Iglesia. Viene a ser la proclamación actualizada del Evangelio de Jesucristo, a partir de sus raíces más profund as, teniendo en cuenta las luces y sombras de la evangelización y los desafíos actuales.

Para profundizar lo que representa la NE con todas sus implicaciones, debemos estar atentos a la marcha de nuestra Iglesia en las últimas décadas. Se trata de descubrir cuál es el camino eclesial seguido en coherencia con el Evangelio y en respuesta a los desafíos actuales. Esta es la fuente de que se nutre la reflexión teológica y la espiritualidad junto con las fuentes de la revelación, la Sagrada Escritura y la Tradición, interpretadas auténticamente por el Magisterio3 .

El tema general de este trabajo incluye dos temas, que podrían estudiarse por separado: 1) Presupuestos teológico-pastorales de la Nueva Evangelización; 2) Espiritualidad de la Nueva Evangelización. De todos modos, veo algo importante en unirlos: con f recuencia estamos acostumbrados a considerar la espiritualidad como una dimensión ajena a la teología y esta, al margen de aquella. En la corriente eclesial que viene del Vaticano II, Medellín y Puebla comienzan a verse la cosas de otra manera. La espirit ualidad es fuente de donde arranca la reflexión teológica, pues esta es una manera de hablar de Dios; pero de Dios solo cabe hablar cuando se le ha acogido en el silencio de la contemplación y en la práctica del amor fraterno. La teología es "acto segundo ", que supone necesariamente el "acto primero" de la experiencia de Dios en la oración, el amor y el compromiso de fe.

En coherencia con esto habría que comenzar por la espiritualidad, como "acto primero" original del encuentro con Dios, para fundamentar los presupuestos teológico-pastorales. En este estudio, sin embargo, vamos a invertir el orden de esos aspectos, ini ciando por los presupuestos teológico-pastorales, que se refieren a la expresión y a la metodología. La dimensión de espiritualidad aparece en la segunda parte de este trabajo.

Este cambio no altera los resultados, pues para el estudio de este tema partiremos de la práctica eclesial, a fin de reflexionar sobre ella. Para ello tomaré como base principal de esta exposición mi larga experiencia pastoral en América Latina, de cas i treinta años, compartida siempre en equipo4 . Las citas puntuales a lo largo del texto sirven para avalar mi exposición, pero no siempre la fundamentan, excepto cuando se refieren a la Palabra de Dios y al Magisterio de la Iglesia5 .

2. PRESUPUESTOS TEOLOGICO-PASTORALES DE LA NUEVA EVANGELIZACION

2.1. HILO CONDUCTOR DE LA PRACTICA ECLESIAL

Me atrevo a dar entrada al tema haciendo una descripción de lo que se pudiera denominar "hilo conductor de la práctica eclesial". Este se puede sintetizar con unos rasgos fundamentales, que expresan la vitalidad y fecundidad de la Iglesia latinoamerica na en los años que corren desde el Concilio.

Este hilo conductor o eje articulador tiene como raíces profundas la Palabra de Dios y la vida de los pobres. Implica la opción preferencial por los pobres, considerados como sujetos de la evangelización, haciendo hincapié en llegar a los más pobres. D icha opción es resultado, sobre todo, de una lectura y reflexión de la Palabra de Dios que ilumina la realidad. Conlleva la presencia y la participación creciente de los pobres, y de los laicos en general, en las tareas de la evangelización, el potenciar la vida comunitaria y fraterna, el trabajo con esfuerzo propio (frente al paternalismo), la mística del compartir, el caminar al estilo y ritmo de los pobres, la unión fe-vida, el asumir la cultura y la religiosidad del pueblo, la promoción de servicios y ministerios laicales, la dimensión misionera, el apoyo a las organizaciones auténticamente populares, etc.

Es preciso resaltar el aspecto que considero central: la espiritualidad que se va gestando. De este modo vemos desde el principio la relación entrañable entre las dos partes de este trabajo.

La referencia al Reino de Dios, el seguimiento de Jesucristo, la gratuidad del Reino, el pobre como protagonista del Reino y como mediación privilegiada del amor a Nuestro Señor (cf. Mt 25,31-46), la vivencia profunda de la fe como compromiso de vida, la exigencia de la vida fraterna y del compartir, la celebración en la fe de la fraternidad alcanzada ya o anhelada para todos los hombres, la inserción en el mundo de los pobres para aprender de ellos son otros tantos aspectos de esta espiritualidad, en que renace la Iglesia de Jesús. No es la espiritualidad de la fuga del mundo, sino del compromiso.

La evangelización resulta así, ante todo, ser evangelizados por los pobres: por su cruda realidad, que es consecuencia del rechazo del plan de Dios, por su capacidad de resistencia en situaciones infrahumanas, y por su vivencia de los valores evangélic os, cuando ellos mismos han sido evangelizados por la fuerza de la Palabra.

Teniendo en cuenta esta referencia básica de la práctica eclesial, buscamos descubrir los presupuestos teológico-pastorales, e.d. aquellos aspectos fundamentales que están a la base de este proceso6 .

2.2. LIBERACION, COMUNION E INCULTURACION

En los años que siguen al Concilio Vaticano II vemos surgir varias ideas-clave que inspiran la acción pastoral de la Iglesia y la reflexión teológica. La primera, y la más fecunda hasta ahora, es la de liberación, que conduce a desarrollar l a teología que lleva dicho nombre. Podríamos decir que esta clave inspiró la Conferencia de Medellín, quien a su vez le dio un espaldarazo oficial. Sin separarse de esta clave, en la Conferencia de Puebla se abre paso una nueva clave, la de comunión y participación. Ultimamente va entrando en la conciencia eclesial la clave de la inculturación, que ha sido uno de los temas tratados en la Conferencia de Santo Domingo7 .

En la corriente eclesial más coherente con Medellín y Puebla, esta última clave no se aparta de las anteriores, y particularmente de la de liberación8 , sino que les aporta una perspectiva nueva que lleva a profundizar la liberación y la comunión: solo desde la propia identidad cabe liberación auténtica y se puede hablar de comunión que enriquezca mutuamente a las personas y los pueblos. Liberación, comunión e inculturación se articulan como dimensiones de un mismo proceso eclesial y pastoral, que trat a de responder a los nuevos desafíos de la realidad.

Se podría hacer un desarrollo del tema que nos ocupa a partir de esas tres ideas-clave, como lo hace el P. José María Arnaiz, S.M.9 . Con todo, por razones prácticas, me resulta más convincente presentar los presupuestos teológico-pastorales no a parti r de unas ideas-clave, que se prestan a discusiones teóricas y a ideologizaciones, sino en base a las personas que definen el anuncio del Evangelio: Jesucristo, los pobres y la Iglesia.

Por otra parte, pienso que no sería útil desarrollar únicamente el contenido formal de tales ideas-clave y de sus mutuas relaciones. De ahí, pues, voy a ofrecer un panorama de los presupuestos teológico-pastorales que inspiran la acción eclesial, entre los cuales constan dichas ideas-clave.

Veremos que los presupuestos teológico-pastorales corresponden a lo que a veces se denomina "contenido y características de la Nueva Evangelización"10 . Me limitaré a subrayar algunos aspectos que considero los más fecundos en el trabajo pastoral.

2.3. EJES FUNDAMENTALES

Los presupuestos teológico-pastorales o ejes fundamentales de la NE son lugares de fecundidad y creatividad pastoral y también de tensión y conflicto. Podemos decir que, en ellos, todos se unen y se dividen en la Iglesia. De ahí la necesidad de afinar en la perspectiva y fundamentación evangélica de los mismos y de leer correctamente el proceso de nuestra Iglesia con ojos de fe.

2.3.1. Anuncio de Jesucristo

El anuncio de Jesucristo está siendo clave fundamental del trabajo pastoral en América Latina. Pero está siendo también lugar de conflicto. No tenemos el problema de la negación de Dios como en Europa. No existe, pues, el conflicto entre creyentes y no creyentes. Todos (casi todos) dicen creer en Dios y en Jesucristo. El problema es saber quién es Dios y quién es Jesucristo entre nosotros.

Veamos primeramente cómo se anuncia a Jesucristo en nuestra Iglesia, destacando aspectos fundamentales que no siempre tuvieron el lugar necesario en la evangelización.

Jesucristo, principal lugar teológico

No hay duda que el principal lugar teológico es Jesucristo. Pero no se trata de una mera afirmación de fe. En la práctica de nuestra Iglesia, el anuncio de Jesucristo ocupa el lugar central y es la fuente principal de su dinamismo11 . Dicho anun cio es fruto en gran medida de la recuperación de la Palabra de Dios por parte del pueblo católico.

Jesucristo es la PALABRA DE DIOS encarnada, que nos revela el rostro de Dios Padre, pues es su propio Hijo, y nos revela asimismo el rostro del hombre, pues es el Hombre Perfecto.

En el anuncio de Jesucristo se subrayan varios aspectos que, si bien pertenecen a la Tradición perenne de la Iglesia, no siempre tuvieron todo su vigor en la práctica pastoral: afirmación simultánea de la divinidad y la humanidad de Jesucristo, princip io de encarnación, importancia central del misterio pascual (muerte y resurrección del Señor), valor teológico de la vida de Jesús de Nazaret, llamamiento a seguir a Jesucristo formando la comunidad de sus discípulos.

En la pastoral tradicional, la afirmación de la divinidad de Jesucristo dejó en segundo lugar, en la conciencia de la mayoría de los católicos, el sentido y el valor teológico y espiritual de su humanidad. Hoy se insiste simultáneamente en ambos aspect os. Jesús se presenta como el Hijo de Dios que nos invita a reconocer al Padre y a vivir como hijos suyos, y como el Hombre que ha vivido en plenitud la condición humana en la experiencia del amor a Dios reconocido como Padre y a los hombres considerados como hermanos12 .

Encarnación y misterio pascual

Otro aspecto de la recuperación del puesto central de Jesucristo es el reconocimiento del principio de encarnación en sus implicaciones pastorales y la nueva valoración del misterio pascual.

Dos de las principales implicaciones del principio de encarnación son la inculturación y la inserción. El misterio de la encarnación está dando impulso y vitalidad a la inculturación del Evangelio y al compromiso de inserción entre los pobres13 .

El sentido salvífico de la muerte y la resurrección de Jesucristo se ve con nueva luz. En la religiosidad popular se venera a Cristo muerto en la cruz en una identificación dolorida ante el dolor y el sufrimiento humano. La resurrección no ha ocupado u n lugar significativo en la práctica y la espiritualidad del pueblo. Con el nuevo dinamismo eclesial, los cristianos empiezan a recuperar el sentido salvífico de la resurrección del Señor como fuente de vida y esperanza.

Hay una insistencia simultánea en la doble dimensión del misterio pascual: la muerte y la resurrección. Se recupera el valor salvífico de la muerte de Cristo, al reconocer que el Señor muerto y resucitado sigue sufriendo y muriendo en el sufrimiento y la muerte injustos de los pobres y marginados y de los se comprometen por anunciar y extender el Reino de Dios. Pero ese dolor es asimismo fuente de alegría profunda, pues, a través de esos hermanos, Cristo mismo se hace presente. Se trata de un Cristo vi vo, solidario con los pobres y marginados14 , presente en la comunidad, que acompaña el esfuerzo de los cristianos por extender el Reino. Es el Señor Resucitado presente en la comunidad de sus discípulos (cf. Mt 18,20).

Jesús histórico

La recuperación de la humanidad de Jesucristo implica el reconocer el valor teológico de toda su vida y de las circunstancias que la rodearon. La referencia al Jesús histórico es necesaria para fundamentar la fe. El nacimiento en pobreza, la persecució n de Herodes y el exilio en Egipto, su vida oculta en Nazaret, su predilección por los pobres y marginados, su pedagogía a partir de las realidades cotidianas, su sentido de la amistad, su estilo profético, su libertad y valentía para anunciar el Reino, e tc. son lugares teológicos. Lo son igualmente las circunstancias históricas y las condiciones sociales en que se mueve su vida y su ministerio apostólico.

Otro aspecto que se destaca es el anuncio explícito de Jesucristo15 . No hay avance de la comunidad cristiana que no esté mediado por un mejor conocimiento de Jesucristo y por la voluntad de seguirlo. Aun reconociendo el sentido del denominado "cristia nismo anónimo", que se extiende en países secularizados, en América Latina se camina por la senda de la explicitación de la fe y del seguimiento de Jesucristo como fuente de energía y criterio del trabajo pastoral. El criterio pastoral más importante es < B>vivir al estilo de Jesús. Esto, que es base la espiritualidad de la NE, es el sustento principal del compromiso de los cristianos, hasta arriesgar y entregar la vida por fidelidad a la causa del Señor.

Lectura de la Palabra de Dios

Como acabamos de decir, esta recuperación del lugar central de Jesucristo es, en gran medida, fruto de la lectura y reflexión de la Palabra de Dios16 . Jesucristo es la Palabra encarnada del Padre, cuyo mensaje se nos transmite por las Sagradas Escrituras. Estas, de ser un libro prohibido para la mayoría, han pasado a ser el libro del Pueblo de Dios.

La Palabra de Dios está en el centro de la vida de las comunidades cristianas y de toda la corriente eclesial que fluye del Vaticano II, Medellín y Puebla. Ella es el vínculo entre la religiosidad de nuestro pueblo y el compromiso. Es la base de la com unidad. Es luz y guía en el camino. Es el impulso que da fuerza y mística a los miembros de las comunidades y demás grupos cristianos. Sustenta tanto la oración personal y comunitaria como el conocimiento de la realidad; ayuda a descubrir los compromisos y da fuerza para llevarlos a cabo. La Palabra de Dios, en el ambiente de la religiosidad popular, va gestando una nueva espiritualidad entre los pobres. Frente a una religiosidad pasiva, que invita al conformismo, se engendra una nueva espiritualidad de l a vida comunitaria y del compromiso personal y colectivo. Se siente que la Palabra de Dios es Dios mismo que revela hoy sus secretos, especialmente a los humildes y sencillos (cf. Mt 11,25). Es Dios mismo que, con el aliento de su Espíritu, guía desde den tro la historia humana, para que se constituya en historia de la salvación. La Palabra de Dios entregada a los pobres resulta fuente de salvación y aun de liberación histórica, sin perder el carácter de integralidad.

2.3.2. Opción preferencial por los pobres

Vale anotar desde el comienzo que la opción por los pobres es lugar de fecundidad y de conflicto en la Iglesia, lugar en que todos se unen y se dividen. Se trata sin duda de algo fundamental, que toca la identidad del ser y de la misión de la Iglesia.

En el Anexo del "Instrumento Preparatorio" para la IV Conferencia se afirma que "sin duda el presupuesto más importante de la Nueva Evangelización es la opción preferencial y solidaria por los pobres, con miras a su liberación integral" (DP 1134 )17 .

Como acabamos de señalar, el presupuesto primero es el anuncio de Jesucristo; nadie podría dudar de la relevancia primordial de este presupuesto teológico. Justamente en referencia a él adquiere todo su contenido y su espesor la opción por los pobres. Si consideramos las tensiones y aun acusaciones que se han dado y se siguen dando dentro de la Iglesia a propósito de esta opción, se comprende que el captar bien su significado adquiere en la práctica una importancia primordial.

Elementos básicos de la opción

En el documento de las OPCIONES PASTORALES del Ecuador encontramos referencias valiosas y precisas en torno a la opción preferencial por los pobres. Elijo dos números significativos.

"El proyecto de la Iglesia ecuatoriana puede concretarse así:

- Evangelizar preferentemente a los pobres, con los pobres y desde los pobres,

- a la luz del mensaje de Jesús sobre la liberación integral,

- tomando en cuenta la cultura del pueblo en su raíz religiosa y cristiana,

- para la comunión y la participación"18 .

"La opción preferencial por los pobres, ni exclusiva ni excluyente (Juan Pablo II, julio 2/80), no es sólo una opción preferencial junto con otras, sino más bien el espíritu con el que nuestra Iglesia lanza el proyecto de evangelización. En l os pobres hemos encontrado "el rostro siempre nuevo de Cristo", no glorioso sino sufriente, que expresa todas las legítimas aspiraciones a una liberación integral (DP 173)"19 .

En el Documento de Santo Domingo (DSD), la Iglesia se compromete a:

"Asumir con decisión renovada la opción evangélica y preferencial por los pobres, siguiendo el ejemplo y las palabras del Señor Jesús" (DSD 180).

En las citas anteriores tenemos los elementos básicos de la opción por los pobres: la referencia esencial a Jesucristo, la universalidad y la exigencia evangélica de la opción, la vinculación con los temas de la liberación, la comunión y la inculturaci ón, y la perspectiva triple señalada por las tres preposiciones "por, con y desde".

Los pobres, víctimas de sus semejantes y preferidos de Dios

Vale aclarar desde el principio que el término "pobres", si miramos lo que nos ofrece el Evangelio en todos sus pasajes, no se reduce a la perspectiva socio-económica, aunque la incluye. Alude asimismo a todas las situaciones de indigencia, opresión y marginación, que son consecuencia de la injusticia y de la falta de solidaridad. Se incluyen incluso los que están marginados por consideraciones morales: encarcelados, prostitutas, drogadictos, enfermos de sida, etc. Se podría decir, por tanto, que los p obres son "víctimas" del pecado de sus semejantes.

Sería muy largo adentrarse en todos los aspectos que incluye la opción por los pobres. Me limito a hacer algunas reflexiones y puntualizaciones, que estimo necesarias. En primer lugar, se debe reconocer el carácter teológico y cristológico de la opción20 . Esta no se fundamenta en análisis sociales, ni en preferencias afectivas. Se fundamenta en la bondad de Dios. Dios es así de bueno que expresa su amor a todos los hombres con un cariño preferencial por aquellos de sus hijos que están desprecia dos por sus hermanos, como los padres buenos muestran preferencia por el hijo más necesitado21 .

La opción por los pobres, exigencia evangélica

La palabra "opción" podría entenderse mal, como si se tratara de algo meramente opcional. Se trata más bien de una exigencia evangélica. Acaso sería mejor utilizar la expresión "preferencia evangélica por los pobres". Se trata, pues, de una pref erencia y, por lo mismo, se sitúa en el contexto de la convocación universal del Evangelio. Aquí nos topamos con uno de los lugares de conflicto. A menudo se acusa abiertamente, o se insinúa, que la opción por los pobres estaría negando la universalidad d el Evangelio. Más bien, por el contrario, si es comprendida y practicada desde el seguimiento de Jesús, no recorta la universalidad del Evangelio antes la actualiza. En un mundo donde se margina a los pobres y los débiles, el Evangelio debe proclamarse, c omo lo hizo Jesús, mostrando una preferencia real por ellos22 .

La gente rica, acomodada y culta está acostumbrada a tener un lugar y un trato preferenciales en la Iglesia; cuando se opta por los pobres, dándoles el lugar de preferencia que el Evangelio les asigna, se alzan voces de protesta denunciando que se redu ce la perspectiva universal del Evangelio. Pues bien, creo que hay que ser claros en los planteamientos y situar los problemas en su lugar correcto. La opción por los pobres no atenta contra la universalidad del Evangelio, antes la supone; pero sí expresa una preferencia evangélica por ellos. De ahí, pues, debemos dejarnos cuestionar por el Evangelio, por la práctica de Jesús. Todos somos convocados a dicha opción, también los pobres. Se trata de una opción universal, que a nadie excluye, pero es exigente ; e.d. no puede deslavarse, quedándonos en una opción un tanto abstracta o romanticona por los pobres, en que estos siguen ocupando un lugar secundario.

Esto no quiere decir que no haya peligros en la práctica de esta opción, cuando se desvía por posturas ideológicas. Por ello se debe apuntalar bien tomando como clave fundamental el seguimiento de Jesús, que nos urge a todos. Ciertos documentos de la I glesia, como las dos Instrucciones de la Congregación para la Doctrina de la Fe y la Exhortación del Papa a los Religiosos y Religiosas de América Latina con motivo del V Centenario, alertan sobre los peligros de desviación que a veces se dan.

Por, desde y con los pobres

Las preposiciones "por, desde y con" nos señalan perfiles fundamentales de esta opción. "Opción por" indica la preferencia evangélica a que hemos aludido. "Opción desde" indica la perspectiva en la que debemos situarnos según el Evangelio: ver la reali dad "desde los pobres" (desde sus legítimas aspiraciones a una liberación integral en Cristo, cf. DP 173), hacer teología desde los pobres, etc. "Opción con" indica el protagonismo de los pobres: ellos no son solo destinatarios del Evangelio y de la solic itud de la Iglesia ante sus necesidades; son, además y sobre todo, sujetos de la evangelización23 . Están llamados a ser protagonistas dentro de la vida de la Iglesia y en la construcción de la nueva sociedad. Esto supone ver a los pobres no solo como per sonas aisladas, sino como grupos de empobrecidos, oprimidos y marginados: clases sociales explotadas, razas y culturas despreciadas, pueblos dominados, enfermos, niños y ancianos abandonados, mujeres oprimidas, encarcelados, etc. Como grupos organizados e mpiezan a tomar conciencia de sus derechos y a exigirlos. Debemos ver el despertar de los pobres y marginados, que se ha dado en las últimas décadas24 , como un "signo de los tiempos", acaso el más importante, que invita a la solidaridad con su causa dent ro del horizonte de la liberación integral.

Pobres de espíritu

La opción por los pobres, que supone luchar contra la pobreza, reconocida como un mal, implica también la "pobreza de espíritu o evangélica": desprenderse de los bienes materiales, que esclavizan, y compartirlos con el hermano necesitado, confiando sol o en Dios, como María (cf. Lc 1,46-55).

A este respecto quisiera salir al paso de un malentendido que se produce por una lectura incorrecta de San Mateo 5,3, en que se habla de "los pobres de espíritu". No hay duda que esa expresión se refiere a los que practican la "pobreza evangélica", e.d . a los auténticos seguidores de Jesús. Por ello hay autores que prefieren traducir la expresión por "los que tienen espíritu de pobre". Hay quienes dicen, por el contrario, que dicha expresión de San Mateo se refiere en general a todos, incluso a los ric os, que son "pobres de espíritu", e.d. pecadores. De ahí, hay quienes toman pie para identificar la opción por los pobres con el llamamiento a la conversión de los pecadores. Esta es una clave evangélica en la que se ubica la opción por los pobres, pero s in identificarse con ella. En realidad sería lo mismo que dejar la opción sin destinatario alguno, pues todos somos pecadores.

2.3.3. La Iglesia, comunidad de seguidores de Jesús Despertar del sentido de Iglesia

El tercer presupuesto fundamental de la Nueva Evangelización es la Iglesia, en cuanto comunidad de seguidores de Jesús. Así como en el caso de la opción por los pobres, la Iglesia es lugar de creatividad y fecundidad y lugar de tensiones entre sus miem bros.

La Iglesia se presenta como sacramento del Reino de Dios al servicio del mundo, como Pueblo de Dios, como presencia visible del Señor resucitado en la historia, como Cuerpo Místico de Cristo, como comunidad de seguidores de Jesús, como Iglesia universa l e Iglesia de los pobres, como Iglesia universal y particular, etc. Todos estos conceptos están presentes en la vivencia eclesial. Se puede hablar de un gran despertar del sentido de Iglesia en América Latina. De una Iglesia identificada con los obispos y sacerdotes se pasa a una Iglesia-comunidad, Iglesia ministerial, Iglesia viva que opta por los pobres, Iglesia profética. Todo este proceso está lleno de tensiones, dificultades, incomprensiones, y acusaciones de lado y lado. En verdad hay signos de div isión al interior de la Iglesia, que reclaman la necesidad de la reconciliación. Creo que se van serenando los ánimos, aunque no se hayan superado todos los obstáculos. A pesar de todo, este proceso está lleno de la presencia del Espíritu de Jesús. De ahí , pues, no es exagerado decir que se está operando un re-nacimiento eclesial.

Quisiera desarrollar brevemente algunas de las intuiciones pastorales más relevantes que tienen que ver con este despertar eclesial. Opino que hay varios lugares de la fecundidad eclesial en América Latina: Iglesia en relación al Reino, Iglesia-comunid ad, Iglesia de los pobres, Iglesia particular autóctona, Iglesia ministerial e Iglesia misionera.

Adelanto que en América Latina no hay tensiones por la búsqueda de una "Iglesia espiritual e invisible" al estilo de la teología clásica protestante. Todas las tendencias eclesiales se remiten a la Iglesia-institución, considerada como signo visible de Cristo resucitado.

Al servicio del Reino

Una idea que se abre paso en la práctica pastoral es la relación esencial de la Iglesia con el Reino de Dios25 . Sin duda se observa aquí la influencia del Concilio Vaticano II, que abre sus puertas al mundo moderno. El concepto de "Reino de Dios" nos remite a la acción gratuita de Dios. Señala el aspecto del Reino definitivo como algo que transciende la historia, y simultáneamente la anticipación y la actualización del mismo a través de realizaciones de justicia, libertad y hermandad entre los hombres . La Iglesia es signo del Reino, está a su servicio; pero no se identifica plenamente con el mismo. El Reino, que abarca toda la acción salvadora de Dios, la transciende. Aquí entra la clave teológica de la liberación, que por ser integral incluye lo espi ritual y lo material. Cualquier reduccionismo acerca del sentido y alcance del Reino de Dios distorsiona la vivencia y el modelo de Iglesia.

Iglesia-comunidad

Otra idea fecunda es la de Iglesia-comunidad. Sin duda la Iglesia, en su naturaleza, es y debe ser "comunidad de seguidores de Jesús". La comunidad es su identidad más profunda. El término "ecclesía" se refiere al aspecto comunitario, esencial a la Igl esia. Con todo, la Iglesia ha ido creando estructuras cada vez más amplias y complejas que han oscurecido la vivencia comunitaria. La lectura del Nuevo Testamento (cf. Hch 2,42-47 y 4,32-37) anima la vuelta al sentido de la primera comunidad cristiana. Po r doquier se empiezan a crear comunidades cristianas; entre estas sobresalen las comunidades eclesiales de base (CEB). También los movimientos apostólicos, que hoy florecen en América Latina, son expresión de la vida comunitaria cristiana. Como meta se pl antea el crear un nuevo modelo eclesial como comunidad de comunidades, que sea una realidad en cada parroquia y en cada Iglesia particular26 .

Este proceso tropieza con tres polos de dificultades: 1) la resistencia de las estructuras, por ej. de la parroquia tradicional, 2) la incomprensión para con las comunidades eclesiales de base, acusadas de haberse polarizado en el campo socio-político o de haberse desvinculado de la jerarquía eclesiástica, y 3) la incomprensión o aun rechazo de la institución por parte de ciertos sectores eclesiales empeñados en el cambio.

Los ánimos empiezan a serenarse, y cada vez aparece más claro que la Iglesia tiene que estructurarse como comunidad de comunidades. No voy a entrar en estas tensiones; pero sí quiero aludir al sentido y valoración de la institución. Cuando nace un movi miento o alguna asociación, pareciera que lo único que importa es el espíritu y la mística, y que las estructuras amarran y dificultan la creatividad. Sin embargo, la vida enseña que, sin institución, los grupos nacientes tienden a cerrarse y aislarse. Al final terminan en sectas. La institución, pues, es soporte para toda forma de asociación y de vida comunitaria, máxime cuando se pretende construir la Iglesia universal. Esto no impide reconocer el peligro que corre la institución de frenar y abortar la creatividad y aun la vida comunitaria por el peso de la inercia.

Iglesia de los pobres

Otro lugar de creatividad y de tensión es la perspectiva de la Iglesia de los pobres, que es concreción de la opción preferencial por estos27 . A las puertas del Concilio Vaticano II, el Papa Juan XXIII utilizó la expresión "Iglesia de los pobre s"28 : "Para los países subdesarrollados, la Iglesia se presenta como es y como quiere ser, como Iglesia de todos y, en particular, la Iglesia de los pobres". "Como es y como quiere ser". Se trata de una realidad, atestiguada por la solicitud permanente d e la Iglesia por los pobres a lo largo de toda su historia. A la vez, la Iglesia reconoce que se trata de un proyecto; no es del todo la Iglesia de los pobres, fiel seguidora de Jesús. Ser Iglesia de los pobres es realidad y proyecto a la vez, que exige c onversión (DP 1134).

El tema de la Iglesia de los pobres fue retomado posteriormente por el Papa actual Juan Pablo II en la encíclica "Laborem Exercens", al hablar de la necesidad de que se creen movimientos de solidaridad entre los trabajadores: "La Iglesia está vivamente comprometida en esta causa, porque la considera como su misión, su servicio, como verificación de su fidelidad a Cristo, para poder ser verdaderamente la Iglesia de los pobres" (LE 8). En San Mateo 5,3-12 encontramos el fundamento evangélico de la Iglesia de los pobres. El sermón de la montaña, tal como ha sido recogido por este evangelista, es el programa de los discípulos de Jesús, de quienes desean formar la comunidad de sus seguidores, corriendo los riesgos que esto conlleva.

Las incomprensiones y acusaciones sobre esta perspectiva evangélica son las ya anotadas sobre la opción por los pobres y sobre las CEBs. En efecto, las CEBs son la expresión principal de la Iglesia que opta por los pobres, al estar enraizadas en ambien tes populares y rurales (cf. RM 51).

Iglesia particular, ministerial y autóctona

Un aspecto igualmente importante del modelo eclesial que se está gestando se recoge con la expresión "Iglesia particular, ministerial y autóctona"29 . Aquí se expresan dos facetas esenciales: la exigencia de participación de todos los miembros y la necesaria inculturación del Evangelio para que la Iglesia llegue a ser "Iglesia autóctona". La multiplicación de servicios comunitarios, por un lado, y la inculturación del Evangelio, por otro, son fuente de fecundidad y de creatividad. Tampoco aquí faltan las tensiones.

Respecto a la creación de la Iglesia particular autóctona conviene tener presente que la Iglesia, Cuerpo de Cristo, debe llamar a todos sus miembros a colaborar al bien común con sus carismas propios, y a reconocer y suscitar los servicios que la comun idad requiere (1 Co 12). Todos son llamados personalmente por el Señor (ChL 2). Para llegar a crear la Iglesia particular, esta tiene que potenciar las vocaciones a la vida sacerdotal y consagrada y la participación de los laicos por medio de servicios y ministerios diversos30 .

La inculturación del Evangelio deberá tener en cuenta la realidad pluricultural del Continente, para no caer en el peligro de absorción por parte de la cultura adveniente31 . Detrás de este presupuesto teológico-pastoral está el reconocimiento de las " semillas del Verbo"32 , presentes en todos los pueblos y culturas, y el principio de encarnación formulado por San Gregorio Nacianceno como presupuesto para la evangelización: "lo que no es asumido no es sanado"33 . Adquiere particular relevancia en esta causa la valoración de la cultura y la religiosidad de los pobres como sujetos34 de la Nueva Evangelización, capaces de crear verdadera "cultura cristiana".

Iglesia misionera

La dimensión misionera pertenece a la esencia misma de la Iglesia. Ella está al servicio de la misión (Mt 28,18-20). Este presupuesto supone un doble perfil: el de la "misión ad intra" y la "misión ad gentes". De ambos perfiles, el primero es el de la "misión ad gentes". Sin duda se va recuperando el sentido misionero "ad intra": por un lado, se reconoce que el Evangelio debe ser proclamado, en primer lugar, a los pobres, que habían estado marginados del pan de la Palabra; y, en segundo lugar, los pobr es evangelizados se sienten llamados por el Señor a llevar la Buena Nueva de la Palabra de Dios a sus hermanos. La misión "ad gentes" empieza también a recuperarse, pero más lentamente. Es un perfil que debe desarrollarse para crecer35 .

Uno de los aportes más significativos de Santo Domingo es el impulso dado a la dimensión misionera, tanto en la vertiente de misión "ad gentes" como "ad intra", superando cuanto aparecía en los documentos preparatorios36 . La Iglesia es sacramento de c omunión evangelizadora. Ella vive para evangelizar, pues Jesucristo nos da su vida para comunicarla a todos. "Invitamos a todos para que, renovados en el Espíritu, anuncien también a Jesucristo, y se conviertan en misioneros de la vida y la esperanza para todos nuestros hermanos" (DSD 124). De ahí se cuestiona el que nos encerremos en nuestros problemas locales37 y se toman compromisos para introducir la animación misionera y asumir con valentía el envío misionero en todas las diócesis38 .

2.3.4. Otros presupuestos

Me voy a limitar a indicar otros presupuestos teológico-pastorales que entran en la perspectiva de la NE. Sería muy prolijo dar una justificación y descripción detallada; pero al menos los enumeramos. En realidad, tales presupuestos, de una u otra mane ra, son desarrollo de los tres anteriores. Creo que las claves principales de la NE están recogidas ahí.

Dignidad humana

La evangelización tiene como uno de sus presupuestos y ejes fundamentales la dignidad de la persona humana, "imagen y semejanza de Dios" según el Génesis (Gn 1,27). La dignidad humana tiene su fundamento en Dios; perece dicha dignidad con su negación39 . Juan Pablo II llega a afirmar que el respeto a la dignidad humana es "la tarea central y unificante del servicio que la Iglesia, y en ella los fieles laicos, están llamados a prestar a la familia humana" (ChL 37). La defensa de los derechos humanos, se a sociales sea políticos, ha sido uno de los lugares principales del compromiso de la Iglesia en las últimas décadas40 . Por este compromiso ha sido frecuentemente perseguida la Iglesia. Esta aparece ante el mundo como baluarte que defiende toda vida huma na desde su gestación hasta el momento de su muerte41 .

Compromiso temporal

Del presupuesto anterior fluye el sentido profundo del compromiso temporal para la NE. Este incluye el vasto campo de las realidades materiales e históricas, en que se debe actualizar el Reino de Dios, haciendo presentes en ellas los valores evangélico s de la verdad, la justicia, la hermandad, la solidaridad y la paz. Este es el lugar específico del compromiso cristiano de los laicos42 . Es preciso resaltar la importancia creciente que tiene en nuestros días la solidaridad entre y con los sector es populares, como expresión concreta del amor cristiano43 y como fundamento de la cultura cristiana que se debe crear. "Urge una Nueva Evangelización que proclame sin equívocos el Evangelio de la justicia" (DSD 13).

La realidad, lugar teológico

La realidad es lugar teológico, en primer lugar, porque, al asumir Jesucristo la condición humana, las realidades históricas y aun la misma creación son lugar de comunicación de Dios; en un sentido secundario y derivado, la realidad es lugar teológico al darse en ella el rechazo del plan de Dios por el pecado del hombre. Este reconocimiento de la realidad como lugar teológico permite descubrir los "signos de los tiempos", y lleva a la novedad de la expresión que supone la NE44 . Con todo, la realidad p or sí misma no es translúcida al plan de Dios por la tensión entre gracia y pecado y, por ello, requiere de la Palabra de Dios, que proyecte su luz sobre ella.

La metodología del "ver, juzgar y actuar", que ha sido asumida y enriquecida por nuestra Iglesia latinoamericana, adquiere toda su significación teológica a la luz del principio anterior. La novedad en los métodos encuentra aquí una experiencia destacada de la acción pastoral de nuestra Iglesia.

Esta metodología muestra la relación esencial y mutua entre la práctica cristiana, la reflexión de fe y la celebración de la fe. Halla toda su fecundidad en la educación de los militantes cristianos, y en la coordinación, evaluación y planificación pas toral. El aporte de la Iglesia latinoamericana consiste en insistir en la celebración de la fe y en la evaluación constante del trabajo pastoral45 .

Ecumenismo

Un presupuesto esencial de la NE es el ecumenismo, del que se ocupó ampliamente el Concilio Vaticano II (Unitatis redintegratio). El Concilio propone como uno de los lugares preferenciales del encuentro el campo social (UR 12). Lamentablemente, en Amér ica Latina el ecumenismo es todavía asignatura pendiente. Con todo, en la Conferencia de Santo Domingo se afirma que "el ecumenismo es una prioridad en la pastoral de la Iglesia de nuestro tiempo" (DSD 135). El problema es muy complicado, pues la actuació n de las sectas se ha distinguido por su agresividad contra la Iglesia Católica, y por la confusión y división que producen entre el pueblo. De todos modos se abren puertas y caminos que se han de aprovechar y estimular46 . Es particularmente urgente esta colaboración ante el asedio de los sectas, como reconoce el Papa Juan Pablo II en su encíclica "Redemptoris missio" (RM 50).

Un aspecto nuevo y promisorio de Santo Domingo es el diálogo con las religiones no cristianas presentes en nuestro continente, particularmente las indígenas y afroamericanas, para llegar a la verdadera inculturación47 .

3. ESPIRITUALIDAD DE LA NUEVA EVANGELIZACION

El Papa Juan Pablo II sostiene que la NE supone nuevo ardor48 . Se trata de la necesidad de una nueva espiritualidad, que sea fundamento de la NE y respuesta a ella. En el DSD se la describe en los siguientes términos:

"La Nueva Evangelización exige una renovada espiritualidad que, iluminada por la fe que se proclama, anime, con la sabiduría de Dios, la auténtica promoción humana y sea el fermento de una cultura cristiana" (DSD 45; cf. ib. 28).

Como hemos manifestado antes, podríamos haber iniciado la reflexión por el nuevo ardor, ya que la experiencia de Dios y el encuentro con el Señor fundamentan la Nueva Evangelización y sus presupuestos teológico-pastorales. "Nuestra metodología es, a de cir verdad, nuestra espiritualidad"49 . Método viene de hodós, camino. La reflexión sobre el misterio de Dios, es decir la teología, solo puede hacerse desde el seguimiento de Jesús; él es el Camino (Jn 14,6). Dicho seguimiento es la entraña misma de la espiritualidad cristiana.

Después de una presentación de los rasgos generales de la nueva espiritualidad, ofreceremos una visión de la misma siguiendo sustancialmente los apartados de la primera parte.

3.1. ASPECTOS GENERALES DE LA NUEVA ESPIRITUALIDAD

Entendemos la espiritualidad como "vivir en el Espíritu". No se trata de un reducto o espacio particular de la vida, sino que la alcanza en su conjunto. Una espiritualidad capaz de ser fermento de auténtica promoción humana y de cultura cristiana no pu ede encerrarse en un espiritualismo evasivo. "La espiritualidad no se restringe a los aspectos, así llamados, religiosos: la oración, el culto. No es algo sectorial, sino total. Se trata de toda la existencia humana, personal y comunitaria, que se pone en marcha"50 .

3.1.1. Cuestionamiento a la espiritualidad tradicional

La espiritualidad tradicional está desafiada por serios interrogantes51 . En primer lugar, ha sido presentada como "cuestión de minorías" (además privilegiadas socialmente), lo que implícitamente supone dos clases de cristianos, o dos caminos en la vid a cristiana; se cuestiona dicha espiritualidad desde la experiencia espiritual de los desposeídos y porque supone ausencia de urgencias de orden material52 . Además, supone una perspectiva individualista: cultivo de cualidades para la perfección personal; se le acusa de seguimiento "espiritualista" de Jesús ("espiritualismo de evasión", DP 826).

Lo que se vive en A.L. cuestiona en la raíz la espiritualidad tradicional; pero caen seguridades anteriores y se ensayan formas también inseguras. Viene desarticulación en la experiencia espiritual, viviendo con frecuencia una sensación de dicotomía, c oncretamente por la falta de unidad entre oración y acción. Expresiones como "todo es oración" o "yo rezo con el pueblo" no solucionan el problema. Igualmente ocurre al nivel de la inserción: se busca vivir al estilo del pobre, pero esto tropieza con cier tas necesidades personales y con ciertas exigencias de la vida sacerdotal o consagrada. Nada de ello impide que algo nuevo y muy rico esté naciendo.

3.1.2. Nueva experiencia de Dios

El dato más importante y característico de la espiritualidad de la NE es la nueva experiencia de Dios. Es una experiencia que tiene como espacio primordial la vida cotidiana. Sin descartar formas específicas de vida contemplativa o carismas espirituale s propios, se desarrolla esta espiritualidad básicamente en la vida ordinaria del mundo: la familia, el trabajo, el estudio, la organización barrial o sindical, la religiosidad popular, etc.53 No hay duda que esto se asimila mucho al estilo de la vida de Jesús frente al de Juan Bautista (Lc 7,33-34).

En esta vida cotidiana se constata la cruda realidad de pobreza y aun miseria en que viven grandes masas de la población. Se puede hablar de un mundo ajeno. Al interior del mismo se descubre a Dios, que nos interpela y nos habla, que se nos hace presen te en el hermano necesitado. Es la espiritualidad de que nos habla Jesús en San Mateo 25,31-46.

La pobreza significa muerte, lenta o violenta, de personas y pueblos (culturas, tradiciones): realidad contraria al RD. De ahí la sensación que experimentan las mayorías de vivir como extranjeras en tierra propia: exiliados por estructuras de injustici a de una tierra que solo pertenece a Dios. También resultan "extraños" (aun a ciertos sectores de la Iglesia) los solidarios con la causa de los pobres. Resulta inevitable en América Latina beber el trago amargo de la suspicacia por dar testimonio de Dios . La sospecha es también factor de purificación del compromiso.

En este contexto de sufrimiento, dolor y muerte se va gestando una nueva espiritualidad del compromiso., de la inserción en el mundo del pobre y de la solidaridad con su causa, que está llevando a una experiencia profunda del Dios de la Vida. En esta e spiritualidad, el contacto personal con los otros creyentes, y particularmente con los pobres, a los que se transmite la fe o que nos transmiten la fe, es vital. En ese contacto aparece Dios como Padre, Hermano y Señor54 .

La referencia más significativa, dramática y esperanzadora de esta espiritualidad es la experiencia de la persecución y del martirio. Los mártires son los testigos de la nueva espiritualidad55 .

3.2. SEGUIMIENTO DE JESUCRISTO

Jesucristo, camino, verdad y vida

El anuncio del Reino va unido a la invitación al seguimiento de Jesús, que supone un despojo total56 . Esta es la clave primera de toda espiritualidad cristiana y, concretamente, de la espiritualidad de la NE57 .

Encontrar al Señor es ser encontrado antes por El; luego viene el seguimiento (Jn 1,35-42). Hay una secuencia: ver, palpar y seguir. El llamamiento de Jesús implica dar testimonio de vida. Su seguidor es testigo de la vida (1 Jn 1,1-4). Dar test imonio de la vida implica el paso por la muerte (Mc 8,27-35). El principal obstáculo es el pecado; de ahí la exigencia de la conversión del corazón58 .

La fe cristiana consiste en acoger a Jesucristo como camino, verdad y vida. Antes que aceptar un cuerpo de doctrina (verdades) supone reconocer a Jesucristo como norma de verdad; antes que aceptar unos mandamientos es reconocer a Jesucristo como norma de conducta; antes que esperar unas promesas generales, supone reconocer a Jesucristo como fundamento de vida y esperanza.

Esta espiritualidad se centra en Jesús y en su anuncio. No todas las espiritualidades lo hacen. Se precisa para ello revalorizar su humanidad. "La revalorización de la humanidad de Jesús es una constante de los grandes movimientos de renovación de la espiritualidad católica. Recordemos el caso de San Francisco de Asís, Santa Teresa de Avila, San Ignacio de Loyola, la devoción moderna de la escuela francesa y aún más cercano a nosotros, Charles de Foucauld"59 .

Esta clave evangélica ha de tenerse en cuenta en todas las dimensiones de la vida, de modo particular en las situaciones complejas o conflictivas. Desde el seguimiento de Jesús se ha de entender y vivir la opción por el pobre, tomar la decisión vocacio nal, estudiar la relación entre vida contemplativa y activa, ver la relación entre conversión personal y cambio de estructuras, plantear el problema de la violencia, etc.

Caridad pastoral

La dedicación total a la NE supone polarizar la vida de la persona para vivir en función del anuncio del Reino de Dios. Todo queda relativizado por tal anuncio, indisolublemente unido al anuncio y seguimiento de Jesucristo. "Jesús nos da la vida para c omunicarla a todos" (DSD 124).

La espiritualidad de la NE pone de relieve la caridad pastoral: la que se aprende en la cercanía de Jesús, buen pastor que busca las ovejas perdidas, las cuida, las cura, da su vida por ellas, está con ellas; que quiere más a las más débiles y a las qu e se pierden (Jn 10). El evangelizador nuevo es el hombre de la caridad. Ama entrañablemente a aquel al que le anuncia el Evangelio; el anuncio lo hace con vigor y con ternura. Dicho anuncio se hace con palabra de hermano; por ello se propone y no se impo ne. El amor o celo pastoral ha sido una pasión de los grandes evangelizadores (EN 79-80)60 .

Del Ecuador recojo un testimonio valioso. Me refiero a Mons. Alejandro Labaka, Vicario Apostólico de Aguarico, quien con la Hna. Inés Arango murió a lanzazos a manos de una tribu huaorani cuyos derechos trataban de defender, con el riesgo de su vida, c ontra la voracidad de las compañías petroleras. Su testimonio evangelizador resulta verdaderamente original. Se parte del encuentro fraterno y del reconocimiento de los valores del pueblo huaorani, de acuerdo con los principios de la encíclica "Evangelii Nuntiandi".

"Queremos visitarles como hermanos. Es un signo de amor, con un respeto profundo hacia su situación cultural y religiosa. Queremos convivir amistosamente con ellos, procurando merecer descubrir con ellos las semillas del Verbo, insertadas en su cultura y en sus costumbres"61 .

La espiritualidad de la NE se nutre de la esperanza que se afirma en la fuerza de Cristo resucitado, que garantiza la victoria (Is 53,12). Al evangelizador nuevo le anima una esperanza inquebrantable en el triunfo de la vida sobre la muerte, de la just icia sobre la injusticia, del amor sobre el odio. Esta esperanza se nutre de la fe en la resurrección del Señor, y encuentra coraje y fuerza en la capacidad de los pobres de resistir en situaciones infrahumanas y de esperar contra toda esperanza. La esper anza no es meramente para el más allá, sino que empuja al compromiso, rompiendo los límites de lo que resulta imposible para los hombres pero no para Dios (Mc 10,27).

Espiritualidad bíblica

La espiritualidad bíblica es una gran adquisición de la espiritualidad latinoamericana en los últimos años (DP 981). Se va descubriendo la Palabra de Dios como luz en el camino (2 Pe 1,19). La Palabra de Dios se ha convertido en algo fundamental para la vida cristiana personal y comunitaria. Con la Biblia se ora, con ella se discierne la voluntad del Señor, con ella se llega al compromiso, con ella se vive la presencia de Jesús entre nosotros y se acerca su mensaje; de ella vienen las exigencias de verdad, justicia, libertad y hermandad. Con ella se descubre el proyecto de Dios sobre nuestros pueblos. Enseña el camino de la profecía. Por la lectura bíblica se entra en el camino espiritual de Jesús62 .

María, seguidora de Jesús

En María la fe se convierte en instinto evangélico (DP 282 y 285). Ella es "la primera redimida y la primera creyente" (DSD 15). El Evangelio penetró su humanidad, su feminidad, todo su ser, y lo redimió y lo exaltó. Ella guardaba en su corazón los det alles de la vida de su Hijo (Lc 2,51), aunque le costara comprender, y lo siguió con plena fidelidad hasta la cruz. Por eso se colocó entre los humildes e hizo una evangelización tal que pudo transmitir a los poderosos la inmensa alegría de su fe y su pob reza. La tradición espiritual latinoamericana subraya este aspecto. Ha visto en la dimensión mariana de la espiritualidad un signo de comunión y de encuentro entre la obra del Espíritu Santo y la historia humana63 .

En la espiritualidad de la NE, María aparece como la que muestra a Jesús, fruto bendito de su vientre (Mt 2,1-12; Lc 1,42). Lo muestra porque es memoria viva de Jesús y también del pueblo pobre y creyente. Orienta a escuchar a Jesús y a vivir en su com pañía, y también a escuchar y vivir en medio del pueblo. Sin María el Evangelio se desencarna, se desfigura y con frecuencia se transforma en ideología (DP 301).

El Magníficat (Lc 1,46-55) es un texto central para transmitir el mensaje y la vida de María. Ella, "Estrella de la Nueva Evangelización" (EN 82; DP 303), vislumbra en su canto la presencia del Reino, del mundo nuevo, donde habrá pan para los hambrient os y justicia para los pobres, donde los poderosos caerán de sus tronos y los humildes ascenderán64 . María es Madre y maestra de los cristianos que han hecho la experiencia de la inserción en el mundo de los pobres.

El cristiano que asume la espiritualidad de la NE tiene delante de sí el mismo itinerario que ha hecho María: escuchar la Palabra, hacer lo que la Palabra dice ("hágase en mí según tu Palabra", Lc 1,38), contemplarla por la acción del Espíritu Santo y proclamarla con el testimonio de vida.

María propone la obra más fecunda para la NE: la acción de ternura y de misericordia. En esa acción se confunden el rostro paternal del Padre y el rostro maternal de María. Ante ese encuentro de ternura y fidelidad, el hombre se convierte y cree en Jes ucristo.

3.3. OPCIÓN POR LOS POBRES

La opción preferencial y solidaria por los pobres es, ante todo, una experiencia espiritual, conflictiva a veces, pero, sobre todo, gracia del Señor. Un teólogo famoso actual nos expresa la vivencia profunda del encuentro con el Señor que está a la bas e de esta opción:

"En los últimos años Cristo ha vuelto a aparecerse en América Latina; a muchos cristianos se les ha dado la gracia de "verlo" en los pobres, y esos videntes se han convertido, como los del Nuevo Testamento, en "testigos" prestos a una nueva misión, que configura una nueva Iglesia o una nueva forma de ser Iglesia"65 .

Opción por los pobres en seguimiento de Jesús

La opción por los pobres adquiere su sentido radical en el seguimiento de Jesús, reconocido en los hermanos necesitados. "El servicio a los pobres es la medida privilegiada, aunque no excluyente, de nuestro seguimiento de Cristo" (DP 1145)66 . "Todo po bre merece nuestra atención preferencial, cualquiera sea su situación de cultura o moralidad, porque Cristo se ha identificado con todos los pobres"67 .

A su manera optan por el pobre el revolucionario, el rico humanitario y el reformista social. Para el cristiano, el seguimiento de Jesús es la norma o criterio último. Esto es importante para superar la frustración de tantos religiosos-as insertos que pretender vivir como los pobres, sin lograrlo. No es la situación socio-económica por sí misma la que revela el rostro de Dios, sino la opción por los pobres y marginados en seguimiento de Jesucristo. El realismo de los pobres nos puede ayudar al invitarn os a la solidaridad con ellos como criterio de discernimiento de la opción. Hay que vivir la opción por los pobres desde los valores del Evangelio y no como simple austeridad por voluntarismo.

La opción por los pobres no es cuestión de razonamientos o discursos teóricos. Implica una práctica, a pesar de nuestra situación privilegiada; implica acercarnos a ellos, aprender de ellos, ser solidarios con ellos, tener coherencia por medio de una v ida austera; ver la realidad "desde el reverso de la historia"; creer en el potencial evangelizador de los pobres y devolverles la Palabra secuestrada. Supone asimismo reconocer que existen debilidades en la opción, cruzada por la contradicción: amor-egoí smo, deseo-temor, búsqueda-huida, solidaridad-seguridad, compartir-pero no tanto. La situación de los pobres supera las posibilidades humanas de solidaridad. Esta opción, pues, es don del Señor, que requiere oración y conversión de toda la Iglesia (DP 113 4).

Infancia espiritual, condición del compromiso con los pobres

La infancia espiritual es lo que se conoce también como pobreza de espíritu o pobreza evangélica; hay nexo entre esta y la pobreza real. La preocupación por las necesidades materiales del pobre es un elemento de la nueva espiritualidad. De ahí su v inculación con la auténtica promoción humana68 . "Jesús es el buen samaritano (Lc 10, 25-37) que encarna la caridad y no sólo se conmueve, sino que se transforma en ayuda eficaz" (DSD 159). Por paradójico que parezca, cuando se reconocen sus necesidades m ateriales, se guarda la espiritualidad y transcendencia de Dios. Cuando se pretende espiritualizar al pobre, se materializa a Dios y se lo reduce al nivel de nuestros propios intereses egoístas e inconfesados.

La infancia espiritual supone reconocer y condenar como antievangélica la pobreza extrema (DP 1159). Hay urgencia de que los agentes de pastoral se desolidaricen de las injusticias del sistema, buscando su inserción solidaria en el mundo de los pobres6 9 . El sistema no perdona esta solidaridad. Hay incomprensiones y resistencias a esta opción, aunque crece este compromiso entre los cristianos.

Esta actitud evangélica supone acercarse al mundo de los pobres con mucha humildad y respeto, compartir solidariamente los bienes espirituales y materiales con ellos, y confiar solo en Dios, como María (Lc 1,46-55). Hace falta una gran dosis de humilda d para comprometerse con los pobres sin triunfalismo y sin ánimo de conquistar prestigio o poder.

Liberación, solidaridad e inserción

Es bueno señalar la tendencia más marcada y más reflexionada en la espiritualidad de América Latina. Puebla la recoge de alguna manera (DP 470-506). Se trata de la espiritualidad definida por la evangelización liberadora y solidaria. La viven y la desc riben quienes han hecho la opción por los pobres, sean ellos mismos pobres o personas que se han solidarizado con su causa. Estos cristianos viven esta espiritualidad liberadora y la comparten con el resto de la Iglesia70 .

La inserción es una opción que algunos cristianos hacen en el Continente. No es la opción de toda la Iglesia, ni de toda la vida religiosa; no se identifica tampoco con la opción por los pobres, pero es una manera significativa de practicarla71 . Trae mucho bien a las personas y grupos que optan por ella, y asimismo al resto de la Iglesia, aunque hayan surgido incomprensiones. No hay duda que está en el origen de una espiritualidad que ayuda a seguir a Jesús y a hacer la experiencia de la liberación y la solidaridad72 .

Recogemos los rasgos característicos de esta nueva espiritualidad de la inserción: opción preferencial, profética y solidaria por los pobres; inserción entre ellos y en la Iglesia local; nueva experiencia de Dios y nueva espiritualidad del seguimiento de Cristo, encarnada e inculturada; conocimiento y aceptación del mundo del pobre; aprender de los pobres y ser evangelizados por ellos; búsqueda de expresiones inculturadas en la catequesis, la liturgia y la teología; oración en unión con el pueblo, part iendo de su realidad; solidaridad en las luchas y reclamos justos de los pobres.

Inculturación

El proceso de inculturación es un camino de espiritualidad, que responde al principio de encarnación73 . "La inculturación del Evangelio es un imperativo del seguimiento de Jesús" (DSD 13). El DSD nos ofrece vetas interesantes sobre la dimensión espiri tual de la inculturación.

La cultura es cultivo y expresión de lo humano en relación con la naturaleza, con la dimensión comunitaria de los pueblos y con Dios. Por ello Jesucristo, en la encarnación, asume todo lo humano, menos el pecado, y lo expresa en plenitud74 . La incultu ración es un camino espiritual: de encarnación, que lleva al evangelizador a compartir su vida con el evangelizado; camino pascual, que conduce a la conversión y a la purificación del pecado para obtener la vida nueva; camino pentecostal, que invita a la creatividad por la fuerza del Espíritu75 .

Este camino requiere ciertas actitudes que acrediten la fidelidad a Jesucristo:

"Ofrecer el Evangelio de Jesús con el testimonio de una actitud humilde, comprensiva y profética, valorando su (de los indígenas) palabras a través de un diálogo respetuoso, franco y fraterno y esforzarnos por conocer sus propias lenguas" (DSD 248).

Dentro de esta dimensión de espiritualidad tiene un sentido especial la relación entre la opción preferencial por los pobres y la inculturación. Ambas dimensiones son exigencia del seguimiento de Jesucristo76 . La opresión y marginación de los pobres y el desprecio de sus culturas van de la mano. Debemos ver, por tanto, a qué nos compromete tal relación como seguidores de Jesús.

Supone primeramente entrar en el mundo de los pobres, en su cultura. La vida del pobre es, sin duda, una situación de hambre y de explotación, de insuficiente atención a su salud y falta de vivienda digna, de sueldos bajos y de desempleo, de lucha por sus derechos y de represión. Pero eso no es todo. Ser pobre es igualmente una manera de sentir, de conocer, de razonar, de hacer amigos, de amar, de creer, de sufrir, de festejar, de orar. El universo del pobre está atravesado por las fuerzas de la vida y de la muerte, por la gracia y el pecado77 .

Sin pretender ilusoria e idealistamente que todo es positivo en el mundo de los pobres, podemos destacar algunos aspectos fundamentales y positivos de su cultura:

Sentido profundo de Dios, que supone la unión entre lo material y lo espiritual, la necesidad de la oración y la búsqueda de liberación como don de Dios, protector de los pobres.

Sentido de la vida: considerada como regalo de Dios, que lleva a luchar por la vida contra toda esperanza, como el pueblo judío que acude a Egipto ante la experiencia del hambre (Gn 42).

Sentido comunitario: manifestado en la acogida y la hospitalidad, en el trabajo en común como experiencia de fraternidad y alegría (la minga), en la ayuda mutua y la solidaridad básica.

Respeto de la tierra: considerada como fuente de vida, lugar sagrado de experiencia religiosa, "rostro femenino de Dios", centro integrador de la vida de la comunidad78 .

Sentido de la fiesta: a pesar de la dureza de la vida, el pueblo sabe festejar el sentido de la vida; la fiesta es el espacio privilegiado en que se afirma el valor de la comunidad, que llama a romper las barreras de los egoísmos, las injusticia s y los odios; es la afirmación de la hermandad entre todos los hombres.

La inculturación tiene mucho que ver con la inserción, pero a la vez la supera. Es dejarse envolver por el mundo del pobre, es despojarse de seguridades sociales y culturales. Es, sobre todo, aprender del sentido de Dios que tiene el pobre. Cualquiera que tenga contacto con las CEBs es testigo de que hoy se ora mucho, con intensidad y esperanza, en América Latina. La oración no es para ellas un oasis de paz, ajeno al dolor, al sufrimiento, a la lucha y aun a la muerte. Los miembros de las CEBs saben or ar en los momentos de alegría, pero también en los de sufrimiento y de lucha, pues están convencidos de que el amor, la justicia y la paz son, en definitiva, un don gratuito de Dios. Ellos nos enseñan a orar con sencillez y confianza, en forma de oración de petición y de acción de gracias.

3.4. VIDA COMUNITARIA

Opción por la comunidad

El fenómeno de la socialización se ha ido consolidando y la tradicional espiritualidad individualista tiende a superarse. El cristianismo latinoamericano se ha hecho muy sensible a la dimensión comunitaria y ha encontrado su mejor apoyo para ello en la s CEBs, en la renovación bíblica y en los movimientos apostólicos79 . Por eso, para el creyente la humanidad es familia, la Iglesia es comunión, la acción del Espíritu Santo crea solidaridad80 . Para remarcar esta dimensión se cuida la reconciliación, la interacción, la relación, el diálogo, la comunión, los encuentros fraternales, la fiesta, la ayuda mutua... Es comunitaria la oración y también la acción; se comparte la alegría y el dolor; los carismas se reciben para sanar y servir a los demás81 .

"«Que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado» (Jn 17,21). Esta es la oración de Jesucristo por su Iglesia...

"... Buscamos dar impulso a nuestra Iglesia a partir de una vivencia de comunión y participación, que ya se experimenta en diversas formas de comunidades existentes en nuestro continente" (DSD 54).

Hacer la opción por la comunidad supone tomar una actitud oblativa. Frente a la opción de fondo no hay cristianos y no cristianos, creyentes y no creyentes. Solo hay personas egoístas y personas que saben tomar una actitud oblativa82 .

Ha crecido el sentido de Iglesia como fruto de la vida comunitaria. Con todo, el peligro del individualismo siempre acecha por el egoísmo personal y hasta por el peso y la inercia de las estructuras. Por tanto, este sentido comunitario tiene que impuls ar la creación de la Iglesia como comunidad de comunidades. Esta es una tarea de la nueva espiritualidad.

Comunidad y soledad

La experiencia de la soledad va unida a la vida comunitaria, aunque resulte paradójico. La comunión de cada persona nunca se realiza en plenitud: bien sea por la falta de adaptación personal al proyecto o plan pastoral (por ej. por mentalidad tradicion al); o por la rigidez del proyecto, que no reconoce los carismas personales y aun las limitaciones personales; o por la incomprensión de la dimensión de conciencia y del mismo compromiso ("es bueno, pero equivocado"); en definitiva, por la no plena adecua ción entre comunidad y subjetividad, lo cual es una de las antinomias del amor humano.

Esta experiencia de soledad, sobre todo cuando procede de la opción por pobres y de la actuación noble en conciencia en seguimiento de Jesús, e.d. cuando es ejercicio del profetismo, lejos de atentar contra la comunidad, la fundamenta y robustece.

"La comunidad debe definirse como comunión de libertades. O, con otras palabras: sólo crea comunidad aquello que libremente se entrega. Individuo y comunidad, en su verdad última, no crecen en proporción inversa sino en proporción directa. Por e so hemos dicho que toda forma de individualismo -en cuanto falsificación de la persona- no realizará comunidad. Y que toda forma de colectivismo -en cuanto falsificación de la comunidad- no realizará a las personas. La existencia humana en la tierra sólo puede ser un caminar, lento e inacabable, hacia la superación de ambos escollos"83 .

Coordinación pastoral, experiencia de fraternidad

Una de las experiencias más significativas y novedosas de la práctica pastoral es la coordinación, que supone evaluación constante y planificación84 . Esto, que pareciera una exigencia de simple eficacia práctica, es una experiencia espiritual. No cabe vivir adecuadamente el espíritu comunitario y fraterno al margen de la coordinación pastoral. Ha entrado a formar parte de los criterios de incorporación a los servicios y ministerios eclesiales.

Se vaciaría el sentido profundo de la coordinación pastoral si se redujera a mera eficacia práctica o se realizara por la presión e imposición de la mayoría. La gratuidad del amor fraterno es el clima de la eficacia evangélica. Por ende, la coordinació n pastoral o es experiencia de fraternidad o es un fraude, que destruye la vivencia eclesial.

"Frente a ese Dios gratuito debemos mostrar un Reino que no pueda reducirse a una energía al servicio del desarrollo humano, sino que parta del encuentro con un Dios personal, que se nos entrega como un regalo en su propia intimidad, y que una v ez que se nos entrega no viene a suprimir ni entrar en concurrencia con el esfuerzo humano por constuir un mundo mejor"85 .

Conflicto y reconciliación

La experiencia del conflicto es una realidad frecuente en la Iglesia actual. Puede darse por incompresiones a pesar de la mejor buena voluntad de unos y otros, por rechazo de desviaciones debidas a posturas contestatarias o ideológicas, y también por f alta de aceptación del profetismo. Esta situación lleva a tensiones fuertes y aun a divisiones internas en la Iglesia.

Esta situación tensa es un llamado a reconocer la necesidad de la reconciliación y el perdón como un rasgo inherente a la comunidad cristiana. Por doquier surge desde dentro de la Iglesia la necesidad de una reconciliación, que supere las descalificaci ones mutuas (Mt 18,15-17.21; Lc 12,57-59). Implica crecer en sencillez y humildad, en madurez y en capacidad de diálogo frente a la intransigencia y el orgullo. Sin duda es una de las características de la espiritualidad de la NE.

La reconciliación es don de Dios, obra de la gracia, ante todo. Tenemos, pues, que pedirla, poniendo esfuerzo de nuestra parte para derribar el muro que nos separa de nuestros hermanos:

"El (Jesús) y sólo El, es nuestra salvación, nuestra justicia, nuestra paz y nuestra reconciliación. En El fuimos reconciliados con Dios y por El nos fue confiado el «Ministerio de la Reconciliación» (2 Co 5,19). El derriba todo muro que separa a los h ombres y a los pueblos (cf. Ef 2,14)" (DSD 6).

3.5. OTRAS DIMENSIONES DE LA NUEVA ESPIRITUALIDAD

Así como en la primera parte presentamos otros presupuestos teológico-pastorales, ofrecemos en forma sucinta a continuación otras dimensiones de la nueva espiritualidad. Propiamente no son totalmente nuevas o ajenas, pues de algún modo brotan de los tr es ejes fundamentales que hemos señalado.

Espiritualidad del compromiso

La espiritualidad del Continente ha dado un gran giro; de la espiritualidad que suponía la fuga del mundo se ha pasado a la presencia, la encarnación y el compromiso con el mundo. Así se revaloriza el trabajo, la relación con el medio ambiente (ecologí a), el compromiso social y político, la lucha contra el dolor, la fiesta... La creación se celebra y se revive (cf. Rm 8,21). Esta espiritualidad no deja de lado la vigilancia, para que no se empañe la vida cristiana86 . No es la espiritualidad de la fuga del mundo, sino del compromiso87 .

Actitud de diálogo

La actitud de diálogo tiene un doble apoyo evangélico: el amor y respeto debidos a toda persona y la posibilidad de acceso a la verdad por parte de todos los hombres y pueblos (Hch 17, 27-28; Rm 2, 15). Esto está en relación con los temas de la incultu ración, la realidad como lugar teológico y el ecumenismo88 . Jesucristo es la Verdad absoluta. La Iglesia es servidora de la Verdad recibida; mas no somos poseedores absolutos de la verdad; caminamos hacia ella. Debemos, por consiguiente, estar prestos a reconocer las "semillas del Verbo" presentes en todos los pueblos y culturas, y a escuchar la voz de Dios que nos sigue hablando desde la historia presente. Todos los hombres pueden escuchar esa voz, que resuena en la realidad de la vida y en la intimidad de la conciencia humana. Más aún, debemos estar abiertos a la comunicación de Dios a través de los humildes y sencillos (Mt 11, 25).

Esta actitud de diálogo requiere el reconocimiento de la herencia común que compartimos con los hermanos de otras Iglesias cristianas y el acercamiento a ellos, para llegar un día a la anhelada unidad en Cristo.

Se trata en el fondo de una profunda actitud espiritual, capaz de contrarrestar el integrismo y el fundamentalismo, que fanatizan al hombre y ponen en peligro la misma convivencia humana.

Actitud misionera

La dimensión misionera de que hablamos en la primera parte conlleva la actitud misionera. ¿En qué consiste como rasgo de la espiritualidad? En concebir la misión como algo absoluto, que nos transciende. Normalmente partimos del supuesto de que el c ompromiso y la solidaridad empiezan por casa, por los más cercanos. Desde el Evangelio de Jesús, en cambio, la prioridad absoluta la tienen los últimos, los marginados, las víctimas inocentes, los que no cuentan, los que están al margen, los que sin culpa desconocen el Evangelio89 . En la parábola del buen samaritano, Jesús supera la perspectiva de la ayuda al prójimo, entendido como el cercano, para exigirnos hacernos prójimo del hermano necesitado (Lc 10, 36). Se trata de una perspectiva evangélica de g ran densidad espiritual, imprescindible para llevar adelante la misión de anunciar el Reino de Dios a todos los hombres y pueblos.

3.6. LOS MARTIRES, TESTIGOS DE LA NUEVA EVANGELIZACION

En América Latina se ha dado en las últimas décadas una realidad martirial, que es verdaderamente pascual. Defender a los pobres lleva al sufrimiento y la muerte: he aquí la dimensión martirial. Dentro de esta realidad martirial surge una alegría de ca rácter pascual, fruto de la esperanza que sabe por la fe que la muerte no es la última palabra de la historia. Se trata de la alegría fundamentada en la resurrección del Señor.

Los que intentan vivir cerca del pueblo pobre son testigos de aflicciones que forman una verdadera prisión. Pero ahí descubren que algo nuevo germina: la conciencia de que un pueblo se expresa en sus organizaciones y en su fe liberadora: esto trae una nota de esperanza, pues ese pueblo empieza a vivir en la alegría. El sufrimiento no se opone a esta, sino la tristeza. Es una alegría pascual, que se da en todo martirio.

El mártir no entrega su vida por análisis sociales, por ej. por considerar que este sistema es la encarnación del mal, sino por seguir a Jesús, defendiendo la fe en Dios y el amor a los hermanos, particularmente a aquellos que son víctimas de la injust icia y la falta de solidaridad de sus semejantes.

La NE está siendo escrita con el coraje de los profetas y la sangre de los mártires. La sangre derramada por nuestros mártires revela cuán grande es el misterio de fidelidad que se esconde en nuestra Iglesia. Los mártires convocan y animan a otras fide lidades, mostrando, una vez más, que la presencia mantenida entre los pobres es lo que en último término dio y dará credibilidad a la Iglesia.

El testimonio de los mártires es un hecho teológico de primera magnitud como signo de fidelidad a Jesucristo e invitación a su seguimiento. Los "testigos" nos ayudan a apuntalar y fortalecer la espiritualidad. Especialmente el pueblo sencillo necesita de testigos para ello. "El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan... o si escuchan a los que enseñan es porque dan testimonio" (EN 41).

La Iglesia toda necesita reconocer públicamente a sus mártires, como lo hizo la Iglesia primitiva, perseguida por el Imperio. Nos parece bien reconocer oficialmente a quienes han entregado su vida en otras latitudes y contextos sociales, por ej. detrás del telón de acero. En América Latina vemos necesario reconocer a quienes han entregado su vida siendo "testigos de los pobres", obispos, sacerdotes, religiosos-as y laicos comprometidos, pues ellos son la expresión más clara de una nueva espiritualidad del seguimiento de Jesucristo. Ellos son los testigos principales de la NE, a quienes el pueblo pobre venera ya con profundo sentido de fe.

"En este V Centenario queremos agradecer a los innumerables misioneros, agentes de pastoral y laicos anónimos, muchos de los cuales han actuado en el silencio, y especialmente a quienes han llegado hasta el testimonio de la sangre por amor de Jesús" (D SD 21)90 .

notas:

· 1 Cf. Discurso de Juan Pablo II en la XIX Asamblea Plenaria del CELAM en Puerto Príncipe (Haití), 1983.

· 2 Cf. Documento de Santo Domingo (DSD), nº 24.

· 3 Cf. DSD 33.

· 4 Me ha tocado ser formador en un seminario de misiones durante nueve años y trabajar como párroco durante veinte años largos. En los últimos cuatro años largos, las responsabilidades parroquiales han estado unidas al cargo de Secretario Ejecutivo de la Comisión de Magisterio de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana. Esta trayectoria pastoral me ha permitido desarrollar un trabajo largo y fecundo con comunidades eclesiales de base a nivel parroquial, diocesano y nacional, tener experiencia directa de catequesis, de administración de sacramentos y de acompañamiento de la religiosidad popular, y saber lo que es la coordinación y la planificación pastoral. Además, durante siete años he acompañado al Movimiento MIIC-PAX ROMANA, que convoca a intelectuales y profesionales cristianos, como asesor latinoamericano. Mi cargo en la Conferencia Episcopal me ha dado oportunidad para profundizar en la temática de la NE en preparación de la Conferencia de Santo Domingo. De ahí que ponga el acento en la experiencia eclesial vivida antes que en el estudio de obras y documentos. De todas formas, como lo he indicado antes, haré múltiples referencias al Documento de Santo Domingo.

· 5 Tengo presente para esta ponencia el proceso de consulta que se ha extendido en el continente latinoamericano como preparación para Santo Domingo. Aunque no aparecen citas de los aportes de las Conferencias Episcopales de América Latina y el Caribe , los tengo en cuenta de algún modo. Obviamente tendré en cuenta, de modo especial, el proceso de consulta para la IV Conferencia seguido en el Ecuador, que tiene como principal referencia el APORTE enviado al CELAM en 1990 y publicado para su conocimient o y uso en el país.

· 6 Ciertamente van surgiendo otras experiencias de espiritualidad. El Documento de Santo Domingo dice: "En la Iglesia se multiplican los grupos de oración, los movimientos apostólicos, formas nuevas de vida y espiritualidad contemplativa" (DSD 38). No tengo conocimiento personal de tales experiencias. Me limito, pues, a esta referencia.

· 7 También va entrando en algunos ambientes eclesiales la denominada teología de la reconciliación.

· 8 En el Documento de Santo Domingo se dice: "Una meta de la evangelización inculturada será siempre la salvación y liberación integral de un determinado pueblo o grupo humano" (DSD 243).

· 9 Cf. P. José María Arnaiz, S.M., "Líneas de reflexión teológico-pastorales que orienten la Nueva Evangelización", charla poligrafiada entregada en el Seminario "Hacia la IV Conferencia", celebrado en Bogotá del 8 al 26 de julio de 1991. En dicha pon encia se hace un estudio de las tres claves señaladas, viendo su correspondencia e interdependencia.

· 10 Cf. Aporte de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana para la IV Conferencia General del Episcopado de Santo Domingo, pág. 121-127.

· 11 Cf. Juan Pablo II, Redemptoris missio (RM), 4-8 y 17-18. En el Documento de Santo Domingo, nº 3, se presenta a Jesucristo como centro del designio amoroso de Dios; se afirma también que Jesucristo, muerto y resucitado, vive entre nosotros y es "nu estra esperanza de gloria" (Col 1,27).

· 12 Cf. DSD 8. En el mismo documento se dice que "Jesucristo es «la perfecta revelación del hombre al propio hombre»" (ib. 13).

· 13 Cf. DSD 30 y 92.

· 14 En el Documento de Santo Domingo se dice que Jesús se ha acercado sobre todo a los que estaban al margen de la sociedad. Por ello ha proclamado: «Bienaventurados los pobres» (Lc 6,10) (cf. DSD 4).

· 15 Cf. DSD 13, 26, 27, 33; cf. Discurso Inaugural del Papa en Santo Domingo, nº 7.

· 16 Cf. DSD 27, 33, 38.

· 17 Instrumento Preparatorio, Anexo, IV. Estructura base de la Nueva Evangelización, 2. a.

· 18 Conferencia Episcopal Ecuatoriana, OPCIONES PASTORALES, nº 52.

· 19 Ib., nº 62.

· 20 Se podrían dar muchas referencias bíblicas que fundamenten esta opción por los pobres. En los profetas encontramos múltiples versículos donde se expresa el amor preferencial de Dios por los pobres. El se presenta en el A.T. como "Go'el", e.d. defe nsor de las huérfanos y las viudas, de los pobres y desamparados. En el N.T. las citas son muy abundantes. Simplemente enumero algunos de los lugares más clásicos del N.T.: Mt 5,3, 11,25, y 25,31-46; Lc 4,18-19 y 6,20; 1 Co 1,27-28; St 2,5. En el Documento de Puebla encontramos elementos fundamentales y variados para hacer una lectura evangélica de la opción por los pobres. Señalamos algunas citas para un estudio apropiado: DP 31-39, 87-90, 382, 707, 711, 733, 769, 1217, 1134, 1135, 1140, 11 44, 1153, 1157, 1158. Se dedica a esta opción el Capítulo I de la Cuarta Parte (núm. 1134-1165). En el Documento de Santo Domingo también encontramos múltiples referencias a la opción preferencial por los pobres y su fundamentación cristológica: cf. DSD 4, 32, 33, 50, 67, 75, 85, 92, 95, 159, 178, 180, 296. "Evangelizar es hacer lo que hizo Jesucrist o... El «siendo rico se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza» (2 Co 8,9)... Esta es la fundamentación que nos compromete en una opción evangélica y preferencial por pobres, firme e irrevocable, pero no exclusiva ni excluyente" (DSD 178).

· 21 Cf. Aporte de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana para la IV Conferencia, pág. 123.

· 22 Una anécdota nos podría ayudar a entender esta reflexión y a desbloquear malentendidos por prejuicios más o menos manifiestos. Al término del I Congreso Iberoamericano sobre "Ecumenismo y Nueva Evangelización", celebrado a últimos de octubre del 91 en el Santuario de Guadalupe (Cáceres), nos brindaron una visita a Sevilla, y concretamente pudimos ver el famoso Alcázar de esa ciud ad. Hacía de guía un sacerdote de la diócesis de Sevilla. Entre otras obras de arte nos mostró un cuadro sobre la "Virgen de la Protección". En el primer plano aparecían varios nobles, y en un segundo y oscuro plano estaban los indígenas y mestizos. Al re sultarle un tanto embarazoso el lugar secundario que ocupaban estos últimos en el cuadro, el sacerdote-guía trató de salir del paso diciendo: "Como pueden ver, se reconoce la universalidad, pues la Virgen aparece acogiendo a todos". Ciertamente no se nega ba la universalidad. Pero cabría preguntarse si el cuadro reconocía la preferencia evangélica por los pobres y marginados.

· 23 Cf. DSD 95.

· 24 Cf. DP 87-89. Hay autores que consideran la irrupción de los pobres como el principal signo de los tiempos (cf. Giulio Girardi, La túnica rasgada, Ed. Sal Terrae, 1991, pág. 213). Por su parte, Gustavo Gutiérrez dedica a esta cuestión una de sus o bras, titulada La fuerza histórica de los pobres. Indudablemente, este hecho está marcando en forma decisiva la vida de la sociedad y de la Iglesia. El saber interpretar correctamente este hecho, superando manipulaciones ideológicas, es de transcendental importancia para "escrutar los signos de los tiempos" (cf. Mt 16,3).

· 25 Aunque en Santo Domingo no se desarrolla esta idea, está implícita en el título con el que se abre uno de los capítulos del DSD: "Para anunciar el Reino a todos los pueblos" (cf. DSD 121 ss).

· 26 Cf. DSD 26, 54-63.

· 27 En el DSD no hay referencias explícitas a esta perspectiva eclesial. Hay afirmaciones sólidas y alusiones sobre la preferencia que debe mostrar la Iglesia por los pobres, como consta en el apartado de la opción por estos, hasta reconocer que "los pobres evangelizan a los pobres" (DSD 95).

· 28 Cf. Juan XXIII, Mensaje del 11 de septiembre de 1962.

· 29 Cf. DSD 55-57.

· 30 Cf. DSD 78-84, 98, 101.

· 31 Cf. DP 421, 424 y 427.

· 32 Cf. AG 11 y 15; DP 401 y 403; DSD 17.

· 33 Ep. 101: PG 37, 181; Sch. 208, p. 51; DP 400. En el DSD se hace una afirmación interesante, que resalta la referencia esencial a Cristo para la inculturación del Evangelio: "Lo que no pasa por Cristo no podrá quedar redimido" (DSD 228).

· 34 Cf. G. Girardi, o.c., pág. 223.

· 35 Cf. RM 85; DP 368.

· 36 Cf. DSD 121-131.

· 37 Cf. DSD 126.

· 38 Cf. DSD 128.

· 39 Cf. GS 21, 27 y 41; ChL 39; DSD 20, 164.

· 40 Cf. DSD 162. El DSD dedica un apartado a la cuestión de los derechos humanos (cf. DSD 164-168).

· 41 Cf. DSD 215, 223.

· 42 Cf. DSD 96, 97; Discurso Inaugural del Papa en Santo Domingo, nº 13.

· 43 Cf. LE 8.

· 44 En la Conferencia de Santo Domingo no se trató este problema. Pero hay alguna referencia implícita que vale rescatar: "La Nueva Evangelización surge en América Latina como respuesta a los problemas que presenta la realidad" (DSD 24). Cf. Discurso Inaugural del Papa en Santo Domingo, 1.

· 45 Se alude a esta metodología en referencia al trabajo pastoral con los adolescentes y los jóvenes (cf. DSD 119); pero no se reduce al trabajo con ellos, como consta por la práctica pastoral en otros ambientes, especialmente con los sectores laboral es y populares.

· 46 Junto a la mayor apertura que se observa en las "Sociedades Bíblicas", vale resaltar el significado promisorio de los dos Encuentros de Obipos y Pastores de América Latina y el Caribe, celebrados el uno en Cuenca-Ecuador, del 4 al 10 noviembre de 1986, y el otro en Kingston-Jamaica, del 4 al 9 de junio de 1990. Los temas abordados fueron: en Cuenca: "Los movimientos religiosos contemporáneos, desafío a nuestras Iglesias"; en Kingston: "Deuda externa y narcotráfico". Puede comprobarse que en dichos encuentros se responde a la invitación del Concilio de cooperar con los otros cristianos, especialmente, en el campo social y de buscar unidos a ellos la respuesta al desafío de las sectas, como propone el Papa Juan Pablo II. El DSD dedica varios apartados a esta problemática, incluyendo la relación especial con las Iglesia históricas, el diálogo con las religiones no cristianas y la actuación ante el desafío de las sectas fundamentalistas y los nuevos movimientos religiosos ( cf. DSD 132-152).

· 47 Cf. DSD 137.

· 48 Cf. Discurso de Juan Pablo II, XIX Asamblea Plenaria del CELAM, Puerto Príncipe (Haití), 1983.

· 49 Gustavo Gutiérrez, Beber en su propio pozo, Ed. Sígueme, 1986, pág. 177.

· 50 Ib., pág. 117.

· 51 Cf. ib., pág. 20-26.

· 52 Frente a esta perspectiva limitada, el DSD hace un llamado a la santidad a todos los miembros de la Iglesia (cf. DSD 31-54), subrayando la importancia de la Palabra de Dios, la liturgia y la misma religiosidad popular.

· 53 Cf. DSD 179.

· 54 Cf. P. José María Arnaiz, S.M., La espiritualidad de la Nueva Evangelización, charla poligrafiada entregada en el Seminario "Hacia la IV Conferencia" (Bogotá, 8 al 26 de julio de 1991), pág. 15. Nos inspiramos en dicho artículo en otros momentos de esta exposición. Lo indicaremos con nota al pie de página solo cuando utilicemos textual o casi textualmente alguno de sus párrafos.

· 55 Cf. DSD 21; Discurso Inaugural del Papa en Santo Domingo, nº 30.

· 56 Cf. Lc 14,25-33; Mt 10,34-39; Lc 12,51-53.

· 57 Cf. DSD 32, 160, 163, 231, 239.

· 58 Cf. DSD 46.

· 59 Segundo Galilea, Rosto latinoamericano da Espiritualidade, REB, vol. 39, fasc. 156, 1979, pág. 586.

· 60 Cf. J. Mª Arnaiz, a.c., pág. 16.

· 61 "Crónica Huaorani", CICAME, Quito 1988, pág. 114.

· 62 Cf. DSD 27, 33, 38; J. Mª Arnaiz, a.c., pág. 14.

· 63 Cf. J. Mª Arnaiz, a.c., pág. 18-19; DSD 53, 163, 229, 289, 303; Discurso Inaugural del Papa en Santo Domingo, nº 30.

· 64 Cf. Aporte del Ecuador para Santo Domingo, pág. 140.

· 65 Jon Sobrino, Resurrección de la verdadera Iglesia, Sal Terrae 1984, pág. 108.

· 66 Cf. Discurso Inaugural del Papa en Santo Domingo, nº 16; DSD 32.

· 67 Opciones Pastorales del Ecuador, 62.

· 68 Cf. DSD 45, 160.

· 69 Cf. DSD 92.

· 70 Cf. J. Mª Arnaiz, a.c., pág. 9 y 10.

· 71 Cf. DSD 92.

· 72 Cf. S. Galilea, a.c. pág. 563-570.

· 73 Cf. DSD 228, 230.

· 74 Cf. DSD 228.

· 75 Cf. DSD 230.

· 76 Cf. DSD 13, 32, 160, 178, 180, 296, 302.

· 77 Cf. G. Gutiérrez, o.c., pág. 161-163.

· 78 Cf. DSD 172.

· 79 Cf. DSD 38.

· 80 Cf. J. Mª Arnaiz, a.c., pág. 13.

· 81 Cf. Hans Urs von Balthasar, El Evangelio como norma y crítica de toda espiritualidad de la Iglesia, Ed. Morcelliana, Brescia, 1972.

· 82 Cf. L. Rossi, Opción fundamental, DIT, III, citado por J. Mª Arnaiz, o.c., pág. 13.

· 83 José Ignacio González Faus, Individuo y comunidad, Mysterium Liberationis, UCA Editores, San Salvador, 1991, Tomo II, pág. 77.

· 84 En el DSD, con relación a las parroquias urbanas, se dice que "se deben privilegiar planes de conjunto en zonas homogéneas" (DSD 60). No se trata de una exigencia exclusiva de la pastoral urbana, antes es un criterio pastoral para todas las iglesi as particulares y las parroquias. Se pone énfasis en el caso del trabajo pastoral en las ciudades, por ser con frecuencia lugares de dispersión pastoral.

· 85 CLAR, "Documentación de la IV Asamblea General", diciembre 1969 en SL, 279 a.

· 86 Cf. J. Mª Arnaiz, a.c., pág. 13-14.

· 87 Cf. DSD 13, 96, 97, 158, 160, 185; Discurso Inaugural del Papa en Santo Domingo, nº 13. El capítulo entre sobre "Promoción humana" del DSD abunda en esta dimensión del compromiso temporal.

· 88 Cf. DSD 135, 248.

· 89 Cf. DSD 125, 126, 128, 131.

· 90 Cf. Discurso Inaugural del Papa en Santo Domingo, nº 30.