Octubre: mes del Rosario.
Padre Jesús Martí Ballester
Surgió el Rosario en el siglo XII en
el mediodía francés, la herejía albigense, perniciosa y pertinaz, que ni el
clero local ni los monjes cistercienses lograron desarraigar. Los albigenses
enseñaban la existencia de dos dioses, uno del bien y otro del mal. El bueno
creó todo lo espiritual. El malo, todo lo material. Para ellos, todo lo material
es malo. El cuerpo es material; por tanto, el cuerpo es malo. Como Jesús tuvo
cuerpo, Jesús no es Dios ni María es la Madre de Dios. También negaban los
sacramentos. Rehusaban al Papa. También había factores políticos.
Aconteció que un canónigo español de la diócesis de Osma, tuvo que viajar a
Dinamarca, con su obispo, Diego de Acevedo, y cuando regresaba, se detuvo y se
entregó a la predicación contra la herejía. Era Domingo de Guzmán. Agotado de
tanto predicar, según la tradición, escuchó que le dijo la Virgen: «Domingo,
siembras mucho y riegas poco». Esta exper iencia de María, le hizo tomar
conciencia de que había de orar más. En el año 1208, la Madre de Dios enseñó a
Santo. Domingo a rezar el rosario y le dijo que propagara esta devoción y la
utilizara como arma poderosa en contra de los enemigos de la Fe. Domingo logró
convertir a unos pocos e inició la creación de una orden religiosa en Prouille,
para las mujeres jóvenes convertidas. La Virgen se le apareció en la capilla con
un rosario en la mano y le enseñó a Domingo a rezarlo. Le dijo que lo predicara
por todo el mundo, y le prometió que muchos pecadores se convertirían. Domingo
quedó lleno de celo y con el rosario en la mano, lo predicó y convirtió a muchos
herejes. Las vinculaciones políticas desencadenaron una guerra. A petición de
Simón de Montfort, dirigente del ejército cristiano y amigo de Domingo, enseñó a
los soldados a rezar el rosario y ganaron la batalla de Muret. Como signo de
gratitud, se construyó la primera capilla a Nuestra Señora del Rosario, cuyo
título se le conce dió tras la batalla de Lepanto.
Muchos hombres se unieron a la obra apostólica de Domingo y, con la aprobación
del Papa, Domingo fundó la Orden de Predicadores, a la que le cabe la gloria de
haber difundido intensa y extensamente la devoción del Rosario. Durante casi dos
siglos se mantuvo el rosario como la oración predilecta. Cuando la devoción
empezó a disminuir, la Virgen se apareció a Alano de la Rupe y le encomendó
vivificar la devoción y le reiteró las promesas hechas a Sto. Domingo, de que
los que recen el rosario recibirán la gracia que pidan y una especialísima
protección. Y señala como frutos del Rosario, que éste será el escudo contra el
infierno, que destruirá los vicios, librará de los pecados y de las herejías,
que hará germinar las virtudes, sustituirá en el corazón de los hombres el amor
del mundo con el amor de Dios y los elevará a desear las cosas celestiales y
eternas. Que la persona que rece el Rosario no perecerá. Los devotos del Rosario
no morirán sin los Sacramentos. La Virgen socorrerá en sus necesidades a los que
propaguen su Rosario, que será una señal de predestinación.
EL PAPA SAN PIO V
San Pío V (1566) Papa Dominico, encargó la propagación del rosario a la Orden de
Predicadores. Muchos Papas han sido devotos del rosario y lo han propagado con
profunda convicción y confianza. Entre ellos: León XIII y Juan Pablo II. León
XIII, considerado como el Padre de Europa, escribió doce encíclicas sobre el
rosario, afirmó que: «El Rosario es la fórmula más eximia y excelente de
oración». Insistió en el rezo del rosario en familia, consagró el mes de octubre
al rosario e insertó el título de “Reina del Santísimo Rosario” en la Letanía de
la Virgen. Por todo esto mereció el título de “El Papa del Rosario”. Todos los
Papas recomiendan a la Iglesia el Rosario y han escrito más de 500 documentos
exhortando a rezarlo. Junto a León XIII, sobresalen Pío X, Pío XI, Pío XII, Juan
XXIII, Pablo VI y Juan Pablo II.
Leamos algunos fragmentos: Pío X: “El rosario es un medio de los más eficaces
para obtener gracias del cielo, porque es la oración por excelencia”. Pío XII:
«El rosario es el breviario de todo el evangelio, meditación de los misterios
del Señor, sacrificio vespertino, guirnalda de rosas, himno de alabanzas,
plegaria doméstica, norma de vida cristiana, garantía cierta del poder divino,
apoyo y defensa de nuestra salvación» (Carta Apostólica al Arzobispo de Manila,
del 31 de julio de 1946). «La iglesia no vence con la fuerza de las armas, ni
con el poder humano, sino con el auxilio divino obtenido por la oración del
rosario, igual que David con su honda contra Goliat» (Ingruentium malorum). Juan
XXIII decía: “Si el Papa no reza cada día las tres partes del rosario, el Papa
no ha orado”. Juan Pablo II dice que el rosario es su oración predilecta y
apenas le dejan solo saca su rosario y comienza a rezarlo.
LA ORACION
Jesús ha dicho: “Donde dos o tres estén re unidos en mi nombre, allí estoy yo en
medio de ellos” (Mt 18,20). El rosario en familia es algo maravilloso. Es un
modo práctico de fortalecer la unidad de la vida familiar. Es una oración al
alcance de todos. El gran apóstol del rosario en familia, Padre Patrick Peyton,
llevó a cabo una cruzada a nivel mundial del rosario en familia en el Holy Cross
College, Washington D.C., en enero de 1942. Hizo esta cruzada en acción de
gracias a María Santísima por la restauración de su salud. De una forma
maravillosa la cruzada se propagó por todo el mundo con el lema: “La familia que
reza unida, permanece unida”. El Rosario es la oración de los sencillos y de los
grandes. Es tan simple, que está al alcance de todos; se puede rezar en
cualquier parte y a cualquier hora. El rosario honra a Dios y a la Santísima
Virgen de un modo especial. La Virgen llevaba un rosario en la mano cuando se le
apareció a Bernardita en Lourdes. Cuando se les apareció a los tres pastorcitos
en Fátima, también tenía u n rosario. Fue en Fátima donde ella misma se
identificó con el título de “La Señora del Rosario”. El rosario es una oración
que Pío XII llamó compendio del Evangelio, y Pablo VI Evangelio abreviado.
Los autores de la oración del rosario son cuatro, y todos eximios: Jesús, el
arcángel San Gabriel, la prima de María, Isabel y la Iglesia. Entre todos han
compuesto una oración contemplativa que nos traza las virtudes evangélicas de
Jesús, de José y de María: el Redentor y la Corredentora, a la vez que invoca y
glorifica a la Santa Trinidad, al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. El rosario
es pues, una oración evangélica porque saca del evangelio el anuncio de los
misterios y las fórmulas principales. Y la triple división de los misterios, no
sólo se adapta al orden cronológico de los hechos, sino que refleja el primitivo
anuncio de la fe y propone el misterio de Cristo como fue visto por San Pablo en
la carta a los Filipenses (2,6): humillación, muerte y exaltación. Con el
rosario contemplamos los misterios de la Vida, Pasión y Muerte de Cristo, para
sacar normas de vida y poder conseguir lo que prometen. El rosario es una
oración familiar, amena y bella, porque cuando rezamos el rosario tejemos
guirnaldas de rosas, creamos un delicioso jardín que se armoniza con la
Liturgia, ya que se nutre de la Escritura y, como ella, gravita en torno al
misterio de Cristo.
En el Rosario nos encontramos en el corazón del Evangelio: “¡pedid y se os
dará...”! (Mt 7,7). Jesús, que pasa noches en oración (Lc 6,12), nos dice: “Lo
que pidáis al Padre en mi Nombre, os lo concederá” (Jn 14,13); «esta clase de
demonios sólo se lanza con oración y ayuno» (Mc 9,18). Y San Pablo exhorta:
«Orad sin interrupción» (Col 4,2; 1Tes 5,17). Jesús comenzó su Pasión orando en
el huerto de Getsemaní (Lc 22,41). María comenzó a ejercer de Madre de la
Iglesia orando en el cenáculo con los apóstoles (Hech 1,14). Y los apóstoles
decidieron con alegría: «Nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio
de la Palabra» (Hech 6,4). Así lo testifica Orígenes: “En el edificio de la
Iglesia conviene que haya un altar, y son capaces de llegar a serlo los que
están dispuestos a dedicarse a la oración, para ofrecer a Dios día y noche sus
intercesiones y a inmolarle las víctimas de sus suplicas. Como los apóstoles que
perseveraban unánimes en la oración y oraban concordes con una misma voz y un
mismo espíritu” (Homilía en la Dedicación de la Iglesia).
NECESIDAD Y EFECTOS DE LA ORACION
a) La oración es necesaria, como el agua para los árboles y las plantas, como
los alimentos para el cuerpo, como la sangre para el organismo, como los
cimientos para la casa, como el estómago para la digestión, como el oxígeno para
la vida.
b) La oración es fuente de conocimiento no teórico, sino sapiencial. El Niño
Jesús, a quien vieron tantos, sólo fue reconocido por Simeón y Ana, personas de
oración, y como Hijo de Dios y Mesías, sólo por San Ped ro, porque no lo supo
por los sentidos corporales. Así como las manzanas no hay que rimarlas, sino
morderlas para saborearlas y el perfume de la rosa hay que aspirarlo y no
contentarse con saber de la rosa en la lectura de las Enciclopedias, a Dios hay
que saborearlo para saber a qué sabe (San Juan de Ávila). En la oración se
aprenden verdades (Santa Teresa de Jesús).
c) La oración es fuente de energía. En la vida cristiana, no podemos estar
siempre gastando energías. Necesitamos reposo, sosiego, paz: «Marta, Marta,
estás muy nerviosa» (Lc 10,41). Y así como el agricultor no pierde el tiempo
cuando afila la guadaña, «si yo realizo el trabajo de orar caerán todas las
murallas» (Von Braum). Pero este trabajo nos resulta el más difícil. Siempre se
nos ocurren cosas que hacer cuando decidimos ir a orar. Porque la dificultad no
sólo nos viene de la naturaleza, sino del príncipe de este mundo, que sabe que
está perdido si oramos. El cura de Torcy en la novela de Bernanos, “El cu ra
rural”, le dice al joven sacerdote lacerado: «Muchacho, sufres demasiado para lo
que oras. Hay que alimentarse en proporción a nuestros dolores”. El P. Ravignan
recomendaba a un ejecutivo que se lamentaba de su stress, hacer un cuarto de
hora de oración diaria.”Pero, Padre, ¡si le estoy diciendo que no tengo tiempo!”
“Es verdad, repuso el Padre, haga media hora cada día”. «Quien tiene mucho que
hablar ha de guardar mucho silencio. Quien algún día ha de engendrar el rayo ha
de ser largo tiempo nube» (Nietzsche).
d) La oración es fuente de alegría. ¿Quiere, acaso Jesús que nuestro Vía Crucis
sea más largo y duro? No. Por eso dice: «Venid a mí los que estáis cansados y yo
os aliviaré y hallaréis el descanso> (Mt 11,28s), y, “Mi paz os dejo, mi paz os
doy” (Jn 20,19). El anhelo de la felicidad es un motor que no deja reposar a los
hombres, “Nos has hecho, Señor para ti, y sólo descansaremos en Dios”, en la
oración. Si Moisés baja radiante del Sinaí es porque había perman ecido con Él
(Ex 34,29). Si Agustín veía radiantes en la catedral de Milán a los jóvenes
salmodiando, es porque oraban. «No se puede ser cristiano sin oración” ha
escrito Urs Von Balthasar. Se nota pronto cuando una persona no ora. El famoso
compositor y pianista húngaro Franz Listz, decía: Si estoy un día sin tocar, lo
noto yo; si estoy dos días, lo nota mi esposa; si estoy tres, lo nota el
público.
e) La oración es fuente de conversión diaria. Por eso María y la Iglesia nos
entregan este modo sencillo de orar: el Rosario.
TESTIMONIOS SOBRE EL ROSARIO
Felipe II, moribundo, dijo a su hijo: «Si quieres que tus Estados prosperen no
olvides el rezo del Santo Rosario». Y dice Lacordaire: «El amor no tiene mas que
una palabra y, diciéndola siempre, no la repite nunca». A San Antonio Claret le
dijo la Virgen: «Antonio, predica el Rosario que es la salvación de España».
Preguntó Lucía a la Virgen en Fátima: “¿Francisco irá al cielo?...” Y la Virgen
respondió : “Sí... Pero ha de rezar muchos rosarios”. Al final de una misión,
dijo un feligrés al padre misionero: «He hecho un propósito: Clavar un clavo en
la cocina... Sí, y colgar allí el Rosario para rezarlo cada día».
Algunos, no pocos, han encontrado monótono el Rosario:
“Tú que esta devoción supones
monótona y cansada, y no la rezas,
porque siempre repite iguales sones,
tú no entiendes de amores ni tristezas.
¿Qué pobre se cansó de pedir dones?
¿qué enamorado de decir ternezas?”.
EL ROSARIO Y LA HISTORIA DE LOS PUEBLOS
Europa y con ella toda la cristiandad estaba en grave peligro de extinción
amenazada por el Islam. Los musulmanes se proponían hacer desaparecer, a punta
de espada, el cristianismo. Ya habían tomado Tierra Santa, Constantinopla,
Grecia, Albania, África del Norte y España. En esas extensas regiones el
cristianismo era perseguido, y muchos mártires derramaron su sangre, muchas
diócesis desaparecieron completamente. Después de 700 años de lucha por la
reconquista, España y Portugal pudieron librarse del dominio musulmán. Esa lucha
comenzó a los pies de la Virgen de Covadonga y culminó con la conquista de
Granada, cuando los reyes católicos, Fernando e Isabel, pudieron definitivamente
expulsar a los moros de la península en el 1492. ¡La importancia de esta
victoria es incalculable ya que en ese mismo año ocurre el descubrimiento de
América y la fe se comienza a propagar en el nuevo continente!
En el siglo XVI, año 1571, amenazaban los turcos invadir Chipre, para desde allí
conquistar Creta y saltar a Grecia, llegar a las costas de África y terminar en
las playas de Roma. Con ello el Islam enarbolaría el estandarte de Mahoma en el
mismo corazón de la cristiandad. San Pío V organizó una flota con sus Estados,
Venecia y España, La Liga Santa, capitaneada por D. Juan de Austria. Y pidió a
toda la Iglesia que rezara el Santo Rosario. La batalla se desencadenó en el
golfo de Lepanto: trescientas galeras mahometanas contra la armada cristiana:
tronaba el cañón, las gabarras descargaban su metralla, las bombardas disparaban
contra las embarcaciones, las naves embestían, el humo cegaba y casi oscurecía
el sol, las aguas se teñían de sangre... las voces subían clamorosas al cielo
rezando el Rosario. Pío V contempló misteriosamente la victoria mientras rezaba
asomado a una ventana del Vaticano. Este éxito fue el origen de la fiesta del
Rosario: dar gracias a Dios por esta victoria.
En el siglo XIX, 11 de febrero de 1858, la Virgen en Lourdes le pide a
Bernardette que rece el rosario. En el siglo XX, en 1917, cuando Lenín y Trostki
declaran en Rusia la revolución bolchevique, e implantan un Estado materialista
y ateo, el 13 de mayo de ese mismo año, pide la Virgen en Fátima a tres niños
que recen el rosario y promete que Rusia se convertirá. Pasan los años... y las
catástrofes y hecatombes, genocidios, hambre y dolor, esclavitud, guerra fría,
escalada de armamentos... asolan a la humanidad. Cuando en 1945 terminó la
segunda guerra mundial, reunidos en Yalta los tres grandes: Roossevelt, Stalin y
Churchill, Stalin preguntó a Roossevelt, que le comentaba que el Papa pedía la
paz: « ¿Con cuántas divisiones cuenta el Papa de Roma?
Siglo XX. El 16 de octubre de 1979 los cardenales eligen en Roma un Papa polaco.
El Kremlin tembló. Armaron el brazo de Alí Agca, y el 13 de mayo, día de la
Virgen de Fátima, caía Juan Pablo II en la plaza de San Pedro. Andropov, al
frente de la KGB, tenía como subalterno a Gorbachov, quien ahora le ha dicho a
Juan Pablo II, que aprecia mucho sus oraciones. Para todos, incluso para los
observadores más perspicaces, es inexplicable la caída, en cuatro meses, del
marxismo... Para todos los que ignoran la profecía de Fátima, en cambio ha dicho
el cardenal de Cracovia, Mons. Marchaski: «para nosotros no es inexplicable.
Hace años que venimos orando».
Hemos repasado la historia y hemos contemplado varios acontecimientos que nos
revelan la eficacia de la oración del Rosario.
Fuente: www.autorescatolicos.org