MITO

 

En su significado más general, el mito es una leyenda, un relato caracterizado como "palabra sagrada», con el que se intenta dar una explicación-causa y una garantía de la validez de todos aquellos elementos que constituyen el patrimonio social, intelectual o moral de una cultura determinada.

 

 

Producto de una mentalidad arcaica, el mito está dominado con frecuencia por el pensamiento mágico: las cosas, los animales, los fenómenos de la naturaleza son animados y humanizados; el mundo de los dioses, de los héroes y de los hombres se presenta como un todo en donde lo sagrado y lo profano actúan en absoluta continuidad. Esta continuidad resalta además por el empleo del mito en el culto: en efecto, muchos ritos religiosos no son más que la repetición en el presente de un suceso mítico, realizado con frecuencia de forma dramática. De ordinario, en el mito se tocan temas muy variados y heterogéneos, como, por ejemplo, la creación del mundo (mitos cosmogónicos ), el nacimiento y la vida de los dioses (mitos teogónicos), la aparición del hombre en la tierra (mito antropogónicos), el motivo y el origen de la existencia humana con todas sus experiencias, obscuridades y enigmas, como la sexualidad, el dolor, el mal, la culpa, la muerte, etc. (mitos sobre el estado original, mitos de la transformación, mitos soteriológicos y escatológicos) El término, pero sobre todo el concepto de mito, ha sido sometido en la historia de la cultura occidental a diversas interpretaciones. En primer 1ugar, el mito como simple relato de fábula popular, privado totalmente de racionalidad, en antítesis con la verdad, donde no habría más que la realidad del lenguaje y el revestimiento de la fantasía. Contra este mito de fábula se sublevó la mentalidad ilustrada y - debido a ciertas reducciones al mismo de la realidad religiosa- también la critica racionalista, con su programa de desmitificación absoluta. En segundo lugar, el mito como expresión inadecuada, poética y alusiva, a veces simbólica, elegida adrede para comprender y conceptualizar algunas verdades difíciles de captar. Serían mitos en este sentido que, como dice P. Ricoeur, "dan que pensar», los mitos platónicos de la caverna (Rep. 5 14a-51Sd), el mito de Er Armenio (Rep. 613e615d), el mito "geográfico» del destino final (Fed. 108c-11Ob). De este tipo de mito se sirvieron con frecuencia los Padres de la Iglesia del siglo II-III, sobre todo los ligados a la escuela de Alejandría, en sus interpretaciones alegóricas de la Escritura, y algunos filósofos románticos, como Schelling en la Filosofía de la mitología, para quienes el mito es un modo directo de manifestación del Absoluto y su interpretación uno de los camino más seguros para llegar al corazón secreto de la realidad.

En tercer lugar, el mito como huida hacia adelante, propio de las utopías, tanto en el sentido clásico (la Utopía, de Tomás Moro; La ciudad del sol, de Tomás Campanella), bien en el sentido milenarista, como en la democracia mística de Thomas MUnzer, el animador de la guerra de los campesinos, y en el «todavía-no» ontológico, humanista, natural de los mitos productivos de lucha con vistas a la resurrección total del hombre, como en la propuesta reciente de E. Bloch. Finalmente, desde el punto de vista psicoanalítico, el mito, estudiado sobre todo por Jung, se ha visto como la expresión de un «inconsciente colectivo», anterior al inconsciente individual, capaz de imponer a este último sus símbolos más profundos y más cargados de fuerza emotiva.

Substancialmente, la ciencia moderna de las religiones (M. Eliade, R. Pettazzoni, W. F. Otto, K. Kerenyi, L. Lévy-Bmhl) ha reconocido a los mitos una función positiva en la historia de las civilizaciones, va que representan una experiencia vivida del misterio de la realidad y de todo el devenir histórico: por eso siempre pueden ser comprendidos por el hombre si permanece fiel a su ser de hombre y no se deja esclavizar por la tiranía de la técnica y de la ciencia.

G. Occhipinti

Bibl.: G. Betori, Mito, en NDTB, 1234-1256; L. Cencillo, Mito, semántica y realidad, Ed. Católica, Madrid 1970; E. Cassirer, Filosofía de las formas simbólicas, 3 vols" FCE, México 1971-1079, especialmente el 11, dedicado a El pensamiento mítico; L. Duch, Ciencia de la religión y mito, Abadía Montserrat 1973; L, Lévy-Bluhl, El alma primitiva, Edicions 62, Barcelona 1974.