Antonio Varo Pineda

Maimónides no era tolerante: tengo pruebas


La celebración en Córdoba del congreso sobre Maimónides ha coincidido en el tiempo con mi lectura de un apasionante libro, titulado Historia judía, religión judía (Círculo de Lectores, 2004), escrito por Israel Shahak (1933–2001), un judío polaco que escapó milagrosamente del campo de exterminio de Bergen Belsen; posteriormente fue miembro del Consejo de Seguridad Nuclear del recién fundado estado de Israel, hasta que sus denuncias a favor de los derechos humanos, por encima de diferencias políticas o religiosas, lo convirtieron en un destacado disidente de su propio país.


Pero no es este asunto el motivo de las presentes líneas. Lo que quiero es manifestar mi perplejidad –Maimónides, precisamente, escribió una Guía de perplejos– ante la imagen del ilustre cordobés que nos quieren transmitir las autoridades políticas y académicas y los representantes de lo que hoy llamamos pensamiento políticamente correcto.



Se nos ha dicho hasta la saciedad que Maimónides es un ejemplo de tolerancia. Es posible que Maimónides fuera un destacado filósofo, médico, jurisconsulto y escritor judío cordobés, pero que fuera tolerante, es decir, una persona de mente abierta y respetuosa con las formas de pensar distintas de la suya, es algo que en absoluto se deduce de unas cuantas citas de sus obras que selecciona y comenta en su libro Israel Shahak, un autor al que nadie puede tachar precisamente de antisemita.


Veamos algunos ejemplos. Sobre las personas de raza negra, Maimónides dice nada menos que lo siguiente:



“Su naturaleza es como la naturaleza de los animales, y según mi opinión no están al nivel de los seres humanos, y su nivel entre las cosas existentes está por debajo del de un hombre y por encima del de un mono, porque tienen, más que el mono, la imagen y semejanza de un hombre” (página 70 del libro de Sahak, ed. cit.).


¿Maimónides, ejemplo de tolerancia religiosa? Cada vez que cita a Jesucristo en el código de la Ley talmúdica al completo, la Misnneh Torah, añade, a modo de epíteto, la expresión “Que perezca el nombre del malvado” (página 63). Sin comentarios.


Maimónides fue médico, entre otras cosas. Sobre la asistencia a mujeres embarazadas no judías dice muy claramente:



“A una mujer gentil no se le habrá de ayudar a dar a luz durante el shabbat, ni siquiera pagando” (página 178).


En esta misma línea, nuestro ilustre paisano piensa, como todos los judíos ortodoxos, que las referencias de los textos sagrados al prójimo se refieren exclusivamente al prójimo judío (faltaría más). Véase, si no, la siguiente cita textual:



“En cuanto a los gentiles con los que no estamos en guerra, su muerte no debe ser causada, pero está prohibido salvarlos si están a punto de morir; si, por ejemplo, se ve a uno cayéndose al mar, no se le habrá de rescatar pues –dice más adelante– un gentil no es tu prójimo” (página 173).


Hay más ejemplos en el libro de Israel Shahak, pero creo que los citados son suficientes. Que me digan, a la vista de lo que acabamos de citar, si debo estar perplejo o no ante la conversión de un pensamiento como el de mi ilustre paisano en un ejemplo de tolerancia, concordia y convivencia.