Jesús humilde y María.... también
Padre Mariano de Blas L.C
Primer Misterio de la Luz. El Bautismo de Jesús
Dios puesto en la fila de pecadores. En la fila había ladrones, asesinos,
adúlteras, fariseos podridos, soldados...Jesús metiendo los pies en la charca
del pecado. Él, el tres veces santo. Besó el suelo podrido de las almas, y no
sintió náusea. Sabía que podía limpiar todas las almas, todos los basureros,
todas las cloacas. ¿Qué te costaba convertir los basureros en jardines, las
ruinas en castillos donde Tú te sintieras divinamente a gusto? Cada santo es un
pecador reconstruido como santo sobre sus propias ruinas. María se enteró porque
se lo contaron. “Si Él se humilla así, yo... esclava del Señor. Yo quiero
imitarlo sufriendo el castigo de los hombres –luego serán mis hijos- para ayudar
a salvarlos.” Tal vez a nosotros no nos ha impresionado ver a Jesucristo
bautizado en el Jordán; a ti, María, te debió impresionar muchísimo, porque tú
sabías, como nadie, que Él era Dios. ¡Qué humillación! Tu humildad te parecía
pequeña, muy pequeña junto a la suya. Él no se había hecho esclavo, sino
pecador. Y Tú, que a todo le buscabas la razón y el sentido, preguntarías: ¿Por
qué Jesús se ha querido bautizar por Juan como un pecador más, ¿por qué? La
pregunta sigue todavía en el aire...
Juan había sido el primer hombre que había reconocido a Jesús como el Hijo de
Dios y trató de comunicárselo a los demás. Pero muy pocos lo aceptaron. Un día
dijo a Andrés y a su amigo: “He ahí el cordero de Dios”. Y éstos sí le
siguieron, para su bien. Los demás no le hicieron caso, para su mal.
Posteriormente Jesús se lo reclamaría: “¿El bautismo de Juan venía de Dios o de
los hombres?” Le respondieron: “No lo sabemos, es decir, no lo queremos saber”.
Jesús venía del desierto donde había realizado una dura penitencia: oración y
ayuno muy fuertes. Ella aprendió que la oración es muy importante para un
cristiano. Ella oraría con más fervor a partir de entonces, si se podía.
Aprendió que la humildad y el sacrificio eran muy propios del cristianismo. Ella
no pensaba como muchos cristianos y aún sacerdotes, que estas cosas están
pasadas de moda y que no ayudan mucho para lo esencial, que es vivir la alegría
pascual. Se han olvidado de que se llega a la alegría de la resurrección pasando
por la humillación y el sufrimiento de la cruz. “¿No era necesario que el Cristo
sufriera esto para entrar en su gloria?”
“Este es mi Hijo muy amado en quien tengo mis complacencias”. Jesús era Hijo del
Padre e Hijo suyo. Cómo recordaría la pérdida a los doce años-“¿No sabéis que
tengo que ocuparme de las cosas de mi Padre?” Ahora lo había dejado ir, para que
se ocupara de las cosas de su Padre. Ella lo devolvía al Padre; sacrificaba su
amor de madre. Dolor que sería total en la muerte en el Calvario. Muchas madres
de posibles hijos sacerdotes no han sabido sacrificar el amor al hijo y no le
han dejado trabajar en las cosas del Padre. Se trataba de un amor equivocado.
El Espíritu Santo descendió sobre Él para investirlo de la misión que le
esperaba.
Un nuevo tema de meditación de María, sobre su Hijo. Aquí ya no es la sencillez
del Jesús que parecía un simple hombre. Aquí interviene el cielo en pleno: El
Padre celestial, Yahvé (con todo lo que significaba para un israelita) y el
Espíritu Santo que ya había intervenido en Ella. “El Espíritu Santo descenderá
sobre ti”. Ahora sobre Él. La imagen de su Hijo crecía a sus ojos; y Ella se
sentía pequeñita junto a Él. Como Juan, el hombre humilde por excelencia, Ella
también se decía a sí misma: “Es necesario que Él crezca y que yo disminuya”.