Adaptado de una presentación de Charles C. Haynes
Desde la era colonial hasta nuestros días, las religiones y las creencias religiosas han desempeñado un papel significativo en la vida política de Estados Unidos. La religión ha sido el punto central de algunos de los mejores y de algunos de los peores movimientes de la historia norteamericana. Las pautas que se propusieron los forjadores de la Nación Norteamericana para que rigieran las relaciones entre la religión y la política han quedado establecidas en el Artículo VI de la Constitución de Estados Unidos y en las primeras 16 palabras de la Primera Enmienda de la Declaración de Derechos. Ahora que Norteamérica se ha expandido del pluralismo en gran medida protestante del siglo XVII hasta llegar a ser una nación donde hay unos 3.000 grupos religiosos, es más importante que nunca que cada ciudadano comprenda la función apropiada de la religión en la vida pública, y afirme las garantías constitucionales de libertad religiosa, o libertad de conciencia, para gentes de todas las creencias o ninguna.
Las ideas filosóficas y convicciones religiosas de Roger Williams, William Penn, John Leland, Thomas Jefferson, James Madison y otros líderes fueron decisivas en la lucha por conseguir la libertad de conciencia. Estados Unidos es una nación basada en ideales y convicciones que se han convertido en los primeros principios de la democracia. Si el experimento norteamericano con la libertad ha de perdurar, cada generación debe afirmar y comprender estos principios.
La religión de cada hombre debe confiarse a la convicción y conciencia de cada hombre; y es el derecho de cada hombre de practicarla como ellas lo pueden dictar. Este derecho es por naturaleza un derecho inalienable.
-- James Madison, 1785
Las cláusulas sobre libertad religiosa de la Primera Enmienda de la Constitución representan una decisión transcendente, la decisión política más importante de la historia respecto de la libertad religiosa y la justicia pública. Doscientos años después de su aprobación, se yerguen desafiantes en un siglo oscurecido por la represión estatal y el conflicto sectario. Sin embargo, la ignorancia y conflicto que envuelven ahora a las cláusulas son un recordatorio de que su defensa es una tarea que le toca a cada generación sucesiva.
-- La Carta de Williamsburg, 1988
Garantías constitucionales de libertad religiosa
Los principios rectores que sustentan la definición de libertad religiosa quedan establecidos en el Artículo VI de la Constitución de Estados Unidos y las palabras iniciales de la Primera Enmienda de la Constitución. Estos principios se han transformado en las reglas de juego mediante las cuales gentes de todas las religiones, o de ninguna, pueden vivir juntas como ciudadanos de una nación.
El Artículo VI de la Constitución concluye con estas palabras: "Jamás habrá de requerirse un examen de índole religiosa como requisito para asumir algun cargo público o puesto de confianza bajo la autoridad de los Estados Unidos". Con este plumazo audaz, los forjadores de la Nación Norteamericana rompieron con la tradición europea y abrieron los cargos públicos en el gobierno federal a gentes de todas las religiones o de ninguna.
Las cláusulas sobre Libertad Religiosa contenidas en la Primera Enmienda declaran que "El Congreso no aprobará ninguna ley respecto a establecer una religión o prohibir el libre ejercicio de la misma..." Tomadas en conjunto, estas dos cláusulas salvaguardan la libertad religiosa al proteger las religiones y convicciones religiosas de la interferencia o el control gubernamentales. Aseguran que la creencia en una religión, o la falta de ella, sigue siendo algo voluntario, libre de la coerción gubernamental.
(Las enmiendas de la Constitución de Estados Unidos que van de la Primera a la Décima se conocen en conjunto como la Declaración de Derechos. No forman parte del texto original de la Constitución, sino que se agregaron como condición para que los estados la ratificaran (aprobaran). N.del Ed.)
Las cláusulas se aplican por igual a los actos tanto de los gobiernos estatales como locales, porque el Tribunal Supremo ha dictaminado que el pronunciamiento expresado por la Décimocuarta Enmienda que declara que ningún estado privará a ninguna persona de su libertad (sin el debido procedimiento jurídico), hace que la Primera Enmienda sea aplicable a los estados.
Significado de "no establecimiento de religiones"
"No establecimiento de religiones" significa que ni los gobiernos estatales ni el federal pueden establecer una religión en particular o la religiosidad en general. Más aun, al gobierno se le prohíbe adelantar o sostener una religión. Esto no significa que el gobierno pueda ser hostil a la religión. El gobierno debe mantener lo que el Tribunal Supremo ha llamado una "neutralidad benevolente", la cual permite la práctica religiosa pero le niega el patrocinio del gobierno. La cláusula de no establecimiento sirve para impedir tanto el control religioso del gobierno como el control político de la religión.
Significado de "libre ejercicio"
"Libre ejercicio" significa que cada ciudadano es libre de llegar a una creencia, mantenerla, practicarla y cambiarla de acuerdo con los dictados de su conciencia. La cláusula del libre ejercicio prohíbe la interferencia gubernamental en las creencias religiosas y, dentro de ciertos límites, con las prácticas religiosas.
Diferencia entre creer y practicar
El Tribunal Supremo ha interpretado el concepto de "libre ejercicio" en el sentido de que significa que cualquier persona puede creer en cualquier cosas que desee, pero que puede haber ocasiones en que el estado puede limitar prácticas que deriven de esas creencias o interferir en ellas.
Tradicionalmente, el tribunal ha requerido que un gobierno demuestre un interés apremiante del "orden más elevado" antes de que pueda inhibir o de otro modo interferir en la conducta religiosa. Aun en ese caso, el gobierno tiene que demostrar que no tiene otros medios de conseguir lo que le interesa que sean menos restrictivos de la conducta religiosa.
Una decisión tomada en 1990 por el Tribunal Supremo en el caso Employment Division v. Smith, declara que el gobierno ya no tiene que demostrar un interés apremiante, a menos que una ley se dirija específicamente a una práctica religiosa o infrinja un derecho constitucional adicional, tal como la libertad de expresión. La Ley de Restauración de la Libertad Religiosa, promulgada por el presidente Clinton en 1993, restaura la prueba de interés apremiante y garantiza su aplicación en todos los casos donde el ejercicio religioso se vea inhibido substancialmente.
El movimiento hacia la libertad religiosa en Estados Unidos
La trascendental decisión tomada por los redactores de la Constitución y la Declaración de Derechos, de prohibir el establecimiento de una religión a nivel federal y garantizar el libre ejercicio estuvo relacionada con varias factores religiosos, políticos y económicos en la Norteamérica del siglo XVIII. Subyacente a todos estos factores estaba, naturalmente, la dificultad práctica de establecer cualquier religión en una nación en surgimiento compuesta de una multiplicidad de religiones (en su mayoría sectas protestantes), ninguna de las cuales era lo bastante fuerte como para dominar a las otras.
En el periodo que media entare 1776 y la aprobación de la Primera Enmienda ocurrieron cambios decisivos en las ideas fundamentales acerca de la libertad religiosa. En mayo de 1776, justo antes de la Declaración de Independencia, los líderes de Virginia aprobaron la Declaración de Derechos de Virginia, escrita por George Mason. El primer borrador de la declaración argumentaba a favor de la "tolerancia más amplia del ejercicio de la religión de acuerdo con los dictados de la conciencia". Esta expresión se hacía eco de los escritos de John Locke y el movimiento inglés en pro de la tolerancia.
Aunque la tolerancia fue un gran paso de avance, un delegado que tenía por entonces 25 años, James Madison (1751-1836) no pensó que iba lo bastante lejos. Madison, también bajo la profunda influencia de las ideas de la Ilustración, argumentó con éxito en el sentido de que la palabra "tolerancia" debía cambiarse por la de "libre ejercicio" de la religión. Este cambio de redacción aparentemente pequeño señaló un cambio de ideas revolucionario. Para Madison, la libertad religiosa no era una concesión del estado o de la iglesia establecida, sino un derecho inalienable, o natural, de cada ciudadano.
En 1791, el libre ejercicio de la religión proclamado en la Declaración de Virginia se convirtió en parte de la Primera Enmienda, y garantizó a todos los norteamericanos la libertad de conciencia.
Del establecimiento a la separación
La batalla decisiva por el fin del establecimiento se dio en la colonia de Virginia, grande e influyente, donde la Iglesia Anglicana era la religión establecida. Una vez más, James Madison desempeñó un papel decisivo al encabezar la lucha que persuadió a la legislatura de Virginia a aprobar en 1786 la "Ley de Establecimiento de la Libertad Religiosa", preparada por Thomas Jefferson.
Madison y Jefferson alegaban que el apoyo estatal de una religión en particular o de todas las religiones es injusto, porque al obligar a los ciudadanos a sostener mediante el pago de impuestos una religión que no es la suya violan su derecho natural a la libertad religiosa. "Dios Todopoderos ha creado las mentes libres", declaraba el proyecto de Jefferson. Por lo tanto, "obligar a un hombre a proveer contribuciones de dinero para la propagación de opiniones en las que no cree y que aborrece, es pecaminoso y tiránico".
El "Gran Despertar" y la lucha por terminar con el establecimiento
En la lucha por terminar con el establecimiento, Madison y Jefferson recibieron gran ayuda de los bautistas, presbiterianos, cuáqueros y otras religiones "disidentes" de la Virginia anglicana. El reavivamiento religioso del siglo XVIII, a menudo llamado el Gran Despertar (1728-1790), creó nuevas formas de expresión religiosa y creencias que influyeron en el desarrollo de la libertad religiosa en todas las colonias. El mensaje que proponía a Cristo como el único salvador, emitido por los partidarios del reavivamiento, suscitó una respuesta profundamente personal y emocional en millares de norteamericanos.
El fervor evangélico del Despertar cruzó las líneas de las diferentes iglesias y socavó el apoyo a los privilegios de la iglesia establecida. Muchos consideraban la religión una cuestión de libre elección y las iglesias como lugares de autogobierno. Muchos consideraban la alianza de la iglesia y el estado como perjudicial para la causa de la religión.
En Virginia, este clima de disidencia y el liderazgo de dirigentes religiosos tales como el bautista John Leland, brindaron el apoyo crucial que necesitaba Madison para ganar la batalla por la libertad religiosa en Virginia.
La batalla victoriosa para terminar con el establecimiento en Virginia es un capítulo esencial en la historia de la libertad religiosa en Norteamérica. Para el momento de la ratificación de la Primera Enmienda, en 1791, todos los otros establecimientos anglicanos (con excepción del de Maryland) habían terminado. Los establecimientos congregacionales en Nueva Inglaterra duraron algo más. No fue sino en 1818 en Connecticut y en 1833 en Massachusetts que las constituciones estatales se enmendaron para completar el fin del establecimiento.
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Charles C. Haynes es estudioso residente en el Centro de la Primera Enmienda del Freedom Forum, Universidad de Vanderbilt, Nashville, Tennessee.