Autor: Christa Meves
Fuente: arvo
Las Chicas son Diferentes y los Chicos más
¿Por qué se ha impuesto la igualdad a martillazos? ¿Hasta dónde se obstinarán los ideólogos? ¿Por qué razón no se permite al menos una alternativa a la coeducación? ¿Es verdad que ellas son más inteligentes que ellos?
(Traducción del alemán:
José María Barrio Maestre y Ricardo Barrio Moreno)*
Tras 90 años de discusión en que las chicas se sentían
perjudicadas, se han impuesto y desarrollado programas especiales de promoción
para ellas. Pero la “feminización” de la escuela ha llevado a que los
muchachos queden relegados a segundo plano en todos los campos de la
educación. El movimiento de la emancipación femenina ha asumido
unilateralmente la promoción de las chicas dejando atrás a los chicos.
¿Por qué se ha impuesto la igualdad a martillazos?
¿Hasta dónde se obstinarán los ideólogos? ¿Por qué razón no se permite al
menos una alternativa a la coeducación? Esto es algo vergonzoso para la
comprensión del pluralismo estatal.
Desde hace 35 años, las mujeres en Alemania somos el
sexo perjudicado. Las chicas han aprendido desde su más tierna infancia que si
no cuidan escrupulosamente de su interés acabarán siendo presa de la ar
bitrariedad de los varones.
Esta invitación a un nuevo conflicto entre sexos
parece extraña por cuanto podía considerarse sobradamente lograda la
emancipación femenina ya a mitad del siglo pasado. Desde su comienzo, las
chicas de las “medias azules” habían conquistado el derecho a los mismos
títulos en plano de igualdad con los chicos en la escuela, en la universidad y
en casi todos los niveles de la educación, en una batalla hábilmente llevada
por mujeres inteligentes en pro de su independencia. ¿Por qué, entonces, esa
nueva eclosión, desde 1968, de un feminismo militante? –Nosotras no queremos
la cuota femenina, explicaba Alice Schwarzer; lo que queremos es el poder
sobre los hombres.
1. ¿Qué significa realmente “discriminado”?
Con el lema “estar discriminado”, es fácil engañar a
la gente haciéndole pensar que no recibe lo que realmente le corresponde.
¿Quién de nosotros no se ha sentido perjudicado en algún aspecto? Incluso yo
misma, por el hecho de tener que vivir en el norte de Alemania, donde llueve
mucho, podría sentirme discriminada. La pretensión de justicia y de superar la
desventaja constituye uno de los motivos más fuertes y resolutivos de la
humanidad. La marginación se vive como una estigma, a veces justo pero a veces
también injusto e inadecuado desde un punto de vista objetivo. Si estos
pensamientos atizan la envidia y sobre ellos se levanta el odio o incluso la
sed de venganza cruel, esto puede llevarnos a conflictos fanáticos.No hay
palabra que exprese mejor el descontento y la inquietud de un sector o grupo
social de cualquier tipo que la palabra “discriminación”. Así, las mujeres se
han dedicado durante décadas a luchar contra su situación de marginación. Pero
hoy se plantea la cuestión de si la balanza de la equidad no se habrá
desequilibrado hacia la parte opuesta. Hay quien plantea si en nuestros días
puede considerarse ya a los varones como el sexo discriminado e incluso, yendo
más allá, si puede ha blarse de un conflicto de sexos por el poder a favor de
uno de ellos sobre el otro. ¿Es progresista que las mujeres prefieran tal
cantidad de estilos masculinizados, de modo que dejen en la estacada a la
familia, y con ello el futuro en su totalidad? El 40% de las mujeres de 40
años con formación universitaria no tienen hijos. Esto significa que nuestra
élite educativa está destinada a desaparecer, y no solamente ella. ¿Debe
continuar esta lucha por el poder hasta la aniquilación de la élite en el
occidente cristiano? ¿Acaso no están llamados el hombre y la mujer a
complementarse? ¿Es que esa comunidad constructiva no es la que produce los
mejores resultados en una inteligente división del trabajo?Desde hace 30 años
se han inficionado las humanidades con la ideología del igualitarismo, que a
través de postulados acríticamente asumidos ha promovido que lo característico
en la cuestión del género se consiga únicamente por medio de un tratamiento
desigual, así como que la educación pued a desarrollarse en un único marco de
igualdad de sexos, a ser posible cuanto antes. Estamos ante una teoría bien
intencionada, pero que desatiende la realidad cegada por un tardío neomarxismo.
Desde luego, esta teoría se contradice con hechos científicamente
contrastados.
2. El desarrollo ontogenético del varón
No es novedad que “la pequeña diferencia” comienza con
los cromosomas Y. Al principio normalmente se da una ventaja evidente del sexo
masculino. Los espermatozoides con el cromosoma Y se mueven más rápidamente
que los que tienen cromosomas X, de modo que se produce una fecundación con
una frecuencia doble en la primera combinación en la que el hombre se realiza
genéticamente y, por tanto, comienzan a desarrollarse los órganos sexuales
masculinos en el tercer mes de embarazo. Sin embargo, ya tiene lugar aquí una
primera compensación: durante el embarazo mueren muchos más fetos masculinos.
En general, esto tiene como consecuencia que vienen al mundo sólo algunas
menos chicas que chicos. De entrada, como promedio, hay una relación de
106/100 a favor de los chicos.No obstante, al final esa pequeña diferencia se
volatiliza, curiosamente, por las cuotas de mortalidad, más altas en lactantes
masculinos. La ventaja cuantitativa del comienzo se iguala por una menor
robustez del niño varón. Tampoco esto cambia al final de la vida. La muerte
por accidentes, por guerras, por infarto en la edad más floreciente en el
varón, presentan a éste como el sexo más débil, en contraste con la mayor
longevidad de las mujeres en cuanto a posibilidades de supervivencia. Así, la
esperanza de vida total viene a ser para el varón de diez años menos que la
mujer.
3. Diferencias en los primeros años de vida
Por muchos detalles parece claro que en nuestra
sociedad se impone ya en la lactancia la vieja preferencia por los niños
varones. Si el primer hijo es varón, las madres inconscientemente ponen en él
un interés y cariño especí fico, particularidad que también resulta oportuna
por la mayor debilidad del hijo varón. Este cuidado especial no raramente
produce una relación intensa de la madre con su hijo primogénito, que a menudo
se mantiene a lo largo de la vida. La rabia feminista incluso aquí encuentra
una justificación decisiva respecto a la preferencia por los varones. Pero
¿qué ocurre después, cuando, como es habitual, se echa a todos los niños en el
mismo guiso ya desde su más tierna infancia?El acostumbrado “júbilo” por el
hijo primogénito no se prolonga en modo alguno como una preferencia
fundamental respecto al pequeño hijo varón. En sus años posteriores, el
saludable muchacho en desarrollo precisamente exige de sus educadores una
atención creciente. El muchachito cada vez más inquieto, con una curiosidad
apenas refrenada y sin capacidad de controlar inteligentemente su impulso por
indagar el medio ambiente, a menudo necesita de una vigilancia creciente por
parte de sus cuidadores. Justamente la fati gosa educación de los chicos
favorece una progresiva preferencia por las chicas. En los jardines de
infancia las cuidadoras manifiestan de manera más o menos consciente una
predilección por las niñas, que suelen jugar en general con más cordura, hacen
menos ruido y son más dóciles.Y cuando los chicos entran en primaria en
competencia con chicas de su misma edad o mayores, entonces desaparece la
precedencia del niño varón. Esto no es porque sean más ruidosos, sino porque
su desarrollo exige un ritmo más pausado en general que el de las chicas: los
chicos normalmente empiezan a hablar más tarde, y también tardan más en
asearse en la mayoría de los casos que sus colegas femeninas. El empeño con el
que los chicos tratan de liberarse instintivamente de la tutela femenina, a
menudo se despliega de manera machacona e impetuosa, pudiendo incluso
extenderse la edad de la obstinación hasta la etapa de la escuela secundaria
en los chicos.
4. Luchar y construir
Ya de sde el segundo año de edad se desarrollan en el
niño varón unas preferencias específicas para el juego: construir, inventar,
combinar, luchar. Los juegos con autos y con otros elementos móviles dominan
la escena. El tosco motorcito se va completando. El hecho de que además el
muchachito se incline ya por manifestarse con mucha más energía e imponer su
voluntad con la fuerza muscular, y que no raramente busque afirmarse con toda
frescura en sus correrías con los juguetes, tiende a provocar en su medio
ambiente choques mucho más frecuentes que los que producen las chicas. De este
modo, los chicos están más expuestos a la censura. También se les achaca con
bastante frecuencia que su agresividad en cierto modo revela un oculto
complejo de inferioridad.Los chicos psíquicamente sanos, en todo caso no se
dejan arrinconar. Desarrollan estrategias para imponerse a los chicos de su
misma edad en la competición por los primeros puestos, que cada vez tendrán
más importancia para ellos en la medi da en que aumenta la edad. Muchos
chiquillos intentan fortalecer su prestigio por medio del activismo y del
comportamiento llamativo. Esto les sirve para aumentar su autoestima, que ya
de por sí es débil en su caso. Los chicos adquieren ya en esa edad la
experiencia de que tiene poco éxito competir con las chicas a base de maneras
groseras. Rápidamente los adultos irán a protegerlas, lo cual abre el camino a
un distanciamiento de aquéllos, que cada vez más comenzará a impregnar su
relación. Desde los cinco o seis años de edad, entre ellos comienza a
desarrollarse un fuerte vínculo de exclusividad respecto a los compañeros de
juego de su misma edad y sexo. Correr, hacer el pillo o el salvaje sólo es
posible con ellos y, por consiguiente, se fortalece su relación. Asimismo,
constituye para los chicos un inconveniente grande y creciente el que la mayor
parte del tiempo están rodeados casi exclusivamente de personas del sexo
femenino. Frente a ellas se fortalece cada vez más el sentido d e la
autodefensa. Esto parece que les lleva a blindar gradualmente sus sentimientos
frente al agravio. Lo cual va impriendo una cualidad típicamente masculina, de
la que las compañeras se quejan mayoritariamente en la edad adulta: que los
hombres ocultan lo que les preocupa; reprimen y desmienten lo que en la
borrasca de la vida pudiera perturbarles.
5. El papel esencial del padre
La identificación del chico con el padre, o con alguna
otra persona masculina de referencia que se ocupa de su “ser-así” (So-sein),
es de la mayor importancia para el desarrollo de la estabilidad psicológica
interior del muchacho. Ciertamente, el pequeño siente al padre como un
poderoso competidor respecto a lo que se ha llamado amor pre-erótico por la
madre, pero sin embargo necesita del padre de manera apremiante para poder
confirmarse en una figura con la que pueda identificarse de modo que se sienta
seguro y no caer en alguno de estos extremos: o bien desarrollar un simple v
alentón, o –en el caso de caer en manos de una madre dominante- sucumbir en
una especie de afeminamiento infantil.Por eso constituye una ventaja evidente
para los hijos en nuestra sociedad poder contar con padres que sepan mantener
unida la familia y ocuparse de sus hijos según el estilo masculino. Por el
contrario, el hecho de que muchos chicos jovencitos no hayan tenido la suerte
de sentirse suficientemente amparados en nuestra sociedad, supone una
disminución general de su estabilidad emocional. Las frecuentes ausencias de
los padres, su abandono del hogar por el divorcio, que sean educados sólo por
mujeres, ha tenido como consecuencia en muchos chicos la pérdida de estímulo
en el desarrollo de la maduración masculina. Teóricamente en la edad escolar
primaria después de su divorcio y abandono del hogar, el padre podría ser
sustituido, bien por el abuelo, o bien por un nuevo compañero de la madre.
Pero desgraciadamente la vida demuestra con demasiada frecuencia que los
chicos peque ños mantienen con mayor o menor reserva su oposición al “amante”
de su madre, lo que dificulta su identificación con el “padre sustituto”. En
contraste con las chicas, pocos chicos exteriorizan sus conflictos. Para
sobrevivir psíquicamente, reprimen con dureza su malestar y, en consecuencia,
disminuye gradualmente la sinceridad de sus sentimientos.
6. Los primeros años escolares
La sensación de verse postergados que experimentan los
pequeños en su edad infantil, en gran medida se incrementa durante su edad
escolar. La época entre los 6 y los 12 años significa, desde el punto de vista
del desarrollo psicológico, la maduración de los chicos, el desarrollo
continuo de la musculatura en los juegos deportivos y el ejercicio del
“dominio activo del mundo”. Explorar, construir, cazar, jugar al fútbol,
escalar, nadar... Todo ello corresponde a sus intereses. En lugar de eso, son
obligados a sentarse muchas horas al día, bien en el colegio, bien en casa,
para las tareas escolares. Pasar de ahí al televisor, al ordenador o a los
videojuegos es algo completamente habitual entre los chicos de la gran ciudad.
No es extraño que con el tiempo se conviertan en alborotadores.Una generación
incomprendida de adultos ha concebido una explicación para esa forma de
reacción natural de los muchachos, consistente en apurar sus energías por esa
necesidad dinámica de expresar sus frustraciones: el síndrome ADS, que
eclosiona sobre todo entre los chicos (hasta el 90%), y que marca
definitivamente la diferencia entre los sexos. Nadie parece haberse percatado
de que esta necesidad de movimiento en los chicos, excesivamente limitada en
el espacio y en el tiempo, y que ese “vacío” en la carrera de sus actividades
les provoca una inquietud que se traduce en agitación. En todo caso parece una
solución bastante dudosa aplicar medicamentos para estabilizar o apaciguar, si
se da esa circunstancia.Hay una cosa cierta. A los chicos les resulta mucho
más difícil que a las chicas concentrarse en las materias escolares, y
resolver con docilidad y esfuerzo las tareas que les mandan en el colegio para
hacer en casa. Por eso apenas lo consiguen si no es cuando un adulto está
permanentemente encima. La mayoría de las veces es la madre u otra persona
femenina relacionada con el niño, que no sin una continua comprensión consigue
enseñarle a leer y a escribir con buena ortografía, de manera competente, lo
cual le cuesta mucho; en general, las chicas aprenden –como en otro tiempo
también sus madres- con más facilidad. También en este campo tienen que
soportar los chicos muchas más reprimendas, censuras y expresiones de mal
humor durante su aprendizaje, incluso palabras de duda acerca de su capacidad
intelectual. Tales influencias en modo alguno constituyen estímulos a su
motivación. Las chicas prestan más fácilmente atención y, por ejemplo, les
resulta más natural aplicarse con interés a los deberes escolares en casa. Por
cariño a un profesor o profesora, hace n sus deberes con más empeño. A esa
edad los chicos están muy lejos de esto.
7. Superioridad de las chicas
Sin embargo, hay otros inconvenientes evidentes para
los chicos en nuestras escuelas coeducativas que cada vez les dejan más en
retaguardia respecto a las chicas. Una investigación sobre el cerebro ha
corroborado una antigua observación: que la fluidez en el lenguaje es
esencialmente mucho menor en los niños pequeños y en los hombres que en las
mujeres. La parte del cerebro que coordina la función lingüística, la región
Wernicke, es un 30% más pequeña en los hombres que en las mujeres. ¿Qué
podemos esperar, entonces, sino que las chicas sean superiores en la enseñanza
oral? Y no solamente eso: también en conseguir una buena ortografía las chicas
progresan mucho más deprisa gracias a su ventaja cerebral en las destrezas
lingüísticas orales que los chicos, aproximadamente uno o dos niveles.Es
cierto que los muchachos consiguen compensar esa ventaja fem enina en las
matemáticas, en las materias técnicas y en el deporte. No obstante, la ventaja
escolar de las chicas a partir de la enseñanza primaria es aquí evidente: aun
en la adolescencia los hombres muestran generalmente un vocabulario más
restringido, hablan con menos fluidez y cometen más faltas gramaticales.
Porcentualmente aprenden con mayor dificultad una lengua extranjera; de ahí
que las profesiones de intérprete o de traductor estén mayoritariamente
ocupadas por mujeres. Y el hecho de que la mayoría de los filólogos
especializados en lenguas modernas sean mujeres hace que los modestos varones
tengan, de generación en generación, a mujeres como profesores. Por tanto, y
especialmente para los huérfanos de padre, supone una suerte ser enseñados en
la primaria por un profesor al que pueden aceptar como modelo.El trato
igualitario a chicos y chicas en edad escolar se muestra, considerándolo en
sentido estricto, como un perjuicio social discriminatorio para los chicos en
cuanto a su productividad. Pues la curva de su ritmo de desarrollo discurre
más lentamente, toda vez que nuestro sistema escolar en los primeros ocho años
no corresponde a las preferencias e intereses de los chicos, y muchos de ellos
quedan retrasados respecto a las chicas, sufren desaliento, pierden la
motivación y son obligados a repetir curso en mayor medida que sus compañeras
de clase.
8. Energías masculinas
El perjuicio escolar de los chicos todavía tendría
otras repercusiones drásticamente negativas en el aspecto social si no se
dieran algunas aptitudes específicas en el varón a las que las chicas apenas
pueden llegar en las escuelas mixtas. Según un estudio de la Universidad
Hopkins realizado en 1980, en Baltimore recibieron en matemáticas más altas
calificaciones los chicos que las chicas ya antes de la pubertad. Después, sin
embargo, apenas quedan chicas por debajo.La aptitud para la reflexión
lógico-abstracta que muestran los varones en las ciencias natu rales, lo que
favorece la inteligencia técnica, parece aumentar bajo el influjo de la
hormona sexual masculina que se desata en la pubertad. Y eso no se refiere
solamente a las cualidades matemáticas. Las diferencias de mentalidad que
configuran los estilos masculinos han sido comprobadas por la investigación
neurológica en las últimas décadas a través de múltiples estudios. Fue
precisamente Sandra Witelson quien descubrió que la localización de la parte
más representativa de lo varonil se halla en el cerebro. El neurólogo holandés
Dick Swaab demostró que un núcleo situado en el hipotálamo no solamente es dos
veces mayor que en la mujer, sino que además contiene el doble de células. Sin
embargo, que en este núcleo localizado se encuentren las diferencias entre las
distintas aptitudes que se van prefigurando tan acusadamente en la pubertad es
algo que todavía no se ha aclarado de manera satisfactoria.
9. Desarrollo diferenciado en la pubertad
La pubertad, entre los 13 y 14 años, todavía no
consigue reducir la desventaja de los chicos. Ahora bien, se trata de eliminar
la tutela dominante femenina a la que estuvieron sometidos en su infancia, sin
tener clara conciencia de lo que les sucede. La escuela les enerva. Los padres
son “elementos prescindibles”. La necesidad de adherirse a un grupo de pares
de la misma edad adquiere mayor importancia precisamente por la definición de
un marco más bien determinado por las preferencias individuales y por los
propios intereses. Aquí la cuestión no es “hacia dónde”, sino más bien “lejos
de los viejos” (especialmente de las viejas), y esto a menudo de forma muy
poco imaginativa. En esta edad se buscan símbolos del status masculino. El
consumo de cigarrillos, alcohol, hachís, éxtasis, sirve como señal de
independencia, de transgresión varonil. Las motos, el surfing, la adhesión a
los hooligans, e incluso a bandas y grupos radicales de matones, así como las
pruebas de valor y la búsqueda de raras aven turas sirven para autoafirmarse
con un sentimiento de fuerza y superioridad.Naturalmente, de esa manera se
termina por provocar al entorno, y especialmente a los padres, llevándoles a
temer por la vida de los hijos y por la propia reputación familiar. Hacer
llorar a la madre se convierte en un placer, así como darle al padre con la
puerta en las narices sin que importe desobedecer sus órdenes.Dado que los
hijos de nuestra sociedad en la pubertad apenas han tenido alguna vez la
sensación de tener que depender materialmente, a causa de que tienen cubiertas
las espaldas, y dado que tampoco han disfrutado de una educación orientada a
la disciplina, se les presenta la necesidad de separarse de los lazos de la
infancia en el momento en que tiene lugar el desarrollo hormonal y la
necesidad de una autoafirmación que a menudo se produce en los muchachos
púberes.
10. La adolescencia
En todo caso lo llamativo es que aquellos jóvenes que
han superado su pubertad sin demasiados problemas, en correspondencia con su
apertura al mundo excitada por las hormonas, desarrollan una capacidad escolar
que mejora entre los 16 y 17 años. La distancia entre las chicas aplicadas y
los chicos, hasta entonces sólo mediocremente interesados en las tareas
escolares, se reduce a esa edad. Por el contrario, se va debilitando la
motivación escolar en las chicas, que ahora comienzan a buscar al varón y
progresivamente crece en ellas el deseo de seducción exterior, mientras que el
hombre joven descubre por primera vez el sentido de la educación
principalmente como posibilidad de promoción social, de reconocimiento y de
poder. Su capacidad para el razonamiento práctico, que va consolidándose, así
como su aptitud en las ciencias naturales y las técnicas, le hace despertar y
tender hacia objetivos más ambiciosos. El joven psíquicamente sano se halla
preparado en la adolescencia para dar el salto en la construcción y la
configuración de su vida.De ahí que la motivación par a su preparación
profesional sea como el agua que está bajo la quilla del barco que lleva su
vida, si dicha formación también corresponde, en cierto modo, a los talentos y
capacidades del joven. Esa motivación corresponde a su mentalidad impulsiva,
orientada hacia un objetivo. Esto actúa de manera especialmente provechosa en
todos aquellos niveles de formación en los que la máxima “aprender haciendo”
se sitúa en primer plano. Igualmente la Universidad, en cuanto a la
cualificación intelectual, se corresponde al modo de ser masculino. Realismo,
certeza científica y razonamiento lógico-abstracto se demandan en las aulas
universitarias.
11. Hacer justicia a ambos sexos
No es necesaria ninguna estadística para reconocer lo
que hay de problemático o destructivo en la realidad educativa actual. Es
cierto que la mujer está en condiciones de afirmar su valía a la altura de
varones de su misma edad. El objetivo del feminismo militante es, como se ha
dicho, no simp lemente conseguir las “cuotas femeninas”, sino el poder sobre
el varón. Ahora mismo hay más prospectivas respecto a este plan. Caso de que
se instalaran suficientes bancos de esperma, y con mayor razón después de que
la clonación humana es ya posible, el hombre ya no sería necesario ni siquiera
para la procreación. Surgen visiones que tienden a eliminarlo por completo. Si
sólo pudieran venir niñas al mundo (preferentemente en probeta), éstas serían
educadas por nodrizas, ayas, profesoras, y ocasionalmente quizás también aún
por madres y abuelas a la vez, y así estaría asegurada la absoluta paz
mundial. Así se cree, con una ignorancia verdaderamente atrevida, en la
posibilidad de superar el potencial agresivo de la mujer, especialmente de las
mujeres maduras. ¿Pero realmente puede la mujer prescindir del enérgico
inventor, de los hombres que construyen torres y ciudades, del maestro de la
técnica, del defensor de la vida (no sólo en las guerras, sino también en las
catástrofes natural es y familiares)? ¿Puede realmente hacer esto la mujer con
el protector de sus hijos y –lo último, más no lo menor- con el querido
compañero?Quien esté en contra de esta visión de prescindir del hombre, debe
actuar conjuntamente con aquellas mujeres que mantienen la convicción de que
siempre hay que obrar de acuerdo con la realidad y el orden de la creación, y
tratar de que el hombre, especialmente los chicos jóvenes, sean mejor
comprendidos durante su desarrollo y se les haga más justicia. Y esto quiere
decir: no depositar en ellos expectativas que no puedan cumplir, ya que ellos
son diferentes de las mujeres. La difusión de nuevos resultados de
investigación debería constituir una llamada de atención para nosotras, las
mujeres, para tratar de ser más justas con las aptitudes de los chicos, sus
peculiares características y sus tareas vitales específicas, especialmente a
través de formas más adecuadas de escuela. Esto quiere decir: estructurar la
vida de acuerdo con aptitudes rectas, orientarla de forma creativa y con
control ético.