Autor: P. Antonio Rivero, L.C.
Fuente: Libro Jesucristo

Jesús y Satanás.

El demonio, ¿existe? ¿Cómo es? ¿Cómo actúa? ¿dónde? ¿Cómo defendernos de
él? Las tentaciones: ¿Son hechos históricos o un juego literario de los
autores sagrados para darnos una lección? Decir que Jesús fue tentado ¿no
es una mancha para Él?

No todo fue fácil en la vida de Jesús. Le costó cumplir su misión
salvadora. El demonio le presentó falsos caminos para realizar su misión,
pero al margen de su Padre celestial. Tentó a Jesús para que viviera un
mesianismo terreno, político, deslumbrante y ambicioso. Pero Jesús no
cayó en la trampa. La fuerza la sacó de su Padre en la oración y en el
sacrificio.

Como verdadero hombre, Jesús fue tentado. Pero es tentado desde fuera,
nunca desde dentro, pues no tuvo pecado original. El núcleo de las
tentaciones propuestas por Satanás es apartar a Cristo de su mesianismo
espiritual, encomendado por el Padre, y orientarlo hacia un mesianismo
terreno, político, horizontal. En cada tentación del diablo Jesús
respondió con un "no" rotundo, y nos ganó la victoria para nosotros,
dándonos ejemplo en la lucha contra el enemigo.

¿Existe el demonio?

Hoy hay quienes niegan la existencia del Satanás, diciendo que nunca lo
han visto con sus ojos ni tocado con sus manos. Otros dicen que eso fue
invención de mentes un poco enfermas o atormentadas, que quisieron meter
miedo a la gente sencilla y de salud quebrada, para sacarle dinero y
conquistarla para sí. También hay quien dice que lo inventó la Iglesia
católica para tener a todos sus adeptos bien calladitos y buenos, porque,
si no, Satanás les llevaría al infierno. Otros, sobre todo predicadores,
han preferido no hablar del diablo. ¿Por qué? ¿Ha pasado de moda? ¿Miedo
a caer mal a la gente que les escucha? No sé.

Yo me fío de Jesús. Él habla de Satanás varias veces en el Evangelio. Es
más, en otros escritos del Nuevo Testamento se habla del demonio más de
treinta veces. Como botón de muestra doy estas citas: Lc 10, 18; Jn 8,
44; Mt 25, 41; Mt 13, 39; Mt 4, 1-9. Y si Jesús habla del demonio, no nos
miente, porque Él es la Verdad.

La misma Iglesia católica ha declarado como verdad de fe la existencia
del demonio en el cuarto concilio lateranense: < i>"Creemos firmemente y
confesamos sinceramente que el diablo y demás demonios fueron creados por
Dios buenos, mas ellos, por sí mismos, se hicieron malos" (Denzinger,
Magisterio de la Iglesia 428). No es que la Iglesia haya descubierto la
existencia de Satán. Lo único que ha hecho ha sido definir lo que ya se
encontraba contenido en la revelación. Al decir cada domingo: "Creo en la
vida eterna", estamos implícitamente diciendo que creemos en el cielo,
donde vive Dios con sus santos, y en el infierno, donde está el demonio y
los que quisieron ir con él, apartándose y autoexcluyéndose de Dios.

Si existe, ¿cómo es?

¿Ustedes han visto el aire? ¿Lo han tocado? No, porque es invisible,
impalpable. Y, sin embargo, nadie niega la existencia del viento, del
aire. Sólo vemos los efectos que produce el viento: destrucción de casas,
derrumbamiento de árboles, caída de hojas secas, destrozos, etc.

Así también podemos decir del demonio. No lo vemos con los ojos
corporales ni lo tocamos con las manos. Pero lo conocemos por sus efectos
terribles que provoca en nuestro corazón y en el mundo. ¿Quién provoca
los odios, los rencores, las discordias, la perversión, las impurezas,
las blasfemias, las ambiciones, las mentiras, las magias, las burlas de
la religión, las misas negras...y todo lo absurdo y malo que vemos? Sólo
Satanás; pero se sirve de instrumentos humanos. Nosotros somos como el
cuchillo que le damos para que él corte, rasgue, arañe, destruya y mate
todos los valores humanos y cristianos que Dios ha sembrado en nuestro
corazón, como buena semilla. Él, y sólo él nos incita a pecar, a
rebelarnos contra Dios y a maltratar a los demás.

No vemos al demonio porque es un ser invisible, no material. Pero es un
ser concreto, real. Es el ángel que se rebeló contra Dios y se convirtió
en demonio, en ángel malo, rebelde, apóstata. Y a él le siguieron otros
ángeles rebeldes, a quienes llamamos demonios.

¿Cómo actúa y dónde?

Hay una acción ordinaria del demonio, que el mismo Jesús experimentó.
Quiere tentarnos al mal (Mt 4, 1-11). Y nos tienta en lo más débil que
todos tenemos: el ansia de tener (ambición), el deseo de disfrutar
(materialismo y sensualidad), y el anhelo de sobresalir (vanidad).

Y hay una acción extraordinaria. Nunca se puede meter en nuestra alma, a
no ser que le abramos nosotros consciente y libremente la puerta. Pero sí
puede meterse en nuestro cuerpo. Es lo que se llama posesión diabólica.
El diablo se apodera del cuerpo, sin que la víctima pueda resistirse. Le
hace hablar lenguas nuevas, demostrar una fuerza excepcional, revelar
cosas ocultas. Esa persona patea, muerde, araña. Otras veces, esta acción
extraordinaria la hace el demonio provocando sufrimientos físicos.

Estos fenómenos los leemos en tantas vidas de santos: el cura de Ars, san
Juan Bosco, san Pablo de la Cruz, el beato padre Pío. Son golpeados,
flagelados y apaleados p or el demonio. Pero no logra meterse en el
cuerpo de ellos; y, mucho menos, en el alma. Otra acción extraordinaria
puede ser mediante la obsesión diabólica, que son acometidas repentinas
de pensamientos obsesivos, absurdos...que le llevan a esa persona a la
desesperación, deseo de suicidio, postración. Influye en los sueños.
Estos estados competen a la psiquiatría. Finalmente, la sujeción
diabólica, llamada también dependencia del demonio, llevada a cabo por el
pacto de sangre o la consagración al diablo. ¡Terrible! Ya está en manos
de Satanás, ya le dejó abierta el alma. Ya es posesión de Satán.

¿Cómo defendernos de Satanás?

Están los medios comunes, ordinarios, donde Dios nos sale con su fuerza y
su gracia, que es más poderosa que el demonio: oración, confesión,
comunión, obras de misericordia, devoción a la Virgen, docilidad a
nuestro ángel de la guarda, que nos protege cuerpo y alma, de día y de
noche.

Está un medio extraordinario, cuando hay posesión diabólica: el exorcismo
con un sacerdote católico autorizado; no con magos ni con brujos.

Un medio también importante: no jugar con el demonio y con las cosas del
demonio: el juego del vaso o copa; invocaciones al demonio; brujerías,
echar las cartas, escuchar música donde se alaba al demonio y se le
adora. En algunas piezas musicales en inglés se ha descubierto que,
leyendo la canción de atrás para adelante, se daba culto al demonio. ¡Con
el demonio no se juega, ni en pintura!

Vivamos, sí, muy tranquilos y confiados en Dios, pero vigilemos las
veinticuatro horas del día, como nos dice san Pablo, porque el diablo
anda rondando, buscando a quién devorar. Resistámosle fuertes en la fe y
en el amor a Dios.


Las tentaciones

¿Son hechos históricos o un juego literario de los autores sagrados, para
enseñarnos una lección? ¿Son invenciones de los evangelistas? ¿Fueron
tentaciones interiores o exteriores? Decir que Jesú s fue tentado, ¿no
sería echar una mancha sobre Él? Son preguntas interesantes. Contestemos.

Hay algunos que negaron la tentación en Jesús, porque la considerarían
indigna del Hijo de Dios. Tal vez confunden una verdad: una cosa es la
tentación, que en sí no es mala, y otra, es caer en la tentación. Es más,
sabemos que la tentación es una oportunidad maravillosa para probar
nuestro amor a Dios y nuestra opción por Él; además, la tentación nos
hace descubrir los puntos fuertes y débiles de nuestra naturaleza humana;
y, sobre todo, la tentación, nos hace más humildes para acudir e implorar
la ayuda de Dios.

Digamos de entrada: si Jesús no vivió la tentación, no podría ser
verdadero hombre y no podría ser ya un ejemplo para nosotros. Sólo será
ejemplar cuando, tras haber vivido la tentación la haya superado desde su
interior.

En Jesús, es verdad, no hubo la menor connivencia con el pecado, pero la
tentación cruzó su vida como cruza las nuestras. Y no sólo una vez. Si el
Evangelio sólo nos describe estas tres tentaciones, hay en el nuevo
testamento muchas frases que nos dicen que la tentación acompañó a Jesús
durante toda su vida.94

Tentado en el hambre y en la sed, en el frío y en la
fatiga, en éxitos clamorosos y en fracasos desalentadores, en la soledad
y en la incomprensión de los más allegados, en la inoportunidad de las
gentes y en la hostilidad de los gobernantes. Jesús, al echar una ojeada
retrospectiva a su vida, habla con intimidad a sus apóstoles: "Vosotros
habéis permanecido constantemente conmigo en mis pruebas" (Lc 22, 28). La
misma carta a los hebreos va más alla: (2, 18). Y san Juan resume esta
lucha y su desenlace: "Viene el príncipe de este mundo , que en mí nada
puede, pero conviene que el mundo conozca que yo amo al Padre" (Jn 14,
30).

Así, pues, Jesús fue tentado. Y la esencia de las tres tentaciones atenta
contra la esencia misma de su vida: el mesianismo.

No parece probable que haya sido la comunidad o los evangelistas quienes
inventaran estas tentaciones; no se atreverían a decir, una vez confesada
su resurrección y divinidad, que Jesús ha sido tentado por el Maligno.

La narración de las tentaciones, dice Maximino Arias Reyero,95
 es, pues, una narración contada por el mismo Jesús, que
manifiesta dramáticamente lo que le ocurrió a lo largo de su vida
apostólica y en diferentes oportunidades, acomodada por los catequistas-
evangelistas a su público, para extraer además enseñanzas para los
cristianos.

¿Fueron interiores o exteriores? Contesta José Luis Martín Descalzo:96
"Desde un punto teológico es perfectamente posible que las
tentaciones sufridas por Jesús fueran hermanas gemelas de las que todos
los hombres padecemos en nuestro corazón, sin necesidad de apariciones
diabólicas. Es perfectamente posible que la forma literaria con que se
cuenta el suceso fuera aportada por los evangelistas, que reunieron en
una sola ocasión todas las tentaciones que Cristo vivió a lo largo de su
vida...".

Contenido de las tentaciones

Dostoyevsky, en una de las páginas más bellas de toda la historia de la
literatura (La leyenda del gran inquisidor en los Hermanos Karamazov) ha
intuido como nadie la hondura de lo que aquí se juega: "Si hubo alguna
vez vez en la tierra un milagro verdaderamente grande, fue aquel día, el
día de esas tres tentaciones. Precisamente en el planteamie nto de esas
tres cuestiones se cifra el milagro... Sólo por esas tres preguntas, por
el milagro de su aparición, cabe comprender que nos encontramos con una
inteligencia no humana, sino eterna y absoluta. Porque en esas tres
preguntas aparece compendiada en un todo y pronosticada toda la ulterior
historia humana y manifestadas todas las tres insolubles antítesis
históricas de la naturaleza humana en toda la tierra".

¿Cuáles son esas tres formulaciones en las que el espíritu del mal resume
toda su filosofía de la historia? ¿Cuáles son las tres antítesis que,
frente a ellas, presenta Jesús? Ese es el eje de esta escena que estamos
analizando. Jesús se está jugando el sentido y la dirección de su obra
redentora. Satanás, por supuesto, no le está proponiendo a Jesús elegir
entre el bien y el mal, sino entre el bien que su Padre quiere y otros
bienes aparentes de factura y categoría humana: materialismo, vanidad,
ambición, poder.

Primera tentación: Mt 4, 3-4 y Lc 4, 3-4

Es la tentación del mesianismo materialista. Reducir su vida y mesianismo
a la reforma social, para satisfacer los estómagos y solucionar los
problemas sociales, económicos.

Ante este ataque Jesús vence diciéndole que Él no es repartidor de pan,
que Él trae algo más importante y muy distinto: la Palabra de Dios, único
alimento que puede saciar definitivamente el corazón del hombre.

¿Desprecia con ello Jesús lo material? ¿Se desinteresa de los estómagos
de los hombres? No. El pan material es necesario. Él lo sabe. Y hay que
luchar porque todos lo tengan. Pero Jesús trae más que pan. Ha traído la
Palabra de Dios que, si es aceptada y vivida, traerá el pan de la tierra
como añadidura, después de haber dado la plenitud interior y por el hecho
de darla.

Si Jesús solucionara los problemas sociales y materiales, todos le
seguirían, no tanto por Él, sino por el pan. Y Cristo no quiere que se le
desvirtúe su misión redentora y esp iritual. Él trae el pan de su Palabra
que alimenta nuestra alma y la llena de entusiasmo, verdad, esperanza,
amor, perdón, luz. Quien se alimenta de este pan, podrá después dar
solución al hambre material y a la justicia social.

Por tanto, el contenido de esta primera tentación está en que a Jesús se
le solicita a poseer unos bienes materiales con carácter preferencial
sobre los valores espirituales del Reino.

Esta tentación sigue tocando las puertas de nuestro mundo.97
Hay que gritar con Jesús: "No sólo de pan material vive el
hombre",98  sino también de la fe y el amor a Dios y al prójimo.
Debemos preferir la Palabra de Dios y los valores del Reino a los bienes
materiales y a otros valores, como la f amilia, la riqueza, la comodidad,
las ventajas propias.

Mt 4, 5-7

Es la tentación del mesianismo milagrero y fosforescente. "Tírate y
cúbrete de gloria". Un éxito como ése, hará que todo el pueblo se ponga
en pie tras Él. No será necesario predicar, mucho menos morir. Bastará
con triunfar. Satanás sabe que los hombres aman lo maravilloso, lo
espectacular. Están dispuestos a postrarse ante cualquier taumaturgo,
tanto si es diabólico como si se tratara de un charlatán.

Esta tentación muestra más hondura de la que aparenta. En ella entra en
juego el mismo concepto que Jesús tiene de Dios y el absurdo modo de
entenderlo que tiene el demonio. Para éste, Dios sería una fuente de
beneficios. Por eso, el diablo incita a Jesús a usar a Dios, poniéndolo
al servicio de sus intereses o de su misma misión. El demonio tienta a
Cristo no tanto para que demuestre que es el Hijo de Dios, sino para que
los hombres crean en Él. Es la misma tentación que formularán a Cristo
cuando esté en la cruz pidiéndole que baje de ella, no como un triunfo
propio, sino como un supuesto cumplimiento de su misión: para que creamos
en Él (Mt 27, 42).

Estamos ante la tentación de la eficacia apostólica, pero tergiversando
la intencionalidad y el modo. La tentación de la eficacia deslumbrante,
pero sin pasar por la cruz, por el sufrimiento, por la incomprensión.
"Queremos un Mesías apoteósico, brillante...pero sin cruz". Es como
decir: queremos el triunfo, aunque no haya santidad de vida. Sabemos que
la santidad no se da sin una enorme cuota de sacrificio, sinsabores y
cruces. ¿Qué es el triunfo a los ojos de Dios? ¿Qué es la eficacia a los
ojos de Dios?


Esta tentación se ha producido muchas veces en la vida de Jesús. Muchas
veces le han pedido diferentes personas que manifieste, por medio de
milagros, la presencia de Dios en Él, para que creyeran en su doctrina.99

Pero la doctrina y la actitud de Jesús es siempre la misma: Dios está
siempre en lo escondido, en lo diario (Cf. Mt 6, 6). Dios está
continuamente en la vida de Jesús. No tiene por qué reclamar una
presencia milagrosa. El poner condiciones a la acción de Dios, el
provocarla, ha sido visto en el Antiguo Testamento como tentación, es
decir, piedra para que alguien caiga.

Al igual que Cristo, el cristiano no tiene que pedir milagros
espectaculares a Dios para creer, ni signos deslumbrantes. Nos debe
bastar confiar en nuestro Padre Dios que sabrá darnos lo que más nos
conviene para nuestra salvación eterna.

Tercera tentación: Mt 4, , 8-10; Lc 4, 5-8

Es la tentación del mesianismo reducido a poder humano, a posesión de la
tierra, que era el sueño dorado de todos los miembros de su pueblo, los
israelitas y que seguirá siendo, a lo la rgo de los siglos, el sueño de
todos los humanos. Contentarnos con el dominio del mundo y olvidarnos del
alma. Es la tentación en la que cayó Adán, el primer hombre.

Esta tentación se da en otros momentos de la vida de Jesús, donde se le
ofrece el ser "como Dios", el poder ser nombrado rey de este mundo, el
dominar y regir los destinos de Israel.100
La doctrina de Jesús sobre este punto es siempre la
misma: Nadie puede servir a dos señores (Mt 6, 24); ser siervos, no
señores (Mc 9, 34).

La tentación es honda: si viene a salvar al mundo, ¿no será un buen
camino empezar por dominarlo y hacerlo suyo? El demonio le propone un
poder terreno y político idolátrico, sin tener en cuenta la referencia a
Dios; el poder político como competidor de Dios.

Jesús contesta con un rotundo "no". El poder que Jesús trae es el poder
que cam ina por las sendas del amor, del fracaso aparente y de la cruz.
Desde la altura de un trono es muy difícil, casi imposible, amar. El
trono aleja, la cruz acerca. Y de nada sirve que el demonio ofrezca a
cambio de su eficacia todos los reinos de este mundo. Jesús sabe que,
incluso gratis, el poder corrompe. Sabe que un Cristo "poderoso" no sería
el verdadero. Y que su redención con oro sería una conquista, no una
redención. La salvación no puede llegar bajo las especies de la fuerza,
el poder y la riqueza.

Resumiendo: en el desierto Jesús tuvo que luchar contra el demonio que le
proponía otro tipo de mesianismo; un mesianismo terreno, horizontalista,
político, social, a ras de tierra. El tentador propone a Jesús cumplir su
misión: en la saciedad, en la gloria y el reconocimiento admirados, en la
riqueza y el poder, y todo ello obrado con la ayuda de prodigios divinos.
Pero Jesús, antes de comenzar su misión, propone otro camino: el de la
escucha a la Palabra de Dios, el de la obediencia humilde, el de atribuir
todo al Padre. Pone a todas las luces qué clase de mesianismo viene a
instaurar, por mandato de su Padre: un mesianismo espiritual, que debe
pasar necesariamente por el servicio, el escondimiento, el sacrificio y
la cruz. Jesús derrota a Satanás. Y cuando expulsa demonios no hace más
que verificar, ratificar su victoria.


CONCLUSIÓN

Como verdadero hombre, Jesús fue tentado. La tentación no significa
pecado. Debemos aclarar una cosa: mientras las tentaciones de los hombres
provienen de tres frentes: el mundo, el demonio y las propias pasiones
desordenadas que todo hombre lleva dentro; las tentaciones de Jesús
provienen del exterior, del mundo, del demonio y de los demás hombres.
Jamás de su interior, pues nunca experimentó las pasiones desordenados,
fruto del pecado original. Jesús es santo, nació sin pecado. En su
interior reinaba la armonía y la identificación con la voluntad de su
Padre. En nosotros convive la inclinación interna a desviarnos de la
voluntad de Dios. Jesús, venciendo a Satanás, nos asegura la posibilidad
de vencerlo también nosotros, si nos aliamos a Él y a su Palabra.





94. "Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compartir el peso
de nuestras debilidades, sino al contrario: tentado en todo, como
semejante nuestro que es, pero sin pecado" (Heb 4, 15).


95. En su Libro "Jesús el Cristo: curso fundamental de cristología",
ed. Paulinas 1982, p. 171

96. En su libro "Vida y misterio de Jesús de Nazaret" ed. Sígueme,
1989, p. 317

97. Como aconteció al pueblo de Israel en el desierto, que pasaba
hambre y protestó contra Moisés. Mientras el pueblo de Israel protestó,
Jesús no protestó; prefirió la palabra al pan material. El maná es signo
para que ese pueblo no se olvide de Dios cuando tenga otro pan.

98. Esta misma contestación la da continuamente Jesús en otras muchas
ocasiones: Jn 6, 26-27; Jn 4, 30-34; Mc 4, 3-20; Mt 10, 29; Mt 13, 44; Mt
6, 33.

99. Cf. Mc 8, 11: Los fariseos le piden una señal del cielo para creer.
Jesús no se la da. Mt 16, 1; Mt 12, 38: los fariseos piden milagros para
creer. Mt 27, 40; Mt 27, 43: Le piden que baje de la cruz para creerle
como Mesías. Jn 7, 3-5: los allegados le piden que se manifieste con
milagros.

100. Cf. Jn 6, 15: quieren hacerle Rey, pero Él se marcha. Jn 19, 12, Mc
15, 2; 11, 7-8: parece que los discípulos le creyeron Rey. Mt 16, 22-23:
Pedro quiere apartar a Jesús de su camino, quiere que sea Rey, que no
sufra, que triunfe.

101. En su libro "Vida y misterio de Jesús de Nazaret" ed. Sígueme,
1989, p. 317

102. Como aconteció al pueblo de Israel en el desierto, que pasaba
hambre y protestó contra Moisés. Mientras el pueblo de Israel protestó,
Jesús no protestó; prefirió la palabra al pan material. El maná es signo
para que ese pueblo no se olvide de Dios cuando tenga otro pan.

103. Esta misma contestación la da continuamente Jesús en otras muchas
ocasiones: Jn 6, 26-27; Jn 4, 30-34; Mc 4, 3-20; Mt 10, 29; Mt 13, 44; Mt
6, 33.

104. Cf. Mc 8, 11: Los fariseos le piden una señal del cielo para creer.
Jesús no se la da. Mt 16, 1; Mt 12, 38: los fariseos piden milagros para
creer. Mt 27, 40; Mt 27, 43: Le piden que baje de la cruz para creerle
como Mesías. Jn 7, 3-5: los allegados le piden que se manifieste con
milagros.

105. Cf. Jn 6, 15: quieren hacerle Rey, pero Él se marcha. Jn 19, 12, Mc
15, 2; 11, 7-8: parece que los discípulos le creyeron Rey. Mt 16, 22-23:
Pedro quiere apartar a Jesús de su camino, quiere que sea Rey, que no
sufra, que triunfe.

106. Como aconteció al pueblo de Israel en el desierto, que pasaba
hambre y protestó contra Moisés. Mientras el pueblo de Israel protestó,
Jesús no protestó; prefirió la palabra al pan material. El maná es signo
para que ese pueblo no se olvide de Dios cuando tenga otro pan.

107. Esta misma contestación la da continuamente Jesús en otras muchas
ocasiones: Jn 6, 26-27; Jn 4, 30-34; Mc 4, 3-20; Mt 10, 29; Mt 13, 44; Mt
6, 33.

108. Cf. Mc 8, 11: Los fariseos le piden una señal del cielo para creer.
Jesús no se la da. Mt 16, 1; Mt 12, 38: los fariseos piden milagros para
creer. Mt 27, 40; Mt 27, 43: Le piden que baje de la cruz para creerle
como Mesías. Jn 7, 3-5: los allegados le piden que se manifieste con
milagros.

109. Cf. Jn 6, 15: quieren hacerle Rey, pero Él se marcha. Jn 19, 12, Mc
15, 2; 11, 7-8: parece que los discípulos le creyeron Rey. Mt 16, 22-23:
Pedro quiere apartar a Jesús de su camino, quiere que sea Rey, que no
sufra, que triunfe.

110. Esta misma contestación la da continuamente Jesús en otras muchas
ocasiones: Jn 6, 26-27; Jn 4, 30-34; Mc 4, 3-20; Mt 10, 29; Mt 13, 44; Mt
6, 33.

111. Cf. Mc 8, 11: Los fariseos le piden una señal del cielo para creer.
Jesús no se la da. Mt 16, 1; Mt 12, 38: los fariseos piden milagros para
creer. Mt 27, 40; Mt 27, 43: Le piden que baje de la cruz para creerle
como Mesías. Jn 7, 3-5: los allegados le piden que se manifieste con
milagros.

112. Cf. Jn 6, 15: quieren hacerle Rey, pero Él se marcha. Jn 19, 12, Mc
15, 2; 11, 7-8: parece que los discípulos le creyeron Rey. Mt 16, 22-23:
Pedro quiere apartar a Jesús de su camino, quiere que sea Rey, que no
sufra, que triunfe.

113. Cf. Mc 8, 11: Los fariseos le piden una señal del cielo para creer.
Jesús no se la da. Mt 16, 1; Mt 12, 38: los fariseos piden milagros para
creer. Mt 27, 40; Mt 27, 43: Le piden que baje de la cruz para creerle
como Mesías. Jn 7, 3-5: los allegados le piden que se manifieste con
milagros.

114. Cf. Jn 6, 15: quieren hacerle Rey, pero Él se marcha. Jn 19, 12, Mc
15, 2; 11, 7-8: parece que los discípulos le creyeron Rey. Mt 16, 22-23:
Pedro quiere apartar a Jesús de su camino, quiere que sea Rey, que no
sufra, que triunfe.

115. Cf. Jn 6, 15: quieren hacerle Rey, pero Él se marcha. Jn 19, 12, Mc
15, 2; 11, 7-8: parece que los discípulos le creyeron Rey. Mt 16, 22-23:
Pedro quiere apartar a Jesús de su camino, quiere que sea Rey, que no
sufra, que triunfe.




94. "Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compartir el peso
de nuestras debilidades, sino al contrario: tentado en todo, como
semejante nuestro que es, pero sin pecado" (Heb 4, 15).


95. En su Libro "Jesús el Cristo: curso fundamental de cristología",
ed. Paulinas 1982, p. 171

96. En su libro "Vida y misterio de Jesús de Nazaret" ed. Sígueme,
1989, p. 317

97. Como aconteció al pueblo de Israel en el desierto, que pasaba
hambre y protestó contra Moisés. Mientras el pueblo de Israel protestó,
Jesús no protestó; prefirió la palabra al pan material. El maná es signo
para que ese pueblo no se olvide de Dios cuando tenga otro pan.

98. Esta misma contestación la da continuamente Jesús en otras muchas
ocasiones: Jn 6, 26-27; Jn 4, 30-34; Mc 4, 3-20; Mt 10, 29; Mt 13, 44; Mt
6, 33.

99. Cf. Mc 8, 11: Los fariseos le piden una señal del cielo para creer.
Jesús no se la da. Mt 16, 1; Mt 12, 38: los fariseos piden milagros para
creer. Mt 27, 40; Mt 27, 43: Le piden que baje de la cruz para creerle
como Mesías. Jn 7, 3-5: los allegados le piden que se manifieste con
milagros.

100. Cf. Jn 6, 15: quieren hacerle Rey, pero Él se marcha. Jn 19, 12, Mc
15, 2; 11, 7-8: parece que los discípulos le creyeron Rey. Mt 16, 22-23:
Pedro quiere apartar a Jesús de su camino, quiere que sea Rey, que no
sufra, que triunfe.

101. En su libro "Vida y misterio de Jesús de Nazaret" ed. Sígueme,
1989, p. 317

102. Como aconteció al pueblo de Israel en el desierto, que pasaba
hambre y protestó contra Moisés. Mientras el pueblo de Israel protestó,
Jesús no protestó; prefirió la palabra al pan material. El maná es signo
para que ese pueblo no se olvide de Dios cuando tenga otro pan.

103. Esta misma contestación la da continuamente Jesús en otras muchas
ocasiones: Jn 6, 26-27; Jn 4, 30-34; Mc 4, 3-20; Mt 10, 29; Mt 13, 44; Mt
6, 33.

104. Cf. Mc 8, 11: Los fariseos le piden una señal del cielo para creer.
Jesús no se la da. Mt 16, 1; Mt 12, 38: los fariseos piden milagros para
creer. Mt 27, 40; Mt 27, 43: Le piden que baje de la cruz para creerle
como Mesías. Jn 7, 3-5: los allegados le piden que se manifieste con
milagros.

105. Cf. Jn 6, 15: quieren hacerle Rey, pero Él se marcha. Jn 19, 12, Mc
15, 2; 11, 7-8: parece que los discípulos le creyeron Rey. Mt 16, 22-23:
Pedro quiere apartar a Jesús de su camino, quiere que sea Rey, que no
sufra, que triunfe.

106. Como aconteció al pueblo de Israel en el desierto, que pasaba
hambre y protestó contra Moisés. Mientras el pueblo de Israel protestó,
Jesús no protestó; prefirió la palabra al pan material. El maná es signo
para que ese pueblo no se olvide de Dios cuando tenga otro pan.

107. Esta misma contestación la da continuamente Jesús en otras muchas
ocasiones: Jn 6, 26-27; Jn 4, 30-34; Mc 4, 3-20; Mt 10, 29; Mt 13, 44; Mt
6, 33.

108. Cf. Mc 8, 11: Los fariseos le piden una señal del cielo para creer.
Jesús no se la da. Mt 16, 1; Mt 12, 38: los fariseos piden milagros para
creer. Mt 27, 40; Mt 27, 43: Le piden que baje de la cruz para creerle
como Mesías. Jn 7, 3-5: los allegados le piden que se manifieste con
milagros.

109. Cf. Jn 6, 15: quieren hacerle Rey, pero Él se marcha. Jn 19, 12, Mc
15, 2; 11, 7-8: parece que los discípulos le creyeron Rey. Mt 16, 22-23:
Pedro quiere apartar a Jesús de su camino, quiere que sea Rey, que no
sufra, que triunfe.

110. Esta misma contestación la da continuamente Jesús en otras muchas
ocasiones: Jn 6, 26-27; Jn 4, 30-34; Mc 4, 3-20; Mt 10, 29; Mt 13, 44; Mt
6, 33.

111. Cf. Mc 8, 11: Los fariseos le piden una señal del cielo para creer.
Jesús no se la da. Mt 16, 1; Mt 12, 38: los fariseos piden milagros para
creer. Mt 27, 40; Mt 27, 43: Le piden que baje de la cruz para creerle
como Mesías. Jn 7, 3-5: los allegados le piden que se manifieste con
milagros.

112. Cf. Jn 6, 15: quieren hacerle Rey, pero Él se marcha. Jn 19, 12, Mc
15, 2; 11, 7-8: parece que los discípulos le creyeron Rey. Mt 16, 22-23:
Pedro quiere apartar a Jesús de su camino, quiere que sea Rey, que no
sufra, que triunfe.

113. Cf. Mc 8, 11: Los fariseos le piden una señal del cielo para creer.
Jesús no se la da. Mt 16, 1; Mt 12, 38: los fariseos piden milagros para
creer. Mt 27, 40; Mt 27, 43: Le piden que baje de la cruz para creerle
como Mesías. Jn 7, 3-5: los allegados le piden que se manifieste con
milagros.

114. Cf. Jn 6, 15: quieren hacerle Rey, pero Él se marcha. Jn 19, 12, Mc
15, 2; 11, 7-8: parece que los discípulos le creyeron Rey. Mt 16, 22-23:
Pedro quiere apartar a Jesús de su camino, quiere que sea Rey, que no
sufra, que triunfe.

115. Cf. Jn 6, 15: quieren hacerle Rey, pero Él se marcha. Jn 19, 12, Mc
15, 2; 11, 7-8: parece que los discípulos le creyeron Rey. Mt 16, 22-23:
Pedro quiere apartar a Jesús de su camino, quiere que sea Rey, que no
sufra, que triunfe.