Horóscopos, magos, astrología...
Jugando
a ser dioses
Una
«epidemia» que ha suscitado una intervención del Papa
ROMA, 19 enero 2002 (ZENIT.org).- El
comienzo de un nuevo año constituye todo un “boom” para astrólogos y
adivinos de cartas, que publican guías especiales para afrontar los meses que
vendrán.
Quizá por este motivo Juan II advirtió contra los vanos intentos de adivinar
el futuro. En sus comentarios durante el Te Deum de final de año, el Papa
reconocía que todos tenemos curiosidad sobre el futuro. Incluso los apóstoles
preguntaron a Jesús si había llegado el momento de establecer el Reino.
El Papa observaba que Jesús no estaba preparado para responder, y replicó que
solamente el Padre conoce los tiempos o las fechas (Hechos 1, 7).
Hacía notar cómo Jesús nos pidió que no hiciéramos inútiles intentos por
saber lo que únicamente está reservado al conocimiento de Dios. Deberíamos
dedicar el tiempo, con amor filial, a lo que nos es asequible, la extensión del
mensaje del Evangelio.
En su informe sobre la alocución del Pontífice, el periódico italiano
Corriere della Sera del 2 de enero hacía notar que cerca del 25% de los
italianos consultan las columnas de astrología al inicio de cada día.
El periódico también hacía referencia al hecho de que en Italia existen no
menos de 150.000 astrólogos, 8.000 de los cuales están registrados en un par
de asociaciones profesionales. Muchos italianos, según parece, pagan unos 150 dólares
o más por una sesión anual con su astrólogo.
El periódico La Repubblica, en un artículo del 22 de diciembre, se mostraba más
conservador, dejando el número de tiradores de cartas en Italia en unos 70.000.
Citaba un estudio que estimaba que cerca de 10 millones de italianos creen en
las estrellas y en otras formas de adivinación.
El fallo con el 11 de septiembre.
Pero como el periódico inglés The Guardian apuntaba en un artículo del 13 de
diciembre, ningún astrólogo del mundo fue capaz de prever el más importante
suceso del año, el ataque terrorista del 11 de septiembre.
The Guardian hacía notar que mientras las agencias de inteligencia fueron
condenadas por su ignorancia de los planes terroristas, la reputación de los
astrólogos ha escapado intacta, “ni siquiera ligeramente dañada por esta
imponente demostración de la incompetencia de lo oculto”.
El artículo citaba a un astrólogo que confesaba que al despertarse tarde el 11
de septiembre, las escenas de la televisión le recordaron lo que él acababa de
soñar sobre el bombardeo: “Como usted puede contar, éste era un sueño
‘simbólico’ en el que yo estaba alerta. Pero las 2:30 p. m. era demasiado
tarde para alertar a nuestro país”.
Los astrólogos están siendo bastante vagos sobre el año 2002. The Guardian
observaba que la Predicción Anual dice que en el 2002 “dominará el color
verde”, “continuará siendo lluvioso” y presentará “los mismos
problemas de siempre”. El Horóscopo Anual añade que “los Estados Unidos
pueden ser vulnerables a un ataque sumamente destructivo”.
The Independent también hacía notar que el fallo de los astrólogos al prever
los ataques del 11 de septiembre no ha reducido su popularidad en Inglaterra.
Desde Año Nuevo, informaba el periódico el 9 de enero, “cada periódico y
revista femenina ha estado prometiendo a sus lectores su propio plano astral a
través del laberinto de las relaciones sexuales y el progreso en la propia
carrera”.
El artículo mencionaba que en años pasados The Mail on Sunday ha logrado un
12,5% más de lectores al añadir un suplemento de astrología.
Para The Independent, el entusiasmo por la adivinación “es un enfermedad, una
especie de sarna del intelecto”. Lo que los astrólogos ofrecen “es una
especie de plastilina psíquica – al fin y al cabo maleable a lo que se adapte
a ti”.
Lo que debería causar escándalo, continúa el artículo, no es que los astrólogos
sean un fraude, sino que “el público permita que se le tome el pelo
descaradamente”.
Martin Rees, el astrónomo real británico, hacía notar en el Sunday Times del
6 de enero que la gente utiliza la astrología para satisfacer un deseo de
“ser confortados sin las exigencias hechas por las religiones más
tradicionales”. Él animaba a los lectores, sin embargo, a que “vivieran en
la incerteza y en la ignorancia, y a no dejarse seducir por respuesta fáciles
que evitan el golpe de la investigación científica”.
En las universidades como en casa propia
A pesar de sus fallos, el año pasado los astrólogos han recibido
reconocimiento académico en algunos países. En Estados Unidos, un organismo
federal, el Accrediting Commission of Career Schools and Colleges of Technology,
concedió la acreditación al Instituto Astrológico de Phoenix, Arizona.
El New York Times del 28 de agosto explicaba que se cree que será un primer
paso hacia una escuela de astrología. La acreditación de la escuela permitirá
que busque la aprobación del Departamento de Educación para que sus
estudiantes consigan asignaciones federales y becas.
El fundador de la escuela, Joyce Jensen, dice que los cursos en el instituto
incluyen un “master en las diosas asteroideas” y “cómo escribir una
columna astrológica”. La escuela ofrece un programa: un diploma en astrología
y psicología.
Judith Eaton, jefe del Council for Higher Education Accreditation de Washington,
D. C., afirmó que la acreditación no da validez a la astrología, sino que
reconoce que la escuela cumplirá lo que promete a sus estudiantes.
En India, las autoridades educativas decidieron reconocer la astrología como
una carrera de grado universitario y de postgraduado, informaba Financial Times
el 5 de mayo. Murli Manohar Joshi, el ministro de desarrollo de potencial
humano, propuso la creación de departamentos de astrología en no menos de 24
universidades.
Joshi pertenece al Rashtriya Swayamsevak Sangh (RSS), el grupo totalitario hindú
que está detrás del Partido Bharatiya Janata en el poder. Según Financial
Times, uno de los presupuestos ideológicos principales del RSS es que,
virtualmente, toda la ciencia moderna, incluida la Física nuclear, está
prefigurada en los Vedas, los antiguos libros sagrados del hinduismo.
Incluso la Sorbona de París ha dado su sello de aprobación a la astrología.
El pasado abril, Elizabeth Teissier recibió la aprobación de sus tesis de 900
páginas sobre astrología, según el New York Times del 2 de junio. Teissier es
una columnista semanal de horóscopos para un popular programa de televisión y
autora de media docena de libros sobre astrología. También era la astróloga
del presidente francés François Mitterrand.
La decisión de la universidad de aceptar la tesis ha conducido a que más de
400 sociólogos firmen una petición dirigida al presidente de la Sorbona para
que haga una evaluación independiente del caso. El Times de Londres citaba a
Bernard Lahire, un sociólogo de la École Normale Supériure de Lettres et
Sciences Humaines de Lyon, que decía que en la tesis: “no hay rasgo alguno de
hechos empíricos ni de método de investigación”.
El Catecismo de la Iglesia Católica, en su nº 2115, reconoce que Dios puede
revelar el futuro a sus profetas o a otros santos. “Sin embargo”, añade,
“la actitud cristiana justa consiste en entregarse con confianza en las manos
de la providencia en lo que se refiere al futuro, y en abandonar toda curiosidad
malsana al respecto”.
El nº 2116 pide que se rechacen todas las formas de adivinación, y añade:
“La consulta de horóscopos, la astrología, la quiromancia, la interpretación
de presagios y de suertes, los fenómenos de visión, el recurso a “mediums”
encierran una voluntad de poder sobre el tiempo, la historia y, finalmente, los
hombres, a la vez que un deseo de granjearse la protección de poderes ocultos.
Está en contradicción con el honor y el respeto, mezclados de temor amoroso,
que debemos solamente a Dios”.
Para aquellos que están angustiados con el futuro, Juan Pablo II recomendó en
un mensaje del "Angelus" del 6 de septiembre de 1998, que “si
queremos dar una buena dirección a nuestra vida, debemos aprender a discernir
su plan, leyendo los misteriosos “hitos en la carretera” que Dios pone en
nuestra historia diaria. Para este fin, no valen ni horóscopos ni astrología.
Lo que se necesita es oración, auténtica oración, que debería siempre acompañar
una decisión hecha en conformidad con la ley de Dios”.
El Papa pedía a todos que dirigieran sus oraciones al Espíritu Santo: “Nadie
sabe nuestro futuro mejor que él y nadie es más capaz de guiar nuestros pasos
en la dirección correcta”.