Hay quienes dicen que no van a Misa porque no
sienten nada
Están en un error. Las personas no
somos animales sentimentales, sino racionales...El cristianismo no es cuestión
de emociones, sino de valores. Los valores están por encima de las emociones y
prescinden de ellas. Una madre prescinde de si tiene o no ganas de cuidar a su
hijo, pues su hijo es para ella un valor. Quien sabe lo que vale una Misa,
prescinde de si tiene ganas o no. Procura no perder ninguna, y va de buena
voluntad.
Para que la Misa te sirva basta con que asistas voluntariamente, aunque a veces
no tengas ganas de ir. La voluntad no coincide siempre con el tener ganas. Tú
vas al dentista voluntariamente, porque comprendes que tienes que ir; pero puede
que no tengas ningunas ganas de ir. Algunos dicen que no van a Misa porque para
ellos eso no tiene sentido. Cómo va a tener sentido si tienen una lamentable
ignorancia religiosa» A nadie puede convencerle lo que no conoce. A quien carece
de cultura, tampoco le dice nada un museo. Pero una joya no pierde valor porque
haya personas que no saben apreciarla. Hay que saber descubrir el valor que
tienen las cosas para poder apreciarlas.
Otros dicen que no van a Misa porque no les apetece, y para ir de mala gana, es
preferible no ir. Si la Misa fuera una diversión, sería lógico ir sólo cuando
apetece. Pero las cosas obligatorias hay que hacerlas con ganas y sin ganas. No
todo el mundo va a clase o al trabajo porque le apetece. A veces hay que ir sin
ganas, porque tenemos obligación de ir. Que uno fume o deje de fumar, según las
ganas que tenga, pase.Pero el ir a trabajar no puede depender de tener o no
ganas. Lo mismo pasa con la Misa. Ojalá vayas a Misa de buena gana, porque
comprendes que es maravilloso poder mostrar a Dios que le queremos, y participar
del acto más sublime de la humanidad como es el sacrificio de Cristo por el cual
redime al mundo. Pero además, la asistencia a la Misa dominical es obligatoria,
pues es el acto de culto público oficial que la Iglesia ofrece a Dios.
La Misa es un acto colectivo de culto Dios. Todos tenemos obligación de dar
culto a Dios. Y no basta el culto individual que cada cual puede darle
particularmente. Todos formamos parte de una comunidad, de una colectividad, del
Pueblo de Dios, y tenemos obligación de participar en el culto colectivo a Dios.
No basta el culto privado.
El acto oficial de la Iglesia para dar culto a Dios colectivamente, es la Santa
Misa. El cumplimiento de las obligaciones no se limita a cuando se tienen ganas.
Lo sensato es poner buena voluntad en hacer lo que se debe.
El cristianismo es una vida, no un mero culto externo. El culto a Dios es
necesario, pero no basta para ser buen cristiano.
La asistencia a Misa es sobre todo un acto de amor de un hijo que va a visitar a
su Padre: por eso el motivo de la asistencia a Misa debe ser el amor.
Muchos cristianos no caen en la cuenta del valor incomparable de la Santa Misa.
Le oí decir a un sacerdote, que hablaba del valor de la Misa, que si a él le
ofrecieran un millón de pesetas para que un día no celebrara la Santa Misa, él,
sin dudarlo, dejaría el millón, no la Misa. Al oír esto pensé que yo también
haría lo mismo. Unos días después al decir yo esto en unas conferencias que
estaba dando en Écija, el millón me pareció poco, y dije: diez, cincuenta, cien,
mil millones, ni por todo el oro del mundo dejaría yo de decir una sola misa.
Repartiendo mil millones de pesetas yo podría hacer mucho bien: pues ayudo más a
la humanidad diciendo una Misa; pues los mil millones de pesetas tienen un valor
finito, y la Santa Misa es de valor infinito. «Una sola Misa glorifica más a
Dios que le glorifican en el cielo por toda la eternidad todos los ángeles y
santos juntos, incluyendo a la Santísima Virgen María, Madre de Dios»(572) . La
razón es que la Virgen y los Santos son criaturas limitadas, en cambio la Misa,
como es el Sacrificio de Cristo-Dios, es de valor infinito.
Siendo la Santa Misa «reproducción incruenta del sacrificio del calvario, tiene
los mismos fines y produce los mismos efectos que el sacrificio de la
cruz»(573).
La Misa se celebra por cuatro fines:
1. Para adorar a Dios dignamente. Todos los hombres estamos obligados a adorar a
Dios por ser criaturas suyas. La mejor manera de adorarle es asistir debidamente
al Santo Sacrificio de la Misa.
2. Para satisfacer por los pecados nuestros y de todos los cristianos vivos y
difuntos.
3. Para dar gracias a Dios por los beneficios que nos hace: conocidos y
desconocidos por nosotros.
4. Para pedir nuevos favores del alma y del cuerpo, espirituales y materiales,
personales y sociales.
5. Para alabar a Dios, para darle gracias por un beneficio, para pedirle un
nuevo favor, para expiar nuestros pecados, para aliviar a las almas del
purgatorio, etc., etc., lo mejor es oír Misa.
Por lo tanto, nuestras peticiones, unidas a la Santa Misa tienen mayor eficacia.
Pero la aplicación del valor infinito de la Misa depende de nuestra disposición
interior.
La Misa se ofrece siempre solamente a Dios, pues sólo a Él debemos adoración,
pero a veces se dice Misa en honor de la Virgen o de algún santo, para pedir la
intercesión de ellos ante Dios.
Una sola Misa, bien oída, nos aprovecha más que mil Misas que nos apliquen
después de nuestra muerte.
Muchos cristianos tienen la costumbre de ofrecer Misas por sus difuntos. Es ésta
muy buena costumbre, pues una Misa ayuda a un difunto mucho más que un ramo de
flores sobre su tumba.
Cuando se encargan Misas se suele dar una limosna pero de ninguna manera debe
considerarse esta limosna como precio de la Misa, que por ser de valor infinito,
no hay en el mundo oro suficiente para pagarla dignamente.
Fuente: encuentra.com