Agradezco la oportunidad que me brinda esta Asociación hermana para hablar de un tema de máxima actualidad, en especial desde el pasado 11 de Septiembre.
En mi intervención trataré de demostrar las
verdaderas intenciones del Islam en sus entrecomilladas inmigraciones.
Permitidme una pequeña introducción. Al Poder Supremo sin Rostro le molestan
las grandes religiones dogmáticas que coinciden básicamente con las religiones
monoteístas, en especial la musulmana porque aunque ambos buscan el poder total
el de unos se apoya en un "Dios impreciso" mientras el otro se
fundamenta en el Corán y es inseparable Alá de la organización de la
sociedad. Pero al mismo tiempo las necesita porque las luchas entre ellas le
deja el camino expedito para lograr sus fines. Finalmente porque mientras tanto
se aprovecha de los millones de petrodólares de los emires y jeques árabes.
Una ruptura del equilibrio podría crear un cataclismo, no por el petróleo
-aunque podría ayudar- (de ahí que se impida y se obstaculice la investigación
o puesta en marcha hacia nuevos tipos de energías -solar, eléctrica,
alcohol…-) sino por esos millones y millones de dólares que se invierten básicamente
en Europa y Estados Unidos y que equilibran nuestras economías, en fin,
millones que se producen en unas desérticas naciones ricas en sus subsuelos,
pero que sólo una parte muy ínfima se invierte en ellas para generar riqueza,
trabajo, etc… porque mayoritariamente revierten en los mercados financieros
occidentales. Esto ayuda a entender, por ejemplo, la situación bélica actual,
o la guerra contra Irak en la que fue bautizada como "Tormenta del
Desierto".
También falta añadir que en principio la gente
emigra por dos razones: o por hambre o por deseo de prosperidad, aunque a veces
vayan cogidas de la mano.
Me voy a centrar básicamente en la del hambre, ya que el deseo de prosperidad
no mueve a pueblos enteros, sino a personas influídas por los niveles de vida y
la comodidad en el trabajo para conseguir el sustento.
Si nos fijamos en las inmigraciones por hambre la
gran mayoría convergen hacia Europa Occidental (unos 12.000.000) y básicamente
del mundo musulmán: de África en especial del Norte -el Magreb- (España con
unos 600.000, Francia con unos 4.500.000), turcos (Alemania con unos 3.000.000),
también por el Cáucaso y Asia Central atacando una Rusia debilitada, desde
Pakistán hacia Inglaterra con unos 2.000.000, desde Indonesia hacia Holanda,
etc... Si estos emigrantes provinieran de Hispanoamérica al menos somos
conscientes que serían de cultura católica, pero la gran mayoría son
musulmanes y aquí vienen los interrogantes, los miedos y los recelos. ¿Por qué?
Para explicarlo lo primero que necesitamos es conocer el Islam. Voy a
intentarlo.
El Islam
La palabra Islam significa entrega, abnegación,
dedicación a la voluntad de Dios y de su enviado, Mahoma. Mahoma la fundó,
mezclando sincréticamente elementos doctrinales árabes, judaicos, gnósticos y
cristianos.
A finales de 1.991 el Padre Pasqualino Fusco publicaba en Roma un análisis teológico
y moral, en el cual se exponían las falsificaciones, contradicciones y absurdos
principales del Corán, y del cual exponemos aquí varias consideraciones.
Mahoma nació en el año de 570 en la Meca. Perteneció a la tribu de los
Kurashitas. Alegó visiones del ángel Gabriel en una caverna de la Meca, se
creyó escogido para ser profeta de los árabes e intermediario de una nueva
revelación para restaurar el monoteísmo de Abraham, el cual, según él, habría
sido falsificado por judíos y cristianos. Mahoma se convirtió primero al judaísmo
monoteísta, y después se embebió de herejías de origen cristiano, esparcidas
por Arabia.
Por lo que parece, era analfabeto. Su prédica consistía en repetir una poesía,
la cual, una vez transcrita dio el Corán, su libro "sagrado", donde
está la doctrina y los deberes religiosos que él exige. Fue escrito en versos,
y consta de 114 capítulos, llamados "suras". Según los mahometanos,
el Corán es apenas una parte de una revelación primordial guardada en un libro
que está junto a Alá. Se trata de un plagio grosero y deformante de las
Escrituras, mezclado con leyendas y sus "visiones".
Cuando los habitantes de la Meca le pidieron alguna señal sobrenatural que
manifestase el origen divino de su doctrina, Mahoma no les pudo dar ninguna.
Entonces, muchos no le creyeron, originándose disturbios y muertes, por cuya
causa Mahoma se dio a la fuga. Esta huída, es lo que los musulmanes llaman
"Hégira", y marca el nacimiento del Islam, en el año 622 de la era
cristiana.
Quiso entonces el fugitivo Mahoma conquistarse a los judíos -dispersados por
Arabia- y mandó a sus secuaces que rezasen orientados hacia Jerusalén. Y tal
vez los hubiese conquistado, si no fuera que se puso a predicar que él era el
"sello de los profetas".
Entre los profetas que decía que lo precedieron se encuentran los de la Biblia:
Abrahán, Moisés y Jesucristo, además de los falsos profetas que proliferaron
entre las tribus del desierto.
Entonces los judíos se apartaron. Despechado, Mahoma ordenó a los suyos que no
se volviesen más hacia Jerusalén, sino hacia la Meca. Después de muchas
artimañas, conspiraciones y revueltas dominó la Meca y Medina, donde murió en
el año 632.
Si bien que nuestro Señor figura en el Corán, los mahometanos nunca pronuncian
su nombre, y lo llaman Isa. Para ellos, Nuestro Señor Jesucristo fue un hombre
mortal que está por debajo de Mahoma, y es blasfemia decir que El es Dios. El
Islam tampoco soporta la Cruz, niega la Encarnación, la Redención y afirma que
la Santísima Trinidad es una creencia politeísta.
La única condición requerida para la salvación es la fe en Alá y en su
enviado Mahoma, así como la sujeción ciega a la revelación definitiva. Quien
cree en ella reposará en la sepultura hasta la resurrección y entrará en un
paraíso de placeres carnales. Quien cae luchando por el Islam, va directamente
a ese paraíso. El Corán no habla claramente sobre las penas del infierno.
Mahoma pretendió hacer más fácil la práctica de la religión, eliminando
toda restricción a la lujuria, y haciendo de la sensualidad un instrumento de
salvación, un acto sagrado de contacto con la divinidad. Para el Corán no
existe necesidad de las obras, ni gracia, ni virtud, ni vicio. Es una religión
fatalista. Por más que, en un primer vistazo superficial, pueda parecer una
religión ascética, ella establece la tolerancia total. El paraíso que Mahoma
promete a sus secuaces es presentado como una bacanal eterna, cuyos detalles son
tan escabrosos que no pueden ser expuestos en público. Los propios musulmanes
se han encargado de difundir esta visión lúbrica del cielo que Mahoma les
prometió, capaz de ruborizar al más hedonista y consumista ciudadano europeo.
Esta puede ser vista, por ejemplo, en la descripción de Abdelwahab Boudhiba, en
su libro "La Sexualité en Islam".
El islamismo no tiene autoridad suprema y, por lo tanto, no tiene
"ortodoxia". Todas las corrientes mayoritarias son
"ortodoxas", especialmente los sunníes (85% de los mahometanos) y los
chiíes (cerca del 10%).
Los sunníes reciben ese nombre por la importancia que dan a la Sunna, colección
de dichos y hechos atribuídos a Mahoma y transmitidos oralmente. Los sunníes
consideran que la divinidad, Alá, habla directamente a la comunidad, siendo el
líder religioso apenas un encargado de leer el Corán y dirigir las oraciones.
Los chiíes se encuentran sobretodo en Asia. Se distinguen de los sunníes en
que creen con mayor énfasis en la existencia de un "profetismo" que
se transmite de generación en generación, por la descendencia de Mahoma y que
culminará en la venida del Maddi, especie de falso Cristo que aguardan para el
fin de los tiempos. Khomeini, el tristemente célebre líder musulmán persa,
era chiíta y, según ellos, formaría parte de esa comunidad profética. De allí
el verdadero culto de que fue objeto -y todavía lo es-. Creen también en la
gnosis y en el sentido oculto del Corán. El carácter conquistador de los chiíes
de Irán es bien conocido.
Existen además otras innumerables corrientes, algunas secretas, más o menos
sectarias, y embebidas de supersticiones y creencias extrañas, especialmente en
el Asia. Como botón de muestra citaremos a Los Fundamentalistas o también
llamados islamistas, representan un retorno a la "pureza primitiva" de
la religión mahometana, opuesta a toda aproximación con el Occidente. De forma
visible lo podríamos sintetizar como "más mahometanos que Mahoma".
Estos rechazan formal y superficialmente a Occidente, pero padecen de cierta
contaminación. Según Roger du Pasquier en su libro "El Despertar del
Islam" la influencia marxista ha calado a fondo.
El precursor de estos movimientos fue el fundador del waabismo y que es la
corriente que hoy gobierna Arabia Saudit. Esto además explica el apoyo económico
ilimitado que el régimen saudí suministra a los movimientos fundamentalistas
en todo el mundo.
Otra facción es "los Hermanos Musulmanes", forman una sociedad
secreta y originaría de Egipto es la fuente de donde brotan los grupos
radicales que fermentan el Magreb.
El Islam avanzó desde el 622 con una rapidez y
asentamiento nunca visto. Messori nos lo describe en su libro "Los desafíos
del Católico". Resumiendo el rápido avance y asentamiento del Islam se
debe a las luchas existentes entre los cristianos, los judíos, los heréticos y
apóstatas. En sus ansias de derrotar al oponente buscaban la ayuda y abrían
las puertas a los mahometanos y éstos, una vez dentro, dominaban a todos. También
las plazas del Norte Romanas se fueron debilitando más cuando el lazo de unión
con Bizancio se rompió, ante lo cual fueron presa fácil para los fines
expansionistas del Islam. Al mismo tiempo iban avanzando masas de inmigrantes
que junto con el derecho matrimonial -un musulmán puede casarse con una
cristiana o judía y su descendencia es musulmana por ley (hay que pensar que
pueden tener cuatro mujeres y un número indeterminado de concubinas), pero no
puede hacer lo mismo la mujer musulmana- fueron dominando incluso a los
bereberes. Y para poner el colofón como el Corán no podía traducirse todos
debían aprender finalmente la lengua árabe con lo que la arabización termina
convirtiéndose en islamización.
Otro aspecto que no he podido refrendar es que el Islam no trabajaba la tierra y
fue arrancando incluso las viñas y olivos que impedían el avance del desierto
con lo que el efecto fue la desertización de tierras cultivables.
Llegados a este punto leamos al evangelista San Mateo: "Vigilad que no os
engañe nadie. Muchos vendrán en mi nombre diciendo: "Yo soy el
Cristo", y llevarán a muchos a engaño. Luego oiréis hablar de guerras y
de rumores de guerras. Procurad no alarmaros: es necesario que todo esto
suceda..." (Mt. 24, 4 ss.).
Esos cristianos de hoy día que se complacen con el pensamiento de un obligado
diálogo, a la par de una colaboración fructífera y pacífica con el
islamismo, olvidan que éstos dividen el mundo en dos partes: "el
territorio de los musulmanes" y "el territorio de guerra". Guerra
y Corán componen, desde sus inicios hasta hoy, un férreo binomio.
El Dios de Mahoma se manifiesta en el guerrero victorioso; el Dios de Jesús en
el siervo derrotado e inútil. El Corán exige la victoria; al Evangelio le
basta con el testimonio.
Hemos de ser conscientes de una amarga realidad que se ha visto confirmada por
mil trescientos años de historia: con el islamismo es imposible un verdadero
"diálogo". Pase lo que pase con las otras puertas, la musulmana es
impenetrable a este tipo de llave, como demuestra toda la historia que dejamos a
nuestras espaldas.
La Umma, la comunidad musulmana, es un bloque cerrado, sobre todo porque niega
toda distinción entre lo temporal y lo espiritual: el Corán y los hadit, las
sentencias atribuidas por la tradición a Mahoma, son la base religiosa, social
y política. Son incluso la fuente del derecho de sucesión, del
"protocolo", del derecho electoral, de las prescripciones alimenticias
y de las normas de guerra. Los poquísimos conversos del islam al cristianismo o
eran gente aislada, marginados sociales, o lo fueron posteriormente, repudiados
con violencia por su pueblo.
En algunos lugares (por ejemplo, en esa Arabia Saudí que los americanos nos han
pedido que defendamos con la guerra) todavía hoy está prevista la pena de
muerte para quien abandone el islamismo. Pero la muerte civil es en todos lados
la condena para quien deja eso que no es solamente un conjunto de creencias,
dogmas y ritos, sino también un modo de vida, una visión totalitaria del
mundo.
Pero quizá es menos conocida otra de las razones de la imposibilidad de diálogo
con un musulmán. Dialogar significa enfrentarse, examinar junto al interlocutor
las razones de cada uno. En el caso cristiano-islámico sería necesario, en
primer lugar, enfrentar el Evangelio y el Corán. Pero es esto lo que el musulmán
se niega y se negará siempre a hacer, so pena de desmentirse, es más, de
destruirse a sí mismo. El mahometano afirma venerar las Escrituras de los judíos
y los cristianos, pero se niega a leerlas porque le basta el Corán. Y no
solamente porque es la culminación de la Revelación, el texto que contiene a
todos los demás. No, es porque Mahoma lo ha puesto en guardia: allí donde la
Torá y el Evangelio no coinciden con la Escritura islámica, es porque los judíos
y cristianos han falsificado sus respectivos libros.
Los han falsificado sobre todo donde anuncian su llegada, el camellero de La
Meca, el enviado escogido por Dios como "culmen de los profetas".
EL ISLAM A LA CONQUISTA DE EUROPA
De la intolerancia y astucia del Islam.
En su esencia el Islam es intolerante y su lógica utiliza conjuntamente la
fuerza y la astucia, la astucia cuando los musulmanes están en minoría, la
fuerza cuando su dominación esta casi asegurada.
Por eso los inmigrantes afro-magrebies no viven el Islam como rigidez
espiritualista sino más bien como una autoafirmación étnica de recelo y
vengativa hacia los europeos, llamados "cruzados".
El Islam se considera la última religión revelada,
y por lo tanto la verdadera, de una verdad imperativa, "y con toda la buena
fe del mundo" se cree en su derecho y justifica todos sus actos, aunque
sean exagerados, justificando así la expansión para la gloria de Alá.
Los europeos, necios defensores del Islam, cometen el error de no conocerlo con
detenimiento, interpretándolo como un "conjunto de sinceridad", como
un texto globalmente lógico, cuando en realidad es un dogma con varias
velocidades, rico en interpretaciones tortuosas.
"No hay coacción que valga en religión." (Sura II, verso 256)
"El Islam es la comunidad del justo medio." (II, 143)
"No hay violencia que valga en religión. La verdad se antepone sin
problema frente al error." (II, 257)
"Hay que devolver el bien por el mal." (XLI, 34 - XXIII, 96 - XII, 22)
Esos versos están completamente en contradicción con 14 siglos de
comportamiento, ignorando el perdón y la compasión, erradicando o sometiendo
en guetos las demás religiones en territorios conquistados, no tolerando ni
ateos ni paganos.
Esos versos pacíficos son una astucia. Son anulados en el Corán con los versos
(ver p.113) 69, 70, 71, 74, 77, 89, 101, 102 y 104 de la sura 4, llamada
"Las Mujeres". Esta sura es de una simpleza liosa pero de una eficacia
tremenda, porque alienta a la vez el deseo de felicidad individual en el paraíso
y la voluntad sanguinaria de poder en el dominio terrenal (y perdonada por
Dios), dos conceptos en realidad de lo más primarios en cuanto a la naturaleza
humana. (...) En nombre de Alá hay que conquistar al mundo por la violencia, la
fuerza bruta y la astucia, sin tener miedo al asesinato o la violación (la
llamada boda provisional de los integristas argelinos, y que está prevista en
el Corán). En el Corán no existe un solo verso apelando al respecto de la vida
de los demás. Un solo deber: la solidaridad con el musulmán creyente y
conquistador. Se entiende porque desde los años 80, ciertos grupúsculos
neo-nazis folklóricos se han fascinado por el Islam.
En cuanto a la Limosna (zakat), uno de los pilares del Islam, se aplica únicamente
a los componentes de la Umma.
Los europeos ignoran los fundamentos del Islam, y sobre todo el cínico
imperativo de las tres etapas de conquista:
En un primer tiempo la umma instalada en territorio enemigo practica el Dar al-Suhl,
la "paz momentánea", en la cual el infiel en su ceguera y necedad
permite el proselitismo islámico sin exigir lo recíproco en tierras
musulmanas. Es la etapa de hoy en Europa, en la cual creemos que es posible un
Islam laico y europeizado.
En un segundo tiempo, cuando el factor numérico se hace patente, entramos en el
imperativo de la conquista y de la violencia. Es el Dar al-Harb, donde la tierra
del infiel se convierte en "zona de guerra". Estamos viviendo en
ciertos países europeos los principios de este segundo tiempo.
En el tercer tiempo, los musulmanes dominan. Es el Dar al-Islam. El judío y el
cristiano son tolerados pero recluídos en minorías con derechos inferiores,
pueden ser dhimmis, protegidos, pagando un impuesto al respecto y privados de
las mayorías de los derechos cívicos. Paganos, idólatras y ateos son
perseguidos.
Lo que está sucediendo, como advierten los observadores más realistas, no es una inmigración (fenómeno, pues, limitado y controlable) sino una verdadera y total migración, es decir, el traslado de pueblos enteros que llevan consigo sus propias tradiciones, empezando por las religiosas, de las que no quieren abdicar en modo alguno. Los magrebíes de Marsella o París, los paquistaníes de Londres, los turcos de Berlín, no saben qué hacer con las típicas "buenas almas" de los progresistas locales que exhortan a una "integración pacífica", a la creación de una "sociedad fraternal multiétnica y multicultural". Por el contrario, se encierran en los barrios que van ocupando poco a poco y donde recrean una sociedad islámica cerrada y desconfiada hacia el exterior.
Lo que algunos ilusos, demócratas y tolerantes ellos, querían conseguir, es decir, una cultura de lazos amigables y de recíproco enriquecimiento, también religioso, a partir del intercambio, en éstos no ha provocado esa sociedad solidaria y multiétnica prevista por los utópicos, sino dos sociedades paralelas y a menudo hostiles entre sí, y esta tendencia parece que tiende a consolidarse. Una, la musulmana, gira en torno a valores religiosos bastante caducos donde el Corán es más que nunca la norma de vida en la esfera personal y, tanto como sea posible, en la social. Mientras que la otra, la que fuera cristiana, a menudo sólo conserva del Evangelio y su significado pasado y presente un confuso recuerdo, y halla su identificación en los nuevos ídolos del consumismo o, en el mejor de los casos, en un humanismo que lo acepta todo y deja espacio, mientras dure, a todo lo que surge.
La organización de los mahometanos en el mundo
En total los musulmanes dicen ser cerca de mil
millones, o sea el 20% de la población mundial. Esta cifra es disminuída por
numerosos especialistas. Estos han constatado exageraciones con vistas a
justificar anhelos de conquista. Los países donde son más numerosos son asiáticos:
Indonesia: 206 millones; Paquistán: 95 millones; Bangladesh: 85 millones;
India: 80 millones; China: 60 millones; Unión Soviética: 50 millones; Turquía:
casi 50 millones; en otras naciones como Egipto: 66 millones; Irán: 66
millones; Nigeria: 106 millones; y en España en el 2001 son unos 600.000 los
musulmanes.
Los países musulmanes están organizados en una Conferencia Islámica
Internacional (ICO), con su propia agencia de prensa (INA), con su Banco Islámico
de Desarrollo (IsDB). Actualmente pertenecen a la Conferencia Islámica 38 países.
La Conferencia Islámica, reunida en 1.980 en Lahore -hoy la capital es
Islamabad-, capital de Pakistán, decidió ponerse como fin eliminar los
cristianos del Oriente Medio. Lo ha informado el gran cotidiano parisiense
"Le Figaro" del 5-01-84. En su artículo 6, la declaración dice:
"Los países islámicos deben tomar las medidas necesarias para aplastar
los pueblos cristianos del Oriente próximo…y deben convertirlos al Islam
antes del siglo". Y el artículo séptimo afirma: "Las medidas para la
liquidación de la cristiandad en el Oriente Próximo deben comenzar por el Líbano.
Siria y la OLP deberán emplear el terrorismo contra los cristianos".
Decisiones igualmente exterminadoras con respecto al África, fueron tomadas por
el primer Congreso Islámico Africano, el 6 de marzo de 1973, en Nouakchott,
capital de Mauritania. "Se recomendó la predicación del Islam en todo el
continente, así como luchar contra las fuerzas "destructoras" (entre
las que se encuentra el catolicismo, es claro), se hizo especial hincapié (…)
en hacer que la legislación de los países con mayoría musulmana esté
fundamentada en la ley islámica. En un tiempo relativamente corto empezaron a
surgir, con ayuda de petrodólares, mezquitas, centros culturales, afroárabes,
centros sanitarios, etc. En varios países se hicieron presiones para introducir
la Charia, en la Constitución" (Mundo Negro, febrero de 1.990).
Desde entonces, tanto en las revistas y relatos de los misioneros, cuanto en la
gran prensa se oye cada vez más hablar de "caza a los cristianos" en
Nigeria, en exterminio y esclavitud de los católicos en Somalia y Sudán.
El Magreb
Frente a las playas de España está naciendo el Gran
Magreb, es decir el bloque que, cuando se reúna definitivamente, incluirá
Marruecos, Argelia, Túnez, Libia, Mauritania y el antiguo Sahara español.
Posee una superficie superior a la europea, pero casi toda desértica. En las áreas
habitables, sobretodo en la costa mediterránea, se concentra su población, la
cual camina velozmente hacia los cien millones.
En todos ellos, tanto en los países considerados como "moderados"
-Marruecos o Argelia- cuanto en los radicales -Libia y Mauritania- el islamismo
es la religión del Estado, y la misión de los gobernantes es proteger el
Islam. Entendiéndose por esto último, impedir el apostolado católico y
prohibir las conversiones de los mahometanos con medidas y castigos odiosos
aplicados, en grados desiguales -diríamos arbitrarios- en nombre de la Charia o
ley coránica.
La inmensa mayoría del Magreb es sunní. Del Magreb proviene la gran mayoría
de los inmigrantes norteafricanos que penetran en España (Mundo Negro, abril
1.989).
El estudioso francés Fréderic Goguel nos llama la atención sobre el
"peligro hegemónico y conquistador del Islam".
Distinción entre Invasión y Ocupación
El invasor es un ejército que penetra en el
territorio de una nación, sin permiso de ésta, o hasta contra la voluntad de
ésta, y practica depredaciones, robos y crueldades, y después vuelve a sus
bases originarias. El regreso es lo que caracteriza esa forma de acción.
Es diferente la ocupación. Es la penetración, pacífica o violenta, poco
importa, en el territorio de otro país, con intención de allí permanecer
indefinidamente. Implica, pues, un propósito de permanecer indefinidamente. Fue
exactamente lo que hicieron los mahometanos que invadieron España en el tiempo
del miserable arzobispo Recafredo -y no confundir con el obispo Oppas, hermano
de Witiza y uno de los instigadores junto con los hijos de éste de la entrada
de los bereberes contra el rey D. Rodrigo-.
Recafredo fue Obispo de Sevilla, y metropolitano de la Bética a mediados del
siglo IX. Se tiene noticia de él por la vida, que Alvaro Cordobés escribió de
San Eulogio. Dice que el Califa Abderrahmán II se valió de él con objeto de
impedir que los cristianos se presentasen a los jueces para confesar la fe. Así
lo hizo Recafredo declarando que no serían tenidos por mártires los que
contraviniesen al decreto, sino que serían excomulgados. Aun llevó más allá
su complacencia, pues empezó a perseguir a los cristianos, encerrando en la cárcel
a varios obispos y clérigos, entre los cuáles fue uno San Eulogio con su
obispo Saulo. Era esto hacia el año 851.
Nada más se sabe de este prelado, sino que en 862 había muerto ya
probablemente, pues en el Concilio de Córdoba de dicho año contra el abad Sansón,
por instigación del hereje Hostegesis, no interviene el Metropolitano de la Bética.
En la mente del Islam el hecho que los europeos no
exigen de los países musulmanes la misma neutralidad laica, la misma libertad
de culto que ofrecen a los musulmanes en Europa, significa una cosa: "Los
europeos saben que están en el Error, reconocen la superioridad del Islam y la
superioridad de Alá; se arrodillan ante nosotros y se confiesan Infieles, es un
derecho justo que los consideremos como tierra de conquista." Estas
palabras salieron de la pluma de un imán en el periódico Al Ahram del Cairo.
¿Hasta que punto ellos hacen exhibición pública y ostensiva de su propia religión?
Saeb Alkhedairiy, representante de la embajada de
Arabia Saudí justificó las gigantescas dimensiones de la nueva mezquita de
Madrid -la mayor de Europa por el momento- con estas palabras: "Nosotros no
construímos pensando solo en el momento presente, sino en el futuro. No
solamente para los fieles de hoy, sino para los del mañana" (Diario 16,
10-10-88).
En Roma, la sede de Pedro, la ciudad Santa de la catolicidad, el fanatismo
mahometano ya ha atentado contra un templo católico. El 26 de enero de este año,
Farag Abdelramán, inmigrante indocumentado irrumpió a los gritos en la Iglesia
de Sant Martino ai Monti, durante la Santa Misa, quebrando candelabros y dañando
un cuadro de Santa Ana con la Santísima Virgen, y se puso a hacer una prédica
en su lengua: "No soy loco, declaró a la policía. Soy un musulmán
fervoroso" (Il Corriere della Sera, 27-1-92)
Empresas públicas como el Metro de París y la Renault, o privadas, como la
Peugeot, adecuaron sus horarios internos a las exigencias del Corán. Pues, como
es el caso del Metro, los empleados musulmanes son mayoría.
En muchas ciudades de Europa podemos ver a los musulmanes haciendo alarde de sus
creencias y practicando su culto ostensivamente en las vías públicas. Los
especialistas concluyen que el "reverdecimiento" del Islam no es un
fenómeno restringido a Persia o a Argelia, sino que se extiende también entre
los musulmanes de Europa.
¿En que cuenta tienen ellos las leyes europeas?. Un caso algo reciente nos
ilustra este punto. De acuerdo con el Corán, ningún cristiano -un
"infiel" para ellos -tiene derecho a mandar sobre el musulmán -que es
"fiel"-. En una escuela de un suburbio de París, dos jovencitas
marroquies aparecieron un buen día con el velo coránico, desafiando al
laicismo -dicho sea de paso, execrable- que impera en la escuela pública
francesa. El hecho fue propagado por los medios de comunicación social y tuvo
repercusión internacional. Las grandes figuras políticas y religiosas
francesas se pronunciaron. En plena tempestad, la TV francesa interrogó a
Hassan II, esa figura que se suponía pro Occidental y "moderada"
entre los adeptos del Corán. Y Hassan II respondió imperturbable_: "un
fiel solo obedece a otro fiel".
El escándalo mediático continuó sin ningún resultado. ¿Cómo acabó el
caso? El padre de una de las jovencitas fue llamado al consulado de Marruecos en
París y, al día siguiente, ella apareció sin el velo. Un susurro de un
representante árabe pudo lo que no consiguieron todos los poderes establecidos.
¿Quién manda entonces sobre esas masas de inmigrantes mahometanos? Creo que la
respuesta es obvia.
De vez en cuanto aparecen noticias significativas que, sin embargo, no superan la autocensura de los medios de comunicación. Por ejemplo, la noticia que, al parecer, so1o ha sido publicada por Le Monde de París. En los tablones de los comunicados internos de las oficinas públicas y de las empresas de Arabia en las que también trabajan cristianos "infieles", se ha colgado en los días navideños una circular del gobierno saudita (que según la perspectiva musulmana de identificación entre fe y política, entre Dios y el César, posee plena responsabilidad también sobre asuntos religiosos). La circular calca el modelo que ya conocía el Santo Oficio romano: primero, las preguntas, y luego, las secas y terminantes respuestas. Éstas son las preguntas: "¿Es lícito según el islam felicitar con motivo de la Navidad y del año nuevo a los cristianos que trabajan entre nosotros? ¿Permite el islam asistir a sus fiestas si nos invitan? ¿Cometería pecado el musulmán que aceptase semejante invitación, sea por cortesía, por respeto humano o por obligación social?" estas son las respuestas de los funcionarios político-religiosos saudíes, dotados de particular autoridad y prestigio como custodios de los lugares santos musulmanes: "No está permitido felicitar a los infieles con ocasión de la Navidad ni durante cualquier otra de sus celebraciones religiosas porque ello sería un modo de aceptar sus prácticas. No está permitido acudir a sus fiestas religiosas porque ello desagrada a Alá. No está permitido intercambiar felicitaciones con motivo de sus fiestas aunque ellos nos feliciten por las nuestras, porque el islam ha superado y anulado a las demás religiones. Si un cristiano nos ofreciera sus felicitaciones no debemos responder." La inobservancia de semejantes disposiciones por parte de los ciudadanos saudíes no sólo es un "pecado" sino también un "delito" punible con severas medidas.
Qué debe hacerse
¿Qué debe hacerse?
Debemos combatir o rendirnos. Y si combatimos identificar bien al enemigo.
No es verdad que el desafío provenga de la pobreza o del resentimiento del
tercer mundo (por cierto: éste no es una justificación lícita), sino que
procede de estos factores Y de la propaganda islámica. Luego deben combatirse
ambas fuentes, como ocurría con el marxismo. Y se oyen demasiadas voces
pidiendo que se ataquen las causas de pobreza e injusticia y ninguna de que se
combata el Islam rigorista, coránico y wahabita que es el que se está
difundiendo en el Mundo y en España desde Madrid y Andalucía (Granada)
especialmente.
Un Estado como España debería llevar a cabo una política exterior que
denunciara las injusticias musulmanas, reclamara libertad y respeto civiles para
los cristianos de Sudán o de las Molucas como requisito previo (la famosa política
de derechos humanos), y un trato de reciprocidad en materia religiosa. No
debemos olvidar, se ha visto, que el enemigo islámico no es Siria ni Libia,
sino Arabia Saudita. Ella es la clave de lo que está pasando y la que debe ser
denunciada (¿y la que debería ser bombardeada?). Esta última consecuencia en
la política es la que se quiere evitar y por eso es de temer que no se resuelva
nada.
Y la política interior debe tender a evitar que la inmigración que recibamos
posea tanto componente islámico, impedir la entrada de los ilegales musulmanes
por la amenaza potencial que suponen, y a cortar de entrada toda veleidad
islamista con expulsiones inmediatas y el anuncio de hacer cumplir la ley.
Qué debemos hacer
¿Nosotros podemos hacer algo?
- Sí. Convertirnos en centinelas de esta nueva
invasión. Tan en avanzada solitaria como lo fuimos del progresismo en los años
setenta.
- Fijarnos una labor de documentación de las doctrinas del Islam y de las
actividades presentes de los musulmanes, sobre todo en España. Incluso dotándola
de nombre propio para ayudar a otros católicos.
- Difundir lo que no se dice del Islam en la Iglesia. Y combatir la apologética
pro-islámica de los estudiosos cristianos que deberían hacer apologética
cristiana frente al Islam.
- Promover la conversión de los inmigrantes musulmanes cuando están fuera de
la coerción de una comunidad con ley islámica. Son personas que no pueden
dejar de sentirse oprimidas por semejantes sinsentidos.
- Y crear opinión en la prensa y en la Iglesia sobre el peligro musulmán. Pero
es muy importante que lo hagamos de modo que pueda tener éxito, es decir,
partiendo de que hay musulmanes buenos (ojo, no decir Islam bueno) para
distinguirlos de los peligrosos.
- De ese modo debemos pedir libertad y reciprocidad de trato para los cristianos
en tierras musulmanas como signo de que son musulmanes buenos y no cobijo de
terroristas.
- Y debemos reclamar sometimiento a la ley española, con igualdad de derechos y
de deberes, so pena de expulsión automática para los inmigrantes y cargos
musulmanes que se solidarizaran con la guerra santa a los cristianos, aplicándoseles
la legislación contra el fomento del odio y el racismo.
Mucho ha quedado por decir. He pretendido dejar dicho
tan solo algo de todos los temas. Correspondería ahora que preguntarais por los
detalles cuyo fundamento no he explicado.
¡Alabado sea Dios, Uno y Trino! Y su Santísima Madre en su advocación de la
Medalla Milagrosa que celebramos en el día de hoy.
Jesús Ortiz
APÉNDICE
De la intervención de Mons. Bernardini, arzobispo de Izmir (Turquía), ante el
último Sínodo de obispos (L'Osservatore Romano, 15-10-99): Para ser breve y
claro referiré tres casos:
1) Durante un encuentro oficial sobre el diálogo islamo-cristiano, un
autorizado personaje musulmán, dirigiéndose a los participantes cristianos,
dijo en un cierto momento con calma y seguridad: 'Gracias a vuestras leyes
democráticas os invadiremos: gracias a nuestras leyes religiosas os
dominaremos'.
2) Con ocasión de otro encuentro islamo-cristiano, organizado como siempre por
los cristianos, un participante cristiano preguntó públicamente a los
musulmanes porqué no organizaban también ellos, al menos una vez, encuentros
similares. El inevitable autorizado musulmán presente respondió textualmente:
'¿Y por qué habríamos de hacerlo? Vosotros no tenéis nada que enseñarnos, y
nosotros no tenemos nada que aprender'.
3) En un monasterio católico de Jerusalén había un asistente musulmán,
amable y honesto, muy estimado por los religiosos. Un día, con aire triste, les
dijo: 'Nuestros jefes se han reunido y han decidido que todos los infieles deben
ser asesinados. Pero no tengáis miedo, porque yo os mataré sin haceros
sufrir'.