Familia y Subsidiariedad

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La Associació Cultural Charles Péguy, de Barcelona, ha participado recientemente en las Jornadas de asociaciones familiares europeas, celebradas en la Ciudad Condal, presentando el documento que a continuación reproducimos.

La ética personalista, tan arraigada en la cultura europea y cuya expresión más completa es la Doctrina Social Cristiana, tiene tres fundamentos principales: la dignidad de toda persona humana y la inviolabilidad de sus derechos, la solidaridad y la subsidiariedad. Este último es el mas desconocido, sobre todo en España y en muchas regiones de Europa. Según este principio, cada realidad tiene el deber de ponerse al servicio de las otras según una correcta jerarquía: persona, familia, organismos intermedios, sociedad, Estado. Así la familia está al servicio del bien de todos sus miembros (personas), la sociedad es para la familia y la persona, el Estado para la sociedad. Y todas deben obrar subsidiariamente a favor de las otras. Es decir que sólo que sólo deben actuar cuando las superiores en la jerarquía no son capaces de responder a sus necesidades solas, pero nunca deben sustituirse, ni suplantarse, ni por supuesto violar sus derechos.

En Europa muchas veces ha sucedido de forma inversa por varias razones. No es la menor de ellas la pretensión ilustrada de que el Estado dé una respuesta completa a las necesidades del hombre y de la sociedad. Su expresión política ha sido un modelo de Estado centralista, burocrático y monopolista en la gestión de la res publica, del bien común, que se convierte en el centro del obrar político en lugar de las personas (la burocracia se define como la pretensión de prever todas las necesidades del hombre, cuando en cambio estas son infinitas e impredecibles por su misma naturaleza). Este Estado no solo se propone como sujeto de la acción social, sino que muchas veces pretende ser el único sujeto, eliminando el protagonismo de las realidades al servicio de las cuales debería estar.

El resultado de la ocupación del Estado del espacio de la Familia es su eliminación como sujeto activo de la vida social y su reducción a centro de consumo, sin relevancia política, sobre todo allí donde hay menos tradición social (y más disgregación) y donde la familia no ha logrado aún un suficiente grado de asociación y presencia cultural, social, política, económica, o educativa. Los políticos –al menos en el sur de Europa - se acuerdan de la familia solo en períodos electorales. Entonces intentan demostrar que hacen algo (que no suele ser mucho mas que hablar o elaborar observatorios). Son dignas de alabanza, en este sentido, las recientes declaraciones del canciller alemán Schröeder sobre la función esencial de la familia.

Pero la familia no ha dejado de ser la célula fundamental de la sociedad y continúa siendo muy valorada. Un estudio reciente realizado en España la situaba como la institución más valorada: el 90 por ciento de la muestra la considera fundamental. La realidad es testaruda. Respetamos los derechos de todos, que el legislador deberá regular con justicia, pero afirmamos que la familia basada en el matrimonio entre un hombre y una mujer es una realidad natural y el único fundamento posible para construir un autentico tejido social, un capital social. Pedimos que el Estado la reconozca como una opción social preferente (no como una opción privada más), y reconozca el matrimonio como un compromiso público, un ideal moral y una institución social. Sin familia no hay sociedad humana (puede haber sólo un agregado de personas manipuladas por el poder de turno).

 

Aspectos concretos

Muchas pueden ser las razones que contribuyan a que la familia no asuma el protagonismo, quizás decisivo, que ayudaría a resolver los inmensos problemas que la sociedad globalizada y postmoderna debe afrontar: decremento demográfico, casi un suicidio social en España y en especial en Cataluña, inmigración, disgregación social, marginación juvenil (droga, fracaso escolar, etc..), marginación laboral, asistencia a enfermos, asistencia a ancianos, educación,... Al Estado y a los políticos les pedimos que nos ayuden a asumir nuestro rol y que no nos entorpezcan. Queremos ofrecer algunos ejemplos que ayuden a concretar lo dicho del principio de subsidiariedad, para que la familia pueda ser ella misma, afrontar sus problemas y estar al servicio de las personas: