La Eucaristía, principio vivificante
Autor: P. Carlos M. Buela
Si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebeís su sangre, no tendréis
vida en vosotros
Además de los efectos particulares que tiene la Eucaristía, el principal de
los cuales es la gracia cibativa, tiene, también, un efecto general, como
sacramento que se relaciona con los otros, como fin de todos ellos, como su
consumación y como principio vivificante del que depende la eficacia de todos
los demás.
Hay muchas especies morales de gracia: el bautismo y la penitencia regeneran; la
confirmación robustece; el orden sagrado y el matrimonio son gracia de estado.
Todas estas gracias tienen un elemento que santifican al hombre, o sea, lo
vivifican, lo sobrenaturalizan, lo divinizan. El bautismo y la penitencia quitan
el pecado y dan la vida; la confirmación robustece, pero aumentando la vida; el
orden y el matrimonio dan la gracia de estado que da vida a quienen los reciben
en relación al cumplimiento de los deberes de estado.
El elemento vivificante es efecto del sacramento de la Eucaristía. Por eso:
"Si no comeís la carne del Hijo del hombre y no bebeís su sangre, no
tendreís vida en vosotros" (Jn 6, 53).
No hay modo de vivificarnos con la vida sobrenatural sino a través de la
Eucaristía. Dice Santo Tomás: "La Eucaristía tiene por sí misma poder
para dar la gracia, de tal modo, que nadie tiene la gracia antes de recibir la
Eucaristía al menos en deseo; en deseo personal como los adultos, en deseo de
la Iglesia como los niños ... Es tal la eficacia de su poder, que con sólo su
deseo recibimos la gracia, con la que nos vivificamos espiritualmente"[1]
Hace crecer y perfeccionar la vida espiritual, para que el hombre en sí mismo
sea perfecto por la unión con Dios.
De lo dicho se desprende que la Eucaristía se recibe in voto real cuando se
recibe cualquier otro sacramento (el deseo o voto de la Eucaristía está
objetivamente incluído en todos los otros ritos sacramentales). "La
recepción de todos ellos viene a ser como preparación para recibir o consagrar
la Eucaristía"[2].
La Eucaristía es el fin de todos los sacramentos y está en todos, como el fin
está en los medios que a él conducen.
Por eso decía San Agustín: "No penséis que los niños no pueden tener la
vida por estar ayunos del cuerpo y de la sangre de Cristo"[3]. "No
cabe dudar de que los fieles se hacen partícipes del cuerpo y la sangre del Señor
cuando en el bautismo se hacen miembros del cuerpo de Cristo. Y no están
alejados del consorcio del pan y del cáliz, aún en el caso de que no lo coman
ni lo beban, si dejan el mundo estando ya constituídos en la unidad de este
cuerpo"[4].
Dice Santo Tomás que: "a este sacramento pueden asignarse los efectos de
todos los sacramentos, en cuanto que es la perfección de todo sacramento,
teniendo como en principio y plenitud (o como en síntesis y en suma) todo lo
que los otros sacramentos contienen particularmente"[5].
Por tanto, "es necesario concluir que la Eucaristía es un sacramento
general; contiene lo de todos, hace lo de todos, actúa en todos. No se compara
con ellos como uno de tantos sólo, sino, además, como el primero, principal y
universal"[6].
Por tanto la Eucaristía es el principio vivificador de todos los demás
sacramentos, como enseñó la Verdad Encarnada: "Si no comeís la carne del
Hijo del hombre y no bebeís su sangre, no tendréis vida en vosotros" (Jn
6, 53).
[1] S.Th. 3, q 79, a 1, ad 1.
[2] S.Th. 3, q 73, a 3.
[3] Contra pelagianos,lib. 1, cap 22.
[4] Ps-Beda, In I Cor 10, 17; cfr. Graciano, Decretum, p 3, d 4, cn 131 Nulli
est.
[5] In Sent. 4, d.8, q. 1, a.2; q a 2 ad 4: ""Ad quartum dicendum quod
sacramentum habet omnem suavitatem, inquantum continet fontem omnis gratiae,
quamvis non ordinatur eius usus ad omnes effectus sacramentalis gratiae. Vel
dicendum, quod etiam quantum ad effectum habet omnem suavitatis effectum in
reficiendo, quia hoc solum sacramentum per modum refectionis operatur. Vel
dicendum secundum Dionysium (de eccles. Hier. cap. ult.) quod omnium
sacramentorum effectus huic sacramento possunt ascribi, inquantum perfectio est
omnis sacramenti, habens quasi in capitulo, et summa omnia quae alia sacramenta
continent singillatim"
[6] R.P. Emilio Saurás, O.P., Introducción a la cuestión 79, S. Th., t. XIII,
BAC, Madrid, 1957, pág. 672. Resaltado nuestro.