“Esperar juntos”,
historia de una amistad entre un católico y un judío

Un libro sobre cómo la amistad puede vencer a la muerte y construir la paz

 

ROMA, lunes, 16 junio 2008 (ZENIT.org).- La amistad entre los hombres, tanto más si es reflejo del amor de Dios, puede vencer a la muerte y consolidar la paz.

Es este el mensaje que emerge del libro en italiano "Aspettare insieme" (Esperar juntos, editorial Marietti), que narra el camino de conocimiento de Dios de dos jóvenes amigos, uno estadounidense de origen irlandés, Jonah Lynch, y el otro francés de raíces judías, David Gritz.

Los dos se encuentran en la Universidad McGill de Montreal, tocando la guitarra y el violín. En la búsqueda de la verdad dialogan sobre todo, amor, mujeres, literatura, música, vida, justicia, belleza.

En una carta que David escribe desde París a Jonah, en la primavera del 98, pregunta: "¿Pero las estrellas se pueden alcanzar?".

Desde el punto de vista religioso, Jonah había perdido la fe transmitida por sus padres, y David hijo de judío y católica no practicantes, era agnóstico. Si embargo, los dos, a través de la amistad, se acercan al Señor.

Gracias al movimiento Comunión y Liberación, Jonah había entrado en el seminario y David había encontrado en la ética de la Torá, leída con los ojos de Emmanuel Lévinas, un pensamiento universal.

Por este motivo, acabados los estudios en Ciencias Políticas en 2002, David optó por ir a Jerusalén para hacer una tesis sobre la Torre de Babel y el pluralismo político.

En aquél verano, Jonah fue a Estados Unidos a trabajar con algunos sacerdotes misioneros de la Fraternidad de San Carlos Borromeo, llevó a un grupo de chicos a Toronto para la Jornada Mundial de la Juventud, y volviendo a pasar por Montréal, le llegó una llamada telefónica de los padres de David: había resultado muerto, despedazado por una bomba terrorista en la cafetería de la Universidad en Jerusalén.

Escribe Jonah en la introducción al libro: "Mi primerísimo pensamiento, irreflexivo, era: ahora él ve. Ahora ve la verdad. Luego las lágrimas me inundaron, mientras repasaba con la mente seis años de amistad".

Para dar sentido al dolor inconsolable por la pérdida de un querido amigo y para encontrar esperanza en la conciencia dictada por la fe, Jonah Lynch ha decidido publicar este libro.

Según Jonah Lynch que, tras laurearse en Astrofísica, se hizo sacerdote en 2006 y ahora es vicerrector del seminario de la Fraternidad Sacerdotal de los Misioneros de San Carlos Borromeo, "aquella amistad, nunca interrumpida, puede convertirse en motivo de esperanza para todo un pueblo".

Y don Massimo Camisasca, superior de la Fraternidad Sacerdotal de los Misioneros de San Carlos Borromeo, añade en el prólogo del libro: "La muerte de David no puede dejarnos indiferentes".

"La división que nació en torno a Jerusalén --añade-- permanece como una espada en nuestro ánimo y se hace súplica para que los ojos de todos se abran".

Con este libro, Jonah pretende dar razones a la esperanza, porque "en una tierra disputada y despedazada por las divisiones, la amistad entre un católico y un judío es el sencillo testimonio de que existe una vía hacia la paz".

En este sentido, el sacerdote estadounidense escribe en el prólogo: "Quiero describir una amistad" para "dar un poco razón de mi gran esperanza".

"El hecho de que haya hermanos, por muy amados que sean, no elimina la necesidad del amigo. Para vivir entre los hermanos hay que tener un amigo, aunque sea lejano". Así escribió el teólogo ruso Pavel Florenskij, muerto mártir en el campo de concentración soviético de las islas Solovki.

"Tener un amigo permite vivir el drama de esta vida sin reducciones o fugas --concluye Jonah--. Es un compañero de viaje, incluso cuando no está físicamente presente. Es una presencia que vence toda lejanía".

Por  Antonio Gaspari, traducido del italiano por Nieves San Martín