Autor: Responde el P.
Miguel Ángel Fuentes, I.V.E.
Fuente: Ediciones del Verbo Encarnado
¿Es pecado aceptar alguna de las ´devociones´ populares (como el culto a Gilda o Rodrigo) o creer en..?
¿Es pecado aceptar alguna de las ´devociones´ populares (como el culto a Gilda o Rodrigo) o creer en el tarot o encender sahumerios?
Pregunta:
Estimado Padre, quisiera saber si para un católico
es pecado aceptar alguna de las supersticiones que día a día se nos ofrecen
(como consultar el tarot, encender sahumerios o rezar a Gilda). Estoy viendo
estas y otras prácticas no sólo en personas no creyentes sino entre muchos
católicos. ¿Cuál es el límite de toda esta credulidad? Gracias por su
respuesta.
Respuesta:
Estimado:
Usted me da pie para tratar un tema que no sé si
calificar sólo como delicado o abiertamente dramático. El motivo lo menciona
Usted: la superstición no es ya práctica de no creyentes sino de personas
que se consideran sinceramente católicas (en muchos casos bien intencionadas
pero con poca o casi ninguna formación). Y digo dramático tanto por el
número de católicos que mezclan en su religiosidad elementos supersticiosos,
cuanto por la falta de reacción proporcionada a la gravedad problema por
parte de la de la Iglesia.
Voy pues a dividir mi respuesta en tres puntos.
1. Una oferta que llega a la ridiculez
Leer las ofertas del supermercado de la superstición
en cualquier página de avisos clasificados nos puede llevar del asombro al
escándalo o a la carcajada. Allí no se roza la bufonada, sino que se puede
´nadar´ dentro de ella.
Para muestra cito algunos de los ´clasificados´
aparecidos hace un par de años en un periódico de mucha divulgación:
-´Ahora M. Hechicero del amor. Único Chaman de los
Andes experto en unión y retorno de parejas. Atraen al Ser amado por difícil
que sea. Basta una foto, prenda o el nombre. El AMARRE es 100% efectivo´.
-´Amarres fuertes para el amor. Zulayna y el Curaca
Blanco. Unión de parejas en 7 horas. Basta una foto, prenda o el nombre y el
retorno es 100% garantizado. Únicos kallahuayas místicos de los Andes.
Atraen al ser amado por lejos que se encuentre. Celebran liturgias
afroandinas par a terminar trabas, maleficios, fracasos y mala suerte. Si no
cumplimos lo prometido devolvemos 3 veces lo pagado´.
-´Walter M. El Astrólogo más poderoso del mundo.
Anticipá el futuro de tu semana en el Amor y en los Negocios. ¡Llama ya!
Horóscopo las 24 horas´.
-´Videncia, Don de Nacimiento. Profesora Mary.
Promoción especial: tarot y videncia. Vení a verme, no te arrepentirás. No
me digas nada, yo te diré tu pasado, presente y futuro. Solución inmediata a
lo que otros no pueden. Mis poderes garantizan efectividad en unir parejas.
Curo depresión, angustias, timidez, daños. Problemas laborales y
empresariales´.
-´Auténtica y Potente, visítenos: Macumba Africana.
Unión pareja 7 días. Tarot todo tipo de trabajos. Buzios. Línea Negra con
Vudú...´.
´Abona al resultado. Trabajos alta magia negra.
Solución inmediata a los conflictos que oscurecen tu
vida. Parejas imposibles. Destrabes. Problemas laborales. Corto daño. Llevo
paz a tu hogar. Tarot. Videnc ia´.
´Videncias perfectas. Percepción extrasensorial sin
margen de error. Usted no hable: le diré su pasado, presente y futuro. Le
diré sus problemas y soluciones. Luego Usted me hará sus preguntas. Trabajos
perfectos y resultados inmediatos. Limpie su aura. Destrabe su vida. Sepa
como proteger su Casa, su familia, su Pareja. Como alejar las Malas Juntas
de los Hijos. Asegurar su Empleo o Destrabar y Proteger su Negocio. El
vidente es uno de los mejores del país. Infalible en cortar toda clase de
daños, brujerías, envidias, ataques psíquicos o malas ondas´.
-´Africano templo. Cortes, Magia negra, Ritos Vudú,
Amor imposible, Ayuda a parejas, Buzios, Tarot. Abona al resultado´.
-´Curso Runas, Numerología, Tarot, Magia, Gemas´.
-´El Rosa Cruz. Maria y Fernando. Parapsicólogos,
Clarividentes, Espiritistas, Mediums, Exorcistas y Ocultistas Profesionales.
Usted no hable...., le diremos su nombre y apellido, le mostramos la cara
del enemigo, atraemos su parej a en 13 horas. Retiramos Maleficios, Trabas,
Malas Ondas y Malos Vecinos. Tiene Juicios por reclamar, damos los números
de la suerte, desligamos la frigidez y la impotencia sexual´.
-´Pae Africanista, Brujo, Hechicero. Llegó. ¿Tu
pareja te engaña? ¿Tu pareja se te fue? ¿En tu trabajo te va mal? ¿No podés
progresar? ¿Estás enfermo? ¿Te hicieron algún daño con magia negra? ¿En tu
casa está todo mal? ¿En tu negocio las cosas van de mal en peor? ¿Tenés
problemas de papeles o juicios? Si tu respuesta es sí... Ya no dudes más,
vení a consultar al Pae Africanista, encontrarás la solución definitiva a
tus problemas. También tirate las cartas, en una sesión especial, y
descrubrí todo lo que deseas. Lo más fuerte en trabajos sobrenaturales, con
resultados casi inmediatos. Más de 1000 personas de todo el país ya conocen
los resultados. No se deje engañar más con falsos curanderos y hechiceros.
Deje de sufrir y venga a visitarme. 1º premio Tarotista Brasil 1998. Diploma
de Reconocimie nto por trayectoria en Provincia de Chaco. Argentina 1999´.
-Etc.
¡Parece una buena broma! Sin embargo esto se vende a
los incautos y desesperados. Y tiene muchos compradores.
2. El drama actual
El drama consiste en que muchas personas ´creen´ lo
que se ofrece en el hipermercado de las supersticiones. Y ¿qué es la
superstición? La superstición es la corrupción de la fe verdadera y un
peligroso juego en el que también puede tomar parte el diablo o detonar más
de una alteración psicológica.
1) Pecado contra la fe[1]
´La superstición es la desviación del sentimiento
religioso y de las prácticas que impone´[2]. Se puede definir como ´un vicio
que ofrece culto divino a quien no se debe, o a quien se debe, pero de un
modo indebido´. Según esta definición se divide en dos especies: el culto
indebido al Dios verdadero y el culto a dioses falsos.
a) El culto indebido consiste en ofrecer a Dios un
culto falso o de un modo que no corresponde (culto superfluo). Se denomina
culto falso cuando es ofrecido por quien no es verdadero ministro de Dios, o
porque expresa falsedad (haciendo adorar falsas reliquias, falsificando
milagros). Es de suyo pecado mortal[3]. En cambio, se denomina culto
superfluo cuando se tributa culto a Dios pero de un modo no aprobado por la
Iglesia, alterando las ceremonias de culto, introduciendo en el culto
elementos supersticiosos. Por la ignorancia de los fieles generalmente no es
más que pecado venial.
b) El culto a falsos dioses consiste, como su nombre
lo indica, en el hecho de rendir adoración a cosas o seres que no son
verdaderamente Dios. Bajo este concepto tradicionalmente se colocan tres
especies:
a. La idolatría que es el culto divino rendido a
creaturas representadas bajo formas sensibles llamadas ídolos; este culto
consiste en sig¬nos sensibles, sacrificios, juegos, ritos diversos. Se
denomina idolatría interna cuando la persona somete la intelig encia y la
voluntad a la adoración del falso dios; en cambio es externa cuando se
manifiesta exteriormente por palabras, gestos o símbolos (esta es sólo
material si falta el consentimiento interno o formal si además se consiente
internamente). Se trata siempre de un pecado gravísimo, por la injuria que
se hace a Dios; sin embargo, subjetivamente, la gravedad del pecado puede
estar atenuada en muchos idólatras que obran por ignorancia (en este caso su
falta denota menos perversidad que la de ciertos herejes que conscientemente
desnaturalizan la fe).
b. Junto a la idolatría se enumera la adivinación
idolátrica. Esta pretende usurpar indebidamente la predicción del porvenir.
Es una forma de superstición, porque es un re-curso a los demonios, ya sea
que se les invoque expresamente para pedirles la revelación del porvenir, ya
sea que ellos mismos se insinúen en las vanas inquisiciones para enredar los
espíritus de los hombres en la mentira.
La adivinación procede de manera s múltiples y
variadas; desde la antigüedad son conocidas algunas formas de adivinación,
como, por ejemplo el explícito recurso a los demonios (invocándolos para
conocer el porvenir), la oniromancia (la adivinación recurriendo a los
sueños); la nigromancia (pretendiendo hacer aparecer o hablar a los
muertos), el pitonismo (contestando a través de brujos o adivinos), el
aruspicio (adivinación del futuro consultando las entrañas de los ani¬males
inmolados), las falsas conjeturaciones (es decir, el conjeturar
acontecimientos faustos o infaustos por medio de hechos fortuitos como el
romperse un espejo, cruzar un gato negro; hay que incluir aquí a los que
´dicen la buenaventura´, a los tarotistas, etc.). También se debe enumerar
entre estas supersticiones algunas formas de espiritismo.
El Catecismo enseña al respecto: ´Dios puede revelar
el porvenir a sus profetas o a otros santos. Sin embargo, la actitud
cristiana justa consiste en entregarse con confianza en las manos de la p
rovidencia en lo que se refiere al futuro y en abandonar toda curiosidad
malsana al respecto... Todas las formas de adivinación deben rechazarse: el
recurso a Satán o a los demonios, la evocación de los muertos, y otras
prácticas que equivocadamente se supone ´desvelan´ el porvenir (cf. Dt
18,10; Jr 29,8). La consulta de horóscopos, la astrología, la quiromancia,
la interpretación de presagios y de suertes, los fenómenos de visión, el
recurso a ´mediums´ encierran una voluntad de poder sobre el tiempo, la
historia y, finalmente, los hombres, a la vez que un deseo de granjearse la
protección de poderes ocultos. Están en contradicción con el honor y tal
respeto, mezclados de temor amoroso, que debemos solamente a Dios´[4].
c. Por último hay que señalar las llamadas ´vanas
observancias´. Se denomina así al uso de medios desproporcionados para
obtener un efecto en sí mismo natural. Se divide en el arte notoria (tiene
como objeto el adquirir repentinamente una ciencia sin traba jo, y por
medios ineptos), el arte de la salud (que busca sanaciones, curaciones con
remedios fútiles como falsos ungüentos, amuletos, encantamientos, etc.;
tales prácticas si no tienen naturalmente ese poder, no son sino signos
mágicos que algunas veces llegan a ocultar pactos con los demonios), la
magia[5] (el arte de realizar cosas maravillosas por causas ocultas o por
invocación o intervención diabólica). Hay que añadir el maleficio (que
consiste en la expresa invocación del demonio con el fin de dañar o
perjudicar a alguna persona en lo espiritual o corporal).
El Catecismo dice: ´Todas las prácticas de magia o
de hechicería mediante las que se pretende domesticar potencias ocultas para
ponerlas a su servicio y obtener un poder sobrenatural sobre el prójimo
-aunque sea para procurar la salud-, son gravemente contrarias a la virtud
de la religión. Estas prácticas son más condenables aún cuando van
acompañadas de una intención de dañar a otro, recurran o no a la interven
ción de los demonios. Llevar amuletos es también reprensible´[6].
A veces se enumera aquí al magnetismo. Esta es la
influencia de cierto fluido magnético o eléctrico que brota de los minerales
o del sistema nervioso de algunos hombres, y que sería apto para curar
ciertas enfermedades por su propia virtud magnética o por sugestión sobre el
magnetizado; de suyo, considerado objetivamente y en abstracto, nada malo
hay en él; puede considerarse como uno de los tantos remedios físicos para
curar las enfermedades, parecido a la electroterapia, psiquiatría, etc. Pero
en concreto, o sea, tal como suele ejercerse, de modo irresponsable, está
lleno de peligros contra la fe, por los fines preternaturales que se
intentan, por sus procedimientos ocultos y adivinatorios, etc.[7].
El motivo formal de la fe, es decir, la razón por la
que profesamos los misterios de nuestra fe, es la Revelación de Dios, Verdad
Primera que no puede engañarse ni mentir, y que nos propone sus miste rios
por medio del Magisterio de la Iglesia. No se trata de conjeturas, ni de
pálpitos, ni de fe humana, ni de tradiciones culturales. Al mezclar las
verdades pertenecientes a la fe católica con elementos espurios como aguas
sanadoras, runas, adivinaciones, santones, curanderismo, energía positiva,
etc., no se elevan estas ´creencias´ al nivel de la fe (porque nadie ignora
que la Iglesia jamás ha propuesto estas cosas para ser creídas con fe
divina) sino que se rebajan las auténticas verdades de fe al nivel de la
´creencia humana´. Se cree así en San Cayetano o San Antonio, en la Virgen
Desatanudos, en el agua bendita y la señal de la cruz, o en cualquier santo
o advocación mariana por los mismos motivos que se aceptan las falsas
prácticas; pero esto no es fe sobrenatural. Signo de ello lo tenemos en el
hecho de que algunas personas dicen ´no creer´ del todo en estas cosas, pero
lo hacen ´por las dudas´.
Las ´dudas´ serias son realmente las que se meten
como gusanos en el articulado de la fe católica.
El riesgo no es, pues, ´añadir creencias´ a la fe,
sino perder la fe.
Por tanto, es un grueso error lo que declaró en un
periódico uno de estos ´profesores´ ocultistas: ´una señora una vez me
preguntó -dice él- si tenía que confesarse porque había venido a verme. Yo
le dije que no, que éramos como médicos, que la ayudábamos a aliviar su
salud del alma, a buscar energía positiva. No me parece que ir a un
astrólogo, o hacerse tirar las cartas esté en contra de ninguna religión´[8].
Esto no es así; la superstición es pecado grave.
2) El juego del diablo
Cuando Santo Tomás se pregunta por la causa de la
idolatría él señala como predisposiciones en muchos hombres el desarreglo de
sus afectos (razón por la cual terminan rindiendo honores divinos a quienes
veneran de modo desordenado; pensemos en nuestros días el ´culto´ a
cantantes como Gilda o Rodrigo); también el placer natural que le causan las
imágenes y, espec ialmente, la ignorancia del verdadero Dios, que los lleva
a venerar como divinidades las creaturas que los asombran (fuego, océano,
sol, etc.). Sin embargo, indica Santo Tomás que la causa determinante son
los demonios, que para hacerse adorar de los hombres explotan su in¬genuidad
y utilizan los ídolos para dar oráculos y cumplir hechos sorprendentes. Y
cita la frase de la Escritura: Todos los dioses de los paganos son demonios
(Sal 115,5).
Para evitar relatos morbosos no doy aquí ningún
testimonio de los muchos que han confesado haber quedado ´atrapados´ bajo la
influencia diabólica por ´jugar´ con estas cosas. Basta mencionar el tan
mentado ´tablero Ouija´ o ´juego de la copa´. Muchos han tenido que
aplicarse las palabras de Goethe: ´No puedo librarme de los espíritus que
invoqué´.
El libro de la Sabiduría (4,12), en la versión de la
Vulgata, habla de la ´fascinatio nugacitatis´ y dice que ésta ´oscurece el
bien´: fascinatio enim nugacitatis obscurat bona. La ´nugacitas´ es la
frivolidad, la estupidez, la necedad, el vacío. La ´nada´ ejerce una
atracción misteriosa sobre los espíritus débiles en la fe; esto explica la
seducción que ejerce el mal sobre los pecadores y desorientados. Pero a
través de esa fascinación el mal actúa como un imán que chupa y traga a los
que se inclinan neciamente sobre él.
Sobre estos temas hay que ser extremadamente
cuidadosos. Alguien que durante mucho tiempo se dedicó a estudiar el tema
del ocultismo y sus trasfondos satánicos dejó escrito unas palabras de gran
prudencia: ´La investigación sobre estos temas, cuando es innecesaria y
movida por la vana curiosidad, es siempre peligrosa. Nunca insistiremos de
modo suficiente en la necesidad de no centrar nuestra atención en los
fenómenos ruidosos y extraordinarios del accionar diabólico. Permanezcamos
en cambio firmes en la vigilancia y la oración, para que el Adversario no
esclavice nuestras almas por el error, la mentira y el pecado´[9].
3) Cuidado con nuestro psiquismo débil
Finalmente, quien se mete en este campo también
arriesga mucho desde el punto de vista psíquico. Es bien conocido el
ambiente desequilibrado en que se mueve este tipo de tendencias. Muchos de
quienes dirigen este tipo de fenómenos (fundadores de sectas, dirigentes,
mediums espiritistas, pseudo-profetas, iluminados, etc.), cuando no son
vividores y delincuentes se encuadran entre enfermos mitómanos, histéricos,
paranoicos, esquizoides y obsesos psíquicos[10]. Similar suerte pueden
correr quienes se dejan influenciar por ellos o por la atracción morbosa que
suele caracterizar todo lo relacionado con lo oculto, la magia, los poderes
de la mente, las fuerzas ocultas de la naturaleza, etc. Por eso afirma
Martín Ebon, autor del libro ´La trampa de Satanás´: ´Los autores que se
ocu¬pan de la telepatía, la clarividencia, la profecía, la acción de la
men¬te sobre la materia y otras prácticas psíquicas deben estar
cons¬tantemente alerta s ante el peligro de presentar esos temas única¬mente
en términos brillantes y positivos. Hay en estos fenómenos otra cara, una
cara oscura, y en nuestro tiempo esta oscuridad pa¬rece difundirse con suma
rapidez... sufrimos una virtual epide¬mia de juego irresponsable con los
poderes ocultos... los pode¬res ocultos no son un juguete. Nos exponen a
influencias que des¬conocemos y que a veces no podemos controlar´. Este
mismo autor señala entre las con¬secuencias más notables de estos ´juegos
con los poderes ocultos´: los estados neuróticos, el desdoblamiento de la
personalidad, la obsesión y la posesión por entidades no determinadas, que
para Ebon son tan sólo fuerzas liberadas del subconsciente, pero que pueden
llegar a ser incluso seres demoníacos[11].
También un autor que se consideraba representante
del esoterismo tradicional (opuesto, pues al moderno ocultismo) como René
Guénon sostenía que todo intento de practicar cualquiera de las artes
ocultas representa, para el h ombre contemporáneo, un grave peligro mental e
incluso físico[12].
Un autor no católico sino evangelista, Kurt Koch, de
gran experiencia en el tema señala como efectos de este tipo de actividades:
-En el carácter producen: un aumento agudo y
pertinaz de los afectos, e hipersensibilidad que se manifiesta en accesos de
ira, sus¬ceptibilidad explosiva y sexualidad aumentada, es decir, un
desbor¬de incontrolado de las pasiones.
-En el plano de la patología psíquica se producen:
alucinacio¬nes, estados melancólico depresivos, apatía, pérdida de ganas de
vivir, tendencia compulsiva al suicidio; y síntomas como los pensamientos
hipnóticos, las obsesiones, las disgregaciones y desdoblamientos de la
personalidad que pueden llegar hasta la locura completa. Incluso puede
llegar a la misma obsesión y posesión diabólica.
-En la vida espiritual y religiosa lle¬van a la
pérdida de la fe, y producen estados que se caracterizan por la animosidad
contra Dios y con tra Cristo, desgano hacia la Palabra de Dios y la oración,
pensamientos blasfemos, piedad simulada y locura religiosa.
-El desarrollo de facultades mediales (emparentadas
con el desdoblamiento de la personalidad) así como la producción de
fenómenos paranormales pueden, según la experiencia de Koch, afectar a los
descendien¬tes del sujeto ´hasta la tercera y cuarta generación´, así como a
los lugares (casas, establecimientos) donde se realizan las prácticas
ocultistas[13].
4. El gran desafío
Estamos ante una situación muy grave que exige
remedios proporcionados. En algunas publicaciones se insiste, a mi parecer
de modo erróneo, en las causas socioeconómicas del problema. ´Atormentado,
el hombre recurre a la religión y las creencias para soportar las
condiciones de vida y sus avatares´, se lee[14]. No hay que confundir. Es
cierto que gran parte de la gente recurre a tarotistas, brujos, sanadores y
otros rubros, para pedir trabajo o salir de la de sesperación económica que
los aflige. Pero esta no es la explicación de la causa sino la descripción
de las consecuencias. Épocas más duras ha conocido la historia; piénsese si
no en las dos grandes guerras que afligieron el siglo XX; y en esta misma
época que vivimos, personas hay que están en condiciones más ásperas que
muchos de los que recurren a estos medios ´aternativos´ y sin embargo no lo
hacen.
Corremos el riesgo de refugiarnos en explicaciones
sociológicas y económicas. Pero la cuestión aquí es teológica. El problema
afecta a la fe y tiene raíces en la fe. Manifiesta una crisis muy grave en
el plano pastoral y evidencia una insuficiencia en la praxis pastoral por
parte de los responsables de ésta. Probablemente estamos atrapados en una
pastoral de escritorio, prejuiciada (pues es por prejuicios que se han
abandonado métodos pastorales que han dado en el pasado felices resultados)
y lejos de la altura que exigen las circunstancias.
Hay que ir a las raíc es. Estamos ante una
reviviscencia del paganismo o una paganización de la religión (no me animo a
decir ´demonización´). Entonces hay que atacar con una evangelización de
profundidad y amplitud.
Por ´amplitud´ quiero decir: vasta, es decir, que
llegue a las grandes masas. No basta la cátedra de la escuela ni el ambón de
la Iglesia (y ojalá éstas fuesen más eficaces). Hace falta catequizar por
medio de los grandes medios: televisión, radio, periódicos, revistas de
todos los niveles. No podemos seguir lamentándonos de que las sectas o los
movimientos ocultistas ´bombardean´ a los pobres incautos; hay que ganar
espacio. Y hay que reconocerlo: los católicos no evangelizan a través de los
medios como deberían; o, al menos, lo hacen con mucha tibieza. Es cierto que
los grandes medios muchas veces no dan lugar a ello (por el contrario, se
ponen al servicio de la confusión que reina en este campo); entonces no
queda otra solución que crear grandes medios católicos; o aumentar los que
ya existen.
Pero aún esto no basta. Es necesario que esta
evangelización sea profunda y capaz de calar hondo. Y esto sólo es posible
tomando en serio el espíritu misionero de la Iglesia. No sólo de la misión
´ad gentes´, en tierras de paganos; sino de las misiones populares, como las
concibieron San Pablo, San Alfonso, San Luis María Grignión de Montfort y
todos los grandes predicadores populares, los cuales revirtieron situaciones
como la nuestra.
Junto a la misión popular hace falta una predicación
de la fe viva y vivificante, completa y pormenorizada. Incluso, aunque se
escandalicen muchos, hay que decir que es necesaria una buena formación
apologética. San Pedro insta a los cristianos a estar dispuestos a dar razón
de nuestra esperanza (cf. 1Pe 3,15), es decir, de las cosas que creemos y
esperamos. Lamentablemente la mayoría de los católicos no estamos hoy en
condiciones de ejecutar el mandato del Primer Papa.
La confusión que reina en cuestiones el ementales de
nuestra fe (como las que analizamos en este artículo) lo demuestra. Si San
Juan Bautista se presentase hoy nuevamente no dudaría en predicarnos como a
los judíos: En medio de vosotros está uno a quien no conocéis (Jn 1,26).
Porque a Jesucristo -ese ´Uno´ que vive en medio de los cristianos- poco lo
conocemos. Si lo conociéramos más no lo rebajaríamos al nivel de los falsos
mesías y tendríamos más en cuenta la exhortación de la carta a los Hebreos:
Ayer como hoy, Jesucristo es el mismo, y lo será siempre. No os dejéis
seducir por doctrinas varias y extrañas (Hb 13,8-9).
________________________________________
[1] La superstición es analizada por Santo Tomás en
Suma Teológica, II-II, cuestión 93 y siguientes. Uso también aquí cuanto
expone Antonio Royo Marín, Teología Moral para Seglares, tomo I, n. 365 y
siguientes.
[2] ´La superstición es la desviación del
sentimiento religioso y de las prácticas que impone. Puede afectar también
al culto que damos al verdadero Dios, por ejemplo, cuando se atribuye una
importancia, de algún modo, mágica a ciertas prácticas, por otra parte,
legítimas o necesarias. Atribuir su eficacia a la sola materialidad de las
oraciones o de los signos sacramentales, prescindiendo de las disposiciones
interiores que exigen, es caer en la superstición´ (Catecismo de la Iglesia
Católica, n. 2111).
[3] El culto viene a ser falso y pernicioso si los
actos exteriores que lo expresan tienen un significado erróneo. Sería el
caso, por ejemplo, de que se celebren todavía bajo la ley nueva las
ceremonias de la ley antigua, porque éstas no eran sino figurativas de la
futura pasión de Cristo, y su empleo actualmente parecería significar que
los misterios de Cristo aún están por venir. Asimismo sería una falsedad el
ofrecer a Dios un culto en oposición a las reglas establecidas por la
Iglesia: esto equivaldría a substituir a la religión autén¬tica establecida
por la autoridad divina una iniciativa o una tradición co mpletamente
humana.
[4] Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2115-2116.
[5] Cf. Royo Marín, I, nº 368. No me refiero,
evidentemente, a la prestidigitación o ilusionismo.
[6] Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2117.
[7] Cf. Declaración del Santo Oficio del 4 de agosto
de 1856: Dz 1653-1654.
[8] Clarín, 12/11/00, sección Zona, p. 4.
[9] P. Alberto Ezcurra, en la recensión al libro de
Malachi Martin, El rehén del diablo, en Revista Mikael 18 (1978), 146.
[10] Pensemos, por ejemplo, en Marsall Applewhite,
fundador de la secta Puerta del Cielo que hizo suicidar a 39 de sus miembros
en marzo del año pasado para poder engancharse en la nave espacial oculta en
la cola del cometa Hale Bopp, en David Koresh quien se creía el Mesías y
trajo la muerte de la mayoría de sus seguidores que termiranon calcinados en
su fortaleza de Waco, Texas, en 1993, en Jim Jones que se suicidó en Guyana
con mil de sus seguidores; en Shoko Asahara, lider de la secta Aum Shinrik
yo (Verdad Suprema) que inundó de gas sarín los subterráneos de Tokio, etc.
[11] Ebon, Martín, y otros, La trampa de Satanás,
Troquel, Buenos Aires 1978. Este libro tiene datos interesante, pero
contiene también muchos errores.
[12] Lo dice Mircea Eliade hablando de la posición
de Guénon en: Ocultismo, brujería y modas culturales, Marymar, Buenos Aires
1977, pp. 105-106.
[13] Citado por Alberto Ezcurra, La moda del
ocultismo, Mikael 30 (1982), 23-25.
[14] Clarín, citado, p. 4.