Segunda parte: La persona resentida
Tema 3 ¿Cómo combatir a los
Aliados?
En las sesiones anteriores nos hemos avocado a comprender el
resentimiento y los aliados del resentimiento. Ahora veremos
cómo combatir estos aliados.
Uno de los medios especialmente eficaces para evitar que el
veneno del rencor pueda invadir nuestro corazón, porque se
oponen frontalmente al egoísmo y a los demás aliados del
resentimiento que hemos analizado anteriormente; son la
GRATITUD y la GENEROSIDAD.
La gratitud
Es la capacidad de reconocer los dones y beneficios
recibidos. Es una virtud implica la aptitud para descubrir
todo lo positivo que hay en nuestra vida y verlo como un
regalo por el que nos sentimos movidos a dar gracias.
La gratitud es un valor que lo tienen las almas grandes.
Agradecer es encontrar motivos para dar gracias. Se
encuentran si tenemos los ojos bien abiertos y el corazón
dispuesto para descubrir los miles de gestos que nos regalan
los demás a todas horas.
La generosidad:
La generosidad es la capacidad de desprendimiento personal
de quien sabe prescindir de algo propio para ponerlo al
servicio de los demás.
Es generoso quien comparte con los demás su tiempo, sus
cualidades, sus bienes pocos o muchos, en fin todo lo que
tiene a su disposición. Esta virtud no surge de la noche a
la mañana, hay que educarse en ella, hay que formar la
conciencia para que responda con prontitud a las necesidades
de los otros aunque esto implique pequeños o grandes
sacrificios.
Algunos consejos para vivir estas dos virtudes de la
gratitud y la generosidad
• Fíjate en las cosas buenas y en lo bueno de las personas.
• Reconoce sinceramente lo bueno que tienes y eres y pon lo
que está de tu parte para ser mejor.
• No lamentarte por lo que no tienes o no eres.
• Mira siempre las necesidades de los demás y ante un
sufrimiento piensa que hay gente que sufre más
• No exijas otras cosas, sino agradece aquello que se te
ofrece.
• Di siempre gracias con una sonrisa y valora el sacrificio
de quienes buscan hacerte el bien.
• Comparte las cosas y de buen modo
• De vez en cuando regala algo que sea valioso para ti.
• Comparte una sonrisa aunque te sientas mal
• Escucha con atención lo que los otros tengan que decirte,
aunque tenga otras cosas que hacer o realmente no te
interese mucho lo que te digan.
• Estar siempre dispuesto a ayudar y hacerlo aunque no te lo
pidan
• Haz algo cada día por el bien de los demás.
Si sigues estos consejos desarrollaras las virtudes de la
gratitud y la generosidad. Estas virtudes son muy raras en
los hombres y son muy propias de los que conocen a Cristo
porque él inspira con su ejemplo a vivir así.
¿A caso no te ha sucedido recibir un regalo, un gesto que te
ha hecho sentir bien y sentir la necesidad de responder de
la misma manera? ¿Y de hacerlo no tanto por educación o para
quedar bien, sino por verdadera gratitud, por amor sincero?
Seguramente sí.
Si nos sucede a nosotros, te puedes imaginara a Dios, Dios
que es amor. Él intercambia siempre cada gesto que hacemos a
nuestros semejantes, por dones abundantes. Esta es una
experiencia que los cristianos, los católicos experimentamos
muy seguido.
¿Has hecho tú la experiencia? ¡Prueba! Pero hazlo no por ver
los resultados, sino porque quieres agradecer a Dios. Tal
vez digas: “pero si yo no tengo nada que dar, ni mucho menos
agradecer”
Al primero a quien tienes que agradecer es a Dios que te ha
dado la vida, el espacio para vivir, la naturaleza y no
quedando saciado nos entregó a su hijo que es el ejemplo más
cercano de generosidad y gratitud. Ya encarnarse, hacerse
hombre como nosotros supone un acto infinito de generosidad.
“En la cruz, Cristo lo entrega todo, se queda sin nada: sin
nada material pues hasta sus vestiduras fueron presas por
los soldados, sin la propia vida pues la entrego por todos
nosotros pagando así nuestras ofensas al padre y la entrego
por amor; se quedo incluso sin su madre, María , a quien nos
la entregó como madre nuestra. Nadie más generoso que
Cristo, nadie más agradecido como él. Él es para todo
católico el modelo de toda virtud y de manera especial de la
Generosidad y la gratitud”.
Mira a tu alrededor: cuántos enfermos en los hospitales,
tantos ancianos solos, jóvenes que vagan por el mundo sin
más consuelo que el alcohol y la droga. Niños abandonados,
personas que sufren mucho más que tú. Asume el
comportamiento de un buen hombre: Dar y agradecer.
Jesús mismo nos recomendó en el evangelio “Dad y se os dará;
una medida buena, apretada, colmada, rebosante, será
derramada en vuestro regazo. La medida que con otros
usareis, ésa, se usará con vosotros”. Y él mismo nos llenó
de dones por los cuales debemos estar agradecidos.
Tal vez te preguntes que tienen que ver la gratitud y la
generosidad con el resentimiento. Resulta que el
resentimiento y la gratitud, el resentimiento y la
generosidad, no pueden coexistir porque el resentimiento
bloquea percibir y experimentar la vida como don y el
agradecer por este don inmerecido. Mi resentimiento me dice
que no se me da lo que merezco. En cambio quien no espera
nada, ni exige nada para sí, se alegra por lo que recibe y
ordinariamente le parece que es más de lo que merece. Además
suele experimentar el deseo de corresponder, aunque tantas
veces se considera incapaz de hacerlo de la misma proporción
de lo recibido.
Reflexión:
Un joven que pagaba sus estudios trabajando de vendedor
ambulante, sentía hambre pero no tenía dinero para comer.
Decidió vencer la vergüenza que le daba mendigar y pedir
algo de comer en la próxima puerta que tocase. No obstante,
perdió su nervio cuando una hermosa joven le abrió la
puerta. En lugar de pedir comida pidió solo un vaso de agua.
Ella, sin embargo, se apiadó de él y le trajo un vaso de
leche. El se lo tomó tímidamente y preguntó, "¿Cuánto le
debo?". - "No me debe nada," respondió ella. "Mi madre nos
enseñó a nunca aceptar pago por hacer un favor." "Entonces
le agradezco de corazón.", respondió el joven.
Aquel joven llamado Howard Kelly se fue de aquella casa, no
solo sintiéndose fortalecido en su cuerpo sino también en su
fe en Dios y en la humanidad. Antes del incidente estaba
pensando en rendirse y renunciar.
Muchos años más tarde aquella joven, ya mayor, enfermó
gravemente. Los doctores locales estaban muy preocupados.
Finalmente la enviaron al hospital de una gran ciudad donde
practicaba un famoso especialista en aquella enfermedad.
Cuando el médico se dio cuenta del nombre de su nueva
paciente y del pueblo de procedencia, inmediatamente se
levantó y fue a verla. La reconoció inmediatamente. Volvió a
su oficina resuelto a hacer todo lo posible para salvar su
vida. La lucha fue larga pero la señora se salvó.
Por su parte la señora andaba muy preocupada sabiendo que el
precio de su estancia en el hospital sería astronómico. Sin
que ella supiese, el doctor envió órdenes que le pasaran a
él la cuenta final. Después de examinarla escribió un
mensaje al pie de la cuenta antes de que fuese enviada a la
señora.
Ella abrió aquella cuenta con gran temor, pensando que
pasaría el resto de sus días pagándola. Finalmente miró y
cuál fue su asombro cuando leyó al pie de la lista de
enormes cifras:
Todo Pagado por completo con un vaso de leche.
Firmado: Dr. Howard Kelly.
http://www.corazones.org/articulos/anecdotas/vaso_leche.htm
Cuestionario práctico
1. ¿vivo para los demás? ¿busco servir sin esperar nada a
cambio?
2. ¿Valoro las capacidades y cualidades personales?
¿Agradezco a Dios el regalo que me ha dado con estas
cualidades y capacidades?
3. ¿Doy gracias a Dios por el don de la vida? ¿Considero que
estar redimido por Cristo en la cruz y tener abierta la
puerta del cielo, es la más grande prueba de amor de Dios?
4. ¿Me auto compadezco por no recibir agradecimiento por mis
servicios?
5. ¿Siempre espero que otros se ofrezcan o hagan las cosas
por mí? ¿busco servir siempre que puedo, sin condiciones?
6. ¿Enseño a mis hijos a ser agradecidos y generosos con
Dios, con los demás, con la familia?
Preguntas que pueden servirte para estructurar tus
conclusiones
¿Qué me ha parecido el tema?
¿Qué aplicaciones prácticas encuentro para mi vida?
Algún comentario particular…