Curso Educar para el perdón
Autor: Mayra Novelo
Fuente: Mons. Francisco Ugarte Corcuera, "Del Resentimiento
al Perdón. Una Puerta para la Felicidad". 12ª reimpresión,
2008.
Tema 2 El auxilio de la Inteligencia y la Voluntad
El auxilio de la inteligencia y de la voluntad para el perdón.
Primera parte: Lo
que es el resentimiento
Tema 2: El auxilio de la Inteligencia y la Voluntad
Hablamos de algunas dificultades que encontramos para
configurar la respuesta conveniente ante una ofensa. Dijimos
que el resentimiento se sitúa en el nivel emocional de la
persona, que la persona resentida "se siente" herida, se
"considera" ofendida. Estos sentimientos se arraigan cuando
los estimulamos constantemente.
El auxilio de la Inteligencia
Sin embargo, estas dificultades no son insuperables si
hacemos buen uso de nuestra capacidad de pensar. La
inteligencia se forma cuando aprendemos a pensar, cuando
descubre por sí misma, cuando lee el interior de las
realidades. El conocimiento propio, mediante la
reflexión periódica sobre nosotros mismos, nos permite ir
conectando las manifestaciones de nuestros resentimientos
con las causas que lo originan, y en esta medida, nos vamos
encontrando en condiciones de entender lo que nos pasa, lo
cuál favorecerá a encontrar la solución.
Si al analizar las ofensas que hemos recibido hacemos un
esfuerzo por comprender por qué el ofensor actuó de esa
manera y por comprender la razón de su modo de proceder en
esa determinada circunstancia, nuestra reacción negativa se
verá reforzada por estos pensamientos más objetivos y en
muchos casos desaparecerá el resentimiento experimentado por
debilitamiento del estímulo, por falta de refuerzo que
agigante el sentimiento. Cuando un hijo recibe una
reprensión de su padre porque se portó mal, si es capaz de
entender la intención del padre que sólo busca ayudarle
mediante esta llamada de atención, podrá incluso quedar
agradecido. Esto refleja en qué medida nuestra inteligencia
puede influir, descubriendo motivos o proporcionando
razones, para evitar o eliminar los resentimientos. Se trata
de una influencia directa -Aristóteles hablaba de un dominio
político y no despótico de lo racional sobre lo sensible-,
que modifica las disposiciones afectivas y favorece la
desaparición del veneno. Esto es principalmente claro en los
casos en los que la supuesta ofensa se interpretó
inicialmente de manera exagerada o imaginaria.
La intervención de la voluntad
Otro recurso con que contamos para echar fuera de nosotros
el agravio, sin tenerlo, incluso en el caso de las ofensas
reales, es nuestra voluntad, por su capacidad de auto
determinarse, pues como acertadamente advierte Carlos Llano,
"la causa eficiente- efectiva, física, psíquica, real- de la
voluntad es la voluntad misma". En efecto cuando recibimos
una agresión que nos duele, podemos decidir no retenerla
para que no se convierta en un resentimiento. Eleanor
Roosevelt solía decir: "Nadie puede herirte sin tu
consentimiento", lo cual significa que depende de nosotros
que la ofensa produzca una herida. Gandhi afirmaba ante las
agresiones y maltrato de los enemigos: "Ellos no pueden
quitarnos nuestro auto respeto, si nosotros no se lo damos".
Ciertamente este no es un asunto fácil, porque dependerá da
la fortaleza del carácter de cada persona para orientar sus
reacciones en esta dirección. Marañón advertía que "el
hombre fuerte reacciona con directa energía ante la agresión
y automáticamente expulsa, como un cuerpo extraño, el
agravio de su conciencia". Esta elasticidad salvadora no
existe en el resentido". Es interesante que la voluntad
fuerte en este terreno se caracterice por ser elástica, más
que dura o insensible, en cuanto que su función consiste en
echar fuera el agravio que realmente se ha sufrido, en no
permitir que se convierta en una herida que contamine todo
el organismo interior.
En quien carece de esta capacidad de dirigir su respuesta
por falta de carácter, porque no ha sabido fortalecer su
voluntad, la ofensa, además de provocar una emoción
negativa, se repite y el sentimiento permanece dentro
del sujeto, se vuelve a experimentar una y otra vez, aunque
el tiempo transcurra. En esto precisamente consiste el
resentimiento: "Es un volver a vivir la emoción misma, un
volver a sentir, un re-sentir". Algo muy distinto del
recuerdo o de la consideración intelectual de la ofensa o de
las causas que lo produjeron. Más aún, una ofensa puede ser
recordada al margen del resentimiento, por la sencilla razón
que no se tradujo en una reacción sentimental negativa y, en
consecuencia, no se retuvo emocionalmente. En cambio, el
resentimiento es un re-sentir, un volver a sentir la herida
porque permanece dentro, como un veneno que altera la salud
interior: "la agresión queda presa en el fondo de la
conciencia, acaso inadvertida; allí dentro incuba y fermenta
su acritud; se infiltra en todo nuestro ser; y acaba siendo
la rectora de nuestra conducta y de nuestras menores
reacciones. Este sentimiento, que no se ha alimentado, sino
que se ha retenido e incorporado a nuestra alma, es el
resentimiento. Es significativo que algunas personas que
están resentidas refieran las ofensas de que han sido
victimas con tal cantidad de detalles que uno pensaría que
acaban de ocurrir; cuando se les pregunta cuándo tuvieron
lugar esos terribles hechos, su respuesta puede remontarse a
decenas de años. La razón por la cual son capaces de
describir lo sucedido con lujo de detalle es porque se han
pasado la vida concentrada en tales agravios, dándole
vueltas, provocando que la herida permanezca abierta. "Por
tanto, podemos concluir que: resentimiento= sentirse
dolido y no olvidar".
La voluntad débil es también origen de resentimientos por
otra razón, más sutil, pero ciertamente real. Al no alcanzar
lo que desearía o al no lograr lo que se propone, la
voluntad influye sobre el entendimiento para que éste
deforme la realidad y quite valor a aquello que no ha podido
conseguir. En otras palabras "el resentimiento consiste en
una falsa actitud respecto de los valores. Es una falta de
objetividad en el juicio y de apreciación, que tiene su raíz
en la flaqueza de la voluntad. En efecto, para alcanzar o
realizar un valor más elevado hemos de poner un mayor
esfuerzo de voluntad. Por lo cual, para librarme
subjetivamente de la obligación de poner ese esfuerzo , para
convencerme de la inexistencia de ese valor, el hombre
disminuye su importancia, le niega el respeta a que la
virtud tiene derecho en realidad, llega a ver en ella un mal
a pesar de que la objetividad obliga a ver en ella un bien.
Parece pues que el resentimiento posee los mismos rasgos
característicos que el pecado capital de la pereza. Según
santo Tomás, la pereza es "esa tristeza que proviene de la
dificultad del bien".
Reflexión:
En la antigua Grecia, Sócrates fue famoso por su sabiduría y
por el gran respeto que profesaba a todos. A él se le
atribuye la siguiente anécdota...
Un día un conocido se encontró con el gran filósofo y le
dijo:
- ¿Sabes lo que escuché acerca de tu amigo?.
- Espera un minuto -replicó Sócrates-.
Antes de decirme nada quisiera que pasaras un pequeño
examen. Yo lo llamo el examen del triple filtro.
- ¿Triple filtro?
- Correcto -continuó Sócrates-. Antes de que hables sobre mi
amigo, puede ser una buena idea filtrar tres veces lo que
vas a decir. Es por eso que lo llamo el examen del triple
filtro.
El primer filtro es la verdad. ¿Estás absolutamente seguro
de que lo que vas a decirme es cierto?
- No -dijo el hombre-, realmente solo escuché sobre eso y...
Bien -dijo Sócrates- , entonces realmente no sabes si es
cierto o no.
Ahora permíteme aplicar el segundo filtro, el filtro de la
bondad. ¿Es algo bueno lo que vas a decirme de mi amigo?
- No, por el contrario...
- Entonces, deseas decirme algo malo sobre él, pero no estás
seguro de que sea cierto.
Pero podría querer escucharlo porque queda un filtro: el
filtro de la utilidad. ¿Me servirá de algo saber lo que vas
a decirme de mi amigo?
- No, la verdad que no. Bien -concluyó Sócrates-, si lo que
deseas decirme no es cierto, ni bueno, e incluso no me es
útil, ¡¡¡¿para qué querría yo saberlo?!!!
Aplicación: este sentimiento de dolor que siento por esta
ofensa recibida ¿Es verdad? ¿Me hace bien recordarlo? ¿Me es
útil mantenerlo?
Cuestionario
práctico
El cuestionario práctico nos ayuda y llena de luz porque
confronta nuestra vida con las exigencias objetivas de la
vocación cristiana, haciéndonos conocer las desviaciones o
avances positivos, así como la raíz más profunda de sus
causas. Nos ayuda también a suscitar dentro de nosotros una
actitud de contrición, al propósito de superación cuando
vemos lo negativo y de gratitud con Dios cuando reconocemos
con sencillez nuestro progreso. Además el católico, el
cristiano es un soldado de Jesucristo que con frecuencia
debe limpiar, afilar y ajustar la armadura según lo
recomienda San Pablo: "Por lo demás, fortaleceos en el Señor
y en la fuerza de su poder, revestíos de la armadura de Dios
para que podáis resistir contra las asechanzas del diablo…y
tras haber vencido todo, os mantengáis firmes" (Ef.6. 10-13)
El examen de conciencia realizado con seriedad y
continuidad, es un gran medio para alcanzar el conocimiento
personal, la madurez, la coherencia de vida y el progreso
por el camino del bien. Nos hace sensibles al pecado y nos
ayuda a superar las tentaciones, pruebas y contrariedades.
A continuación te ofrecemos un cuestionario que te ayudará a
examinar tu propia vida, tus principios, tus criterios
conforme al criterio del evangelio.
1. ¿Me preocupo por cultivar mi inteligencia? ¿Estudio y me
capacito para superarme?
2. ¿Soy capaz de analizar las situaciones, los problemas?
¿Les doy pronta solución? ¿Soy indeciso?
3. ¿Cómo es mi voluntad? ¿Fuerte? ¿Luchadora? ¿Perseverante?
4. ¿Soy capaz de pedir consejo? ¿Creo que sólo yo tengo las
respuestas y la razón? ¿Recurro a personas que realmente
puedan orientarme cuando lo necesito?
5. ¿Pienso que sin abnegación y sacrificio se pueden
alcanzar grandes metas?
6. ¿Si algo me molesta se lo ofrezco a Dios? ¿Me muestro
molesto (a) e impaciente ante todo aquello que me mortifica?
¿Es norma en mi conducta el hacer lo que me agrada y es
cómodo?
7. ¿Necesito con mucha frecuencia una palabra de ánimo para
seguir adelante? ¿O me basta la conciencia y la voluntad?
8. Cuando fracaso o me va mal en algo ¿el mundo se me cae
encima? ¿Busco hacer nuevo esfuerzo de superación y no me
dejo llevar por el sentimiento de derrota?
9. ¿Cualquier actitud de los demás que no concuerda con lo
que me agrada, ¿me desconcierta y enfada? ¿resto importancia
a estas pequeñas contrariedades?
10. ¿Domino mi temperamento cuando practico algún deporte o
juego? ¿Sé ganar con equilibrio? ¿Sé perder con nobleza?
¿Tengo dominio en mis palabras?
Participación en
equipo
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Preguntas que pueden servirte para estructurar tus
conclusiones
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