DIOS UNO
I . Existencia de Dios
1. Hay un doble conocimiento de Dios:
natural y sobrenatural
El conocimiento natural de Dios es el que
tiene cualquier hombre de una forma espontánea al considerar la
realidad del mundo, su belleza, su caducidad, que le llevan a conocer al
Creador; o de forma más científica, propia de los sabios que, con la
ayuda de la filosofía y de la historia de las religiones, han llegado a
conocer la existencia de Dios.
El conocimiento sobrenatural de Dios es
posible en esta vida por la fe en la Revelación y en la otra vida por la luz
de la gloria (lumen gloriae), que eleva el entendimiento humano a la
contemplación, cara a cara, de Dios.
2. La fe en la existencia de Dios en el
Antiguo Testamento es siempre evidente, supuesta, jamás negada. Que Dios no
existe lo dice sin duda «el necio» (Sal 14, 1 y 53,2) o los que «no quieren
sujetarse a sus mandatos» (Jer 5,12).
Dios, en el Antiguo Testamento, revela su
existencia interviniendo directa y poderosamente en la historia de los
hombres. La Revelación de Dios tiene un carácter práctico, «existencial»:
ayudar al pueblo elegido a permanecer fiel a su Alianza.
La Revelación de Dios en el Antiguo Testamento por
su mismo carácter existencial es fragmentaria y progresiva. Dios no da
un compendio acabado de verdades sobre sí mismo; tampoco revela toda la
riqueza de su ser y de su obra en un solo momento de la historia de Israel,
sino que, poco a poco, a lo largo de sus vicisitudes históricas y teniendo en
cuenta sus necesidades, se revela a sí mismo por sus intervenciones en dichos
acontecimientos.
Dios se revela como el Creador de todas las cosas;
como el Trascendente, no se identifica con ninguna de sus criaturas; como
Omnipotente, etc.
Un momento culminante de la Revelación de Dios en
el Antiguo Testamento es cuando declara su nombre a Moisés. (1)
Yahvé es el nombre de Dios. Cuando Moisés,
ante la zarza ardiendo sin consumirse, recibe el mandato de salvar a su pueblo
de la esclavitud de los egipcios, pregunta a Dios quién es el que le envía y
recibe dos respuestas; «Moisés dijo a Dios: ¿ y quién soy yo para ir al faraón
y sacar de Egipto a los hijos de Israel? Dios le dijo: Yo estaré contigo,
y ésta será la señal de que soy yo quien te envía. Cuando hayas sacado de
Egipto al pueblo, daréis culto a Dios sobre este monte. Moisés dijo a Dios:
Pero si voy a los hijos de Israel y les digo: El Dios de nuestros padres me
envía a vosotros, y me preguntan cuál es su nombre, ¿qué voy a responderles?,
y Dios dijo a Moisés: Yo soy el que soy- Así responderás a los hijos de
Israel: El que es me envía a vosotros» (Ex 3, 11-14). Tanto la
expresión «yo soy el que soy» como «El que es» se escriben en hebreo con el
tetragrama IHWH, Yahvé.
El nombre que Dios se da a sí mismo yo soy, el
que es, indica «que es el que existe por sí mismo». Además, con la
expresión «Yo estaré contigo» Dios quiere enseñar a Moisés que está
plenamente presente en la vida e historia de los hombres.
3 .La Revelación de Dios en el Antiguo
Testamento se ilumina con la del Nuevo Testamento. El Concilio Vaticano II (2)
ha declarado: «La verdad profunda de Dios y de la salvación que transmite
dicha Revelación resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda
revelación... Dios habló a nuestros padres en distintas ocasiones y de muchas
maneras. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por su Hijo» (Concilio
Vaticano II, Constitución Dei Verbum, 2 y 4).
Cristo nos revela a Dios en su persona y con sus
obras. La razón más profunda de esta Revelación es que Cristo es uno con el
Padre. Quien lo ve a Él, ve al Padre. Y, por eso, Cristo «es camino, verdad y
vida» (Jn 14,6) para ir a Dios.
La Revelación de Cristo tiene también un carácter
existencial, salvador para el hombre. Es una llamada a la fe en Dios, a la
esperanza, al amor. El que responde a esta llamada de la fe estará libre del
pecado y de la servidumbre del demonio y alcanzará la vida eterna.
La Revelación de Cristo nos presenta a Dios como
Padre. Y al manifestarse Él como Hijo y prometernos al Espíritu Santo nos
revela la esencia íntima de Dios, la Trinidad de Personas: Padre, Hijo y
Espíritu Santo.
I.1. Cognoscibilidad natural de la existencia
de Dios
1 .La existencia de Dios no es
evidente por sí misma
Para conocer una cosa hay que conocerla bajo una
razón propia. Por ejemplo, ver desde lejos un hombre no significa que sepamos
que es Pedro o Pablo. Para poder conocer a Pedro o Pablo debemos distinguirlos
por alguna de sus características.
Conocer propiamente a Dios será conocerlo bajo una
razón propia de Él y no será suficiente conocerlo bajo la razón de felicidad
que todos los hombres naturalmente desean, pues, para muchos, la felicidad no
está en Dios, sino en el poder, en las riquezas o en los placeres.
La existencia de Dios bajo una razón particular y propia no es
evidente para ningún hombre.
San Anselmo(3), y después de él Descartes (4) y
Leibniz (5), pensaron de otra forma y expusieron el llamado argumento
ontológico, que dice así: «Dios es el ser más perfecto que se puede
pensar. Es más perfecto existir que no existir. Luego Dios existe.» Este
argumento no es válido, por estar viciado en su planteamiento. Estamos
afirmando que Dios es el ser más perfecto que se puede pensar. Pero de que el
hombre piense una cosa como realmente existente no se sigue en absoluto el que
exista en realidad. Una cosa es el pensamiento de una cosa real y otra, muy
distinta, la realidad de la existencia pensada. Podemos pensar en el clavo más
perfecto que pueda existir y esto no significa en absoluto que exista; de ese
clavo que se piensa, no se puede colgar ninguna cosa real.
En el conocimiento natural de Dios se plantean
tres cuestiones: 1) la posibilidad de conocer a Dios con la luz de la razón
natural; 2) la posibilidad de demostrar la existencia de Dios, y 3) el hecho
de la demostración de la existencia de Dios.
2 .Posibilidad de conocer la existencia de
Dios con la luz de la razón natural
1°. Dios, creador y Señor, puede ser conocido
con certeza con la luz de la razón natural, con las solas fuerzas de la razón
(de fe).
El Concilio Vaticano I (1869-1870) definió esta
verdad de fe con las siguientes palabras: «Si alguno dijera que Dios vivo y
verdadero, Creador y Señor nuestro, no puede ser conocido con certeza por la
luz natural de la razón humana por medio de las cosas que han sido hechas, sea
anatema» (DS 3026).
La definición del Concilio Vaticano I enseña que
el objeto de nuestro conocimiento es Dios, uno y verdadero, Creador y
Señor nuestro; y por tanto, Dios es persona y distinto del mundo; que el
principio subjetivo del conocimiento de Dios es la razón natural, aún en
estado de pecado; que el medio de conocimiento son las cosas creadas y
que es un conocimiento cierto y posible.
Dios ha revelado, además de su existencia, la
capacidad humana de conocerle con las solas fuerzas de la razón natural.
En el Antiguo Testamento esta verdad era tan
evidente que todas las cosas y acontecimientos se convertían en una
manifestación de Él: «Alabad a Yahvé todas las gentes, alabadle todas las
gentes» (Sal 116,1); «Alabad a Yahvé desde la tierra los cetáceos y todos los
abismos, el fuego, el granizo, la nieve, la niebla, el viento impetuoso, que
ejecuta sus mandatos; los montes y todos los collados, los árboles frutales y
los cedros todos; las fieras y todos los ganados, los reptiles y las aves
aladas; los reyes de la tierra, y los jóvenes y las doncellas, los ancianos y
los niños, alaben el nombre de Yahvé, porque sólo su nombre es sublime; su
magnificiencia sobrepasa a los cielos y a la tierra» (Sal 148,7-13).
Sólo más tarde, alrededor del siglo II antes de
Jesucristo, el libro de la Sabiduría amonesta al pueblo de Israel con estas
palabras: «Vanos son todos los hombres que carecen del conocimiento de Dios, y
por los bienes que disfrutan no alcanzan a conocer al que es fuente de ellos,
y por la consideración de las obras no conocieron al artífice... pues de la
grandeza y hermosura de las criaturas, por razonamiento se llega
a conocer al hacedor de éstas... Porque si pueden alcanzar tanta ciencia y
son capaces de investigar el universo, ¿cómo no conocen más fácilmente al
Señor de él?» (Sab 13, 1-9).
El libro de la Sabiduría muestra a la creación
como un camino fácil de recorrer hacia Dios y ve en la divinización del mundo
un error religioso-moral.
Un razonamiento parecido es el de San Pablo (6):
«Lo cognoscible de Dios es manifiesto entre ellos (los gentiles), pues Dios se
lo manifestó; porque desde la creación del mundo, lo invisible de Dios, su
eterno poder y divinidad, es conocido mediante las obras. De manera que
son inexcusables, por cuanto, conociendo a Dios, no le glorificaron como a
Dios ni le dieron gracias, sino que se entontecieron en sus
razonamientos, viniendo a obscurecerse su insensato corazón, y alardeando de
sabios se hicieron necios, y trocaron la gloria de Dios incorruptible por la
semejanza del hombre corruptible, y de aves, cuadrúpedos y reptiles» (Rom 1,
19-23). El hombre por su orgullo desprecia la verdad de Dios y cae en la
idolatría.
En otros dos lugares San Pablo habla de la
cognoscibilidad natural de Dios. En el discurso de Listra (7) enseña a sus
oyentes que Dios «no las dejó (a las naciones) sin testimonio de sí mismo,
haciendo el bien y dispensando desde el cielo las lluvias y las estaciones
fructíferas, llenando de alimentos y alegría nuestros corazones» (Hech 14,
14-18). Y en el Areópago de Atenas (8) expone las mismas razones:
«Puesto en pie Pablo en medio del Areópago, dijo: " Atenienses,
veo que sois sobremanera religiosos; porque al pasar y contemplar los objetos
de vuestro culto he hallado un altar en el cual está escrito: " Al dios
desconocido". Pues ese que sin conocerle veneráis es el que yo os anuncio. El
Dios que hizo el mundo y todas las cosas que hay en él, ése, siendo Señor del
cielo y de la tierra no habita en templos hechos por mano del hombre, ni por
manos humanas es servicio, como si necesitase de algo, siendo El mismo quien
da a todos la vida, el aliento y todas las cosas. Él hizo de uno todo el
linaje humano para poblar toda la haz de la tierra. Él fijó las estaciones y
los confines de las tierras por ellos habitables, para que busquen a Dios y
siquiera a tientas le hallen, que no está lejos de cada uno de nosotros,
porque en Él vivimos y nos movemos y existimos, como algunos de vuestros
poetas han dicho: Porque somos linaje suyo. Siendo, pues, linaje de Dios, no
debemos pensar que la divinidad es semejante al oro, o a la plata, o a la
piedra, obra del arte y del pensamiento humano. Dios, disimulando los tiempos
de la ignorancia, intima en todas partes a los hombres que todos se
arrepientan, por cuanto tiene fijado el día en que juzgará la tierra habitada
con justicia por medio de un Hombre, a quien ha destinado, acreditándole ante
todos por su resurrección de entre los muertos.
»Cuando oyeron lo de la resurrección de los
muertos, unos se echaron a reír, otros dijeron: Te oiremos sobre esto otra
vez. Así salió Paulo de en medio de ellos. Algunos se adhirieron a él y
creyeron, entre los cuales estaban Dionisio Areopagita y una mujer de nombre
Damaris y otros más» (Hech 17, 22-34).
Los Santos Padres también insistieron en que era
posible y fácil adquirir un conocimiento de Dios. Enseñan que Dios sacó todas
las cosas de la nada dándoles existencia, a fin de que por medio de sus
obras conociéramos y entendiéramos su grandeza. Dios es invisible para los
ojos del hombre, pero llegamos a verle y conocerle gracias a su providencia y
a sus obras. San Juan Damasceno (9) resume el convencimiento de los
Padres al decir: «La creación misma, su conservación y gobierno proclaman la
majestad de la naturaleza divina» (
Exposición de la fe ortodoxa}.
Filosóficamente se prueba la posibilidad de
conocer a Dios por la creación, por la capacidad de la razón humana de buscar
las causas eficientes de las cosas que conoce y, por ello, en último término,
siempre busca la causa más alta de la que proceden todas las demás, y así
tiende a alcanzar la causa última y universal de todas las cosas, que es Dios.
3.
Posibilidad de demostrar la existencia de Dios
1° Puede demostrarse la existencia de Dios con
la luz natural de la razón por las obras visibles de la creación, como la
causa por el efecto (próxima a la fe).
El juramento antimodernista (10) de San Pío X
(1910), es el intérprete auténtico de la definición del Concilio Vaticano I,
anteriormente citado, y dice así: «Dios puede ser ciertamente conocido, por
tanto también demostrado, como la causa por sus efectos» (DS. 3538).
Por estas declaraciones de la Iglesia hemos de
concluir que al menos es verdad próxima a la fe, no ya la posibilidad de
conocer, sino la de demostrar la existencia de Dios.
En los textos del libro de la Sabiduría del
Antiguo Testamento y la Epístola a los Romanos del Nuevo Testamento, antes
citados, se enseña que «por razonamiento» y «mediante las obras» se conoce a
Dios. Esto indica que la simple razón humana, sin la ayuda de la fe, puede
demostrar la existencia de Dios. Los grandes filósofos, ya desde los clásicos
griegos, llegaron con su razón a demostrar naturalmente la existencia de una
causa única del universo, que no es otra que Dios.
Especulativamente la posibilidad de demostrar la
existencia de Dios es una consecuencia lógica de la posibilidad de conocer la
existencia de Dios. La posibilidad de demostrar no es más que el modo como se
realiza la posibilidad de conocer la existencia de Dios.
4. Demostración de la existencia de Dios
Santo Tomás de Aquino (11), recogiendo toda la
tradición filosófica clásica resume en cinco vías o caminos la demostración de
la existencia de Dios.
Estas demostraciones, al contrario del argumento
ontológico, no parten del pensamiento, algo interno al hombre, sino de la
experiencia del conocimiento de la realidad, que está fuera del hombre. Por
tanto, en las vías de Santo Tomás, el término al cual llegan estas
demostraciones es externo al pensamiento del hombre. Al ser el término real y
externo no es posible hacer la crítica que se hace al argumento ontológico. No
es que yo piense que Dios existe, sino que, realmente,
independientemente de mi pensamiento y basándome en la realidad externa se
prueba de forma totalmente demostrativa la existencia real de Dios.
Las vías de Santo Tomás se apoyan en el
principio de causalidad. Observando los efectos, es decir, la realidad
creada, se deduce que tienen una causa, y que ésta no puede estar en ellos.
Esta causa a su vez es efecto de otra causa, etc. Ahora bien, no es posible
una línea infinita de causas, pues se daría el caso o la paradoja de que todos
los efectos dependerían de ninguna causa, si éstas fueran infinitas. Por ello,
hay que concluir que debe existir una causa última que es el
origen de todas las demás causas. A esta última causa, que no ha sido causada
por otra, la llamarnos Dios.
El concepto que tiene la filosofía de Dios es el
Ser que es por sí mismo, es decir, que no ha sido causado por nada.
Dicho más sencillamente, Dios existe porque sí; es su propia existencia. Dios
es causa de todo, pero no ha sido causado. Por ello, las demostraciones de
Santo Tomás al terminar en una causa incausada llegan realmente a demostrar la
existencia de Dios.
Vamos a explicar con más detalle el porqué las
criaturas tienen una causa que necesariamente está fuera de ellas mismas, es
decir, que ellas no son causa de sí mismas.
Si la causa estuviera en la misma realidad creada
estaríamos afirmando el panteísmo: el Universo existe por sí mismo, es causa
de sí mismo. El Universo sería Dios, pues cumple con su definición.
Ahora bien, esto no es lo que nos dice la
experiencia al contemplar la realidad. Observamos que todo lo creado tiene una
causa, esto es al menos lo que nos enseña el sentido común en el que se
fundamenta la filosofía clásica de Sócrates, Platón y Aristóteles (12).
Y esta causa no puede estar en el efecto o
realidad que se examina, pues se diría que algo que es, al mismo tiempo
no-es, y ello contradice el principio de identidad del ser.
Dicho de otro modo, no se puede tener la perfección A, cualquiera que sea, y
al mismo tiempo afirmar que se la ha dado a sí mismo cuando aún no tenía la
perfección A (no se puede dar lo que no se tiene). No es posible tener al
mismo tiempo A y no-A: es contradictorio.
Las causas que sirven para demostrar racionalmente
la existencia de Dios son las llamadas
causas eficientes subordinadas entre sí.
Causa eficiente es la que produce el
efecto. Subordinadas entre sí (o per se, en latín) significa que
están unidas entre sí, de tal manera que si una sola de estas causas
deja de actuar, aunque las demás permanezcan, ya no se produce el
efecto.
Un ejemplo nos sirve para aclarar la cuestión.
Pensemos en un reloj de bolsillo que está suspendido en el aire por su cadena,
que sostiene la mano de una persona. El reloj se mantiene suspendido
-efecto- porque cada una de las anillas de la cadena lo suspende
-causas-. Si uno sólo de los eslabones de la cadena se rompe, aunque los
otros no lo hagan, el reloj se cae. Son, pues, causas eficientes (su efecto es
mantener el reloj suspendido) y subordinados entre sí (no puede fallar ningún
eslabón).
Más aún, tampoco puede abrirse la mano que
sostiene la cadena. Y, llevando más lejos este ejemplo, habría que preguntarse
¿ y quién sostiene la mano? La respuesta es la persona. Pero ¿quién sostiene a
la persona?. No podemos dar una respuesta de causas eficientes infinitas pues
debe haber algún termino final, que es la causa que sostiene todas las demás
causas subordinadas y que, a su vez, no es sostenida por nada; sino, todo el
efecto de sostener no existiría, pues faltaría la causa que da el impulso
inicial de sostener, en este caso, el reloj. Es la causa sin causa. Y,
precisamente, esta es la definición de Dios.
Hay otro tipo de causas eficientes no subordinadas
entre sí. Estas no sirven para la demostración de la existencia de
Dios.
Por ejemplo, los padres son causa eficiente del
efecto hijo. Los hijos existen porque sus padres los han causado. Pero una vez
nacido el niño (el efecto), los padres (causa) pueden desaparecer, y el hijo
continúa existiendo independientemente de los padres. No son causas eficientes
subordinadas entre sí, ya que. en éstas -como hemos dicho-, desaparecida una
sola de ellas, deja de producirse el efecto.
Vamos a exponer brevemente las cinco vías de Santo
Tomás.
La 1ª, Vía del movimiento, parte del hecho
de que hay cosas que se mueven. Pero todo lo que se mueve es movido por otro,
porque si se moviera a sí mismo se estaría dando una perfección que aún no
tiene, lo cual es absurdo. No se puede admitir una serie indefinida de motores
sin que haya un primer motor que no sea movido por nadie y que a su vez mueva
a los otros, ya este primer motor o acto puro le llamamos Dios.
Pensar en un objeto en movimiento. Antes estaba
parado, ahora se mueve. ¿Por qué se mueve? Sólo caben dos respuestas; se mueve
por sí mismo o se mueve por otro.
Si se mueve por si mismo quiere decir que cuando
estaba parado ya tenía la propiedad de estar moviéndose, pues estamos diciendo
que el movimiento lo tiene por sí mismo. Este objeto está, al mismo tiempo,
parado y moviéndose. Esto es contradictorio.
No penséis que un coche se mueve por sí mismo. Se
mueve porque tiene motor y ruedas. Y el motor tampoco se mueve sólo, sino por
la gasolina. Y la gasolina explosiona en el motor porque tiene esta capacidad
energética. Y la energía le viene de que los árboles absorbieron ésta energía
del sol, y después con el paso de los siglos y sometidos a grandes presiones,
se convirtieron en petróleo del que se saca la gasolina. El sol, emite energía
porque se producen reacciones de fusión y fisión de los átomos. Los átomos a
su vez, se unen y separan porque tienen núcleo y electrones. Estos a su vez...
y así podemos continuar... hasta que encontremos la última y primera causa de
todo este movimiento. Esta causa no puede ser causada, porque si lo fuera
volveríamos.a empezar todo el proceso hasta llegar verdaderamente a la causa
última y nos deberíamos preguntar de nuevo ¿quién la ha causado? Pues bien, la
causa incausada es la definición de lo que llamamos Dios. Una causa que nadie
ha hecho, que ella misma es su existencia. Es lo mismo que Yahvé dijo a Moisés
al darle su nombre. «Yo soy el que soy» (Ex 3,14), el que existe por si mismo,
como ya hemos dicho.
Por tanto, sólo es válida la segunda respuesta: el
motor se mueve por otro y este otro, después de muchos intermediarios, es
movido por una causa incausada que tiene el movimiento por sí mismo: Dios.
La 2ª, Vía de fa causalidad eficiente,
parte del hecho de que hay causas eficientes que producen un efecto distinto
de ellas mismas. Pero como ninguna de las causas eficientes es causa de sí
misma, porque sería al mismo tiempo causa y efecto de sí misma, hay que
concluir que hay una primera causa eficiente, no causada y causa de todas las
demás, a la que llamamos Dios. Es el ejemplo del reloj suspendido por la
cadena.
La 3ª, Vía de la contingencia. Al hallar en
la naturaleza cosas que pueden existir y no existir, afirmamos que han
recibido la existencia de un ser que existe por sí mismo. La razón de ello es
que ninguna cosa que tenga potencia para no ser puede haber existido siempre;
porque una potencia natural de ser siempre es contradictoria con una potencia
natural de no ser en un momento determinado; de donde resulta que no puede
haber existido siempre, sino que es menester que haya comenzado a existir. Y
quien le ha dado la existencia es un ser que debe existir por sí mismo y al
que llamamos Dios.
Si realmente cualquier cosa de la realidad puede
ser y no-ser, si fuera causa de sí mismo, se daría el hecho de que «es y
no-es», y claro esto es contradictorio. Recordar que estamos diciendo que
verdaderamente la realidad -el movimiento, un árbol, una piedra, lo que sea-
puede existir como puede no existir. Si esto es así, y no acudimos a una causa
externa de cada una de estas realidades, estamos afirmando que cada uno de
estos objetos tiene el ser y el no-ser; y esto es absurdo. Veámoslo con más
detalle. Si una cosa «ya es», ya existe, la tenemos ante nuestros ojos, ¿cómo
es que no pasa a tener la otra propiedad que tiene de «no-ser», de no existir?
Porque realmente si tiene la propiedad de no existir ¿Porqué existe?, y ¿cómo
se mantiene en el ser en la existencia? No puede ser por si misma, pues lo
lógico es que en algún momento actualizara la propiedad de no existir, que ya
tiene. Por tanto, hemos de acudir a una causa, que es su propia existencia,
que da esa existencia a todo lo demás. Esta causa, que es su propia
existencia, es Dios. Así, insisto, se lo dijo a Moisés. «Yo soy el que soy»
(Ex 3,14), el que existe por sí mismo.
La dificultad de que las cosas -árboles, piedras
dejan en realidad de existir es sólo aparente. Estas cosas como seres
individuales si pueden dejar de existir, pero no la materia. Recordar un
principio de la física: la materia -energía, diríamos hoy día- ni se destruye
ni se crea, sólo se transforma. Por tanto, el planteamiento hecho
anteriormente es totalmente correcto y puede hacerse de esta manera, en
términos más generales: la materia o energía puede existir o no existir. Y la
respuesta es la misma que hemos dado.
Si afirmáramos que la materia o energía existe
porque si, por sí misma, estaríamos diciendo que la materia o energía es
Dios-panteísmo- pues cumple perfectamente con la definición de Dios: el ser
que existe por si mismo, como ya hemos dicho tantas veces.
El panteísmo no es lógico. Puesto que una suma,
por grande que sea, de todo el Universo -de seres imperfectos (son
contingentes, podrían no existir)- no da nunca un ser perfecto (que existe por
sí mismo y por tanto no puede dejar de existir). Es lógico buscar un ser
perfecto, que da las perfecciones, aunque limitadas y diversificadas por la
materia, a todo el Universo. Este ser perfecto es Dios.
Lo mismo podemos decir planteándolo al revés. Si
los seres «no-son», no existen ¿cómo es que han llegado «a-ser», a existir?
Debe haber una causa que les ha dado la existencia. Esta causa, que tiene la
existencia por sí misma y es capaz de darla a los demás es Dios.
También, es válido si tratamos más en general, de
la materia o energía. Si no existía, ¿cómo es que ahora existe? La única
respuesta es la de siempre: por Dios, el ser existente por sí mismo.
La 4ª, Vía de los grados de perfección.
Vemos que hay seres más o menos perfectos. Santo Tomás se refiere a las
perfecciones puras trascendentales que son aquellas que no admiten ninguna
imperfección, que son o no son, como por ejemplo el ser, la verdad, la bondad.
Ahora bien, si los seres las poseen en mayor o menor grado indica que las
poseen por participación y no por sí mismas; porque si las poseyéramos por si
mismas, por su naturaleza, no las tendrían en mayor o menor grado, sino
absolutamente.
Así, por ejemplo, se tiene la humanidad o no se
tiene; lo que no se puede es ser más o menos humano. Ahora bien, si las poseen
por participación, tienen que ser causadas por un ser que tenga las
perfecciones por sí mismo, como propias de su naturaleza y por ello en grado
máximo; a este ser le llamamos Dios. Dios es la Verdad, la Bondad, la Belleza,
la Sabiduría, el Amor, etc.
La 5ª, Vía de la finalidad. Vemos que aun
las cosas que carecen de conocimiento se mueven por un fin, pues obran
ordenadamente; por lo tanto, no obran al azar, sino intencionadamente. Ahora
bien, los seres que carecen de conocimiento tienden a un fin en cuanto son
dirigidos por un ser inteligente que conozca dicho fin. Esta inteligencia
directora o está ordenada por otra inteligencia superior o es la misma
inteligencia ordenadora.
En el primer caso se vuelve a plantear el mismo
problema, por lo cual hay que concluir que existe una inteligencia que es su
mismo acto de entender, a la cual todos llamamos Dios.
Las cinco Vías de santo Tomás por su perfección
lógica son totalmente demostrativas, pero esto no significa que forzosamente
conduzcan a creer en Dios, porque una cosa es el convencimiento intelectual y
otra el convencimiento de la fe, don gratuito de Dios.
5. La negación de la Revelación sobre la
existencia de Dios y su cognoscibilidad
El ateísmo -científico, político y moral-
niega la existencia de Dios y, por lo tanto, niega también la cognoscibilidad
de Dios.
El ateísmo negativo se limita a negar la
existencia de Dios. El ateísmo positivo intenta, además, demostrar que
Dios no existe.
El agnosticismo no niega la existencia de
Dios, sino la posibilidad de conocerlo sólo por la inteligencia. La existencia
de Dios, entendida como un ser personal y distinto del mundo, el agnosticismo
afirma que es absolutamente indemostrable.
El agnosticismo reviste diversas formas. El
positivismo, que niega la posibilidad de conocer nada fuera de los objetos
sensibles, y, por ello, la existencia de una causa suprasensible, como Dios,
que no puede ser conocida. El criticismo de Kant niega el carácter
probativo de los argumentos en favor de la existencia de Dios, ya que lo
suprasensible escapa a la esfera de los fenómenos que es el único objeto de la
razón. Para Kant, las verdades religiosas se captan por medio del sentimiento
religioso, no por el entendimiento. De ahí se deriva una radical separación
entre el campo de la fe y de la ciencia. El modernismo, herejía de
finales de siglo pasado, es una versión católica del criticismo kantiano. El
fideísmo y el tradicionalismo afirman que la razón no puede
conocer a Dios y que todo conocimiento de Él nos viene de una Revelación
primitiva transmitida por la fe o la Tradición a través de las generaciones a
todos los hombres (13).
6. La Trascendencia de Dios
En muchas representaciones religiosas no
cristianas, Dios está de algún modo identificado con el mundo o su acontecer;
son, pues, panteístas (pan, en griego significa todo y Theos, en
griego, significa Dios). Según el panteísmo, Dios y el mundo son un ser único:
Dios es todo lo existente, ya hemos visto la falta de lógica del
panteísmo.
1. Dios es real y esencialmente distinto
al mundo y superior a él (de fe).
El Concilio Vaticano I dice: «Si alguno dijera que
es una sola y la misma sustancia o esencia de Dios y la de todas las cosas,
sea anatema» (DS 3023) y «Si alguno dijera que las cosas finitas, ora
corpóreas, ora espirituales, o por lo menos las espirituales, han emanado de
la sustancia divina, o que la divina esencia por manifestación o evolución de
sí, se hacen todas las cosas, o finalmente, que Dios es el ente universal o
indefinido que, determinándose a sí mismo, constituye la universalidad de las
cosas, distinguiéndose en géneros, especies o individuos, sea anatema» (DS
3024).
Estas definiciones alcanzan a todas las formas del
panteísmo, tanto al panteísmo sustancial que afirma que las cosas sean
manifestaciones de la sustancia divina, como al panteísmo evolucionista, que
enseña que las cosas han evolucionado o fluido de Dios. También se condenan
los mitos paganos, que son como una expresión concreta del panteísmo.
Dios, en el Antiguo Testamento, aparece como
Creador y por lo tanto radicalmente distinto de todas las criaturas.
En la primera frase de la Biblia se afirma: «Al
principio, Dios creó el cielo y la tierra» (Gén 1, 1). En esta Revelación se
nos dicen dos verdades: que Dios existía antes de la Creación y que, por
tanto, es distinto al mundo creado (es Trascendente) y que es el Autor de todo
el Universo.
La esperanza en un Dios Personal y Trascendente es
atestiguada innumerables veces en la Sagrada Escritura. El hombre fiel no se
siente jamás entregado a un ciego destino histórico, no es determinista, no
cree que todo sucede de una manera, incontrolable, sino que pone su esperanza
en un Dios personal que le escucha y le atiende.
Especulativamente las vías de Santo Tomás
manifiestan la Trascendencia de Dios. Así, por ejemplo, en la primera vía, si
Dios se identificara con la criatura, ésta sería movida por sí misma, lo cual
es absurdo según se probó al exponerla. Del mismo modo se puede proceder en
las demás vías de Santo Tomás y llegar siempre a la misma conclusión, la
Trascendencia de Dios y la dependencia de las criaturas de su Autor, Dios
Creador.
1° La existencia de Dios no sólo es objeto del
conocimiento de la razón natural, sino también objeto de la fe sobrenatural
(de fe).
El Credo (14), comienza con las palabras «Creo en
un solo Dios» (DS 5), por lo cual afirmarnos que no sólo conocemos, sino
que creemos en Dios. Que la existencia de Dios es objeto de la fe
sobrenatural está atestiguado por la Sagrada Escritura: «Sin la fe es
imposible agradar a Dios; pues es preciso que quien se acerque a Dios crea que
existe y que es remunerador de los que le buscan» (Heb 11,6).
La definición del Concilio Vaticano I nos da la
razón por la cual es necesaria, además del conocimiento natural, la Revelación
sobrenatural de la existencia de Dios, para que todos los hombres le conozcan
«con facilidad, con firme certidumbre y sin mezcla de error) (DS 3005).
Es decir, la Revelación sobrenatural es necesaria con necesidad relativa o
moral; el hombre gracias a la luz de la fe conoce mucho mejor a Dios.
Ya hemos demostrado que Dios existe, que nuestra
inteligencia puede llegar a esta certeza. Ahora debemos seguir adelante. El
mismo hecho de la existencia de Dios nos lleva a conocer algo de su esencia,
pues no es posible conocer la existencia de algo sin saber, al mismo tiempo,
algo de la naturaleza de lo que existe. Antes respondíamos a la pregunta:
¿Existe Dios? , y ahora nos preguntamos: ¿ Cómo es Dios?
1.
Incomprensibilidad de Dios
1. Dios es incomprensible para todo espíritu
creado y, por tanto, es también inefable (dogma de fe).
Inefable viene del latín, in, o no, y
affabilis o que se puede decir. Por tanto, inefable significa que
no se puede expresar bien con palabras humanas.
El IV Concilio de Letrán, año 1215, (15) llama a
Dios «incomprensible e inefable» (DS 800).
La fe de la Iglesia expresa que el entendimiento
creado no puede, por sus solas fuerzas, llegar a ver la esencia divina como es
en sí misma.
Esta enseñanza de la Iglesia es contraria a dos
posiciones extremas. La primera afirma que ningún entendimiento creado puede
llegar, ni siquiera con la ayuda de Dios, a conocer la esencia divina, tal
como es en sí misma; incluso, dicen, los mismos bienaventurados no ven a Dios
en sí mismo, sino un resplandor radiante y luminoso que brota de Él. La otra
posición afirma que el hombre puede con sus propias fuerzas y en esta vida ver
fácilmente la esencia divina.
La fe de la Iglesia está en un punto medio que
puede exponerse así:
El conocimiento inmediato de Dios no es
posible en esta vida (de fe).
El hombre mientras vive o puede adquirir algún
conocimiento mediato y discursivo de la esencia divina (de fe).
Los bienaventurados en el cielo tienen un
conocimiento inmediato e intuitivo de la esencia divina (de fe).
2 .El conocimiento natural de la esencia de
Dios
El conocimiento natural de Dios en esta vida es
mediato por sus efectos en la Creación. La esencia divina, tal como es en
sí misma, no la conoce nuestra inteligencia, sólo podemos conocerla por el
efecto de sus acciones. La razón de este conocimiento mediato y verdadero,
pero imperfecto, de Dios, se debe a que nuestro conocimiento tiene su punto de
partida en los sentidos y como no vemos a Dios por los sentidos, sólo lo
podemos conocer como causa por los efectos -criaturas- que crea. Pero es un
conocimiento verdadero, ya que todo efecto tiene alguna relación de semejanza
con la causa que lo produjo.
El conocimiento natural de Dios en esta vida es
analógico. Los términos unívoco, equívoco y analógico y los conceptos que
expresan significan lo siguiente: Unívoco es un término que se aplica a
dos o más seres con la misma propiedad; así, por ejemplo, gato se dice con la
misma propiedad del gato padre y del gato hijo; de la causa y del efecto.
Equívoco es un término que se aplica a dos o más seres con distinta
propiedad; por ejemplo, can se dice de un modo totalmente distinto del perro,
animal vivo, y de la constelación de las estrellas llamadas can. Análogo
es un término que se aplica a varios seres en parte en el mismo sentido y
en parte en sentido diverso; por ejemplo comida sana y hombre sano; el campo
florido es risueño, el hombre ríe.
Recordemos que nosotros tenemos una doble fuente
de noticias de Dios: los nombres y conceptos que se encuentran en la
Revelación y las que hemos conseguido con la sola luz de la razón natural.
El conocimiento que tenemos de Dios es analógico,
tanto el revelado como el conseguido por la razón natural. No puede ser de
otra manera, porque si los términos que aplicamos a Dios ya las criaturas
fueran unívocos, estaríamos afirmando la identidad real entre Dios y las
criaturas, estaríamos aflffi1ando el panteísmo.
La afirmación unívoca de los conceptos que se
refieren a Dios y al mundo lleva necesariamente al panteísmo porque, de hecho,
realmente, estamos diciendo que son lo mismo. Por ejemplo, si se dice que el
mundo es bueno se está afirmando la realidad de la bondad del Universo. Al
mismo tiempo, si decimos unívocamente que Dios es Bueno se está, también,
afirmando la realidad de la Bondad de Dios. Pero como se dice exactamente
igual, son conceptos unívocos, que el Universo es Bueno y que Dios es Bueno,
se está afirmando la absoluta igualdad entre el Universo Bueno y Dios Bueno.
Se está diciendo que el Universo y Dios son lo mismo. Universo y Dios son
todo lo mismo es el panteísmo.
El ejemplo de la Bondad, es extensivo a todos los
ejemplos posibles: verdad, belleza, ser, vida, muerte, amor, accidentes:
cantidad, cualidad, forma, etc.
Si los términos fueran equívocos llegaríamos a la
contradicción entre Dios y el mundo, no podríamos conocer nada de Dios; luego
sólo pueden ser analógicos.
Según la doctrina católica de la analogía, el
mundo es criatura y como tal semejante a Dios Creador, pero desemejante en
mucha mayor medida. Precisamente porque Dios crea algo semejante a Él, a este
algo le es esencialmente inherente la desemejanza, si no ya no sería un efecto
diferente a Él.
Por ejemplo, decimos Dios es Padre de los hombres.
El concepto «padre» aplicado a Dios ya un ser humano es analógico: la
paternidad de Dios es semejante a la paternidad humana pero es, al mismo
tiempo, diferente. Dios no es padre de la misma manera que han llegado a ser
padres los hombres.
Pero aún así, el
conocimiento por analogía que tenemos de Dios nos
permite, dentro de sus límites, conocer algo y bien de Dios.
3 .El conocimiento sobrenatural de la
esencia de Dios
El conocimiento sobrenatural de la esencia de
Dios en esta vida, por la fe. En diversas ocasiones hemos explicado que la
Iglesia nos habla de un conocimiento de Dios que es dado por la Revelación.
Nosotros, mediante la Revelación y nuestra fe en ella, conocemos verdades que
nunca hubiéramos llegado a conocer con la sola luz natural de la razón y
además nos confirma muchas otras verdades naturales. El Concilio Vaticano I es
muy explícito a este respecto: «El sentir constante de la Iglesia católica ha
sido y sigue siendo que hay un doble género de conocimiento distinto, no sólo
por razón de su principio, sino también por su objeto. Distinto por razón del
principio, porque en uno conocemos por medio de la razón natural y en otro por
medio de la fe divina. Distinto también por razón del objeto, por cuanto,
además de las verdades naturales que pueden alcanzar la razón humana, se
proponen a nuestra fe misterios escondidos en Dios, que sólo por la luz de la
divina revelación nos pueden ser manifestados» (DS 3015).
El conocimiento obtenido por la fe en la
revelación divina es más perfecto y más noble que el adquirido por la sola luz
natural de la razón, no sólo porque goza de mayor certeza (la autoridad de
Dios), sino, además, porque se extiende a verdades a las cuales no llega la
luz natural de la razón.
El conocimiento sobrenatural de la esencia de
Dios en la vida futura. Este tema pertenece propiamente a los Novísimos
del hombre; lo expondremos con brevedad. Novísimos significa, en latín, los
últimos acontecimientos de la vida del hombre singular: Muerte, Juicio
particular, Purgatorio, Cielo, Infierno; y del Universo: Fin del mundo,
Resurrección de la carne, Juicio Universal, premio en el Cielo o castigo en el
Infierno, que serán eternos.
Los bienaventurados en el cielo tienen un
conocimiento inmediato e intuitivo de la esencia divina (de fe).
Ven la esencia infinita de Dios en su vida
Trinitaria; y conocen a todas las criaturas, por ser Dios su causa creadora.
La visión beatífica se realiza con el concurso del
«lumen gloriae» o luz de la gloria que eleva y fortalece la
voluntad para amar a Dios. Ya veremos, más adelante, que el hombre durante
esta vida necesita del don sobrenatural de la gracia, dado gratuitamente por
Dios para que pueda conocerlo y amarlo por la luz de la fe. Pues bien, la
gracia sobrenatural de esta vida terrena se transforma en el Cielo en la luz
de la gloria. Por tanto, a mayor gracia o santidad ahora en la tierra, habrá
mayor luz de la gloria o mayor capacidad de conocer, amar y gozar de Dios en
el Cielo. La gracia es semilla de la luz
de la gloria.
1. Noción de atributos
Atributo es toda propiedad o perfección propia y
exclusiva de un ser. Así, todo atributo es una propiedad, pero no toda
propiedad es un atributo. Por ejemplo, la risa es un atributo del hombre
porque es una propiedad propia y exclusiva de él; pero el «estar vivo» es sólo
una propiedad que comparte con otros seres vivos.
Atributo divino es una perfección propia y
exclusiva de Dios, que se le atribuye como formando parte de su ser.
Pueden ser entitativos si se refieren a su esencia y operativos
si son propios de su obrar.
2. Los
atributos divinos entitativos
El Concilio Vaticano I dice así: «La Iglesia
Católica, Apostólica y Romana cree y confiesa que hay un solo Dios verdadero y
vivo, creador y señor del cielo y de la tierra, omnipotente, eterno, inmenso,
incomprensible, infinito en entendimiento y voluntad y en toda su perfección;
el cual siendo una sola sustancia espiritual, singular, absolutamente simple y
de sí, e inefablemente hecho por encima de todo lo que fuera de El mismo
existe o puede ser concebido» (DS 3001).
La fe de la Iglesia enseña como dogma de fe, según
expone en el texto citado, los siguientes atributos de Dios:
1, la absoluta perfección; 2, la infinitud; 3, la
simplicidad; 4, la unicidad; 5, la verdad; 6, la bondad; 7, la inmutabilidad;
8, la eternidad, y 9, la inmensidad y la omnipresencia, que son atributos
entitativos. Y 1, el conocimiento o ciencia divina, y 2, la voluntad o el
querer divino, que son atributos operativos.
La Revelación tanto en la Sagrada Escritura
como en la Tradición enseña en numerosos lugares la existencia de dichos
atributos.
La especulación teológica da las razones
para explicar dichos atributos.
Todos los atributos entitativos pueden razonarse a
partir de Dios como subsistente o acto puro. Acto puro es lo que no admite
absolutamente potencia: todo lo que puede ser, ya es; ya está actualizado. En
Dios todo existe, no hay nada que le falte, que pueda llegar a tener. No tiene
potencia o capacidad para adquirir unas nuevas perfecciones. Dios tiene todas
las perfecciones en grado sumo. Dios es la Perfección Absoluta.
Precisamente la capacidad de ser, es decir la
capacidad de adquirir un nuevo acto o perfección, es la potencia.
Vamos a argumentar brevemente los atributos
entitativos de Dios.
1. Dios por ser Acto puro es absolutamente
perfecto, puesto que la perfección es acto.
2 . Es infinito, porque no tiene potencia que
limite al Acto puro.
3. Es simple, porque no puede ser compuesto, ya
que toda composición entraña potencia.
4. Es Uno y Único, pues si hubiera varios dioses
en algo se diferenciarían y esto sería algo que el otro no tendría, o sea que
estaría en potencia de tenerlo. Imaginemos que hubiera dos Dios
exactamente iguales. Aunque fueran exactamente iguales, de hecho nunca
podría ser así por el simple motivo que son dos. Podrían, en teoría,
tener las mismas absolutas y totales perfecciones pero uno no es el otro,
pues, como vamos diciendo son dos. Lo que hace que uno no sea el otro es
el principio de individualización. Uno es una persona, el otro es otra
persona. Pues bien, a cada uno le faltaría tener lo que tiene el otro y le
hace ser persona. Y al faltarle esa característica personal que tiene el
otro, tendría aún la capacidad de llegar a tenerla. Y tener capacidad de
llegar a tener algo es estar en potencia para tenerlo. Y tener potencia ya no
es ser Acto puro; por tanto, no es ser Dios. Por eso, sólo hay un Uno y Único
Dios.
5. y 6. Es la Verdad y la Bondad, porque es causa
eficiente de toda verdad y bondad.
Si no fuera causa de todo, habría algo que
aún podría tener. Estaría, respecto a ese algo, en potencia o capacitado de
conseguirlo. Pero como Dios es acto puro, sin potencia, resulta que ya es
todo.
7. Es Inmutable, pues todo
cambio significa pasar de la potencia al acto y Dios es Acto puro, sin
potencia.
8. Es Eterno, porque es inmutable, porque el
tiempo no es otra cosa que la medición de los cambios. Es decir, del paso de
la potencia al acto. De algo que aún no es a ser existente.
9 . Dios es Inmenso, porque no puede estar limitado por nada, porque esto significaría que está en potencia de superar la limitación; y es omnipresente a todas las criaturas como causa de su ser.
Los atributos se comprenden cuando captamos el
hecho de que en Dios no hay potencia.
Todos los cambios no son otra cosa que pasar de la
potencia al acto. De lo que aún no es al ser a lo ya hecho. Es la diferencia
que hay entre «voy a hacer algo» y el «estar hecho».
Para aclarar algunos de los atributos anteriores
basta considerar que como en Dios no hay cambios, no hay movimiento, ni la
medida para medirlo, que es el tiempo. Dios es eterno.
Y, también, es Inmenso por el mismo motivo. Lo contrario significaría que en Dios hay capacidad o potencia para mejorar su mutabilidad y su limitación. Pero no es así: al ser Acto Puro no hay nada en Dios que esté limitándole como potencia bajo ningún aspecto.
3. El conocimiento o ciencia de Dios
Tanto por el Magisterio de la Iglesia, que le
llama a Dios «Dios vivo», como por la Revelación, que muestra igualmente a
Dios vivo y la vida de Dios, decimos de Dios, de modo analógico, que tiene las
facultades superiores de los seres vivos: la inteligencia y la voluntad.
1. El conocimiento de Dios es infinito (de
fe). La fe de la Iglesia afirma que es «infinito en su inteligencia y
voluntad» (DS 3001) y la Revelación muestra, al «Dios sapientísimo» (1 Sam
2,3).
El conocimiento o la ciencia de Dios versa sobre
distintos objetos. En Dios hay dos
ciencias distintas:
2. Por la Ciencia de simple contemplación,
Dios se conoce a sí mismo (de fe).
Así lo enseña la Revelación: «El Espíritu todo lo
escudriña, hasta las profundidades de Dios. Así las cosas de Dios nadie las
conoce sino el Espíritu de Dios» (1 Cor 2, 10-12).
Dios conoce su propia esencia y sus
perfecciones (quién es). Se conoce inmediatamente, porque es la suma
inteligencia y lo máximamente inteligible, por ser espíritu puro. Si lo
consideramos, vemos que sólo es posible conocer lo espiritual incluso para los
hombres. Aunque el conocimiento humano comienza por los sentidos, las ideas
que tenemos son espirituales y no materiales. No tenemos los objetos sensibles
en la cabeza, sino una representación espiritual de ellos. Por eso decimos que
al ser Dios espíritu puro es máximamente inteligente e inteligible por El
mismo.
En Dios, para conocerse a sí mismo, no son
necesarios ni posibles, los pasos intermedios que en el hombre se dan desde el
conocimiento por los sentidos a las ideas del entendimiento.
3. Por la Ciencia de visión, Dios conoce
todas las cosas creadas (de fe).
Dios, al conocerse a sí mismo, conoce en sus
infinitas perfecciones todas las posibilidades de las cosas que podrían
existir. Estas posibles realidades aún no existen, porque aún no las ha
creado. Por tanto, Dios las conoce porque Él es su causa ejemplar; es
decir, en Él están todos los ejemplos o posibilidades de las futuras y
posibles realidades creadas.
De todas estas infinitas posibilidades, que Dios
conoce en sí mismo como causa ejemplar, su voluntad determina crear
algunas, y las crea: las hace reales; fuera de sí mismo; es el Universo.
Dios, en este caso en que ha actuado su voluntad
creando de la nada el Universo, es causa eficiente (lo ha hecho
realidad).
Todas las realidades creadas, tanto las pasadas,
las presentes y las futuras, Dios las conoce porque es causa de ellas. Es
también causa final, pues si las ha creado es para manifestar su bondad
y para que le den gloria.
Desde el punto de vista de la eternidad de Dios
no hay, pues, ninguna dificultad para entender que Dios conozca todo lo
creado, pues antes de que existiera ya lo conocía y si existen es porque Él ha
querido.
Ahora bien, desde el punto de vista de nuestra
temporalidad, estamos viviendo en el tiempo, puede haber dificultad para
comprender como Dios conoce las cosas
futuras.
Para aclarar este tema, hemos de distinguir entre
realidades futuras necesarias y
realidades futuras contingentes o libres.
Las realidades futuras necesarias son aquellas que
se producirán necesariamente, porque dependen de las leyes físicas
naturales, también creadas por Dios. Por ejemplo, las que dependen de la
ley de la gravedad u otras leyes naturales más complejas, que el hombre conoce
parcialmente o aun no ha descubierto. Pensemos que si el conocimiento
científico es muy escaso, con facilidad el hombre queda desconcertado frente a
ciertos fenómenos naturales y, como no les encuentra explicación, los atribuye
a un ser superior. En todas las culturas primitivas abundan ejemplos de lo
dicho. Pero a medida que la ciencia progresa se encuentra una explicación
natural, e incluso se pueden hacer predicciones sobre lo que sucede.
Repetimos, pues, que todas estas realidades
futuras son necesarias, dependen de leyes fijas y, por tanto, Dios que
las ha creado conoce perfectamente lo que sucederá.
4. Dios conoce los futuros libres (de
fe)
Los futuros contingentes
libres son aquellas realidades que dependen del ejercicio de la libertad y no
de causas físicas.
La decisión libre de casarse o no, y otros muchos
ejemplos, nos hace comprender que lo que sucederá depende de nuestra libertad.
Dios conoce los futuros contingentes libres, entre
otras cosas, porque estaban presentes en su ciencia antes de crear nada y así
lo manifiesta la Revelación: «Las obras de todos los hombres están delante de
Él y nada se oculta a sus ojos... De un cabo a otro del mundo se extiende su
mirada y nada hay desconocido para Él» (Cele 39, 24-25.
Pero continúa en pie la dificultad de entender y
unir este conocimiento creador de Dios, desde la eternidad, con la libertad
del hombre, que se da en el tiempo.
El Magisterio ha declarado que «todo está desnudo
y patente ante sus ojos, aún lo que ha de acontecer por libre acción de las
criaturas» (DS 3003).
La razón nos dice que Dios no es sólo el creador
de las criaturas, sino también de su libertad. Dios al crear respeta no sólo
el ser de las criaturas, sino su modo de actuar.
Diversas escuelas teológicas han profundizado en
el doble tema del conocimiento creador de Dios y su compaginación con la
libertad del hombre, sin alcanzar resultados positivos. Lutero (15), ante esta
doble verdad de fe, negó una de ellas y afirma que el hombre no es libre. La
Iglesia Católica mantiene como verdad de fe ambas verdades: la omnipotencia de
Dios y la libertad del hombre.
5. Cómo Dios conoce el mal
Dios no puede conocer el mal, pues es en sí mismo
incognoscible, porque es privación de acto. El mal no es más que carencia
del bien debido, por esto no se puede decir propiamente que tenga ser o
acto.
El mal es carencia (no-es) de un bien debido. El
mal no es un acto positivo, sino relativo: falta algo que se debería tener.
Por ejemplo, un ciego es una persona que no tiene vista.
Una cosa sólo puede ser conocida cuando está en
acto, cuando existe. Por ello Dios no conoce, ni causa el mal por sí mismo. Lo
conoce en el bien creado en el cual se opone o falta. Dios no es causa del
mal, sino del bien por el cual el mal es conocido, y es conocido Como
carencia, no Como algo positivo en sí mismo. En el ejemplo anterior, Dios crea
al hombre, que es un ser existente, pero no puede crear el no tener vista,
porque es una carencia, que sólo existe en relación al hombre y no a otros
seres; por ejemplo, una mesa no tiene vista y no es un mal existente.
4. La voluntad o amor de Dios
Dios tiene voluntad. Quiere. Ama. La voluntad o el
querer de Dios tiene las características propias de la divinidad:
1. Es infinita (de fe) y es libre
(de fe).
La Revelación enseña que « Yahvé hace cuanto
quiere en loS cielos, en la tierra, en el mar y en todos loS abismos» (Sal
134, 6).
2. La voluntad de Dios es la norma suprema de
moralidad. La razón de ello es bien clara: es Dios quien ha creado el
Universo Con todas sus leyes, tanto las físicas Como la libertad del hombre.
Lo moral es poner todos los medios para Conocer, respetar y ordenar estas
leyes. Cuando no se hace así se produce el desorden, raíz de la
inmoralidad. Innumerables ejemplos confirman esta afirmación. La falta de
respeto a las leyes de la naturaleza lleva al desastre ecológico; la falta de
respeto a la persona y su dignidad es un atentado a esa misma persona, etc. La
moral y la ética se identifican con la naturaleza de las cosas, correctamente
entendidas. Sólo lo sobrenatural, por definición, supera lo natural y es,
también moral.
3. La voluntad creadora de Dios es la que
ha sacado de la nada la creación entera.
Ya hemos explicado como Dios conoce en sí mismo
todos los posibles por la ciencia de simple inteligencia y es causa ejemplar.
También hemos explicado que por su ciencia de simple visión conoce todo lo que
quiere crear y es causa eficiente.
Mediante un decreto o decisión inmutable de
su voluntad crea el Universo. La Revelación es bien explícita: «Dios dijo:
Haya luz y hubo luz» (Gén 1,3).
En conclusión, la voluntad divina, su querer o
amor, es la causa de todo lo creado, de todo el ser.
4. Por su voluntad Dios se ama a sí mismo
necesariamente, y ama la creación libremente (de fe).
Que Dios se ame a sí mismo necesariamente
es una manifestación de su libre voluntad.
Esto puede parecer contradictorio: que se ame
necesariamente y libremente. Pero no es así. Dios no puede, como
nosotros, equivocarse al elegir el bien. Su entendimiento le presenta a su
voluntad el Sumo Bien, que es El mismo, y necesariamente se ama. Para
entenderlo mejor hay que comprender lo que es realmente el ejercicio de la
libertad. El hombre, por su libertad, elige el bien que le presenta el
entendimiento. Pero puede equivocarse por ignorancia, error, desorden de las
pasiones... Por ejemplo, ¡cuántos se equivocan al hacer un negocio! ; pensaban
que hacían bien y no fue así: su inteligencia les hizo plantear mallas cosas o
su voluntad las ejecutó mal. Y puede pensar y elegir un bien que no es tal,
pues le aparta de su fin. En Dios, esto no es posible; no hay en El ninguno de
los desórdenes del hombre, por eso elige siempre el auténtico bien, que es El
mismo: Bien Supremo. A lo largo de la vida parece que tenemos otros fines
-familia, amigos, trabajo, medios materiales etc.- pero son sólo fines
inmediatos, todos son medios para otros fines, hasta alcanzar el fin último,
que es Dios.
Cuando nosotros elegimos un mal, que se nos
presenta como bien, no estamos de hecho ejercitando la libertad. La
libertad del hombre es para elegir el mejor bien que nos lleve a nuestro
último fin.
Al elegir el mal lo que estamos haciendo es
manifestar que somos libres. Algo muy distinto a ejercitar la
libertad.
Que Dios ama libremente a las criaturas, ya
hemos dicho algo de eso, es evidente.
Las criaturas, antes de ser creadas, no existen y
por tanto no pueden exigir a Dios que las ame necesariamente. Tampoco un hijo
que no se tiene puede reclamar el amor de sus padres, que aún no lo son.
Las criaturas, una vez creadas, también son amadas
libremente por Él. Ha sido Dios quien las ha creado y nada les debe.
Sólo por su sabiduría y bondad las mantiene
en su existencia. Porque va contra la sabiduría de Dios, parecería que se
hubiera equivocado al crearlas, que se desdijera de su existencia. Lo mismo
sucede por su bondad; parecería que también se equivocó al amarlas y llevarlas
a la existencia. Los padres cuando tienen hijos, los conocen y los quieren; y
si esto no es así, van contra la naturaleza por culpa de su egoísmo u otros
motivos. Esto no puede darse en Dios, que es perfecto, sin errores,
ignorancia, pasiones, etc.
5. Dios es Omnipotente (de fe).
Dios por ser omnipotente puede causar el ser o la
existencia a cualquier ser que determine su voluntad.
- Lo que no puede hacer Dios es lo
contradictorio, porque esto no puede existir de ninguna manera, pues está
en contra de la misma esencia de lo que se quisiese hacer. Por ejemplo: la
cuadratura de un círculo.
- También podemos decir que Dios al crear este
mundo y no otros diferentes, que también hubiera podido crear, ha querido como
limitar su propia Omnipotencia. Y, es conveniente insistir, que lo ha hecho
por el amor que tiene a estas criaturas que ha creado y no a otras posibles,
entre ellas al hombre. Es decir, a cada uno de nosotros nos ha querido
individualmente, aún antes de crearnos. Y porque nos ha amado a cada uno y no
a otro que hubiera podido querer, nos ha dado la existencia. Dios te quiere a
ti personalmente. Es una maravillosa realidad este amor de Dios por cada una
de las criaturas que han existido, existimos y existirán a lo largo de la
historia del Universo.
6. La voluntad divina y la libertad del
hombre.
Ya hemos comentado este misterio de nuestra fe.
Sólo podemos decir que Dios actúa en las criaturas libres respetando su
libertad, que también El ha creado.
7. De cómo
la voluntad divina obra por medio de las criaturas libres.
También aquí es fácil comprender cómo la voluntad
de Dios ha causado los seres que han sido, son y serán necesariamente.
También aquí, como en el caso de la ciencia
divina, es difícil que nosotros podamos comprender cómo Dios causa libremente
los seres que sólo serán si así lo deciden libremente los seres racionales.
Sólo podemos decir que: cuando Dios quiere que un efecto sobrevenga
necesariamente, escoge causas segundas necesarias para su producción. Cuando
quiere que el efecto suceda libremente, se vale de causas contingentes o
libres. No olvidemos que la acción de la voluntad divina, al recaer sobre la
causa segunda, produce no sólo su acción, sino además el modo de la acción
libre, en conformidad con la causa en que obra. Dicho de otro modo, Dios es
también la causa de la libertad.
(1) Moisés
La Biblia narra que el Patriarca Noé tuvo tres
hijos: Sem, Cam y Jafet. Un descendiente de Sem o semita es Abram, que había
nacido en Ur de Caldea alrededor del siglo XIX 6 XVII antes de Jesucristo.
Abram vive en los inicios de la edad de hierro.
Pero Tare, padre de Abram junto con su esposa
Sara, que era estéril, y su nieto Lot, hijo de Aran, hermano de Abram, que
había muerto, los sacó de Ur de los Caldeos y llegaron hasta Harán y se
establecieron en esta ciudad.
Pero Dios dijo a Abram: {{Sal de tu patria y de la
casa de tu padre y ve a la tierra que yo te enseñaré. Yo te haré cabeza de una
multitud de naciones».
Abram obedeció. Lot se quedó en el Sur de
Palestina, en Indumea y el actual desierto del Negueb. Abram en el norte:
Samaria y Galilea.
Estuvo en Egipto. Regresó a Palestina. Estando en
su tienda, recibió calurosamente a tres viajeros. Uno de ellos, el que estaba
en el centro, le prometió que tendría un hijo. Su mujer Sara, que lo oyó desde
dentro de la tienda de campaña se rió. El hijo es Isaac, (risa de Dios). Eran
dos ángeles y el mismo Dios.
Abram fue sometido a una terrible prueba por Dios.
Le mandó que sacrificara a su propio hijo Isaac. Este, sin saber nada, cargó
con la leña hasta el monte Moria. En el último instante, un ángel del Señor
Dios detuvo el brazo de Abram, armado ya con el cuchillo y en vez de a Isaac,
sacrificó a un carnero que estaba allí mismo con sus cuernos enredados en un
zarzal.
El monte Moria está enfrente del Monte Sión. Ambos
formaron la explanada del Templo de Jerusalén, convenientemente terraplenado
el minúsculo collado que hay entre las dos. En el Monte Sión, los judíos
construyeron el Templo, al que se ascendía por una escalinata. En el Monte
Moria, los árabes han edificado, siglos después, la Mezquita de Omán sobre la
roca desnuda del sacrificio no realizado de Isaac.
Dios por su absoluta obediencia le cambió el
nombre de Abram por el de Abraham, padre de muchas naciones.
Abram tuvo de su esclava Agar, antes que a Isaac,
otro hijo, Ismael. Cuando nació Isaac ya petición de Sara, se separó de ellos
bendiciéndoles y profetizando que sus descendientes serían muy numerosos,
poderosos y dueños del desierto. Son los ismaelitas o árabes.
Abraham, padre de nuestra fe judeo-cristiana tuvo
dos nietos de Isaac: Esaú y Jacob. Esaú era fuerte, hirsuto y gran cazador.
Jacob, su gemelo, era lampiño y pastor.
Rebeca, su madre, prefería a Jacob. Esaú, después
de una cacería, llegó a casa hambriento y le dijo a su gemelo Jacob: «Te vendo
mi primogenitura a cambio del plato de menestra roja que estás comiendo» (un
plato de lentejas). Jacob se lo dio.
Años después, el anciano Isaac, próximo a la
muerte, quiso bendecir a sus hijos. Esaú había ido a cazar por indicación de
su padre. Rebeca aprovechó su ausencia, cocinó un cordero como si fuera una
pieza de caza; vistió a su hijo Jacob con pieles, para que Isaac, ciego, al
tocarlo creyera que era su hijo Esaú y lo bendijera como primogénito. Isaac se
dejó engañar, y aunque le dijo hueles y hablas como Esaú, lo bendijo
haciéndole primogénito del futuro pueblo elegido por Dios.
Al regresar Esaú, indignado, fue bendecido por su
padre que le dijo: ya no tengo la bendición de la primogenitura pero tú serás
padre de un gran pueblo. Y así fue. Esaú es el padre de los idumeos, a cuya
familia perteneció Herodes el Grande.
Jacob lleno de miedo huyó de su casa. Estuvo 28
años fuera. Se casó con Raquel y Lía y sus dos esclavas y tuvo 12 hijos: De
Lía: Rubén, el primogénito, Simeón, Leví, Judá, Isacar y Zabulón; de Raquel:
José y Benjamín; de Bala, esclava de Raquel: Dan y Neftalí; de Zelfa- esclava
de Lía-: Gad y Aser. Nacieron en Paddán y Aram. Son los 12 patriarcas o padres
de las 12 tribus de Israel.
Jacob regresó a su tierra. Pero tenía miedo de su
hermano Esaú. Antes de pasar el río, estuvo toda la noche luchando en su
intimidad con Dios, y, al final, obedeció a Dios y venció su miedo de
regresar. Dios le cambió el nombre y le llamó, desde esta noche, Israel. «Ha
luchado con Dios, victorioso», es lo que significa Israel.
Israel tenía un hijo favorito: José. Le distinguía
vistiéndole con una túnica preciosa de hilo, bordada y de anchas mangas. Un
día, envió a José a enterarse de como estaban de salud sus hermanos. José los
encontró con sus rebaños. Ellos decidieron por envidia matarlo. Rubén se opuso
y, al final, lo vendieron a una caravana de ismaelitas por 20 monedas de
plata; unos 500 dólares.
Esclavo en Egipto en casa de Putifar, sufrió la
cárcel durante muchos años acusado por la mujer de ese, despechada en sus
amores por José, que no le hizo caso.
A través de una serie de circunstancias
providenciales, desentrañó el sueño del faraón acerca de siete vacas gordas y
siete vacas flacas que se comían a las gordas y fue nombrado intendente
general de Egipto.
Cuando llegó la hambruna a Oriente Medio, las
siete vacas flacas, Israel envió a sus 10 hijos a comprar comida a Egipto. El
faraón había dictado la orden para este tipo de peticiones de «Ite ad Joseph»
(id a José). Así lo hicieron los 10 patriarcas. José les reconoció, ellos no.
José lleno de emoción, se retiró a llorar a su habitación y, luego, les pidió,
sin darse a conocer, que en prueba de su buena fe y de que pagarían, trajeran
en el próximo viaje al hermano pequeño: Benjamín.
Así lo hicieron, a pesar de la resistencia de
Israel o Jacob. José, mediante una estratagema se quedó como prisionero a
Benjamín. Judá se ofreció a quedarse por él. José ya no pudo aguantar más y
les reveló quién era. Todos los hermanos se abrazaron llorando de emoción.
Es una de las historias más bellas y emotivas del
Antiguo Testamento.
José, porque continuaba el hambre, pidió a su
padre y hermanos que subieran a instalarse en Egipto, y así lo hicieron: eran
82 personas.
A Judá por su rasgo de
generosidad, Israel le bendijo al acercarse el momento de su muerte: «No
pasará el cetro de Judá hasta que tenga que venir el deseado de todas las
naciones». Y así fue. Todos los reyes de Judá fueron de su tribu, excepto el
primero, Saúl, que era de la tribu de Benjamín, como San Pablo. El primer rey
idumeo, descendiente de Esaú, fue Herodes y bajo su reinado nació Jesucristo,
el Hijo de David, de la tribu de Judá.
En Egipto, aquellos 82
semitas, estuvieron 400 años y se multiplicaron hasta formar el pueblo hebreo.
Un faraón (¿Ramsés II?) que ya no conocía a José, los convirtió en esclavos y
mandó matar a todos los niños. Uno de ellos, Moisés (salvado de las aguas) por
la hija del faraón, por orden de Dios sacó al pueblo elegido de Egipto (¿época
de las grandes migraciones de los pueblos del mar?) y los condujo hasta la
entrada de Palestina, que conquistó Josué.
Josué, siguiendo las indicaciones de Moisés,
repartió Palestina entre las 12 tribus de Israel (siglos XIV ó XII a. J.C.).
A la muerte del rey Salomón, año 931 a. J.C.,
Palestina se dividió en dos reinos. El reino del Norte fue destruido el año
722 a. J.C. por el asirio Sargón II y sus habitantes deportados a Nínive. Al
reino del Sur o de Judá, lo conquistó Nabucodonosor el año 587 a. J.C. y sus
habitantes deportados a Babilonia.
El rey Ciro, el año 538 a. J.C., los dejó volver a
su tierra. Los Sumos Sacerdotes Zorobabel, Nehemías y Esdrás reconstruyeron el
Templo.
(2) Concilio Vaticano II
Los Concilios Ecuménicos son Asambleas de todos
los Obispos y de determinadas personas investidas de jurisdicción que,
convocadas y presididas por el Sumo Pontífice, sucesor de San Pedro como
Obispo de Roma, dictan resoluciones. Esas resoluciones sobre fe, moral y
disciplina eclesiásticas para que tengan valor para la Iglesia Católica o
Universal deben ser aprobadas por el Papa, cabeza por designación de
Jesucristo de todo el Colegio Episcopal: es el Primado de Pedro que narra San
Mateo en su Evangelio (Mt 16, 13-18) y San Juan confirma (Jn 21,15-17).
Conviene distinguir los Concilios Ecuménicos de
los Concilios provinciales, sínodos particulares, sínodos universales, etc.,
que han sido convocados por un Obispo para su Diócesis, por un Arzobispo
metropolitano para sus Diócesis sufragáneas o por el mismo Papa pero al que
sólo asisten algunos Obispos y otras personas.
Tabla cronológica
Dejando sin contar el Concilio de Jerusalén, que
tuvo lugar probablemente el año 49 ó 50, presidido por San Pedro, en el que
intervino Santiago el Menor, y fue convocado a instancias de San Pablo y San
Bernabé, se han celebrado en la Iglesia Católica y Apostólica 21 Concilios
Ecuménicos.
En el de Jerusalén se trató de la conversión de
los judíos y gentiles al cristianismo. Se definió que la ley de Moisés, tal
como está en el Antiguo Testamento, no obligaba a los cristianos, pues la
nueva ley del Evangelio la substituía, pues amplía y supera la del Antiguo.
1. Primer concilio de Nicea ( 325 ):
Profesión de fe de Nicea contra Arrio: consubstancialidad del Hijo con el
Padre.
2. Primer concilio de Constantinopla (381):
Símbolo Niceno Constantinopolitano: divinidad del Espíritu Santo.
3. Concilio de Éfeso (431 ): Maternidad
divina de María contra Nestorio.
4. Concilio de Calcedonia ( 451 ): Dos
naturalezas en una persona de Cristo.
5. Segundo concilio de Constantinopla ( 553
): Condenación de los tres capítulos de los nestorianos.
6. Tercer concilio de Constantinopla
(680-681 ): Condenación del monotelismo en Cristo; la cuestión de Honorio.
7. Segundo concilio de Nicea (787):
Significado y licitud del culto de las imágenes.
8. Cuarto concilio de Constantinopla
(869-870): Liquidación del cisma de Focio.
9. Primer concilio de Letrán ( 1123 ):
Confirmación del Concordato de Worms.
lO. Segundo concilio de Letrán ( 1139 ):
Cisma de Anacleto II.
11. Tercer concilio de Letrán ( 1179 ):
Mayoría de dos tercios para la elección papal.
12. Cuarto concilio de Letrán ( 1215 ):
Profesión de fe contra los cátaros;
transubstanciación eucarística; confesión y
comunión anual.
13. Primer concilio de Lyón (1245):
Deposición del emperador Federico II.
14. Segundo concilio de Lyón ( 1274):
Estatuto del cónclave, unión de los griegos,
cruzada.
15. Concilio de Viena (1311-1312):
Supresión de los templarios. Cuestión de la pobreza de los franciscanos.
Decretos de reforma.
16. Concilio de Constanza 1414-1418:
Composición del gran Cisma de Occidente, resignación del Papa romano, Gregorio
XII; deposición del Papa conciliar, Juan XXIII, y del aviñonés, Benedicto XIII.
Elección de Martín V el11 de noviembre de 1417. Condenación de Juan Hus.
Decreto «Sacrosancta»; supremacía del concilio sobre el Papa; decreto
«Frequens» sobre la periodicidad de los concilios. Concordatos con las
cinco naciones conciliares.
17. Concilio de Basilea-Ferrara-Florencia
(1431-1442): Unión con los griegos el6 de julio de 1439, con los armenios el
22 de noviembre de 1439, con los jacobitas el4 de febrero de 1442.
Desplazamiento a Roma el 25 de abril de 1442.
18. Quinto concilio de Letrán (1512-1517):
Contra el concilio cismático de Pisa. Sobre la inmortalidad del alma. Decretos
de reforma.
19. Concilio de Trento ( 1545-1563 ):
Doctrina sobre la Escritura y la Tradición, pecado original y justificación,
sacramentos y sacrificio de la Misa, culto de los santos. Decretos de reforma.
20. Concilio Vaticano I ( 1869-1870):
Definición de la doctrina sobre la fe católica y sobre el primado, y de la
infalibilidad pontificia.
21. Concilio Vaticano II ( 1962-1965):
Doctrina sobre la Iglesia y de lo que debe hacer la Iglesia.
( 3) San Anselmo de Canterbury: 21 de abril
Nació el año 1033 en Aosta, en la región del
Piamonte (Italia). Ingresó en la Orden de San Benito (benedictinos, como los
de Montserrat) en el Monasterio de Le Bec (Francia). Se trasladó a Inglaterra
y allí fue elegido arzobispo de Canterbury. Participó en el concilio
particular de Bari, del cual conocemos muy poco. Al llegar San Anselmo al
concilio, la Asamblea le aclamó como «luminaria de la Iglesia». Se sentó a los
pies del Papa y estuvo hablando de la fe católica hasta el amanecer. Murió el
año 1109.
(4) Renné Descartes
Renné Descartes nació en la Raye, en la Turena
(Francia), en 1596, de una familia noble. De los 8 a los 16 años estudió en
el colegio de La Fleche, una de las más renombradas escuelas de Europa. De
1613 a 1617 estudió en París. Obtiene la licenciatura en derecho. No ejerce «y
no resolviéndome a no buscar más ciencia que la que se pudiera encontrar en mi
mismo, o bien en el gran libro del mundo, empleé el resto de mi juventud en
viajar, en ver cortes y ejércitos, en frecuentar el trato con gentes de
diversos humores» (Discurso del método). La reina Cristina de Suecia,
que luego se convirtió al catolicismo y murió en Roma, le invitó a darle
clases de filosofía. Descartes, murió cristianamente el 11 de febrero de 1650
en Estocolmo. Sus argumentos ontológicos, son tres, pero en síntesis, dicen
así: «Si yo siendo finito, tengo idea de lo infinito es que el ser infinito
existe: Dios existe».
(5) Leibniz
Godofredo Guillermo Leibniz nace en 1646 en
Leipzig. Con una sólida y profunda formación metafísica y matemática escribe a
los 17 años De principio individuo, donde ya está el «leitmotiv}} de
toda su filosofía y posterior cálculo infinitesimal. Muy conocido y apreciado
en su tiempo, murió en 1716 solo y despreciado por la Corte Imperial y con
casi toda su obra dispersa y sin editar. Su argumento ontológico es igual al
de Descartes y San Anselmo. «Si yo ser finito tengo la idea del número
infinito, es que existe el Infinito», o sea Dios.
(6) Apóstoles
Jesucristo eligió entre sus discípulos a 12
hombres que llamó Apóstoles o enviados para predicar el Evangelio por
todo el mundo y para que fueran testigos de su vida pública,
especialmente de su Resurrección.
Fue así: «Aconteció por aquellos días que salió él
hacia la montaña para orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando llegó el día
llamó a sí a los discípulos y escogió 12 de ellos, a quienes dio el nombre de
Apóstoles: Simón, a quién puso también el nombre de Pedro, Andrés, su hermano,
Santiago y Juan; Felipe y Bartolomé, Mateo y Tomás, Santiago el de Alfeo y
Simón llamado el Celador, Judas de Santiago y Judas Iscariote, que fue el
traidor (Lc 6, 12-16).
San Pedro
Era pescador y posiblemente presidente de la
cofradía de pescadores de Cafarnaun, al Norte del lago de Genesaret. Estaba
casado y su hija Santa Prisca tiene una espléndida iglesia paleocristiana en
el Aventino, sobre la casa que habitó con su padre.
Es la roca o fundamento de la Iglesia. Se llamaba
Simón Bar Jona, Simón hijo de Jonás. Jesucristo le cambió el nombre por Kephas,
en griego roca, piedra o Pedro. Es el único nombre de Apóstol que ha
perdurado. Era y es costumbre, que al asumir un nuevo e importante cambio en
la vida, se cambie de nombre para significar el nuevo estado. Así, David,
duque de Windsor se llamó Eduardo VIII de Inglaterra; Karol Wojtila se llama
Juan Pablo II.
Preside como Sumo Pontífice la primitiva Iglesia
de Jesuralén. Es él quien pronuncia el primer discurso el día de Pentecostés,
a los pocos minutos de que la Iglesia ha comenzado su caminar histórico. Era
alrededor de las 9 de la mañana del año 33.
Hizo el primer milagro; con San Juan fue a Samaria
a administrar el Sacramento de la Confirmación; había elegido a San Matías
Apóstol en substitución de Judas, el traidor; convirtió al primer gentil,
Cornelio ya toda su familia a los que bautizó; presidió el Concilio de
Jerusalén...
Fue el primer Obispo de Jerusalén y Antioquía.
Después fue Obispo de Roma. Allí murió mártir el año 62, condenado por el
emperador Nerón. Murió colgado de la cruz como su maestro, Jesucristo.
Debió pedir que lo hicieran cabeza abajo, pues no
se sentía digno de morir igual que el Señor. Fue en los «huertos de la colina
Vaticana», propiedad de Nerón. El lugar exacto de este jardín está debajo de
la actual Dataría Apostólica. Fue enterrado a pocos pasos de allí, en la misma
colina Vaticana, junto a la parte inferior de un margen, que luego fue
rebozado con argamasa y pintado de rojo romano.
Sobre la colina Vaticana y sus jardines o huertos
se levanta hoy día, los bellísimos edificios renacentistas del Estado
Vaticano. Su tumba está justo debajo del altar de la Confesión o testimonio o
martirio de la Basílica de San Pedro en el Vaticano. Una hendidura en el
suelo, comunica directamente con su tumba, desde hace dos milenios.
El año 1948 se excavó todo el subsuelo del
Vaticano y, hoy día, tenemos a la vista en las catacumbas Vaticanas, el muro
rojo, su tumba y sus huesos. Son huesos del siglo I, robustos, se nota de
ellos las aristas sobresalientes donde se insertaron los fuertes tendones y
músculos del fornido y fuerte pescador. Recordar que arrastró una red llena de
153 peces grandes hasta los pies de Cristo: más de 100 kilos.
San Andrés, Apóstol:
30 de noviembre
Fue uno de los dos primeros discípulos y Apóstoles
de Jesús. Junto con San Juan Apóstol un día, al filo de las 4 de la tarde,
estaban con su maestro, Juan el Bautista. Este señalando a Jesucristo les
dijo: «He aquí el cordero de Dios». Andrés y Juan fueron detrás de Jesús. Este
se paró para responder a la pregunta que le hizo Andrés: «Maestro, donde
vives». Jesús les dijo: «Venid y veréis». y siguiéndole pasaron con él toda la
tarde.
A última hora del día, Andrés encontró a su
hermano Simón y le dijo: «Hemos hallado al Mesías, que quiere decir el
Cristo». Le condujo a Jesús que, fijando en él la vista, dijo: «Tú eres Simón,
el hijo de Juan; tu serás llamado Cefas, que quiere decir Pedro» (Jn 1,36-42).
Sabemos por los evangelistas que era discreto,
servicial y de confianza. San Andrés evangelizó, la Setia y la Tracia. Fue
crucificado en Patrás de Grecia.
En honor de San Andrés y su cruz en forma de aspa,
ésta se conserva, entre otros muchos sitios, en la bandera del Reino Unido, en
la «Commenwelth», en Navarra, en Euskadi, etc. .
San Santiago el Mayor:
25 de julio
Es uno de los tres discípulos preferidos de
Jesucristo, junto con San Pedro y San Juan. Entre otros detalles, le
acompañaron en el monte Tabor el día de su Transfiguración y estuvieron muy
cerca, «como a un tiro de piedra», unos 20 metros, en el Huerto de los Olivos,
la noche del jueves Santo, momentos antes de su prendimiento y consiguiente
pasión y muerte. El mismo Jesús se lo había pedido. Pero ellos, por tres veces
se durmieron, pues estaban cansados y llenos de miedo. Jesucristo los amonestó
cariñosamente esta noche triste, diciéndoles: «No habéis podido rezar una hora
conmigo, orad y velad para no caer en la tentación, pues el espíritu está
pronto pero la carne es flaca». La tercera vez, añadió: «Levantaos, ha llegado
la hora», y pocos segundos después, Judas le besó diciéndole: «Maestro» (cfr.
Mt 26,36-46), y culminó nuestra Redención muriendo en la Cruz.
Evangelizó Judea. Su prestigio era enorme. Por
eso, el rey Herodes Agripa, nieto de Herodes el Grande, el que hizo matar,
entre otros muchos a su hijo mayor ya su mujer, ya los 16 o más niños de Belén
y sus alrededores, instigado por los principales de los jefes judíos, lo hizo
decapitar por la espada el año 42, en Jerusalén. Fue el primer Apóstol
mártir o testigo, que es lo que significa en griego martyr, de su
maestro Jesucristo, Nuestro Señor.
Cuando en la primavera del año 70, Tito Flavio
Vespasiano iba a cercar Jerusalén, los cristianos que habían sido advertidos
proféticamente por Jesucristo (cfr Mt 25, 36-41) cogieron los restos de
Santiago el Mayor y huyeron por la «ruta marítima del estaño fenicio»: Tarsis
(Andalucía), Galicia, Normandía y las Islas (Gran Bretaña). Esta ruta era muy
conocida en la antigüedad. Incluso, el Antiguo Testamento la describe en
múltiples pasajes.
Un puerto importante es el de La Coruña, cerca de
Flavia Liria, actual Santiago de Compostela. Allí, nuestros primeros
cristianos depositaron en un sepulcro romano, el cuerpo de Santiago el Mayor.
A finales del siglo XIX se excavó el subsuelo de la monumental catedral
románica del obispo Gelmírez, la actual; y se encontró el sepulcro romano y
los restos del Apóstol. Por tradición, desde los comienzos del siglo II, se
decía que en la catedral de Pistoya (Italia) había un trocito del cráneo de
Santiago el Mayor. Al cráneo de Santiago le falta un trocito que coincide
exactamente, punto por punto, con el trocito de Pistoya. León XIII, declaró en
una Bula, que es un hecho que Santiago el Mayor está enterrado en la catedral
de Santiago de Compostela.
San Juan Apóstol y Evangelista:
27 de
diciembre
Es el Apóstol más joven de Jesucristo. Cuando el
Señor le llamó tenía entre 14 y 15 años. Lógicamente, no estaba casado y no se
casó. Jesucristo lo llamó al mismo tiempo que a Andrés, en Betsaida, al sur
del río Jordán. Es hermano pequeño de San Santiago el Mayor. Por su carácter
enérgico, el Señor les llama los «hijos del trueno». Es, junto con Lázaro, una
de las dos únicas personas de las que dice explícitamente el Evangelio que
«Jesús les amaba». Jesucristo, desde la Cruz, le dijo, indicando a la Virgen
María: «He ahí a tu madre». y desde aquel momento la recibió en su casa. Vivió
con Santa María en Jerusalén donde probablemente murió o se durmió la Virgen y
fue Asunta a los Cielos en cuerpo y alma, según creemos todos los católicos y
ortodoxos.
En Éfeso, Iglesia fundada por San Pablo, fue
Obispo. Tuvo muchos discípulos; los más famosos son San Policarpo de Esmirna y
Papías de Hierápolis.
Bajo el Imperio de Domiciano fue conducido a Roma.
Tertuliano dice que allí fue condenado a morir dentro de una caldera de aceite
hirviendo, pero salió ileso milagrosamente de ella. El lugar fue delante de la
Puerta Latina, Puerta de las murallas de Roma en la que empieza la Vía Latina,
que lleva al Lacio o provincia de Roma. Hoy día, allí se levanta la catedral
del obispo de Roma, San Juan de Letrán o más correctamente San Juan ante
Portam Latinam, primera, en categoría, Iglesia de la cristiandad. La
catedral de Roma es San Juan de Letrán. El Vaticano es simplemente donde vive
el Santo Padre. Hasta 1870 vivió oficialmente en el palacio del Quirinal, hoy
día residencia oficial del presidente de la República de Italia.
San Juan, por orden de Domiciano, fue desterrado a
la isla de Patmos. Allí, escribió el único libro profético del Nuevo
Testamento: el Apocalípsis. A la muerte de Domiciano volvió a Éfeso. Cuando
tenía alrededor de 100 años escribió su Evangelio para completar lo que
faltaba en los otros tres; y para salir al paso de las herejías de los docetas
y de los primeros gnósticos, los que sólo creen en la razón y quieren explicar
la fe partiendo sólo de la ciencia (gnosis, significa conocimiento). Por eso,
San Juan dice que ha escrito su Evangelio «para que creáis en Jesucristo, al
que vimos, palparon nuestras manos y comieron con él... y creyendo alcancéis
la vida eterna». Escribió, además 3 cartas que son reveladas. Muy anciano,
repetía constantemente: «Filioli mei, dilígite» (Hijitos míos, amaos).
Murió alrededor del año 104.
San Felipe: 3
de mayo
Era amigo de Pedro y Andrés, de Santiago el Mayor
y de Juan. Eran del mismo pueblo: Betsaida, a orillas del mar de Tiberiades o
lago de Genesaret. Al día siguiente de la llamada de Pedro, Andrés, Juan y
Santiago, Jesús le dijo: «Sígueme», y así lo hizo. Era del grupo de los
discípulos galileos de Juan el Bautista. Por pequeños detalles que narran los
Evangelios, Felipe debía tener, además de pescador, un pequeño comercio. De
hecho, es a él a quien se dirige el Señor en la primera multiplicación de los
panes. Y, él rápidamente calcula el costo del pan de cebada para 5.000
hombres, sin contar mujeres y niños. Contestó a Jesucristo, sobre la marcha:
«Señor, doscientos denarios no bastarían para dar de comer un poco de pan». Si
lo calculáis, veréis que sus números son exactos. Un denario es lo que ganaba
un jornalero al día. También, aparece relacionado con un grupo de griegos
«deseosos de conocer a Jesús» y, aún hoy día, los griegos saben de comercio.
Predicó por Tracia (Asia Menor) y Escitia (al
norte del Mar Negro).
Fue obispo de Hierápolis. Murió mártir, colgado de
una cruz cabeza abajo. Lo remataron partiéndole el cráneo a golpes de piedra.
Está enterrado junto con Santiago el Menor, en la iglesia de los Santos
Apóstoles de Roma, que tiene el mayor altar de la ciudad papal.
San Bartolomé:
24 de agosto
San Bartolomé había nacido en Caná de Galilea,
aldea muy próxima a Nazaret. Era amigo de Felipe de Betsaida, que fue quién lo
presentó a Jesús de Nazaret. La escena la narra San Juan: «Encontró Felipe a
Natanael y le dijo: Hemos hallado a aquél de quién escribió Moisés en la ley y
los profetas, a Jesús, hijo de José de Nazaret. Díjole Natanael: ¿De Nazaret
puede salir algo bueno? Díjole Felipe: Ven y verás» (Jn 1,43-46). Jesús, acto
seguido, dice de él: «He aquí un verdadero israelita en quien no hay doblez ni
engaño». Posiblemente era también comerciante como Felipe, y de ahí que se
conocieran y fueran amigos.
Natanael, como casi todos los judíos, tenía
también un nombre gentil, Bartolomé, y así, se le conoce. Predicó en Arabia.
Murió mártir. Fue despellejado vivo. La gran palangana en que sus verdugos
pusieron su piel, estaba en la iglesia de la isla Tiberina en el río Tíber de
Roma. Pablo VI la regaló a la Iglesia Ortodoxa.
San Mateo Apóstol y Evangelista:
21 septiembre
Mateo o Leví era recaudador de impuestos a cargo
del imperio Romano en Cafarnaun. Un día, «pasando Jesús de allí, vio a un
hombre sentado al telonio, de nombre Mateo, y le dijo: Sígueme, y él,
levantándose le siguió» (Mt 9,9).
San Mateo evangelizó primero Palestina, luego
Persia, actuales Irak e Irán, Annenia, Afganistán, etc., y finalmente
Abisinia. Escribió en su etapa de Palestina su espléndido Evangelio. Murió
mártir en Abisinia. No se conocen deta1les.
San Tomás Apóstol:
3 de julio
Fue Apóstol. Desconocemos cual fue el momento de
su primer encuentro con Jesucristo.
Su carácter está muy bien descrito en los
Evangelios. Era realista, tozudo y valiente. No cree en la Resurrección del
Maestro, a pesar de que todos los otros Apóstoles, Santas mujeres y discípulos
de Emaús le dicen que es cierto, que lo han visto y comido con ellos.
Realista y tozudo les dijo: «Si no veo en sus
manos la señal de los clavos y meto mi dedo en el lugar de los clavos y mi
mano en su costado, no creeré. Pasados ocho días, otra vez estaban dentro los
discípulos y Tomás con ellos. Vino Jesús, cerradas las puertas y puesto en
medio de ellos, dijo: La paz sea con vosotros, luego dijo a Tomás: Alarga acá
tu dedo y mira mis manos, y tiende tu mano y métela en mi costado, y no seas
incrédulo, sino fiel». Respondió Tomás y dijo: Señor mío y Dios mío. Jesús le
dijo: Porque me has visto has creído, dichosos los que sin ver creyeron» (Jn
20,25-29).
Como valiente, cuando el Señor regresa del
desierto de Efraim -al sureste del mar Muerto- a Betania, «los discípulos le
dijeron: Rabí, los judíos te buscan para apedrearte, ¿y vas de nuevo allá? ,
-sólo estuvo de acuerdo un Apóstol- Tomás, llamado Dídino que dijo a los
compañeros: Vamos también nosotros a morir con E1» (Jn 11, 8-16).
Tomás y Dídimo significan lo mismo: gemelo, en
arameo y en griego. Tenía pues, un hermano gemelo.
Evangelizó la India, cerca del actual Madrás,
donde aún existe una comunidad cristiana y católica, obedientes a Roma, los
«cristianos de Santo Tomás». Sabemos que murió mártir en la India, pero
desconocemos detalles.
San Santiago el de Alfeo o Santiago el
Menor: 3
de mayo
Era «hermano» o sea, pariente del Señor. Hijo de
Simón Alfeo y de María Cleofás, una de las mujeres que estuvo en el Calvario.
Su madre ayudaba a Jesucristo ya sus Apóstoles y le siguió siempre por los
caminos de Palestina.
Estuvo en el Concilio de Jerusalén. Fue él, el que
nos dijo cada uno de nosotros: «gentiles convertidos al cristianismo, que os
abstengáis de las carnes inmoladas a los ídolos, de sangre y de lo ahogado, y
de la fornicación, de lo cual haréis bien en guardar salud» (Hech 15, 29).
Era muy piadoso, dedicado a la oración. De
temperamento muy dulce y conciliador. Por su manera de ser pacífica y devota,
convirtió a muchos judíos y gracias a él una «numerosa muchedumbre de
sacerdotes se sometía a la fe». (Hech 6,7). Nos ha dejado una carta católica
revelada. Años después San Pablo dictó la carta a los hebreos explicando a
esos sacerdotes del Antiguo Testamento, convertidos al cristianismo, la
diferencia, entre el sacerdocio de Aarón perecedero y el eterno sacerdocio de
Melquisedec o de Jesucristo.
Los príncipes de los sacerdotes por envidia,
arrojaron a Santiago el Menor desde una almena del templo y, luego, le
rompieron la cabeza a pedradas, el año 62, por orden del sumo sacerdote Anano
II.
San Simón, Apóstol:
28 de octubre
San Simón era hermano de Santiago el Menor. Por
tanto, hijo de Simón de Cleofás y María de Alfeo, sobrino de San José y primo
de Jesucristo.
A Simón, le apellidaban Zelotes, quizá por haber
pertenecido antiguamente al partido nacionalista de los zelotes que luchaban
contra el yugo romano en Palestina. Esto explica que los Apóstoles dijeran a
Jesucristo que «aquí hay dos espadas» (Lc 22, 38) en el último momento antes
de salir del Cenáculo en previsión de lo que va a suceder poco después en el
Huerto de los olivos o Getsemaní cuando prendieron a Jesús.
Evangelizó Armenia y Persia. Sufrió el martirio el
año 47 en la ciudad de Suanir. El año 1605 sus restos fueron trasladados a la
Basílica Vaticana y se colocaron en un altar.
San Judas de Santiago, Apóstol
Por parte de madre, María de Santiago, era sobrino
de la Virgen María, y por tanto, pariente del Señor, primo de San Simón
Zelotes. Junto a San Simón fueron a predicar a Armenia y Persia. Ambos
sufrieron martirio en Suanir, el año 47. y los dos están enterrados en la
Basílica Vaticana.
En la última cena, Judas de Santiago o lo que es
lo mismo Judas Tadeo, nombre de su padre, intervino en el discurso sacerdotal
de Cristo. Cuando el Señor estaba enseñando «el que me ama a mí, será amado de
mi Padre, y yo le amaré y me manifestaré a él. Díjole Judas, no el Iscariote:
Señor, ¿qué ha sucedido para que hayas de manifestarte a nosotros y no al
mundo? Respondió Jesús y le dijo: Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi
Padre le amará, y vendremos a él y en él haremos morada. El que no me ama, no
guardará mis palabras; y la palabra que oís no es mía, sino del Padre, que me
ha enviado. Os he dicho estas cosas mientras permanezco entre vosotros; pero
el abogado, el Espíritu Santo, que el Padre enviará no mi nombre, ése os lo
enseñará todo y os traerá a la memoria todo lo que yo os he dicho» (Jn 14,
22-26).
El Emperador Domiciano al fin de su reinado, año
95, cuando arreciaba la persecución que él mismo había desencadenado, hizo
traer desde el Oriente, para comparecer ante sí, a dos nietos del Apóstol San
Judas Tadeo. Domiciano pudo darse cuenta por sí mismo de que estos dos
sencillos judíos-cristianos no podían constituir un peligro para el Imperio y
ordenó suspender la persecución. El historiador Hegesipo, de quien Eusebio de
Cesarea toma los hechos que acabamos de referir, dice que Domiciano se
impresionó por el lenguaje sencillo y valiente de estos dos hombres sencillos.
En Estados Unidos hay mucha devoción a San Judas
Tadeo. Iglesias, hospitales, colegios, etc., llevan su nombre.
Judas Iscariote
Judas el Iscariote, fue el Apóstol traidor. Vendió
a Jesucristo por 30 denarios de plata, unos 700 dólares. Entregó al Señor,
dándole un beso y llamándole Maestro. Jesús hasta este último momento intentó
salvarle y le llamó amigo. Amargado por haber entregado al inocente, devolvió
las monedas y las tiró en el Templo. Con ellas compraron un campo al Alfarero,
el Halcedama o Campo de la Sangre, para hacer un cementerio para enterrar a
los extranjeros, como ya ha habían profetizado Jeremías (32, 26 ss) y Zacarías
(11, 12 ss), profetas del Antiguo Testamento «y se ahorcó» (cfr. Mt 26,27).
Puede ser que se le llame Iscariote por dos
motivos. Porque era comerciante en el pueblo de Cariot o porque era de la
secta de los sicarios, que defendieron la fortaleza Masada, último reducto
judío, frente a los romanos, durante meses, después de la destrucción del
reino de Israel.
San Pablo: 25
de enero
Saulo había nacido en Tarso. De familia acomodada;
estudió en Jerusalén con el rabino Gamaliel.
San Lucas, su «querido médico», discípulo suyo y
Evangelista nos cuenta su conversión:
«Saulo, respirando amenazas de muerte contra los
discípulos del Señor, se llegó al sumo sacerdote, pidiéndole cartas de
recomendación para las sinagogas de Damasco, a fin de que, si allí hallaba
quienes siguiesen este camino, hombres o mujeres, los llevase atados a
Jerusalén. Cuando estaba de camino, sucedió que, al acercarse a Damasco, se
vio de repente rodeado de una luz del cielo; y al caer a tierra, oyó una voz
que decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Él contestó: ¿Quién eres,
Señor? y Él: Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Levántate y entra en la
ciudad, y se te dirá lo que has de hacer. Los hombres que le acompañaban
quedaron atónitos oyendo la voz, pero sin ver a nadie. Saulo se levantó de
tierra, y con los ojos abiertos, nada veía. Lleváronle de la mano y le
introdujeron en Damasco, donde estuvo tres días sin ver y sin comer ni beber.
»Había en Damasco un discípulo de nombre Ananías,
a quien dijo el Señor en visión: ¡Ananías! Él contestó: Heme aquí, Señor. Y el
Señor a él: Levántate y vete a la calle llamada Recta y busca en casa de Judas
a Saulo de Tarso, que está orando. Vio Saulo en visión a un hombre llamado
Ananías, que entraba y le imponía las manos para que recobrase la vista. y
contestó Ananías: Señor, he oído a muchos de este hombre cuántos males ha
hecho a tus santos en Jerusalén y viene aquí con poder de los príncipes de los
sacerdotes para prender a cuantos invocan tu nombre. Pero el Señor le dijo:
Ve, porque es éste para mí vaso de elección, para que lleve mi nombre ante las
naciones y los reyes y los hijos de Israel. Yo le mostraré cuánto habrá de
padecer por mi nombre.
»Fue Ananías y entró en la casa, e imponiéndole
las manos, le dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el
camino que traías, me ha enviado para que recobres la vista y seas lleno del
Espíritu Santo. Al punto se le cayeron de los ojos unas como escamas y recobró
la vista, y levantándose, fue bautizado, tomó alimento y se repuso. Pasó
algunos días con los discípulos de Damasco, y luego se dio a predicar en las
sinagogas que Jesús es el Hijo de Dios; y cuantos le oían quedaban fuera de
sí, diciendo: ¿No es éste el que en Jerusalén perseguía a cuantos invocaban
este nombre, y que a esto venía aquí, para llevarlos atados a los sumos
sacerdotes? Pero Saulo cobraba cada día más fuerzas y confundía a los judíos
de Damasco, demostrando que éste es el Mesías. Pasados bastantes días,
resolvieron los judíos matarle; pero su resolución fue conocida de Saulo. Día
y noche guardaban las puertas para darle muerte; pero los discípulos,
tomándole de noche, le bajaron por la muralla descolgándole en una espuerta.
Llegado que hubo a Jerusalén, quiso unirse a los discípulos, pero todos le
temían, no creyendo que fuese discípulo. Tomóle entonces Bernabé y le condujo
a los apóstoles a quienes contó cómo en el camino había visto al Señor, que le
había hablado y cómo en Damasco "había predicado valientemente el nombre de
Jesús. Estaba con ellos, yendo y viniendo dentro de Jerusalén, predicando con
valor el nombre del Señor. y hablando y disputando con los helenistas, que
intentaron quitarle la vida; pero sabiendo esto los hermanos, le llevaron a
Cesárea y de allí le enviaron a Tarso» (Mt 9, 1-30).
Ya antes se había significado en el martirio de
San Esteban: «Los testigos depositaron sus mantos a los pies de un joven
llamado Saulo; y mientras le apedreaban, Esteban oraba, diciendo: Señor Jesús,
recibe mi espíritu. Puesto de rodillas, gritó con fuerte voz: Señor, no le
imputes este pecado. y diciendo esto se durmió. Saulo aprobaba su muerte» (Hech
7, 58-60).
Saulo no conoció a Jesucristo mientras vivió entre
nosotros. Cambió de nombre y tomó el de Pablo, nombre de un notable romano al
que convirtió: Sergio Paulo. Hizo 4 largos viajes por toda el Asia menor y
Europa: unos 14.000 kilómetros. Fue hecho prisionero en Jerusalén. Apeló al
César, derecho de todo ciudadano romano y San Pablo lo era. y, llevado a Roma,
salió libre de las acusaciones el año 62. El año 67, de nuevo detenido, fue
decapitado por espada -la muerte reservada a los ciudadanos romanos- cerca del
lugar donde hoy se levanta la Basílica de San Pablo extramuros. Su cabeza
junto con la de San Pedro, está encima del cimborio de San Juan de Letrán.
Escribió 14 cartas canónicas. Nadie deja de
reconocerle que es un punto de referencia para comprender la historia de
Occidente. Su vida está narrada en los hechos de los Apóstoles y en los
apuntes autobiográficos de todas sus cartas.
( 7) Listra
Ciudad de Grecia. San Pablo dirigió un famoso
discurso dirigido a todas las naciones.
(8) Areópago de Atenas
Es la plaza de Atenas. En ella. habían hablado,
Sócrates. Platón. Aristóteles. Termistócles. Alejandro Magno, etc.
(9) San Juan Damasceno: 4 de diciembre
Nació en Damasco, en la segunda mitad del siglo
VII, de familia cristiana. Ingresó en el monasterio de San Sabas, cerca de
Jerusalén y recibió la ordenación sacerdotal. Escribió tratados de teología,
principalmente contra los herejes iconoclastas o destructores de imágenes,
llamados así porque pensaban que hacer y venerar imágenes de Jesucristo y la
Virgen y los Santos, era como venerar ídolos. Murió a mediados del siglo VIII.
(10) San Pío X: 21 de agosto
Giussepe Sarto nació en la aldea de
Piere, situada en la región de Venecia, en el año 1835. Primero fue vicario,
luego párroco, después bibliotecario de un seminario, más adelante rector del
mismo seminario, más tarde obispo de Mantua y luego patriarca de Venecia. El
año 1903 fue elegido Sumo pontífice y tomó el nombre de Pío X. Adoptó como
lema de su pontificado: instaurare omnia in Cristo (restaurar todo en
Cristo), consigna por la que trabajó intensamente con sencillez de espíritu,
pobreza y fortaleza, dando así un nuevo incremento a la vida de la Iglesia.
Tuvo que luchar también contra los errores doctrinales que en ella se
infiltraban, especialmente el modernismo o racionalismo criticista kantiano
católico. Murió de pena, al no poder evitar la primera guerra mundial, el día
20 de agosto del año 1914.
Juramento antimodernista
Pío X, el día 1 de septiembre de 1910, decretó por
el Motu propio Sacrorum antistitum, que quiere decir por su propia
autoridad como Sumo Pontífice de la Iglesia Católica, el conocido juramento
contra los errores del modernismo, que todos los profesores católicos, que
enseñan oficialmente en nombre de la Iglesia, es decir que tienen oficialmente
el munus docendi o facultad de enseñar dado por la jerarquía de la
iglesia, deben hacer. El munus docendi se retira también oficialmente a
los profesores que en sus enseñanzas se apartan de la fe y costumbres de la
Iglesia Católica (cfr. DS 3537-3550).
Henricus Denzinger, alemán, publicó el año
1854, «Enchiridion symbolorum, definitionum el declarationum de rebus
fideis et morum», que es un compendio de toda la doctrina de la Iglesia
desde el primer símbolo primitivo egipcio escrito entre los años 150-180,
pasando por todas las actas de todos los concilios ecuménicos y los más
importantes de los locales o particulares, y todos los documentos escritos por
los Sumos Pontífices (comienza con San Clemente Romano, tercer obispo de Roma
después de San Pedro, con su Epístola a los Corintios del año 96) hasta sus
días. Esta obra ha sido reeditada y ampliada hasta el año 1963, en 3
ediciones. Cada párrafo está numerado y unos impresionantes índices permiten
encontrar cualquier cita en pocos segundos. Se le citaba DZ seguido del número
del párrafo. Está traducida a casi todos los idiomas. En castellano lleva el
título de «El Magisterio de la Iglesia».
El año 1976, Adolfus Schonmetzer reelaboró
el Enchiridinm symbolorum añadiendo nuevos textos del Magisterio, tanto
antiguos, descubiertos a lo largo de este más de un siglo, como los
posteriores al 1967. Por ejemplo, el primer símbolo es ahora uno etíope de los
años 160-170, más antiguo que el egipcio y los últimos son del magisterio de
Juan XXIII, años 1958 a 1962. Al añadir nuevos textos han cambiado la
numeración de los párrafos, aunque se mantiene la antigua para facilitar la
búsqueda de los nuevos. Y, además, se cita DS, Denzinger Schometzer. Un
ejemplo, el anterior Dz 147 es ahora DS 310 y corresponde a la carta
Sollicitudinis quidem tuae (respecto a tus preguntas) escrita el 11 de
junio del año 451 por el para León I a Teodoro, obispo de Fréjus, Galias, hoy
día Francia meridional-
( 11) Santo Tomás de Aquino: 28 de enero
Nació alrededor del año 1225, de la familia de los
condes de Aquino, primos del emperador alemán Federico Barbarroja. Estudió
primero en el monasterio de Montecasino, luego en Nápoles, más tarde ingresó
en la orden de predicadores o dominicos, recién fundada, y completó sus
estudios en París y en Colonia, donde tuvo por maestro a San Alberto Magno.
Escribió muchas obras llenas de erudicción entre las que cabe destacar la
Summa Theologica, obra aún no superada en Teología. Fue profesor, entre
otros lugares, de la Sorbona de París.
Mientras acudía desde Nápoles, invitado por el
Papa Gregorio X, al II Concilio de Lyon, como consecuencia de un fuerte golpe
enfermó en Fosanova, cerca de Terracina (Italia). Se hizo llevar al Castillo
de su hermana Margarita, señora feudal de aquellas tierras. Sintiéndose morir
pidió que le bajaran al monasterio benedictino de aquella ciudad. Murió, pocos
días después, el 7 de marzo de 1274, con 49 años de edad, mientras desde el
lecho de muerte comentaba el «Cantar de los Cantares» del Antiguo Testamento.
Su fiel secretario Fray Reginaldo tomó taquigráficamente lo que decía el
doctor Angélico y esta es su última obra. Un espléndido relieve de Benvenutto
Cellini representa esta escena junto a la cama y en la misma habitación que
murió.
Su prodigiosa inteligencia le hace ser el mejor
filósofo y teólogo del mundo occidental. Introdujo la filosofía de
Aristóteles, y la superó, en la cristiandad. Filosofía que conoció a través de
las traducciones árabes de la Escuela de Toledo y que se procuró, también,
enviando frailes de su orden a Bizancio.
Es el único Santo que ha merecido, entre otras
muchas declaraciones pontificias, que su libro la Summa Teológica
presidiera junto con la Sagrada Escritura, Antiguo y Nuevo Testamento, el
Concilio de Trento. El Concilio Vaticano II, por primera vez en dos milenios,
declara que sus enseñanzas deben seguirse; así, tratando de la formación
sacerdotal: «para ilustrar de la forma más completa posible los misterios de
la salvación, aprendan los alumnos a profundizar en ellos ya descubrir su
conexión, por medio de la especulación, bajo el magisterio de Santo Tomás»
(Concilio Vaticano II, Decreto Optatam Totius, 16).
El 28 de enero de 1369 sus restos mortales fueron
trasladados a la Universidad de Toulose, excepto una parte que se puede
venerar en el monasterio donde murió. Durante la revolución francesa sus
restos fueron profanados y tirados al río.
(12) Sócrates
Sócrates nació en Atenas hacia el año 470 a J.C.
Su padre era escultor y su madre comadrona. De ella, aprendió la «mayéutica»
(dar a luz) y así siempre enseñó. Preguntaba constantemente a sus discípulos
hasta que estos, guiados por él, dieran a luz o encontraron la verdad.
Murió condenado a muerte bebiendo una copa de
cicuta, mientras disertaba con sus amigos sobre la inmortalidad del alma. Sus
últimas palabras fueron: «debemos un gallo a Asclepio» (Dios de la medicina
griega).
Platón nació el año 427 a. J.C. Pertenece a la más
antigua nobleza de Atenas. Discípulo de Sócrates, fundó el Ateneo y recopiló
sus Diálogos: auténticas joyas de sabiduría y de elegancia literaria.
Cayó prisionero en Siracusa y fue vendido como
esclavo. Recuperada la libertad enseñó en Atenas y escribió impresionantes
tratados sobre todos los grandes temas que afectan al hombre ya la sociedad.
Murió el año 347 a J.C.
Aristóteles nació en Estagira, en la costa Tracia,
el.año 384. Su padre era médico de cabecera del rey Amintas. Fue el tutor de
Alejandro Magno.
Fundó la Academia. Es uno de los mayores genios,
del mundo occidental. Al año 322 a J. C., moría Aristóteles en Calcis de la
Isla de Eubea, a la edad de 62 años.
Vamos a dar una breve explicación de las
principales tesis de la filosofía clásica.
Principio de identidad del ser: A es A
Principio de causalidad
Toda cosa tiene una causa. Ninguna realidad puede
ser causada por sí misma, porque sería al mismo tiempo y bajo el mismo punto
de vista efecto y causa de sí misma: cosa, que es absurda, pues sería A y no A
al mismo tiempo en este efecto, yeso contradice el principio de identidad del
ser.
Hilemorfismo
Los presocráticos se preguntaron por la naturaleza
de la realidad. Unos dicen «todo es siempre igual», otros dicen «todo cambia».
Ejemplo, me baño en el mismo río, y otros no puedo bañarme nunca en el mismo
río, porque su agua ya ha pasado.
Aristóteles resuelve el dilema. En toda realidad
hay algo que ya es, es inmutable: el acto de existir. Y, hay algo que puede
llegar a ser, es cambiante: la potencia de ser otra cosa. Por ejemplo: el
papel es, existe, es acto. Pero puede ser, está en potencia de ser ceniza.
A esta profundísima
concepción de la realidad se le llama hilemorfismo: espíritu y materia. La
materia prima permanece pero el espíritu o forma cambia. Así, en el ejemplo
citado: la materia prima del papel y la ceniza es la misma; lo que ha cambiado
es la forma, que primero ha sido de papel y ahora es de ceniza. Esta a su vez
puede cambiar de forma y, por ejemplo, convertirse en pintura gris.
( 13) Auguste Comte
Auguste Comte (1798-1857). Con su célebre Ley
de los tres estados el positivismo alcanza su madurez. Primer estado:
niños y pueblos primitivos: religión; segundo estado: jóvenes y pueblos que
ahora diríamos en vías de desarrollo: metafísica; tercer estado: adultos y
naciones industriales: ciencia.
Aún, hoy día, muchos se lo creen, como si la
religión y la ciencia fueran incompatibles.
Immanuel Kant
Hijo de un guarnicionero, nació el año 1724 en
Könysberg. Profesor ordinario de lógica y metafísica el año 1770, con 42 años,
de la Universidad de su ciudad natal. Publicó dos obras cumbres «Crítica de
la razón pura» y «Crítica de la razón práctica» y se hizo
mundialmente famoso.
Se le ha llamado el padre de la filosofía moderna.
Murió el 18 de febrero de 1804. Dejaba detrás de sí una obra que le coloca
entre los primeros pensadores de la Humanidad.
Ambières, 1857- París, 1940. Es el máximo
representante del modernismo, es decir, del cristianismo kantiano católico.
Fue excomulgado por San Pío X, pero arrepentido murió dentro de la Iglesia
Católica. Se puede decir que, por desgracia, aún ahora la Iglesia sufre la
enfermedad que le inoculó Loisy.
(14) Credo
Es la primera palabra con la que empiezan todos
los símbolos de la fe. Credo: creo. Por extensión, se utiliza para indicar los
resúmenes de la fe cristiana.
(15) Martín Lutero
Nació en Eisleben, Sajonia (Alemania), ellO de
noviembre de 1483. Estudió en Magdeburgo, Eisenach y en la Universidad de
Erfurt, en 1501 en donde estudió derecho y filosofía.
En Erfurt en 1505 entró en el Convento de
Agustinos. Hay dos hipótesis: fue por un voto a Santa Ana, por la muerte
repentina de un compañero por un rayo; o porque este amigo murió como
consecuencia de una herida en duelo estudiantil que le hizo Lutero.
En 1507 fue ordenado sacerdote y su provincial
Fray Johan Staupitz le nombró profesor de filosofía de la recién creada
Universidad de Wittenberg.
En 1511, por asuntos de su orden, viajó a Roma. Se
hospedó en Santa María del Poppolo. Sacó una mala impresión del lujo y
costumbres renacentistas de Roma.
En 1512, se doctoró en Teología y desde entonces,
se dedicó exclusivamente al estudio y predicación.
De carácter inquieto, escrupuloso y orgulloso. Era
muy inteligente, buen músico y excelente orador y escritor. «Lutero es
Alemania», escribe Hughes, un historiador inglés.
Entre 1515-1516, comentó la Epístola a los romanos
de San Pablo. Al leer: «iustus ex fide vivet», el justo vive de la fe (Rom,
1,17) empezó a predicar su doctrina: el luteranismo.
En la dieta de Worms, 1521, Carlos V convocó a
Lutero que había sido excomulgado por León X (Exurge Domine, 1520) a
que se retractara. Lutero contestó: «No puedo ni quiero retractarme.»
Carlos V escribió aquella noche en su diario
íntimo: «juro ante Dios, que empeño mi persona, mi vida entera, mis reinos y
mis imperios en trabajar para defender la doctrina católica y luchar contra
los errores de ese fraile agustino». Tenía sólo 18 años, y lo cumplió.
Lutero murió sin retractarse en Eisleben el año
1546.
La Iglesia Católica y Apostólica, por voluntad de
Jesucristo es una y única y jerárquica. Jerárquica significa que tiene un
Orden Sagrado.
El Sumo Pontífice, obispo de Roma, es la cabeza.
Con él y de él, depende el colegio episcopal u obispos. Se dice, que cada
obispo, para pertenecer al colegio episcopal ha de estar en unión con la Santa
Sede; es decir, creer la misma fe y costumbres.
Hay arzobispos que presiden las Sedes
metropolitanas, que, son obispos de sedes de las que dependen, sólo para el
primado de honor, los otros obispos.
La organización de la Iglesia, se divide
básicamente en dos grandes ritos. El rito latino u occidental y el rito
ortodoxo u oriental o griego.
Además hay otros ritos, que dependen de cada una
de estas partes de la Iglesia. En occidente, a modo de ejemplo, el rito
ambrosiano, de San Ambrosio, en Milán; el rito mozárabe en Toledo. Entre los
ortodoxos, los ritos coptos, maronitas, jacobitas, etc.
También la organización jerárquica de la iglesia
tiene varias modalidades. Las que se basan en el territorio, como las
diócesis, prelaturas nullíus, etc., y las que no tienen territorio; como los
vicariatos castrenses, las prelaturas personales, vicariatos personales para
atender, por ejemplo, a los ortodoxos que viven en occidente.
A su vez, cada una de esas estructuras jerárquicas
y orgánicas de la Iglesia, se dividen en parroquias, centros, etc.
Cisma de la Iglesia de rito oriental u ortodoxo
La única y una Iglesia de Jesucristo hoy día, por
desgracia, está dividida.
El año 1054, con Miguel
Cerulario, una parte importante de la Iglesia Oriental se hizo cismática,
separándose de Roma; al obispo de Roma o Sumo Pontífice sólo le reconocen el
Primado de honor y no el de jurisdicción.
Hace unos años, Pablo VI, obispo de Roma y el
patriarca Atenágoras de Estambul (antigua Constantinopla) han levantado las
excomuniones. Por tanto, bajo ciertas condiciones señaladas por el Código de
Derecho Canónico o Ley de la Iglesia, los fieles de ambas Iglesias podemos
participar «in sacris» es decir, participar en los sacramentos.
No todos los ortodoxos griegos se separaron de
Roma. Otros se fueron uniendo a Roma a lo largo de los siglos, como los
uniatas de Ucrania y Rusia, los jacobitas del Líbano, etc.
Cristianos descendientes de viejas y nuevas
herejías
Además, en Oriente hay también antiguos cristianos
que proceden de los antiguos herejes, especialmente Nestorianos como los
Armenios; Monofisitas como en Egipto y Etiopía, etc.
En occidente, quedan cristianos no católicos, como
por ejemplo, los waldenses de origen albigense en Suiza y los viejos católicos
en Suiza y Alemania.
Principales confesiones protestantes
La ruptura más importante la produjo Lutero que
ellO de diciembre de 1520 quemó la Bula Exurge Domine del Papa León X
en la que le conminaba a retractarse de sus errores en el plazo de 60 días y
si no quedaba excomulgado.
Zwinglio en 1518 comenzó a predicar en Zurich,
errores muy parecidos a los de Lutero. Calvino hizo lo mismo en 1536 en
Basilea y en 1541 en Ginebra.
Con Lutero, Zwinglio y Calvino se origina el
protestantismo.
En 1534, Enrique VIII provoca el Cisma de
Inglaterra porque el Papa no anula su matrimonio con Catalina de Aragón y él
quiere casarse con Ana Bolena. La hija de ambos, Isabel I, bajo la influencia
luterana, declara el anglicanismo, que ya es una herejía y no sólo un Cisma.
Los protestantes están divididos en múltiples confesiones, grupos y sectas. La razón es la no aceptación de un magisterio único que se deriva del libre examen que propugna Lutero.