De budista a tomista: la conversión al catolicismo del filósofo Paul Williams
Catedrático en la Universidad de Bristol
Catedrático de filosofía budista en la Universidad de Bristol y budista practicante, ha sido durante más de 30 años una de las principales autoridades académicas sobre budismo en el Reino Unido. Pero en 1999 se convirtió al catolicismo, al reflexionar sobre el karma y la vida tras la muerte.
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Paul Williams,
catedrático de filosofía budista y profesor de religiones de la India
en la Universidad de Bristol, ha sido durante más de 30 años una de
las principales autoridades académicas sobre budismo en el Reino Unido.
También era un budista convencido, intelectual y practicante.
Pero en 1999 sorprendió a sus alumnos, compañeros y familiares cuando
anunció que se convertía al cristianismo, más aún al catolicismo más
ortodoxo. En 2002 publicaba
un libro con su testimonio de conversión y sus reflexiones.
En la revista
budista inglesa Dharmalife no escondían su perplejidad: "Williams
es uno de los principales estudiosos británicos del budismo y un
budista practicante de muchos años. De hecho, su libro El
Budismo Mahayana es una joya de claridad y visión. ¡Qué
sorprendente fue escuchar hace dos años que había decidido ser católico.
[...] ¡Catolicismo! He tendido a asumir que mientras el budismo es
una opción vital y espiritual para la gente moderna, el catolicismo
pertenece a un pasado problemático. Mi visión del catolicismo está
influida por los testimonios de amigos ex-católicos, sobre los efectos
debilitadores de la culpa, su búsqueda de bases emocionales saludables para
sus vidas... ¿Cómo podría una persona inteligente y bien informada tomar tal
opción?", se pregunta el crítico de la revista.
Williams lo ha explicado en su libro "Unexpected Way", de 2002, y
en algunas entrevistas y testimonios escritos.
Juventud anglicana tibia
Paul Williams nació en 1950. La familia de su madre no era religiosa,
aunque después de su conversión descubrió que tenía una bisabuela católica.
La familia de su padre era tibiamente anglicana. Siendo muy joven, Paul se
sumó al coro de la parroquia anglicana porque le gustaba cantar. Fue
confirmado en su adolescencia por el obispo anglicano de Dover y aún
con 18 años recuerda haber ido a comulgar alguna vez. Pero ni tenía
una relación cercana con Cristo ni recibió formación.
Su hermano trajo de la biblioteca un libro sobre yoga, y con él
Williams se aficionó a la cultura oriental en los muy alternativos
años 60. "Estuve implicado en el estilo de vida y las cosas que los
adolescentes hacen. Al acercarse los exámenes públicos dejé el coro, dejé de
servir en la iglesia, perdí el contacto con ella, me dejé el pelo largo y me
vestía raro".
Meditación y budismo
Estudiando en la Universidad de Sussex se especializó en filosofía
india y después en budismo. Aunque había leído algo de Santo Tomás de Aquino
y le parecía admirable, pronto se olvidó de él. "Por un tiempo acudí
a la Meditación Trascendental de Maharishi Mahesh Yogui, pero lo
dejé porque me disgustaba su superficialidad y me parecía que distorsionaba
la tradición india", escribe en su libro.
Hacia 1973 ya lo tenía claro: había estudiado tanto el budismo que veía el
mundo con categorías budistas, le parecían coherentes, Dios era
innecesario y se consideró ya budista. Se "refugió" formalmente
como budista en la tradición tibetana Dgelugspa, la del Dalai Lama.
Siendo profesor en la Universidad de Bristol creó su propio círculo
de budistas.
Practicaba la meditación, daba charlas en encuentros budistas, aparecía en
debates televisivos como budista tibetano y participó en debates públicos
con el católico disidente Hans Küng y el catalán
orientalista Raimon Panikkar.
Lo que atraía del budismo
"Me interesaba la filosofía, pero también la meditación y el exótico
Oriente. Muchos de nosotros encontrábamos el budismo interesante, al
principio, porque parecía mucho más racional que las alternativas, y a la
vez mucho más exótico. Los budistas no creen en Dios. O mejor, no parecía
haber razones para creer en Dios y la existencia del mal era para nosotros
un argumento positivo en su contra. Los que habíamos crecido como cristianos
estábamos hartos de defender a Dios en un mundo hostil,
lleno de detractores. En el budismo uno tiene un sistema de moralidad,
espiritualidad y filosofía inemnsamente sofisticado (y exótico), que no
necesita a Dios para nada", explica Williams.
Años después, al convertirse al catolicismo, el filósofo siguió
reflexionando y escribió: "Si miramos cómo son los budistas de Occidente, el
llamado Budismo Occidental, lo que encontramos con regularidad es una forma
de cristianismo en la que han quitado las partes que los cristianos
post-cristianos encuentran más difíciles de aceptar".
Williams incluso conoció un líder llamado Sthaira Sangharakshita que
proponía a los budistas de pasado cristiano practicar la "blasfemia
terapéutica", para lograr desapegarse de su trasfondo cristiano,
insultando cosas consideradas santas en su cultura. A Williams esta idea le
parecía una barbaridad.
El problema de la
reencarnación
El budismo en Occidente se presenta sobre todo como técnicas para
vivir experiencias positivas: paz, armonía, relajación... Pero a medida que
Williams veía el paso de los años, como filósofo no podía evitar hacerse
preguntas, y entre ellas: ¿qué pasa después de la muerte?
Hay budistas que prefieren no pensar en el tema, y consideran que es "Mara",
una "ilusión", una distracción, un tema en el que no vale la pena pensar,
pero ¿puede un filósofo dejar de preguntarse?
"Los budistas creen en el renacimiento, es decir, la reencarnación, como
suele llamarse. No hay un inicio en la serie de vidas renacidas: todos hemos
renacido infinitas veces, no hay principio ni se necesita un Dios que lo
inicie", explica.
Williams recuerda que en la época de los primeros cristianos las creencias a
favor del renacimiento estaban muy difundidas en Grecia y Roma, pero el
cristianismo nunca las aceptó. "Y por buenas razones: si el renacimiento es
cierto, nosotros no tenemos ninguna esperanza".
¿Qué hay de mí en una
cucaracha?
Imaginemos que vamos a ser ejecutados sin dolor mañana por la mañana,
pero sabemos con toda seguridad que después renaceremos como una cucaracha.
"Te acostumbrarás, no es tan malo, ser cucaracha no es como la nada o el
gran vacío, es una vida, seguirás vivo... Pero ¿por qué nada de eso nos
consuela?", plantea Williams.
Más específico aún: "No pido que imaginéis que despertáis dentro del cuerpo
de una cucaracha, como en La Metamorfosis de Kafka. Serías una
cucaracha, ¿y quién sabe cuales son los sueños o imaginaciones de una
cucaracha?"
"Lo terrorífico de ser ejecutado al alba y renacer como cucaracha es
que, simplemente, eso sería mi fin. No puedo imaginar cómo es
renacer como cucaracha porque ¡no hay nada que imaginar! Simplemente,
no habría nada de mí ahí. Si el renacimiento es cierto, ni
yo ni mis seres queridos sobrevivimos a la muerte. El yo, la persona
real que soy, mi historia, se acaba. Quizá haya otro ser vivo con
algún tipo de conexión causal con la vida que yo fui, alguien influido por
mi karma, pero yo ya no estoy".
"A nivel cotidiano, los budistas tienden a oscurecer este hecho -que
yo desaparezco del todo con la muerte- cuando hablan de ´mi renacer´
o de ´preocuparse por tus vidas futuras´, pero en realidad
cualquier renacer -como una cucaracha sudamericana- no sería ´yo mismo´, y
por lo tanto cabe preguntarse por qué he de preocuparme por mis renaceres
futuros".
Iluminación, sí... pero
¿quién la consigue?
Para escapar del ciclo de las reencarnaciones, el budismo enseña que
es posible alcanzar la iluminación, el nirvana, una absoluta perfección y
desapego en esta vida. Cuando uno tiene 20 años puede pensar que con mucho
esfuerzo lo conseguirá. Pero Williams, con más de 20 años de intensa
práctica budista y meditativa lo tenía claro: "Es evidente que no voy a
conseguir la iluminación en esta vida. Todos los budistas tenderán a decir
eso mismo de todo el mundo. La iluminación es un logro
extremadamente raro y supremo, para héroes espirituales, no para nosotros,
no para gente como yo. Así que yo, y mis amigos y familiares, no tenemos
esperanza".
Karma: pagar por tus otras
vidas... que no eras tú
Williams explica rápidamente la teoría del karma: algunos males y
algunos bienes que experimentas, son consecuencia de lo que hiciste en una
vida pasada. Pero ¿en qué sentido se puede decir que el dictador
cruel y maligno que fuiste en otra vida eras tú? "La idea de que un
bebé sufre una dolorosa enfermedad por algo que hizo otra persona, incluso
si el bebé es de alguna manera un renacimiento de esa persona, no puede
verse como satisfactorio. No puede decirse, como alguno ha hecho, que sea la
respuesta más aceptable al problema del mal. El bebé no es quien hizo los
hechos malvados, igual que yo no soy una cucaracha tras mi ejecución".
El cristianismo ofrece
esperanza
"El budismo no tenía esperanza para mí. Los cristianos sí tienen
esperanza. Así que quise ser capaz de llegar a ser cristiano. Volví a
examinar las cosas que había rechazado en mi juventud. Me di cuenta que
es racional creer en Dios, tan racional -hoy pienso que más
racional- que creer, con los budistas, que no hay Dios".
Examinó la clave de la propuesta cristiana: que Jesús había resucitado. "Me
asombró descubrir que la resurrección literal de Cristo de entre los
muertos tras su crucifixión es la explicación más racional de lo
sucedido. Eso hacía del cristianismo la opción más racional de las
religiones teístas, y como cristiano consideré que debía dar prioridad a la
Iglesia Católica. En mi libro analizo varios argumentos que me dieron para
no hacerme católico y explico cómo no consiguieron disuadirme".
"El cristianismo es la religión del valor infinito de cada persona.
Cada persona es una creación individual de Dios, y como tal Dios la ama y
valora infinitamente. En esto se basa toda la moral cristiana, desde el
valor de la familia al altruismo y el sacrificio de los santos. Por ser
infinitamente valiosos es por lo que Jesús murió por nosotros, para
salvarnos a cada uno. Y somos las personas que somos, con nuestras
historias, amigos y parientes.Nuestra fe es que en Dios nuestras
muertes tendrán significado para cada uno de nosotros, de formas
que exceden nuestra imaginación pero que incluso ahora ya excitan nuestra
esperanza y alimentan nuestras vidas".
Hoy Paul Williams es laico dominico y un gran admirador de Santo Tomás de
Aquino. Lamenta que a veces, en encuentros ecuménicos o análisis de religión
comparada, se haga el contraste entre los místicos cristianos de lenguaje
sencillo (como San Juan de la Cruz) con teóricos budistas muy elaborados,
con un discurso muy intelectualizado que hacen parecer al místico cristiano
una versión simple de una filosofía compleja. Williams considera que esos
autores budistas deben contrastarse más bien con autores
sistemáticos como Santo Tomás. Sigue siendo, en todos los
sentidos, profesor y especialista en budismo.