EL CULTO A DIOS
SIN JUSTICIA,
ES FALSO

La polémica anticultual de los profetas es radical y exigente, de una novedad irreductible. A los profetas les tiene muy sin cuidado «el culto en cuanto tal». Al Dios verdadero le sobra toda suerte de culto y adoración mientras exista la injusticia.

Primero la justicia, después el culto. Quien es capaz de resignarse a que la justicia no se realice nunca, es incapaz de tomar en serio a Dios y, por consiguiente, el culto.

La Polémica anticúltica de los profetas es «combate contra los exponentes de una concepción falsa de Dios ».

Dios es conoscible sólo mediante el prójimo, mediante el prójimo que debe ser amado.

Dios no es Dios cuando pretendemos llegar a El esquivando al prójimo. El no quiere culto sino justicia interhumana. Sin la interpelación de un prójimo que pide justicia, tenemos un Dios pensando, idealizado, no el Dios real. Dios, el invisible, el que es, es el que está contra la opresión y favor de los pobres. Dios nos resulta accesible cuando nos interpela en pro de la justicia.

 

JEREMÍAS

7, 1-11

Palabra del Señor que recibió Jeremías.

Ponte a la puerta del templo, y grita allí esta palabra: ¡Escucha Judá, la palabra del Señor, los que entráis por las puertas para adorar al Señor!

Así dice el Señor de los Ejércitos, Dios de Israel: Enmendad vuestra conducta y vuestras acciones, y habitaré con vosotros en este lugar. No os creáis seguros con palabras engañosas, repitiendo: «Es el Templo del Señor.

Si enmendáis vuestra conducta y vuestras acciones, si juzgáis rectamente entre un hombre y su prójimo, si no explotáis al forastero, al huérfano y a la viuda, si no derramáis sangre inocente en su lugar, si no seguís a dioses extranjeros para vuestro mal, entonces habitaré con vosotros en este lugar, en la tierra que di a vuestros padres, desde hace tiempo y para siempre.

Mirad: vosotros os fiáis de palabras engañosas que no sirven de nada. ¿De modo que robáis, matáis, adulteráis, juráis en falso, quemáis incienso a Baal, seguís a dioses extranjeros y desconocidos, y después entráis a presentaros ante mí en este templo, que lleva mi nombre; y os decís: Estamos salvos, para seguir cometiendo esas abominaciones?

¿Creéis que es una cueva de bandidos este templo que lleva mi nombre?

Atención, que yo lo he visto -oráculo del Señor-.

 

6, 19-21

He aquí que traigo desgracia a este pueblo como fruto de su apostasía, porque a mis razones no atendieron, y por lo que respecta a mi Ley, la desecharon.

¿A qué traerme incienso de Sabá y canela de país remoto? Ni vuestros holocaustos me son gratos, ni vuestros sacrificios me complacen.

OSEAS

5, 1-2-6
6, 6
8, 13

Escuchad esto, sacerdotes
Han ahondado la fosa de la perversión
Con su ganado menor y mayor irán en busca de Yahvé,
mas no lo encontrarán

Porque yo quiero amor, no sacrificio,
conocimiento de Dios, más que holocaustos...

Sacrificios aman: ¡que sacrifiquen!
y carne: ¡que la coman!
Yahvé no los acepta;
mas ahora recordará su iniquidad.

AMOS

5, 21-25

Detesto y rechazo vuestras festividades,
no quiero oler vuestras ofrendas.

Si me ofrecéis holocaustos y dones, no me agradarán,
no miraré vuestros sacrificios pacíficos
de terneros cebados.

Quítame de encima el ruido de tus cánticos,
que no oiga yo el cencerreo de tus harpas.

Fluya como agua el derecho
y la justicia como torrente inagotable.
¿Acaso me ofrecisteis sacrificios y ofrendas
en el desierto durante cuarenta años, casa de Israel?

 

ISAIAS

1, 10-20

¿Qué me importan vuestros muchos sacrificios?
Estoy harto de holocaustos de carneros y grasa de cebones;
la sangre de toros, corderos y chivos no me agrada.
¿Por qué entráis a visitarme?
¿Quién pide vuestra parte que piséis mis atrios?

Ya no me traigáis dones inútiles;
el incienso me resulta abominable;
novilunios, sábados, asambleas;
no soporto ayunos y festividades.

Vuestras solemnidades y festividades las detesto,
se me han vuelto una carga que ya no aguanto más.
Cuando extendéis las manos cierro los ojos,
aunque multipliquéis las plegarias no las escucho;
vuestras manos están llenas de sangre.

Lavaos, purificaos,
apartad de mi vista vuestras malas acciones,
cesad de hacer el mal,
aprended a hacer el bien:
buscad el derecho,
ayudad al oprimido (o atajad al opresor)
hacedle justicia al huérfano,
defended la causa de la viuda.