El acontecimiento vivido en Asís el pasado 24 de enero se había gestado ya en el corazón del anciano Papa en los días posteriores al horror del 11-S; en aquellos momentos, Juan Pablo II supo comunicar con su palabra y con sus gestos la profundidad del misterio que había golpeado a la humanidad, al señalar que "el corazón del hombre es un abismo del que brotan a veces planes de inaudita ferocidad", y proclamar que "la palabra de Cristo es la única que puede dar una respuesta a los interrogantes que se agitan en nuestro espíritu", y que, por ella, los creyentes sabemos que "el mal y la muerte no tienen la última palabra".


Un psicólogo: No conozco el corazón del malhechor. Tan sólo conozco el corazón del hombre honrado, y es terrible.