Autor: Dr. Ricardo Rozados y Cristina Berg |
 

Comprendiendo el pensamiento suicida

 

Solución permanente de un problema pasajero

 

“Todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás» (Jn 11,26): el don de la vida eterna”

El pensamiento ante la muerte es inherente a la especie humana como la vida misma, pues aparentemente somos los únicos que sabemos que vamos a morir. Sin embargo, en todos los tiempos, reflexiones suicidas azotan en las mentes de las personas día a día alrededor del mundo.

Introducción
El acontecimiento del suicidio está presente porque el ser humano piensa la muerte a diferencia de cualquier ser vivo, hasta se expresa a través de ella, ya sea en ornamento, en monumento, en las diversas artes, en la cultura en sí. En cuanto a los sentimientos, son diversos los que se sienten ante el más allá, pueden ser de miedo, que sería el más común, pero sin lugar a dudas el más extraño de todos los sentimientos y acontecimientos humanos es el de desear la muerte propia...
Cada suicidio (del latín sui auto + cidium, matar).rinde testimonio de una trágica ruptura con la vida. Sin tener en cuenta que la vida es un bien de Dios y un inapreciable regalo para nosotros.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada 40 segundos se produce un suicidio en algún lugar del planeta. Es decir, hay un millón de muertes anuales por esta causa, más que las víctimas que provocan todas las guerras. A esto deben sumarse entre 10 y 20 millones de intentos de suicidio al año. Por eso es considerado hoy un grave problema para la salud pública. Muchas investigaciones demuestran que esta fatídica decisión puede ser prevenida mediante programas de asistencia y contención. El suicidio es un problema mayor y representa el 1,5% de los gastos sanitarios totales en el mundo. Este porcentaje amenaza crecer más aún y elevarse al 2,5% de los gastos totales en salud si, como advierten los expertos, la cifra de suicidios aumenta hasta el millón y medio de eventos anuales para el año 2020. La OMS refiere que del l millón de personas que se suicida cada año, muchos podrían salvarse si los gobiernos y los médicos mejorasen sus esfuerzos por educar y tratar a los enfermos mentales y remover simplemente los instrumentos utilizados para el suicidio.

Los suicidios son fenómenos individuales, que responden esencialmente a causas sociales. Hay corrientes suicidógenas, que recorren la sociedad. Estas corrientes se originan no en el individuo, sino en la colectividad y son causa real o determinante de los suicidios. Si tales o cuales individuos se suicidan, ello responde probablemente al hecho de que estaban predispuestos por su constitución psicológica; las circunstancias sociales que crean las corrientes suicidógenas, y que determinan estas predisposiciones psicológicas. El ejemplo más notable o más elocuente es precisamente el de las corrientes sociales que impulsan a los hombres a la muerte, de modo que cada uno cree obedecer sólo su propio impulso, cuando no es más que el juguete de fuerzas colectivas. Para extraer las consecuencias prácticas del estudio del suicidio, conviene examinar el carácter normal o patológico de este fenómeno.

Señalar el suicidio como un acto de libertad es una grave equivocación que genera serias confusiones y propuestas pro-suicidas. Este peligroso criterio tiene sus orígenes en planteamientos de antiguos y modernos escritores claramente pro suicidas, como es el caso de Shopenhauer quien decía: "darse muerte a sí mismo es un acto de auto-liberación"). Otros pensadores y escritores como Séneca, Albert Camus, etc. hacían planteamientos similares.

Queremos aclarar nuestra firme convicción de que hacia al suicida jamás debemos tener una actitud de juzgar y en cambio sí brindarle mucha comprensión. Tampoco podría pensarse, ni de lejos, que a quien se quiere auto eliminar deban quitársele sus derechos. Pero es absolutamente equivocado considerar que quienes están en derredor de la persona que piensa en auto eliminarse, no deben actuar por un falso respeto y una definición de libertad muy lejana a la realidad. La libertad como todo derecho tiene límites y debe estar regida por la libertad como valor. El ser humano debe tener claro que no todo lo que ha recibido por el hecho de estar vivo, puede ser cambiado a su antojo. Decir que "quitarse la vida es un acto de libertad" es caer en el más burdo libertinaje y en el culto a la cultura de muerte.

La inclinación al suicidio se agrava debido a un debilitamiento de las creencias tradicionales y al estado de individualismo moral resultante de ello, este desaparece respondiendo a la instrucción a otras necesidades.

El hombre se caracteriza por estar sometido a un freno moral y no físico, es decir, responde a una limitación social. Recibe su "ley" de una sociedad que siente como superior a la suya. Es la conciencia social. En el único caso en que la sociedad deja de ejercer su función de "conciencia moral", es cuando se encuentra perturbada debido a transformaciones demasiado repentinas. En este momento es cuando se producen bruscos ascensos en el número de suicidios.

Desde el punto de vista religioso el suicidio es considerado como una mala acción, debido a que el ser humano no tiene derecho a quitarse la vida que Dios le ha dado, y está condenado por el Cristianismo, Judaísmo e Islamismo. Desde el punto de vista jurídico y de los derechos humanos hoy el suicidio, se considera por muchos como un derecho. Concepto que como católico disiento.
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Inestabilidad Emocional
La persona que intenta suicidarse en general trata de poner fin a un sufrimiento emocional intenso. Ve la muerte como única solución. Cuando la persona siente que necesita detener aquel sufrimiento que resulta intolerable y cuya causa parece no tener solución, se encuentra bajo semejante presión emocional que es incapaz de percibir alguna otra opción distinta a la muerte. Ni siquiera puede pensar en pedir ayuda. Las personas que se encuentran en esta desesperación no logran hacer un balance adecuado de las alternativas para la salida de su problema. Sin embargo, en situaciones de estabilidad emocional suelen funcionar adecuadamente. Si la persona que intenta suicidarse pudiera contemplar la dimensión temporal de su crisis, podría abandonar la idea del suicidio como solución permanente. Las ideaciones suicidas son, en la mayoría de los casos temporales y esto es algo que es necesario recordar cuando estas ideas invaden la mente. Los psicólogos destacan la importancia de hablar con alguien cercano acerca de los sentimientos que causan malestar. Es importante saber buscar ayuda. El estrés emocional y psíquico puede ser aliviado si se cuenta con la ayuda adecuada. Lo más importante, en estos casos es sentirse comprendido y contenido. Varios estudios han revelado que la mayoría de los suicidas son personas que se sienten profundamente aisladas, (no sólo físicamente, sino emocionalmente).

El acto suicida tiene su "lógica" (enferma, desde ya) para el individuo y se convierte en la "única salida” También, cuando la idea de culpa es agobiante, la expiación necesaria se traduce en suicidio. Particular mención merece el llamado "suicidio altruista". El deprimido, convencido de un trágico futuro, irremediable, mata a su familia para ahorrarles sufrimiento y se mata luego él.

En el suicidio se daña irreparablemente en lo más fundamental a la dignidad del hombre. Cuando la persona lo comete, ésta anula su derecho a la vida al mismo tiempo todos sus demás derechos y destruye su dignidad humana. Por ello la elección por el suicidio nunca podrá considerarse como algo sano o natural.regresar



Manifestaciones del Suicidio
Según Durkheim el problema es tener una actitud extremista en los deseos (anómico), también de una dependencia exagerada por la sociedad (altruista), por otro lado, estar totalmente desintegrado de la sociedad (egoísta).

·  Egoísta: Los hombres o las mujeres tienden más a quitarse la vida cuando piensan esencialmente en sí mismos, cuando no están integrados en un grupo social, cuando la autoridad del grupo y la fuerza de las obligaciones impuestas por un medio estrecho y fuerte no reduce los deseos que los animan a la medida compatible con el destino humano. Es propio de aquella persona que permanece sola y no quiere saber nada de la sociedad; está en la soledad, más no le agrada, pero sigue solo (o sola), en otras palabras, le afecta y le duele estar solo, mas no cambia su situación, por tal razón desea morir. En la actualidad, como ejemplo están las resientes sociedades de Internet, del chateo, que alejan del acercamiento del cara a cara, sin que individualmente se prevengan los estragos de la soledad. El suicidio egoísta se manifestará por un estado de apatía y de ausencia de apego a la vida.

 

·  Altruista: El individuo se da muerte de acuerdo con imperativos sociales, y ni siquiera piensa en reivindicar su derecho a la vida. Del mismo modo, el comandante que no quiere sobrevivir a la pérdida de su embarcación es suicida por altruismo. Se sacrifica a un imperativo social interiorizado, y obedece las órdenes del grupo hasta el extremo de ahogar en sí mismo el instinto de conservación. Es común verlo en sectas religiosas, que culminan el acto sólo por pertenecer y dar a su sociedad lo que les pide, incluso pueden acabar con sus vidas masivamente, por lo tanto también son tipos perfectamente socializados. En los medios noticiosos se puede ver a manera de ejemplo que son personas apegadas religiosamente a sociedades extremistas, como son los “hombres bomba”, los que se prenden fuego hasta quedar en cenizas como protesta social, así, también, son aquellos que en sus cultos sagrados les piden morir por altruismo y en bien de su colectividad. Entonces, para que una persona desee la muerte no necesita estar solo, por lo tanto socialización también interviene como factor para desear la muerte. El suicidio altruista se caracteriza por la energía y la pasión que emergen del acto.

 

·  Anómico: Es el más característico de la sociedad moderna, afecta a los individuos a causa de las condiciones de existencia que caracterizan a las sociedades modernas. En éstas sociedades, la existencia social ya no esta regulada por la costumbre; los individuos compiten permanentemente unos con otros, esperan mucho de la existencia y les piden mucho, y por lo tanto están acechados perpetuamente por el sufrimiento que se origina en la desproporción entre sus aspiraciones y satisfacciones. Esta atmósfera de inquietud es propicia para el desarrollo de la corriente suicidógena. Emilio Durkheim acuña el término”anomia” en su libro "El suicidio”, originado en sus estudios sobre la depresión brusca que, en 1948 padecieron todos los estados europeos y que aparentemente precedió a una ola de suicidios, que se dio a continuación.

 

Para Durkheim, la "anomía" es una falta de normas, es un factor regular y específico en la producción de suicidios, y a la vez, la anomia estaría engendrada por aspectos económicos, el estado marital y el divorcio. Otros lo centraron en lo que se denomina "Conductas divergentes o desviadas", con relación a la normalidad o a las respuestas más comunes de los individuos. Abarcarían no solo el suicidio, sino una amplia gama de delitos y perversiones".


Mc Yver le da una connotación psicológica y "sería el estado de ánimo del individuo, cuyas raíces morales se han roto, que ya no tiene normas sino impulsos desconectados, sin ningún deseo de continuidad de grupo, ni de obligación. El individuo anómico, se ha hecho espiritualmente estéril, solo responsable ante sí mismo. No le interesan los valores de otros individuos.


Su única fe es la negación. Vive en la frontera de ningún pasado y ningún futuro".
Mc Yver define la anomia "como un estado de ánimo, en el que está roto o mortalmente debilitado el sentido de cohesión social, que es uno de los principales resortes de la moral del individuo"..


¿Cuáles serían los indicadores de anomia en un grupo o sociedad?

El incidente del suicidio no deja de ser desconcertante, este problema trae consigo muchas preguntas; la principal inquietud es encontrar la razón que originó ese deseo de muerte. ¿Por qué alguien puede desear la muerte?

1) La percepción de que los líderes de la comunidad son indiferentes a las necesidades de la población. El trabajo, en general, protege contra el suicidio; aunque si el estatus social es alto o hay pérdida de él, el riesgo aumenta. Existen evidencias de una correlación positiva entre las tasas de suicidio y el desempleo, aunque la naturaleza de la asociación es incierta dado que la depresión mental se puede asociar a ambas condiciones.

Se deberán establecer nuevas políticas de salud mental junto a nuevos cuadros referenciales de la sociedad alentando el trabajo considerado como manifestación creadora y liberadora y causa de mayor transformación psicológica que el hombre ha experimentado desde el final de medioevo e inicio de la revolución industrial.

2) La sensación de que no se puede lograr nada, en una sociedad imprevisible y carente de orden. El suicidio tiene un trasfondo social e individual (colectivo y personal) que va más allá del simple deseo de morir. Hoy en día las tecnologías, los medios masivos de comunicación, incluso los de telecomunicación han cambiado la vida humana, las relaciones comunicativas del ser humano en su trato con los otros son distintas, por lo tanto, el contexto y las condiciones suicidas ya no son como en otros tiempos; cuestión que se debe de tomar en cuenta para los nuevos estudios sobre el tema.

3) La idea de que los objetivos que se han fijado, se alejan en lugar de realizarse. Sensación de futilidad, de que todo esfuerzo es vano. Al Considerar que la desesperanza y la desesperación serían las causales esenciales para llegar al suicidio, tendrían ambas una explicación social en este inicio de milenio. Por ello, las respuestas habría que encontrarlas en dos variables: la exclusión laboral y la situación de indefensión a la que llegan los que se jubilan ante un deficiente sistema previsional. El primero, que genera situaciones emocionales de angustia y trastorno del estado de ánimo, especialmente en esta cultura donde los éxitos son signos de gloria y los fracasos, de humillación y condena, y el segundo, donde se debe afrontar exiguas remuneraciones y una marcada inequidad en el sistema de cobertura de salud.

4) Percepción de que no se cuenta con nadie y con ningún tipo de apoyo. Las políticas económicas que nos impulsan a ser exitosos, a tener cada vez más, hacen que nos olvidemos del ser y que pongamos el valor de nuestra juventud no en el ser más, que se logra con el amor de una familia bien constituida, con amistades sólidas. Pensemos las ideas que nos venden los medios de comunicación, las políticas de género y la legislación, que pretenden que el divorcio sea una opción más para destruir a la Institución familiar, único lugar donde puede y debe conformarse el yo sólido de un ser humano, donde recibe y se nutre de recursos reales para crecer física y emocionalmente para vivir de verdad.




¿Podemos considerar normal cierta tasa de suicidio?

Para Durkheim el delito es un suceso socialmente normal; lo cual no quiere decir que los criminales a menudo no sean psíquicamente anormales, y que el delito no merezca ser castigado o condenado; pero en toda sociedad se comete cierto número de delitos, y por consiguiente, si consideramos lo que ocurre regularmente el delito no es un fenómeno patológico.

 

Durkheim cree que el aumento de la tasa de suicidios en la sociedad moderna, es un fenómeno patológico, o aún que la tasa actual de suicidios revela ciertos rasgos patológicos de la sociedad moderna. Como se sabe la sociedad moderna se caracteriza por la diferenciación social, la solidaridad orgánica, la densidad de la población, la intensidad de las comunicaciones y de la lucha por la vida; Durkheim indica que las sociedades modernas presentan ciertos síntomas patológicos, ante todo la integración insuficiente del individuo en la colectividad. Por lo tanto, es muy posible, y aún inverosímil, que el aumento de los suicidios se origine en un estado patológico que va de la mano ahora con la marcha de la civilización, pero sin ser su condición necesaria.



¿Que cosa son ciertas sobre el suicidio?

Las personas que se suicidan a menudo dan un indicio o una advertencia de sus intenciones. No es cierto que si habla del suicidio, esto no sucederá. Asimismo, estas personas tienen un sentimiento ambivalente con respecto a la muerte, no siempre la desean como única salida.


Alcohol y suicidio van de la mano muchas veces pues a menudo la persona que lo intenta está bajo su influencia.
 

Un intento de suicidio no quiere decir que siempre habrá pensamiento suicida. A menudo sucede durante un período altamente estresante. Si el resto del tiempo está bien administrado, la persona puede superar esto.
 

Existe la creencia de que si se le pregunta a la persona si desea suicidarse, esto conduciría a un intento. Contrariamente, preguntarle esto aliviaría la ansiedad alrededor del sentimiento y actuará como un impedimento al comportamiento suicida.
El suicidio ocurre en todas las clases sociales. En esto no hay distinción.
Tampoco es cierto que el comportamiento autodestructivo sólo sea para llamar la atención. Quienes tienen este tipo de comportamiento deberían recibir ayuda y atención profesional
 

Mejorar después de una crisis suicida no quiere decir que el riesgo acabó. Este puede reaparecer debido a las responsabilidades o sucesos de su vida. Puede llevar meses sentirse mejor y estable.
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Preguntando sobre ideas de suicidio

La conducta suicida está determinada por factores múltiples de tipo biológico, psicológico y sociocultural. Por lo menos, la mitad de los pacientes que cometen suicidio han tenido un contacto previo con un profesional de salud. También se sabe que de cada seis médicos que atienden a un paciente suicida, sólo uno indaga sobre este tipo de riesgo. Frecuentemente, los médicos señalan que tienen el temor de sugerirle al paciente la idea de suicidio al preguntarles a ellos sobre dicho tema. En sí, el paciente suicida desea confiar en alguien su tribulación, y suele experimentar alivio si lo puede hacer con su médico. Esta presión hace que la visión del mundo circundante se estreche hasta tal punto que llegamos a distorsionar la realidad. Nos fijamos únicamente en los aspectos negativos de la vida, y los positivos los pasamos de largo como si no tuvieran importancia alguna o, sencillamente, no existieran. Rechazamos por estúpidas todas las opciones que se nos ofrecen para resolver nuestro problema, hasta que parece que no hay solución posible.
Es como si estuvieran atrapados en una oscura caverna sin salida, o quizás en un túnel que empieza en un dolor constante y llega hasta los mismísimos infiernos, sin posibles salidas ni hacia el cielo ni hacia la felicidad.
Se ha comprobado que el hecho de saberse acompañado en el momento crítico y poder desahogarse, reduce el sentimiento de aislamiento. Por otra parte, permite que la persona recupere un sentimiento de eficacia: el hecho de realizar un llamado desesperado implica poner en movimiento las capacidades de autoprotección y es un primer indicio esperanzador; el dominio sobre sí mismo se empieza a recuperar. Así quien pide ayuda comienza a recordar que en un pasado se ha sentido mejor o distinto de cómo se siente en este momento. El hecho de posponer el acto suicida es el comienzo de la recuperación. La ayuda disponible facilitará el camino.


¿Sólo las personas con alguna psicopatología tienen ideas suicidas?
La mayor parte de los que tienen ideas suicidas están, además, deprimidos. Los dos principales motivos por los que una persona se deprime son, en primer lugar, la pérdida del control sobre su situación vital y sus emociones y, en segundo lugar, la pérdida de toda visión positiva del futuro (desesperación). Ante la depresión y las ideas suicidas que de ella derivan sólo puede resultar eficaz una terapia que nos ayude a recuperar el control y la esperanza.

El cuadro de “desesperanza”, debe alertar al médico tratante (ya que la planificación del suicidio es deliberada) porque le está indicando un importante factor de riesgo. Además, cuando se acompaña con melancolía profunda advertirá alteraciones cuantificables del bio ritmo, disfunción límbica y encefálica”.De las formas de depresión, la paranoide, es, “la que tiene mayor tendencia al suicidio”. Esto sería así porque la angustia, las ideas de referencia, el sentimiento de inferioridad, la agresividad manifiesta y el sentimiento de culpa, jugarían un rol determinante.

Normalmente, la gente enfrenta hechos estresantes, pero a veces la acumulación de los mismos puede quebrar sus estrategias de afrontamiento y provocar pensamientos suicidas.

Poldinger dice que luego de una profunda observación del suicida se descubrió:

- El 80% de los individuos que culminaron en suicidio, ya lo habían anunciado.
- El 50% de los suicidas había consultado al médico el mes anterior.
- El 25% de los suicidas había hecho la consulta una semana antes.
Es común que el 53% de los suicidios se produzca durante el fin de semana, en el 28% de las situaciones, durante el otoño, en el 68% de los casos, en personas viudas o separadas y en la mayoría de las ocasiones -el 74%- el lugar elegido fue el propio hogar de quien habría de quitarse

El riesgo es mayor en las depresiones neuróticas que en las psicóticas En aquellos cuadros depresivos asociados a una manifiesta histeria, en pleno período de estado, hay anuncios más o menos melodramáticos e intentos suicidas El hecho suele producirse, ante un auditorio. Por lo general, no es serio, es decir, el recurso no es idóneo para lograr la muerte. No se arroja al vacío, ni se dispara un tiro, ni piensa en tirarse a las vías. Se elige el corte en el antebrazo (cortarse las venas), tomar fármacos comunes, etc. El objeto es llamar la atención, con alto contenido histriónico, y consecutivo a situaciones conflictivas explosivas. Es un intento "utilitario" en el sentido de conseguir algún objetivo en el entorno.

En cambio los intentos suicidas del deprimido severo, son "serios, de verdad". Suele planearse, generalmente en cierto secreto y el cuidado que pone en su ejecución hace que casi siempre culmine en muerte. Hemos dicho que, en su comienzo, el sujeto suele manifestar a quienes le rodean que "es mejor terminar con todo, así no se puede vivir, esto no tiene arreglo, es mejor desaparecer". Es decir explicita su idea autodestructiva.
Pero hasta aquí hay ambivalencia: se piensa en el suicidio, pero se resiste a la idea.
Sin embargo, el riesgo aumenta, cuando el individuo parece tranquilizarse. Como antes dijimos, cesa la ambivalencia, desaparece la disyuntiva y la lucha interior; generalmente la resolución ha sido tomada y ahora se elabora la ejecución del acto.

Podemos expresar que la resolución suicida es, esencialmente un elemento de la esfera afectiva (en este caso con depresión). Por lo tanto, el nivel cultural del sujeto, las apelaciones a su alta capacidad de razonamiento, no tienen sentido. Tampoco debe confiarse, en absoluto, en que la psicoterapia, en esa situación, pueda brindar resultados y en todo caso, implica un riesgo tan alto que no puede ser asumido. La idea suicida no es un razonamiento, sino un sentimiento.
Por ello el deprimido grave con alta tendencia suicida debe ser internado con la misma urgencia de un abdomen agudo, en estos casos, hay una grave responsabilidad médica si no se cumpliera con la vida.


Características del suicidio

El suicidio, para ser calificado como tal, exige dos requisitos, a saber:
1) que la muerte sea voluntariamente querida "in se", y
2) que se tenga el propósito de quitársela uno mismo, directamente, por acción u omisión. Si falta uno de estos dos requisitos, no estamos en presencia de un suicida. Y no lo estamos porque si falta la voluntad de suicidarse, como ocurre en el caso de enajenación mental, el acto no es libre, sino mecánico, y mal puede calificarse de suicida al que no sabe y, por tanto, no quiere lo que hace. En el segundo supuesto, cuando no hay voluntad directa de quitarse la vida por acción u omisión, pero de la misma se sigue como consecuencia inevitable o probable de una conducta determinada, estaremos en presencia del "sacrificium vitae" o del "vita ponere periculo gravi".


Clínica del Suicidio

El comportamiento de la actividad suicida, comprende la autodestrucción total (muerte), la autodestrucción (no muerte), la mutilación y otras acciones dolorosas y no dolorosas, las amenazas, indicaciones verbales de las intenciones de destruirse, depresión e infidelidad y pensamientos de separación, partida, ausencia, consuelo y alivio.
Clínicamente una vez que se han roto las defensas psicológicas, es mayor la posibilidad de que la persona se deje vencer por la tensión emocional cuando esta aparece. El comportamiento es más grave debido a sentimientos de culpa o porque es necesario poder comunicar algo con impacto equivalente.
Normalmente una persona suicida se descubre a si misma comunicando su tendencia a través del comportamiento, o verbalmente antes de que se produzca un acto específico.
El suicida típico presenta un deseo de morir y vivir a la vez; desesperación, impotencia e imposibilidad de hacer frente a los problemas, agotamiento físico o psicológico, ansiedad, tensión, depresión, rabia, culpa, caos y desorganización, estados de ánimo cambiantes, reducción de la esfera cognitiva, pérdida del interés por actividades normales, malestar físico, etc.
En los sentimientos de culpabilidad existe una imagen negativa de si mismo, actitudes y expectativas negativas frente al medio ambiente, al futuro y así mismo, desamparo y desesperanza. Existe también una pasividad, una falta de iniciativa o pérdida de interés de objetos y planes de acción. Hay una paralización de la voluntad. En el comportamiento suicida, se observa una pérdida de la libido, trastornos de sueño, pérdida del apetito y molestias psicosomáticas. Se desconocen cuáles son los síntomas fundamentales. Esta determinación depende en cada caso de la teoría y de las experiencias correspondientes de los investigados y prácticos clínicos, pero al parecer son básicos el abatimiento y la incapacidad de alegrarse o de anticipar alegría.




Potencialidad suicida del paciente y su gravedad creciente

1. Antecedentes familiares de suicidio.
2. Intentos anteriores.
3. Insomnio.
4. Ideas de reproche de corte deliroide.
5. "Amputación" de futuro.
6. Soledad - aislamiento.
7. Imposibilidad real de reponer el objeto perdido: muerte de un familiar, jubilación, desastre económico.
8. Enfermedades orgánicas que el paciente vive como terminales (verdaderas o no): cáncer, secuelas de accidentes vasculares cerebrales, percepción de la declinación general del organismo (rechazo a la vejez).
9."mientras más silenciosos, más peligrosos".




¿Cuáles son los principales factores de riesgo personal y demográfico para el suicidio?

Adolescentes tratando de entender el divorcio de sus padres, un adulto que repentinamente queda desempleado, un adulto en edad de jubilarse que se ve forzado a retirarse antes de lo deseado, cambios indeseados o cosas por el estilo dejan a las personas sintiéndose que sus vidas giran sin control; como que van cabalgando sobre un caballo desbocado a través de un campo. Siendo un jinete inexperto, uno trataría de zafarse por el miedo que se siente, dando como resultado una lesión grave. La vida se nos presenta algunas veces de esa forma como si estuviéramos cabalgando un caballo sin control y el jinete trata de zafarse por la vía del suicidio.

Trastornos psiquiátricos:
En más del 90 % de los casos de suicidio existe enfermedad psiquiátrica concomitante. Por orden de frecuencia tenemos:

Trastornos del estado anímico:
Cuando estamos deprimidos tenemos la tendencia de enfocar las cosas bajo un punto de vista muy estrecho. Con el paso de una semana o un mes, las cosas podrían cambiar completamente de aspecto. El riesgo de por vida es de un 15-20 %, siendo mayor en la depresión mayor y los cuadros de psicosis maniaco-depresiva (alternancia de periodos de depresión con otros de gran vitalidad, hiperactividad psíquica y motora, y ánimo exaltado). Es menos frecuente en la primera etapa de quejas afectivas.

Abuso de sustancias psicoactivas:
Se denominan así porque producen engañosamente una sensación psíquica muy agradable. Concretamente en el alcoholismo, el segundo diagnóstico psiquiátrico más frecuente, la tasa de suicidios es del 15 %. La incidencia es algo menor en otras toxicomanías (10 %), como el consumo de opiáceos y cocaína.
Esquizofrenia: Enfermedad mental caracterizada por una alteración profunda del pensamiento, la afectividad y una percepción desorganizada y alterada de la realidad. Existe un riesgo de un 15 %. Se asocia a la actividad alucinatoria (oyen voces que no son reales y que les impulsan al suicidio) y a la depresión Se da más en jóvenes, en los primeros cuatro años de evolución de la enfermedad y asociado a las repetidas agudizaciones de la misma.
Trastornos de la personalidad: Como la personalidad borderline, que se caracteriza por disminución del coeficiente intelectual, depresión y abuso de drogas o alcohol.
Síndromes mentales orgánicos (10 % del número total): Donde se incluyen la demencia y la enfermedad de Parkinson, fundamentalmente.



Historia de intentos y amenazas:

Entre el 25 y el 50 % de los actos consumados tienen historia conocida de intentos previos. Existe una tendencia a repetir los mismos gestos suicidas.

Edad:
Son grupos de alto riesgo los adolescentes y ancianos.

Sexo:
En el varón la frecuencia aumenta con la edad, con una incidencia máxima a los 75 años. Consuman el suicidio 2-3 veces más que las mujeres.
En las mujeres la edad de mayor incidencia está entre los 55 y 65 años. Intentan suicidarse 2-3 veces más que los hombres.

Factores sociales:

Estado civil: Solteros, viudos, separados y divorciados
Soledad: Vivir solo, pérdida o fracaso de una relación amorosa en el último año.
Lugar de residencia: Más en el medio urbano
Pérdida del rol o status social, marginalidad reciente
Desempleo o trabajo no cualificado
Problemática social, familiar o laboral grave
Ateos

Factores sanitarios:

Aproximadamente en el 50 % de los intentos se aprecia enfermedad física, destacando el dolor crónico, las enfermedades crónicas o terminales (cáncer, SIDA: 4% del total), y las intervenciones quirúrgicas o diagnóstico reciente de lesiones invalidantes y deformantes.

Un trauma Previo

Algunas personas que se suicidan tienen un profundo trauma del pasado en forma de incesto, violación o abuso sexual, que les provoca un sentimiento de estar desvalidos. También es común entre individuos que han sido abusados sexualmente de pequeños, que se culpen a ellos mismos, (sintiendo una gran culpa) como que no son dignos y que merecen ser castigados porque en su fantasía ronda la idea de que ellos pudieron ser los que “incitaron” dichos actos. De ahí surgiría la culpa y necesidad de auto castigo.


Preguntas que se realizan al paciente con ideación suicida

Comenzar por las fantasías que el paciente puede formular en relación al suicidio, para llegar a interrogantes más concretos.
El paciente se alivia al ser preguntado al poder expresar sus sentimientos íntimos:

·  En algunas ocasiones, ¿piensa que la vida así, carece de sentido?

·  Algunas veces, pensó que la vida no vale la pena ser vivida, que sería mejor no vivir?

·  Realmente, ¿ha deseado desaparecer, para evitar el sufrimiento?

·  ¿Se animaría quizás a atentar contra su vida, es decir, no esperar a la muerte, sino buscarla?

·  ¿Ha elaborado, realmente, algún medio de hacerlo?

·  ¿Le parece que su situación, que Ud. Ve sin salida, justifica el suicidio?

·  ¿Se siente ya con su resolución tomada y sólo la dilata por algún motivo?

·  ¿No cree que hay frenos para esto, como su religión, el abandono de sus seres queridos, el dolor que les causará?

·  ¿Cómo se ha sentido con los tratamientos que le hicieron? ¿Le parece que está un poco mejor que antes o que no hay tratamiento capaz de mejorarlo?

Lo que antecede es sólo un lineamiento. Las preguntas cambiarán según el caso concreto.
Recordemos, según dijimos, que el suicida potencial, que se tranquiliza, aumenta su riesgo.
Recordemos, por fin, como en general, en todas las formas de la depresión, la inútil y aún peligrosa de las invocaciones a "que debe tener voluntad", primero el enfermo, no la puede tener porque está enfermo, entre otras cosas, por falta de voluntad. Y, en el caso del suicida potencial se lo pone frente a la sensación de fracaso e impotencia, que, justamente, le hace pensar que él es quien debe solucionar su problema y que, al no poder hacerlo, todo está perdido. Por fin, hablemos del entorno del suicida potencial, de su familia, básicamente, de fundamental importancia en el tema.



El suicidio entre personas de la tercera edad

 

·  Las tasas de suicidio aumentan con la edad y alcanzan sus niveles más altos entre los estadounidenses a partir de los 65 años de edad. Por primera vez desde la década de 1940, la tasa de suicidio aumentó en la década de 1980 entre residentes de la tercera edad en lugar de disminuir.

·  En 2000, los hombres representaron el 84% de los suicidios ocurridos entre personas de 65 años de edad o mayores (2002)

·  En el período 1980-1998, se registraron los mayores aumentos relativos de las tasas de suicidio entre personas de 80-84 años de edad. La tasa correspondiente a los hombres en este grupo de edades aumentó en un 17% (de 43.5 por 100,000 a 52.0).

·  Las armas de fuego fueron el método más común de suicidio entre hombres y mujeres a partir de los 65 años de edad en 2000, con una tasa de 79.5% entre los hombres y de 37% entre las mujeres en ese grupo de edades.

·  Las tasas de suicidio entre las personas de la tercera edad alcanzan el nivel más alto entre los divorciados y los viudos. En 1992, la tasa correspondiente a los hombres divorciados o viudos en este grupo de edades fue 2.7 veces la tasa correspondiente a los hombres casados, 1.4 veces la de los hombres que nunca se casaron, y más de 17 veces la tasa correspondiente a las mujeres casadas. La tasa correspondiente a las mujeres divorciadas o viudas fue 1.8 veces la de las mujeres casadas y 1.4 veces la de las mujeres que nunca se casaron.

·  Los factores de riesgo de suicidio entre las personas mayores son diferentes de los factores de riesgo entre los jóvenes. Entre las personas de más edad se registra una mayor prevalencia de la depresión, un mayor uso de métodos altamente letales y el aislamiento social. Además, llegan al suicidio con menos intentos, la proporción hombre-mujer es más alta que en otros grupos, a menudo se han visto con un proveedor de atención médica antes del suicidio y padecen de más enfermedades físicas.

·  Los factores de riesgo que deberían llamar la atención a los médicos que tratan a los mayores son "que vivan solos, que estén deprimidos, inactivos, aburridos, que sufran una enfermedad física de largo tratamiento, los antecedentes familiares suicidas, que tenga actitud hostil hacia la sociedad, precariedad económica o pérdida de seres queridos. La situación de "ping-pong entre los familiares" y el ingreso en un hogar para ancianos son también factores de riesgo.



Alarmante incremento en suicidios de adolescentes

Si la etapa juvenil fuera todo lo dulce que nos cuentan los poetas, la cifra estadística de suicidios sería cero en esa edad y no incrementaría a pasos agigantados como está pasando ahora.

El suicidio es la reacción de algunas personas ante problemas que les parecen insalvables. Ejemplos hay muchos, como el aislamiento social, la muerte de un ser querido, un hogar desecho en la niñez, una enfermedad física grave, la vejez, el desempleo, desilusiones amorosas, etc., sin embargo, estas personas no se dan cuenta que todo tiene solución menos la muerte.

Los adolescentes y jóvenes experimentan fuertes sentimientos de estrés, confusión, dudas sobre sí mismos, presión para lograr el éxito, inquietudes financieras y otros miedos que van creciendo. Para algunos, el divorcio, la formación de nuevas familias con padrastros y hermanastros, las mudanzas a otras comunidades, pueden perturbarlos e intensificarles las dudas acerca de sí mismos; en donde en algunos casos el suicidio aparenta ser una “solución” a todos los problemas.

En el 2002, solamente en Alemania se suicidaron 8 mil hombres y 3 mil mujeres. Según los datos aportados por el Programa de Prevención de Suicidios alemán, en el 2002 el 37% de los hombres que se suicidaron tenían más de 60 años. Pero también se registra un alarmante incremento de jóvenes que deciden quitarse la vida. El 16% de los suicidios registrados en Alemania se comete por jóvenes de entre 15 y 24 años, por lo que el suicidio es la segunda causa de muerte entre los adolescentes.
El suicidio entre los adolescentes ha tenido un aumento dramático recientemente. Cada año se suicidan miles de adolescentes. El suicidio es la tercera causa de muerte más frecuente para los jóvenes de entre 15 y 24 años de edad, y la sexta causa de muerte para los de entre 5 y 14 años.
Entre los individuos de 15 a 19 años de edad, los suicidios con armas de fuego representaron más del 60% del aumento de la tasa general de suicidios entre 1980 y 1997.
La depresión y las tendencias suicidas son desórdenes mentales que se pueden tratar. Hay que reconocer y diagnosticar la presencia de esas condiciones tanto en niños como en adolescentes y se debe desarrollar un plan de tratamiento. Cuando hay duda en los padres de que el niño o el joven puedan tener un problema serio, un examen psiquiátrico puede ser de gran ayuda.
Los adolescentes se caracterizan por su impulsividad, actúan sin pensar en las consecuencias de sus actos. En consecuencia, sin mayor aviso pueden verse envueltos en una reacción suicida por un pensamiento o sentimiento que se les ocurrió.

Algunos de los ritmos de hoy como speed metal, thrash, rap, black metal y otras formas de música rock, están cargados con mensajes suicidas, en sus canciones enseñan que la vida no tiene sentido, que las drogas son buenas y que Dios no existe y que el suicidio es bueno.
Juegos relacionados con el ocultismo, en especial el de "Dungeons and Dragons" crean fantasías suicidas que impulsan a la autodestrucción y convierten al suicidio en algo noble y bueno. Estos juegos atraen tanto la atención de los participantes que se ven fuertemente influenciados a creer en la filosofía enseñada.
¿Qué estamos haciendo con la juventud? ¿Qué estamos logrando con un ritmo de vida tan egoísta en el que no da tiempo de atender al ser humano en su yo más profundo?
Muchos de los síntomas de las tendencias suicidas son similares a los de la depresión.



Los padres deben de estar conscientes de las siguientes señales que pueden indicar que el adolescente está contemplando el suicidio:

·  cambios en los hábitos de dormir y de comer,

·  retraimiento de sus amigos, de su familia o de sus actividades habituales,

·  pérdida de interés en sus pasatiempos y otras distracciones,

·  actuaciones violentas, comportamiento rebelde o el escaparse de la casa,

·  uso de drogas o de bebidas alcohólicas,

·  abandono poco usual en su apariencia personal,

·  cambios pronunciados en su personalidad,

·  aburrimiento persistente, dificultad para concentrarse, o deterioro en la calidad de su trabajo escolar,

·  quejas frecuentes de síntomas físicos, tales como: los dolores de cabeza, de estómago y fatiga, que están por lo general asociados con el estado emocional del joven,

·  poca tolerancia de los elogios o los premios.
El adolescente que está contemplando el suicidio también puede:

·  quejarse de ser una persona mala o de sentirse "abominable",

·  lanzar indirectas como: "no les seguiré siendo un problema", "nada me importa", "para qué molestarse" o "no te veré otra vez",

·  poner en orden sus asuntos; por ejemplo, regalar sus posesiones favoritas, limpiar su cuarto, botar papeles o cosas importantes, etc.,

·  ponerse muy contento después de un período de depresión, y

·  tener síntomas de psicosis (alucinaciones o pensamientos extraños).

Si el niño o adolescente dice, "yo me quiero matar" o "yo me voy a suicidar", tómelo muy en serio y llévelo a un psiquiatra de niños y adolescentes o a otro médico para que evalúe la situación. La gente se siente incómoda y no le gusta hablar sobre la muerte. Sin embargo, puede ser muy útil el preguntarle al joven si está deprimido o pensando en el suicidio. Esto no ha de "ponerle ideas en la cabeza"; por el contrario, esto le indicará que hay alguien que se preocupa por él y que le da la oportunidad de hablar acerca de sus problemas.
Si una o más de estas señales ocurren, los padres necesitan hablar con su niño acerca de su preocupación y deben de buscar ayuda profesional. Con el apoyo moral de la familia y con tratamiento profesional, los niños y adolescentes con tendencias suicidas se pueden recuperar y regresar a un camino más saludable de desarrollo.



Convencer a la familia del riesgo suicida

Es lo primero que hay que hacer pues, frecuentemente, no es percibido en su real importancia.
Inclusive, a veces, la familia reacciona con frases como "El suicidarse, no, él no haría eso... No, son palabras, lo que pasa es que está un poco triste, nada más... Ya lo dijo otras veces y nunca hizo nada... No, no tendría valor... No lo creo, es muy religioso y quiere mucho a su familia... etc.".
Y, después, las consabidas invocaciones a su voluntad, "le decimos que ponga voluntad, que se ayude, que debe pensar en otra cosa, que salga, que se distraiga..." "yo le digo que no puede estar así..." Esto, revela, por parte de los allegados, una resistencia inconsciente a aceptar la idea de suicidio.
Y también, a veces, en aceptar alguna responsabilidad propia frente al tema. En ocasiones, algún familiar, o la familia toda, hace su oculto y sutil mensaje incitante al suicidio: la desvalorización, la crítica despiadada, las quejas en cuanto a que "así no se puede vivir .Debe prestarse muy especial atención a los antecedentes de antiguos suicidios en la familia.

Siempre hay, en la familia, un personaje omnipotente que insiste en "déjenmelo a mí, yo sé cómo tratarlo". Hipervaloran el vínculo, que mientras más cercano debe ser más efectivo, o la actitud alegre y euforizante de alguien que cree que contagiará al enfermo de ese estado de ánimo.
Todas estas son fantasías, basadas por fin en una sobre valoración de las posibilidades personales de los integrantes del entorno. En algún caso, se inicia una especie de competencia, para ver quién anima más al enfermo, empresa en general, condenada al fracaso.
Al conversar con la familia (lo cual es ineludible, ya que el enfermo no es una entelequia aislada) se tratará, de detectar a la, o a las personas más responsables y confiables para el apoyo del enfermo.



Del otro lado del escritorio

Es interesante hacer una observación inversa de la habitual, estudiando cómo repercuten los hechos más negativos de la clínica, en los psiquiatras. La muerte por suicidio de un paciente es probablemente uno de los hechos más indeseables en práctica de un Médico Psiquiatra. ¿El potencial estresante del suicidio, será muy diferente de otros eventos muy negativos e indeseables que le pueden pasar a los pacientes de otros especialistas? Como por ejemplo, un cirujano o anestesista cuando pasa por la muerte de un paciente durante un acto quirúrgico.

El suicidio de los pacientes tiene un efecto sustancial en la vida emocional y profesional de los psiquiatras. El apoyo de los colegas es útil y las supervisiones profesionales proveen una oportunidad para aprender y mejorar el manejo del suicidio y sus consecuencias. Los psiquiatras tienen que sostener un difícil balance en sus actitudes hacia el suicidio. Si la muerte es aceptada simplemente como una condición lamentable, pero inevitable, del fin que se tiene, como si expresamente fuese querida y buscada por si misma, lo cierto es que en uno u otro caso el sujeto renuncia a la existencia, y las diferentes maneras de renunciar no pueden ser sino variedades dentro de una misma clase En todas las sociedades y en la mayoría de las culturas, la muerte por suicidio resulta particularmente deplorable e inútil, pues causa un impacto psico social de gran intensidad en la pareja, la familia y en el profesional que atiende el caso. El médico, a pesar de su formación profesional y competencia, no es inmune al estrés que ocurre cuando, habiendo sido consultado por el paciente en días previos al acto suicida, no pudo reconocer el riesgo del mismo. El paciente suicida suele solicitar ayuda médica durante el último periodo de su conducta autodestructiva. Algunos pacientes expresan con claridad su intención; otros comunican sólo señales sobre tal posibilidad y aún otros, particularmente si son adolescentes, no sólo disimulan su propósito ante el médico sino que pueden negar enfáticamente que tengan tales determinaciones. Si ven al suicidio como fundamentalmente inevitable, pueden proteger a la profesión de la culpa; pero ese tipo de creencia puede promover un nihilismo terapéutico. Por otro lado, si el suicidio es percibido como muy prevenible y predecible, esto puede promover el cultivo de la culpa.
Algunos consultores hicieron hincapié en la necesidad de reconocer la inevitabilidad (en vez del riesgo) de suicidio durante la etapa de entrenamiento, de modo que el plantel pueda estar mejor preparado para un evento de ese tipo.



Prevención del Suicidio

No hay respuestas certeras a este fenómeno social, psíquico e individual, se pueden conocer los tipos de suicidio para prevenir, aunque por lo regular se termina por interpretar, siempre, después de que se cometió el acto suicida... La razón del suicida difícilmente se sabrá, pues es complicado comprender el dolor emocional, coexistencial y, hasta físico, que puede sentir un ser humano para querer morir.
Ciertas actitudes sociales obstaculizan la prevención de suicidios. Algunas de ellas forman un conjunto de creencias erróneas que establecen que no se puede hacer nada al respecto: "Si tiene que suceder, pues ha de suceder." "No vale la pena tratar de ayudar, porque estas personas tienen problemas tan enormes que no se puede hacer nada." "El suicidio ha estado entre nosotros desde siempre; no vamos a cambiar este hecho." "Déjenlos tranquilos. Si los suicidas desean quitarse la vida, pues es su problema."
Estas actitudes parecen ansiosas de castigar el comportamiento suicida y a menudo culpan a los que viven por las muertes por suicidio. Crean un ambiente de ocultamiento del comportamiento suicida en el que las personas con pensamientos suicidas permanecen reacios a hablar. Estas actitudes punitivas se vienen acarreando desde los tiempos en los que el suicidio era considerado un crimen y un pecado imperdonable, y cuando a quienes se suicidaban se les negaba una cristiana sepultura.
Al paciente Católico le decimos: No atentes contra tu vida porque eres infinitamente amado y precioso. Si has sufrido una crisis, mira a Jesús en la cruz. El también sintió el abandono y el rechazo. Confía en EL y volverás a tener paz. La tempestad se calmará y volverá a salir el sol en tu vida.
li>Finalmente, les recomendamos tanto a los médicos de medicina familiar como a los especialistas que hospitalicen a aquellos pacientes que tengan un gran riesgo suicida y que consulten al psiquiatra en estos casos.
El suicidio está siendo percibido cada vez más como un serio problema de salud pública que se puede evitar. El suicidio y su prevención son complejos y multidimensionales y necesitan ser abordados de manera abierta e integral. La prevención del suicidio requiere de esfuerzos coordinados y de la colaboración de todos los sectores de la sociedad. Con este mensaje, desde nuestra posición como católicos es exhortar a los miembros de nuestra comunidad, congregaciones e instituciones afiliadas a que aprendan más acerca del suicidio y cómo prevenirlo. y los invitamos, asimismo, a que pregunten lo que pueden hacer y a que trabajen con los demás en la prevención del suicidio.

·  Aunque no existe una sola causa para el suicidio, los investigadores nos dicen que el comportamiento suicida está asociado con un cierto número de factores de riesgo que frecuentemente se combinan

·  "Todas las personas que expresan ideas de suicidio y que simultáneamente muestran síntomas de depresión, esquizofrenia, abuso del alcohol o abuso de substancias enervantes, deben ser evaluadas cuanto antes por un profesional capacitado de la salud."



De qué forma podemos ayudar

·  Primero reconozcamos que la evangelización , la enseñanza y el vivir diariamente la fe católica contribuyen de manera indirecta, pero significativa, a la prevención del suicidio

·  Permanezca calmado y escuche con atención

·  Tome en serio las amenazas de suicidio

·  Deje que el suicida potencial hable acerca de sus sentimientos

·  Acéptelo; no lo juzgue

·  Pregúntele si ha tenido pensamientos de suicidio

·  Pregúntele con cuánta intensidad y frecuencia ha pensado en ello

·  Pregúntele si tiene algún plan para llevar a cabo el suicidio

·  Averigüe si esa persona cuenta con los medios para llevar a cabo su plan

·  No le jure guardar el secreto; más bien comuníqueselo a alguien

·  Asegure a esa persona que está bien y que es necesario que reciba ayuda...

·  Obtenga ayuda: usted no puede hacerlo solo

·  Acompañe a esa persona a buscar ayuda en:

·  La sala de urgencias de un hospital

·  Algún servicio de salud mental

·  La policía

·  La familia, algún amigo o amiga, algún familiar

·  Algún pastor, maestro o consejero

·  El médico de la familia

·  O llame por teléfono a alguna línea de servicios de emergencia
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Estos son algunos de los factores que implican protección:

·  Cuidado clínico efectivo y adecuado para el tratamiento de desórdenes mentales, físicos y de abuso de substancias

·  Apoyo para la búsqueda de ayuda y acceso irrestricto a una variedad de instancias clínicas

·  Poner restricciones y limitar o impedir el acceso a los métodos altamente letales de suicidio

·  Apoyo familiar y comunitario

·  Apoyo a los vínculos con profesionales de la salud física y mental, con los que actualmente cuente la persona en crisis

·  Habilidades adquiridas en materias como resolución de problemas, manejo de conflictos y manejo no violento de disputas

·  Creencias culturales y religiosas que desalientan el suicidio y apoyan el instinto de conservación de la vida."



Como integrantes de un Equipo de Salud Mental de la Iglesia Católica


La incidencia del factor religioso es, por consiguiente, fundamental en el tema del suicidio, y ello tanto en la esfera de la persona como en la esfera de la sociedad. Una sociedad secularizada, en la que las vivencias y prácticas religiosas se olvidan o combaten, hace decrecer la religiosidad de los ciudadanos y su creencia en la inmortalidad del alma. Por eso los suicidios crecen conforme la sociedad se separa de Dios. Suicidio es el acto voluntario de matarse directamente. Es un grave pecado contra la ley natural y la ley revelada (5to Mandamiento: "No matarás").
En el Catecismo de la Iglesia Católica está establecido claramente que nosotros somos administradores de la vida y no dueños de la misma, ya que sólo Dios tiene el poder de dar la vida o quitarla: "Yo doy la muerte y doy la vida (Dt 32,39). Citando de nuevo la Evangelium Viate encontramos que el Papa Juan Pablo II nos dice: "Cuando el hombre usurpa este poder dominado por una lógica de necedad y egoísmo lo usa fatalmente para la injusticia y la muerte". Asimismo, el Santo Padre comenta que el suicidio es moralmente objetable como el asesinato.
Nuestros esfuerzos por impedir cualquier suicidio obedecen a nuestra obligación de proteger y promover la vida, a nuestra esperanza en Dios aún en medio del sufrimiento y la adversidad, y a nuestro amor por nuestro prójimo perturbado.
El tener libre voluntad (libre albedrío) hace a todos, en cierto sentido, personas libres de escoger, en el sentido general, en favor de selecciones responsables. Interpreto que este término " escoger" ha sido mal entendido o usado equivocadamente. El estar a favor de escoger no es de gran valor si tomamos malas decisiones. Puede ser una explicación que ofusca o confunda el contenido moral de la selección.Si dejamos que la libertad de escoger sea interpretada como la selección de hacer cualquier cosa que nos plazca, estaríamos en presencia del libertinaje. La pregunta que deberíamos hacernos es: ¿escogeremos o rehusaremos la llamada de Jesús y de los Evangelios? Leyendo sobre el tema nuestra atención se ha centrado en la frase: «de acuerdo con una ética laica, secular... la vida es nuestra y de nadie más». Efectivamente, desde la perspectiva «laica y secular», se puede hacer esta afirmación. Es decir, desde una postura laica, no religiosa, el suicidio no sería condenable. Sólo los creyentes, las personas religiosas, estarían obligadas a ver en el suicidio un mal moral. No obstante como católicos respetar a los que la sostienen, no podemos estar de acuerdo con esa opinión, por razones ontológicas. Cada cual es responsable de su vida delante de Dios que nos la ha dado. El sigue siendo nuestro soberano Dueño. Nosotros estamos obligados a recibirla con gratitud y a conservarla para su honor y para la salvación de nuestras almas. Somos administradores y no propietarios de la vida que Dios nos ha confiado. No disponemos de ella. De este modo la inclinación natural del ser humano es a conservar y perpetuar su vida. Nuestro rechazo al suicidio, derivado de la doctrina de la Iglesia católica, no pretende imponerlo a la totalidad de los ciudadanos, en un Estado laico, que aglutina una sociedad ideológicamente plural aunque fuera éste íntimamente nuestro deseo dentro de un plan evangelizador.
Para terminar
No es casualidad que en una época de ateísmo e incredulidad como la actual, se incremente notablemente el número de suicidios. Éstos suicidas tienen la convicción de que tras la muerte no hay nada más. Piensan que después viene la nada, el olvido de los problemas y la paz definitiva. Para ellos, la muerte es el no-ser. Para nosotros, la muerte es la vida eterna a la que arribaremos cuando el Señor con su gracia infinita nos llame.
El suicida, al privarse del mayor de todos los bienes, que es la vida, iría en contra de la inclinación primordial de su naturaleza, la de conservarse en su ser y, además, hace injuria a la comunidad a la que pertenece; como dice, entre los antiguos, Aristóteles, que, habiendo nacido 384 años antes de Cristo, condena el suicidio dejando sentado que la muerte es el último de los males de esta vida y el más terrible, de lo que se sigue que suicidarse para evitar otras miserias de esta vida, es preferir un mal mayor a otro menor, lo cual es antinatural. El suicidio es la acción inmoral por antonomasia, pues en ella el hombre se reduce a la condición de objeto del instinto.
El que llega a la decisión de quitarse la vida es digno de compasión. Pero comprender a la persona que incurre en error no es lo mismo que justificar la acción errónea Nadie puede disponer, no ya de la vida del otro sino tampoco de la propia vida. El derecho a la vida es un derecho- deber, es decir, un derecho indisponible. El suicidio viola el derecho de Dios quien es el dueño exclusivo de la vida humana. Solo Dios puede dar y quitar la vida.

Sin embargo, para que un acto sea pecado requiere, además de materia de pecado, que se tenga conocimiento de lo que se hace e intención de hacerlo. No podemos juzgar a ciencia cierta la condición mental de quien se suicida. Tampoco sabemos cual fue su el último pensamiento. ¿Se habrá arrepentido mientras estaba moribundo en el último instante de su vida? Recordemos el perdón de Jesús al "buen ladrón" mientras agonizaba en la cruz.

Es por eso que debemos rezar por los que se suicidan y encomendarlos a la infinita misericordia de Dios.El suicidio es la huida, la renuncia y el miedo a enfrentar una realidad dolorosa. Es también la desesperanza total y la rendición de la voluntad de la persona a buscar el bien que este mundo tiene donde existe un Plan de Dios particular para cada ser humano y para su felicidad.

·  De allí que nuestra actitud debería ser ayudar a estas personas que creyendo que no existen opciones, optan por soluciones extremas y no facilitarles que continúen con su error para deshacernos de ellos o sacar provecho de lo que van a realizar.

·  En aquellas personas que planifican la posibilidad de quitarse la vida -se supone que hay hasta 20 veces más de intentos que de consumaciones- soportan un nivel de sufrimiento muy profundo, y "el desafío es introducir en sus discursos y realidades, aparentemente sin salida, algún motivo, algún lazo o recurso que le dé sentido para seguir viviendo.

·  Deseamos transmitir al público y a las autoridades el concepto de que el suicidio no es inevitable, y que aquellos que son suicidas no tienen por que cometer suicidio de manera inevitable.
La vasta mayoría de los suicidas no desean morir, sino que no desean continuar viviendo en las condiciones en que se ven obligados a vivir. Podemos hacer mucho, y este mensaje no es sólo para los médicos, sino también para los ciudadanos conscientes.

·  Usted que tiene pensamientos suicidas "Hable con alguien. No lleve su pena escondida para usted solo."

El apóstol Pablo expresó « Ninguno de nosotros vive para sí mismo; como tampoco muere nadie para sí mismo. Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así que, ya vivamos ya muramos, del Señor somos » (Rm 14, 7-8).
Todos estamos invitados a formar parte del "pueblo de la vida y para la vida" (cf. Evangelium vitae, 101).
Argentina, Buenos Aires Septiembre, 2004
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Referencias
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Experiencia grupal
· Cf. S. Agustín, De Civitate Dei I, 20: CCL 47, 22; S. Tomás de Aquino, Summa Theologiae, II-II, q. 6, a. 5.
84. Cf. Congregación para la Doctrina de la Fe, Decl. Iura et bona, sobre la eutanasia (5 mayo 1980), I: AAS 72 (1980), 545; Catecismo de la Iglesia Católica, 2281-2283.

85. Epistula 204, 5: CSEL 57, 320.
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Arturo Rosales
Lima - Perú