“Todo el que vive y
cree en mí, no morirá jamás» (Jn 11,26): el don de la vida eterna”
El pensamiento ante la muerte es inherente a la
especie humana como la vida misma, pues aparentemente somos los únicos que
sabemos que vamos a morir. Sin embargo, en todos los tiempos, reflexiones
suicidas azotan en las mentes de las personas día a día alrededor del
mundo.
Introducción
El acontecimiento del suicidio está presente
porque el ser humano piensa la muerte a diferencia de cualquier ser vivo,
hasta se expresa a través de ella, ya sea en ornamento, en monumento, en
las diversas artes, en la cultura en sí. En cuanto a los sentimientos, son
diversos los que se sienten ante el más allá, pueden ser de miedo, que
sería el más común, pero sin lugar a dudas el más extraño de todos los
sentimientos y acontecimientos humanos es el de desear la muerte propia...
Cada suicidio (del latín sui auto + cidium,
matar).rinde testimonio de una trágica ruptura con la vida. Sin tener en
cuenta que la vida es un bien de Dios y un inapreciable regalo para
nosotros.
Según la
Organización Mundial de la Salud (OMS), cada 40 segundos se produce un
suicidio en algún lugar del planeta. Es decir, hay un millón de muertes
anuales por esta causa, más que las víctimas que provocan todas las
guerras. A esto deben sumarse entre 10 y 20 millones de intentos de
suicidio al año. Por eso es considerado hoy un grave problema para la
salud pública. Muchas investigaciones demuestran que esta fatídica
decisión puede ser prevenida mediante programas de asistencia y
contención. El suicidio es un problema mayor y representa el 1,5% de los
gastos sanitarios totales en el mundo. Este porcentaje amenaza crecer más
aún y elevarse al 2,5% de los gastos totales en salud si, como advierten
los expertos, la cifra de suicidios aumenta hasta el millón y medio de
eventos anuales para el año 2020. La OMS refiere que del l millón de
personas que se suicida cada año, muchos podrían salvarse si los gobiernos
y los médicos mejorasen sus esfuerzos por educar y tratar a los enfermos
mentales y remover simplemente los instrumentos utilizados para el
suicidio.
Los
suicidios son fenómenos individuales, que responden esencialmente a causas
sociales. Hay corrientes suicidógenas, que recorren la sociedad. Estas
corrientes se originan no en el individuo, sino en la colectividad y son
causa real o determinante de los suicidios. Si tales o cuales individuos
se suicidan, ello responde probablemente al hecho de que estaban
predispuestos por su constitución psicológica; las circunstancias sociales
que crean las corrientes suicidógenas, y que determinan estas
predisposiciones psicológicas. El ejemplo más notable o más elocuente es
precisamente el de las corrientes sociales que impulsan a los hombres a la
muerte, de modo que cada uno cree obedecer sólo su propio impulso, cuando
no es más que el juguete de fuerzas colectivas. Para extraer las
consecuencias prácticas del estudio del suicidio, conviene examinar el
carácter normal o patológico de este fenómeno.
Señalar el
suicidio como un acto de libertad es una grave equivocación que genera
serias confusiones y propuestas pro-suicidas. Este peligroso criterio
tiene sus orígenes en planteamientos de antiguos y modernos escritores
claramente pro suicidas, como es el caso de Shopenhauer quien decía:
"darse muerte a sí mismo es un acto de auto-liberación"). Otros pensadores
y escritores como Séneca, Albert Camus, etc. hacían planteamientos
similares.
Queremos
aclarar nuestra firme convicción de que hacia al suicida jamás debemos
tener una actitud de juzgar y en cambio sí brindarle mucha comprensión.
Tampoco podría pensarse, ni de lejos, que a quien se quiere auto eliminar
deban quitársele sus derechos. Pero es absolutamente equivocado considerar
que quienes están en derredor de la persona que piensa en auto eliminarse,
no deben actuar por un falso respeto y una definición de libertad muy
lejana a la realidad. La libertad como todo derecho tiene límites y debe
estar regida por la libertad como valor. El ser humano debe tener claro
que no todo lo que ha recibido por el hecho de estar vivo, puede ser
cambiado a su antojo. Decir que "quitarse la vida es un acto de libertad"
es caer en el más burdo libertinaje y en el culto a la cultura de muerte.
La
inclinación al suicidio se agrava debido a un debilitamiento de las
creencias tradicionales y al estado de individualismo moral resultante de
ello, este desaparece respondiendo a la instrucción a otras necesidades.
El hombre
se caracteriza por estar sometido a un freno moral y no físico, es decir,
responde a una limitación social. Recibe su "ley" de una sociedad que
siente como superior a la suya. Es la conciencia social. En el único caso
en que la sociedad deja de ejercer su función de "conciencia moral", es
cuando se encuentra perturbada debido a transformaciones demasiado
repentinas. En este momento es cuando se producen bruscos ascensos en el
número de suicidios.
Desde el punto de vista religioso el suicidio es
considerado como una mala acción, debido a que el ser humano no tiene
derecho a quitarse la vida que Dios le ha dado, y está condenado por el
Cristianismo, Judaísmo e Islamismo. Desde el punto de vista jurídico y de
los derechos humanos hoy el suicidio, se considera por muchos como un
derecho. Concepto que como católico disiento.regresar
Inestabilidad Emocional
La persona que intenta suicidarse en general trata
de poner fin a un sufrimiento emocional intenso. Ve la muerte como única
solución. Cuando la persona siente que necesita detener aquel sufrimiento
que resulta intolerable y cuya causa parece no tener solución, se
encuentra bajo semejante presión emocional que es incapaz de percibir
alguna otra opción distinta a la muerte. Ni siquiera puede pensar en pedir
ayuda. Las personas que se encuentran en esta desesperación no logran
hacer un balance adecuado de las alternativas para la salida de su
problema. Sin embargo, en situaciones de estabilidad emocional suelen
funcionar adecuadamente. Si la persona que intenta suicidarse pudiera
contemplar la dimensión temporal de su crisis, podría abandonar la idea
del suicidio como solución permanente. Las ideaciones suicidas son, en la
mayoría de los casos temporales y esto es algo que es necesario recordar
cuando estas ideas invaden la mente. Los psicólogos destacan la
importancia de hablar con alguien cercano acerca de los sentimientos que
causan malestar. Es importante saber buscar ayuda. El estrés emocional y
psíquico puede ser aliviado si se cuenta con la ayuda adecuada. Lo más
importante, en estos casos es sentirse comprendido y contenido. Varios
estudios han revelado que la mayoría de los suicidas son personas que se
sienten profundamente aisladas, (no sólo físicamente, sino
emocionalmente).
El acto suicida tiene
su "lógica" (enferma, desde ya) para el individuo y se convierte en la
"única salida” También, cuando la idea de culpa es agobiante, la expiación
necesaria se traduce en suicidio. Particular mención merece el llamado
"suicidio altruista". El deprimido, convencido de un trágico futuro,
irremediable, mata a su familia para ahorrarles sufrimiento y se mata
luego él.
En el suicidio se daña irreparablemente en lo más
fundamental a la dignidad del hombre. Cuando la persona lo comete, ésta
anula su derecho a la vida al mismo tiempo todos sus demás derechos y
destruye su dignidad humana. Por ello la elección por el suicidio nunca
podrá considerarse como algo sano o natural.regresar
Manifestaciones del Suicidio
Según Durkheim el problema es tener una actitud
extremista en los deseos (anómico), también de una dependencia exagerada
por la sociedad (altruista), por otro lado, estar totalmente desintegrado
de la sociedad (egoísta).
·
Egoísta: Los hombres
o las mujeres tienden más a quitarse la vida cuando piensan esencialmente
en sí mismos, cuando no están integrados en un grupo social, cuando la
autoridad del grupo y la fuerza de las obligaciones impuestas por un medio
estrecho y fuerte no reduce los deseos que los animan a la medida
compatible con el destino humano. Es propio de aquella persona que
permanece sola y no quiere saber nada de la sociedad; está en la soledad,
más no le agrada, pero sigue solo (o sola), en otras palabras, le afecta y
le duele estar solo, mas no cambia su situación, por tal razón desea
morir. En la actualidad, como ejemplo están las resientes sociedades de
Internet, del chateo, que alejan del acercamiento del cara a cara, sin que
individualmente se prevengan los estragos de la soledad. El suicidio
egoísta se manifestará por un estado de apatía y de ausencia de apego a la
vida.
·
Altruista: El
individuo se da muerte de acuerdo con imperativos sociales, y ni siquiera
piensa en reivindicar su derecho a la vida. Del mismo modo, el comandante
que no quiere sobrevivir a la pérdida de su embarcación es suicida por
altruismo. Se sacrifica a un imperativo social interiorizado, y obedece
las órdenes del grupo hasta el extremo de ahogar en sí mismo el instinto
de conservación. Es común verlo en sectas religiosas, que culminan el acto
sólo por pertenecer y dar a su sociedad lo que les pide, incluso pueden
acabar con sus vidas masivamente, por lo tanto también son tipos
perfectamente socializados. En los medios noticiosos se puede ver a manera
de ejemplo que son personas apegadas religiosamente a sociedades
extremistas, como son los “hombres bomba”, los que se prenden fuego hasta
quedar en cenizas como protesta social, así, también, son aquellos que en
sus cultos sagrados les piden morir por altruismo y en bien de su
colectividad. Entonces, para que una persona desee la muerte no necesita
estar solo, por lo tanto socialización también interviene como factor para
desear la muerte. El suicidio altruista se caracteriza por la energía y la
pasión que emergen del acto.
·
Anómico: Es el más característico de la
sociedad moderna, afecta a los individuos a causa de las condiciones de
existencia que caracterizan a las sociedades modernas. En éstas
sociedades, la existencia social ya no esta regulada por la costumbre; los
individuos compiten permanentemente unos con otros, esperan mucho de la
existencia y les piden mucho, y por lo tanto están acechados perpetuamente
por el sufrimiento que se origina en la desproporción entre sus
aspiraciones y satisfacciones. Esta atmósfera de inquietud es propicia
para el desarrollo de la corriente suicidógena. Emilio Durkheim acuña el
término”anomia” en su libro "El suicidio”, originado en sus estudios sobre
la depresión brusca que, en 1948 padecieron todos los estados europeos y
que aparentemente precedió a una ola de suicidios, que se dio a
continuación.
Para Durkheim, la "anomía"
es una falta de normas, es un factor regular y específico en la producción
de suicidios, y a la vez, la anomia estaría engendrada por aspectos
económicos, el estado marital y el divorcio. Otros lo centraron en lo que
se denomina "Conductas divergentes o desviadas", con relación a la
normalidad o a las respuestas más comunes de los individuos. Abarcarían no
solo el suicidio, sino una amplia gama de delitos y perversiones".
Mc Yver le da una connotación psicológica y "sería
el estado de ánimo del individuo, cuyas raíces morales se han roto, que ya
no tiene normas sino impulsos desconectados, sin ningún deseo de
continuidad de grupo, ni de obligación. El individuo anómico, se ha hecho
espiritualmente estéril, solo responsable ante sí mismo. No le interesan
los valores de otros individuos.
Su única fe es la negación. Vive en la frontera de
ningún pasado y ningún futuro".
Mc Yver define la anomia "como un estado de ánimo,
en el que está roto o mortalmente debilitado el sentido de cohesión
social, que es uno de los principales resortes de la moral del
individuo"..
¿Cuáles serían los indicadores de anomia en un
grupo o sociedad?
El incidente del suicidio no deja de ser
desconcertante, este problema trae consigo muchas preguntas; la principal
inquietud es encontrar la razón que originó ese deseo de muerte. ¿Por qué
alguien puede desear la muerte?
1) La percepción de que los líderes de la
comunidad son indiferentes a las necesidades de la población. El trabajo,
en general, protege contra el suicidio; aunque si el estatus social es
alto o hay pérdida de él, el riesgo aumenta. Existen evidencias de una
correlación positiva entre las tasas de suicidio y el desempleo, aunque la
naturaleza de la asociación es incierta dado que la depresión mental se
puede asociar a ambas condiciones.
Se deberán establecer nuevas políticas de salud
mental junto a nuevos cuadros referenciales de la sociedad alentando el
trabajo considerado como manifestación creadora y liberadora y causa de
mayor transformación psicológica que el hombre ha experimentado desde el
final de medioevo e inicio de la revolución industrial.
2) La sensación de que no se puede lograr
nada, en una sociedad imprevisible y carente de orden. El suicidio tiene
un trasfondo social e individual (colectivo y personal) que va más allá
del simple deseo de morir. Hoy en día las tecnologías, los medios masivos
de comunicación, incluso los de telecomunicación han cambiado la vida
humana, las relaciones comunicativas del ser humano en su trato con los
otros son distintas, por lo tanto, el contexto y las condiciones suicidas
ya no son como en otros tiempos; cuestión que se debe de tomar en cuenta
para los nuevos estudios sobre el tema.
3) La idea de que los objetivos que se han
fijado, se alejan en lugar de realizarse. Sensación de futilidad, de que
todo esfuerzo es vano. Al Considerar que la desesperanza y la
desesperación serían las causales esenciales para llegar al suicidio,
tendrían ambas una explicación social en este inicio de milenio. Por ello,
las respuestas habría que encontrarlas en dos variables: la exclusión
laboral y la situación de indefensión a la que llegan los que se jubilan
ante un deficiente sistema previsional. El primero, que genera situaciones
emocionales de angustia y trastorno del estado de ánimo, especialmente en
esta cultura donde los éxitos son signos de gloria y los fracasos, de
humillación y condena, y el segundo, donde se debe afrontar exiguas
remuneraciones y una marcada inequidad en el sistema de cobertura de
salud.
4) Percepción de que no se cuenta con nadie
y con ningún tipo de apoyo. Las políticas económicas que nos impulsan a
ser exitosos, a tener cada vez más, hacen que nos olvidemos del ser y que
pongamos el valor de nuestra juventud no en el ser más, que se logra con
el amor de una familia bien constituida, con amistades sólidas. Pensemos
las ideas que nos venden los medios de comunicación, las políticas de
género y la legislación, que pretenden que el divorcio sea una opción más
para destruir a la Institución familiar, único lugar donde puede y debe
conformarse el yo sólido de un ser humano, donde recibe y se nutre de
recursos reales para crecer física y emocionalmente para vivir de verdad.
¿Podemos considerar normal cierta tasa de
suicidio?
Para Durkheim el delito es un suceso socialmente
normal; lo cual no quiere decir que los criminales a menudo no sean
psíquicamente anormales, y que el delito no merezca ser castigado o
condenado; pero en toda sociedad se comete cierto número de delitos, y por
consiguiente, si consideramos lo que ocurre regularmente el delito no es
un fenómeno patológico.
Durkheim cree que el
aumento de la tasa de suicidios en la sociedad moderna, es un fenómeno
patológico, o aún que la tasa actual de suicidios revela ciertos rasgos
patológicos de la sociedad moderna. Como se sabe la sociedad moderna se
caracteriza por la diferenciación social, la solidaridad orgánica, la
densidad de la población, la intensidad de las comunicaciones y de la
lucha por la vida; Durkheim indica que las sociedades modernas presentan
ciertos síntomas patológicos, ante todo la integración insuficiente del
individuo en la colectividad. Por lo tanto, es muy posible, y aún
inverosímil, que el aumento de los suicidios se origine en un estado
patológico que va de la mano ahora con la marcha de la civilización, pero
sin ser su condición necesaria.
¿Que cosa son ciertas sobre el suicidio?
Las personas que se suicidan a menudo dan un
indicio o una advertencia de sus intenciones. No es cierto que si habla
del suicidio, esto no sucederá. Asimismo, estas personas tienen un
sentimiento ambivalente con respecto a la muerte, no siempre la desean
como única salida.
Alcohol y suicidio van de la mano muchas veces
pues a menudo la persona que lo intenta está bajo su influencia.
Un intento de suicidio
no quiere decir que siempre habrá pensamiento suicida. A menudo sucede
durante un período altamente estresante. Si el resto del tiempo está bien
administrado, la persona puede superar esto.
Existe la creencia de
que si se le pregunta a la persona si desea suicidarse, esto conduciría a
un intento. Contrariamente, preguntarle esto aliviaría la ansiedad
alrededor del sentimiento y actuará como un impedimento al comportamiento
suicida.
El suicidio ocurre en todas las clases sociales.
En esto no hay distinción.
Tampoco es cierto que el comportamiento
autodestructivo sólo sea para llamar la atención. Quienes tienen este tipo
de comportamiento deberían recibir ayuda y atención profesional
Mejorar después
de una crisis suicida no quiere decir que el riesgo acabó. Este puede
reaparecer debido a las responsabilidades o sucesos de su vida. Puede
llevar meses sentirse mejor y estable.
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Preguntando sobre ideas de suicidio
La conducta suicida está determinada por factores
múltiples de tipo biológico, psicológico y sociocultural. Por lo menos, la
mitad de los pacientes que cometen suicidio han tenido un contacto previo
con un profesional de salud. También se sabe que de cada seis médicos que
atienden a un paciente suicida, sólo uno indaga sobre este tipo de riesgo.
Frecuentemente, los médicos señalan que tienen el temor de sugerirle al
paciente la idea de suicidio al preguntarles a ellos sobre dicho tema. En
sí, el paciente suicida desea confiar en alguien su tribulación, y suele
experimentar alivio si lo puede hacer con su médico. Esta presión hace que
la visión del mundo circundante se estreche hasta tal punto que llegamos a
distorsionar la realidad. Nos fijamos únicamente en los aspectos negativos
de la vida, y los positivos los pasamos de largo como si no tuvieran
importancia alguna o, sencillamente, no existieran. Rechazamos por
estúpidas todas las opciones que se nos ofrecen para resolver nuestro
problema, hasta que parece que no hay solución posible.
Es como si estuvieran atrapados en una oscura
caverna sin salida, o quizás en un túnel que empieza en un dolor constante
y llega hasta los mismísimos infiernos, sin posibles salidas ni hacia el
cielo ni hacia la felicidad.
Se ha comprobado que el hecho de saberse
acompañado en el momento crítico y poder desahogarse, reduce el
sentimiento de aislamiento. Por otra parte, permite que la persona
recupere un sentimiento de eficacia: el hecho de realizar un llamado
desesperado implica poner en movimiento las capacidades de autoprotección
y es un primer indicio esperanzador; el dominio sobre sí mismo se empieza
a recuperar. Así quien pide ayuda comienza a recordar que en un pasado se
ha sentido mejor o distinto de cómo se siente en este momento. El hecho de
posponer el acto suicida es el comienzo de la recuperación. La ayuda
disponible facilitará el camino.
¿Sólo las personas con alguna psicopatología
tienen ideas suicidas?
La mayor parte de los que tienen ideas suicidas
están, además, deprimidos. Los dos principales motivos por los que una
persona se deprime son, en primer lugar, la pérdida del control sobre su
situación vital y sus emociones y, en segundo lugar, la pérdida de toda
visión positiva del futuro (desesperación). Ante la depresión y las ideas
suicidas que de ella derivan sólo puede resultar eficaz una terapia que
nos ayude a recuperar el control y la esperanza.
El cuadro de “desesperanza”, debe alertar al
médico tratante (ya que la planificación del suicidio es deliberada)
porque le está indicando un importante factor de riesgo. Además, cuando se
acompaña con melancolía profunda advertirá alteraciones cuantificables del
bio ritmo, disfunción límbica y encefálica”.De las formas de depresión, la
paranoide, es, “la que tiene mayor tendencia al suicidio”. Esto sería así
porque la angustia, las ideas de referencia, el sentimiento de
inferioridad, la agresividad manifiesta y el sentimiento de culpa,
jugarían un rol determinante.
Normalmente, la gente enfrenta hechos estresantes,
pero a veces la acumulación de los mismos puede quebrar sus estrategias de
afrontamiento y provocar pensamientos suicidas.
Poldinger dice que luego de una profunda
observación del suicida se descubrió:
- El 80% de los individuos que culminaron en
suicidio, ya lo habían anunciado.
- El 50% de los suicidas había consultado al
médico el mes anterior.
- El 25% de los suicidas había hecho la consulta
una semana antes.
Es común que el 53% de los suicidios se produzca
durante el fin de semana, en el 28% de las situaciones, durante el otoño,
en el 68% de los casos, en personas viudas o separadas y en la mayoría de
las ocasiones -el 74%- el lugar elegido fue el propio hogar de quien
habría de quitarse
El riesgo es mayor en las depresiones neuróticas
que en las psicóticas En aquellos cuadros depresivos asociados a una
manifiesta histeria, en pleno período de estado, hay anuncios más o menos
melodramáticos e intentos suicidas El hecho suele producirse, ante un
auditorio. Por lo general, no es serio, es decir, el recurso no es idóneo
para lograr la muerte. No se arroja al vacío, ni se dispara un tiro, ni
piensa en tirarse a las vías. Se elige el corte en el antebrazo (cortarse
las venas), tomar fármacos comunes, etc. El objeto es llamar la atención,
con alto contenido histriónico, y consecutivo a situaciones conflictivas
explosivas. Es un intento "utilitario" en el sentido de conseguir algún
objetivo en el entorno.
En cambio los intentos suicidas del deprimido
severo, son "serios, de verdad". Suele planearse, generalmente en cierto
secreto y el cuidado que pone en su ejecución hace que casi siempre
culmine en muerte. Hemos dicho que, en su comienzo, el sujeto suele
manifestar a quienes le rodean que "es mejor terminar con todo, así no se
puede vivir, esto no tiene arreglo, es mejor desaparecer". Es decir
explicita su idea autodestructiva.
Pero hasta aquí hay ambivalencia: se piensa en el
suicidio, pero se resiste a la idea.
Sin embargo, el riesgo aumenta, cuando el
individuo parece tranquilizarse. Como antes dijimos, cesa la ambivalencia,
desaparece la disyuntiva y la lucha interior; generalmente la resolución
ha sido tomada y ahora se elabora la ejecución del acto.
Podemos expresar que la resolución suicida es,
esencialmente un elemento de la esfera afectiva (en este caso con
depresión). Por lo tanto, el nivel cultural del sujeto, las apelaciones a
su alta capacidad de razonamiento, no tienen sentido. Tampoco debe
confiarse, en absoluto, en que la psicoterapia, en esa situación, pueda
brindar resultados y en todo caso, implica un riesgo tan alto que no puede
ser asumido. La idea suicida no es un razonamiento, sino un sentimiento.
Por ello el deprimido grave con alta tendencia
suicida debe ser internado con la misma urgencia de un abdomen agudo, en
estos casos, hay una grave responsabilidad médica si no se cumpliera con
la vida.
Características del suicidio
El suicidio, para ser calificado como tal, exige
dos requisitos, a saber:
1) que la muerte sea voluntariamente
querida "in se", y
2) que se tenga el propósito de quitársela
uno mismo, directamente, por acción u omisión. Si falta uno de estos dos
requisitos, no estamos en presencia de un suicida. Y no lo estamos porque
si falta la voluntad de suicidarse, como ocurre en el caso de enajenación
mental, el acto no es libre, sino mecánico, y mal puede calificarse de
suicida al que no sabe y, por tanto, no quiere lo que hace. En el segundo
supuesto, cuando no hay voluntad directa de quitarse la vida por acción u
omisión, pero de la misma se sigue como consecuencia inevitable o probable
de una conducta determinada, estaremos en presencia del "sacrificium vitae"
o del "vita ponere periculo gravi".
Clínica del Suicidio
El comportamiento de la actividad suicida,
comprende la autodestrucción total (muerte), la autodestrucción (no
muerte), la mutilación y otras acciones dolorosas y no dolorosas, las
amenazas, indicaciones verbales de las intenciones de destruirse,
depresión e infidelidad y pensamientos de separación, partida, ausencia,
consuelo y alivio.
Clínicamente una vez que se han roto las defensas
psicológicas, es mayor la posibilidad de que la persona se deje vencer por
la tensión emocional cuando esta aparece. El comportamiento es más grave
debido a sentimientos de culpa o porque es necesario poder comunicar algo
con impacto equivalente.
Normalmente una persona suicida se descubre a si
misma comunicando su tendencia a través del comportamiento, o verbalmente
antes de que se produzca un acto específico.
El suicida típico presenta un deseo de morir y
vivir a la vez; desesperación, impotencia e imposibilidad de hacer frente
a los problemas, agotamiento físico o psicológico, ansiedad, tensión,
depresión, rabia, culpa, caos y desorganización, estados de ánimo
cambiantes, reducción de la esfera cognitiva, pérdida del interés por
actividades normales, malestar físico, etc.
En los sentimientos de culpabilidad existe una
imagen negativa de si mismo, actitudes y expectativas negativas frente al
medio ambiente, al futuro y así mismo, desamparo y desesperanza. Existe
también una pasividad, una falta de iniciativa o pérdida de interés de
objetos y planes de acción. Hay una paralización de la voluntad. En el
comportamiento suicida, se observa una pérdida de la libido, trastornos de
sueño, pérdida del apetito y molestias psicosomáticas. Se desconocen
cuáles son los síntomas fundamentales. Esta determinación depende en cada
caso de la teoría y de las experiencias correspondientes de los
investigados y prácticos clínicos, pero al parecer son básicos el
abatimiento y la incapacidad de alegrarse o de anticipar alegría.
Potencialidad suicida del paciente y su
gravedad creciente
1. Antecedentes familiares de suicidio.
2. Intentos anteriores.
3. Insomnio.
4. Ideas de reproche de corte deliroide.
5. "Amputación" de futuro.
6. Soledad - aislamiento.
7. Imposibilidad real de reponer el objeto
perdido: muerte de un familiar, jubilación, desastre económico.
8. Enfermedades orgánicas que el paciente vive
como terminales (verdaderas o no): cáncer, secuelas de accidentes
vasculares cerebrales, percepción de la declinación general del organismo
(rechazo a la vejez).
9."mientras más silenciosos, más peligrosos".
¿Cuáles son los principales factores de riesgo
personal y demográfico para el suicidio?
Adolescentes tratando de entender el divorcio de
sus padres, un adulto que repentinamente queda desempleado, un adulto en
edad de jubilarse que se ve forzado a retirarse antes de lo deseado,
cambios indeseados o cosas por el estilo dejan a las personas sintiéndose
que sus vidas giran sin control; como que van cabalgando sobre un caballo
desbocado a través de un campo. Siendo un jinete inexperto, uno trataría
de zafarse por el miedo que se siente, dando como resultado una lesión
grave. La vida se nos presenta algunas veces de esa forma como si
estuviéramos cabalgando un caballo sin control y el jinete trata de
zafarse por la vía del suicidio.
Trastornos psiquiátricos:
En más del 90 % de los casos de suicidio existe
enfermedad psiquiátrica concomitante. Por orden de frecuencia tenemos:
Trastornos del estado anímico:
Cuando estamos deprimidos tenemos la tendencia de
enfocar las cosas bajo un punto de vista muy estrecho. Con el paso de una
semana o un mes, las cosas podrían cambiar completamente de aspecto. El
riesgo de por vida es de un 15-20 %, siendo mayor en la depresión mayor y
los cuadros de psicosis maniaco-depresiva (alternancia de periodos de
depresión con otros de gran vitalidad, hiperactividad psíquica y motora, y
ánimo exaltado). Es menos frecuente en la primera etapa de quejas
afectivas.
Abuso de sustancias psicoactivas:
Se denominan así porque producen engañosamente una
sensación psíquica muy agradable. Concretamente en el alcoholismo, el
segundo diagnóstico psiquiátrico más frecuente, la tasa de suicidios es
del 15 %. La incidencia es algo menor en otras toxicomanías (10 %), como
el consumo de opiáceos y cocaína.
Esquizofrenia: Enfermedad mental caracterizada por
una alteración profunda del pensamiento, la afectividad y una percepción
desorganizada y alterada de la realidad. Existe un riesgo de un 15 %. Se
asocia a la actividad alucinatoria (oyen voces que no son reales y que les
impulsan al suicidio) y a la depresión Se da más en jóvenes, en los
primeros cuatro años de evolución de la enfermedad y asociado a las
repetidas agudizaciones de la misma.
Trastornos de la personalidad: Como la
personalidad borderline, que se caracteriza por disminución del
coeficiente intelectual, depresión y abuso de drogas o alcohol.
Síndromes mentales orgánicos (10 % del número
total): Donde se incluyen la demencia y la enfermedad de Parkinson,
fundamentalmente.
Historia de intentos y amenazas:
Entre el 25 y el 50 % de los actos consumados
tienen historia conocida de intentos previos. Existe una tendencia a
repetir los mismos gestos suicidas.
Edad:
Son grupos de alto riesgo los adolescentes y
ancianos.
Sexo:
En el varón la frecuencia aumenta con la edad, con
una incidencia máxima a los 75 años. Consuman el suicidio 2-3 veces más
que las mujeres.
En las mujeres la edad de mayor incidencia está
entre los 55 y 65 años. Intentan suicidarse 2-3 veces más que los hombres.
Factores sociales:
Estado civil: Solteros, viudos, separados y
divorciados
Soledad: Vivir solo, pérdida o fracaso de una
relación amorosa en el último año.
Lugar de residencia: Más en el medio urbano
Pérdida del rol o status social, marginalidad
reciente
Desempleo o trabajo no cualificado
Problemática social, familiar o laboral grave
Ateos
Factores sanitarios:
Aproximadamente en el 50 % de los intentos se
aprecia enfermedad física, destacando el dolor crónico, las enfermedades
crónicas o terminales (cáncer, SIDA: 4% del total), y las intervenciones
quirúrgicas o diagnóstico reciente de lesiones invalidantes y deformantes.
Un trauma Previo
Algunas personas que se suicidan tienen un
profundo trauma del pasado en forma de incesto, violación o abuso sexual,
que les provoca un sentimiento de estar desvalidos. También es común entre
individuos que han sido abusados sexualmente de pequeños, que se culpen a
ellos mismos, (sintiendo una gran culpa) como que no son dignos y que
merecen ser castigados porque en su fantasía ronda la idea de que ellos
pudieron ser los que “incitaron” dichos actos. De ahí surgiría la culpa y
necesidad de auto castigo.
Preguntas que se realizan al paciente con
ideación suicida
Comenzar por las fantasías que el paciente puede
formular en relación al suicidio, para llegar a interrogantes más
concretos.
El paciente se alivia al ser
preguntado al poder expresar sus sentimientos íntimos:
·
En algunas ocasiones,
¿piensa que la vida así, carece de sentido?
·
Algunas veces, pensó que la
vida no vale la pena ser vivida, que sería mejor no vivir?
·
Realmente, ¿ha deseado
desaparecer, para evitar el sufrimiento?
·
¿Se animaría quizás a
atentar contra su vida, es decir, no esperar a la muerte, sino buscarla?
·
¿Ha elaborado, realmente,
algún medio de hacerlo?
·
¿Le parece que su situación,
que Ud. Ve sin salida, justifica el suicidio?
·
¿Se siente ya con su
resolución tomada y sólo la dilata por algún motivo?
·
¿No cree que hay frenos para
esto, como su religión, el abandono de sus seres queridos, el dolor que
les causará?
·
¿Cómo se ha sentido con los tratamientos que le
hicieron? ¿Le parece que está un poco mejor que antes o que no hay
tratamiento capaz de mejorarlo?
Lo que antecede es sólo un lineamiento. Las
preguntas cambiarán según el caso concreto.
Recordemos, según dijimos, que el suicida
potencial, que se tranquiliza, aumenta su riesgo.
Recordemos, por fin, como en general, en todas las
formas de la depresión, la inútil y aún peligrosa de las invocaciones a
"que debe tener voluntad", primero el enfermo, no la puede tener porque
está enfermo, entre otras cosas, por falta de voluntad. Y, en el caso del
suicida potencial se lo pone frente a la sensación de fracaso e
impotencia, que, justamente, le hace pensar que él es quien debe
solucionar su problema y que, al no poder hacerlo, todo está perdido. Por
fin, hablemos del entorno del suicida potencial, de su familia,
básicamente, de fundamental importancia en el tema.
El suicidio entre personas de la tercera edad
·
Las tasas de suicidio
aumentan con la edad y alcanzan sus niveles más altos entre los
estadounidenses a partir de los 65 años de edad. Por primera vez desde la
década de 1940, la tasa de suicidio aumentó en la década de 1980 entre
residentes de la tercera edad en lugar de disminuir.
·
En 2000, los hombres
representaron el 84% de los suicidios ocurridos entre personas de 65 años
de edad o mayores (2002)
·
En el período 1980-1998, se
registraron los mayores aumentos relativos de las tasas de suicidio entre
personas de 80-84 años de edad. La tasa correspondiente a los hombres en
este grupo de edades aumentó en un 17% (de 43.5 por 100,000 a 52.0).
·
Las armas de fuego fueron el
método más común de suicidio entre hombres y mujeres a partir de los 65
años de edad en 2000, con una tasa de 79.5% entre los hombres y de 37%
entre las mujeres en ese grupo de edades.
·
Las tasas de suicidio entre
las personas de la tercera edad alcanzan el nivel más alto entre los
divorciados y los viudos. En 1992, la tasa correspondiente a los hombres
divorciados o viudos en este grupo de edades fue 2.7 veces la tasa
correspondiente a los hombres casados, 1.4 veces la de los hombres que
nunca se casaron, y más de 17 veces la tasa correspondiente a las mujeres
casadas. La tasa correspondiente a las mujeres divorciadas o viudas fue
1.8 veces la de las mujeres casadas y 1.4 veces la de las mujeres que
nunca se casaron.
·
Los factores de riesgo de
suicidio entre las personas mayores son diferentes de los factores de
riesgo entre los jóvenes. Entre las personas de más edad se registra una
mayor prevalencia de la depresión, un mayor uso de métodos altamente
letales y el aislamiento social. Además, llegan al suicidio con menos
intentos, la proporción hombre-mujer es más alta que en otros grupos, a
menudo se han visto con un proveedor de atención médica antes del suicidio
y padecen de más enfermedades físicas.
·
Los factores de riesgo que deberían llamar la
atención a los médicos que tratan a los mayores son "que vivan solos, que
estén deprimidos, inactivos, aburridos, que sufran una enfermedad física
de largo tratamiento, los antecedentes familiares suicidas, que tenga
actitud hostil hacia la sociedad, precariedad económica o pérdida de seres
queridos. La situación de "ping-pong entre los familiares" y el ingreso en
un hogar para ancianos son también factores de riesgo.
Alarmante incremento en suicidios de
adolescentes
Si la etapa juvenil fuera todo lo dulce que nos
cuentan los poetas, la cifra estadística de suicidios sería cero en esa
edad y no incrementaría a pasos agigantados como está pasando ahora.
El suicidio es la reacción de algunas personas
ante problemas que les parecen insalvables. Ejemplos hay muchos, como el
aislamiento social, la muerte de un ser querido, un hogar desecho en la
niñez, una enfermedad física grave, la vejez, el desempleo, desilusiones
amorosas, etc., sin embargo, estas personas no se dan cuenta que todo
tiene solución menos la muerte.
Los adolescentes y jóvenes experimentan fuertes
sentimientos de estrés, confusión, dudas sobre sí mismos, presión para
lograr el éxito, inquietudes financieras y otros miedos que van creciendo.
Para algunos, el divorcio, la formación de nuevas familias con padrastros
y hermanastros, las mudanzas a otras comunidades, pueden perturbarlos e
intensificarles las dudas acerca de sí mismos; en donde en algunos casos
el suicidio aparenta ser una “solución” a todos los problemas.
En el 2002, solamente en Alemania se suicidaron 8
mil hombres y 3 mil mujeres. Según los datos aportados por el Programa de
Prevención de Suicidios alemán, en el 2002 el 37% de los hombres que se
suicidaron tenían más de 60 años. Pero también se registra un alarmante
incremento de jóvenes que deciden quitarse la vida. El 16% de los
suicidios registrados en Alemania se comete por jóvenes de entre 15 y 24
años, por lo que el suicidio es la segunda causa de muerte entre los
adolescentes.
El suicidio entre los adolescentes ha tenido un
aumento dramático recientemente. Cada año se suicidan miles de
adolescentes. El suicidio es la tercera causa de muerte más frecuente para
los jóvenes de entre 15 y 24 años de edad, y la sexta causa de muerte para
los de entre 5 y 14 años.
Entre los individuos de 15 a 19 años de edad, los
suicidios con armas de fuego representaron más del 60% del aumento de la
tasa general de suicidios entre 1980 y 1997.
La depresión y las tendencias suicidas son
desórdenes mentales que se pueden tratar. Hay que reconocer y diagnosticar
la presencia de esas condiciones tanto en niños como en adolescentes y se
debe desarrollar un plan de tratamiento. Cuando hay duda en los padres de
que el niño o el joven puedan tener un problema serio, un examen
psiquiátrico puede ser de gran ayuda.
Los adolescentes se caracterizan por su
impulsividad, actúan sin pensar en las consecuencias de sus actos. En
consecuencia, sin mayor aviso pueden verse envueltos en una reacción
suicida por un pensamiento o sentimiento que se les ocurrió.
Algunos de los ritmos de hoy como speed metal,
thrash, rap, black metal y otras formas de música rock, están cargados con
mensajes suicidas, en sus canciones enseñan que la vida no tiene sentido,
que las drogas son buenas y que Dios no existe y que el suicidio es bueno.
Juegos relacionados con el ocultismo, en especial
el de "Dungeons and Dragons" crean fantasías suicidas que impulsan a la
autodestrucción y convierten al suicidio en algo noble y bueno. Estos
juegos atraen tanto la atención de los participantes que se ven
fuertemente influenciados a creer en la filosofía enseñada.
¿Qué estamos haciendo con la juventud? ¿Qué
estamos logrando con un ritmo de vida tan egoísta en el que no da tiempo
de atender al ser humano en su yo más profundo?
Muchos de los síntomas de las tendencias suicidas
son similares a los de la depresión.
Los padres deben de estar
conscientes de las siguientes señales que pueden indicar que el
adolescente está contemplando el suicidio:
·
cambios en los hábitos de
dormir y de comer,
·
retraimiento de sus amigos,
de su familia o de sus actividades habituales,
·
pérdida de interés en sus
pasatiempos y otras distracciones,
·
actuaciones violentas,
comportamiento rebelde o el escaparse de la casa,
·
uso de drogas o de bebidas
alcohólicas,
·
abandono poco usual en su
apariencia personal,
·
cambios pronunciados en su
personalidad,
·
aburrimiento persistente,
dificultad para concentrarse, o deterioro en la calidad de su trabajo
escolar,
·
quejas frecuentes de
síntomas físicos, tales como: los dolores de cabeza, de estómago y fatiga,
que están por lo general asociados con el estado emocional del joven,
·
poca tolerancia de los elogios o los premios.
El adolescente que está
contemplando el suicidio también puede:
·
quejarse de ser una persona
mala o de sentirse "abominable",
·
lanzar indirectas como: "no
les seguiré siendo un problema", "nada me importa", "para qué molestarse"
o "no te veré otra vez",
·
poner en orden sus asuntos;
por ejemplo, regalar sus posesiones favoritas, limpiar su cuarto, botar
papeles o cosas importantes, etc.,
·
ponerse muy contento después
de un período de depresión, y
·
tener síntomas de psicosis (alucinaciones o
pensamientos extraños).
Si el niño o adolescente dice, "yo me quiero
matar" o "yo me voy a suicidar", tómelo muy en serio y llévelo a un
psiquiatra de niños y adolescentes o a otro médico para que evalúe la
situación. La gente se siente incómoda y no le gusta hablar sobre la
muerte. Sin embargo, puede ser muy útil el preguntarle al joven si está
deprimido o pensando en el suicidio. Esto no ha de "ponerle ideas en la
cabeza"; por el contrario, esto le indicará que hay alguien que se
preocupa por él y que le da la oportunidad de hablar acerca de sus
problemas.
Si una o más de estas señales ocurren, los padres
necesitan hablar con su niño acerca de su preocupación y deben de buscar
ayuda profesional. Con el apoyo moral de la familia y con tratamiento
profesional, los niños y adolescentes con tendencias suicidas se pueden
recuperar y regresar a un camino más saludable de desarrollo.
Convencer a la familia del riesgo suicida
Es lo primero que hay que hacer pues,
frecuentemente, no es percibido en su real importancia.
Inclusive, a veces, la familia reacciona con
frases como "El suicidarse, no, él no haría eso... No, son palabras, lo
que pasa es que está un poco triste, nada más... Ya lo dijo otras veces y
nunca hizo nada... No, no tendría valor... No lo creo, es muy religioso y
quiere mucho a su familia... etc.".
Y, después, las consabidas invocaciones a su
voluntad, "le decimos que ponga voluntad, que se ayude, que debe pensar en
otra cosa, que salga, que se distraiga..." "yo le digo que no puede estar
así..." Esto, revela, por parte de los allegados, una resistencia
inconsciente a aceptar la idea de suicidio.
Y también, a veces, en aceptar alguna
responsabilidad propia frente al tema. En ocasiones, algún familiar, o la
familia toda, hace su oculto y sutil mensaje incitante al suicidio: la
desvalorización, la crítica despiadada, las quejas en cuanto a que "así no
se puede vivir .Debe prestarse muy especial atención a los antecedentes de
antiguos suicidios en la familia.
Siempre hay, en la familia, un personaje
omnipotente que insiste en "déjenmelo a mí, yo sé cómo tratarlo".
Hipervaloran el vínculo, que mientras más cercano debe ser más efectivo, o
la actitud alegre y euforizante de alguien que cree que contagiará al
enfermo de ese estado de ánimo.
Todas estas son fantasías, basadas por fin en una
sobre valoración de las posibilidades personales de los integrantes del
entorno. En algún caso, se inicia una especie de competencia, para ver
quién anima más al enfermo, empresa en general, condenada al fracaso.
Al conversar con la familia (lo cual es
ineludible, ya que el enfermo no es una entelequia aislada) se tratará, de
detectar a la, o a las personas más responsables y confiables para el
apoyo del enfermo.
Del otro lado del escritorio
Es interesante hacer una observación inversa de la
habitual, estudiando cómo repercuten los hechos más negativos de la
clínica, en los psiquiatras. La muerte por suicidio de un paciente es
probablemente uno de los hechos más indeseables en práctica de un Médico
Psiquiatra. ¿El potencial estresante del suicidio, será muy diferente de
otros eventos muy negativos e indeseables que le pueden pasar a los
pacientes de otros especialistas? Como por ejemplo, un cirujano o
anestesista cuando pasa por la muerte de un paciente durante un acto
quirúrgico.
El suicidio de los pacientes tiene un efecto
sustancial en la vida emocional y profesional de los psiquiatras. El apoyo
de los colegas es útil y las supervisiones profesionales proveen una
oportunidad para aprender y mejorar el manejo del suicidio y sus
consecuencias. Los psiquiatras tienen que sostener un difícil balance en
sus actitudes hacia el suicidio. Si la muerte es aceptada simplemente como
una condición lamentable, pero inevitable, del fin que se tiene, como si
expresamente fuese querida y buscada por si misma, lo cierto es que en uno
u otro caso el sujeto renuncia a la existencia, y las diferentes maneras
de renunciar no pueden ser sino variedades dentro de una misma clase En
todas las sociedades y en la mayoría de las culturas, la muerte por
suicidio resulta particularmente deplorable e inútil, pues causa un
impacto psico social de gran intensidad en la pareja, la familia y en el
profesional que atiende el caso. El médico, a pesar de su formación
profesional y competencia, no es inmune al estrés que ocurre cuando,
habiendo sido consultado por el paciente en días previos al acto suicida,
no pudo reconocer el riesgo del mismo. El paciente suicida suele solicitar
ayuda médica durante el último periodo de su conducta autodestructiva.
Algunos pacientes expresan con claridad su intención; otros comunican sólo
señales sobre tal posibilidad y aún otros, particularmente si son
adolescentes, no sólo disimulan su propósito ante el médico sino que
pueden negar enfáticamente que tengan tales determinaciones. Si ven al
suicidio como fundamentalmente inevitable, pueden proteger a la profesión
de la culpa; pero ese tipo de creencia puede promover un nihilismo
terapéutico. Por otro lado, si el suicidio es percibido como muy
prevenible y predecible, esto puede promover el cultivo de la culpa.
Algunos consultores hicieron hincapié en la
necesidad de reconocer la inevitabilidad (en vez del riesgo) de suicidio
durante la etapa de entrenamiento, de modo que el plantel pueda estar
mejor preparado para un evento de ese tipo.
Prevención del Suicidio
No hay respuestas certeras a este fenómeno social,
psíquico e individual, se pueden conocer los tipos de suicidio para
prevenir, aunque por lo regular se termina por interpretar, siempre,
después de que se cometió el acto suicida... La razón del suicida
difícilmente se sabrá, pues es complicado comprender el dolor emocional,
coexistencial y, hasta físico, que puede sentir un ser humano para querer
morir.
Ciertas actitudes sociales obstaculizan la
prevención de suicidios. Algunas de ellas forman un conjunto de creencias
erróneas que establecen que no se puede hacer nada al respecto: "Si tiene
que suceder, pues ha de suceder." "No vale la pena tratar de ayudar,
porque estas personas tienen problemas tan enormes que no se puede hacer
nada." "El suicidio ha estado entre nosotros desde siempre; no vamos a
cambiar este hecho." "Déjenlos tranquilos. Si los suicidas desean quitarse
la vida, pues es su problema."
Estas actitudes parecen ansiosas de castigar el
comportamiento suicida y a menudo culpan a los que viven por las muertes
por suicidio. Crean un ambiente de ocultamiento del comportamiento suicida
en el que las personas con pensamientos suicidas permanecen reacios a
hablar. Estas actitudes punitivas se vienen acarreando desde los tiempos
en los que el suicidio era considerado un crimen y un pecado imperdonable,
y cuando a quienes se suicidaban se les negaba una cristiana sepultura.
Al paciente Católico le decimos: No atentes contra
tu vida porque eres infinitamente amado y precioso. Si has sufrido una
crisis, mira a Jesús en la cruz. El también sintió el abandono y el
rechazo. Confía en EL y volverás a tener paz. La tempestad se calmará y
volverá a salir el sol en tu vida.
li>Finalmente, les recomendamos tanto a los
médicos de medicina familiar como a los especialistas que hospitalicen a
aquellos pacientes que tengan un gran riesgo suicida y que consulten al
psiquiatra en estos casos.
El suicidio está siendo
percibido cada vez más como un serio problema de salud pública que se
puede evitar. El suicidio y su prevención son complejos y
multidimensionales y necesitan ser abordados de manera abierta e integral.
La prevención del suicidio requiere de esfuerzos coordinados y de la
colaboración de todos los sectores de la sociedad. Con este mensaje, desde
nuestra posición como católicos es exhortar a los miembros de nuestra
comunidad, congregaciones e instituciones afiliadas a que aprendan más
acerca del suicidio y cómo prevenirlo. y los invitamos, asimismo, a que
pregunten lo que pueden hacer y a que trabajen con los demás en la
prevención del suicidio.
·
Aunque no existe una sola
causa para el suicidio, los investigadores nos dicen que el comportamiento
suicida está asociado con un cierto número de factores de riesgo que
frecuentemente se combinan
·
"Todas las personas que expresan ideas de suicidio
y que simultáneamente muestran síntomas de depresión, esquizofrenia, abuso
del alcohol o abuso de substancias enervantes, deben ser evaluadas cuanto
antes por un profesional capacitado de la salud."
De qué forma podemos
ayudar
·
Primero reconozcamos que la
evangelización , la enseñanza y el vivir diariamente la fe católica
contribuyen de manera indirecta, pero significativa, a la prevención del
suicidio
·
Permanezca calmado y escuche
con atención
·
Tome en serio las amenazas
de suicidio
·
Deje que el suicida
potencial hable acerca de sus sentimientos
·
Acéptelo; no lo juzgue
·
Pregúntele si ha tenido
pensamientos de suicidio
·
Pregúntele con cuánta
intensidad y frecuencia ha pensado en ello
·
Pregúntele si tiene algún
plan para llevar a cabo el suicidio
·
Averigüe si esa persona
cuenta con los medios para llevar a cabo su plan
·
No le jure guardar el
secreto; más bien comuníqueselo a alguien
·
Asegure a esa persona que
está bien y que es necesario que reciba ayuda...
·
Obtenga ayuda: usted no
puede hacerlo solo
·
Acompañe a esa persona a
buscar ayuda en:
·
La sala de urgencias de un
hospital
·
Algún servicio de salud
mental
·
La policía
·
La familia, algún amigo o
amiga, algún familiar
·
Algún pastor, maestro o
consejero
·
El médico de la familia
·
O llame por teléfono a alguna línea de servicios
de emergencia
regresar
Estos son algunos de los
factores que implican protección:
·
Cuidado clínico efectivo y
adecuado para el tratamiento de desórdenes mentales, físicos y de abuso de
substancias
·
Apoyo para la búsqueda de
ayuda y acceso irrestricto a una variedad de instancias clínicas
·
Poner restricciones y
limitar o impedir el acceso a los métodos altamente letales de suicidio
·
Apoyo familiar y comunitario
·
Apoyo a los vínculos con
profesionales de la salud física y mental, con los que actualmente cuente
la persona en crisis
·
Habilidades adquiridas en
materias como resolución de problemas, manejo de conflictos y manejo no
violento de disputas
·
Creencias culturales y religiosas que desalientan
el suicidio y apoyan el instinto de conservación de la vida."
Como integrantes de un Equipo de Salud Mental
de la Iglesia Católica
La incidencia del factor religioso es, por
consiguiente, fundamental en el tema del suicidio, y ello tanto en la
esfera de la persona como en la esfera de la sociedad. Una sociedad
secularizada, en la que las vivencias y prácticas religiosas se olvidan o
combaten, hace decrecer la religiosidad de los ciudadanos y su creencia en
la inmortalidad del alma. Por eso los suicidios crecen conforme la
sociedad se separa de Dios. Suicidio es el acto voluntario de matarse
directamente. Es un grave pecado contra la ley natural y la ley revelada
(5to Mandamiento: "No matarás").
En el Catecismo de la Iglesia Católica está
establecido claramente que nosotros somos administradores de la vida y no
dueños de la misma, ya que sólo Dios tiene el poder de dar la vida o
quitarla: "Yo doy la muerte y doy la vida (Dt 32,39). Citando de nuevo la
Evangelium Viate encontramos que el Papa Juan Pablo II nos dice: "Cuando
el hombre usurpa este poder dominado por una lógica de necedad y egoísmo
lo usa fatalmente para la injusticia y la muerte". Asimismo, el Santo
Padre comenta que el suicidio es moralmente objetable como el asesinato.
Nuestros esfuerzos por impedir cualquier suicidio
obedecen a nuestra obligación de proteger y promover la vida, a nuestra
esperanza en Dios aún en medio del sufrimiento y la adversidad, y a
nuestro amor por nuestro prójimo perturbado.
El tener libre voluntad (libre albedrío) hace a
todos, en cierto sentido, personas libres de escoger, en el sentido
general, en favor de selecciones responsables. Interpreto que este término
" escoger" ha sido mal entendido o usado equivocadamente. El estar a favor
de escoger no es de gran valor si tomamos malas decisiones. Puede ser una
explicación que ofusca o confunda el contenido moral de la selección.Si
dejamos que la libertad de escoger sea interpretada como la selección de
hacer cualquier cosa que nos plazca, estaríamos en presencia del
libertinaje. La pregunta que deberíamos hacernos es: ¿escogeremos o
rehusaremos la llamada de Jesús y de los Evangelios? Leyendo sobre el tema
nuestra atención se ha centrado en la frase: «de acuerdo con una ética
laica, secular... la vida es nuestra y de nadie más». Efectivamente, desde
la perspectiva «laica y secular», se puede hacer esta afirmación. Es
decir, desde una postura laica, no religiosa, el suicidio no sería
condenable. Sólo los creyentes, las personas religiosas, estarían
obligadas a ver en el suicidio un mal moral. No obstante como católicos
respetar a los que la sostienen, no podemos estar de acuerdo con esa
opinión, por razones ontológicas. Cada cual es responsable de su vida
delante de Dios que nos la ha dado. El sigue siendo nuestro soberano
Dueño. Nosotros estamos obligados a recibirla con gratitud y a conservarla
para su honor y para la salvación de nuestras almas. Somos administradores
y no propietarios de la vida que Dios nos ha confiado. No disponemos de
ella. De este modo la inclinación natural del ser humano es a conservar y
perpetuar su vida. Nuestro rechazo al suicidio, derivado de la doctrina de
la Iglesia católica, no pretende imponerlo a la totalidad de los
ciudadanos, en un Estado laico, que aglutina una sociedad ideológicamente
plural aunque fuera éste íntimamente nuestro deseo dentro de un plan
evangelizador.
Para terminar
No es casualidad que en una época de ateísmo e
incredulidad como la actual, se incremente notablemente el número de
suicidios. Éstos suicidas tienen la convicción de que tras la muerte no
hay nada más. Piensan que después viene la nada, el olvido de los
problemas y la paz definitiva. Para ellos, la muerte es el no-ser. Para
nosotros, la muerte es la vida eterna a la que arribaremos cuando el Señor
con su gracia infinita nos llame.
El suicida, al privarse del mayor de todos los
bienes, que es la vida, iría en contra de la inclinación primordial de su
naturaleza, la de conservarse en su ser y, además, hace injuria a la
comunidad a la que pertenece; como dice, entre los antiguos, Aristóteles,
que, habiendo nacido 384 años antes de Cristo, condena el suicidio dejando
sentado que la muerte es el último de los males de esta vida y el más
terrible, de lo que se sigue que suicidarse para evitar otras miserias de
esta vida, es preferir un mal mayor a otro menor, lo cual es antinatural.
El suicidio es la acción inmoral por antonomasia, pues en ella el hombre
se reduce a la condición de objeto del instinto.
El que llega a la decisión de quitarse la vida es
digno de compasión. Pero comprender a la persona que incurre en error no
es lo mismo que justificar la acción errónea Nadie puede disponer, no ya
de la vida del otro sino tampoco de la propia vida. El derecho a la vida
es un derecho- deber, es decir, un derecho indisponible. El suicidio viola
el derecho de Dios quien es el dueño exclusivo de la vida humana. Solo
Dios puede dar y quitar la vida.
Sin embargo, para que un acto sea pecado requiere,
además de materia de pecado, que se tenga conocimiento de lo que se hace e
intención de hacerlo. No podemos juzgar a ciencia cierta la condición
mental de quien se suicida. Tampoco sabemos cual fue su el último
pensamiento. ¿Se habrá arrepentido mientras estaba moribundo en el último
instante de su vida? Recordemos el perdón de Jesús al "buen ladrón"
mientras agonizaba en la cruz.
Es por eso que debemos rezar
por los que se suicidan y encomendarlos a la infinita misericordia de
Dios.El suicidio es la huida, la renuncia y el miedo a enfrentar una
realidad dolorosa. Es también la desesperanza total y la rendición de la
voluntad de la persona a buscar el bien que este mundo tiene donde existe
un Plan de Dios particular para cada ser humano y para su felicidad.
·
De allí que nuestra actitud
debería ser ayudar a estas personas que creyendo que no existen opciones,
optan por soluciones extremas y no facilitarles que continúen con su error
para deshacernos de ellos o sacar provecho de lo que van a realizar.
·
En aquellas personas que
planifican la posibilidad de quitarse la vida -se supone que hay hasta 20
veces más de intentos que de consumaciones- soportan un nivel de
sufrimiento muy profundo, y "el desafío es introducir en sus discursos y
realidades, aparentemente sin salida, algún motivo, algún lazo o recurso
que le dé sentido para seguir viviendo.
·
Deseamos transmitir al público y a las autoridades
el concepto de que el suicidio no es inevitable, y que aquellos que son
suicidas no tienen por que cometer suicidio de manera inevitable.
La vasta mayoría de los
suicidas no desean morir, sino que no desean continuar viviendo en las
condiciones en que se ven obligados a vivir. Podemos hacer mucho, y este
mensaje no es sólo para los médicos, sino también para los ciudadanos
conscientes.
·
Usted que tiene pensamientos suicidas "Hable con
alguien. No lleve su pena escondida para usted solo."
El apóstol Pablo expresó « Ninguno de nosotros
vive para sí mismo; como tampoco muere nadie para sí mismo. Si vivimos,
para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así que, ya
vivamos ya muramos, del Señor somos » (Rm 14, 7-8).
Todos estamos invitados a formar parte del "pueblo
de la vida y para la vida" (cf. Evangelium vitae, 101).
Argentina, Buenos Aires Septiembre, 2004
regresar
Referencias
- Carta Encíclica Evangelium vitae del Sumo
Pontífice Juan Pablo II a los obispos, a los sacerdotes y diáconos a los
religiosos y religiosas, a los fieles laicos y a todas las personas de
buena voluntad sobre el valor y el carácter inviolable de la vida humana
- O`Hanlon, W.; Cade, B.: "Guia Breve de Terapias
Breves" Paidós, 1995
· Suicide Information and Education Center.
www.siec.ca
· The American Association of Suicidology.
www.suicidology.org
· *ELLES, Richard y LEVINE. "Introducción a la
sociología, aplicaciones con países de habla hispana". Londres. Mr. Graw
Hill. 1.995
*Gran Enciclopedia Rialp". Madrid. Rialp S. A.
1.981. volumen 7
*Gran Enciclopedia Rialp". Madrid. Rialp S.A.
1.972. Volumen 11
*"Gran Enciclopedia Rialp". Madrid. Rialp S. A.
1.981. Volumen 21
· ACKSON, Stanley. "Historia de la melancolía y la
depresión". Madrid. Turner. 1.989
*LAPPER, J. T. "Efectos de las masas, poder y
limitaciones e los medios modernos de comunicación". Madrid. Aguilar S.A.
1.974
Experiencia grupal
· Cf. S. Agustín, De Civitate Dei I, 20: CCL 47,
22; S. Tomás de Aquino, Summa Theologiae, II-II, q. 6, a. 5.
84. Cf. Congregación para la Doctrina de la Fe,
Decl. Iura et bona, sobre la eutanasia (5 mayo 1980), I: AAS 72 (1980),
545; Catecismo de la Iglesia Católica, 2281-2283.
85. Epistula 204, 5: CSEL 57, 320.
· Centros para el Control y la Prevención de
Enfermedades Web-based Injury Statistics Query and Reporting System (WISQARS)
(Sistema de preguntas e información estadísticas sobre lesiones en la Web.
[Sistema electrónico]. . Centro Nacional para la Prevención y el Control
de Lesiones, Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades
(Productor) Disponible en inglés en la dirección electrónica: URL:
www.cdc.gov/ncipc/wisqars. [27 de marzo de 2003].
· Suicide & Life Threatening Behavior 28(1):1-23,
1998.
· CDC, Violence Surveillance Summary Series, No.
2. 1996.
· MMWR 46(34):789-792, 1997.
· Am J Public Health 81:1198-1200, 1991.
· MMWR 45(1):3-6, 1996.
· Aging & Mental Health 1(2):107-111, 1997.
· MMWR 44(15):289-291, 1995.
· MMWR 47(10):193-196, 1998.
· Abadi, Mauricio, ed. La Fascinación de la
muerte: panorama, dinamismo y prevención del suicidio. Buenos Aires:
Editorial Paidós, 1973. 216p.
· Abdou, Antoun Fahmy. Le consentement de la
victime. Préf. de Robert Vouin. Paris: Librairie générale de droit et de
jurisprudence, 1971. 622 p. Victims of crimes & suicide
· Abraham, T. O. Atmahatya. [n.p.] 1967. 130p.
Suicide in Malayalam.
· Abram, Ada, Beate Berkemeier & Karl-J. Kluge. Es
tut weh, zu leben: Darstellung d. Phänomens aus pädagogischer Sicht.
München: Minerva-Publikation, 1980. 289p.
· Adams, John (1662-1720). An essay concerning
self-murther. Wherein is endeavour´d to prove, that it is unlawful
according to natural principles. With some considerations upon what is
pretended from the said principles, by the author of a treatise, intituled,
Biathanatos, and others. London: Printed for T. Bennet, 1700. 320p.
· Altweger, Susanne. Suizid, Suizidversuch und
Suizidgefährdung im Schauspielberuf: Bestandsaufnahme sowie Untersuchung
inhaltlicher Aspekte mittels subjektiver Theorien. Frankfurt am Main; New
York: P. Lang, 1993. 280p. Doctoral thesis, Universität Innsbruck, 1992.
· Amelang, Manfred. Sozial abweichendes Verhalten:
Entstehung, Verbreitung, Verhinderung. Berlin; New York: Springer-Verlag,
1986. 470p. Criminal, deviant behavior & suicide.
· Améry, Jean. Hand an sich legen: Diskurs über d.
Freitod. Stuttgart: Klett, 1976. 129p.
· Angel Jaramillo, Hugo. El suicidio en la
inteligencia. Pereira, Colombia: Editorial Papiro, 1994. 251p.
· Arntzenius, Dirk Jan Agatho. Dissertatio medica
inauguralis, de suicidio: observationibus anatomicopathologicis illustrato:
quam, supremo favente numine, ex auctoritate rectoris magnifici, Jani Kops
... pro gradu doctoratus, summisque in medicina honoribus ac privilegiis,
in Academia Rheno-Trajectina rite ac legitime consequendis, publico ac
solenni examini. Trajecti ad Rhenum: N. van der Bionde, 1828. 203p.
· Baechler, Jean. Les suicides. Préf. de Raymond
Aron. Paris: Calmann-Lévy, 1975. 650p. 2nd ed., 1981, 662p
· Baechler, Jean. Les suicides. Preface by Raymond
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