TRES ARGUMENTOS  CONTRA LA RELIGIÓN,

CIENCIA Y RELIGIÓN EN RICHARD DAWKINS

MARIANO ARTIGAS

Scripta Theologica. Universidad de Navarra, Facultad de Teología

Vol. XXXVIII-Fasc. 1, Enero-Abril 2006

 

 

      H. Allen Orr, Profesor de Genética Evolutiva en la Universidad de Rochester (Nueva York), comenta a propósito de El capellán del diablo:

La pasión de Dawkins por la evolución quizás sólo es igualada por su odio hacia la religión. De hecho, Dawkins se ha alineado tan frecuentemente contra la religión que su reputación como adversario de Dios puede igualar ahora prácticamente a su reputación como promotor de la ciencia. El capellán del diablo deja poco espacio para dudar que esa reputación sea merecida. Argumentando que quienes hasta ahora han disimulado su desprecio por la religión deben hablar claro, Dawkins se encuentra a sus anchas. Anuncia que la religión es un «engaño colectivo peligroso» y una «infección maligna». Reconociendo que su posición puede parecer «despreciativa e incluso hostil», insiste en que «es ambas cosas». Preguntado por qué es tan contrario a la religión organizada, responde que tampoco es especialmente partidario de la religión desorganizada. En efecto: «Pienso que se puede argumentar que la fe es uno de los males mayores del mundo, comparable a la viruela pero más difícil de erradicar»[1].

 

      Orr analiza los argumentos de Dawkins contra la religión en tres pasos. El primer argumento es que «la religión es completamente falsa». Entonces, ¿por qué la gente cree esas falsedades? Ya hemos encontrado la respuesta de Dawkins: son memes, virus de la mente que se transmiten principalmente por tradición a los niños pequeños, y mediante la influencia de personalidades poderosas en el caso de los adultos. En cambio, las ideas científicas se encuentran apoyadas por la contrastabilidad, precisión, cuantificabilidad, y otros criterios científicos. Orr comenta:

Confieso que encuentro este argumento asombroso. ¿Por qué deberían contar los criterios científicos para decidir lo que constituye un meme «bueno y útil»? ¿Por qué no son buenos y útiles los que nos hacen felices, o nos proporcionan un sentido de plenitud, o aumentan las probabilidades de tener amigos cooperativos? En todo caso, estos criterios parecerían más naturales que los de Dawkins. Pero el punto más importante es que no existen criterios naturales. Lo importante acerca de los memes es que un meme es bueno si aumenta su frecuencia o período.

Nosotros, como memeticistas de salón, somos libres para dividir los memes entre los que son «útiles» y los que no lo son, pero alguien tiene que decidir: ¿útiles para qué? ¿Para describir la naturaleza? La ciencia es un meme útil. ¿Para construir una comunidad? La religión es un meme útil. Al final, el argumento de Dawkins de que la religión es un virus se parece demasiado a una tautología[2].

 

      La advertencia de Orr es real. Dawkins no examina la verdad de la religión, simplemente da por supuesta su falsedad porque no se ajusta a los criterios de la ciencia empírica. Pero, ¿por qué habría de juzgarse por esos criterios? ¿Hay algún motivo por el que debamos aceptar un cientificismo que es filosóficamente contradictorio y auto-destructivo? Actuamos correctamente cuando examinamos las razones para aceptar las afirmaciones religiosas, pero eso no significa que deban estar en la misma línea de los criterios que utilizamos al estudiar los fenómenos naturales. Si existe Dios, por lo general no lo encontraremos como el final de la investigación científica. Y otras afirmaciones religiosas más específicas son todavía menos susceptibles de investigación científica. Ningún experimento científico llevará nunca a la conclusión de que somos hijas o hijos de Dios, de que Cristo es el Hijo de Dios, de que debemos amarnos unos a otros, y así sucesivamente. Esas afirmaciones no son «afirmaciones científicas sin apoyo»; simplemente no son afirmaciones científicas.

      Dawkins insiste en que las afirmaciones religiosas deberían ser evaluadas con los métodos de la ciencia porque piensa que, en definitiva, son afirmaciones científicas. Pero, por lo general, no lo son.

      El segundo argumento presentado por el capellán del diablo es que la religión es la raíz de muchos males. Orr comenta:

La historia de Dawkins parece curiosamente Victoriana. En su empeño de mostrar que la religión es causa de muchos males, debe enfrentarse al desagradable hecho de que el siglo veinte ha sido en gran parte una crónica de mal secular. Stalin, Mao, y Pol Pot eran ateos, y Hitler no era especialmente piadoso. Dawkins trata este problema de un modo sencillo: lo ignora. Excepto por una mención a Hitler, deja de lado lo que, se podría decir, es una lección clave del siglo veinte —-que las ideologías seculares, incluyendo las ateas, inspiran atrocidad y genocidio tan fácilmente como cualquier credo religioso—. Y es notable cómo Dawkins trata a Hitler. Argumenta: por favor, no presenten a Hitler como contraejemplo, añadiendo que Hitler nunca renunció a su catolicismo romano, y citando un discurso poco conocido en el cual el futuro Führer subrayaba que era un buen cristiano. El robusto escepticismo de Dawkins parece fallarle aquí, y calla la interpretación obvia —que Hitler sabía cómo manipular a los católicos—. Lo importante no es que las ideas religiosas lleven a veces, directa o indirectamente, al mal. A veces lo hacen. Lo importante es que no tienen el monopolio: ideas nacionalistas (el fascismo italiano), económicas (el trabajo de los niños), e incluso científicas (la eugenesia), han tenido hórridas consecuencias. En el último caso, Dawkins seguramente argumentaría que ha sido el abuso de la ciencia lo que ha llevado a actuaciones malas (esterilización forzosa, políticas racistas de inmigración), y yo estaría de acuerdo. Pero si se permite esta maniobra a la ciencia, es poco claro por qué no se permite también a la  religión: ¿Quiso Jesús realmente las cruzadas?[3]

 

      No hace falta añadir nada más.

 

      El tercer argumento de Dawkins se refiere a la supuesta oposición histórica entre ciencia y religión. Orr utiliza los estudios recientes[4] cuando comenta: «La impresión popular de que ha habido una larga guerra entre la Iglesia y la ciencia —en la cual una institución ignorante combatió los intentos de la ciencia naciente para escapar de las Edades Oscuras— no tiene sentido, es poco más que propaganda Victoriana». Orr concluye que «el asunto es mucho más complejo —y mucho más sutil— de lo que permiten los argumentos de Dawkins»[5].

      ¿Se encuentra Dawkins obsesionado por acabar con la religión, o se trata sólo de uno de los muchos temas en sus estudios? Lo caritativo sería pensar lo segundo, pero la evidencia apunta hacia lo primero. Es notable su libro The Ancestor's Tale, publicado el año 2004. Se trata de una voluminosa descripción, que comprende 673 páginas, de 40 pasos que conducen desde las eubacterias hasta el homo sapiens, bajo el subtítulo Una peregrinación al alba de la evolución. El índice registra cuatro breves referencias a la religión, prácticamente nada. El lector puede encontrarse sorprendido al darse cuenta de que, en los últimos párrafos del  libro, Dawkins ha colocado un ataque gratuito a la religión, que no se  relaciona con el resto del libro. Dawkins canta las maravillas de la vida a lo largo de todo el libro y, de golpe, presenta una retórica anti-religiosa que surge de la nada. Se refiere al subtítulo del libro diciendo:

«Peregrinación» implica piedad y reverencia. No he tenido ocasión aquí para mencionar mi impaciencia hacia la piedad tradicional, y mi desprecio por la reverencia cuando se dirige hacia algo sobrenatural... Mi objeción a las creencias sobrenaturales es precisamente que fallan miserablemente a hacer justicia a la grandeza sublime del mundo real. Representan una perspectiva estrecha de la realidad, un empobrecimiento de lo  que el mundo real tiene para ofrecer[6].

 

      Pero se trata de una afirmación extraña. Los creyentes han razonado durante siglos a partir del asombroso poder y de la belleza del mundo natural hasta llegar a Dios como el creador de ese mundo. Los filósofos han debatido si es razonable pensar que un mundo así puede tener en sí mismo las razones de su propia existencia. Paradójicamente, Dawkins dice que el mundo está tan lleno de mal que no puede ser la creación de Dios. ¿Cuál es, entonces, su verdadera visión del mundo? ¿Es maravilloso o malo? ¿Cómo puede ser a la vez tan malo que no podría ser la obra de un creador amoroso, y tan maravilloso que deja pequeñas a las reflexiones religiosas sobre la creación?

      Alister McGrath, teólogo de Oxford, ha publicado un libro entero dedicado a analizar y criticar las ideas de Dawkins sobre la religión[7]. Le acusa de tratar a la teología de modo superficial e inexacto, y de deformar los puntos de vista de sus adversarios, demonizando las ideas contrarias a las suyas que son presentadas del modo más ingenuo.

      No es fácil determinar a qué responde la actitud de Dawkins, porque él proporciona muy pocos datos de su propia biografía. En cualquier caso, parece que Dawkins interpreta el darwinismo como una especie de religión secularista que sustituye, con ventaja desde su punto de vista, a la religión tradicional. En la obra colectiva La tercera cultura, editada por John Brockman (que es el agente literario de Dawkins), se contiene la siguiente declaración de Dawkins: «Soy darwinista porque creo que las únicas alternativas son el lamarckismo o Dios, ninguna de las cuales sirve como principio explicativo»[8]. Pero lo que el darwinismo o el lamarckismo pretenden explicar es biología, y Dios es un principio explicativo de otro tipo. Dios es compatible con la biología. Es decepcionante comprobar que un miembro de la Royal Society, brillante científico y  autor de best sellers, se mueve en un marco ideológico tan confuso, y  que además lo relaciona con la ciencia: «Algunos me consideran un fanático», escribe Dawkins. «Esto se debe en parte a un apasionado rechazo contra prejuicios religiosos fatuos que considero funestos. Como científico, mi fanatismo nace de un profundo compromiso con la verdad»[9]. Pero es un extraño compromiso con la verdad el que lleva a arrasar sin contemplaciones cualquier argumento que pueda presentar a la  religión bajo algún aspecto positivo, y a presentar este tipo de razonamientos como relacionado con la ciencia, precisamente en una época en  la que científicos y teólogos admiten generalmente que ciencia y religión  pertenecen a ámbitos diferentes y complementarios. Además, al convertir el darwinismo en una especie de religión, Dawkins está haciendo un flaco servicio a la ciencia, porque da pie a los excesos de signo contrario  que, para defender la religión, se creen en la obligación de atacar a la  ciencia, perpetuando de este modo un falso conflicto que no hace más  que contribuir a la contaminación del ambiente intelectual.

 

Mariano ARTIGAS

Facultad Eclesiástica de Filosofía

Universidad de Navarra

PAMPLONA

 

    Los artículos de SCRIPTA THEOLOGICA son registrados, entre otras, en las siguientes bases de datos: Bibliografía Española de Ciencias Sociales y Humanidades del CINDOC, dependiente del CSIC; FRANCIS (antes Bulletin Signalétique); Maisons des Sciences de l'Homme - Revue de Sommaires, del INIST; Index Theologicus de la UB Tübingen; Religion Database, de la American Theological Library Association; Index to Book Reviews in Religion; Old Testament Abstracts; Religion Index One; Religious and Theological Abstracts.

 


 


[1]   H.A. ORR, «A Passion for Evolution» (recensión de El capellán del diablo, The New York Review of Books, vol. 51, n. 3 (26 de febrero de 2004), 28.

[2]   Ibid., 29.

 

[3]   Ibid.

[4]   Ver: D.C. LINDBERG y R.N. NUMBERS (eds.), God and Nature. Historical Essays on the Encounter between Christianity and Science, University of California Press, Berkeley 1986; J.H. BROOKE, Science and Religion. Some Historical Perspectives, Cambridge University Press, Cambridge 1991; G.B. FERNGREN (ed.), Science and Religion: A Historical Introduction, The Johns Hopkins University Press, Baltimore 2002.

[5]   H.A. ORR, «A Passion for Evolution», 29.

[6]   R. DAWKINS, The Ancestor's Tale. A Pilgrimage to the Dawn of Evolution, Houghton Mifflin, Boston 2004, 613-614.

[7]   A. McGRATH, Dawkins' God. Genes, Memes, and the Meaning of Life, Blackwell, Oxford 2005.

 

[8]    R. DAWKINS, «Una máquina de supervivencia», en J. BROCKMAN (ed.), La tercera cultura. Más allá de la revolución científica, Tusquets, Barcelona 1996, 79.

[9]     Ibid.